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De Alexei Arbuzov
Adaptación de Roberto Ángeles,
Diego Salinas e Italo Maldonado.
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Personajes:
Lika
Marat
Leonidik
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Acto uno
Escena 1
Marat: ¿Quién eres tú? (Pausa) Quiero decir, ¿qué estás haciendo aquí?
Lika: Lo quemé.
Marat: ¿Todo?
Lika: Todo.
Pausa.
Marat: A ti qué te importa. Escucha, había una fotografía en esta pared, un retrato
de un oficial de la marina. ¿La has visto?
Lika: La quemé.
Marat: (Muy enojado) Espero que todos mis muebles y mi fotografía te hayan
mantenido muy caliente. Esa fotografía que has quemado era de mi
infancia. (Pausa) ¿…estás sola?
Lika: Sí. Estoy sola.
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Lika: Por supuesto que tengo miedo. No soy estúpida. (Pausa) No me da tanto
miedo cuando se escuchan disparos, porque eso significa que hay gente
con vida… Pero cuando hay un silencio total… me da mucho miedo.
(Perpleja) ¿De qué tengo miedo? De que alguien pueda meterse aquí. Este
edificio está clasificado como abandonado. El ascensor no funciona. Las
escaleras parecen muy peligrosas. Ningún extraño se arriesgaría a subirlas.
En realidad, las escaleras están en perfecto estado. Sólo se ven mal. En
este piso sólo hay otro departamento con gente. Pero ellos han dejado de
salir. Yo les traigo su ración de pan. En agradecimiento, ellos me dijeron
que yo podía tomar sus muebles cuando ellos se murieran. (Pausa).
Marat: No te recuerdo.
Lika: Nanny. Mi madre es doctora y está en el frente. Yo vivia con Nanny. Ella era
parte de la familia, había estado con nosotros durante años… El edificio fue
bombardeado cuando fui a traer nuestra ración de pan. Escuché la bomba y
corrí de regreso. Pero no había quedado nada. Sólo este edificio estaba de
pie. Eso fue el primero de marzo. Hace un mes.
Lika: En verdad, no estoy tan mal. Tengo tres paquetes de comida que me envió
mi madre en el invierno. Los soldados me las habían traído antes del
bombardeo y pude recuperarlos entre los escombros. Pero supongo ya no
habrá más paquetes porque no saben dónde vivo ahora.
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Lika: Muchas gracias.
Lika: Cuando era niña soñaba con cumplir dieciséis, y todas las cosas que podría
hacer. En el cine todas las películas que valen la pena ver dicen: “No
permitida para menores de dieciséis”. ¡Es patético!
Marat: Naturalmente.
Lika: … Pero sería una pena morirme antes de que me sea permitido.
Marat: Lo lograrás.
Lika: ¡He tenido dos cupones de comida durante un mes entero! Porque Nanny
murió a comienzos del mes.
Marat: No hay nada como que maten a tu familia a inicios del mes.
Marat: Tengo mucho sentido del humor. Pero no soy afortunado como tú. (Saca
dos tarjetas de ración de comida de su bolsillo). Yo tengo dos cupones de
comida, ¿ves? Pero vencen el treinta y uno. Mañana. Mi gente se muere en
el día equivocado. (Se voltea).
Lika: No llores.
madre?
Marat: De mi hermana.
Lika: Oh.
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Marat: ¿Ves este botón? Ella me lo cosió esta mañana. (Pausa) Me fui a vivir con
ella a la Isla Kammeny cuando los alemanes nos cercaron. Era una casa
pequeña, de madera, sólo un par de pisos. No había bombardeos. (Pausa)
Su esposo se unió al ejército y ella se quedó sola ahí. Yo le decía:
“Regresemos al departamento”. Pero ella no quería. “¿Y si mi esposo
regresa?” me contestaba. (Pausa). Si sólo me hubiera escuchado, ahora
ella estaría sentada aquí. Mi padre estaba en la marina. Recibí una carta de
él hace cinco meses… Y ahora no queda nada de él. Ni una sola foto. Me
hubiera gustado quedarme con una foto.
Él mira a Lika.
Lika: Lo siento.
Pausa
Marat: No te asustes, entraremos. Tus pies de ese lado, y los míos de éste.
Marat: Haremos una requisa por los otros departamentos. Puede que encontremos
algo.
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Lika: La gente ya ha hecho eso.
yo.
Lika: Qué suerte que haya dos almohadas. (Ella le da una a él) Pero mantén tu
distancia.
Ambos se acuestan.
Escena 2
Lika: ¡Marat!
Marat: ¡Feliz cumpleaños, Lika! ¡Dieciséis! ¡Toda la ciudad debe ahora besarte los
pies! Yo te los besaré en representación de todo Leningrado. (Le saca las
botas y las medias y le besa los pies largo tiempo).
Lika: ¿De dónde la has sacado? (Se pone sus medias y zapatos).
Marat: Hice un intercambio de algunas cosas que no necesitaba. Pero hay más.
(Le muestra un pequeño terrón de azúcar en la palma de su mano) ¡Azúcar!
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Marat: Llegó tu paquete.
Lika: ¡No, de ninguna manera! ¡Para mostrarte cuánto significa tu terrón para mí
me lo comeré ahora mismo! (Come un pedazo del terrón). ¡Mmm, qué
delicia! ¡Este Marat es un buen hombre! ¡Vamos a darle un pedazo!
Lika: Tú también estarás contento Marik. Ya verás. Por favor, no estés triste.
¡Tengo lo que tanto quería: dieciséis años! ¡Celebremos!
Marat: Hace mucho tiempo, un hombre muy, muy viejo, vivía con su muy, muy
vieja esposa, en una pequeña casa en…
Marat: No lo entenderías.
Marat: No. Tú no eres una idiota. (Serio) Yo podría decirte lo que eres. Pero no lo
haré.
Lika: ¡Por el amor de Dios! La tetera está hirviendo. ¡Abre algunas latas! (Sale y
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Marat: ¿Qué hiciste hoy en el Centro?
Lika: Inspeccionamos el Número 17, calle abajo. Pasamos por todos los
departamentos, y sacamos los cuerpos. Es raro, ya no me asustan los
cadáveres. Ya me acostumbré a ellos. ¿Eso está bien?
Marat: Probablemente.
Lika: Sería fantástico. Y ahora… ¡la leche! ¡Busca las tazas! ¡Rápido!
Lika abre la lata de leche condensada mientras Marat sale y trae las tazas. Lika
sirve agua en cada taza y mide la leche con una cuchara en cada taza.
Lika: Y galletas.
Marat: (Subiendo la voz) ¡Su atención por favor! Ahora voy a dar una perorata…
Marat: Un elogio.
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estás pasando. Pero… Sé feliz, pequeña Lika. ¿Quién eres? Yo podría
decírtelo. Pero no lo haré.
Ella se ve preocupada.
Lika: Yo amo a mi madre, así que nunca haría nada que la ofendiera.
Marat: Nunca.
Lika: No me sorprende.
Pausa.
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Marat: (Con voz de hombre viejo) No me dejes aquí solo Lydia Vasilyevna. Ten
piedad de nuestros pequeños. No te vayas.
Lika: Idiota.
Marat: Tú no sabes cuán idiota puedo llegar a ser. Podría decírtelo. Pero no lo
haré.
Lika: ¿Bailamos?
Marat: Sí.
Escena 3
21 de abril. Leonidik está echado en la cama tapado con la frazada. Tose mucho.
Marat está sentado a su lado, le calienta los pies desnudos con su aliento y sus
manos. Marat le besa los pies a Leonidik por largo rato luego se saca los zapatos
y las medias. Marat le pone sus medias a Leonidik. Lika ingresa a la habitación.
Lika: Ayudó que yo sea la hija de una doctora. Lo he curado en una semana.
Aunque tú hayas sido el enfermero.
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Marat: Yo soy una gran persona.
Leo: (Con los ojos cerrados) Yo también creo que tengo un nombre muy
gracioso.
Marat: No. (Se ríe). Bueno, yo nunca la conocí. Ella podría estar viva.
Leo: ¡Nosotros no estamos locos! Es sólo que nosotros lo hemos visto todo.
¡Todo lo que hay que ver, nosotros lo hemos visto!
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cuando ninguno de los dos tenía la fuerza suficiente para levantarse de la
cama, yo la vi a ella dándole a él parte de su ración de pan. Él no se dio
cuenta. Él sólo se lo comió. Ella se murió mirándolo. Minutos antes ella me
había dicho sus últimas palabras, ¿saben cuáles fueron? “Leonidik,
cuídalo…”. (Pausa) Él a penas se había dado cuenta de que yo existía.
Pero desde ese día todo cambió. El empezó a contarme su vida, cuán
perdido había estado, cómo ella lo había rescatado. Y algunas veces él me
cantaba las canciones que le cantaba a ella. Un día me miró a los ojos largo
rato y me dijo, “Leonidik, tú eres como ella, eres extraordinario”. Y luego,
empezó a darme su pan. Naturalmente, intenté no recibirlo, pero él insistía,
y estaba tan encantado cada vez que lograba que yo comiera. Cuando él
sonreía, su piel se partía alrededor de su boca. Yo debería haberlo
perdonado, ¿no? ¡Pero no podía! No fue hasta pocas horas antes de su
muerte, que de pronto pareció entender. Y me pidió que lo perdonara.
(Pausa) Después de que murió, lloré. Pero aún recuerdo lo que me hizo. No
podía perdonarlo. Aún no puedo.
Lika: (Suavemente) Lo que hubo entre ese hombre y tu madre fue verdadero
amor.
Marat: Tú eres definitivamente muy extraño. ¿Por qué nos estás contando esto?
Leo: No lo sé. A veces me siento muy asustado. Ahora que ustedes saben lo que
me pasó quizá me sienta mejor.
Lika: (Pensativamente) Un ser humano debe siempre sacrificar todo por los
demás.
Pausa.
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Leo: Oh, no, eso suena muy pomposo. Yo sólo quiero ser un escritor de versos.
Marat: ¡Es un puente! ¡Construir puentes, eso es lo que yo quiero hacer! Eso sería
muy interesante, ¿verdad?
Lika: Podría ser. (A Leonidik) Mi madre siempre quería que yo fuese médico. Así
que cuando era una niña decidí: ¡yo seré doctora! Pero no sólo una doctora
con mandil blanco poniéndote el termómetro en la boca. ¡No! ¡Una doctora
de investigación! La primera en descubrir… cosas.
Leo: Claro.
Marat: (Con voz tonta) Tienes que ser lo que mami te ha dicho. ¡O serás una niña
desobediente! ¡Mala, mala!
Marat: Levanten la mano derecha. (Todos la levantan). Juren ser lo que han
prometido.
Todos: Lo juro
Marat: Y que nos amaremos por siempre. Los tres. Sin límites.
Todos: Lo juro.
Marat: Hora de dormir. (Se acuesta en la cama). No hablen muy alto. Tengo
mucho que hacer en la mañana.
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Lika: (Interesada) Es cierto eso.
Escena 4
Leo: ¿Cansada?
Leo: Él regresará. ¿Escuchaste las noticias hoy? Creo que en Ucrania está
pasando algo.
Lika: Un día triste. Para ser más precisa. (Se tira en la cama). Hay aún algo que
me asusta más que cualquier cosa. Y es que nos hemos acostumbrado a
todo. El hambre, las bombas, los cadáveres congelados sobre la nieve.
Nosotros nos hemos acostumbrado a todo.
Lika: ¿A qué?
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Leo: Ayer por la noche bombardearon el Centro. Quizás él pasó la noche con
alguien.
Leo: Bueno, él está reparando la tubería central, ¿no? Él tiene amigos ahí.
¿Recuerdas que nos contó sobre esos increíbles Komsomols que conoció,
un chico que se llamaba Yura y una chica de nombre Svetlana?
Lika: ¡Ah! ¡Te apuesto que ha pasado la noche con esa amiga! Tú no conoces a
Marat, es un mentiroso. ¡Dice una mentira por segundo! Un día, él trajo a
casa un kilo de maíz. Yo le pregunté, “¿De dónde has sacado eso?” Él me
contestó, “Una niña pequeña se cayó a un hoyo en la nieve, yo la ayudé a
salir y sus padres, en agradecimiento, me dieron este saco de maíz”. ¡Más
tarde descubrí que él nunca había rescatado a ninguna niña, sino que había
cambiado su sombrero de piel por el maíz! ¡Y hay más, mucho más, te vas
a aterrorizar!
Leo: Estoy seguro de que sí. Pero otro día, ¿está bien?
Leo: ¿Qué?
bueno.
Lika: (Ríe) Eres muy gracioso. Tienes barro en la cara. ¡Eres un niño! Permíteme
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limpiarte…
Ella escupe en su pañuelo y limpia la cara de Leonidik. Marat ingresa y los ve.
Lika: (A Leonidik) ¡Qué ojos tan azules tienes! ¡Tan azules como el cielo!
Lika: ¡Marik!
Marat: A tu servicio.
Lika: ¿Qué?
Leo: Oye, no seas grosero. Ella ha estado preocupada por ti todo el día.
Marat: Entonces tengo el honor de haber estado en los pensamientos de una joven
con espíritu cívico.
Leo: ¿Tú?
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Marat: (Afectuoso) ¿De verdad?
Lika: Tú has cambiado. Tú no eras así. Te estás alejando de mí. ¿Te acuerdas
cómo era antes?
Marat: ¿Cómo podría olvidarlo? (Pausa) Eres tú la que se está alejando, no yo.
Algunas veces pienso que te has ido por completo.
Lika: No. (Amorosa) Estoy aquí Marik. ¿Qué pasa? ¿Estás llorando?
Marat: Al amanecer.
Marat: No hay necesidad. En el hospital has presenciado cosas que te han podido
romper el corazón. Pero tiene que ser así, ¿me entiendes?
Lika: Voy a cambiar esa venda. Voy por mi caja de primeros auxilios. (Sale y
regresa).
Marat: ¡No quiero que me cambies nada! Serás una practicante por un par de
meses, tomarás algunos exámenes, progresarás. Estarás haciendo algo
bueno.
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Lika: Ahora no te muevas. ¿Era fuerte? ¿El Nazi?
Marat: Si.
Lika saca la venda y mira el brazo por un largo rato. Marat ve a Leonidik. Lika
voltea y lo ve también.
Lika: Es una herida profunda. La voy a limpiar. Quédate sentado… ¿Te duele?
Marat: Mucho.
Escena 5
4 de mayo. Un día de primavera. Lika está sola lavando en dos baldes. Entra
Marat. Pausa incómoda.
Lika: Salió a dar un paseo. El doctor dijo que podía empezar a trabajar mañana.
Marat: ¡Bien por el doctor! ¡Bien por Leonidik! Y bien por nosotros. Nosotros lo
salvamos.
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Lika: Yo no necesito tus consejos, gracias. ¿Por qué has regresado tan
temprano?
Marat: Nosotros hemos parado la guerra para tomar el té. (Tímidamente) Mírame.
Lika: ¿Cómo puedes hacerte el payaso con algo así? Hay mucho sufrimiento,
niños que mueren de hambre al otro lado de la calle, cadáveres apilados en
el cementerio, y tú… (Enojada) Dime la verdad. ¿Qué era ese pequeño
rasguño en tu brazo?
Marat: Lika…
Marat: ¿Despreciarme?
Lika golpea a Marat. Grita y lo golpea cada vez más fuerte. De pronto Marat la
agarra de los brazos fuertemente y la tira al piso.
Lika toma sus baldes de ropa y sale. Marat coge una maleta de bajo la cama y
rápidamente empaca algunas cosas que están bajo la almohada. Toma un pedazo
de papel y un lápiz de dentro de la maleta y escribe rápido. Leonidik ingresa y lo
mira.
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Leo: ¿Qué estás haciendo aquí a esta hora?
Marat abraza y besa a Leonidik en los labios, toma su maleta y corre hacia la
puerta.
Marat: ¡A la guerra!
Leo: Está medio loco… Dijo que se iba a la guerra. Una mentira, por supuesto…
incondicionalmente, pero...
Lika: ¡…él siempre está mintiendo...! Inventó la historia del paracaidista. Sólo
tenía un rasguño en el brazo. Y yo te mentí por él. Me di cuenta de que no
tenía más que un rasguño y no te lo dije. ¡Me da vergüenza! Debe cambiar.
¡Habla con él! Tú eres nuestro amigo más cercano. (Llora).
Leo: ¡Ustedes dos son un par de idiotas! (Titubeante) En medio de este drama
quiero decirte… que yo… que ustedes son unos niños.
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Él le alcanza a ella la nota. Ella se limpia las lágrimas.
Lika: ¿Qué mentiras ha escrito ahora? (Lee) “Para Lika y Leonidik”. Es para los
dos. (Le da a él la nota). Léela tú.
Lika: Ahora cada bomba estará dirigida a él, de ahora en adelante. Sólo a él.
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Acto dos
Escena 6
Lika: Te ayudo.
Leo: Espera.
Leo: He soñado con este momento durante cuatro años. Todo está tan diferente.
Leo: No te preocupes. Yo puedo solo. (Se saca el abrigo con cierta dificultad).
Lika: La guerra.
Lika: Por Dios, he visto cosas peores. Diría que eres muy afortunado.
Leo: No tanto. Ocurrió una semana antes de la rendición. Una lástima. (Saca un
obsequio y se lo da) Para ti.
Lika: (Lo abre) ¡Es hermoso! No tenías que hacerlo. (Lo besa en la mejilla).
¿Quieres té?
Leo: Me encantaría.
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Leo: De cómo has vivido. Todo lo que ha pasado.
Lika: A veces pienso que no ha pasado nada. Todo lo que podría haber pasado,
ha pasado. (Pausa) Tú sabes todo esto por mis cartas. Ustedes dos se
enrolaron, mi madre murió, y yo no pude dejar Leningrado. ¿Adónde iría?
Así que estudié y luego trabajé en el hospital. El bombardeo era atroz. Pero
así he vivido.
Leo: ¿Y ahora?
Lika: La tetera está hirviendo. (Sale y regresa con un azafate con tazas de té y
mermelada).
Lika: Membrillo.
Leo: Tú y Marat. Los tres. Ese invierno del 42, nadie podría olvidarlo. ¿No?
Lika: ¿Más?
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Él la mira fijamente.
Leo: No, todavía no. Pero algunas buenas ideas han comenzado a aparecer.
Leo: Estuve con las tropas de asalto el primer año. En los dientes de la guerra.
Increíble que me haya salvado. ¡Increíble! Hice amigos también; pero yo
soy el único que sobrevivió. Siempre fui afortunado, desde el momento en
que llegué a esta habitación y tú me salvaste.
Leo: Bueno, me acabo de comer toda tu mermelada, así que debo serlo. (Se ve
así mismo sentado en la silla de ruedas, la golpea) Aunque no del todo,
creo.
Lika se ríe con cautela. Luego, ambos ríen de forma hilarante. Pausa.
Lika: No. Sólo he recibido tres telegramas de él. En mi cumpleaños del año 43,
del 44 y del 45.
Lika: No. (Se desespera un poco) ¡No! Leonidik. (Ella toma su mano) ¿Tú crees
que él esté vivo?
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Lika: No nos habrá olvidado, ¿no?
Leo: (Se ríe y la besa en la frente) Gracias, por ahora iré donde mi primo.
Leo: ¡No! ¡Tengo que aprender a hacer ciertas cosas por mí mismo! O estaré
completamente perdido. (Con dificultad logra ponerse el abrigo). Listo.
Van a la puerta.
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Escena 7
17 de abril. El final del día, pero la habitación todavía está algo iluminada con el
sol. Hay una tina en el centro. Leonidik está sentado desnudo, envuelto en toallas,
en su silla de ruedas al lado de la tina. Entra Lika.
Lika: (Se saca el saco. Besa a Leonidik) Perdóname. (Sale). ¿Compraste las
Leo: (Inclina la cabeza) Nueve en punto. Pero no estoy seguro de querer ir.
Leo: No me pongo de ninguna forma, solo que es bastante incómodo para mí.
Leo: Está bien, hablemos de otra cosa. Tengo un plan mejor. Pensé en cenar
primero, en un restaurante. Y luego tomarnos una copa o dos. ¿Qué
piensas?
Lika: Bien. Tú sabes que estás bebiendo mucho. (Regresa con una enorme jarra
de metal llena de agua caliente, la vierte en la tina que ya tiene agua).
Leo: Si estoy bebiendo para ahogar mis penas, claramente no estoy bebiendo lo
suficiente.
Lika: Por Dios. (Lo desviste totalmente y luego lo ayuda a entrar a la tina).
Lika: Empezando. Y tu salud no está bien, debes aceptarlo. Te hice una cita en el
hospital para una revisión.
Lika: Escucha, la guerra ya terminó. Es hora de ser sensato. (Lo frota con un
trapo y jabón que están en la tina, lo ejuaga con una taza).
Leo: Muy bien. Pero esta noche vamos a comer estofado.
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Leo: He vendido un artículo sobre la vida en mi bloque de apartamentos.
Leo: Uno no gana dinero con la poesía. Pero da igual, vamos a beber.
Tomaremos un poco de ese vino Modavián. Tú bebiste una botella entera
en tu cumpleaños.
Lika: Sí. Y lloré en el restaurante. ¡Qué tal escena! (Le lava la cabeza).
Lika: No, han pasado tres días. No estamos en tiempos de guerra, el correo está
funcionando perfectamente. ¡Tres días! ¡No habrá un telegrama! ¡Yo solo
quisiera saber por qué! Él nos habrá olvidado. O estará muerto.
Leonidik no contesta.
Lika: Bien. ¿Por qué deberías creer que regresará? Tú no quieres tener cerca a
Marat.
Lika: Perdóname tú, no debí hacer eso. Por favor, no pienses que no soy feliz.
Estoy estudiando para la mejor profesión del mundo, ¡voy a ser una
doctora! Y tú estás aquí, vivo. Estaremos siempre juntos.
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Lika le da la nota.
Lika regresa.
Leo: Cálmate. Ayúdame a salir. (Lika saca a Leonidik de la tina, lo seca y le pone
la toalla a la cintura. Lo sienta en su silla de ruedas).
Lika: Dejé la puerta abierta. ¿Crees que esté todo bien?
Lika va la puerta justo cuando Marat ingresa. Él viste un uniforme de Capitán del
ejército. Apenas ha cambiado. Sigue siendo un niño. Se quedan mirando en
silencio.
Marat: ¡Hola!
Marat: Inteligencia.
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Lika: ¡Marat! ¿Te has olvidado de mí?
Marat: Por muchas razones. Pero lo importante es que regresé. Nada más importa.
(A Leonidik) ¿No es así? Ahora manténganse juntos durante un minuto. (Él
los mira a los dos juntos) Ustedes no se han casado, ¿verdad?
Marat: Sí, ¿pero eso no hubiera echado a perder por completo mi entrada?
Marat: ¿No habrás pensado que he venido con las manos vacías? ¿No?
Marat: Lika, tú no sólo estás hermosa, estás bellísima. Hieres mis ojos. Es como
estar mirando al sol. (Marat sirve tres vasos de coñac).
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Marat: Bebamos en silencio.
Los tres beben. Marat, de inmediato vuelve a servir a los tres, y ellos levantan sus
vasos y se los toman de nuevo. Marat empieza a servir de nuevo.
Escena 8
1 de mayo. Otro día de primavera. Las ventanas están abiertas. Música lejana que
proviene de la calle. Marat se pasea inquieto. Lika se sienta y escucha.
Marat: Volé en un Douglas desde Berlín. La visibilidad era perfecta, y todo lo que
podía ver era destrucción. A través de todo Rusia, la matanza total.
Desolación. (Furioso). En el otoño me matricularé en el Instituto
Tecnológico. Y luego, me dedicaré a construir puentes. Esa será mi
cruzada: construir puentes. Cosas que unan. (Pausa) En cualquier
momento tendré veintiuno. Yo pensaba antes que era un viejo. Sin
embargo, ahora no. ¡Dios, recuerda nuestra promesa del 42! (Pausa). Hasta
hace dos semanas, cuando entré aquí, no me había dado cuenta cuán
difícil había sido todo esto. La Unión Soviética tomó Berlín hace un año,
pero recién ahora, en Leningrado, me doy cuenta que la guerra ha
terminado.
Lika: ¿Miedo?
Lika: ¿Nadie?
Marat: A la vida. A ti. (Se ríe). Algunas veces no me convenzo de que estoy vivo.
Y que tú eres realmente tú.
Marat: Por aquí y por allá. No vale la pena recordarlo. Ese collar que tienes es
precioso.
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Lika: Tú me lo diste.
Lika: Quizá.
Lika: Yo también.
Marat: No, esa fue mi mala suerte. ¿Te ha dicho que está enamorado de ti?
Lika: No.
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Lika: Dímelo primero, y luego veremos.
Lika: ¿Perdón?
Lika: Marik, he querido decir esto muchas veces, esta es tu casa, por derecho, y
si tú…
Leonidik ingresa.
Leo: (Entra cantando con mucho ímpetu una canción rusa festiva) Y ahora la
distribución de regalos por el Primero de Mayo. Flores para la dama, y un
yo-yo para el héroe del Ejército Rojo. (Les da sus regalos). (A Marat) Más
tarde, sortearemos el regalo principal.
Lika: ¡De ninguna manera! Los especialistas le han diagnosticado una docena de
males por separado, y su corazón no está funcionando bien.
Lika: Cretino.
Lika: No.
Lika: No.
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Leo: El encuentro de dos compañeros de armas.
Leo: (Suplicando) ¡Es la última vez! ¡No volveré a beber nunca más!
Marat: Hemos ingresado a una nueva era. Lo que significa que el pasado no
volverá.
Marat: Sigue.
Marat: Tú nunca fuiste muy inteligente, Leo. ¿De dónde sacaste esas ideas?
Leo: Toma nota Lika. Marat no quiere que piense. ¡Él es un dictador!
Leo: ¿Te estás poniendo del lado del dictador? Perfecto. No importa porque yo
te amo. Te amo como eres, Lika. ¿Escuchaste? Acabo de decirte que te
amo. (Grita) ¿Escuchó todo el mundo? ¡Yo he hecho una declaración!
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Leo: ¡Atención, atención! ¡Es el turno del orador Marat, héroe de La Unión
Soviética, el tema: el amor! Lo dejo, caballero.
Marat: (Va hacia Leonidik) Hablas pura mierda. Por si no lo sabes, un hombre de
verdad puede ser un hombre sin amor.
lecciones.
Leo: Ah, sí. Todas las chicas aman al Héroe de la Unión Soviética.
Leonidik se lanza bruscamente sobre Marat a golpearlo. Este cae con fuerza.
Marat se esfuerza para ponerse de pie. Lika lo ayuda. Marat sale de la habitación.
Marat regresa.
Leo: No es nada.
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Lika: ¿Qué significa que un verdadero hombre puede ser un hombre sin amor?
Escena 9
Leo: ¿Y qué?
Marat: Que es un lugar hermoso. Y estoy harto de ti. ¿Cómo te sientes conmigo?
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Leo: (Se ríe) ¿Sería un hombre de verdad si me voy?
Leo: ¿No te has dado cuenta, ciudadano Marat, que el que no tiene nada… tiene
miedo? ¿Miedo a perder esa pequeña cosa que aún le queda…?
Lika: ¿Por qué están sentados en la oscuridad? Creí que ustedes dos se habrían
ido a algún lado. Son muy persistentes.
Marat: Leonidik es el único persistente.
Lika: Sí, bueno, pero igual estás acá, ¿no? Leonidik y yo vamos a tomar el té. Yo
le he comprado un poco de mermelada de membrillo.
Marat: Muy bien, yo también me quedaré a tomar el té. (Pausa). Leonidik, ¿aún
escribes poemas?
Marat: Sabes que ningún lector es cobarde. ¿Quizás a ellos les gustaría tomar
algunos riesgos con el poeta? ¡De repente este viaje hacia lo desconocido
sería mejor no hacerlo solo!
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Lika: ¿Podrían dejar de discutir? Marat, tú atacas a Leonodik por nada. Dejen de
pelear por un momento, me molestan.
Lika: No sigas.
Lika: ¿Tú?
Marat: Sí. Ustedes dos van a llorar mucho cuando me haya ido.
Leo: Yo no me voy a ningún lado. ¡No! ¡Yo sólo me voy si tú me pides que me
vaya!
Marat: Bien, ya es suficiente. Estoy harto de todo esto. Alguien se tiene que ir. Él o
yo.
Lika: ¿Ahora vas a ser un hombre de verdad, te irás a vivir solo porque eres todo
un hombre que no necesita del amor?
Marat sigue en silencio.
Leo: Lika…
Lika besa a Leonidik en los labios. Marat se pone pálido. Se desmaya. Cae al
suelo. Lika lo ayuda a despertarse y a parase.
Marat: (De pie, no del todo recuperado. Con ansiedad) Está decidido. Yo les traeré
un Brandy para celebrar, si alguna vez regreso.
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Acto tres
Escena 10
11 de diciembre de 1956. Diez años después. La misma habitación con una mesa
en medio y dos sillas. La nieve cae. 3:00 p.m. Tarde. Suena un suave golpe en la
puerta. Se repite. La puerta se abre lentamente, es Marat. Mira alrededor, va a la
ventana. Lika entra y ve a Marat.
Marat: No.
Marat: ¡Quédate quieta! ¡No te muevas! (Pausa). Una vez, un hombre muy, muy
viejo, vivió con su mujer muy, muy vieja, en una pequeña casa…
Marat: No lo haré.
Pausa.
Marat: Para mirar por esta ventana. Mi ventana. Y luego irme otra vez.
Marat: Lo sé.
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Lika: ¿A qué hora sale tu tren? ¡Apúrate y vete!
Marat: No solo he venido a verte a ti, he venido a verlos a los dos. (Suavemente)
Ustedes son todo lo que tengo.
Marat: No, no. ¿De dónde salió este piano? Llevas casada diez años. Yo he
estado casado también.
Marat: Sí.
Lika: Leonidik te maldice por haberte ido. No nos has escrito ni una vez en diez
años. Él dice que nos has olvidado.
Marat: No me casé. (Se ríe) ¿Lo ves? Aún tengo el hábito de la mentira. (Pausa)
Entonces, ¿cómo van las cosas?
Lika: Bien.
Lika: No salió. Pero todo está bien. He sido promovida. Supervisora Adjunta.
Marat: ¿Adjunta?
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Marat: ¿Cómo está él?
Lika: Todo está saliendo de maravilla. Está por salir su tercer libro de poemas.
No lo persigue la prensa, ni la muchedumbre. Y estamos por obtener un
nuevo departamento. Nos mudaremos en la primavera.
Marat: ¿Podrías hacer eso? ¿Después de todo lo que vivimos aquí? (Ella está en
silencio) Así que Leonidik tiene todo bajo control. (Con cautela) Parece que
los poetas salen bastante en la prensa en estos días. Y los chicos compran
poesía. Pero nunca he escuchado algo sobre él.
Marat: Compré su último libro, el delgado. Vi que era una edición limitada. Pero
hay pilas de su libro en las tiendas. (Pausa) Otros escritores tienen una
primera edición de cien mil, y aun así no puedes conseguir una copia.
Marat: Y sus libros, puestos en los estantes, llenándose de polvo. ¿Qué clase de
éxito es ese?
regla.
Marat: Se nota.
Leo: ¡Marat!
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Escena 11
Leo: No vale la pena discutir sobre eso. Uno no puede mirarse a sí mismo –
¿quién uno es? ¿qué es, si has logrado algo o si no? (Se sirve vino) Sólo la
muerte provee las respuestas. ¡Solo la muerte!
Leo: Esta mujer me molesta. ¡Me ha estado molestando durante diez años! (Se
ríe) Eso es lo que consigues con un ángel de la guarda. Sin embargo, aquí
estamos, tú apareciste hace una hora, y es como si nunca te hubieras ido.
¿Por qué estás tan callado?
Leo: ¿Y?
Marat: Quizás los otros que sentían igual que yo no regresaron de la guerra…
(Pone su cabeza en sus manos).
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Marat: (Estudia a los otros con cuidado) ¿Cómo vivimos? Pienso en esto todo el
tiempo. Tengo treinta y uno, igual que tú… Lika tiene treinta… ¿Y qué
hemos hecho?
Marat: ¡He bebido lo necesario! ¡No soy un alcohólico! ¡No tienes que cuidarme!
Marat: Seis.
Marat: Es suficiente.
Marat: Quiero que me ayuden. (Una risa amarga) ¿No se dan cuenta de que están
peor que yo?
Leo: Perdimos todo en el cerco. Pero nos conocimos los tres. (Con amargura)
¡Tú no tenías derecho a dejarnos!
Leo: Podrían serlo para un hombre común. Pero tú eres el gran Marat.
Marat: Me divierte ser halagado. Pero vamos a hablar seriamente. (A Leonidik) Ella
está asustada.
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Marat: No has respondido, ¿lo estás?
Lika: (Enojada) Escucha Marat, ¡tú no tienes ningún derecho de usar ese tono de
voz!
Marat: Diez años atrás los dejé juntos en esta habitación. La habitación donde
pasé mi niñez. ¡Usaré el tono de voz que quiera! ¿Entendido? ¿Estás feliz?
Larga pausa.
Marat: Tal vez no valió la pena venir…, después de todo… (Se va a la puerta y
voltea) ¡Quería contarles sobre los puentes que he construido! ¡Puentes!
¡La mejor ingeniería del mundo! ¡He hecho seis puentes! ¡Seis capítulos de
mi vida! Pero… yo tenía un amigo. Un ingeniero de diseño. Nosotros
construimos tres puentes juntos. Él es un profesional excelente. Un día le
encargaron un nuevo puente para diseñar. ¡Un puente sin precedentes,
requería una estructura fantástica! Mucha gente dijo que eso no se podría
realizar…Y él hizo que me dieran el puesto de director de la obra. ¡Podría
haber sido el trabajo de mi vida! Pero no lo fue. Abandoné a mi amigo. ¿No
es impensable? Lo dejé solo. Me convencí a mí mismo de que yo no estaba
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preparado, que no podía hacerlo, que no tenía la experiencia… Quizá era
verdad. Hice que me transfirieran rápidamente a otro lugar. Él me escribió:
“Hola Marik, tú eres de los que apagan el volcán…” Así fue como me llamó.
(Pausa) Ahora todos dicen que él trata muy mal a su gente, que es un
testarudo… que el proyecto no debió hacerse jamás. Pero el punto crucial
es que él ahora me desprecia, me odia. Y yo no puedo vivir con eso. Y no
creo que él pueda tampoco.
Marat: ¿Y la vida tiene lógica? Bueno, ¡escribe un maldito poema con eso y
publícalo! ¿Acaso algo en tu vida ha sido lógico?
Marat: ¿Quién dice que no lo somos? ¿Se supone que debemos estar agradecidos
por estar vivos? ¿Eso es? ¿Pensar cuánta gente murió para que podamos
vivir tranquilos? ¡Recuerda el cerco durante ese terrible invierno del 42, qué
sufrimiento, treinta grados bajo cero! ¡Los trineos de los niños llenos de
cadáveres apilados! ¡Cientos de cientos de cientos perecieron, así que
tendríamos que estar felices y triunfantes! ¿Y qué somos? ¿Qué somos
ahora? Recuerda lo que eras, Lika. Intenta recordar tu promesa. ¿Dónde
está tu promesa? Te has quedado muy tranquila.
Marat: Algunas veces es bueno tener miedo. Lo que estoy tratando de decirme a
mí mismo, es que al borde de la muerte no es demasiado tarde para
empezar de nuevo.
Lika quiere objetarlo, pero no encuentra las palabras. Solo sonríe, asustada y
perdida.
Marat: Voy a tratar de ser sensato. Quiero decir… puedo decírtelo, Lika, yo puedo
decirte cuánto te… maldición, ¡te lo diré! Escucha: cuando te perdí, lo perdí
todo. (Se acerca a ella) Los pájaros no cantaban más en las mañanas, las
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estrellas no brillaban más en la noche. El cielo estaba vacío. ¿Entiendes?
¡Ni una sola estrella! Sólo silencio y oscuridad. Nada. (Pausa) Bien, y aquí
estamos. (A Leonidik) Tú querías tu lógica. Necio. (A Lika) Me pregunto
cómo va a terminar esto.
Lika: (Firme) Al igual que antes, sólo que mejor. Mi esposo será feliz. Te lo
prometo.
Lika le da un largo beso a Leonidik. Luego se pone detrás de él con sus manos
sobre sus hombros mientras mira fijamente a Marat conteniendo sus lágrimas
Marat: Está claro, Ahora todo está claro. Muy lógico. Pero sin verdad. ¡Adiós!
(Sale).
Escena 12
31 de diciembre. Lika y Leonidik están jugando cartas. Lika echa un triunfo final.
Hay tres copas y una botella de vino.
Leo: En Marat.
Lika: Sí. Él estará solo. A cinco mil kilómetros de acá. ¡Han pasado tres semanas
ya!
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Leo: Él es extraordinario.
Lika: No.
Lika: ¿Quién?
Leo: (Con una mueca) Un nuevo año. Está cada vez más cerca.
Lika: ¿No te vas a aburrir de recibir el año nuevo solo conmigo como compañía?
Un golpe a la puerta.
Lika: … ¿tú?
Leo: Temía que no vinieras… (Lo golpea en la espalda) Pero tú nunca fallas.
¡Marat es el amigo del pueblo!
Leo: Poder mental. Pero tenía miedo de que el avión llegara tarde. Ahora puedo
descansar.
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Lika: ¿Cómo estás?
Leo: Lika, tengo una sorpresa para ti. Está con los vecinos. Ha llegado la hora,
iré a buscarla.
Marat: Fue difícil llegar hasta aquí desde el aeropuerto. Noche de año nuevo. No
hay taxis. (Él presiona su mano contra su mejilla).
Marat: No, no realmente. Pero ayer recibí este telegrama. (Él se lo da)
Lika: (Lee) “¡Toma el primer avión, Lika te necesita! Llega el treinta y uno, no
después. Leonidik”. Yo no sabía nada de esto.
Lika: Tú te fuiste, y yo pensé que todo estaba bien entre Leonidik y yo. Di mi
palabra, ¿no? Y ahora, tres semanas después, estamos aquí… y las cosas
han cambiado…
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Leo: (Con el dedo en los labios) Sssshh… Ahora voy a proponer un brindis.
(Levanta su copa) ¡Por mi salud! O lo que queda de ella. (Bebe).
Leo: Hemos estado juntos durante diez años y te amo ahora tanto como te amé
la primera vez que te vi. Pero no he logrado cumplir tus sueños. Tú pusiste
mucho en mí y te has descuidado a ti misma. Todo por nada.
Marat: No lo haré.
Leo: Mi tren sale a diez para la una. Tendré un largo año sabático. (Pausa) Yo
soy un individualista. Ustedes me han dicho lo mismo. Y necesito estar solo.
(A Marat) No tienes nada que temer. Tú eres fuerte. Y ustedes no pueden
vivir el uno sin el otro, eso es transparentemente obvio. ¿Estoy en lo cierto?
No mientan.
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Leo: (Alzando su copa, suavemente) Nosotros no debemos traicionar el invierno
del 42.
Beben.
Leo: Bien, me voy. Mi maleta está en la puerta. Nos veremos otra vez, ¿verdad?
Marat: ¿Estás tratando de decirme que yo soy más cobarde que tú?
Leo: Con toda seguridad. (A Lika) Quizá él te ama más que yo. (Besa su mano)
¿Quién sabe? (Se detiene a la puerta) Pero siempre habrá un poco de mí
en esta habitación. (Se sirve otra copa de vino, bebe). Y esta es mi última
copa de vino. ¡Si puedo dejarlos a ustedes, puedo dejar el trago también!
(Él los mira a los dos) Hasta que nos encontremos de nuevo. (Sale).
Marat se sirve otro trago con las manos temblorosas. Su voz es inestable.
Lika: Marat…
Marat: ¿Sí?
Marat: No. Para él, hoy empieza todo de nuevo. ¡Tú debes creer en él, Lika!
Aceptarlo. (Pausa, nervioso) ¿Cómo será lo nuestro viviendo juntos?
Lika: Todo va a estar bien. No tengas miedo de ser feliz. No temas, mi pobre
héroe de la Unión Soviética. (Oscuro).
Apagón.
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