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figura femenina difundida mediante las diversas disciplinas de las artes plásticas, el
análisis de la prensa gráfica, que durante el siglo XIX empezará a aumentar de un modo
femenina se pueden ver reflejados los estereotipos e ideales aceptados por la sociedad
del momento, sin olvidar que a menudo estas imágenes fueron una herramienta de
difusión perfecta para que perdurasen las ideas y los valores establecidos por la
del pintor alavés Ignacio Díaz Olano (1860-1937). Su gran cantidad de obra con
temática femenina nos permite analizar las diversas percepciones acerca de la mujer de
La obra de Díaz Olano, pese a que también trabajó diversas áreas temáticas
clásicas del costumbrismo. Algo ya habitual para la época, puesto que el reflejo de las
1
ISBN: 978-84-9860-636-2
costumbres venía desarrollándose largamente en la pintura europea desde el siglo XVIII
y muy especialmente a partir de mediados del siglo XIX, siendo cada vez más propensa
En el panorama vasco, no será hasta el último tercio del siglo XIX y principios
del siglo XX cuando esta temática costumbrista irrumpa con fuerza en las obras de los
pintores y escultores del momento. Si hasta entonces apenas existía un mercado de arte,
siendo el arte que se produce en el País Vasco a inicios del nuevo siglo, cuando
costumbrista del arte del País Vasco de este periodo cada vez tenderá a representar más
a la mujer para reflejar ciertos valores identitarios de la nación vasca, acentuando las
Contexto histórico-artístico
(1876), que en toda la península tan sólo los seguían manteniendo el reino de Navarra,
sociedad que veía tambalear su futuro y estabilidad. Al mismo tiempo, otros sectores de
1
VIVES CASAS, F.: «La imagen de la mujer a través del arte. El ideal de mujer en los siglos XVIII y
XIX», Vasconia, 35 (2006), p. 104.
2
RODRÍGUEZ-ESCUDERO SÁNCHEZ, P.: «Costumbrismo, impresionismo y “art nouveau” en la
pintura vasca», Ondare, 23 (2004), p.140.
2
la población pudieron beneficiarse de esta nueva situación. El desplazamiento de las
aduanas facilitó la actividad económica, y con ello la revolución industrial que en otros
territorios de Europa venía desarrollándose desde hacía ya dos siglos, llegaba finalmente
otras nuevas se creaban. Esto produjo trabajo en masa y con ello la llegada de población
habitantes. El brusco cambio que sufriría la sociedad vasca en un tiempo record catalizó
nacionalismos europeos.
entorno artístico, y es que el desarrollo y difusión de las diversas áreas culturales estuvo
adquisitivo, bien por un sincero interés cultural, bien por el simple deseo de emulación
hasta ahora el panorama artístico vasco había sido muy difuso y aleatorio, en apenas dos
profesionalmente a la pintura, escultura, etc., el País Vasco pasó de no ser más que un
lejano eco de lo que hacía y representaba Madrid (subsidiaria a su vez de Roma), a ser
Parisinas 4 . Más adelante, a este nuevo “movimiento” artístico vasco sin precedentes que
3
RODRÍGUEZ-ESCUDERO SÁNCHEZ, P.: op. cit., pp. 140-141.
4
GONZALEZ DE DURANA, J.: Ideologías artísticas en el País Vasco de 1900. Arte y Política en los
orígenes de la modernidad, Bilbao, Ekin, 1992, p. 19.
3
tuvo una mayor demanda, algunos contemporáneos del momento, lo denominarían
como la “Escuela Vasca de Pintura”, por considerar que muchas de las obras de los
respecto al arte académico peninsular. Algo que será fruto de debate entre los analistas y
críticos especializados de arte. Bilbao acabaría siendo por tanto, el centro neurálgico de
El cada vez más latente y acelerado abandono del mundo rural hacia la urbe en
numerosas obras que reflejan a tipos de entornos rurales en sus actividades rutinarias,
Al comienzo del nuevo siglo, cada vez serán más comunes las actividades
escritores y artistas, las creaciones de revistas de alto nivel cultural como pudo ser
Hermes u otras que en mayor o menor medida hablarán de cuestiones del arte, las
5
GONZALEZ DE DURANA, J.: op. cit., p. 19.
4
regularidad y que además irán acompañadas de cierto éxito de público y ventas, los
hasta el final de la centuria, por lo que a pesar de los numerosos cambios de carácter
Bilbao seguiría pareciendo una ciudad tradicional 7 . A pesar de ello, cabe destacar que la
capital alavesa fue la primera ciudad a nivel peninsular en admitir a mujeres como
Artes y Oficios). Esto ocurría en el año 1840, algo muy novedoso para una época en la
que la fuerte imagen del “ángel del hogar” ordenaba a la mujer a limitarse al terreno de
lo privado, entendiendo por mujer educada aquella que había aprendido a ser callada y
mismo tiempo se responsabilizaba del cuidado del hogar, del de sus hijos y su marido.
Una enseñanza realizada en el hogar y para el hogar 8 . Este significativo avance es una
que existieron durante el siglo XIX, a pesar de que aquellos pensamientos algo más
buen funcionamiento del Estado. La imagen que los ilustrados deseaban impulsar era la
6
ALZURI, M.: «Introducción», en DE LA ENCINA, J. (ed.): La trama del arte vasco, Bilbao Museo de
Bellas Artes de Bilbao, 1998, pp. 9-10.
7
ARECHAGA ALEGRÍA, S. y VIVES CASAS, F.: «Vitoria y el siglo XIX», en ARECHAGA, S.; DE
BEGOÑA, A.; ORTIZ DE ORRUÑO, J. M.; RIVERA, A. y VIVES, F. (eds): Vitoria y el siglo XIX,
Vitoria-Gasteiz, Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz y Centro Cultural Montehermoso, 2002, pp. 12-29.
8
VIVES CASAS, F.: «El panorama educativo de las mujeres españolas en los siglos XVIII y XIX», en
MANZANOS ARREAL, P. y VIVES CASAS, F. (eds.): La vida cotidiana de las mujeres en la Vitoria
de los siglos XVIII y XIX, Vitoria-Gasteiz, Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, 2005, p.127.
5
de una mujer hacendosa y maternal» 9 . Un ideario que vemos sencillamente confirmado
el de las mujeres inferior pues tan sólo se impartían en los meses estivales, al contrario
Fue en esta Academia donde Díaz Olano comenzó su carrera artística en 1874.
Pronto destacaría entre sus compañeros y tres años más tarde marchará a Barcelona para
proseguir con sus estudios en la Academia de La Lonja. También se conoce que pasó
por París (h. 1881-1883), aunque nunca se unió a las corrientes modernistas. El viaje
Él nunca tuvo un contacto directo con los actos festivo-culturales que empezaron
existía. Pero paradójicamente, su obra, a medida que fue madurando, también se vio
cubierta por ese halo romántico, por un sentimiento nostálgico hacia lo aldeano y por
esa idealización de la vida rural. Al mismo tiempo, al igual que ocurriera con la
temática de muchas de las obras de pintores vascos de su época, las pinturas cada vez
fuerza en el panorama estatal, pero los seguidos desengaños recibidos por parte de éstas
9
VIVES CASAS, F.: op. cit., 129.
6
hicieron que paulatinamente fuera retirándose del terreno estatal, para centrarse sólo en
el regional.
recluida en el ámbito doméstico, ocupada en criar y educar a sus hijos (pensamiento que
seguía prevaleciendo a finales del XIX), parece evidente que los arquetipos femeninos
mujeres emancipadas, las trabajadoras y, por supuesto, las mendigas y prostitutas eran,
ante todo, estereotipos subversivos que ponían en peligro la consecución de ese ideal 10 .
La influencia del realismo pictórico por tanto, dará protagonismo de la manera más fiel
posible a todos esos tipos que la cultura de influencia victoriana del momento evitaba
mostrar.
tradicional, que es el grueso de su obra, una mujer rural y vasca, temática con la que
más éxitos alcanzó y con la que alcanzará su madurez pictórica; y la moderna propia del
Estos cambios que sufrieron las artes plásticas llegaron con retraso a la
península, pero tarde o temprano los artistas serían partícipes de las mismas. En el ansia
por experimentar diversos temas, también en Díaz Olano calaron en cierta medida todas
figura 1), Díaz Olano adentra al espectador en un paraje urbano, situándolo en frente de
10
LÓPEZ FERNÁNDEZ, M.: La imagen de la mujer en la pintura española 1890-1914, Madrid, La
balsa de la medusa, 2006, p. 308.
7
un conflicto familiar. La figura central, una joven y elegante señorita, es en realidad de
selecta ropa y complementos, que a juzgar por el título de la obra que en ocasiones se ha
conocido como La descarriada; lo hace con el fin de poder despertar los encantos en
alguien y conseguir así alguna recompensa para poder superar las penurias económicas.
Avergonzada de haber sido descubierta por sus progenitores, afligida y con gesto
su madre que «la ha detenido asiéndola con su mano derecha por el brazo, y
enseñándole el cielo con la izquierda, indicándola que hay una Providencia que castiga
las faltas de ley moral» 11 , y detrás de ésta otra, el padre de la primera, que observa
alicaído lo que está ocurriendo. Junto a ellos, en el otro extremo de la obra pasea un
joven vendedor de periódicos que curiosea lo que está ocurriendo. El artista nos hace
maestras, nos presenta dos mujeres vestidas con lujosos trajes y tocados en un pomposo
mismo tiempo, una joven deslustrada e indigente, junto a su hija, observa con
resignación desde el exterior la comida y boato que ostentan estas personas. De nuevo
terciopelo revestido con capitoné, se observa un perrito que les hace compañía. Esta
11
ARCEDIANO SALAZAR, S.: Ignacio Díaz Olano, Vitoria-Gasteiz, Caja Vital Kutxa, 2001, p. 159.
8
El cariño que Rousseau sentía por su perro había hecho escuela, y se generaliza
ya se había convertido en un hecho social (…) y todas las elegantes debían tener su
mascota 12 .
de los contrastes sociales. Este tono moralizante de algunas de las obras del artista,
especialmente aquellas que tienen por protagonistas a las elegantes, a las emancipadas, a
tampoco buscaban obras de sagaces reflexiones. Pero por otro lado, es irrefragable el
de que aparentemente el artista no ahonde en asuntos éticos y tan sólo los exponga de
manera ingenua, sus obras de tono moralizante permiten entrever la barrera entre lo
En las altas esferas, cada vez será mayor la presencia de la mujer en lugares para
pesar de ello, el hecho de que dos mujeres asistieran solas a un restaurante sin la
presencia de un varón es algo impensable en la Vitoria de fin de siglo del XIX. Se trata
por ende, de una obra claramente idealizadora, donde lo que el pintor conoció años
12
LÓPEZ FERNÁNDEZ, M.: op. cit., p.87.
9
En cuanto al atuendo de las clases altas, los rimbombantes vestidos de ellas,
repletos de capas, con el cuerpo oculto de arriba abajo, desde el escote cerrado hasta el
calzado abotonado, con cinturas imposibles conseguidas a base ajustadísimos corsés que
tocados, etc., era lo que exigía la moral victoriana impuesta oficialmente desde la
segunda mitad del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial. Estas convenciones
burguesas puritanas 13 también deberían seguirlas las mujeres de clases pobres, aunque
tan sólo las utilizaran los días de fiesta. La aparición de las elegantes señoras en la vida
maridos. Aquellos vestidos evidenciaban la inutilidad para cualquier tipo de tarea, pero
debería tener cierta educación y modales adecuados. Entender sobre música o arte se
consideraba muy femenino, pero sólo las personas ociosas podían permitirse tal lujo. El
ocio se convirtió entonces en valor casi aristocrático. La lectura sobre libros que trataran
temas tan femeninos como la elegancia en las costumbres sociales, serán muy habituales
en las mujeres de 1900. Por otro lado, a la par que estos cambios iban haciéndose
realidad, muchas mujeres actuaron como una forma de liberación, que conduciría
sobre el rol de la mujer finisecular aristocrática en la sociedad del momento los vemos
reflejados en obras como por ejemplo; La envidia. Lectura en el parque de 1895 (ver
figura 3), Dos alumnas del pintor, h. ¿1908-1910? (ver figura 4), Sonata (o La
violonchelista) de 1909-1910 (ver figura 5) o Mi primer hijo de 1912 (ver figura 6).
Damas con conocimientos de pintura, de música, con acceso a los libros de lectura
específica para féminas, damas virtuosas, pero sin olvidar que la función primordial de
13
FUCHS, E.: Historia ilustrada de la moral sexual, Tomo 3. La época burguesa, Madrid, Alianza
Editorial, 1996, p. 22.
14
LÓPEZ FERNÁNDEZ, M.: op. cit., pp. 59-61.
10
la mujer en la vida era la procreación y cuidado de sus hijos. Esto último, proclamado
península aún perduraba la fuerte influencia del barroco de temática religiosa. Pronto, a
tiempo pasivas, dignas de ser imitadas 15 . El arte servirá como instrumento para inculcar
hogar de ninguna familia de bien y así perdurará durante el siglo XIX. Aunque la
permanecerá. Mi primer hijo es un claro ejemplo de ello. Una madre primeriza de una
familia burguesa, y tras de sí, la imagen de la Virgen con el niño, el patrón que toda
deberes estuvieron presentes en las tertulias y prensa del siglo decimonónico. Incluso
con el aprendizaje de las labores del hogar, puesto que ellas eran las encargadas de la
15
VIVES CASAS, Francisca: «La imagen de la mujer a través del arte. El ideal de mujer en los siglos
XVIII y XIX», Vasconia, 35 (2006), pp. 104-105.
11
Como veníamos diciendo, con la aparición de las nuevas costumbres ociosas, la
mujer accederá poco a poco a esos nuevos espacios. Una elegante aprovechará entonces
esos momentos de convivencia entre varones y mujeres para mostrar sus encantos. Para
relacionarse entre los dos sexos, la manera de dar el brazo o ponerse el guante, todo
estaba escrito y reglado. La comunicación entre tarjetas era un lenguaje muy utilizado 16 .
Además, era en el palco de un teatro o en el baile los únicos lugares donde una mujer
podría permitirse el hecho de no seguir rigurosamente los cánones del decoro y llevar
pero, al mismo tiempo, sabrá ponérselo de forma que la curiosidad lasciva de algún
para solventar el problema de estar desnuda en su traje de baile sin dejar por eso de estar
vestida 17 .
En En el tocador, h. 1912 (ver figura 7), una dama lee una nota o tarjeta que le
ha sido remitida mientras se prepara con sus mejores galas para la asistencia a alguna
actividad ociosa. Encontramos una versión parecida a ésta (ver figura 8) en el ejemplar
del 29 de mayo de 1888 de la revista humorística El Diario de Vitoria, que era a su vez
vitoriana, donde Díaz Olano trabajó como ilustrador entre 1887-1889 y firmaba sus
la típica iconografía de la mujer burguesa del periodo finisecular. En este caso se trata
de una mujer alavesa, puesto que los artículos e ilustraciones de El Danzarín siempre
16
LÓPEZ FERNÁNDEZ, M.: op. cit., p.61.
17
FUCHS, E.: op. cit., p. 101.
12
tenían historias y motivos vitorianos. Debajo de esta imagen se podía leer «(…) Voy á
arreglarme el peinado á ver si cazo algo gomoso que hace días que me hace el oso
(…)».
Exclusive a los momentos hogareños, previos a la salida hacia los actos públicos
1889 (ver figura 9), es un ejemplo de ello; un hombre coquetea con dos mujeres en el
teatro mientras ellas sonríen y se dejan halagar, por otro lado los ropajes de ambas
o música, un motivo de alarde para una mujer de la nobleza finisecular era el número de
criadas que podían tener a su disposición. Con ello, en la Vitoria de los siglos XVIII,
XIX y principios del XX, uno de los oficios más típicos entre las mujeres será el de
En 1910, Díaz Olano presentaba la obra Las añas, o Amas en la Florida (ver
figura 10). Este nuevo paseo de la Florida fue diseñado por el arquitecto Ángel
Chávarri. A pesar de que la función para la que fue construida (el paseo) tenga
connotaciones burguesas, véase la necesidad de tiempo libre, de ver y ser visto; también
era utilizado por grupos populares los días festivos, si bien es cierto que las élites solían
apropiarse de una parte del paseo de uso exclusivo para las personas de su grupo social.
apariencias y de cotilleo. Este tipo de paseos que se pusieron en boga en el primer tercio
del siglo XIX, contaban con fuentes, quioscos de música, farolas de alumbrado de gas,
13
instalaban puestos de venta ambulantes, muchos de ellos en manos de mujeres, viudas o
casadas, que trabajaban de esta manera. A ellos acudían los niños y niñas a refrescarse y
jugar en el parque, y con ellos sus criadas, nodrizas, madres y paseantes en general 18 .
la revista El Danzarín, del 18 de mayo de 1888 (ver figura 11), donde dos guardias
conversan con una niñera que amamanta al bebe de su ama. Debajo del dibujo se podía
Díaz Olano solía representar en sus obras de temática urbana; en sus representaciones
pinceladas. A pesar de provenir de una familia modesta, los éxitos que cosechará con la
pintura harán que se codee con la burguesía de la capital alavesa y consiga una posición
campesino:
duros de personas sencillas (…) que están idílicamente hermanadas con su medio
pesar de las ingratas condiciones que deben soportar en muchas ocasiones para
18
VIVES CASAS, F.: La vida cotidiana de las mujeres en la Vitoria de los siglos XVIII y XIX, Vitoria-
Gasteiz, Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz, 2005, p. 119.
14
garantizarse la subsistencia y manutención diarias. (…) Una visión, en suma,
tradicionalista de la realidad 19 .
consiguiente la herramienta que utiliza el pintor para mostrarnos ese mundo del mar o
del campo. Es tan fuerte su presencia en las obras tanto de temática campestre como las
compañía de una mujer; a excepción de puntuales retratos por encargo, que no son
muchos. Bien puede entenderse como el fetichismo tradicional que un hombre pueda
sentir hacia una mujer y que su atracción natural por el sexo contrario le lleve a
mujer en la tradición vasca, unida a su elevado status con respecto a otras culturas,
vive.
cierta autoridad puesta de manifiesto por casi todos los especialistas en antropología
sociedad estructurada por unos hábitos más cercanos al “matriarcalismo”, es decir, una
19
ARCEDIANO SALAZAR, S.: op. cit., p.152.
20
CASTAÑER LÓPEZ, X.: La imagen de la mujer en la plástica vasca contemporánea (s. XVIII-XX).
Aproximación a una metodología de género, Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco,
1993, p. 27.
15
importancia suprema y donde la mujer cumple una posición fundamental dentro de la
cocina. Allí producirá los alimentos para abastecer a toda la familia, se dedicará a las
labores de costura y será también en la cocina donde la mujer pasará mayor tiempo en la
educación de las niñas y niños. En palabras de Barandiaran mencionadas por Teresa del
entretenidos, de jugar con ellos, les enseñaran a andar, a hablar, etc. La mujer es la
doméstico» 22 .
En una de las últimas obras que produjo Díaz Olano entre 1931 y 1936,
En un soleado día, mujeres de generaciones distintas cantan con dulzura y serenidad una
“maravillosa canción” en el aterpe (cubierta) del caserío, mientras el hombre del hogar
les contempla absorto. Una clara estampa de la mujer como portadora de la lengua y
cultura vasca.
21
ORTIZ-OSÉS, A. y MAVR, F. K.: El matriarcalismo vasco, Bilbao, Universidad de Deusto, 1981.
22
DEL VALLE, T.: Las mujeres en Euskal Herria. Ayer y Hoy, Donostia, Egin biblioteka, 1997, pp. 10-
14.
16
La pintura Portando las redes, hacia 1930-1934 (ver figura 13), es uno de los
muchísimos ejemplos que hay para mostrar a la fuerte, alegre y robusta mujer
trabajadora, realizando con altruismo sus tareas rutinarias. Modos de vida que
pintor alavés las retrata con dignidad y delectación. Sus obras sobre la vida cotidiana en
el litoral o agro vasco configuran un modelo de población donde los seres viven en paz.
plasmada en los momentos de descanso como ocurre en la obra La hierba, hacia 1931-
1936 (ver figura 14). Una vigorosa mujer de sólida complexión física yace
idealizadora que responde al prototipo de mujer vasca que empezó a manifestarse sobre
estas fechas en las obras de artistas contemporáneos a Díaz Olano. Esta imagen
mejillas coloreadas 23 .
presentó la pintura El primer hijo hacia 1931-1936 (ver figura 15). De nuevo una
estampa idílica para presentarnos la apacible vida tradicional. Una madre sujeta a su hija
en brazos mientras el marido que lleva la cesta donde recoge la cosecha del campo las
observa ensimismado. Díaz Olano moldea con humanidad a los individuos. Para él lo
carácter costumbrista. Hasta en las muestras de carácter más anecdóticas insiste en esta
línea, como lo hace en Idilio, o Idilio vasco, con fecha entre 1924-1925 (ver figura 16).
23
CASTAÑER LÓPEZ, X.: op. cit., p. 55.
17
En definitiva, obras artísticas que analizadas en su conjunto, dejan patente la
dicotomía de este periodo histórico, es decir, una sociedad que se movía entre la
modernidad y lo tradicional.
18
Fig.1. Extraviada, 1894. Colección particular.
19
Fig. 3. La envidia. Lectura en el parque, 1895. Colección particular.
Fig. 4. Dos alumnas del pintor, h. ¿1908-1910? Archivo de José Luis Sáenz de Ugarte.
20
Fig. 6. Mi primer hijo, 1912. Colección particular.
21
Fig. 8. Ilustración de la revista Danzarín. Chismografía dominguera vitoriana publicada
22
Fig. 11. Ilustración de la revista Danzarín. Chismografía dominguera vitoriana
Vitoria.
23
Fig. 13. Portando redes, h. 1930-1934. Colección particular.
24
Fig.15. El primer hijo, h. 1931-1936. Fundación Caja de Ahorros de Vitoria y Álava.
25