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- Capítulo final.

- Forever Ice Cream

«¿Puedes conseguir el sabor del por siempre en un bocado? Quiero creer


que cuando pruebes este helado así será. Lo frío y cálido, explote en
tu boca, y entiendas que el siempre sí existe, que nuestra historia es
un siempre. Una historia fría y cálida, suave y dura, pero sobretodo
dulce y refrescante. Y cualquiera que coma este helado estará probando
nuestra historia. Este es mi último gracias, y mi última promesa: no
importa qué, no importa cómo, mi amor es y será: un siempre».

Cerró la laptop, cientos de lágrimas derramándose de sus ojos. Había


visto cada video, recordado cada momento. Claro que no lo había
olvidado, ¿cómo podía hacerlo? ¿Cuántas veces había despertado
pensando que estaba en casa de nuevo? En el departamento de paredes
azul cielo. ¿Cuántas veces llegó somnoliento a la cocina esperando
encontrar a Matt?

Lo amaba, claro que lo hacía, pero un día había decidido irse, un día
solo no le importó romperle el corazón. ¿Con qué cara podía volver y
decirle que lo amaba, que todos esos años había vivido en una eterna
melancolía? Sonriendo sin de verdad sentirlo, durmiendo solo para
intentar soñar con él.

¿Iba a creerle que se emborrachó una noche antes de su boda y estuvo a


punto de tomar un avión y volver a su lado?

Había comenzado a hacer su vida solo porque eso es lo que todos le


decían que debía hacer. Porque él no estaba enamorado. Y se repitió lo
mismo tantas veces intentando convencerse. Sin embargo, un día,
decidió dejar de vivir en un mentira, hizo sus maletas y redactó su
carta de renuncia, pero ese mismo día Marie se apareció en su
departamento, ella, una compañera de trabajo, con la que había tenido
una sola noche de sexo debido a una de sus constantes borracheras,
ella con una prueba de embarazo. ¿Era el destino diciéndole que su
vida no estaba al lado de Matt?

Hizo lo que se supone debía hacer, establecer una relación, casarse,


ser un padre. Marie era buena, linda, dulce, claro que sería feliz con
ella, todos se lo decían y él se lo repetía constantemente. Sería
feliz, pero no importaba qué tan hermosa y buena fuera, ¿por qué al
besarla no se sentía igual que cuando besaba a Matt? ¿Por qué no era
lo mismo al tener sexo?

Fue su hermano quién lo arrastró del aeropuerto, cuando una noche


antes de la boda quiso escapar. Él tenía una responsabilidad, así que
la cumplió. Y la idea de tener un hijo no le desagradaba, pero
lamentablemente a los seis meses de embarazos su bebé murió. Fue un
golpe para ambos. ¿Podía él dejar a su esposa?
Marie estuvo deprimida por meses, quería ser madre y él no podía hacer
más que complacerla. Y mes a mes, año a año lo intentaron, él no
estando tan seguro de querer un hijo, pero era lo que debía ser. Sin
embargo, el embarazo no llegó. Y ahora estaba ahí, llorando dentro de
su auto, con la laptop en sus piernas, reconociendo que había perdido
tanto tiempo. El amor de su vida estaba al otro lado del mundo
sufriendo por su ausencia, aun amándolo. Ya era hora de dejar a un
lado al hombre que se supone debía ser, y ser el hombre que quería
ser.

Otro corazón se quebraría, y de verdad lo lamentaba, pero era hora de


intentar pegar los pedazos del corazón que era su todo.

***

La conversación había comenzado con recriminaciones sobre dónde


estaba, lo grosero que había sido al irse así de la cena, pero Marie
calló al ver sus ojos enrojecidos y la seriedad con la que le dijo que
debían hablar.

—Hay algo que no sabes de mí. Siempre te has quejado de que soy muy
reservado, de que sientes que te pierdes de una parte importante de
mí, y así es. He escondido la parte más importante de mí. Lo he
escondido de ti, de mis amigos y de mí mismo, pero ya no puedo seguir
haciéndolo. Porque esa parte de mí es en realidad tan hermosa, pura y
valiosa. Hace más de diez años conocí a un chico bastante tímido y que
ha sufrido mucho, un chico que vivía en un pequeño departamento con su
loro como única compañía, que no tenía amigo ni familiares. Un chico
con un corazón enorme y el alma más hermosa, yo me enamoré de él, aún
estoy enamorado de él. Se llama Matt, es el chico de las recetas que
sigue Anne, y yo soy ese ex novio del que él se está despidiendo.

Pensó que contar su historia sería difícil, que le costaría encontrar


las palabras. Lo cierto es que su corazón se moría por gritar todos
sus sentimientos reprimidos.

Marie lo escuchó sin interrumpirlo. Cuando culminó ella lloraba a la


vez que miraba en la computadora una foto donde salía la silueta de
Matt en la cocina, Gary estaba en el mesón comiendo lo que parecía ser
un mango. Nick había tomado esa foto una tarde, y la conservaba como
parte de sus recuerdos.

—No espero que me entiendas —dijo en voz baja—. Pero yo tengo que...

—Tienes que ir a su lado —exclamó con voz tranquila, como quién está
resignada a lo que ha de pasar.

Nick asintió quedamente.

—Créeme que no quería hacerte daño, te quiero, lo hago. Hemos estado


casados por...
—Entiendo —agregó interrumpiéndolo—. Nick, entiendo —alzó su mirada
llorosa para verlo—. Esa burbuja en la que vivías es lo que todos
buscamos en la vida. ¿Qué importa que tan podrido sea el mundo si tú
eres feliz? Te amo Nick, y habría querido que ese embarazo que nos
unió no hubiera terminado a los pocos meses de darse, habría querido
poder tener muchos hijos contigo y envejecer juntos, pero... ¿te amo
tanto como él? No lo sé. Y quiero sentirlo, y tú también mereces
vivirlo. No tienes que estar aquí dando explicaciones, ve allá y pasa
el resto de los días disculpándote por haberle dado la espalda a tu
felicidad, ve y deja todo tu ser armando esa burbuja de nuevo, entra
allí y no salgas, porque no necesitas nada más. Yo estaré bien, lo
haré.

Entre lágrimas se abrazaron una última vez.

Ella lo amaba, pero siempre tuvo ese sentimiento de que no sería


eterno. Siempre supo que él no la amaba realmente. Le dolería mucho su
partida, pero sabía que no moriría.

Cuando Nick dejó el departamento al cuál no volvería, con una pequeña


maleta en la mano, ella llorando tomó la laptop y le dio play al
primer video.

"Sé feliz Matt"

***

Estaba frente a la puerta que conocía bien, con la maleta en una mano
y una llave de tonos ocre en la otra. La llave que no devolvió, la
misma que todo ese tiempo estuvo guardada en su billetera. Tenía tanto
miedo de entrar y no encontrarlo, tanto miedo de ser demasiado tarde
para dejar de ser un idiota.

Ahí estaba luego de veintidós horas de vuelo, deseando que el


reencuentro fuera ideal como en sus sueños. Nunca fue religioso, pero
durante todo el viaje no hizo más que orar por una segunda
oportunidad, no lo merecía, pero lo necesitaba.

Presionó los ojos cuando por fin introdujo la llave y la giró, cuando
su mano sujetó el pomo y dándose cinco segundos de valor empujó la
puerta.

Era el departamento de sus sueños, con las paredes azul cielo, los
muebles beige llenos de cobijas de lanas, la mesita de madera en
medio, los cojines en el suelo, la televisión al lado del ventanal, la
jaula frente a la ventana. Era como haber despertado de una pesadilla,
saber que estaba ahí en un día de cualquier mes de hace siete años,
que tan solo estaba llegando del trabajo y cuando revirara lo vería a
él preparando algo en la cocina, con sus grandes suéteres, con el
cabello cubriendo su rostro, sonriéndole.

No quería revirar, no quería hacerlo si el resultado no era lo que


esperaba, si en vez de Matt encontraría una cocina solitaria. No supo
cuánto tiempo pasó, solo que en un momento respiró y se obligó a
contar mentalmente hasta diez para revirar. Cuando el conteo llegó al
final, lo hizo.

Sus ojos borrosos notaron unas luces, una laptop, pero especialmente a
un chico con un delantal blanco y un suéter gris debajo, los largos
cabellos castaños sujetos en un moño desordenado, y los más hermosos y
expresivos ojos avellana mirándolo con asombro, escepticismo, ilusión,
alegría y tristeza. Él, el chico con el que una vez se tropezó en un
día helado, estaba frente a él, con su piel porcelana y los ojos
llenos de lágrimas, y sujetando una espátula que pronto se resbaló de
sus manos, creando el estruendo que los sacó de su shock.

Era el Matt que amaba, tal vez más delgado y ojeroso, pero él no lo
notó, era el chico más lindo del mundo justo frente a él, por fin
después de tanto tiempo. Y el tiempo no había pasado, no para ellos
dos.

—¿Nick? —preguntó en una voz tan baja que casi fue un susurro.

Esa voz, amaba esa voz y lamentaba saber que la estaba olvidando; el
timbre exacto entre infantil y varonil, entre delicada y fuerte.
Movido por esa voz soltó la maleta y en zancadas llegó a su lado. Se
detuvo solo a centímetros, observándolo como si fuera un milagro.

—Hola. Feliz cumpleaños —dijo. Era un completo desastre de lágrimas y


sorbidos. De seguro no era al Nick que Matt recordaba, pero no le
importaba.

—Hola.

Matt parecía no creer lo que veía, sonreía y lloraba. Él no podía


dejar de pensar lo hermoso que era, necesitaba tocarlo, así que lo
envolvió en un fuerte abrazo, uno que le recordó tanto a la despedida
que tuvieron. Eran siete años de no sentirlo, ¿cómo pudo vivir tanto
tiempo lejos de él?

Buscó sus labios, unos que le correspondieron al instante.

Eso es de lo que hablan los poemas y canciones, es lo que mueve al


mundo, la chispa que hace que vivir valga la pena, el amor. Esa era su
burbuja.

—Te amo, te amo, te amo

A solo centímetros de distancia, tomando su rostro, acariciando sus


mejillas, sintiendo la suavidad de sus cabellos, observando al dueño
de su corazón, confesó lo que su corazón supo desde el día que le dio
su primer beso, lo que su mente reconoció en su primera noche juntos,
lo que su alma entera deseó cada día después, pero que por cobardía no
se había atrevido a decir.

—Perdóname, perdóname, perdóname —rogó entre sollozos, las palabras


enredándose en su lengua—, perdóname por habernos hecho daño a ambos,
por ser...hum —Existían tantas palabras de significados horribles para
definirlo, pero no lograba decidirse por una, no cuando al fin,
después de tanto tiempo había vuelto al lugar al que pertenecía—...
usa la peor palabra que se te ocurra.

Ahí entre sus brazos Matt sonrió, y supo que mataría por escuchar esa
sonrisa por siempre.

—¿Un badulaque? —comentó en broma.

—¡¿Qué?! No sé qué sea eso, pero de seguro es algo peor, mucho peor.
—Tenemos tiempo para encontrar la palabra correcta.

Por años vivió de recuerdos y ahora el chico que amaba estaba a su


lado, lloroso, pero feliz. A lo mejor Matt no se daba cuenta, pero
estaba aferrado a su camisa, como esperando que no desapareciera de la
nada.

—¡Dios! ¡Te amo tanto!

Tomándolo de la cintura lo sentó encima del mesón de la cocina, sintió


que alguna de esas luces Led que los rodeaba se cayó pero no le
importó. Quería saborear sus labios por siempre.

—Nunca más me alejaré y ahora sí hablo en serio.

Claro que no lo haría. No podría alejarse de él jamás.

—¿Qué hay de tu historia de amor? —preguntó Matt de pronto, seguía


aferrándose a su camisa, observándolo con ansias.

—Tú eres mi historia de amor —afirmó mirándolo directamente—, ¿hay una


mejor historia que esta? El patán que fue a hacer un acto de caridad y
terminó perdidamente enamorado de la mejor y más bella persona del
mundo entero, el que dañó su laptop y la de su hermana para tener un
pretexto para verte, el que se inventó eso de dar clases para hacer
amigos solo para no alejarme de ti, el que inventó otras tantas cosas
para tener una excusa para besarte, el que se fingió ebrio solo para
hacer el amor contigo. El idiota que se fue pero volvió gracias a unos
videos de recetas. ¿Hay una historia más linda y más trágica?

—La de Titanic, Romeo y Julieta.

—No, ellos no nos ganan.

Entre risas volvieron a besarse, ¿había algo mejor?

—Ese día, nuestro último día dijiste «te amo aunque no importe», y
estuve frente al ascensor por horas deteniendo a mis piernas para no
regresar y decirte que tu amor es lo único que me importa.

***

Cuando Nick se fue por segunda vez, se llevó con él sus ganas de
vivir. Y fue un zombi por gran parte de todos esos años. Buscando
pasar el tiempo de cabeza en el trabajo, negándose a cocinar de nuevo.
Saliendo de vez en vez para cumplir su parte de la promesa.

A veces pensaba que habría sido menos doloroso vivir de ilusiones a


que de recuerdos. Haberlo tenido todo y perderlo era más trágico que
haber vivido sin nada.

Vivió de videos, de fotos, de conversaciones imaginarias, de largos


sueños de los que era difícil despertar. Y así se pasó la vida, hasta
que un día recibió una noticia que no se le hizo tan amarga, hasta que
ese día entre lágrimas entró a la cocina y en su nevera estaba aquel
último cupcake congelado que le hizo a Nick. Todos sus recuerdos
estaban acompañados de sabores, y había entendido que podía vivir
solo, pero no sabiendo que él lo había olvidado, no quería ser
olvidado.

Fue por eso que decidió subir aquellos videos, tal vez algún día el
destino llevaría a Nick hacia ellos y en cada bocado recordaría su
historia, y sabría que no todo había sido malo. Quería que recordara
aquellos años igual de lindo y valioso, como él lo hacía.

Y de pronto muchas personas se interesaron en los videos, lo seguían y


le dejaban comentarios, sintió que cumplió con una parte de su
promesa: ahora tenía muchos amigos. Amigos que no habían visto su
cara, pero sí seguían su historia, que admiraban su comida y que
parecían quererlo también a él.

Sí, se ilusionó con que Nick viera los videos, más de una vez soñó con
ver una manita arriba de parte de él, con encontrarse algún
comentario, o incluso verlo en su departamento, pero todo era tan
utópico que aún no sabía si este momento de Nick abrazándolo y
besándolo era real o solo se había desmayado y estaba dentro de uno de
esos tantos sueños que solía tener. Por eso se aferraba a la camisa de
Nick, no quería soltarlo, no toleraría que desapareciera de nuevo.

Hace siete años nadie lo abrazaba, así que cuando sintió el calor del
cuerpo de Nick sus piernas flaquearon. Sus labios de pronto fueron
secuestrados y no supo siquiera cómo pudo corresponder, pensaba que ya
no sabía ni besar, pero no importó, era Nick y todo su cuerpo sabía
reaccionar a él.

¿Flotar? Besar a Nick y estar entre sus brazos era algo mejor que eso.
Era ser trasladado a un mundo mágico, uno donde lo malo no existía y
el único problema era tener que separar sus labios para tomar aire.

Nick le pidió perdón, más él no tenía nada que perdonarle, jamás


sintió que Nick le debiera nada. Le dijo «te amo», y claro que su
corazón brincó y aún seguía vibrando, porque algo que podía tomarse
como un milagro, pasó. Hace siete años atrás de haberlo escuchado no
lo habría creído, ¿cómo era posible que alguien de la clase de Nick
amara a alguien tan bajo como él? Pero cuando lo escuchó, cuando esas
palabras fueron pronunciadas con ese brillo en los ojos, con la
presión de sus manos en su rostro, con un tono de voz sincero y
desesperado, entendió algo que su mente no había reconocido hasta
ahora: Nick siempre supo que él lo amaba, y él siempre supo que Nick
también lo hacía. Sin embargo, ninguno fue valiente para enfrentar esa
linda realidad.

Sintió que llegaron a la cama cuando su espalda chocó contra el


colchón, ni siquiera se había dado cuenta de haber sido cargado por
Nick. Sus nudillos estaban hasta morados de la gran presión que
ejercía sobre la camisa oscura, lo vio sonreír pero él solamente no
podía soltarlo.

—No iré a ningún lado, lo juro. Y sé que soy conocido por romper mis
promesas, pero que me muera si llego a defraudarte una vez más.

El calor era extremo y la ropa ardía en el cuerpo, así que lo soltó


solo hasta que entre jalones se deshicieron de aquello que les impedía
tener un contacto completo. Sentía los besos de Nick ser esparcidos
por su cuello, su boca, y cada parte de su cuerpo. Eran tantos años
separados que podía compararse con su primera vez, solo que era mejor
porque ya no sentía nervios ni temor, ya no pensaba en si era correcto
o no, o sentía vergüenza por su físico. Amaba sentir el cuerpo desnudo
de Nick contra el suyo, y amaba que Nick a su vez estuviera
disfrutando del suyo. Ambos se pertenecían y eso sus cuerpos lo
sabían.

Él también tocó, él también besó, con un ardiente deseo empujó a Nick


contra el colchón para poder él también disfrutar de besar el cuerpo
de Nick, antes solía ser muy cohibido y nervioso, pero ya no más.

—¡Wow! Me encanta este nuevo tú —comentó Nick realmente muy emocionado


de sentir la excitación de Matt.

—No quiero arrepentirme nunca más de no haber hecho algo —dijo entre
beso y beso—. Cuando te fuiste no hubo día que no pensara: debía haber
hecho esto o aquello, debí haberme arrodillado y rogado que no se
fuera, no debí ser tan tímido o aburrido.

—No, nada fue tu culpa, yo soy...

—Lo sé, lo sé. Aun así no quiero tener tantas cosas en mi mente y no
hacerlas o decirlas. Así que de ahora en adelante todo lo que sienta,
todo lo que quiera o me moleste te lo diré.

—¿Y qué quieres?

Todo lo que siempre deseó estaba ahí, justo debajo de él, sonriendo,
sonrojado, desnudo y perfecto. Esperó unos segundos para mirarlo a los
ojos y decirle exactamente lo que quería.

—Quiero que no te vayas ni por esta noche, ni mañana, ni pasado, ni


más allá. Quiero que estés conmigo cada día. Quiero que me abraces
cuando el frío llegue y me digas que me amas. Quiero que me continúes
abrazando cuando el miedo se apodere de mí. Quiero que estar entre tus
brazos sea mi último recuerdo. Y quiero que hagamos el amor en este
momento.

—Deseo concedido —dijo sonriendo. Por siempre amaría esa sonrisa—. Yo


traje cosas de sexo.

—¡Nick!

Regañó apenado, ¿jamás se le olvidaría eso?

Nick no demoró en cambiar los papeles para quedar de nuevo arriba,


presionando sus manos sobre su cabeza. ¿Cómo no creer que era lindo
cuando Nick lo miraba así?

***

—Tengo miedo —comentó él.

Habían culminado su primera faena, todo había sido tan místico, tan
perfecto. Y estando al lado de Matt, con sus cuerpos enredados y
sudorosos, con la reciente satisfacción del sexo, con él entre sus
brazos, sintiendo los latidos acelerados de su corazón, supo que era
feliz, demasiado feliz, y la felicidad no es un siempre. Podía saber
que Matt no estaba bien, había algo que ocultaba, y eso le aterraba.

—¿De qué? —preguntó Matt con voz ronca.


—De que nuestra historia sea demasiado corta. No quiero estar en un
mundo en el que tú no estés. No quiero pensar en abrazarte cuando el
frío y el miedo lleguen. No quiero pensar en la no existencia de un
mañana. Tú te estabas despidiendo y yo...

—¡Shu! Hoy te dije hola, ¿no? No quiero una larga vida, me conformo
con una corta a tu lado, y no ha sido tan corta en realidad —intentó
bromear.

—Matt, ¿qué pasa?

—Hoy no. Esta noche disfrutemos, por favor. Nuestra felicidad está en
el presente, olvidemos el futuro. ¿Y sabes por qué podemos olvidarnos
del futuro?

Él negó.

—Porque pase lo que pase en el mañana hay algo seguro: yo siempre te


estaré amando, como sea lo haré.

—Nuestro amor es un siempre, ¿no?

—Así es.

No era suficiente, no era fácil pensar que tal vez tenían menos tiempo
del que imaginaba, y que había perdido tanto en ser el tonto que vivía
por lo que dijeran u opinaran los demás. La vida no podía ser tan
injusta para llevarse a Matt.

***

Se asustó cuando al despertar no sintió a Nick a su lado, pero resultó


que él solo estaba en el baño. No era un sueño, estaba viviendo su
realidad y por primera vez la realidad estaba siendo mejor que la
ficción.

Le haría el desayuno a Nick y estaba contento por ello, pero al llegar


a la cocina todo era un desastre de focos de luz en el suelo, ollas
tiradas y una laptop abierta. Palideció cuando recordó lo que estuvo
haciendo antes de la llegada de Nick.

—¡Oh por Dios! —exclamó cuando alcanzó a encender la laptop.

—¿Qué ocurre? —preguntó Nick llegando con el cabello húmedo y solo


unos pantalones como vestimenta.

—Yo... yo... estaba grabando un video en vivo cuando tú llegaste y...


¡Oh por Dios!

Su video estaba de número uno en tendencia mundial, el número de


comentarios que había era imposible de contar, y seguía subiendo y
subiendo.

Nick le dio play al video y comenzaron a verlo. Todo iba bien, él


estaba enseñando a hacer unos rollos primavera, la cámara solo captaba
la parte media de su cuerpo, lo que había en la mesa junto con su
torso. Cuando llegó Nick todo lo que se veía era a él dándose la
vuelta y quedarse estático, como él jamás hablaba no le dio
importancia a silenciar el micrófono de la laptop, incluso tenía una
canción de fondo, pero en el video podía escucharse claro su Hola, y
algo lejano el Hola de Nick.

Sus mejillas ardieron al ver que sus seguidores vieron las manos de
Nick envolverse en su cintura, ni siquiera recordaba que Nick no había
esperado en meter las manos debajo de su suéter exponiendo parte de su
piel. Sí, solo se veían partes de su torso y pantalones, pero el audio
había captado toda la conversación. Se podía escuchar los faros
cayendo, y por un momento solo se enfocaban los glúteos de Nick, por
suerte no fue allí donde se quitaron la ropa.

Los comentarios eran de emoción, incluso habían comenzado a dejar


insultos para Nick, de cuando él dijo que buscara la peor palabra para
describirlo.

—Tus fans sí que conocen malas palabras —comentó Nick haciéndolo reír.

El video culminó cuando en algún momento la laptop se quedó sin


batería. Pero sus seguidores en los comentarios pese a no ver nada
comenzaron a escribir qué podían escuchar gemidos al fondo, y en los
comentarios continuaron relatando lo que según ellos pasaba.

Matt bien podía ser enterrado en ese momento, aunque no, aún no era el
momento, no cuando apenas tenía a Nick.

—Bien, es hora de cerrar el canal.

—¡No! —gritó Nick arrancándole la laptop—. Eres famoso. Además,


¿nuestra historia no que tiene que ser eterna? Este no es el final de
nuestras recetas, ahora es que nos quedan muchas por vivir.

—Así es, —le dio la razón emocionado— como la de hoy, el desayuno


satisfacción.

—Quiero muchas órdenes de ese platillo por favor.

Aunque antes la duración de su vida no le importaba, lo cierto es que


con Nick sentado en el taburete de su cocina, esperando ser
alimentado, supo que sí, quería más recetas en su vida. Deseó que la
vida le regalara un poco más de tiempo, en realidad no estaba y jamás
estaría preparado para decirle adiós al gran amor de su vida.

***

Y sí que tenían muchas recetas por vivir, muchos sabores qué probar y
con suerte la mayoría de esos sabores serían dulces y no amargos, e
incluso con los amargos pudieron lidiar, porque se tenían el uno al
otro y un amor capaz de romper las más fuertes barreras.

Los fans de Matt nunca dejaron de apoyarlo, no cuando conocieron su


rostro y supieron su historia, al contrario, su apoyo y amor aumentó;
y eventualmente comenzaron a aceptar a Nick, incluso lo ayudaron en su
ingeniosa pedida de matrimonio. Él lo había dicho: encontrarás a
alguien que te ame y se lo gritará al mundo. Y él lo hizo, el mundo
entero supo que él amaba a Matt, y que era el hombre más feliz del
mundo porque su amor era correspondido.

Matt quiso creer que había contribuido en algo a que ese mundo podrido
en el que nació y creció comenzara a entender lo que la verdadera
belleza implica, y tal vez otros de su clase podrían encontrar algo de
luz en el mundo donde la vanidad lo era todo. Por su parte, la vida le
había dado a su ángel guardián, Nick había entendido que la belleza se
encuentra en el corazón, y eso era todo lo que Matt necesitaba.

Y cada día luego de su reencuentro fue motivo de celebración, vivieron


cada día como si celebraran sus cumpleaños, año nuevo, navidad, o
cualquier día festivo. Vivieron cada día sin pensar en el mañana, como
si el presente fuera su última oportunidad de demostrar cuanto se
amaban. Vivieron en su burbuja y hasta metieron a más personas a ella.
Aprendieron a vivir aún con la sombra de la muerte acechándolos,
sabiendo que el futuro sería bueno, porque allí estaba su amor que era
un siempre.

«Tal vez uno de los mayores logros de mi vida es haberles demostrado


que la verdadera valía de un platillo no está en su aspecto sino en su
sabor. Hay quienes disfrutan seguir recetas, pero yo siempre disfruté
crearlas. Hay quienes se toman el derecho de decidir lo que es
aceptable o no, y yo fui desechado a la lista de los no deseados, por
eso, gracias Nick por haberme dado la oportunidad de mostrarte mi alma
y por haberla amado en cambio, por tú también ser un creador de
recetas.

Gracias a ustedes, mis seguidores, por haber sido esos amigos que
siempre soñé tener y que llegaron a mí en la etapa final de mi vida.
Estoy convencido que la vida se vuelve más brillante justo antes de
extinguirse. Soy feliz gracias a todos ustedes, y solo puedo decir que
busquen su felicidad y no tengan miedo de alcanzarla, no duden en
soñar porque los milagros sí suceden.

La muerte creo que más que un final es un inicio. Sepan que pase lo
que pase, yo estaré en una pequeña cocina de paredes azules,
acompañado de un loro que se llama Gary, con mucha comida alrededor,
ideando nuevas recetas, esperando que llegue el amor de mi vida. Y de
verdad espero que se demore mucho, mucho en llegar. Tal vez algún día
nos volvamos a ver, pero mientras, recuerden que yo vivo en los
bocados de cada una de mis recetas.

Gracias por ser los asesinos de uno de mis más grandes enemigos: la
soledad. No nos olviden jamás a Gary a mí, ni a Nick. Sobre todo a
Nick, denle mucho amor a él, lo necesitará.

Buen apetito, buen provecho, y como hoy, ayer y siempre: Bened Días,
Nick. Te amo».

Fin

Nota de autor: 
¡Llegamos al final! El epílogo lo subiré en la tarde noche. Ahí les
dejaré mi despedida de este 2020. 

Hoy estoy algo depresiva, los últimos dos días han pasado cosas feas
en mi casa. Así que hoy no pinta ser un día muy lindo, aunque me
subiré los ánimos yo misma. Matt me ha enseñado que uno puede
sobrevivir a los peores momentos. 

Esta novela se lleva una parte importante de mí. Matt y Nick no dejan
de vivir en mi cabeza, allí ellos son eternos, y espero que ahora se
hayan ganado un lugar en los corazones de todos ustedes. 

Otra cosa, en la versión en físico colocaré los comentarios de los


seguidores de Matt cuando Nick llega al departamento, así que please,
acá dejen los comentarios que habría dejado si fueran seguidores del
canal de Matt, por ejemplo, el insulto perfecto para Nick. ¿Se animan?
Así en la versión en físico colocaré sus comentarios junto con su
nombre, tendrán una aparición flash en la novela. 

Los quiero!!!!!! Y a preparar pañuelos y a tomar más agua para el


epílogo jajaja. 

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