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Nuestros niños y jóvenes son “los niños y jóvenes de la soledad” a veces no cuentan con
referentes o paradigmas de madurez afectiva y de una vida emocional rica y equilibrada
por la razón; por eso, la educación de la afectividad es un asunto práctico, real y
sumamente necesario en nuestros días. “En la actualidad este tema tiene, cada vez más,
una clara demanda social por la pérdida de la noción del bien en la vida práctica y por el
extendido modo de vida familiar en la sociedad occidental, proclive a la comodidad y al
materialismo”.
La afectividad “es la parte del alma quizá peor conocida, y por eso con frecuencia mal
entendida, y peor organizada consigo misma y con las demás”, por lo que exige una
seria reflexión para su ordenación. Para Tomás de Aquino la “afectividad es una esfera
interior del hombre que se caracteriza por variados y complejos movimientos que
influyen poderosamente en la acción y, por eso, su dinámica determina en buena medida
las posibilidades futuras del desarrollo humano”
El hombre como el animal tienden al bien y huyen del mal, lucha contra los obstáculos
que impiden alcanzar el bien o contra lo que empuja al mal en este forcejeo participan
los afectos del apetito concupiscible y los afectos del apetito irascible. Es fundamental
que la persona conozca este movimiento afectivo para lograr un equilibrio entre las
pasiones del apetito sensitivo y las pasiones del apetito irascible lo que dará lugar a una
afectividad ordenada y alcanzar la perfección de los actos.
Si una persona da más importancia al apetito concupiscible antes que al irascible, puede
terminar al nivel de un animal, sin ser dueño de sí mismo y guiado por los impulsos. Al
respecto San José de Calasanz dice:
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cuerpo, porque da puntapiés al espíritu y se hace,
como dice San Pablo: hombre animal” (C.2148)
Los sentimientos carecen de operatividad real sin la acción racional. Sin la oportuna
orientación racional, las emociones pueden afectar con gravedad los principios que
dirigen la conducta, a un hombre afectado por una pasión, las cosas le parecen mayores
o menores de lo que son en realidad; su juicio es severamente lesionado y,
consiguientemente no puede actuar. Al respecto me viene bien el pensamiento de
Calasanz:
“ ... Y donde quiera se entromete la pasión, viene
perturbada la razón, que, una vez perturbada, no
puede juzgar libremente” (C.2457)
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Al reflexionar sobre el maravilloso mundo de la afectividad, creo que uno de los afectos
más relevantes de la persona del educador es el entendimiento y la razón puesto que
ellos permiten conocer y comprender el movimiento de los afectos del apetito
concupiscible y los afectos del apetito irascible. Considero que el maestro debe poseer
una madurez afectiva, una vida emocional y sentimental rica y equilibrada por la razón
a través de hábitos operativos como la temperancia y la fortaleza que permita
emocionarse bien como dice Klaus Droste
Puesto que todo nuestro actuar y comportamiento está impulsado por una motivación
interior, por una pasión que se revela al exterior con ayuda del cuerpo. Un verdadero
educador es aquel que educa la afectividad de la persona, sabe lo que el alumno quiere;
es quien conoce y modifica la imagen que mueve el afecto. Es aquel que “enseña a
vivir, a dar la vida, a escuchar su propio corazón y ser ley para sí mismo”. He aquí otro
de los afectos relevantes de la persona del educador.
Sabiendo que el hombre es susceptible de ser educado por tener razón, el educador tiene
que ayudar a desarrollar el apetito irascible, hacerle pensar y no dejarle que el niño se
mueva solamente en el apetito concupiscible. Ya que se ama más el conocimiento
intelectual y al ser mayores las delectaciones espirituales que las sensibles, es tarea del
maestro cooperar con esta realidad. Al niño hay que ayudarlo a tomar el control de su
afectividad, adquirir una madurez afectiva la cual se logra con los hábitos
Igualmente, destaco el amor, entre otros de los afectos más relevantes en la persona del
educador, como dice Aristóteles: “amar es querer el bien para alguien”. El educador es
aquel que busca el bien para sus alumnos. La causa propia del amor es el bien. Cuando
el alumno ve amor en el maestro estudia con mayor gusto como dice Calasanz:
“…Creo que se podría hacer algo más si se tuviese mayor
amor al colegio y mayor delicadeza de conciencia”
(C.1888)
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2. ¿QUÉ ES LA VIRTUD?. ¿CUÁLES SON LAS VIRTUDES
MORALES QUE ORDENAN LA AFECTIVIDAD?
La virtud es una disposición bien ordenada del alma, es el principio del movimiento
afectivo, siempre dice orden al bien y es movido por la razón. La virtud es siempre
operativa, pues en todo momento está referida a la actividad del hombre, es
“esencialmente un hábito operativo”. La virtud siempre hace referencia al alma
espiritual.
La virtud confiere unidad a la vida humana ya que “hace una operación ordenada, por
ser ella misma en el alma una disposición bien ordenada. La virtud por su misma
esencia, ordena al hombre al bien. Las virtudes no nacen perfectas, sino que crecen y se
afianzan con el decurso del tiempo y con la repetición de los actos.
Las virtudes morales que ordenan la afectividad son: prudencia, justicia, fortaleza y
templanza. La unidad de las mismas, aportan la claridad suficiente para la búsqueda y
consecución del fin del hombre que es la felicidad. Esta unidad de las virtudes integra
las facultades humanas en un todo único y pleno. El bien común se logra mediante la
justicia, el bien racional y espiritual se consigue por las virtudes de la fortaleza y de la
temperancia, regidas todas ellas por la virtud de la prudencia.
Las virtudes morales, en su conjunto, nos preparan para actuar libre y unitariamente;
“sirven para estructurar la vida” del hombre en su totalidad, tanto individual como
socialmente. Así mientras la justicia, fortaleza y templanza miran a los fines de al
acción; es decir, a la intención, la prudencia versa sobre la elección de los medios; ella
se dispone para deliberar y elegir los medios que conducen al fin.
Todas estas potencias operan con sus respectivos hábitos en el siguiente orden genérico:
la templanza en el apetito concupiscible principalmente durante la infancia, la fortaleza
en el irascible particularmente durante la adolescencia inicial, la justicia en la voluntad
de modo especial durante la adolescencia superior y, por último, la prudencia aflora en
la inteligencia a partir de la juventud.
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persona en sí misma. Según como el hombre se ordene interiormente serán sus
relaciones con lo creado.
Por otro lado, resulta necesaria la virtud de la fortaleza ya que nuestros cuerpos son
muy vulnerables y están constantemente expuestos al peligro de heridas y de la muerte.
La fortaleza radica en el apetito irascible y tiene por objeto contener y soportar los
temores y moderar las audacias. La virtud de la fortaleza tiene dos actos
específicamente distintos: el soportar y el atacar. También tiene algo que ver con las
otras pasiones del apetito irascible, como la esperanza, la desesperación y sobre todo
con la ira. Así mismo, como virtud cardinal depende tanto de la justicia como de la
prudencia
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3. ARTÍCULO : LA IMPORTANCIA DEL EQUILIBRIO DE LA
AFECTIVIDAD EN LA INFANCIA
Con frecuencia se piensa y se ha oído decir que para llegar a ser una persona de bien y
alcanzar la transformación de la sociedad, la solución está en educar al niño desde sus
primeros años de vida. Pero esta labor no es nada fácil ya que el maestro se encuentra
con realidades sorprendentes y hasta difíciles por la propia naturaleza del pequeño;
incluso los mismos padres no saben cómo orientar y se exasperan.
Lo primero que hay que educar es la afectividad; esto es, ayudar a que el niño tenga un
equilibrio interior. En la infancia hay una etapa donde la dimensión afectiva tiene mayor
relevancia. Aunque el afecto se educa desde el origen, desde el nacimiento, es
importante saber el momento propicio formar racionalmente estas potencias sensitivas,
ya que a partir del afecto se forma el alma del niño. Para alcanzar un equilibrio de la
afectividad en la infancia, es importante conocer los dinamismos internos del niño, los
afectos que lo motivan y la clase de apetitos al que corresponde;
Así vemos que el movimiento tendencial del niño es hacia el bien sensible, desea un
bien y esa es la razón de toda su actividad; al poseerlo se deleita en él y en esa medida
actualiza y expansiona lo incipiente de sus facultades. Desde su apetito natural, el niño
tiende a lo que es conveniente y busca la delectación sensible. Se mueve por apetitos,
sus afecciones son inmediatas, suaves e intermitentes. Sus tendencias emocionales se
mueven en el círculo afectivo primario de forma simple y continua, sin trascender a
estados sentimentales mediados o avanzados; pasa velozmente del amor al deseo y de
éste a la delectación o bien del odio a la aversión y de ésta a la tristeza.
Los movimientos emotivos del niño van del amor sensible hasta la delectación, pasando
por el deseo, y este proceso se va ensanchando, actualizándose y perfeccionándose
conforme a la operación del niño y a su crecimiento en edad. Lo emocional en el niño
surge de la simplicidad de las cosas, porque sus sentidos las perciben a modo de algo
simple y sus apetitos tienden a ellas de esa misma forma.
Es a partir de los siete a once años de edad cuando la potencia irascible inicia su
movimiento y su operación produce varios e importantes cambios que se reflejan en la
conducta global del niño. El sujeto ya percibe su propia corporeidad y sus movimientos
derivados pueden pertenecerle a sí mismo con toda propiedad. Los cambios fisiológicos
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a que es sometido su cuerpo producen en él cierta confusión interior y,
consecuentemente, una especie de tristeza que buscará mitigar con gran vehemencia sin
encontrar en los objetos deseados la solución a sus inquietudes
Otro signo de esta potencia irascible es que el niño posee una conducta abierta a los
demás, segura, optimista y confiada con esperanza y es esta esperanza la que desarrolla
y acrecienta el amor a los demás. Es en esta edad cuando aumenta el amor y la
actividad, sobre todo porque causa deleite y acrecienta el deseo del bien. La expresión
afectiva del niño comienza a ser más psíquica y menos somática y puede ser ya asumida
por la voluntad.
El bien del hombre consiste en vivir según la razón. La afectividad se enriquece cuando
la razón lo domine, lo ordene. La razón no es un impedimento a la vida afectiva, sino
una condición necesaria para poder vivir plenamente la vida afectiva. Un hombre que
vive esclavo de sus afectos vive mal o triste o desesperado o comido por el odio o
rencoroso.
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4. ESQUEMA CON LOS RASGOS MÁS SIGNIFICATIVOS DE LA FORMACIÓN DE HÁBITOS AFECTIVOS
EN EL NIÑO ENTRE LOS 6 Y 10 AÑOS
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Los hábitos esenciales de los 7 a los 11 años
O * En el interior del niño se inicia el desarrollo de la
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potencia irascible.
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C
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En el uso de las cosas exteriores. En los movimientos corporales.
*El niño goza de iniciativa para transformar las * El niño cuenta con dos hábitos iniciales que moderan sus
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cosas exteriores, por ello, requiere de una cualidad disposiciones afectivas en orden a la locución y expresión corporal.
B que le empuje acometer acciones con una excelsitud Estos hábitos son del ornato y buen orden.
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T
lograda en las cosas * Previo al surgimiento natural y pleno de las capacidades sexuales,
O *El hábito es la magnificencia que consiste en es necesario reforzar con el hábito del pudor
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hacer las cosas bien. Ayuda a realizar una actividad * El pudor afina los movimientos corporales del niño, con este
A con especial nobleza y grandeza. hábito aprende a guardar un espacio personal –físico y afectivo, a
F
E
mantener una compostura sobria y delicada y a reflexionar sobre la
C trascendencia de su corporalidad y la intimidad de su propia persona.
T
I
V .En la relación con los demás.
O
S * Sus relaciones ya no son únicamente familiares, sino
hacia otros individuos
I
* El hábito que regula esta relación es la paciencia. En los deleites del juego.
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F * Gracias al hábito de la paciencia y confianza, el niño * En la operación propia del concupiscible, la actividad lúdica en el
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podrá anhelar y luchar por bienes verdaderos futuros niño pequeño es natural y buena para encausar las energías
N
T sin detenerse ante los obstáculos corporales y anímicas como para iniciar en la vida social.
I
* A partir de los siete años de edad, ante las tristezas * Más conforme el niño crece, en su interior se desarrollan otras
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E provocadas por la corrección de los padres y por las potencias más perfectas que llevan a disminuir en cantidad el juego
S injurias de los demás, en el niño surgen movimientos para dar paso al ejercicio de facultades superiores.
de represalia que es necesario refrenar. El hábito que * Así pues, el apetito concupiscible del niño requiere un hábito
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7 modera el apetito de venganza ante los embates de la llamado eutrapelia que modere la tendencia al juego. Este hábito es
ira es la mansedumbre que procede del irascible parte potencial de la templanza
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En los placeres de la comida. En la propia actividad.
* La abstinencia es el hábito que se halla en la * La ira se produce en la relación con el uso de las cosas.
cumbre de la moderación infantil * No es posible enojarse con uno mismo. Sin embargo,
* La abstinencia en el niño se refiere a la medida por el imperfecto uso de razón del niño, le es propio
adecuada sobre el deleite alimenticio. En la segunda enojarse en contra de sí mismo, especialmente cuando no
infancia tal placer desmedido obstaculiza al ejercicio consigue realizar sus nobles propósitos o bien cuando se
de la razón. Por el exceso de los placeres de la comida le niegan sus caprichos
pueden desarreglarse y perder su correspondencia al * El hábito que controla esta pasión es la continencia.
fin. La segunda infancia es la etapa idónea de practicar
la abstinencia.
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5. PROPUESTA EDUCATIVA, PARA EL DESARROLLO DE LA
AFECTIVIDAD
JUSTIFICACIÓN:
DIAGNÓSTICO:
Los profesores de las diferentes asignaturas, los maestros guías de cursos informan
periódicamente acerca de la desmotivación y bajo rendimiento de los estudiantes, esto
preocupa no solo al alumno sino a todos los que están involucrados en el quehacer
educativo. Necesitamos pues afrontar los hechos, no es nada justo dar las espaldas al
problema. Después de todo la desmotivación y el bajo rendimiento no es problema
insoluble, demanda únicamente que se lo enfrente y se esfuerce en superarlo. La
cuestión se vuelve difícil cuando se deja pasar el tiempo y no se hace nada por
remediarlo.
OBJETIVOS:
Específicos:
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Motivar la necesidad de superar, corrigiendo hábitos incorrectos y
proporcionando información sobre nuevos hábitos
RESULTADOS ESPERADOS:
SUBPROYECTO
OBJETIVOS ESPECÍFICOS
ACTIVIDADES:
SUSTENTO TEÓRICO
Para esto debe conocer técnicas, procedimientos como: estudiar en un lugar y horas
fijas, aprender a concentrarse en el trabajo que realiza, saber distribuir el tiempo, saber
tomar notas o apuntes, aprender a investigar, leer con eficiencia y consolidar los
aprendizajes. La adquisición de hábitos y habilidades de estudio le ayudará a mejorar en
el aprovechamiento.
EVALUACIÓN
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DURACIÓN
RECURSOS
BIBLIOGRAFÍA
ÁVILA Fernando, cómo se escribe, editorial norma, Bogotá
ROQUEÑI José Manuel, Educación de la afectividad. Edit Eunsa, Pamplona
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