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Cuento Peludo Amigo, Mi amigo de Verdad

Siempre escuché que la amistad, verdadera era para siempre. Pero a mis 8 años aún no
había tenido un amigo, así como la gente dice “De verdad” Pero como todos los nunca se
llegan, sucedió el día menos pensado.
Era noviembre. Regresábamos con mi papá por la carretera. Nos detuvimos para comprar
fruta en una tienda. El entró yo me quedé unos pasos atrás para amarrarme los zapatos.
De pronto, mis ojos alzaron a ver que entre el polvo algo se movía. Con curiosidad me
acerqué, tomé con mis dedos aquello que parecía una especie de lombriz y la levanté,
¡No podía creerlo! ¿cómo alguien podía haber dejado en ese lugar tan polvoriento una
criatura tan indefensa?... ¡Era un perrito recién nacido! Lo agarré con mucho cuidado. lo
puse entre mis manos, y le quité el polvo.
Sus ojos aún estaban cerrados; los veterinarios dicen que los abren hasta los 15 días de
nacidos, entonces ese debía tener unos 10 días. Desde ese momento un cariño muy
especial invadió mi corazón. Decidí quedarme con él, y lo llamé “polvo”.
Esa tarde visitamos a un amigo que es Veterinario, y desde entonces tiene el cuidado
merecido; aunque tuve que comprarle una pacha para darle a beber leche, Pues a esa
edad necesitan mucho a su mamá, y a él lo habían separado de ella… A veces pienso
que la mamá de polvo debió haber llorado mucho al no ver más a su perrito… Por eso le
tomé todavía más cariño. En casa le acomodé una colchita, para darle la bienvenida a su
nuevo hogar.
Cinco días después Polvo abrió los ojos; con el tiempo, sus pasos torpes se volvieron más
firmes y aprendió a correr.
Siempre caminaba junto a mí siguiéndome a todos lados. Fue así como nos volvimos
inseparables, nos volvimos amigos.
Las clases empezaban en enero. ¡Asistiría al cuarto grado! El primer día era emocionante,
vería otra vez a mis compañeros. Papá me esperaba para ir a dejarme; la escuela estaba
un poco lejos. Salí de mi cuarto, y mi amigo caminó junto a mí. Antes de cerrar la puerta
de la casa me miró tiernamente se echó y esperó que yo la cerrara, pero antes le dije
“regreso pronto”.
Al mediodía regresé. Abrí la puerta y ahí estaba mi amigo esperándome, Me pareció que
supo con anticipación de mi llegada.
Desde ese primer día de clases la despedida y el regreso eran iguales: polvo siempre se
quedaba en la puerta despidiéndome y recibiéndome.
Hoy empiezo el bachillerato. Papá me está esperando, como todos los años en mi primer
día de clases. Estoy emocionado por tener nuevos compañeros. Esto será distinto; pero
los demás sigue siendo igual: este día, como siempre, mi peludo amigo me recibirá al
abrir la puerta: moviendo la cola de felicidad. Polvo es mi amigo, mi amigo de verdad,
llevamos 7 años juntos ya.

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