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Tema 3 La eutanasia
1. Definición. La palabra eutanasia procede del griego y significa
“buena (eu) muerte (thanatos)”. Sin embargo, la palabra pierde su
sentido etimológico y comienza a significar la acción u omisión médica
por la que se acelera el proceso de muerte de un enfermo terminal o
se le quita la vida con el fin de evitar sufrimientos insoportables. La
proximidad a la muerte, la petición expresa y reiterada del paciente
que sufre una enfermedad incurable o que se encuentra en una fase
terminal y la participación de un profesional sanitario es lo que
distinguiría la eutanasia del homicidio o del suicidio.
¬ Suicidio médicamente asistido: proporcionar a los pacientes que sufren una grave
enfermedad que les produce un sufrimiento que no puede ser mitigado de forma alguna, los
medios necesarios para que ellos mismos pongan fin a sus vidas.
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è Homicidio por compasión: causar la muerte de otro por piedad ante su sufrimiento o
atendiendo a su deseo de morir por las razones que fuere. Comúnmente es como se
entiende la eutanasia.
4. Debate ético. El tema de la eutanasia plantea una serie de interrogantes, con difícil
respuesta. Como por ejemplo, ¿es admisible éticamente que, en determinadas
circunstancias bien delimitadas, se pueda
administrar al enfermo terminal, que así lo pide, una
sobredosis de morfina o una solución de cianuro,
para poner fin a su vida? Aquí surgen un problema
muy serio, pues, es verdad que un pequeño
porcentaje de enfermos solicitan de forma libre,
continuada y responsable el fin de su vida, pero la
mayoría de las veces el enfermo atraviesa unas
fases de ira o de depresión que piden la eutanasia
sin que esta petición sea auténtica y definitiva. Y
también, en muchos casos, la petición de eutanasia surge como consecuencia de los
dolores insoportables que padece el enfermo y que tal demanda desaparece cuando se
proporcionan un alivio eficaz. Por tanto, la petición expresa del paciente a morir en paz no es
garantía para posicionarse a favor de la eutanasia.
¿Existe el derecho a morir? Para unos, ese derecho existe, puesto que
los ordenamientos jurídicos no castigan el suicidio (entre otras cosas,
porque el delincuente ha desaparecido). Para otros, ese derecho no
existe, ya que «el reconocimiento del derecho a la vida (derecho de
afirmación) excluye necesariamente el contrario, es decir, el derecho a la
muerte. Pero si existe el derecho morir con dignidad, es decir,
serenamente, sin sufrimientos inútiles o innecesarios, obteniendo el alivio
para tales sufrimientos y angustias, sin prolongar artificialmente e
inútilmente la agonía y así morir en paz con Dios y con los hombres.
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La eutanasia siempre es matar a otro, con o sin su consentimiento, por presuntos motivos de
compasión o para evitarle dolores o situaciones dramáticas. Para nuestro Código Penal, la
eutanasia es homicidio, y si se practica a petición de la víctima es un suicidio asistido,
como el famoso caso de Ramón Sampedro.
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@ ACTIVIDADES
En primer lugar, entendemos eutanasia activa como la acción médica positiva con la que se acelera la
muerte de un enfermo o se pone término a su vida, administrando un veneno o droga letal, como el
cianuro o grandes dosis de morfina.
En cambio, la eutanasia pasiva es dejar morir intencionadamente al paciente por omisión de cuidados
o tratamientos que son necesarios y razonables, como por ejemplo retirar mediadas de soporte vital
como apagar el respirador o cesar una alimentación artificial. Esta eutanasia es conocida como
limitación del esfuerzo terapéutico.
Por último, la ortotanasia o también llamada muerte digna “orto (recta) thanatos (muerte)”, es la
muerte con todos los alivios médicos adecuados y los consuelos humanos posibles. Tiene el sentido
de la muerte “a su tiempo”, sin abreviaciones tajantes y sin prolongaciones desproporcionadas del
proceso de morir. En estos casos, el médico no tiene la intención de acabar rápidamente con la vida
del enfermo, aunque determinados calmantes pudiesen tener la consecuencia de una abreviación de
la existencia.
A modo de conclusión, la diferencia entre ellas es que en la eutanasia pasiva se evita intervenir en el
proceso hacia la muerte, consiste en la inhibición de actuar o en el abandono del tratamiento
iniciado. Por otro lado, en la eutanasia activa se provoca la muerte mediante acciones dirigidas a
acortar o suprimir el curso vital. Y la ortotanasia designa la actuación correcta ante la muerte por
parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase terminal.
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tampoco a ninguna mujer daré pesario abortivo, sino que, a lo largo de mi vida, ejerceré mi arte pura
y santamente." El juramento permitió a la medicina proteger al paciente vulnerable.
Según este juramento, un médico no podría llevar a cabo la eutanasia, pero, si el derecho a la salud y
a la vida es esencial para el ser humano, también es exigible el derecho a tener una muerte digna y
sin sufrimiento, que es, precisamente, en lo que consiste la eutanasia. Pero este derecho no puede
exigirse sólo de la medicina, sino de la ética y la conciencia de cada paciente o, en su defecto, de sus
más próximos familiares. En estos casos, la ciencia médica dictamina; pero es el paciente o sus
personas más próximas las que tienen la última palabra.
La eutanasia no consiste en quitar la vida a los que se encuentren en estado terminal o incurable sino
a los que, si son conscientes, aceptan los medios paliativos que le ayuden a una buena muerte y, si no
lo son, al consentimiento de las personas unidas por los lazos más entrañables del enfermo. No se
trata de privar de la vida, sino de que el tránsito de la vida a la muerte sea lo menos traumático
posible.
Debe tratase de una enfermedad terminal o incurable y con el fin de evitar sufrimientos inútiles e
insoportables al enfermo. En consecuencia, la eutanasia sólo se justifica si sirve para evitar el trato
inhumano del moribundo o la prolongación artificial de su agonía, es decir, el llamado "ensañamiento
terapéutico"; pero su riesgo o peligro reside en que pueda servir para eliminar, prematuramente, a
los que no puedan valerse por sí mismos.
Por lo tanto, según hemos visto, el juramento de Hipócrates está en contra de la eutanasia y de que
sea practicada por los sanitarios, pero yo creo que son libres de decidir si quieren o no acabar con la
vida de alguien si así se lo pide.
Yo creo que la Iglesia acepta la iniciativa de Ley de Voluntad Anticipada, que permite “la muerte
digna” mediante la ortotanasia, porque la Iglesia está a favor del respeto a la vida y en el proceso de
la ortotanasia esto sigue siendo válido, puesto que se basa en asistir o acompañar al enfermo
terminal de manera digna.
También, para la Iglesia, cualquier medio que anticipa la muerte, es contrario a las leyes divinas y
esto nos lleva al pensamiento de que se deben realizar cuidados paliativos, hasta que llegue la
muerte natural. Pero la ortotanasia no va en contra de esto, ya que, designa la actuación correcta
ante la muerte por parte de quienes atienden al que sufre una enfermedad incurable o en fase
terminal. Es el derecho del paciente a morir dignamente, sin el empleo de medios desproporcionados
y extraordinarios para el mantenimiento de la vida. En este sentido se deberá procurar que ante
enfermedades incurables y terminales se actúe con tratamientos paliativos (son las atenciones,
cuidados y tratamientos médicos y tratamientos farmacológicos que se dan a los enfermos en fase
avanzada y enfermedad terminal con el objetivo de mejorar su calidad de vida y conseguir que el
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enfermo esté sin dolor), para evitar sufrimientos, recurriendo a medidas razonables hasta que la
muerte llegue.
Por todo esto, yo creo que la Iglesia se posiciona a favor de la ortotanasia, ya que no limita el derecho
a la vida.
1. La eutanasia está destinada a aquellas personas que sufran una enfermedad grave e incurable
o, en su caso, crónica e invalidante, que provoque un sufrimiento "intolerable". Estos
ciudadanos deberán disponer por escrito de la información que exista sobre su proceso
médico" y "las diferentes alternativas y posibilidades de actuación, incluida la de acceder a
cuidados paliativos". Además, los facultativos que intervienen en el proceso tendrán el deber
de determinar que el paciente cumple los requisitos, entre ellos de determinar si la
enfermedad que sufre es "grave e incurable" o, en su caso, "crónica e invalidante".
Esto explica que la eutanasia no está destinada a personas con discapacidades, ancianos
vulnerables..., lo nombrado anteriormente no son enfermedades terminales, estas personas
pueden llevar una vida sin saber cuánto les queda para morir y sin dolores irremediables.
Esta es la diferencia entre lo que dice Manuel Martínez Sellés y para lo que de verdad se ha
legalizado la eutanasia.
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Como podemos ver, conseguir la eutanasia no es un proceso fácil, y conlleva pasar por
muchos profesiones que corroboren que de verdad quieres aplicártelo, por lo que si en un
momento dado tienes depresión y quieres quitarte la vida, los médicos se darán cuenta de
ello y no dejarán que se aplique porque eso no es una enfermedad terminal.
3. Yo creo que la ley de eutanasia debe ir acompañada del refuerzo de cuidados paliativos, por lo
que aquí no discrepo del todo con Manuel.
La ley de la eutanasia y el suicidio asistido está orientada a las personas que se encuentran en
el final de su vida, por una enfermedad grave e incurable, crónica e invalidante, que causa un
sufrimiento intolerable. En este contexto de final de vida, cuando el desenlace se va a
producir en seis meses, las personas pueden encontrar una respuesta a su solicitud de alivio
en los cuidados paliativos, la vía por la que optan la mayoría. Sin embargo, hay personas en
que los cuidados paliativos de máxima calidad no consiguen mitigar los síntomas o que no
desean recibirlos. Por ello, en mi opinión habría que invertir en cuidados paliativos, para que
las personas tengan las dos opciones a su alcance y puedan elegir libremente si quitarse la
vida o luchar un poco más a través de esos cuidados paliativos, considero entonces que es
muy importante seguir invirtiendo e investigando en este campo, aunque eso no quiere decir
que la eutanasia no tenga que estar ahí como una opción.
Además, no entiendo el argumento que utiliza de que los médicos que quieran realizar la eutanasia a x
persona, ya van a cambiar y no se va a poder confiar en ellos. Un médico al que le propongan la
eutanasia y la acepte, es porque quiere ayudar a una persona a terminar con su sufrimiento, y no por
ello va a querer ir matando a personas que no tengan una enfermedad terminal.
En primer lugar, voy a empezar definiendo el término eutanasia cuyo significado etimológicamente es
buena muerte. Pues bien, ¿quién no desea para sí una buena muerte, una muerte digna? La mayoría
de las personas, si les preguntas piensan que una buena muerte es la que no va acompañada de dolor
físico o moral, cuando la decisión del paciente se respeta en todo momento. También lo suelen
relacionar a morir acompañado de las personas que quieres.
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Sin embargo, la cuestión no es tan sencilla como parece a primera vista, esto ha dado mucho de lo
que hablar a lo largo de los años, y yo habiendo leído y contrastado multitud de información, me
posiciono a favor de la eutanasia, y a continuación daré una serie de razones que respaldan mi
postura.
Entonces, por eutanasia entendemos la provocación activa de la muerte de otra persona que
libremente la solicita motivada, en principio, por un sufrimiento psíquico o físico que le hace desear
la muerte más que la vida.
Para empezar, yo creo que permitir la eutanasia es permitir una libertad, supone reconocer un
derecho para el que quiera ejercerlo. No se obliga a nadie a ejercer esta libertad, cada uno es dueño
de su cuerpo, de su vida, por lo que también debería serlo de su muerte; cada cual es libre de hacer
con su vida lo que quiera con tal de que no perjudique a los demás. Si nadie está obligado a vivir, por
qué debería estar obligado a sufrir. Además, si una persona solicita su muerte con plena libertad, el
personal sanitario también tiene su plena libertad a decidir si quiere ser él el que le quite la vida.
Otra razón, en mi opinión es que, si no hubiera eutanasia, se estaría atentando contra la dignidad de
los pacientes, sería obligar a la gente a morirse en condiciones inhumanas, en un sufrimiento
prolongado provocado por una enfermedad que conduce irremediablemente a la muerte, y qué
necesidad tiene nadie de pasarse el tiempo que le queda de vida postrado en una cama con un dolor
insufrible, y en el caso de que se le aplicaran tratamientos para remediar su dolor, ¿por qué una
persona ha de pasarse su últimos momentos prácticamente drogado, sin saber ni quién es de la
cantidad de medicamentos para el dolor?. Además, esto para los familiares es muy duro, ver así a una
persona que quieres, en esas condiciones. Si todos alguna vez tuviéramos que vivir eso de cerca, yo
creo que hasta las personas que ahora están en contra, se replantearían seriamente la eutanasia.
Algunos dicen que contraviene el fundamento de la profesión sanitaria, que es curar, no matar; y más
todavía, contraviene una máxima ética fundamental: no matarás. Pero, yo creo que no es contrario a
la finalidad de la medicina ni de la moral el ayudar a morir al que lo solicita cuando ya no soporta su
vida. Los médicos están para garantizar una vida sin dolor, no para alargarla a toda costa. Y la ética
estudia el modo de asegurar el máximo bienestar para las personas, y prolongar un dolor incurable
no es asegurar el bienestar.
En cuanto a la nueva ley, mi opinión al respecto es que me pareció una gran noticia por lo que
supone en derechos ciudadanos. Por fin, muchos años después de la muerte de Ramón Sampedro, el
tetrapléjico que se quitó la vida tras librar infructuosamente la batalla por el derecho a hacerlo de
forma legal, los ciudadanos podrán al fin recurrir de modo reglado a una asistencia que haga posible
su muerte en condiciones dignas si sufren enfermedades graves, incurables, crónicas o invalidantes.
El procedimiento que recoge la ley me parece muy bueno, ya que es garantista y contiene varios
frenos de emergencia, ya que el enfermo en cuestión deberá confirmar al menos cuatro veces su
voluntad, y una comisión evaluará las demandas, además de los propios médicos.
En conclusión, yo creo que nadie quiere sufrir inútilmente en los últimos días de su vida, y entonces
¿por qué no poner punto final voluntariamente antes de entrar en fase terminal? Además, nadie
quiere dejar como último recuerdo de sí mismo una imagen un cuerpo consumido, de una mente sin
luz y de una agonía innecesaria.
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