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En los últimos años, el Perú ha experimentado una serie de movimientos sociales y campañas de

concientización en torno a la desigualdad económica entre ricos y pobres. Estos movimientos y campañas han
sido motivados por una serie de factores, entre los que se incluyen el aumento de la brecha entre ricos y
pobres, la percepción de injusticia social y la falta de oportunidades para las personas de bajos ingresos.

Uno de los movimientos sociales más importantes de los últimos años ha sido el movimiento "No a Keiko", que
surgió en 2011 en oposición a la candidatura presidencial de Keiko Fujimori, hija del ex presidente Alberto
Fujimori. Los miembros del movimiento argumentaron que la elección de Fujimori llevaría a un aumento de la
desigualdad y la corrupción, y exigieron una mayor redistribución de la riqueza.

Otro movimiento importante ha sido el movimiento "Ni Una Menos", que se inició en 2015 en respuesta a la
violencia contra las mujeres en el Perú. Aunque el movimiento no se centró exclusivamente en la desigualdad
económica, muchos de sus líderes y miembros argumentaron que la violencia de género estaba vinculada a la
pobreza y la falta de oportunidades para las mujeres en el país.

Además de los movimientos sociales, ha habido varias campañas de concientización sobre la desigualdad
económica en el Perú. En 2017, por ejemplo, el Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) lanzó una
campaña llamada "Conoce tus números", que tenía como objetivo informar a la población sobre la desigualdad
económica y las disparidades regionales en el país.

Otra campaña importante fue la iniciativa "Compromiso por la Equidad", lanzada en 2018 por el Ministerio de
Desarrollo e Inclusión Social. Esta campaña tuvo como objetivo sensibilizar a la población sobre la importancia
de la equidad y la inclusión social, y promover políticas y programas que reduzcan la desigualdad económica.

Políticas económicas: Las políticas económicas que se han implementado en el Perú en las últimas décadas han
incluido medidas destinadas a fomentar la inversión extranjera, la liberalización del comercio y la privatización
de empresas estatales. Estas políticas han sido en gran parte responsables del crecimiento económico del país,
pero también han contribuido a la concentración de la riqueza en manos de unos pocos.

Políticas de inclusión financiera: Las políticas de inclusión financiera se han centrado en mejorar el acceso de la
población a los servicios financieros, especialmente en las áreas rurales. Estas políticas han incluido la
expansión de las microfinanzas y el fomento de la educación financiera. Sin embargo, aunque estos esfuerzos
han mejorado el acceso a los servicios financieros para algunos, la mayoría de la población sigue sin tener
acceso a ellos.

En primer lugar, el consumo de drogas y alcohol puede afectar la salud física y mental de las personas, lo que
puede resultar en pérdida de productividad y capacidad para trabajar. Esto puede tener un impacto
desproporcionado en las personas de bajos ingresos que dependen de su trabajo diario para mantenerse a sí
mismos y a sus familias.

Además, el consumo de drogas y alcohol puede llevar a la adicción y a la dependencia, lo que puede hacer que
las personas gasten una gran cantidad de dinero en estas sustancias en lugar de gastar en necesidades básicas
como alimentos, vivienda y educación. Esto puede resultar en una mayor pobreza y desigualdad económica
para aquellos que ya están en una posición socioeconómica desfavorecida.

El consumo de drogas también puede contribuir a la delincuencia y la violencia, lo que puede afectar
desproporcionadamente a las personas de bajos ingresos que viven en áreas urbanas marginales, donde la
delincuencia y la violencia son más comunes.

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