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Gerber Bicecci
Escritura delictual. Existe una calle que quizá no si ha chocado un foco, si ha
El hurto, el reciclaje y es una calle sino varias. Un hecho mierda el tapabarro, en
los conjuntos vacíos conjunto de vías que tal vez cualquier casa de Av. 10 de
de Verónica Gerber. son sólo una parte, un tramo, el julio Huamachuco encontrará
Presentación desarrollo o incluso el clímax el accesorio que necesita. El
de Nona Fernández. (nunca el final, probablemente Palacio del Repuesto, El Reino
no lo tenga o sólo sea un nuevo del Tapabarro, El Castillo del
principio), de una avenida larga Espejo. Trece cuadras y media
que se extiende o más bien se destinadas a entregar un re-
refleja en el mapa de muchas puesto tan bueno como la pieza
ciudades latinoamericanas. En que ya no está. Muchos de
Buenos Aires se llama War- esos repuestos son rescatados
nes. En Lima San Jacinto. En de algún choque y reciclados
el DF La Buenos Aires. En para su venta. Muchos son
Santiago de Chile es Av. 10 robados. Es posible que tras el
de julio Huamachuco, la calle robo de nuestro espejo llegue-
de los repuestos. Si alguien ha mos a 10 de julio a comprar el
quebrado uno de sus espejos, mismo espejo que nos robaron.
si le han robado las tapas de Es posible también que nos
las ruedas, los limpiaparabri- subamos a un auto ajeno y
sas, los parlantes de la radio, encontremos ahí un pedazo
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nuestro que alguien nos hurtó. de Julio Huamachuco para ahí de inventar profundizamos en
10 de julio es el lugar de las trabajar sus artefactos insurrec- lo que ya está? ¿Qué pasa si
segundas vidas. De las nuevas tos, inclasificables, rebeldes, desbaratamos el tiempo lineal
oportunidades, de las otras intertextuales. Artefactos y replanteamos? ¿Qué pasa si
combinaciones posibles. El manufacturados con lógicas detenemos las fábricas, si deja-
azar y el delito trazan pacto delictuales que tensan palabra mos de producir para restaurar?
para replantear nuestras estruc- e imagen, que buscan romper ¿Qué pasa si recuperamos?
turas móviles, para proponer perspectiva, que trafican mate- ¿Qué pasa si reciclamos? ¿Qué
e intervenir los artefactos en riales de otras obras, de otros pasa si agradecemos? Bajo esta
los que nos desplazamos y, por campos, de otros territorios, lógica Verónica Gerber ha re-
ende, para ofrecer una nueva piezas sueltas de otros autores escrito libros ajenos, ha hurtado
manera de transitar el mundo. y autoras, que son revisitadas su estructura y ha actualizado
Una que implica cargar con y lanzadas al dominio público sus contenidos, como lo hace
piezas ajenas. Con repuestos proponiendo una mirada que en Otro día, poemas sintéticos,
que hablan de nuestra propia desbarata toda ley, incluso las reescritura de Un día, poemas
carencia, de lo que ya no está y que norman la autoría y la pa- sintéticos, escrito hace más de
de cómo intentamos suplirlo. labra. Un verdadero asalto a las 100 años por el escritor mexi-
Piezas puente entre el ayer y el formas de producción pautea- cano José Juan Tablada. Bajo
hoy, entre el vacío privado y la das por el mercado, que rompe esa lógica Verónica Gerber ha
oferta pública, entre el yo y el la monotonía, enciende alarmas hurtado la biografía de autores
nosotros. Piezas posiblemente y alerta a las fuerzas policiales. y autoras que han abandonado
hurtadas que nos ofrecen la Escrituras visuales, espacios la idea tradicional de escritura
posibilidad de romper nues- narrativos, murales efímeros, para transformarse en artistas.
tros límites para habitar otros, les ha bautizado. Artefactos Sophie Calle, Ulises Carrión,
desapropiándonos de noso- literarios que dan la batalla al entre otros. En su primer libro
tros mismos y ofreciéndonos imperio del lenguaje y que bus- Mudanza, Verónica se trasviste
también. Accesorios ilegales can comunicar más allá la letra. de ellos y ellas, ocupa sus vidas,
que nos invitan a la mezcla, a pisa sus pasos, busca habitar su
asumir el intercambio y a acep- (Escribir un texto que sea mirada invertida, disparatada,
tar el delito como un ejercicio todos los textos o escribir un demencial. Bajo esta lógica de-
necesario de reciclaje, de afecto texto que sea la destrucción de lictual Verónica ha intervenido
y de enredo colectivo. todos los textos.) narraciones que no son suyas y
las ha mezclado con elementos
(Convertir la literatura en un Nadie escribe desde una página gráficos que tampoco son suyos.
suceso plural desde el principio, en blanco. Transitamos una Así lo hizo en La Compañía,
desde la creación.) calle que ha sido recorrida múl- donde la pieza robada es El
tiples veces. Es una calle plural, Huésped, de Amparo Dávila,
Instalo este texto en alguna nos pertenece, pero también le intervenida con otras piezas
dirección de esta calle com- pertenece al resto. Es nuestra, de La Máquina Estética de
partida de sentidos múltiples pero también ejercemos de Manuel Felguérez. Bajo esta
porque en ella se enredan invitados. Cada recorrido por lógica Verónica ejecuta una
muchas ideas que transitan ella es un viaje, una perspecti- escritura que intenta proponer
la obra de Verónica Gerber. va que queda plasmada en un un universo alternativo a la do-
Una obra exiliada de los lí- libro. Cada libro es una mirada minación de la propiedad y el
mites, que se desplaza fuera a la calle. En esta sobrepobla- capital, una que evidencia el en-
de ellos, sin documentos ni ción de miradas que acumula redo, la posta, la constelación de
autorizaciones de entrada o el tiempo y la calle, ¿qué pasa materiales ajenos que configu-
salida. Una obra migrante que si en vez ofrecer algo nuevo ran un texto. Una que se plantea
podría tener un paradero, o observamos mejor lo que ya como un eslabón y una ofrenda
más bien un taller, en Av. 10 existe? ¿Qué pasa si en vez a la escritura comunitaria.
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Escrituras del
para saber qué hay detrás, en última instancia,
hay que abrirla y asomarse.
Una línea punteada es una línea porosa, per-
Verónica
tenedor con orificios.
Gerber Bicecci
El conejo juega con la caja mientras una voz Más allá de la nomenclatura específica del con-
adulta le hace preguntas desde el mundo obje- tenedor, el dato importa porque la función de
tivo. El conejo siempre negará que la suya sea esas vasijas era muy particular: se usaban para
una simple caja y reciclará la frase más conocida conservar cereales o semillas y también para
de René Magritte para responder. Estas páginas depositar cadáveres en un tipo de inhumación
en particular, en las que dos entes no humanxs antigua; pero en estos casos las vasijas se enterra-
(un conejo y una caja) se convierten en un cy- ban bajo la tierra, como si se tratara de ataúdes, y
borg, también me recuerdan que nuestro propio se quedaban ahí. Me pregunto entonces, ¿cuáles
cuerpo es otra más de las cajas con agujeros que serían esos penosos males que saldrían al abrir
necesitan aire, luz y energía para vivir. Pero, so- una vasija con semillas o cereales?
bre todo, subraya que, si no sabemos qué hay Fue la lingüista y académica Jane Ellen Harri-
detrás de la ventana tal vez sea porque dejamos son, en su libro Prolegomena to the Study of Greek
atrás la niñez o, simplemente, porque estamos Religión (1903) quien, a través del archivo y el
limitadxs: somos solamente humanxs. análisis minucioso, logró revertir, tal como ella
Suelo pensar en cajas con agujeros cuando me lo dice: “la mitología patriarcal de Hesíodo” en
toca subir a la azotea con la cubeta de basura or- la que los atributos de Pandora aparecen “extra-
gánica para echarla en el compostero. La última ñamente cambiados y subestimados.”
vez, me puse a pensar en Pandora y en su conte- La primera pista de Harrison es esta escena
nedor, madre de todas las cajas con agujeros. En mitológica, pintada en una vasija; también se
Trabajos y días (700 AC), Hesíodo dice: “Antes encuentra en el Museo Ashmolean de Oxford y
vivían sobre la tierra las tribus de los hombres sin data del 450–420 AC:
males, sin arduo trabajo y sin dolorosas enfer-
medades que dieron destrucción a los hombres
[...]. Pero la mujer, quitando con las manos la
gran tapa de la jarra los esparció y ocasionó pe-
nosas preocupaciones a los hombres.” Pandora
es esa mujer, una más de las muchas mujeres con
mala reputación en la Historia. Pero como dice
Ariella Azoulay “lo que se ha institucionalizado
como el orden de las cosas no sólo es indignante
sino reversible”, y el trabajo de archivo es “una
de las claves de esta reversibilidad”. Todavía es
posible convertir la mitología de Pandora en una
línea punteada, nunca fija del todo, abrirle respi-
raderos a esa interpretación única y monolítica.
En busca de esa otra historia, la primera pista
que encontré, en la Wikipedia, es que en el siglo La mujer que “emerge de la tierra con los brazos
XVI, Erasmo de Rotterdam tradujo pithos como abiertos y saluda a su esposo, Epimeteo, es Pan-
pyxis (que en latín significa “caja”). Un pithos es dora” (ΠΑΝΔΩΡΑ), dice Jane Ellen Harrison,
una vasija de barro con tapa, como esta, que data “ella es la tierra, dadora de todos los frutos”.
del 700–601 AC y se encuentra en el Museo La segunda pista de Harrison es una cílica
Ahsmolean en Oxford: (470–460 AC) con una escena, de la que so-
breviven apenas algunos trazos visibles, en la
que se representa la creación o nacimiento de
Pandora. En este plato, que forma parte de la
colección del Museo Británico, Hefesto apa-
rece claramente membretado “ΗΦΑΙΣΤΟΣ”.
Fue él quien la moldeó con arcilla por orden
de Zeus. Y, en el lugar de Pandora, se alcanza
a leer: “ΝΕΣΙΔΟΡΑ”, “(A)nesidora”, “dadora
de dones de la tierra”, que es su otro nombre,
uno que comparte con Gaia, madre de la vida y
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personificación de la tierra y con Deméter, pro- Medinensi (1674) en el que cirujanos persas
tectora de las cosechas y de la fertilidad de la extraen lombrices de Guinea de pacientes que
tierra. Con estos datos, Harrison logra devolver- sufren dracunculiasis. En este acercamiento po-
le a Pandora sus atributos de diosa ctónica; esos demos ver cómo sus manos las jalan y enredan
que perdió en la versión de Hesíodo. en palos para sacarlas del cuerpo:
La vasija de Pandora, como ella misma, está
hecha de tierra, de arcilla y, a la luz de los ha-
llazgos de Jane Ellen Harrison, parece más
lógico que en su interior hubiera semillas, ce-
nizas o cereales. Todas materias compostables,
aparentemente inertes que, bajo las condiciones
adecuadas, pueden rebrotar, o ¿qué otros ele-
mentos podría resguardar la madre tierra en su
vasija para dar vida?
Así que ahí estaba yo, en la jaula de azotea,
frente a mi compostero. Abrí la tapa y metí la ca-
beza para ver y oler el estado de oxidación de su
interior. De pronto algo se movió entre la tierra.
Era una lombriz todavía pequeña que, segura- En la historia del arte occidental, las lombrices
mente, había nacido de algún huevo traído por parecen casi totalmente relegadas a las vanitas y
una de las tantas hormigas que trabajan ahí. Me a los memento mori. Son malignas, desagrada-
alegró la mañana. La llegada de las lombrices bles, indeseables, como se ve en la espeluznante
siempre es una buena señal: al excavar y hacer cabellera de esta miniatura italiana al óleo, tam-
túneles, ellas ingieren los materiales orgánicos y bién de la Colección Wellcome:
los transforman en nutrientes; son productoras
naturales de un abono que puede colaborar para
recuperar suelos degradados o contaminados
con sustancias tóxicas.
Pero las lombrices, al igual que las mujeres,
también tienen una reputación negativa, se las
asocia casi exclusivamente con la enfermedad
y la muerte. En el catálogo virtual de la Co-
lección Wellcome encontré un diagrama de Li
Shouxian, que aparece en el libro ilustrado de
acupuntura Huitu zhenjiu yixue (1798). En este
fragmento podemos ver las escatológicas con-
secuencias de las enfermedades causadas por
lombrices en el cuerpo humano:
Apéndice
El recorrido anterior me permite ahora esbozar *Las escrituras del compostaje no olvidan ni bo-
un diagrama textual que, ojalá, sirva para cons- rran las múltiples diferencias entre los mundos
truir y pensar composteros de lenguaje: que descomponen y fermentan. “La permeabi-
lidad no es igualdad”, “ni es homogeneidad”,
*Las escrituras del compostaje son líneas dicen también Jennifer Mae Hamilton y Astrida
punteadas, zurcidos o costuras visibles entre Neimaris.
fragmentos diversos; cuidan y cultivan colabora-
ciones y combinaciones inesperadas. *Las escrituras del compostaje se preguntan
(aunque no podrán responderlo todavía) cómo
*Las escrituras del compostaje siempre son rees- resituar lo humano y lo no humano al contar
crituras, y se reconocen como tal. historias.
*Las escrituras del compostaje muestran sus *Las escrituras del compostaje suceden en los
múltiples voces y procesos; no se ocultarán de- límites del lenguaje, lejos de binarismos, porque,
trás de la “genialidad” de una sola voz. Ya no como escribe Ursula K. Le Guin en su ensayo
tendrán autor, pero siempre será posible rastrear “Hacer mundos” (1981): “para hacer un mundo
sus interseccionalidades. nuevo definitivamente se comienza con uno an-
tiguo. Para encontrar un mundo, tal vez tienes
*Las escrituras del compostaje proponen el len- que haber perdido uno. O tal vez tienes que estar
guaje como un suelo: reconocen que escribir es perdidx. La danza de la renovación, la danza que
siempre una extensión del cuerpo y una forma de hizo al mundo, se ha bailado siempre en el filo
cartografiar y resignificar sus capas, sus mundos. de las cosas, en el borde, en la orilla brumosa.”