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DYKINSON EBOOK

Colección Escritoras y Escrituras

Querellas de las mujeres:


Pasado y presente
Caterina Duraccio (Editora)
Querellas de las mujeres:
Pasado y presente
Colección
ESCRITORAS Y ESCRITURAS
Eva María Moreno Lago y Caterina Duraccio
Directoras

Comité científico

Antonella Cagnolati, Universidad de Foggia, Italia


Katjia Torres Calzada, Universidad de Sevilla
Patrizia Caraffi, Universidad de Bolonia, Italia
Ana Maria Díaz Marcos, Universidad de Conecticutt, USA
Kostantina Boubara, Universidad Aristotele di Tesálonica, Grecia
Diana del Mastro, Universidad de Secheskin, Polonia
Rocio González Naranjo, Universidad católica del Oeste, Angers, Francia
Camilla Cederna, Universidad de Lille, Francia
Carolina Sánchez-Palencia, Universidad de Sevilla
Verónica Pacheco Costa, Universidad Pablo de Olavide
Isabel Clúa Gines, Universidad de Sevilla
Milagro Martín Clavijo, Universidad de Salamanca
Mercedes González de Sande, Universidad de Oviedo
Yolanda Morató Agrafojo, Universidad de Sevilla
Estela González de Sande, Universidad de Oviedo
Daniele Cerrato, Universidad de Sevilla
Querellas de las mujeres:
Pasado y presente

Caterina Duraccio
(Editora)
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© Carolina Sánchez- Palencia y Caterina Duraccio

© Imagen de portada: “Canzone” de Adriana Assini - www.adrianaassini.it

Editorial DYKINSON, S.L. Meléndez Valdés, 61 - 28015 Madrid


Teléfono (+34) 91 544 28 46 - (+34) 91 544 28 69
e-mail: info@dykinson.com
http://www.dykinson.es
http://www.dykinson.com

ISBN: 978-84-1170-262-1

Maquetación:
Realizada por los autores
INTRODUCCIÓN 11

Caterina DURACCIO 11

QUERELLE DES FEMMES 15

FAMIGLIA E STATO NELLE LETTERE DI BEATRICE D’ESTE 16

Patrizia GUIDA 16

ALESSANDRA MACINGHI STROZZI E LA SCRITTURA


FEMMINILE DEL QUATTROCENTO ITALIANO 31

Sebastiano VALERIO 31

LUCREZIA A PROCESSO. PUDICITIA E CULPA SUL BANCO


DEGLI IMPUTATI 46

Rosanna CAPPIELLO 46

DONNE UMANISTE NELLA STAMPA SEICENTESCA DE LE


GLORIE IMMORTALI (1609) 62

Clarissa Maria LEONE 62

LA CITÉ DES DAMES DE CHRISTINE DE PIZAN ENTRE


LAMENTATIONS ET CONSOLATIONS D’ÊTRE NÉE FEMME.
RÉFLEXIVITÉ EN ABÎME ENTRE L’ÉCRITURE ROMANESQUE
ET LA CITÉ ARCHITECTURALE 74

Marcella LEOPIZZI, Fabio SULPIZIO 74

«LA NATURA INHUMANA» DEL BALIATICO. SPUNTI


SULL’EVOLUZIONE NARRATOLOGICA DELLA MATERNITÀ
FRA XIV E XVI SECOLO 89

Itala TAMBASCO 89

SIGLO XIX y XX 104


MARIA LISA CINCIARI RODANO. UNA DONNA PER LE DONNE
105

Francesca DELLO PREITE 105

UNA MIRADA FEMENINA A LA CAPADOCIA DEL SIGLO XIX 122

Elettra ERCOLINO 122

ANTONIETTA DE PACE, IMPAVIDA SIGNORINA E BENIAMINO


MARCIANO, INTREPIDO PROFESSORE 133

Gloria Maria GENOVA 133

EL HUMANISMO FEMENINO EN EL METAL DE LOS MUERTOS


149

Shuhua FU 149

LA DIGNITÀ UMANA IN ALCUNI ARTICOLI DI MARGHERITA


SARFATTI 162

Alessandra SCAPPINI 162

L’ORIENTE DI ANNIE VIVANTI NEL ROMANZO MEA CULPA 174

Anna Maria COTUGNO 174

CONVERGENZE E DIVERGENZE LETTERARIE ATTRAVERSO


LA SCRITTURA EPISTOLARE: IL CARTEGGIO DI ANNA MARIA
ORTESE A CLOTILDE MARGHIERI 190

Barbara CAVALLINI 190

POVERI E SEMPLICI: IDEOLOGIA POLITICA E CARATTERI


AUTOBIOGRAFICI NEL ROMANZO MILANESE DI ANNA MARIA
ORTESE 209

Annasara BUCCI 209

“L’INTELLIGENTE AMORE”: L’IBRIDISMO EPISTEMOLOGICO


NE L’IGUANA DI ORTESE 227

Elisabetta REA 227


SIGLO XXI 242

GOD SAVE THE QUEER: GESÙ CRISTO E LA TRINITÀ COME


MODELLI RELAZIONALI DELLA FEDE IN MICHELA MURGIA.
243

Gianpaolo ALTAMURA 243

RELACIÓN ENTRE FEMINISMO Y HUMANISMO EN LA VOZ DE


PENSADORAS FEMINISTAS DE LOS SIGLOS XX Y XXI 259

Pilar IGLESIAS APARICIO 259

REESCRIBIENDO A LA MUJER GORDA EN LOS LÍMITES DE LO


HUMANO: THE NOWHERE GIRLS DE AMY REED, MÁS ALLÁ DE
LA REPRESENTACIÓN 275

Triana DOMÍNGUEZ QUESADA 275

AFRO-CARIBBEAN POST-HUMANISM: SIRENS, CIGUAPAS 290

Macarena MARTÍN MARTÍNEZ 290

MARIELLE, LA MORGANA INCÓMODA FRENTE A LOS


ESTEREOTIPOS SOCIALES 311

María Elena SEOANE PÉREZ 311

EL “CUARTETO ESTACIONAL” DE ALI SMITH COMO


PARADIGMA HUMANISTA EN PRO DE LOS OTROS 327

Ariadna SERÓN-NAVAS 327

EDUCACIÓN Y TEATRO 342

UMANESIMO AL FEMMINILE ED IRONIA COME MODELLO


EDUCATIVO 343

Gabriella ARMENISE 343

IL LINGUAGGIO IRONICO PER UNA ANTROPOLOGIA DUALE


355

Daniela DE LEO 355


PAOLA BEGOTTI E LA COMPRENSIONE DELLE DINAMICHE DI
APPRENDIMENTO NELLA GLOTTODIDATTICA PER ADULTI 367

Martina LOPEZ 367

“IO SON DONNA DI ME”: ALTILE DE GIRALDI CINTHIO. 382

Irene ROMERA PINTOR 382

LA DRAMMATURGIA DI MARIA SANDIAS: UN TEATRO CHE


GUARDA ALLA REALTÀ 397

Roberto TROVATO 397

LOLA ARIAS: DE LO ÍNTIMO A LO COLECTIVO, UNA


DRAMATURGIA COMPROMETIDA 415

Iratxe ARRIZABALO MADRID 415

POST-ANTROPOCENTRISMO ED ETICA DELLA COMPASSIONE


IN CHANTAL MAILLARD 430

Rossella LIUZZO 430


RELACIÓN ENTRE FEMINISMO Y HUMANISMO
EN LA VOZ DE PENSADORAS FEMINISTAS DE
LOS SIGLOS XX Y XXI

RELATION BETWEEN FEMINISM AND


HUMANISM IN THE VOICE OF TWENTIETH
AND TWENTY FIRST CENTURIES FEMALE
FEMINIST THEORISTS

Pilar IGLESIAS APARICIO


Doctora en Filología Inglesa. Investigadora independiente

Resumen
¿Qué relación existe entre feminismo y humanismo? ¿Implica el
feminismo la desaparición del humanismo? ¿Es el feminismo
una forma superior de humanismo al incluir a la totalidad de la
humanidad? ¿Es concebible actualmente un humanismo que
ignore el feminismo? Este trabajo muestra algunos de los
argumentos desarrollados por diferentes pensadoras feministas
respecto a estas cuestiones.
Palabras clave: feminismo, humanismo, post humanismo,
derechos humanos, derechos de las mujeres.

Abstract
What’s the relation between feminism and humanism? Does
feminism imply the disappearance of humanism? Is feminism a
superior form of humanism as it includes the whole of
humanity? Can we think, nowadays, of a humanism which
ignores feminism? This paper shows some of the arguments

259
developed by different feminist female theorists about these
questions.
Keywords: feminism, humanism, posthumanism, human rights,
women’s rights.

1. INTRODUCCIÓN

Delimitemos el significado de los términos “humanismo” y


“feminismo”, en este trabajo. Según el Diccionario de la RAE,
en su acepción segunda, humanismo es el “movimiento
renacentista que propugna el retorno a la cultura grecolatina
como medio de restaurar los valores humanos”, y en la quinta, el
“sistema de creencias centrado en el principio de que las
necesidades de la sensibilidad y de la inteligencia humana
pueden satisfacerse sin tener que aceptar la existencia de Dios y
la predicación de las religiones”. Sin embargo, nos inclinamos
por la definición que ofrece el Estatuto 5.1. de la Unión
Internacional Humanista y Ética (IHEU), que entiende por
humanismo

una filosofía de la vida democrática y ética, que afirma que los


seres humanos tienen el derecho y la responsabilidad de dar
sentido y forma a sus propias vidas. Es sinónimo de la
construcción de una sociedad más humana a través de una ética
basada en valores humanos 1 y otros valores naturales en el
espíritu de la razón y la libre investigación a través de las
capacidades humanas. No es teísta y no acepta opiniones
sobrenaturales de la realidad.

Afirmamos, con Nuria Varela (2018: 14) que “el feminismo


es un discurso político que se basa en la justicia”; un
movimiento social, “una ética y una forma de estar en el
mundo” (Varela, 2018: 15). Una teoría crítica de la sociedad que
“desmonta la visión establecida, patriarcal, de la realidad” (de
Miguel, 2015: 19), y “defiende la igualdad de la mujer respecto

1
Tanto en este caso, como en la definición de la RAE, cabe preguntarse,
¿qué valores humanos?, ¿qué entendemos por “humano”? y en qué contexto
histórico y desde qué planteamiento epistemológico se formula la definición.

260
al hombre, somete a crítica la historia de opresión de la mujer y
del sistema patriarcal que la sustenta” (Betancourt, 2020).
A lo largo de la historia (y aún en el presente) las mujeres
han carecido “de un apoyo esencial para llevar una vida
plenamente humana” (Nussbaum, 2012: 31), por el mero hecho
de ser mujeres, sin que el humanismo ilustrado las incluyese en
su defensa de los derechos individuales y la libertad.
El feminismo visibiliza la discriminación, la misoginia y las
múltiples violencias a que son sometidas las mujeres: “La
violencia de género contra las mujeres es económica, jurídica,
política, ideológica, moral, psicológica, sexual y corporal”
(Lagarde, 1996), y crea herramientas para erradicar la violencia
y promover los derechos humanos de las mujeres.
Veamos cómo abordan la relación entre humanismo y
feminismo diferentes pensadoras contemporáneas, que realizan
la crítica a los sesgos sexistas, clasistas, racistas y colonialistas
del humanismo del Renacimiento y la Ilustración; plantean
cómo, sin embargo, sus aportaciones han servido de fundamento
para el desarrollo del avance en defensa de los derechos de las
mujeres y su consideración como humanas; niegan
absolutamente que el feminismo sea un humanismo, o, por el
contrario, defienden abiertamente que no puede concebirse en la
tercera década del siglo XXI un humanismo que no sea
profundamente feminista.

2. EL FEMINISMO NO ES UN HUMANISMO

Veamos en primer lugar aquellas autoras radicalmente


críticas a toda alianza entre feminismo y humanismo, como lo
hace el feminismo decolonial, por el carácter androcéntrico y
xenófobo del humanismo ilustrado, excluyente de las mujeres y
los pueblos no occidentales.
Según Paul B. Preciado (2014), “el feminismo no es un
humanismo. El feminismo es un animalismo. O por decirlo de
otro modo, el animalismo es un feminismo expandido y no-
antropocéntrico”. Las raíces coloniales y patriarcales del
humanismo europeo evidencian que éste constituye un
“proyecto ideológico y político de Occidente, que involucra la
recuperación del «Oriente» y «la Mujer» como otros” (Talpade
261
Mohanty, 2008: 99), colocando como modelo de lo humano al
varón blanco occidental.
Por ello, es preciso, según Fischetti (2021: 385):

retomar la crítica epistemológica al humanismo. Aquel


humanismo anudado al desarrollo de las ciencias sociales y
naturales que fueron fundamentales para la colonización en el
siglo XIX y este humanismo y estas ciencias, que, con similares
fundamentos ideológicos, siguen generando discursos y
prácticas cómplices de y funcionales a la opresión, la
dominación y la muerte en una amplia gama que va desde la
violencia contra las mujeres y les disidentes, pasando por la
violencia obstétrica en las instituciones de salud y la violencia
del mercado de consumo en los medios de comunicación
masiva, hasta los femicidios y los genocidios en los múltiples
focos y formas de la guerra en este momento.

En el rechazo al humanismo, no deja de existir un aporte positivo


desde el feminismo crítico, como plantean Rosi Braidotti y Gabriela
Sued. Desde la posición del antihumanismo y el posthumanismo,
Braidotti, considera que las

críticas radicales a la arrogancia humanista de parte del


feminismo y de la teoría postcolonial, no son meramente
negativas, desde el momento que proponen nuevos y
alternativos modos de mirar lo humano desde un punto de vista
más inclusivo (Braidotti, 2015: 36).

Según Gabriela Sued (2017: 104) “el aporte del feminismo al


pensamiento posthumano consiste en el reconocimiento de todas
las diferencias de los cuerpos sexuados, y en la develación de
cómo el poder es en sí mismo una categoría marcada por el
sexo”.

3. ¡HUMANISMO SIEMPRE!

Algunas pioneras feministas de las primeras décadas del siglo


XX, parecen establecer un paralelismo entre feminismo y
humanismo, dando prioridad al uso de este último término,

262
quizás por considerar que la defensa de los derechos de las
mujeres era parte ineludible del humanismo.
Federica Montseny (1095-1904), defiende la emancipación
de las mujeres, la igualdad absoluta, “la humanización de los
sexos”, sin embargo, proclamará: “¿Feminismo? ¡Jamás!
¡Humanismo siempre! Propagar un feminismo es fomentar un
masculinismo, es crear una lucha inmoral y absurda entre los
sexos, que ninguna ley natural toleraría” (Cita tomada de
Tavera, 1994: 313).
Serafina Dávalos (1877-1957), pionera del feminismo en
Paraguay, primera doctora en Derecho en América Latina,
presenta, en 1907, su tesis, titulada Humanismo, que condena
todas las formas de discriminación y opresión de los seres
humanos y se opone a la reducción de las mujeres a la única
función de la maternidad, un pensamiento altamente transgresor
en el Paraguay de su época.
Clara Campoamor (1888-1972), en Mi pecado mortal. El
voto femenino y yo aboga por que el feminismo no es sino
humanismo:

Digamos también que la definición de «feminista» con la que el


vulgo, enemigo de la realización jurídica y política de la mujer,
pretende malévolamente indicar algo extravagante, asexuado y
grotesco, no indica sino lo partidario de la realización plena de
la mujer en todas sus posibilidades, por lo que debiera
llamarse humanismo; nadie llama hominismo al derecho del
hombre a su completa realización (Campoamor, 2001: 20).

3. RECONOCIMIENTO DE LAS MUJERES COMO HUMANAS

Según Mabel Alicia Campagnoli, Simone de Beauvoir


desempeña un papel fundamental en el desarrollo del
existencialismo humanista y sus consecuencias para la
humanidad de las mujeres,

la cultura androcéntrica dictó siempre de forma heterónoma


cuál era el ideal de felicidad que nosotras debíamos perseguir.
Fue tarea de Simone de Beauvoir criticar esos rasgos en el
existencialismo sartreano y focalizar el concepto de «situación»
para buscar especificidades de las experiencias en las que nos

263
constituimos como mujeres. Esta dilucidación permitió
comprender qué rasgos histórico culturales nos condicionaban
(biopolítica) así como cuánto se podía inventar respecto del
«ser mujeres» (gobernabilidad) (Campagnoli, 2005: 164).

Realmente, aunque fuese Sartre quien publicase, en 1946,


una obra bajo el título de El existencialismo es un humanismo,
es Simone de Beauvoir quien desarrolla un existencialismo
humanista, que, en vez de partir de una libertad absoluta del
individuo, tiene en cuenta las situaciones que la condicionan.
Campagnoli, analizando la aportación de Beauvoir al
humanismo existencialista, afirma que el feminismo es un
humanismo, por plantear las preguntas existencialistas respecto
a las mujeres, es decir las preguntas que interrogan sobre su
condición humana. Podemos así parafrasear a Sartre, en clave
crítica del androcentrismo que permea la cultura y la filosofía:

¿Cómo puede cumplirse un ser humano en la condición


femenina? ¿Qué caminos le están abiertos? ¿Cuáles conducen a
callejones sin salida? Es decir que, puesto que nos interesamos
en las oportunidades del individuo, no definiremos esas
oportunidades en términos de felicidad, sino en términos de
libertad (Campagnoli, 2005: 164).

Simone de Beauvoir criticó la identificación del hombre


(macho de la especie) y lo masculino con lo humano. No puede
existir emancipación de las mujeres, inclusión de las mujeres en
la condición humana, sin cambiar esta concepción.

Cuando sea al fin posible a todo ser humano colocar su orgullo


más allá de la diferencia sexual, en la difícil gloria de su libre
existencia, entonces solamente la mujer podrá confrontar su
historia, sus problemas, sus dudas, sus esperanzas, con los de la
humanidad; solo entonces podrá intentar desvelar, en su vida y
en sus obras, la realidad entera y no solamente su persona.
Mientras todavía tiene que luchar para ser un ser humano, no
puede ser creadora (Beauvoir, 1976, vol. I: 629) 2.

2
Cita tomada de la edición original en francés. Las traducciones del inglés y
francés son de la autora.

264
Para Hannah Arendt, el humanismo

tiene su soporte más sólido en el hecho de las potencialidades


humanas: en su capacidad de revelación en actos y palabras, y
con ello de comenzar una serie de acontecimientos sucesivos,
mas también en la inherente impredicibilidad e irreversibilidad
que facultan al ser humano mientras está en el mundo (López,
2020: 7).

Pero, para poder desarrollar sus potencialidades, para


alcanzar la categoría de humanas, las mujeres precisan ser libres
de los condicionantes impuestos por el patriarcado.
Victoria Sendón (2014), defendiendo lo que denomina “un
humanismo feminista”, afirma que “en la historia conocida,
nunca hemos vivido un verdadero humanismo, si se entiende
que lo humano comprende al varón y a la mujer”.
De hecho, y aunque ello resulte sorprendente e insultante, las
mujeres no hemos sido reconocidas como humanas, en el marco
jurídico internacional hasta la Conferencia de Derechos
Humanos celebrada en Viena en 1993, cuya Declaración, punto
18, establece que “los derechos humanos de la mujer y de la
niña son parte inalienable, integrante e indivisible de los
derechos humanos universales”. Desde ese momento, al que se
logró llegar por la acción continuada de mujeres feministas,
desde aquellas que trabajaron para que se utilizara un lenguaje
inclusivo en la Carta de Derechos Humanos de 1948, toda
reivindicación de igualdad entre mujeres y hombres, y toda
iniciativa relativa a la erradicación de la violencia específica
contra las mujeres y las niñas ha de darse en el marco de los
derechos humanos.
El humanismo de los derechos, se fundamenta en un pacto
entre seres humanos, aceptando como premisa una igualdad
radical basada en la propia naturaleza humana,
independientemente de cualquier factor diferenciador, de raza,
etnia, sexo, clase, nacionalidad, religión, etc. Como dice Amelia
Valcárcel (2020: 187) “quienes suscribieron la Declaración (de
los DDHH) sabían bien que nunca se habrían podido poner de
acuerdo en su fundamento, así ellos mismos lo relatan y

265
escriben, pero decidieron acordar en los contenidos”.
Contenidos que se concretan en cuestiones fundamentales, como
la educación, la salud, la prohibición de la tortura, etc. que
pretenden garantizar una vida humana digna. Una Declaración
de Derechos que “varios no admiten, otros no respetan y
algunos que se autodenominan multiculturalistas pretenden
orillar” (Valvárcel, 2020: 187).
Una simple mirada al panorama de injusticias, desigualdad, y
violencia a nivel mundial, hace patente la permanente violación
de los derechos humanos. Aún así, constituyen el marco pactado
que permite el desarrollo de posteriores acuerdos y acciones
para mayor protección de la dignidad de las vidas humanas.
Desde la antropología y el ámbito jurídico internacional, en
ambos casos con perspectiva feminista, encontramos dos autoras
referentes en la defensa de la condición humana de las mujeres.
Alda Facio (2003: 18) nos recuerda que “las mujeres hemos
tenido que luchar por nuestra humanidad, quizás durante miles
de años”, y que han sido necesarios una serie de avances
anteriores para llegar a conseguirlo, posicionándose así entre
aquellas teóricas que consideran que el feminismo tiene un
antecedente importante en el pensamiento ilustrado, pese a las
limitaciones de éste, repetidamente señaladas.
Estos son los avances que Facio considera precedieron al
reconocimiento pleno de las mujeres como humanas: la
adquisión de derechos individuales en el siglo XIX bajo leyes
internacionales; la creación de las primeras organizaciones de
mujeres para defender sus derechos; las convenciones de 1904 y
1910 contra el tráfico de mujeres; la aceptación del concepto de
derechos humanos internacionales en el siglo XX; el avance en
la consideración de la capacidad de las mujeres para tener
derechos legales; la aceptación de que mujeres y hombres
podían tener los mismos derechos, superando la construcción de
las dos esferas rígidamente separadas, y el desarrollo por parte
del feminismo de teorías y metodologías, como la perspectiva
de género que permitiesen “visibilizar las relaciones de poder y
la desigual asignación de derechos y responsabilidades” (Facio,
2003: 19), y, por último, “desvelar el sesgo de género presente
en la teoría y práctica de los DDHH internacionales” (Facio,
2003: 19).
266
Lagarde (1996) nos recuerda que “humana es la más bella
palabra de nuestra lengua, renovada por el feminismo tanto
como ha sido renovado el mundo por este paradigma”. Incluir a
las mujeres como humanas significa

tener como posibilidad la diversidad de la experiencia y la


inclusión de las mujeres como sujeto, como sujetas, en una
nueva humanidad y como protagonistas de nuestras propias
vidas. Ser humanas remite a las mujeres a ser-en-el-mundo, sin
mediaciones, para existir-en-el-mundo, convivir y compartir
con otras y con otros, en condiciones de equidad, los afanes por
des-enajenar la vida y por enriquecerla (Lagarde, 1996).

Ella es, también, una de las pensadoras que mejor ha acuñado


dos conceptos clave para que pueda desarrollarse la libertad y la
autonomía de las mujeres y ejercer sus derechos humanos: el
empoderamiento y la sororidad.

3. SIN FEMINISMO NO HAY HUMANISMO

Como vemos, todas las voces feministas coinciden en la


crítica al androcentrismo del humanismo ilustrado, incluso
aquellas que reconocen su importancia en la génesis del
pensamiento feminista a partir de finales del siglo XVIII.
Por ello, numerosas pensadoras contemporáneas consideran
que el feminismo supone un auténtico humanismo que supera no
solo el androcentrismo, el clasismo, el racismo, la xenofobia, el
pensamiento colonial imperantes en el siglo XIX y gran parte
del XX, sino incluso el antropocentrismo.
En 2013, la filósofa Rubí de María Gómez Campos publica
un libro titulado El feminismo es un humanismo, en el que, a
partir de la antropología filosófica, identifica “la época
contemporánea como una etapa en la que es necesario
«comprender el descubrimiento de la realidad femenina como
parte del mundo humano», entre otras de sus características”
(Patiño, 2016: 263).
Es la teoría feminista la que

267
permite a las ciencias sociales y a las humanidades ampliar su
visión crítica de la antropología y de las diversas culturas, a
través del uso de elementos y conceptos como el de género o de
sus metodologías para comprender y dar lugar a una humanidad
integradora (Patiño, 2016: 264).

La profesora Marta Cecilia Betancur (2020) afirma que:

El feminismo puede considerarse una forma de humanismo en


tanto propende por el cultivo de los rasgos que definen lo
humano y cree en las posibilidades del mejoramiento de la
condición humana, cuyas definiciones asume como ideales de
lucha; como el humanismo, el feminismo es un camino de
autorreflexión y auto comprensión de la especie; consiste en la
lucha por el reconocimiento de la mujer en su dignidad como
persona libre y capaz de gozar de los mismos derechos y de
cumplir las mismas obligaciones de los demás ciudadanos. Y ,
en tanto el humanismo actual considera al proceso de
reconocimiento de los seres humanos en su reciprocidad, como
uno de los procesos humanizadores más profundos y creadores
de la cultura, cabe afirmar que los movimientos feministas son
humanistas

Para recordarnos, a continuación, ese rostro androcéntrico


que el humanismo ha tenido durante demasiado tiempo:

Ahora bien, mientras es posible afirmar que el feminismo es


humanista, la afirmación contraria no puede sostenerse; la
historia del humanismo no ha desarrollado una visión feminista,
porque en la mayor parte de su tradición ha pasado por alto, e,
incluso, rechazado la igualdad de la mujer. Ni el feminismo es
reductible al humanismo ni todo humanismo es feminista;
ninguno de los dos conceptos puede ser reducido al otro.
Significa más bien que el feminismo tiene una perspectiva
humanista cuando teoriza y se moviliza en busca del
mejoramiento de la condición humana, cuando propende por el
enriquecimiento de la vida, cuando lucha por el reconocimiento
de la mujer en su ser persona y su dignidad, y cuando somete a
crítica el sistema de valores y las prácticas sociales de
discriminación y menosprecio de la mujer y de otros grupos
sociales (Betancourt, 2020).

268
La filósofa Ana de Miguel, en su análisis de la política sexual
patriarcal en el marco del neoliberalismo actual, afirma que
«Efectivamente, el feminismo es un humanismo, es la lucha por
el reconocimiento de las mujeres como sujetos humanos y
sujetos de derechos, es y ha sido siempre la lucha por la
igualdad entre los dos sexos» (de Miguel, 2015: 27).
La pensadora y escritora estadounidense Siri Hustvedt (1955)
dice, en entrevista realizada en 2019, que «El feminismo es una
forma muy profunda de humanismo. Es un modo de afrontar la
liberación de las restricciones impuestas por el género”.
La profesora italiana Virginia Paola Palazzi (2011: 42),
establece también el paralelismo entre feminismo y humanismo,
como complementarios, no opuestos:

Allí donde el humanismo traslada la fe divina para depositarla


en el hombre como ser racional, responsable y partícipe de su
propia existencia; el feminismo lo hace también en la mujer.
Porque hacer este ejercicio supone entender a la mujer como un
ser libre, cuya opresión y subordinación no deriva de su propia
naturaleza, sino de un constructo social ancestral producto de
una tradición patriarcal, que se perpetúa hasta nuestros días.

Martha Nusbaumm considera que, para dar respuesta a la


complejidad de situaciones del mundo actual, y respetar en
todas las naciones unos principios constitucionales básicos que
garanticen la dignidad humana, el feminismo es imprescindible.

Mi argumentación habrá de afirmar que el pensamiento político


y económico internacional debe ser feminista, atento, entre
otras cosas, a los problemas especiales que enfrentan las
mujeres a causa de su sexo en más o menos todas las naciones
del mundo, problemas sin cuya comprensión no pueden
enfrentarse correctamente los temas de la pobreza y del
desarrollo. Un enfoque del desarrollo internacional debe
evaluarse de acuerdo a su capacidad de reconocer estos
problemas y de presentar propuestas para su solución
(Nussbaum, 2012: 33).

Amelia Valcárcel publica, en 2020, Pensar el feminismo y


vindicar el humanismo, título que parece anunciar la

269
intencionalidad de defender un feminismo humanista, o un
humanismo feminista, que dé respuesta a la realidad del siglo
XXI, superando, en cierto modo, los debates anteriores.

Florece de nuevo el humanismo y lo hace en muchas partes.


¿Qué lo distingue ahora? Durante el debate del humanismo en
el pasado siglo se tiene la impresión de que es sobre todo el
antropocentrismo el que se pone en cuestión, o al menos es el
núcleo de la cuestión tal como se argumenta; yo, sin embargo,
sospecho que la denostación de la compasión, que es una de las
líneas de fondo, normalmente se encubre. En fin, obviando tal
subtexto, debe decirse que el antropocentrismo ya no es posible.
Lanzada la tierra fuera del centro del universo por el
pensamiento barroco, la humanidad lo fue del centro del planeta
vivo, de la biosfera, inicialmente por Darwin, pero las
consecuencias de tal enorme movimiento todavía se están
haciendo sentir (Valcárcel, 2020: 185).

La aceptación de la pérdida del geocentrismo y el


antropocentrismo es inevitable. Pero a este humanismo del siglo
XXI, se le vuelve a hacer la pregunta radical: “¿tiene sentido en
tal mundo todavía hablar de valores? Sí. Y dejo sin
solucionar una duda que siempre me atenaza: Pero ¿quién hace
esa pregunta y para qué la hace?” (Valcárcel, 2020: 186), es
decir quién es el sujeto y qué sentido tiene la vida humana,
capaz de formular preguntas sobre la existencia.
En cualquier caso, las respuestas, epistemológicas y de
acción política, ante los retos de nuestra época, parecen tener
que venir del pensamiento, la acción y la ética feminista porque

El feminismo es un humanismo que no ha descuidado ni


descuida los datos de la antropología, que, es más, supone una
antropología no androcéntrica y no antropocéntrica, que sabe de
sí y de sus límites. Que entiende qué tipo de proceso es la
Modernidad, por lo tanto, que distingue bien cuando habla
como teoría del conocimiento, filosofía de la historia,
antropología o agenda política. En su nivel teórico explicativo,
alimentado por muchas fuentes, es muy rico y presenta
además variables que hacen entender cosas que sin él o no se
perciben o no se entienden. Pero, no se limita a entender, sino
que siempre implica transformar (Valcárcel, 2020: 231).

270
3. CONCLUSIONES.

Parece, pues, que, desde una perspectiva de la tercera década


del siglo XXI, podemos afirmar que, sin feminismo, no hay
humanismo. Podríamos decir, con Idoia Zorroza (2021:25) que
es necesario optar por «un nuevo feminismo, o mejor un
revisado humanismo», que

no será el humanismo que exalta la autonomía, la libertad y la


autoconstitución de la persona como ideal individualizado y
abstracto, sino el que se apoya en el carácter relacional y
comunitario del ser humano (MacIntyre, 2001). Las propuestas
más enriquecedoras en antropología contemporánea han partido
de esta constatación básica: el carácter relacional del ser
humano no es un elemento posterior y accidental sino aquél en
el que se expresa su carácter más propio e identificador, y
necesario para comprenderle como persona (Zorroza, 2021: 35).

El feminismo, como paradigma de interpretación de la


realidad y práctica política para la deconstrucción del
patriarcado, es imprescindible para un humanismo inclusivo,
respetuoso del resto de seres vivientes, que sea capaz de
despojarse de las limitaciones y sesgos del humanismo ilustrado.
Recogemos en este sentido las palabras del Manifiesto
aprobado en el Encuentro Feminista Humanista celebrado en
Chile el 15 de agosto de 2018.

Creemos que para llegar al Humanismo necesitamos transitar


por el Feminismo, para avanzar en la construcción de la
Nación Humana Universal, en donde ninguna persona esté por
encima de otra.
Nos rebelamos contra la victimización que nos debilita y nos
erigimos como protagonistas de nuestras propias vidas.

¿Cómo podemos definir un humanismo para el siglo XXI que


incorpore la revolución feminista? Quizás podamos encontrar
respuesta en estas palabras de la feminista estadounidense Tony
Van Pelt, pronunciadas en la Conferencia de la UNESCO,

271
Hacia el Nuevo Humanismo, celebrada en enero de 2012 en
París:

Quien se considere humanista debe saberse responsable del


bienestar de la sociedad y garantizar los derechos humanos de
todas las personas, incluidas las mujeres. Quien se considere
humanista debe defender firmemente la separación de religión y
estado, y respetar la libertad de conciencia y el derecho a
disentir.
Rechazamos la sumisión de las mujeres a los hombres, la
represión de la sexualidad, la defensa de la teocracia, y la
negación, a menudo en nombre de la religión, de los derechos
humanos democráticos. El Neo Humanismo se centra en los
principios de integridad personal, libertad individual y
responsabilidad. Incorpora el compromiso con la justicia social,
la ética planetaria y el desarrollo de valores compartidos por la
familia humana, que incluyen plenitud sexual y compatibilidad,
para mujeres y para hombres, y la voluntad de terminar con la
represión de las mujeres. También defiende la aceptación de
relaciones y matrimonio entre personas del mismo sexo (Van
Pelt, 2012).

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