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Lo amaba, claro que lo hacía, pero un día había decidido irse, un día
solo no le importó romperle el corazón. ¿Con qué cara podía volver y
decirle que lo amaba, que todos esos años había vivido en una eterna
melancolía? Sonriendo sin de verdad sentirlo, durmiendo solo para
intentar soñar con él.
***
—Hay algo que no sabes de mí. Siempre te has quejado de que soy muy
reservado, de que sientes que te pierdes de una parte importante de
mí, y así es. He escondido la parte más importante de mí. Lo he
escondido de ti, de mis amigos y de mí mismo, pero ya no puedo seguir
haciéndolo. Porque esa parte de mí es en realidad tan hermosa, pura y
valiosa. Hace más de diez años conocí a un chico bastante tímido y que
ha sufrido mucho, un chico que vivía en un pequeño departamento con su
loro como única compañía, que no tenía amigo ni familiares. Un chico
con un corazón enorme y el alma más hermosa, yo me enamoré de él, aún
estoy enamorado de él. Se llama Matt, es el chico de las recetas que
sigue Anne, y yo soy ese ex novio del que él se está despidiendo.
—No espero que me entiendas —dijo en voz baja—. Pero yo tengo que...
—Tienes que ir a su lado —exclamó con voz tranquila, como quién está
resignada a lo que ha de pasar.
***
Estaba frente a la puerta que conocía bien, con la maleta en una mano
y una llave de tonos ocre en la otra. La llave que no devolvió, la
misma que todo ese tiempo estuvo guardada en su billetera. Tenía tanto
miedo de entrar y no encontrarlo, tanto miedo de ser demasiado tarde
para dejar de ser un idiota.
Presionó los ojos cuando por fin introdujo la llave y la giró, cuando
su mano sujetó el pomo y dándose cinco segundos de valor empujó la
puerta.
Era el departamento de sus sueños, con las paredes azul cielo, los
muebles beige llenos de cobijas de lanas, la mesita de madera en
medio, los cojines en el suelo, la televisión al lado del ventanal, la
jaula frente a la ventana. Era como haber despertado de una pesadilla,
saber que estaba ahí en un día de cualquier mes de hace siete años,
que tan solo estaba llegando del trabajo y cuando revirara lo vería a
él preparando algo en la cocina, con sus grandes suéteres, con el
cabello cubriendo su rostro, sonriéndole.
Sus ojos borrosos notaron unas luces, una laptop, pero especialmente a
un chico con un delantal blanco y un suéter gris debajo, los largos
cabellos castaños sujetos en un moño desordenado, y los más hermosos y
expresivos ojos avellana mirándolo con asombro, escepticismo, ilusión,
alegría y tristeza. Él, el chico con el que una vez se tropezó en un
día helado, estaba frente a él, con su piel porcelana y los ojos
llenos de lágrimas, y sujetando una espátula que pronto se resbaló de
sus manos, creando el estruendo que los sacó de su shock.
Era el Matt que amaba, tal vez más delgado y ojeroso, pero él no lo
notó, era el chico más lindo del mundo justo frente a él, por fin
después de tanto tiempo. Y el tiempo no había pasado, no para ellos
dos.
—¿Nick? —preguntó en una voz tan baja que casi fue un susurro.
Esa voz, amaba esa voz y lamentaba saber que la estaba olvidando; el
timbre exacto entre infantil y varonil, entre delicada y fuerte.
Movido por esa voz soltó la maleta y en zancadas llegó a su lado. Se
detuvo solo a centímetros, observándolo como si fuera un milagro.
—Hola.
Ahí entre sus brazos Matt sonrió, y supo que mataría por escuchar esa
sonrisa por siempre.
—¡¿Qué?! No sé qué sea eso, pero de seguro es algo peor, mucho peor.
—Tenemos tiempo para encontrar la palabra correcta.
—Ese día, nuestro último día dijiste «te amo aunque no importe», y
estuve frente al ascensor por horas deteniendo a mis piernas para no
regresar y decirte que tu amor es lo único que me importa.
***
Cuando Nick se fue por segunda vez, se llevó con él sus ganas de
vivir. Y fue un zombi por gran parte de todos esos años. Buscando
pasar el tiempo de cabeza en el trabajo, negándose a cocinar de nuevo.
Saliendo de vez en vez para cumplir su parte de la promesa.
Fue por eso que decidió subir aquellos videos, tal vez algún día el
destino llevaría a Nick hacia ellos y en cada bocado recordaría su
historia, y sabría que no todo había sido malo. Quería que recordara
aquellos años igual de lindo y valioso, como él lo hacía.
Sí, se ilusionó con que Nick viera los videos, más de una vez soñó con
ver una manita arriba de parte de él, con encontrarse algún
comentario, o incluso verlo en su departamento, pero todo era tan
utópico que aún no sabía si este momento de Nick abrazándolo y
besándolo era real o solo se había desmayado y estaba dentro de uno de
esos tantos sueños que solía tener. Por eso se aferraba a la camisa de
Nick, no quería soltarlo, no toleraría que desapareciera de nuevo.
Hace siete años nadie lo abrazaba, así que cuando sintió el calor del
cuerpo de Nick sus piernas flaquearon. Sus labios de pronto fueron
secuestrados y no supo siquiera cómo pudo corresponder, pensaba que ya
no sabía ni besar, pero no importó, era Nick y todo su cuerpo sabía
reaccionar a él.
¿Flotar? Besar a Nick y estar entre sus brazos era algo mejor que eso.
Era ser trasladado a un mundo mágico, uno donde lo malo no existía y
el único problema era tener que separar sus labios para tomar aire.
—No iré a ningún lado, lo juro. Y sé que soy conocido por romper mis
promesas, pero que me muera si llego a defraudarte una vez más.
—No quiero arrepentirme nunca más de no haber hecho algo —dijo entre
beso y beso—. Cuando te fuiste no hubo día que no pensara: debía haber
hecho esto o aquello, debí haberme arrodillado y rogado que no se
fuera, no debí ser tan tímido o aburrido.
—Lo sé, lo sé. Aun así no quiero tener tantas cosas en mi mente y no
hacerlas o decirlas. Así que de ahora en adelante todo lo que sienta,
todo lo que quiera o me moleste te lo diré.
Todo lo que siempre deseó estaba ahí, justo debajo de él, sonriendo,
sonrojado, desnudo y perfecto. Esperó unos segundos para mirarlo a los
ojos y decirle exactamente lo que quería.
—¡Nick!
***
Habían culminado su primera faena, todo había sido tan místico, tan
perfecto. Y estando al lado de Matt, con sus cuerpos enredados y
sudorosos, con la reciente satisfacción del sexo, con él entre sus
brazos, sintiendo los latidos acelerados de su corazón, supo que era
feliz, demasiado feliz, y la felicidad no es un siempre. Podía saber
que Matt no estaba bien, había algo que ocultaba, y eso le aterraba.
—¡Shu! Hoy te dije hola, ¿no? No quiero una larga vida, me conformo
con una corta a tu lado, y no ha sido tan corta en realidad —intentó
bromear.
—Hoy no. Esta noche disfrutemos, por favor. Nuestra felicidad está en
el presente, olvidemos el futuro. ¿Y sabes por qué podemos olvidarnos
del futuro?
Él negó.
—Así es.
No era suficiente, no era fácil pensar que tal vez tenían menos tiempo
del que imaginaba, y que había perdido tanto en ser el tonto que vivía
por lo que dijeran u opinaran los demás. La vida no podía ser tan
injusta para llevarse a Matt.
***
Sus mejillas ardieron al ver que sus seguidores vieron las manos de
Nick envolverse en su cintura, ni siquiera recordaba que Nick no había
esperado en meter las manos debajo de su suéter exponiendo parte de su
piel. Sí, solo se veían partes de su torso y pantalones, pero el audio
había captado toda la conversación. Se podía escuchar los faros
cayendo, y por un momento solo se enfocaban los glúteos de Nick, por
suerte no fue allí donde se quitaron la ropa.
—Tus fans sí que conocen malas palabras —comentó Nick haciéndolo reír.
Matt bien podía ser enterrado en ese momento, aunque no, aún no era el
momento, no cuando apenas tenía a Nick.
***
Y sí que tenían muchas recetas por vivir, muchos sabores qué probar y
con suerte la mayoría de esos sabores serían dulces y no amargos, e
incluso con los amargos pudieron lidiar, porque se tenían el uno al
otro y un amor capaz de romper las más fuertes barreras.
Matt quiso creer que había contribuido en algo a que ese mundo podrido
en el que nació y creció comenzara a entender lo que la verdadera
belleza implica, y tal vez otros de su clase podrían encontrar algo de
luz en el mundo donde la vanidad lo era todo. Por su parte, la vida le
había dado a su ángel guardián, Nick había entendido que la belleza se
encuentra en el corazón, y eso era todo lo que Matt necesitaba.
Gracias a ustedes, mis seguidores, por haber sido esos amigos que
siempre soñé tener y que llegaron a mí en la etapa final de mi vida.
Estoy convencido que la vida se vuelve más brillante justo antes de
extinguirse. Soy feliz gracias a todos ustedes, y solo puedo decir que
busquen su felicidad y no tengan miedo de alcanzarla, no duden en
soñar porque los milagros sí suceden.
La muerte creo que más que un final es un inicio. Sepan que pase lo
que pase, yo estaré en una pequeña cocina de paredes azules,
acompañado de un loro que se llama Gary, con mucha comida alrededor,
ideando nuevas recetas, esperando que llegue el amor de mi vida. Y de
verdad espero que se demore mucho, mucho en llegar. Tal vez algún día
nos volvamos a ver, pero mientras, recuerden que yo vivo en los
bocados de cada una de mis recetas.
Gracias por ser los asesinos de uno de mis más grandes enemigos: la
soledad. No nos olviden jamás a Gary a mí, ni a Nick. Sobre todo a
Nick, denle mucho amor a él, lo necesitará.
Buen apetito, buen provecho, y como hoy, ayer y siempre: Bened Días,
Nick. Te amo».
Fin
Nota de autor:
¡Llegamos al final! El epílogo lo subiré en la tarde noche. Ahí les
dejaré mi despedida de este 2020.
Hoy estoy algo depresiva, los últimos dos días han pasado cosas feas
en mi casa. Así que hoy no pinta ser un día muy lindo, aunque me
subiré los ánimos yo misma. Matt me ha enseñado que uno puede
sobrevivir a los peores momentos.
Esta novela se lleva una parte importante de mí. Matt y Nick no dejan
de vivir en mi cabeza, allí ellos son eternos, y espero que ahora se
hayan ganado un lugar en los corazones de todos ustedes.