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INTRODUCCIÓN
La seguridad alimentaria será un reto mundial en los próximos años. Para 2050 habrá que
alimentar alrededor de 9.000 millones de personas aproximadamente, que adicionalmente
demandarán otra serie de productos agroindustriales. El país tiene en este campo una
oportunidad y, sin duda, un gran reto. Colombia tiene disponibilidad de tierras, diversidad
en suelos y climas, una gran riqueza en recursos hídricos y naturales, el potencial de
mantener una producción durante todo el año, un capital humano creativo y un amplio
territorio que hasta hace poco era inaccesible. La cadena agroindustrial involucra muchos
sectores económicos de forma directa e indirecta; por lo tanto, para aprovechar estas
oportunidades se debe avanzar de manera conjunta en el marco de un trabajo
interinstitucional público - privado, que fomente modelos de producción eficientes y
articulados entre todos los eslabones de la cadena, para fortalecer aspectos positivos y
superar las brechas existentes. Históricamente, el sector agropecuario ha sido una de los
principales motores del desarrollo económico colombiano. Con un aporte alrededor del
10% del PIB, una contribución del 21% en las exportaciones, una generación del 19% del
empleo total del país y un enorme potencial sustentado en ventajas competitivas y
comparativas. El reto está en aprovechar estas oportunidades tomando una visión de
cadena global, realizando una gestión sostenible de los recursos; suelos, hídricos, entre
otros, y creando los incentivos adecuados para mejorar la productividad de todos los
eslabones. Al lograr esto, Colombia podría pasar de ser el país número 30 al décimo lugar
en el mundo, en producción agroindustrial. El sector agropecuario en Colombia es un
escenario de gran atractivo mundial para la inversión extranjera directa.
Comercio exterior
La cadena agroindustrial representa en Colombia 19,4% de las exportaciones, y en 2016
registró una caída de -1%, comportamiento relativamente favorable frente a la contracción
de -13% observada en las exportaciones totales (Tabla 1).
Frente al reto mundial de satisfacer la demanda de 9.000 millones de personas para el año
2050, se abre una gran oportunidad de desarrollo para la cadena agroindustrial en
Colombia, aprovechando su riqueza en recursos naturales y su localización privilegiada,
sumado a la existencia de experiencias previas y capacidades productivas demostradas en
varios sectores. Según la FAO, Colombia es uno de los países con mayor disponibilidad de
tierras para uso agrícola en el mundo, sin afectar el área de bosque natural, y se ubica en
el puesto 22 de 223 países evaluados (Vélez, et al. 2010).
De acuerdo con el Tercer Censo Nacional Agropecuario del DANE, de 2014, para el 2013
Colombia tenía 42,3 millones de hectáreas en uso agropecuario, de las cuales 8,4 millones
de hectáreas cultivadas, donde alrededor de 7,1 millones de estas corresponde a cultivos,
equivalente al 16,8% del total del área cultivada y al 6,3% del total del área nacional, el
mayor porcentaje del área de uso agropecuario corresponde a pastos con cerca de 33,8
millones de hectáreas, correspondiente al 80%, y el área de cultivos restante corresponde
a infraestructura agropecuaria, terrenos de descanso y barbecho.
El Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC), establece que Colombia tiene 22 millones
de hectáreas con vocación agrícola, considerando éste aspecto como el más relevante para
potenciar la agroindustria en Colombia, por lo tanto es allí donde se presenta una gran
oportunidad para el desarrollo rural del país (Tabla 2).
Tabla 2. Prospectiva de áreas para uso agropecuario, forestal y en recursos naturales para
Colombia (IGAC, 2016)
La disponibilidad de recursos hídricos en Colombia es una de las más altas del mundo. Con
cerca de 45.402 metros cúbicos per cápita de agua al año, el país se ubica por encima del
promedio en Suramérica y muy por encima de otras regiones como Norteamérica, Europa
y Asia. Al interior de Latinoamérica, el país cuenta con la mayor tasa de precipitación anual
(2.708 mm/año). En el recurso hídrico Colombia tiene una oportunidad, pero también un
reto. Tenemos, entonces, un país con una amplia disponibilidad de tierras con vocación
agrícola; con una ventaja comparativa en recursos hídricos, y, atravesando un momento
histórico: la etapa de posconflicto, que permite el desarrollo económico y social de regiones
que anteriormente eran inaccesibles. En estas condiciones el impulso a la agroindustria es
una oportunidad para acercar la población rural y dotar al campo de bienes públicos y
actividades complementarias para que se desarrolle de manera sostenible y se convierta
en una fuente de crecimiento económico y social para el país.
Para que este potencial sea aprovechado de manera conjunta es importante implementar
modelos de producción eficientes y articulados entre todos los eslabones de la cadena para
fortalecer aspectos positivos y superar las brechas existentes. De esta manera podremos
soñar con una cadena agroindustrial moderna que se inserte a las cadenas globales de
valor haciendo uso de la innovación, la tecnología, la biodiversidad y en el marco de lo que
hoy se denomina la bioeconomía o generación de valor en el origen, con viabilidad
económica, social y ambiental. La producción de alimentos sin duda alguna será un factor
fundamental en la posición geoeconómica y política en el mundo para las próximas
generaciones. Colombia tiene la oportunidad de ser uno de los protagonistas en este nuevo
capítulo.
La perspectiva de cadena siempre ha sido parte del desarrollo normal de los negocios en
los que empresas de diferentes sectores económicos están vinculadas entre sí por
relaciones de tipo proveedor-cliente-proveedor. Desde la teoría de la ventaja competitiva
de Michael Porter (1985), la cadena de valor es un poderoso mecanismo de análisis y de
planificación estratégica que facilita identificar debilidades y fortalezas en cada eslabón y
establecer intervenciones focalizadas. En este sentido, el punto de partida en el análisis de
la política de desarrollo productivo necesariamente tiene que ser la concepción de cadena
de valor. La agroindustria en su sentido más amplio se ilustra a continuación en la Figura
5, donde aparece la cadena con sus diferentes eslabones.
Recursos hídricos
El agua es una de las necesidades humanas básicas e indispensables en casi todas las
actividades, como agricultura, energía, industria y minería. Debido a sus impactos en la
salud, la equidad de género, la educación y los medios de sustento, la gestión de este
recurso es esencial para lograr un desarrollo económico sostenible y aliviar la pobreza
(Banco Mundial, 2014). De acuerdo con el Banco Mundial, actualmente, 70% del agua que
se extrae a nivel mundial se destina a la agricultura. Para alimentar a 9.000 millones de
personas en 2050 se requerirá un aumento de 60% en la producción agrícola y de 15% en
la extracción de agua. De seguir con las prácticas actuales, el mundo enfrentará un déficit
del 40% entre la demanda proyectada y el suministro de agua disponible a fines de 2030
(Banco Mundial, 2016). En lo que respecta a Colombia, con base en la Misión de
Crecimiento Verde del DNP, el sector agrícola requerirá para este propósito el incremento
en un 43% de las hectáreas sembradas respecto a 2015 y un incremento en la demanda
de agua por parte del sector productivo de 187.859 millones de m3, equivalente a un
aumento de 64,5% entre 2015 y 2030. A pesar de los recursos hídricos con que contamos,
tenemos un sistema ambientalmente frágil, debido principalmente a la alta estacionalidad
en la oferta de agua y a que los suelos son susceptibles a la degradación por erosión,
compactación, desertificación, acidificación y presentan un alto nivel de endemismo. En
este sentido, para crecer de manera sostenible se debe hacer una gestión eficiente de los
recursos hídricos, considerando la disponibilidad, calidad y distribución del agua y su
asignación sobre la base de necesidades económicas, sociales y medioambientales. Con
relación a la disponibilidad del recurso hídrico en el país es muy importante siempre referirse
de manera independiente, pero correlacionadas a las cinco grandes áreas hidrográficas que
posee el territorio como son: Magdalena-Cauca (Andina), Pacífica, Caribe, Amazonas y
Orinoquía, cada una con zonas y subzonas hidrográficas completamente diferenciadas una
de otra y con circunstancias de oferta, demanda y calidades muy específicas. De acuerdo
al Estudio Nacional del Agua 2014 del Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios
Ambientales (Ideam), Colombia posee aproximadamente 737.000 cuerpos de agua entre
ríos, quebradas, caños y lagunas, alimentados principalmente por 3.245 Km 3 promedio de
lluvia anual, de los cuales el 62% (equivalentes a un volumen de 2.012 Km 3 se convierte
en escorrentía superficial, es decir, en 1.764 mm de agua que escurren por el suelo,
generando un caudal medio de 63.789 m3/seg que drenan por las cinco grandes áreas
hidrográficas.
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