Está en la página 1de 25

A propósito de la revolución de Octubre

NOTA

El presente trabajo fue redactado en octubre del 2017 y se elaboró


primero a modo de ponencia para dos eventos dedicados al cente-
nario de la Revolución Bolchevique. Posteriormente se reelaboró
a modo de artículo y se difundió solo entre compañeros afines, de
mano en mano, hasta que se hizo público por primera vez en la web
de la revista Viejo Topo “al servicio de los de abajo” (Perú) en el 2020.
Aquella primera publicación fue posible gracias a la amabilidad de
un gran amigo, Carlos Lamas, quien partió a la eternidad este año
y a quien no quería dejar de mencionar, más aún porque en este ar-
tículo abordo un tópico que también ocupó parte de sus preocupa-
ciones últimas: la cuestión de la fracción. Lamas es uno de los pocos
maoístas en el Perú que conocí que tomaron en serio el estudio y la
comprensión de la actividad fraccional, de sus características y le-
yes. Sin haber trabajado juntos en algún momento y perteneciendo
a generaciones distintas, la lucha de clases en el Perú y la situación
del maoísmo nos hizo coincidir en esa preocupación, asunto que
está también en la cabeza de muchos que se atrevieron a romper
en la última década con los viejos dirigentes. Lamas, infatigable lu-
chador de la causa proletaria, sin lugar a dudas tiene ya un lugar en
la historia del maoísmo en el Perú, una historia que, ciertamente,
hoy por hoy es casi imposible escribir, pero que en algún momento
se conocerá. Las discrepancias que mantuvimos hasta el final no
pueden ser motivo para negar el importante papel que le tocó ju-
3
Juan P. Ballhorn
gar y sobre el cual ya tendré la oportunidad de escribir in extenso.
En cuanto a la publicación actual en forma de folleto y de difusión
virtual, debo indicar que se han hecho modificaciones minúscu-
las a su versión del 2020, la gran mayoría solo de redacción. He
hecho un par de correcciones en lo que se refiere a imprecisiones
históricas, lo cual no cambia en nada el contenido ni las conclu-
siones a las que arriba el artículo. También he agregado algunos
pie de página que creí convenientes, en algunos casos para infor-
mar al público que se inicia en estos temas, en otros, para preci-
sar mejor la idea que se busca trasmitir, en todos ellos se indica
el año. No está demás advertir que no se trata de un trabajo aca-
démico, por lo cual no se ha seguido ninguna norma formal de
publicación o citado, las referencias son prácticas y generales.
Espero que este texto permita introducir a muchos (sobre todo a los
jóvenes) en cierta problemática que urge resolver: la situación de la
vanguardia. No desde un punto de vista general y meramente teóri-
co, sino con relación a las tareas concretas que eso requiere. Muchos
hablan acerca de reconstituir la vanguardia, pero casi nadie señala
lo que se tiene que hacer. En este artículo del 2017 solo se esbozan
algunas ideas, no obstante, ya han pasado seis años desde su elabo-
ración, años en los que algunos de nosotros hemos podido avanzar
en este estudio y en la comprensión también de la situación actual,
de ahí que esté en elaboración un libro dedicado a exponer dicha
problemática de una manera más extendida y detallada, trabajo en el
que se propone con mayor claridad y seguridad un quehacer. Espere-
mos que este libro esté publicándose en los primeros meses del 2024.

Juan P. Ballhorn

Noviembre del 2023

4
A propósito de la
Revolución de Octubre.
Hacia una verdadera reivin-
dicación del Centenario de
la Revolución Rusa.
Juan P. Ballhorn

Con ocasión el centenario de la revolución rusa, los distintos gru-


pos y sectores políticos han difundido sus respectivos homenajes,
saludos y hasta balances de la esta gesta heroica del proletariado
internacional. No es para menos, efectivamente la revolución diri-
gida por Lenin marca un hito en la lucha de los pueblos oprimidos
por su emancipación y lo más honesto es que, de alguna manera,
las fuerzas de izquierda lo reivindiquen en cuanto tal. Sin embargo,
podemos observar que en cada una de estas manifestaciones se dice
más de lo que pretenden decir, en realidad en cada saludo o pronun-
ciamiento expresa también el carácter y, consigo, las limitaciones de
dichas organizaciones que, desde mi punto de vista, en muchos ca-
sos le mutilan lo vivo a la experiencia revolucionaria bolchevique.
Por un lado, la izquierda “oficial” o, siendo más precisos, la iz-
quierda burguesa, destaca la revolución bolchevique como un acon-
tecimiento que hizo realidad muchas de las reivindicaciones de las
masas trabajadoras, reivindicaciones que “se adelantaron a su épo-
ca”. Tanto los derechos laborales como culturales, donde podemos
incluir las reformas encaminadas a la emancipación de la mujer, se
muestran como los grandes logros de la gesta revolucionaria rusa.
Quizás, entre ellos, se hace una breve y débil referencia al “Estado
obrero”, esto es, se destaca la participación de las masas trabajadoras
en la gestión estatal y la construcción de una nueva sociedad. Sin

6
A propósito de la revolución de Octubre
embargo, en aquellas reflexiones se evaden conscientemente temas
cruciales como los métodos, la organización, la línea ideológica1 de
los bolcheviques, entre algunos puntos más, y cuando estos de mane-
ra fortuita son mencionados, se deslizan consigo ideas que caracte-
rizan a todos estos factores históricos determinantes como “propios
del contexto”, “inaplicables en la actualidad”, sin mencionar ya los
casos claramente renegados y vergonzantes en donde se mencionan
dichos factores entre los “errores” de la revolución de octubre que
“minaron desde un inicio” la construcción del socialismo en Rusia.
Por otro lado, y en contraparte, están los sectores clasistas, los cua-
les, preocupados en hacer frente al “revisionismo”, destacan dichos
factores del bolchevismo como lo principal. Al asumir tal actitud
no les falta razón, puesto que cada vez que la izquierda burguesa
hace referencia a la historia de las revoluciones, lo hace con el único
fin de encontrar elementos que sirvan a su oportunismo electorero,
sepultando la revolución rusa en la historia, reconociéndolo como
un hecho a destacar sí, pero finalmente concibiéndolo como algo
lejano en el tiempo y que tuvo su momento. Los sectores revolucio-
narios -y en el Perú hay que precisar: los sectores maoístas2- hacen
bien en apuntar que la revolución bolchevique fue una revolución
victoriosa por apoyarse en las masas obreras y campesinas, estar
dirigidos por una vanguardia (partido de nuevo tipo), sustentarse
firmemente en el marxismo, emplear la violencia revolucionaria,
entre otras cosas. El problema es que sus “balances” o “saludos” a la
revolución bolchevique son en su mayoría una suma de consignas
o un recuento histórico que no supera los datos que puede ofrecer
un manual pre-universitario o de historia del PCUS. Solo veamos,
como un ejemplo de este tipo de proceder, el balance que realiza

1 En el presente artículo utilizamos el término “ideología” en su acepción leni-


nista, es decir, entendiéndola como doctrina o concepción del mundo. Dejamos
de lado, por el momento, la definición de Marx y Engels de ‘ideología’ como “falsa
conciencia”.
2 Nuestra intervención es justamente al interior de las fuerzas maoístas del Perú.
7
Juan P. Ballhorn
Abimael Guzmán sobre 150 años de revolución proletaria mundial3.
No deja de ser un compilado de datos y consignas, sin ninguna in-
vestigación que ofrezca nuevas luces sobre los acontecimientos his-
tóricos y, principalmente, que sirva a enjuiciar el estado actual del
movimiento obrero en el Perú y el mundo. Más que investigación
y análisis concreto, solo se encuentra historiografía y consignas de
reafirmación4, lo cual (¡Ojo!) no es incorrecto desde el punto de vis-
ta del marxismo militante, pero sí es insuficiente, y si ese tipo de in-
suficiencia se vuelve la norma y el material de “estudio”, se torna me-
diocre. Los pronunciamientos actuales de algunos de estos grupos
sobre la revolución de octubre no dejan de tener este carácter. Inclu-
so ahí donde se acierta, queda en la vaguedad, carece de concreción.
Se reivindica, por ejemplo, la violencia como método para la toma
del poder, pero no se demuestra su aplicabilidad o “necesidad” en el
panorama actual, solo se queda en una reafirmación. De este modo,
no existe realmente una contraposición a la izquierda burguesa
que fácilmente podría reconocer dichos factores como importan-
tes en la victoria bolchevique pero que “carecen de actualidad”.
Frente a eso, y a modo de ejemplo, podríamos plantear que la épo-
ca que nos ha tocado vivir confirma una y otra vez, tanto como en
cualquier otra época, la necesidad de que toda fuerza revoluciona-
ria o de liberación se apoye en un gran cuerpo armado, pues hoy en
día la resistencia a toda intervención imperialista sigue siendo por
medio de las armas. Fácilmente estos sectores que pretenden defen-
der la vigencia de la “violencia revolucionaria” podrían mencionar
cómo la declaración de independencia de la República Popular de
Donetsk y la República Popular de Lugansk en Ucrania solo ha sido
posible gracias a la rebelión armada del proletariado minero, el cual

3 En 1994 apareció un texto titulado Sobre ciento cincuenta años de revolución pro-
letaria mundial (Centésimo aniversario del Presidente Mao Tse-tung) cuya autoría
estaría a cargo de Abimael Guzmán. Este se difundió como documento del PCP.
4 O cuando se pretende extraer lecciones para el presente, se dicen cosas tan
generales como que “el camino comprende avances y retrocesos”.
8
A propósito de la revolución de Octubre
aglutinó, armó y dirigió a todo el pueblo en la resistencia contra los
atropellos y las masacres que comenzó a perpetrar el régimen de
Kiev5. En Ucrania, la arremetida bélica del gobierno (que cuenta
con el apoyo financiero y armamentístico de los EEUU) contra el
pueblo rebelde no ha cesado ni por un minuto, y si no fuera por la
resistencia armada de las milicias de esas zonas, desde un inicio es-
tos intentos independentistas hubieran fracasado. El pueblo de es-
tas regiones ucranianas solo ha podido mantener su independencia
con las armas en las manos. Pero de igual forma, solo ver que Ve-
nezuela, a pesar de no ser una república socialista ni popular (pero
sí anti-yankee), resiste gracias al respaldo de las fuerzas armadas al
gobierno bolivariano, es una muestra de la necesidad de que todo
movimiento de liberación, y más aún, un movimiento revoluciona-
rio, cuente con un fuerte contingente armado que resista las agre-
siones tanto internas como externas. Es más, dada la larga tradición
golpista en nuestro país y de Latinoamérica, bastaría hacer referen-
cia a nuestra historia última para sustentar que el asalto al poder por
parte de la clase obrera para la construcción de una nueva sociedad
no será posible por medios pacíficos. De la misma manera, cuando
se defiende la construcción (o reconstrucción) del destacamento de
vanguardia o se hace referencia al marxismo, ¿cómo demuestran
estos grupos la vigencia del marxismo, o la superioridad del mar-
xismo frente a otras concepciones? Lo curioso es que aquí se en-
cuentra su punto más débil. A diferencia de los bolcheviques, mu-
chos (o casi todos) lo grupos maoístas en el Perú están ausentes en
los debates teóricos contemporáneos, lo cual hace de su referencia
a la “ideología” una defensa nuevamente abstracta, completamente
vaga, como diría Lenin, “solo una frase”. ¿Qué contraponen a las teo-
rías burguesas en las que se sustenta la izquierda legal? Solo frases.
5 Este acontecimiento en Ucrania no solo pone en vigencia cuestiones medulares
del marxismo como es el caso de la violencia revolucionaria y de la guerra justa,
sino incluso el papel de vanguardia del proletariado, pues la resistencia fue im-
pulsada, sostenida y, por un buen tiempo, dirigida por los proletarios mineros de
esta región de Ucrania. [Nota del 2023]
9
Juan P. Ballhorn
Pero bien, esta digresión solo quiso demostrar las insuficiencias
de reivindicar abstractamente determinados acontecimientos his-
tóricos sin demostrar cómo siguen vivos en nuestros días, a pesar
de tener los medios y las experiencias al alcance. Ante esto tene-
mos que decir: sí hay razón para defender estos factores históricos
como los más importantes, eso no es el error, el error consiste en
cómo se reivindican, y creo que la forma-consigna es insuficiente,
no debería ser la principal, sino más bien la forma-reflexiva (o dia-
léctica) es la que realmente sirve a los fines revolucionarios, esta
es aquella que estudia, examina y hace hablar al acontecimiento
histórico pasado mediante los hechos y los agentes contemporá-
neos. Esto último es lo que trataré de hacer y, consciente de mis
limitaciones, no solo bibliográficas, sino también interpretativas,
me ocuparé modestamente de destacar solo ciertos aspectos que
me parecen ser algunos de los más importantes para nuestra época
(nacional) y para nuestro movimiento. Sigo pensando que un ver-
dadero homenaje, o un manifiesto que verdaderamente reivindique
a la revolución rusa, debió ser producto de un previo estudio con-
cienzudo de dicho proceso y no de algunas ideas escritas a contra
tiempo para cumplir con “saludar” la heroicidad del proletariado
ruso de 1917. Como exclama Engels “¡A veces, parece como si estos
caballeros creyesen que para los obreros cualquier cosa es buena!
¡Si supiesen que Marx no creía nunca que incluso sus mejores cosas
eran bastante buenas para los obreros y que consideraba un cri-
men ofrecer a los obreros algo que no fuese lo mejor de lo mejor!”6.
Lo que encuentro interesante del proceso revolucionario ruso
es sobre todo cómo se condujeron los bolcheviques en cada una
de las distintas etapas que enfrentó el movimiento obrero, y lo
interesante reside en que esta experiencia puede ser contrasta-
da muy bien con la práctica de los insurgentes en el Perú. Creo
que las lecciones más grandes que en este momento podemos
extraer de la experiencia rusa, haciéndole un justo homena-
6 Carta de Friedrich Engels a Konrad Schmidt. Londres, 5 de agosto de 1890.
10
A propósito de la revolución de Octubre
je, demostrando que dicha experiencia sigue viva, es destacando
y estudiando las formas que adoptaron los bolcheviques, las me-
didas que tomaron y cómo resolvieron los nuevos problemas (in-
ternos y externos al POSDR7) en las épocas de repliegue político.
Como bien sabemos, desde 1905 en Rusia se produjeron una
serie de levantamientos populares armados que llegaron a su fin
más o menos en 1907, todo este periodo es definido por Lenin
como un periodo de ofensiva del proletariado y la burguesía an-
timonárquica. Una vez que hubieron fracasado los intentos revo-
lucionarios, lo que sigue es una época de cruda persecución que
inicia con el autogolpe del Zar Nicolás II contra toda oposición
política (¿Autogolpe? ¿Repliegue? ¿Nos suena conocida esa his-
toria?). Dicho autogolpe, en cuanto medida política -afirmaría
Lenin- sanciona el aburguesamiento definitivo de la monarquía
zarista, trayendo abajo toda ilusión del “romanticismo económi-
co”, el cual seguía afirmando que la sociedad rusa no era una so-
ciedad capitalista8 o, como se dice hoy en nuestro medio, que era
un país semifeudal o de economía principalmente precapitalista.
Es interesante ver cómo, en nuestro país, un sector maoísta si-
gue sosteniendo que el Perú es semifeudal, precisamente cuando
el Perú ha pasado por momentos muy similares a la experiencia
rusa: una reforma agraria trunca, el paulatino asalaramiento del
campo, la progresiva inserción del pequeño propietario agrícola en
el mercado nacional, desplazamiento poblacional hacia la ciudad
y reformas que dan apertura al capital extranjero. En el Perú, con
7 Partido Obrero Social-Demócrata de Rusia (POSDR). “Social-Demócrata” era
la denominación de los partidos socialistas marxistas previos a la ruptura de la
II Internacional. Posterior a la traición de los principales dirigentes y partidos
socialdemócratas durante la Primera Guerra Mundial, los bolcheviques retoman
la denominación de Partido Comunista, tal como lo formularon Marx y Engels.
[Nota del 2023]
8 Tesis combatida por Lenin desde mucho antes, sobre todo en el debate contra
los populistas, que abarcó los últimos años del siglo XIX y que tuvo como fruto la
obra El desarrollo del capitalismo en Rusia (1899).
11
Juan P. Ballhorn
el autogolpe de Fujimori, que tuvo también como objetivo liqui-
dar toda oposición de izquierda, principalmente a los alzados en
armas, se impone una Constitución que, acorde a los dictámenes
norteamericanos -que expresan las necesidades del capitalismo
de la época- impulsa el desarrollo de la economía peruana como
economía capitalista (no estamos afirmando que con Fujimori
ingresa el capitalismo al Perú, puesto que este ya había ingresado
hace mucho antes, ampliando cada vez más su rango de acción,
tal como ya lo observaba Mariátegui). Incluso en los 80s era difícil
afirmar categóricamente que el Perú era una sociedad semifeudal,
aunque aún podía tomarse como referencia dicha definición, claro
está, teniendo en cuenta siempre que para entonces se aproximaba
más a una sociedad regida por la lógica de la mercancía. Lo claro
es que, con el autogolpe fujimorista y el ingreso colosal de capi-
tal extranjero, toda afirmación que supone a la sociedad peruana
como una sociedad semifeudal no expresa más que puro idealismo.
Retomando el hilo, este periodo de ofensiva reaccionaria y re-
pliegue revolucionario ruso se va a expresar en el descabeza-
miento de las principales fuerzas políticas opositoras al Zar, en
la disolución y dispersión de estas fuerzas anti-monárquicas. Di-
rigentes obreros serán asesinados, encarcelados y deportados,
el movimiento obrero ruso vive uno de los momentos más difí-
ciles de su historia y uno de los más dolorosos. Sin embargo, en-
tre todas las fuerzas, dice Lenin “fueron los bolcheviques quienes
retrocedieron con más orden, con menos quebranto de su “ejér-
cito”; con una conservación mejor de su núcleo central, con las
escisiones menos profundas e irreparables, con menos desmorali-
zación, con más capacidad para reanudar la acción de un modo
más amplio, acertado y enérgico”9. Y esto último queremos co-
mentar: la capacidad de los bolcheviques de no renunciar a la lu-
cha política incluso en las épocas más difíciles y de gran debilidad.

9 V. I. Lenin. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo, 1920.


12
A propósito de la revolución de Octubre

Es importante reparar en cómo los bolcheviques, tras el fracaso de


la revolución, fueron capaces inmediatamente de sostener una nue-
va forma de lucha: la actividad parlamentaria y legal, siempre, claro
está, subordinada a la actividad revolucionaria e ilegal. Los revolu-
cionarios rusos comprendieron que las nuevas condiciones los obli-
gaban a emplear nuevas formas de lucha para continuar con la labor
de agitación y propaganda revolucionarias. Estos fueron conscientes
de sus bajas, de la dispersión de sus fuerzas, de la debilidad en la que
habían caído, pero esto de ningún modo significó la inmovilidad de
su destacamento. La lucha por la libertad de sus presos o contra la
persecución política que sufrían no fue nunca la tarea principal y
la única tarea de su organización, esto solo hubiera hundido a los
revolucionarios en una demanda sectorial a merced de la actividad
general que es la más importante. A diferencia de lo que sucedió en
nuestro país, donde un sector de los alzados en armas, tras el fra-
caso, centraron en bregar por un “Acuerdo de Paz” con el gobierno
(y centrando la lucha en “defender la vida del partido” contra aque-
llos que llamaron a “proseguir las acciones”10), los bolcheviques
no dudaron en pasar realmente y de manera inmediata a la lucha
política sin armas, esto significa, continuar combatiendo al Estado
reaccionario pero bajo nuevas formas de actividad revolucionaria.
Vemos aquí cómo, mientras los dirigentes de un movimiento
armado (Perú) en el fracaso esperan la indulgencia de las fuerzas
reaccionarias (¿Confianza en el enemigo? ¿Se soslaya la lucha de
clases?), las cuales ya no tenían ningún motivo ni ninguna necesi-
dad de acordar una paz (pues, con el movimiento insurgente des-
cabezado, ya solo se esperaba la progresiva disolución y extravío
del contingente aún en armas), los bolcheviques, por el contrario,
demostraron que la lucha irreconciliable con el viejo Estado prose-

10 En conformidad al discurso que el mismo A. Guzmán dio el 24 de setiem-


bre de 1992, donde claramente hace un llamado a proseguir la “guerra popular”.
Discurso del que luego el mismo autor renegaría arguyendo una “interpretación
errónea” de sus palabras.
13
Juan P. Ballhorn
guía, por otros medios sí, pero de ninguna manera se podía promo-
ver una desmovilización de las fuerzas, de ninguna manera aban-
donar la agitación, la propaganda, la organización de los obreros
en función a desenmascarar al gobierno reaccionario y buscando
siempre elevar la conciencia política revolucionaria de las masas11.
Pero en nuestro país, quienes llamaron a bregar por un acuerdo
de paz, entramparon sus fuerzas en un debate interno, apartándo-
las de las luchas de las masas que era donde les correspondía estar
en tanto sector político que se considera revolucionario. Cuando
uno se pregunta por qué no se pasó inmediatamente a una lucha
política tal como lo hicieron los bolcheviques en las nuevas condi-
ciones, lo que se obtiene como respuesta es que se tenía por obje-
tivo el “reagrupar” las fuerzas, el garantizar la “unidad del Partido”
contra el “bloque escisionista”, etc. Esto nos brinda otro elemento
a destacar de Lenin y los bolcheviques, quienes también tuvieron
que enfrentar una escisión en sus fuerzas, pero ¿cómo resolvió
Lenin el problema de las escisiones en el seno del bolchevismo?
En esta época Lenin establece sus geniales tesis sobre la actividad
fraccional. Al interior del bolchevismo, el giro necesario de la praxis
revolucionaria (de la lucha política con armas a la lucha política sin
armas) no podía prescindir de la vacilación de aquellos elementos for-
mados en épocas de creciente ofensiva popular. Los principales cua-
dros bolcheviques adquirieron experiencia en medio del paso -como
dice Lenin- de la huelga económica a la huelga política, y de esta a la
insurgencia, pero ahora, en retirada, las nuevas orientaciones leni-
nistas impactaban a muchos cuadros que demostraron incapacidad

11 Cabe señalar que, dadas las condiciones en las que se encontraba el país y las
fuerzas revolucionarias en ese momento, la postura de “proseguir” las acciones
armadas era ya un total disparate y, en términos políticos, significaba reemplazar
el principio marxista de la ‘política al mando’ por una línea militarista-burguesa
del ‘fusil al mando’. En el caso bolchevique, Lenin tuvo la madurez suficiente para
reconocer que había pasado el momento de la lucha armada, esta había fracasado
y era momento de pasar a la lucha política sin armas, obviamente, en vistas a
preparar una futura insurgencia. [Nota del 2023]
14
A propósito de la revolución de Octubre
para adaptarse y desarrollar la lucha política en medio del repliegue.
Lenin defiende la necesidad de una participación bolchevique en
la Duma12 y esto va a causar una ruptura en el seno de los más de-
cididos y consecuentes revolucionarios. Al interior de los bolchevi-
ques se van a formar tres fracciones, la de Lenin, la de los llamados
“otzovistas” y la de los “ultimatistas”, estos últimos, a diferencia de
Lenin, sostenían la inadmisibilidad de la participación de los co-
munistas en el parlamento y afirmaban que la correcta línea revolu-
cionaria debía centrar en la actividad ilegal13. Ambas fracciones se
oponían a cualquier tipo de participación en los organismos legales,
sobre todo en las elecciones a la Duma, argüían que en las condi-
ciones de Rusia no se podía desarrollar ningún otro trabajo excepto
el clandestino. En el caso de los mencheviques, su ala derecha con-
gregada al rededor del periódico Golos Sotsial-demokrata, plagada
del pesimismo de las épocas de reacción, empieza a propugnar el
abandono de toda actividad ilegal para destinar todas las fuerzas
hacia la actividad parlamentaria. De esta manera, los de “Golos”
señalaban que era momento de abrir el partido y luchar por legali-
zarlo, pues el trabajo legal -a su juicio- daba mejores posibilidades y
el partido ilegal, bajo estas condiciones, se encontraba “desfasado”.
Lenin define ambas posturas como posturas liquidacionistas,
por una parte, la posición de Golos (liquidacionismo de dere-
cha) significaba abandonar la revolución, puesto que sin una or-
ganización centralizada y clandestina era imposible sostener la
lucha de clases del proletariado cuyo objetivo es la toma del po-
der; por otra parte, la posición del “otzovismo” (liquidacionismo

12 Para quienes no están muy familiarizados con este periodo de la revolución


rusa, la Duma era una especie de parlamento constituido por el zar Nicolás II y
tenía un carácter principalmente consultivo. [Nota del 2023]
13 Siendo estrictos, Lenin no consideraba esto como una ruptura del bolchevis-
mo en fracciones, según él, los bolcheviques seguían siendo una sola fracción,
mientras que los otzovistas y ultimatistas habían pasado a conformar otras frac-
ciones a lado de la bolchevique. [Nota del 2023]
15
Juan P. Ballhorn
de izquierda) que significaba apartarse de la lucha de masas, des-
truir el lazo entre el Partido y ellas, además de perder las opor-
tunidades que la participación en organizaciones legales ofrecía.
Los liquidadores de derecha dicen que no hace falta un POSDR
ilegal, que la actividad debe concentrarse exclusivamente o casi
exclusivamente en las posibilidades legales. Los liquidadores de
la izquierda vuelven las cosas al revés: para ellos, las posibilidades
legales en la actividad del partido no existen; para ellos la ilega-
lidad a toda costa lo es todo. Tanto unos como otros son liquida-
dores del POSDR en igual medida, aproximadamente, pues sin
una combinación planificada y racional del trabajo legal e ilegal
en la situación que actualmente nos ha impuesto la historia son
inconcebibles ‘la conservación y fortalecimiento del POSDR’14.
En medio de estas diferencias, aparecerá un grupo de so-
cialdemócratas que van a bregar por la “unidad” del POSDR,
este grupo, liderado por León Trotsky, será catalogado por Le-
nin como una nueva fracción, la fracción de los “conciliado-
res” o “virtuosos”. Trotsky cree que con su llamado a la uni-
dad -afirma Lenin15- se pone por encima de las fracciones, sin
advertir que con ello está formando ya una nueva fracción.
Una fracción es -tal como lo define Lenin- “un grupo de hom-
bres unidos por la comunidad de ideas, creado con el objetivo pri-
mordial de influir sobre el partido en determinada dirección, con el
objetivo de aplicar en el partido sus propios principios en la forma
más pura posible. Para eso es necesario una auténtica comunidad
de ideas16. Una fracción es una asociación de hombres al interior
del Partido, altamente cohesionados en lo ideológico y político y
que combaten por imprimirle al Partido un carácter conforme a
14 Palabras de Lenin en la Conferencia de la redacción ampliada de “Proletari”,
8 – 17 de junio, 1909.
15 V. I. Lenin. La nueva fracción de los conciliadores o los virtuosos, 1911.
16 Palabras de Lenin en la Conferencia de la redacción ampliada de “Proletari”,
8 – 17 de junio, 1909.
16
A propósito de la revolución de Octubre
su razón de ser. Por ello, en estas circunstancias, Lenin sostiene
que la unidad del POSDR se logrará únicamente después de que
las fracciones declaren abiertamente sus posiciones y estas se dis-
cutan a profundidad, en medio de la lucha de masas que es lo que
finalmente define. Para nada Lenin pensó en defender la unidad
por encima de las discrepancias de principios, por el contrario, a
diferencia de Trotsky y cía., quienes pensaban que la unidad se lo-
graría cuando las fracciones renunciasen a sus diferencias o a su
“fraccionalismo”, Lenin exigía, por el contrario, llevar las diferen-
cias hasta sus últimas consecuencias, de tal forma que la unidad
que pueda lograr el POSDR sea producto de una lucha consecuente
de principios que sirva a la construcción de un verdadero partido
obrero revolucionario. Sin embargo, la falta de unidad del POSDR
nunca fue motivo para que los bolcheviques liderados por Lenin
centraran su actividad en solucionar dichas diferencias solo en el
terreno teórico o discursivo, por el contrario, en ningún momento
abandonaron la táctica que ya habían asumido, considerando en
todo momento que sería la práctica la que finalmente definiría cuál
era la línea correcta, por tanto, en aquel momento, la participación
en la Duma proseguía a si esto disgustara a ciertos sectores del Par-
tido. Algo muy diferente es lo que sucedió en nuestro país, cuan-
do los insurgentes llamaron a dejar la lucha armada para centrar
en un acuerdo de paz, concibiéndose esta nueva táctica no como
una lucha contra el Estado (pues, abiertamente, los documentos del
Partido Comunista del Perú - PCP demuestran que se tomaban en
cuenta “los intereses de la otra colina”), sino contra los insurgentes
que desobedecieron la directiva de los mandos oficiales y decidie-
ron proseguir la guerra. Es decir, mientras Lenin comprendió que
la conservación y el fortalecimiento del POSDR sería producto del
desenvolvimiento táctico de sus fuerzas, de la lucha consecuente
por sus objetivos revolucionarios, en el Perú un sector de PCP (di-
rigido por A. Guzmán) asumió que su unidad y fortalecimiento
dependía únicamente de una disputa en sus propias filas, sin com-

17
Juan P. Ballhorn
prender que un fraccionamiento se debe, tal como lo caracteriza
Lenin, a un estado determinado de las masas en una situación his-
tórica dada y, por tanto, el fraccionamiento del Partido no se pue-
de superar apartado de la lucha de estas. Así, el llamamiento por
un “acuerdo de paz” solo fue visto por las amplias masas del país
como un asunto ajeno a sus intereses, mientras que la persistencia
en esta nueva estrategia terminó significando el total aislamiento
y hundimiento de una organización que había crecido exponen-
cialmente durante los años previos a la detención de su dirección.
Retomando la experiencia rusa, el fraccionamiento es algo que
en realidad nunca se superó en el POSDR, por más acercamientos
que hubo entre los bolcheviques leninistas y los mencheviques “con
espíritu de partido” (como los llamaba Lenin) liderados por Pleja-
nov. El fraccionamiento se superó y la unidad del partido obrero
se logró solo luego de la revolución de Octubre, aunque para ese
entonces la fracción bolchevique ya actuaba como partido inde-
pendiente, lo cual confirma la tesis leninista de que el fracciona-
miento solo es superable en medio de la lucha de las masas, solo
la revolución de octubre sancionó cuál era la fracción que encar-
nó y aplicó de manera más fiel los principios revolucionarios del
proletariado, cuál era realmente la “fracción roja”, y una vez dada
esta lección histórica, los revolucionarios honestos se agruparon
en torno al núcleo bolchevique que se erigió como el verdadero
partido del proletariado ruso. Y en realidad, este no es un hecho
desconocido para nosotros, pues desde los años 60s el PCP tam-
bién pasó por un proceso de fraccionamiento, el cual no se superó
por la conciliación de posiciones, sino por la depuración paulatina
de los sectores ajenos a la organización revolucionaria del prole-
tariado en medio de la lucha de masas, de esta manera, solo fue
un sector, que en el transcurso de sus acciones armadas asumió el
maoísmo, el que desplegó una actividad destinada a la toma del
poder, que en medio de dicho proceso consolidó su unidad y al-
canzó también su apogeo. Otra es ya la historia de su fracaso, que
18
A propósito de la revolución de Octubre
da lugar a otras reflexiones y a trabajos más extensos. Solo cabe
señalar que dichos dirigentes, quienes tuvieron luego que enfren-
tar nuevamente un proceso de fraccionamiento (“acuerdo de paz”
y “proseguir”), y que hoy en día enfrentan otro aun más nume-
roso17, parecen haber olvidado algo que en su momento supieron
aplicar. ¿Cuál es la causa de este “olvido”? Esto sería parte ya de
otra investigación. Hasta acá, vale reconocer cómo se condujeron
los bolcheviques en tiempos de repliegue y cómo se condujeron las
fuerzas insurgentes en el país para extraer importantes lecciones.
Esto nos remite a un último punto que no quiero dejar de men-
cionar: el éxito de los bolcheviques se debe a su persistencia radi-
cal en la pureza ideológica y política, algo que Mao va a recalcar
cuando, como dirigente también de una revolución victoriosa, diga:
El que sea correcta o no la línea ideológica y política lo decide
todo. Cuando la línea del Partido es correcta, lo tenemos todo:
si no tenemos hombres, los tendremos; si no tenemos fusiles, los
conseguiremos, y si no tenemos el Poder, lo conquistaremos. Si la
línea es incorrecta, perderemos incluso lo que hemos obtenido18.
Lenin y los bolcheviques fueron siempre defensores cabales del
marxismo como teoría de la revolución y sabían que el éxito de esta
dependía del afianzamiento de los cuadros en esta teoría. No solo
en filosofía, sino en todos los aspectos, los bolcheviques se preo-
cuparon por su fidelidad a las enseñanzas de Marx y, sin pretender
originalidad alguna, fueron finalmente los verdaderos desarrolla-
dores del marxismo. Lenin y los bolcheviques eran caracterizados
por sus detractores como dogmáticos, pues fueron opuestos a cual-
quier forma de eclecticismo y hacían reparos minuciosos frente a

17 Dentro de los que asumieron un llamado para detener las acciones armadas,
hay sectores que en los últimos años han manifestado abiertamente su discre-
pancia de principios con la dirección de Abimael Guzmán y Elena Yparraguirre
y hacen un llamado a hacer un balance crítico del proceso de “guerra popular”.
Estos sectores se han declarado a sí mismos como “fracciones” en el seno del PCP.
18 Mao Tsetung. Charla sobre el asunto Lin Piao, 1971.
19
Juan P. Ballhorn
cada posición o frase que se propalaba en el medio revoluciona-
rio. Una reciente nota en el medio de prensa ruso RT relata que
Lenin se caracterizaba por tener pocos amigos, pues era una per-
sona que ponía en discusión absolutamente todo hasta lograr la
más absoluta claridad19, posiblemente a esta cualidad de Lenin se
deba la fortaleza del núcleo bolchevique, fracción que llegó a te-
ner tal unidad que le permitió liderar la revolución que marcaría
el siglo XX. Esto es una lección de cómo se debe constituir aquella
fracción que apunte realmente a dirigir una revolución. Lenin su-
friría de esa “enfermedad” que Abimael Guzmán les adjudica a los
intelectuales, la “argumentitis” y “debatitis”20. A lo largo de su vida
política, a Lenin lo acusaron de ser un personaje muy teórico, de-
bido a que centraba en gran medida, diferenciándose de los otros
líderes, en los asuntos doctrinales y de principios. Como se puede
ver en su biografía y en sus enmiendas y acotaciones a los congre-
sos y conferencias del POSDR, la prioridad de Lenin siempre era
la cuestión doctrinal, el tema de los principios generales rectores
del movimiento revolucionario, y dejaba en un segundo lugar las
“tareas inmediatas”, aquello que siempre exigían poner en primer
lugar los “economistas”21 en sus distintas variantes. Solo gracias a
una preocupación excesiva de Lenin y los bolcheviques por saber
el marxismo, defenderlo y aplicarlo de la manera más pura, es que
tal núcleo se convirtió en el consolidado de hombres capaces de
guiar a las amplias masas obreras y campesinas de Rusia. Es precisa-

19 Véase: https://actualidad.rt.com/actualidad/234269-lenin-revolucion-rusia-
bolcheviques
20 A. Guzmán y E. Yparraguirre. Memorias desde némesis, 2014.
21 Para quienes no están muy familiarizados con los textos de Lenin, el “eco-
nomismo” fue una corriente a inicios del siglo al interior de la socialdemocracia
rusa que postulaba (entre otras cosas) que el movimiento obrero debía de centrar
en la lucha por reivindicaciones económicas, puesto que de estas luchas emerge-
ría la conciencia de clase revolucionaria. Lenin desbarata todas las posiciones del
“economismo” en su publicación titulada ¿Qué hacer? Problemas candentes de
nuestro movimiento de 1902.
20
A propósito de la revolución de Octubre
mente en la búsqueda de esta pureza ideológica que Lenin siempre
va a estar en minoría, pero teniendo a la historia de su parte. Esta
búsqueda de la pureza, que no se debe confundir con dogmatismo
-pues “pureza” u “ortodoxia” no significa para nada una estrechez
de horizontes en el estudio e interpretación de la realidad, tal como,
por ejemplo, lo demuestra Mariátegui al considerar la importan-
cia que podía tener el psicoanálisis para el marxismo-, fue el sos-
tén del fraccionamiento, condición a la que Lenin nunca renunció
bajo un llamado abstracto a la “unidad” puesto que, en el fondo,
renunciar al fraccionamiento en esas condiciones era renunciar al
marxismo mismo. De Lenin y los bolcheviques debemos aprender
su abnegada dedicación al estudio riguroso del marxismo al que
debieron sus éxitos de interpretación de la realidad, pues ¿cómo
interpretar la realidad desde un punto de vista marxista si no se
conoce lo que realmente es el marxismo como doctrina de Marx y
Engels22? Cuando Lenin hacía un llamado a que el estudio esté liga-
do a la lucha de clases, nunca hacía referencia a un empirismo vul-
gar, como es lo que sostienen hoy casi todas las fracciones y grupos
maoístas en nuestro país23, cayendo en el más burdo empirismo.
En consecuencia, podemos destacar estos tres aspectos importan-
tes dentro del bolchevismo que hicieron posible su victoria en 1917.
Cabe señalar que no los considero de ninguna manera los únicos
factores de dicha victoria, sino solo algunos de los que podría men-
cionar. Creer que el éxito de octubre se debió a un accionar de un
año o de algunos más, es caer en el más superficial de los análi-
sis. El éxito de los bolcheviques, como bien lo he visto planteado
en algunos manifiestos de estos días, fue producto de su firmeza

22 Hoy podríamos decir, la doctrina de Marx, Engels, Lenin, Stalin y Mao. En


el Perú, indiscutiblemente, la doctrina que trajo y adecuó a nuestra realidad José
Carlos Mariátegui.
23 Salvo ciertas excepciones que, siendo autocríticos, reconocen que el PCP des-
cuidó vulgarmente la formación teórica de sus cuadros, y ahora buscan resarcir
esa limitación.
21
Juan P. Ballhorn
a lo largo de toda su historia, pero considero que más importante
fue el saber conducirse en las épocas de repliegue, lo cual sentó
las bases para llegar al auge revolucionario en las mejores condi-
ciones, tanto ideológicas como orgánicas. Por este motivo, pasar
de ser una minoría a ser una mayoría indiscutible, era cuestión
del devenir histórico. Tenemos, entonces, que los bolcheviques:
1) Supieron pasar de inmediato de una forma de lu-
cha a otra, dejaron la lucha armada por la lucha polí-
tica sin armas de la manera más adecuada a las con-
diciones y los intereses de la clase obrera. En ningún
momento fueron partidarios de la inmovilidad de sus fuer-
zas ni de la continuidad irreflexiva de las formas de lucha.
2) Llevaron hasta sus últimas consecuencias el fracciona-
lismo en búsqueda de construir un núcleo partidario que
aplicara con la mayor fidelidad los principios revoluciona-
rios del proletariado. No se espantaron de la disgregación
de las fuerzas, ni buscaron una unidad conciliadora, sino
que desplegaron una feroz lucha en todos los frentes (de-
rechistas e izquierdistas) contra todo lo que se apartaba de
la línea revolucionaria marxista. Es, entonces, lo que se tie-
ne que hacer en tiempos de reconstitución: dejar de lado la
conciliación y la unidad bajo medidas administrativas (su-
jeción) y expresar abiertamente las diferencias, discutiendo
cada medida, cada detalle, cada frase que represente una
desviación de los ideales revolucionarios de la clase obrera.
3) Encarnar en su forma más pura el marxismo, lo cual com-
prende un conocimiento cabal de su cuerpo doctrinal. Ser
enemigos irreconciliables del empirismo y del estudio apar-
tado de la práctica. Para Lenin la “argumentitis” y “debati-
tis” no fueron nunca una enfermedad, sino algo sumamente
necesario para defender el marxismo, lograr aprehenderlo
en toda su pureza y aplicarlo en toda su verdad. Lo que Le-

22
A propósito de la revolución de Octubre
nin criticaría, más bien, serían las enfermedades -como lo vi
una vez en las redes sociales- del “dogmatitis” y “empiritis”.
Estos factores hicieron posible que, luego de 10 años de repliegue
político y militar de las fuerzas revolucionarias, Lenin y los bolche-
viques llevaran la revolución proletaria a la victoria, construyendo
la primera nación socialista del mundo24 e inspirando las futuras
revoluciones socialistas y las luchas de liberación nacional del si-
glo XX. Una correcta línea ideológica y política convirtió en 10
años el fracaso de 1905-1907 en la victoria de 1917. Por parte de
las fuerzas insurgentes en el Perú, vemos cómo una errada línea
ideológico-política, a 25 años de su fracaso, no ha podido hasta hoy
revertir su condición de aislamiento y debilidad política. Mientras
los bolcheviques participaron inmediatamente en la Duma convo-
cada por el zar, en el Perú, el sector maoísta partidario ahora de la
lucha política sin armas, esperó casi 20 años para asumir tal labor y,
mientras el mismo año de la Duma los revolucionarios rusos ya te-
nían tribunos del pueblo en el parlamento, en el Perú los ex-insur-
gentes hasta hoy no consiguen su inscripción en el Jurado Nacional
de Elecciones. La experiencia rusa nos da la más grande lección de
todas: distinguir una línea justa y correcta de una línea errónea.

Octubre, 2017

24 El primer estado de la dictadura del proletariado fue -a juicio de Marx y En-


gels- la Comuna de París (1871).
23

También podría gustarte