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Con estos titulares: «Crean accidentalmente una enzima mutante que come
plástico», «Científicos desarrollan nueva enzima que se ‘come’ el plástico»,
«Investigadores diseñan por accidente una enzima que come botellas de
plástico», han anunciado los periódicos la caracterización de un enzima cambiado
que degrada el plástico PET, el de las botellas, algo mejor que el original
bacteriano. Tal es la necesidad que tenemos de encontrar algo que resuelva el
problema creado por millones de envases plásticos que se venden cada minuto
que un estudio interesante pero modesto salta a la palestra mediática.
“Nuestras pruebas indican que esta nueva técnica puede generar un plástico
biodegradable tan resistente como los plásticos hechos de petróleo”, refiere
a SciDev.Net Carla Ivonne La Fuente Arias, ingeniera química de la Escuela
Superior de Agricultura Luiz de Queiroz de la Universidad de São Paulo.
Las enzimas se agarran a los extremos de las cadenas de polímeros del plástico y
se los comen como si 'fueran espaguetis'
Llegar hasta aquí fue gracias a un planteamiento muy interesante hecho por los
expertos: "Las enzimas son lo que la naturaleza usa para descomponer las
cosas, e incluso cuando morimos, las enzimas hacen que nuestros cuerpos se
descompongan de forma natural. Entonces, para este estudio, nos preguntamos:
'¿Cómo pueden las enzimas biodegradar el plástico para que sea parte de la
naturaleza?'".
El proceso
Las enzimas son parte de los sistemas vivos; se agrupan y cortan aleatoriamente
las cadenas moleculares de los plásticos, lo que lleva a una descomposición
incompleta (creando microplásticos). Para resolver este obstáculo, los
investigadores añadieron enzimas individuales en dos plásticos biodegradables,
incluido el ácido poliláctico, que se usa comúnmente en el envasado de
alimentos. Insertaron las enzimas junto con otro ingrediente, un aditivo degradable
que Xu desarrolló previamente, lo que aseguraba que las enzimas no se
aglutinaran ni se desintegraran (y así no crear de forma inadvertida
microplásticos que acabarían apareciendo en los ecosistemas de todo el mundo).