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Libro 1 - Matrimonio por conveniencia - Kira Kaulitz

PROLOGO

Era el día de su boda y debería ser el mejor día de su vida,


pero no era así, Madison se sentía fatal, no quería casarse
con aquel hombre que tenía demasiadas mujeres en su lista,
un hombre de poder y arrogancia. Lo había buscado por
internet y lo que encontró en vez de ayudarla la hundió más
en su inseguridad, vio fotos de él con diferentes mujeres
nunca con la misma mujer.
Mujeres hermosas, que desprendía glamur y belleza por los
poros, al contrario de ella que no tenía nada de aquello más
bien era lo contrario donde ellas eran delgada Madison era
llenita, donde ellas eran rubias, Madison era pelirroja, el
cuerpo de aquellas Mujeres eran proporcionado al contrario
de Madison tenía demasiado busto y demasiada parte
trasera, lo único en común con aquellas modelos con las que
se acostaba su futuro marido es que era alta su descendencia
italiana la ayudaba a no ser bajita como su madre inglesa.12
- llegamos -habló su padre con voz fría.
Madison respiro profundamente para contener las lágrimas,
tenía que portarse como una mujer adulta, a sus veintitrés
años era una licenciada en diseños de interiores su tío
Luciano le ofreció trabajar en su empresa y se moría por
trabajar sólo esperaba que su esposo no fuera un Machista y
quisiera tenerla encerrada en la casa, dudaba que Leandros
se sintiera atraído por su cuerpo voluminoso.
Salió de la limusina y se quedó parada a unos diez metros de
distancia de la puerta de la iglesia central de Santorini, su
padre la agarró por el brazo y la hizo caminar, dio la orden a
sus pies a caminar no quería hacer enojar a su padre que
tenía un carácter explosivo y salvaje, y la golpeara.1
Ya no sufriría su maltrato, sólo rezaba porque su marido no
fuera como su padre. Se detuvieron unos metros antes de
llegar a la puerta, Madison parpadeo para evitar que las
lágrimas salieran de sus ojos verdes y miro a su padre.
- no me avergüences llorando, este matrimonio unirá a las
dos familias -aseveró su padre- no avergüences a tu marido
Madison, complácelo no quiero quejas por que si las hay
atente a las consecuencias4
Madison sólo asintió no podía hablar porque si lo hacía se
escucharía temblorosa por el llanto contenido, apretó las
manos en puños no podía refutar a su padre sin que este no
le diera un golpe. Intentó calmar todas las emociones que
en esos momentos la consumían, pero lo hizo y se prepara
para entrar a la iglesia.
Una vez adentro la marcha nupcial sonó, su padre la guio
hasta el altar, mientras caminaba podía sentir las miradas
de la gente, criticándola por no ser como una muñeca de
aparador, los susurros no se hicieron esperar eso la puso más
nerviosa pero no despegó la vista del sacerdote que los iba a
casar, no quería ver a su futuro marido. Su padre le apretó
el brazo con fuerza y le susurro.
-Sonríe Madison
Y lo hizo. Les dio una sonrisa falsa a todos los presentes para
que supieran que era la mujer más feliz en vez de la más
desdichada, escuchó que hablan de Leandros
compadeciéndose de él por tener una esposa fea y gorda, que
no se sorprendería si él buscaba una amante eso la hizo
sentir fatal, la sonrisa se le borró del rostro y el labio le
temblaba estaba a punto de llorar cuando sintió que su padre
se alejaba y una mano de piel bronceada y hermosa sujetaba
su brazo y la ayudaba a subir los dos escalones.2
Dejó que sus ojos buscaran el rostro de su futuro marido, era
hermoso, sus rasgos duros y viriles, unos ojos como el oro la
observaban se sintió incómoda pero no lo aparento. Él no le
dedicó una sonrisa sólo una expresión fría y cortante, el
pecho se le contrajo de dolor, ella no tenía la culpa de que
estuvieran casándose si por ella fuera él podría seguir con su
maldita vida de mujeriego.
El sacerdote empezó a hablar y a decir sobre el matrimonio
y el amor, Madison se concentró en no llorar, escucho decir
a su futuro marido el "Aceptó", se quedó viendo al sacerdote
hasta que llegó su turno de decir por unos segundos no
contestó, volteo a ver a las personas reunidas y la mirada de
su padre era de enojo se giró al sacerdote y contestó.
- aceptó -dijo en voz baja.
- los declaro marido y mujer -medio gritó el sacerdote-
puedes besar a la novia -le dijo a mi ahora esposo.
Se volteo para quedar frente a su esposo este se inclinó un
poco, Madison se puso nerviosa no se acordaba del besó, pero
cerró los ojos por nerviosismos, sintió los cálidos labios de
su esposo posarse en los suyos en un casto beso.
Después bajaron para ir a la salida, pétalos de flores
empezaron hacer tiradas por el camino, la gente salió de tras
de ellos, Madison podía sentir el brazo fuerte y musculoso de
su marido en su cintura, salieron y no se despidieron de
nadie, aquello la hizo sentir más fatal de lo que ya estaba.
Subieron a la limusina.1
Ella se pegó a la puerta contraria quería mantener la
distancia con su esposo, este ni se inmuta por el alejamiento
de su esposa, madison quería llorar y abrazarse a sí misma.
Llegaron a la mansión de su esposo, el chofer les abrió la
puerta, Leandros salió y después ella, observó la casa y todo
en ella era frío y carente de calidez familiar igual a las de
sus padres. Caminaron juntos sin hablarse.
Un hombre de mediana edad abrió la puerta y se inclinó en
modo de saludo.
- Señor y Señora Petronides -habló con voz profesional el
hombre.
- Xandros -saludo fríamente su marido.
Ella le dio una ligera sonrisa al hombre y siguió a su esposo,
este se giró a verla.
- Diantha te mostrará tu habitación y si necesitas algo
comunicáselo a ella -terminó de decir y vio cómo se iba hacia
una puerta doble, las abrió y cerró.1
Madison se quedó ahí parada observando la puerta de roble
oscuro, donde su marido acababa de encerrarse. ¿Esta sería
su vida? Pensó ella, una mujer de edad se acercó a ella y se
presentó como Diantha la ama de llaves, le enseñó su cuarto
y por lo visto no dormiría junto a su esposo, mejor no quería
cercanía con él, desecho el ofrecimiento de la mujer de
comer algo se tiró a la cama y lloró por todo, por el poco
amor de sus padres, por su matrimonio, por su vida de ahora
en adelante, por la frialdad de su esposo y por ser débil y no
oponerse a la voluntad de sus padres.

Capítulo 1

Tres meses de estar casada con un hombre que nunca estaba


en casa, Leandros había dejado claro que no le interesaba en
ningún sentido. Ella vivía en la mansión de su esposo
mientras él residía en Nueva york en su departamento de
soltero.10
Madison había dejado claro que quería trabajar al día
siguiente, y su esposo había echado chispas por los ojos
alegando que su esposa no necesitaba trabajar, todavía
podía recordar la última vez que lo vio antes de irse y dejarla
sola.
~~~~~~~••••••~~~~~~~~~
Madison bajo de su cuarto con un vestido conservador azul
que le llegaba hasta las rodillas, un moño apretado, estaba
decidida a hablar con su esposo sobre el querer trabajar.
Bajo las escaleras, y fue hasta el despacho de su esposo, tocó
tres veces hasta que tuvo una respuesta seca.
- adelante -se escuchó́ la voz gruesa.
Abrió la puerta y entró con un poco de nerviosismo, cerró las
puertas con cuidado y volteo a ver a su guapo esposo.
- ¿podemos hablar? -dijo mirándolo.
El alzó una cena y le indicó que tomara asiento en la silla
frente de él, llegó y se sentó́ recatadamente, respiro
profundamente antes de decir lo que tenía que decir, pero su
boca no estaba en sintonía con su cerebro.
- voy a trabajar -soltó́ de repente.

Leandros la miro serio sin pizca de humor, maldiciéndose


mentalmente, no se retractó́, lo miró con expresión neutra
esperando su respuesta. Aprendió́ a ocultar sus emociones
por su padre él consideraba que eran debilidad y si ella lo
mostraba era castigada por ello.
- mi esposa no tiene necesidad de trabajar -fue la respuesta
de él.
- pero yo si quiero -contratado ella sin pensarlo.1
- pero yo digo que no y esa es mi decisión -la miro enojado.
- ¿por qué? ‐preguntó ella.
- estás aquí́ como pago por las deudas de tu familia, no
necesitó que mi esposa.... -dijo agriamente la última
palabra- sea vista trabajando en no sé qué...2
Ella se enojó, no iba a permitir que la encerrara como un
criminal en aquella casa, lo miro con enojo y él alzó una ceja
en símbolo de interrogación.
- voy a trabajar con o sin tu permiso -declaró ella
levantándose.
- no me retes Madison -se levantó́ enojado y la miró
severamente como lo hacía su padre, ella dio un paso a atrás
por instinto.
- pero yo quiero... -lo miro con suplica cosa que no sirvió́.
- no y esa es mi respuesta, si lo haces atente a las
consecuencias con tu familia -graznó el- si quieres
entretenerte puedes remodelar la casa, a fin de cuentas,
vivirás aquí́.
Fue un golpe bajo, si lo contradecía él sería capaz de hacerle
algo a la empresa de su padre y ella tendría a su papá encima
diciéndole lo inepta que era y la golpearía, no quería, Rafaele
era un hambre de carácter y no le importaría golpearla aun
estando casada.7
Bajo la mirada y salió́ del estudio de su esposo con lágrimas
en los ojos, le marcó a su tío que no trabajaría, él le preguntó
por qué́ sólo le había dicho que quería disfrutar de su recién
esposo y matrimonio, una vil mentira.
~~~~~~~••••••••~~~~~~~~
Tomó un sorbo de su taza de café́ griego, dejó que la brisa
cálida del mar egeo bañara su rostro pálido, Diantha era muy
amable con ella y la había ayudado en remodelar la casa, eso
ocupó su tiempo para no pensar en su miserable vida, si salía
tenía que estar rodeada de guardaespaldas por su protección
no le gustaba pero Leandros lo había dejado claro y era una
orden que no podía ser rota o habría cabezas rodando
literalmente.
Diantha le dejó unas revistas y se decidió́ ojearlas para ver
que había de interesante en el mundo de la alta sociedad que
ella pertenecía pero que no se sentía que encargará. Se quedó
petrificada al ver una foto de su marido con una bella modelo
ucraniana en una fiesta, los dos estaban besándose y otra
foto donde la mujer lo tenía agarrado del brazo.1
Dejó caer las revistas, cerró los ojos por la humillación. Se
acordó́ de lo dicho por un amigo de su esposo en su boda,
sintió́ algo caliente escurrir por sus mejillas con manos
temblorosas se tocó́ la mejilla, estaba llorando, se limpió́ las
lágrimas y observó otra vez las fotos, era un imbécil. Diantha
le pasó el teléfono diciendo que su padre le hablaba.
Con manos temblorosas agarró el teléfono, un miedo por lo
que su padre le dirá́ le recorrió́ el cuerpo, pero si se negaba a
contestar sería peor.
- hola, papá...
- ¿me puedes explicar por qué́ demonios tu marido esta con
otra mujer? -gruñó su padre desde el teléfono.
- yo... -no sabía que contestarle a su padre ya que ni ella
misma sabia la respuesta.
- me estas avergonzando Madison, no sirves ni para esposa
-escupió́ su padre, unas lágrimas salieron de sus ojos y se
contuvo de sollozar- haz algo madison, o sabrás de mi ‐colgó́
su padre.3
¿Que podía hacer? Nada, ella no iba hacer nada su marido
tarde o temprano vendría para ir a una fiesta que habían
sido invitados, se atendría a la furia de su padre que, a
rebajarse a pelear con su marido por una mujer, ella tenía
orgullo, magullado, pero lo tenía, como mujer de alta
alcurnia no haría un escándalo, saldría a comprar y le
mandaría un obsequio para enojarlo.1
Y así́ lo hizo, recortó la foto y las puso en un porta retrato,
se lo envíó con Constantine unos de los guardaespaldas, dos
podían jugar ella no era una sumisa y ya no estaba bajo la
mayor parte del poder de su padre, si su esposo creía que se
dejaría estaba equivocado. Salió́ con un vestido verde hasta
las rodillas, unas sandalias sencillas y se puso un sombrero
de playa, iría a la playa tomar un poco de aire.6
Unas horas después regresó a la mansión cansada de
caminar, la piel le ardía por el sol y sentía pegajosa la piel
por el sudor. Subió́ corriendo las escaleras y se fue a su
cuarto se llevó́ una gran sorpresa al entrar.
Su marido estaba parado en el ventanal con su imponente
físico, el traje se le ajustaba a su cuerpo musculoso, pero no
exagerado, la volteo a ver con seriedad habitual en él. Ella se
preparó́ para enfrentarse a Leandros, camino hasta su cama
se quitó́ el sombrero dejando caer su melena rojiza.
- puedo ayudarte en algo caro mío -preguntó con fingido
cariño.3
Él le tiro el portarretrato que le había mandado, alzó una
ceja y lo miro.
- ¿qué significa esto? -su voz sonaba gruesa y su expresión
no ayudaba a su enojo.
- una muestra de amistad -dijo mientras se sentaba en una
mesilla y se quitaba los aretes.
- odio los juegos Madison -dijo él fríamente y la miraba con
esos ojos como el oro fundido.
- ¿y cómo crees que estoy yo? -lo miro desde el espejo se
sentía enojada.
Él se encogió́ de hombro quitándole importancia, eso la hizo
enojar más pero no dijo nada, no eran un matrimonio en todo
en sentido de la palabra.
- no puedes salir sin guardaespaldas -demandó él.
- creó que tu obsesión por la seguridad está sobrepasando
los limites caro mío -se levantó́ y lo miro.
- no voy a discutir sobre eso, necesitó que te arregles bien -
recorrió́ su vestimenta con burla- algo mejor de lo que
usualmente llevas -dijo esto y salió́.
Madison se quedó́ ahí́ parada como la primera vez, odiaba a
su esposo, no quería estar casada con un hombre frio y sin
sentimientos por lastimarla, se pasó́ las manos por el cabello
y observó la estancia vacía sin la presencia de Leandros tenía
que poner distancia no quería sentir nada por el este
matrimonio está destinado al fracaso se dijo a sí misma.3
Unos minutos alguien tocó la puerta, preguntó quién era,
Diantha entró con una bolsa de compras y se la dejó en la
cama, Madison frunció́ el ceño desconcertada.
- el señor Petronides mando esto para usted -inclinó la
cabeza y se fue dejando a una madison sorprendido.
abrió la bolsa y sacó el contenido, era un vestido blanco largo
con cuello de uve y abierto por detrás hasta la espalda baja.
No le quedaba de otra que ponérselo, busca ropa interior
blanca, pero se dio cuenta que no podía usar sujetador con
ese vestido, sólo con las bragas en manos se metió́ al baño.6
Salió́ con una toalla envuelta en su cuerpo, caminó hasta la
cama y dejó caer la toalla, se puso el vestido, le quedaba muy
ajustado en la parte trasera haciendo ver más enorme su
trasero se puso roja de vergüenza quería quitárselo pero si lo
hacia se enfrentaría a la furia de su esposo y no tenía ganas
de pelear. Se arregló el cabello en un moño suave dejando
caer rizos pequeños, se puso un collar plateado sencillo en
su cuellos y se dispuso a maquillar, algo sencillo no sabía
muy bien sobre maquillaje pero si lo básico.6
Bajo a la sala donde su esposo la estaba esperando, sólo
esperaba que la gente no se diera cuenta que no traía puesto
sujetador.
- listo -dijo nerviosa.
Madison sintió́ el escrutinio de su esposo por todo su cuerpo,
se puso roja casi podría apostar que estaba roja como su
cabello, él tenía una mirada intensa sobre ella pero
desapareció́ por su habitual frialdad hacia ella.
- vamos -dijo el agarrándola de la cintura.+
••••••

Capitulo 2

Estaban entrando al salón, Leandros seguía teniendo su


brazo por la cintura de ella, las cámaras empezaron a tomar
fotos, unos de los flashes de la cámara aturdieron a Madison
haciendo que tropezara, pero su esposo la sostuvo.
- ¿estas bien? -Madison asintió, se sentía apenada y este
vestido era muy ajustado sobre la base de su cuerpo y
trasero algo que no le gustaba si el vestido fuera un poco
más grande... Pero algo le decía que su marido lo había hecho
a propósito.
Siguieron andando hasta llegar a la entrada, antes de entrar
sintió la mano de Leandros bajar de su espalda a la curva de
su trasero, se puso tensa ante esa caricia y más en público
¿qué diablos le pasaba a su esposo? Se preguntó ella.5
El ruido de las voces de la personas se escuchó al abrir la
puerta interior y las miradas no se hicieron esperar, eran la
primera vez vistos desde su boda, Madison fue guiada por
Leandros a una mesa vacía, le jaló una silla para que ella se
sentara. Una pareja se acercó a ellos a saludarlos, la mujer
si no mal recordaba era con la que fue visto su marido,
Madison se tenso y sonrió fríamente como su esposo lo
hacía.
La mujer era una zorra auténtica pensó Madison, le estaba
coqueteando a su esposo enfrente de ella y el muy canalla
seguía el juego, enojada se levantó de la mesa y fue hasta
los sanitarios, se lavó las manos y se quedó viendo en el
espejo su aspecto, lo que el maquillaje podían hacer a una
mujer hizo una mueca de desagrado, tomó aire y valor para
después salir del cuarto de baño, caminó un poco y fue
interceptada por un hombre de edad.
- ¿usted debe ser la esposa de Leandros? -el hombre le
sonreía amablemente.
- si -le tendió la mano el hombre se la estrecho.
- debo de decir que usted es una belleza -beso su mano y
Madison se sonrojo notoriamente.2
- gracias...
- ¿esta disfrutando de la velada? -preguntó el hombre.
- si, gracias -contestó nerviosa- podría saber el nombre de
mi admirador... -río.
- Theo Xenidis, socio de su esposo -dijo Theo.
- Madison De Luque, por lo visto mi esposo tiene buenas
amistades -dijo coquetamente.2
- nunca es tarde para coquetear, ¿me concedería una pieza?
- será un placer señor Xenidis -dijo con cortesía.
Una música lenta empezó a sonar, bailo y se divirtió con los
comentarios de Theo, pero perdió la sonrisa al ver a su esposo
frente a ella con unas mirada de furia.
- Leandros, déjame felicitarte por tu hermosa esposa -dijo
Theo sonriendo.
- gracias Theo -jaló a madison y la pego a su cuerpo.
- disfruten de la noche todavía están jóvenes -se despidió el
hombre, Madison le hizo un adiós con la mano.
- por lo visto llevas la reputación de tu madre, Madison -dijo
agriamente.
Madison se tenso al insulto de su esposo, apretó las manos
en puño y lo miró echando chispas por los ojos pero se
contuvo de insultarlo e hizo lo mejor en empezar a bailar
para que él la siguiera. El rodeo su cintura con sus manos y
ella el cuello, se movían al compás de la música.
- creí que te gustaban las mujeres con reputación de
solicitadas -contestó ella sin perder la neutralidad de su
rostro.4
- no te equívocas, pero sólo las amantes y espero que mi
esposa no sea una fulana -la miró con severidad.
Otro golpe a su sentimientos y orgullo, volteo la vista a otra
parte. Le dio una sonrisa ligera a Theo que los observaba
divertido.
- tienes razón, no soy como tus mujeres -recalcó la última
palabra con desagrado- no soy tu mujer y no tengo por qué
comportarme así -dejó de bailar y camino hasta la mesa.2
No era como esas mujeres y no era como su madre, todas
eran mujeres hermosas con cuerpo que un hombre desearía,
ella no era eso sino todo lo contrario. La música paró y
empezó la recaudación para niños con discapacidades,
después de unos minutos llevaron los platillos y el champán.
Comieron en silencio y sin hablarse, lamentablemente sus
padres llegaron a saludar, todo fue tan frío que hasta se
podía cortar la piel por falta de sentimientos cálidos.1
- madison, tenemos que hablar -su padre que no pedía
permiso la jaló y la llevó hasta una esquina donde no se podía
ver nada desde afuera.
Se quedó callada a esperar que su padre hablara no sabía que
quería y él odiaba que le preguntaran si él no hablaba
primero.
- quiero que le pidas dinero a tu esposo -Madison abrió los
ojos.
- creo que eso será.... -la voz se le cortó al ver la expresión
de su padre. No era una petición era una orden se dijo
madison.
- no te lo estoy pidiendo, es una orden, el matrimonio no fue
gratis si no fuera por mi tu estarás sola, no conseguirías un
hombre y más con el cuerpo que tienes.7
Madison se sintió abofeteada, se puso pálida y las lágrimas
reclamaban salir de sus ojos pero las suprimió y contestó.
- no puedo pedirle dinero... Puedes pedírselo tu... -fue jalada
del cabello con brusquedad, gimió al sentir el cuero cabelludo
escocerle y miro con miedo a su padre.-
- ¿que parte de es una orden no entiendes? No me hagas
enojar Madison o sentirás mi mano en tu cara -la soltó
bruscamente.
- Le... Pediré el dinero... -salió casi corriendo, y se acomodo
el cabello.
Llegó hasta Leandros, se sentó a su lado y pensó como
pedírselo, pensó mil formas, pero no se atrevía pero todavía
podía sentir el dolor al ser jalada del cabello y se armó de
valor.
- ¿podrías prestarme dinero? -le preguntó mirándolo.
Madison observó cómo su esposo alzaba una ceja en modo
de interrogación y se lamió las labios nerviosamente parece
que aquel gesto no pasó desapercibido para su esposo.
- ¿para que lo necesitas? -contestó el.
Piensa Madison, no le vas a decir que es para tu padre seria
más problemas, decidió decir lo típico de las mujeres
materialistas.
- quiero... Comprar cosas para mi -le dio una sonrisa forzada.
- te lo daré -dijo el sin pedir mas explicación - ¿y como me
pagaras?
Sabía que no daría nada sin nada a cambio, típico de los
hombres, estudio sus posibilidades y ninguna era eficaz, no
podría prestarle el dinero a su tío sería vergonzoso y la
cuestionaría más que Leandros.
- no se... Puedo... No... -se estaba poniendo roja- puedes
darme trabajo y así te pagaré... -él se quedó observándola
por unos largos segundos hasta que un brillo de entusiasmo
cubrió sus ojos.
- está bien, ya sé que trabajo te daré -él la recorrió toda y
se quedó mirando sus pechos, o dios, sintió como su cuerpo
reaccionaba y sus pezones se erguían, jamás había sentido
algo así en su vida.2
- ¿que trabajo? -habló con nerviosismo.
Él se le acercó hasta que quedó cerca de ella y sus labios
rozaron su oreja, el aliento tibio le puso la piel sensible y
respiró agitadamente.
- él de mi amante en mi cama agapi mou -susurro
eróticamente y le mordió el lóbulo de la oreja.7
ella se puso colorada y sintió algo tibio en su feminidad un
calor se instaló ahí mismo que apretó las piernas para
controlar la reacción de su cuerpo, una de las manos de él
acarició sus muslos y fue subiendo poco a poco ella contuvo
un gemido, ¿que le estaba haciendo él? Y se alejó y los dos se
quedaron viendo frente a frente a poco centímetros de
distancia, reaccionó tarde para alejarse, la beso tan salvaje
y demandante que ella abrió la boca para decir algo pero él
introdujo su lengua y el beso se tornó más apasionado.
Minutos después se separaron, ella agitadamente y él con
una sonrisa arrogante.1
- esta noche estarás en mi cama gynaíka mou -habló con
voz ronca y la miraba intensamente- esta noche gritarás mi
nombre, Madison.5
Ella se quedó en blanco no sabía qué decir y qué hacer,
Leandros y ella en la cama haciendo... Su primera vez, no
estaba preparada pero no podía negarse, sino tenia el dinero
su padre se pondría furioso y en el fondo quería saber como
era su esposo en la cama y sentir lo que las mujeres sentían,
lo alababan como un buen amante en la cama. 4
**********
Capitulo 3

Después de esas palabras Madison no podía concentrarse en


nada, intentaba reprimir los nervios que la tenían en un
estado de excitación. Aceptó bailar con su padre, no se podía
negar, al hacerlo estaba sentenciada a que la golpeara.
- ¿le pediste el dinero?
- sí, ¿cuánto necesitas? -preguntó nerviosamente.
- cinco mil libras esterlinas -madison abrió la boca.
- demasiado...-no término al sentir como la mano de su
padre apretaba fuerte su hombro.
- cállate Madison, sólo dame el maldito dinero -dijo eso y
después dejó a Madison sola en la pista.
Se quedó ahí parada, pensando en cómo diablos le pediría
cinco mil libras esterlinas a Leandros, y el recuerdo de sus
palabras de hacerla gritar el nombre de él, la puso otra vez
nerviosa sería su primera vez...
Dio un salto al sentir una mano en el hombro adolorido,
volteo la cabeza y era su esposo.
- es hora de irnos agapi mou -le susurro Leandros en el
oído.2
Tembló al sentir el cálido aliento en su oído y su voz ronca
con promesas por cumplir, su cuerpo reaccionó a él tan
rápidamente que la desconcertó. Salieron del evento sin
despedirse de nadie, la mano de Leandros no dejaba su cadera
la sostenía de una manera de posesión y dominación que la
ponía de nervios, la limusina estaba ya parada en la entrada,
el chofer les abrió la puerta y entró pero pudo sentir la mano
de su esposo posarse por una de sus nalgas y lo volteo a ver
enojada.
- eres un cerdo -dijo mientras se sentaba.
- ¿soy un cerdo por tocar lo que es mío? -su mirada era
divertida, pero bajo esa fachada él, la retaba a contraatacar
y madison sabía que perdería.
- lo haces para molestarme y hacerme sentir mal -
refunfuñón.
- lo hago porque quiero, y dos, no lo hago para hacerte sentir
mal -se sentía excitada y nerviosa- ven.
Lo observó por unos minutos y no sabía si ir o negarse a su
orden pero como había aceptado a darle el dinero no querían
que él se retractaba. Así que se deslizó cerca de él pero se
vio alzada a su regazo, puso sus piernas a cada lado de
Leandros, estaba sentada a horcajadas sobre él y podía sentir
su miembro erecto y duro sobre su feminidad.
- deja de pensar agapi mou -le dijo él mientras desataba su
moño dejando caer su largo cabello rojizo.
Tembló al sentir su mano enredada en su melena, y la otra
bajo la cueva de su espalda. Se quedaron viendo, madison
miro con detalle su perfecto rostro que mostraba unos
rasgos viriles y hermosos, desvió sus ojos y se quedó mirando
sus labios, no pudo evitar pasar la lengua por su labio inferior
y instintivamente alzó la vista para ver sus ojos y lo que vio
hizo aumentar su excitación.
La beso con fuerza, el impacto de los labios de Leandros
sobre lo suyos hizo que abriera los suyos dejando que el
introdujera su lengua causando espasmos de placer por todo
su cuerpo con tan sólo un beso. Sus lenguas danzaban una
contra la otra por la dominación del beso pero al final
Madison se dejó llevar por excitación, se apretó más a él
pegando sus senos al pecho de Leandros, Madison podía
sentir como sus senos se inflaman por la excitación, sus
pezones sobresalen de la tela del vestido, las manos de sus
esposo recorrían su espalda hasta su trasero y lo apretaba
con fuerza, jadeo de placer y dejó caer la cabeza hacia atrás
y él no perdió oportunidad de besar su cuello.
Madison se sentía arder por completo, respiraba
agitadamente y veía chiribitas con sus ojos, sentía la
humedad entre sus piernas, sus bragas estaban empapadas
y el miembro de Leandros rozaba su clítoris cada vez que él
se movía, no supo cómo y cuándo Leandros bajo las tiras de
su vestido dejando sus pechos expuesto a su vista, gimió al
sentir la boca de él sobre unos de sus sensibles pezones, se
arqueo para que profundizará más, con una mano el le
pellizcaba el otro pezón, lo jalaba y para después amasar su
pecho, Madison se sentía de maravilla.

En un momento estaba sentada sobre su esposo y entró


estaba acostada sobre el asiento con su marido entre sus
piernas devorando su boca con salvajismo y pasión. Alzó las
caderas para que el rozara su miembro sobre su humedad, y
así lo hizo, gimió sin poder evitarlo al sentir el roce del erecto
miembro, los dos seguían vestidos.
La voz del chofer los sacó a los dos de su lujuria, Leandros
se quitó de encima de ella, Madison, jadeaba por aire y no
podía creer lo que había estado haciendo detrás de la
limusina con su esposo y con el chofer manejando, se colocó
las mangas en su lugar y el chofer abrió la puerta. Esperó
que Leandros saliera primero, se armó de valor y salió sin
mirar al chofer por pena, se vio arrastrada a la entrada con
rapidez, entraron y su esposo la arrastró por las escaleras
hasta llegar a una recámara.
Sin previo aviso fue lanzada a la cama, desconcertada miro
el techo de color crema, pero salió de su mente cuando la
bajaron hasta casi la orilla de la cama, su esposo la miraba
con deseo y lujuria, ella se lo quedó viendo nerviosamente y
dejó que él le bajara el vestido hasta dejarla desnuda a
excepción de sus bragas blancas de algodón. Madison se
mordió el labio y él con su mano acarició su mejillas y jaló
su labio inferior para que dejara de morderlo.
- eres... Exquisita agapi mou -su voz sonaba ronca por el
deseo.
Se quedó muda cuando le cubrió sus pechos con las manos y
los amasó, y después jaló sus pezones. Madison se arqueó de
placer y dolor, vio que ladeaba una sonrisa de puro ego
masculino, Leandros inclinaba la cabeza para saborear sus
pezones.
- tienes... -jadeo e intentó concentrarse en lo que iba a decir-
una obsesión por los.... Pechos... -soltó de golpe- oh dios.
- me fascinan los tuyos storgí̱ -él fue bajando hasta su
vientre y jugó con su ombligo.
Madison se sentía en las nubes, su cuerpo reaccionaba a lo
que su esposo le hacía y se sentía tan bien que sólo podía
gemir pero soltó un gemido fuerte al sentir la lengua cerca
de su centro, su lengua era húmeda y caliente todo era
exquisito y nuevo para Madison.
Entendió la mirada que le daba su marido, alzó las caderas
para que le bajara las bragas, vio como Leandro lanzaba las
bragas blancas a un lado y se quedaba viendo su lugar más
íntimo, se cubrió con una mano y lo miro sonrojada.
- no es momento para el pudor gynaíka -la miró alzando una
ceja.
No sabía qué decir así que sólo lo observó, Leandros le quitó
la mano de su parte íntima y observó con detalle aquel lugar
y después le separó los muslos y bajó la cabeza, ella no podía
creer que él fuera ah...
- ooh -se arqueó al sentir la lengua de él recorrer sus
pliegues.
Apretó las sábanas y respiró entrecortadamente al sentir
como Leandros la besa ahí, se sentía a morir con las
sensaciones en su cuerpo y sus muslos se tensaban, y llegó
al clímax que la dejó lánguida y extasiada, respiraba entre
jadeos y sentía el cuerpo flojo.
Él se acercó a ella y el beso con deseo, ella volvió a gemir al
sentir su sabor en la boca de su esposo. El beso fue
demandante hasta el punto de que sus labios dolían. Con
desesperación Leandros se quitaba la ropa y se unía a ella en
la cama, la volvía a besar mientras se acomodaba entre sus
muslos, sintió la intrusión y se puso tensa, el comenzó a
decirle palabras cariñosas en griego mientras iba
adentrándose más en su interior, Madison gimió de dolor
cuando él ya estuvo muy dentro de ella.
- ya no eres virgen –la mirada arrogante que le dedico su
esposo hizo que lo fulminara con la mirada- ahora vamos a
disfrutar.
Y con eso el comenzó a moverse dentro de ella con
paulatinas embestidas que solo hacían aumentar el placer.
Rodeo con sus piernas la cadera de su marido para adentrarlo
más en su interior, sus labios fueron reclamados en un beso
apasionado y los embates aumentaban de velocidad,
Madison se sentía en el cielo, su cuerpo disfrutaba del sexo
con su esposo, los dos culminaron al mismo tiempo. Leandros
se dejaba caer a un lado con la respiración agitada, ella veía
chiribitas en los ojos y sentía que el corazón se le saldría del
pecho.
Lo que más le afecto fue que después de todo no hubo ni
besos, ni palabras cariñosas y él no la abrazaba, se sintió
mal, como una crostata, se tapó el cuerpo con las sabanas
muerta de vergüenza e indignación pero ese era el trato que
habían hecho los dos, Madison seria la amante en la cama
como otra de las amantes que pasaba por ahí, solo era su
esposa de papel, las lágrimas intentaron salir de sus ojos
pero las reprimió, noto que Leandros se levantaba para ir al
baño y escucho el agua salir de la regadera, esto era horrible.
Sin pensarlo se levantó y se fue del cuarto de su esposo,
corrió hasta su habitación el cerro con seguro para después
lanzarse a la cama a llorar por todo lo que sentía, su vida
era tan miserable, lo fue con sus padres y lo iba ser en su
matrimonio, lloro hasta quedarse dormida.3
*****
Al día siguiente Madison se levantó con dolor entre sus
muslos, fue al baño y comenzó a bañarse cuando termino se
tomó las pastillas del día después, no pensaba quedarse
embarazada. Salió envuelta en una toalla, busco su ropa y se
vistió. Se trenzo el cabello, se miró al espejo, tenía los ojos
levemente hinchados de tanto llorar la noche anterior. La
puerta de su habitación fue abierta y Diantha entraba con
un carrito de comida, la mujer le dedico una sonrisa la cual
la animo un poco.6
- el señor Petronides se fue por una emergencia –le indico
Diantha mientras colocaba la comida en la mesa del centro
de su habitación- pidió que lo disculparas y que si usted
saldría que fuera con los guardaespaldas...
Su mente lo insulto de muchas maneras en italiano, no
replicaría nada no tenía fuerzas para discutir así que
comenzó a comer y a leer las revistas que la Ama de llaves
le había traído, vio una foto de ella con el socio de su marido,
el señor Xenidis era muy simpático, después vio una foto de
Leandros y ella bailando, habían tomado la foto cuando
estaban discutiendo, por la mirada enojada que tenía Andros.
Hablan de lo bien que se veía su marido mientras que a ella
la criticaban, desganada dejo de leer el artículo y se terminó
su te.
Estaba viviendo en Santorini una isla de Grecia, estaba
dispuesta a dar turismos para disfrutar su estancia allí antes
de regresar a la capital, Atenas donde su marido tenía su
"hogar". Estaba saliendo por el portón cuando la jalaron del
brazo, enojada volteo a ver quién era, vio a Constantine que
la miraba muy serio.1
- no puede salir sin protección señora Petronides –la fría voz
del guardaespaldas fue como una cachetada para la libertad
de ella.
Refunfuñando accedió a que la acompañara al turismo que
pensaba dar, se había negado a ir en limosina porque ella
quería disfrutar de la belleza de la isla. Estaba caminando
admirando los puestos ambulantes en el mercadillo de la isla
de Santorini, detrás de ella estaba Constantine que parecía
muy alerta de todo, rodo los ojos ante la exageración de
sobreprotección. Fue a la plaza, rio contenta cuando un niño
empezó a jugar con ella, jugo un rato y después se fue a
sentar en una banca, el sol estaba más fuerte, se sopló con
la mano. Sorprendida de la sombrilla que le estaba dando
sombra, le dio las gracias a Constantine.
Cansada regreso a la casa, la piel la sentía pegajosa por el
sudor, los pies le dolían a morir, comenzó a subir los
escalones de la entrada cuando perdió el equilibrio, lo bueno
que el guardaespaldas la agarro antes de que su cara se
estampara contra el suelo.1
- ¿se encuentra bien señora? –ella asintió avergonzada-
- puedes soltar a mi esposa, Xander –la gruesa voz de su
marido la hizo temblar y xander la soltaba con cuidado para
después retirarse de ahí.2
Se puso firme y con valor miro a su esposo, tenía una mirada
muy seria que le dio miedo pero lo enfrento.
- fuiste muy grosero –le dijo y comenzó a subir los escalones.
Lo pasó de largo con mucha dignidad algo mallugada pero la
tenía.
- parece que te gusta insinuarte a los hombre –esas palabras
la golpearon duro casi volvía a perder el equilibrio pero no se
dejó amedentrar- las apariencias engañan
Siguió caminando hasta llegar a la sala de estar, giro para
subir las escaleras que iban a la segunda planta de la casa,
comenzó a subir con Leandros detrás de ella.
- si no me equivoco caro mío no soy del tipo de mujer que
los hombres desean –se lamió los labios resecos- y si tanto
te molesta puedes buscar otra vacante de esposa1
- eres la última mujer que elegiría para esposa, no estaba en
mis planes casarme –la acidez de sus palabras hirieron a
Madison- compórtate, no quiero que me avergüences más de
lo que ya lo haces8
Enojada le cerró la puerta en la cara. Se limpió las lágrimas
llena de ira, no pensaría en las frías e hirientes palabras de
su esposo. encendió su computadora espero unos segundos y
recibió un correo avisándole que había recibido diez mil
libras esterlinas y hizo una transferencia a la cuenta de su
padre, dándole lo que le pedía.

Capitulo 4

Madison sonrió al ver el boceto que había hecho para su tío


Luciano, termino de darle unos pequeños retoques con el
lápiz y guardo todo en su lugar, decidió que tomaría una
ducha para quitarse el sudor de la piel y la mala sensaciones
de la pelea que tuvo con su esposo.
Busco en su ropero un ligero vestido verde, más bien parecía
una bata pero a ella le gustaba lo sencillo y poco
extravagante, busco su ropa interior, modesta y fue al baño.
Encendió las luces, puso la ropa en el gancho al igual que la
toalla felpuda, la luz contrastaba con el azul de los azulejos
y el toque de flores que pasaban por una línea horizontal al
estilo clásico. Preparo la tina hasta la mitad, vertió lociones
aromatizantes y una gota de perfume de rosas para hidratar
la piel, se desnudó y con gozo se metió dentro de la tina, la
tibieza del agua relajo su cuerpo y ella gimió gustosa. 1
Media hora después salió de la bañera y se colocó un
albornos, se secó el cabello con la toalla, se puso las bragas
negras y el sujetador, se puso el vestido y salió del baño.
Comenzó a peinarse los semi rizos rojizos, una vez
terminada su tarea se mordió el labio inferior, indecisa si
bajar al comedor o quedarse aquí y que Diantha le llevara la
comida, pero decidió que bajaría y le daría la actitud más
fría a Leandros.
Las ganas de salir corriendo la inundaron con fuerza, apretó
los puños con enojo mientras la ama de llaves le dijo que
Leandros había salido al recibir una llamada telefónica, por
la cara nerviosa de la mujer, madison sabía que la llamada
que había recibido su marido era de una amante de turno. Se
sintió ofendida.
Dejo que el ama de llaves le sirviera la comida, sentada en
esa enorme mesa supo que no podía estar más sola
que nunca, comió en silencio y muy lentamente, cuando
termino se fue a su recamara, estuvo leyendo un buen rato
hasta que su celular sonó en el tono de mensaje, alargo la
mano a la mesilla y apretó el botón de bloqueo, el numero
era privado, abrió el mensaje.
Se mordió el labio para contener las lágrimas de humillación,
las fotos de su marido desnudo con otra mujer de igual de
desnuda, la otra imagen era los dos besándose, cerro el
mensaje y lanzo el celular a un lado, con fuerza se secó las
lágrimas que habían salido sin su permiso, se giró a un
costado, mirando la lámpara indamente hasta que se
durmió. 9
Despertó sobresaltada cuando la luz del sol le golpeo la cara,
pasándose las manos por el rostro para alejar el cabello.
Grito cuando la vos de su esposo sonó desde la puerta del
baño, lo fulmino con la mirada.
- ¿se puede saber qué haces en mi habitación? –Espero a que
le contestara.
- recoge tus cosas –él había ignorado su pregunta- nos
vamos a Grecia6
Iba a replicar pero él ya había salido de la habitación,
bufando se le levanto de la cama toda enfurruñada, se vistió
y puso sus cosas en las maletas, bajo y vio a su marido
enfundado en un traje de negocios que se ajustaba a su
musculoso cuerpo, la corbata era de un color gris más
oscuro, el color le asentaba tan bien a su piel bronceada.
Mientras ella iba con una falda floreada, esas de abuelita,
que le llegaba hasta los tobillos, una blusa blanca vieja que
adoraba y le quedaba algo grande. El le dedico una mira
reprobatoria y ella lo ignoro pasando de largo, subió a la
limosina con su libro en la mano todo el transcurso se dedicó
a leer hasta que llegaron al aeropuerto, bajaron y ella vio un
jet privado con una hermosa azafata que no dejaba de babear
por su esposo.1
Enojada subió y fue hasta uno de los cuatro asientos, eligió
el más lejano, intento ignorar el flirteo que la muy descarada
de la azafata le hacía a Leandros, ya fastidiada y muy
enojada les dijo.2
- pueden usar la habitación si tanto les urge –escupió la
palabras con enojo y después volvió a retomar su lectura.
Minutos más tarde la misma azafata le preguntaba si
deseaba tomar algo, madison supo que ahora tenía una
enemiga. La mujer la miraba despectivamente como alguien
insignificante, la despacho con la mano dándole entender
que no estaban a la misma altura. Vio salir a Leandros de la
pequeña habitación sin la chaqueta y la corbata, se imaginó
que el muy canalla había realizado un maratón sexual con la
azafata. Cuando él se sentó a su lado ella se dispuso a
ignorarlo.4
Una bandeja de aperitivos le fue puesta en la mesilla.
- deberías comer algo –le indico Leandros y ella no lo miro-
tenemos un trato agapi mou, o ¿tienes el dinero?
- el trato es en la cama, ahora soy solo tu estúpida esposa
de mentiras a la cual llevas a tu casa y a encerrarla –le dijo
enojada.
- mi esposa va donde yo voy
- eso no importaba cuando te fuiste con tu amante de
turno amore mío –la última palabra la dijo burlonamente.
- no tengo porque darte explicaciones de donde vaya, eres
mi esposa porque así lo quisieron nuestros padres y la fusión
de las empresas, no eres del tipo de mujer que elegiría y me
casaría –sus palabras la hirieron tan profundamente que le
costaba respirar pero no dejo que él lo viera o se daría cuenta
que ella le quería y le importaba- lo hice por la salud de mi
padre, madison, yo detesto estar casado y la sola idea de
vivir toda una vida con la misma mujer me desagrada, pero
mantengo mis romances lejos de las cámaras, mi esposa no
sería una mujer que se le insinúa a los hombres o se vista
ridículamente.10
No lo pensó, solo reacciono ante el insulto de su esposo, su
mano latía después de haberle dado una bofetada a Leandros,
indignada se levantó y le dio una mirada de odio, después
corrió a la pequeña habitación, no podía evitar llorar, se
sentía más que humillada, se sentía peor que una basura.1
No se hablaron en todo el viaje, cuando por fin llegaron al
aeropuerto, Madison dejo que unos de los guardaespaldas la
ayudara con las maletas, el viaje en la limosina fue
totalmente frío, llegaron a la casa de su esposo y ella pidió
al ama de llaves que le indicará su habitación, había dejado
claro que no dormiría en la misma habitación que su marido.
Decir que su matrimonio avanzaba era decir mucho,
Leandros se mantenía lejos, vivía en su departamento de
Atenas, no se hablaban en nada ni salían públicamente.
Madison se la había pasado modificando el interior de la casa
durante los seis meses que transcurrieron, sólo salía al patio
trasero a leer o ha andar por el pequeño laberinto, sino hacia
eso nadaba en la piscina. Su vida estaba estancada, su padre
continuamente llamaba para pedir explicación o insultarla
por lo estúpida que era por no cumplir con los gusto de
su marido.
Ese día estaba dispuesta a salir de aquella prisión de oro, iba
a ver su madre y pedirle que la ayudara, no quería seguir
casada y seguir viviendo así, ella quería vivir y disfrutar de
las cosas a su manera. Le dio al chofer la residencia de sus
padres en Grecia, quizás hubiera citado a su madre en un
lugar público, pero no lo hizo y eso fue un error.
Había llegado en mal momento, su padre estaba golpeando a
su madre en el suelo, intentó alejarlo, pero era inútil sólo
hizo aumentar la furia de su padre.1
- tú me tienes decepcionado -el agarre de su padre sobre su
cabello aumentó y ella lloro- no puedes hacer nada bien, yo
no tengo una hija estúpida -el golpe sobre su mejilla la hizo
ver chiribitas.
Grito cuando volvía a golpearla, intentó cubrirse, pero la
fuerza de su padre era mayor, la lanzo al suelo y con el
cinturón la azoto, su madre gritaba y lloraba, el dolor era
horrible sentía la piel hechas tiras.4
Tenía sangre entre la nariz y la boca, latigazos en sus
costillas y piernas que se verían horribles después por su piel
blanca, estaba arrinconada en una esquina del librero
mientras su padre las insultaba después de golpearlas, todo
el cuerpo le dolía, el llanto de la ama de llaves se escuchaba
cuando su padre salió de la casa, no podía moverse sentía el
cuerpo muerto.
La ama de llave la ayudo a levantarse y llevarla hasta su
cuarto, su madre sólo negaba.
- ¿a qué has venido? ¿No puedes sólo hacer feliz a tu marido
y tener a tu padre contentó? Esto es tu culpa -las palabras
la golpearon y se dejó caer en la cama- ahora tendrás que
estar aquí mientras que los golpes se van y no te atrevas de
decirle a tu marido, Madison, tu sola te mereces esto porque
no haces nada bien.11
El desprecio de su madre era como otro golpe, pero
emocional, el médico de la familia la checo y receto unas
patillas y reposo, cosa que sería difícil de hacer estando en
la casa de sus padres.
Salió de ahí con pasos lentos y adoloridos, sólo quería llegar
a su casa y tirarse en la cama a que el dolor sólo pasara,
pidió un taxi y le dio la dirección al taxista cuando llego a
recogerla.
Bajo con cuidado y el ama de llaves de la casa grito al verla,
la persuadió a que no llamara a su esposo no quería ni verlo,
mintió de que la habían asaltado, pidió que la ayudara a subir
y a acostarse, se tomó la pastilla y se durmió.

Capitulo 5

Se miro en el espejo. Sólo vio a una mujer que cada día se


estaba quebrando y que al paso del tiempo sólo sería un
cascaron vacío de lo que fue antes.
Se colocó polvorete para cubrir su leves hematomas que
estaban desapareciendo, había pasado un mes desde la paliza
de su padre y su "esposo" no lo sabía, suplicó a Diantha que
no le dijera nada y que dejara a Leandros seguir su rutina de
trabajo.
Se coloco suficiente maquillaje para ocultar los golpes en el
rostro, satisfecha se colocó los aretes de perla y un poco de
labial color rosado pálido, se puso un poco de crema en el
cabello para amoldar sus rizos para que no parecieran
rebeldes sin causa.
Lista y contenta consigo misma se puso un vestido sencillo,
de corte recto, con maga de tres cuarto y que le llegaba
hasta mitad de los muslos, el vestido se ajustaba su figura,
blanco como su piel, busco con el closet las zapatillas, negras
de tacón de ocho centímetros, se las coloco y después
suspiro.
Hoy su marido llegaba con las visitas menos esperadas para
ella, su suegra y sus cuñadas venían a comer, había ordenado
al ama de llaves que eligiera el mejor menú y pusiera la
vajilla de porcelana, el mantel adecuado al igual que vino.
Lista se levantó de la silla y a pesar de que le dolían las
costillas podía aparentar normalidad. Si le tocabas los otros
golpes obvios que le dolerían así que evitaría ser toca. Sus
pasos eran amortiguados por la alfombra persa de alta
calidad, la figura de la diosa afrodita estaba en una mesilla
al doblar para las escaleras, la diosa mostraba una belleza
sin igual, sus pechos desnudos eran exuberantes al igual que
su delgada figura, tomo aire y comenzó a bajar las escaleras
con cuidado ya que el golpe en las costillas le dolía.
Escucho voces y unas cuantas risas, todos estaban hablando
griego y ella no entendía nada de lo que hablaban, nerviosa
se pasó las manos por el vestido y entro a la sala de estar.
Su suegra era una mujer hermosa a pesar de su edad
avanzada, griega hasta la médula y cuando la vio hizo una
mueca, no le sorprendía, ella no había estado de acuerdo con
el matrimonio, después vio a su suegro el señor Aristóteles
Petronides un magnate que se dedicaba a las bolsas de
valores y con unas porciones navieras que aumentaban su
riqueza, después estaban Helena y luego Katra la hermana
menor de su esposo.
- buenas tardes a todos -saludo cordialmente cuando entro
a la sala.
El único que se acercó a saludarla de un beso y abrazo fue
patriarca de la familia, el señor Aristóteles, le dio una sonrisa
cariño y él le hablo en italiano ella le regresó el saludo de
igual forma.
- estas bellísima niña -le dijo el anciano.
- gracias -le agradeció el halago.
Leandros la rodeo con posesividad y ella ahogó una mueca
cuando su mano toco el golpe de su costado, se aguantó las
ganas de quitarle la mano pero estaba en presencia de la
familia de su esposo y no iba a ser descortés.
La comida fue bien, su suegra y sus cuñadas no la habían
tomado en cuenta para nada, se sintió mal pero no se
quejaría, Leandros se portó de manera impecable con ella
adelante de su padre.
Agobiada por altanería de su suegra salió de la sala y fue a
la cocina junto al ama de llaves, agarro una jarra de agua y
se sirvió un poco, tomo un pequeño sorbo y después soltó un
suspiro.
- ¿quiere un poco de pastel de fresa señora? -le pregunto
Diantha.
No quería ser grosera así que acepto la rebanada de pastel y
le dio las gracias, no lo comería donde estaba su suegra ya
que en varias ocasiones la miro mal por verla comer y si la
veía comer pastel le diría lo gorda que se pondría.
Se sentó en la una silla que estaba en la mesa que había en
la cocina y partió un pedacito de pastel se lo metió a la boca,
gimió de lo rico que estaba.
Iba por su segundo bocaza cuando un carraspeo se escucho,
supo que era su marido y ella se mordió el labio.
- veo que comer pastel es más interesante que mi familia -
el tono mordaz en que lo dijo supo que el esperaba que
replicara.4
- vine por un vaso de agua y Diantha me ofreció un pedazo
-se encogió de hombros- no me pareció bien rechazarlo, y
decidí comerlo aquí.
- muy descortés de tu parte no ir con mi familia, Madison -
él la miraba algo enojado.
- lo lamento señor Petronides -le dijo sarcásticamente- me
pareció que no le importaría mi ausencia.
Lo vio acercarse y se puso nerviosa, se lamió la crema del
pastel mientras él le agarraba el mentón con su fuerte mano
masculina.
- ¿eso es un golpe? -había una nota de enojó- ¿qué te paso?
Decirle la verdad no era una opción, los problemas que tenía
con su padre eran asuntos suyos y no quería volver hacer
enojar a su padre, era lo último que quería y con la paliza
que le dio fue más que suficiente para que entendiera el
concepto de tenerlo feliz.1
- me golpee con la bañera -alejó su rostro de su mano- nada
sin importancia, ¿quieres un poco?
Le tendió la cuchara que contenía un pedazo de pastel,
espero a que lo rechazara, pero Leandros se metió la cuchara
a la boca, se quedó embobada mirando como de gustaba
aquel pedazo de pastel y después la besaba.
- te perdono -hablo el entre sus labios- iremos de visita a la
casa de mis padres dentro de dos días.2
Se separo y lo miro incrédula, no quería pasar el mes de
vacaciones que se tomaba su marido cada año para convivir
con su familia, lo último que quería era soportar a sus
cuñadas y suegra que parecían odiarla por no ser griega y ni
ser una modelo.
- ¿tenemos que ir? -lo miro suplicante y el volvía a besarla.
- si, quiero que convivas con mi madre y mis hermanas,
aprendas griego -decía mientras jugaba con unos de los rizos
de ella- y sepas desenvolverte en la sociedad griega.
- ¿no tengo opción? -suspiro y vio que el fruncía el ceño.
- ¿parece que te molesta la idea de convivir con mi familia?
Sólo con tu madre y hermana, pensó ella para si misma.
Mentir era lo mejor en estos momentos.
- no es eso, quería tomar un curso de arquitectura -le
acaricio la mejilla- y salir a comprar ropa con el dinero que....
- todo eso puedes hacerlo en la mansión, no veo el
inconveniente -argumento Leandros mientras besaba su
cuello- y si seguimos así le daremos un espectáculo a los
sirvientes.
Se sonrojó y él se alejó, ella se levantó, hizo como si nada
pasara para comenzar a caminar a la sala de estar. Brinco
cuando Leandros le coloco un mano en el trasero y después
lo apretaba.
- eso es poco caballeroso -recrimino con los nervios a flor de
piel- tu madre podría verlo...
- no me importa -él la jalo antes de que entrara, su trasero
sintió la protuberancia masculina, grande y firme, él estaba
muy bien dotado de ahí y ella contuvo las ganas de moverse
para incitarlo.
- podemos ir al estudio y....-Leandros le mordió el hombro y
ella contuvo un gemido- algo rápido...
- no creo que...
No término ya que su esposo la arrastro al estudio, entraron
y el cerró la puerta con una patada, Madison fue sentada en
el escritorio y su boca fue devorada por la de él. Todo era
rápido y salvaje, le subió el vestido hasta la cadera y hacia a
un lado la braga, grito cuando la penetro con fuerza, enredó
sus piernas a la cadera de él, se besaban al compás de las
embestidas, las cosas del escritorio estaban en el suelo, le
mordió y Leandros gimió, los dos llegaron al clímax con
fuerza. Supo que él no se había salido de su interior por que
podía sentir su calidez en ella, contrajo las paredes vaginales
y su marido gimió.
- si lo vuelves hacer tendremos otra ronda -le mordió y ella
volvió a contraer sus paredes vaginales- ¡al diablos mi
familia!
El la llevo consigo cuando se sentó en la silla detrás de su
escritorio, ella lo monto, lo sentía tan profundamente dentro
de ella, Madison decidió ser la que llevara las riendas y
comenzó a moverse y lo besa....

Acurrucada en su pecho y con el dentro de ella se sentía bien,


a dolorida en su zona y un poco en las costillas pero no lo
importo porque él estaba ahí y disfrutaba de igual manera,
Madison beso su cuello y lo escucho gruñir.
- creo que es hora de ir con tus padres...
- si
Se levanto, comenzó acomodarse las bragas para después
bajarse el vestido, Leandros se abrochaba el pantalón.
Salieron con una sonrisa cómplice.

Capitulo 6

La limosina transcurría por la carretera con tranquilidad,


Leandros estaba centrado en la laptop realizando trabajo.
Apoyó la cabeza contra el vidrio de la puerta y se centró en
ver el paisaje, minutos más tarde la limosina doblaba para
las residencias de la elite griega, las enormes casas, blancas
y pulcras, por no decir frías y austeras.1
Los nervios la atacaron cuando fueron acercándose a la
mansión Petronides, cuando el carro paró ella sentía el
estómago revuelto, lo último que deseaba era estar ahí con
su suegra y sus cuñadas.
El chofer le abrió la puerta, respiro hondo y salió. Se acomodo
la blusa de franela holgada y su pantalón de algodón de color
salmón, se ajustó el sombrero de paja floreado y le dio una
sonrisa al chofer.17
Su esposo comenzó a caminar sin ella por lo que lo siguió, no
había vuelto hablarse desde que los padres de Leandros
fueron a visitarlos.
Corrió hasta llegar a su lado, subieron los escalones de
mármol blanco, llegaron una enorme puerta de roble doble,
esperaron un minuto y la puerta se abrió, un hombre de
mediana edad les daba la bienvenida.
— señor y señora Petronides —saludo el hombre con cortesía.
Entraron a la reluciente casa, decorada al estilo clásico
griego, una mesa en el centro decorada por un florero con
lilas y un mantel que cubría la madera oscura de la mesilla.
Cuadros clásicos de pintores famosos, una alfombra
Indonesa de vívidos colores que contrarrestaban al color
blanco de la paredes.
Dos hombres se llevaron sus maletas mientras el señor que
les había abierto la puerta les indicaba que fueran al salón
de visitas donde estaba el monarca de la familia.
Su suegro un hombre de edad muy avanzada los saludo
alegremente, Madison se alejó de los dos hombres cuando
comenzaron a hablar de trabajo que ella no entendía, los
escucho pasar del inglés al griego y viceversa.
Camino hasta una ventana, cuando llego vio que tenía vista
hacia el patio, las hermanas de Leandros algo mayores y muy
hermosas estaban en bikinis muy extravagantes que dejaban
mucho a la vista, las vio con un grupo de mujeres que reían
y hablaban, por lo visto tenían una fiesta.
Conocía de vista a algunas mujeres de ahí, la mayoría eran
modelos, actrices y hijas de millonarios, Kiara, una modelo
rumana, ex novia de Leandros estaba ahí, que parecía muy
contenta hablando con Soteria, una de las hermanas de
Leandros.
— ¿por qué no bajas a disfrutar de la fiesta? —la pregunta de
su suegro la hizo dar un brinco.
Se puso colorada y avergonzada de que la hubiera visto
espiar, bajar ahí con todas ellas no sería tan relajante. Todas
ellas tenían un cuerpo que lucir y al contrario de ella que
tenía barriga, demasiado pecho y por no decir mucha
retaguardia, sus cuñadas y sus "amigas" se burlarían de ella.2
— lamentablemente herede la piel de mi madre y el sol no
me haría ver mejor —sonrió nerviosa– me vería como un
camarón.
— oh, las dulces inglesas con su piel blanca —río su suegro—
no creo que el bloqueador te proteja.
— en lo absoluto, soy una italiana con genes ingleses –río–
me gustaría relajarme un rato en mi habitación antes de
inscribirme en el curso de arquitectura.
— maravilloso, me gustaría tu opinión sobre un proyecto de
mi nueva empresa, Madison. —su suegro le abrió la puerta—
¿no te importara que te robe a mi hijo un rato?
— será un placer ayudarlo —contesto cortésmente y despues
vio la mirada sería de Leandros– no me molestaría, mi
esposo es amante al trabajo, los dejo para que sigan.
Salió del salón y fue hasta las escaleras que daban a la
segunda planta, subió y en mitad del camino escucho las
voces de las mujeres, y supo que hablaban de ella.
"Es Sosa, no se como mi hermano la aguanta"
"Debe de ser terrible estar casado con una mujer gorda y
fuera de moda"
"No culpo a Leandros si busca diversión en otra parte"3
Esas palabras le dolieron tan profundamente que casi no
podía respirar, ¡que no te afecten Madison! Subió más rápido
las escaleras y se topó con el ama de llaves, le pidió que le
indicará sus aposentos.
Cuando estuvo ya dentro de su habitación suspiro, está dos
semanas sería el mismo infierno. Agarro una de sus maletas
que estaban en la orilla de la cama, y sacó ropa, tomaría un
baño.
Salido de la ducha con un vestido de franela de color melón,
se trenzó el cabello y encendió su computador, abrió sesión,
espero a que se cegara.
Se conectó a internet y busco en su correo el link del curso
en línea, se registró colocando sus datos, para luego
comenzar a diseñar el salón de recepción de Valerio Shiping.
— creí que te encontraría dormida agapi mou —la voz gruesa
de Leandros le causo pequeños escalofríos, despejo su vista
de la pantalla del ordenador para mirarlo.
— estaba practicando —una mentira a medias, no le diría que
estaba trabajando a escondidas de él o se enojaría— ¿qué tal
la reunión con tu padre?
— bien –fue la respuesta a secas de su esposo– tomare un
baño.
Bueno, había captado la indirecta de que no quería hablar de
sus asuntos con ella. Siguió con lo que estaba haciendo hasta
terminar el bosquejo de tercera dimensión, lo guardo y apago
el ordenador.
Fue a la cama a tomar una siesta, se enrollo entre la sábanas
y suspiro de placer, estaba cansada de estar sentada
prácticamente todo el día, estaba ya casi a la deriva cuando
Leandros la despertó.
— Madison, despierta —gimió frustrada e intentó darse la
vuelta pero Leandros se lo impido— deja de dormir y
levántate
Lo insulto de muchas maneras mentalmente, se quitó de
encima las sábanas y fue al baño a lavarse la cara, se cambió
de ropa a un vestido playero que le quedaba hasta las
rodillas, se hizo un moño bien ajustado para que ningún rizo
saliera disparado, no se puso maquillaje tenía flojera.1
Los dos bajaron para cenar, fueron al comedor donde su
suegra estaba ataviada en un traje elegante y frío, sus
cuñadas estaban con unos vestidos modernos y a elegantes,
la miraron con desaprobación.1
Media hora, sólo media hora tendrás que aguantarlas, se dijo
así misma. Toda la comida fue griega y ella jamás la había
comido algo así, Leandros le decía como degustarlas y sonrió
cuando le dejaron un pastel de limón y crema, vio las muecas
de desagrado de su suegra y las hermana de Leandros.
Intentó ignorarlas y disfrutar del postre, pudo escuchar el
murmullo de la señora Helena. "Por eso está gorda"
Con las constantes caras de su suegra y de las hermanas de
Leandros sólo pudo comer a medias el pastel. No pudo
platicar de nada ya todos hablaban griego y ella no sabía ese
idioma.
Jugo distraídamente con su pulsera, una de las sirvientas
avisaba que las amigas de Soteria y Katra acababan de llegar,
vio a cinco mujeres muy despampanantes y todas tenían un
brillo deseo a ver a Leandros.
Observo como todas saludaron coquetamente a su esposo,
Leandros las presento, si decir que miraron con burla era
poco, todas se creían mejor que ella. Madison esbozó su
sonrisa más falsa y agarro a su marido del brazo mostrando
el derecho que tenía ella de tocarlo cuando ellas no podían.
Oh si, un punto para Madison y cero para las brujas
quirúrgicas. Su suegro le hizo platica sobre su nueva empresa
y ella le dio su opción sobre el diseño interior del edificio.1
Salto cuando un brazo musculoso la rodeo, y vio la sonrisa
de su suegro supo que era Leandros quién la rodeaba con el
brazo.
— ¿te gustaría ir a nuestra recámara? —el la miraba con
deseo.
— tu padre me va enseñar unos bosquejos....
Él la llevo lejos y la miro enojado.
— vas a complacerme a mi no a mi padre, Madison. –él le
aspecto– te casaste conmigo no con mi padre.6
Eso fue un golpe bajo, lo miro enojada y con brusquedad se
soltó de su brazo, lo fulminó con la mirada para luego dar
media vuelta e ir hasta donde estaba su suegro esperándola
para seguir su plática.
Lo vio hablando muy cerca de las amigas de sus hermanas,
una le tenía agarrado del brazo, otra tenía posada una mano
sobre su pecho y reía.
Bastardo infeliz, se excusó con su suegro diciendo que estaba
cansada y quería dormir, camino con determinación hacia la
puerta y vio a Leandros la observaba.
Jugaría con él, comenzó a mover más la cadera cuando
caminaba y sabía que la tela del vestido se ajustaría a su
trasero, siguió caminado y vio que él venía detrás de ella.4
Riendo corrió hacia las escaleras, grito cuando Leandros la
cargo y comenzaba a subir de dos en dos los escalones.1
— bruja provocativa –gruño el.3
— te lo mereces caro mío.
Capitulo 7

Gimiendo cada ves que Leandros entraba en ella, Madison se


sentía como en la luna con el inmenso placer que su esposo
le estaba proporcionando.1
Enterró las uñas en la espalda musculosa de su esposo
cuando llego al orgasmo más intenso de toda su vida,
mientras el seguía moviéndose dentro de ella hasta que se
corrió dentro, la calidez esparciéndose en su interior.1
Extasiada se estiró en la cama mientras Leandros jadeaba
por aire, sorprendida cuando la jalo hacia él para abrazarla,
sus cuerpos sudorosos y calientes por el increíble ejercicio,
se dejo ir por el sueño y el cansancio.1
Se despertó totalmente entusiasmada, se baño y vistió con
sencillez, una falda larga hasta la rodillas algo suelta y una
blusa sport, iría a tomar un poco de sol para no verse tan
pálida. Salió de su recámara, bajo las escaleras sin prisa, todo
estaba tranquilo, esperaba que su suegra no le amargara el
día con sus constantes quejas sobre ella. Fue al comedor,
todo estaba pulcramente acomodado, la señora Helena
estaba ataviada en un traje elegante, y sus dos hijas
parecían recién salidas de la estética, que horror, estas
mujeres vivían siempre maquilladas y vestidas pulcramente
que parecían un maniquí.
Se sentó a lado de su esposo que estaba revisando unos
papeles, su suegro estaba hablando por teléfono. Un minuto
después sirvieron el desayuno.
Horrorizada miro su plato, su desayuno era una ensalada de
hojas verdes, oh dios esto la mataría. Nunca le había gustado
guardar dieta era como morir lentamente. Disimuladamente
miro los platos de su suegra y sus cuñadas, tenían lo mismo
que ella, la querían hacer sufrir, reprimió un gemido de
frustración. No comió, no podía, se la paso jugando con la
ensalada hasta que Leandros la miro alzando una ceja
oscura.1
— ¿pasa algo agapi mou ? —le pregunto Leandros y ella se
debatió entre si decirle o no—
— no me gustan las ensaladas....—dijo abochornada, se
mordió el labio inferior—
— zaphira —llamo su esposo a la sirvienta— puedes traer un
plato nuevo a mi esposa.
— no deberías....–comenzó a replicar señora Helena—
— deja que le traigan algo más sustentable Helena —defendió
su suegro— no todas las mujeres son a bases de lechugas.13
La dulce mirada que le dedicó su suegra le hizo temblar, algo
le decía que esto no se quedaría así. No pudo disfrutar el
nuevo platillo, ya que tenía la sensación de que su suegra la
mataba con la mirada, cansada comió sólo la mitad del
platillo y se disculpó diciendo que tenía que ir al baño.
Se lavó la cara con agua fría para despegarse las malas
vibras, salió del cuarto de baños y vio a Leandros
colocándose la corbata, estaba vestido con un traje
empresarial que se ajustaba a su figura delgada y fibrosa.
— ¿vas a ir a trabajar? —pregunto. Camino hasta la cama y
se sentó en la orilla.— ¿puedo ir contigo?
— si y no —dijo Leandros— mis hermanas quieren que estés
aquí con ellas para una albercada.
Gimió interiormente, esto no era nada bueno. Se lanzó hacia
atrás para quedar acostada y se tapó la cara.4
— no me...gustan las albercadas....
— ¿has asistido a una?
— no pero...
— Madison, ¿que es lo que pasa? ¿No quieres estar con mis
hermanas?
Decirle que no iba ser una discusión y no quería,
últimamente estaban bien entre ellos. No quería arriesgar
esa tregua.
— no es eso... Yo...—se mordido el labio inferior tratando de
elegir las palabras correctas— quiero conocer tu trabajo.
Madison se puso nerviosa ante el escrutinio de su marido,
por unos largos segundo pensó que el seguiría negándose,
pero se volteó al espejo y siguió acomodando se la corbata.
— muy bien, arréglate —sonrió de alegría mientras él iba a
la puerta— te espero abajo.
Salto contenta y corrió al closet, busco un vestido elegante
algo ajustado de color azul marino, se quitó la ropa que tenía
y se puso el vestido, se hizo un moño para mantener su
rebelde cabello bien sujetado, eligió unos tacones de diez
centímetros de color negro, usó unos pendientes y unas
pulseras doradas.
Bajo casi corriendo, estaba emocionada por salir, no le
interesaba el trabajo de su esposo lo que más quería era salir
de esta casa lejos de su suegra y cuñadas.1
Leandros la estaba esperando en mitad del recibidor y estaba
hablando por teléfono, cuando la vio, su mirada se intensifico
en ella dándole un brillo lujurioso. Se sonrojó y su centro
palpito, el deseo la inundo con fuerza, deseaba a su marido
con tantas ansias que no le importaría si la tomaba en el
asiento trasero de la limosina.
Se subieron a la limosina, Leandros seguía hablando por
celular en francés, se dedicó a ver por la venta hasta que
Leandros exclamo algo y tiró el teléfono bajo el asiento y la
ponía en su regazo, comenzaron a besarse con fuerza hasta
el punto de que los labios le dolían, las manos de él apretaban
su trasero y ella se meneaba para que la punta de su
miembro tocara su punto más sensible.
No le importaba si el chofer podía escuchar lo que estaban
haciendo, lo único, era que quería gritar el nombre de su
esposo con fuerza y sentirlo dentro de ella, hasta el fondo.
La acostó sobre el cómodo asiento mientras él se colocaba
entre sus piernas y con una mano hacia a un lado sus bragas
para después masajear su clítoris.
Estaba a punto de culminar cuando le abrió más las piernas
y con una mano se bajaba el cierre para después penetrarla
con fuerza, se arqueó y grito ante la fuerza de su embate,
no hubo tregua, la fuerza con que la embestía la dejaba
viendo chiribitas y no podía pensar en nada más que llegar
al final.4
Contrajo su muslos y grito su nombre cuando se corrió con
fuerza, él llego después de ella y sintió su esencia, calienten
y abundante.1
Respiraban agitadamente, él estaba sobre ella respirando
trabajosamente, acaricio su espeso cabello con las uñas y
Leandros gruño.
— nunca había hecho algo así....
Sonrió orgullosa.
— ni yo amore mío
— Antonios debe de estar sofocado...—Leandros dio una
carcajada— bruja.2
— creo que ya llegamos...
Se separaron y arreglaron, se ajustó el moño al igual que el
vestido. Salieron como si nada, pero su marido tenía una
expresión de "tuve el mejor sexo en el asiento trasero de la
limosina". Caminaron lado a lado sin agarrase de las manos,
quería hacerlo pero Leandros no le gustaría cuando entraron
a la recepción del edificio su marido tomo un expresión fría,
ahí estaba el magnate griego que ella conocía muy poco.1
Cuando los vieron todo el mundo se detuvo a verlos, algunos
que otros sonrían y saludaban a Leandros, luego a ella. Las
mujeres la miraban con odio y otras la saludaban.
— les pago para que se queden viendo a mi esposa? —
pregunto fuerte Leandros mirando con enojó a todos—
pónganse a trabajar por lo que les pago.8
Todo el mundo salió disparado e intentaron ignorarlos,
subieron al elevador privado de su esposo que daba a la
planta más alta donde estaba la oficina de el.
Salieron del elevador y una rubia muy hermosa los saludo,
mejor dicho saludo a su marido y se le insinuaba hasta que
él, le de dedicó una mirada enojada.1
— Leysi, dile a Mark que te de una laptop para mi esposa —
la rubia la miro despectivamente— vamos –le indico a ella.
–Le agarro la mano a su esposo, esperaba que no la rechaza
pero no lo hizo, ajusto sus manos y avanzaron hacia la
enormes puertas de roble.
Le dio una sonrisa triunfadora a la rubia fea. Toma esa idiota.

Capitulo 8

Aburrida, estaba aburrida. Por enésima vez golpeo su frente


contra la mesa donde estaba, Leandros estaba inmerso en su
trabajo que la ignoraba y ella ya estaba harta de ver video
en Youtube para entretenerse.5
Se levanto de la silla, bajo la pantalla de la laptop y fue a
servirle una taza de café. ¿Cuantas tazas llevaba ya?, quizás,
unas tres o cuatro, no importaba, la mantenía con energía
contra el aburrimiento total.2
En vez de ir a donde estaba antes fue a al mullido sillón de
cuero, dejo la taza de café en la mesilla y se lanzó al sillón.
La sala de descanso de su marido por lo menos tenía
televisión algo con lo que entretenerse mientras pasaban las
horas, no debía quejarse ya que se había librado de las
víboras de su suegra y cuñadas.
Para estar más cómoda, se quitó las zapatillas y se subió un
poco el vestido para poder flexionar sus piernas más
cómodamente. Una ves cómoda se relajó y se disponía a ver
la TV pero su celular sonó, lo busco entre la bolsa de su
vestido, cuando lo encontró vio por la pantalla quien era.
Trago saliva y contesto.
- hola...papá... -dijo. Se mordió el labio por nerviosismo-
- fui a tu casa y no estabas, ¿dónde demonios andas
Madison?1
Oh, esto no era nada bueno, se mordió la uña del dedo índice.
- estoy en la casa de los padres de Leandros.... ¿Porqué?
- muy bien, por lo menos estás haciéndolo mejor ya. -río su
padre con diversión- a ver si aprendes a comportarte
decentemente, Madison necesito que vengas a la oficina y
no es una petición.
- yo....no creo poder....
- estoy siendo amable Madison, no acabes con mi maldita
paciencia, soy tu padre y tú tienes que hacerme caso ¿me
entiendes?4
Si no iba las cosas irían peor para ella, terminaría como la
otra ves que fue, no quiera y preferiría no ir, pero sabía de
antemano el resultado. Si su padre estaba de buenas quizás
no fuera nada malo.
- muy bien, ¿cuándo? ¿Y a qué hora?
- mañana al mediodía, y Madison -gruño su padre-
- ¿si?...
- arreglate bien, no me hagas pasar vergüenza o sabrás las
consecuencias ¿me oyes?
- si padre. -contesto y después colgó.
Madison no estaba muy segura de lo que su padre quería,
Ricardo de Luque no era conocido por ser muy bueno y ellas
más que nadie conocía su fuerza bruta.6
Dejo caer el teléfono al suelo alfombrado y se acostó en el
sillón, no supo en que momento se quedó dormida pero se
levantó cuando sintió escalofríos en sus costados, abrió los
ojos y vio el guapo rostro de su marido.
- ¿qué...? -hablo soñolienta-
El comenzó acariciarle el rostro mientras ella se iba
despertando del sueño, gimió cuando siento una de las
manos de Leandros por debajo de la falda del vestido.
Reclamo sus labios a un beso hambriento, dejo que el se
pusiera entre sus piernas y sus manos jugarán con la tierna
piel de sus muslos.
- me vuelves loco agapi mou -tomo su boca con fuerza que
la dejo viendo estrellas-4
Se sentía también, no quería que esto terminará, amaba
cuando él la tocaba, la besaba, la abrazaba y le decía cosas
hermosas en griego, amaba todo de Leandros..... Oh dios.
Se dio cuenta que se había enamorado de su marido, había
intentado protegerse, pero.... Había acabado enamorada del
magnate griego.5
Se dejo llevar por el placer y que su amor por él la embargará
con fuerza, enrollo sus piernas en la cadera de su marido, sus
dedos jugaban con su centro mientras la otra mano de el,
apretaba un pecho sobre la copa del sujetador.
Alzo la espalda para que el bajara las magas del vestido e
hiciera lo mismo con el sujetador, dejando sus pechos
expuestos y él se amamantara de ellos con fuerza, se sentía
arder, la sangre parecía lava dentro de ella.1
- te...necesito dentro de mi.... Amore mío -se arqueó y
suplicó-
Rozo su zona con la punta del miembro de el que sobresalía
sobre el pantalón.
¿En que momento se desabrocho el pantalón? No lo sabía ni
le importaba.
Leandros hizo a un lado sus bragas y se introducía en ella
con fuerza para después moverse con velocidad dentro de
ella. Lo podía sentir muy en el fondo, y se sentía muy bien
tenerlo ahí, sus labios ardían por los besos salvajes y feroces.
Estaba casi por llegar, pero Leandros se detuvo y ella gimió
llena de frustración.
Lo vio levantarse y jalarla con el, parada media desnuda de
arriba, le quitó el vestido, bragas y sujetador dejándola
expuesta, Leandros hizo lo mismo con su ropa, la llevo hasta
la mesa de trabajo que había en la sala de descanso.
- inclínate boca abajo, y abre las piernas -le ordeno y ella
hizo caso-2
Sus pechos se aplastaron contra la mesa de vidrio y abrió sus
piernas dejando expuesto todo de ella.
Leandros comenzó acariciar sus muslos hasta sus nalgas
para después apretarla y azotarla con fuerza que la hizo
gritar, sorprendida por aquello aprovecho para penetrarla,
sintió un millar de sensaciones recorrerla.3
- ooh -gemía cada vez que arremetía dentro de ella.-
Se agarro de los bordes de la mesa para soportar el placer,
estos eran tan intenso, cada embate lo llevaba muy dentro
de ella que se sentía morir. Estaba al borde y.... Él no la
dejaba llegar.
La giro para que ella quedara boca arriba, enrollo sus piernas
sobre su cadera, se besaron y Leandros la volvía a penetrar
con fuerza. Todo su cuerpo está a sensible de su tacto.
Apretó su agarre cuando llego con tanta fuerza al orgasmo
más intenso de su vida, y él se corría dentro de ella con
avidez.
Lo hicieron en casi toda la sala, en la mesa, en el sillón,
contra la pared, sobre la ventana dejando su trasero a la
vista, sobre la alfombra y parados los dos. Cada uno en
diferentes posiciones que la sorprendieron y excitaron.2
Salieron de la oficina con rapidez, Leandros no dejo que se
pusiera sus Bragas y sujetador, avergonzada subió a la
limosina el transcurso Leandros contesto llamadas de varios
socios, cuando llegaron pareció que no le importaba las
llamadas y apago el teléfono, lo volvieron hacer tan
desenfrenadamente.
Capitulo 9

Lanzó todo al suelo, se quitó el anillo de bodas y lo lanzo a


la pared con ira.
Cuán estúpida había sido al creer que Leandros la amaría.
Pensó que eran feliz y que el comenzó amarla, pero no, el
muy bastardo se veía a escondidas con su antigua amante
Susan Cook. Ese día había ido a verlo a la oficina y al abrir
la puerta del despacho con silencio vio a su esposo besándose
con aquella mujer.6
Su suegra abrió la puerta y comenzó a regañarla, fastidiada
le contesto.
— váyase o le tiró esto a la cabeza le mostró el florero—4
Su suegra grito y cerró la puerta, supuso que llamaría a
Leandros y le importaba una mierda.
Puso el cuarto patas arriba, rompió las fotos de ellos de sus
viajes, estaba harta de intentar ser perfecta para los demás,
cansada de no ser lo suficiente para los que amaba.
Entro al cuarto de baños, se lavó la cara. Tenía los ojos
hinchados y rojos, miro la prueba de embarazo y
efectivamente estaba embarazada de un hombre que no la
valora ni le daba su lugar como su esposa. Lanzó la prueba a
la basura, no le diría nada a nadie.9
Cuando se sintió mejor comenzó a acomodar todo en su
lugar, estaba recogiendo la ropa cuando la puerta del cuarto
se abrió mostrando a un Leandros furioso.
— ¿qué demonios pasa aquí? –su voz gruesa emitía su enojó–
explícame por qué amenazaste a mi madre, Madison.
Se río amargamente y el alzo una ceja, siguió acomodado
mientras él seguía parado.
— le dije que me dejara sola o le lanzaría el florero –se
encogió de hombro–
— ¿se puede saber por qué estas así?
— ¡claro! fui a ver a mi esposo —entono más las palabras— y
al entrar a tu oficina veo que tienes a tu ex amante en el
regazo –siseo enojado–
El no dijo nada y eso confirmaba sus sospechas, las lágrimas
fluyeron más siguió recogiendo las cosas.
— Madison....
— no digas nada, no quiero saber si te acostabas con ella
cuando lo hacías conmigo... Quiero que me dejes en paz, a
como eras desde el principio sólo esposos de papel.
Agarro su ropa y otras cosas de aseo personal y salió del
cuarto, fue al curto de invitados, dejó sus cosas y se
derrumbó, lloro por todo.
Los días pasaron y no se hablaban, no había nada que hablar.
El seguía siendo el mismo, ahora entendía lo que era su
matrimonio, por conveniencia.
Su padre obtenía prestigio y la empresa subía mientras ella
sufría.
Habían dejado la casa de los padres de Leandros para
regresar a la suya, se instaló en el cuarto que había tenido
desde el principio.
Las náuseas se hicieron presente, no podía comer nada sin
regresarlo, dormir era más seguido se sentía más cansada.
Se vio en el espejo de cuerpo completo, estaba más delgada
y demacrada.
Ignoraba las llamas de su padre, de su madre y sólo contesto
una de su tío para ver cómo estaba ella y le dijo que bien
nada de qué preocuparse.
Comió un pedazo de galleta salada para controlar las
náuseas, hizo a un lado el plato de lasaña y bebió un poco de
jugo de mango.
Leandros entro al comedor sin mirarla, detrás de él estaba
su secretaria quién la miro con altives, suspiro y se fue de
ahí.
No le interesaba de que hablaban, los negocios de su esposo
no le importaban, escucho que hablaban de una transfusión
de poder.
Subió a su cuarto se puso una gabardina para ocultar su
vientre, bajo las escaleras y agarro las llaves de su coche.
Manejo hasta un parque solitario, se sentó en una banca
cerca del lago, observo a las aves nadar.
Compro una revista y leyó lo que menos se esperaba, la
empresa de su padre ya no necesitaba la ayuda de la empresa
de Leandros, eso quería decir... Más abajo decía su mayor
miedo.
Los rumores comentan que el matrimonio de Leandros
Petronides estaba por acabar, todos suponemos que es por
ello que no se ha visto a la pareja juntos, será por eso que
últimamente al magnate griego se le ve muy seguido con la
modelo Alinad Kiriakis... Una heredera griega millonaria.3
Dejo la revista a un lado y se fue de ahí, se limpió las
lágrimas. Tiró su bolso al asiento de alado y arranco, el
corazón le dolía, aumentó la velocidad quería alejarse de
todo, las lágrimas le nublaban se limpió y busco a tientas su
bolsa, por un minuto despego la vista del frente y agarro la
bolsa cuando volvió a mirra no pudo maniobrar, choco contra
el otro, fue como a cámara lenta. No podía moverse, movió
su mano llena de sangre a su vientre, rezó para que a su bebe
no le pasara nada, poco a poco lo ojos se le cerraron.
Un sonido de un pitido la despertó, estaba llenada de tubos
y las paredes eran blancas, estaba en un hospital... Moverse
era horrible, el tubo que tenía en la boca le lastimaba,
intentó quitárselo, pero la voz de Leandros la detuvo.
— tranquila, es por tu bien —lo miro, su rostro tenía ojeras
y se veía cansado— llamare al médico, no te quites nada
Madison.
El médico la reviso, le dijo todo lo que pasó, cerró los ojos,
había perdido a su hijo... No pudo evitar llorar, se hizo un
ovillo sin importarle el dolor.21
Rechazó el toque de Leandros, se alejó de él mientras lloraba.
Mientras estuvo en el hospital él venía a verla todos los días,
se quedaba con ella y le daba los medicamentos, no le dirigió
la palabra. Al llegar a casa la acomodo en su cuarto, acepto
la sopa de la amaba de llaves.
Lo pensó, esto no tenía remedio, su matrimonio estaba roto.
No quería estar más aquí. Se iba a ir, dejaría a Leandros y
todos, buscaría a su tía, la hermana gemela de su madre,
busco sus datos y contacto con ella.
Le pidió ayuda al ama de llaves con sus maletas, pidió un
taxi para que la llevara al aeropuerto.
Se puso en cinturón y apago su teléfono, miro por la ventana
del avión.
— adiós Leandros.... —susurro y se limpió las lágrimas–
Se iba y esperaba jamás regresar.

Epilogo

La turbulencia la despertó, la azafata voceo que todos los


pasajeros que abrocharan el cinturón de seguridad ya que el
avión comenzaría descender para tomar tierra. Se ajusto el
cinturón y cerró los ojos, nunca le había gustado esta parte
de viajar en avión. Cuando por fin estaban en tierra, todos
los pasajeros comenzaron a buscar sus maletas, con cautela
agarro sus maletas. Aún le dolía el cuerpo desde el accidente,
bajo con cuidado del avión y fue hasta la entrada del
aeropuerto.
Su tía tenía un cartel de "bienvenida a casa Madison" las
lágrimas comenzaron a nublar sus ojos intentó reprimirlas,
pero cuando llego a lado de su tía la abrazo con fuerza y
lloro, para su sorpresa ella la abrazo y consoló fue la única
persona que hizo algo así por ella. La ayudo a llevar sus
maletas al taxi, hablaron sobre el vuelo y algunas cosas
sobre la curiosidad de su tía por Italia, ella nunca la presionó
por hablar de su matrimonio ni de Leandros, sólo pensar en
él le dolía el corazón.
Protesto cuando su tía pagó el taxi, intentó regresarle el
dinero pero se negó a aceptarlo, guardó el dinero y agarro
una de sus maletas mientras su tía llevaba la otra, el
departamento era modesto y acogedor, lo que siempre falto
en su vida. Se instaló en la recámara de invitados, dejo sus
cosas en los cajones de la cómoda, tiró las cosas de su bolsa
sobre la cama y vio su celular, indecisa lo encendió, después
de un rato la pantalla parpadeo por llamadas perdías, varias
eran de su padre, la mayoría eran de Leandros y tenía cuatro
mensajes de él, borro todo hasta los mensajes sin leer, sacó
el chip para después tirarlo a la basura. Compraría otro al
día siguiente.
Iba a comenzar una nueva faceta de su vida, ya no había más
una mujer que viviría por los demás, eso iba a cambiar. A
partir de hoy tomaría sus propias decisiones y ayudaría a su
tía.7
Cenaron y charlaron para conocerse la una a la otra, su tía
Natalia era una mujer encantadora, alegre y bondadosa,
trabajaba de limpieza en una empresa de prestigio en la
noche, y en las mañanas en una cafetería, estudiaba en línea
para recibirse de licenciada en administración empresarial,
una mujer emprendedora que lucha por lo que quería y tomo
todo lo que la vida le daba sin quejarse, quería ser como ella.
Se despidieron y cada una se fue a su cuarto, una vez sola
no pudo evitar llorar, una parte de ella estaba dañada y
herida, se sentía culpable por el accidente que causó la
muerte de su bebe.1
Cuando el llanto la venció se quedó dormida, al despertar se
sintió mucho mejor, tomo una ducha y se puso una blusa
sport al igual que un pantalón holgado.
Hizo el desayuno para las dos, lavó los trastes que uso para
no dejárselos a su tía, el timbre sonó. Su tía estaba en bata
y grito que ella iba a abrir, escucho que discutía con un
hombre y se asomó.
Aquel hombre tenía un magnetismo sensual, desprendía
poder y lujo, su tía lo miraba enojada y él con altives como
el típico magnate.
Él la miro y alzo una ceja a su tía, Natalia suspiro y los
presento.
— Theo, ella es mi sobrina Madison —los presento— Madison
el es mi jefe...
Su jefe... Ella quería un jefe así, por lo que veía había algo
entre ellos, no pregunto y le tendió la mano al jefe de su tía.
— un gusto conocerlo, soy Madison Pe... De Luque —se
corrigió al decir su apellido de casada.
— lo mismo dijo —le estrecho la mano— soy Theo Zisko.5
Por lo que veía era un hombre de pocas palabras al igual que
Leandros.... el dolor llego al pensar en él.
Soltó la mano del hombre y le dijo a su tía que el desayuno
estaba y se fue, no quería interrumpir. Por lo que se escucho
al rato la puerta de la entra fue azotada, su tía murmuro
varios improperios, no dijo nada.
Salieron juntas al supermercado, Londres era maravilloso, no
había tanto sol como en Grecia e Italia, adoraba este clima,
se dio cuenta de que ella tenía más parecido a su tía que a
su madre, desde el cabello hasta el color de piel.6
Llegaron al departamento, su tía se preparó para ir a trabajar
en la noche y ella agarro su Mac para navegar por internet y
buscar anuncios de trabajo.
Una hora después de navegar entro a una página de noticias,
fotos de su esposo con la heredera griega, se les veía
hablando amenamente, cerró con fuerza la laptop. Controló
las ansias de llorar y decidió tomar una ducha y ver que
hacer de cenar, mañana buscaría un empleo no quería ser
una carga para su tía.
Abrazo a su tía para que le fuera bien el trabajo, escucho las
indicaciones de no abrirle a nadie.
Al día siguiente salió temprano y comenzó a buscar trabajo
de lo que sea, y no es que tuviera mucha práctica haciendo
cosas normales, pero las aprendería.
Acepto el trabajo de camarera de un bar, no era el mejor
trabajo del mundo pero ayudaría a sustentar los gastos de
su tía y así ayudarla a seguir estudiando. Contenta consigo
misma le dio la noticia a su tía cuando llamo a la casa desde
su trabajo como camarera en la cafetería.
Desde ahora está era su nueva vida y lucharía por ella, ya no
había más la Madison complaciente ahora era una mujer
hecha y derecha que vivía por ella.

•••••••••••••••••••
Leandros tomo una copa de vino que le trago su asistente,
leyó el informe del investigador que había contratado para
que buscara a su rebelde esposa.5
Cuando supo que lo había dejado había sido un golpe
emocional del cual nunca estuvo preparado, había intentó
explicar lo que ella había visto pero Madison se negó, nunca
fue un hombre que rogará por nada. Ese día llamo a su ex
para comparar una teoría, cuando la beso no había sentido
nada cosa que le sorprendió, una parte de él sabía la
respuesta a ello, se negaba a aceptar las cosas.7
Desde ese día su matrimonio había ido descendiendo, acepto
el distanciamiento de su esposa sin rechistar, había sido un
error grave y él no estaba acostumbrado a perder en ningún
ámbito.
Lo peor fue cuando le llamaron para informarle que su esposa
había tenido un accidente, fue como un puñetazo que lo dejo
en shock, al verla en esa cama de hospital con tubos por
todas partes fue lo más desgarrador, y lo peor fue que
Madison había estado embarazada y él no lo supo, rechino
los dientes enojados, como se atrevía Madison a
ocultárselo.9
Por no decir que quizás eso fue la gota de derramo el vaso,
ella lo abandono, sin decir adiós. La había llamado a su
celular, al de su padre y nadie sabía nada de ella.1
Dejo pasar una semana hasta que decidió tomar la decisión
de contratar a un investigador, ahora sabía que vivía con su
tía en Londres y trabajaba.
No iba a ir a buscarla, ella había tomado la decisión de
dejarlo y dar por terminado todo que así fuera. Cada uno por
su vida y era lo mejor, él no quería volver a pasar por lo que
era amar, ni el matrimonio. El amor sólo te destruía hasta
dejarte muerto.6
Dejo caer el informe sobre su escritorio de madera pulida e
importada de Brasil. Su asistente entro con una sonrisa y él
se acomodó en el asiento.
Era un hombre libre, iba a disfrutar cada segundo de ello.
No volvería a pensar en su matrimonio ni en su esposa,
jamás. Sólo había sexo en su vida y nada de la mierda del
amor que no dejaba nada bueno. Ninguno estaba hecho el
uno para el otro, desde el principio su matrimonio estaba
destinado al fracaso.7
Se olvidó de todo aquello, centro su atención en la secretaría.

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