0 calificaciones0% encontró este documento útil (0 votos)
16 vistas3 páginas
Este documento presenta un resumen de la obra de teatro "Viva el Canguro". Comenzó como un programa de títeres en la década de 1970 llamado "Pipirrulines". Años más tarde, dos titiriteros empezaron a desarrollar una obra de teatro masiva con muñecos. La obra tomó forma durante meses de trabajo artesanal. Si bien la obra fue ofrecida a un teatro oficial en 1974, no fue aceptada. El documento comparte la historia de cómo el texto de la obra fue recientemente publicado después de estar guardado durante mucho tiempo
Este documento presenta un resumen de la obra de teatro "Viva el Canguro". Comenzó como un programa de títeres en la década de 1970 llamado "Pipirrulines". Años más tarde, dos titiriteros empezaron a desarrollar una obra de teatro masiva con muñecos. La obra tomó forma durante meses de trabajo artesanal. Si bien la obra fue ofrecida a un teatro oficial en 1974, no fue aceptada. El documento comparte la historia de cómo el texto de la obra fue recientemente publicado después de estar guardado durante mucho tiempo
Este documento presenta un resumen de la obra de teatro "Viva el Canguro". Comenzó como un programa de títeres en la década de 1970 llamado "Pipirrulines". Años más tarde, dos titiriteros empezaron a desarrollar una obra de teatro masiva con muñecos. La obra tomó forma durante meses de trabajo artesanal. Si bien la obra fue ofrecida a un teatro oficial en 1974, no fue aceptada. El documento comparte la historia de cómo el texto de la obra fue recientemente publicado después de estar guardado durante mucho tiempo
colección un poco de poesía, ilusiones, aventuras, realidades mentirosas como los sueños y sueños de ésos que suelen ser verdaderos, el oriente, la calle, el pasado, el más allá, noches, crónicas, canciones... En fin, todo lo que hoy vive aquí aunque no haya nacido aquí, lo que gusta a la gente por su lengua, por su sonido, por su forma de estar escrito (y las más de las veces de no estar escrito, sino de pasar de boca en boca), por lo que los textos dicen y por lo que no dicen.
Eso sí, en tamaño para la cartera de
la dama y el bolsillo del caballero. ¿Y cómo es eso? Es un libro fileteado dondexconvive el dragón con el camioncito y extraños pájaros azules con los bamboleos del colectivo.
Hace mucho comenzaron los filetes a
rodar por las calles de Buenos Aires, en los carros de verduleros y lecheros, después en camiones que recorrían todos los caminos y en la parte de atrás llevaban frases con letras llenas de rulos. Después fueron los colectivos, por dentro y por fuera, hasta que un día les prohibieron los
Slletes. Como en los antojos de los
cuentos de hadas, no le gustaban al rey de turno.
Rueda más, caballo menos, los
libros pueden viajar más lejos que cualquier vehículo, y llevar de aquí para allá a muchísima gente. Y entonces le dijimos a Martiniano Arce:
“Déle maestro, ¿nos filetea unos
libros?”, porque nos pareció justito.
MOLESTAMOS SU ATENCIÓN
A toda la linda gente cordobesa
que actúa, titiritea y canta por donde va pudiendo.
A la memoria de Cacho y Shuto.
Viva el Canguro empezó a nacer en
el año 70. Personajes como Mufadrilo O la pulga Amapola se pasearon por la pantalla del Canal Universitario de Córdoba durante dos años en un programa que se llamó Pipirrulines. Silvina Reinaudi construyó el yacaré, tamaño mano, en aquella época. Alberto Cebreiro abonó con su mejor mufa la que estaba en los libretos.
Años después otros dos titiriteros de
buena cepa, Clara Leiberman y Chacho
Saubidet, empezaron a tocarme el
hombro para hacer una obra de teatro de muñecos para públicos masivos. Y
allí se añadió un plástico, Lolo
Amengual.
La obra tomó forma y durante
meses viajé a Buenos Aires, desde Córdoba, para ver cómo se tallaban los muñecos, cómo iban cobrando presencia. Todo se hacía a mano. Lolo manejaba el espacio con aparatos extraños y lograba que el pueblo se abriera y cerrara como un abanico. Chacho y Clara se perdían en tallados y texturas, se habían convertido en Canguros, en pingúinos, en flamencos.
Cuando en 1974 la obra fue ofrecida
a un teatro oficial, el sueño empezó a desgranarse. Tras muchas vueltas y Un primer sí, no fue aceptada. Los canguros se habían convertido en realidad y cualquier ficción que los nombrara empezaba a dar ojeriza. Y se vino el golpe militar de 1976 con su oscura historia. Después, cada tanto, me picaba la curiosidad sobre esta obra que dormía en un cajón mientras los muñecos lo hacen aún en una
casa de la calle Chacabuco. Quizás
fue un proyecto demasiado grande.
Empujada desde distintos costados,
desempolvé el texto, y con el amén
logrado en varias rondas de consultas
(gracias, Silvina Reinaudi) me decidí a publicarla. El envión final me lo dio esta carta que me afirmó en la necesidad de retomar hilos aparentemente cortados, temas soslayados, de crear nuevos espacios para prácticas estimulantes y creativas. Gracias, Lilia Lardone: “Puede resultar una burrada o una antigúedad total ¿pero no se podría proponer Viva el Canguro para teatro leído o radioteatro? Con toda la parafernalia electrónica existente en muchas casas de familia, sugerir como desafío inventar los ruidos (más de un jovencito se prendería) y leer el texto en grupo, familiar o comunitario. La obra está tan bien armada que no son necesarias ni la escenografía ni las caracterizaciones para reírse e
interesarse. El texto marca claramente
la personalidad de cada bicho y no hace falta nada más que ganas de
«meterse» en alguno para que tenga
vida. El tema da para todas las
edades, como para compartir en un
fin de semana por los vecinos. Tal vez es loco y sesentista, pero si a mí me invitaran a hacer algo así, agarro viajé