Está en la página 1de 12

EVALUACIÓN A DISTANCIA

1. Realice un ensayo teniendo en cuenta los siguientes interrogantes:


 ¿Son los afectos importantes para la vida del hombre?
 ¿Cuál de los afectos mencionados en el material bibliográfico le parece más
relevante en la persona del educador?

Luego de haber analizado y reflexionado el material bibliográfico respecto a la


afectividad, considero que los afectos constituyen una dimensión fundamental en la
vida del hombre. Como dice Klaus Droste: “La vida afectividad se educa desde el
origen, desde el nacimiento, el alma del niño se forma desde que es dado a luz, desde el
afecto se va formando un alma de miel, un ser humano de bondad”. La experiencia nos
muestra que una persona que no ha sido educada en la afectividad presenta desórdenes
ya sea por exceso o defecto de ciertos afectos.

Nuestros niños y jóvenes son “los niños y jóvenes de la soledad” a veces no cuentan con
referentes o paradigmas de madurez afectiva y de una vida emocional rica y equilibrada
por la razón; por eso, la educación de la afectividad es un asunto práctico, real y
sumamente necesario en nuestros días. “En la actualidad este tema tiene, cada vez más,
una clara demanda social por la pérdida de la noción del bien en la vida práctica y por el
extendido modo de vida familiar en la sociedad occidental, proclive a la comodidad y al
materialismo”.

La afectividad “es la parte del alma quizá peor conocida, y por eso con frecuencia mal
entendida, y peor organizada consigo misma y con las demás”, por lo que exige una
seria reflexión para su ordenación. Para Tomás de Aquino la “afectividad es una esfera
interior del hombre que se caracteriza por variados y complejos movimientos que
influyen poderosamente en la acción y, por eso, su dinámica determina en buena medida
las posibilidades futuras del desarrollo humano”

El conocimiento y dominio de los sentimientos y emociones es parte central de la


naturaleza humana pues tiene que ver con las partes más esenciales del hombre: con la
inteligencia, la voluntad, la memoria, la imaginación e incluso con el conjunto de la
corporalidad del hombre. La afectividad es un fenómeno que abarca la totalidad del
hombre. Es aquella “zona intermedia en la que se unen lo sensible y lo intelectual, y en
la cual se comprueba la indiscernible unidad de cuerpo y alma que es el hombre”.

El hombre como el animal tienden al bien y huyen del mal, lucha contra los obstáculos
que impiden alcanzar el bien o contra lo que empuja al mal en este forcejeo participan
los afectos del apetito concupiscible y los afectos del apetito irascible. Es fundamental
que la persona conozca este movimiento afectivo para lograr un equilibrio entre las
pasiones del apetito sensitivo y las pasiones del apetito irascible lo que dará lugar a una
afectividad ordenada y alcanzar la perfección de los actos.

Si una persona da más importancia al apetito concupiscible antes que al irascible, puede
terminar al nivel de un animal, sin ser dueño de sí mismo y guiado por los impulsos. Al
respecto San José de Calasanz dice:

“...debe dar al espíritu según su necesidad y al


cuerpo también según su necesidad y no más al

1
cuerpo, porque da puntapiés al espíritu y se hace,
como dice San Pablo: hombre animal” (C.2148)

Las pasiones humanas en sí mismas consideradas no son buenas ni malas, lo serán en la


medida en que se encuentran sometidas debidamente a la voluntad bien ordenada; esto
es, en la medida en que son imperadas o impedidas por la voluntad según corresponde.

En la vida humana el afecto y la razón van íntimamente unidas y son dependientes. Si


bien la emoción es necesaria pero insuficiente para mover a la acción, por su parte, la
voluntad necesita materia para ejercitar sus operaciones y, sin las emociones, la
voluntad no puede aparecer como principio supremo de acción. Aunque el
entendimiento es el primer principio, la guía y raíz de cualquier actividad humana; más
para la adecuada dirección de la conducta requiere del concurso de los apetitos,
“La afectividad se encuentra penetrada por la inteligencia y la voluntad”.

El afecto en el hombre jamás es suficiente para mover a la persona sin el consentimiento


de la voluntad. Las emociones tienen por finalidad adaptar la naturaleza animal a la
perfección de la racional. Sin disposición afectiva es muy difícil que trabaje la razón
humana. “la razón no tiene ese poder: no conmueve ni a la esencia, ni a la intensidad de
nuestras pasiones” y necesita apremiantemente esa energía para conducir toda acción
humana exterior. Igualmente, el uso de razón requiere la utilización correspondiente de
la imaginación y demás potencias sensitivas, que sirven de órganos corporales

Al no conocer estos movimientos del apetito concupiscible y del apetito irascible,


muchas personas viven desajustes emocionales hasta el punto se sentirse culpables,
confundidas, llegando a la tristeza y desesperanza. Con frecuencia constato en mis
alumnos y personas que me consultan una desarticulación entre las emociones y la
razón. Generalmente se hacen muchas promesas, pero llegado a la realidad se quedan en
puras intenciones. La queja de muchos educadores y padres de familia es que “los
alumnos no estudian o no quieren hacer nada”. Todo esto constituye una razón más para
educar la afectividad del hombre.

Los sentimientos carecen de operatividad real sin la acción racional. Sin la oportuna
orientación racional, las emociones pueden afectar con gravedad los principios que
dirigen la conducta, a un hombre afectado por una pasión, las cosas le parecen mayores
o menores de lo que son en realidad; su juicio es severamente lesionado y,
consiguientemente no puede actuar. Al respecto me viene bien el pensamiento de
Calasanz:
“ ... Y donde quiera se entromete la pasión, viene
perturbada la razón, que, una vez perturbada, no
puede juzgar libremente” (C.2457)

“...pues la pasión, suele cegar de tal manera la


inteligencia que a menudo les hace parecer blanco lo
negro y negro lo blanco...” (C.2774)

La causa y origen de toda tendencia afectiva está en el objeto amado. El movimiento


tendencial por excelencia que genera a toda acción subjetiva es el amor. El amor es una
pasión propiamente dicha en cuanto reside en el concupiscible, y en un sentido amplio,
en la voluntad. El mundo emocional cobra gran importancia en la acción del individuo.

2
Al reflexionar sobre el maravilloso mundo de la afectividad, creo que uno de los afectos
más relevantes de la persona del educador es el entendimiento y la razón puesto que
ellos permiten conocer y comprender el movimiento de los afectos del apetito
concupiscible y los afectos del apetito irascible. Considero que el maestro debe poseer
una madurez afectiva, una vida emocional y sentimental rica y equilibrada por la razón
a través de hábitos operativos como la temperancia y la fortaleza que permita
emocionarse bien como dice Klaus Droste

Puesto que todo nuestro actuar y comportamiento está impulsado por una motivación
interior, por una pasión que se revela al exterior con ayuda del cuerpo. Un verdadero
educador es aquel que educa la afectividad de la persona, sabe lo que el alumno quiere;
es quien conoce y modifica la imagen que mueve el afecto. Es aquel que “enseña a
vivir, a dar la vida, a escuchar su propio corazón y ser ley para sí mismo”. He aquí otro
de los afectos relevantes de la persona del educador.

Sabiendo que el hombre es susceptible de ser educado por tener razón, el educador tiene
que ayudar a desarrollar el apetito irascible, hacerle pensar y no dejarle que el niño se
mueva solamente en el apetito concupiscible. Ya que se ama más el conocimiento
intelectual y al ser mayores las delectaciones espirituales que las sensibles, es tarea del
maestro cooperar con esta realidad. Al niño hay que ayudarlo a tomar el control de su
afectividad, adquirir una madurez afectiva la cual se logra con los hábitos

Igualmente, destaco el amor, entre otros de los afectos más relevantes en la persona del
educador, como dice Aristóteles: “amar es querer el bien para alguien”. El educador es
aquel que busca el bien para sus alumnos. La causa propia del amor es el bien. Cuando
el alumno ve amor en el maestro estudia con mayor gusto como dice Calasanz:
“…Creo que se podría hacer algo más si se tuviese mayor
amor al colegio y mayor delicadeza de conciencia”
(C.1888)

“Sepa, que cuando los alumnos ven amor de padre en el


maestro e interés de su aprovechamiento, van con gusto a
la escuela” (C. 2148)

Otro afecto a destacar en la persona del maestro es la alegría o delectación ya que un


maestro que irradia alegría contagia este movimiento en sus alumnos; más aún, si
tenemos presente que el hombre goza más en conocer algo entendiendo. Sabemos que el
hombre tiene un deseo natural de saber y que su mayor gozo está en la contemplación
de la verdad. San José de Calasanz dice que: “El maestro es Cooperador de la Verdad”.
Cuando estamos contentos, la operación es más nuestra e intensa y, por eso, estudiando
contento se aprende más, cuando una persona está contenta está más dilatada y deseosa
por aprender

Así mismo, considero que es fundamental la esperanza y la audacia ya que un


educador que no tiene esperanza no puede transmitir ideales y utopías a sus alumnos.
Igualmente, si no hay audacia no es capaz de afrontar el peligro inminente creyendo
posible vencer. Hoy nuestros niños y jóvenes buscan lo fácil, lo cómodo; es necesario
educar en estos afectos ayudando a tener metas, ideales y luchar por el bien futuro
difícil de conseguir, pero posible de obtener. En este sentido, dice mucho el siguiente
pensamiento: “solo educa quien tiene esperanza”

3
2. ¿QUÉ ES LA VIRTUD?. ¿CUÁLES SON LAS VIRTUDES
MORALES QUE ORDENAN LA AFECTIVIDAD?

La virtud es una disposición bien ordenada del alma, es el principio del movimiento
afectivo, siempre dice orden al bien y es movido por la razón. La virtud es siempre
operativa, pues en todo momento está referida a la actividad del hombre, es
“esencialmente un hábito operativo”. La virtud siempre hace referencia al alma
espiritual.

La finalidad de la virtud es siempre mediada por el conocimiento, por lo que es


intencional. Siempre obra el bien y nunca se puede usar mal, supera las pasiones
desordenadas y suscita las ordenadas. Es medio entre las pasiones, porque establece el
equilibrio de las mismas.

La virtud confiere unidad a la vida humana ya que “hace una operación ordenada, por
ser ella misma en el alma una disposición bien ordenada. La virtud por su misma
esencia, ordena al hombre al bien. Las virtudes no nacen perfectas, sino que crecen y se
afianzan con el decurso del tiempo y con la repetición de los actos.

Para Sócrates, Platón y Aristóteles la virtud estaba relacionada con la excelencia.


Sócrates decía “que si todo lo bueno es saber y la virtud es algo bueno, la virtud ha de
ser saber y puesto que la virtud es un saber se debe admitir que la virtud es enseñable”.
Para Platón la virtud significa, ante todo la justicia. Aristóteles cree que la virtud es la
posibilidad para llegar a la perfección, debido a ella se hace un hombre de bien.

Las virtudes morales que ordenan la afectividad son: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza. La unidad de las mismas, aportan la claridad suficiente para la búsqueda y
consecución del fin del hombre que es la felicidad. Esta unidad de las virtudes integra
las facultades humanas en un todo único y pleno. El bien común se logra mediante la
justicia, el bien racional y espiritual se consigue por las virtudes de la fortaleza y de la
temperancia, regidas todas ellas por la virtud de la prudencia.

Las virtudes morales, en su conjunto, nos preparan para actuar libre y unitariamente;
“sirven para estructurar la vida” del hombre en su totalidad, tanto individual como
socialmente. Así mientras la justicia, fortaleza y templanza miran a los fines de al
acción; es decir, a la intención, la prudencia versa sobre la elección de los medios; ella
se dispone para deliberar y elegir los medios que conducen al fin.

Todas estas potencias operan con sus respectivos hábitos en el siguiente orden genérico:
la templanza en el apetito concupiscible principalmente durante la infancia, la fortaleza
en el irascible particularmente durante la adolescencia inicial, la justicia en la voluntad
de modo especial durante la adolescencia superior y, por último, la prudencia aflora en
la inteligencia a partir de la juventud.

La templanza es la posesión personal que constituye la base y el sustento primero de la


vida moral y por consiguiente la posibilidad de apertura del hombre a la realidad para la
consecución de su fin. Necesitamos de la templanza a fin de no desviarnos de nuestras
metas a largo plazo y gran escala por la búsqueda de satisfacciones inmediatas. Lo
fundamental es la referencia a la finalidad. La templanza es el hábito que permite el
inicio de la vida moral porque establece el orden interior y la recta posesión de la

4
persona en sí misma. Según como el hombre se ordene interiormente serán sus
relaciones con lo creado.

Por otro lado, resulta necesaria la virtud de la fortaleza ya que nuestros cuerpos son
muy vulnerables y están constantemente expuestos al peligro de heridas y de la muerte.
La fortaleza radica en el apetito irascible y tiene por objeto contener y soportar los
temores y moderar las audacias. La virtud de la fortaleza tiene dos actos
específicamente distintos: el soportar y el atacar. También tiene algo que ver con las
otras pasiones del apetito irascible, como la esperanza, la desesperación y sobre todo
con la ira. Así mismo, como virtud cardinal depende tanto de la justicia como de la
prudencia

Por su parte la virtud de la prudencia es la presencia de la razón en las tendencias


humanas. Sin ella las cualidades de templanza, fortaleza y justicia serían hábitos, no
tendrían razón de virtud. La prudencia es la madre, guía y raíz de las virtudes cardinales
y, en consecuencia, del actuar humano. La prudencia es la posibilidad de apertura total y
plena a la realidad. Prudente es lo que es conforme a la realidad

Sócrates considera que lo que mejor sienta a la juventud es la modestia, el pudor, el


amor a la templanza y la justicia, tales son las virtudes que deben formar su carácter.
Para Santo Tomás las virtudes morales son hábitos del alma que se adquieren con el
ejercicio y la repetición y la habilitan para la realización de una vida buena. Las virtudes
morales perfeccionan las facultades apetitivas, tanto las inferiores o apetitos sensibles
como la voluntad.

5
3. ARTÍCULO : LA IMPORTANCIA DEL EQUILIBRIO DE LA
AFECTIVIDAD EN LA INFANCIA

Con frecuencia se piensa y se ha oído decir que para llegar a ser una persona de bien y
alcanzar la transformación de la sociedad, la solución está en educar al niño desde sus
primeros años de vida. Pero esta labor no es nada fácil ya que el maestro se encuentra
con realidades sorprendentes y hasta difíciles por la propia naturaleza del pequeño;
incluso los mismos padres no saben cómo orientar y se exasperan.

Lo primero que hay que educar es la afectividad; esto es, ayudar a que el niño tenga un
equilibrio interior. En la infancia hay una etapa donde la dimensión afectiva tiene mayor
relevancia. Aunque el afecto se educa desde el origen, desde el nacimiento, es
importante saber el momento propicio formar racionalmente estas potencias sensitivas,
ya que a partir del afecto se forma el alma del niño. Para alcanzar un equilibrio de la
afectividad en la infancia, es importante conocer los dinamismos internos del niño, los
afectos que lo motivan y la clase de apetitos al que corresponde;

Así vemos que el movimiento tendencial del niño es hacia el bien sensible, desea un
bien y esa es la razón de toda su actividad; al poseerlo se deleita en él y en esa medida
actualiza y expansiona lo incipiente de sus facultades. Desde su apetito natural, el niño
tiende a lo que es conveniente y busca la delectación sensible. Se mueve por apetitos,
sus afecciones son inmediatas, suaves e intermitentes. Sus tendencias emocionales se
mueven en el círculo afectivo primario de forma simple y continua, sin trascender a
estados sentimentales mediados o avanzados; pasa velozmente del amor al deseo y de
éste a la delectación o bien del odio a la aversión y de ésta a la tristeza.

Este comportamiento es comprensible si consideramos que en el niño desde el


nacimiento hasta los siete años de edad predomina la potencia concupiscible. Solo a
partir de los siete a los catorce años actúa la potencia irascible. A diferencia del adulto,
la expresión afectiva del niño es más somática y menos psíquica. En el interior del niño
pequeño, el umbral psíquico emotivo en su inicio tiene poco margen de acción, con el
tiempo toma fuerza y empieza a ser más profundo.

Los movimientos emotivos del niño van del amor sensible hasta la delectación, pasando
por el deseo, y este proceso se va ensanchando, actualizándose y perfeccionándose
conforme a la operación del niño y a su crecimiento en edad. Lo emocional en el niño
surge de la simplicidad de las cosas, porque sus sentidos las perciben a modo de algo
simple y sus apetitos tienden a ellas de esa misma forma.

En la sensibilidad interna infantil juega un papel fundamental la imaginación porque


capta los aspectos más llamativos sensibles de las cosas que están en contacto directo
con los sentidos externos. Igualmente, el temperamento influye fuertemente en la
formación de las tendencias afectivas y a su vez, la actividad lúdica infantil permite
afirmar y robustecer las incipientes tendencias emocionales del niño y a ejercitarlas para
el incipiente uso de la razón.

Es a partir de los siete a once años de edad cuando la potencia irascible inicia su
movimiento y su operación produce varios e importantes cambios que se reflejan en la
conducta global del niño. El sujeto ya percibe su propia corporeidad y sus movimientos
derivados pueden pertenecerle a sí mismo con toda propiedad. Los cambios fisiológicos

6
a que es sometido su cuerpo producen en él cierta confusión interior y,
consecuentemente, una especie de tristeza que buscará mitigar con gran vehemencia sin
encontrar en los objetos deseados la solución a sus inquietudes

Otro signo de esta potencia irascible es que el niño posee una conducta abierta a los
demás, segura, optimista y confiada con esperanza y es esta esperanza la que desarrolla
y acrecienta el amor a los demás. Es en esta edad cuando aumenta el amor y la
actividad, sobre todo porque causa deleite y acrecienta el deseo del bien. La expresión
afectiva del niño comienza a ser más psíquica y menos somática y puede ser ya asumida
por la voluntad.

A partir de este análisis puedo concluir que lo más importante en la educación de un


niño es ayudarlo a tomar el control de su afectividad, lo cual se logra con los hábitos,
principalmente el de la templanza. Es importante lograr el equilibrio de la afectividad en
la infancia y esto solo es posible cuando los afectos están al servicio de la voluntad y del
intelecto. De ahí tiene sentido el pensamiento de Calasanz: “Si desde los más tiernos
años el niño es educado en la piedad y las letras se puede prever un feliz transcurso de
su vida”

Cuando el afecto no está educado está desconectado de la realidad. La actividad de los


padres resulta esencial en el desarrollo de los hábitos afectivos y simultáneamente, sin la
operación del niño no puede darse la formación de la afectividad

El bien del hombre consiste en vivir según la razón. La afectividad se enriquece cuando
la razón lo domine, lo ordene. La razón no es un impedimento a la vida afectiva, sino
una condición necesaria para poder vivir plenamente la vida afectiva. Un hombre que
vive esclavo de sus afectos vive mal o triste o desesperado o comido por el odio o
rencoroso.

7
4. ESQUEMA CON LOS RASGOS MÁS SIGNIFICATIVOS DE LA FORMACIÓN DE HÁBITOS AFECTIVOS
EN EL NIÑO ENTRE LOS 6 Y 10 AÑOS

F
Los hábitos esenciales de los 7 a los 11 años
O * En el interior del niño se inicia el desarrollo de la
R
M
potencia irascible.
A
C
I
O
N
En el uso de las cosas exteriores. En los movimientos corporales.
*El niño goza de iniciativa para transformar las * El niño cuenta con dos hábitos iniciales que moderan sus
H
Á
cosas exteriores, por ello, requiere de una cualidad disposiciones afectivas en orden a la locución y expresión corporal.
B que le empuje acometer acciones con una excelsitud Estos hábitos son del ornato y buen orden.
I
T
lograda en las cosas * Previo al surgimiento natural y pleno de las capacidades sexuales,
O *El hábito es la magnificencia que consiste en es necesario reforzar con el hábito del pudor
S
hacer las cosas bien. Ayuda a realizar una actividad * El pudor afina los movimientos corporales del niño, con este
A con especial nobleza y grandeza. hábito aprende a guardar un espacio personal –físico y afectivo, a
F
E
mantener una compostura sobria y delicada y a reflexionar sobre la
C trascendencia de su corporalidad y la intimidad de su propia persona.
T
I
V .En la relación con los demás.
O
S * Sus relaciones ya no son únicamente familiares, sino
hacia otros individuos
I
* El hábito que regula esta relación es la paciencia. En los deleites del juego.
N
F * Gracias al hábito de la paciencia y confianza, el niño * En la operación propia del concupiscible, la actividad lúdica en el
A
podrá anhelar y luchar por bienes verdaderos futuros niño pequeño es natural y buena para encausar las energías
N
T sin detenerse ante los obstáculos corporales y anímicas como para iniciar en la vida social.
I
* A partir de los siete años de edad, ante las tristezas * Más conforme el niño crece, en su interior se desarrollan otras
L
E provocadas por la corrección de los padres y por las potencias más perfectas que llevan a disminuir en cantidad el juego
S injurias de los demás, en el niño surgen movimientos para dar paso al ejercicio de facultades superiores.
de represalia que es necesario refrenar. El hábito que * Así pues, el apetito concupiscible del niño requiere un hábito
6
7 modera el apetito de venganza ante los embates de la llamado eutrapelia que modere la tendencia al juego. Este hábito es
ira es la mansedumbre que procede del irascible parte potencial de la templanza

8
En los placeres de la comida. En la propia actividad.
* La abstinencia es el hábito que se halla en la * La ira se produce en la relación con el uso de las cosas.
cumbre de la moderación infantil * No es posible enojarse con uno mismo. Sin embargo,
* La abstinencia en el niño se refiere a la medida por el imperfecto uso de razón del niño, le es propio
adecuada sobre el deleite alimenticio. En la segunda enojarse en contra de sí mismo, especialmente cuando no
infancia tal placer desmedido obstaculiza al ejercicio consigue realizar sus nobles propósitos o bien cuando se
de la razón. Por el exceso de los placeres de la comida le niegan sus caprichos
pueden desarreglarse y perder su correspondencia al * El hábito que controla esta pasión es la continencia.
fin. La segunda infancia es la etapa idónea de practicar
la abstinencia.

9
5. PROPUESTA EDUCATIVA, PARA EL DESARROLLO DE LA
AFECTIVIDAD

TEMA: Mejoramiento de la motivación y rendimiento escolar de los


alumnos del ciclo básico del colegio Calasanz de Cañar

JUSTIFICACIÓN:

Para nadie es desconocida la inquietud y ansiedad que genera el bajo rendimiento y


desmotivación que presentan nuestros estudiantes en estos tiempos. Se interrogan los
maestros, los asesores buscan las causas, el joven se mortifica buscando ayuda en
cualquier parte, los padres oscilan entre la cólera y la desazón.

Se incluye como parte de la responsabilidad educativa el averiguar, hasta donde sea


posible, cuáles son las causas de esta desmotivación y bajo rendimiento de los
estudiantes en cada una de las asignaturas. Por todos los medios se intenta evitar que
jovencitos aún sin experiencia y responsabilidad propia de la edad adulta se vean en la
imperiosa necesidad de inventarse formas de trabajo para responder a las exigencias de
su bajo rendimiento académico.

Es importante ayudar al alumno a comprender la raíz de esta desmotivación y por ende


de su bajo rendimiento, que según el pensamiento de Tomás de Aquino tiene que ver
con los apetitos concupiscibles e irascibles por los que pasa el niño y joven. Conocer y
comprender ese movimiento interno que está detrás de estás manifestaciones es una
tarea muy delicada y hermosa que tiene el maestro en sus manos.

DIAGNÓSTICO:

Los profesores de las diferentes asignaturas, los maestros guías de cursos informan
periódicamente acerca de la desmotivación y bajo rendimiento de los estudiantes, esto
preocupa no solo al alumno sino a todos los que están involucrados en el quehacer
educativo. Necesitamos pues afrontar los hechos, no es nada justo dar las espaldas al
problema. Después de todo la desmotivación y el bajo rendimiento no es problema
insoluble, demanda únicamente que se lo enfrente y se esfuerce en superarlo. La
cuestión se vuelve difícil cuando se deja pasar el tiempo y no se hace nada por
remediarlo.

OBJETIVOS:

General: Propender a que el estudiante reconozca las causas de su desmotivación y


bajo rendimiento académico y en base al trabajo multidisciplinario lograr la superación
y promoción del alumno.

Específicos:

 Identificar las causas principales de la desmotivación y el bajo rendimiento


escolar

10
 Motivar la necesidad de superar, corrigiendo hábitos incorrectos y
proporcionando información sobre nuevos hábitos

RESULTADOS ESPERADOS:

Ayudar a que el estudiante cambie de actitud respecto a la desmotivación y bajo


rendimiento académico, propiciando un ambiente institucional positivo que permita el
trabajo integrado y coordinado con los demás elementos educativos comprometidos en
el quehacer educativo

SUBPROYECTO

TEMA: Hábitos y métodos de estudio

OBJETIVOS ESPECÍFICOS

ACTIVIDADES:

 Aplicar encuestas sobre las causas o motivos del bajo rendimiento


 Formación de grupos de trabajo con los estudiantes para discutir cada una de las
causas que pueden originar el bajo rendimiento, al mismo tiempo para
determinar las posibles soluciones.
 Solicitar la colaboración de los profesores en cuyas asignaturas se presenta
mayor índice de bajas calificaciones
 Entrevistas individuales con los padres de familia y estudiantes, para analizar las
causas del bajo rendimiento y proporcionar elementos que ayuden a la solución
del mismo
 Crear grupos de recuperación para estudiantes con dificultades de
aprovechamiento donde participará el profesor de la materia y el guía de curso

SUSTENTO TEÓRICO

El estudio en el colegio no sólo comprende el aprendizaje de asignaturas dictadas por


los profesores, sino que complementariamente el alumno tendrá que aprender a estudiar;
es decir, a desarrollar costumbres y hábitos de estudio que le capaciten para aprender
con facilidad y eficiencia.

Para esto debe conocer técnicas, procedimientos como: estudiar en un lugar y horas
fijas, aprender a concentrarse en el trabajo que realiza, saber distribuir el tiempo, saber
tomar notas o apuntes, aprender a investigar, leer con eficiencia y consolidar los
aprendizajes. La adquisición de hábitos y habilidades de estudio le ayudará a mejorar en
el aprovechamiento.

EVALUACIÓN

Se realizará a través de aplicación de encuestas, de entrevistas y pruebas objetivas

11
DURACIÓN

El presente subproyecto se llevará a cabo durante el año escolar 2008-2009

RECURSOS

Humanos, físicos y material bibliográfico

BIBLIOGRAFÍA
ÁVILA Fernando, cómo se escribe, editorial norma, Bogotá
ROQUEÑI José Manuel, Educación de la afectividad. Edit Eunsa, Pamplona

12

También podría gustarte