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Temporada de

Duraznos

Mauricio M.

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Advertencia: Las historias contadas en
este libro no son reales. Cualquier
parecido con situaciones, sucesos y/o
personas reales son mera coincidencia.

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1. Entramos a la escuela
2. Globos rojos
3. Temporada de Duraznos
“Flor de Iris”
4. El gran viaje
5. Temporada de Duraznos II
“Viaje a los Cabos”
6. El retorno

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Dedicado a todos
mis amigos

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Entramos a la escuela, mi amigo Miguel,
mi amigo Daniel y yo. Aquel día nos
habíamos visto en la mañana para hacer
una exposición para la clase de español
sin llegar a una conclusión satisfactoria.
Cuando llegamos al patio de la escuela,
nos encontramos a Manuel, lo
saludamos y nos dijo que habría un
partido en la tarde a la hora del recreo y
nos preguntó si le queríamos entrar, le
dijimos que sí. Como casi ningún
alumno había asistido ese día a la
escuela, los profesores nos reunieron a
todos los que estábamos y nos llevaron
al auditorio. Como no veía bien desde el
lugar donde estaba, me hice hacia
adelante. Cuando me senté cerré los
ojos, al abrirlos pude ver a Tamariz,
estaba arreglando los detalles finales
para la ofrenda. No la había visto desde
que nos cambiaron de salón. Las luces
se apagaron, dejando solo la luz de las
velas para ver. Se escuchó un ruido y
detrás del escenario salió la profesora
Daniela. Se acercó al estrado y
agradeció a los presentes por haber
asistido. Seguido de esto, comenzó a
explicarnos el origen del día de muertos,
entre la penumbra pude ver a Tamariz,
la luz de las velas se reflejaba en su

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cara, se veía muy bonita. Mientras la
veía, una sensación de miedo y nervios
me entro al pensar que aquel día sería
el día en el que le confesaría mi amor.
La función terminó y mis amigos y yo
salimos al patio. Como el profesor de
física no llego, nos dedicamos a pasear
por los corredores de la escuela; un piso
arriba, un piso abajo, un piso arriba, un
piso abajo, un piso arriba, un piso abajo,
hasta que el subdirector nos vio y nos
pidió que no lo hiciéramos. De regreso al
patio, nos encontramos otra vez a
Manuel. Nos preguntó si le íbamos a
entrar y le dijimos que sí. Hicimos los
equipos y nos fuimos a las canchas. Me
sentía nervioso ya que había escuchado
que en el grupo segundo K se habían
quedado los mejores jugadores de futbol
de la secundaria. Comenzó el partido y
el primer gol no se hizo esperar, solo
pude ver como Chucho, nuestro portero,
saltaba intentando detener el tiro del
segundo K. El resto del partido nos
dedicamos a contener el ataque del
contrincante. En una jugada, mi amigo
Miguel me pasó el balón. Cuando me lo
pasó, me sentí muy nervioso, siempre
había tenido la pata chueca, como pude
tiré, rápidamente el balón se elevó, no

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creía que entrara pero en el último
momento hizo chanfle y entro. Gol.
Cuando volteé la cabeza, pude ver a
Tamariz saliendo del auditorio, se veía
muy bonita, al verla una sensación de
nervios y tranquilidad se apoderaron de
mí. El recreo termino, y mis amigos y yo
nos dirigimos a nuestro salón, no había
nadie, pasaron unos minutos, el profesor
de español llego y nos dijo que no
expondríamos exponer aquel día. Las
dos horas siguientes mis amigos y yo
nos dedicamos a caminar en círculos en
el salón como animales en una jaula y a
contemplar el espacio. Como estaba
aburrido, le pregunte al profesor si podía
ir al baño. Él me dijo que si y fui. Cuando
salía del baño vi a Tamariz, estaba
llenando un bote de agua, me le acerque
y la saludé, con todo el miedo que tenía,
le pregunte si podía verla a la hora de la
salida. Me dijo que sí y me dijo que la
viera en el auditorio. Después de esto,
procedí a regresar a mi salón. Los
nervios se hacían presentes a medida
que el minutero del reloj se acercaba a
la hora de la salida. La campana sonó,
rápidamente salí del salón y me dirigí
hacia el auditorio. Los nervios y el miedo
aumentaban a medida que me acercaba

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al auditorio. Llegué al auditorio, ella
todavía no salía. Mientras la esperaba
afuera de la puerta sentía como los
nervios y el miedo se hacían cada vez
más grandes. Ella salió y me vio. Sin
pensarlo, le dije que si quería ser mi
novia. Años después, aun me acuerdo
de aquel día y a pesar de que no haya
estado con ella y la sombra de Berenice
y Dania se dibujaban en el horizonte,
recuerdo aquel día como uno de los
mejores días de mi vida, no por las
grandes historias que se escribieron en
él, sino por la simplicidad de las cosas
que hicieron a ese día grande.

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Globos rojos por todas partes pensé
mientras compraba tímidamente unas
rosas para mi novia afuera de la
escuela. Era el 14 de febrero, todo el
mundo estaba emocionado en medio de
un ambiente lleno de globos y
chocolates. Ya casi era la hora de la
entrada a la escuela y los nervios hacían
que me temblaran las piernas, era la
primera vez que le daba rosas a alguien,
primera novia pensé. Primera vez, me
dijo Miguel mientras estábamos en la fila
para entrar a la escuela.
-Sí, primera vez, le contesté.
Cómo olvidar que gracias a él y su "está
un poco retrasado pero te quiere",
Berenice y yo estábamos cumpliendo
nuestra primera semana juntos después
de haber estados separados por un
malentendido que habíamos tenido.
Entramos a la escuela y me dirigí hacia
donde siempre me reunía con ella. Al
llegar le di un beso y seguido de esto, le
di sus rosas y un regalo que había traído
de mi casa. Cuando lo abrió, su cara
reflejó una inmensa felicidad, después
de esto, saltó hacia mí emocionada y me
abrazó. Misión cumplida.

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Temporada de Duraznos
“Flor de Iris”

Primer día de clases, la felicidad de


todos, de regresar a la escuela, se hacía
notar en el ambiente acompañado por el
calor del sol y la brisa fresca del verano.
Cuarto semestre de la universidad, un
paso más hacia nuestra vida juntos
pensé, mientras entrábamos Lidia y yo a
la escuela. Nunca pensé durar tanto con
alguien, y ahí estábamos después de
cuatro semestres, es increíble lo que
una gelatina puede hacer. Entramos a la
escuela y como todos los semestres la
acompañé a su salón. Llegando allá me
despedí de ella y me fui a mi salón. Al
llegar, encontré a Daniel y a Julián, no
los había visto desde hacía un tiempo,
pero estaba bien, la aventura estaba a
punto de comenzar… Aquel día como no
habían asistido todos los profesores,
Lidia y yo nos fuimos a mi casa. Cuando
llegamos, advertimos que mi madre y mi
hermana no estaban, en la mesa,
habían dejado una nota que decía que
habían ido al supermercado. Hubo un
silencio, nuestras caras se encontraron

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la una a la otra, hacía mucho tiempo que
no estábamos juntos y de cierta forma,
tenía miedo de que la relación no fuera
la misma. Ella bajo su cara haciendo un
gesto que me hacía entre ver su
sensibilidad, su amor y las ganas de
estar conmigo. Me le acerqué, la agarré
de la cintura y la besé, el amor se hizo
presente, nos fuimos a la habitación de
mis padres, y ya allá, nos dedicamos a
expresar nuestro amor físicamente.

La arena de la playa quemaba mis pies


mientras me dirigía a la orilla del mar.
Aquel día mis amigos y yo habíamos
salido temprano de la escuela y como no
teníamos nada que hacer, decidimos ir a
la playa. Llegando allá, nos dedicamos a
comer, a jugar footenis y a nadar, uno
de mis amigos hizo una parrilla con unas
ramas que había encontrado en la playa
e hizo unos pescados a las brasas. Eran
casi las cuatro, y todos ya se estaban
yendo. Decidí quedarme un poco más
porque quería ver el atardecer, así que
me dirigí a unas piedras que estaban por
ahí. La vista se veía estupenda. Cuando

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me di cuenta, pude ver a una chava que
estaba viendo también el atardecer, era
muy guapa, de cuerpo excepcional.
Tímidamente me le acerque. Ella me
miró con esos ojos que hacían que me
temblaran las piernas. Como pude le
pregunté su nombre. Me dijo que se
llamaba Paula y que iba a la misma
escuela que yo. Yo no era muy hábil
para hablar con las mujeres pero como
pude, la invité a salir. Ella aceptó y
quedamos de vernos al día siguiente día
en el café Veloso.

Ya eran casi las tres de la tarde y como


Paula no llegaba, decidí irme. Cuando
salía del café, Paula apareció corriendo.
Agitada, me dijo que había llegado tarde
porque su hermana le había pedido que
se quedase en la casa a ayudarle con
algunas cosas. Como ya era tarde y la
tarde estaba estupenda, decidí llevarla a
pasear. Recorrimos todo Ipanema hasta
llegar a una heladería donde nos
detuvimos a hablar. Hablamos de
muchas cosas, de que estaba
estudiando fotografía y de que quería
trabajar en un museo, también me
comento que su flor favorita era Iris, flor

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desconocida para mí hasta entonces. Ya
en la noche nos despedimos, ella se
despidió con un tímido beso en la
mejilla, pero a juzgar por su mirada pude
ver que también se la había pasado bien
conmigo.

No había pasado hacia mucho tiempo


que conocía a Paula (6 semanas) y aun
así sentía un sentimiento
verdaderamente genuino al estar con
ella, hubo muchas cosas que hicieron
que la quisiera, pero el punto de
inflexión fue un día que ella y yo
estábamos sentados en los pastos que
estaban justo a lado del edificio de
idiomas. Mientras estábamos ahí, Paula
me dijo que se sentía cansada, como
faltaba un poco para la clase, le dije que
si quería podía dormirse y que yo la
levantaba cuando empezase la clase de
italiano, en la cual ella, Lidia y yo nos
habíamos quedado juntos. Paula se
durmió y paso el tiempo. Cuando Paula
se despertó, me preguntó que hora era.
A lo cual respondí que eran la 1:10,
cuando me pregunto el porque no la

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había despertado antes, le conteste que
la había dejado dormir más porque al
principio de la clase no se hacia nada y
como me había dicho que estaba muy
cansada decidí dejarla dormir un poco
más. Después de haberle dicho esto,
ella se me quedo viendo con una mirada
que me hizo ver que nadie se había
preocupado tanto por ella en su vida.
Cuando entramos al salón, Paula entro
con una enorme cara de felicidad.

Eran las vacaciones de marzo, y como


todas las vacaciones de marzo, había
ido a la casa de Lidia. No había
problema, me llevaba bien con su madre
y con su hermana, incluso le estaba
enseñando español a su sobrina, el
único problema era su padrastro, quien
me veía siempre con una mirada de
desconfianza, pero, exceptuando eso,
todo iba bien en mi vida con ella. Aquel
día decidimos ir una fiesta que se
celebraría en el pueblo, así que Lidia y
yo nos apuramos a dejar a su sobrina
dormida y partimos; Lidia, yo, su
hermana y el novio de esta. Llegando

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allá, nos separamos, Lidia y yo fuimos al
juego de aros donde gané una serpiente
de peluche, a la cual decidimos bautizar
como nuestra hija reptílica. Más tarde,
fuimos a la plaza a ver como lanzaban
cuetes. El espectáculo era magnifico,
toda la plaza se iluminaba con los
colores de la bandera y todo el mundo
se divertía. A la media noche salió el
alcalde al balcón del palacio municipal y
pronunció su discurso, del que solo
entendí “que vivan los héroes de la
patria”. Después de esto todo el mundo
regresó a sus casas. Llegando a la casa
de la madre de Lidia, proseguí a instalar
mi cama en uno de los sillones de la
sala, y me preparé para dormir. Lidia me
bajo unas cobijas para que durmiera
mejor, y antes de subir a su cuarto me
dio un beso. Al día siguiente desperté,
Lidia había bajado temprano para darme
el mañanero. Mientras desayunábamos,
le conté que me gustaba Paula. Lidia se
me quedo viendo y enojada afirmo que
ya me había aburrido de ella, lo cual me
dolió. Le expliqué que no había dejado
de quererla y que simplemente me
gustaba alguien más y le pregunté si
quería seguir conmigo. La primera vez
que estuve con Paula sentí miedo de

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que la relación con Lidia no fuera la
misma, mas para mi sorpresa, las
siguientes semanas fueron como miel
sobre hojuelas, con Lidia y yo rodando
desde lo alto de una colina que daba
hacia el Pão de Açucar, y mi “corazón”
en la noche, con quien me gustaba
quedarme despierto hasta que se iba a
dormir.

Era ya casi mitad de semestre y los


exámenes estaban próximos, pero lo
más importante es que era el
cumpleaños de Paula, 28 de abril, lo
recuerdo bien porque aquel día también
cumplía años Vanessa, yo veía como
una señal del cielo que mis dos amores
cumplieran años el mismo día. Aquel
día, me había quedado de ver con Paula
en el puente que se encontraba entre el
edificio de idiomas y las escaleras antes
de la clase de italiano para darle su
regalo de cumpleaños, así que me apuré
a bañarme, me cambié y me fui. Cuando
llegué, ella todavía no llegaba, espere
un poco y llegó. Saqué su carta de mi
mochila y se la di, era una pequeña

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carta envuelta en un sobre pequeño, con
un sello de cera con tres hojas de
poema adentro y pétalos morados, con
una flor de Iris en medio. Como me dio
pena, decidí irme, desde lo lejos pude
ver como Paula leía mi carta y como
súbitamente movió su mano hacia su
pecho dándome a entender que mi carta
le había llegado a lo más profundo de su
ser. Ya en el salón, Paula se sentó junto
a mi como de costumbre, lo cual me
gustaba ya que me daba la oportunidad
de estar con ella y por su mirada, podía
ver que a ella también le gustaba estar
conmigo. Como me sentía muy nervioso
al tenerla junto a mí después de haberle
dado su carta, decidí ir a comprar unos
dulces. Ya de regreso en el salón, le di
un dulce a Lidia y uno a Paula. Cuando
le di su dulce a Paula, ella aplaudió
como una niña chiquita cuando le
regalan algo que esperaba en su
cumpleaños, me gustó mucho. Acabo la
clase, Paula había tenido que salir antes
porque tenía que hacer un proyecto,
cosa que me entristeció. Salimos de la
clase, Lidia y yo. En el camino, le conté
lo de la carta de Paula, lo cual hizo que
se enfureciera. La dejé en su salón y me
fui al mío. Más tarde, mientras íbamos

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en el microbús que tomábamos para
llegar a la estación del metro que nos
llevaba a nuestras casas, la sentí un
poco distante, mas para mi sorpresa,
cuando íbamos en el vagón del metro,
me dio una carta que decía más o
menos así:
Amooooor:
Yo se que me amas demasiado, me lo
demuestras siempre, no se como le
haces pero diario, cada día que pasa me
demuestras, me expresas, me trasmites
todo tu amor y es muy bonito porque
nunca imagine encontrarte, nunca
imagine que te cruzarías en mi vida y
formarías parte de ella, no imagine que
existiera alguien que me ame tanto, que
me cuide, proteja, apoye, consuele, que
este siempre a mi lado tanto en los
momentos buenos como en los malos.
TE AMO como eres, no kiero cambiarte
nada porque así me gustas, así TE
AMO, soy muy feliz contigo. (patita de
gato)
Yo trato de entenderte, de entender que
con nuestro amor es posible que tu
kieras compartirlo con más personas
que así somos y seremos más felices

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pero me cuesta trabajo aceptar que
puedo compartirte con alguien más, me
cuesta adaptarme a esto porque
siempre he pensado esto, (el que las
parejas sean de dos) nunca me paso por
la cabeza que puedes intentar ser feliz
no solo con una persona sino que
compartir tu amor con más personas,
pero también pienso que es mejor que
sea así, que tu tengas el valor, confianza
y honestidad de decirme lo que
realmente quieres con esto me dices
como eres, no me lo ocultas creo que a
veces es mejor esto a que seas
engañado o engañada, creo que eso
cuenta más porque me habla de ti y
aunque me cueste trabajo quiero
apoyarte, quiero aceptar esto, se que así
serás más feliz y al compartirlo conmigo
seremos muy felices, solo quiero que
sepas que te amo TE AMO TE AMO
DEMASIADO TE AMO DEMASIADO y
soy muy feliz a tu lado.

Mientras leía la carta, me dieron ganas


de aventarla por la ventana del metro (lo
cual no hice) y de decirle que ya sabía
todo lo que me había escrito en su carta
y que yo también la amaba. Llegué a mi

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casa y me acosté en mi cama mirando al
techo sintiendo satisfacción de lo que
había pasado en el día.

El sol iluminaba mi cuarto mientras


guardaba en mi mochila un oso de
peluche que había comprado para
Paula. Era ya final del semestre y todos
estaban nerviosos por los exámenes,
pero más nervioso estaba yo porque
aquel día sería el día en que le
confesaría a Paula mi amor. Había
quedado de verla en el mirador que
estaba en la escuela. Tenía miedo de
que el clima estuviera feo más para mi
sorpresa el día se mostraba estupendo
con un azul del cielo hermoso y una
vista hacia el mar extraordinaria. Estuve
un largo tiempo viendo el mar hasta que
Paula apareció. Estuvimos platicando un
rato y mientras mirábamos como la luz
de la primera estrella aparecía en el
firmamento le confesé a Paula mi amor
a lo que ella respondió que ya tenía
novio desde hace un mes, me destrozó.
Aquella noche no pude dormir, el dolor
se apoderaba de mi cada vez que

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recordaba los momentos que pasamos
juntos, la vez que le di su carta y como
la había conocido aquel día en las rocas.
Paula, por quien, después de mucho
haberlo meditado, había decidido dejar a
Lidia para poder tener una vida juntos,
me había engañado. No podía más, al
siguiente día tomé mis cosas, agarre un
camión y me dirigí hacia Leblón, lugar
donde vivía mi “Amor”. Mientras iba en
el camión, veía cómo el sol se ocultaba
en el mar mientras me dirigía hacia un
destino incierto. Llegué a su casa y
toque el timbre del departamento de
Lidia, no podía seguir con ella sabiendo
que había decidido hacer mi vida con
otra persona. Cuando Lidia salió me
dispuse a terminar la relación cuando
saltó hacia mí llorando y me abrazó.
Estuvo así un largo rato hasta que sentí
que había vaciado todo lo que tenía
adentro de ella. Aun mojada por sus
lágrimas, se separó de mí, me miro a los
ojos y con miedo en su voz me dijo
“Estoy embarazada”.

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Pasajeros del vuelo 813 con destino a
Cancún, favor de acercarse a la puerta
número 4. Estábamos ahí, mi amigo
Miguel, mi amigo Daniel y yo. Nuestro
amigo Chucho había querido
acompañarnos en este viaje por
Latinoamérica, el objetivo, llegar a Brasil
para ver el mundial, pero se había
fracturado un brazo una semana antes y
no había podido venir. En su lugar
nuestro amigo Luis iba a ir con nosotros.
Ya se escuchaba la voz del speaker
diciendo que abordásemos el avión, así
que procedí a despedirme de mis
familiares. En el avión el recuerdo de
Vanessa vino a mi mente junto con una
ligera tristeza. Despego el avión y en
menos de una hora ya nos
encontrábamos llegando a nuestra
primera parada en este viaje por
Latinoamérica. Llegamos a Cancún y
nos dirigimos al lugar donde se recogían
las maletas. Al salir del aeropuerto,
encontramos a Laura, una amiga de un
primo mío quien nos llevaría al hotel
donde mis amigos y yo nos alojaríamos
el tiempo que estaríamos ahí. Laura era
una chava bonita de cabello chino de
preparatoria de ascendencia indígena
quien tenía una forma ser que hacía que

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los que estuviesen a su alrededor se
sintieran felices, cosa que se veía que le
venía bien a Luis, quien siempre tenía
una cara de amargado y dolido con la
vida. Los días que estuvimos en
Cancún, nos dedicamos a ir a las playas
cercanas. Durante los trayectos en el
camión, me dedicaba a leer un libro de
frases en portugués que mi madre me
había dado antes de irme. Como a mis
padres les había costado mucho dinero
el viaje, ellos optaron porque me
matriculase en la universidad de Rio de
Janeiro en lugar de que fuera allá y me
regresase. Afortunadamente, mi padre
se encontraba trabajando allá por lo que
pudo realizar los tramites. El ultimo día
que estuvimos en Cancún, mis amigos y
yo hicimos una super fiesta con un
grupo de amigas que Miguel había
encontrado. Al día siguiente, a penas
podíamos despertarnos pero el ver la
hora hizo que nos levantáramos.
Despedimos a las chicas y arreglamos
nuestras cosas para irnos. Teniendo un
poco de tiempo de sobra, nos fuimos
tranquilos al aeropuerto, pero al intentar
ingresar a la sala de espera la señorita
que se encontraba en la puerta para
hacer el check-in nos dijo que no

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podíamos pasar, al parecer nuestro
avión había salido una hora antes
debido al cambio de uso horario.
Cuando le preguntamos a una señora
que estaba en el mostrador de boletos si
se podía hacer algo, nos dijo que no se
podía hacer nada porque el avión ya
había despegado. Le pedimos a la
señora si nos podía vender otros boletos
pero nos dijo que ya no había boletos
para Honduras pero que había un barco
que salía desde el puerto de la ciudad
en dos semanas para Panamá. Como
no teníamos otra opción compramos los
boletos para el barco lo cual hizo que
tuviéramos que gastar la mayor parte del
dinero que llevábamos.
Afortunadamente, como habíamos
salido un día antes del hotel ya que
habíamos pensado que la mejor idea
sería hacer eso por si nuestro vuelo se
retrasaba un día pudiéramos quedarnos
sin problemas. Al llegar al hotel nos
pusimos a pensar en que íbamos a
hacer. Como no teníamos dinero
suficiente para quedarnos en un hotel
las dos semanas que teníamos que
esperar para que saliera el barco ya que
nuestros padres nos habían enviado el
dinero para continuar con el viaje

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directamente a un banco en Brasil,
Laura, quien nos había llevado de
regreso al hotel, nos ofreció que nos
quedásemos en su casa. Después de
hacer una llamada para consultarlo con
su madre, nos dijo que si podíamos
quedarnos pero nos dijo que su mamá le
había dicho que le tendríamos que dar
dinero para los gastos de los servicios
que ocupásemos. No teniendo otra
opción, aceptamos. Al siguiente día nos
trasladamos a la casa de Laura. Durante
los días que estuvimos con ella,
recorrimos muchas playas y lugares
típicos de la zona que no sabíamos que
existían, un día fuimos a unas ruinas
mayas en las cuales Luis se maravillo
por los escritos en piedra de las paredes
y por los dibujos mayas en ellas. Yo
nunca lo había visto tan contento,
siempre lo había visto con su cara de
amargado y ahora lo veía feliz con la
vida desde que conoció a Laura y le dio
ese beso en el patio de su casa. Ya
estábamos recogiendo nuestras cosas
para subir al barco cuando Luis nos dijo:
-Me ha gustado mucho estar con
ustedes en este camino pero no debo
seguir.

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Cuando le preguntamos el porque, él
nos dijo:
-Nunca antes había sentido lo que siento
al estar aquí, al estar rodeado de la
playa y la selva, siento que he vuelto a
regresar a mis raíces. Subimos al barco
y se despidió desde el muelle agarrado
de la mano de Laura. Más tarde,
mientras iba en el barco vi el horizonte,
me recordó a Vanessa.

Como Daniel se había mareado


mientras estábamos en el barco,
decidimos continuar nuestro viaje en
tren, así que fuimos a la estación de
trenes para comprar unos boletos. Como
no teníamos mucho dinero debido a que
habíamos perdido el avión a Honduras,
decidimos que para ahorrar dinero de
transporte nos quedaríamos dos
semanas en Panamá y de ahí
partiríamos directamente hacia Brasil.
Como al salir de la estación nos dio
hambre, fuimos a un bar que estaba en
frente de la estación del tren. Ahí,
conocimos a dos meseras, yo no les
preste mucha atención ya que no se me

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hacían atractivas en lo particular, sin
embargo Miguel y Daniel se maravillaron
con ellas. Un día, de regreso en el hotel,
el portero entrego una carta para mí, era
una carta de mi amiga Dulce, a quien ya
le había enviado una diciéndole donde
estaría. En la carta, ella me decía que el
novio de Dania la había dejado por otra
chava y que Dania estaba muy mal.
Aunque no tenía mucho dinero, decidí
tomar el primer avión que pude hacia
allá. Lo cual hizo que gastara el dinero
que tenía guardado para divertirme y
que los demás no sabían que tenía.
Cuando llegue a San José, y después
del regaño de mi madre por haber
regresado sabiendo cuanto habían
gastado ella y mi padre en el viaje, me
dirigí a la casa de Dania. Cuando llegué,
ella estaba destrozada. Mientras lloraba
desconsolada, no pude evitar pensar el
hecho de que ya sabía que esto iba a
pasar desde que veía como Daniel se
distanciaba poco a poco de Dania y de
cómo Dania sufría por eso. En mí, había
habido las ganas de ayudarla pero sabía
en el fondo que era algo que ella podía
resolver por sí misma. Me quede con
ella hasta que sentí que se había
recuperado y regresé a Tegucigalpa.

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Antes de irme, ella se despidió con un
abrazo. Cuando regresé a Tegucigalpa,
las cosas ya habían cambiado. Al
parecer Miguel y Daniel se habían
peleado causando que estos se
separasen, el único que quedaba era
Miguel. Le ofrecí seguir el viaje pero me
dijo que no, al parecer se había
enamorado de una de las camareras
que habíamos conocido aquel día en el
bar. No pude más que sentirme bien por
él, él había sido como mi hermano, aun
recuerdo cuando me dijo que le llevara
rosas y chocolates a Berenice para el 14
de febrero, ya que yo nunca había
tenido novia y yo no era muy hábil en
esas cosas, y de como me dijo que
nadie había tenido la culpa de que
termináramos el día en que el padre de
Berenice se la llevo a vivir con él a
Veracruz, así que lo abracé y le deseé
éxito. Corrí hacia el tren que ya estaba
partiendo y me fui decidido a terminar el
viaje.
Había logrado llegar a Brasil. Pero en el
camino había sido detenido por dos
policías por no haberme pasado la calle
en el semáforo. Mientras estaba en la
delegación, hablé con un güey a quien

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también habían detenido por no pasar la
calle en el semáforo. Mientras
hablábamos, entraron unos policías con
Daniel gritando, al parecer lo habían
detenido por pelear en un bar. Después
de que los policías nos dejaron ir, nos
presentamos. El chavo nos dijo que se
llamaba Julián. Nos dijo que había
dejado su casa en Nicaragua para poder
ir al mundial. Como teníamos el mismo
objetivo, llegar a Rio de Janeiro para ver
el mundial, decidimos ir juntos. Después
de una rápida visita al banco, ya que no
teníamos dinero para seguir el viaje, nos
fuimos a la central de camiones donde
compramos unos boletos para Rio de
Janeiro. Un día, mientras estábamos en
Bahía comiendo pescados, Daniel dijo
que porque no íbamos a Manaos
aprovechando que estábamos ya en
Brasil para ir a ver unas anacondas.
Mientras Julián y yo dudábamos si era
una buena idea ya que Manaos quedaba
a 24 horas de distancia de Bahía, Daniel
saco una cadena de oro que se había
encontrado en el tren en el cual viajaba
mientras se dirigía a Brasil y nos dijo
que el pagaba. Aceptamos. A los tres
días ya nos encontrábamos en medio de
la selva en un tour. Uno de los guías nos

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dijo que la mejor forma de ver a los
animales era sobre las bases de madera
que se encontraban sobre algunos
arboles y por las que te movías a través
de unas cuerdas de rapel que
atravesaban la montaña, pero como a
Daniel no le pareció pagar los cinco
cruzeros más por el equipo de
seguridad, tuvimos que irnos por un
sendero que rodeaba la selva que no
estaba ni siquiera en el mapa que nos
dieron en el tour. Mientras estábamos en
medio de la selva, una roca cayo de un
risco dejando a Julián con la pierna
atrapada debajo de ella, como no
sabíamos que hacer Daniel y yo nos
limitamos a tranquilizar a Julián quien
gritaba por el dolor, aunque Daniel y yo
sabíamos que iba a morir Julián ya que
necesitaba un médico y el pueblo más
cercano que aparecía en el mapa se
encontraba a 25 kilómetros de donde
estábamos. Como no había mucho nada
que hacer por Julián, encendí una fogata
para asustar a los animales y poder
dormir. Al día siguiente Julián y yo
despertamos, pero Daniel ya no estaba.
Había tomado todas sus cosas y se
había llevado la comida que quedaba.
Mientras estábamos sentados

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esperando el inminente fin de Julián, se
escuchó el sonido de un helicóptero, era
Daniel, al parecer había logrado llegar a
la ciudad. Después de una semana en el
hospital, pudimos seguir nuestro viaje.
Cuando llegamos a Rio de Janeiro, le
preguntamos a un señor que estaba por
ahí donde era el mundial y nos dijo “O
mundial foi há duas semanas”

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Habían pasado tres meses desde que
Daniel, Julián y yo habíamos llegado a
Rio y para entonces cada quien había
tomado su camino. Yo me encontraba
estudiando la universidad. Un día,
mientras buscaba a mi amiga de la
preparatoria Haide, quien también se
encontraba estudiando en mi escuela, vi
a una chava sentada en el suelo; cabello
café, bonito cuerpo, sexy, se llamaba
Lidia.

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Temporada de Duraznos II
“Viaje a los Cabos”

Primer día de clases, la felicidad de


todos de regresar a la escuela se hacía
notar en un ambiente acompañado por
el calor del sol y la brisa fresca del
verano. Tercer año de la preparatoria,
todos se veían felices de regresar a la
escuela y de ver a sus amigos, sin
embargo, no era así para mí, no
entendía porque mi madre nos había
traído a mí y a mi hermana a vivir a este
Estado donde el sol quema y los días
son largos. Durante las horas libres en la
escuela, solo podía ver como todos en la
escuela se reunían con sus amigos
menos yo. Un día, mientras me dirigía a
la salida de la escuela, una de mis
compañeras de grupo se me acercó, era
Dania. Me preguntó si quería ser parte
de su equipo para hacer un trabajo que
la maestra de biología había dejado. Le
dije que sí y me anotó su dirección. Al
siguiente día fui a la dirección que me
había escrito, era una pequeña cabaña
a la orilla del mar con un techo de paja
un poco derruida por el paso del tiempo.

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Al tocar la puerta, salió Dania. Me invitó
a pasar y me presento a los que
estaban. Todos eran compañeros que
ya conocía, entre ellos se encontraban
Carlos y Angél con quienes ya había
trabajado anteriormente en un proyecto
de química y Dulce y Jenny a quienes
había conocido un día que la maestra de
etimologías nos había sacado del salón
por estar platicando. Comenzamos a
hacer los planes para hacer la
exposición pero terminamos jugando
videojuegos. Como ya era tarde y no
habíamos hecho nada, solo procedimos
a despedirnos con la intención de
reunirnos el viernes para hacer la
exposición.

Un día que no hubo clases, Dania y yo


fuimos a caminar a una playa que
estaba un poco escondida en medio de
dos cerros. Mientras estábamos
sentados Dania me dijo que esa era su
playa favorita. Cuando le pregunté el
porque me dijo que era porque en aquel
lugar era donde había crecido con su
abuelo, su padre la había abandonado a

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ella cuando era niña y su mamá
trabajaba todo el día, su abuelo se había
encargado de cuidarla. Mientras la
escuchaba, dentro de mí surgió un
sentimiento compasión por ella y una
sonrisa se dibujó en mi rostro.

Habían pasado tres meses y no


habíamos hecho la exposición para la
maestra de biología. Así que decidimos
Dania, Dulce, Carlos, Daniel y yo ir al
museo de biología que se encontraba en
la universidad estatal para recopilar toda
la información necesaria para hacerla.
Fuimos y tomamos todos los apuntes
posibles. Después de recabar toda la
información que nos pareció útil para la
exposición, decidimos ir al centro del
pueblo donde nos tomamos una foto en
la plaza. Más tarde fuimos a una playa
que quedaba cerca de la casa de Dania.
Mientras Daniel y Dulce estaban
jugando en la playa, yo me dirigí a
donde estaba Dania acostada y me
recosté en su panza a lo cual ella
respondió con una sonrisa en su cara. Al
estar recostado sobre ella pude ver

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como el sol se ocultaba en el cielo
detrás de una nube, mientras seguía
recostado sobre ella, sentí una
sensación reconfortante que aun siento
hasta el día de hoy.

Habían pasado varios meses desde que


llegué a este Estado y ya casi me
acostumbraba a la forma de vida de
aquí, incluso ya tenía novia, su nombre
era Vanessa. La había conocido un día
que Daniel, Carlos y yo habíamos ido a
una fiesta que se había celebrado en el
centro del pueblo con Dania, Jenny y
Dulce. Era una chica muy bonita,
morena, de buen cuerpo con quien me
gustaba caminar por el malecón, ir a la
playa y disfrutar del amor. Un día
mientras estábamos en la playa, y
teniendo el sol y la playa como testigos
le dije:
-Tú sabes que te amo desde el primer
momento en que te vi.
(Cara de desconcierto)
-Tú sabes que te quiero desde ese día
en que te conocí en el carnaval, fuimos
a los juegos y reímos. Por eso quiero

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que estemos juntos. Ella se me quedo
viendo, callada, luego se me acercó y
me besó. Aquel día nos fuimos a su
casa y ya allá, nos dedicamos a disfrutar
el placer de nuestros cuerpos. Aún
recuerdo esa primera vez y del placer
que sentí al mover mi cuerpo dentro del
suyo y la tranquilidad con la que dormía
Vanessa después de ese primer
encuentro.

Ya casi era el final del año escolar, y


todos estaban viendo universidades a
que universidad se iban a ir. Aquel día
habíamos ido todos los de la clase a una
feria estudiantil que estaba en la
universidad Estatal. Dania se había
acercado a ver el estand de ciencias
biológicas pero le dijeron que no había
medicina, que tenía que ir al Distrito
Federal para estudiarla. Después de
haber salido de la exposición y de haber
pagado el paquete de fotos para la
graduación, Vanessa y yo nos fuimos a
dormir a mi casa, aunque estaba más
que prohibido por mi madre. Al
despertar, nos dio hambre y fuimos a
comer unas tortas. Mientras comíamos,
jugábamos con los refrescos. Al salir de

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la loncheria, Vanessa encontró un papel
en su sudadera (que alguna vez había
sido mía) donde tenía anotado el lugar
donde se haría una reunión, le pregunte
si quería ir, ella dijo que si y fuimos.
Mientras veíamos los fuegos artificiales
iluminar el mar, Vanessa se lanzó a
llorar, cuando le pregunté que le
acontecía, ella me dijo de que tenía
miedo de que terminásemos después de
la graduación, yo la vi con ternura, me le
acerque, la abrace y le prometí que
iríamos juntos a la universidad, ella alzo
sus ojos mojados, se secó las lágrimas y
sonrió. Pasamos un buen rato viendo
como los fuegos artificiales iluminaban la
Bahía.

Chicharito recibe, chicharito la pasa, tira


y goool. Estábamos a un gol de ganar,
pero como ya estaba cansado decidí ir
al baño. Cuando salí del baño, pude ver
a Dania, estaba llorando en el piso
mientras Daniel le decía algo. Regrese
al partido, el otro equipo había anotado
un gol, pero nuestro equipo rápidamente
lo empato. Ya en el último segundo

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Jeshua anotó un gol y pudimos ganar la
copa de futbol de la escuela. Al regresar
a mi casa mientras me encontraba
revisando el buzón encontré algo en el
mismo, era una carta de mi amigo
Miguel, en ella me decía que él, Chucho
y Daniel estaban planeando ir al mundial
que se celebraría en Brasil y que para
ello, realizarían un viaje a través de
Latinoamérica en el cual visitarían las
principales ciudades de los países que
estuvieran en el camino. Al final de la
carta, Daniel escribía que no era
necesario que contestase la carta pero
si quería ir con ellos tenía que llegar allá
en menos de dos semanas ya que el
mundial comenzaría en dos meses y se
tenían que hacer los preparativos para el
viaje. Estaba a punto de pensar en que
hacer cuando llego de repente a mi casa
Vanessa. Al verme, me tomo de la mano
y me llevo al lugar donde se tomaría la
foto de graduación en la cual pudimos
aparecer los dos juntos, ya que los de
las fotos ordenaban a los alumnos
arbitrariamente, y junto a todos nuestros
amigos. Después de que tomaron la foto
de graduación y de despedirme de
Vanessa quien se había ido a cambiar
para la fiesta de graduación de la noche

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, me dirigí a la playa. Estuve un largo
rato viendo el mar, no sabía si ir a Rio
de Janeiro o no, por un lado quería
quedarme con Vanessa y entrar a la
universidad con ella, como lo habíamos
prometido, y por otra quería ir a Brasil
porque aparte del mundial, tendría la
oportunidad de aprender a jugar con los
que había oído que eran los mejores
futbolistas del mundo. Después de un
largo rato de estarlo meditando,
finalmente decidí ir a Rio de Janeiro. A
la siguiente semana me fui rumbo a mi
ciudad natal no sin antes despedirme de
Dania, quien me dio un cálido abrazo, el
cual me dio la energía para seguir
adelante, y de dejarle una carta a
Vanessa.

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Era el invierno de 1993. Me encontraba
bebiendo mi café de la mañana en una
cafetería cuando se escuchó en las
noticias de la televisión que habían
asesinado al candidato favorito para
ganar las elecciones presidenciales.
Mientras veía la conmoción de la gente
que estaba alrededor al escuchar la
noticia, no pude evitar pensar que quien
habría dado ese disparo hubiese sido
yo. Mientras salía de la cafetería, para
recoger a mis hijos de la escuela,
recordé mis primeros días en la
academia. Era el invierno de 1971,
acababa de regresar de Rio y estaba
buscando trabajo. Mientras caminaba
por la calle, vi un letrero que decía
“estamos contratando gente, para unirse
a nuestras fuerzas, 18 años en
adelante”. Como parecía un buen
empleo, decidí presentarme al día
siguiente y en menos de lo que canta un
gallo ya estaba patrullando las calles de
la ciudad. Un día mientras mi pareja y yo
estábamos comiendo tacos en un
puesto de la calle, vimos como una
joven estaba siendo asaltada,
rápidamente fuimos en su ayuda y
sometimos al agresor. La joven nos
agradeció y nos invitó a su casa. Yo no

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sabía si ir, pero ante la insistencia de mi
pareja y de la joven quien me miraba
con una mirada especial, acepté ir. Al
día siguiente mi pareja y yo nos
presentamos en la dirección que nos
había dado aquella chica que habíamos
salvado el día anterior. Era una casa
grande elegante de estilo brasileño con
unas grandes escaleras en el medio de
donde la chava apareció. La joven quien
ya se había identificado como Rosalba
Luna el día anterior, era una joven
guapa, delgada de cabello café muy
similar a Paula. La joven nos saludó y
nos invitó a pasar al despacho de su
padre. Fue ahí donde conocí a Don
Aduufo, un hombre alto, fuerte,
comisionado de seguridad pública. Don
Aduufo, nos agradeció por haber
salvado a su hija y nos dijo que nos
daría una ratificación por nuestro
excelente actuar el día anterior. Mientras
decía esto, pude ver que la joven me
veía de reojo.

Habían pasado varios meses desde que


rescatamos a aquella bella joven de las

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manos de aquellos rateros y de que me
habían otorgado el cargo de Capitán de
equipo de investigaciones. Para
entonces, salía con la hija de Don
Aduufo. Era muy lindo salir con ella, era
una chava muy dulce-tierna que de
cierta manera llenaba de alegría mi
dolido corazón. Un día mientras
estábamos en una comida que Don
Aduufo había organizado, Don Aduufo
se me acerco y me dijo:
-Mauricio, tú sabes que te aprecio,
desde que empezaste a salir con mi hija
te considero como un hijo, por eso te
pido este favor. Mauricio necesito que
agarres al líder de una banda que está
operando dentro del área de mi querido
Guzmán. Por eso quiero que lo atrapes
pero recuerda: no lo quiero en la cárcel.
Yo siempre había apreciado a Don
Aduufo no solo por haberme dado el
cargo de Capitán, sino por haberme
permitido salir con su hija, por lo cual no
dudé en realizar dicha operación. Al día
siguiente mis hombres y yo empezamos
con los preparativos para la operación.
Estuvimos planeando la por una semana
y por fin habíamos descubierto una
manera de subir al cerro en el cual me

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había dicho Don Aduufo que operaba el
líder de la banda. Era una pequeña calle
que subía por todo el cerro hasta la
parte trasera de una casa que daba
hacia la plaza donde Don Aduufo nos
había dicho que iba a haber un
intercambio de droga. Mis hombres
tenían la estricta orden de disparar a
discreción después de que escucharan
el primer disparo. Cuando llegaron las
personas que Don Aduufo nos había
dicho que eran los encargados de
distribuir droga en esa zona, realice el
primer disparo, al cual le siguieron los
disparos de mis hombres. El sonido de
las balas resonaba en las paredes de las
casas que rodeaban la plaza. Al final, el
saldo fue de 8 personas muertas.
Cuando llegaba a casa de Don Aduufo
para contarle los resultados del
operativo, pude ver como camilleros
sacaban dos cuerpos de la casa Don
Aduufo, eran los cuerpos de Don Aduufo
y Rosalba, alguien les había avisado
que Don Aduufo nos había dado el
soplo.

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Habían pasado 5 años de aquel fatídico
accidente que culminó con la muerte de
Don Aduufo y de su hija, Rosalba Luna.
Para entonces me encontraba sirviendo
en el ejército. Se me había asignado la
parte norte del país, específicamente la
parte de la costa del pacifico. En aquel
entonces, hubo varias huelgas en las
minas del Estado en donde había
conocido a Dania, Dulce y a Jenny.
Cuando me ordenaron que me dirigiera
hacia allá, estaba emocionado, desde
que partí de ahí para ir con Miguel,
Daniel y Luis a recorrer Latinoamérica,
no había vuelto a regresar más que la
vez que regresé para ver a Dania.
Después de dejar mis cosas en la base
y de reunirme con mis superiores para
que se nos diera la información de la
operación, lo primero que hice fue
dirigirme a la plaza del pueblo. Allí, me
dedique a comer unos tacos en el
mismo lugar donde iba con Dania,
Dulce, Carlos y Jenny. Después de
terminar de comer, decidí ir a visitar a
Dania. Al llegar a su casa, no había
nadie, solo una pila de cartas sin
recoger. Tenía ganas de verla y de darle
un abrazo como el que nos dimos
cuando se despidió de mi un día que la

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encontré en Rio mientras estaba ella de
vacaciones, pero como ya era tarde y
tenia ordenes de regresar antes de las
1800 horas al cuartel, decidí irme. Al
llegar al cuartel, se nos dijo que la
situación se había complicado, el alto
mando no quería que hubiera problemas
antes de que iniciaran los juegos
olímpicos que se celebrarían en el país
por lo que ordeno que se reprimieran las
huelgas que había en el Estado a más
tardar en cuarenta y ocho horas.
Cuando mi mando me ordeno reprimir la
huelga en San José, sentí un pesar
horrible, ya que había escuchado que
muchos de los trabajadores que estaban
en esa huelga eran antiguos estudiantes
de la preparatoria oficial 5 y temía que
entre ellos estuviese alguno de mis
amigos. Al final, como no quise seguir
las ordenes que mis superiores me
habían ordenado, estos me degradaron
a capitán, no sin antes darme la orden
de salir a primera hora de la mañana y
reprimir la huelga. Al día siguiente salí
con un convoy con 300 hombres a bordo
de 20 camiones y 10 lanchas de guerra.
Mientras el convoy avanzaba por la
carretera, yo me encontraba en una de
las lanchas de guerra, cuando pasamos

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el arco, pude ver la casa de Dania a lo
lejos, aquel día murieron 1000 personas
cuyo único delito fue exigir sus
derechos. Mientras me encontraba
acostado en la arena de la playa, pude
ver a una joven. Mientras la miraba,
sentí un de tristeza me invadió, aun
recordaba a ese hijo y a aquella mujer
que se habían desvanecido de mi vida
para siempre.

Colombia, Francia, Irak, eran pocos los


países en los que no había estado. Por
mi excelente trabajo en San José, mis
superiores me habían enviado al centro
del país, lugar de donde era
originalmente, como “premio” por mi
buen servicio, un día, mientras estaba
en la cancha de basquetbol de la cárcel,
un general se acercó a mí y me
pregunto si era yo el que hubiera sido el
yerno de Don Adulfo. Como se me hizo
raro que un general se dirigiera a un
hombre de grado inferior en mis
condiciones, tomé mis precauciones,
pero al saber que era más que seguro
que supiera la información en mi historial

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de servicio debido a que no creía que un
oficial de alto rango se dirigiera alguien
así por que sí , le dije que efectivamente
había sido yo quien fue el yerno de Don
Adulfo.
-Sí, yo sabía que te había visto en algún
lugar. Don Adulfo era un buen hombre,
lástima que se nos tuvo que adelantar
en el camino.
Yo sintiendo desconfianza, y como Don
Adulfo me enseñó a nunca confirmar en
nadie en este ambiente, me limite a
escucharlo. Al final, como el general ya
se tenía que ir, me pregunto si quería
participar en una competencia donde el
ganador recibiría una grandiosa
condecoración. Se me hizo raro que me
preguntara eso sabiendo la situación en
la que estaba. Le pregunte de que se
trataba dicha competición. El me dijo
que solo eran unas cuantas pruebas
sencillas. Dudaba de sus palabras, pero
no teniendo otra opción acepté, y
comenzaron las pruebas. No sabia que
aquel general era también el encargado
de seleccionar a las fuerzas especiales
de las que nunca había escuchado
incluso habiendo siendo Mayor en el
ejercito y la competencia a la que se

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refería el general era las pruebas para
entrar en esta unidad. A pesar de no
tener tanta experiencia como mis
compañeros de armas, pude pasar las
pruebas debido a que gran parte de mi
vida había vivido en la Ciudad, y el
haber estado en Rio y en el norte me
ayudo a soportar la humedad y el calor,
cosa que me fue de ayuda durante las
pruebas en la selva y en el desierto.
Después, de haber pasado las pruebas,
pasé 2 años en un centro de
adiestramiento y otros 4 yendo a otros
países para dar informes a mi mando
superior sobre lo que pasaba en ellos,
incluso en alguna ocasión se me dio la
orden de eliminar a un jefe de Estado,
aunque también hacia trabajos internos
como la vez que eliminé a un
gobernador, a petición del general. Un
día, después de haber terminado una
misión en Irak que nos habían
encomendado nuestros amigos gringos,
pequeño favor porque nos dejaran poner
misiles balísticos en nuestro país, decidí
pedir licencia a mis superiores para
regresar a la base en México. Ellos
aceptaron con la condición de que
mantuviera prendido mi localizador y
proseguí a acomodar mis cosas.

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Mientras lo hacía, encontré una vieja
foto donde aparecíamos Dania y yo
abrazados. Ya hacia un tiempo que
sabía que amaba a Dania, lo cual
descubrí mientras viajaba por Irán y
recordaba las cosas que había vivido
con ella. En mi felicidad, incluso escribí
un poema para ella que decía más o
menos así:
“Y vine en tu búsqueda y no te encontré,
pero se que con el tiempo lo haré. Y si
no te encontrare yo sé, que hasta en el
quiosco de La Paz el 3, el 10 y el 17 de
3 a 5 yo te busqué”
Reí al ver que le había puesto en donde
podíamos vernos ya que era
completamente innecesario ya que a
pesar de que la última vez que fui a su
casa parecía que nadie vivía en ella, y
en efecto así era, Dulce me había dicho
que Dania ya había vuelto San Lucas
desde hacía un tiempo, ya que se había
ido a la Ciudad de México para estudiar
medicina como siempre había querido, y
que vivía en una casa que había
construido su familia en la playa donde
íbamos, esto me lo dijo el día en que fue
el homenaje a los que habían muerto en
la huelga de San José, donde algunos

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de nuestros compañeros de la
preparatoria habían muerto incluyendo
un amigo de Dulce. Aquella noche pude
dormir tranquilamente a pesar del dolor
que aun tenia. Al día siguiente, regresé
a México. Al llegar, me recibió mi familia
en el aeropuerto, ellos solo sabían que
me habían pedido en el trabajo que me
fuera al extranjero. No había visto a mi
madre desde la muerte de Lidia. Aún
recuerdo como mi madre me abrazaba y
me consolaba mientras me decía que no
había nada que hubiera podido hacer,
una hemorragia interna de causa
desconocida en el tercer trimestre del
embarazo. Llegamos a la casa de mis
padres, cenamos, y me fui a dormir al
que era mi cuarto donde explote en
llanto, aquella noche, llore a aquel hijo
que había perdido, y por Lidia, quien se
había entregado en cuerpo y alma a mi
cuando hicimos a ese niño, maldije todo
lo maldecible y llore el no haber sido yo
quien se hubiera muerto en lugar de
ellos. Al siguiente día me fui a recorrer la
ciudad. Como hacía mucho que no
comía unos tacos de canasta, fui a
Ciudad Universitaria. Después de recibir
mis tacos de un vendedor ambulante,
me llegó un mensaje, al parecer un

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espía gringo había fallado en su misión y
se encontraba huyendo y nos pedían
que lo detuviéramos en caso de verlo en
nuestro camino. Decidí pasar por alto el
mensaje y me dirigí a Coyoacán. Al
entrar en un café, me encontré a Miguel.
No lo había visto desde que decidió
quedarse en Tegucigalpa durante
nuestro viaje por Latinoamérica. Me
contaba que se había casado con una
de las camareras que habíamos
conocido mientras estábamos allá y que
ahora era padre de tres hijos. Mientras
me contaba que había sucedido
después de la última vez que lo vi, como
fue que se casó con su mujer y la
alegría que sentía de tener 3 hijos, algo
cambio dentro mí, la tristeza y el
remordimiento que sentía y se habían
convertido en un sentimiento de
esperanza, de alegría al pensar que
Lidia y ese pequeño, no desearían que
estuviera triste y de que siguiera mi vida.
Después de esto sentí ganas de querer
volver a algún lugar pero antes de que
pudiera saber cuál era ese lugar, sonó
mi Beaper. Mensaje urgente del general
“reunión 1800 horas” Me despedí de
Miguel y me fui a la base. Al llegar al
cuartel, el general nos informó de un

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accidente que había sucedido en el
pacifico. Al parecer una plataforma
petrolera había explotado causando la
muerte de 500 paisanos. Según los
datos recabados, agentes del gobierno
canadiense habrían saboteado la
plataforma con el fin de que esta no
pudiera perforar el recién encontrado
mayor pozo petrolífero que se había
encontrado en el océano pacifico. En
vista de esto el general me informo que
sería enviado a un puerto ubicado en
San José para sabotear un barco que
llevaría a todos los trabajadores que
necesitaba una plataforma canadiense
para perforar el pozo. Se me ordeno
sabotear el sistema eléctrico en los
depósitos de combustible del barco a fin
de que pareciera que había sido un
corto circuito el que causara que el
combustible en los depósitos explotase.
Me infiltre durante la noche en uno de
los contenedores de materiales que
según inteligencia me había dicho que
sería colocado junto al depósito de
combustible del barco. En la noche salí
del contenedor, pero al ver que había
guardias cuidando, decidí regresar a mi
escondite. El barco zarpo cerca de las 5
de la mañana conmigo adentro. Calculé

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que el barco seguiría la línea de la costa
por 30 minutos antes de entrar de lleno
en el mar pacifico, lo cual no lo vi como
una desventaja, y que me permitiría
saltar del barco y llegar nadando a la
costa. Decidí poner una pequeña carga
de C4 en lugar de sabotear el sistema
de fuselaje ya que de no hacerlo así no
podría saltar al mar sin ser descubierto,
ya que pronto seria la hora de levantarse
de los trabajadores del barco, además
de llegar a la plataforma y abrir el
contenedor, me descubrirían y la misión
fracasaría. Salí de mi escondite y
procedí a colocar la carga pero antes de
que pudiera terminar, escuché un
sonido, era el sonido de las balas
golpeando una placa de metal que
estaba junto a mí, los canadienses se
habían dado cuenta de mi presencia,
rápidamente tomé mis cosas y me fui,
no sin antes dejar encendido el contador
del detonador con un minuto. Me dirigí
rápidamente a la salida, las balas se
escuchaban. Ya casi veía la salida, pero
antes de que pudiera llegar se oyó un
estruendo, era la carga que había
explotado antes. Todo el barco empezó
a explotar. Yo salí volando por la fuerza

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de la explosión que causo que cayera en
el agua.

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Sonido de olas

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Sonido de gaviotas

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Sonido de olas

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Sonido del mar

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El sonido de las olas hizo que me
despertara. Al abrir los ojos pude ver la
playa y al fondo una cabaña un poco
derruida por el tiempo. Había regresado
al lugar donde había encontrado la paz.
(Praia da Independencia)

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“Y vine en tu búsqueda y no te encontré,
pero se que con el tiempo lo haré.
Y si no te encontrare yo sé, que hasta
en el quiosco de La Paz el 3, el 10 y el
17 de 3 a 5 yo te busqué”

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