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PROSA DEL QUE ESTÁ EN LA ESFERA

león félix batista

PROSA DEL QUE


ESTÁ EN LA ESFERA

tsé ≈tsé
Batista, León Félix
Prosa del que está en la esfera / León Félix Batista; - 1a ed. -
Buenos Aires : Tsé-Tsé, 2006.
288 p.; 20x14 cm. (Archipiélago; 21; dirigida por Reynaldo
Jiménez )

ISBN-10: 987-1057-56-3
ISBN-13: 978-987-1057-56-6

1. Poesía Dominicana. I. Jiménez, Reynaldo, dir. II. Título


CDD RD861

coeditado con
Ediciones Ferilibro (no. 91)
Dirección General de la Feria del Libro
Secretaría de Estado de Cultura de la República Dominicana
comision@ferilibro.com
leonfelixbatista@hotmail.com

diseño rj + gg

©2006, león félix batista


©2006, tsé≈tsé

impreso en argentina - printed in argentina

tsetse@sinectis.com.ar
LA EXCRITURA

león félix batista

Tú cabes en lo bello si eres perfecto en hieles


MANUEL DEL CABRAL

En cuanto al contenido, el hecho de que dé preferen-


cia a temas netamente profanos lo tomo como carta de
designio. Así, la trilogía que componen mis libros Ne-
gro Eterno, Vicio y Torsos Tórridos se concibe como
una Erótica-Ética, aunque bajo una noción de sistema
muy particular: Negro Eterno (o Eros bajo el pliegue
del canto popular y de la melodía), Vicio (o Eros filtra-
do por la plasticidad del cuerpo en los espacios) y Tor-
sos Tórridos (o Eros designado sobre las superficies
mundanas del vestido) no son, precisamente, tratados
de ideas sino de sentimientos, posturas, superficies.
Manejo, pues, la intencionalidad de alejarme de los
grandes temas (privilegiados, precisamente, por mi ge-
neración), para mí disipados en la contundente actua-
lidad: universos virtuales, la simultaneidad del hecho
histórico y su información, la elisión de la persona en
el ámbito de la uniformidad. Descreo, por eso, del
poema como objeto prosódico cerrado: existe el texto
(y punto) y pretendo conformarlo en un cuerpo de
simbiosis: un ánimo mestizo desarrollado como el
asalto de la sinuosidad a la corrección gramatical (es-
cudo del Poder), como agresividad de forma frente a
los edificios discursivos del Control.

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Pero ese contenido de apertura se cierra, sin embargo, sión extraiga su equilibrio de entre la fealdad y la fór-
en el formato de la página: el lector-televidente-inter- mula retórica.
nauta-radioescucha se enfrenta a un macizo sin san-
grado, simétrico, geométricamente armónico. Bloque Escribir es, para mí, poner un velo para revelar, des-
al modo plástico: la escultura brotará con la lectura, la mantelar con una construcción.
mirada dará significado al cuadro, la explosión (im-
plosión) sucederá alrededor y dentro de la caja-moni-
tor: un texto que imitara la membrana celular con mo-
saicos fluidos de palabras.

Y elijo el ojo como elemento primordial de percep-


ción, sin descartar la incidencia de los demás sentidos
en el registro de la realidad. Así que describir, narrar y
definir acaban arropando las actitudes líricas. Apelan-
do al barroco, al objetivismo, al viejo vitalismo, etc.,
el decir se afana por el híbrido para escurrir el canon
del signo y de la imagen, aplica el mestizaje entre los
géneros, las referencias y hasta los idiomas. No se de-
tiene ante los usos considerados no-poéticos, y recu-
rre (si es necesario) a términos gnoseológicos o comu-
nes, del vulgo o la cultura popular, asimismo a las téc-
nicas de la épica o la ensayística y, siguiendo en esa
escala, el texto puede ser por momentos satírico, dra-
mático o inclusive pastoril.

Aun ya publicado el texto puede sufrir metamorfosis,


a través de un proceso que denomino de excritura: por
eso Vicio se excribe en Crónico y éste deriva de nuevo
en Vicio, Torsos Tórridos fue excrito, premiado e im-
preso como Burdel Nirvana y vuelve en excritura a
Torsos Tórridos, y Negro Eterno ya tuvo su excritura en
Negro Eterno. Se trata de que el yo omnisciente per-
manezca solapado tras las letras y los caos, y su expre-
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NEGRO ETERNO
a mi madre y a mi padre
que gestaron mi sentir

a Tico y a Morena

Accésit Premio de Poesía “Casa de Teatro


1996”, República Dominicana. Primera edi-
ción: Taller, marzo de 1997, Santo Domingo.
Segunda edición, corregido y disminuido: en
Se borra si es leído (poesía 1989-1999), Con-
sejo Presidencial de Cultura, Santo Domingo,
marzo de 2000. Aparece en el catálogo de
Editorial Graffiti, colección Literatura Menor,
Nueva Epoca, Xalapa, Veracruz, México,
pero nunca salió de los talleres de la Editora
de Gobierno del Estado de Veracruz-Llave,
debido al retiro del apoyo por parte de éste.
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Te invito, bien lo sé, a un vino aciago,
a una mesa insondable,
a una sala vacía
donde una orquesta luctuosa toca
el tango vil de la memoria.

JOSÉ ÁNGEL VALENTE


DAR EN LO NEGRO

víctor sosa
ciudad de méxico

Entonces dale elipsis


L. F. B.

Sólo el deseoso da, y da, mientras huye. He ahí a Leza-


ma diciendo: “es de la madre, de los postigos asegu-
rados, de quien se huye”. Y se huye por deseo de dar.
La escritura es dada como flujo del deseo y como tram-
polín (¿trampantojo?) que nos transporte más allá de los
postigos placentarios. Inseguridad, allende los postigos.
Inseguridad e indeterminación. ¿Qué se sabe y qué no
se sabe? ¿Qué es y qué no es? ¿Puedo definir la trayec-
toria de una bala (digámoslo: “yo”) de la cual desco-
nozco su Alfa y su Omega, su meta y su plasma? ¿Pue-
do –sin un sintomático y ético rubor– definir algo?
¿Concertar la cita con lo real: dónde? El deseoso huye
de los postigos así como de los orígenes. Patria-madre-
placenta. Se escabulle de la progenitora pocilga como
un alga (invertebrado al fin) que flirtea en lo acuciante,
a veces acuoso, a veces pedregoso, a veces barroso y
litoral. La huída es una condición de fijeza para el que
desea. Cambio y permanencia impuesta en su elección.
Puede elegir no desear (inmóvil silencio zen, ataraxia,
jaque mate al sentido), puede desear no elegir (Buda en
su mortal ingesta de jabalí), pero el deseo siempre es un
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presente y, a veces, un presente maníaco. en la perpetua busca de lo insólito.

Huir dando. ¿Qué nos da el deseoso León Félix Batis- Huir del increado origen, construyendo. ¿Qué cons-
ta? Nos da lo que puede: escritura. Nos da el presen- truye León Félix Batista? Torreones, laberintos sin Mi-
te (maníaco, o no) de la fuga de sus postigos. Por eso notauro, sólidos bloques tumultuosos, dóricas colum-
ahí –en ese Negro eterno– no hay nada seguro. Nos nas de palabras, compactados desboques centrípetos,
invita, como lectores, a la inseguridad de la indeter- cuadrados hoyos negros que en su miasma degluten al
minación. Crea en su escritura “un método para inde- lector. Estructuras disfuncionales, construye. Porque
terminarlo”, un simulacro de sentido que se desdice a “lo enunciable no es objeto de mi historia”. Que
renglón seguido, una construcción irrisoria por elípti- enuncien, en todo caso, los historiadores. Aquí, en
ca, por abstrusa, por Muralla china. Y lo dice: “Impo- cambio, “hay un contraste duro, asociaciones peligro-
sible antedecir la corriente de palabras, toda vez que sas”, “veloz desposesión”. Es decir, el poeta levanta
esto es ficción, un ademán de filme: integran un des- sólidos monolitos, geométricas estalactitas mondria-
temple, derriban el mutismo, no se sabe.” He ahí el nescas que, en primera instancia, parecen impenetra-
arte de la fuga que es “corriente” (electrificación de bles al ojo acucioso y clasificador. Estamos (y entra-
los vocablos habituales), corrimiento geológico de mos) en un territorio geológico de filosas lajas (“apues-
ese manto o lecho de palabras; filme (ficción) que co- ta, pues, a piedra”), de condensaciones metalúrgicas,
rre como el ojo en su manierismo de ademán. La de asperezas graníticas que si nos rozan nos hieren
meta no es metafísica: se trata de algo tan concreto con su magnitud. Sin embargo, ya en la cercanía, estos
(aunque sabemos que “no se sabe”) como derribar “el monolitos muestran sus poros, su siempre bien irriga-
mutismo”, deshacer el silencio (“Tanto espacio con do sistema arterial, su galimatías de arrítmicos diásto-
blanco decepciona”), elevar el bacilo cuadrangular les y sístoles, su renovada extenuación de órgano
del texto a la “contundente actualidad”. ¿Qué nos da, eruptivo. Estamos (si entramos) en una zona sísmica de
entonces, el poeta? Nos da lo que quiere: boleros. alta intensidad: “No cosa de palabra: un ácido violen-
Nos da baladas aparentemente baladíes enunciadas to y ocupado en empalmar el hachazo con la arteria”.
en el frontispicio de sus títulos, pero, detrás de estas Lo impenetrable ahí deviene permeable al vértigo. Lo
apropiaciones de los registros populares, más allá de frontal de pronto se hace hondura, topo el vocablo,
eso denotado, nos da las detonaciones de una escri- babélicos y hormigueantes vericuetos que se expan-
tura (o “excritura”, como él prefiere llamarla) que vie- den ¿hacia dónde? Toda definición de dirección sería
ne a reconvenir el canon poético de lo trascendente y hipotética y errada. La brújula trastabilla y se disloca
lo sublime, de la buena prosodia y de las prestidigita- en la diáspora (espora) del sentido. Polinización, des-
ciones del buen gusto, así como también de las nove- mantelamiento reproductivo, torrente bacteriológico
dades metafóricas de ciertas vanguardias osificadas de la lengua. Impertinencias enmarcadas siempre en
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ese geométrico ojal del texto que las condensa como
en un cuadro de Malevich. Informidad por tumulto, el sabor de un cigarrillo en la tarde que moría
por batahola, por paroxismo de contigüidad. Eros, sí,
en Negro eterno, pero erosionado por la imposibili-
dad, por la disipación de los cuerpos astillados, por lo
espectral del espectáculo. Afrodita en el celuloide y Allí están: tribulaciones, a las que ya es costumbre
sin laurel. Dados que in vitro ruedan sobre el damero anexionar madeja y embozarlas con yertez, informu-
del mantel. larlas. Toparse en los vestíbulos instiga a los amantes
carroñeros que no somos: tacitas para azúcar, socorro
Ese es el destino del deseoso: no tocar. Proseguir en la
persecución como un fracasado Teseo sin Ariadna ex- con los fardos y el trastrueque inaceptable del correo.
traviado en su laberinto de cristal pero labrando. Uno cree que se emancipa en su dinámica de ramas e
¿Qué labra el deseoso? Labra lacerías: cincela “el vi- inadvierte los designios: el oráculo es muy terco. Pero
cio a que es proclive”, lacera los tejidos por manía.
el torso está ahí expuesto (burdamente soberano) y es-
Huye –ya lo dije– para dar, y sólo en esa huida obra:
construye sus témpanos volcánicos; no da sentido al calón por escalón va a fraguarse entre los iris. Friccio-
César, da elipsis, da el misterio que lo oscuro escon- nan (casi nunca) mi codo y su costado, pero cuando
de, da en el blanco eterno de una escritura poética se da el hecho (a la vuelta de faenas) articula algún
por proteica, por seminal emisora, por –desde ese do- contacto con su neutra urbanidad, los crímenes de
mo de lo negro– dada.
ayer y el tópico del clima, p.e. Aviado de este mapa de
la imaginación, recogerme a ver su nuca será mi obrar
más tenue. Cuestión de dispersar las nebulosas del pi-
tillo, que son ya su aureola.

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los anhelos que no han sido cuando se cure bien mi herida
y el vestido de percal

que se apague todo cólico y vuelvas al


He vuelto (es un decir) a Dean Street (fue circunnave- gusto de la carne y la bebida
GIRRI
gación, devenir de paquidermo). La parada de autobús
–palizada de meadero– con la misma palomina e infa-
mación, mas ausentes tu percal y el pigmeo de las nie-
Con el máximo mutismo una pera de cactácea resal-
ves, activas cosas nulas clamando por mi anuencia.
tando en aspersión (excedente del festín) y en la base
Los vecinos soportales ya no ceden por alisios sino
del estómago las anclas de la agrura revolviéndose la
ante oxidación –las minúsculas miserias que radican
calcan. Combustionan todavía los multíplices olores
en la tráquea me limitan de explicarlo. Para darte dos
del sarao: contrito los celebro, marco mil circunferen-
ejemplos del fluir de tramontana: se divulga apenas
cias y trasboco lo de ayer. Es que leches y lejías y cali-
marzo pero mutan los abetos, requeríamos ardillas,
dez de caldo reclama el terciopelo sofocado del esó-
que los cardos prosperaran, y germinan sobredosis.
fago: arácnidos lo escocen y vastas vinagreras: infrac-
Vuelvo pues al meridiano contra el que discurre el cá-
ciones que equivalen a un estigma. Todo en órbitas
liz: para poder filiarlo a las mallas dilatadas de la
erráticas, trayectorias se intersecan: estrabismo, mien-
indeterminación.
tras tanto. Mantecas como un lago del pretérito de etí-
licos: tracería y arpaduras de demonios en los nervios.
Hasta el aire más translúcido acida en un día así.

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una tarde me fui hacia extraña nación cara tan bonita la de mi tormento

Aturde un componente (adultera el territorio) varios Labios graves, casi vasodilatados: resucita la carátula
metros calle arriba. He aquí el contrargumento: sea un de un disco de Mauriat (en vez la envuelven blondas
cielo con mancillas como oscura parentela e hilvanán- y se condensa aquí). Un mapa sus arterias (relieve en
dose tenaz como un cardumen, ramas. A la mente le vaso Ming), azul hidrografía en comunión ilimitada.
repugna el contenido heterogéneo, presunción de que Rebasan los remates corrientes de tumulto, mi yo mag-
el prodigio va alcanzando claridad. Aunque sé cómo netizado: peñasco a seducir y qué suma de riberas pa-
trenzar ambas manifestaciones: fraguar con todo y ra el cuerpo navegar. Y en el panel pintado (se asoma
huesos dimensión y escalofríos para tejer tapices, ex- al monitor sin azogue, que no falta) se quebranta con
tenderlos en alambres y ponerme a equilibrar respira- los ángulos, como si me envolviera: tan difusa la exis-
ción y asfixia. Con buen método, asilándome (sin ta- tencia y su dibujo realidad.
cha la simbiosis): así llego a la ciudad que parece una
mucosa que injertara a su volumen materia muy leja-
na. Así como el dolor, que se ubica en zonas álgidas y
desde allí se irradia para inhabilitar.

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ahora ya camina lerdo unforgettable: that’s what you are

Yo te comparo a una cadena de fatigas. Camadas de las nubes lapidan hoy al sol, pese a que
PABLO DE ROKHA permanece contra el sinfín malváceo. Un desnivel se
elonga auxiliando la bahía y origina su espejismo en-
tre los aires turbulentos. Yendo ya, porciones se distin-
Quizás un sol albino, caudal sin enunciar, también guen de la bóveda cuarteada y su flotante escualidez
contrae su sed, fugaz disminuir entre las ciénagas y el (que se vienen a plegar: mi venus quebrantable se di-
dómine. Se pasma –a la derecha– la carreta (basculan- lata en el ancón, la piel rampante). Un paño (nudo al
te), al tiempo el espejismo del sonido y su aspereza. cuello) precipita girasoles sobre el t-shirt anchísimo,
Imposible antedecir la corriente de palabras, toda vez aunque al séptimo de grupa represan unas licras, go-
que esto es ficción, un ademán de filme: integran un zosas del juguete, casi estallan. Continuo un intervalo
destemple, derriban el mutismo, no se sabe. Y de (marineros en ringlera) nos reduce a espectadores (la
pronto una emisión, hemisferio de la mímica: tres de- brecha es de una milla); hay yates en resaca, salmue-
dos se reúnen (con sudor) en la visera. Acezante –pero ra, yodo tácito. Unico legado del arrebato abrupto: su
intacto– recurre a su pañuelo, calando los bordados, cuerpo germinando vena a vena.
confundido. Desarrolla un golpe lánguido, enconado
en la fijeza que da el álbum familiar.

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conversación en tiempo de bolero mientras fumo mi vida no consumo

Traspones el umbral mesándote una sien y por tercera Encallado me encuentro como en casa. Flotando en
acción elogiar el arabesco de su bata de batista. Des- nicotina (mariposa penitente explorando un parapeto,
cifras allá atrás aquel bolero rancio como superviven- frenesí y fascinación). Se enzarzan mis falanges asis-
cia del abismo medieval. Inestable de ver negro, su tiendo a la barbilla, casi como si auguraran un des-
debacle de matices, mixturas en un vaso quebraduras plome. Jamás abordo el suelo (tan fácil de falsear: mis
de agua helada y espesor de un carburante; reclinas pies vulcanizados). Libérrimos deslaves las piernas,
la cabeza. La observas prolongando a brochazos el dan zancadas: compuestos gaseosos en combustión
fulgor: la quemazón del bosque, la desaparición (ex- muy tenue. Pero yo fumando espero recibir vapor bal-
traña) del sentido en favor del sinsentido y en gruesos sámico, materia a transmutar de entre la inconcreción.
astillones, por afán calefactor. Una víctima del plomo sin flujo de los días, colocados
en cuadrante sus flagelos.

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po. Las trenzas hacia el frente (trigal uniformado)
para quitarme del pecho como siempre ha acontecido en las ficciones. Me
esto que me va oprimiendo vuelvo su siamés o un blanco en la absorción, en
márgenes tan mínimos que son dos líneas nulas.

A lo que siendo efímero se sueña como eterno.


CERNUDA

De cualquier mutilación provienen los moluscos, del


descenso de los filos sobre un sólido. Son heridas que
(de golpe) sobresaltan a reptar o el concierto de la rui-
na en taxidermia. Así la de su rótula: ciempiés que se
me esquiva, los forros son sus áncoras, su envés. Y
punto de erupción el banco de madera, un arco y el
descruce de estampados. Consumo de los vésperos,
matanza del relente, el sinfín que lo suplanta; con tra-
zos uniformes las acanaladuras del único ejemplar de
mi bestiario. El lecho natural, concreto, de los mitos,
se da aquí, bajo cana, y en la uve festiva (¿o es sima?)
de su escote. Alguien trama (como el símbolo sugiere:
de lejos y en lo oscuro) sobre madera muerta tejidos
pentagramas. La nada memorable pesantez de los
bongóes y pellejos de acordeón que persiguen lo invi-
sible. Aquí desembocamos, devenimos quemadura:
materia tenuemente. Accidentes de contornos, aritmé-
tica binaria: parece una película de cera sobre el cuer-

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cómo gasto papeles recordándote imagino que te has ido para ver la reacción

Reparo aquellos días, aquí restituidos en curso de ra- Luz poniente sobre un pozo (eso quiero alucinar:
zón. No pueden ser narrados sino en continuidad de como un rápido monzón que extenuara la memoria.)
cosas descompuestas, templados por el aire. Revoca Un retorno reprimido (como el nudo de los vómitos)
las tinieblas, insólito, el caudal: la gama de los grises permitirá que hilvane con sentido el devenir. Es un
a los que supervivo con simples parpadeos. Tendré método para indeterminarlo: en su lapso está embuti-
que deducirlos truncando el intervalo: si expira, si da (y por mi arbitrio neutro) tu exacta simetría, regida
transpira, si lleva el pelo negro, entonces es volumen cada fase con nudo de eslabón y luego transferida co-
perceptible a los sentidos. Del brazo la entelequia con mo embrión de pensamiento. Empero, la ecuación es
su decantamiento: ligero, inconsistente, encora en el mucho más aguda: las tesis son las mismas y es más
espacio, fantasma a borbotones. Yo (que quise hacerle que los despliegues de su placer ficticio.
peso con plomo de palabras) me temo que se expan-
de entre pelambres de alumbrado.

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es la última farra de mi vida no llames corazón lo que tú tienes

Supón que lo aniquilan registros de saudades, y que Mi palpo la escaldaba, aunque me condujera con cir-
puede (con un disco) remediarlas (en cierto bar de cunvalaciones. Tras el arbitramento de rasos y labores
Brooklyn en pino de Oklahoma.) Esferas como aque- vienen peces abisales. Improviso (como puede desci-
lla mixtura la ciudad, materia de un orate y extravío. Y frarse de las máculas de gis cuyo trámite yo escribo.)
que ves cómo resalta (el resorte que tú eres) contra el Los dedos con especias, superficies expresivas dirimi-
cielo raso recto, por sus tonos intangibles; y que luego dos en el margen que jamás he transgredido. Desarro-
se rasura, solicita su calzado, tantea las urdimbres y llo sacrilegios, antigua acción de culto: me aproximo
radio de su miembro. Entonces dale elipsis, describe ya a las lindes de mi defenecer. No consigue –sin em-
su derrumbe. Habrá quien paute el coágulo que deje. bargo– liviandad ni afantasmándose: el volumen sigue
rígido y mi zarpazo intacto, restaurándole las faldas de
lona de taller. Contendor inubicable, tan virtual y au-
sente, entonces.

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fuiste mía un verano porque yo seguiré siendo el cautivo

Los brazos empalmaban rasgadura a rasgadura, y lue- Por raciones del día yo la pienso (y es bueno) pero he
go subseguimos un diálogo aplazado. Platicar, tomado aquí que viaja de la víspera al después, sin resalte en
en frío, con pinza higienizada, deja el achaque intac- el diseño: sombreado a pluma negra de los pájaros
to pero adscrito a la tragedia. Por riscos extensivos el que pasan. Es un eje de adherencias a las lanas del
desmonte de las olas tronchaba, destejía, los pilares de quimono, dos sisados y las pinzas entallándola con
los cuerpos. Y nuestros organismos, curados en moli- gracia para al rato disolverla, duplicándola, a mis pies.
cie, nivelaban un formato, cosa falta de equilibrio; los Restos húmedos de origen, son luego sedimento, en
peces observaban. Conservo yo una reuma debajo de sucesión perpetua y dispersiones inauditas. Hasta la
la pelvis (macerada por las piedras). Ella grumos en un impregnación de vendaval de los maitines.
ojo, desajustes en la cerviz, de medir la envergadura
de un martín.

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virgen de medianoche, cubre tu desnudez no es necesario que, cuando
tú pases, me digas adiós

Tanto blanco sobre blanco decepciona. Igual que el


claro en acres, transparencias en concilio. El eclipse Quando ela passava aromática y normal
CESARIO VERDE
de color equivale a programar reflectores a placer: un
pliegue se avizora mayormente en lo que impugna, el
bulbo se requiere más agrio, más montés. La resta del
tallado (virutas de madero) satura con su número, re- Un nublado (y no en plomo: plenamente carmesí) (y
balsa, está temblando. Un nicho luminoso se vuelve vuelto vecindad) ese tronco de mujer. El ojo lo divisa:
transcriptivo delirio del frontal. Lo demás (porque hay al amparo de un molusco la supereminencia, en el tor-
rescoldos): expirar en un derrame y reptar después no de la mente. Soy daltón (¿qué datar?): lo insonda-
tranquilo contrariando la creciente. ble viene en rojo, integrado con el delta y el diagrama
accidentado. Se cruzan los tejados –como si fueran
zarzas– hilvanando la ciudad, en tanto que ella urde,
hacia la pulpería, mi pasmo y regocijo; y ceso en ser
persona. Boca en Babia (y anatema de las formas)
anunciándose a alumbrar su negación.

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como un lobo en celo desde mi hogar porque sé que de este golpe
ya no voy a levantarme

Es la premiere del día: desde cada cosa siento (mis há-


bitos de espécimen) el fermentar de escombros. La luz Evocaba un sicomoro –y el azar no es emboscada,
se irá soldando según la proyección exacta de un in- pero no oculta sus vendas y te impone un laberinto.
secto, y afuera será encartes de pasta y pudridero con Así que lo encontré, mallado por munícipes, cogido
gris de veronal. Afanes de ser útil me compelen a afei- para cebo, y esperé bajo su hangar. Las horas se esfu-
tarme, vaselina en lo silvestre, gargarismo. Algún ban- maban y el importe del parqueo y al final se adiciona-
quete infame, rosquillas y café, preservará en los ner- ron en eterno polinomio. Me herí en un pilotillo para
vios estatutos de temblor. Desciendo (pero amorfo: pensarla un poco a base de analgésicos y ya no del
tinta negra sobre negro), deformado: sumaré la con- formulario Kierkegaard.
gestión con el concepto hindú de lo no determinado.

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volaron las palomas del milagro cómo si tu risa ya no se oye en el jardín

Despierta por los bosques termina en un injerto: ya- Su belfo estalla en risas bajo el domo de las ramas
RIMBAUD, de acuerdo a SOLOGUREN
cencia tras un tronco, simulacro en un peñón. Si antes
nada era ralo, de dudosa densidad, mejor el camufla-
je, prestarse a enroscamientos. Desde aquí bíceps rígi-
Acojo en los sentidos tantas pecas de galápago, cani-
dos trazando arborescencias, resol amortiguado por
nos (ya sin género), la espuma entre los bordes.
espigas. La pierna en un espasmo como bambú furti-
Acontece porque ríe y su tórax puede aislarse, con
vo, su coxis se recluye en la inacción. Aliento casi ex-
abstracción confusa, en rellenos de amalgama. Largo
tinto, franqueada el área inculta, la encuentro que se
eclipse habrá sin ella, sólo síntesis borrosas o la gran
liba (entre el vértice otra mano) y que expele incohe-
disparidad de las constantes sustentada por un ámbito
rencias, las lenguas su mampara. Cuando el grupo de
grosero. No la puedo mencionar, ya que el nombre
la gira es llamado a conscripción desmantela el paraí-
sólo invoca, y qué hacer con un demonio transporta-
so, ya no más siamés del humus.
do al orbe físico. Ambiciono (simplemente) que los
flujos de lo negro formen un diagrama suyo. O algún
croquis con crespones y encajitos de vapor en gracio-
sa vecindad.

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parece que fue ayer put your head on my shoulder

Para los iris tinta, secreciones de una larva. La parábo- Infortunadamente vestido para el ágape: tenis, polo y
la solar que va de negro a negro. Porque si el tema es una gorra de beisbol. Me absolvía –sin embargo– un
árido produce enfermedad, se instala el punto muerto foco rojo en el dintel: yo creaba un desperdicio de su
y el tiempo es un cadáver. Es allí (precisamente) donde cono. Dividiendo antes el óxido y arcilla del portal
cobra animidad esta inscripción oscura que las mace- desemboqué en el living: beso al canto del carrillo, un
raciones recrean libremente: depurado (como un mito) suspiro a lo francés, abrazos casi fórceps. Tras un hom-
el emblema de tus gestos, ahora abigarrado por tantas bro el paraíso se aproxima a cuchitril con cartel Tou-
tachaduras. E inscrito en este espacio aluvial y revulsi- louse-Lautrec. Mezclaron margaritas, té de hojuelas
vo tu paso entre mosaicos cuando hacia mí venías, el valerianas, pero acepto una cerveza de las de espeso
choque de costado y cada quiebre. Existencia sin li- cuerpo, que me obliga a acarrear (triplicada) la cabe-
breto: recordar corrige al ser, como un folio alucinan- za. Aunque en las manos cale soslayo el carrusel (fre-
te, pleno en tintas putrefactas. gaduras, las del baile) con escasas contusiones, hasta
hallar la estantería. Escojo –tomo suelto de un tratado–
como el que adquiere un dildo, cuando advierto tur-
bulencias: argamasas en frufrú, distensiones de un en-
jambre que van cifrando un cuerpo. Hablábamos, de
pronto, de sus rizos a lo poodle, de mi condición de
zoco, engastados en Paul Anka. What a cute little
chesse eater1, cité para dar vista a las tinturas de su
encía y abruzados en un vals. La calle no retengo de
este antiguo acontecer, mucho menos la escritura de
los muros. Pero tejo aquí su efigie. Es que bailó con-
migo con un mini-impermeable.
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que le dio luz a mi vida, apagándola después en cofre de vulgar hipocresía

Lagartija de terreno consumada en la inconstancia y Salgo, así acontece el mundo, para hacerme del mer-
en el ritmo torrentoso de escurrirse. Las fisuras del dis- cado entre graznidos de mestizos. Despiezado de es-
curso eran su asilo y cavidad: insectívoro feliz de limo tridencias y en el verde turbulento, vicioso: vegetal. Ya
y polvo. En fin: fijada así, también tiene tenazas, seg- sé: los embutidos, las aves de corral, suplantan al so-
mentos y es calcárea y un bellísimo perfil semi-feni- por, que aparece (aquí) barrido y retirado en monton-
cio. Se puede, si no hay pánico, cumplir su imperati- citos. Pero la soldadura del ruido monofónico de dón-
vo: recreada con hipnosis sumarle más relieves, dise- de habrá salido, y esta abulia de colores y los croquis
ñarla hasta lo exhausto, percutir. Todo queda (es la criminales y pellejo de paredes. Las viandas tan hendi-
sustancia) tal y como lo escribí: una masa divisible das que estallan en tangente, más los cuños en las car-
conmutando sus circuitos, reinstalada la quimera que nes depuradas de un fragor. Como su ficción me insti-
introdujo con su ingreso. ga yo, con simples frotamientos evito delinquir, por
dentro el alma rota. Coartada insuficiente: primero
está el dolor y a seguidas está el filo, que es el que lo
apadrina.

48 49
estoy ligado a ti más fuerte que la hiedra you’re my only fascination

Esta región sin uso de los vésperos: un muro cuando Los frunces de la blusa acorralan al androide en un
se descascara. Su borrón se desarrolla contra el símil símbolo masivo: al ceder su cobertura tendrá más puro
de dos cuerpos, umbral de confusión con un formato el torso devanado por su brote. El rostro desde arriba
otro. En la inmensa palangana decenas de falanges –murciélago pendiendo– es agüero de mis palpos. El
desenvainan el guandul, las argollas de una oruga y hálito, no sé, o un látex jubiloso: algo auspicia inespe-
festejan la virtual cronología. Hay un embrión de in- rados desembalses. Demasiado agua corriente, muy
secto en la trama de un arácnido, un furgón unido a convencional la historia. De allí parte lo narrado. El
plasma y dispersado por la niebla, otra mano que se repliegue de unas faldas dará tipismo a esto: bajo gé-
alarga –vertebrada– entre corpúsculos: todo tinte de neros crujientes flan y salsas de ese flan, el diseño mo-
jolgorio y suceder. Un cirro allá vadea la aureola de la vedizo del ceroso entallamiento y el suavísimo sonido
luna que después se deposita sobre cada mecedora: de sorber. Se desgaja el puño en dedos y flexión de
trama, guano, magnetismo, cincelando un aislamien- pancracista: se dedica a renegar de la carne en polino-
to, matemática nocturna. mio para urdir su embocadero. Lacayo que es el ojo:
enfrascado al respaldar cuando crepita un poco, para
ostentar de pronto inexistencia e imperecer.

50 51
cuando enredabas mi cabello con cariño con traje de can-can posabas para mí

...rumor de abejas entre peines viertes.


LEZAMA Lustre y astros de postín (mixturados entre nubes) que
el fotógrafo ha enmendado con telones. Y amarillo que
humedece un amplio radio con bombillas esplenden-
Hay porciones razonables, desarraigo de molicies: su tes, parasoles; con hibiscos embutidos en macetas.
cabeza en el espejo ha comenzado a transmigrar. Des- Paisaje monocorde –de madera y plastilina– y en cua-
campados voluptuosos y los vermes de brunette se drícula, además: sueño abstracto y artificio del cere-
sostienen en fulgores bermellón. Yo aliso con un peine bro de un baldado. Este lente (que no es límpido) am-
más un músculo flexor, hasta hacer de los enjambres puta ciertos ángulos: silueta de los predios, expresión
filigrana. Sustraída la mecánica no queda sino el vien- vertiginosa: mi propia mano herniada sosteniendo un
to, gozoso restañando la espiral de mi inmersión. hombro suyo, devenires vertebrados. El rebrote de esta
estampa ha alcanzado a yugularme por aquello de
abstraer de su utopía. Lexicón de mil fragmentos la pu-
pila de la cámara, que no lee la realidad (y aletarga su
traslado).

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y al mar, espejo de mi corazón comprenda de una vez: usted me desespera

Se llega desde lejos bajo lumbre de color, y hasta un La placita, las bandadas, fatigadas del mirar inconti-
ámbito de dunas condensadas. La medusa que rasca- nente y extraídas de las lavas de los días sin registro,
ra la ribera (todavía) se propone desinflada por el ris- mediante gravidez. Tanto escombro, superpuesto a
co. Botellas destrozadas regresan a su génesis. Increí- tanto ornato, del vacío y amenaza de un desnudo.
ble afinidad con aquella ramería de extramuros en que Allá las inscripciones de un bañista sobre un lomo,
estuve. La longitud, primero, yermo en el que cimen- trapecista impermeable rematando en retracción.
tar, y después el lienzo bruto (pintado tantas veces) de También las olas mixtas que lo ceden al sinfín como
una piel de las mercables. Es cierto que fue roca tanta una serie muerta y sucesiva de galopes. Mis dedos
múltiple arenilla y carne sus piltrafas en hacer deriva- componían perspectivas de gaviota (en tanto que vo-
tivo. Persisto en renovar la caduca ceremonia: fijo a luble fidelidad sin canon) suspendiéndose en los cie-
los desfiladeros, un buceo en el pantano, su cabeza el los, sobre músculo gramático y franela urdiendo car-
celentéreo. En la calle que velaban las cretonas me es- ne. Enterarse del motivo difuso de aquel suéter, trocar
peraba la memoria de este hoy. Antiquísima costum- por una rúbrica su calco y entender. Debajo todo in-
bre irradicable de los días devenir y devenir. tacto: los nudos de la raquis, vertientes de las venas
en espera de expandir.

54 55
luna: dime tú si ella me quiere lonely table just for one

Es patente y es pautable: molusco repentino que se Es mi mesa de amargado lo que delimita el bar: la rin-
frunce y espirala derivando en nervaduras. Un paladar glera de etiquetas y espesores despintados –según la
a corcho, a tapita de refresco, sin sospechas prefijado infraestructura conocida. Desmembrada en efectismos
en el distrito de la infancia. Porque la boca es centro (e inmudable de su urdimbre) la retina no coagula y
crematorio de un grabado, desarrollo elemental que utiliza datos sueltos para su facturación. Desde las ve-
trae lo ido. Desempolvo las pestañas (hay que ver al que cinerías se desprende la mesera con el libro del menú
te liba), y lo mismo que el buitre –que se inflama por un y superpuesta a ráfagas de lo que traiga el cráneo. De
cuerpo– busco tierra, tiradero, me zambullo en el relen- natural raquítico y como en suspensión y con el mis-
te. Es un labio más motriz, porque el otro sigue fijo, que mo apéndice: you have come a long way, baby. Salto
gran parte de las veces se corrompe: el ósculo esponjo- de su minifalda al necesario paralelo y de nuevo la
so, aunque dúctil, de un bivalvo. Hay que añadir la luna embriaguez de su fulgor rampante. Ascuas, pues, de
(porque es como ninguna) brechando en el traspatio: alegría, desgarramiento espléndido que me ofrece el
participa del tejido, lo enmascara con mareas. bloody mary y que la invoca.

para noel jardines y jesús b. comas, en una


de esas noches infinitas en East Village

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misty watercolor memories por eso envidio al mar, que tiene agua

El silencio sí que es mueble instalación que se trasla- Cercanas ya las nueve los mismos nimbos truncos, pe-
da, y prorrumpe en ocasiones hasta un código más lú- se a que mi punto es otro y a que caminé en parábo-
cido. Hace mucho resucita, refractándose en las rocas, la. En las planicies amplias el objeto sigue a uno cen-
hace días conseguimos desmontarlo y conversar. Fue tímetro a centímetro y en sólido consenso. Un edícu-
un invierno ominoso (paso a darle ilustración) media- lo de barro proyecta su estructura, apenas contenido,
do ya el segmento de una década. Con sus señaliza- pero muestra más relieve que este gris desagradable.
ciones: tragacanto de los copos, engastado en las rodi- La erosión de la planicie terminó por erizarnos, yo con
llas aquel frío ras con ras –yo que desconocía tormen- él constituido, en simbiontes infecundos. Ya descen-
to tan continuo. Una falla en nuestros labios clandes- diendo topo los empalmes arbitrarios de pedazos de
tina, accidental: composición inválida a partir de los granizo, que defienden las gaviotas, cuyo destino es
discursos. Para más fabulación, me salió del habla bru- norte. Labraduras de otro mar ha de haber cerca (creo)
ma, de la úvula gemir. Los tentáculos, cabeza: perifé- y (fenómeno eventual) la expansión de lo inclemente.
ricos sin quicio desasidos del interno; la red de tantos
dedos con algunos hilos rotos. Imposible fue aducir
contradicción de espacio, si la denominación y ejerci-
cios aparentes de vulgarizar un gesto lo convierte en
familiar, parte del itinerario. Nevó así sobre nosotros
como sobre nevado, con el eco de una cámara vacía.
Se fundaba un nuevo abismo, esta vez determinante y
sin Virgilio dirigirme.

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mala, por Dios que tú eres mala llévame, si quieres, hasta el fondo del dolor

Se deja incrementar sobre las sienes lana: gaviotas sus Descartarás el barro, porque se precipita hacia la in-
patillas, o como sus fascímiles. Y a no ser por algo his- consistencia y por ser principio activo, materia de de-
tórico (existen las tijeras, la disecación, la caza) re- miurgos. Apuesta, pues, a piedra: primigenia en su es-
montando sobre un nódulo podrán lograr un vértice y tructura, sin fibra divisible, para exponerla a arena.
subir al mutilado camisón, con aleteos. No todos los Abandona sin efecto mi anterior autonomía en tal blo-
cabellos en álgebra difícil (ni el vago refrigerio que li- que tallar, pues no habrá sujeto previo. Y hasta hacer
beran las colinas, ni el disturbio de las aguas por un la carne así: desconchones en suspenso que progresen
bote) pervierten a mis manos buscando residencia. (dúctilmente) hacia la condensación.
Sólo algunos de estos hechos: compactos jeans tan fi-
jos, ardor que inhabilita, rigores del East River...

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dos corales hermanos se rompió en un abrazo
que me diera la verdad

La aspereza de la blonda me fue falsificada en los ca-


rrillos consanguíneos: era corvas, marisma, así mismo Para el escaparate soy yo sólo un vacío en que pug-
lo supuse: poco menos que baldío de un sabbat. Su nan por cebarse armazón, musculatura y salón intes-
padre amaneció disuelto en cuajo (el mío ininvoca- tinal: nada envuelta en dos telares. Aunque fuera sano
ble): no registré su ruina ni desmonté el andamio, así afán absolverme en reflexiones lo confronto en un au-
que dispusimos fachada tras fachada hasta aplicar un llido; pero de su fallecer, en la sucesividad, sale el de
blanco de homogénea fondeadura. Un corchete de mi simulacro. Se disipa la persona, queda el eco.
penumbra (vacilando contra el tráfico) y vistiendo un Como comprobación de que lo que es decible será
camisón (como obsequio de Las Furias que yo com- suplementario.
plementaba) decidí profundizar entre otras bremas
para pasmo de su nudo directriz. Pero el viento no
consigue dispersarlas. Más que el cargo delictuoso de
aquel silvestre andar –caballeros en el medio– son los
instrumentales de sonada los que arrastro, trampista
de su especie (como he sido).

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como sombra vagarás yo siempre te pregunto
que cuándo, cómo y dónde

Hay árboles y planos que contienden por la óptica. Ji-


rafal estiramiento para vigilar un pájaro. Lo de allá no Tendré que comentar –un acto transgresivo– sus múl-
es más que estima de una fuente con esfinge, even- tiples aristas: también perjudicaban. Mas será super-
tualmente pantano retentivo de zancudos. Lamparo- poner a su fardo gravedad y ancorarse (complacido)
nes de broqueles, tabloides sobre un quicio, barandi- en la nigredo. Hay un contraste duro, asociaciones pe-
llas vermiformes en desgajo. El tendido de los ner- ligrosas: tantas risas estridentes volviendo risco el crá-
vios, aterrado de escorar, de improviso pierde apoyo: neo y vértigo el balance: veloz desposesión. Uno olvi-
una fiera, o una idea (pues se trata de las sombras o da sucumbiendo (por mordientes oleajes) que era un
de su alternativa), merodea en derredor. Vinculados cuervo su cabeza sobre el invernadero y la base de su
con apremio y traumatismo deberé ser bendecido por humor, que era copiar un simio: uhuhhá há, epilepsia
su garra minuciosa. ¿Es juicioso o demencial que compulsiva. Cuando fui a poner la música supuso que
conduzca lo indomable? Desmesura de alborozo mi era un cepo y bostezó.
tórax sibarita: el placer así encarnado ya no es tan
calamitoso.

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it’s up to you, New York, New York esta tarde vi llover

La ciudad que yo bosquejo como una encarnación: Pulir no intensifica (son datos de iniciado) las malas
insistentes automóviles se hilvanan, osamentas de edi- superficies. Por ello es porque infaman (festejos infruc-
ficios engranando: infinito sin especificidad. Correc- tuosos, protocolo de hecatombes) los chubascos. Ro-
ción de las colinas, abetos en esquema: lo enunciable turas se revelan para asimilar después el gran desgra-
no es objeto de mi historia. Desde acá y reconocien- namiento de las cumbres. Cuerpos llanos (me refiero a
do el color recién vacío, cabezas mal taladas, repisas cosas, gentes, animales en vaivén), primitivamente en-
con un gato: hay ráfagas anclando en las viseras de la fermos, observan cuando incurre y cómo se establece
gente, que circuyen a quien les prestidigite (la psique –de modo temporáneo– el líquido en sus sedes. La llu-
desarmada, el cuerpo intacto, siguiendo un arquetipo via (su advenir) nunca cesa de escarbar un trayecto en
grosero de tinieblas). Un poco de luz roja (reactivo de torbellino. Una réplica grosera del dolor.
los cuerpos) y obtengo un holograma en proceso de
velado. Esta urbe, en mi forja, es un descampado mó-
vil, reparando la anarquía con la descomposición.

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porque tu barca tiene que partir regálame esta noche, retrásame la muerte

Para qué mejor ángulo: el barquito aquel mancha con Qué prodigio la convoca, celaje que va a ser gravidez
ocres ramalazos el verano boreal. No habré de inter- de una emboscada, diana móvil. En qué umbral de
venir en su esterilidad: mi artificio es no asignarle su- confusión se convierte en un desboque sin contenido
perficie. Aunque asombra que espacios de encontra- empírico. Serás tú quien dé el paisaje (sólo cuerpos
das dimensiones consigan encajar y liguen entre sí, derribados): has pensado en el eje espiral de los fenó-
como sin coordenadas. Porque está bien el agua y su menos hasta ser eliminado bajo límite y medida, el
temple de materia, pero no la discordancia que fulgu- avance y el volver a insistir de un cormorán censuran-
ra en lo feraz cuando la escribo. Pero tiene que partir do que invadiste el territorio. Un fenómeno más súbi-
a templar un mismo cosmos. Y con ello animará mi to enlazado al devenir: los ojos tramontando el enca-
inanidad. je en fibras rudas, zapatos negros altos de revés sobre
un tapiz. La existencia son dos noches que creerás
consecutivas.

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hoy tengo ante mis ojos una foto donde estás es la cosa más triste de este mundo

El enfoque es desde arriba, cuestión que no descolle el La tarde amaina, trunca, y esto nunca se reseña: la es-
masculino maxilar. Contrastar para realce de uno sólo cultura descargando su excremento sobre un ave. Por
de los signos: los bancos de granito desfiguren de hi- las lápidas de estrépito del colmadón vecino deambu-
perbolia. Roturas del cristal (ahora cuelga de un mar- lan gatos rancios (¿o serían estantiguas de lo que ayer
quito) disfrazarán la toma con reflejos penetrantes y el leí?). El marco es el siguiente: en el set las cosas flu-
color será el borroso, con sombras, de la plástica, glo- yen, subproducto del fluir. La bóveda-aguafuerte: ta-
riosa y circular reconstrucción. Después del abandono zón de expectorar el ausentismo del confort. Dos se
masivo del paisaje quedarán sus remanentes: pupilas abrazan en su asilo como en un orbe amniótico, anfi-
emboscadas, rugidos de arrecifes. Es cuestión de ano- bio de las ciénagas. El glóbulo de ver, retirado de lo
nimato: con las mangas recogidas y contra el balaustre táctil, comprende, sí, comprende. Uno salta hacia la
ve acudir un sol trapero, tanta atmósfera sin mí. calle con profunda invalidez, inclusive sin moverse.
Esa es la geografía que uno asume.

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aún puedo ver el tren partir la tarde está llorando y es por ti

Demorar viene de morir


OCTAVIO ARMAND
Poder brotar del tren requiere persistencia, tal vez ayu-
no hindú: el oído sea exceptuado por un gong en bu-
merán. Así bufa, mi pariente, entre estertores suyos y
Son vacías las filiales de la lluvia: blasfemia primitiva
proliferaciones de caída y bancarrota. Sale a sacos, a
y acarreo de anatemas, fatiga de la guardia sempiter-
brazadas en estanque: primero la cabeza en un bloque
na en un portal. Dejaré caer la mano para mancharme
tumultuoso seguida por la molla inconsistente de las
un poco, inseguro de abatir la trascendencia. Mi per-
piernas. Después el estropajo del tronco lamentable
sona es como un canon y su simulación: disfraz del
avanza y deja escorias, roedura de termita. Mi piel
hombre en clave y envuelto en carnes febles, osario
atestación de este muñón candente, sin humores ni
resbaloso bajo músculo estriado. Y para colmo crece,
manteca sustanciales: es que somos análoga bazofia.
entre lapsos y subsuelos, y mañana dará espigas pre-
Autómata, caprino, en fin, ganado fuerte, poblado de
tendiendo mutación. Aquí y empantanado, eludido
podagra, mi allegado, casi yo.
por los taxis, el gris en mi cabeza reprodujo sus giro-
nes. Dionisio es de repente desmembrado.

72 73
qué dilema tan grande se presenta en mi vida ese bolero es mío

Primero ella sola, después un pequeño prado de ellas.


DEREK WALCOTT
La kermesse reubicada en el inmenso paraninfo (diez
apoyos y una cúpula indefensos), cuando todo era el
augurio de una nube, que enunciaba bajo ráfagas de
Dispuesto a la emisión que su timbre animará, bajo el
gris la imperfección. Ella forma mis renglones (soy yo
galpón, inerme, aspiro no a que escampe sino a que
un desorbitado): en el pelo recogido un contundente
se encarnice con brotes caudalosos. Caminan y des-
girasol. Vetado el uniforme en los momentos de efe-
lumbran (la red en movimiento) a la vez que desbor-
mérides, cuál otro beneficio que un enjambre. A me-
dando: un arco en la fisión de un muslo con el otro,
dida que se imponen intervalos de respiro la invito al
los goznes y costuras, dulces vafos. Pesco aquí medias
otro set, bolero perezoso. Cuántas veces (yo) soñando,
malva, internos de rasilla, charoles que fermentan con
plagiario de criollas, llenándome una mano en los ca-
chispazos. Allá los subproductos de sus exudaciones,
ñones de la espalda. Reconozco bien el hombro: la
erizo de una axila, incisión del labio exhausto. Las
expresión de la vacuna, sus faldas desembocan en un
vierte el campanazo, parvada sin solaz: burbujas al es-
amplio redondel. Ramoneo entre sus lóbulos, zancu-
tanque que aporta mi inmersión. Lo que vela el uni-
do erratilísimo: hoyuelos invisibles (en ringlera) de
forme (cuadriláteros plisados) es cuanto me demuele,
zarcillos. Caverna y caracol, caracol de acupuntura.
bicho único que ve. Y la hidra del deseo enroscada
con prudencia, no imagina ya qué asir. Garfio tan
rudimentario.

74 75
llevarás sabor a mí su doctrina fue mi herencia

...y cuando te derrumbes sobre la tierra esté-


Aspiro a aquilatarla sin el chal de marta –espurio– y ril, al rayo que te empuja lo llamaré la nada.
BONNEFOY
con la testa al rape: tendría la entidad de los grafitos.
La belleza es que, de pronto, contra el filo de un cu-
chillo, falte la estabilidad. Mientras tanto me coloco
Una jarra de aluminio recobrada del baúl, de un re-
entre sus prosopopeyas, agudos redoblantes en la bó-
moto desayuno, amasilla su boceto: obsesiones del
veda craneal. Yo sé que es extinguible el principio del
abuelo por arar en los bancales, desechado por las
placer y más si se reduce a desnudez inesperada. Pero
reumas –y apreturas en el recto– y aún envuelto en las
es tan refringente al estirarse en las ideas que pienso
linazas de los reconstituyentes. Hay cloqueos oportu-
que es de estopa, el ladino su lenguaje. Que parle to-
nos, espinazos de una bestia y hasta fruta en lo que
davía en el box spring de bruces: agrada oír al lobo
cuento; aparte del cenit cuyo descascaramiento logra-
traficando con la tráquea. Así, cuando se quiebra, me
rá extenderse al tórax. Me azoraba sostenido por su
recreo en el aullido como viento en mar picado y el
galimatías hasta el empalme tarde de amarillo y que-
marrano en el bochorno.
roseno; y la garúa ampliaba aquellos planos vastos
despeñando de las brumas y los firmes. Argiloso ya re-
posa por azufre calcinado, lo alcanzó la extenuación.
Tarde entiendo que la vida se edifica por las gradas:
cortando por estadios. Cuando el único excedente es
el gasto repentino de sus bíceps.

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please: release me, let me go que padezcas lentamente,
poco a poco y con dolor
El tercer personaje siempre es gris.
REVERDY
La unión del yo y del vino es un poema
MICHAUX

Descendientes de sábila embutidos en la luz, suspen-


didos del cristal de las estancias; y sus pies, semisecos, De nuevo (refiriéndose al estrago) el aire adquiere for-
se hibridaban llanamente –broqueles de azulejos has- ma de mucosa, se divide en una vasta descendencia.
ta lo interminable. Carecimos de palabras previamen- Son vapores de felpa –pero ásperos– y obligan a bro-
te a entrar al pub. A la lengua del Caribe le faltaba lo tar a tubérculos de bascas, que se espacian por los lin-
esencial: que tras su radicación quedara impreso un des, prematuros. No cosa de palabra: un ácido violen-
firme para que sobrepasara su inexacta referencia. Po- to y ocupado en empalmar el hachazo con la arteria.
co más adelantados una cara entre vejigas en trasiego El sistema neurasténico podrido por la música: se pue-
de colores y anagramas de un baldado. Fácil fue reco- den dar dos pasos, estancarse, nutrir con cebo interno
nocer tantos cuerpos colocados en sillas empotradas el engranaje-malestar. Excesos del vermouth, cascabe-
(de aluminio menos dócil) y la córnea descubría chi- les de motores son pastas del martirio: el caudal está
meneas falaciosas, mármol roto, con tormento y erup- compuesto de grasas combustibles en la boca del estó-
ción de perspectiva. Pasándonos la mano, arlequín de mago. Baco es bálsamo y su síntoma, además.
nuestras muecas, nos amábamos los tres; la fluencia
de otro orden que no era el natural. Con los días a re-
molque e incluida la trapera materia de esas vidas.

78 79
qué dulce encanto tienen pregúntale al manzano si yo te quise
tus recuerdos, Merceditas

Qué de cosas de los bosques se le adhieren: picadillos


Aunque no germinara nada allí, volveremos prolon- de una ardilla y un abejón satélite escrutando los pis-
gando la apariencia, a por el sentido llano. Sin el peso tilos. Tan al borde: al pie del agua, contra el eco de
de los cuerpos: tan bien denominados que perdamos eucaliptos. Caserones old fashion e infelices (sobre el
el espectro retomando los despojos. No otra cosa es hombro) establecen sin esfuerzo su precario. Con gra-
recordar: expansión tan dilatada que, al no alcanzar villa y ramas secas zurcir un ideograma: es quimera
un blanco, deshilacha y esfumina. Es un mar despo- que un espíritu pueda aturdir a otro volviéndolo pro-
blado el que a veces la incidenta sin querer, manifes- clive a la inclemencia. Cerraduras fecundadas, reco-
tándose: aunque no quieras tú, ni quiera yo, lo quiere dos socavados, para que se circunscriban en un átomo
Dios. Pero (como resultado de presiones no muy cla- confuso. Gotean las manzanas: pac, pac, una marim-
ras) estalla mi frontal para rehabilitarte. Entre entonces ba, de manera que sus labios plagian la onomatopeya.
y ahora un intervalo que insectívoros culminan con Así yo siento el cuajo: un ceñimiento, y mi tórax des-
roer. cansando sobre muelles, y corceles sin jinetes en el
coxis.

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amor de pobre, solamente, puedo darte esa cosa que se llama casa

Menguar con mascarilla el gran mentón o dividir (con La casona del antiguo quebrantado fuera intacta, de
tinte) las junturas: acciones que abrirán advenimientos barniz y con peñolerías, si no se hubiera hundido ante
a la tóxica mordida de los vicios. Paladea lentamente el claror de un candelabro. Peregrino es que las sienes
su avería: maléficos agentes son los ciclos, hondones lo declaren. Declinó, la alcazaba, y esto pese a que la
insondables las ojeras. Y las tibias (filamentos escaño llama es un simple desacuerdo entre oxígeno y los en-
por escaño) tejidas de una malla como yedra en dos tes de combustibilidad. La viciada escalera de madera
vertientes: la nada es reversible pasando sus contor- de dos pasos (que cubría un desnivel) se fue sumien-
nos, recalcándolos en el desgarramiento. Una brisa do. Las deidades del pasillo (fotos, íconos, suturas) se
oleosa dragando entre los pelos, eso es luz, inequidad. angularon de cansancio, se rompieron por ser mue-
Comienza la función. Y entre actrices celestiales, piro- bles y alternar con el enigma. Al final, baldío y barro,
tecnias silenciosas, fulgura con su número, dos centí- primitivo e intemporal, fermentando en las umbelas y
metros más baja, pagano (yo) que aplaude. sustancias del entorno. En ese nuevo espacio calarán
los accidentes, la memoria, estaré yo (que apedreo las
lechuzas, porque es lícito).

82 83
there will be an answer, let it be si yo te quiero, si tú me
quieres, ¿cómo de que no?

Un demente mecanismo da volumen a este día, pero


cómo echar a arder un etéreo componente de una Hacia el molde perturbado la mano que se erige y
suma de anquilosis. Me pude haber compuesto: la no- (aparentemente) otorga revitalización; sólo que condi-
ción de certidumbre, la de errar (virtualidad), resultan cionales podrían disuadirla: turgencias lastimeras, gar-
suspendidas, insistiendo en ser labradas y alcanzar gantas de barrancos emboscadas por arbustos. El ém-
predicamento. Viciado y roto el tórax por el negro ava- bolo combusto le sirve de cantera: coloca fijo el calzo
sallante se ha vuelto reversible, y así se ha puesto en (escarpa (aquí) la cuesta) que acaba en largas fibras
crisis figurándose raquídeo. A trancos desenvueltos pero pasa por entero, debido a que es complejo y al
–por dictados del delirio– determino incertidumbres rodeo sistemático. Valúa su talante, sopesa cada pas-
(debacle esta ciudad). Por si se perpetúan –derivando mo, despliegue en extensión. Y así en retorno eterno,
de una en otra– fantasmas de las venas, fulminantes. designando otros sentidos: apenas una ráfaga que im-
pugna la materia.

84 85
en vez de maldecirla yo la amo esa mirada extraña que me turbaba

Lo veo resaltar o acaso no, un renacuajo de su male- La rosa superior (según define Hoffmann) se disuelve
za madre. Elude el fondo, la pasibilidad (asilo de un en su granate: un firmamento acuoso. Buscando una
cadáver y su concreto inmóvil). Mas no hay algas ni gramática de la condensación la prendo con chinche-
plancton, sujetos a su anónimo, sí toallas y champúes tas, me siento frente al llano y empiezo a residir en las
para afanes de toilette. El cuerpo de inferir de lo blan- telas y sus pálidos (buceo entre los grises: mirar es mi
co el reverbero se va a descortezar: me esperan yaci- fractura). Copiando la pupila del zorro en la floresta
mientos, pendientes tolerantes, la ruina renovada de extraigo su perfil del primer plano: una hebra sobre el
manera indefinida. Así fluye, sin linde, antes maco, ojo, efigie de la virgen, los brotes membranados en la
ahora morsa. Me distancio ya más –el buceo es impre- blusa. En videncia de su óvalo suceden las nevadas y
ciso– de lo que es sedimento, sustantivo, racional. renuevan los subsuelos con absurda precisión.
Que me extraiga o que no (sin eximirme) de su gélida
ficción el pez mujer.
(sobre una foto a sylvia plath,
y para josé alejandro peña)

86 87
qué me importa haber sufrido, es verdad que tu nombre
si ya tengo lo más bello no lo digo desde niño

No se trata de un abdomen: va creciendo como el fue- Qué mayor la maestra de francés, con su lento lexicón
go, por lo cual no admitiría suplantación alguna. Lo del oeste del País. Deshacerse entre sus risas, organi-
que anhelo es propiciar un zumbido y tolerarlo, una llo que infestaba, y después abrir los campos (el real y
historia y escribir, la sustancia y ser vacío. Esta no es el de la vista), ya blanquísimas las carnes por el gis. Y
una estrategia sino un pánico vital y mi lento aullar la ramificación de su grupa nutritiva por entre los pu-
neumático cuajado en la faringe: envuelvo y luego bo- pitres: forraje de sus fórmulas –dicción, conjugacio-
rro lo que he de articular, debido a la avería de mi alu- nes– vertido en sedimento de episodios. Mudar de
cinación. Tal es el centro sólido que rige un espejismo: identidad: apremio de mis fuentes, cuando hincan un
el cuerpo que presencia su propia expropiación desde pasado perimido. Y el cuerpo es el enigma: consagra
algún nivel alterno, lejano tema astral. con borrascas el vicio a que es proclive.

88 89
tu nombre me sabe a yerba con mi corazón en bandolera

Orificios en lo alto, y amarillos, de su risa: vivero bulli- Dama inflable, que Sacher-Masoch valida. Pero alerta:
cioso (la luz es un fonema). Quién ronda el manantial extremidades, busto y cara artificiosos. Si establezco
(flujograma de un cardumen), la atractiva consistencia que en su pie, que en la planta de su pie, finaliza el
que podría dar un magma. El agente de la acción re- horizonte, ¿seguirá su indiferencia a los azúcares del
monta lentamente: la vía menos diáfana de ver es des- labio y a la pasta del piñón que yo sostengo? Otras si-
garrar. La agrandará una higuera, yo cumplo trece glas cargarán con las probabilidades del pinchazo o la
años y el mismísimo esternón se involucra en esta far- rotura, porque la rotación es demasiado manifiesta:
sa. El veneno en su faena me está desvalijando y –rau- como el fuelle de una arteria (o impávido o perenne)
da– la montura festina con el musgo y con el hormi- las espesas ligaduras se disuelven y a seguidas el en-
guero sobre un reptil yacente. Además el calabazo, en sarte las reanuda, congregando el contenido de lo ex-
un pliegue de su talle: enhebrando las instancias de lo puesto. En el lado posterior de los muslos embabados
oculto. los encajes se tatúan. Cuanto inhume prenderá.

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noche de ronda: qué triste pasa se aleja y nos deja llorando quimeras

Me obstino en la vigilia corrompiendo las alarmas, Yo sólo expongo el hecho: que allende la estación se
restados los taxistas, intemperie y pregoneros; mien- han ido acumulando algunos nimbos. Comienzan sus
tras que el vidrio expele soluciones de sudor y el ful- contornos a poblar las cavidades con visajes descar-
gor astral sepulta las ausencias de relieve. Lacres (en nados. En el paso peatonal los dos sexagenarios deli-
contrasentido) de la cal de las paredes, pizarrón para beran para andar y para no apagarse. Un pañuelo, las
el graffiti y expansiones de la niebla. Un cerillo no in- falanges: relajación de un híbrido. Sólo el cuerpo con
terviene en esta neta realidad: añil de iglesias duro y más tela se degrada hasta el sollozo, la mandíbula del
esqueletos de muchachos que han sangrado un verte- otro masca un ácimo dicterio. Esquivando sus zapatos,
dero: el vehículo veloz que intercepta a un transeúnte un gorrión de los silvestres accede a picotearles la mu-
y despacio se pasea macerando la carroña. Todo este dez. Y del tren queda un baldío en el que las lagartijas
movimiento que he descrito lo he engullido con la manipulan las astillas de su espectro.
náusea del ayuno, como al cuerpo la inmersión con-
templativa, en sus limas y su despedazamiento.

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cierra los ojos y juntitos recordemos el diluvio puede volver

Olores del fregado sobre el día seminal, personas y ali- Inocuos aguaceros, mazo contra el parietal, luego rá-
mañas asistiendo a digerir. Las tablas encaladas son pida ascendencia a mis relieves. Imagina bien la len-
hoy los alcaloides de la conversación. Pasturas de esta gua por el habla y paladar: una larga puntuación inde-
anécdota el acorde de un pregón, mil bemoles de radi- finida. Granizos colosales yaciendo a cada palmo,
tos a tres bandas. Y los muros desvalidos ilimitan este tembloteos en un término perenne. Las láminas resta-
patio, defendiéndolo hojalata, púas para parcelar. Es el llan en su contigüidad con tal de registrar los caracte-
caso: las cenizas de la siesta han maniatado a todos; res. Transcribo esta ruptura: rezar ya se ha olvidado en
teléfono y portal: nutrientes de los nervios, los sexos poblamientos de alegría, la existencia de un sustrato
en la garra abominable de su vórtice. El ocio y el pen- donde viene a desaguar. Lamina el vecindario, profun-
sar ya son lo insuficiente, porque la boca bélica me do, la tormenta, mientras sueño distraer sus trayecto-
arranca con medida del tapiz de las molicies. Cuando rias ovillado por sus golpes y tenazas. Me aparto a los
empieza a oscurecer, una venda al meridiano, mi ra- andenes, al recorrer mellado, aún cuando me aguarde
zón calca el nocturno. la absoluta informidad.

94 95
postrado en mi lecho abyecto aunque me cueste la vida

Resuelvo el paroxismo, hay que pactar, porque el pun- En la esfera de incidencia (o mejor: a un hemisferio)
zón que exfolia mi armadura puede que sea la fiebre la amapola con un pincho, pasto inquieto de mi crá-
y no su equívoco, enemigo más arcaico y aplastante. neo. Y umbelífera de facto, que se aparta de las pier-
A mi nada me acomodo pleno de microfracturas, pero nas, envasándolas en cierres de vacío. Los pliegues de
el plexo necesita ocupación y el hálito o el aura (yo los codos, las medias hilachadas, la blusa deambulan-
diría que el lenguaje) en cierta forma espacio. Que ha- te: recreo su exhalar y aquel rigor de yoga, la corva
ya otros más agosta, de ahí que me empecine en ele- cuando esmalta con lacas coloridas y pinceles sus fa-
gir una revista, desarrolle ciertas tesis, me suba y baje langes. Pero el vértigo suplanta, virtualmente irrebati-
el zíper para ocultar las vísceras. Resistir es el consen- ble, los cálculos de un bien con malestar. Bastante es
so, siesta, pies en taburete, la saliva en tierra fresca. que se anuncie su cabellera noble, la rótula, el talón,
Ver la hiedra ponzoñosa incorporarse. la zapatilla, etc.

carta para eduardo espina

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más que las novias que tuvo Gardel

Mujeres fugacísimas, ráfagas hacia el deseo


J. GUILLÉN

Conviven en camada, mansa a veces y las más ebulli-


ción. Desembocan de las aguas y provocan el replie-
gue de mi existir debajo. Constantemente exponen
con roces numerarios esplendor al ondular: como un
par de planos simples que se interpenetraran para así VICIO
reconocerse y diferir. Bataola insostenible con dacro-
nes, pelos sueltos: postulado de libido disgregado en
la inconsciencia. Y perro yo ventor, viralatas, visceral,
buscando en esa mole playa baja, en pos del canon.
Cientos cuerpos del delito que, tras ser interpelados
(mechón sobre los ojos, libros contra el costillar) im-
pelen caracoles hacia todo el confinante.

98
a los entes reales que dan vida a estos entes de ficción

Accésit del Premio de Poesía “Casa de Teatro


1998”, República Dominicana. Primera edi-
ción: Taller, abril de 1999, Santo Domingo.
Segunda edición, corregido y disminuido: en
Se borra si es leído (poesía 1989-1999), con
entrevista-prólogo de Carlos Rodríguez al au-
tor; Consejo Presidencial de Cultura, Santo
Domingo, marzo de 2000. Tercera edición
(con el título de Crónico, postfacio de Rey-
naldo Jiménez y contratapa de Claudio Da-
niel, ilustrado con collages del autor), tsé-tsé,
Buenos Aires, Argentina, marzo de 2000. Tre-
ce poemas y su traducción al portugués por
Claudio Daniel y Fabiano Calixto, componen
Prosa do que está na esfera, con prólogo de
C. D. y traducción parcial de la entrevista de
Carlos Rodríguez; Olavobrás, noviembre de
2003, São Paulo, Brasil.
100
El límite se da para ser excedido.
El enigma es no saber si se derriba o se edifica.

BATAILLE y BRETON
DR. VICIO

NAK AB RA hacia NAK ELI STAR


ASSIA, 2006

Si la palabra se repliega en su forma, caracol de Troca-


dero, tanto como se despliega en formaciones mate-
riales, lamés de Parque Lezama, así en este libro las
formas tienden a helechos y los hechos al helechal,
aun cuando se desplieguen según la anatomía impla-
cable de un Dr. Farabeuf, bajo el efecto perturbativo
del bisturí que itinera. El filo se adentra por la doble
hélice que pasa de un lado por la vena, mientras por
el otro conecta al follaje y a los flujos clorofílicos. Así
es como el Dr., pieza de máquina de su bisturí tera-
peuta, no es menos pieza de los meandros de setos de
boj que crecen hacia los arabescos vegetales de la ca-
sa en que opera. El flujo, sí, pero enganchado a aque-
llo que lo hiende y corta, sin lo cual no maquina ni fija
un sebo o una mano, que ahora salta a otro flujo alter-
no, la flema o la enredadera. León lo manifiesta desde
el vamos: de un lado el deseo y del otro los objetos de
libídine, pero arrastrados ambos por el mismo aventu-
rerismo de la masticación. En buena medida este libro
trata de la cocción del deseo que, como apunta Rey-
naldo en su postfacio del 2000, no es otra cosa que al-
quimia in corpore. Masticación y también digestión,
para salir a recubrir los embriontes que del lado inter-
no musculan la voz mientras del lado externo impreg-
nan sus dobles y poses.

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El flux primitivo aporta sus formas inestables que son mo y qué recolectar, si bien su saber proviene de un
más bien sedimentaciones: de allí la lluvia continua bloque de sensación encontrado o mejor: arrebatado,
de huesos, confites y broches, que el oleaje cristaliza en el arrebato del que actúa. La austeridad es la linter-
ante un engolosinado vouyeur que los colecciona. na que ajustada al gesto de incisión del rapto, logra
Que una mano penetre en los intersticios enlamados extraer la pieza, crear una individuación en un gexto,
de las rocas para extraer una estrella de mar, es conti- el vestidito rosa. Con darle un hilo vivo al pathos, fija-
guo al bisturí que penetra en la herida para extraer una do a un ombligo no-subjetivo (esfínter pupilar, palabra
vértebra. Umbral que permea el pasaje de una super- hueca), hasta el sexo eclosiona con la nitidez que tie-
ficie a otra para efectuar la recolección: leitmotiv fun- ne para quien sabe raptar una pieza, un costurón, en
damental de la alquimia, la pornología y la libre-ciru- una incandescencia lúcida que no es igual a dejarse ir.
jía del Dr. Vicio. Coleccionistas de abdómenes y bistu- León trabaja con impecabilidad de coleccionista den-
ríes que nos tienden su museo o wunderkamera, como tro de la vivacidad incandescente que llamará de lo
en la Collectanea Chemica de Eirenaeus Philaletes o fijo volátil, porque allí “se vinculan la materia y el as-
como en Macedonio y su museo de objetos eternos. Y tral”. La encrucijada de ese encuentro son las posturas
no es museo fantasmático ni congelado sino de efec- porno, vinculando carne y tela (vena con hilo estelar)
tos co-presentes que gozan de una fiebre actual. Enca- en una mutua masticación que suena a bolero. Escue-
denamiento de encarnaciones que sin embargo tien- la del penetracionismo universal, en cuya cocina León
den su hilo de plata a la estrella, en pose de starlet, mantiene reunidos a Balthus y su hermano Pierre, y
cimbrada por la tensión de las tanzas pornólogas (ver también al hijo y sobrino de éstos, el alquimista con-
ilustraciones del libro en su edición argentina). En de- temporáneo Stanislas Klossowski de Rola, junto a un
finitiva un regalo, cada encuentro por el practicable cantante de bolero que bascula con Barbie.
escenográfico, que es también el poder de ser llevado
al regalo, a través de un laberinto de estatuas giacome- Los porno-embriones tratados a balneum mariae, cu-
ttinas que vibran, los motores inmóviles del júbilo yas imbibiciones vienen de la plástica, la pornología,
homuncular. la alquimia y el goteo kitsch, emergen como esas om-
nipresentes muñecas vivas indicadas por un epígrafe
A esta recolección como práctica exaltada la define de Sylvia Plath, aunque enmarañadas sobre el tridente
un principio de nitidez, aún cuando circule por el ba- de Los Tres Klossowski –Las Tres Marías–. Entonces
rro o pase por la sofocación del clubber. Y esta nitidez puede hablarse explícitamente de sexo porque no se
penetra cada pieza que se recorre en la vivisección del habla humanamente de sexo, al estilo de lo que es ex-
renglón, sacándole chispas al insentido de los cuerpos plícito para el figurón derrumbado del adulto, sino a
y muñecas. De allí que no tarde en emerger la lógica través de una constelación de relaciones de textura,
austera del que colecciona, de quien sabe cuándo, có- peso y pose, que se parecerán al sexo siempre explí-
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cito de una flor o una fruta (Marosa di Giorgio). Y no zando al Hombre, rumbo a una suerte de función se-
se trata de sublimación ni escamoteo, sino de una par- xual impersonalizadora (sin embargo hipersensualis-
ticular decocción del deseo para fijar su magneto más ta), imán digno de un relevo batailleano, si bien éste
concreto, el que siempre atrajo una miríada de series anclará en el Eros-Tánatos freudiano, el último avatar
heteromorfas sin adecuación al Hombre y sus fanta- del pesimismo europeo (Reich dijo), ya que para éste
sías. El problema (la obstrucción) es que no parece ser Sigmund Freud retrocedió lo que había avanzado
concebible ni lícita la relación del sexo fuera de los cuando dejó de hablar de libido y sexualidad para ha-
casos previstos y codificados. Pero al contrario es blar de erotismo y pulsión de muerte.
cuando más que nunca aparece un n-sexo (lo sabe
nuestro vicioso leonino), en tanto hay heterogénesis Pero es por aquella línea graciosa y afuerígera que lle-
inter-reinos sostenida sobre un mismo plano de series ga León al sexo y la sintaxis, desde el punto de visión
atmosféricas que confabulan (Masoch construyendo de un austero gorjeo cirujano, ejecutado a través de los
un decorado zooide digno de un teutón desviado). El cambios de tono y ritmo (los de la carne, su muscu-
exótico danzar de cobra ante el fakir, es el sexo explí- lación y entelamiento). Así es como el deseo y sus ob-
cito de quien atraviesa los reinos sin la encerrona de jetos de libídine se transforman en un explícito irreco-
las precisiones orgánicas y sus delimitaciones psicoló- nocible, fragmentario y entrado en series aparalelas,
gicas y a la vez sin sublimarlas. De esas cobras dan- falla expuesta a la mirada de los terapeutas que con
zantes (disfraces, poses, cuadros vivos) se informarán suerte nos volveremos al recorrerlos. La piel conjunti-
simultáneamente las niñas prostitutas de Schwob y va, tal como la menciona León, es el arma que nos ha-
Balthus, tan sexuales como las del esfínter pupilar de rá capaces de tomar a la bestia por las fauces para que
Lewis Carroll o como la Barbie sin esfínteres, abiertas nos deje su calor: su piel, lo más explícito. Así es
al engorde de las relaciones de calor, pose y espesor. como este libro se convierte en uno de esos raros
Así llega una niña-cobra con su cirujano-ciruja a la especímenes que tras cerrarlo no sabremos si lo ha-
pornología, liberando animales y mendigos, abriéndo- bremos leído o nos lo habremos puesto.
se a sus paisajes decorativos, a la inversa del pornó-
grafo que llega vigilando que haya sólo órganos ex-
puestos. La operación de León, con Masoch aliado, es
a contrapelo de la cháchara sexual del chat, ya que se
abstiene del sexo hombre-mujer con todas sus consig-
nas rudimentarias. De allí que lo explícito no sea otra
cosa que la nitidez alcanzada por el sexo y el lengua-
je al bordear sus propios límites indiscernibles. Así
Masoch puede sexualizar toda la Historia desexuali-
108 109
paja brava

...apreciada como pasto, y como combustible...


DICCIONARIO DE LA RAE

Cuatro dedos entre montes y pulgar sobre los múlti-


plos y trámite del zíper. Tiene cáscaras el tronco (ba-
rranco sus venillas) exponiéndolo a sabiendas a la
masticación. Se manifiesta y no, la intermitencia inter-
na, con exótico danzar de cobra ante el faquir. Por un
lado está el deseo, por otro la incidencia de objetos
de libídine: patrones de su engorde infinito y proyec-
ción. Y finalmente encarna, desplegando sus dobleces:
nudos, sebos y follaje desatándose, masivos.

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Sissy’s velvety toolbox fragmentos de sueños húmedos

Brotan tintes desde el vértice sujeto a exploración. No tráficos ni hechos, tal vez embrión de magia: se
Hender los pergaminos libera algo de mar: inútil des- agarra todavía al mecanismo de la mente. En un repo-
bandada sujeta al mismo espacio. Qué material es este so activo (facundia reversible) habitáculos-mucosas.
(que se aproxima inmundo) proyectando mortandad y Es reino de las valvas atraído a la captura. Arroyuelos
derrame al embestir. Por qué repto hasta el implante infinitos, prolongada evolución: un trastueque del yo
cuando sobrenado en nata; qué haré con dilatar irredi- por su atributo (percibir); un feraz atributo que apun-
mibles vías muertas. El hábil membranar, del que rebo- tala lo anacrónico. Entonces no me envuelven finísi-
san cerdas, al fin produce un cúmulo, astringencias en mos soportes de aquello que es real y lo que se nos
la tráquea: sin preverlo se desgastan mis músculos de oculta.
mando, llevándome a la boca material incandescente.

112 113
el henar monte adentro

Lo que sigue es prospecto de un tumulto: por obra de Apenas viste un paño (rematando en un reborde) para
una herida vulnerando un muro ciego se indican dos ser otro sentido que la fuente de un disturbio. Por eso
cabezas y troncos en fragor. Mi fuente es nula, enton- se propagan las dunas desde el torso, resaltan sobre el
ces: graznidos embozados (gargantas en crescendo) se delta la mampara. Un dato de la imagen o lacra de dal-
reforman sin cesar. Los cueros sólo quieren plasmar la tón con todo el espesor virtual de su volumen. No
convulsión: regir arcilla agreste. El umbral es recepti- exacto en la emergencia, donde empieza a haber más
vo dintorno de un océano que desasosegara. Una vez musgo, por turgente que haya sido su extendida latitud.
la carpa salta los dedos (de ordinario) la consiguen su-
mergir (querrán su agostamiento, la sedimentación).
En mi tórax turbamultas, que miro aquel diedro, mi-
núsculos batientes, canal en que derivan.

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tonel de una danaide borrón en una placa polaroid

Ocurre en esa arena brutal del sentimiento: me habla- Invariables en la foto desatando la pleamar: cada ins-
ron de un anfibio y hallé este indicio tónico, y la asis- tancia destructiva, cada engendro desgarrante. Inclina-
tencia al humo con tres falanges mansas y líneas de da sobre el césped rapta dientes de león, amarillo mo-
ballet asumiendo un cigarrillo. Calado en su tonel (de nocorde donde está la mancha ahora de finísima hu-
esquema mi frontal) propende sin estrías a multiplica- medad. El cabello la ha borrado, negro manto proce-
ción, así pese al frontal correccionario de todo cuanto loso derramado hacia los suelos y abundante, así: en
habite en el pretérito. Por ello no es insólito que hilván. Celadas las esencias el bien es desmembrarse,
abruptamente invada: un cúmulo fluyente que rectifi- disuelta entre los falsos emolientes del pensar. Deberá
co diáfano al prever su dispersión. ser enterrada, asumida como asfixia, y enseguida su-
plantada por un magma.

a gabriel jaime, caro (a mí)

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acuarela de Grozs en la que estás Amarilis, los sonidos y el georgette

Tus fósiles no admiten filiación determinada. Constan- Algo ha sido desquiciado para urdir estas ficciones. Se
temente neutros y francos al balance. Lo cierto es que duplican y reensamblan (decadencia casi clínica). Es-
mis sienes se nutren ductilmente con una transversal casas incidencias se inscriben en la forja, sucesión de
dilatación extraordinaria. Encadena un accidente (in- regresiones que recobran su relieve: la vasija de cer-
dependientemente) a otro: la misma faramalla animal veza (convite de la mano) y canícula cundiendo. Hol-
de los cabellos y pies precipitados rompiendo la gra- gar. Entonces sobrevienen dimensiones inusuales: del
fía briosa del balance. Idéntica la forma del propósito hábito talar dimanando contenido y avalado por el
de aullido y hasta –incisivamente– se disemina sebo viento. Sustrato de cenit (tal vez fluido astral) castrán-
por ambos bajos vientres. Distintos nada más los me- dote detalles, atributos más amorfos. Tan sólo me con-
dios ademanes, nublándote de un golpe, como un ciernen relatos del desnudo y estados de borrasca. Y la
púgil. música de réplica (que ocupa su desgaste) al dejar de
ser latente y encarnar.

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Deschamps y el sax tenor casi casi salaz

Estoy bajo la cana para velar mi aspecto; y así como el Una noche tumultuosa. Callejón de bajos fondos. Co-
rumiante que (en estrépito agresivo) despliega su de- mo al raspar los líquenes frenéticos de un muro las fa-
mencia me someto a mi no-estar. Preciso coordenadas chadas de la historia toman cuerpo en el estrago. Lo
para supervivir a la aproximación turgente (el otro claro se degrada y (en tránsito) va urdiendo intermina-
cuerpo): la cal de las columnas revoca luz que mana, bles caracteres. Resulta que es otoño, aquí, en terreno
boleros subrepticios tejidos con bramantes al flanco, nulo, y del riego labio a labio no restan incidentes (sal-
por la izquierda. Quién sabe si razono: cada instru- vo el éxtasis que, rápido, amenaza derramar). La extre-
mento músico me da animalidad: bongó en su cuero midad se esboza como plástico artificio eslabonando
enfático y al bajo las viriles tutelas de un acorde. La el cuello. Vocablo impenetrable, asociación verbal
voz tremante y gorda postula sobre el núcleo mi ines- obscena: sin pensar invento bálsamos –su fundamen-
tabilidad, un ebrio vertebrar de la lengua sobre un eje. tación– que mi víctima desmiente uno por uno. Pero
Qué hacer sino seguirla en su brote, sin anclar. todo se derrama podrido entre el marasmo y aceptado
en su fermento. Atravieso inanimado (hematoma) por
la anécdota, como residuo sólido en su río a la cloaca.
para kozer, que lo sabe

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Bella, la bestia y yo gourmet de fondas

En cualquiera de sus bandas (esto sí que lo he soñado) Me restan los colores (frente al espectro rancios) y
la radio nos dispersa, de espuma brota el cielo. Por la lámparas naïf en su expansión. El sol ha reducido a
ventana lastre (neón ineficiente) que se anuda al derro- mitad sus propiedades, se acerca a la carroña, blanca
tero y traducción de este solaz. Ciudad bajo la pasta de enana. Bajo el toldo indemne yo para ser disuelto en
un manto solo y frío vestido tenuemente. Ciudad que nieblas, pero a cambio he de aguardar la llamada al
me parece fracción reconocible de lides que fraguamos mostrador, respirar imbécilmente humo de segunda
para permanecer. Diría que la oblicua (o mercurio) de mano. Después, la gran marea (telares de Tailandia)
sus labios tendrá que estar marcada por ese trueque in- caminando cadenciosa. Incierta la pupila de en donde
verso: se arroja sin la red nuclear del artificio, se vuel- fermentar: la estampa turbulenta o entre embutidos fri-
ve reversible sobre la sumersión. Yo debo estar soñan- tos, mil vísceras de cerdo, bananáceas comprimidas.
do, falacia deliciosa, la base del pulgar sobre el derra- Como la tarde extrema –suceso inadvertido– ya no po-
me. El resto es sólo nervio vicioso que hilvanar, nocio- drá secarse el pantano en la cabeza.
nes de dos cuerpos convulsos, pigmentados.

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muñecas de boca muelle la Jagger rasurándose ante Warhol

Híbridos fecundos, esos, definidos por esponjas y ma- La risa es un diagrama ligado a carnadura. Establece
terias informales. También yo los percibo, pero por im- claroscuros de vulgar daguerrotipia. La axila (al meri-
postación: registro inusitado de un sólo golpe sólido diano) erial en donde bebes: recórrelo que es rama: ta-
fundado en su servicio. Hay –siempre– que acoger esa mízenlo las yemas. Con una mitad negra y otra gris-
concentración que da su percutir: puntos rojos en las engrudo la realidad cuadrada para ti es desequilibrio:
córneas cuando escapan de cubículos y empiezan a desboca en desembalses volubles del escote, cabello
fumar. El órgano que es salvas, tabaco a consumir, en- de zarzales y ascesis del afeite. La córnea del pintor
tre las partituras sibilantes de sus voces. Cada vez que corrige con eclipses efectos de fijeza. Así contravendrá
ve malvas aquel descodifica como una lente lee. Una (sólo así) su imperativo.
reparación, pero que no es frontal, como corrige el
aire con saxofón tenor la hinchada cavidad de cierto
negro en Tennessee.

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masturbarte con champú calistenias donde Herminia

Tu batola es una estela de verde penetrante. De arriba En la esfera de la aurora (despiadada) la cabeza, una
a abajo cardo (obsoleto, hirsuto, inmóvil). Retoños en marcha de gaiteros sus cautivos. Fulgores increíbles,
cualquiera de sus cortas coordenadas que suman radiados de los postes, denigran los segmentos em-
anarquía y atributo de sujeto. Inasible, pero oscila en- brionarios de las rectas. Sobre bases más serenas (y
tre acres de algodón, como lava de organismos mani- previendo este destete) fibras, médula, moléculas lo-
fiesta al microscopio. Arrebatos que disipa la superfi- graron embalsar, ambas tibias me trenzaron la pizarra
cie en pompa: parece que undulara allende los volú- de la espalda recibiendo las albricias del montículo de
menes. De modo que (en agudos) encaja mi falange, un pie. Desde un ámbito angular el gallo del villorio
como buril viscoso que te dará taller. recrea su pasión repoblándola de agudos. Y al final la
sien es ciénaga, vidente en su desastre. Y (prodigio de
un enroque) rápida caducidad.

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mil desnudos en el baño fragmentos de sueños húmedos

Hay orden sostenido, paredes sin costuras: cuadrángu- En la sábana conjuntos descompuestos. Evidencia se-
los repiten florecimientos bruscos. Mil desnudos en el cundaria, inmaterial, vil magma. El cálculo obsesivo
baño propagan (polimorfos) la niebla en los sentidos, de esa fuente inanimada refiere un sacrificio de co-
desatada con formol. Será manifestado: cuán áspera la mún sustitución: pelo crespo y rostro ovoide (relación
carne acerada y sin abrigo, desagües amputados de lo rudimentaria: vertida en aprensiva vocación de afini-
subracional. Pero este cuerpo (y otro), ese múltiplo de dad). Para labrar su idea, y devenir más rápido: ya es
ser (que repaso penetrando) es la armazón del cubo. otra al ensancharse y extraverter su instinto. Quien
Habiendo germinado las almas dan su acústica, for- sueñe estallará lisiado en su accidente. Después no
mulan su ficción con encarnizamiento. Ten súbita cer- verá nada, se pasará a la niebla y al par de promonto-
teza de que (siendo suprimido a razón de la abundan- rios en unión contranatura.
cia) el cráneo se malogra.

para alice y comas, partiendo


de ese entonces

128 129
casi casi salaz hardcore

La efeméride no cesa de registrarse aquí: entre mue- Algunos miembros (sobrios) y sus productos (blandos)
bles y aparatos la contienda de dos entes disociaba la parecen espontáneos estallidos de artificio. El frío de-
humedad. El uso del espacio por su desquiciamiento, termina –los músculos mediante– cebarse en ciertos
trabado en el impulso y postura heterodoxa: converti- huesos, soltar su ardor vicioso. Me felan plexo abajo,
do en homogéneo torrencial de torceduras el orden el cráneo un globo suelto: confusa desbandada con
asimétrico de cosas de una casa. A partir de tal esque- múltiples linderos y nieve entre la grey. La sien busca
ma se fija el deterioro, así como su anclaje desgarrado medir, razón inventariable: el grueso movimiento pro-
entre las sienes. La trama irá anidando período a pe- pone, sin embargo, impresión de liviandad. De algún
ríodo (como esos pegamentos que han prescrito y son lugar provengo transpuesto por los labios trazando su
casi las materias que adherían). periplo, de pronto involucradas succiones perentorias.
El ser quiere ser isla. Que el resto se deshaga.

130 131
delantal de la hotentote apenas lícito

La fronda va orquestando (cantera de algo crudo) En lugar de la borrasca que cuaje aquí el baldío. De-
compuestos inestables, aquello que antes era privile- terioro de la luz, tan fugaz como abundante. Las for-
gio de las olas sobre las mares llanas. Alimenta abul- mas (cercenadas de la generalidad, así como en un
tamientos, sinuosidad, intriga: conatos de siniestros y prisma o en un denso criptograma) propenderán al ar-
azote de las carnes, su cifra reversible. No logro hacer co y a ser espiroquetas, tendrán delicadísimos hele-
acopio, la orilla es infinita: aquí una sombra ambigua chos. Fotones y pupilas, con sus principios ígneos, hil-
susceptible de evertirse, pero más allá es el trueque vanarán la trama. Bengalas, debajo de bengalas será
(rayón ferruginoso) colocándose en relieve para am- reconstruida y perfilada su entidad.
pliar la percepción. De pronto el centro es lúcido, en-
treabierto fibra a fibra: desperdicio de marisma que
(en rigor trascendental) será mejor trillado cuando se
eduque el gusto.

132 133
los servicios labiales de la diosa prosa del que está en la esfera

And I became aware of the mistery of your lips


TED HUGHES
Lluvia lluvia no hay, pero sí se decantan del manto de
bochorno demasiadas golondrinas. También está lo
turbio, su boca abigarrada que pruebo a recobrar de
Ginebra seca es río subyugándome ambas sienes, las
entre la imago. Entiendo que son amplios los ámbitos
superficies sombras diferenciando un témpano. As-
perdidos que insisto en acoger, que doy por arquetipos
ciendo imperturbable y (al escoger contornos) prosigo
esencias prematuras y, en un vestigio atávico, se injer-
tras segmentos (desnudos, en secante) que apoyan le-
tan con la frente por más plasticidad. Sus carnes se
vemente el mentón neandertaloide. Seguro alguno es
suspenden en una alienación abrupta del paisaje. Do-
mío de entre aquella masa informe desvaída en un bu-
minio de un demonio (sin duda) es el decir.
llir: frenéticos pistones, segura acción de válvula, pa-
recida a rodamientos que se adhieren. He de tomar en
cuenta posibles averías, turbulencia en las arcadas: pi-
llajes peligrosos. Y el entumecimiento (debido siempre
al genio mecánico de un músculo).

134 135
sweet movie Amarilis, los sonidos y el georgette

La mujer, una buena fuente de sueños.


Nunca la toques.
Hasta aquí remonta el prado que imantó la prima no-
PESSOA
che. Luminosas inferencias, perspectivas ingeniosas,
una vez establecido que una estrella expirará. Pero
hay algo perfecto: magnitudes trepidantes bajo código
Un viejo lamparón de clorofila (en el hombro de mi
rotundo, y flujo primitivo que se impone con violencia
suéter) la rescata. Se va diseminando, metódico desor-
deslumbrado entre confeti y picadillo de papel. Baila-
den, tensada superficie de registro. En alguna parte de-
mos sobre un rombo, extremidades divergentes, mi fo-
bo guardar ese deleite: la palma en el frontal y (con
co es su vestido de expandible espacio curvo. Volátil
una estampa china) su fuelle de cartón dispersando los
el georgette respaldado por tafetas: y estructuras ana-
insectos de la escena del picnic. Así que el sol nos lan-
tómicas compuestas con la trama. Disipando su olea-
za (son horas de neurosis) malditos perdigones, brutal
je la reclamo sin enmiendas: con tibias escisiones se
intensidad: climaterio de verano. Pese a las construc-
depositará debajo de esa plasta gris que piensa.
ciones vibrantes de la mente los hechos se diluyen.
Bajo el yugo proceloso de la descomposición.

Si tocas tu sueño, morirá; el objeto tocado


ocupará tu sensación.
PESSOA

136 137
bucear el sur profundo clandestinos en Strawberry Fields

emissiones de bálsamo divino.


SAN JUAN DE LA CRUZ
Si habremos de creer en mi sinopsis (y el eclipse de ar-
tificio así lo indica) dos cuerpos se desbrozan en el
yermo: pretérito que el texto desarrolla en porvenir. El
Sólo pasa en la succión: que un sólido da en otro (lu-
mío es como un lastre que me sustrae de erguirme, ya
bricación mediante) hasta que extrae su opuesto. Nulo
cadáver y en vulgar obsolescencia. Y (caído siempre)
que es redefinir la manera de auscultar allí donde hay
el otro, yesca cerca de las llamas, mariposa derribada
laderas y redunda la maraña. Esas zonas de lo mucila-
por la brea de un derrame. Se desenvuelven bosques,
ginoso donde un belfo se solaza y la flora estalla ente-
superficies corrugadas, en núcleo de placer y compla-
ra: brota un número de mirlos.
cencia. Oh duendes de las hierbas, preserven nuestros
plexos refrenados contra el frío. Contra el correspon-
diente tejido de los vientos y del pájaro vigía y la
extinción.

138 139
campestre, con orquídeas el extremo violeta

Mi tema alternativo es el número de luces con que nos El cuervo-emblema asoma, lo vuelve todo inválido.
deformamos. Horas tórridas del día que vedaban su Así como se eclipsan espacios por venir. Estadio indis-
marasmo a amplitudes sin usar. Hay un margen que cernible, primario, en pervivencia: la víspera agitaba
recreo de manera recurrente: su cabello deseando, mi- (siniestro) su follaje para subdividirse en remolino y
nuciosamente extenso, celebrar con el sentido, y el trascender. Lo remoto no es posible (no sé quién for-
flanco de las faldas rapiñado por las púas hasta alcan- mula un bosque) para eludir el plano, percibir esa evi-
zar las flores en su expansión violeta. Recordar im- dencia: que (asignado a su arquetipo y concepción ar-
planta flemas y tumultos bajo el tórax ejerciendo una caica) un cuerpo tiene aristas para basar los cielos,
aflicción. Cuestiones del ayer, pero que insisten, por- que en lo indócil no hay “los cielos” aunque sí la con-
que el pasado es eso: impermanencia. vulsión. Pues el cuerpo (al que invocaba con los sig-
nos precedentes) se vuelve inconsistencia cuyos gra-
dos se dilatan inhibidos por las sombras y las redes del
pensar. Me sorprende: se vinculan, la materia y el as-
tral, invocando un sucedáneo en la memoria.

140 141
de lo fijo volátil posturas porno (carretilla)

A lomo van, o a remo, prospectos naturales en los que La pose de cuadrúpedo me da una esfera en dos. Aro-
te reproduces: cuando los cabezotes tumbaban el ten- ma de sus flores: fresquísimo el vestido ceñido a tres
dido, se abría al claroscuro la estructura de la casa. dobleces y al cabo de la raquis. Será mi gran velamen,
Los otros: formulados por el vértigo, sufriendo tu des- convexo ante mi empuje: otro límite el letargo. Vol-
nudo derramado en sus sintagmas. Eras piel conjunti- cado en pleno el músculo –el de las cavidades–, con
va: las palmas lo entendieron tras roces laboriosos pr- garfios las muñecas, induce alternativas. El sujeto, sin
opuestos por la elipse. Pero –abajo– mi memoria crea historia, disuelto entre sus pifias y falso oficio escéni-
núcleos de conflicto (razón de su derrumbe), y char- co no quiere no ser yo. Aunque se dispusiera a amal-
quitos de alcoholemia. Tal vez quebrando a fondo mi gamarse en uno, travestido pero en conflictividad.
adicción a tu fantasma se disipe y aclimate el infame
malestar.

142 143
el (séptimo) cielo adolescente de contenido sexual explícito

Bambú, dame tu asombro


AURORA ARIAS
De sus largas escrituras y de su transmisión comienzo
a cavar datos, llamamientos sibilinos. Por supuesto, es
un póster, y el ojo quien lo ensambla dirimiendo sus
demonios. Es como si la carne se mineralizara según Grasientas sus falanges (signadas a abscribirme) apa-
disposiciones primitivas, y ante el uso inverosímil del rentan divergir, y lo cierto es que atenazan. Así es de
espacio restaurase la ascendencia del vacío. Es el dor- extraño el aire exagerado que me envuelve: lo abrup-
so, por norma, una lámina bulímica, y el abierto des- to adelgazado y entre garras de palmípedo. Es el prós-
encaje de los muslos parece colapsar sobre sí mismo. pero despliegue circular y vigoroso que vindica y per-
Y podría aislar las menguas del pelo indefinible con petúa todas las profundidades. Y sin más detalles téc-
tiras afelpadas, y un arco de costillas pudriendo la co- nicos también se envuelve el labio, fundamenta esca-
yunda del lienzo de damasco. Pero así (telarañas sus- lamientos desertando de la base y apostándose en la
tituyendo al cráneo) más pienso en incrustarme, cata- cúpula: no estoy en el contexto. Para mí no habrá tem-
tónico, en la trama. planza, renuevos de amapolas, a partir de este distur-
bio. Me basta procurar no ser el pasto nulo, sin fibra,
de las fiebres.

144 145
autorretrato con condón en el wild west bar

Sostengo un doble mágico, rasgado en componentes, Por virtud de solidez y de ardor transmutatorio se extra-
aunque ningún exceso lo consiga compensar. El busca vían y reanudan carne y tela. Mediante la afluencia de
su infinito, ejecuta sus contextos como símbolo y es- material armónico notablemente ampliado compare-
pacio para la disipación. Sostiene varias poses, alter- cen turbulencias: ciertas zonas de neblina trabajan la
nativamente: una variante explica (desunión con lo su- eficacia fortísima de aristas, en plano elemental (sin
blime) la anquilosis de los huesos, lo turbio en sus muchos lados, roto). Metal-mujer, barrote y muslo: en
conductas: la tara de la edad. Otra ofrece expresión las fascinaciones imprudentes de sus bríos. Sobre este
allende el plano físico: quimera pertinaz a manera de fundamento de transubstanciación el túmulo liláceo, la
silueta, sin contornos ni grosero protoplasma. Cabría braga incidental: fenómeno inexacto del foco estrobos-
–pese a todo– datarlo en otro estadio, basado en pre- cópico en la desordenada sucesión de circunstancias.
sunción. Mi doble siempre quiso pasar apocalipsis,
posarle a Mapplethorpe.

146 147
hardcore posturas porno (beso negro)

No soy el tercer ojo de los Lamas,


Ver el lomo (o su emblema: las corrientes) arrastrar pe- a mí me lamen los degenerados.
MANUEL DEL CABRAL
sadamente un abalorio. Y (pasando a las penumbras) el
súbito fenómeno –variantes con sus velos– guardará
correspondencias. Son vísceras las yemas formándose
Procuro franquear su régimen de ser otorgándole esta-
en complejos por sí indescomponibles: en un vaivén
tuto de liturgia. Y el culto es específico, más alto que la
oblicuo, forzando con las valvas, seguir los mismos
muerte y que todas las demás epifanías. Doble estrato
ácidos del mar. Resistirá la exégesis con un relieve
geológico que da –por fin– un fósil dilatando más el
nuevo: será como una síntesis vulgar del inconsciente.
diámetro: se asomará el abismo y el río jubiloso de sus
contracorrientes. Se vuelve corvadura e intervalo pro-
digioso: tendría que haber sido legítimo al momento de
expresar su circunstancia. Asedios a la esfera, ligerezas
de la sonda: de leves hundimientos brotará la subver-
sión. Bajo un dogma de fe (pero eso sí: sincrónico).

148 149
café con lluvia y trauma el (séptimo) cielo adolescente

Esto es forma que traga informidad


WALLACE STEVENS
Hubo un diálogo con lluvia por sobre las bromelias.
No nada sino embriones los celestes cortinajes. La voz
como entre rocas, lumbres pobres en la mesa: tal que
si compusiéramos un filme insoportable fotograma a El júbilo era verla desvestirse. El páramo mutaba bro-
fotograma. Diré que no hubo modo de encubrir los re- tando en esplendor. Según saltaban broches y ligas se
ferentes: las manos a la saga de la iconografía borra- viciaban, las formas se erigían con tumulto: para ser
ban tus pestañas, negras lágrimas de rímel e (impropia agudamente registradas y hasta exentas de las taras de
por la estática) la radio era vulgar, melodías formula- las telas. Furtiva la bandada del pelo (procesado por
rias, viento ronco. La cosa era fraguarnos, suspensas un tamiz oscuro) se hacía indomeñable. El rapto con-
por sus garras, pasiones transportables que restarles al vulsivo de cuatro extremidades (en rara inflorescencia)
adiós. Aunque se propagaran de manera subsiguiente parecía derivar. Todavía están las crestas, su busto, pe-
y en feroz perseverancia. dernales: la córnea se acomoda –perenne– a la se-
cuencia, inhábil de (en su mácula) volver a vindicar.

150 151
sobre mujer baldía y trasladado del diván a los papeles
ermitaño en la ciudad

No existe gozne mudo –la herrumbre es su festejo–,


Retrae algún estío, agreste, pero nuestro, aquel vulgar así que al adentrarme cantando a la recámara hallé re-
vapor del alcantarillado. Transfiere tu respiro, jadeos gistros dobles: carbón de un cigarrillo (arrastrado un
corrobora, mirado en transparencias el humo ante el par de metros) y negro muy espeso desbocado a bien-
pensar. Las tantas estridencias transfieren el indómito venir. No vino a hacer mejor –ni a disipar las brumas–
vacío de 3 días y nada hay que extraer. Hollín desafo- el lustre de las carnes empalmadas con el lino: como
rado vomitan los camiones; neones de crepúsculo: es si la realidad fuese el ámbito del fango y todo movi-
espectralidad. El orbe no da nada: ortigas macilentas, miento subterfugio del sopor. La crisálida modula
los gatos que se nutren entre polietileno. El azar es ele- (acótenlo sus folios) intervalos de humedad. El largo
mento que ubica aquí su número: durante los veranos recorrido pilar sobre la raquis después se rompe en
desova lentamente y todo el rodamiento de heridas selvas, y en fondo marismal. La forma humana entera
que hilvanar reanuda, nulo, ruina. renueva eternamente doblando su entidad: reinvento
crudamente los límites, la noche, para así montar la
historia y poderla transferir.

152 153
bucear el sur profundo bizarrías en Santiago

Pueda bajar uno al pozo. Arda el paladar.


PEDRO LÓPEZ ADORNO
Vuelve el par al encuentro despiadado de sí mismo.
Como que se superpone a mi ya espeso imaginario.
Nuestra historia –a su pesar– tiene algunos costurones
Deberé tragar a fondo la aspereza de su lija, hilaturas y un escape indefinible: aparece el mitsubishi (rebro-
de por medio –así fue demandado. Conduciéndome te retroactivo) desplegándose en la cuadra, letreros pa-
por márgenes (son menos espesuras) de cualquier ma- ralelos y desgaste alucinado de tardes de provincia.
nera hay olas, envés heterodoxo. Lacerante genitalia De repente en los fragores mi cabeza es hondonada,
se desase de la tundra, y deviene más cercana (me es- cuatro brazos (propelidos) me interceptan en su abra-
quilma) su eclosión: temible congestión de pequeñas zo, yo en declive e indefinido bajo escisión aciaga.
muertes rancias para desenterrar bajo pátina y presión. Cada cuerpo es impostora confección de carne en se-
Qué sensible el paladar (que es inmune a corrupcio- rie, evitando que me acoja a señales en la orilla para
nes) cuando alcanza masa crítica. Y el aire no se pue- circunscribir el estado de aislamiento. Las dos han de
de recibir sino con branquias y la razón (volátil) respi- ser larvas, presunciones perceptivas: imagen repelente
ra por las grietas. que se fija por un yerro.

A Fernando Cabrera, habitante de ese espacio

154 155
melocotones suculentos rigor

Si se quiere definirlos se precisa designarlos vena a ve- Un cuerpo a la deriva, como desactivado, comenzando
na, vulnerar sus fortalezas descendiendo hasta las car- a supurar. Su brote modifica el concierto de las olas y
nes y en perfecto pulso abrirlas. Para urdirlos en su la espuma: las encarna. Residuos anacrónicos (de va-
enigma y en el orden de los goces imprescindible es rias densidades) se envuelven en el salto, y el agua se
menos: ejercer acciones simples (como arder o dilatar desliza tramando la comarca que, en esta asignación,
y como paralizarse en compases de un espasmo) ante ha perdido liquidez. No sé si es un desecho (tal vez una
la contravención de su frescura ardiente. Si la idea es bañista), pero parece autónomo bajo dislocación. Su-
desarmarlos y abrevar vicariamente la estrategia está plantan grandes fauces la férula del véspero basándose
en el tacto: mantenerlos distendidos y usurparlos de en embates, borboteos. Lo mismo en la memoria, que
repente a partir de un avatar desenfrenado. es inhábil, sin réplicas ante el estancamiento.

156 157
rosados y rotundos de contenido sexual explícito

Pigmento impuro, que sé imperfecto, y hasta fuera de Bajo yerbas empapadas hay más pulpa, taladrando
la escala natural. Además de que es masivo bajo cho- desde el fondo hasta la asfixia. Cardúmenes de negro
rro ectoplasmático, a menudo matizado por viruta. zozobran en su barro y vuelven la escasez exuberan-
Vuelve el cuerpo (subrepticio) sobre cada disgresión y cia. El maxilar se agota y restablece por sus medios,
su correspondiente vulgar dilatamiento. Viciosa la em- perseguido y penetrado por un morbo muscular. Y un
bestida, parece estacionaria, hasta que da un preludio ojo no podría (trastornado en consecuencia) negarse a
al proceso de transplante. Esporádicamente, sin espe- percibir testimonios contundentes, mudar a tierras fir-
cificidad, la boca lo restaura: como empujar los bron- mes su estridor.
quios sobre sustancias grasas, participando ciego de
su metamorfosis.

158 159
rigor prosa del que está en la esfera

Vacían las ventanas sobrio azul. El mar desparramado, Espejos son artífices de aquella ubicuidad. Libérrimas (y
sin una diana estable, ha esgrimido una ola y su bajío lejos) se disipan campanadas, tal vez también las aves
y el pacto de los dos y un alcatraz. Sin duda es su ma- propalan con su espanto. Y no es que es ganancioso
nera retrógrada de huir como líquido elemento perni- reproducir la inercia, motores del entorno: con giro
cioso, o quedarse resumido a arbusto de terrario de- sostenido delega oscuramente (y entre corrientes frías)
marcando con lascivia la terraza. Aquí vendrá el pre- su diseminación. Corrosivas las paredes, montículos de
térito llenando lo vacante, escalando día a día por sus embalse, repiten la amalgama de meandros. Lo cotidia-
borras. Se trata de ahuyentar la proyección de un lobo no incómodo, circunstancial, remite, al dejarlo inerte-
liberando de lo claro su silueta. mente descansar en la ficción.

160 161
el número de un ibis “La habitación”, por Balthus

...un seno, solamente un seno


no puede vencer al cálculo de probabilidades La escena me dará mecanismo de horas muertas. Tal
ALDO PELLEGRINI
vez porque es oblicuo el blanco vómito del sol. Am-
bos tipos en el canvas (un desnudo y el vestido) apa-
recen redimidos con gris considerable. El vestido es al-
Soldado al plexo. Cabeza fugitiva. En el aire un jazz li-
go informe, pecho perpendicular, y recoge el cortina-
gero (inteligente, en otro plano). Una hilera de marfil
je con mueca de mucama. El desnudo, desvaído, se
(que dificulta el flujo) me dispensa (pavorosa) de fuen-
disloca en su diván, en plano equivalente y a una altu-
tes de reflejo. Ni siquiera la aridez hostil de una aure-
ra respetable. Lo pasado y el después pertenecen a un
ola –o su recinto herbáceo que la ofrece con deslum-
espacio que se desmaterializa. Lo evidente es que se
bres– asumen el exceso ni etapas intermedias: el pe-
pudren en su conyugalidad.
zón es como yermo bajo labor de zapa, y el torso ape-
nas grueso genera tempestades, vitalidad demente.
Allá abajo yo soy otro, ruina cruda cuando embiste.
Pero aquí desasosiego, perturbar de bisturí, lentamen-
te al remontar.

162 163
Bella, la bestia y yo café con lluvia y trauma

Quizás desde un declive mudable del destino a su car- Instantáneas felicísimas las de la facultad, que ya se
ne y a mi carne concilia un nudo tosco. Los climas in- han vuelto coágulos muy duros de ingerir. Una serie
formales y nidos de neblinas hacían deambular bule- sucesiva, sobre la sien izquierda, de repente se aligera
vares sospechosos. Despeñándose los soles o en pre- de su marco: las brisas rebuscaban antiguos victima-
cisión de pestes parecía que era nuestra –en su hervi- rios entre los jabilleros, un giro de la mano agregaba
dero– la ciudad. Siempre en suelo corregido por capas al campo un torso, aunque desembocara en carne in-
de la yesca y a veces bajo un toldo o forma bárbara de consistente, cuadernos descuidados. Como con nue-
nieve. Cabinas telefónicas para esquivar el frío, peato- vos medios, sobre la misma roca, reacomodo la mor-
nes ordenados en un panel del Bosco: son móviles pri- daza con un dedo en vertical y a la misma vez mutilo
marios fijándose en conflictos del yo, que ya declina, la cabellera-máscara, que casi alcanza el orden de la
repudiado de esa Arcadia. Ejercicio simultáneo, dema- maceración. Ese ayer se descompone en corrientes
siado multiforme, que parece indescifrable ante su subterráneas, agradablemente póstumo. No posee ni
urdimbre. porvenires ni estación ni varadero.

164 165
más allá por vez primera más allá por vez primera

Sólo sé de las cortezas. Pero si esto es el azar, proba- Habiéndome abatido resplandores y tanto trepidar de
blemente caos, desconcierto, me conciernen. Mi des- las rodillas, consagré mis energías (que eran magras) a
cripción (por fuerza) se limita a su desorden, se con- la contravención virtual de los vestíbulos, filtrar entre
gela: enormes engranajes suscitan movimiento, y res- falanges su alabastro. Pautadas en sus predios toallas
pirar depende del vigor de esta bisagra. Arco duro, vie- vírgenes, una manta aglomerando invertebrados. Pero
ja data, se encarnizan: complexión. Pero en su noma- aquí, y en cuantía, pugnaces propulsiones de cuerpos
dismo, vicariamente adjuntos, ya son equivalentes or- cavernosos dilatados por el vértigo. Cursos húmedos y
dinarios. No pretendo dirigir, sí quisiera retener: estra- nervios me empujaban a escalar; perfectamente pla-
gar la realidad con su contrasentido. Para hacerlos in- nos, minuciosos, los abdómenes. Malograda en las
cubar, para expandir sus diámetros, me hospedaré en ideas la cabeza blasfemaba: cómo puedo remontar
los pliegues, el pensamiento en frío. anulando mi coartada, minado yo también, espacio
requisable.

166 167
vicio sweet movie

Debajo de un vestido glacial imperfección: alboroto, Estaba ya el hastío cercando muy despacio los bordes
cáliz, dedos. Repasando su volumen, despejando la con inercia. Sus hordas imponían patrones infecciosos,
hojarasca, conmueven la fachada y extensión tentacu- rebabas de marea, oscuridad. Quizás por un instante
lar, aunque hay ramas que me impiden emplazarlo. –compuestos corrosivos– se vuelva a dar la trama, re-
Divisiones verticales aparecen subrayadas: a partir de grese a discurrir: se cuelan los relatos sobre las super-
aquí está el molde, esa línea da los fémures y (cuaja ficies si no se les destila al referirlos. Un pájaro muy
más arriba) confitura y pulpa clara. Sobrenada su vis- frágil (hablo de él y se desteje) perturba las vertientes:
lumbre sobre engastes vaporosos, pero de más a me- no quiero ni contar. Deshizo los tapices la luz con sus
nos, irreductiblemente: me pasma la aridez, despun- astillas y bólidos cenizos de insectos de la seda. Eso
tar de exuberancias; las falanges fundamentan sus cá- queda y es derrame, no segmento de existencia.
nones en fuego. Por el sesgo de un follaje, recorriendo
caracteres, a veces está en juego la discontinuidad.

168 169
la señorita Thompson otra placa polaroid
de perfil en la pizarra

No intervine en su retrato, copiado impunemente: hay


Como lleva faldas lánguidas, omítelas: asígnate a abs- tánto a revocar. Eminencias sorpresivas de lunares (no
traer los suburbios del abdomen. El estiércol tiene pulidos) más viseras orbitales que desbandan. La boca
hangar en esa esfera, es cierto, pero es casa de otras escala el rojo para transmitir calor, y el pelo es un des-
bestias lubricantes y en activo. Recto el corte de la orden de elevados torbellinos. De qué telares glaucos
blusa, rumiarás otro rigor: destejer los paladares no te provendrán estos misterios y bordes discordantes de la
hará retroceder, derrame atenazando vitales ligamen- blusa gris moaré. La simple vista acepta corrientes de
tos. Interrumpe los dictados, dilapida el discurrir, firma lo claro en el golfo del escote y el busto irrelevante
a puño los anónimos. Dibújala, dibújala y despierta a (que tiende a mí una rampa) en su concepto exótico.
lo frondoso, un elástico en las manos. Pulsión sin referencia que articula lo aleatorio, como
detrás de un vidrio que la personifique.

170 171
como pájaro de carnes crudas paja brava

Ya se está difuminando la refrigeración que mancha Remonto de una jungla de estambre esquizofrénico
mal los vidrios (ventana guillotina). El resultado es bru- que ya ostentó un estigma de pistilo con sorpresa. Dos
to. La realidad del fondo alcanza autonomía y, como falanges que divergen extraen temblor y polvo, char-
correspondencia, actualidades detalladas, desperdicio quitos (de un estuario proceloso y bisectriz). Contra
matutino: ayer realengo. Cuanto sé de sus estadios: la rojo roturado traslaciones intensivas reproducen la
gaviota ya corriente (que siempre suplen más) y el nerviosa convulsión que lo fermenta. Después la ye-
cuerpo que propone el betún de la azotea tumbado en ma obliga a expandirse al espongiario: bastó estirar
una toalla. Qué concluir de un sólido precipitado en un poco los elásticos prensiles y acceder a la ranura
masa y de su comportamiento descarnado. Cómo atar fue inmediato. Patios hondos hay allí, dispensando in-
ese fenómeno de exaltación arcaica para que radique cierto aroma, con la misma apoteosis enfermiza de un
en suelo, estrato no del aire. Ardores siderales: me caza absceso.
el amarillo. Con un arco de córnea no lo desplazaré.

172 173
perseguir un mirlo blanco nuevo número del ibis

Rondan fuente, mirlo y persecución


JULIA CASTILLO
Demencia entre los cuerpos de sablazos de luz negra.
Bailamos una escena de safari de un tapiz. Rudo ruido
de metales tenaz entre las cuerdas sobreviene por en-
Injerto sibilante y abstracto en movimiento: la tenista cima, y ocupa los cerebros vacantes en su espacio. En
(núcleo blanco) mancilla un cuadro negro. Deberá la disco la mudez, expresión sustituida por un acero
fundamentar con solidez el pie: su mazo corporal, a raudo, sucesivo y contundente. Frente a mí su cabe-
manera de cartílago, flexiona voluptuoso lubricándose llera, la morfina de un sobaco, repetición de arcadas
en el aire. Una axila se le ensancha, después descen- contra los desfiladeros. Son arcos inauditos y desplie-
so abrupto: irrumpe un antebrazo disecándose en el gues de una elipse, inscripciones en zigzag a las que
saque. Su objetivo primigenio (que es verterse en el no sé dar réplica. La violenta anatomía y el estupor al-
caudal) se trastorna en contenido por el éter dilatado. cohólico descalabran ambas sienes. Sólo el vértigo es
La falda-pantalón (undulando) muestra un médano, (entonces) su sostén.
mamarias trepidantes revertidas más convexas. Yo in-
sisto en su avatar rompiéndome en las gradas: material
a ser descrito desde la oblicuidad.

...que la búsqueda de precisión en palabras,


conceptos o significados, es la persecución
de un mirlo blanco.
KARL R. POPPER

174 175
trabajada por Hefesto medium built and yellow eyes

Noticias inmediatas bajo los esparadrapos desenvuel- Recupero bien el rostro, contumaz en sus manchones,
tos de esta momia. El costado siniestro revelando cur- pero más su construcción rudimental. Miradas ama-
vas crípticas parece calcinado por la fría transgresión. rillas tramando red de alambres para frenar mi raudo
El dios del entusiasmo nacido de su muslo transforma corazón contranatura. Se queda uno solo, militando
su expediente: como único solaz de la conciencia se en lo confuso, hasta rehacer los hechos: a la radio fra-
levantan las glicinas allá atrás, porque marcan el per- gorosa (vetando el inconciente) se le oyó extenderse a
fil –que se emancipa– embutidas en viruta y un tonel. todo: licuefacer las sillas, volver las masas voces. Os-
Me va restando, sólo, con plenitud activa, medir la cura luz pillaba, con rudo desbalance, su mazo ya
densidad de sus mensajes. Pero mi testimonio estará curtido bajo uniforme caqui, dos párpados hundidos
predestinado a parecer improcedente. A estamparse pintados densamente y haciéndola más hembra con
contra negro. Y a hibernar. escándalos de plata. Los ácidos regresan en las índoles
etéreas de gestos de su mano tomados del común. Vol-
cados sobre mí les permito fermentar.

176 177
trasladado del diván a los papeles del prototipo barbie

A living doll, everywhere you look


Supongamos que los hechos son un sólido y se pue- SYLVIA PLATH

den seccionar por su grosor: quedarían reveladas (e


irrumpiendo) sus efigies ante arbustos de cayena, arro-
yos que no escucho porque en ese mismo instante los La animaré del légamo plural del arquetipo. Será de
borró un ferrocarril. Abdican ambos brazos, se la des- las sustancias dictadas por los sueños. La capa de la
cribo a usted, en los lares roturados de sus faldas de piel se cubrirá con lana y el interior arterias tomando
patch-work, apenas recobrada con su calzado clásico, verdes, vetas: materia despuntando con énfasis masivo
cabello recogido a la manera senegal. Le dicto un dato de los páramos polares. Haré que su cabello flamíge-
crudo: no soy sino esas brumas o parte de sus pastas, ro sucumba seccionado entre los lindes y el envés, co-
ahora que (en concreto) las noches testimonian el te- mo un tálamo de pino cuyas hebras se dilaten hasta el
dio residual del espacio y lo amortiguan. límite y revienten por un exceso rojo. Después toman-
do el cuerpo (más próximo a mi impulso) tendré que
cimentarlo: que imponga un dogma nuevo en actitud
decúbita, perpetuados en los cúmulos (dementes) los
acordes: espasmos de un umbral.

178 179
pissing, fisting: anyteen balneum mariae

Con toda su avidez de carne de tubérculo el plasma Mantuve sus memorias sujetas con estambres y ahora
vierte aromas cerrándose y anclando. Espesos mias- se dispersan (de golpe) de la urdimbre. A modo de
mas, conchas, estimulan: mares acres, vestigios en las acarreo vulgar sobre la espalda de pronto se revelan
venas de gran conflagración. Sus crónicas se imponen redivivas. La mente las activa según su gesta aguda ca-
encarnar constantemente, rompiendo en un tumulto, rente de refugio y tibieza de lo anónimo: la boca (ras-
prefijadas: por las lubricidades (excelencias voluptuo- go ambiguo) condensa procazmente, transcrita con
sas) en las que están patentes tempestades de deseo. sus bárbaros acervos de lascivia; hábilmente camufla-
Cuanto más inerte sean más codicia de excavar. Para do cada escalafón del cuerpo y el rostro (siempre arca-
su propaganda y tratamiento en los sentidos. no) soltando signos verdes. Espumas, las del yo: fala-
cias sin misterio, celebran aquel brote, se disipan.

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de lo fijo volátil portafolio de un derriére

Astillas de lo claro burilan entelequias (aberrantes) al No sé cómo funciona, germina de improviso depura-
espejo. Sus líquidos agudos –vehículo de abismo– me do de fisuras: el eje misterioso (bajorrelieve, trazo) me
pueblan las entrañas. De repente brota un rostro eje- parece un planteamiento sutilísimo del aire. Además
cutado sagazmente: del mundo menos diáfano y ocul- está la luna (sostenida con ventosas) generando allí al-
to (arcano atroz). Así te me apareces, podando los pinismo, disolviendo en su escalada sustancias de los
dondiegos, sin nada redimible el blusón de sarga azul. surcos. Lo he visto derivar y vivir livianamente como
Al índice la médula de un aro de corozo tasaba el ho- flotan ciertas formas: sublevando superficies. Y mi afán
rizonte sobre un grosor de sombras. Así irás: sólo hu- es el principio de las incertidumbres: descoyuntar la
mus alcanzando derrotero. Una llaga incisiva que in- entrada, y contenderle.
cide por el vértigo de su revelación.

182 183
apenas lícito vicio

Cabellos cortos. La mole esbelta. Acentúa con las fie- Más fecundo es bosquejar (nivelarlo a su contrario) el
bres mi afición hacia lo equívoco. Acaso más audaz el acto de los dedos que ordenan los vestidos, repasan la
traste: el de las mozas en los planos de los lienzos pri- cosmética, fumando. Pero se impone hablar de acci-
mitivos, sobre cuya sobrestima flota cierta desmesura dentes más activos, apenas inferibles de sus trazos.
y la masa más grosera baja al fondo de la escala. Fren- Como en los desenfrenos de las carnestolendas, ape-
te a las morbideces las sienes son astillas, terminan lar al impulso que los disgregará. No un arpón (es rep-
elevadas por un pulso trepidante. Abordaré desnudo til, en la vertiginosis) la lengua al describir: un largo
todas sus deformaciones, la soñaré intangible pero exceso arcaico vertido en tema nulo por el barro sub-
con finalidad. No en la carne soberbia: allende sus lin- mental. La expresión más sublime y su ilícito motor in-
deros, los ojos copulando y el guarismo de la mente. cubaron el lavanda del nudo de satín. Sin ritos parale-
los: la canícula y los músculos se inducen mutuamen-
te hasta que se coordinan continuando la espiral. Si-
guen siendo accidentes, ordenados de otra forma. Tan
sólo que, evocándolos me expongo a corromperlos.

184 185
TORSOS TÓRRIDOS
Si cuentas por mujer lo que compone
A la mujer, no acuestes a tu lado
La mujer, sino el fardo que se pone.
QUEVEDO

vestir, ¿no sería algo


que se hace también,
con el fantasma?
REYNALDO JIMÉNEZ

Sólo gracias a la fabulación conjunta de


la mujer y la verdad puede escribirse esto.
JACQUES DERRIDA

El traje es una escritura


Mención Especial en el Concurso Hispano- ROLAND BARTHES
americano de Poesía Diario de Poesía/Vox,
Argentina, 2000 y Premio Nacional de Poesía
“Casa de Teatro 2000”, República Dominica-
na, con el título de Burdel Nirvana. Publica-
do en primera edición: Taller, julio de 2001, Te he visto, te visto
Santo Domingo. 15 textos componen el e- OCTAVIO ARMAND
book Cadáver Colorido, publicado por El sal-
vaje refinado (http://poesiadominicana.tri-
pod.com/poetas/id52.html)
a la mujer, así: en abstracto
PARA ATIZAR EL FUEGO DEL BEATO

néstor e. rodríguez
toronto, canadá

un vestido jamás está desnudo


HENRY DELUY

Floración, fuga de qué. Torsos tórridos, conjunto que


por gracia del orden progresivo ((pero, a veces regre-
sivo) de la moda), llega a culminar un ciclo en la obra
de León Félix Batista, bien entendido, no clausura na-
da. Más bien complica y renueva las coordenadas
que en Negro Eterno y Vicio –restantes masas de su
Eros conjuntivo– acechan la solicitud del lector. Me
refiero a esa excepcional estética en la cual el cuerpo
persiste como fulcro de transformación del lenguaje
poético, médula del exceso, la diseminación y las fu-
gas del significante: “Manto, el cuerpo entero es man-
to, vocación de velamiento. Y sin embargo elude que
adensen ciertos rasgos respirando desde el vórtice”.
Implicada queda por fuerza una Erótica, esta vez pro-
piamente del vestido y la abstracción de la cosmética,
más los pliegues de una dicción despiadada en sus
hallazgos dibujando el augurio de una continuidad
hacia el desnudo.

El poeta y narrador martiniqueño Èdouard Glissant ex-


plica la “errancia” del sujeto caribeño como producto
193
de la interacción, tirante o positiva, con la otredad. Y este libro ¿qué es, entonces? Al haber tomado en
Igualmente, la errancia supone el escapar de la fijeza préstamo el nombre Torrid Torsos de un antiguo catá-
de las configuraciones para activar a partir del desa- logo playero de Frederick of Hollywood, nos induce a
rraigo eso que Glissant denomina “poética de la rela- pensar desde el principio que se trata de eso mismo:
ción”. En una entrevista con Carlos Rodríguez en un listado alucinante de zapatos, ropa íntima, som-
2000, León Félix Batista teoriza el oficio de poeta con breros, bañadores, trajes sastres. Mas, transcurridas
precisiones que colindan a nivel hermenéutico con la unas líneas entendemos que, si bien esta hiperabun-
noción de errancia del escritor martiniqués: “el poeta dancia nos succiona hasta el núcleo de la postmoder-
es el exiliado por definición, el poeta acarrea su ex- nidad –con la imantación del atractor de Lorenz– no
tranjería como un fardo ligero, como se carga un car- deja de ser caos dentro del orden. Por eso la efectiva
caj: ahí está el arma”. Lo cierto es que su poética lite- sorpresa de la bibliografía que aparece hacia el final:
raria se puede leer como una continua peregrinación se investigó, se recopilaron datos, se hizo observación,
en busca de concreciones. Para ello ¿qué mejor que el hubo trabajo de campo, y la síntesis soberbia termina
ritual vestimentario? Esa propiedad trashumante se en estos textos en el que los volúmenes se encogen o
manifiesta de forma consistente a lo largo de una obra se exceden y uno puede percibir en cuerpo propio las
en la cual el sujeto (o el objeto) poético de Torsos tórri- suturas transitorias, los hilvanes y vestirse. Cuestión de
dos, tiende a fragmentarse y volverse a organizar en estilo, metamorfosis o simulación. Cuestión de fasto y
una dinámica tantálica de invención y ruina, hueso y corte para afinar su marca de fábrica (su trademark),
forro, tela y carne: la masa corporal “trashuma” por la apuntalada por ese decir poético entrópico y rizomá-
ropa, transmigra transmutando por “aquello que revo- tico que define una asombrosa actividad creadora.
ca” o “aquello que repliega”, y siempre es otro. Y ojo
en lo de “objeto” que dije más arriba, porque no esta-
remos lejos de cierto objetivismo trabajado en la tan-
gente. Otro tanto puede decirse de la contingencia,
que parecería constituir uno más de los ejes principa-
les de esta poesía en que el lenguaje se muestra exen-
to de toda intencionalidad que no remita al eterno pre-
sente del ritual, al gasto estéril, al comercio que, como
el erotismo al decir de Bataille y como tanto remachó
Sarduy, no genera acumulación: “Convertir un esce-
nario de partículas dispersas/ y de estímulos aislados
en un brote”.

194 195
un evento de libido

Me atreveré a hilvanar, de otros tiempos venatorios, las


cenizas –y esbozarlas. Eso porque sedimentan (en vio-
lenta anamorfosis) grabándose en estampas ya amari-
llas. Se conoce que ella vuelve más denso el flambo-
yán porque los pies se mezclan con la membrana ar-
diente. La modela un overall (debajo dril austero y (a
la yunta de las piernas) vedado queda el núcleo); el pe-
lo vuelto cúmulo en el cráneo viriloide, duro de diluci-
dar. Y muta en mito un gesto, predominante entonces:
sus falanges sobre un muslo, ligadura imaginaria, tres
urracas en los ramos imponiendo el desenfreno.

197
una llaga lateral she wore blue velvet

Se avecina infinidad, suceder precipitado, debido a la La mente representa su derrame intermitente, como la
dinámica del fémur. Este sólido distiende contexturas transpiración de los cuerpos climatéricos, o el techo
en escuadra, refugiándose –furtivo– tras compuertas. que, nublado, reciproca imponderables. Después se
Conquistar autonomía desde la inanimidad: artilugio contradice, y (en una esfera exacta) perpetra el alma-
de una pierna bajo la falda-tubo con un recorte al naque: lo puede hacer brotar. Pero las percepciones
bies. Erectísimo talante radicándose en mi frente con- –parece– no progresan, ni habrá desplazamiento entre
tra mil exposiciones efectivas. Expondrá su evolución las cosas. Lo que sostiene al ego es la pura piel volu-
(por lo menos a mi escala) y su resto de progenie con ble, discurso del vestido: desde ese núcleo espléndido
un largo acoplamiento (del contorno del motivo) y ve- el ángulo del tronco hacia abajo se bifurca –para deli-
neno al ladear. mitar. Aunque tiende a ser velado por un pellejo azul
que trabaja como asilo hasta su estado cero.

198 199
sus pequeños panties blancos de algodón sobre un busto vestido con tejido de malla

Los espacios en el monte ramifican ricamente. La pirá- Esto es algo diferente: la disolución del físico. Aquí
mide reclama labor de desbarbado, porque en su pienso perfilar mi caída al orbe oscuro. Humo, inten-
transpiración sacarosa hay asechanza, suscitada por el so bisturí: inactivos derivados parte de este contencio-
eco y calistenias de galope. Las sienes no descansan so: intentando definirlos tendería a segmentar (y pulir)
cuando ejercen la censura sobre el cráneo traspasan- el deterioro de sus masas. Sabe que mi concepción de
do turbulencias. Y la conexión no es clara, pero en- ese orbe es imperfecta y que el brío de durar se me
gendro de un esquizo (que cunde cuando llena con vuelve una burbuja. El habla es ya la bruma vacante
más sed su circunstancia). de la boca; hay tropeles en las venas rizándose en ri-
zomas. Qué plano más termal. Percibo su inminencia.
La termina de invocar mi imaginario.

200 201
hilván en maniquí debilísima lavanda del liguero

Desarticular un cuerpo por redefinir el yo, los frag- Y para que no acontezca resucito de la cómoda un li-
mentos que no han sido formulados en un todo. Dar guero accidental. Se mantuvo entreverado con un
al busto y a los brazos (confinados por su enlace) ex- conjunto autómata, pero ahora es paradigma de la se-
posición artificial y quizás medidas tope para su espe- rie. Devuelto algunos años (y a manera de cauterio) re-
sor de pelvis. Cuántas siegas minuciosas entre charcos cupero un solo símil: cada muslo enmascarado (con
en reposo, estrías de moluscos, terreno bajo un man- una blonda encima) que espesa ante el resguardo
to. Tú excavas, raspas, roes, el tapete minucioso y su- constrictor, la fragante superficie infantil de porcelana
pliciado de la carne. El que te victimará, drenará, dará curtida lentamente por los tiempos de molicie. La cru-
declive. ceta de las ingles deja paso a su desbroce: desarrolla
su desboque en desmesura. Y aparece, más palpable:
los sentidos como oscuros filamentos de carbón.

202 203
hilván en maniquí continuo y discontinuo de un talón

Un amargo zapato que la lluvia fermentó


JOSÉ MÁRMOL
Era el aura de las aulas (o su aurora boreal); conducía
mi frontal al desenfreno. Se deriva de pensar que se
cae en la anarquía (un otoño, no fecundo, los nego-
cios del remanso: los otoños infrangibles pero cepa de Bajo un árbol, inocuo, un zapato de mujer (que sitúo
sucesos), y no puede el cuerpo oscuro estar sereno. en las flaquezas de tu anónimo). Tolerando tanto fárra-
Así que –como un péndulo– mil veces daba larvas su go de vientos espantables invariablemente ahí, susten-
uniforme escolar, y (por discernimiento) su cabello fa- tando el aire muerto al tornarse reversible y (eso sí) per-
rináceo cubría los tirantes bordeados de espiguilla. Es- sonalísimo. Trepadoras lo circuyen, reconocen tu ta-
tallaban, eso sí, las disidencias: descendían por los lón, en la estable compostura del que va a lo intransfe-
hombros, pasaban por el plexo, en un telos paulatino, rible. Si (furtivo) lo sustraigo qué coloco en su lugar: el
con espuma: intrascendente. Más próximas las masas, descontinuamiento es un adversario activo. Lagartijas,
luego el quiasma de las ingles: algo poco definible, de saltamontes, estallidos de gramíneas ya reemplazan a
sentido inexpresable, como soltar botellas con mensa- tu pie, que combate con su espasmo una corola.
jes en un lago. El principio –más severo– del desnudo,
si consigo vislumbrar ¿de qué es coartada?

204 205
boned bodice saraos en sarong

Placer de cuero y paños habitando ese vestido. Ese Tras una minuciosa reconstrucción del sueño (que per-
cosmos amalgama noche e incendio. Las orlas anchas siste en el afán de articularse) vislumbras expandien-
de la curva externa circunscriben otorgando raigam- do, licuando las escalas, las sombras de la hoguera:
bre de frialdad. En acciones transversales se desplaza eternidad. Timbraban dos guitarras: guarismos en es-
un hombro afuera, pero intensamente intacto, como si tratos entre los que se instalan estos acontecimientos;
estratificara. Se desproporciona el talle: eminencias di- pellejos percutían un arte de hojalata: cuando las tres
sidentes toman una orientación poderosamente obli- bailaban urdían el tambor. Abdómenes danzaban (va-
cua. Y las piernas allá abajo a razón de su excedencia por en hipodermia) y al lila exonerado de uveros es-
sin ninguna perspectiva de progreso. Dejaré que se parcidos las ingles entreabrían su cisma impermeable.
gangrenen y volverse exuberantes: pura pauta del es- Yo no descalifico con símbolos con órganos ni arbus-
pacio se transpira a su través. tos ni arrecifes: deduzco derivados de rápida grafía, fu-
siones que son cúpulas: había un buque anclado. Sin
embargo llovió, la arena se hizo limo, sus llamas tron-
cos muertos. Armar la impermanencia no es doctrina.

206 207
archivo de bikinis babas sobre el baby doll

El fecundo azar se adhiere a de lo que yo abomino. Dos hombros constreñidos no pueden sustentar en un
Mar océano los ángulos (contra el que estoy de bru- dibujo a línea el plumaje de una boa. El busto desem-
ces) cargándose, panóptico. Respiro y él replica, re- boca en el vértice de un cono para desenvolver su ma-
pliegue en amalgama; convertido en ecuación –y por nantial. De modo que no hay Ser (los márgenes se ex-
eso no hay respuesta– mas se amplía en los pulmones. tinguen) en cada bies discreto en punto hilván. Desla-
Atenido a los fenómenos que pasan detrás mío, en la van los sentidos (se puede o no creer: después de todo
inanimidad de manadas bajo el sol, el equilibrio lógi- el yo ya es polvo inoperante nacido de una elipsis e
co permite ver las grietas, contornos que transitan inestabilidad).
–con ácido– en la psiquis. Parece consignar, con datos
espontáneos, contrastes en un cuadro: el radiante con-
tenido de un ribete y el análisis (sin duda alucinado)
de las yuxtaposiciones que recompondrán las tramas
desde la tridimensión. Un cultivo universal, suma de
precipitados, y el silencio se me vuelve levadura.

208 209
libamen oruga de monarca

Ingieres ligereza con tus zapatos suecos. El tiempo Al ceder laciamente, como de las marismas, el cabe-
desmantelas entre lo indeterminado. Tu vínculo al ins- llo da en el tórax en tiempo de esbeltez. Umbral (me-
tinto, con otra latitud, lo debes a la yerba y al núcleo tamorfosis) que lo oscuro me formula y vermes amari-
de un temblor. El tramo de la recta (lo “siempre inde- llos precipita. La flora es toda mía pese a su contra-
finido”) conjura tu vacío con signos diminutos: cocu- sentido: horizontalidades manumiten la virtud. Masi-
yos, anatemas, y rachas de automóviles a cuyo raudo vamente impuestos binarios absolutos que son el co-
fósforo estiras hasta el fondo los cantos del vestido. Lo- rrelato del placer. Su envite es convención bruñendo
mo a lomo contra el árbol extirpas un espejo, después mineral. Su volumen desarrollo bizantino.
el ademán retrógrado de un lápiz engendra los eclip-
ses –el rímel se agostó. Por enésima ocasión la vulgar
anacronía y tu asfixia con la baba: qué denso el pen-
samiento. La sombra de un cliente, la mano con pu-
ñal, deslíen tu monólogo. La vida es malabar en el aro
de un esfínter.

Para Plinio Chahín, que me ha dado el personaje

210 211
el móvil del vampiro adaptado a la curva con vapor

El ojo se detiene en fermentos eficaces –para descom- Libérrima del peso, de lógicas externas, parece intem-
poner. Del contingente oscuro la córnea (amplificada) poral entre los oropeles. En la última lámina (allí se
podrá cartografiar el yermo: dirimir. Él (que sabe de curva el mundo) minucias encastradas en la criba. Me
siegas) inserta en los contornos algunas contracciones, aliena el esplendor de tanta celosía del seno a la cade-
braguetas prominentes: compensación mental. Él es ra y rombo a rombo. En esta fase lenta mirar es una es-
inoperante desde las dimensiones que le resultan pró- grima ante su fin confuso, capcioso, elemental. En una
ximas: las cree la yugular. El ojo sólo ve en el límite regresión recíproca de hipnosis el fondo y lo real con
ilegible las ascuas de cigarro entre la ropa: erisipela. un contraste agudo.

212 213
pelirroja en look mendigo breve cuento con tejidos escoceses

Yo soy de quien me asalta Con docenas de cuadernos (para urdir metamorfosis) y


CHAR artificios de esplendor en las muñecas. De ella mana,
con minucia, la belleza convulsiva, al calor de los
compases del plisado. Bajo los calcetines los contor-
Varado y no, se está, o no para entenderlo, ya privado nos equiláteros: riguroso estancamiento en la flexión.
el pensamiento del conjunto. Podría entonces ser que Querría aislar la flora (que inflama) de los fémures tre-
vagones me lo eclipsan distendiendo una membrana pando (jubiloso) adonde reina el Arno; de golpe inter-
con su rapidez de hipnosis. Pero insiste un remanente ceptar, dilatadas las pasturas, el surco de un tendón y
reprimido en sucesión: tenis negros, tela y goma, más la ráfaga de un brillo: como objeto en mar de leva
la malla que raciona los riachuelos de las venas. De su contra rocas o el abdomen inundado de estricnina.
pelo va relieve a la camisa de varón segmentado con ¿No será que aquellos vidrios me interponen existen-
dos cintas, manualmente estimulado: tras larguísimo cias contingentes, el vilano?
depósito de cobre entre las córneas cada trazo se des-
liza según desaparece. Nada queda que inferir, una
masa impele masa: tren y viento la disipan y es quime-
ra en blanco el cráneo.

A D. G. Helder, que comparte esta visión

214 215
mondadura pamela sobre un paje

Estados germinales (con cierta asimetría) en una con- Alimenta las nostalgias extraídas del arcón: quizás hay
junción accidental: del asilo desarraigan (licencias en que asentar (inflándolos con masa y como fondo asfi-
la axila porque el estuco luzca su vacancia). Es plena xia) el pabellón del pelo y el girasol festivo que fijaba
disidencia, afirmación narcótica de céspedes con fil- un alfiler. Nulo está el sombrero solo gestionando au-
me para afeite. Yaceré bajo su égida, sumido en sus er- tonomías. Allí viene a descansar un pastizal nocturno.
gástulas. Feliz porque su sílex veré decapitar. Investido todavía de mil cuajos de esplendor.

216 217
un kimono de carne de doncella festejo y regocijo por un impermeable

Taza de té en la mano. Tras el cristal gaviotas. El día al- Será ración de un día destrabar estas ventanas más el
canza el máximo solar de envergadura. Su técnica súbito prodigio de llovizna que revelan. Vía abajo
–sin márgenes– se cifra en inconstancias: tornea los re- manto muelle, cien paraguas que se expanden: son la
lieves –y el mundo es más palpable. Así se labra un tibia proporción de lo ficticio. Más arriba hay golon-
muslo al devenir efímero: se emancipa de su centro drinas que intersecan con las nubes fabricando una
hasta cegar. Es posible que yo evada el parámetro pro- sustancia de reciprocidad. Yo todo el tiempo espero
fundo y consiga contemplar la cataplasma, como aje- que fermente el desenlace y hasta ver tomar vigor, de
no a su color y semirrígido, como eclosión de un brote entre el vasto ordenamiento, tu blindaje bajo el hule.
en un hangar. El gris es hoy lo imbécil que se extrae de
la razón expandiéndose en escorzo, vulnerando.

218 219
recobrando medio cuerpo descripción de los vestidos
en camisola de crochet esparcidos por el suelo

Con brevísimo bagaje regreso a aquel verano, sospe- Se ven algunos brotes. Parece que es escarcha. El frío
choso de infección. Pero la fotografía (con vigor re- de las carnes es el extrañamiento. La vista necesita
constructivo) le inviste dimensiones deliberadamente. (despejándose las nieblas) fijar (tejer) sentidos: reali-
Por sobre el jipijapa los cúmulos parecen largas lascas dad exagerada. El mismo filo débil de sol que los en-
de vapor; la sombra extravagante –detrás– son arreci- carna va haciéndose notorio en su constancia, les da
fes, señales del silencio entre el dominio hirviente. A razón de albur y derrotero y forma, pellejo correoso
poco más de un palmo (como un alud de fiebre) la sin nada que exaltar. El desperdigamiento, las cone-
pelvis repentina y (para remitirme al objetivo en cru- xiones libres, en favor de una armonía degradada. Re-
do) materia combustible los cuadritos de la trama. Por gistro paranoico que –en dispersión perpetua– multi-
supuesto que hubo mar (incursiona en la instantánea), plica todos sus antecedentes. Volverán de nuevo al
pero a mí me es suficiente su feliz diafanidad. cuerpo (regresiones infinitas) o en el tedio de un futu-
ro previsible.

220 221
Amarilis al estilo canterbury material de fetichista

Volantes blancos, el vuelo es blanco: vacío reempla- El triángulo de un rostro fabulosamente lánguido sub-
zando tejido genitor. Postura innominada: colapso raya sucesivos desemboques y un registro asimétrico
que es local y llega a estar mejor fundamentado. Ca- del ojo inmóvil, limpio, congenia con su arcano. Con
bello recogido y con los pies descalzos, de extremo a un licor amorfo tumultos en la mente de pronto se di-
extremo estrictos estados de estructura. Rarísima sipan y transmutan, de lo real fermentan estados más
amalgama de pérgola con blondas deforma como en ficticios que vuelven a escindirse y a hallar confirma-
éxtasis, con ritmo matemático. Si el sol sostiene el lus- ción. Confundo así las noches de yunta escandalosa
tre quizás pueda animarla, consumándose su enigma impresas en templado material de alegoría y el despli-
por la esfera. egue progresivo (consiguientemente incierto) de una
franja de las fiebres, cuadro blanco. Así también reco-
bro los lívais diluidos: las piernas redimidas en marco
de abandono. Advienen formas rudas, bosquejos de-
fectuosos: la conciencia me sumerge de repente en su
mucosa.

222 223
otro evento de libido la doctrina de los cuerpos y sus glorias

En el juego numerario de plasmar la experiencia de la Son técnicas inútiles: la mente es el enigma que va
carne en combustión (y los fastos que circuyen cada mezclando escenas. La silla giratoria vistiendo su ves-
gesto faltando los fragmentos unitarios) aparecen los tido; a mano (y en vislumbre, preliminar con óleo) el
diseños de cuerpos nebulosos, oscilando entre materia túmulo de un delta, siguiendo un plano armónico, su-
y abstracción. Están en la tarima, bajo playeras húme- dando. Desde su punto incómodo, bajo virtual asedio
das: la piel como esplendor, superficie de registro. Y es se revelan los rescoldos de su descompostura: inter-
posible percibirlos, precisar su evolución, las franelas nándome en su código se ven convulsionados por há-
como réplicas de réplicas. Permanecen indelebles ba- lito mortal. El vuelco de los polos es insignificante
jo calor perpetuo a fin de hacer patente la constancia cuando se fortalece con dobles nudos dobles. De nue-
de su culto. Aquí son consignados para inmortalidad. vo habrá el emblema sucediéndolo desnudos, retros-
Aquí dejo su inexacta transcripción. pectivamente y a partir de otros compuestos.

224 225
ejemplar de invernadero la pijama de un ángel

Ilustrar tu advenimiento pensando cada forma desde la Se adscriben los recuerdos a fuentes no ordinarias.
caducidad. Cubrir el extravío –fragmentación y flujo– Han sido propiciados deliberadamente. En una habi-
para ver cuanto postula: bajo su combinado (infinitos tación sin referencia (un cubo) el cielo que se abrió
puntos polkas) el vínculo supuesto por una incerti- por treinta días, y su pelo con gel sobre un cojín, mu-
dumbre, profundos los arcanos (se harán desperta- tando entre las cifras rojizas del reloj. Divago en este
miento) secundando las corrientes y filtrando. Y (con espacio de desintegración, con el brío de esculpir una
la confusión (eventual) de un barbitúrico) considerar figura: el cepo sin embargo atrapa a gran escala es-
el eje que –del pelo hasta las plantas y desde un hom- quirlas intangibles, aunque significantes. Formando el
bro al otro– sostiene el contenido futuro del desgaste. escenario lencería de algodón: calzón de cortes altos,
No tengo otro designio que este dogma irracional: de- camisola “cuello ve”. Diseminado el todo en el duro
vendré de tu memoria. Ese es mi ardid. decorado, a través de las esferas de que dimana, infor-
me. Como un total olvido mi propia masa muerta se
adiciona a los relieves del mueble seccional. A su flan-
co la sustancia para juzgar las forjas. Apenas como un
soplo, pero punzocortante.

226 227
el vestido y quien lo viste guardarropías

Me desolo a seda rota


PESSOA
Hay muchísimas tinieblas en la disco que arbitrar, por-
que de pronto el límite se vuelve cuestionable. Al bo-
rrar de los contrastes su ascendiente primitivo el suje-
Alveolo secundario saturado de armonía, que se mete
to se afantasma, sutil sinuosidad. He aquí la quema-
al pensamiento para ampliar su psicodrama. Noción
dura progresiva en cada vena, como un pulmón ya
de hacer derivas en un invernadero al que nunca le
hueco boqueando superficie. También que la garganta
atribuyo mi desplome. El se engendra a sí mismo, has-
(prolongando sus atrofias) claudica en los torrentes ex-
ta el agotamiento, extraído de otro estrato –y pasará a
tendidos de un tambor. Yo pienso que el vestido baila-
ser nómada. El es seda y se abre cuando va a retroce-
rá sin quien lo viste, que veré volar tras lumbres su
der porque sabe que el comienzo es un sinfín. Intem-
appliqué de mariposas. Y que los parentescos se crean
peries devastadas, hasta que las abre el ojo. La siega
libremente en el precipitado desorden del pensar.
me es tabú.

228 229
fotogramas corrompidos the panty horse

Cuando aviente la pelota como un búho cada córnea Excelente buqué el monte (quebrantado por astillas)
encontrará su panacea. Blancura en trayectoria la lí- que se puede devanar como un letargo. Como se ven
nea recta errante: lo polar se manifiesta en lo entre- las aguas: ausencia de moldura. Lo mismo que la mar:
abierto. Rectangular a un eje la esfera es desenlace en aroma de mandala. Pero antes blande esquirlas en una
ese viene-y-va (artilugio deletéreo). Crustáceo (yo) me infinidad de breves proyecciones. Una tenue compre-
enrosco entre sus transpiraciones y porte blando y fá- sión (que se adscribe a su apertura) sobredeterminada
cil de anguila entre las aguas. Más ameno es lo tenaz por los ámbitos sinuosos, borrones de aguarrás disi-
del ideograma. pándose en estelas, como sellar con lava los caminos.
El frío pensamiento la cubre con revoques. Celaje de
amarillo en la esquina de la córnea.

230 231
en mis días de quimera Ibis en lamé

Sus sábanas revueltas son la aurora de las cosas


ANDRE BRETON
Inscripciones en el raso –cubículo de hotel. Fumando
opaco el porno que escupe el monitor. Yo me voy con
el humo (contraigo su espiral) como en las confluen-
Tramas íntimas quedaron entre las inflexiones infinitas cias agudas de las aguas. La imagino recogida nume-
de las sábanas, como si derivasen de la subyugación a rando las losetas para no mirar el vino cuando sale de
la quebrantadura: persistencia. Superficie silvestre, fe- las ingles y en hileras hidrográficas se lanza al sumi-
nómeno fugaz: extensión desordenada que se quiebra. dero (que inclina su planicie para el coágulo). La reco-
Diviso en su plegado (que es hiperpercibido) materias bro revertida: un cartílago delgado con tres protube-
alcalinas y el fresco de las algas, secreciones que re- rancias, pero exigiendo un vínculo con todas las sus-
medan una cúpula de espumas y talles modulados por tancias y que gana más dominio cuando expulsa la
lavanda. Y –aunque frágiles– no crujen y preservan la materia. Cuando vuelva de la nube me notará aferra-
expansión de sus moléculas. Pero veo que es leyenda do a los tejidos que dejó. Con las sienes reclinadas en
y que existe en subconjuntos: poco a poco se distin- el lánguido lamé, como el potro fatigado manchándo-
gue de lo abstracto. El augurio retorcido –capaz de en- se con heno.
sanchamiento– devenido ya dibujo relleno de perso-
na; y en virtud de su vaivén policromo en lo menudo
el objeto que yo esculpo será calidoscópico: el pelo es
artificio (sino tejido muerto) que acaba por nutrir los
vientos con esparto, con una boca grave que juega
con agudos modulando en los alambres un acorde. El
cráneo sólo puede captar confusamente, aturdido en
su vapor.

232 233
un slip de verano lincería

...el slip de un verano al que desnudas oh lince, mi amor, mi amor lince


ENRIQUE VERÁSTEGUI POUND

El sol de hoy le da como una alegoría: sobre sí des- Revolver este fenómeno es volver a ver la niebla. Apa-
componiéndose en fragmentos de amarillo. Para cer- rece desplazado a una región difícil. Porque pasa que
car los bordes (porque la corva es iceberg) sus cúmu- el pensar (torbellino de torrentes) se involucra deri-
los componen una serie. Pero se perpetúan con ánimo vando del desfase diferencia. Siempre infiere de lo
vicario: el esplendor de laca que sale de la seda como amorfo la remota percepción, de manera que el absur-
celaje en páramo nevado. Aquellas “tentativas de la do perfecciona asimetrías, conservándose tan lúcido
metamorfosis” agotan el emblema, fenómeno mecáni- en las curvas de la córnea que simula reposar (pero en
co, lo fijo es un talud y se desprende el cuerpo. Inocu- verdad se muestra) mediante el argumento que expre-
lando el vértigo, como si me dragara: haciendo muy sa sus constantes: bajo el tórrido estatuto de la auda-
confusa la dinámica mental. cia. Yo pinto su perfil fijándolo a un desvío y (en esta
sola hipótesis) le doy actualidad.

234 235
aquello que revocas, aquello que repliegas bra mortal

Untar el cuerpo con suaves telas,


algo de seda, un balbuceo... Dibuja bien el ojo (cuyo cierre va hacia el frente) lige-
YEHUDA AMICHAI
rísima sospecha de espesor en los sentidos. También
suma el abdomen que (en decúbito) me cede como
concavidad: vehículo de Buda o venero de anarquía
Te lamen los tejidos largamente, tentáculos distintos
para que rompa en vano su piel con profilaxis. Con
de la trama. Alusiones a lo obsceno es lo que estalla
esas eminencias, vacío así tan brusco, poco puedo in-
(pero a la vez lapida) una tronera. Los visajes agridul-
terpretar: imanes en las copas, microfibra, simulacros,
ces de su boca acompañan con más lápiz el pastel. Tú
labor en los costados y ese río de su raquis. Yo accedo
trasluces, estofa, referentes más desnudos: tú reclamas
por las lindes, declives no uniformes –sin tener que fa-
redimir su imperativo. Por eso el caderamen y senos
tigar un músculo, atenuando. Deformación del molde
contraídos engastándose en el éter que expide el me-
(pero mucho más festiva) por virtud de la materia que
dio slip, por eso se escalonan volantes en sus cárceles
elabora.
de gasa y represión. Te adhieren a su yugo y eligen
persistir (en amplias dispersiones) sus bitúmenes.

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torsos tórridos catadura del roll-on

Una mujer es una cosa con olor


GOTTFRIED BENN
Maduraba despacio. Su piel: paranormal. Tapiz en que
relámpagos de venas en fósforos tangentes deambula-
ban. Padecía de engullir con todo el rostro el rápido
arco lábil de los cuerpos, tallar respiraderos al orden Acorralo por las costas (bajo sagaz cotejo, soleada su-
de las cosas, como la mano exangüe cubriendo una perficie) la película de babas. Comprimido de metal
bombilla. Ligero el manto corto, variados pliegues pla- (sobrenadan los relieves) recayendo en la epidermis
nos: cortaba en un embudo el rojo a mí prescrito; por secreciones. Es que el órgano vadea los contornos per-
concatenaciones de vuelos secundarios dos setas en el turbado cuando se volatiliza entre los visos de las ve-
tórax, el vientre plano céreo. Y la enagua de crines al- nas: los vermes vigorosos ramifican (aberrantes) pero
ternando, encima bies dentados del tronco tubular. espesos de emulsión hasta crispar. Incansables las
Mas su carne, un esguince, vició la perspectiva: conje- elipsis, los desiertos sucesivos: los espacios estragados
turas expulsadas por un tóxico. hasta el ras.

238 239
porque Luzbel fue bello despojo prenda a prenda

...el monte depura a quien lo escala.


DANTE
Atractivos tan brutales parecen accidentes apenas vis-
lumbrados, eterna actualidad. Como las cicatrices de
frescos de otras Eras que (al perderse en lo tangible)
Si caen los párpados, sinuosidad de médanos, resu- incorpora el subconsciente. Las formas se corrompen
rrección vacía y yugular. Elementos de certeza revo- en su proliferación, insidiosamente curvas y embos-
cables en el cuero, y episódicamente registrados por el cadas por las ropas: remolino en las rodillas avanzan-
tacto. Su carne inmaculada necesita de un canal: se do al desenlace por la bífida caída del charmés.
requiere derribar la barricada. La sustancia que el yo Debajo de los pétalos –mondados lentamente– moti-
busca fue producto de un microbio, adquirido a des- vos de su culto de furor de enfermedad. Lo que de allí
trucciones desde algún paisaje elíptico. proceda servirá de combustible para las expansiones
de algo oscuro.

240 241
el móvil del vampiro lincería

...un ojo fuera del lince más agudo


GÓNGORA
La nuca reverbera: un óbolo frugal. Con ásperos ima-
nes se enmaraña frente a mí. Replica vello leve en las
astas de la estrella: desvaríos de una hipérbole graba-
En instantaneidad el mito se restaura, coherente, pero
da sobre piel. Omóplatos supuran de los tiros de la
abstracto. Punzada en la región septentrional del cuer-
blusa: relieves escarpados instauran su vector. Las pró-
po que atestigua de sus articulaciones. A qué veloci-
ximas variables (tornándolas estériles) serán articula-
dad furiosa y abismal retrocedes a ensamblar su pelo
das sobre lo descompuesto. Yo quiero –simplemente–
a la intemperie. Por qué no ves más obvios los colores
abrevar en el venero. Es un manso pensamiento de
caracola de su pijama bóxer, fantasma antropomórfi-
agasajo.
co. No piensas que el recuerdo parece generado de vil
materia muerta, y empieza a declinar (la vaina de una
oruga) sobre el término espinal y entre dos lomos.

242 243
en mis días de quimera eje

En cúspides fecundas el yunque de una cara. El guión Preciso densidades de una masa articulada para justi-
de mi deseo fue espontáneo. Perimen los salientes en su ficar la mutación de un mundo. Con ángulos corrien-
metamorfosis, un duelo de hipertrofias: serán marfiles tes lograr el equilibrio de vértices perversos que pier-
blandos. Arriba zurcen cirros con fibras de un espectro, den su extensión. Es el desgarramiento (o su instanta-
imperativamente. Se debe ser formal entre los rododen- neidad) presente en el leotardo de tricot. También los
dros que rompen sin merced. Mas, dios, la redondez re- torsos libres –mecánica animal– que cobra un cuerpo
quiere una extracción: las copas son mendrugos, la ma- a cuerpo. Aquí –los mismos folios– vendré a mi idola-
no añade arcilla. Insisto en inflamarla ampliando el ner- tría: valerme de sus tópicos e hipótesis y réplicas y ha-
vio y segregar (así) la masa de las formas. llar entre las brumas fermentos para el móvil.

244 245
un Coney Island de los cuerpos bajimama

…ante estos descarados bípedos vestidos…


LAWRENCE FERLINGHETTI
Cercenamiento basto, brutal escotadura: apenas hay
mensajes que descodificar. Prender es muy flexible
porque reprime en bloque y el resto es albedrío y am-
Siendo apenas que las aguas se retiran, Venus brota de
plio ardor. En una axila encuentro la pez de la gimna-
entre ensanches insolentemente azules. Con el niqui
sia, tal vez como su gesta liminar. Defino su analítica:
humedecido como operan represiones los elásticos
los diques de un baldío y agreste en el galope si acla-
que buscan dilatar y definir. Tras paneles de control
ras su fermento. Pero debo (especular) constituirle un
ese músculo gregario se registra en dos sentidos: borde
género, sustentarlo en una especie: como un cantón
casi contra borde y hasta en ángulos agudos todo el
prolijo dispuesto a lo templado y violenta quemadura
amotinamiento de un espacio residual. Océano en-
extendiéndose feraz. Precoces cataclismos del busto
crespado, deshecho por un prisma: un tronco de ba-
salpicando, profunda expiración e islote umbilical. La
ñista (motivos de botánica) perenne en las mazmorras
lógica del cuerpo cuando la desnudez germina a la
de mis iris.
intemperie.

For Clayton Eshleman,


from our common abyss.

246 247
adaptado a la curva con vapor se expande la moda hindú

A partir de sangraduras frunce espeso: con unas cuchi- Formula busto y pelvis para el ancho y espesor: asen-
lladas el tweed me deja ver. Prolija de preceptos la tar debidamente lo adiposo. Puede enlazar (cubrien-
grieta es un tejido activo en torno a un haz. Qué pura do) las cuatro extremidades, ensayando así una sínte-
anomalía y espacio perspectivo mis ojos se anexionan: sis del rayo. Selecciona coberturas dependiendo del
los fémures son yermos y transfiguración: baldío almi- placer o de la oblicuidad: cubrirá lo contingible, pun-
donado con albúmina. Elemento motor (que sólo sé tos fijos desplazados bajo auspicios de un vector. El te-
esbozar) desprovisto de estructura y desarrollo. Así, jido: terciopelo (si es sublime) o poliésteres domésti-
fragmentos muelles –envueltos en la elíptica– frag- cos, pesados, sordos, ocres. Ya eres cuerpo trepanado,
mentan los sentidos: el ojo eso regresa por el tenue virulenta exuberancia: otra vez mi frenesí consumado
desperdicio del párpado entornado. al contemplar.

248 249
transformismo neceser

...resolviendo los enigmas del make-up...


ANÍBAL NÚÑEZ
De la hondura de este bloque brotarían cosas densas.
Aparentan un empalme (con la sedimentación) a par-
tir de percibidas. El asunto es sublimar (conviniendo
Con hipótesis de rojos se borran ebrios labios. Un bro- en que es ingrávido) las sencillas unidades que persis-
chazo restablece el escarlata. Pero la perspectiva ta en contener. Borracheras de color del desorden de
–oblicua– va acerando regímenes muy laxos, policro- las formas: avalanchas de algodón, pinchos, atomiza-
mos. La fina nervadura de las venas difumina de ama- dores. Navajitas con verdines, lacas, limas, alfileres:
rillo su frontal. Sus pómulos parecen zumos ígneos, todo intenta inútilmente germinar desde lo inmóvil.
transcritos de una sima a superficies. Y el rostro un Tan brutal desarmonía va exigiendo otros sentidos,
mixto eufórico que (en su perpetuación) segrega pun- crónico segundo plano. Para desenmarañarme del
tos móviles, pero esta vez cobriza la mascara. Y yo lo averno abigarrado vuelvo el orden oleaje, abismado al
ensamblaría con barro del entorno. Buscaría calibrar yacimiento, ayuntándole más fósiles.
su escarpadura.

250 251
ras con ras(o) spandex

Color mercurocromo y crustáceos incrustados debajo Esperas a que el negro coagule en ciertas sisas y que
del barniz del atavío. Almenas de las piernas: la cam- se cartografíe sobre un terreno extenso. Los principa-
pánula, en átomo de inercia y hundimiento. Acuden les cánones ya han sido recogidos con gran fidelidad:
coyunturas (la prima instancia es cuerpo), el signo an- senderos que precisan de termas hidratantes y brotes
tagoniza con tantos otros signos. Yo quiero ser afán, un que se imponen en rápida erupción. Cuaja (es todo lo
poco más que piel: bramante en la costura de la garra. que hace); en vez de empantanado compulsivo. Tú si-
Atmósfera lacustre estirando los pespuntes: que nada gues (y persigues: cuadrúpedo de noria) su mutabili-
se aproxime a lo lumbar. dad, su desarrollo en rayo.

252 253
tejidos de la espiga breve cuento con blondas

Arriba, orbicular, la suspensiva rótula; la base los pies Doy la historia en crudo, así: no hay eventos que edi-
(dólmenes) perfectamente planos. Avizoro (fue mi vi- tar, sino de pronto engastes, serpientes en suspenso y
cio) liberar la nervadura, tramar las alpargatas la pra- légamos que tienden a lo andrógino. Tan vano es el
xis de anudar. Advenir es un viable equilibrio y bam- montaje que aromas se abren paso en esta explicación
boleo: peripecias en aquel dispositivo; proseguir los de su desnudo a medias. Texturas satinadas, deliciosa-
entreactos y larguísimas rupturas para alcanzar con- mente frías, se adhieren con ventosas a toda cavidad.
juntos de coherencia. Alzará después el rostro, gacela Y salta (granuloso) lo críptico a volumen, transpirando
porque es gracia. Allí reharé mi reino imaginario. en la penumbra su furor por superficie.

254 255
arquitectura del vestido camisero marea del oprobio

…estrictos trajes sastres, abrigos ciudadanos...


BARTHES
Para corresponder a su diagnosis física: se muestra en
un prodigio de inmediata compulsión. Se interviene
en su mecánica y ribazos, alzamientos, le dan un tajo
El corte en recto ofrenda bazofia en holocausto: abdi-
al ojo: desemboca desmesura. Un cinturón de pana
cante carne exhausta. El conjunto (monolito) alcanza
formará contornos densos; el abajo y el arriba equiva-
tinte oscuro, secuencias incesantes soportando una
lentes. Porque el páramo del cuerpo es reversible y los
sanción. Equilátero (y abstracto) trafica con su inverso
órganos distintos cultivan sus toxinas. Los vientos lo
para abatir las orbitas y su respiración: silueta muy or-
refrendan tendiendo un criptograma y exponiéndolo
gánica, planeta no viciado: como un aditamento a lo
en anchísimos espacios de secano.
supernatural. Yuxtapuesto, como un lapso, se vuelve
epifanía. Con toda la libido diferida y vuelta bloque.

256 257
trajes tipo princesa teoría del esplendor

Thinking of your blue-shadowed silk, is music


WALLACE STEVENS
Insistentemente acceden (aunque fueran reprimidos)
(redimiendo los contornos y su prestigio plástico) la
abrupta floración –y fuga– de un corsé, que ya solidi-
El ingreso a sociedad se da entre cinta y sedas, tapan-
fica, nebuloso. Y un juego muscular (tiránico) de mus-
do piel tremante con lo gélido: salmones y celestes, o
los (volviéndose gregarios) transido en la evasión. Pura
el amarillo-té contra coeficientes de la nocturnidad.
representación lo que prevalecerá: el carterón de ante
Como vuelos de rapaces y corrientes de aperturas im-
que da contra el costado, presencia incidental del pa-
periosa inmediatez de vestidos en el baile: remonté de
ño en la correa y la dura muñequera con remaches.
las mazmorras para hacerme reclutar por su falsa lan-
Fuera el resto de la historia más la pauta de su imagen
guidez y acoplamiento. Bordaduras calculables y cen-
que, cayendo en un caudal, infertiliza.
tímetros esbeltos, feroz perseverancia que busca re-
fracción: participo del mareo (derivar de divergencias)
vertebrando una planicie de ectoplasma. Un brazo se
desgaja de mi déficit de historia, un pliegue se sutura
de inmediato: aquí se habla de cuerpos y de su ubica-
ción por el que los percibe.

258 259
dos sentidos de vendimia oficio de fuelle

…encaja con un encaje increíble


Es (ciertamente) un bloque, aunque modificado por el con no sé qué…
MICHAUX
rápido accidente de una línea. Es volumen (pero com-
partimentado) que regresa al arquetipo y se disocia.
Como precipitación que se mancha en el trayecto el
Es un estrato oculto desleído en lo fugaz, borrado de
escote da puñales de sorpresa y una audacia: materia
las normas de todos los sentidos. La explicación empí-
ígnea en masa que se va determinando al ser delinea-
rica aparece en la armadura de lánguidos encajes de
da por un pincel grosero. Me podría pronto erguir, ar-
Venecia. El único remanso es describir las alas en el
mar de urgencia un gesto, apropiarme el atributo con
campo volumétrico; proponerse percibir (precipitada-
un rapto progresivo: las cúpulas nutridas, nadando en
mente) la desaparición de toda coordenada: o pájaros
su vigor, almíbares perfectos por lenguas fermentados.
o mantos que, en su doctrina rígida, parecen replegar-
Esto sólo haciendo zanjas al subsuelo del consciente.
se, matemáticos. No invocaré el desnudo ni sus posi-
bles fuentes: los tejidos con sus poros me ofrecen el
tramonte de las intensidades –a través del yo deshecho.

260 261
chifón aéreo signos y prodigios de un abdomen

La marea despiadada se retrae para dar con la expan- Levantado en esbozo, por urdimbres espontáneas,
sión en su continuo. Sus ciclos se perciben e incuban aparece el blanco móvil. Me contagia su recóndito es-
al viscoso marsupial del frenesí. Aparecen rasgos cur- tupor (como la muerte) y se asienta con terrible exu-
vos (extravíos prodigiosos) vueltos ágiles mediante berancia. La atmósfera magnética de aquel sostén cor-
cierta ascesis y groseras imposturas de una túnica de piño acata los tabúes cerebrales de las formas: des-
gasa liberando contenidos cancerosos. El pecho es co- pués de su ruptura los ríos de las ingles y bellos con-
mo un mazo, lo quisiera hacer constar: es un mazo in- tenidos que tenía vislumbrados. Una región de espec-
definido hasta el arco de carencia. Tumultos en el del- tro que ya no prevalece en el denominador de mis
ta y por otros mecanismos de neblina y claridad. ¿Có- asociaciones.
mo pueden los sentidos encajar en un esquema los en-
laces de un influjo con las rápidas atrofias? Con pesan-
tez, tan sólo, y en esta ordenación perturbando mi
equilibrio.

262 263
en mis días de quimera la casta en “n” píxeles

Escucho bocanadas, misivas de Albanyá: materia pri- Al raso del derriére mi cerco se contrae y el centro se
ma enferma y hasta en código aberrante. Repaso, silbo disloca, solar concupiscible. La mixtificación se zafa
sílabas: regreso de leer, y así padezco el golpe que me de los códigos o eleva sus estragos imperativamente.
decapitara. Todo tiempo es esqueleto, repite, putrefac- Es mi igual: un venero, lo que borde una medusa –si
to, como descarga ruda de yeso de las vísceras: que li- ejerce lo ciliar imperio en el volumen. Con un golpe
quen era el viento profano de noviembre tratando de específico (de método), merced a los declives sucesi-
incendiar con droga los retablos. Otorgo la razón: ya vos, obtengo sus demiurgos, las tripas de los pájaros:
no se reproduce la carne-maniquí. Y aquí su umbral la técnica desgarra curvando los volúmenes, así como
descansa. avasalla la cuña superficies. Y tengo que volverme a
las formulaciones que borra una inflexión sumaria de
A la pequeña fiera, la curva. Lo múltiple es complejo, los nervios ya moli-
como tanto de lo escrito
cie, armando el ejercicio imperioso de la umbría.

264 265
eucalyptus el móvil del vampiro

Es un sabor distinto. Amarga pituitaria. Tumulto que De confines de cavernas hipocampos. De los contra-
atenaza con sándalo sutil. La tela (silenciosa) promete sentidos de ese bosque lo licuado. Los ácaros, seguro,
apuntalar y ser la nervadura de su vicio. El pelo suelto calores que se arrastran; el mundo se desgaja en sines-
tapia la rara perversión que exhiben las clavículas sa- tesias. Una serie de símbolos que vuelven, destilados
lientes; y el ámbar (doloroso) –que da color al cuerpo– bajo dosis de meandros: la forma imperativa de su fe-
se extiende hasta los áspides del brazo. Pupila de ra- cundidad cortando un movimiento de reflujo. Y en las
paz y peso de felino hasta agotar las puertas, el óleo continuidades presentes en las yuntas en que se pier-
de la ojiva. de el cuerpo; y la respiración inútil de la ropa que tra-
za un remolino y luego el nudo.

266 267
la parte maldita los peinados de la casta

Cuarta parte de su mazo, paralela: limadura. El volu- Universo abigarrado y roto en los acordes: mi cráneo
men, aunque débil, será un sublime armónico. Leve- entiende el cuento con rápidos de espumas. Las he-
mente sibilino (como los filamentos) en vértice u ovi- bras bifurcando y asomos troncocónicos disueltos en
llo, despliegue vertical. Inscrito en el contorno del án- escarchas –o en un núcleo. Se va configurando con
gulo que enfoco me fuerza a disociar la perspectiva y densa circunstancia el pelo saturado de gracia y sus-
su género ya neutro (y a punto de enquistarse) me des- pensión; en círculos concéntricos (parece una placen-
lumbra. Al curso de las piernas (dilatado en un caudal) ta) y a veces llueve cobre encima del diafragma. Pero
la fatiga lo hace amorfo relieve pre-romano con áspe- (insólitamente) su descoyuntamiento (flagelo de la bri-
ra expansión: aislándolo revela que fue reconstruido sa entre líquenes maduros) me deja ver el nido: ecua-
sobre el cuadriculado continuo de la norma. Hiberna, ciones de los párpados y boca bajo el polvo tanático
Casta, duerme, entelequia bien fundada. El cuerpo en del tiempo.
su película de tela cercenable.

268 269
vendimia drama aquello que revocas, aquello que despliegas

Entre esferas de nafta se trafica. Ambos goznes me El lila informe labra coordenadas muy oscuras. Sub-
conducen al desvelo. Las células ya saben que deben siguen celosías la curva de lo cóncavo. Esa banda ba-
emboscar pero su intersección aboca a un blanco mó- rroca de encaje chantillí (confecciones en redondo de
vil. Inflexión a inflexión expresa el bello umbral en la la hondura) en violeta que se alarga y pervierte (percu-
constelación de espumas de lo interno; cada intento dido) y el área del contorno es mi plexo al trepidar.
de curva de hierro retorcido se hincha en el espacio Ontológicamente me es lejana la batista ligera que le
buscando cabalgar. Yo veo que levitan en el entrelaza- envuelve y en el bulto del vientre –no tan basto– el
do de igual nomenclatura, y una elipse hipotética arti- cárdeno placenta estirado hasta rasgar. El triángulo se
culando el arco distenso al caminar. Feliz el paroxis- fija como un acorde elástico ante su tentativa de la
mo de las protuberancias cuando la observación defi- saturación.
ne la jornada.

270 271
descorriendo cremalleras babas sobre el baby doll

Segregando mesetas en decúbito. Alguna perspectiva Buqués de rosa pálido completos con lentejas. El nai-
que absuelva las distancias. Con carcoma de mármol lon va a volar, crascita, se desprende, escape de los lí-
–y sus vetas– deviene en su contrasentido. Si los vien- quidos en planos inclinados. Va la roca, un derrame,
tos amagaran una requisición verterían lo viscoso en- precipítase la pulpa, con el boceto exangüe que alude
sanchado en su performance. Pero (aquí) la quietud es a algún coral. Y cambia de registro, designa algunas
apenas criptograma donde forman su bisagra la co- formas, la referencia al mar de su estructura tenue. Su
rriente y el anhelo. réplica fecunda se vuelve signo puro, porque (en esta-
do cero) será quebrantadura.

272 273
BIBLIOGRAFIA UTILIZADA EN TORSOS TÓRRIDOS

El vestido habla, de Nicola Squicciarino. Traducción de José Luis


Aja Sánchez; Ediciones Cátedra, Madrid, 1990; 2da edición.

Piel de Ángel (historias de la ropa interior femenina), de Lola Ga-


varrón. Tusquets, Barcelona, 1988; 2da edición. indice
El imperio de lo efímero (la moda y su destino en las sociedades
modernas), de Gilles Lipovetsky. Traducción de Felipe Hernández
y Carmen López; Anagrama, Barcelona, 1996; 5ta edición.

Ropa íntima, de Javier Cófreces; Libros de Tierra Firme, Buenos


Aires, 1997.

De la seducción, de Jean Beaudrillard. Traducción de Elena Be-


narroch; Cátedra, Madrid, 1998; 7ma edición.

Erotismo fin de siglo, de Lily Litvak; Antoni Bosch editores, Bar-


celona, 1979.

Los cuerpos dóciles (hacia un tratado sobre la moda), compila-


ción de Paula Croci y Alejandra Vitale, La marca editora, Buenos
Aires, 2000.

El sistema de la moda, de Roland Barthes, Barcelona, Gustavo


Gili, 1978.

Historia del vestido,de Albert Racinet. Traducción de Manuel


Franco, Libsa, España (sin pie de imprenta).

Victoria’s Secret, catálogos de 1995 a 2000.

1 Ode to the Man in the Moon, en Hotel Cro-magnon de Clayton


Eshleman, Black Sparrow Press, Santa Rosa, 1989.
la excritura (lfb) 9

NEGRO ETERNO 13

dar en lo negro (víctor sosa) 19

el sabor de un cigarrillo en la tarde


que moría 23
los anhelos que no han sido y el vestido
de percal 24
cuando se cure bien mi herida 25
una tarde me fui hacia extraña nación 26
cara tan bonita la de mi tormento 27
ahora ya camina lerdo 28
unforgettable: that’s what you are 29
conversación en tiempo de bolero 30
mientras fumo mi vida no consumo 31
para quitarme del pecho esto que me
va oprimiendo 32
cómo gasto papeles recordándote 34
imagino que te has ido para ver
la reacción 35
es la última farra de mi vida 36
no llames corazón lo que tú tienes 37
fuiste mía un verano 38
porque yo seguiré siendo el cautivo 39
virgen de medianoche, cubre tu desnudez 40
no es necesario que, cuando tú pases,
me digas adiós 41
como un lobo en celo desde mi hogar 42
porque sé que de este golpe ya no voy
a levantarme 43
volaron las palomas del milagro 44
cómo si tu risa ya no se oye en el jardín 45
parece que fue ayer 46
put your head on my shoulder 47
que le dio luz a mi vida, apagándola que padezcas lentamente, poco a poco
después 48 y con dolor 79
en cofre de vulgar hipocresía 49 qué dulce encanto tienen tus recuerdos,
estoy ligado a ti más fuerte que merceditas 80
la hiedra 50 pregúntale al manzano si yo te quise 81
you’re my only fascination 51 amor de pobre, solamente, puedo darte 82
cuando enredabas mi cabello con cariño 52 esa cosa que se llama casa 83
con traje de can-can posabas para mí 53 there will be an answer, let it be 84
y al mar, espejo de mi corazón 54 si yo te quiero, si tú me quieres,
comprenda de una vez: usted me desespera 55 ¿cómo de que no? 85
luna: dime tú si ella me quiere 56 en vez de maldecirla yo la amo 86
lonely table just for one 57 esa mirada extraña que me turbaba 87
misty watercolor memories 58 qué me importa haber sufrido, si ya
por eso envidio al mar, que tiene agua 59 tengo lo más bello 88
mala, por dios que tú eres mala 60 es verdad que tu nombre no lo digo
llévame, si quieres, hasta el fondo desde niño 89
del dolor 61 tu nombre me sabe a yerba 90
dos corales hermanos 62 con mi corazón en bandolera 91
se rompió en un abrazo que me diera noche de ronda: qué triste pasa 92
la verdad 63 se aleja y nos deja llorando quimeras 93
como sombra vagarás 64 cierra los ojos y juntitos recordemos 94
yo siempre te pregunto que cuándo, cómo el diluvio puede volver 95
y dónde 65 postrado en mi lecho abyecto 96
it’s up to you, new york, new york 66 aunque me cueste la vida 97
esta tarde vi llover 67 más que las novias que tuvo gardel 98
porque tu barca tiene que partir 68
regálame esta noche, retrásame la muerte 69
hoy tengo ante mis ojos una foto
donde estás 70 VICIO 99
es la cosa más triste de este mundo 71
aún puedo ver el tren partir 72 dr. vicio (nak ab ra) 105
la tarde está llorando y es por ti 73
qué dilema tan grande se presenta paja brava 111
en mi vida 74 sissy’s velvety toolbox 112
ese bolero es mío 75 fragmentos de sueños húmedos 113
llevarás sabor a mí 76 el henar 114
su doctrina fue mi herencia 77 monte adentro 115
please: release me, let me go 78 tonel de una danaide 116
borrón en una placa polaroid 117 bucear el sur profundo 154
acuarela de grosz en la que estás 118 bizarrías en santiago 155
amarilis, los sonidos y el georgette 119 melocotones suculentos 156
deschamps y el sax tenor 120 rigor 157
casi casi salaz 121 rosados y rotundos 158
bella, la bestia y yo 122 de contenido sexual explícito 159
gourmet de fondas 123 rigor 160
muñecas de boca muelle 124 prosa del que está en la esfera 161
la jagger rasurándose ante warhol 125 el número de un ibis 162
masturbarte con champú 126 “la habitación”, por balthus 163
calistenias donde herminia 127 bella, la bestia y yo 164
mil desnudos en el baño 128 café con lluvia y trauma 165
fragmentos de sueños húmedos 129 más allá por vez primera 166
casi casi salaz 130 más allá por vez primera 167
hardcore 131 vicio 168
delantal de la hotentote 132 sweet movie 169
apenas lícito 133 la señorita thompson de perfil
los servicios labiales de la diosa 134 en la pizarra 170
prosa del que está en la esfera 135 otra placa polaroid 171
sweet movie 136 como pájaro de carnes crudas 172
amarilis, los sonidos y el georgette 137 paja brava 173
bucear el sur profundo 138 perseguir un mirlo blanco 174
clandestinos en strawberry fields 139 nuevo número del ibis 175
campestre, con orquídeas 140 trabajada por hefesto 176
el extremo violeta 141 medium built and yellow eyes 177
de lo fijo volátil 142 trasladado del diván a los papeles 178
posturas porno (carretilla) 143 del prototipo barbie 179
el (séptimo) cielo adolescente 144 pissing, fisting: anyteen 180
de contenido sexual explícito 145 balneum mariae 181
autorretrato con condón 146 de lo fijo volátil 182
en el wild west bar 147 portafolio de un derriére 183
hardcore 148 apenas lícito 184
posturas porno (beso negro) 149 vicio 185
café con lluvia y trauma 150
el (séptimo) cielo adolescente 151
sobre mujer baldía y ermitaño
en la ciudad 152
trasladado del diván a los papeles 153
TORSOS TÓRRIDOS 187 la pijama de un ángel 227
el vestido y quien lo viste 228
para atizar el fuego del beato guardarropías 229
(néstor e. rodríguez) 193 fotogramas corrompidos 230
the panty horse 231
un evento de libido 197 en mis días de quimera 232
una llaga lateral 198 ibis en lamé 233
she wore blue velvet 199 un slip de verano 234
sus pequeños panties blancos de algodón 200 lincería 235
sobre un busto vestido con tejido aquello que revocas, aquello que
de malla 201 repliegas 236
hilván en maniquí 202 bra mortal 237
debilísima lavanda del liguero 203 torsos tórridos 238
hilván en maniquí 204 catadura del roll-on 239
continuo y discontinuo de un talón 205 porque luzbel fue bello 240
boned bodice 206 despojo prenda a prenda 241
saraos en sarong 207 el móvil del vampiro 242
archivo de bikinis 208 lincería 243
babas sobre el baby doll 209 en mis días de quimera 244
libamen 210 eje 245
oruga de monarca 211 un coney island de los cuerpos 246
el móvil del vampiro 212 bajimama 247
adaptado a la curva con vapor 213 adaptado a la curva con vapor 248
pelirroja en look mendigo 214 se expande la moda hindú 249
breve cuento con tejidos escoceses 215 transformismo 250
mondadura 216 neceser 251
pamela sobre un paje 217 ras con ras(o) 252
un kimono de carne de doncella 218 spandex 253
festejo y regocijo por un impermeable 219 tejidos de la espiga 254
recobrando medio cuerpo en camisola breve cuento con blondas 255
de crochet 220 arquitectura del vestido camisero 256
descripción de los vestidos esparcidos marea del oprobio 257
por el suelo 221 trajes tipo princesa 258
amarilis al estilo canterbury 222 teoría del esplendor 259
material de fetichista 223 dos sentidos de vendimia 260
otro evento de libido 224 oficio de fuelle 261
la doctrina de los cuerpos y sus glorias 225 chifón aéreo 26
ejemplar de invernadero 226 signos y prodigios de un abdomen 263
en mis días de quimera 264
la casta en “n” píxeles 265
eucalyptus 266
el móvil del vampiro 267
la parte maldita 268
los peinados de la casta 269
vendimia drama 270
aquello que revocas, aquello que
despliegas 271
descorriendo cremalleras 272
babas sobre el baby doll 273

bibliografía utilizada en
torsos tórridos 274
Prosa del que está en la esfera, por León Félix Batista,
vigésimo primer libro de la colección Archipiélago
y nonagésimo primer libro de ediciones Ferilibro,
se terminó de imprimir durante septiembre de 2006
en Nuevo Offset, Viel 1444, Buenos Aires, Argentina.

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