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Por la señal, de la Santa Cruz de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración de San Agustín, por la Pasión de Jesús.

Oh Dios, que por la redención del mundo quisisteis nacer y ser circuncidado, ser reprobado y
entregado con el beso del traidor Judas; ser atado con sogas y llevado como inocente cordero; ser
ignominiosamente presentado delante de Anás, Caifás, Pilato y Herodes; ser acusado por testigos
falsos; ser maltratado con oprobios y azotes, y escupido, y herido con una caña; ser vendado y
despojado de las vestiduras; ser levantado en la cruz entre ladrones; ser herido con una lanza,
Señor, por esta santísima muerte  libradme de las penas del infierno y llevadme donde llevasteis al
buen ladrón, crucificado con Vos, pues vivís y reináis con el mismo Dios Padre y el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.

Acto de Contrición

«Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y redentor mío; por ser Vos quien
sois, Bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos
ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de
vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme, y cumplir la penitencia
que me fuere impuesta. Amén».

Oración:

Señor mío Jesucristo; que a todos los que queremos seguirte nos invitas a tomar cada uno la Cruz
que tu providencia nos destina en esta vida, y a llevarla con ánimo y abnegación detrás de ti: ¡Oh
buen Maestro! que para darnos ejemplo tomaste ti la más pesada de todas las cruces, y
caminando delante de todos, nos invitaste a seguirte con las nuestras, danos tu luz y tu gracia al
meditar en este Vía Crucis tus pasos para saber y querer seguirte.

Y tú, ¡Oh, Madre de los Dolores! inspíranos los sentimientos de amor con que acompañaste en
este camino de amargura a tu divino Hijo.

1- Primera estación: Jesús es condenado a muerte.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según san Marcos 15,12-13.15

Pilato tomó de nuevo la palabra y les preguntó: «¿Qué hago con el que llamáis rey de los judíos?»
Ellos gritaron de nuevo: «Crucifícalo». Y Pilato, queriendo complacer a la gente, les soltó a
Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo crucificaran.

Reflexión: Ante Pilato, que ostenta el poder, Jesús debía de haber obtenido justicia. Pilato tenía en
efecto el poder de reconocer la inocencia de Jesús y de liberarlo. Pero el gobernador romano
prefiere servir la lógica de sus intereses personales, y se somete a las presiones políticas y sociales.
Condenó a un inocente para agradar a la gente, sin secundar la verdad. Entregó a Jesús al suplicio
de la cruz, aun sabiendo que era inocente… antes de lavarse las manos.
En nuestro mundo contemporáneo, muchos son los «Pilato» que tienen en las manos los resortes
del poder y los usan al servicio de los más fuertes. Son muchos los que, débiles y viles ante estas
corrientes de poder, ponen su autoridad al servicio de la injusticia y pisotean la dignidad del
hombre y su derecho a la vida.

San Agustín expresa en el comentario a los salmos 95, estas palabras: «(…) los hombres se
hallaban cautivos bajo el dominio del diablo (…) Se pudieron vender, pero no redimir. Vino el
Redentor, y pagó el costo; derramó su sangre y compró el orbe de la tierra. Me preguntaréis:
«¿Qué compró?» Mirad lo que dio y sabréis lo que compró. La sangre de Cristo es el precio.
¿Cuánto vale? Todo el orbe, todas las gentes»

Oración: Señor y Dios nuestro, tu mártir santa Magdalena de Nagasaki predicó sin desfallecer tu
Evangelio, siendo condenada a muerte, derramando su sangre en supremo acto de amor por ti.
Concédenos, por su intercesión, ser fieles testigos de tu Palabra, No permitiendo que la injusticia
lleve a los inocentes a la desesperación y a la muerte. Amén

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

2- Segunda Estación: Jesús con la cruz acuesta.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Lectura del Evangelio según San Juan 19,17

Y él, cargando su cruz, salió al lugar llamado de la Calavera, y en hebreo, Gólgota.

Reflexión: El hecho de que, después de ser entregado para la crucifixión, llevó él mismo la cruz,
nos dejó una muestra de continencia y, al ir él delante, indicó qué ha de hacer quien quiera
seguirle. Idéntica exhortación la hizo también verbalmente cuando dijo: Quien me ame, que tome
su cruz y me siga. Llevar la propia cruz equivale, en cierto modo, a gobernar la propia mortalidad.
(Del sermón 218).

Oración: Señor Jesús, concédenos que obtengamos de ti la fuerza para poder llevar nuestra cruz a
como lo hizo santa Clara de Montefalco, quien vivió una espiritualidad centrada en tu pasión y
devoción a la cruz. Dedicándose con amor a la Iglesia, a sus hermanas de comunidad y a los
necesitados. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).


Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

3- Tercera Estación: Jesús cae por primera vez.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Lectura del profeta Isaías 53,5

Pero Él fue traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Nuestro castigo
saludable cayó sobre Él, sus cicatrices nos curaron.

Reflexión: Deslizando y subiendo por las calles de Nazaret, Jesús, tropezó una y otra vez: de la
fuente hasta la casa, de las mieses a la sinagoga o del juego hasta el taller. Mas siempre entendió
que, una experimentada mano, paternal y amorosa, le habría de levantar. Es la misma, la que, en
estas horas de ascenso hasta el calvario, la siente sobre su hombro otra vez: ¡ánimo, hijo, soy José!
¡Todo sea por la voluntad de Dios! (Del Viacrucis con San José)

San Agustín comenta en el sermón 51 : Que San José es verdadero padre de Jesús porque la
adopción hace que “La paternidad no se funda en la libídine, sino en el afecto de la caridad”.

Oración: Señor Jesús, levántanos de nuestras caídas, reconduce nuestro espíritu extraviado a tu
Verdad. Concédenos, Señor, como San José, abrirnos a la acción de tu Santo Espíritu, de modo que
cultivemos en nuestras vidas la escucha y el amor. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

4- Cuarta Estación: Jesús encuentra a su madre.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Lectura del Evangelio según san Lucas 2,34-35.51b

Simeón los bendijo y dijo a María, su madre: «Éste ha sido puesto para que muchos en Israel
caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción, y a ti misma una espada te traspasará
el alma, para que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones». Su madre
conservaba todo esto en su corazón.

Reflexión: Herido y sufriendo, llevando la cruz de todos los hombres, Jesús encuentra a su madre
y, en su rostro, a toda la humanidad. Ahora, mientras lleva la cruz, la encuentra. Jesús sufre al ver
a su madre afligida, y María viendo sufrir a su Hijo. Pero de este común sufrimiento nace la nueva
humanidad.

Solo esa única mujer es madre y virgen a la vez no solo espiritual, sino también físicamente.
Espiritualmente no es madre de nuestra cabeza, el Salvador en persona, de quien más bien nació
ella, porque a todos los que creen en él, entre quienes está también ella, se les llama con razón
hijos del esposo; pero sí es madre de los miembros de Cristo, nosotros mismos, porque con su
caridad cooperó a que naciesen en la Iglesia los fieles que son los miembros de aquella cabeza.
Físicamente, en cambio, es madre de la cabeza misma. Convenía, pues, que nuestra cabeza, por un
extraordinario milagro, naciese de una mujer físicamente virgen, para significar que sus miembros
habían de nacer espiritualmente de la Iglesia virgen. (Tomado De la Santa Virginidad, capítulo VI
sobre María y la Iglesia)

Oración: Te suplicamos, oh Santa llena de gloria, siempre Virgen, Madre de Dios, Madre de la
Consolación y correa que eleves nuestra oración a la presencia de tu amado Hijo para que perdone
nuestros pecados y haga que en estos tiempos difíciles nuestras familias sean lugar de tu
presencia, de modo que nuestros sufrimientos se transformen en alegría. Sé tú la fuerza de
nuestras familias y haz que sean oasis de amor, paz y serenidad, a imagen de la Sagrada Familia de
Nazaret. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

5- Quinta Estación: El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la cruz.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 26

Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le
cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.

El encuentro de Jesús con Simón de Cirene es un encuentro silencioso, una lección de vida: Dios no
quiere el sufrimiento y no acepta el mal. Lo mismo vale para el ser humano. Pero el sufrimiento,
acogido con fe, se trasforma en camino de salvación. Entonces lo aceptamos como Jesús, y
ayudamos a llevarlo como Simón de Cirene.

En el sermón 358 A, san Agustín explica qué es la misericordia.

Una cierta miseria contraída en el corazón. La misericordia trae su nombre del dolor por un
miserable, la palabra incluye otras dos: miseria y corazón. Se habla de misericordia cuando la
miseria ajena toca y sacude tu corazón” Es la compasión que experimenta nuestro corazón ante la
miseria de otro, sentimiento que nos compele, en realidad, a socorrer, si podemos”. De manera
que la misericordia conlleva la benevolencia del que acepta cargar con el otro, porque éste no es
feliz; se deja tocar, se deja sacudir e interpelar por su miseria, la acoge y desea remediarla.

Oración: Señor Jesús, tú has hecho que el hombre tomara parte en llevar tu cruz. Nos has invitado
a compartir tu sufrimiento y propagar tu reino. Siguiendo el ejemplo, de San Alonso de Orozco y la
Beata Magdalena de Albrici, también nosotros seamos tus discípulos para llevar tu cruz todos los
días y podamos extender tu reino acá en la tierra; con alegría y esperanza. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Sexta Estación: La Verónica enjuga el rostro de Jesús


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de los Salmos 27,8-9

Oigo en mi corazón: «Buscad mi rostro». Tu rostro buscaré, Señor. No me escondas tu rostro. No


rechaces con ira a tu siervo, que tú eres mi auxilio; no me deseches, no me abandones, Dios de mi
salvación.

Reflexión: La Verónica te ha buscado en medio de la gente. Te ha buscado, y al final te ha


encontrado. Mientras tu dolor llegaba al extremo, ha querido aliviarlo enjugándote el rostro con
un paño. Un pequeño gesto, que expresaba todo su amor por ti y toda su fe en ti, y que ha
quedado impreso en la memoria de nuestra tradición cristiana.

En el sermón 53, punto 5, San Agustín nos dice: Dichosos los misericordiosos, porque de ellos
tendrá Dios misericordia. Hazla, y se te hará; hazla tú con otro para que se haga contigo. Pues
abundas y escaseas: abundas en cosas temporales, escaseas en las eternas. Oyes que un hombre
mendigo te pide algo; tú mismo eres mendigo de Dios . Te piden, y pides. Lo que hagas con quien te
pide a ti, eso mismo hará Dios con quien le pide a él. Estás lleno y estás vacío; llena de tu plenitud
el vacío del pobre para que tu vaciedad se llene de la plenitud de Dios.

Oración: Señor Jesús, buscamos tu rostro. La Verónica nos recuerda que tú estás presente en cada
persona que sufre y que se dirige al Gólgota. Señor, haz que, como las Beatas María de San José y
Catalina de San Agustín, te encontremos en los pobres, en tus hermanos pequeños, para enjugar
las lágrimas de los que lloran, hacernos cargo de los que sufren y sostener a los débiles. Amén

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Séptima Estación: Jesús cae por segunda vez


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.
Lectura del libro de los Salmos 22, 8.12

Al verme se burlan de mí, hacen visajes, menean la cabeza. Pero tú, Señor, no te quedes lejos, que
el peligro está cerca y nadie me socorre.

Reflexión: Jesús está solo bajo el peso interior y exterior de la cruz. En la caída es cuando el peso
del mal se hace demasiado grande, y parece que no hay límite para la injusticia y la violencia.

Pero él se levanta de nuevo apoyándose en la confianza que tiene en su Padre. Frente a los
hombres que lo han abandonado a su suerte, la fuerza del Espíritu lo levanta; lo une
completamente a la voluntad del Padre, la del amor que todo lo puede.

Del sermón 205:

El cristiano debe permanecer pendiente de esta cruz durante toda esta vida que transcurre en
medio de tentaciones. No hay tiempo en esta vida para arrancar los clavos de los que se dice en el
salmo: Traspasa mi carne con los clavos de tu temor. Carne equivale aquí a concupiscencia carnal;
los clavos son los preceptos de la justicia; con ellos clava a la carne el temor de Dios, que nos
crucifica cual hostia aceptable para él. Por eso dice también el Apóstol: Os suplico, por tanto,
hermanos, por la misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como hostia viva, santa,
agradable a Dios. Es ésta una cruz en la que el siervo de Dios no sólo no se siente confundido, sino
de la que hasta se gloría, al decir: Lejos de mí gloriarme en otra cosa que no sea la cruz de nuestro
Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo.

Oración: Señor Jesús, en tu segunda caída reconocemos tantas situaciones nuestras que parecen
ser causas imposibles, Ilumina nuestras conciencias a través de tu pasión para que reconozcamos,
como Santa Rita de Casia, que, «un destello de verdad ilumina a todos los hombres», llamados a
caminar juntos. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Octava Estación: Jesús encuentra a las mujeres de Jerusalén que lloran por
él.
Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Lucas 23, 27-28

Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos
por él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras
y por vuestros hijos».

Reflexión: En el camino hacia el Calvario, el Señor encuentra a las mujeres de Jerusalén. Ellas
lloran por el sufrimiento del Señor como si se tratase de un sufrimiento sin esperanza. Sólo ven en
el madero de la cruz un signo de maldición (cf. Dt 21,23), mientras que el Señor lo ha querido
como medio de Redención y de Salvación.

En el llanto está la tarea, en el consuelo la recompensa. ¿Qué consuelos reciben, en efecto,


quienes lloran por motivos terrenos? Consuelos molestos y llenos de temor. El que llora encuentra
consuelo allí donde teme volver a llorar. Un ejemplo: a un padre le causa tristeza el hijo conducido
al sepulcro, y alegría el hijo nacido; condujo a aquel, recibió a este; el primero le produce tristeza,
el segundo temor; en ninguno, por tanto, encuentra consuelo. Por tanto, el verdadero consuelo
será aquel por el que se da lo que nunca se pierde, de modo que quienes ahora lloran por ser
peregrinos, luego gocen al ser consolados. (Sermón 53)

Oración: Señor Jesús, Nuestro mundo está lleno de madres afligidas, de mujeres heridas en su
dignidad, violentadas por las discriminaciones, la injusticia y el sufrimiento. Y es con tu
encarnación en María, que has elevado la dignidad de toda mujer. Con la Encarnación has
unificado el género humano. Que el deseo de nuestro corazón sea el de encontrarnos contigo, así
como lo hicieron tus hijas, las Beatas Cristina Ciccarelli y María Teresa Fasce, Que nuestro camino
lleno de sufrimiento sea siempre un itinerario de esperanza, contigo y hacia ti, que eres el refugio
de nuestra vida y nuestra Salvación. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Novena Estación: Jesús cae por tercera vez bajo el peso de la cruz.
Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los Corintios 5, 14-15

Nos apremia el amor de Cristo, al considerar que, si uno murió por todos, todos murieron. Y Cristo
murió por todos, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por
ellos.

Reflexión: Por tercera vez, Jesús cae bajo la cruz cargado con nuestros pecados, y por tercera vez
intenta alzarse con todas las fuerzas que le quedan, para proseguir el camino hacia el Gólgota,
evitando dejarse aplastar y sucumbir a la tentación.

En el Sermón 344, 6, nuestro padre San Agustín nos dice, Mira cuan prudente quiso que fueras
quien te dijo: Toma tu cruz y sígueme. Quien halle su alma,  dice, la perderá, y quien la pierda por
mí, la hallara.  Quien la halle la perderá, quien la pierda la hallará. Para perderla es preciso que la
halles antes, y, una vez que la hayas perdido, lo último es volver a hallarla. Se la halla, pues, dos
veces, y entre una y otra se pasa por una pérdida. Nadie puede perder su alma por Cristo si antes
no la ha hallado, y nadie puede hallar su alma en Cristo si antes no la ha perdido. Hállala para
perderla, piérdela para hallarla.
¿Cómo has de hallarla la primera vez para poder perderla? Cuando piensas que eres en parte
mortal, cuando piensas en quien te hizo y con su soplo creó tu alma, y adviertes que se la debes a
quien te la dio, que has de devolvérsela a quien te la concedió, que ha de custodiarla quien la creó,
has hallado tu alma al hallarla en la fe. Si has creído eso, has hallado tu alma. En efecto, antes de
creer estabas perdido. Hallaste tu alma: te hallabas muerto en la incredulidad, reviviste en la fe.
De ti puede decirse: Había muerto, y ha resucitado; se había perdido, y ha sido hallado.  Por tanto,
hallaste tu alma en la fe de la verdad si reviviste de la muerte de la infidelidad. Esto significa el
haber encontrado tu alma. Piérdela y que tu alma se convierta en semilla para ti.

Oración: Señor Jesús, la Iglesia, nacida de tu costado abierto, está oprimida bajo la cruz de las
divisiones que alejan a los cristianos unos de otros y de la unidad que tú quisiste para nosotros;
Que tu cruz se grave con todo su peso sobre nuestras vidas, a como lo hizo la Beata Anna Catalina
Emmerick que unió sus sufrimientos con tus sufrimientos, ofreciéndolos para la salvación de los
hombres. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Decima Estación: Jesús es despojado de sus vestiduras.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del libro de los Salmos 22, 19

Se reparten mi ropa, echan a suerte mi túnica.

Reflexión: ¿Qué significado tiene la división de las vestiduras en cuatro partes y cuál es el sentido

del sorteo de la túnica?

Los vestidos de Jesucristo divididos en cuatro partes, representan a su Iglesia esparcida por todo el
mundo, que consta de cuatro partes, y que se difunde por todas partes de modo gradual y
armónico. Por este motivo Jesús dijo que enviará a sus ángeles para recoger a sus elegidos de las
cuatro partes del mundo: Este, Oeste, Norte y Sur. La túnica sorteada, significa la unidad de todas
esas partes, soldadas por el vínculo del amor. San Pablo dijo: Revístanse del amor, que es el
vínculo de la perfección (Col 3, 14). (Trat. sobre el Ev. de san Juan 118, 4)

Oración: Oh Jesús, Hijo del hombre, que te has despojado para revelarnos la nueva criatura
resucitada de entre los muertos, arranca en nosotros el velo que nos separa de Dios, y entreteje
en nosotros tu presencia divina. Concédenos por intercesión de Santa Juliana de Lelis vencer el
miedo frente a los sucesos de la vida que nos despojan y nos dejan desnudos, y revestirnos del
hombre nuevo de nuestro bautismo, para anunciar la Buena Noticia, proclamando que eres el
único Dios verdadero, que guía la historia. Amén.
Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Undécima Estación: Jesús es clavado en la cruz.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19, 16a.19

Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la
cruz; en él estaba escrito: «Jesús, el Nazareno, el rey de los judíos».

Reflexión: La cruz de Cristo se convierte para san Agustín en señal de la victoria de Dios sobre el
pecado y sobre la muerte, y en la nave a la que todo creyente se tiene que subir para alcanzar el
reino de los cielos, pues este mundo es como un ancho mar, y para no ahogarse en este océano,
es preciso subirse a la nave de la cruz para atravesar dicho mar ( Comentario a los Salmos 118, 26,
8). Es más, san Agustín aconseja a no alejarse de la cruz de Cristo, a vivir abrazado a ella, para
recibir de la cruz la fuerza y la enseñanza para vivir con esperanza la vida de todos los días. (Del
Comentario a los Salmos 91, 8).

No hay que separarse de la cruz, pues de ella nos viene la vida y la salvación. Y la pasión de Cristo
para san Agustín no está desvinculada de la vida y de la resurrección. Para san Agustín la cruz solo
es el camino, pero la meta está en la vida y en la resurrección.

Por ello al contemplar la pasión de Cristo, digamos con san Agustín: «A cruce Christi noli resilire».

Oración: Señor Jesús, tú has sido crucificado por nuestras culpas. Tú suplicas al Padre e intercedes
por la humanidad. Cada golpe del martillo resuena como un latido de tu corazón inmolado.
Concédenos permanecer siempre fieles a ti, como el Beato Anselmo Polanco, que a pesar de las
amenazas y de las promesas, mantuvo su fidelidad a ti y a la Iglesia, animoso en la tribulación.
Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Duodécima Estación: Jesús muere en la cruz.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Lucas 23,46


Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu». Y, dicho
esto, expiró.

Reflexión: Si El murió porque quiso, murió también como quiso. No eligió en vano tal género de
muerte, sino para constituirse maestro de la anchura y longitud, altura y profundidad. La anchura
es el palo transversal que se clava en lo alto; se refiere a las buenas obras, porque en él son
clavadas las manos. La longitud es el palo que baja desde el anterior hasta la tierra; en él, se está,
se permanece, se persevera, y eso es propio de la longanimidad. Altura es la parte del leño que va
desde el palo transversal hacia arriba y corresponde a la cabeza del crucificado: es la expectación
de los que esperan bien de las cosas superiores. En fin, la parte del leño que no aparece, porque se
oculta en la tierra y desde donde surge la cruz, significa la profundidad de la divina gracia» . (Carta
140, 64).

Oración: Señor Jesús en tu muerte, también recordamos a tantos hijos tuyos que han muerto y
nacido a la vida eterna, hijos, como el Siervo de Dios Moisés González, que vivió para ti y tú lo has
querido para ti. Esta es la semblanza del que vive para Dios y no para sí, orientado hacia la
eternidad con los pies puestos en la tierra. Con gozo y sencillez reconocemos su testimonio y,
humildemente, suplicamos que su sacrificio siga alcanzando tantas nuevas vocaciones como hasta
ahora. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Decimotercera Estación: Jesús es bajado de la cruz y entregado a su Madre.


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19,26-27a.

Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes
a tu hijo». Luego dijo al discípulo: «Ahí tienes a tu madre».

Reflexión: Señor Jesús, aquellos que te aman permanecen junto a ti y conservan la fe. Su fe no
decae en la hora de la agonía y de la muerte, cuando el mundo cree que el mal triunfa y que la voz
de la verdad y del amor, de la justicia y de la paz calla.

El que, habiendo reconocido a su madre desde la cruz (Jesucristo), la encomendara al cuidado de


su discípulo amado es una manifestación adecuada de su afecto humano en el momento en que
moría como hombre. Esta hora aún no había llegado cuando, a punto de convertir el agua en vino,
en su condición de Dios dijo a su misma madre: ¿Qué nos va a ti y a mí, mujer? Aún no ha llegado
mi hora. No había recibido de María lo que tenía en cuanto Dios, como había recibido de ella lo
que pendía de la cruz. (Sermón 218,10)
Oración: Oh María, entre tus manos nosotros ponemos a toda la humanidad que sufre, Ante la
cruz sobre la que tu hijo extendió sus manos inmaculadas por nuestra salvación, oh Virgen, nos
postramos en este día y a ti Santa Mónica que sabes sobre los sufrimientos que pasa una madre
por sus hijos, te pedimos muy especialmente para que sepamos descubrir a tiempo la voluntad de
Dios. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.

Decimacuarta Estación: Jesús es colocado en el sepulcro


Te adoramos Cristo y te bendecimos; Que por tu Santa Cruz redimiste al mundo.

Lectura del Evangelio según San Juan 19,39-40.

Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura
de mirra y áloe. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según
se acostumbra a enterrar entre los judíos.

Reflexión: Con las palabras: Todo está consumado, e, inclinada la cabeza, entregó su espíritu,
mostró que su muerte no era fruto de necesidad, sino de libertad, al esperar a morir cuando se
había cumplido todo lo profetizado sobre él.

José y Nicodemo le dieron sepultura. Según algunos que han averiguado la etimología del nombre,
José significa «aumentado». En cuanto a Nicodemo, nombre griego, son muchos los que saben
que está compuesto de los términos «victoria» y «pueblo», puesto que nikos significa victoria y
demos pueblo. ¿Quién fue aumentado al morir sino quien dijo: Si el grano de trigo no muere, se
queda él solo; si, en cambio, muere, se multiplica? ¿Y quién al morir venció al pueblo que lo
perseguía sino quien, después de resucitar, será su juez? (Sermón 218, 15)

Oración: Señor Jesús, haz de nosotros hijos de la luz que no temen las tinieblas. y a ti glorioso
Taumaturgo y Protector de las almas del purgatorio, San Nicolás de Tolentino, Con todo el afecto
de mi alma te ruego que interpongas tu poderosa intercesión en favor de esas almas benditas,
consiguiendo de la divina clemencia la condonación de todos sus delitos y sus penas, para que,
saliendo de aquella tenebrosa cárcel de dolores, vayan a gozar en el cielo de la visión beatífica de
Dios. Amén.

Padre Nuestro, Ave María y Gloria…

Por tus sangrientos pasos señor seguir te quiero y si contigo muero, dichoso moriré, piedad y
perdón te pido, peque mi Dios peque.

Jesús por todas tus penas…misericordia señor (Tres veces).

Cultivemos en nuestra vida… la escucha y el amor.


Oración Final:
Señor Jesús, ayúdanos a ver en Tu Cruz todas las cruces del mundo;

la cruz de las personas hambrientas de pan y de amor;

la cruz de las personas solas y abandonadas por sus propios hijos y parientes;
la cruz de las personas sedientas de justicia y de paz;
la cruz de las personas que no tienen el consuelo de la fe;
la cruz de los ancianos que se arrastran bajo el peso de los años y la soledad;
la cruz de los migrantes que encuentran las puertas cerradas a causa del miedo y de los corazones
blindados por cálculos políticos;
la cruz de los pequeños, heridos en su inocencia y en su pureza;
la cruz de la humanidad que vaga en lo oscuro de la incertidumbre y en la oscuridad de la cultura
de lo momentáneo;
la cruz de las familias rotas por la traición, por las seducciones del maligno o por la homicida
ligereza del egoísmo;
la cruz de los consagrados que buscan incansablemente portar Tu luz en el mundo y que se sienten
rechazados, ridiculizados y humillados;
la cruz de los consagrados que en su caminar han olvidado su primer amor;
la cruz de tus hijos que, creyendo en Ti y buscando vivir según Tu palabra, se encuentran
marginados y descartados incluso por sus familiares y sus coetáneos;
la cruz de nuestras debilidades, de nuestras hipocresías, de nuestras traiciones, de nuestros
pecados y de nuestras numerosas promesas rotas;
la cruz de Tu Iglesia que, fiel a Tu Evangelio, se fatiga para llevar Tu amor también entre los
mismos bautizados;
la cruz de la Iglesia, Tu esposa, que se siente asaltada continuamente en lo interno y lo externo;
la cruz de nuestra casa común que seriamente se marchita bajo nuestros ojos egoístas y cegados
por la codicia y el poder.
Señor Jesús, reaviva en nosotros la esperanza de la resurrección y de Tu definitiva victoria contra
todo mal y toda muerte. ¡Amén!

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