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Desde 2011, la OMS define sexo como aquella caracterís ca gené ca/fisiológica o biológica de
una persona que indica si es hombre, mujer o intersexo. Antes de ese año, La definición lo
incluía el concepto intersexo. Sin embargo, tras una inves gación realizada en 2008, se halló
que existen entre 3 y 110 millones de personas intersex en el mundo, es decir, entre un 0,05% y
un 1,7% de la población.
Debido a un acuerdo entre profesionales de la salud, hoy en día se considera el sexo como algo
bimodal tanto en humanos como en animales, descartando el concepto de binario. Esto quiere
decir, que el sexo no hace referencia solamente a un concepto de hombre o mujer, sino al
resultado de una serie de caracterís cas cromosómicas, hormonales, cerebrales, gonadales…
Por lo tanto, podemos decir que el sexo es un concepto mul dimensional, compuesto por
varias variables, no solo por una. Además, la mayoría de los elementos que lo componen son
en realidad un con nuo, un espectro.
1.2. Género
El género, por su parte, en lugar de una caracterís ca biológica, no es algo con lo que nacemos,
si no que se compone de una serie de caracterís cas que la sociedad asigna a mujeres y a
hombres, que acaban por conformar las expecta vas de la sociedad sobre una persona por su
sexo biológico.
Por tanto, cuando hablamos de género, hablamos de una construcción social, cultural y
psicológica que nos dice y nos enseña: cómo debemos ser, qué ac vidades debemos realizar,
qué nos debe gustar, qué debemos decir, qué debemos sen r, qué debemos pensar, qué
debemos esperar…
Por otra parte, este es modificable con el empo en una persona, en una sociedad y varía entre
culturas.
Cuando hablamos de la iden dad de género, nos referimos a cómo una persona se siente y
expresa (hombre, mujer, queer).
1.2.1.Socialización diferencial
Sin embargo, se ha visto y estudiado que el concepto de ser hombre o ser mujer cambia en
función del empo y el espacio. Se considera al mismo como una categoría dinámica y
cambiante que varía en función de sociedades, cultura y periodos históricos. En general, en
occidente, el género se configura en base a roles, rasgos, caracterís cas sicas y habilidades
cogni vas, dividiendo sus definiciones en:
Sin embargo, aunque es cierto que el ser humano siente y expresa su género a lo largo de un
con nuo, también es cierto que las personas, en función de nuestro sexo biológico, seguimos
recibiendo mensajes diferentes que nos construye como lo que socialmente se espera que sea
un hombre o una mujer (socialización diferencial).
Por otra parte, como hemos dicho antes, el género no es algo con lo que nacemos. Nuestra
percepción de lo que los hombres de nuestra cultura comparten determinados rasgos,
habilidades, etc. y las mujeres otros, hace que pensemos que ene un componente
natural/biológico. Sin embargo, se ha demostrado que estas concepciones de género
judeocris anas son convenciones heredadas y no datos naturales ya que, si fuese la segunda
opción, todas las culturas presentarían esta dis nción.
Desde 1972, la definición de sesgo cogni vo es aquella que lo define como forma errónea de
interpretar sistemá camente la información disponible, la cual influye en nuestra toma de
decisiones y actuaciones. Se debe de tener en cuenta que son inconscientes, involuntarios (sin
mala intención) y rápidos. Se les trata de “atajos mentales” que u lizamos en nuestro día a día
para resolver problemas (estereo pos), y se construyen a par r de información previa que
hemos recibido y procesado consciente e inconscientemente.
Existen varios pos de sesgos cogni vos, sobre todo los proyectados hacia colec vos. En ellos
se incluyen: de género, de “razas”, nacionalidades, de discapacidad, de orientación sexual, de
edad, de clase social…
2.2. Sesgo de género
Se trata de un po de sesgo cogni vo que, al igual que los otros, es inconsciente, involuntario y
rápido. Se trata de la forma errónea de interpretar la información y de actuar que se realiza en
base a si quien es sujeto de análisis es hombre o mujer.
o Los hombres son más fuertes, resolu vos: menor atención en salud mental.
o Las mujeres son más débiles: mayor medicación en salud mental.
o Inves gación farmacológica: no inclusión de hembras.
o Inves gación médica: no consideración de diferencias en sintomatología.
En 2018, la OMS definió al género como un determinante de la salud (sin dejar del lado al
sexo).
Cuando hablamos del sexo con respecto a la salud, recordando que hace referencia al término
biológico, encontramos diferencias en factores de riesgo, síntomas-diagnós co o tratamiento
frente a una misma patología. Por otra parte, cuando hablamos del género, vemos que existen
grandes diferencias en el acceso a la atención sanitaria, en la expresión de síntomas (mayor en
mujeres), en la adhesión al tratamiento (menos problemas por parte de mujeres) o en el
impacto de los determinantes sociales y económicos de la salud.
Se ve, según diversos estudios que, aunque las mujeres presenten mayor educación formal, sus
tasas de ingresos y empleo formal son inferiores. Además, su acceso a la atención de salud de
calidad es limitada, debido a:
Una de los principales determinantes de la salud son las caracterís cas y comportamientos de
la persona. En términos generales, podemos ver que:
- Las mujeres acuden más a atención primaria y se preocupan más por cuidar su salud.
- Los hombres acuden más a urgencias y solicitan menos ayuda profesional.
3.1.1.Alimentación saludable
Para las mujeres, comer bien y mantener una buena salud ha demostrado, según diversas
inves gaciones. Sin embargo, para los hombres, esta caracterís ca no es tan importante,
debido a que se considera que no es necesario que coman bien, ya que “son inmunes”,
mientras que las mujeres “son débiles”.
Fuera de esta categoría, sí existen hombres que se adhieren por sí solos (sin ayuda de sus
esposas) a una alimentación saludable, aunque su prioridad no es la de cuidar su salud, sino
mejorar, por ejemplo, su rendimiento depor vo.
3.1.2.Enfermedades cardiovasculares
Existen diversos estudios que reconocen que los hombres que se adhieren a normas
masculinas tradicionales, es decir, la no expresión de emociones, enen 4 veces más
probabilidad de morir de una ECV que los hombres con mayor expresividad emocional. Estos
hombres, los primeros, presentan un patrón conductual guiado por las normas de
masculinidad hegemónica: alimentación, ejercicio sico, consumo de alcohol y tabaco. Todo
esto, implica mayores factores de riesgo ante la enfermedad.
3.1.3.Diabetes po 2
En mujeres, la morbilidad, el grado de control y las complicaciones son peores que en los
hombres. Esto también viene interferido por la posición socioeconómica ya que, cuanto más
baja sea, más probabilidades hay de presentar dicha enfermedad, peor es el control y mayores
son las complicaciones, mostrando: peor alimentación, obesidad, menor ejercicio sico y
mayores factores de riesgo.
Algunos de los factores que intervienen en que la mujer de clase social baja se adhiera al
tratamiento son, aparte de los puestos menos remunerados o con menos derechos, la doble
carga de trabajo, la mayor precariedad laboral y el menor apoyo social para sus cuidados.
Todo ello influye a condicionar nega vamente su alimentación y limitar sus posibilidades de
realizar ejercicio sico, favoreciendo la obesidad y el riesgo de DM2.
3.1.4.Anorexia nerviosa
Según los datos, 9 de cada 10 personas que presentan anorexia son mujeres, debido a los
estándares de belleza actuales, donde la aceptación propia depende más de la mirada de los
demás que de la propia.
Además, otra de las variables que interviene son los intereses comerciales.
3.1.5.Vigorexia
La vigorexia se trata de una enfermedad donde las personas perciben su cuerpo como más
débil o pequeño de lo que en realidad es, aunque esté musculado. Esta, afecta
mayoritariamente a hombres con mayor masculinidad.
En 2002, se es maba la presencia de entre 20.000 y 30.000 personas en España con esta
enfermedad.
Todo ello, provoca consecuencias graves para la salud, como el uso de anabolizantes,
problemas de desarrollo óseo y muscular, problemas cardíacos, etc.
La falta de formación que en general se ene en perspec va de género, provoca una serie de
sesgos de género, como son:
Respaldados por muchos estudios, se afirma que los sesgos de género en la inves gación
junto con los sesgos de género en el esfuerzo diagnós co y en el esfuerzo terapéu co por
asumir igualdad o diferencias, genera una conducta desigual en los servicios sanitarios.
En la inves gación, destacan una serie de publicaciones referidas a las diferencias entre
hombres y mujeres, como son:
- The Gendered Brain: un libro que relata los mitos sobre las diferencias en el cerebro
entre hombres y mujeres.
- Brain Storm: libro que relata los fallos de la ciencia sobre las diferencias sexuales.
- Cualquier libro sobre anatomía humana: muestra que la “norma” de salud y
enfermedad es lo que le sucede a los hombres blancos.
Por otra parte, la medicina y la farmacología se han construido sobre el cuerpo del hombre, lo
que implica considerar que:
En 2006, se publicó un informe donde se observa que mueren más mujeres que hombres por
enfermedades cardiovasculares. Aún a pesar de estos datos, otro estudio afirma que muchos
de los pacientes de alto riesgo de SCA (síndrome coronario agudo) no son referidos para
cateterización. Según entrevistas, la mayor parte de estos médicos afirma que no enen la
percepción subje va de alto riesgo, lo cual es más frecuente en el caso de las mujeres. Este
hecho es importante, ya que el porcentaje de muertes mejoran con la cateterización. Esto
implica que gracias a la cateterización se evitaron las muertes de más hombres con
enfermedades cardiovasculares que de mujeres, pese a su igual gravedad, debido a la
valoración desigual de riesgo. Esta tendencia se confirma en la actualidad.
Por otra parte, la sintomatología diversa puede pasar desapercibida, ya que se generalizan los
síntomas de los hombres, provocando infradiagnós cos, lo que deriva en complicaciones y
muerte.
En mujeres, no es tan común el dolor en el pecho como síntoma de un infarto, si no que son
más comunes: dificultad para respirar, debilidad y fa ga, sensación de indiges ón, dolor de
clavícula, dolor de mandíbula y dolor o quemazón de cuello. Sin embargo, estos síntomas a
veces son confundidos con ansiedad.
Por tanto, si par mos de que los profesionales de la salud, con respecto al diagnós co y
tratamiento en mujeres:
4.1.1.Evidencias
Sobre la base de un estudio clínico con hombres, se recomendó a la población general tomar
aspirinas para prevenir infartos. Un único estudio con mujeres no encontró efectos preven vos
en mujeres menores de 65 años. Sin embargo, exis a una mayor incidencia de sangrado
gastrointes nal.
4.2. Cáncer
- 7 más frecuentes en mujeres: toxicidad hepá ca, cefalea, mareo, fiebre, náuseas,
alteraciones en la piel y caída del pelo o alopecia.
- 1 más frecuente en hombres: disfonía o alteración de la voz
Según un estudio de la Universidad de Ontario en el que se presentaron dos casos idén cos
(donde la única diferencia era el sexo) a 71 profesionales de salud, pidiéndoles una valoración
sobre su tratamiento en artrosis moderada.
- Estudios han demostrado que hay grupos de profesionales que toman menos en serio
los síntomas de las mujeres, atribuir quejas sicas a problemas emocionales, derivar
con menor frecuencia a especialidades aún con mayor grado de discapacidad.
- Creencia de que las mujeres no se benefician en la misma medida de la artroplas a de
rodilla. Esta creencia surge de la base de que las mujeres se les suele operar a edades
más avanzadas y, por tanto, presentan peores resultados.
Se ha visto que, ante los mismos síntomas y mismas quejas emocionales, se ende a prescribir
más psicofármacos a las mujeres, provocando la medicalización de su vida co diana.
Ante las quejas por dolor, a los hombres se les receta analgésicos, mientras que a las mujeres
se les recomienda tratamiento psicológico. Teniendo esto en cuenta, ¿qué impacto puede
tener esto en una mujer con dolor crónico? A los hombres se les da mayor puntuación de
credibilidad que a las mujeres con respecto a los dolores, y se les deriva más a especialidades
médicas.
Todas estas afirmaciones, son debidas a la ac vación del estereo po: “mujeres se quejan
demasiado”, “más débiles”, y probablemente “no estén tan enfermas”. Se ha visto que las
mujeres acuden más veces y antes a los servicios generales sanitarios y manifiestan más quejas
psicosociales. Los hombres, por lo contrario, acuden con más frecuencia a urgencias o a los
servicios hospitalarios y les cuesta mucho más verbalizar sus quejas.
Si nos referimos a problemas de salud mental, vemos que las mujeres son 3 veces más
afectadas que los hombres. Las evidencias sugieren que esto es debido a:
- El sistema de cribado: las mujeres acuden más a servicios sanitarios y, por tanto, son
más diagnos cadas.
- Rechazo de los hombres a revelar problemas de salud mental o buscar ayuda
profesional.
- Enmascaramiento de síntomas a través de adicciones.
En el suicidio, los hombres presentan más índice de suicidio, que no ideaciones, más comunes
en mujeres, lo que acorta su proceso de suicidio. Algunos síntomas, diagnós cos o tratos
diferentes son:
La depresión postparto no es solo un problema de mujeres, sino que existe una presencia
importante de esta sintomatología en hombres antes y después del parto, presentando una
correlación importante con la depresión en su pareja, la percepción de bajo/nulo apoyo social
o los problemas de relación de pareja.
En mujeres, existe una renuncia a proyectos profesionales para cumplir con la costumbre o las
expecta vas impuestas socialmente, lo que conlleva a un sen miento de culpa por “no ser
buena madre”, o por la creencia de que “ser madre es natural”. En hombres, los problemas
presentados son similares, aunque los factores de riesgo son diferentes.
5. Resumen