El observaba a su amada dirigiéndose hacia el después de ir al
baño, esta hacía un baile extraño de celebración mientras se
acercaba a él, el se peinaba una y otra vez con su mano nervioso puesto que el anillo esperaba y pedía a gritos salir del bolsillo de sus jeans para estar donde le pertenecía, en el dedo anular de la mano izquierda de su amada aquella mujer de la que solo basto una pequeña sonrisa para saber que solo la quería para el y estar junto a ella en lo que le restaba de vida. Mientras la mesera limpiaba la barra viendo como su querido amigo y en secreto el amor de su vida, estaba debatiéndose sobre si hacer la pregunta o no, aunque la respuesta era mas que clara, aquella chica era el amor de la vida de el y era muy obvio, en cuanto la vio entrar junto a el supo que ella ya había perdido, el jamás se atrevería a dejarla de ver como una amiga, no ahora que ella estaba presente y sabía que aunque ella se fuera de la vida de él, el jamás tendría ojos para alguien más, y así fue. Mientras el se arrodillaba, la mesera hizo exactamente lo que él le pidió colocar la canción de ellos dos “ma belle evangeline” sabía perfectamente que solo era una estúpida canción de Disney, pero era lo mas similar que el encontró para demostrarle en el modo que la amaba, puesto que, aunque la muerte los llegara a separar el la seguiría amando tanto como el primer día. ¿t-te qui-quieres casar conmigo? – dijo su amigo llamado Marcos un muchacho alto medía alrededor de 1.87, cabello castaño siempre bien peinado, ojos negros en los que te perdías, así como que te podías reflejar en los mismos de lo negros que eran, su contextura era delgada y su piel de tez morena. La amada de su amigo se había arrodillado junto a el recibiendo el anillo con una sonrisa para luego abrazarle. Habla bien, idiota – dijo entre risas nerviosas y unas cuantas lagrimas bien disimuladas. Su nombre era Anne, una chica de estatura promedio alrededor de 1.65, su pelo era castaño oscuro y llegaba un poco mas arriba de la mitad de su espalda, su contextura era mediana, ni gorda ni delgada, mejillas regordetas y tenía unos ojos marrones que te daban la mirada mas dulce y llena de consuelo que pudieras encontrar, la misma mesera fue testigo de esto. Aun recuerda el día como la que al inicio considero su rival, la abrazo y quito sus lagrimas en el baño para chicas, ahí supo porque el la amaba tanto y ahora ella tampoco se permitía a si misma odiarla. “no sé qué te sucede, pero todo saldrá bien Leah y puedo ayudarte en lo que necesites” Leah no solo vio como el amor de su vida entro con otra mujer si no que esa mismísima semana había tenido un aborto espontaneo, perdió su hijo y al amor de su vida en el mismo momento. Leah, la mesera sacudió la cabeza alejando por completo el recuerdo y se dedico a observar la felicidad inmensa de la pareja, se sentía feliz dolida pero feliz. Leah se dedico a aplaudir igual que el resto de gente en el bar tanto meseros como clientes, los meseros vitoreaban orgullosos de su amigo que en algún punto fue compañero de trabajo. La pareja se fue feliz, mientras Leah se quedó sirviendo con una presión en el pecho y lagrimas gritando por salir. A la semana siguiente marcos regreso feliz con tarjetas de invitación para la boda que sería en... ¡¿1 MES?!
Son cordialmente invitados a uno de los días
mas importantes de nuestras vidas, nuestra boda, un nuevo capítulo, un nuevo inicio, una nueva aventura.
Anne Martínez y marcos welker
15 de septiembre Hotel royal 7:00 pm Leah le sonrío a su amigo confirmando automáticamente su asistencia a aquel día a los minutos entro Anne pidiéndole que le siga para decirle algo Quisiera pedirte…- empezó Anne tímida de sus palabras. ¿sí? – dijo Leah alentándola a seguir. ¿serías mi dama de honor? – soltó Anne de repente. ¡por supuesto! -dijo Leah para después abrazarla con una sonrisa y un gran dolor en el pecho que la desgarraba. Salieron juntas sonrientes del baño mientras Marcos las esperaba ¿y bien? – dijo para que le confirmaran lo que era obvio Si imbécil, si seré la dama de honor de Anne -dijo Leah para regresar “tranquila” a su puesto de trabajo. ¿y esa agresividad? -dijo marcos con un ligero tono de ofensa. Me quitaste la mujer de mis sueños ¿Qué esperabas? – contesto Leah con sarcasmo tratando de no romper en llanto ahí mismo. Andrés llego a su rescate, él era el único al tanto de la situación, le dijo que si podía sacar unas cosas como excusa y ella poder ir a llorar, fue a la puerta trasera del bar y se rompió en llanto, a los pocos minutos Andrés llego dándole un abrazo cálido pero carente de un verdadero consuelo, ella sabía que Andrés tenía un interés en ella y de echo el bebe que perdió era de él, una pequeña aventura que tuvieron aunque igualmente él siempre supo que ella no lo amaría tanto como marcos así que al igual que ella, se resignó y acepto la realidad, la persona que ellos amaban no les amarían de vuelta, al menos no de la manera que a ellos les gustaría. Después de quedarse seca de lagrimas se obligo a pararse, lavar su rostro y atender a todos con una sonrisa. ¡ESTO NO FUE LO QUE TE PEDI! -grito un señor regordete para tirarle la hamburguesa que acababa de entregar a sus pies - ¿eres estúpida? Quiero una de estas gratis ahora por culpa de sus tonterías. Claro, disculpe el mal entendido señor – dijo en voz bajita y cabeza baja. Señor, si me disculpa debo informarle que ella no está en ningún deber de darle una hamburguesa gratis, estuve aquí todo el rato y escuché claramente como pedía la que le acaban de entregar – dijo un cliente en la mesa de al lado, ella le agradeció con una sonrisa. Andrés llego a la defensa de Leah mientras ella se retiraba para limpiar el desastre, al final el señor regordete parecido al papá de Matilda, se fue gritando sobre el mal servicio, no era la primera vez que llegaban clientes así y la verdad a estas alturas ignoraba sus gritos