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Clasificación de las pruebas judiciales

Diversos criterios para clasificar las pruebas judiciales: puede hablarse de una clasificación principal y
de otra secundaria o accesoria. Distinguirlas según su objeto, su forma, su estructura o naturaleza,
su función, su finalidad, su resultado, su origen, sus sujetos, su oportunidad, o sea el momento en
que se producen, su utilidad y sus relaciones con otras pruebas; y desde un punto de vista accesorio
y secundario, que contempla en realidad actividades procesales relacionadas con las pruebas, pero
no a éstas en sí mismas, pueden clasificarse según el sistema procesal para obtenerlas y llevarlas al
proceso, y según la manera como el juez deba valorarlas.

Clasificación principal o verdadera: contempla la prueba desde los varios aspectos enunciados en
primer término, y por clasificación secundaria o accesoria la que se refiere a otras actividades
procesales relacionadas con aquélla.

- Según su objeto: pruebas directas e indirectas; pruebas principales o accesorias. Desde dos
puntos de vista se puede distinguir por su objeto las pruebas directas e indirectas.
- Primero: De acuerdo con la relación de identidad o de diversidad que existe entre la prueba
y el hecho probado, es decir, entre el hecho que prueba y el objeto de la prueba o hecho
que se demuestra con tal prueba, cabe distinguir las pruebas directas o inmediatas y las
indirectas o mediatas.
- Desde este punto de vista, la prueba es directa o inmediata, cuando existe identidad o
unificación entre el hecho probado y el hecho que prueba, es decir, se trata de un solo
hecho. Se llega así al conocimiento del hecho por probar de manera directa o inmediata,
mediante percepción del juzgador. Existe en la actividad del juez un cierto grado de
razonamiento inductivo que le permite conocer qué es lo que está percibiendo (cierto
animal, una casa, etc.) e identifica lo percibido por él con lo que se trata de probar, pero sin
duda alguna la función predominante es de simple percepción mediante los sentidos del
juez. Ejemplo: la inspección judicial, cuando el hecho directamente percibido por el juez es el
hecho mismo objeto de la prueba y por probar; en las demás pruebas el juez recibe la
percepción que del hecho a probar ha tenido otra persona (partes con la confesión y con el
documento; terceros, en el testimonio y la pericia) o percibe un hecho diferente que le sirve
de medio para inducir el que se trata de probar (indicios).
- Objeto de esta prueba son únicamente los hechos presentes o actuales, bien sea porque
tienen la condición de permanentes o porque siendo transitorios ocurren en presencia del
juez o subsistencia en el momento de la inspección.
- La prueba es indirecta o mediata, cuando el hecho objeto de la prueba es diferente del
hecho que prueba, de tal manera que el juzgador sólo percibe el segundo y de éste induce
indirecta o mediatamente la existencia del primero. En este sentido son pruebas indirectas
la confesión, los testimonios, los dictámenes de peritos, los documentos e indicios, pues el
juez sólo percibe la narración de la parte o el testigo, la relación del perito, el escrito o los
hechos indiciarios y de esa percepción induce la existencia o inexistencia del hecho por
probar, es decir, el contrato o el suceso de que hablan los tres primeros o que relata el
documento o que indican los indicios. La relación entre la percepción del juez y el objeto por
probar es mediata; entre aquél y éste se interpone el hecho que prueba.
- La prueba directa del hecho es prueba de sí mismo, pero creemos que es más exacto afirmar
que basta la verificación por el juez, mediante sus sentidos, del hecho mismo, para que
exista la prueba; la prueba directa no es el hecho mismo sino la actividad o verificación del
juez, es decir, la inspección judicial y no el hecho inspeccionado, éste es el objeto de la
prueba. Cuando hablamos de identidad entre el hecho por probar o probado y el hecho que
prueba, nos referimos a la actividad preceptoría del juez, que es la misma para ambos, al
paso que en la prueba indirecta existen dos percepciones: la del sujeto que percibió el hecho
(parte, perito, testigo) y la del juez que sólo percibe el hecho de la confesión o del dictamen
o del testimonio o del documento.
- Segundo: suele distinguirse la prueba directa o inmediata de la indirecta o mediata, según
que el hecho objeto de la prueba sea o no el mismo hecho que se quiere probar y que
constituye el tema de prueba, pero sin exigir que en el primer caso el hecho que prueba sea
el mismo hecho por probar. Se contempla el modo o la. manera como el objeto de la prueba
sirve para demostrar el hecho que quiere probarse: si directa o indirectamente.
- Prueba directa es que sólo existe un hecho que es al mismo tiempo el objeto de ella y aquel
cuya prueba se persigue; las pruebas directas resultan así más numerosas e incluyen los
documentos, los testimonios y las confesiones, los dictámenes de peritos y las inspecciones
judiciales, cuando versan sobre el hecho que desea probarse, es decir, medios de prueba
que no son el mismo hecho por probar pero que lo demuestran directamente o recaen
directamente sobre éste.
- Prueba indirecta viene a ser, en cambio, la que versa sobre un hecho diferente al que se
quiere probar o es tema de prueba, de tal manera que el segundo es apenas deducido o
inducido del primero, por una operación lógica o el razonamiento del juez; por consiguiente,
sólo la prueba indiciaria o circunstancial (también la de presunciones para quienes la
consideran un medio de prueba), tiene siempre ese carácter y los demás medios son
indirectos cuando versan sobre hechos-indicios y no sobre el que se trata (le probar (un
documento o testimonio o experticio o una confesión, pueden referirse a un hecho distinto
al que se trata de probar, que sirve de indicio de la existencia o inexistencia de éste), pero
entonces estos medios se refunden con la prueba indiciaria o son elementos de ésta.
- Las directas son las históricas, siendo así que estas pueden ser también indirectas, las críticas
son siempre indirectas.
- Esta clasificación de las pruebas en directas e indirectas tiene, como puede apreciarse, una
firme razón de ser, no obstante que. como algunos autores lo observan, analizadas
rigurosamente puede decirse que todas son en el rondo directas con relación a un hecho o a
un tema probatorio concreto o indirectas con relación a otros, por ejemplo: la inspección
judicial es prueba directa de las cosas observadas por el juez, pero si éstas sirven
únicamente para demostrar otro hecho, dicha prueba adquiere el carácter de indirecta.
Ejemplo: el cuerpo de un herido es prueba indirecta del acto de herir, pero directa de la
herida misma y por tanto la inspección sobre aquél tiene uno u otro carácter. según lo que
se quiera demostrar. Igualmente, la prueba indirecta es prueba directa de sí misma, de su
existencia j de que existen los testimonios, los documentos, la confesión o cada uno de los
indicios. Pero creemos que debe mantenerse la clasificación, porque indudablemente
existen en la práctica judicial esas dos maneras de conocer el juez los hechos y esa identidad
o diversidad entre el objeto de la prueba y el hecho por probar.
- Otros autores han llegado a negarle a la prueba directa el carácter de verdadera prueba,
entendida según el primer punto de vista expuesto, como percepción directa por el juez, con
el argumento de que entonces hay evidencia del hecho y por tanto no se trata de llevar al
juez el convencimiento sobre la existencia del mismo y de que sólo es prueba el hecho que
conduce a demostrar la existencia de otro hecho desconocido de acuerdo con este criterio,
la inspección judicial quedaría por fuera del concepto genérico de prueba. Carnelutti, pero
las rechaza porque conducen a identificar erróneamente la prueba con el acto de la parte
que le suministra al juez los medios de investigación y de ahí que como en la inspección se
aparece la actividad del juez y las partes no prueban nada, es decir, no suministran ningún
medio de prueba, concluyen negándole tal carácter. En cambio, si por prueba se entiende, la
opinión de CARNELUTTI y de la mayoría de los autores y la nuestra, todo medio útil para la
comprobación por el juez de un hecho, es decir, para suministrarle las razones o motivos de
convencimiento sobre su existencia o inexistencia, resulta indiscutible que en la inspección
judicial y por tanto en la percepción directa del hecho por el juez, existe una prueba.
- Que un acto sea prueba de sí mismo no es ninguna contradicción, porque una cosa es el
hecho como objeto de experiencia y otra cosa como objeto de existencia, y precisamente de
la experiencia del hecho a través del juicio se deduce y arguye su existencia". y en otro lugar
manifiesta que excluir de la noción de prueba la inspección o prueba directa, con el pretexto
de que la certeza que produce no requiere prueba ni permite la actividad de aprehensión de
la prueba, conduce al absurdo, observado por WACH de que "sería tan sólo prueba lo que no
produce prueba alguna, porque no aporta certeza alguna ", siendo así que, mediante la
percepción, el juez comprueba la afirmación de las partes; es decir, la percepción es el
proceso de fijación del hecho controvertido, del mismo modo que la deducción lo es en la
prueba indirecta; además, en la prueba indirecta existe siempre la percepción por el juez del
hecho intermedio.
- ¿Cuál es mejor? Por regla general mientras más directo sea el contacto entre el juez y el
hecho a probar, será mayor el valor que pueda tener la prueba para llevarle al juez la
convicción, y a medida que tal relación se distancia, la fuerza de convicción va
disminuyendo. En este sentido puede decirse que, por lo general, la prueba directa es mejor
que la indirecta. Sin embargo, esta afirmación es de valor relativo, porque una prueba
indirecta, en el primer sentido explicado atrás, como una confesión reforzada por indicios y
testimonios, puede producir la misma certeza sobre el hecho, que la que puede dar la
percepción directa del juzgador, y, por otra parte, en la actividad perceptiva existe siempre
una posibilidad de error y en ocasiones exige conocimientos especiales para poder apreciar
lo percibido. La certeza absoluta no se consigue en el proceso, con ninguna clase de pruebas,
sino apenas una certeza subjetiva y relativa, siempre susceptible de error, como lo
explicamos ampliamente al tratar del fin y el resultado de la prueba y de su valoración.
- expresa este concepto diciendo que si bien, por lo general, es menor la certeza obtenida
mediante la prueba directa, no pocas veces el resultado de la prueba indirecta no es inferior
al de aquélla, y que es inaceptable la tesis que considera como resultado de la directa la
certeza y de la indirecta la probabilidad, pues la certeza no es otra cosa que el grado máximo
de probabilidad.
- la certeza no tiene grados ni puede ser mayor o menor, pues simplemente existe o no, como
en otro lugar manifestamos; la diferencia puede presentarse en cuanto al valor o fuerza de
convicción de cada medio de prueba aisladamente considerado (en este sentido puede
decirse que la inspección es mejor prueba que el testimonio) y en cuanto a la mayor o
menor posibilidad de producir la convicción o certeza del juez con los varios medios, directos
o indirectos, allegados al proceso y apreciados en conjunto (entonces es correcto afirmar
que si existe prueba directa, es más posible obtener la convicción del juez).
- la prueba directa como percepción inmediata del juez, es imposible obtenerla en muchos
procesos, bien sea porque se trate de hechos pasados que no dejaron huellas materiales o
porque estén ubicados en lugar distinto o porque para comprenderlos se requieren
conocimientos que el juez no posee y exigen la asesoría de peritos. En cambio, muy pocas
veces se encontrará un proceso sin prueba indirecta, aun cuando se haya practicado una
inspección judicial.
- Si se entiende por prueba directa la que versa directamente sobre el hecho a probar
(segundo sentido del concepto), se la encontrará en casi todos los procesos, ya que la
indirecta por naturaleza queda reducida a la indiciaria y las demás únicamente cuando
versen sobre un hecho que es indicio del que se pretende probar.
- También es posible distinguir las pruebas, según su objeto, en principales y accesorias o
secundarias, según que el hecho al cual se refieren forme parte del fundamento fáctico de la
pretensión o excepción, o del ilícito investigado, en cuyo caso su prueba es indispensable, o
que, por el contrario, apenas indirectamente se relacione con los supuestos de la norma por
aplicar, por lo que su prueba no es necesaria.
- Según su forma, pruebas escritas y orales: ejemplos de las primeras son los documentos
públicos y privados, los dictámenes de peritos cuando se rinden por escrito, los certificados
de funcionarios y por analogía los planos, los dibujos y las fotografías; ejemplos de las
segundas son la confesión judicial en interrogatorio de la parte, los testimonios y los
experticios en audiencias. Se trata propiamente de una clasificación de los medios de
prueba.
- Según su estructura o naturaleza, pruebas personales y reales o materiales: Se contempla la
naturaleza o estructura del medio que Suministra la prueba desde un punto de vista estático
y entonces se tiene que unas veces se trata de personas, común en el testimonio, la
confesión, el dictamen de peritos y la inspección judicial en cuanto es una actividad del juez
asesorado de peritos o testigos; al paso que otras veces se trata de cosas, como documentos
(incluyendo los planos, dibujos y fotografías), huellas o rastros y objetos de toda clase.
- No se trata de un verdadero criterio para distinguir las pruebas, porque todo medio es un
acto de persona y una persona puede ser objeto de prueba o medio; sin embargo, creemos
que debe mantenerse la clasificación, porque aun cuando un objeto sea el producto de un
acto humano, constituye una prueba por sí mismo y en ocasiones se trata de cosas
naturales, que no son obra del hombre, como un madero o una piedra.
- Según su función, pruebas históricas y criticas:
- Se le denomina histórica cuando el medio de prueba le suministra al juez una imagen del
hecho por probar, es decir, tiene una función representativa de tal hecho y es, por lo tanto,
un hecho representativo de otro hecho real acaecido o de una experiencia; la prueba fija
históricamente ese hecho, lo describe tal como ocurrió y fue percibido por quien lo
comunica al juez, por lo cual se la denomina histórica; cuando el juez decide con
fundamento en esta clase de prueba, su actividad y su función se asemejan a la del
historiador y requiere la concurrencia de otro sujeto, a saber, quien le trasmite la imagen del
objeto representado mediante su discurso, su escrito o su dibujo; ejemplos de esta clase de
pruebas son el testimonio, la confesión, el dictamen de peritos (pruebas personales) y el
documento, el dibujo, el plano, la fotografía (pruebas reales).
- Se le denomina critica cuando la prueba carece de función representativa y no despierta en
la mente del juez ninguna imagen distinta a la cosa examinada, pero le suministra un
término de comparación para obtener el resultado probatorio mediante un juicio, "no tanto
para la comprobación cuanto para la formación de la imagen del hecho"; tal es el caso de los
indicios, las presunciones de hombre para quienes las consideran un medio de prueba, la
inspección y las llamadas contraseñas.
- En la prueba histórica predomina la percepción del juez para conocer el hecho por probar a
través del hecho que lo prueba, pero la razón interviene para comprobar la fidelidad de tal
representación.
- En la prueba crítica el juez debe formular un juicio crítico o dialéctico para deducir tal hecho
y por tanto predomina el raciocinio
- Esto pone de presente que la prueba histórica es siempre indirecta, entendida en el primer
sentido porque el juez no inspecciona el hecho a probar ni lo percibe directamente, pues
objeto de su percepción es la persona o la cosa que lo representa. También las pruebas
críticas son indirectas cuando versan sobre un hecho distinto que suministra razones para
deducir el hecho por probar, pues entonces se identifican con la indiciaria. Pero la prueba
crítica puede ser directa, entendida ésta en el mismo sentido acabado de mencionar, cuando
lo percibido por el juez es el hecho mismo que quiere probar, como la existencia de un
edificio, de un camino o de una herida en el cuerpo de un hombre, etcétera. La inspección
judicial es siempre una prueba crítica, porque tiene por función la percepción por el juez del
hecho por probar o de otro que le sirve de indicio para deducir aquél, sin que exista función
representativa alguna; cuando versa sobre documentos, su objeto lo constituye el
documento mismo y la función representativa le corresponde a éste.
- ¿Cuál es mejor?
- Creemos que no es posible afirmar la supremacía de ninguna, por vía general. La prueba
crítica por excelencia es la inspección judicial sobre el hecho mismo que se trata de probar y
ofrece más garantías que cualquiera de las históricas, inclusive la de confesión; pero las
demás pruebas críticas se traducen en indicios y por tanto ofrecen generalmente menor
seguridad que la confesión e inclusive que la testimonial en muchos casos. Unas y otras se
prestan a error; la histórica, porque existe la posibilidad de que quien la suministra, testigo,
perito o parte, sufra una involuntaria equivocación al percibir la imagen que trasmite, o que
maliciosamente deforme o falsifique la representación al declarar o dictaminar o al elaborar
el documento y de que el juez se equivoque al recibir esa representación o al comprobar su
correspondencia con la realidad por medio de su razón; la crítica, porque también el juez
puede equivocarse al percibir directamente el objeto y cuando verse sobre hechos
indiciarios, no obstante que concurran varios a formar su convencimiento, existe, además, el
peligro de una equivocación en el razonamiento que utilice para inducir o deducir el hecho
por probar.
- En un sistema de tarifa legal esos peligros de error se acentúan, ya que la valoración crítica
del juez está limitada; pero aun con absoluta libertad de apreciación y jueces competentes,
ese riesgo, atenuado sin duda, continúa existiendo.
- Según su finalidad, prueba de cargo y de descargo o contraprueba; pruebas formales y
sustanciales: La parte que suministra la prueba puede perseguir una de dos finalidades;
satisfacer la carga que pesa sobre ella o desvirtuar la prueba suministrada por la
contraparte; en el primer caso podemos denominarla prueba de cargo y en el segundo de
descargo o contraprueba o prueba contraria. Es decir, se tiene en cuenta la parte que la
presenta o solicita si es quien se beneficia con el hecho por probar o su adversario, y la
finalidad perseguida: si demostrar ese hecho o impedir que se considere probado (sea su
existencia o inexistencia, Jo último cuandú se trate de negaciones concretas
- Se debe evitar la confusión de considerar pruebas de cargo a las suministradas por el
demandante y contrapruebas a las aportadas por el demandado; pues, como acabamos de
explicar, ambas partes pueden recurrir a las dos clases de pruebas. Cuando el primero trate
de demostrar los hechos que sirven de supuesto a los efectos jurídicos que persigue, estará
usando pruebas de cargo, pero cuando quiera desvirtuar los hechos alegados por el
demandado como excepciones, presentará contrapruebas de éstos; cuando el demandado
pretenda probar los hechos en que fundamenta sus excepciones, la prueba será de cargo y si
persigue desvirtuar los alegados por el actor como supuestos de su pretensión, la prueba
será de descargo. Lo mismo ocurre en el proceso penal, respecto a las pruebas que
perjudiquen o beneficien al sindicado.
- la prueba de cargo y la contraprueba tienen por objeto el mismo hecho, con una finalidad
opuesta (si aquélla busca probar su existencia, ésta tratará de demostrar su inexistencia y
viceversa), la prueba de la pretensión y de la excepción, en cambio, recaen sobre hechos
distintos que se contraponen (incluyendo los hechos accesorios que modifican el alegado
por la contraparte o constituyen una modalidad diferente), de manera que en la excepción
no existe una contraprueba, sino una contra razón.
- MICHELI opone la prueba directa a la contraprueba y considera ésta como la que tiene por
objeto una hipótesis opuesta a la afirmada por el adversario, incompatible en hecho o en
derecho con ésta y la distingue expresamente de la excepción, en que aquélla no introduce,
como hace, en cambio, la segunda, un elemento más, que no está de acuerdo con el
fundamento de la demanda. Compartimos esta distinción, pero consideramos que la
contraprueba se refiere siempre a los hechos y que la simple incompatibilidad en derecho
apenas puede originar una contra razón; en efecto, cuando se invoca una norma jurídica
diversa, cuyos supuestos de hecho Son diferentes, se tiene la carga de su prueba y por tanto,
se trata de suministrar la contraprueba, y si dichos supuestos son los mismos, las pruebas
que aduzcan ambas partes serán concurrentes y no contrapuestas.
- MICHELI distingue la contraprueba de la prueba contraria, en los siguientes términos: "la
contraprueba tiene una estructura particular, en cuanto mediante la misma se tiende a
combatir la ya alcanzada convicción del juez, y la misma se vincula, por tanto, a un poder
(carga) procesal", es decir, que recae sobre el mismo hecho y tiende a destruir la convicción
que al juez le produce la prueba del contrario "la prueba contraria, en cambio, no ofrece
particularidad alguna, ni por cuanto concierne a la formación de la convicción del juez
mismo, en el sentido de que sea necesario un grado de verosimilitud diverso del necesario
para convencerlo cuando se trata de prueba directa, ni por lo que concierne al objeto de la
prueba misma", lo cual entendemos en el sentido de que esta prueba recae sobre hechos
diferentes y se somete a las reglas comunes de la prueba directa. La distinción es correcta en
su esencia, pero la distinción de las dos denominaciones resulta muy sutil, por lo que en la
segunda hipótesis preferimos hablar de prueba de hechos contrarios, ya que respecto de
cada uno (el alegado por el actor y el opuesto por el demandado) puede existir prueba y
contraprueba.
- Algunos antores 49 distinguen las pruebas penales en acusatorias y absolutorias,
clasificación similar a la anterior, pues se tiene en cuenta si sirven para condenar o absolver
al sindicado j las primeras corresponden a las pruebas de cargo y las segundas a las de
descargo.
- Pruebas formales y sustanciales. - Pueden clasificarse también las pruebas judiciales, de
acuerdo con su finalidad, en formales y sustanciales, según que tengan un valor
simplemente ad probationem o, por el contrario, ad solemnitatem o ad substantiam actus;
en el primer caso cumplen una función exclusivamente procesal: la de llevarle al juez el
convencimiento sobre los hechos del proceso, en el segundo, tienen, además, un valor
material o sustancial, puesto que son condiciones para la existencia o la validez de un acto
jurídico material, tal como sucede en Colombia con la escritura pública para la compraventa
o hipoteca de inmuebles o la constitución de sociedades comerciales.
- tiene una gran importancia en materia de vigencia en el tiempo de la ley que establece
nuevos medios de prueba o elimina alguno anteriormente aceptado, pues, cuando se trate
de pruebas formales su aplicación es general e inmediata, tanto para demostrar los hechos
que hayan ocurrido luego de su vigencia como los sucedidos con anterioridad, al paso que
las sustanciales sólo pueden aplicarse a los que ejecutan posteriormente.
- Gustavo Rodríguez habIa de pruebas formales y especiales, según el sistema probatorio
consagrado en la ley, de tarifa legal o de simple valoración; pero creemos que se trata de
dos cuestiones diferentes, pues aún con un sistema de libertad de apreciación, pueden
existir solemnidades especiales para la validez de ciertos actos, que al mismo tiempo
constituyen una prueba, como en los ejemplos puestos atrás, y en uno de tarifa legal existen
siempre bien definidas esas dos clases de pruebas.
- Según su resultado, pruebas prenas, perfectas o completas e imperfectas o incompletas, mal
llamadas también semiplenas, pruebas veraces y falsas:
- Hemos visto que no es lo mismo el fin de la prueba que su resultado: aquél es siempre
llevarle al juez la convicción sobre los hechos del proceso; éste puede ser en algunos casos
tal convicción, pero en otros no alcanzará a suministrarla. Por consiguiente, teniendo en
cuenta que el resultado de un solo medio probatorio puede ser darle al juez esa convicción
o. por el contrario, únicamente elementos o motivos para llegar a ella con el auxilio de otros
medios que Jo complementan, es posible clasificar las pruebas en plenas, perfectas o
completas (en el primer caso) y imperfectas o incompletas (en el segundo).
- Se tiene en cuenta, pues, si con un solo medio se obtiene o no la convicción del juez, sin
necesidad de recurrir a otros o, como bien lo dice COUTURE, el grado de eficacia probatoria.
Cuando se consideran en conjunto las practicadas en un proceso, hay prueba plena por ser
perfecta y completa o no hay prueba por haber resultado incompleta o imperfecta, ya que
en el primer caso existirá el convencimiento del juez y en el segundo no y únicamente en
aquél puede considerar el hecho como probado (la ley permite excepcionalmente que el
juez adopte ciertas decisiones sin que exista plena prueba, sino una apenas sumaria, como
ocurre para decretar medidas previas a la demanda ejecutiva cuando el título aducido es un
documento privado su autenticidad, que lleva la firma de dos testigos pero entonces la
decisión nunca es definitiva, sino provisional y sujeta a revisión en el mismo proceso).
- Para MITTERMAIER la prueba completa o perfecta da certeza sobre el hecho por probar, al
paso que la incompleta o imperfecta apenas sirve para que el juez considere el hecho como
probable o verosímil; igual criterio adopta FENECE. Este criterio es correcto a condición de
no ser entendido como si la certeza y la probabilidad o verosimilitud fueran grados diversos
del convencimiento. Creemos que la convicción sólo existe cuando se tiene certeza y que,
como ésta, existe o no, pero no tiene grados; es la eficacia o valor demostrativo de la prueba
lo que puede graduarse según que produzca esa convicción o sirva apenas para formarla con
la ayuda de otras
- FRAMARINO, rechazan esta clasificación como innecesaria e impropia; pero si se tiene en
cuenta el resultado obtenido con cada prueba se justifica suficientemente, porque no todas
son portadoras de certeza o producen el convencimiento del juez, aun cuando éste sea
siempre el fin perseguido con ellas, sino, por el contrario, la mayoría aisladamente sólo
sirven para deducir la probabilidad o verosimilitud del hecho y en ocasiones aún apreciadas
de conjunto no sirven para obtener con ellas el fin perseguido.
- consideran que esta clasificación sólo se justifica en un sistema de tarifa legal, pero no en
uno de libre valoración. Estamos en desacuerdo con este concepto, porque en ambos
sistemas es posible que el juez se dé o no por convencido con un medio de prueba o con
todos los allegados al proceso. Otra cosa es que para llegar a ese resultado deba aceptar la
calificación dada imperativamente por la ley o recurrir a su propia valoración, es decir, las
pruebas pueden ser plenas o incompletas por mandato legal o por la libre conclusión a que
el juez llegue, pero en ambos casos existen las dos especies bien definidas.
- Es posible también distinguir las pruebas, según su resultado, en veraces y falsas o no
veraces, si se considera que su fin no consiste en establecer la verdad, sino en dar al juez el
convencimiento sobre ésta y puede suceder que en unos casos ese convencimiento
corresponda a la realidad y cm otros no. La misma distinción puede hacerse si se considera
el contenido del medio mismo, como un testimonio y un documento, en cuanto la
declaración o narración contenida en aquéllos puede ser veraz o intencionalmente falsa.
- Según el grado o categoría, pruebas primarias o de primer grado y secundarias o de grados
posterior; principales y supletorias:
- Pruebas primarias las que tienen por tema el hecho que se pretende demostrar, bien sea
directamente o a traves de otro hecho. Ejemplos: directas o indirectas, históricas y críticas,
reales y personales, con las cuales se trate de demostrar cualquier hecho que sirva de
presupuesto a las pretensiones o excepciones. ° a la responsabilidad penal, como el
documento que prueba el contrato, la confesión que prueba la autoría. de un hecho, los
indicios que demuestran la culpa o el dolo, los testimonios que establecen el perjuicio
- Pruebas secundarias las que tienen por tema otra prueba, es decir, con ellas se pretende
probar otra prueba. ejemplos de las segundas son los testimonios de terceros sobre
confesión extrajudicial de una parte, el microfilm de cheques bancarios, la fotocopia o la
copia que establece la existencia de un documento, las declaraciones de testigos sobre
hechos que sirven de indicios, las certificaciones del juez sobre las pruebas practicadas en un
proceso destruido o perdido y las declaraciones de quienes fueron peritos sobre el
contenido de su dictamen en el mismo supuesto. Las últimas son siempre indirectas o
históricas y pueden ser de segundo grado cuando tienen por objeto una prueba primaria, o
de grado mayor según se vayan alejando de la prueba que se quiere establecer; por ejemplo,
testigos que declaran haber oído a otros manifestar que una parte hizo cierta confesión
extrajudicial, copia de otras copias de documentos.
- cuanto mayor sea el grado de la prueba, menor es su valor de convicción,
- puede hablarse de pruebas principales y supletorias o sucedáneas, cuando la ley dispone
que sólo a falta de las primeras por motivos especiales, es posible probar el hecho con las
segundas. En Colombia tenemos un ejemplo en las pruebas de estado civil: sólo cuando no
existe la partida o neta civil de nacimiento o matrimonio, puede probarse aquél o éste con la
partida eclesiástica o con la posesión de estado civil; lo mismo ocurre cuando por
destrucción del protocolo de una notaría, puede demostrarse la existencia de la escritura
pública con la certificación que sobre su registro dé el registrador de tales instrumentos o
con copia de otra copia. No toda prueba de segundo o posterior grado es supletoria; así, en
el segundo ejemplo la prueba supletoria es al mismo tiempo de segundo grado, pero en el
primero el acta eclesiástica es prueba de primer grado a pesar de ser supletoria.
- a prueba supletoria sólo tiene valor cuando se demuestra la inexistencia de la principal, al
paso que las de segundo o mayor grado tienen valor a pesar de que se haya aportado otra
de grado anterior con la cual concurran o estén en contradicción; éstas pueden ser útiles o
resultar innecesarias o ineficaces, según las diversas circunstancias, pero su valor no está
condicionado a la inexistencia de la prueba de primer grado.
- Trae una enumeración de las pruebas de segundo o superior grado, que es interesante
reproducir; "a) prueba del testimonio mediante el testimonio, en cuyo campo cabe aún
distinguir; "prueba del testimonio de terceros mediante testimonios de terceros (testimonio
de testimonio) ; "prueba del testimonio de parte mediante testimonio de parte; "b) prueba
del testimonio mediante documento; "c) prueba del testimonio mediante indicios; "d)
prueba del documento mediante documento; "e) prueba del documento mediante el
testimonio; a) de la parte; b) de terceros; f) prueba del documento mediante indicios; "(J)
prueba del indicio mediante indicio; 535 "h) prueba del indicio mediante testimonio
(testimonio indiciario) ; "i) prueba del indicio mediante documento".
- Según los sujetos proponentes de la prueba, prueba de oficio, de partes y de terceros: es
necesario distinguir los sujetos de la proposición o proponentes, de la ordenación y admisión
u ordenadores, de la recepción o receptores, de la práctica o ejecutores, de la contradicción
o contradictores, los destinatarios. los encargados de su valoración y asunción. Aquí
contemplamos únicamente los primeros, que pueden ser el juez, las partes: los terceros
intervinientes; en los demás casos el sujeto es siempre el juez de la causa o un comisionado
de éste, excepto los contradictores que son las partes contra quienes se aduce la prueba.
- de oficio o del juez de las partes y de terceros intervinientes. Es decir, según los sujetos
legitimados para proponerlas. Aun en los procesos dispositivos, existen algunas facultades
para decretar pruebas de oficio. Esta clasificación carece en realidad de interés, porque el
valor de la prueba es el mismo, quienquiera que la haya pedido o si se ordena
oficiosamente, en virtud del principio de la comunidad o adquisición de la prueba
- Según la oportunidad o el momento en que se producen, procesales y extrajudiciales;
preconstituidas y casuales:
- Pruebas procesales: las que se practican o aducen en el curso de un proceso
- Pruebas extraprocesales las que tienen origen fuera del proceso, como declaraciones de
nulo hecho, inspecciones judiciales para futura memoria, documentos públicos y privados en
que consten actos no procesales.
- Las pruebas pueden ser preconstituidas s y causales. Algunos autores las distinguen según el
destino que la prueba tiene en el momento de crearse, es decir, según que se haya tenido la
intención de producir un medio de prueba en cuyo caso son preconstituidas (como el
documento en que se hace constar un contrato o la declaración extrajudicial y todas las que
se aducen en el curso de un proceso), o que sin haberse tenido tal intención llegan a servir
como prueba posteriormente en el proceso y entonces son casuales (las huellas o rastros, las
cosas que sirven de indicios, el arma con que se dio muerte a una persona). Otros basan la
clasificación en el momento o la oportunidad en que se producen: si antes del juicio o
durante su curso, pero entonces se confunden con las extraprocesales y procesales.
- Nosotros acogemos esta clasificación desde el primer punto de vista, es decir, según el
destino para que son creadas: si para servir de medios de convicción en un proceso o para
fines extraprocesales diversos. Tanto las extrajudiciales como las judiciales pueden tener una
u otra destinación y por tanto sólo con este criterio hay utilidad en distinguirlas.
- Según su contradicción, sumarias o controvertidas: Al exponer los distintos principios que
regulan la materia de las pruebas judiciales, vimos que uno de los más importantes es el de
contradicción y por eso entre los sujetos de la prueba hemos incluido los contradictores.
- En principio, la prueba no contradicha carece de valor procesal. Sin embargo,
excepcionalmente el legislador le otorga mérito a pruebas que no han sido practicadas con
audiencia de la parte contraria, quien tampoco va dispuesto de oportunidad procesal para
discutirlas; son las llamadas pruebas sumarias, como las declaraciones extrajudiciales o de
nudo hecho que se acompañan a ciertas demandas para que el juez las admita y los
documentos privados no auténticos que llevan la firma de dos testigos para la procedencia
- de medidas preventivas. En el proceso penal existen las pruebas practicadas en el sumario,
antes de la indagatoria del sindicado.
- Las pruebas sumarias son siempre extrajudiciales; pero no todas las segundas tienen aquel
carácter, pues las hay con valor de prueba plena, como las escrituras y demás documentos
públicos. En los procesos de jurisdicci6n voluntaria no hay contradicción, debido a que no
existen partes opuestas, pero no todas las pruebas aducidas en ellos son sumarias, porque
muchas están constituidas por documentos públicos, como la escritura de testamento y las
actas de estado civil, en los sucesorios.
- Cuando se acompañan a la demanda declaraciones de nudo hecho o extrajudiciales recibidas
sin citación previa de la parte contraria y la ley dispone que en caso de no haber oposición
del demandado dentro del término del traslado de la. demanda, se debe proferir sentencia
en favor del actor, la prueba sumaria se convierte en controvertida, ya que el demandado la
conoce y se presume que la acepta como veraz.
- Según su utilidad, pruebas conducentes e inconducentes, pertinentes e impertinentes o
irrelevantes, útiles e inútiles, posibles e imposibles:
- Pruebas conducentes son aquellas que están permitidas por la ley, bien sea por estar
incluidas en la enumeración taxativa que de ellos contenga y por no existir prohibición de
utilizarla para el hecho particular que se pretende demostrar, o porque el juez les reconoce
valor probatorio cuando la ley lo haya dejado en libertad para apreciarlo; pruebas
inconducentes son las que la ley no autoriza en general o prohíbe en un caso particular y las
que el juez considera desprovist.as de valor cuando existe libertad de medios. La
conducencia o inconducencia de la prueba es cuestión de derecho, porque se trata dl'!
determinar si legalmente puede recibirse o practicarse.
- Pruebas pertinentes son aquellas que recaen sobre hechos pertinentes, es decir,
relacionados con el litigio del proceso contencioso o con la materia del proceso voluntario o
del incidente y que influyen en su decisión (en realidad la pertinencia se refiere a los hechos
objeto de la prueba y no a ésta) ; pruebas impertinentes o irrelevantes son las que tienen
por objeto hechos que por ningún aspecto se relacionan con el litigio o la materia del
proceso voluntario o de incidente y que por tanto no pueden influir en la occisión. Las
pruebas impertinentes son inadmisibles, aun cuando sean conducentes por estar legalmente
permitidas; son dos nociones distintas, que a menudo se confunden. Una prueba puede ser
conducente pero impertinente o inconducente a pesar de su pertinencia. La pertinencia de
la prueba es una cuestión de hecho y el juez debe examinarla al momento de decidir sobre
su admisibilidad, con un criterio amplio, en forma de no rechazarla sino cuando su fruta
aparezca indudable o evidente, prima facie, sin perjuicio de volver sobre ello en la sentencia
o el auto que falle el incidente
- Pruebas útiles son aquellas que pueden contribuir en cualquier grado a formar la convicción
del juez respecto de los hechos principales o accesorios del proceso o incidente; pruebas
inútiles son las que por ningún aspecto pueden prestar servicio en el proceso. Naturalmente,
las pruebas inconducentes o impertinentes son al mismo tiempo inútiles; pero puede
suceder que una prueba sea inútil, a pesar de su conducencia y pertinencia, por ejemplo,
porque el hecho sobre que recae está plenamente demostrado con otros medios o goce de
presunción legal o de notoriedad pública manifiesta o aparezca evidentemente imposible o
su investigación está prohibida por la ley, y lo mismo ocurre cuando el medio de prueba
propuesto sea ineficaz para establecer el hecho por probar, no obstante que aquél está
permitido y que éste sea verosímil.
- Plenamente demostrado con otros medios o goce de presunción legal o de notoriedad
pública manifiesta o aparezca evidentemente imposible o su investigación está prohibida
por la ley, y lo mismo ocurre cuando el medio de prueba propuesto sea ineficaz para
establecer el hecho por probar, no obstante que aquél está permitido y que éste sea
verosímil
- Pruebas posibles son todas las que físicamente pueden practicarse e imposibles las que no
pueden ser practicadas en el caso concreto aun cuando estén autorizadas en general.
- Según sus relaciones con otras pruebas, pruebas simples y complejas; concurrentes y
contrapuestas:
- Prueba simple cuando un solo medio basta para llevarle al juez la convicción sobre el hecho
por demostrar. Ejemplos de la primera son las pruebas plenas o completas, como la
inspección judicial sobre el hecho mismo, las escrituras públicas en cuanto al hecho de
haberse otorgado y su fecha, la confesión en materias civiles cuando no exista norma legal
que la excluya
- pruebas compuestas o complejas, cuando esa convicción se obtiene de varios medios.
Ejemplos de las segundas varios testimonios, los indicios no necesarios, los documentos
privados reconocidos por confesión de su autor, la inspección judicial con dictamen de
peritos o sobre hechos del que se trata de probar.
- Las pruebas complejas se subdividen en concurrentes o concursales y contrapuestas. Las
primeras existen cuando los varios medios de prueba sirven para producir la convicción del
juez en un mismo sentido, es decir, sobre la existencia o inexistencia del hecho; en cambio,
las segundas se presentan cuando los varios medios están en contraposición, porque unos
sirven para una conclusión y otros para la contraria. En ambas hipótesis el convencimiento
del juez es el resultado del estudio de conjunto de los diversos medios.
- Las pruebas de segundo o superior grado son siempre complejas, puesto que se trata de
probar con ellas otra prueba y ambas concurren para demostrar el hecho objeto de la
última. También son complejas las pruebas incompletas.
- una cosa es la complejidad de la prueba y otra la del hecho por probar o que sirve de fuente
de aquélla. Cuando la fuente de prueba esté formada por una serie de hechos, cada uno de
ellos pueden resultar probado por un solo medio o por varios.
- Según su licitud o ilicitud, pruebas licitas e ilícitas: El proceso contencioso no es un campo de
batana en el cual sean permitidos todos los medios útiles para triunfar; por el contrario, es
un trámite legal para resolver jurídicamente los litigios en interés de la colectividad y
secundariamente para tutelar los derechos particulares que en él se discuten.
- Lo mismo el juez que las partes deben obrar con lealtad, buena fe, moralidad y legalidad en
todo momento y particularmente en el debate probatorio Ia doctrina universal incluye entre
los principios generales del derecho procesal y los especiales de la prueba judicial, los de la
lealtad, probidad y buena fe, de la espontaneidad de la prueba y el respeto a la persona
humana), los cuales constituyen límites fundamentales a la aplicación de los principios,
también generales, de la libertad de la prueba, la obtención coactiva de la misma y el
derecho de defensa
- Consecuencia lógica de tales principios es que no puede ser lícito utilizar en la investigación
de los hechos en el proceso civil o penal, medios que los desconozcan o violen, aun cuando
no exista una expresa prohibición legal. Una libertad absoluta de medios de prueba, que no
excluya los que atenten contra esos principios, degeneraría en una especie de anarquía
jurídica y convertiria el proceso en fuente de inquinidad y en instrumento para la violación
del derecho y la moral
- pruebas lícitas son las que están incluidas entre las autorizadas en la ley (cuando rija el
sistema de la prueba legal) o las considere el juez moral y jurídicamente utilizable (si goza de
libertad para ello) y que, además, no violen alguna prohibición legal, expresa o tácita,
referente al medio mismo, al procedimiento para obtenerlo o al hecho particular
investigado. Son pruebas ilícitas las que están expresa o tácitamente prohibidas por la ley o
atentan contra la moral y las buenas costumbres del respectivo medio social o contra la
dignidad y libertad de la persona humana o violan sus derechos fundamentales que la
constitución y la ley amparan; si la ley prohíbe el medio de prueba o su empleo en un caso
particular o el procedimiento para obtenerlo, su ilicitud resultará evidente y expresa, pero,
cualquiera que sea el sistema procesal vigente, debe considerarse implícitamente
consagrada la prohibición de utilizar pruebas cuya ilicitud sea evidente.
- La ilicitud de la prueba puede resultar de varias causas:
1. Puede radicar en el medio mismo, como la inspección judicial sobre los hechos de un
estupro o una violencia carnal, que implique repetición de los mismos hechos ante el
funcionario, o la exploración del subconsciente contra la voluntad del sujeto y anulando su
personalidad por medios físicos o síquicos.
2. Puede consistir en el procedimiento empleado para obtener la prueba, por sí misma lícita,
como la confesión y el testimonio obtenidos mediante el uso del tormento físico o moral °
de drogas que destruyan el libre albedrío, los documentos obtenidos por hurto o violencia,
los documentos públicos o privados aducidos subrepticiamente al proceso o aprehendidos
por el juez por medios ilegales, el dictamen de peritos o el testimonio o la confesión
logrados mediante cohecho o violencia.
3. Puede radicar en la violación de una norma legal que prohíba utilizar cierto medio de
prueba, autorizado en general, para un caso determinado o respecto de ciertos hechos,
como el testimonio que viole el secreto profesional médico, el confesor o el abogado,
cuando la ley lo consagre para fines procesales en lo civil o en lo penal, o la inspección
judicial que viole la reserva legal de la correspondencia privada o de las declaraciones de
renta y patrimonio para efectos impositivos.
4. Puede hablarse también de ilicitud de la prueba cuando existe una expresa prohibición legal
de investigar el hecho sobre él cual versa, como la paternidad del hijo de mujer casada, en
vida del marido, a petición de terceros; pero entonces la ilicitud se refiere en realidad a la
investigación y no a las pruebas utilizadas.
5. En un sistema de prueba legal, como el que rige en Colombia para el proceso civil, será ilícito
todo medio que no pueda quedar incluido entre los legalmente autorizados; pero esto será
de muy rara ocurrencia, porque es difícil encontrar alguno que no tenga el carácter de
documento, o indicio, o testimonio, o dictamen de perito, o confesión
- Cuatro puntos interesantes:
1. Efectos procesales de la ilicitud de la prueba: la violencia y el dolo o fraude afectan de
invalidez los actos procesales, tanto del juez como de las partes. Sin embargo, para los actos
de prueba no hace falta la declaración de nulidad. Cuando la ilicitud aparezca de la prueba
misma o del procedimiento empleado para practicarla o de otras pruebas; ya practicadas, el
juez debe rechazarle todo valor en el momento de decidir el litigio o el incidente; si el hecho
que causa la ilicitud no consta en el proceso, la parte perjudicada con la prueba. puede
solicitar otras para establecerla, y esto es motivo suficiente para otorgarlas en la segunda
instancia; si el juez tiene conocimiento extraprocesal de la ilicitud del medio, puede utilizar
sus facultades inquisitivas, cuando la ley se las otorgue, o las de dictar medidas para mejor
proveer, para aclarar tales hechos. En ocasiones la violación dcl procedimiento legal para
obtener la prueba puede ser causal de nulidad del acto procesal que la realiza, como la
usurpación de competencia territorial en la inspección judicial o su práctica sin estar
formalmente decretada y por tanto con pretermisión del procedimiento; pero aun entonces
a la parte perjudicada le basta con que el juez le niegue valor en el momento de calificarla.
La parte favorecida con ella tiene interés en que se repita, pero esto lo consigue
solicitándolo por ese motivo y el juez debe decretarla sin necesidad de declarar previamente
la nulidad de la practicada, si el término probatorio no ha precluido, y en el caso contrario la
petición puede formularse con la segunda instancia. Si se declara esa nulidad, sería por
excepción inextensible n los demás actos procesales posteriores que no dependan del acto
de prueba anulado, porque no se ve razón alguna para que el procedimiento que sigue no
conserve su validez y sería suficiente ordenar que se repitiera su práctica, lo cual requiere
que el proceso no haya pasado a otra etapa que haga imposible la práctica de pruebas, por
ejemplo, porque ya se haya fallado el incidente dentro del cual tuvo lugar la prueba nula o
porque se haya dictado sentencia; por consiguiente, ninguna ventaja trae la declaración de
nulidad, que consideramos improcedente, por ser remedio suficiente la repetición de la
prueba en la misma instancia o en segunda, si lo solicita la parte interesada o el juez
oficiosamente lo decreta para mejor proveer o cuando tenga facultades inquisitivas.
En la mayoría de las veces la ilicitud de la prueba no es causal de nulidad, lo cual es más
frecuente en sistemas que, como el colombiano, limitan la nulidad a causas determinadas
(sin que esto signifique que deban estar consagradas expresamente, porque las hay
implícitas y entonces resulta más claro que el único efecto jurídico procesal de su ilicitud
consiste en la inadmisibilidad y la ineficacia o irrelevancia de la prueba; tal es el caso de la
prueba obtenida con violencia ejecutada por el funcionario judicial o policivo o por una de
las partes y la que es producto del empleo de drogas y procedimientos como el narcoanálisis
que suprimen la libertad y la conciencia del sujeto, lo mismo que la practicada a pesar de
existir prohibición legal pero sin vicios de procedimiento.
El juez debe rechazar la admisión o la ordenación de la prueba ilícita, pero si por error o por
no aparecer su ilicitud en ese momento llega a recibirla u ordenarla, tal resolución no es
obstáculo para que, en el momento de valorar su mérito, en la sentencia o en la providencia
que resuelva sobre el incidente, la considera ineficaz o inválida.
La ilicitud del empleo de la violencia física, moral o sicológica para la obtención de la prueba
es universalmente reconocida 82. La confesión obtenida por medio del tormento, utilizado
antiguamente como medio lícito, o por los modernos sistemas de tortura que emplean
algunas policías, disfrazada de interrogatorio acompañado de brutalidades o de sistemas
agotadores que terminan anulando las resistencias física y síquica de la persona hasta
llevarla a inculparse como única manera de ponerle fin a su desesperada situación, es un
ejemplo claro de prueba ilícita carente de todo valor; tales métodos deben considerarse
implícitamente prohibidos cuando la ley no lo haga expresamente.
2. El empleo de drogas para obtener confesiones: se prohíbe expresamente en muchos países
el empleo de drogas para obtener la confesión o los testimonios, destruyendo la conciencia
del sujeto y por consiguiente sin que exista voluntad ni espontaneidad con la narración
obtenida; tal es el caso del narcoanálisis, el narco sugestión, el hipnotismo, la exploración
farmacodinámica por medio de barbitúricos. Varios de esos métodos pueden acarrear serias
lesiones orgánicas o psíquicas, pero aun cuando no las produzcan su ilicitud es manifiesta,
por~ que, como el tormento, atentan contra la dignidad de la persona humana y violan los
principios de la lealtad y la probidad de la prueba. Algunos códigos penales castigan como
delito el someter a una persona a tales medios hipnóticos o a tratamientos con narcóticos y
drogas; luego con mayor razón debe considerarse ilícito su empleo por funcionarios del
Estado
3. Otros métodos científicos para la investigación de la verdad: Existen otros métodos
científicos para determinar la sinceridad y veracidad de las confesiones y declaraciones,
como los detectores de mentiras, los exámenes siquiátricos o psicotécnicos, los tests
sicológicos y otros similares, cuya licitud no presenta problemas, porque no se usa de la
fuerza ni se afecta la libertad de conciencia y por tanto no constituyen atentado contra
ningún derecho subjetivo del examinado y mucho menos contra su dignidad personal.
4. El caso del secreto profesional y la prueba judicial: Las principales aplicaciones del secreto
profesional en el terreno jurídico ban tenido lugar en las profesiones de abogado, médico y
confesor religioso (la de notario se asimila a la primera y la de dentista, cirujano y enfermero
a la segunda). Art 209 CGP. Prueba ilicita: la declaración voluntaria de éste o la entrega
voluntaria del documento que contiene el secreto, serán lícitas, pero si se obtienen
mediante coacción del funcionario y a pesar de la oposición del profesional, sed. una prueba
ilícita por violar un derecho subjetivo que la ley ampara; si se consagra como un deber o una
obligación del profesional, recalcable por el cliente, el testimonio o el documento serán
pruebas lícitas cuando el cliente haya autorizado su recepción e ilícitas en el caso contrario;
si se establece como prohibición absoluta la de ser admitida en juicio esa prueba, tendrá
siempre el carácter de ilícita.
- El caso del secreto que la ley reconoce a ciertos documentos. Similar al caso del secreto
profesional es el del secreto reconocido por la ley a ciertos documentos, como la
correspondencia epistolar, las declaraciones impositivas de renta y patrimonio o las cuentas
bancarias; la prueba será lícita cuando se practique con los requisitos legales, en los casos
expresamente autorizados, y en los demás resultará ilícita.
- SEOÚN LOS DIVERSOS MEDIOS o INSTRUMENTOS. Se trata en realidad de la clasificación de
los medios de prueba y desde este punto de vista puede hablarse de prueba documental,
testimonial, indiciaria, de inspección, de confesión, de juramento decisorio, de peritos,
algunos, también de presunciones (nosotros les negamos el carácter de medios de prueba).
- Clasificación secundaria o accesoria: Algunos autores clasifican las pruebas en libres y legales
00, según que su valoración pueda ser hecha libremente por el juez o que esté sometida a
una tarifa legal previa. En realidad, se trata de dos sistemas para su apreciación y no de dos
clases de pruebas, por lo cual se puede aceptarse como una clasificación accesoria e
impropia.
- Desde otro punto de vista, que confunde el acto jurídico con su prueba, se habla de pruebas
solemnes y libres o consensuales 91, según que se exija o no una especial formalidad para la
existencia o validez del acto jurídico; pero la solemnidad y la libertad o consensualidad se
refieren al acto o contrato y no a la prueba. En cambio, esta diferente finalidad del medio
probatorio sirve para distinguir las pruebas en formales y sustanciales, según que sirvan
únicamente para efectos procesales o que tengan una función sustancial o material.
- Puede hablarse también de pruebas libres y legales, según que exista libertad de medios o
regulación legal de los medios que pueden utilizarse en el proceso; pero se trata de una
clasificaci6n de los medios y de las pruebas propiamente dichas
- Por último, si se confunde la prueba con el sistema vigente para su aportación al proceso,
puede hablarse de pruebas inquisitivas y dispositivas, según que provengan de la actividad
oficiosa del juez o que requieran petición de parte; con todo, no se trata de dos clases de
pruebas, sino de dos sistemas para la dirección del proceso

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