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Sinopsis Capítulo 16

Capítulo 1 Capítulo 17

Capítulo 2 Capítulo 18

Capítulo 3 Capítulo 19

Capítulo 4 Capítulo 20

Capítulo 5 Capítulo 21

Capítulo 6 Capítulo 22

Capítulo 7 Capítulo 23

Capítulo 8 Capítulo 24

Capítulo 9 Capítulo 25

Capítulo 10 Capítulo 26

Capítulo 11 Capítulo 27

Capítulo 12 Capítulo 28

Capítulo 13 Epílogo

Capítulo 14 Sobre el autor

Capítulo 15
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Solo soy una chica, parada frente a una vitrina, intentando decidir
entre chocolates y cupcakes.

Un chocolate realmente delicioso, empapa bragas, que se derrite en


tu boca. La última droga del amor.

O…

Un cupcake con su dulce glaseado suave, su centro pegajoso y su


crema brotando cuando…

¡Espera! ¿Pensaste que esto era sobre dulces?

Bueno, más o menos, pero también se trata de hombres.

Dos de ellos. Gabe y Dylan. Amigos. Socios comerciales. Un


chocolatero encantador, un panadero descarado.

Estoy bastante segura que no debo querer a ninguno de los dos.


Después de todo, me mudé a Reverence para escapar de los chismes y
arreglar mi corazón roto.

Pero sí, los quiero. A ambos. ¿Cómo se supone que voy a elegir entre
dos hombres ardientes que están decididos a ganarse a esta tranquila
maestra de preescolar? Complacer mi gusto por los dulces está fuera de
discusión. Abandonar el vagón solo puede terminar en dolor.

Pero como cualquier adicto, una probada no es suficiente. ¿Puede


una chica en realidad tener su pastel, y enamorarse de dos?
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Delicious Boys and Sweet Treats #1


—N
o sé quién más me enviaría este pastel, Ashleigh —
digo al teléfono mientras pincho el glaseado de
una de las bolas con la punta de una cuchara.
Incluso hay rizos de chocolate alrededor de los círculos dobles en la base
del pene. En serio, esta cosa es tan realista. Me estremezco cuando dejo la
cuchara. No es que sea una mojigata, es decir, no soy virgen, pero
tampoco soy el tipo de chica que recibe un pastel con forma de polla en
una caja entregada directo a su puerta. Juro que, si alguien estuviera
conmigo ahora mismo, mi cara estaría ardiendo de vergüenza—. ¿Segura
que no fuiste tú?

—Summer, sabes que, si fuera a enviarte una polla, me aseguraría


que estuviera pegada a un hombre. Uno real, con tatuajes, músculos y
todos los movimientos correctos. Ha pasado mucho tiempo desde que no
te liberas.

—Sólo han pasado seis meses. —Seis meses desde la última vez que
tuve sexo, menos desde que mi mundo se salió de su eje. Cierro la tapa de
la caja rosa con una palmada, paso los dedos por encima de la etiqueta
dorada en la parte superior marcada como Summer Sweets, y la alejo. Sólo
porque mis padres me pusieron un nombre de stripper no significa que
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tenga que estar a la altura. O que la gente debería enviarme pasteles de


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polla sucios y grandes. Miro fijamente la caja por un momento antes de


acercarla y abrir la tapa. Es bastante grande, pero proporcional. En
realidad, luce bastante bien decorado—. ¿Crees que es una réplica?

—¿Y si hago qué? ¿Enloqueciste por una polla hecha de pastel y


glaseado?

—Claro que no, y no es... —Bien, es una emulación aterradora y


realista. Pero eso no significa que lo encuentre entretenido. Aunque, sigue
siendo pastel, ¿verdad? Me duele el estómago y se me hace agua la
boca. Cavo la cuchara en el chocolate húmedo y tomo un bocado—.
Ummm, oh Dios mío, ummm.

—¿Acabas de ponerte esa polla en la boca? Apuesto a que tiene


relleno de crema. ¿Tiene relleno de crema?

—Cállate —murmuro con una boca llena del más asombroso y divino
pastel de chocolate blanco, crema y relleno de frambuesa—. Oh, guau.

—Eso es todo —dice Ashleigh—. Tan pronto como regrese de Japón


iré a visitarte. Te encontraremos un hombre de sangre caliente para
ayudarte con tus evidentes deficiencias de vitamina P.

—Basta. —Vuelvo a meter la cuchara en el pastel. Ashleigh es


azafata, así que viaja constantemente a lugares exóticos—. No necesito
vitamina P.

—¿Pero necesitas pastel? Nena, ambas sabemos que lo que


realmente necesitas no es el tipo de relleno que encontrarás en ese pastel.

—No tienes ni idea. —Miro fijamente a mi cuchara cargada con un


denso y desmenuzable chocolate y glaseado. Ashleigh fue bendecida con
genética de supermodelo. Podría comerse todo el pastel sin preocuparse
por sus muslos. A diferencia de mí. Pero, sabe tan bien. Sólo un mordisco
más. Y cuarenta minutos extra de carrera mañana antes de la escuela.
Porque sólo he logrado despertar con la alarma que puse sólo para hacer
ejercicio más de un puñado de veces en toda mi vida. Pero, ¿no dicen
que uno debería seguir intentándolo?—. Estoy demasiado ocupada para
salir con alguien. Además, no estoy lista.

—¿Quién habló de citas? No recuerdo haberte sugerido una cita.


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Sólo que te follen. Pero, pensándolo bien, tal vez deberías salir con alguien
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—dice Ashleigh—. No has salido con nadie desde Brock, ¿verdad?


—No. —Me quedo mirando el pastel. ¿Cómo se atreve algo tan...
tan... fálico a ser tan apetitoso, y, por qué me pregunto cómo se vería el
hombre de tarta que va con esta polla? Por un par de segundos allí es
mejor que la alternativa. Brock. Suspiro. Parecía el hombre perfecto. Alto,
moreno, hecho de todo lo sexy y picante.

Exhalando, inclino la cabeza y empujo la punta de la cuchara a


través del glaseado.

—Pero, sólo porque he estado muy ocupada.

—¿No sigues enamorada de...?

—Ya lo superé. Brock quedó en el pasado. —Ahora puedo decir su


nombre sin llorar. Estoy bastante segura que es sólo la vergüenza lo que me
afecta ahora—. Además, él no era, uh, satisfactorio. Lo sabes. No como mi
vibrador. —O este pastel. De todos modos, ¿de dónde es? El logo en
relieve en la caja de color del algodón de azúcar dice: Cómeme. Es como
si la persona que hizo este postre supiera que me hundiría en este pastel de
polla. O trataba de provocar pensamientos traviesos en sus clientes, lo cual
es súper pervertido, y un poco de trabajo ya que ahora estoy pensando en
caer de rodillas... Oh, basta, es un pastel.

—Probablemente porque ese engreído hijo de puta piensa que es un


regalo de Dios para las mujeres y hace que todos lo crean —responde
Ashleigh—. Pero, vamos a arreglar eso. Iré a verte pronto. Puedes
mostrarme tu nueva casa, y te encontraremos un tipo de verdad que
ponga crema en tu cupcake.

—¡Ay! ¿Tienes que ser tan asquerosa? —siseo—. No estoy segura que
esta ciudad sea lo suficientemente grande para manejarte. Y, soy
profesora. Una maestra de jardín de infantes. Hay ciertas expectativas de
mi comportamiento.

—Lo sé. —Se ríe—. Pero, eres heterosexual, no estás muerta. Hasta los
maestros necesitan amor sucio.

Tal vez tenga razón. Si no quiero terminar sola cuando muera, siendo
devorada por los gatos que voy a adoptar para evitar sentirme sola,
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probablemente debería considerar salir con alguien. O, al menos, conocer


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gente nueva. De lo contrario, un día, mis estudiantes probablemente me


encontrarán enterrada bajo una montaña de gatos y vibradores. Ese
pensamiento me hace hacer una mueca. Bien, mi mejor amiga tiene
razón, pero arreglaré mi vida amorosa en mi tiempo libre.

—No voy a hacerlo con un tipo cualquiera, Ashleigh.

Alguien golpea la puerta principal, dándome la oportunidad


perfecta para colgar el teléfono.

—Tengo que irme —digo y cuelgo mientras vuelvo a tapar


frenéticamente la caja del pastel y rezo para que no sea uno de los
compinches de Sasha. Podría serlo, como mi madre enviando a uno de sus
asistentes personales al otro lado del país para revisar mis nuevos arreglos
de vivienda. Y, aunque mis padres pueden haberme dado
inadvertidamente un nombre que pertenece a una bailarina exótica, mi
madre no es exactamente liberal con sus puntos de vista sobre la comida.
Una mirada al delicioso postre y probablemente se desmayaría ante el
aumento de grasa percibido. Me apresuro a responder a la llamada, por si
acaso es uno de sus lacayos. Debería haberlo escondido en un armario, o
mejor aún, tirarlo a la basura. Tal vez mis caderas me lo habrían
agradecido.

Hay un tipo en mi puerta. Un tipo sexy. El tipo de hombre al que no


puedes ver bien porque es demasiado guapo. Tienes que hacer una
especie de mueca de ver con un ojo, sostenerlo, y luego inclinar la cabeza
hacia un lado para que no te ciegue, y los cielos no se abran, y los ángeles
no canten sobre cómo un Adonis como él camina por la tierra dando el
regalo de su sexy sonrisa a las pobres y totalmente indefensas mujeres del
mundo. Como yo.

—Lo siento, ¿te conozco?

Esa sonrisa que tira entre sus dientes y presiona lentamente para
soltarla. Es pornográfica. Sus ojos grises brillan, y se encoge de hombros, sus
manos metidas en los bolsillos de sus pantalones chinos.

—Supongo que no debería sorprenderme que no me recuerdes,


Sweets.
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¿Podría su sonrisa crecer más? O mostrar unos dientes blancos más
perfectos. Son como blanco natural, el tipo de blanco que no es falso. Y,
¿por qué me fascina la boca de este hombre?

—¿Por qué siento que debería? —Porque es una vergüenza para


cualquier mujer, hombre o bestia no recordar a un tipo así. Mi banco de
nalgadas llora en la esquina porque la he defraudado. Está histérica y
tirando fotos de Brock para hacerle sitio a este tipo. El Brock equivocado.
No el imbécil, sino Brock O'Hurn, el sexy que siempre aparecía en mi
Facebook. Eso es lo mucho que está enloqueciendo por no estar a nivel
personal con este tipo. En serio, ¿cómo podría olvidar a este hermoso
espécimen?

—Gabe —dice, extendiendo la mano. Es cálida y me envuelve con


un apretón confiado. Callos en las camas de sus dedos y a lo largo de la
parte superior de sus palmas que raspan y cosquillean mi piel—. Gabriel
Nash. —Su voz es baja y mesurada. No es exactamente lenta, pero es el
tipo de arrastre que se mueve por mi columna vertebral—. Sam me dijo
que vendrías. Pensé que debería extender el tapete de bienvenida.

Y qué bienvenida. Espera. ¿Gabriel Nash? ¿El mejor amigo de mi


hermano del instituto? Ni siquiera sabía que Sam se mantuvo en contacto
con él todos estos años. Cuando éramos niños, vivíamos a unas pocas
casas de distancia, luego mis padres se mudaron a California.

Chico, no se parece en nada a lo que recuerdo, e incluso en ese


entonces me encontraba tan cerca de enamorarme de él como cualquier
niña de cinco años podría.

—Oh, ahora me acuerdo. Solía ponerme la falda sobre la cabeza y


mostrarte mi ropa interior.

Dios, ¿acabo de decir eso en voz alta? Una vergüenza mortificante,


el aleteo de las encías junto con la incapacidad de hacer otro ruido que
no sea chirriar, a medida que mis mejillas adquieren un tono frambuesa.
Desafortunadamente, a lo largo de los años he aprendido que el suelo no
me traga, y es imposible morir de vergüenza, así que arrastro los pies
torpemente y trato de no mirarlo a los ojos.
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—Ah, sí. Eso es cierto. —Se pasa el pulgar sobre el labio inferior, lo
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que me hace pensar en cómo se sentirían, y si me dejaría tocarlos si le


enseñara mi ropa interior otra vez. Luego las comisuras de su boca se
hunden—. Te gustaban las mariposas.

Aún lo hacen. Pero, él no quiere saber eso.

—Uh, um, sí, era yo.

—Si necesitas algo, o quieres ponerte al día para tomar algo,


házmelo saber. Vivo a un par de manzanas de aquí. Soy bastante bueno
matando arañas y también otras tareas varoniles, si lo necesitas.

—Ah. —Apuesto a que sí. Matar arañas, revisar la calidad de mis


bragas, ambas tareas en las que podría necesitar ayuda de vez en
cuando. Y, en serio, ¿qué me pasa? Nunca me sentí tan atraída por un tipo
que llamaba a mi puerta. Ni siquiera cuando fantaseaba con Alexander
Skarsgård1 apareciendo en mi puerta hace un tiempo. Tal vez había algún
tipo de droga en el pastel. Un componente químico que hace que las
bragas se mojen y las mandíbulas se aflojen.

¿Qué? Es totalmente posible.

De acuerdo, probablemente no.

—¿Por qué no entras? No te he visto desde que Sam y tú empezaron


el primer año juntos.

Gabe me sigue hasta la casa, más allá de la sala de estar, que se ha


convertido en una bodega para todo lo que poseo, hasta la cocina.

—Siento lo de las cajas por todas partes. Aún no he podido


desempacar y sigo esperando que lleguen mis muebles.

El calor de su mirada prácticamente me quema la espalda.


Específicamente, en el pliegue de las mejillas de mi trasero que
probablemente cuelga de los pantalones cortos de pijama de algodón en
los que he estado todo el día. Tiro del dobladillo de mi suéter de cachemira
rosa y trato de esconder mi trasero un poco más. Lo más probable es que
no me esté mirando el trasero (porque si es así, el pobre tipo
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1 Alexander Johan Hjalmar Skarsgård, actor sueco. Conocido por sus papeles como el
vampiro Eric Northman en la serie de HBO True Blood, Meekus en Zoolander, Tarzan en The
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legend of Tarzan, Brad Colbert en la miniserie Generation Kill y Perry Wright en la miniserie
Big Little Lies.
probablemente piense que observa ballenas en su lugar), pero no me
hallaba preparada para la compañía.

—Con suerte estarán aquí mañana, porque de lo contrario


empezaré la escuela sin tener la oportunidad de acomodar este lugar.

—Si te quedas atascada, házmelo saber. Estaré encantado de


ayudarte a desempacar. Y mi compañero de casa podría echarnos una
mano con los muebles. —Se pone contra la pared de la cocina mientras
sirvo el café en tazas de papel—. Veo que tienes el pastel.

—¿Pastel? —¿Habla del pastel de pene? Miro por encima de mi


hombro y lo encuentro moviéndose hacia la caja posada sobre el
mostrador.

—Sí. Pensé que sería un buen regalo de bienvenida. Dylan suele


hacer cupcakes, pero pensé que no sería demasiado. Es bastante
talentoso, pero no te lo dije.

—¿Qué? —chillo, dándome la vuelta, el café sale de las tazas y cae


al piso de baldosas.

—Dylan es mi compañero en Cómeme.

—¿Cómeme? —¿Por qué las palabras suenan como una súplica


para que caiga de rodillas?

—Es nuestra pastelería en Main. Dylan hace los cupcakes, yo me


especializo en chocolate y dulces. ¿Ya lo has probado? Juro que es una
especie de genio loco cuando se trata de hornear.

—Espera, no abras eso. —Me abalanzo hacia él mientras va a


levantar la tapa. No puedo creer que me enviara un pastel de pene como
regalo de bienvenida, a pesar de que él y Sam solían ser alborotadores por
lo que recuerdo, lo cual es bastante confuso en el mejor de los casos. La
mayoría de mis recuerdos de Gabe giran en torno a Sasha gritándole a
Sam por la travesura en la que se metieron. Aunque, pensando en eso, tal
vez no debería sorprenderme tanto.
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No, todavía estoy sorprendida. La última vez que lo vi visitaba a Sam


en California durante una semana en el verano. Tenía como nueve años, o
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tal vez diez en ese momento. No he visto a este tipo en cuánto, catorce,
tal vez quince años. Lo que lo hace casi un completo extraño enviándome
el pastel más ridículo que he visto.

—¿Tú eres quien me envió un pastel de pene?

—¿Un qué? —Ambas cejas se elevan y surcan juntas bajo un


alborotado cabello rubio rizado.

—Un pene. —No puedo reconocer la caja con la cabeza—. Me


enviaste un gigante de color carne... —Hago una mueca—. Sabes lo que
hay en la caja. Acabas de admitir que lo enviaste. Pero, debo decir que
no me parece muy gracioso o particularmente apropiado.

Gabe abre la caja y su mandíbula se afloja, sus labios caen


ligeramente abiertos antes de empezar a curvarse con una risita.

—Ese sucio bastardo.

—¿Quién?

—Dylan. Mi colega.

—¿Esto no fue idea tuya? —¿Es malo que ahora piense en Gabe y
en las pollas al mismo tiempo, en lugar de por separado, y que tenga que
luchar para no bajar la mirada más allá de su camisa de lino blanca a la
entrepierna de sus pantalones negros en un esfuerzo por compararlo con
el pastel?

—No. —Se ríe—. Esto tiene Dylan O'Brien escrito por todas partes.

Y, la forma en que lo dice. No puedo evitar mirar el pastel con la


bola medio comida, el borde un desmenuzado trozo de pastel blanco y
glaseado rosa.

—¿Qué quieres decir?

—Sólo el detalle que ha puesto en ello. —Cierra la caja con una


palmada, le da la espalda y apoya sus codos en mi mostrador—. Dylan
puede ser un imbécil. —Tose—. Quiero decir, bromista.

—Entonces, ¿es sólo una broma pesada para ti? Eso es bueno. —
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Tomo un trapo y limpio el café que derramé antes de preparar dos tazas
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más—. Pero, deberías advertirle que a las mujeres no les gusta recibir pollas
de gente que no conocen. —En serio, a veces no entiendo cómo mi boca
se sale con la suya diciendo lo que dice antes de que mi cerebro se ponga
al día. Soy una maestra, por el amor de Dios. Pero, de nuevo, enseño a un
grupo de niños de cinco años, así que eso es todo.

—Le dije que lo hiciera en forma de mariposa.

Me congelo, agradecida de seguir dándole la espalda. ¿Consideró


siquiera la reacción en cadena de los pensamientos que implicaría?
¿Pensaba en mi ropa interior? O, más exactamente, la ropa interior de una
niña de cinco años. Lo que es perturbador cuando consideras las
implicaciones. Pero, los dos éramos niños, y ahora somos extraños. Aunque,
es la primera cara familiar que he visto desde que me mudé aquí y
prometió matar arañas, así que tal vez mostrarle mi ropa interior otra vez no
es exactamente un pensamiento horripilante.

No, en realidad lo es.

Su teléfono suena y contesta.

—¿En qué pensabas? Ese pastel fue increíblemente inapropiado.

Me meto los pocos mechones de cabello que se me han escapado


de mi moño suelto mientras finjo ignorarlo, pero tengo curiosidad secreta
sobre su amigo. Cuando Gabe mencionó que el detalle y el nombre de
Dylan se hallaban por todo el pastel, ¿significaba que el hombre
literalmente lo hizo a su imagen?

—No, no creo que lo encontrara divertido. —Se detiene,


presumiblemente escuchando lo que la persona en la línea dice, y luego
dice en voz más alta—: Ciertamente no le preguntaré eso. —Luego
murmura en voz baja antes de enfocar su atención en mí—. Lo siento por
eso. Me tengo que ir, pero a Dylan le gustaría disculparse por el pastel.
¿Vienes a Cómeme mañana?

—El primer día de clases es siempre agitado —le digo, siguiéndolo a


medida que se abre paso entre las cajas hasta la puerta de mi casa—.
Probablemente no tenga tiempo.
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Se detiene en la puerta, enseñándome una vez más esos hermosos


hoyuelos.
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—Habrá media docena de cupcakes y algunos de los mejores
chocolates que hayas comido si lo haces.

—¿Cómo se supone que me resista?

—No lo haces. —Me da un guiño y luego sale por la puerta,


dejándome pensando si hablaba de los cupcakes o de él. Era de los
cupcakes. Por supuesto que lo era. Esa es la única respuesta lógica.

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Página
E
stoy sentada en mi escritorio a la hora del almuerzo el jueves
porque todavía me estoy adaptando a la nueva escuela y
cada vez que he almorzado en el salón de profesores, Rick
Ruckus, que enseña Educación Física, se ha encargado de ser mi nuevo
amigo. Lo cual estaría muy bien, si no sintiera también la necesidad de
hacer sutiles excavaciones sobre lo único que es mi nombre mientras usa la
silla a mi lado para balancearse y prácticamente empujarme su
entrepierna en la cara. Hay un número limitado de comidas que me
puedo perder, incluso si actualmente me estoy torturando con una dieta
constante de col rizada. En serio, esta planta es flácida, amarga y
completamente incomestible.

Apuñalo otro bocado en mi tenedor y lo miro con asco antes de


meter todo el recipiente de plástico en el cubo de basura. Delicados
cupcakes con glaseado esponjoso en un arco iris de colores mantecosos
bailan a través de mi mente. Prácticamente puedo oler su olor azucarado
y mi estómago se queja de decepción. Nunca he sido buena ignorando mi
gusto por los dulces y han pasado días desde que Gabe pasó por aquí. Lo
que me recuerda, pregunta por mis muebles.

Continúa. Pregúntame.
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Sí, siguen en camino. Lo que significa que duermo en el suelo, y


preguntándome cómo he vivido antes de comprar mi cama. Además, no
he tenido excusa para pedirle a Gabe que venga. No hay razón para
satisfacer mi curiosidad sobre su vida después de mi ropa interior. Y no hay
ninguna razón para querer verlo sin camisa y sudoroso. Excepto por los
cupcakes, y tengo muchas razones para mantenerme alejada de ellas.
Como mis caderas. Y, porque, a pesar de la curiosidad que siento por
Gabriel Nash, también siento curiosidad por su amigo.

Dylan O'Brien, quien tiene un retorcido sentido del humor, y puede o


no haber hecho una réplica de su pene en un pastel. Un pene que me he
comido. Oh, vamos, por supuesto que comí más después de que Gabe se
fuera, aunque me encantó cortarlo en cuadritos con un cuchillo bastante
grande. Como si fueras capaz de ignorar una golosina azucarada ahí
sentada, en tu mostrador, rogando ser consumida.

—Hola, Summer, esto te lo dejaron en la recepción —dice una de las


señoras de la oficina, Mandy, entrando en el aula con una pequeña caja
rosa en las manos—. Hay una pequeña nota y todo.

Oh, mierda. Miro el contenedor con cuidado.

—¿Son cupcakes?

—Sí. —Sonríe—. Sólo los mejores cupcakes del planeta. Y tan lindas
también, con pequeñas mariposas.

Claro que son mariposas. Por otro lado, claramente podría ser peor.
Siempre pueden ser versiones en miniatura de genitales, o consoladores, o
esposas. Las esposas estarían bien. Siempre podría decir que tiene algo
que ver con la cárcel. No es que haya estado en la cárcel. Pero, tiene que
ser mejor que más rumores sobre mi difunta vida amorosa. La única razón
por la que me mudé aquí fue para alejarme de la gente que hablaba de
mí, y lo último que necesito es darle municiones a cualquiera.

Tomo la caja que me ofrece y miro por la ventana transparente de la


tapa. En realidad, los cupcakes brillantes de color frambuesa con sus
mariposas diminutas de cristal de azúcar son lindos.

—No pierdes el tiempo haciendo amigos, ¿verdad? —Mandy se


apoya en mi escritorio.
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—¿Por los cupcakes? —Abro la caja y le ofrezco una. Ahora que la


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tengo aquí, no tiene sentido tratar de evitarlas.


Ella toma una y muerde en el delicado postre, masticando y
gimiendo por unos momentos antes de decir:

—Dylan O'Brien no hace entregas.

—Oh, no, ¿en serio? ¿No hace entregas? No tenía ni idea. —Retiro la
envoltura y muerdo con cuidado el costado. Dios, puedo imaginar lo que
Sasha diría si me viera ahora mismo. Mi madre probablemente me diría
que lo deje caer, o que me estoy comiendo mis sentimientos. Si ese es el
caso, siento mucha dulzura hacia el misterioso Dylan. Aunque no hay
forma de que pueda ser tan bueno como Gabe—. Conozco a Gabriel
Nash. Nos conocemos desde hace mucho. Es amigo de mi hermano.
Somos amigos.

—¿En serio? —Sus ojos verdes brillan bajo su flequillo pálido y romo
ante ese chisme. Luego se toca la nariz y dice—: Tienes un poco de
glaseado.

—Gracias. —Tomando un pañuelo de la caja de mi escritorio, limpio


la mancha—. Fue hace mucho tiempo. —Y no necesito que circulen
rumores por la escuela cuando no llevo aquí ni una semana.

—Bueno, parece que también has impresionado a Dylan —dice,


mientras suena la campana para que se reanude la clase. Ajustando su
falda de lápiz, se dirige a la puerta—. Puedo atestiguar eso, ya que fui yo a
quien le dio tus cupcakes.

Entonces se ha ido antes de que pueda decirle:

—Nunca lo he conocido.

Volteando la etiqueta adjunta a la caja leí la letra malhumorada.

Disculpándome por mi polla.

Al abrir el cajón del escritorio, dejo caer la caja dentro y la cierro de


un golpe mientras mi cara arde. Los niños entran en la habitación,
corriendo para tomar sus asientos. ¿Mandy leyó la etiqueta? ¿Sabe a qué
se refería? ¿Qué clase de idiota cree que es una forma apropiada de
17

disculparse? No puedo creer ni por un minuto que me pareció agradable


a pesar de la torta de polla, porque claramente el hombre es un
Página
neandertal sin ningún tipo de habilidades sociales. Dios, quiero cantarles las
cuarenta en su cara.

Dylan O'Brien tiene un súper poder mucho más allá de la capacidad


de hacer los cupcakes más deliciosas. El hombre da buena cara. Es un
montón de fuego ardiente, y un poco awww, sigue siendo mi corazón roto.
Y eso es todo a lo largo de la fachada de la cafetería de Cómeme, donde
observo cómo se ocupa de sus asuntos detrás del mostrador y exhibe
vitrinas que dividen la prístina tienda de la cocina donde él y Gabe
preparan sus dulces. Cupcakes y chocolate. Qué mezcla. Qué
combinación tan peligrosa. Necesito mantenerme fuera de esta tienda.

Mi estómago gruñe gracias al espeso aroma de cacao, canela y


azúcar en el cálido aire de la tarde. El vidrio de la puerta cascabelea
cuando se cierra detrás de mí y una madre acosada levanta la mirada
desde donde disfruta de la felicidad con cafeína a medida que su hija en
edad preescolar cubre intensamente tres cuartas partes de su cara con
glaseado de arco iris y brillo comestible. Las manchas del glaseado están
siendo transferidas por sus dedos al lindo vestido rosa que lleva puesto.
Buena suerte con el subidón de azúcar, mamá.

Cruzo el suelo laminado de madera tan silenciosamente como


puedo con mis tacones de desnudista. Tiendo a caminar como un elefante
bebé, así que intento minimizar el ruido manteniendo los talones en alto.
No hay nada elegante ni coordinado aquí, amigos. Sólo una chica bajita
que tiene una seria adicción a los zapatos.

Y al azúcar.

Y tal vez a hombres que dan buena cara.

Todas las cosas que juré dejar cuando decidí mudarme aquí desde
California. Lejos de la ciudad, lejos del imperio regimentado de mi madre,
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a este pueblo regional donde el anonimato es más un eslogan que una


cosa real. ¿Qué diablos estoy haciendo?
Página
Los panaderos altos y sexys dotados de arte sobre sus bíceps
insanamente cincelados que dan buena cara son probablemente los
peores.

Los segundos peores.

Superados sólo por los abogados que dan buena cara y te rompen
el corazón teniendo un romance con una colega tuya que resulta ser
conocida como Nancy “tetas grandes” Tuckett, y luego anuncian su
compromiso en la escuela en la que trabajas como una forma de romper
contigo. O en la que trabajaste, hasta que te convertiste en el centro de
atención por todas las razones equivocadas y quisiste esconderte bajo una
roca.

Sí, eso pasó de verdad. Por eso pensé que esta ciudad sería un buen
lugar para esconderme y lamer mis heridas. ¿Te dije que he terminado con
el macho de la especie? ¿Y de sentirme la segunda mejor después de
mujeres como Nancy Tuckett? Porque ya terminé, y por eso juro que
seguiré comiendo col rizada. Además, le daré a este imbécil... quiero decir
idiota... las cuarenta. Tampoco compraré cupcakes ni ningún otro de los
deliciosos chocolates que se exhiben en los estantes a mi derecha. Oh,
pero los caramelos de crema son tan bonitos. Y ese turrón de almendra
parece estar para morirse.

—Hola, ¿qué puedo hacer por ti? —Se pavonea mientras se limpia
las manos con un paño de cocina blanco y luego lo arroja por encima de
su musculoso hombro. El rastrojo oscuro ennegrece su mandíbula, y hay
rastros de azúcar en polvo o harina en su camiseta negra estirada y
demasiado apretada. No es que me vaya a quejar. Es una buena vista.

Una mirada azul profundo me atrapa y se bloquea con la mía y su


sonrisa aparece cuando una ceja baja.

—Eres Sweets.

—Dylan O'Brien —digo al mismo tiempo. Podría obsesionarme con sus


cejas. O sus ojos. O, ya sabes, todo eso—. Y, ¿cómo sabes que soy yo?

Todavía sonriendo, se muerde el labio inferior y, de alguna manera,


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eso se corresponde directamente con una sensación de tirón en mis


Página

bragas.
—Soy así de bueno.

—Agh. ¿Hablas en serio? —Me alejo del chico guapo con complejo
de Dios. Una vez me bastó para correr en la dirección contraria de
hombres así—. Eso es tan egocéntrico.

—Mierda. —Se frota una mano sobre su desgreñado cabello oscuro


peinado para que parezca que lo empuja hacia atrás permanentemente
o que ha recibido el castigo de la palma de su mano suficientes veces que
está entrenado para asentarse de esa manera—. ¿No puedes aceptar una
broma, Sweets? Sabía que eras tú porque te vistes como una maestra de
escuela, y no te había visto por aquí antes. Hace que sea bastante fácil
sumar dos y dos.

—Por supuesto que puedo aceptar una broma. —Lo miro fijamente
mientras sigo dando marcha atrás—. Bueno, tengo que irme. Tengo un
plan de lecciones que repasar.

—Espera. —Tira la toalla sobre el mostrador y avanza a zancadas


rápidas y fáciles. Se detiene delante de mí demasiado rápido—. No
puedes irte todavía.

—¿Qué? —De cerca, su esencia sobrepasa el aroma de los


cupcakes y el glaseado. Picante para acompañar al dulce. Me chupo los
labios y trato de pensar en Brock. El que me rompió el corazón y me hizo
empacar todas mis pertenencias y mudarme aquí para escapar de los
chismes de mi antigua escuela. Y eso es definitivamente un tatuaje de un
cupcake con glaseado rosa en el interior de su antebrazo, que no es en
absoluto lo que esperaba ver en un brazo tan masculino—. ¿Por qué?

Sus ojos se arrugan por los bordes e incluso eso es demasiado para
mis bragas. Spanky2 salta por ahí agitando sus brazos, gritándome que le
deje hacérmelo, hacérmelo ahora. Cállate, Spanky, zorra tonta.

Luego pone su mano en mi brazo. Es áspera y cálida y


decididamente varonil, con las uñas recortadas y callosidades duras, y
apenas puedo recordar mi propio nombre, cuando dice—: Gabe me
pateará el culo si no me disculpo adecuadamente.
20
Página

2 Hace referencia a su “banco de nalgadas” mencionado en el capítulo anterior.


—S
uave, Dylan, muy jodidamente suave —murmuro a la
máquina de café expreso mientras vaporizo leche
para el capuchino que estoy haciendo para Summer
y me frunzo el ceño en el espejo cromado.

Lo admito, cuando Gabe me dijo que la hermana de su amigo se


mudó aquí, no me interesó mucho. Incluso cuando me dijo que se llamaba
Summer Sweets y que era maestra de escuela, no pensé en nada más
aparte de que sonaba como si perteneciera a Tumblr. Desnuda. No en mi
panadería, vistiendo un top amarillo canario que hace estallar sus ojos
azules, y una falda con estampado de manzana que me hace imaginar
que le voy a dar un mordisco. La maestra de preescolar va a ser mi nueva
fantasía favorita por un tiempo después de esto. Al diablo con Tumblr,
preferiría que estuviera en mi cama. Desnuda.

La miro jugar con su teléfono en una de las mesas del frente. Al


menos se quedó para darme otra oportunidad de intentar una disculpa.
Tengo el mal hábito de meterme metafóricamente la pata en la boca
cuando se trata de chicas guapas. O gente, en general. Pero
definitivamente, parece que lo hago a su alrededor.
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Debe pensar que soy un cretino en este momento, aunque el pastel


Página

de polla se suponía que era una broma pesada para Gabe. ¿Cómo iba a
saber que decidiría que se lo entregaran? También tenía cupcakes listos
para llevar. Frambuesa con crema de queso. Todo lo que tenía que hacer
era abrir la maldita caja.

Sirvo el capuchino y lo termino con una espolvoreada de cacao y


dos de los chocolates especiales de Gabe, los de caramelo de crema que
se comía con los ojos cuando la vi por primera vez en el mostrador. Luego
lo llevo a la mesa y me siento junto a ella.

Coloca el teléfono, con la pantalla hacia abajo, sobre la mesa y


echa un vistazo a la silla que tiene enfrente. Probablemente debería
haberla tomado, pero la verdad es que quería sentarme cerca de ella.
Huele a sol, azúcar y un toque de cereza. Me hace querer inclinar mi
lengua sobre el lugar debajo de su oído donde su pulso late un poco más
rápido de lo que probablemente debería cada vez que me mira.

O, podría ir a la cocina y experimentar. Inventar algo tan delicioso


como su olor y ponerle su nombre. Probablemente tendría problemas para
encontrar ingredientes que imiten la luz del sol. Pero, apuesto a que me
ganaría otro año como campeón de la competencia anual de los Sweet
Treats.

—¿Summer? ¿Puedo llamarte Summer?

—Por favor. —Hace una mueca y toma la taza con ambas manos—.
Sé lo que debes pensar con un nombre como el mío, pero créeme que no
es el caso.

—Me gusta —le digo, estirando las piernas para que llenen el
espacio entre nosotros.

—Por supuesto que sí. —Saca la lengua, y aparecen unas arrugas en


el puente de su nariz—. Las bailarinas y prostitutas exóticas son
probablemente lo tuyo.

Con un resoplido, lo dejo pasar. No es que le diera una primera


impresión que la hiciera pensar de otra manera. Aunque tal vez la llame
Sweets de ahora en adelante. Sólo para mantenerla alerta.

—Oh. —Voltea hacia la cocina vacía—. Lo dije en voz alta, ¿no?


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Página
—Claro que sí. Pero creo que podemos mantenerlo entre nosotros
dos. No le digas a nadie que soy un imbécil, y no les diré que no tienes
filtro.

—¿Por qué lo eres? Quiero decir ese pastel era...

—Se suponía que nunca pasaría de Gabe —le digo.

—Y, luego te disculpas por tu... —Mira fijamente a mi regazo y sus


mejillas se sonrojan—. En mi trabajo, donde acabo de empezar. En una
tarjeta que cualquiera puede leer y, posiblemente, lo hicieron.

—Lo siento por eso —le digo, aunque no lo siento. Ignoró la invitación
de Gabe de venir a Cómeme por esos malditos cupcakes durante días. La
curiosidad se apoderó de mí, y supe que mi polla se pondría de pie
inmediatamente—. Debo haber perdido mi sentido del humor.

—Me atrevo a decir. —Se queda callada mientras sorbe su bebida.

La observo por unos minutos. La madre acosada y su hija de tres


años detrás de nosotros se levantan y salen de la tienda en una ráfaga de
"mira tu ropa" y servilletas de papel a medida que Summer intenta no
mirarme fijamente mientras toma su café. Sus uñas tocan la cerámica, y sus
cejas bailan.

—¿Quieres preguntarme algo? —Dibujo una línea invisible con un


dedo en el tablero.

—Um, no.

—Oh, vamos. —Es obvio que piensa en mi paquete. Y, ahora me está


sacando de quicio. Me inclino hacia delante, con los dedos golpeando mi
muslo, aunque prefiero golpearla a ella. Quiero sacarla de su asiento,
levantar esa falda estampada de manzana, y averiguar si se derretirá
como la mantequilla.

—No, está bien. —Traga y vuelve a colocar la taza vacía en su


platillo antes de empujarla. No toca los chocolates, aunque les echa un
vistazo.
23

—Maldición, mujer, si me miraras así, no me sentaría a esperarte en


Página

silencio. Estaría en tu boca tan rápido que apenas podrías poner tus labios
a mi alrededor. —Y ahí voy de nuevo, hablando sin pensarlo bien. Porque
eso definitivamente sonó más como si quisiera meterle la polla en la boca
que sugerirle que se comiera el chocolate que claramente quiere. Ves, te
dije que mi habilidad para decir algo equivocado era un problema real.

Su respiración se detiene, sus ojos azules se ensanchan, y hay un


largo momento antes de que su pecho se levante más de lo que lo ha
hecho con cada otra respiración que ha tomado. La punta de su lengua
se desliza sobre el centro de su labio inferior. Los dedos largos se clavan a
través de un solo rizo de tirabuzón, y el brazalete de oro en su muñeca se
estrella contra el igualmente costoso y delgado reloj de oro.

—No creo que eso vaya a ser un problema.

—Bueno, al menos come un chocolate. Te vi mirándolos cuando


entraste.

—No los necesito. —Se mueve con su bolso.

—¿Qué, ya eres lo suficientemente dulce? —Tengo la sensación de


que la respuesta es sí, claro que sí. Sería el tipo de chica que se derretiría
como azúcar fundida en mi lengua. Y, considerando la forma en que me
mira, sí, creo que va a ser un problema.

—Algo así. —Un lado de su boca se levanta cuando se pone de


pie—. Especialmente después del cupcake que comí antes.

—¿Así que te gustaron? —Sonrío con satisfacción, mi pecho se


hincha de orgullo.

—Oye, Dylan, ¿qué tan ocupado estás ahora? —Una morena


irrumpe por la puerta de Cómeme, su bolso colgando de su brazo, una pila
de archivos en sus manos, y una indudablemente vacía taza rosa posada
en la parte superior—. De hecho, necesito una recarga. Nos quedamos sin
azúcar.

Se detiene abruptamente en medio de la cafetería, su mirada


violeta clavada en Summer mientras probablemente trata de averiguar
cómo es posible que haya alguien en este pueblo que no conozca.
24

Me quedo mirando a Summer, que se ajusta su bolso. Considerando


que prefiero ocupar más su atención, no estoy tan ocupado como me
Página

gustaría. —Estaré contigo en un par de minutos, Claire.


—Genial. Tenemos que repasar los planes del carnaval de Sweet
Treats. Finalizar las cabinas y los paseos y volantes. De lo contrario, nadie
tendrá tiempo de participar en la competición y tú y Gabe se pelearán.

—Estoy seguro que a los patrocinadores les encantaría.

—De todos modos, me tengo que ir —dice Summer—. Necesito


localizar mis muebles.

—Por cierto, esta es Summer Sweets. —Levantándome, empujo la


silla—. Es la nueva maestra de preescolar.

—Encantada de conocerte. —Claire deja caer el brazo lleno de


carpetas sobre la mesa más cercana y se lanza hacia delante para
estrechar la mano de Summer—. Me encanta ver sangre nueva por aquí.

—Déjame buscarte una caja para esos chocolates. —Levanto el


plato y me alejo de las dos mujeres.

Tomando un pequeño recipiente de detrás del mostrador, tomo un


surtido de chocolates de la exposición antes de unirme de nuevo a ellas en
la mesa, donde charlan sobre las sobrinas de Claire, que todavía son
demasiado jóvenes para la escuela.

—Son un fastidio, eso es seguro. —Claire se ríe—. Raze, ese es mi


marido, sigue preguntándome si me estoy volviendo torpe.

—Aquí tienes. —Empujo la caja en la mano de Summer. Tocarla me


da ganas de seguir tocándola, de seguir hablándole. Y ahora que nos
hemos conocido oficialmente, voy a asegurarme de conocerla—.
¿Regresarás pronto?

Ella inclina su cabeza hacia un lado y me mira fijamente mientras


lentamente saca su mano de la mía.

—Tus cupcakes son para morirse. No creo que pueda mantenerme


alejada.

—Bien —le digo—. Deleita tu gusto por los dulces.


25

Estoy seguro que planeo complacer al mío.


Página
—Sí, bueno, mejor me voy. —Mueve la cajita en dirección a la
puerta.

Aclarando mi garganta, no puedo evitar tratar de poner mi pie de


nuevo en mi boca.

—Nos vemos, Sweets.

Y luego se ha ido y Claire se ríe a medida que agita su taza frente a


mi cara.

—¿Quieres algo para atrapar esa baba?

—¿Qué? No. Es amiga de Gabe. Sólo estaba siendo amable. —Le


quito la taza de la mano y me dirijo a la máquina de café.

—Ajá. Si tú lo dices. También tomaré una de tus cupcakes de


terciopelo rojo, por favor. —Se sienta a la mesa y extiende un montón de
archivos codificados por colores—. ¿Cómo hacemos para que el carnaval
de este año sea mejor que el anterior?

Gabe se encuentra en la cocina cuando subo al departamento que


compartimos sobre la cafetería. No es un lugar enorme, pero los dos nos
dimos cuenta hace mucho tiempo que no necesitábamos mucho espacio
como la mayoría de la gente.

Tiene esa mirada en su cara que pone cuando piensa en algo. Su


boca se aprieta en una línea firme mientras pasa una cuchara a través de
cualquier cosa que tenga en la olla en la estufa.

—Conocí a tu señorita Sweets esta tarde —lanzo sobre mi hombro


mientras tomo un par de cervezas Sam Adams de la nevera.

—¿Vino? —Se detiene en medio de la conmoción. Los músculos de


la espalda se agrupan debajo de la camisa, antes de volver a caer en un
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movimiento fluido—. Dime que no te comportaste como un idiota.


Página
—No. —Intento no sonreír. Probablemente sea mejor no contarle lo
de los cupcakes que entregué en la escuela—. ¿Qué haces?

—Comida de verdad. —Gabe no pierde el ritmo mientras cruzo a


zancadas para darle una cerveza y mirar por encima de su hombro las
largas hebras de pasta.

—Carbonara. —Meto mi meñique en la salsa cremosa—. ¿Tenemos


vieiras?

—Sí. Saca tu mano de mi cena.

—Bien. —Me chupo el dedo—. Sabe bien.

—Por supuesto que sí. —Sonríe, y lo que sea que tenía en mente
cuando entré es dejado de lado—. ¿Qué te pareció Summer?

—No fue lo que esperaba. —Pongo una sartén en el quemador al


lado de Gabe y enciendo el fuego. Es amiga de Gabe. Eso es todo lo que
se supone que es, pero apenas podía recordarlo mientras hablábamos.

—Y, ¿qué esperabas? —Me da el paquete de vieiras para que lo


prepare.

—Bueno —reflexiono—. No me enseñó su ropa interior. No tengo ni


idea de si todavía le gustan las mariposas.

—Eres un imbécil. —Gabe mueve la cabeza—. Nunca debí haberte


dicho eso.

—Probablemente no, pero lo hiciste. Tenías que esperar que surgiera


en una conversación en algún momento. —Introduzco las vieiras cocidas
en la carbonara. Pero, por mucho que quiera saber sobre las bragas de la
mujer, puede esperar—. Claire también se detuvo con los volantes para el
carnaval. Ya tenemos patrocinadores este año.

—¿Quién? —Gabe sirve la pasta en dos tazones.

—¿Localmente? El Rancho Bennington y el Gimnasio Tom, por


supuesto. El hospital. Construcciones Lance Starr. Rush.
27

—Impresionante.
Página
—Claire sigue trabajando en sus contactos nacionales. Y ha puesto
el formulario de inscripción para el concurso de Sweet Treats en la página
de Facebook de la feria.

—Genial. Así que ahora sólo tienes que ganarme. —Gabe se sienta
en uno de los taburetes altos de la isla.

—Con mucho gusto —le digo a medida que meto un bocado de


pasta en mi boca—. Ni siquiera te considero competencia.

Mueve las cejas un par de veces mientras tuerce hebras de pasta


alrededor de su tenedor.

—Tal vez deberías.

28
Página
—V
aya, hola, cama. Qué casualidad verte aquí. —Me
acurruco en el colchón apoyado contra la pared y
hago círculos coquetos con los dedos sobre el
colchón de memoria. Sí, lo adivinaste. Por fin llegaron mis muebles, con una
semana de retraso—. Te extrañé. Tan pronto como tenga el resto de estos
muebles montados, voy a pasar algún tiempo de calidad contigo.
Desnuda. Extendida. Frotarme un poco en tu contra.

—¿Les hablas así a todos tus muebles? —Gabe avanza a pasos


agigantados por la puerta principal con una sonrisa que hace que sus
hoyuelos destellen mientras examina la forma en que estoy medio
enredada con mi colchón—. Creo que tu sofá se pondrá celoso.

—Diablos, sé que yo lo estoy. —Dylan sigue a Gabe al interior, con su


mirada fluida aterrizando en la pierna que he envuelto alrededor del borde
de la cama y viajando hasta mis shorts de algodón floral.

—Aj. —Entierro la cara en la espuma. Por supuesto que aparecen


cuando estoy hablándole sucio a mi colchón. No importa, les pedí que
vinieran a ayudarme a cambio de una cena. Nunca he tenido buena
suerte con la sincronización.
29

Puedo sentir la mirada de Dylan quemándome la piel mientras no lo


Página

miro. Mis muslos se ponen tan calientes como mi cara, y la voz de Sasha
pasa por mi cabeza, recordándome que una cara roja sólo es apropiada
cuando uno se quema grasa por el ejercicio.

—Lo siento por él. Sólo bromea. —Gabe se abre paso entre el sofá y
la mesa de comedor y las sillas para pararse frente a mí—. Siento que voy a
decir eso mucho.

Toma aire. Suéltalo.

—No hay problema. Es mi culpa. ¿Quién le habla a su cama? —Me


bajo del colchón y me encuentro cara a cara con Gabe. ¿Cómo es que
este tipo se pone más sexy? Sólo han pasado unos días desde la última vez
que nos vimos. Seguramente en realidad no es posible volverse más
atractivo y, sin embargo, cuando me enfrenta con una sonrisa tan cálida y
me toca la muñeca contengo el aliento. Tal vez sea porque está tan cerca
que puedo oler cacao y especias.

—Creo que sólo tenemos que preocuparnos si empieza a responder.


—Sus dedos rodean mi brazo y aprietan ligeramente.

Es completamente extraño, y sexy. Gabe es mi amigo, por defecto, y


ha visto mis bragas. No las que llevo puestas, afortunadamente. Eso sería
raro, ¿verdad? ¿Si le enseñara mi tanga y le mostrara lo húmeda que me
acaba de poner? ¿Cuán húmeda ellos me acaban de poner? Cuántas
veces he pensado en cada uno de ellos en la última semana, o incluso las
que he considerado ir a Cómeme sólo para verlos. Bien, bien, sí, también
quería más chocolate. Tal vez hasta un cupcake.

Dylan se aclara la garganta.

—Tal vez necesita la práctica.

—¿Qué? —No sé qué es peor. Gabe alejando de golpe su mano de


mi brazo o la inquietante forma en que Dylan me mira desde el otro lado
de la habitación a medida que hace declaraciones turbias sobre mi
capacidad para ser tímida. Estoy recién salida de la angustia y la baja
autoestima. Tiene que ser eso, ¿no? La razón por la que los encuentro
ridículamente atractivos. Sólo soy yo fantaseando con que mi vida no sigue
dando asco después de todo lo que pasó en California.
30

—¿Qué tal si movemos estos muebles? —dice Gabe, quitándose la


Página

camisa blanca de lino que llevaba sobre su camisa azul ajustada y


vaqueros y dejándola caer sobre las cajas que todavía no he
desempacado.

Dios mío, ¿acaba de empezar a hacer más calor aquí? Vago por el
desorden que es mi sala de estar hasta que llego al escritorio antiguo. Es
mejor empezar con algo más seguro que los muebles de mi dormitorio con
la esperanza de que no diré más estupideces sobre las camas.

—Empecemos con el estudio.

—¿Qué piensas, Gabe? ¿Debemos dejar que Sweets nos domine? —


Dylan agarra ambos lados del escritorio y lo levanta, y luego guiña el ojo y
muestra su sonrisa juvenil.

Maldita sea. Es tan obvio que es un problema. Y disfruta haciéndome


sentir incómoda.

—Cuando quiera. —Gabe mueve las cejas y expone una media


sonrisa.

—Está bien, de acuerdo. —Agachando la cabeza para esconder mi


rubor, me abro paso entre ellos y me dirijo hacia el segundo dormitorio que
usaré como estudio—. Cuanto antes acabemos con esto, antes podré
comprarles pizza y cerveza.

La mano caliente de Gabe aterriza en mi hombro y luego viaja a


través de mi cuello para tirar del auricular y sacármelo del oído para que
pueda escucharlo por encima de la música.

—Casi hemos terminado.

Saltando ante el toque inesperado, dejo caer el libro en mis manos,


un libro de cocina de Donna Hay que Ashleigh recogió en un viaje a
Australia, al suelo. Mirando por encima del hombro, me doy cuenta que se
31

inclinó para hablar conmigo y ahora su boca se halla al lado de la mía y


no nos costaría nada acercarnos ni un centímetro más. Sus labios están
Página

rodeados por una fina sombra dorada sobre su piel bronceada.


Corro mi lengua sobre mis resecos labios y me concentro en tomar el
libro y meterlo en el estante con los otros libros de cocina.

—Entonces, ¿debería pedir pizza?

Enderezándose, me pone la mano delante de la cara mientras me


quito el polvo de mis shorts.

—Bueno, les prometiste a dos hombres adultos una comida y toda la


cerveza que pudieran beber. No podemos aguantarnos ahora.

—Por cierto, ¿cuánta cerveza es eso? —Considero ignorar su mano


ya que sé que es una droga que calienta la parte inferior de mi vientre,
pero no quiero parecer grosera, así que deslizo la palma de mi mano
contra la suya y trato de recordar que la forma en que sus dedos giran
alrededor del exterior de mi mano es amistosa. Porque somos amigos.
Porque, indudablemente, sólo está aquí bajo las órdenes de mi hermano
para vigilarme. Y tal vez por un indebido sentido de familiaridad.

—¿Por qué no compras una caja? Si no las bebemos esta noche, las
acabaremos la próxima vez. —Me pone en pie, tan cerca que me ahogo
en su olor y el calor que emana de él. Mientras me da la sonrisa más
deslumbrante que he visto en mi vida. Mi corazón se acelera mientras sus
dedos me rozan la muñeca, y en vez de dejarme ir me acerca un poco
más. Probablemente pueda oír mi corazón latiendo con fuerza. No hay
ninguna esperanza de tener las bragas secas ahora.

—Será mejor que entre y ayude a Dylan a terminar de armar tu


cama. —Dejándome ir, se agarra el bíceps con una mano y da un paso
atrás. Gracias por enfatizar lo musculoso y tonificado que estás. Apuesto a
que no tuviste problemas en levantarme con esos brazos—. Asegurarme de
que no huela tus bragas ni nada inapropiado como eso.

—No lo haría —protesto.

—No puedo confiar en que no haga un esfuerzo extra por una


broma. —Gabe se encoge de hombros y se aguanta una carcajada al
salir de la habitación—. Oh, y Dylan quiere piña en su pizza. Le encanta.
32

—Vale. —Meto la mano en el bolsillo para tomar mi teléfono, que


elige ese momento para empezar a sonar. Hablando de sincronización.
Página

Revisar la pantalla me desinfla el buen humor.


Caminando hacia la cocina para recoger mi bolso y mis llaves,
contesto.

—Hola, madre.

—Llámame Sasha, cariño. ¿Ya llegaron tus muebles? Juro que si


tengo que llamar a la compañía de mudanzas una vez más alguien se va
a quedar sin trabajo.

—Está bien. —Aprieto los dientes por el hecho de que fuera ella
quien metió las narices en mi asunto y alteró las fechas originales que
organicé con la compañía de mudanzas. Dios, ha empeorado con los
años. Los últimos tres años, en realidad. Desde que papá murió.

Mientras Sam y yo nos unimos en nuestra tristeza, Sasha salió y perdió


tres kilos de quién sabe dónde, comenzó a vender una nueva línea de
batidos dietéticos y, de alguna manera, se las arregló para retroceder
cinco años. Lo último Sam y yo lo atribuimos al cirujano plástico con el que
salió unos meses.

Me froto la pesadez del pecho que siempre acompaña a los


pensamientos de papá. Siempre estuvo de mi lado, como Sam ahora, pero
Sasha es un maremoto y tratar con ella es imposible. De hecho, la única
manera de tratar con Sasha es escuchar y responder lo menos posible.
Tiene buenas intenciones, es sólo que nunca se me ha dado bien ser su
hija, y ninguna cantidad de yoga me hará lo suficientemente zen para
hacer algo más que tolerarla.

—Los muebles llegaron esta mañana, y el amigo de Sam, Gabe, y su


compañero me ayudaron a moverlos.

—¿Gabe? No recuerdo a ningún chico llamado Gabe. Deberías


tener cuidado con los extraños, Summer. Especialmente cuando te
encuentras en un año sabático en tierra de nadie.

—Reverence, y ahora vivo aquí. Tengo trabajo. Compré una casa. —


Empujo una caja que parece lista para caerse de su lugar en la pila antes
de salir. La puerta se cierra de golpe detrás de mí. Ups.
33

—Eso está bien. Le pediremos a Sam que te lo alquile cuando llegues


a casa. —No toma un respiro a medida que rechaza mi cambio de vida
Página

como nada más que un inconveniente en sus planes—. Oh, conocí a un


médico encantador el otro día. Un nuevo miembro en mi estudio. Tiene
cuarenta y dos años, divorciado y sin hijos. Cardiólogo, creo que dijo.
Michael no puede esperar a conocerte.

—Lo siento, madre, ya estoy saliendo con alguien —miento. No


tengo interés en conocer a ninguno de los hombres con los que Sasha
trata de emparejarme. En un momento dado lo hice, y puedo decirte lo
bien que resultó. Ya lo he hecho. Brock fue el único que me gustó de una
larga lista de hombres aprobados por mi madre que probablemente
encontró en la guía telefónica bajo el nombre de doctor, abogado o
corredor de bolsa. No tengo ningún interés en conocer a más hombres que
ella “apruebe”.

—¿Quién podría ser?

Probablemente no debería habérselo dicho, considerando que no


planeo salir con nadie ahora o en el futuro. Un corazón roto es suficiente
para toda la vida. No es que estuviera enamorada de Brock. No es que me
hiriera cuando pisoteó mis sentimientos sin consideración. No, no me
afectó en absoluto.

Igual que Dylan y Gabe no me afectan. No me siento agitada


cuando Gabe me mira y no quiero lamer los tatuajes de Dylan. Porque eso
sería ridículo, ¿verdad?

—Tipo grande. Enorme. Muchos músculos. Tatuajes. —Espiando la


Ducati en mi entrada, prácticamente salto hacia el auto—. Conduce una
motocicleta. Estoy bastante segura que mató a un hombre, pero ahora
hace cupcakes.

—¿Es Gabe? ¿Ese amigo de Sam del que hablabas? Sabía que tu
hermano tenía algunas asociaciones cuestionables —dice con tono
condescendiente. Se refiere principalmente a sus amigos chefs. Son
groseros y toscos y muy divertidos; además, les encanta cocinar comida
rica y abundante, lo cual es increíble, pero la molesta. Además, estoy
bastante segura que Sasha no recuerda nada que no sea sobre ella o su
imperio. Toda esa col rizada que ha comido probablemente haya
convertido su cerebro en un vegetal.
34

—No son cuestionables, son agradables y...


Página
Habla por encima de mí.

—No puedo creer que renunciaras a Brock por algo mucho menos.

Si prestara atención más allá de lo superficial sabría cuánto me


molesta eso. Encogiéndome, bajo la voz y enuncio cuidadosamente lo
que ya sabe.

—Brock se va a casar, mamá. Con otra persona. No me quería.

—Bueno, tal vez si hubieras perdido unos kilos. Y no te lanzaras hacia


este amigo de tu hermano. ¿Cómo dijiste que se llamaba?

Jesús. No para nunca.

—No estoy saliendo con Gabe. Hace chocolate. Es para morirse. Y le


he enseñado mis bragas un par de veces.

Le cuento todo eso sólo por diversión. Ya parece irritada, y no tiene


sentido tratar de mantener una conversación normal mientras toma aire
audiblemente y se lanza a su famoso discurso. Lo cual no tiene
absolutamente nada que ver con panaderos malos o enseñar mis bragas,
sino más bien el tamaño de las mismas y cómo el chocolate y los cupcakes
son los artilugios del diablo.

Arrojando mi teléfono al asiento del pasajero, me subo a mi auto y


salgo de la entrada en busca de pizza y cerveza. Y no, no puedo colgar la
llamada. Que el cielo ayude a quien le cuelgue a Sasha Sweets. Mucho
mejor dejar que continúe su diatriba hasta que se agote.

Además, necesito un poco de chocolate después de esa


conversación.

35
Página
—¿C
ómo está mi hermana? —pregunta Sam al otro
lado de la línea mientras observo a Dylan meter
tablas en las muescas cortadas de los rieles
laterales del somier.

Jodidamente preciosa.

—Crecida. —Meto la mano en el bolsillo y me apoyo en el pie de la


cama mientras Dylan sigue adelante. Es una cama linda. Roble teñido.
Con recortes a lo largo de los lados de la cabecera y al pie de la cama.
Perfecto para mierdas pervertidas y diversión y juegos en general.

—Lo sé —dice, y algo hace un ruido sordo de fondo—. Pero, sigue


siendo mi hermana pequeña. Y estoy atrapado en Los Ángeles, por eso se
supone que tienes que hacerme saber cómo la ves. ¿Se está adaptando
bien?

—Sí, se está adaptando. —Por supuesto que sabe que su hermana


ha crecido. Diablos, aunque no la viera más de un puñado de veces al
año, sería difícil no verlo. Después de todo, para eso sirve Facebook—. Los
muebles vinieron hoy. Estamos armándole la cama mientras hablamos.
36

—Genial. —Estoy bastante seguro que no lo pensaría si supiera lo que


Página

pienso. Se detiene y luego continúa—. ¿Parece feliz?


—¿Qué? —La pausa en la conversación es un poco extraña y aleja
mi atención de la cama. Dylan se detuvo lo suficiente como para darme
una mirada curiosa. Me encojo de hombros a medida que me dirijo hacia
la puerta. Afuera, un motor zumba en el camino de entrada.

—¿Bueno, lo parece?

—Supongo. —Miro por la ventana y la veo saliendo de su Audi gris


metálico. Me habría dado cuenta si estuviera triste, ¿no? Especialmente
con la forma en que la he estado mirando cada vez que la veo,
acercándome para poder ver lo bonita que es.

—Diablos, Gabe, tu habilidad para mantener una conversación ha


empeorado con los años. ¿Te parece que mi hermana luce triste? ¿Como
si un imbécil la hubiera hecho pasar por un infierno?

Abre la puerta trasera del vehículo y medio entra. No es mi tipo


habitual, pero sus piernas con pantalones cortos. Ese culo. Esos bonitos ojos
azules. Sus suaves labios. Maldita sea. ¿Es tan malo que sienta algo por la
hermana pequeña de mi amigo? Ahuecándome la nuca, apoyo el codo
contra el vidrio. Claro que no puede hacer daño mirar.

—A mí me parece bien. ¿Crees que es un caso de sobreprotección?

—Has conocido a Sasha. Ya sabes cómo nuestros asuntos tienden a


terminar en las revistas del corazón si hay alguna manera de que pueda
atraer atención hacia su imperio —se burla—. ¿Quieres llamarme
sobreprotector otra vez?

Mi memoria está un poco borrosa. Cualquier cosa útil es bloqueada


por la horrible gama de productos de estampado leopardo elástico y
diademas de neón que usaba su madre. Apártate, Denise Austin3, Sasha
Sweets quiere tu lugar en el circuito de calistenia.

—Aguanta. Estoy teniendo una pesadilla basada en la moda de


ejercicio femenino.

—Dios, Gabe, pon a Dylan al teléfono. Al menos podré sacarle una


respuesta a él.
37
Página

3 Denise Austin, instructora, autora y columnista estadounidense de acondicionamiento


físico, y ex miembro del Consejo del Presidente sobre Aptitud Física y Deportes.
—Summer está bien. Yo me encargo —le digo a Sam, alejándome
de la ventana antes de que me atrape mirándola. Abro la puerta para
que no tenga que hacer malabares con lo que lleva—. Me tengo que ir.

—Cena. —Sostiene la pizza en alto con una mano, con un bloque


abierto de chocolate balanceado encima de las cajas de cartón, y me
pone la cerveza a la altura de los ojos.

De acuerdo, tal vez aún no me encargue de ella. No como quiero. Y,


con lo que Sam dijo sobre imbéciles, probablemente no debería considerar
las formas en que podría cambiar eso.

—¿Compraste chocolate en la tienda? ¿En serio? Te das cuenta que


eso es ofensivo, ¿verdad?

—Medidas de emergencia. —Se lleva un hombro a la oreja con una


mueca de disculpa al pasar a mi lado—. Hablé con Sasha. Recuerdas a mi
madre, ¿verdad?

—Desafortunadamente. —Siguiéndola, no puedo apartar la mirada


de su culo en forma de corazón y la forma en que esos pantalones cortos
abrazan sus curvas. El estampado floral femenino con una línea de encaje
con volantes a lo largo de la parte inferior hace que la visión sea mucho
más dulce. Probablemente no debería ser el bastardo que le mira el culo.
O el imbécil que se fija en cómo lucen sus piernas con esos tacones de
rayas azules y amarillas en los pies. Estoy intentando no mirarle las tetas a
través de la delgada camiseta sin mangas que lleva puesta cuando me
pone la pizza y la cerveza en las manos.

—Sí, bueno, la edad no la ha ablandado. —Se mueve por el espacio,


y me pierdo mirándola de la misma manera que lo hice cuando llegué el
primer día que estuvo en la ciudad mientras agarra platos, un vaso y
servilletas.

La chica que recordaba, la que de alguna manera esperaba ver


ese primer día, ya no existe. Esta chica es dulzura sensual y gracia tranquila.
Y la deseo. Mi polla se sacude, se endurece como el hormigón mientras la
sigo. Trago a través del ataque de anhelo que arde a través de mi cerebro.
38

—No estuvo de acuerdo con mi decisión de mudarme aquí. —Se


Página

detiene y me frunce el ceño—. Pero, eso ya lo sabes, ¿no? Sam te habría


dicho... algo. —Se desliza entre la isla y donde estoy medio congelado,
pareciendo un idiota o al menos un repartidor de pizza pervertido—. No
necesito que me trates como si fuera la hermana pequeña de un amigo.
No soy tan frágil como cree.

—No creí que lo fueras —digo de alguna manera, con la garganta


áspera y cruda. Necesito aplastar la evidencia que se empuja contra la
cremallera de mis vaqueros en un esfuerzo por atravesarla. Que me jodan
si sé cómo. Es preciosa. No, dulce. Sweets. La hermana de Sam. Esto está
funcionando. Bien, la hermana de Sam tiene cinco años. No, retrocede,
porque claramente no los tiene y lo último que va a ayudar es pensar en su
pan... Sam Sweets, con los puños en alto, listo para golpearme la cara por
meterme con su hermana. Sí, eso funcionará.

Durante un momento nos paramos frente a frente mientras me


estudia, y aprieto los dientes y me aferro a la imagen de su hermano listo
para partirme la cara.

—Bien. —Me sonríe, girándose para salir por la puerta que lleva a la
cubierta—. Llama a Dylan. No sé ustedes, pero yo necesito una cerveza.

Respiro hondo y exhalo fuertemente a medida que la tensión escapa


de mi cuerpo y mi pene finalmente se desinfla. Voy a necesitar algo mejor
que Sam para disuadirlo, porque apenas hizo una mella en la lujuria que
me atraviesa. Además, él y yo sabemos cuál de los dos ganaría en una
pelea a puñetazos. Con un rápido ajuste de mi erección, voy a buscar a
Dylan.

—¿Qué pasa con tanta piña? —Dylan toma otro pedazo de su


pedazo de pizza y arruga la cara mientras deja caer la fruta a un lado de
su plato.

—Gabe dijo que te encantaba —dice Summer, doblando sus


39

bronceadas piernas debajo de sí en la silla en forma de huevo de ratán


que ocupa—. Pedí extra en la tuya.
Página
—Eso sería correcto. —También se deshace de la corteza y se frota
las manos.

Retengo una risita a medida que me relajo en la silla opuesta a


Summer y apoyo mi cerveza en el reposabrazos.

—Te lo merecías.

—¿No te gusta la piña? —Summer frunce los labios y me levanta una


ceja.

—Me encanta, en realidad. —Dylan se levanta de su asiento y le


dice—: Pero no en la pizza. Voy a terminar con los muebles de tu
dormitorio. ¿Vienes, Gabe?

Summer también salta y empieza a apilar los platos.

—En un minuto —le digo a Dylan mientras recojo las botellas de


cerveza vacías y las cajas de pizza y las llevo a los botes de basura junto a
la casa. Cuando vuelvo, Summer permanece tranquila donde la dejé. La
sonrisa a la que me estoy acostumbrando demasiado rápido se ha
desvanecido.

—Oye, ¿qué pasa? —Le quito los platos de la mano antes de que se
dé cuenta. Mira su teléfono con la otra mano y luego se lo mete en el
bolsillo mientras sacude la cabeza.

—¿Qué te dijo exactamente mi hermano mayor mandón sobre mí?

—Nada, en realidad. —Llevo los platos al interior y los deposito en el


fregadero, y luego abro el agua para enjuagarlos—. Dijo que lo estabas
pasando mal, y que podrías estar triste.

—Genial. —Suspirando, cae contra una silla de comedor al otro lado


de la habitación—. ¿Vas a decirle que sí si no finjo que todo va perfecto
ahora mismo?

—No.

—¿Por qué no?


40

Cierro el agua y me seco las manos con una toalla de cocina.


Página

—Porque no creo que estés tan triste como cree.


—Tal vez, tal vez no. —Se encoge de hombros, ladeando la
cabeza—. Aunque soy bastante patética. Pensé...

—¿Qué pasó? —Me siento a su lado, la rodeo con el brazo, intento


ser comprensivo y aguanto mucho más de lo que esperaba. Cada
centímetro de ella que se presiona contra mí me calienta y hace que mi
piel cruja con la conexión. Trago fuerte e ignoro el estado de mi pene.

—Nancy “tetas grandes” Tuckett pasó. —Saca la lengua.

—Tuckett, ¿eh? Rima con “qué le jodan”4.

—Pues sí. —Se ríe, con la tensión dejando sus hombros—. Zorra roba-
novios. Pero, honestamente, esa no es la peor parte. Fueron los rumores los
que me mataron.

—¿Rumores?

—Sí, las historias que circularon por la escuela sobre por qué un tipo
tan bueno me engañó. No importa. No quiero hablar de ellos. —Se levanta
y sacude la cabeza—. Si vas a informar a mi familia sobre mí, diles que
estoy muy contenta con mi decisión. Sasha usará cualquier cosa para
intentar hacerme volver.

—Entendido —digo—. Pero no creo que Sam esté intentando


convencerte para que regreses a California. Sólo se preocupa por ti.

—Tal vez. —Lo ignora—. Pero voy a estar bien.

Estoy seguro que sí, y voy a hacer lo que sea para asegurarme de
ello. Por el bien de su hermano. Por su bien. Me acerco, le coloco un
salvaje mechón rubio detrás de su oreja, y sus ojos se abren de par en par.
Mi pulso golpea fuerte con el inocente toque, haciéndolo algo que siento
mucho más como un placer culpable. Lo cual es una locura, ¿verdad?
Luego se lame los labios dejando en ellos un brillo como miel, y quiero
probarlos más que nada.
41
Página

4 En inglés, Tuckett y “fuck it” (qué le jodan) riman.


¿ Qué demonios estoy mirando aquí? ¿Gabe quiere besarme?
¿O sólo actúa como un hermano mayor? Se acerca un poco
más mientras sus dedos se dirigen hacia mi hombro. Mi corazón
empieza a latir a un millón de kilómetros por hora y se me tensa el
estómago. ¿Me va a besar? ¿Quiero que me bese?

¿A quién estoy engañando? ¿Podría alguien rechazar a este tipo?


Spanky salta y chilla como si fuera a tener un ataque de histeria. Le daría
una bofetada a la perra si pudiera moverme, pero tengo las rodillas
gelatinosas y los muslos hechos de algo líquido que hace que sea casi
imposible mantenerme en pie.

Tararea un poco mientras se acerca. O al menos creo que lo hace.


Podría ser mi sangre cantando en mis venas. Y huele muy bien. Es difícil
mantenerme alerta con esta barra de caramelo humana tan cerca.
Probablemente por eso no debería seguir aquí. Ya tengo suficientes
problemas con los que lidiar, sin añadir lo que sin duda es una droga
adictiva.

—Ya he terminado. El colchón está puesto y listo para tu atención —


dice Dylan a medida que se dirige hacia nosotros.
42

Doy un paso atrás, con el cuero cabelludo erizado mientras mi


Página

cabello se desliza y queda atrapado en los dedos de Gabe. Puede que


esté lista para un poco de diversión de coqueteo, pero enrollarme con
alguien que técnicamente conozco de toda la vida, el amigo más antiguo
de mi hermano, sería algo estúpido en el mejor de los casos.

Tiene esa mirada de “oh, mierda” en la cara y retrocede antes de


que Dylan entre en la habitación.

—No gracias a Gabe. —Dylan me mira raro cuando paso a su lado


para ir al dormitorio.

—Oh, bien. Gracias. —¿Percibe que algo acaba de pasar? No. No


pasó nada. De todos modos, Gabe probablemente no quería besarme. Leí
mal la situación. Lo que es bueno. Sólo quiero pasar desapercibida durante
un tiempo. Lamerme las heridas. No me abalanzaré sobre el primer hombre
sexy que se cruce en mi camino.

En cuanto veo mi cama, me emociono. Quiero saltar sobre ella.


Quiero quitarme la ropa y zambullirme en ella.

—Dios, te amo.

—Bueno, sabía que te ibas a enamorar de mí. No me di cuenta que


sería tan rápido. —Dylan se apoya contra la entrada, con una mano
plantada en la parte superior del marco y una diabólica sonrisa en los
labios.

Esto es exactamente por lo que es mejor no besar a Gabe. Ni a


nadie. Obviamente estoy rota. Lista y ansiosa por saltar sobre cualquiera
que me mire de la manera correcta. Pero ese no es el tipo de chica que
soy.

—Gracioso, pero le hablaba a mi cama. Intenta vivir sin una durante


una semana.

—No, estoy bien. —Sus cejas se juntan, aparecen profundos surcos


entre ellas y luego desaparecen tan rápidamente que me los podría haber
imaginado al soltar el marco de la puerta y venir a quedarse a mi lado al
pie de la cama. Presionando una mano en la pared cerca de mi hombro,
se inclina pero no me toca.
43

¿Por qué pienso en él tocándome? ¿Por qué quiero que lo haga?


Página

Hay más calor que en el Sahara entre nosotros, pero se me hace la boca
agua. El aroma de vainilla, naranja y canela que emana de él me hace
querer inhalarla como un asmático que necesita oxígeno.

Fuertes dedos contundentes envuelven mi barbilla y me acercan


para que el rastrojo a lo largo de su mandíbula raspe contra mi piel.

—Prefiero averiguar si tu colchón está a la altura del alboroto que


haces por él.

Mierda, esto no puede estar pasando. No hay forma de que me


estén seduciendo por segunda vez esta noche. Por dos amigos, nada
menos. En mi propia maldita casa. Donde Gabe es sexy y dulce, hay algo
acerca de Dylan que es sexy y... oh, claro, la cara. Y me encantan los tipos
con una sonrisa malvada. Y tatuajes que quiero lamer. Maldita sea. Esto no
puede pasar.

Ni con él, ni tampoco con Gabe. Principalmente porque está todo


en mi cabeza. Brock me partió el corazón en dos, y ahora estoy el doble
de desesperada y necesitada de lo que cualquiera debería estar.

—Bueno, gracias. —Pongo la mano entre nosotros para evitar que se


acerque más—. En serio aprecio tu ayuda, pero probablemente debería
prepararme para la escuela mañana.

—Uh. —Me mira la mano antes de sonreír—. El placer es todo mío,


Sweets. Hasta la próxima vez, cuando será todo tuyo.

—Cursi. —Paso a su lado con un empujón—. ¿Siempre eres tan


pesado con lo cursi?

—Será mejor que nos vayamos. —Gabe entra en el pasillo frente a


mí. Su atención se eleva de su teléfono a Dylan detrás de mí, y luego cae
hacia mi cara un segundo. Juro que podría cortarme los dedos con su
mandíbula durante un momento antes de que empiece a hablar con
Dylan—. Tenemos una reunión mañana temprano con el proveedor que
quiere el contrato del carnaval este año.
44
Página
Han pasado horas desde que los chicos se fueron. Después del
discurso de Gabe, Dylan me miró por el rabillo del ojo y se dirigió a la
puerta principal. Gabe dijo algo acerca de cómo debería llamar a Sam en
los próximos días sólo para que sepa que estoy bien, lo que supongo que
significa que mi bien intencionado pero algo sobreprotector hermano ya lo
ha acosado esta semana. Entonces también se fue. Para cuando se cerró
la puerta principal, una motocicleta rugía en mi jardín. Unos minutos
después todo se calmó.

Ha estado demasiado tranquilo desde entonces. No puedo dejar de


pensar en cómo me afecta Gabe mientras arreglo mi ropa para mañana,
cómo su toque me debilita las rodillas y su sonrisa me hace latir el corazón
como alas de mariposa. Dylan también se niega a alejarse de mis
pensamientos mientras me ducho y preparo la ensalada que me voy a
comer mañana. Su mirada abrasadora y la forma tan segura en que
piensa que me voy a acostar con él me dejan sin aliento.

Llamo a Sam para distraerme mientras saco mi segunda cerveza.


Para decirle que estoy bien y que no acose a su amigo. Al igual que Sasha,
necesita dar un paso atrás y permitirme trabajar en mi propia vida.
Murmura y se queja en voz baja, pero al final dice:

—Sabes que siempre te cubriré las espaldas, Sum.

Le digo que es el mejor hermano que podría desear, a pesar de que


las probabilidades de que no se meta en mis asuntos son tan altas como
las de Sasha haciendo que la revista People se retracte de la historia que
prácticamente escribió a mano sobre la ruptura con Brock. Sé que fue ella,
porque de qué otra manera habrían sacado esa foto mía de adolescente
gordita con aparato dental que salió en los titulares.

Summer Sweets, hija de la reina de los Calistenicos Sasha Sweets


gana kilos después de la ruptura.

Sólo para asegurarme, revisé los álbumes familiares antes de salir de


casa por última vez. Los ojeé hasta que encontré el rectángulo vacío y
descolorido enmarcado por pequeños triángulos que contienen fotos en la
página. Sacudiendo los recuerdos, prometo llamarlo de nuevo pronto y
45

colgar.
Página
Una vez que he completado mi ritual nocturno, me meto en la
cama. Es increíblemente cómoda. Incluso mejor de lo que recordaba.
Amontonando la almohada, me acurruco. Una hora después sigo
despierta, desconcertada por todo lo que pasó entre Gabe y yo esta
noche. Y cada pequeña mirada de Dylan. ¿Qué diablos me pasa que no
puedo dejar de pensar en ellos?

Es tarde y necesito dormir. Tal vez si lidio con algo de esta frustración
reprimida mi cerebro dejará de considerar las fantasías ridículas como una
solución útil a mi problema. Para eso tengo una mano y un novio que
funciona con pilas. Tomo el vibrador de color rosa brillante de mi cajón
superior y lo dejo caer a mi lado antes de meterme más debajo de la
sábana. Mi piel se estremece con escalofríos a medida que me quito los
pantalones cortos de dormir y paso un dedo por encima de mi clítoris. Un
shock de sensación me llena de excitación y aprieto la cabeza del
vibrador contra mi hendidura, usando mi propia humedad para metérmelo
en el coño mientras mi mente se dirige a Gabe y la forma en que me mira
como si pudiera comerme.

Gabe desliza su mano en mi cabello, con sus dedos tensando los


mechones mientras aprieta su boca contra la mía. Suave y
seductoramente me mordisquea los labios hasta que los abro. Danzando
su lengua entre ellos, lame en mi interior. Su agarre se aprieta y sus hombros
se encorvan para que esté arqueada en su agarre. Músculos duros y calor,
manos ásperas y besos suaves que me dejan sin aliento.

Entonces Dylan se coloca detrás de mí, con una mano alrededor de


mi garganta y la otra alejando mi cara de Gabe.

—Quiero probarla.

Corro mi lengua entre mis labios y me mojo la seca e hinchada boca


a medida que miro a Gabe. Gruñe bajo, un sonido suave y salvaje que
hace que se me aprieten las entrañas. Luego asiente, un singular
movimiento de barbilla.

—También quieres a Dylan, ¿no?


46

—S-sí. —Trago con fuerza contra la necesidad que se acumula


dentro de mí.
Página
Llevando su boca a la mía, Dylan roza mis labios y empuja su lengua
entre ellos. Nuestras lenguas se tocan a tientas mientras la excitación en mí
se convierte en un tsunami.

—Sabía que serías dulce. ¿No es la cosa más dulce que has tenido
en las manos, Gabe?

—Maldición, sí. —Gabe se arrodilla a mis pies, mete sus dedos en la


cintura de mis pantalones cortos de dormir y los baja por mis caderas. Me
levanta los pies, uno tras otro, para dejarme en bragas. Levantando la
mirada, sonríe y pasa un dedo por la línea de mi apertura. El calor me
atraviesa, se acumula en mi vientre y entre mis muslos.

—¿Hacemos que te mojes? —retumba la voz de Dylan en mi oído—.


¿Te excita la idea de estar con los dos?

—S-sí —jadeo; mi respiración se amplifica mientras Gabe desliza un


dedo en la entrepierna de mis bragas y me acaricia el clítoris.

—Está muy mojada por nosotros —dice Gabe con reverencia a


medida que me baja las bragas por las piernas. Sus palmas me rozan los
muslos y pantorrillas mientras deja caer el encaje rosa al suelo.

Necesito más. Más de su tacto y sus sucias palabras en mis oídos.

—Quieres sentir la boca de Gabe sobre ti, ¿verdad, Sweets? Su


lengua lamiéndote el clítoris. —La palma de la mano de Dylan baja por mi
garganta, debajo de mi delgada camisa para apretar mi pecho. La otra
mano se desliza alrededor de mi cintura para jalarme contra su ancho
pecho y la erección que tiene. Su longitud meciéndose contra mi culo me
hace jadear de necesidad, un gemido que es el único sonido que viene
de mí. Asiento.

La mano de Gabe me agarra la cadera, tirando de mí hacia


delante mientras su cabeza va entre mis piernas. La punta de su lengua
toca mi clítoris y casi se me doblan las rodillas. Poniendo un brazo
alrededor del cuello de Dylan, me aferro a él mientras Gabe me lame.
Despacio, tomándose su tiempo. Sus dedos viajan a lo largo de mi
apertura hasta que soy un desastre tembloroso. Luego clava uno en mi
47

interior y acaricia esos puntos sensibles a los que nadie ha llegado antes.
Página

Estoy en llamas. Cada nervio de mi cuerpo está conectado con el placer


que crea. Y no puedo decir nada, todo lo que puedo hacer es gemir y
gimotear a medida que me arrastran por la sensación.

—Necesitas más, ¿no? —Dylan masajea mis pechos con su boca


sobre la mía—. Quieres que te follemos. Los dos. Gabe enterrado
profundamente en tu coño mientras yo te lleno el culo.

—Oh, Dios. —Imágenes sucias, soeces explotan detrás de mis ojos. Yo


y dos tipos. Metida entre dos hombres que quieren llenarme y follarme. Al
mismo tiempo. Mis músculos internos se aprietan alrededor del vibrador al
meterlo y sacarlo. Las vibraciones en mi clítoris envían ondas de placer que
hacen acurrucarme con la cara arrugada mientras me saco cada gramo
de placer. Mi teléfono suena y vibra a mi lado, la pantalla se ilumina
cuando tengo un orgasmo. Me agito y mis dedos agarran las sábanas.
¡Santo cielo, apártate Alexander Skarsgård, ¡sal de mi cabeza, Brock
O'Hurn!5 Hay una nueva fantasía en la ciudad.

El teléfono sigue sonando mientras sigo tumbada allí, jadeando,


esperando a que mi pulso baje a la normalidad.

—Oh, mierda.

Aparto el vibrador de entre mis piernas y me siento a medida que


tomo el teléfono y contesto. Es Ashleigh con una videollamada, y espero
no parecer que acabo de tener el orgasmo de mi vida con una fantasía. El
calor en mi cara es abrasador. Soy una pervertida.

—Hola, Ashleigh. ¿Dónde estás?

—¿Es eso tu vibrador? —Me mira fijamente la mano, y luego sonríe


malvadamente.

—Oh, mierda. —Echo un vistazo a la prueba que sostengo en alto


como una antorcha olímpica a mi vida sexual y luego la tiro al otro lado de
la habitación—. No lo era. Eso fue sólo... —Rápido. ¿Una vela? ¿Un
bolígrafo de gran tamaño? ¿Una zanahoria? Una zanahoria terriblemente
rosa.

Bum. Crack. Bum.


48
Página

5Brock Vincent Phill Hurn, mejor conocido como Brock O'Hurn, es un modelo, actor y
entrenador físico estadounidense.
—Mierda, mierda, mierda. —Miro fijamente la grieta que corre
diagonalmente a lo largo de la ventana sobre la que ahora yace mi
vibrador.

—¿Qué fue eso? —pregunta Ash, intentando mirar a su alrededor,


pero incapaz de hacerlo porque todo lo que puede ver es la vergüenza en
mi cara.

—Rompí la ventana. —Me levanto de la cama y voy a verlo mejor.


Increíble—. Le di por accidente.

—¿Con tu vibrador? —Se ríe—. Eso es nuevo.

—Te dije que no lo era.

—Para con la mierda, Summer. Lo vi. —Trata de sacudirse la alegría


de la cara—. Me alegro de que te estés cuidando. Aunque deberías
probar lo de verdad de vez en cuando, si me preguntas a mí.

Recojo el vibrador y colapso con las piernas cruzadas en las sábanas.

—La frustración sexual no te matará, Ashleigh.

—Tal vez, tal vez no. —Pone los ojos en blanco—. No es que yo lo
vaya a saber nunca. ¿Qué te tiene frustrada?

—N-nada. —No puedo decirle que estoy fantaseando con dos tipos.
No sólo dos hombres, sino dos de ellos al mismo tiempo. Besándome,
tocándome, follándome de maneras que nunca me han follado. Dos tipos
por los que no debería sentirme atraída en el mundo real y, sin embargo,
mi corazón se acelera cada vez que los veo. ¿Qué diablos me pasa?
Puede ser que esté intentando vivir mi propia vida sin obstáculos por las
demandas de Sasha Sweets de ser perfecta; cuerpos perfectos, imagen de
familia, yerno, pero volvamos a cómo realmente no tengo nombre de
estríper. Esta no soy yo. Para nada.

—Oh, vamos. —Prácticamente patalea—. Estás lujuriosa con alguien,


puedo verlo en toda tu cara de ensoñación.

—No es nada —le digo—. Estoy pensando en lo mucho que me


49

apetecería un cupcake ahora mismo.


Página

—¡Ajá! —dice—. Descubriste quién hizo ese pastel de polla, ¿no?


—Mierda. —¿Por qué es que un orgasmo me hace más lenta, pero
Ashleigh los tiene todo el tiempo y puede averiguar qué sucede sin
importar cuánto trate de ocultarlo? Y hablemos de cara de sexo. Ni
siquiera me hagas empezar con el hecho de que mi mejor amiga no tiene
arrugas o bolsas. Uno pensaría que, con alguien que hace la cara de sexo
tan a menudo como ella, ya necesitaría comprar acciones de una
compañía de cosméticos.

—Bien. No me hables de ello —dice—. Te llamaba para decirte que


vendré a visitarte la semana que viene. Puedes contármelo todo entonces.

—No hay nada que contar —repito. No sé por qué. No es como si me


creyera o me escuchara.

—La semana que viene. Vas a contármelo todo. —Se despide con la
mano—. Hasta entonces.

50
Página
R
etiro la tapa de plástico de mi ensalada y saco la pequeña
bandeja de aderezo que se encuentra entre las hojas surtidas
que parecen como si alguien las hubiera arrancado de
cualquier hierba que creciera demasiado rápido en su patio trasero. La
sustancia en la bandeja es cremosa con semillas negras y casi la única
parte de este almuerzo que es sabrosa. Anoche se veía mucho mejor.
Dejando caer el aderezo de nuevo en el desorden de hojas, cierro la tapa
de plástico y lo tiro a la basura junto a mi escritorio mientras intento ignorar
la voz de Sasha en mi cabeza.

No estoy por encima de ser amiga con la ensalada, aunque el


estado de esta ciertamente no ayuda. Es sólo que prefiero hacerme amiga
de una buena lasaña o pizza. Y no diría que no a un pedazo de Tiramisú y
un buen Chianti. Todos pecados en lo que concierne a mi madre.

Odiaría oír lo que diría sobre Gabe y Dylan si supiera que mi cerebro
ha sido unidireccional desde que me ayudaron con mis muebles. No
ayuda que se hayan arraigado en mi subconsciente usando la técnica de
Pavlov. Imbéciles. Cada vez que pienso en el chocolate, que es más de lo
que debería ser, fantaseo con ese momento entre Gabe y yo. Tiene
mucho tiempo en mi cabeza. Mucho. Probablemente porque, bueno,
51

chocolate.
Página
—Hola, Summer. ¿Tienes un momento? —Rick mete la cabeza en el
aula y luego, sin esperar una respuesta, se acerca a mi escritorio.

—Claro, ¿en qué puedo ayudarte? —Intento esconder mi sonrisa


cuando se conforma con sentarse en el borde de mi escritorio. ¡Já! Vi lo
que hacías allí. Esta vez no me podrás tu ingle en mi cara, gracias a Dios.

—El comité social está organizando una cena. Me preguntaba si ya


te habías enterado. Y si pensabas en ir. —Recoge la manzana de mi
escritorio y la pule en su camisa.

Porque eso la hace más comestible. Supongo que tengo hambre.

—No había oído nada.

—Normalmente vamos a cenar y luego a jugar a los bolos un par de


veces al año. Es un buen momento. —Pone la manzana en su lugar y mira
el cubo de basura con el ceño fruncido—. Pensé que tal vez podríamos ir
juntos.

No puedo creer que me esté juzgando por tirar mi ensalada. Espera,


¿qué?

—¿Me estás pidiendo una cita?

—Eres nueva en la ciudad. —Encoge sus hombros—. Supuse que no


habías conocido a nadie todavía.

—Bueno, en realidad...

—Nos divertiremos. ¿Qué más vas a hacer? ¿Sentarte en casa? —


Golpea el escritorio mientras se pone de pie y se ajusta sus pantalones
cortos deportivos rojos. Intento mantener mi réplica a un lado de mi
necesidad de amordazar a medida que los lleva un poco demasiado alto,
y me conceden un asiento en primera fila en la Ciudad de las Nueces—.
Sólo di que sí.

Eso no va a pasar en absoluto.

—No estoy segura de poder hacerlo. Tal vez sea mejor que vayas
52

solo, por si acaso.


Página

—Deja que te recoja —dice, estirando sus pectorales.


Como si eso fuera a hacerme cambiar de opinión.

—¿Qué edad tienes que tener para que te enseñen a leer entre
líneas? —Gabe se inclina en la entrada—. No creo que tu colega esté
recibiendo el memo.

—No salgo con maestros —le digo a Rick mientras me levanto de mi


silla—. En realidad, no estoy interesada en salir con nadie.

—¿Estás...?

—Es porque está conmigo —dice Gabe, caminando por las filas de
escritorios—. Esa debería ser razón suficiente para dejarla en paz, Ruckus.
No necesita que te le insinúes.

—¿Bromeas? —pregunta Rick, incrédulo—. ¿Sales con este tipo?

Sí, ¿bromeas? Porque me hubiera gustado saber que era una


opción. Quiero decir... me hace una utilería. Eso es todo lo que es. Lo cual
es bueno, aunque la idea de que todos en la escuela me pregunten si es
verdad o no me da ganas de morderme las uñas.

—Nunca he hablado más en serio. Ella no necesita tu atención y no


la quiere —dice Gabe. Cambiando su enfoque hacia mí, respira hondo y
suaviza la línea de su mandíbula y su mirada—. ¿Correcto, Summer?

—Uh, cierto —concuerdo.

—Hablaremos más tarde. —Rick dispara una mirada mortal a la nuca


de Gabe antes de salir de la habitación—. Cuando estés lista para un
hombre de verdad, avísame.

—Eso no va a pasar —intento señalar, pero Rick ya ha salido de la


habitación—. Guau.

—Sí. Siempre ha sido un poco más que difícil de aceptar —dice


Gabe.

No creo que nunca haya visto algo tan sexy como el chico atractivo
frente a mí viniendo a rescatarme.
53

—Gracias por eso.


Página
—No hay problema. —Irrumpe en su sonrisa característica—. Le dije a
tu hermano que te mantendría alejada de gente como Rick Ruckus.
Probablemente debería dejar los esteroides.

—O al menos no hacer estallar sus pectorales así. Podría haberme


sacado un ojo. —Miro el pecho de Gabe, sus hombros anchos y definidos.
¿Qué decía?

—Eso habría sido una pena. Tienes lindos ojos.

Um, cierto. Bonitos ojos. Basta. No, sigue adelante.

—¿Qué haces aquí?

—Te traje algo. —Tomando mi mano, coloca una pequeña caja en


ella.

Es el tipo de caja que viene de Cómeme, y hace que se me haga


agua la boca. El apretón que se produce en mis muslos no viene de la
caja, sino del agarre de Gabe y de la forma en que me mira. Y eso
probablemente no es algo bueno considerando que sólo está siendo mi
amigo. Necesito eso. No quiero estropearlo.

—Así que, ¿ahora eres mi traficante de crack? —Me muevo al otro


lado del escritorio y abro el cajón de arriba para colocar la caja dentro.

—¿Crack? No tomas drogas, ¿verdad?

—No, oh, no. El chocolate es mi crack —le tranquilizo y cierro el


cajón. Claro, para algunas personas en mi vida no sería un gran consuelo.
De hecho, apostaría un año entero de mi salario a que si le preguntaras a
mi madre si preferiría que su única hija tuviera una dieta constante de
postres o anfetaminas recetadas, elegiría la segunda—. Por mucho que
Sasha trató de sacármelo a la fuerza, soy adicta a eso.

—Tu madre es una pieza de trabajo. —Hace una mueca de dolor,


viniendo alrededor del escritorio para pararse detrás de mí. Sólo una
pulgada entre nosotros, su aliento agita los pelos de mi nuca. Se lame los
labios y me agarra el hombro con sus robustos dedos apretando
54

suavemente los nudos de mis músculos—. Lo sabes, ¿verdad?


Página
—Por supuesto. —Hace que mis rodillas se debiliten. El estruendo de
los niños que juegan fuera del salón de clases se desvanece en la
distancia.

—Bien. —Usando su otra mano para quitarme la cola de caballo del


cuello, sus palabras son una caricia a la cáscara de mi oreja—. De ahora
en adelante, soy tu traficante de crack. Cada vez que necesites una dosis,
ven a mí.

—Eso no es... —Oh, Dios mío, necesito cruzar las piernas para
apisonar el calor que chispea entre ellas.

—No más de ese producto inferior, Summer. No cuando tengo lo que


necesitas.

Jesús. ¿Y tú? ¿Tienes lo que necesito? Sus dedos se apartan de mi


hombro para apretar mi cadera. ¿Acaso sé lo que necesito? Sé que quiero
que presione su cuerpo contra el mío, y quiero sentir si tengo el mismo
efecto en él que él tiene en mí.

Me imagino soltando mis manos en el escritorio delante de mí a


medida que sube mi falda por encima de mis caderas y...

—Dilo, Summer. —Su voz es tan baja que me da escalofríos—.


Tendrás tu dosis de mí.

Espero que siga hablando de cacao y no de sexo. ¿No es así? La


primera respuesta de mi cerebro a su demanda no debería ser querer abrir
mis piernas para un amigo de la familia que es casi diez años mayor que
yo. ¿Debería?

La campana suena con un estruendo agudo que me hace


sacudirme. El ruido de fuera del salón de clases se intensifica a medida que
los niños corren para empujar la puerta primero. Parece que me salvó la
campana.
55
Página
M
e apoyo en el mostrador de acero que rodea la pared
exterior de la cocina de Cómeme y me limpio las manos
con una toalla cuando ella entra.

La jodida Summer Sweets. La mujer sí que sabe cómo darme un dolor


de muelas con su hermosa sonrisa y esos ojos que me dicen que no quiere
que deje de perseguirla. No sé qué hacer con eso, cuando me acerco al
mostrador. No soy exactamente el tipo que persigue. De hecho, prefiero
cuando vienen a mí, pero algo acerca de la idea de que Summer sea una
de esas chicas no me sienta bien.

Hoy lleva falda otra vez. Algo suave, plisado y gris paloma
emparejado con una camisa rosa Oxford y tacones negros brillantes con
una correa. Apuesto a que la tela sería como seda en mis manos si la
subiera. Suave como su piel, resbaladiza, justo como estaría entre sus
piernas si la tocara allí. Mi polla se mueve y la saluda.

—¿No podías mantenerte alejada, Sweets?

Cabello rubio tirado hacia atrás en una elegante cola de caballo, se


muerde el labio y finge examinar los cupcakes en la vitrina, pero la veo
56

mirándome a través de pestañas lacadas con rímel.


Página

—Buscaba a Gabe.
Me muerdo con mis dientes traseros, apretándome la mandíbula. No
sé por qué no esperaba esa respuesta. Gabe es la gallina de los huevos de
oro para las mujeres. Lo miran y sus ovarios exigen fertilización. Triste pero
cierto. No estoy en el radar de Summer porque es una buena chica. Incluso
si no fueran amigos desde hace mucho tiempo, tendría sentido que se
presentara para él. Sólo soy la follada. Conozco la impresión que dan mis
tatuajes y el ceño fruncido, sé que no tengo una oportunidad con la chica
hermosa frente a mí. Maldición, un hombre puede desear. Al agacharme,
saco una botella de limpiador en aerosol y una toalla de papel y uso esa
molestia irracional para fregar la encimera.

—Lo siento, no se encuentra.

—¿Tienes idea de cuándo volverá?

—Podrían ser cinco minutos, podría ser más largo. Se encuentra en el


Rancho Bennington reuniéndose con Claire.

—Oh, bien. ¿El carnaval?

—Sí, ¿te acordaste? —Levanto la mirada para encontrarla


observándome. El carnaval ha sido importante para mí desde el primer
año que lo hicimos. Y no sólo porque nos da a Gabe y a mí un poco de
competencia amistosa, sino porque la causa, los niños sin hogar y
abandonados, es parte de la razón por la que Gabe y yo somos amigos en
primer lugar.

Las dos líneas entre sus cejas se hacen más profundas.

—Por supuesto. En realidad, esa es parte de la razón por la que estoy


aquí. Me preguntaba si había algo que pudiera hacer. Mi clase podría
hacerlo. Artesanías. ¿Posters? ¿Ese tipo de cosas?

—Podrías inscribirte en el concurso de dulces.

La puerta del café se abre y se cierra. No me molesto en mirar. Estoy


atascado con la chica que tengo enfrente. Especialmente cuando agita
los dedos cerca de su cara mientras que el rosa se extiende por el cuello
hasta las mejillas.
57

—No sé cocinar.
Página

—¿No puedes?
—Quiero decir que puedo. Puedo hacer una ensalada deliciosa. O
un filete perfecto. No soy buena con las cosas dulces.

—Mantén ese pensamiento —le digo, sin poder entenderlo. ¿Cómo


se las arregla sola en la naturaleza? ¿Acaso me importa? Es prácticamente
perfecto que no pueda, porque significa que va a seguir entrando en
Cómeme.

Me sorprende imaginármela de rodillas frente a mí, con la boca


abierta y la lengua afuera, rogando que me envuelva con su puchero rosa
alrededor de mi... cupcake. Bien, eso suena muy sucio. Principalmente
porque las imágenes gráficas que inundan mi mente son sucias. Summer
lamiendo manchas de dulzura azucarada de mi polla mientras me follo su
boca. Llenándose de mi crema cuando me corra. Mi glaseado sobre esos
bonitos labios.

—Claire me pidió que dejara esto de camino al gimnasio. —Tommy


Hadley, uno de los hermanos de Claire, se acerca al mostrador. Con un
guiño y una media mirada a Summer dejando caer una caja de volantes
delante de mí.

—Gracias. —Los tomo y deposito un puñado en el mostrador antes


de deslizar la caja en el estante de abajo—. ¿Vas a participar este año?

—Claire tendría mi pellejo si no lo hiciera. También Gem. —Sonríe—.


Además, me gusta darte una carrera por tu dinero.

—Ambos sabemos que no tienes lo que se necesita. —Me rio. El


boxeador retirado es sorprendentemente hábil a la hora de crear obras
maestras a partir del glaseado y ha anotado bien con los jueces en los
últimos dos años. Pero no lo suficientemente bien.

Ignorándome, le presta atención a Summer.

—¿Qué hay de ti? Summer, ¿verdad?

—Uh, sí. —Me mira como si esperara que le dijera que le dije a él
quién era.
58

—Claire nos dijo a todos los Hadley sobre ti —dice, estrechando su


mano—. ¿Cómo te adaptas?
Página
—Genial. —Le sonríe, y quiero reiterar que está casado. Muy casado.
Felizmente follando para siempre después de casarse. O podría reservarme
esa sonrisa.

—Bueno, tengo que ir al gimnasio. —Dejando caer su mano, se mete


la suya en el bolsillo de sus shorts—. ¿Alguna posibilidad de que te interese
el boxeo?

—No, en realidad no. —Pone una cara de disculpa que no es tan


lamentable—. Pero, tal vez vaya a ver de todos modos.

Cierto. Eso es todo. No puedo soportar la idea de que coquetee


frente a mí, aunque no esté siendo más que amigable ahora mismo.

—Tom está casado, Summer. ¿No es así, amigo?

Ambos dejan de hablar.

Tom me frunce el ceño mientras le dice a Summer:

—Felizmente, desde hace un par de años.

—Felicitaciones. Quiero decir, eso es genial. Um... —Aprieta los dedos


antes de rendirse.

—Sí. Tengo que irme. —Tommy eleva el pulgar por encima del
hombro en dirección a la puerta—. Nos vemos por ahí. —Luego se retira
apresuradamente por la puerta y cruza la calle mientras ambos lo miramos
fijamente.

—No puedo creer que hicieras eso —dice Summer en voz baja—. ¿Te
das cuenta que me hiciste sonar como una especie de come hombres?

—No, no lo hice. —Por supuesto que no lo hice. De acuerdo, tal vez


lo hice inadvertidamente—. Sólo te presentaba apropiadamente.

—¿Qué? ¿Como una perdedora que tiene que probarse con todos
los tipos que se cruzan en su camino porque es la única forma de que la
noten? —Me mira fijamente, horrorizada.

—Eso no es lo que quise decir. —Bordeé el mostrador bastante


59

rápido.
Página
—¿En serio? —Arquea una ceja, se envuelve los brazos debajo de las
tetas y quiero decirle que no creo que sea así en absoluto, porque estoy
seguro que no actúa de esa manera conmigo. Incluso si quiero que lo
haga.

Pero entonces, tal vez, sólo esta vez estoy disfrutando de la


persecución.

—Lo arreglaré.

—Probablemente deberías dejarlo en paz. —Hay una tristeza en sus


ojos, una forma apretada en la que mantiene la boca mientras pasa a mi
lado que me hace querer pasar mi pulgar por su labio para ver si puedo
limpiarlo.

—Mira, le diré a Tommy que no quise decir eso. —Le agarro el codo.

Me mira por encima del hombro. Su expresión apretada y poco


amistosa, como si no me creyera, como si no hubiera ninguna posibilidad
de recuperarme de lo lejos que metí la pata.

Así que, qué demonios. Será mejor que lo haga.

—¿Quieres saber por qué lo dije?

—No.

—Porque estaba allí con toda la sangre golpeando mi polla a


medida que ustedes dos tenían esa conversación amistosa. Esta falda
pequeña... —Tiro del dobladillo. El material es ligero y transparente entre
mis dedos—. Todo eso de la maestra de preescolar me hace cosas malas,
Summer.

Espero a que se aleje. He bromeado sobre quererla desde la primera


vez que la vi, pero no creo que me creyera. Ahora, es demasiado tarde
para fingir y mi cerebro neandertal trata de anular la parte más inteligente
que me recuerda que es amiga de Gabe. Está demasiado cerca de casa.
Demasiado cerca.

Aun así, no se mueve. Sus hombros se elevan y caen con su pecho,


60

luego su voz sale débil y pequeña.


Página

—¿Como qué?
C
ruzando el camino y saltando la acera, me dirijo hacia la
puerta de Cómeme. Dylan estará emocionado con las
noticias que tengo para él. La cadena de televisión local,
RBS, va a televisar la competencia Sweet Treats de este año. Mejor, su
canal principal emitirá la maldita cosa a nivel nacional, lo que significa que
será mostrada a mucha gente en sus casas, y con suerte algunas de esas
personas donarán.

Al menos eso es lo que Claire dijo mientras revisábamos los arreglos


para asegurarnos de que todos tuvieran espacio en el stand. A pesar de
que Dylan y yo hemos hecho esto durante años, no puedo dejar de sonreír
por lo mucho que ha crecido el evento cada año.

Y ahora seremos televisados. Esto va a ser interesante. Por supuesto,


tengo que vencer a Dylan en la competencia. Será la victoria final para
obtener el primer lugar sobre él en televisión nacional. Aunque se
necesitarán muchas noches en la cocina.

Quizás con Summer. La forma en que se derritió contra mí cuando le


pedí que se acercara para su dosis de azúcar me pone la polla dura. No
debería. En primer lugar, porque no tengo un fetiche porno alimentario,
61

pero sobre todo porque estoy seguro que lo que necesita ahora mismo es
Página

un amigo. Y lo último que quiero hacer es alejarla, ya que prefiero quitarle


las bragas con los dientes y golpearla como un tambor de bongó.
Así que, tal vez pueda hacerme una prueba de sabor. Podemos
pasar el rato mientras creo la obra ganadora de este año. Y seré
amigable, divertido, y no me acercaré demasiado. Sí, será lo mejor. Abro la
puerta de Cómeme.

Una brisa baja del aire acondicionado me eriza el pelo y refresca el


sudor a lo largo de la nuca mientras vacilo en el umbral. La espalda de
Dylan da hacia mí, una de sus manos se encuentra en una falda gris
sedosa, la otra en el codo de la mujer. El codo de Summer. Aunque en su
mayoría permanece oculta por su enorme corpulencia, sé que es ella, sé
cómo se siente esa falda bajo mi toque, y sé cómo se siente su espalda
presionada contra mi pecho de la forma en que él la tiene ahora. Y supe a
qué sabe su piel contra mi boca cuando le hice prometer que vendría a mí
para lo que necesitara.

Aprieto la mandíbula, que se sacude con el movimiento brusco y


repentino, y tomo una respiración profunda que no hace más fácil ignorar
la presión de mi pecho. Dylan es un bromista, uno que mete la pata. Pero
esto no luce como una broma. ¿Él siente algo por ella?

Se inclina sobre ella, teniendo una conversación tan baja que no


puedo captarla, pero la veo retorcerse. No soy el tipo de hombre que se
altera por una chica guapa. Bien, Summer es impresionante. Era linda de
niña, pero ya es mayorcita, y no estoy pensando en si tiene mariposas en
las bragas, pienso en cómo se las quitaré en cuanto me dé permiso para
hacerlo. Pero Dylan la mira de la misma manera. Salivando sobre ella,
metiéndose en su espacio personal.

Flexiono los dedos. No puedo comportarme territorialmente sólo


porque ella y yo tengamos historia. En todo caso, esa debería ser una
razón tan buena como cualquier otra para dejar de lado la idea de llevar
a Summer Sweets a mi cama. Especialmente cuando a Dylan podría
gustarle una mujer por primera vez en su vida. Es mi mejor amigo. Un tipo
con el que dejaría salir a mi hermana. Si tuviera una hermana. Así que, de
hecho, esto debería ser algo bueno. Excepto que no lo es. Porque yo la vi
primero. Al aclararme la garganta, dejo que la puerta se cierre con un
ruido sordo.
62

—Gabe. —Summer sale del alcance de Dylan. Con los dedos


Página

temblorosos, se alisa la falda, pero sus pezones golpean la linda camisa


Oxford que lleva puesta como señalización que declara lo excitada que se
siente—. Esperaba encontrarme contigo.

—Sí, ¿y por qué? —Le sonrío a Dylan, mi lado posesivo apaciguado


por su alejamiento inmediato de él. Ella pudo dejarlo acercarse, pero me
buscaba a mí—. ¿Quieres una dosis?

—No. —Traga fuerte, su pecho sube y baja ante mi mirada. Hay un


rubor en sus mejillas que me hace desear haber sido yo quien lo puso ahí.
Da un paso al frente y junta las manos delante de ella—. Odio hacer esto,
pero necesito un poco de ayuda. Anoche rompí accidentalmente una
ventana, y no puedo permitirme que alguien venga y la arregle ahora
mismo. No a menos que llame a Sasha.

—Y no quieres llamarla.

—No a menos que tenga que hacerlo. —Se estremece—. Se supone


que debo demostrarle que puedo vivir mi propia vida, pero con la compra
de una casa y la mudanza estoy un poco más intermediaria de lo que
esperaba.

—¿Quieres que pague para que lo reemplacen?

—No, oh, no. —Niega con la cabeza.

—No sería un problema —dice Dylan.

—No. Puedo pedírselo a Sam si me desespero. Iba a hacerlo antes,


pero me distraje. —Se muerde el labio.

—Distraída, ¿eh? ¿Por qué? —Apuesto a que se sentía tan


preocupada por lo que pasó entre nosotros como yo. Dylan no lo sabe
todavía, pero lo que sea que piense que pasa aquí, lo desconoce.

—Un almuerzo de trabajo —dice.

—¿Qué ventana? —pregunta Dylan. Sus gruesas cejas se juntan en


concentración mientras mira entre nosotros dos.

No estoy seguro que me guste la forma en que nos estudia. Primero a


63

Summer, y luego a mí. Y la expresión de su rostro, como si se estuviera


dando cuenta que no tiene ninguna oportunidad con ella, porque
Página

claramente hay algo entre nosotros. Me siento mal por él, pero al mismo
tiempo, cuanto antes sea consciente de que ligar con ella es una pérdida
de tiempo, mejor.

—Deberías ir a mirar la ventana —dice él—. Cuidaré de la tienda.


Solo necesito subir un minuto.

—Gracias. —Summer extiende la mano para tocar su bíceps, y él


duda por un segundo para darle una sonrisa rápida. Mirándolo fijamente,
se lame los malditos labios y los deja caer un poco a medida que el color
se extiende por todo su cuello.

Santo infierno. Estoy dividido entre la molestia irracional por la forma


en que mira a mi mejor amigo y la sonrisa fácil que él le da mientras su
mirada devora su cuerpo. No quiero ver cómo la mira. O saber que piensa
en ella de la misma manera que yo.

Por fin respiro cuando sale de la habitación.

—¿Qué ventana es?

—Dormitorio —dice.

—¿Cómo sucedió eso? —Tengo una curiosidad urgente por saber


cómo rompió ese cristal. ¿Se encontraba con alguien cuando ocurrió? ¿Se
dejaban llevar cuando se rompió el vidrio? Eso sería una mierda. Aún es
tan nueva aquí que espero que no sea así. No quiero imaginarla con otra
persona.

—Um. —Contrae los labios—. En realidad, no lo sé.

—¿En serio no lo sabes? —¿Por qué suena como si hubiera una


historia fascinante aquí? Como si fuera embarazosa o sexual. ¿Hay alguna
posibilidad de que estuviera pensando en mí cuando ocurrió? ¿Se dejó
llevar mientras fantaseaba? Maldición, eso espero.

No contesta, fingiendo estar ocupada estudiando los postres en las


vitrinas hasta que envuelvo algunos para ella a medida que esperamos a
que Dylan reaparezca. Luego la saco de Cómeme.

—¿Vamos a echar un vistazo?


64
Página
De pie en el dormitorio de Summer, observo el daño mientras ella
observa desde su posición en el borde de la cama. Una línea corre a lo
largo de la ventana de esquina a esquina.

—Probablemente tienes suerte de que no se rompiera todo.

Toco la línea con el dedo y trazo con cuidado la grieta profunda.


Principalmente, porque se halla sentada en su cama sin hacer. Las
sábanas blancas y el edredón están apilados y retorcidos debajo de ella.
Lo que me anima a unírmele. Y eso me hace pensar en sexo.

Con tacto, ajusto la parte delantera de mis pantalones para lidiar


con el cabezón desde que entré a la habitación.

—Absolutamente. —Thump. Thump.

Me giro y me apoyo contra la pared al lado de la ventana. Los


zapatos de Summer yacen en el piso al lado de la cama y tiene las piernas
dobladas bajo ella. La linda falda gris cubre sus muslos, mostrando una piel
cremosa y unas pantorrillas definidas. Niego el impulso de sentarme a su
lado, de poner mis manos en sus tobillos y separar sus piernas mientras me
acerco a besarla, y presionar mi dolorosa dureza contra su cuerpo.

—Puedo cubrirlo con tablas si quieres. Pero, probablemente sea


mejor si lo uno por ahora. Llamaré al vidriero para que venga y lo arregle
mañana.

—Por favor, solo pon la cinta. Este es mi problema.

Meto las manos en los bolsillos y me alejo de la pared. Entrar y salir.


Llamar a Sam. Querrá saber por qué evito sus llamadas. Mejor mantener
esto amistoso. No tan amigable. Dejar de mirarle las tetas.

—Solo págamelo, Sweets.

—¿Estás seguro? —Me mira cuando me paro frente a ella, con la


65

boca ligeramente abierta y los músculos estirados en la garganta. Sus


dedos dibujan círculos sobre las sábanas como si desesperadamente se
Página

contuviera de tocarme. Imagino que es exactamente como me miraría si


estuviera a punto de chuparme la polla. Y luego baja la vista. Mierda, no
necesitaba la afirmación.

Tal vez es solo que estoy excitado. Ha pasado un tiempo. ¿Cuánto


tiempo? Como seis meses, quizás más. Por eso parece un bocado delicioso
en el que deseo meter mi pene. Esa es la desventaja de no cagar donde
comes. De tener reglas para evitar que la vida se complique. No jodas con
la gente que conoces. No te acuestes con amigos, o con las hermanas
pequeñas de tus amigos. Las cosas eventualmente se desmoronarán.
Carajo, yo no hago desastres.

—Estoy seguro. —Me siento a su lado, estiro la mano y acaricio su


pantorrilla. No puedo evitarlo, aunque al menos debería considerar seguir
el tren de pensamiento en el que estoy—. Somos amigos, ¿no?

—Sí, por supuesto. —Asiente con la cabeza.

—Entonces, déjame hacerte este favor, ¿como amigos?

—El objetivo es alejarme de todos y de todo era aprender a valerme


por mí misma —dice.

—Sí, bueno, no lo ofrezco por la bondad de mi corazón. —Me encojo


de hombros y me apoyo en mis manos—. Iba a pedirte que me ayudaras a
prepararme para la competencia.

—¿De verdad? —Levanta una ceja por debajo del flequillo.

—Sí. Pensé que podrías hacer la prueba de sabor.

—Yo… —Mira hacia otro lado—. Sabes que probablemente no


debería.

—¿Por qué? ¿Porque tu madre te ha estado molestando con los


postres desde que aprendiste a comer sólidos? No creas que lo olvidé.

—De acuerdo. Tal vez —dice.

Cambio de posición y meto la mano debajo de mi muslo para tomar


lo que sea que se encuentre ahí. Mis dedos envuelven el objeto de goma
66

de forma cilíndrica a medida que lo saco de las sábanas.


Página
—Oh, mierda. —Summer se lleva una mano a la boca, sus ojos tan
abiertos que casi se le salen de la cabeza cuando me giro para ver el
vibrador que ahora sostengo y, de alguna manera, he encendido. Los
constantes zumbidos llenan el momento incómodo de una manera
surrealista que me hace reír—. Tíralo —susurra, mirando su regazo—. Oh,
Dios, por favor, suéltalo.

—¿Tiene esto algo que ver con la ventana? —pregunto, esperando


que diga que no. Sería divertido, seguro, pero también ridículo.

Cuando me ve, no necesita decir nada. El horror en su mirada me lo


cuenta todo. ¿Sería demasiado, si hubiera estado pensando en mí
mientras lo usaba?

—En serio, por favor, apágalo. O déjalo. O dámelo. —Extiende su


mano, se arrodilla a medias y cruza mi regazo para arrebatármelo. Lo dejo
pasar. No peleo ni un segundo por el juguete sexual. Estoy demasiado
ocupado rodeando su cintura con mi brazo y tirando de ella hasta mis
piernas para preocuparme por cómo terminamos aquí.

Se congela en mi regazo, su mano hacia arriba como la estatua de


la libertad, sosteniendo un vibrador rosa que sigue zumbando. Su cara se
encuentra a centímetros de la mía. Tan cerca que puedo ver tantos tonos
de azul en sus ojos que no puedo contarlos. Me recuerdan a la pintura de
Van Gogh, “Noche estrellada”. Lo vi una vez, en un museo. Y Summer
Sweets no tiene nada que envidiarle, parece sin aliento, hermosa y lo
suficientemente cerca como para besarla. Así que, la agarro con fuerza, la
tomo de mi regazo y presiono mis labios contra los suyos.

Permanece inmóvil. Una de sus manos se cierne sobre mi hombro, y


la otra, la del vibrador, me rodea el cuello. El juguete vibra contra mi
columna antes de que se le caiga. Su pecho roza el mío mientras respira.
La fragancia de las flores de cerezo me rodea. Entonces, abre su boca a la
mía con un gemido.

Chupo dentro de ella, exploro los suaves rincones de su boca y


saboreo su dulzura. Pasando mi mano por su pelo, lamo su labio inferior
cuando gime por mí. Sus dedos trazan mis músculos bajo el lino de mi
67

camisa.
Página
Arrancando el botón superior de su blusa, le rozo la mandíbula con
mis labios y encuentro el pulso justo debajo de ella.

—¿Summer? ¿Puedo?

—Umm. —Me aprieta el hombro, se retuerce en mi dureza.

—Jesús. —Esa falda se atasca en mis manos a medida que la agarro


por el culo, beso, chupo y lamo la piel expuesta por los botones
desabrochados de su camisa—. Carajo, Summer, quiero ver tus bragas.

Se pone rígida en mi agarre, le cuesta respirar. Luego exhala


lentamente. La carga sexual entre nosotros se disipa y cuando me acerco
para mirarla parece mucho más triste de lo que lucía el día en que me dijo
que aún podría estar sufriendo por un imbécil que claramente no veía lo
que tenía.

—No puedo, Gabe —dice. Sus ojos son brillantes, demasiado


brillantes, y parpadea con fuerza—. No podemos hacer esto. —
Desenredándose de mis brazos, se desliza de mi regazo—. Necesito que
seas mi amigo. No lo compliquemos. No debería hacer que las cosas se
confundan.

—Correcto. Probablemente tengas razón. —Gracias a Dios que uno


de nosotros entró en razón. Paso la mano por mi pelo y bajo de su cama.
Deseo presionarla contra mí, meter su cabeza bajo mi barbilla y olerla.
Quiero que se olvide de que esta atracción entre nosotros es complicada.
Pero no soy tonto. Lo desordenado, confuso y confundido sólo termina
jodiéndote.

—¿Quieres una cerveza? —grita Dylan cuando entro en el


apartamento.

La puerta se cierra tras de mí con un fuerte ruido. Lo ignoro y a él,


68

caminando por la cocina donde el aroma de los condimentos y las


Página

especias se acompañan de puertas de armarios que se cierran con un


ruido sordo y el golpeteo de la punta de un cuchillo sobre una tabla de
picar de mármol.

Me ducho. El agua resuena desde arriba cuando entro en la ducha


y me apoyo contra la pared, sosteniéndome con una mano. Jesús. Sigo
estando tan jodidamente duro. Treinta y cinco años y una chica bonita
tiene mis pelotas en sus manos. Siseando entre dientes apretados, intento
ignorar ese estímulo de fantasía. No lo necesito, carajo.

No después de que me montó a horcajadas mientras la besaba. No


cuando sé lo que se siente tener su culo llenando mis manos y su presión
sobre mí. Y entonces, se detuvo. Simplemente cambió el juego por
completo. Tenía razón. Tenía algunos puntos muy válidos. Necesita un
amigo, y yo debo mantener mi palabra a Sam.

Sin embargo, quiero ser más que su amigo. ¿Por qué coño me hace
desear más?

Agarrando mi polla, aprieto mi puño alrededor de la cabeza con un


gemido. El agua gotea por mi cara y corre a lo largo de mis brazos,
haciendo que mis manos se mojen y se pongan ásperas con cada golpe.
Con los ojos cerrados, me rindo ante su fantasía.

Summer está justo frente a mí, con la ducha empapando su cabello,


pegándolo en su cráneo. La camisa que lleva es transparente, casi invisible
por el agua. Le pongo un brazo alrededor de la cintura, de la misma
manera que antes, y presiono mi frente contra la de ella.

—¿Cambiaste de opinión? ¿No podías mantenerte alejada?

—Ojalá pudiera. —Se muerde el labio inferior, sus manos agarran mis
bíceps mientras mira entre nosotros donde agarro mi polla—. Pero sigo
pensando en tus manos sobre mí, y en la forma en que me besaste. Quiero
más. Quiero eso.

—¿Que quieres qué? —Capturo un puñado de su cabello con mis


dedos. Enrollándolo alrededor de mi mano, la presiono contra los azulejos
para que quede atrapada entre la pared y yo—. Deseo oírte decirlo.
69

Sus tetas me llegan al pecho. Sus pezones apuñalan la prenda que


los cubre. Los círculos de las areolas son una sombra contra el material
Página
translúcido. Paso mi pulgar sobre la punta afilada de una de ellas hasta
que tiembla y produce un gemido silencioso.

—¿Qué quieres, Sweets?

—Tú. Tu polla. En mí.

Mi mano recorre la pared para tomar su nuca y poder besarla. Mi


dureza se interpone entre nosotros, la cabeza de mi polla empujando su
vientre cuando la jalo contra mí.

—Bueno, gracias por eso.

La presión da paso al placer que se despliega en mis entrañas a


medida que frenan mis caricias para que pueda disfrutar de esta fantasía,
saborear la textura de su piel, el aroma a cerezas y vainilla. La locura de la
forma en que mi pulso se dispara más fuerte con lo mucho que anhelo que
esto sea real. Mi polla se sacude en mi mano mientras me imagino
quitándole la ropa.

—Por favor, Gabe —susurra cuando me pongo de pie justo después


de sacarle la falda de las piernas.

Son unas piernas increíbles. Son mis piernas. Solo puedo pensar en
cómo van a acunarme y apretarme. Recorro con mis dedos la parte
exterior de sus muslos, desde sus caderas hasta su perfecto trasero, y lo
agarro para poder levantarla y presionarla de nuevo contra los azulejos
mientras empujo mi dolorido pene en su hendidura que gotea.

—Envuélveme con esas hermosas piernas, Sweets.

Gime y aprieta los labios, pero hace lo que le digo, aferrándose a mí


como una lapa a medida que me acomodo en su interior. Está tensa, y se
siente tan bien abrazando mi erección.

—Esto no durará mucho.

—Bien. —Gimotea en mi oído—. Estoy tan cerca.

—Maldito infierno. —Gruño. Soy consciente que esta fantasía está en


70

mi cabeza, pero me tiene tan cerca. Inclinándome alrededor de mi mano,


bombeo mi pene más fuerte.
Página
La puerta se abre de golpe y Dylan se pavonea en el baño como si
fuera el dueño del lugar. Me congelo en el sitio, mi mano apretada
alrededor de mi pulsante erección. Ignorándome, se detiene frente al
inodoro y se baja la cremallera. Un segundo después, el sonido de las
salpicaduras viene del exterior de la ducha. Maldita política de puertas
abiertas.

Estoy tan cerca de llegar, y la cortina opaca ofrece la suficiente


privacidad para que lo que estoy haciendo no sea obvio. Otro movimiento
de mi muñeca y todo esto podría terminar. Deslizo mi palma a lo largo
hacia abajo, arriba, abajo, arriba. La presión aumenta, mis bolas se
aprietan, y el placer sube desde la base hasta la cabeza, golpeando los
azulejos de la ducha con un chorro de agua después de un chorro de
semen, justo cuando el chapoteo se detiene y Dylan se sonroja.

Luego se vuelve y me dice:

—Tenemos que hablar de Summer.

Al diablo con eso. Gruño en voz baja mientras mi polla se sacude en


mi mano.

—Vete.

Sus pobladas cejas se elevan.

—¿Te estás masturbando? Jesús. Dime que no fantaseas con ella.

—Por el amor de Dios. —Lavo la pared, y luego mis manos, antes de


cerrar el agua y agarrar una toalla. La envuelvo alrededor de mis caderas
y jalo la cortina tan fuerte que casi se sale de sus anillos—. ¿Y qué si lo
hago? Summer es...

—Tu amiga —gruñe—. La hermana de un amigo. Lo que significa


que está fuera de los límites. No cagues donde comes, hombre.

Sé que tiene razón. No puedo entender por qué estoy empeñado en


no dejarla sola. En involucrarme, estar tan absorto con alguien que
fácilmente podría ser un elemento habitual no es prudente. Una atracción
71

por Summer es muy compleja. Las relaciones complicadas se vuelven


desordenadas, destructivas y las consecuencias no valen la pena. Sin
Página

embargo, tengo un impulso ilógico de tenerla.


—Iba a decir que es mía. Quiero decir, lo será.

—Lo dudo. —Cruza los brazos y me mira fijamente mientras me froto


el exceso de agua del pelo con otra toalla—. Claramente le gusto. Pensé
que hasta tú lo habrías encontrado obvio cuando nos encontraste antes.

Aún quiero golpearlo por tener sus manos sobre ella. Mi agarre de la
toalla se tensa y casi rompo el toallero de la pared cuando voy a colgarla.
Dylan y yo siempre nos llevamos bien. Incluso cuando estamos en
oposición directa a la contienda de Sweet Treats, nunca nos acercamos a
los golpes. Es un territorio desconocido, esta sensación de aversión hacia
mi mejor amigo. Esta intensa furia burbujeando dentro de mí. Este deseo de
vencerlo, y asegurarme de que entienda que ya he reclamado a Summer.

Me burlo de él.

—No era a ti a quien besaba hace media hora, ¿verdad? No eras tú


el que tenía las manos sobre ella.

Sus manos, las que no se aferraron en las curvas perfectas de


Summer, se levantan en puños, y se acerca a mi cara.

—Sin embargo, aquí estás, masturbándote en la ducha, ¿qué dice


eso de cuánto te desea? ¿Crees que me diría que no?

Nunca lo odié. No de la forma en que lo hago ahora. Mi puño


conecta con su mandíbula antes de darme cuenta que lo he levantado.

Por un momento parece sorprendido. Su boca se afloja y luego se


frota la barbilla con el ceño fruncido.

—¿En serio me acabas de golpear? Increíble.

Nunca hemos sido iguales. Cuando conocí a Dylan por primera vez
era un adolescente fibroso y delgado que probablemente no había
ingerido una comida saludable en su vida. Quizás no debí alimentarlo con
tantas cenas decentes antes de que decidiera hacer este argumento
físico.

—Summer no se siente interesada en ti.


72

—Una parte de mí quiere devolverte el golpe. —Dylan deja caer la


Página

mano sobre su costado. Ya ha empezado a hincharse un poco su


mandíbula—. Pero, seamos honestos. Tu historial de mantener contacto
con las chicas con las que te acuestas es bastante jodido. Diablos,
normalmente no considerarías salir con chicas de la misma ciudad, y
mucho menos con una de tus amigas. ¿Por qué no te haces a un lado por
mí?

—Porque esto no es lo mismo. —Es... la forma en que la quiero es


diferente—. No puedo dejar de pensar ella. Sólo Summer. No deseo nada
más.

—Mierda. —Se lleva el puño a la boca. La gravedad de nuestra


situación se asienta sobre él. Que los dos queramos la misma chica es algo
que nunca pasó. Sobre todo porque mantenemos las cosas simples
cuando se trata de mujeres. Dylan incluso más que yo. Y luego dice—: Lo
siento, hombre, pero no estoy seguro de estar dispuesto o capaz de
apartarme de tu camino en esto.

73
Página
—¿Hablas en serio? —pregunta Gabe.

—Sí. Creo que sí.

Nos quedamos ahí por un minuto, tal vez dos, o cinco. Sin estar
seguro por cuánto tiempo nos fulminamos con la mirada como si fuéramos
enemigos. Y luego, Gabe se da la vuelta y sale del baño, alejándose de la
conversación. Pero, maldición, esta chica, es increíble. No lo entiendo. En
serio no. Es alguien de quien no puedes simplemente alejarte. Que trae
todos mis instintos territoriales a primera fila.

Así que, camino tras él.

—¿Y si lo hago? ¿Si hablo en serio? ¿Y si estoy interesado en ella? ¿Y


si me niego a apartarme y dejarte tenerla?

Gabe ya está medio vestido y poniéndose una camisa. Se detiene


mientras la arrastra sobre sus hombros y luego comienza a enganchar los
botones.

—Me lo debes.

—¿Te lo debo? —repito, agarrando el marco de su puerta tan fuerte


74

que se me clava una astilla en la palma de la mano. Como si pudiera


Página

olvidarlo. Como si no recordara todo lo que ha hecho por mí. Tuve suerte
de tenerlo en mi vida, y no puedo fingir lo contrario. No es solo que se
encontraba allí cuando mi mundo se derrumbó. Cuando me arrestaron,
cuando murió mi hermana, cuando volví a la calle sin esperanza ni futuro.
Es que él es la única persona que me daría una oportunidad. A quien le
importo una mierda y en lo que me he convertido. Me rompo el culo para
tratar de pagarle por eso todos los malditos días. Para estar a la altura de
su fe en mí, aunque no me lo pida. Nunca me pidió nada. ¿Y ahora se lo
debo? ¿Summer? Lo único que quiere de mí, y no puedo apartarme de su
camino—. Primero me das un puñetazo, y luego...

—Mierda. —Extiende el brazo y cierra de golpe uno de los cajones


de la cómoda. Frotando una mano sobre su cara, se vuelve hacia mí—.
Sabes que no quise decir eso.

—Sentí como si lo hubieras hecho. —Ignoro la sensación de escozor


donde la astilla atravesó mi piel. Intento que mi mente no siga enredada
en el pasado y en el hecho de que nunca podré pagarle por las cosas que
hizo por mí. Incluso cuando me lo pide.

—Sonó como si estuviera siendo un completo imbécil —concuerda


Gabe—. Pero si crees que retrocederé porque a los dos nos gusta la misma
chica, vas a estar tristemente equivocado.

—No esperaría otra cosa. —Me alejo de la puerta cuando sale de su


habitación.

—Bien.

—Pero tampoco puedes esperar que yo lo haga. —Lo sigo hasta la


cocina donde trae un par de cervezas y me pasa una.

—Claramente. —La botella cruje mientras la abre.

—Entonces, ¿qué hacemos? —Aplasto con mi mano la tapa


metálica y la dejo caer en la papelera a medida que tiro de la botella. ¿Y
cómo afectará Summer Sweets a nuestra amistad? He conocido a mi
mejor amigo durante casi la mitad de mi vida, y nunca estuvimos aquí
antes. Peleando por una mujer, estando celosos el uno del otro.
75

—Competimos —dice frunciendo el ceño al dejar su cerveza en el


mostrador.
Página
—¿Competir?

—Sí. —Asiente con la cabeza, y su expresión se aclara—. Como


todos los años para el carnaval.

—¿Quieres decidir esto horneando?

—No seas tonto. —Sonríe—. Quiero decir que no hay nada malo con
una competencia sana. La elección de Summer.

—De acuerdo. —Puedo entusiasmarme con esta idea. La


competitividad entre nosotros siempre ha sido satisfecha por el concurso
Sweet Treats. El límite retirado un año más. Probablemente por eso nos
hemos llevado tan bien durante tanto tiempo. La única diferencia esta vez
es que me niego a perder—. Reglas. Nada de mierdas sucias. Nada de
andar a escondidas a espaldas del otro.

—Definitivamente. Si vamos a hacer esto, deberíamos ser sinceros el


uno con el otro. —Asiente con la cabeza—. Pero nadie más necesita
saberlo. Especialmente Sam.

—Bastante seguro que eso no se necesitaba explicar, pero de


acuerdo.

—No conoces a Sasha Sweets. —Pone los ojos en blanco.

—Cierto —digo—. Y cuando ella me elija...

—Quieres decir a mí.

Ambos sabemos que probablemente lo escoja, porque es


inteligente. No me elegirá a mí, cuando lo único bueno que tengo para
ofrecer es por Gabe. Tal vez estoy siendo estúpido al negarme a no
participar, pero no me interpondré en su camino.

—Cuando elija, se lo diremos al otro inmediatamente. Antes de que


vaya más lejos. Sacar al pobre bastardo de su miseria.

—Trato hecho. —Gabe sostiene su botella apuntando en mi


dirección.
76

Choco la mía con la suya.


Página

—Trato hecho.
Estoy vertiendo un lote de pan de miel y cupcakes con esencia de
violetas en cajas. Detrás de mí, el estruendo de la multitud del sábado por
la mañana llena la fachada de la tienda. En su mayoría son esos malditos
Hadley que toman nuestras mesas y hacen que Dean, que trabaja a
tiempo parcial, desgaste la cafetera.

La radio suena de fondo, y mi estómago refunfuña bajo el constante


ataque del aroma de café recién hecho y cupcakes de vainilla con
cereza. Son mi primer intento para la competición, mi primer intento de
hacer una versión comestible del perfume de Summer.

Me quedo mirando los estúpidos cupcakes que sobran del paquete


que le puse a Claire y al resto de ellos para que me dieran su opinión. Pero
sé que no están bien. No tienen nada sobre Summer, aunque Mace grita
que se quiere llevar a casa toda la maldita bandeja, y la pequeña Mia
tiene un gran trozo de glaseado rosa atascado en el cabello que Chelsea
trata de limpiar con un puñado de servilletas.

Dean comienza a tararear junto con la radio mientras limpia las


superficies y recoge las tazas vacías, su voz lentamente se convierte en una
canción. El tipo tiene una voz decente, y solía ser cantante cuando su
padre tenía un estudio de grabación. Aunque no usaba mucho su talento
desde entonces hasta que su hermana abrió Mayhem Avenue la
primavera pasada.

—¿Cantarás en Mayhem esta semana, Dean? —pregunta Claire.

—Tal vez —dice—. ¿Vas a estar allí?

—Claro. A Raze y a mí nos vendría bien salir por la noche —


responde—. ¿Qué hay de ti, Dylan? ¿Y Gabe? Deberíamos hacer una
noche de esto. Podrías preguntarle a Summer.
77

Abriendo el horno, empujo la carretilla hacia dentro. Ir a Mayhem,


pedirle a Summer que me acompañe podría ser un poco más complicado
Página

de lo que espera. Aunque Gabe y yo llegamos a un acuerdo amistoso


después de golpearme, no la he visto desde entonces. Tampoco dejo de
querer verla. El único consuelo que obtengo con eso es que Gabe ha
estado fuera de la ciudad, consiguiendo donaciones para el carnaval
estos últimos días. Así que, estoy bastante seguro que no se me adelantó
con Summer. Sólo necesito una excusa razonable para verla, algo que me
dé una oportunidad de ganármela.

—No estoy seguro.

—Oh, vamos, por favor. —Claire se acerca al mostrador—. ¿Hazlo


por mí?

—Cariño, ¿por qué no lo dejas en paz? —Razer se une a ella,


deslizando los brazos su alrededor y sonriéndome sobre la parte superior de
su cabeza—. Es un hombre adulto que puede decidir por sí mismo.
Además, probablemente tenga cosas más importantes que hacer.

—¿Qué? ¿Como meterse en peleas?

—No fue una pelea. —Me froto el punto aún sensible de mi


mandíbula, aunque el moretón que dejó Gabe es de un tono amarillo
apenas perceptible—. Fue un solo puñetazo. El afortunado imbécil me
tomó por sorpresa.

—Y aún así no nos dirás quién fue —advierte Claire.

—Hombre adulto —refunfuño, clavándome el pulgar en el pecho—.


Puedo manejar mis propios asuntos.

—Bien —dice—. Sin embargo tienes que venir. Y definitivamente


deberías preguntarle a Summer.

—Quizás. —Asiento con la cabeza. Tal vez esta sea exactamente la


excusa que he buscado.

La observo a través de la ventana de cristal en la puerta cerrada de


78

su aula. Con las manos en los bolsillos, intento ignorar la tensión que se
arrastra bajo mi piel. Summer es hermosa, equilibrada, y a cargo de treinta
Página

niños extraños que la miran como si fuera mágica, una princesa de cuento
de hadas. No estoy seguro de qué hago aquí, o por qué no me ha dicho
que me aleje de ella todavía. Pero, siempre existe la posibilidad de que lo
haga. Es solo cuestión de tiempo hasta que este pueblo le llene los oídos
con historias sobre el tipo de hombre que soy. La mayor parte es verdad,
incluso si es exagerada, retorcida y alejado de los hechos. Aunque,
probablemente es suficiente para hacer que deseara nunca haberme
prestado un momento de su atención en primer lugar.

Los niños recorren la habitación guardando cosas, limpiando sus


desastres y empacando sus maletas. A pesar del caos y el sonido de las
voces infantiles que ocasionalmente me llegan, es claramente rutinario y
organizado.

Sentada en una silla al borde de una gran alfombra cuadrada rosa y


verde, les pide a todos que se sienten. Cruza un pie, envuelto en un zapato
deportivo de lunares rojos y blancos, detrás de la pantorrilla opuesta
mientras espera a que cumplan. Se apresuran a tomar sus lugares con las
piernas cruzadas frente a ella, y se callan. Se engancha un mechón de
pelo detrás de la oreja mientras habla unos minutos antes de que suene la
campana. Un momento después, las puertas de las aulas se abren por
todo el pasillo y los niños salen corriendo.

Ella pasea alrededor de la habitación, recogiendo unos cuantos


libros abandonados y colocándolos en la estantería antes de trasladarse a
su escritorio donde levanta un bloc de notas y lo guarda, luego hace lo
mismo con una taza de cerámica llena de bolígrafos.

Entrando, la observo desde la puerta, con las dos manos metidas en


los bolsillos. Deseo tanto a esta chica que puedo saborearla. Nunca deseé
a nadie así. Es impresionante, hermosa. Se me dispara el pulso. Lo que
daría por tenerla en mi vida. Pero no me elegirá antes que a Gabe. Así es
como debería ser. Quiero luchar por su afecto, pero me siento culpable
por herir a mi mejor amigo. Ambas sensaciones apuñalan mi pecho, una
no más fuerte que la otra. Bien, claramente mi anhelo por Summer pesa
más que mi culpa, ya que no me estoy alejando, sino asegurándome que
sea consciente de que me encuentro aquí. No puedo contenerme.
79

—Dylan, ¿qué haces aquí? —Finalmente levanta la mirada. Sus ojos


amplios—. ¿Qué le sucedió a tu cara?
Página
—No es nada. —Reflexivamente toco el moretón en mi barbilla,
mientras camino hacia ella. Esa taza que aún sostiene en la mano
proclama que pertenece a la "Mejor Maestra del Mundo" en pintura
amarilla.

—Eso no es nada. —Baja la taza para pasar sus dedos por el


hematoma. Valió la pena. Cada segundo que me toca, a pesar de que
me hace hacer una mueca de dolor, significa que el golpe de Gabe vale
la pena. Me hizo un maldito favor.

—Solo una pequeña riña. —Me encogí de hombros.

—¿Esto tiene que ver con el otro día?

—¿Qué otro día? —No sé a qué se refiere, no me importa. Sigue


tocándome, preciosa.

—Cuando Gabe me arregló la ventana. —Frunce el ceño—. Algo


parecía mal.

—Te ibas a casa con el tipo equivocado. Eso es todo. Especialmente


desde que me encontraba listo para cumplir la promesa que te hice en
Cómeme, cuando te mencioné que quería tus bragas en mi bolsillo, para
poder comerte.

Retira su mano y finge organizar su ya ordenado escritorio.

—Eso no va a pasar. No puede suceder.

No significa que me rendiré, cuando me toca de la manera en que


lo hace y me mira con esos ojos azules. Me coloco justo detrás de ella. Mis
manos regresan a mis bolsillos, pero ahora es solo para asegurarme de que
las guardo para mí. Veo un juego de dedos plasmados con pinturas en
una de las mesas e imagino a la señorita Sweets acostada en su escritorio
para poder pintar mi nombre en sus tetas.

—La fantasía más caliente sobre una profesora.

—¿Qué? —Su espalda se endereza, y el cajón que abrió se cierra


con un golpe que la hace saltar.
80

—Si hubiera sabido que la escuela era tan sexy, habría ido más a
Página

menudo —le digo. Los pequeños pelos de su nuca se mueven con mi


respiración a medida que permanece absolutamente quieta—. Así las
cosas, creo que pasaré mucho más tiempo intentando impresionar a la
maestra.

Por un momento me pregunto si mi boca me metió en problemas de


nuevo, y luego se inclina hacia mí, lo suficiente para que cada vez que
respiro mi pecho le roce la espalda.

—Estás loco.

—¿Loco? —pregunto—. Si querer impresionar a la chica perfecta


para poder hacerlo en el armario de suministros de arte entre pedazos de
cartón y pegamento me vuelve loco, no quiero estar cuerdo.

Se ríe y el sonido me golpea en el estómago, luego se gira y pone la


cara y la voz severa de maestra.

—Eso es completamente inapropiado. Nunca me atraparían


comportándome así en el trabajo. Este es un lugar donde los niños vienen a
aprender. Niños inocentes.

—Bien, ¿qué tal si tomo prestado algo de cartón y pegamento


artesanal? —Hago todo un espectáculo al dirigirme al almacén en la
esquina de la habitación—. Probablemente también debería pedir
prestado algo de pintura.

—¿Para qué demonios? —Choca conmigo cuando me detengo


justo dentro del almacén, y mi estómago se convierte en un revoltijo de
nudos mientras la tiro delante de mí y trazo la línea que va desde su
garganta hasta su barbilla. Inclina su cabeza, me mira fijamente y pasa la
punta de su lengua sobre esos labios color cereza que me piden un beso.
Cuando traga, me acerco más.

—Cuando finalmente admitas que quieres enamorarte de mí, voy a


desnudarte y escribirte mi nombre. Todo sobre ti. Pensándolo bien, ¿tienes
marcadores permanentes?

—No, no lo sé. Escucha, Dylan… —Pone sus palmas entre nosotros,


manos delgadas y elegantes que se extienden sobre mis pectorales y me
81

queman la piel.
Página
—De acuerdo. Puedo comprar algo —comento para evitar que diga
lo que creo que va a decir. No hay ninguna buena razón para que una
mujer como Summer Sweets esté interesada en un hombre cuyo único
talento radica en los productos horneados. Especialmente cuando tiene
opciones. Gabe sería la elección más inteligente, la elección más
acertada. La única opción en realidad, pero eso no significa que no haré
todo lo que pueda para convencerla de lo contrario.

—Dylan. —Pisa fuerte mientras me mira fijamente, ceño fruncido y sus


ojos azules profundamente serios—. No caeré ante tu bonita cara y tus
dudosos encantos. Por favor, entiéndelo. No estoy lista para involucrarme
con nadie. —Al alejarse, regresa a su escritorio y recoge su bolso. Buscando
en él sus llaves, finalmente me enfrenta de nuevo—. Ahora, si no hay nada
más…

—En realidad. —Le sonrío tímidamente y me froto la parte superior de


la cabeza—. Hay un concierto en Mayhem Avenue, uh, es una librería
extrañamente moderna con una tienda de discos. De todos modos, hay un
concierto el jueves por la noche, y esperábamos que vinieras.

—¿Quiénes? —Su mirada se suaviza y deja de mover las llaves.

—No sé si Gabe estará allí —murmuro. La idea de que se ponga


nostálgica por mi mejor amigo me molesta más que nada—. Si eso es lo
que me preguntas.

—No. No preguntaba por él. Sólo somos amigos.

—Fue Claire quien me dijo que te pidiera que vinieras. Entonces,


¿qué piensas?

—Tal vez. —Me deslumbra con su sonrisa—. Podría ser divertido.

—Sí. Sí, podría serlo. —Mi corazón se acelera y hace un pequeño


jaleo al pensar en pasar más tiempo con ella. Aunque piense que no está
preparada para nada, todo lo que necesito es tiempo para convencerla
de lo contrario.

—Mientras podamos ser amigos —dice—. Sólo amigos. Los tres.


82
Página
E
stoy sentada con las piernas cruzadas en la barra de mi cocina
sacando mantequilla azucarada de un tazón con una cuchara
de madera. Que le den a los cupcakes. A veces sólo quieres
llegar al meollo del asunto y comer el glaseado. Claro, como si fuera la
única persona que lo ha hecho. Lo que sea.

Ve a juzgarte a ti mismo.

Así que, me encuentro en el mostrador de la isla, y sí, aún tengo los


zapatos puestos porque esta es mi casa, mi vida, y puedo hacer lo que
quiera. Como besar al sexy como el pecado Gabe a medida que peleaba
con un vibrador. O terminar en el armario de materiales con el igualmente
hermoso Dylan. ¿Verdad?

Cierto. No existe absolutamente nada malo en mi comportamiento.


Después de todo, no besé a Dylan. Aunque tenía muchas, muchas ganas
de hacerlo. De verdad, realmente deseaba hacerlo. Enfrentémoslo. En
este momento es prácticamente un cupcake gigante en mi cabeza, y
aquí estoy, de todos modos, divirtiéndome con una tina de glaseado.
Claramente mis fantasías me dan caries mentales, pues, ¿por qué si no me
encontraría en una posición tan comprometida con Gabe en un minuto, y
83

al siguiente casi saltándole a Dylan?


Página
No tiene sentido que me atraigan tanto que apenas puedo evitar
lanzarme sobre ellos. Después de todo, sólo he estado soltera y sola
durante unos minutos en el gran esquema de las cosas. Entonces, ¿esto
qué es?

—Patético, Summer —murmuro en el glaseado—. Absolutamente


patético. Posiblemente lo más bajo que has caído nunca.

Lo cual es decir algo cuando una foto granulosa de ti comiendo


masa de galletas fue publicada en las portadas de las revistas de chismes
y famosos. O cuando pierdes al hombre con el que pensabas casarte, el
hombre con el que finalmente fuiste hasta el final, sólo para ser desechada
por una mujer con más curvas de las que jamás serás bendecida. Ah, la
ironía.

Y entonces suena mi teléfono.

Por supuesto que es Sasha. ¿Quién más podría ser?

—Summer, cariño. No creerás con quién me topé hoy. Brock se


encontraba en NOBU almorzando con su hermana. Preguntó por ti.

—Oh, Dios, mamá. —Trago con fuerza alrededor del terrón de grasa
y azúcar que ya no sabe bien—. ¿Podemos, por favor, por favor, dejarlo?

—Considero que tienes una oportunidad de recuperarlo. Claramente


te extraña, cariño. Apuesto a que si volvieras a casa estaría dispuesto a
darte otra oportunidad. Sólo necesitamos inscribirte en rehabilitación lo
antes posible.

—¿Rehabilitación? —Miro el teléfono con incredulidad. Me habla


como si no sólo estuviera loca por alejarme del hombre que tuvo una
aventura y luego decidió que preferiría casarse con otra mujer, sino como
si también fuera drogadicta. No tengo ni idea de dónde sacó esa idea.
Posiblemente la tensión cardiovascular la está volviendo loca.

—Por supuesto, lindura. Eso es lo que le diremos a los medios de


comunicación, pero realmente necesitamos lidiar con el hecho de que sin
duda te dejaste llevar mientras salías con el tipo de los cupcakes.
84

Probablemente sea una especie de gordito pervertido y degenerado. Sin


duda te ha estado alimentando, haciéndote adicta al azúcar y a los
Página

carbohidratos de nuevo.
—Ni siquiera... —¿Qué se dice a eso? Dylan no ha sido nada más que
dulce y directo sobre lo mucho que me desea. No me manipula. Yo soy
quien se niega a ceder a mi atracción hacia él porque también estoy
obsesionada con Gabe cuando no debería interesarme ninguno de los
dos de esta manera.

—Te reservaré un vuelo. Estarás en casa, donde se supone que


debes estar, mañana, y nos pondremos a trabajar.

—No.

—¿No?

—No, no voy a dejar mi vida aquí. Necesito vivirla, a mi manera. Lejos


de tu imagen, madre, y lejos de Brock Westmore-Smith.

—Summer Elizabeth Sweets, ahora escúchame...

Termino la llamada. Por primera vez en toda mi vida le corté el paso


a mitad de camino. Y luego pongo mi teléfono en silencio, y lo apago por
completo. No quiero ser una mala hija, solo no quiero ser culpada por un
tiempo.

—¿Yuju, Summer, estás ahí? —llama Mandy desde la entrada de la


casa cuando viene a recogerme para mi primera salida con el club social
de profesores.

—Sí —grito a través de la tela de mi vestido que actualmente se


amontona alrededor de mi cabeza—. Adelante. Sólo será un minuto.

—Había una caja en tu puerta.

—¿Qué clase de caja? —Mi corazón se acelera a medida que tiro


del material resbaladizo sobre mis tetas y vientre, alisándolo por encima de
mis caderas. He tenido este vestido durante los últimos tres años y nunca
85

pude encontrar el valor para usarlo, pero cuando lo vi escondido en el


Página
fondo de mi armario esta noche decidí que era el momento. Al diablo con
lo que piensen los demás.

—¿De qué clase crees? —dice, y honestamente fue una pregunta


estúpida. Hemos estado juntas en varias entregas de cupcakes y
chocolates hasta ahora. Casi cuestiono si realmente somos amigas o si se
queda a mi lado por los dulces—. Ese tipo está enamorado de ti.

—Somos amigos. Sólo amigos —le grito. Al menos eso es lo que le


dije—. Tal vez debería arreglarte una cita con él.

¿Qué demonios son estas palabras que salen de mi boca?

—¿Lo harías? —Mete la cabeza en la puerta del dormitorio—. ¿En


serio harías eso por mí? Dylan no es, él no... —Sacude la cabeza y se toma
un respiro—. He vivido aquí toda mi vida, y ese hombre, tan guapo,
hermoso y comestible como es, nunca salió con nadie. Creo que tampoco
he oído nada sobre él acostándose con alguien.

—¿No lo ha hecho? —¿De verdad le interesa? Tengo un poco de


náuseas, lo que es ridículo. Al frotarme el estómago, ignoro la sensación de
disgusto ante la idea de tener que hablar con Dylan sobre otra mujer. Me
pica el pecho, y ojalá nunca lo hubiera mencionado—. ¿Sabes por qué?

—Um. —Coloca la caja en mi mesita de noche y se arroja hacia mi


cama—. Podrían ser sólo chismes. Ya sabes cómo es eso.

¿No es así?

—Tal vez no deberías decírmelo entonces.

Habla a pesar de mi sugerencia.

—Estuvo en la cárcel por un tiempo. No creo que fuera nada


demasiado grave. No luce como que vaya a matar o saquear, ¿verdad?
Parece un tipo muy dulce y divertido.

—¿Saquear? —Frunzo el ceño mientras recojo la ropa desechada y


la meto en una cesta de lavar.
86

—Bueno... —Se pone nerviosa—. Es un poco menos incómodo que


pensar en el tipo con el que fantaseas revolcarte...
Página
—Está bien, bien. —Tengo que admitir que tiene razón. Y, espera,
¿estamos las dos fantaseando con el mismo tipo? ¿Eso tiene un ligero
toque del juego de la galleta 6 ? Como si ambas estuviéramos en la
habitación pensando en el mismo sujeto, y alguien come una galleta con...
iuck—. Así que eso es bastante grande para los chismes.

—No, quiero decir que sé de buena fuente que es un hecho. —Se


apoya sobre sus manos en mi cama—. Pero la gente lo mira raro por eso.
Debes haber notado que no es normal.

Tiene un punto. No hay nada promedio en él. Ni su altura, ni la


longitud de sus antebrazos, ni el tamaño de sus pies, y estoy bastante
segura que cuando se encontraba de pie detrás de mí el otro día en
Cómeme, con el pecho presionado contra mi espalda, no había nada
promedio sobre la dureza rozando mi culo.

—Noté que no... oh, ¿te refieres a todos los tatuajes, la ropa oscura y
la motocicleta?

—¿De verdad no te interesa para nada? —pregunta, una mirada


inquieta en su cara.

—No me interesa. —Me doy vuelta y le quito algo de pelusa al otro


vestido que consideré usar esta noche. Ni siquiera yo creo en mi propia
mentira, y estoy segura que se refleja en mi rostro.

—Oh, es cierto —chilla—. Te gusta Gabe Nash. ¿En serio es un papi?

—Espera, ¿qué? —Me congelo en medio de buscar en mi armario un


perchero mientras intento digerir lo que dice—. ¿Un papi? N-no, no lo creo.

—Bueno, supongo que si es verdad, eso tiene sentido, ya que dicen


que tiene un hijo con el que se niega a tener relación —reflexiona Mandy.

Vuelvo a colgar la prenda y frunzo el ceño a medida que la guardo


en el armario. Sam no ha mencionado que su amigo tenga un hijo en
nuestras llamadas. Seguramente, si fuera verdad, dijera algo, aunque fuera
de pasada. Gabe no habla sobre niños en absoluto. A menos que sea
87

Es un juego de masturbación que se originó en el Reino Unido, en el cual los participantes


6

(hombres) están alrededor de una galleta y se tienen que masturbar hasta eyacular sobre
Página

ella: el último que eyacula se la tiene que comer cubierta con el semen de todos los
participantes.
verdad que el hombre ignore a su hijo. Por otra parte, no nos conocemos
tan bien, así que eso no es un indicador.

—¿Lo crees?

No sé por qué pregunto. No quiero saber los chismes sobre Gabe o


Dylan. Si quisieran que lo supiera, me lo dirían. Es solo que tengo tanta
curiosidad por los dos. Pero esto es claramente un chisme y no puede ser
cierto, ¿verdad? No hay forma de que Gabe sea ese tipo de hombre. No
con la forma en que se esfuerza por los demás. De ser así, Sam habría
dicho algo, si ese fuera el caso. Seguramente.

—Encuentro todo esto tan difícil de creer. Es como una de esas


leyendas urbanas. Nadie lo cree, pero el rumor no morirá.

—Mira, no me gusta hablar de otras personas.

Mandy aparentemente no me escucha mientras parlotea.

—Creo que Gabe sería un papá increíble y también muy sexy. Te


aseguro a que hay mujeres que se meten en la cama con él solo con la
esperanza de tener a su bebé. Escuché que había una mujer...

—Mandy —digo, intentando llamar su atención—. Ya lidié con


suficientes rumores de los que no quiero ser parte como para mantener
uno en marcha.

—De acuerdo. —Arruga su nariz e inspecciona sus uñas—. No son


chismes si es información pertinente para una parte involucrada, que serías
tú, ya que te sientes totalmente interesada en él.

—No lo estoy. —Pretendo estudiar mi colección de zapatos porque


esto se siente como un interrogatorio y estoy fallando la prueba del
detector de mentiras—. Sólo somos amigos.

—Sólo amigos. Sólo amigos. Dos de los chicos más sexys de la ciudad
te llenan de atención. Quiero decir, claramente quieren meterse en tus
bragas, ¿y tú sólo quieres ser su amiga? —Se queda boquiabierta—. Lo
siento, pero realmente defraudas a todas las mujeres.
88

—No estoy lista para salir con nadie. —Elijo un par de tacones rosas
Página

con una correa que va alrededor del tobillo y se engancha con un lindo
lazo de cuero—. Todavía me recupero de una relación a largo plazo.
Necesito estar sola por un tiempo.

—¿En serio me dices que ni siquiera piensas cómo sería estar con uno
de ellos?

—Por supuesto que no. —El calor sube por mi pecho, en mi cara, y
mis orejas empiezan a arder.

—O los dos —continúa—. No puedes decirme que no te has


imaginado ser la carne de su sándwich. Oh, Dios mío. —Se abanica y cruza
las piernas—. Traigan ese sándwich. Dos tipos de salchichas, y lo que
demonios seas tú. Castor. ¿Crees que ponen carne de castor en un
sándwich? De cualquier manera, es un emparedado de algo caliente y
humeante.

—Eso es una locura —intento decir, mirando a Mandy, pero mi voz


titubea. No puedo creer que dijera eso. Que puso en palabras los mismos
pensamientos que tuve. Incluso ahora mi imaginación va a ese lugar que
describe y el calor se propaga a mi vientre. Ese sitio donde estoy en el
medio, Gabe y Dylan rodeándome mientras torturan mi cuerpo con sus
dedos, sus lenguas, sus pollas. Disfrutando de su placer, y el mío, juntos.
Llenándome de formas con las que nunca fantaseé hasta que los conocí.
Y ahora no puedo parar.

—Oh, mierda —dice Mandy, y se queda callada. Su mirada me sigue


mientras me pongo los zapatos y me veo al espejo—. Bromeaba, pero tú...

—No. —Me apresuro a pasar junto a ella y salir a la cocina. Mi cara


se lee como un libro abierto y lo último que quiero es que alguien con
quien trabajo en mi nuevo empleo, en mi nueva vida, tenga alguna razón
para hablar de mí a mis espaldas. Esta sería definitivamente una de esas
cosas. Soy una maestra de jardín de niños, por el amor de Dios. No deseo
que dos tipos me follen, que me compartan. Se supone que soy un buen
modelo para los niños, no una ninfómana pervertida obsesionada con el
sexo. Y ni siquiera sé por qué lo soy ahora. Nunca lo fui con Brock.

—Oye. —Me agarra del brazo, con los pies firmes en el suelo de
89

madera a medida que me obliga a detenerme—. No se lo diré a nadie. Lo


que sea que haya entre tú y tus chicos es asunto tuyo.
Página
—No hay nada —le digo—. Absolutamente nada pasa entre Gabe y
yo, o entre Dylan y yo.

—De acuerdo. —Asiente, y me aprieta el brazo—. Somos amigas,


Summer. Espero que sepas que puedes confiar en mí. Sé que
probablemente pienses que soy una chismosa terrible ahora, pero nunca le
diría a la gente cosas que no necesitan saber. Y nadie necesita saber
sobre ti y tus chicos.

Y tal vez dice la verdad, pero no estoy acostumbrada a tener amigos


en los que pueda confiar, aparte de Ashleigh, así que me apego a mi
historia.

—No son mis chicos.

Mandy se deja caer en el asiento de plástico a mi lado con una


copa de vino en cada mano. Claro, estamos en un boliche, así que
tenemos que beber en plástico como si estuviéramos en una fiesta de
fraternidad, en lugar de como adultos civilizados que pueden manejar su
cristalería, pero, ¿quién puede quejarse? El alcohol es alcohol, y cualquier
cosa que ayude a que Rick sea más fácil de manejar es bueno para mí.
Inclinándose para darme una mano, levanta la voz para que la escuche
por encima del golpe de las bolas de bolos y el golpeteo de los pinos al
caer.

—Nunca adivinarás quién está aquí.

—¿Quién?

Rick me mira por encima de su bola mientras hace una


demostración al prepararse para jugar. Lo ha hecho toda la noche,
presumiendo y siendo demasiado atento conmigo. Me alegro de que
Mandy esté calentando el asiento junto al mío aunque tenga que
90

levantarme y tomar mi turno en un minuto.


Página

—El señor Atractivo en persona. —Se ríe.


—¿No es todavía tu primer trago? —Escaneo la multitud, intentando
no mover la cabeza y dejar en evidencia que estoy mirando para saber a
quién se refiere.

—Es mi segundo —dice, agitando el líquido en el vaso—. Soy una cita


barata.

—Especialmente cuando pagas tu propio destino. —Mi corazón da


un pequeño salto cuando mi mirada se estrella con la de Dylan. Por
supuesto que es el señor Atractivo. Y sí... Su mirada es abrasadora, y sus
bíceps tatuados ruegan ser lamidos. Especialmente ese curioso tatuaje de
un cupcake rosa. No importa que la forma en que se mueve me dé ganas
de abanicarme. No sonríe, no es que lo haga normalmente, pero entonces
mira a Rick y endurece su mandíbula.

—Sí, bueno, no todos tenemos a Rick Ruckus intentando meterse


como un perro en nuestros pantalones. —Pone los ojos en blanco—. Luce
muy decidido.

—Si tengo que lidiar con un tiro más de su entrepierna. —Sacudo la


cabeza y le doy a Dylan una sonrisa que espero transmita que también
estoy harta de la atención que recibo de mi compañero. No es un mal
tipo, solo que no es muy bueno para captar una indirecta, incluso cuando
se entrega con un mazo.

—Así que Dylan O'Brien, ¿eh? —Rick se para frente a mí, con las
piernas abiertas, las manos en las caderas. Me bloquea completamente la
vista, así que tengo que mover la cabeza hacia un lado y fingir que me
rasco la oreja para mantener el contacto visual con Dylan—. Y yo que
pensaba que salías con ese otro imbécil. El tipo que tiene que ir a tres
pueblos para divertirse estos días, ya que ha pasado por cada chica que
vive más cerca. ¿Es por eso que Gabe no está aquí ahora? —Escanea a
los clientes—. No me sorprende que solo durara cinco minutos. Sabes que
no tiene relaciones. No desde...

—Te dije que no quería salir con nadie. Estoy intentando orientarme
en una nueva ciudad y Gabe es un amigo. Sólo cuidaba de mí. —¿Tiene
razón sobre Gabe? ¿Es por eso que ha estado fuera durante días? Me
91

duele el estómago por la idea de que se encuentre con alguien, aunque


Página

no debería. Es un gran amigo, y nos besamos, pero no es mío—. No salgo


con nadie. Ni Gabe, ni Dylan. Tú tampoco. No me interesa, Rick.
—Claro. Por eso viniste a cenar y a jugar a los bolos esta noche
después de que te lo pidiera.

—No eres el único aquí, Rick —dice Mandy, inclinándose sobre mí


para dirigirse a él—. Esta es una noche social, ya sabes, para el club. Está
aquí conmigo. Es noche de chicas en lo que a nosotras respecta.

—Siempre molestando a la gente que no se lo merece, ¿verdad,


Ruckus? —Dylan aparece detrás de él, con el ceño fruncido sobre sus ojos
ensordecedores. Con una mano metida en el bolsillo, aterriza la otra gran
manaza en el hombro de Rick—. ¿Puedo tener un momento, Summer? ¿En
privado?

—Pensé que no era tu novio —se queja Rick—. ¿No es eso lo que
acabas de decir hace dos minutos?

Ignorándolo, asiento a Dylan mientras le doy mi trago a Mandy y me


levanto.

—Vamos.

Caminamos rápido, yo con pequeños pasos en mis zapatos de bolos


intentando mantener el ritmo de sus zancadas tranquilas que fácilmente
me superaría si no estuviera decidido a ir a mi velocidad. Pero, todo lo que
hace es a mi ritmo, ¿no? Las explosiones ruidosas de la sala de juegos
donde algunos de los profesores compiten en juegos de rally, o de tiro, o lo
que sea que la gente hace en ese tipo de lugares. Tengo muy buenos
recuerdos de ir a uno cuando era pequeña. También del algodón de
azúcar a escondidas.

No tan buenos recuerdos de la dieta y los entrenamientos que fueron


mi castigo por esa pequeña ola de azúcar.

—¿Qué pasa contigo y Ruckus?

—Creo que se quedó atascado con mi nombre —bromeo—. Piensa


que si se esfuerza lo suficiente seré su bailarina privada.

—Sí, bueno, eso no va a pasar.


92

—¿No? —Quiero decir, por supuesto que no, pero la forma en que lo
Página

dice es tan contundente, tan inflexible, casi una orden—. No estoy segura
de por qué crees que es asunto tuyo.
Me toma el codo y me empuja para abrir la puerta, arrastrándome
hacia la suave noche. Nos apresuramos por el borde del edificio hasta que
estemos fuera de la vista de la entrada. Su agarre fuerte y sus hermosos
tatuajes me transportan a la plática que Mandy y yo tuvimos antes. Y sí,
huele a peligro. Pero es un calienta bragas, que hace agua la boca,
induce al orgasmo... no, eso simplemente es peligroso para mí persona. No
puedo imaginar que tenga razón respecto a él. No tiene ningún sentido.

—Dime que no te gusta ese tonto arrogante y engreído. —Se detiene


abruptamente y me empuja entre su ancho cuerpo y la dura pared de
ladrillo—. No es un buen tipo, Sweets. Es un imbécil, si soy sincero.

—Puedo verlo —concuerdo—. Y puedo decir. Es un idiota


prepotente. —El calor de sus manos en mis brazos se extiende sobre mi piel
y provoca pequeña chispas por todas partes, mientras que el aroma dulce
de los cupcakes, mezclado con su natural almizcle más picante, me hace
lamer mis labios al observar cómo se mueve su boca.

—Bien, porque no creo que pudiera manejar...

Tengo el impulso de chocar mis labios contra los suyos. ¿Son suaves,
duros o dulces? ¿Es normal estar tan distraído cuando se supera un
corazón roto?

—No me interesa Rick Ruckus. No quiero sentirme atraída por nadie.

—Pero lo estás. —Su mirada se suaviza.

Bajo la barbilla, incapaz de mirar hacia otro lado. Incapaz de ignorar


la corriente de energía entre nosotros.

Inclina la cabeza, lleva sus labios a mi oreja.

—¿Soy yo?

Estoy mareada, sin aliento. Todo mi cuerpo zumba con su cercanía.


Si asiento, ¿me besará? Podría ser una tonta con la provocación
adecuada.

—Summer. —Gruñe, agarrando mi mandíbula mientras su pulgar se


93

desliza sobre el borde de mis labios, haciéndome parte del impacto de su


Página

tacto.
Asiento con la cabeza. No es mi intención. Ni siquiera sé por qué lo
hago. Probablemente porque huele como un maldito cupcake, y tengo
encima media botella de vino para convencerme de tirarle mis bragas.
Deberías ver lo que puedo hacer con una botella entera bajo mi
protección. Pero en realidad, solo quiero saber si el beso será tan duro o
tan suave como imagino.

Cerrando la distancia, me mordisquea la boca, fusionándome a él.


Es exactamente como sospeché que sería por un momento a medida que
nuestras lenguas se detienen, suaves y dulces. Se toma su tiempo con el
beso hasta que le ruego por más, levantándome de puntillas para poner
mis brazos alrededor de su cuello. Lloriqueando de necesidad, jadeando
en su boca, intento escalar su cuerpo, y él me agarra el culo, me arrastra
contra su dureza, y me besa más profundamente. Mete y saca la lengua
de mi boca de una manera que hace que mi coño se encienda, que mis
muslos estén resbaladizos por la excitación. Y me puse mi maldita faja
debajo de este vestido. Ninguna cantidad de excitación debería haber
penetrado la barrera exterior, y aún así estoy empapada debido a su
boca, a sus manos y por la forma en que monto el bulto en sus pantalones.

Y luego me aleja de él. Manteniéndome a distancia, con la cara


dolorida, me hace la pregunta que no quiero responder, ni siquiera a mí
misma.

—¿Y Gabe? Sé que te besó. ¿También sientes algo por él?

Apenas capaz de recuperar el aliento, me pongo de pie e ignoro la


parte de mí que quiere desmoronarse y ser confinada al manicomio para
disfrutar de una buena dosis de descanso y rehabilitación. Años de
práctica negándome dulces deberían hacer posible ocultar la confusión y
la culpa que siento por querer ambos. Incluso si no me estuviera rompiendo
el corazón, quererlos a los dos sería inaceptable. La gente normal no se
involucra con dos hombres a la vez. Me tropiezo con las palabras.

—No lo sé. Estoy tan confundida. Por eso esto no puede ser real.
Estoy tan perdida en este momento.

—Te deseo, Sweets. —Exhala y deja caer sus manos de mis brazos—.
94

Nunca quise algo así. —Con un movimiento de cabeza, se frota el pelo—.


Página

Y Gabe también te quiere. No dejaremos de intentarlo. Pero, tienes que


decidir. ¿Te interesas por mí o por Gabe? De una forma u otra, tienes que
elegir.

—Todo esto es… es atracción. No estoy lista para sentir nada por
nadie, y ciertamente no sé lo que siento por ninguno de los dos. No estoy
segura que si lo hiciera no me encontraría queriéndolos a ambos —le
digo—. No quiero interponerme entre ustedes.

—No lo harás —dice—. Puedo prometerte eso. Puede que nunca


hayamos querido a la misma mujer, pero lidiamos con nuestra justa parte
de la competencia.

Mi pulso late más fuerte ante la idea de que compitan por mí,
peleando por mí. ¿Es por eso que la mandíbula de Dylan luce ligeramente
amarilla debajo de la barba? ¿Ya se han peleado por mí?

—Deberías encontrar otra distracción. Ambos deberían hacerlo. —


Como lo que dijo Rick respecto a irse de la ciudad, ¿para qué era?—. ¿De
verdad Gabe va a tres ciudades de distancia para conocer mujeres?

—¿Quién te dijo eso? —No parece tan sorprendido, aunque mira por
encima de su hombro a la luz proveniente de la entrada—. Fue Ruckus,
¿no? Ese imbécil.

—Entonces, ¿es verdad? —Me molesta más de lo que me gustaría


admitir mientras espero a que Dylan se pase una mano por la boca y tome
aliento.

—Qué manera de poner a un tipo en una posición terrible —dice


finalmente—. Sería tan fácil decirte que Rick tiene razón, y esperar a que te
moleste y me elijas. No puedo hacerle eso a Gabe, y tampoco puedo
mentirte. Gabe se encuentra fuera de la ciudad por asuntos del carnaval.
Él y Claire se turnan para reunirse con las compañías nacionales que nos
ayudan.

—Oh. Así que Rick sólo era un idiota.

Arruga la cara como si oliera algo malo.


95

—Es mucho más complicado de lo que esa polla de alfiler te haría


creer. Probablemente es mejor que le preguntes a Gabe sobre eso.
Página
—No lo creo. —Sacudo la cabeza—. No creo que preguntarle sea
una buena idea. No quiero darles a ninguno de los dos la impresión
equivocada. —Porque pararse en la oscuridad y besarlo no le daba ideas.
Podía sentir exactamente el tipo de ideas que tenía. Le miro la
entrepierna—. ¿Podemos por favor olvidar todo esto?

—No va a pasar. —Raspa el suelo con su bota—. No para mí. No


para ninguno de los dos. Estamos ambos en esto hasta que decidas a cuál
elegir.

—Tiene que acabar. —Le empujo el pecho para poder pasar—. No


soy el tipo de chica por la que se pelean los hombres. No soy un gran
premio. Sólo soy una chica, intentando abrirse camino en el mundo y
aspirarlo.

96
Página
—A
la mierda. —Me alejo del bloque de enfriamiento
donde mi segundo lote de chocolate mal
templado se vuelve arenoso, y tiro la espátula a
través del área de la cocina. Choca contra la superficie de trabajo
metálica con un golpe antes de rebotar contra el suelo.

—¿Cuál es tu problema? —Dylan me mira fijamente desde donde


vierte glaseado a fila tras fila de cupcakes colocadas en charolas—. Pensé
que decidimos que no íbamos a perder la cabeza el uno con el otro.

—¿Te tiré la maldita espátula? —Me quiebro, tirando de los botones


de mi filipina—. ¿Lo hice?

—No sería la primera vez. —Gruñe, y tiene razón. Ambos somos


perfeccionistas, volátiles bajo altas cantidades de estrés. Arrojar una
espátula, un tazón de metal, o cualquier número de utensilios de cocina
uno al otro tiene muy poco que ver con nuestra amistad, y más con la
necesidad de joder las cosas para aliviar el estrés.

No ayuda que cuando llegué a casa anoche después de estar fuera


durante días, Dylan fanfarroneara sobre besar a Summer. Mi Summer. La
97

chica que me ha llenado la cabeza en cada momento y la mayoría de


mis sueños desde que la besé.
Página
Primero.

Ese fui yo. Se siente más interesada en mí que en Dylan, pero él no lo


deja en paz.

—¿Quieres que te arroje algo, imbécil?

—Adelante entonces. —Deja el glaseado y las coberturas alrededor


de su estación de trabajo—. Y también deberías admitir lo que realmente
te molesta.

—Sí. —Inhalo y me doy cuenta de lo que lleva puesto mientras me


quito la filipina y la tiro sobre el desorden del área de trabajo. Dylan
siempre ha sido monocromático en su vestuario de trabajo. Botas,
camiseta y pantalones negros. Es bastante estándar y fácil de limpiar.
Excepto por el hecho de que se las arregló para tirar un contenedor entero
de purpurina rosa comestible en su entrepierna—. Lo haré, justo cuando
empieces a usar un tutú para combinar con esa polla brillante.

—Oh, mierda —dice mirando fijamente su entrepierna y enseguida


frota el área para eliminar el brillo—. Maldición, maldición, maldición,
maldición.

Me paso la mano por la boca, aprieto los labios, lo que sea para no
reírme de él cuando también estoy listo para matarlo. No puedo evitarlo.
Parece que un delincuente y un unicornio tuvieron un bebé, y el cuerno se
ubica en sus pantalones. Lo que me lleva de vuelta al maldito asesinato.

—¿Quieres no pensar en Summer de esa manera cuando estás en mi


puta presencia.

—No lo hacía. —Frunce el ceño, se dirige a los lavabos y se toca los


pantalones con una toalla mojada. ¿Posibilidades de que esa purpurina se
caiga? Un millón a uno. A estas alturas ya está excavado a través del
tejido de sus pantalones y convirtiendo su vello púbico en un árbol de
Navidad.

—Siempre se te pone dura con los cupcakes, ¿verdad?


98

—Eso no es gracioso. —Pero echa un vistazo a los que ha estado


creando para la competencia de Sweet Treats.
Página

Concurso de cupcakes.
Los cuales tienen sus pantalones como si fuera un chico de trece
años sin autocontrol, no de treinta. ¿Y por qué? Sin duda le recuerdan a
Summer.

—Pues fóllame de lado y llámame un taxi. —Cubro la distancia y


tomo uno de los pastelillos de fantasía, girándolo en mis dedos antes de
levantarlo a mi nariz. Huele a cerezas, vainilla y azúcar. Casi el olor exacto
que no he podido sacar de mi cabeza—. Bastardo pervertido.

Dylan me acecha con la mirada, y las manos sobre su entrepierna.

—Deja eso.

—¿Por qué? ¿Quieres tomarlo? ¿Como intentaste hacer con Summer


mientras me encontraba fuera de la ciudad? Creí que habías dicho que
nada de mierda sucia. Se suponía que era una competencia amistosa,
¿recuerdas?

—Deja el maldito cupcake, Gabe.

Miro el dulce en mi mano, considero ponerlo de nuevo en la mesa


como me pidió. Aunque sé que debería por el tono de su voz, a pesar de
que pasaron años desde que escuché la frialdad que usa ahora, no lo sé.
No, lo llevo hasta mi boca y muerdo el glaseado y el pan esponjoso y
húmedo solo para hacerlo reaccionar. Quiero que esté enojado y frustrado
como yo. Quiero presionar sus botones de la misma manera en que su
acercamiento a Summer me provoca a mí.

Apenas tengo la oportunidad de notar los sabores, la textura ligera y


delicada antes de que el resto se aleje volando, y Dylan gruña en mi cara
con su mano agarrando el frente de mi camisa.

—No es tuya y no había nada sucio. Le pedí que viniera a Mayhem


porque Claire lo deseaba. Y ya que te encuentras aquí, ella estaría allí con
los dos, por el amor de Dios.

—Eso no es todo —escupí.

—De acuerdo, bien. —Suelta mi camisa y cruza los brazos,


99

balanceándose sobre sus talones—. Eso no fue todo. Pero tus celos sacan
lo mejor de ti.
Página
El tatuaje rosa en el interior de su bíceps me guiña el ojo. Es un
enfriador instantáneo para mi irritabilidad. Un recordatorio de por qué
somos amigos y no dejamos que una chica hermosa se interponga entre
nosotros.

—Mierda, no somos nosotros. Pero hiciste que admitiera que le


gustas. La besaste.

—Salió con Ruckus. Por supuesto que me iba a meter en el puto


camino.

—¿Salió con él? —Siento una oleada de irritabilidad tan fuerte que
quiero golpear la mesa frente a mí. No lo sé, pero imagino la cara de ese
idiota en la superficie de acero por un momento.

—Club social de la escuela. Estaba con una de las chicas de la


oficina. Mandy. Pero él la molestaba.

Eso me enfría la cabeza. Todo propósito en la vida de Rick es


arruinarme la mierda. Si cree que permitiré que se acerque a Summer, se
equivoca totalmente. Ese imbécil es exactamente el tipo de hombre del
que Sam quiere que la proteja.

—Y yo iba a besarla. Siempre iba a besarla —me dice Dylan con


cierta seriedad que no estoy acostumbrado a escuchar de él—. Tenías que
saber que eso pasaría.

—No significa que tenga que gustarme. —Aliso la parte delantera de


mi camisa—. No significa que pueda dejar de quererla y pensarla. Eso no
significa que no vaya a pelear contigo por ella.

Alguien se aclara la garganta al otro lado del mostrador, lo cual es


gracioso porque no recuerdo que alguien estuviera en Cómeme cuando
empezamos esta pelea, y ciertamente no noté que nadie entrara durante
esta discusión. Ambos nos volvemos para mirar a la mujer del otro lado.
Aquella cuyos ojos oscuros se muestran debajo del flequillo negro y lucen
llenos de diversión. Presiona sus labios rubí y alisa las solapas de su
chaqueta azul marino de sobrecargo.
100

Dejando su maletín de viaje donde se encuentra parada, da un


paso al frente y le tiende la mano a Dylan mientras lo mira fijamente.
Página
—Tú debes ser el panadero.

—Dylan —murmura, apretando rápidamente su mano, echando una


mirada confusa en mi dirección, como si debiera saber quién demonios es.

—Dylan. —Saborea la palabra alrededor en su boca, y mira


fijamente su brillante entrepierna—. ¿Siempre adornas tu polla así? Puedo
ver por qué Summer está loca por ti.

Frente a mí, levanta las cejas y sonríe.

—¿Escuchaste eso? Está loca por mí.

—Y tú debes ser Gabe. Amigo de Sam. —Sonríe—. Oí hablar mucho


de ti. Y eres tan grandioso como dijo. No sé cómo se las ha arreglado para
no tener las bragas puestas a tu alrededor.

—¿Disculpa?

—Soy Ashleigh —dice la mujer—. La mejor amiga y confidente de


Summer. —Luego señala un cupcake de chocolate negro y praliné en la
vitrina—. Tomaré un café para acompañar a esa dulzura, mientras espero
que me pregunten cuál de ustedes dos tiene una oportunidad con mi
mejor amiga.

—No estamos... —dice Dylan.

—Ninguno de nosotros se interesa en ella de esa manera —le digo.

—Pero si estuviéramos...

—No lo estamos. —Le doy un codazo en las costillas. Ashleigh tiene


que saber por qué Summer está aquí, tiene que conocer que Sam se
enojaría si se entera de que besé a su hermana cuando se supone que le
hago un favor y asegurándose de que no encuentre problemas. Que es
exactamente lo que es esta cosa entre Dylan y yo, si soy honesto. No estoy
listo para explicar mi atracción hacia su hermana en este momento, y
contarle acerca de esta rivalidad entre Dylan y yo, nunca sucederá.

—Bien, de acuerdo. ¿Tengo una oportunidad con Summer? —


101

pregunta Dylan.
Página

—Imbécil —me quejo en voz baja.


—No quisiste preguntar. —Se encoge de hombros.

—Ustedes son encantadores. —Ashleigh se ríe—. Si no fueran los


chicos de Summer, me gustaría quedarme con ustedes.

—¿Qué quieres decir con los chicos de Summer? —pregunto, la


tensión que sentí toda la semana sobre mis hombros y en mi pecho se
disipa ante la idea de que le pertenezco. Aunque eso también signifique
que Dylan.

—Café. —Mueve su mano en dirección a la cafetera—. Antes de


que llegue, si quieres alguna respuesta.

—¿Respuestas a qué? —pregunta Summer a medida que cierra la


puerta silenciosamente a sus espaldas. Ha pasado una semana, un poco
más desde que la vi y mi corazón empieza a latir con fuerza en el
momento en que entra. Como una droga, aún puedo saborear ese beso
accidental que compartimos.

Dylan se aclara la garganta y se acerca a la máquina de café, y yo


cierro y abro mis manos a mis costados. Él me otorga un momento con ella.
Hace lo que siempre ha hecho cuando se trata de lo que deseo. Se hace
a un lado. Tal vez no permanentemente. Podría ser el tiempo necesario
para preparar café, pero me disgusta. Principalmente estoy molesto
conmigo mismo por ser un idiota con él respecto a sus cupcakes y todo
ese maldito brillo.

—Ashleigh iba a decirnos lo que es estar en el aire todo el tiempo.

—Sí, de eso hablábamos. —Ashleigh asiente con la cabeza.

—¿Qué sucede con el desorden? —Mira alrededor de la cocina, a


los cupcakes dispersos que cayeron de la mesa de trabajo de Dylan, y la
mitad del pastelillo que se pega a la puerta de un armario—. ¿Se volvieron
locos?

Así que ahí es donde fue ese postre. Mi situación no es mejor. Un fino
hilo de chocolate se ha derramado por un lado y endurecido en su
102

camino hacia el suelo. Y entonces, Dylan se da la vuelta, dos capuchinos


en sus manos, y marcha hacia nosotros.
Página
Lo veo en su cara. En el momento en que ve su brillante entrepierna.
Poniendo una mano sobre su boca, trata de ahogar una risita. No sé si
estar celoso de que su mirada se encuentre pegada al bulto de sus
pantalones, o caliente por su risa.

Y entonces Dylan abre su gran boca, justo en medio del café,


delante de una chica que nos interesa demasiado para parar, mientras su
amiga mira. Es un accidente de auto en cámara lenta, un tren
descarrilando, una fuente de chocolate de cuatro capas derribándose.

—Peleábamos por ti, Sweets. Enloqueciendo por ti, así que en


realidad... —Baja la mirada a su entrepierna—, este es tu lío. ¿Qué harás al
respecto?

103
Página
E
stamos sentadas en un sofá en la parte trasera de una enorme
habitación con tablas originales de madera y ladrillo visto. A un
lado, en medio del edificio, hay un bar y una estación de café
que separa la zona de la fachada de la tienda, donde los estantes
forrados de libros y las papeleras llenas de álbumes ocupan el espacio.
Incluso hay un muro de cabinas al estilo Empire Records detrás de nosotros.
En el escenario frente a nosotros, un tipo canta la primera canción de la
noche de micrófono abierto.

Se suponía que íbamos a venir con Dylan y Gabe, y Claire y su


marido. Ese era el plan original, y es la razón por la que estoy aquí en vez
de estar acurrucada en casa viendo películas en blanco y negro como lo
he estado haciendo desde la noche en que Dylan me besó. O lo besé. Lo
que sea. No fue muy inteligente de mi parte besar a ninguno de los dos o
fantasear con ellos de la manera en que me encuentro todos los días. ¿Y
ahora quieren que elija entre ellos? ¿Cómo se supone que voy a hacerlo?

¿Cómo le voy a decir a Dylan que no lo quiero cuando todo lo que


quería hacer cuando vi ese brillo en su entrepierna era arrodillarme,
desabrocharle los pantalones, y tomar lo que probablemente fuera una
104

paleta con chispas en ese momento y meterla en mi boca?


Página
¿Cómo voy a decirle a Gabe que no lo quiero cuando, con una
sonrisa o con la más mínima presión de su tacto sobre mi piel, hace latir mi
corazón a un millón de kilómetros por hora?

—Escúpelo, hermana. —Ashleigh me golpea el brazo y presiona otro


cóctel en mi mano mientras colapsa en el sofá a mi lado—. Tienes que
contármelo todo.

—No hay nada que contar. —Rodeo la pajilla de mi bebida con la


lengua y succiono. No tengo ni idea de cuántos de estos he tenido. Dejé
de contar después del segundo, pero son tan azules y tienen un sabor
fantástico.

—No me tomes el pelo. —Pone su bebida en la mesa de madera


frente a nosotras, se quita la chaqueta y se desabrocha los dos botones
superiores de la blusa—. ¿No crees que incluso si Dylan no hubiera dicho
nada, no habría sido capaz de verlo con mis propios ojos? Está ardiendo,
por cierto, para ser un oso grande y brillante.

—No es así —le digo, insegura de por qué alguien necesita juzgarlo
por su aspecto—. Es divertido y dulce y... —Un poco misterioso, claro. Pero,
todos tenemos cosas que preferimos guardarnos para nosotros mismos,
¿no?

Sonríe, asiente, e inclina la cabeza dejando su cuello expuesto. No


me molesto en darme vuelta. Este es un comportamiento bastante común
en mi mejor amiga. Un nuevo lugar, un nuevo pretendiente. Un hombre en
cada puerto. ¿No es ese el dicho? O algo así.

—Estás llena de lujuria por él —dice.

Sonrío para mí mientras dejo que mi mente divague sobre cómo se


veía cuando Ashleigh y yo dejamos a los chicos en Cómeme. El brillo rosa
cubría la parte delantera de su entrepierna y desempolvaba sus botas. El
ceño fruncido no le quitaba atractivo. No me molesto en negarlo. No
tenemos cinco años y no tengo ganas de participar en una apasionante
ronda de no.
105

—Sólo estoy siendo precavida. No estoy preparada para nada.

—Y luego está Gabe —canturrea—. Pobrecita. Dos tipos hermosos


Página

que te quieren y no puedes elegir entre ellos. Debe ser aterrador.


—Gabe es mi amigo. El amigo de Sam. Quererlo, enamorarme de él
es realmente jodido.

—¿Por qué siempre tienes que hacerlo más complicado de lo que


es, Summer? No estamos hablando de amor, ni de enamorarse, ni de
emociones. Estamos hablando de una buena ronda de sexo honesto. —
Ashleigh sacude la cabeza y toma un largo sorbo de su bebida—. Una
noche de diversión espectacular. Aunque sospecho que no querrás
renunciar a ellos después.

—No estoy lista. Salí con Brock durante dos años. No se supera eso.

—Por supuesto que sí. —Me da palmaditas en la mano—. Porque era


un imbécil, y puedes hacerlo mucho mejor, tan pronto como te des
permiso.

—Todavía no ayuda el hecho de que se estén peleando por mí. No


puedo creer que se pelearan por mí. No puedo dejar que continúen. Es
ridículo.

—Así que escoge, elige, saca a uno de su miseria. —Ashleigh se ríe


como si estuviéramos teniendo otra conversación mucho más entretenida.
Probablemente para el beneficio de quienquiera que esté coqueteando
al otro lado de la habitación—. O entiende que esto es un regalo. Las
chicas matarían por estar en tu lugar. Tienes a dos hombres sexys como el
pecado detrás de ti, Summer. Dos. No uno. Dos tipos que te desean tanto
que estoy temporalmente celosa del sexo que estás a punto de rechazar.

—¿Hablas en serio?

—Lo hago —dice, poniéndome de pie—. Tienes hasta el final de la


noche para decidir con quién te quedas o haces un trío.

—Mierda. —Las imágenes inmediatas de estar inclinada entre ellos.


Me acaloro, aprieto los músculos de mis muslos mientras me imagino a
Gabe agarrando mis caderas y empujándose por detrás mientras Dylan
me folla la boca—. No puedo hacer eso. No soy así. No puedo creer que lo
digas.
106

—No creo que sepas quién eres. —Me lleva al bar y pide un par de
cócteles más. Entonces coloca uno frente a mí y bebe un trago del suyo—.
Página

Bien, escucha. Creo que has pasado veinticinco años intentando ser lo
que Sasha espera que seas. Y ahora estás aquí y sigues intentando ser la
hija que quiere tu madre.

—No, no podría...

—Bebe —ordena, y bebo la mitad de mi bebida.

—Lo haces. —Me quita la bebida y coloca los dos vasos sobre la
barra—. Y si lo haces con dos hombres, quiero todos los detalles sucios. —
Me da vuelta, señalándome la puerta—. Ahora vete de aquí. Tengo un
hombre que perseguir.

Las luces siguen encendidas dentro de Cómeme. Me paro al frente,


mirando a través de las persianas medio cerradas. En algún lugar detrás,
fuera de mi vista, uno de ellos sigue trabajando. Tal vez ambos. Me
balanceo sobre mis talones que ahora son demasiado altos para mis
pobres pies doloridos, y tropiezo al quitarme las sandalias de tiras.

Alguien cruza al otro lado del camino a medida que se alejan a toda
prisa. ¿Evitándome? ¿Intentando no asustar a la chica petrificada por sus
propios deseos? Me rio y luego me pongo una mano sobre la boca porque
el sonido es fuerte y resuena. Debería irme a casa. Debería ser inteligente y
sensata y no estar aquí.

Casi me voy a casa. Podía visualizar mi entrada bajo las farolas. Me


hallaba tan cerca de tomar la decisión correcta. Y entonces, tuve la
brillante idea de llamar a Ashleigh y noté la miríada de llamadas perdidas
de Sasha, y varios mensajes de texto de uno de los maestros de los que era
amiga antes de dejar California. Fotos de Tuckett probándose su vestido
de novia. El vestido que va a usar cuando se case con el novio que me
robó.

Y ya no sé para quién estoy tomando las decisiones correctas. No


107

estoy segura de tener alguna idea sobre el bien o el mal, o el amor o el


deseo. Estos sentimientos que tengo por Gabe y por Dylan, que me hacen
Página

tan difícil ver claramente, no pueden ser reales, ¿verdad? Mi incapacidad


para decidir entre los dos hombres no puede ser gobernada por algo más
poderoso que la atracción, por algo más intenso que cualquiera de los
sentimientos que tenía por Brock. ¿O sí?

Y, sin embargo, esas fotos que deberían haberme hecho llorar, o


gritar, o desmoronarme no significan nada. En vez de eso, estoy aquí frente
a Cómeme. Y estoy llamando a la puerta cerrada. Cediendo a lo que sea
que vaya a encontrar adentro. ¿Dylan? ¿Gabe? ¿Ambos?

El mecanismo de bloqueo hace clic, la manija se mueve y la puerta


se abre, dejando salir una franja de luz cálida y brillante alrededor del azar,
o del destino, o de la coincidencia. Sea lo que sea, es mucho más fácil
que elegir.

Atravesando la puerta, Dylan toma mi muñeca y me acerca. No


demasiado cerca, no contra él, aunque estoy desesperada por tener su
duro y fornido cuerpo presionado contra el mío. Pasa una mano por mi
cabello y lleva su boca hasta mi oreja.

—¿Qué haces aquí? ¿Qué quieres, Sweets?

—A ti. —Que me jodan. Inhalo y mis entrañas revolotean—. Te deseo,


Dylan.

—¿Has estado bebiendo? —pregunta—. ¿Estás borracha?

—Tienes una polla brillosa. —La mayor parte del brillo ha


desaparecido, pero aún hay una mancha en sus pantalones y camiseta—.
Quiero verla.

Aspira suavemente mientras me hace entrar y cierra la puerta.

—Tomaré eso como un sí.

—Me preguntaste qué haría con mi confusión. —Le hago un gesto


hacía su entrepierna—. Pensé que sería mejor que volviera y te lo dijera.

—¿En serio? —Camina hacia la máquina de café y comienza un


goteo, luego regresa para llevarme al área de la cocina—. Dios, Sweets,
108

seguro que sabes cómo hacer una entrada, ¿no?

—Sé muchas cosas —le digo—. Como por ejemplo cómo hacer
Página

estallar ese cañón de purpurina en tus pantalones.


—¿Ah, sí? —Agarra un taburete de la cornisa de la ventana.

—Sí. —Un tazón de masa de cupcakes en su banco de trabajo me


tienta a hundir los dedos—. Tal vez. No lo sé.

—Siéntate. —Coloca el taburete en el lado del mostrador más


cercano al lugar donde se encuentra trabajando y luego regresa a la
máquina de café—. ¿Qué es lo que no sabes?

—Lo que estoy haciendo. —Me acomodo en el asiento de madera,


y miro alrededor del espacio limpio y organizado. Es tan diferente de lo que
encontré antes—. ¿Dónde está Gabe?

—Por ahí. —Se encoge de hombros mientras toma una cuchara a mi


lado y agarra el cuenco—. Puedo llamarlo y decirle que vuelva a la tienda
si quieres.

—No. —Me tiembla la mano mientras tomo la taza a mi lado. Tal vez
esas fotos me confundieron más de lo que pensaba después de todo. Aun
así, no me afectaron de la forma en que esperaba. Tan confundida como
me siento sobre tantas cosas, la inminente boda de Brock no es una de
ellas. Sasha definitivamente se equivocó, y de alguna manera se siente
bien—. ¿Puedo sentarme aquí un rato?

—Todo el tiempo que quieras. —Dylan sonríe, sumergiendo la


cuchara en la mezcla en largas y tranquilas pinceladas que me hacen
desear tener sus manos en mi cuerpo, su toque en mi piel, entre mis
piernas—. Sigue mirándome como lo haces, preciosa.

Trago con fuerza, me muevo inquieta y tiro de la falda. ¿Cuántas


veces he deseado ser una cuchara? Sólo una vez. Esta cuchara en su
poderosa empuñadura. Tengo envidia aunque sé que no debería tenerla.
No después de que él y Gabe hayan dejado claro que ambos me quieren.
En sus camas por una noche, o tal vez por más tiempo.

—¿Siempre mezclas a mano?

—No. —Se ríe—. Sin embargo, a veces lo hago. Si me siento frustrado.


109

Es terapéutico. Mientras me relaje y me concentre en los pasteles. De lo


contrario, es una pérdida de tiempo.
Página

—¿Por qué?
—¿Sabes que la comida casera siempre sabe mejor cuando la hace
otra persona?

—Supongo. —Mi hermano es increíble cuando se trata de comida


casera. Siempre me hace sentir mejor cuando cocina, aunque no me
ayuda a mantener el límite de peso especificado por Sasha Sweets.

—Es porque sé cocina con amor. Así que puedes imaginarte cómo
mi frustración podría afectar a los pasteles.

Se siente frustrado por mi culpa. Frustrado y peleando con Gabe por


mí. ¿Y vine aquí para qué? ¿Para empeorarlo? Debería levantarme e irme
a casa. Debería decirle que se mantenga lejos, lejos de mí. Él y Gabe,
ambos. Que sé lo que significa cuando los niños se pelean por juguetes.
Que los hombres adultos no son tan diferentes, y no quiero ser su juguete.
Pero no digo nada de eso.

—¿Por qué horneas?

Se detiene para mirarme.

—¿Cuál es tu primer recuerdo de los cupcakes? ¿O de un pastel?

—El séptimo cumpleaños de Ashleigh —le digo—. Siempre ha sido mi


mejor amiga. Quiero decir, tuve pastel antes de eso. O algo así como
pastel. Espuma de polietileno decorada para que pareciera pastel. —
Hago una mueca—. Pero pastel de verdad. Bueno, el pastel de verdad no
era una cosa.

—¿Una cosa?

—Sabes a lo que me refiero. —Empujo su brazo, lo que resulta ser un


error. Los músculos de su antebrazo se tensan bajo mi palma y me olvido
de cómo soltarlos—. Todo el mundo tiene pastel, ¿no? Tienen cupcakes y
pasteles y pasteles temáticos. Y cupcakes gigantes. Siempre quise una de
esas.

—Lo entiendo. —Sonríe y sus ojos azules se llenan de calidez como no


recuerdo haber visto nunca más que aquí con él, y esa noche en mi
110

habitación con Gabe.


Página

—Habría sido rosa en ese entonces. —Extiendo mis manos para


indicar el tamaño de este pastel imaginario que quería mi yo de la
infancia—. Cubierta de glaseado rosa en tres tonos diferentes, y diminutas
flores, mariposas y purpurina.

Le miro la entrepierna tan pronto como menciono el brillo. Una vez


que te gustan los dulces, siempre te gustan los dulces, supongo.

—¿Recuerdas a qué sabía el pastel de cumpleaños de tu amiga?

—Chocolate.

—No. —Sonríe para sí mismo—. Me refiero a lo que realmente sabía,


más allá del sabor y la textura.

—He comido muchos cupcakes desde entonces. —Porciones de


pastel del tamaño de un bocado que no me permitían disfrutar demasiado
de su dulce bondad, no como lo haría un pastel entero. Aun así, he
comido más de lo que debería. Definitivamente más de lo que Sasha
aprobaría. Soy adicta hasta la médula, y entiendo la psicología, las
emociones detrás de mi necesidad no son puramente impulsadas por el
gusto—. Creo que casi llegué a ser una niña normal. Por una tarde, fui
como todos mis amigos, en lugar de la hija de Sasha Sweets.

Nos sentamos en silencio, la radio encendida en el fondo, mientras


reflexiono sobre lo que Ashleigh me dijo acerca de no tener ni idea de
quién soy. Tal vez es hora de que lo resuelva.

—Tenía dieciséis años —dice, y hay algo en la forma en que lo dice


que me hace mirarlo. Cuando lo hago, se enfoca en el cuenco, con la
cuchara en la mano olvidada—. Ahí es donde todo esto comenzó. Me
encontraba sentado en una alcantarilla en Chicago, congelándome el
culo. Llevaba una camiseta raída que no hacía nada para evitar el frío, y
había perdido mis botas. Me sentía tan jodidamente cansado, así que
terminé con todo. —Hace una mueca—. Entonces Gabe se sentó a mi
lado. Ni siquiera le importaba que estuviéramos sentados en la nieve. Ahí
estaba este tipo que no conocía de Adam, que no tenía ninguna razón
para preocuparse por mí, sentándose en la cuneta conmigo. Ni siquiera
recuerdo lo que me dijo. Probablemente no era importante. Él era
voluntario de alguna organización de caridad que proporcionaba sacos
111

de dormir y paquetes de comida a las personas sin hogar, no es que nada


de eso me fuera útil. De todos modos, acababa de salir del café del otro
Página

lado de la calle y me convidó este maldito cupcake. Este cupcake de


chocolate con glaseado rosa y chispas de colores. —Aspira suavemente
ante el recuerdo y mira el tatuaje escondido en el interior de su bíceps. Un
cupcake lisa con glaseado rosa y chispas de colores—. El peor cupcake
del mundo. Era mierda en una caja de hamburguesas, pesada, seca. Y el
glaseado aún tenía terrones de azúcar sin mezclar.

—¿Bromeas? —susurro.

—No. —Vuelve de sus pensamientos y sale de su taburete—. Pero


honestamente, para mí, en ese momento, era el mejor cupcake del
mundo. Este pequeño y asqueroso regalo. —Hace gestos con las manos—.
Fue el comienzo de nuestra amistad. Cambió mi vida entera.

—¿Cómo era tu vida antes de tu primer cupcake?

—No vale la pena hablar de ello. —Se encoge de hombros—. Son


solo un montón de años en los que tuve frío, hambre o ambas cosas a la
vez la mayor parte del tiempo.

—¿Qué pasó con tu familia? —Tengo más que un poco de


curiosidad acerca de si el rumor sobre él es cierto, y qué es exactamente lo
que habría hecho. ¿Drogas? ¿Robo de auto? ¿Allanamiento de morada?
Pero solo estoy lo suficientemente borracha como para ser inestable, no
tanto como para no tener tacto.

—Tampoco vale la pena hablar de ello. —Frunce el ceño.

—¿En serio fue tan malo? —Quiero entenderlo y saber sus


motivaciones. Es diferente de lo que esperaba. Es mucho más interesante
de lo que cree.

Sonríe a medida que me presta atención.

—¿Quieres saber por qué terminé en la cárcel?

Demasiado para el tacto.

—Escuché algo. No lo creí.

—¿Por qué no? ¿No encajo en el papel? —pregunta—. ¿No estoy a


112

la altura de tu criminal ideal?


Página

—Bueno, no.
—¿No hay suficientes tatuajes? —Sonríe, pero hay un destello de
dolor en su mirada—. ¿O es mi motocicleta? ¿Esperabas una gran bestia
sucia en una Harley? Oh, lo sé. —Y ahora se burlaba de mí—. No miro muy
fijamente. No estoy tan atormentado como para haber pasado tiempo
encerrado.

—Solo pregunto por tu vida porque me importa. —Pronuncio las


palabras antes de darme cuenta de lo ciertas que son. Estoy tan enfadada
por su reacción insensible. Me hace sentir pequeña cuando nunca me ha
importado quién es. Saliendo de mi taburete, recojo mis zapatos—. Pero no
te preocupes. No preguntaré nada más.

—Summer. Mierda. —Se abalanza para agarrarme del brazo y evitar


que me vaya—. Espera un momento.

—¿Por qué? ¿Para que puedas hablarme como si fuera una idiota?

—No. —Suelta mi brazo y toma una toalla para limpiarse las manos—.
¿Por dónde empiezo? No sé cómo explicar esto. —Con un movimiento de
cabeza, respira hondo—. Es verdad. Si eso es lo que querías saber. Los
chismes sobre si cumplí condena.

—De acuerdo.

—¿No quieres saber por qué? —Su pecho se levanta y cae con
rigidez, agitándose en medio de cada respiración como si hablar de esto
fuera una pelea.

¿Quiero saberlo? Es una pregunta muy complicada.

—¿Necesito saberlo? ¿Importaría si lo hiciera? ¿Cambiaría algo?

—No maté a nadie. —Pasa un poco de harina por la superficie del


mostrador y finge examinarla, pero puedo verlo mirándome a través de sus
pestañas.

Tengo curiosidad. Tendría que estar muerta para no tener curiosidad


por lo que le pasó, por qué terminó entre rejas. ¿Cómo puedo no querer
que me lo diga? Pero no cambiaría la persona que es. O tal vez es lo que
113

hace la diferencia porque él no sería esa persona frente a mí si las cosas


hubieran sido diferentes.
Página

—Tal vez no necesite saberlo.


—Y tal vez hice muchas cosas cuestionables en mi juventud. Mis
compañeros me llevaron por el camino equivocado. Pero no tenía a nadie
que me dijera que la estaba cagando. Mi papá era un alcohólico vago
que sólo andaba por ahí cuando necesitaba dinero, o quería que le
patearan el trasero, así que no era un ejemplo brillante. Sabía que me
encontraba metiendo la pata, profundamente. Fui a la escuela el tiempo
suficiente para distinguir lo bueno y lo malo, pero cuando uno tiene el tipo
de infancia que tuve, hace lo que tiene que hacer. Te aseguras de que tu
hermanita esté limpia y alimentada y que tenga un lugar donde dormir. —
Se frota el pecho—. Y la proteges lo mejor que puedes. Hasta que fallas.
Porque estás destinado a fracasar. Porque es la única opción que tienes en
esa vida. —Se calla, tensa los hombros como si estuviera aguantando la
respiración esperando a que dicte sentencia.

—No necesito saber qué hiciste. —Extiendo la mano y toco su


antebrazo—. Todos cometemos errores. Estuve en varios de los episodios de
jazzercize de Sasha Sweets de los 90.

—¿Licra? —Mueve una ceja mientras me mira fijamente, su propio


pasado malo dejado a un lado bajo la colorida distracción de los horrores
de la historia de Sasha Sweets—. Déjame adivinar. Llevabas un leotardo
rosa brillante con mariposas azules.

—Jesús, Dylan. Solo tenía cinco años. —Intento golpear sus


pectorales y, de repente, me encuentro desequilibrada mientras me
agarra la mano y me acerca. Tiene un brillo en los ojos—. Espera, oh Dios,
lo has visto, ¿no?

—Podría haberlo buscado en YouTube.

—No puedo creerlo. —Lucho contra su control sobre mí.

—Necesitaba saber más de ti —dice, aferrándose a mí—. Eso es


todo. Sólo necesitaba saber quién eres, de la misma forma que quieres
saber de mí.

—¿Te has reído? —Sé que probablemente es una locura que me


sienta mortificada por la idea de que se ría del video en el que hago
114

múltiples movimientos ridículos. Fue hace un millón de años. No tenía ni


idea de lo mucho que odiaría esa parte de mi vida.
Página
—No, no me reí. ¿Puedo soltarte? ¿Podemos volver a hablar?

—¿Prometes que no lo hiciste?

—Te prometo que no me reí.

—De acuerdo —concuerdo finalmente, y de mala gana me deja ir


antes de sugerir que me siente. Luego vierte la mezcla que ha terminado
de remover en bandejas que alinea en un estante de metal.

Pasamos los próximos quince o veinte minutos hablando de cosas


estúpidas, cosas ligeras. Licra y cupcakes y gente que piensa que sus
opiniones importan. No sé cuánto tiempo pasamos charlando y
coqueteando mientras reúne un nuevo lote de bondad celestial. No
podría calcular el tiempo que se tarda en hornear un cupcake ni para
salvarme. Y luego agita un poco más el contenido del tazón y deja que
caiga un poco de la mezcla de la cuchara en su dedo.

—Pruébalo —dice, llevándomelo a la boca. Su voz es seductora y sus


dedos huelen a azúcar caliente y vainilla.

Tomo su muñeca mientras muevo mi lengua sobre la almohadilla de


su dedo. El rebozado cremoso que cubre su piel sabe a cielo y dulce,
dulce pecado todo al mismo tiempo, y lo chupo en mi boca con un
gemido apreciativo.

Dylan se hace eco del sonido, acercándose más.

—Sweets, mejor que tengas cuidado ahora. Esta cosa entre tú, yo y
Gabe tiene reglas, aunque no las conozcas.

—Sé que me deseas. —Llevo su dedo a mi boca de nuevo, mi interior


apretado con la forma en que me mira con esos ojos de dormitorio. El
ligero zumbido de los cócteles que compartí con Ashleigh se desvaneció
mientras hablábamos. Este calor entre nosotros, esta necesidad de más es
todo mío.

—Sí, lo hago. —Se muerde el labio, acercándose más—. Mierda,


demasiado. Pero también Gabe, y no iré a sus espaldas. —Luego me
115

presiona hacia atrás, con el borde de la encimera clavado en mis caderas,


mientras planta ambas manos en la superficie lisa detrás de mí. Su boca se
Página

coloca justo enfrente de la mía, tan cerca que podría inclinarme unos
milímetros y chocaríamos. Pero, no me besa. Por un momento nuestro
aliento se mezcla en una silenciosa desesperación.

—¿Tienes idea de cuánto quiero subirte ese vestido y follarte ahora


mismo? ¿Qué tan duro estoy por tu lengua? Imaginé que me chupabas la
polla todo el tiempo que tenías mi dedo entre los labios.

—¿Tu preciosa polla rosa con purpurina? —Agitando la cabeza,


agarro su camisa y lo atraigo hacia mí. No puedo pensar. Mis sentidos se
encuentran abrumados por él, aunque en algún lugar en el fondo sé que
esto es una locura. Y no puedo dejar de pensar en su polla, y en ese pastel
de polla que me hizo, y en si era algún tipo de presagio de que esta noche
finalmente sucedería.

—Sí. —Se ríe—. Sí, podría haber algo de brillo en mis calzoncillos. Es
difícil de limpiar, y tuve que quedarme aquí para ponerme al día con el
trabajo que arruinamos al pelearnos por ti, así que aún no me he limpiado.

La forma en que lo dice me da escalofríos. Quiero verlo limpiarse o


ayudarlo. Quiero enjabonarle la espalda y estudiar las imágenes de sus
brazos. Quiero lamer el brillo de su piel. Mi mente me lleva allí, a su ducha
de vapor. A la ducha húmeda con Gabe, donde estoy entre sus cuerpos
desnudos y pulidos y me dicen lo que quieren hacerme, cómo quieren
follarme. Uno y luego el otro bajo el constante resonar del agua que cae.
No vale la pena destruir años de amistad por mí.

—No deberías pelearte por mí.

—No te preocupes demasiado. —Me levanta y me pone en el


borde de su estación de trabajo antes de posarse en el taburete frente a
mí—. No nos vas a separar. Seremos amigos sin importar el resultado.
Aunque te lleve frente a él, o lo elijas a él. Pero, mientras tanto, no quiero
olvidar que soy un hombre que se controla a sí mismo, Summer, y tú me
presionas esta noche.

Sé que debería ser más cautelosa. No debería decir que lo


encuentro tan atractivo. Mi corazón no debería latir a medida que estoy
frente a él con su gusto en mi lengua y sus ojos azules fijos en mí. Y no
116

debería estar tan excitada cuando menciona que Gabe también me


quiere. Mis bragas no deberían estar empapadas con la idea de que dos
Página

hombres me quieran. Ashleigh se equivoca sobre quién soy. Soy una


maestra de preescolar, un miembro honrado de la comunidad. Tengo una
reputación que mantener, y no sobreviviré siendo el centro de los chismes
si esta situación se sale de control. No soy el tipo de chica que consigue
tener su pastel y también comerlo.

—No lo entiendes —le digo—. No puedo elegir cuando los deseo


tanto a los dos.

—Entonces no lo hagas. —La voz de Gabe me sobresalta, y el tazón


de mezcla de metal con la olvidada masa de cupcakes suena en el
banco de acero inoxidable mientras camina hasta estar a la vista—. No
elijas.

117
Página
M
i corazón podría explotar, aquí mismo, ahora mismo, con el
aliento caliente de Dylan en mi cuello, su cuerpo
virtualmente inmovilizándome contra el mostrador y sin
tocarme, y la mirada de Gabe fijada en mí como un rayo tractor.

Gabe da un paso más cerca, y mi pulso late frenéticamente como


las alas de una mariposa. ¿Habla en serio sobre no elegir entre ellos? ¿Está
diciendo lo que creo que dice? Me froto los muslos, llena de necesidad.
Oh, Dios. ¿En qué diablos estoy pensando?

Sí, he fantaseado con esto en cierta medida. No puedo mentir y


fingir que nunca se me ha pasado por la cabeza. Pero, en realidad no
puede suceder. ¿O sí? Eso no era lo que intentaba decir. Debería terminar
lo que le decía a Dylan. Debería decir todas las palabras que cayeron y se
rompieron como un cristal cuando Gabe entró. Pero no menciono el
hecho de que mi incapacidad para elegir entre ellos es como mi
incapacidad para elegir entre cupcakes y chocolate. El hecho de que sea
adicta a ambos no significa que ninguno de los dos sea bueno para mí,
mucho menos los dos juntos. No les digo que la idea es ridícula, o que sólo
puede causar problemas. Sasha tendría un día de campo si descubriera
118

que estoy considerando la sugerencia. No les digo nada de eso. En


cambio, aprieto la camisa de Dylan, estirando el algodón con la mano.
Página
Dylan me mira con sus ojos azules llenos de lujuria, casi sin parpadear,
cada músculo tenso y tembloroso. Cuando parpadea, es lento y
pronunciado como si estuviera conmocionado, y luego mira por encima
de su hombro a su mejor amigo y se aclara la garganta. Su voz es ronca y
me recorre la piel como una caricia mientras se dirige a Gabe.

—Deberías pensar antes de decir estupideces.

—Es estúpido —susurro—. ¿Cierto? —Pero estoy tan excitada por las
imágenes en mi cabeza. Los dos hombres tocándome, besándome. Sus
manos sobre mi piel. ¿Estaría mal que pusiera a Dylan entre mis piernas
para que pueda hacer algo con el dolor que crece con cada segundo?
¿O que Gabe se una a nosotros, baje su boca a la mía y me bese sin
sentido al mismo tiempo?

Ninguno de ellos hace ninguna de esas cosas.

—No es estúpido si es lo que quiere —gruñe Gabe. Sus músculos


lucen tensos mientras se mueve, impasible. Como si la voluntad fuera lo
único que lo alejara de mí—. Summer es la que tiene que tomar la
decisión. A menos que quieras irte.

—No lo haré —se retracta Dylan.

—Entonces, no la obligues a elegir —dice Gabe, y aunque su voz es


tranquila, calmada, llena de pensamientos, resuena.

No elijas. Hace eco entre nosotros mientras miro a un hombre y luego


al otro, mientras Dylan y Gabe comparten una conversación que no
requiere palabras. Una mirada entre ellos es suficiente para que estén en la
misma página. Puedo decir que han tomado una decisión cuando ambos
me miran con lujuria.

—¿Qué piensas, Summer? —Gabe da un paso medido y luego otro—


. Todo depende de ti. Tú eliges, tú decides.

—Mierda —gime Dylan mientras se pone de pie y camina entre mis


piernas para ahuecar mi rostro. Es una pared dura de músculo contra mis
119

palmas. Su aroma, esa dulce y sutil especia que me hace agua la boca,
gotea de sus dedos calientes en mis mejillas mientras me mira a los ojos—.
¿Eso es lo que quieres?
Página
—Sí —susurro. Estoy más excitada de lo que nunca he estado en mi
vida. Cada célula de mi cuerpo zumba con anticipación. Soy un cable
vivo estirado y tenso, un rocío de chispas listo para quemar todo lo que me
rodea hasta los cimientos.

—Sí, ¿qué? —Mira a Gabe, hace gestos para que se acerque—.


Tienes que ser clara aquí, Sweets. Clara como el cristal.

—¿Estás segura, Summer? —pregunta Gabe, uniéndose a nosotros.


Hay tanta electricidad entre nosotros tres, una tensión apenas contenida,
pero ambos esperan como si yo fuera la persona más importante en esta
situación.

—Sí. —De alguna manera consigo respirar profundamente. ¿Estoy


loca por elegir a los dos? ¿Esto está pasando de verdad? Mi clítoris late
con necesidad. Estoy tan cerca y ninguno de ellos me ha tocado, pero la
idea de ellos y yo, la tensión entre nosotros es tangible. El impulso de
deslizar mis propios dedos dentro de mis bragas y acariciarme es casi
demasiado para soportar—. Los quiero a los dos. Juntos.

Una vez que digo las palabras no puedo retractarme. No puedo


recuperarlas y meterlas dentro de mí. No, se ciernen entre nosotros. Los
quiero a los dos. Juntos.

—¿Estás seguro de esto? —le pregunta Dylan a Gabe mientras se


aparta, así que se hallan parados conmigo en medio de ellos. Dylan
agarra mi rodilla con posesividad, pero también hay cautela en la forma
en que le habla a su mejor amigo—. Nunca hemos hecho algo así antes.

—Nunca antes hemos llegado a la rivalidad por una mujer. —Gabe


me apoya una mano en la parte baja de la espalda. Me da un pequeño
apretón que no es tan tranquilizador como me gustaría que fuera.

Tal vez no deberíamos hacer esto. Probablemente debería saltar del


mostrador y salir corriendo de la habitación, dejándolos preguntándose si
todo esto fue una alucinación hambrienta de sexo. Podríamos fingir que
nunca sucedió. Podría evitarlos por el resto de mi vida.
120

—Pero hemos compartido todo lo demás desde que tengo memoria.


—Gabe usa su dedo contra mi mandíbula para llevar mi cara a la suya
Página

antes de que pueda pronunciar las palabras que impedirían que esto vaya
demasiado lejos. Luego se muerde el labio inferior—. Tú, Summer y yo.
También tiene sentido que compartamos esto.

Mis entrañas se retuercen y ruedan con placer mientras baja su boca


a la mía y me muerde suavemente el labio. Profundiza el beso, lentamente
se burla de mí con su lengua hasta que me quedo sin aliento.

Cuando se retira, Dylan nos observa. Las pestañas oscuras pesan


sobre sus ojos oscurecidos por la lujuria.

—Maldición —murmura, su voz crujiendo—. Bésala de nuevo. Bésala


como quieres follarla.

—Jesús —susurra Gabe, con la frente apretada contra la mía,


mientras deja caer la palma de la mano desde la parte baja de mi
espalda hasta mi trasero. Apretando una mejilla me jala con fuerza contra
él—. ¿De acuerdo, Summer?

Parece que no puedo hablar, así que solo asiento. Puedo sentir lo
duro que está. Puedo sentir su calor contra mi hendidura, y entonces toma
mi boca y empuja su lengua contra la mía. Su rico sabor dulce y chocolate
envuelve mis sentidos mientras usa su boca para imitar la forma en que
imagino que quiere follarme. Despacio y con cuidado, y luego duro y
rápido hasta que no puedo evitar el gemido que rasga de mis labios en el
torrente de excitación que se despliega dentro de mí.

—Ahora es mi turno. —Gruñe Dylan mientras se mueve detrás de mí y


aprieta mi cadera—. Déjame besarla, Gabe.

Gabe se retira vacilante, casi a regañadientes, agarrando con


fuerza la tela en la parte baja de mi espalda y arrastrando el material, su
mirada clavada en la mía. Luego asiente y deja caer su mano sobre mi
rodilla, su pulgar corriendo en pequeños círculos sobre mi piel mientras
Dylan me acaricia el cuello, forzándome a girar la cabeza para que pueda
inclinarla y besarme. Su lengua se desliza entre mis labios separados,
burlándose y probando cuánto lo quiero. Levanto mis manos sobre mi
cabeza, las pongo alrededor de su cuello y lo tiro hacia mí. No puedo
tener suficiente. Necesito más.
121
Página
Y luego Gabe desliza sus manos a mis muslos. Sus dedos se sienten
calientes y ásperos justo debajo del dobladillo de mi vestido mientras
ordena en silencio:

—Levántala. Tenemos que sacarle ese vestido.

Dylan me clava los dedos en la cintura y es el dueño de mi boca,


besándome tan profundamente que me quedo sin aliento mientras Gabe
arrastra mi vestido hasta mis caderas antes de sentarme. El metal se siente
fresco contra mi piel húmeda, especialmente donde estoy empapada
entre mis muslos. Se me pone la piel de gallina en las piernas, y luego mi
vientre mientras Dylan me suelta y Gabe sube el vestido blanco.

—Brazos arriba —susurra Gabe, luego desliza las palmas de las manos
por los costados y por encima de la curva de mis pechos mientras sigue el
material elástico.

No sé lo que pasa con mi vestido, no me importa, ya que me


encuentro sentada en mi sujetador y bragas entre Gabe y Dylan. Es
extraño que no luche al mantener mis manos a mis lados cuando
normalmente querría cubrir mi desnudez. Sus miradas acaloradas se
deslizan sobre mí, y a pesar de lo que Sasha diga sobre cómo consumo
demasiadas calorías y no hago suficiente ejercicio, me siento hermosa.

—Tan jodidamente hermosa —dice Dylan, agarrándome la


mandíbula. Su rudeza, su superioridad me prende fuego y me inquieta.
Cuando me chupa el labio inferior en su boca, apenas puedo recordar
quién era antes de que estos dos hombres decidieran que me querían
entre ellos. La chica que no podía elegir, la chica que pensaba que darse
el gusto era una mala, mala idea desaparece delante de mis propios ojos.

—Nuestra mariposa. —Gabe me acaricia un pezón con el dedo. Se


endurecen bajo su tacto, enviando un rayo de placer a mi vientre inferior.
Luego se ubica detrás de mí, entre Dylan y yo, y desengancha los broches
de mi sostén.

Gimoteo en la boca de Dylan, mi coño apretando alrededor de


nada mientras Gabe aprieta uno de mis pezones entre sus dedos y luego
122

se lo mete en la boca, lamiendo y chupándome. Estoy ardiendo,


derritiéndome en el calor de estos dos hombres.
Página
Me tumban sobre el mostrador entre ellos. Gabe se encuentra entre
mis piernas, deslizando sus manos lentamente por mis muslos. Me retuerzo
en anticipación, la sensación de él tocando mi clítoris es tan
increíblemente vívida que es casi imposible distinguirla de la realidad.

—¿Estás mojada por nosotros, mariposita? —Dylan me mira fijamente


con el calor apenas controlado que hierve a fuego lento en sus ojos
mientras me recorre los labios con el pulgar. Lo atrapo con mis dientes, lo
chupo en mi boca hasta que suelta un suave gemido. Nunca he sido esta
chica antes. Esta mujer que hace que hombres adultos la deseen. Esta
mujer que hace hablar a los hombres como Dylan y Gabe lo hace por mí.
Estoy tan desenfrenada y excitada. Debería querer huir de lo que sucede
entre nosotros, pero se siente tan bien.

—Sí —respondo, alcanzando el cinturón de Dylan por encima de mi


cabeza. El bulto en sus pantalones bloquea mi vista de su hebilla, y aleja
suavemente mis manos antes de hacerlo él mismo.

—Dilo de nuevo. —Gabe se desabrocha los botones de la camisa y


se la quita. Su cinturón le sigue, y no puedo dejar de mirar. Demasiado
cuerpo duro cubierto de piel dorada. Los músculos gruesos se mueven y
ondulan con la gracia de un animal a medida que se mueve.

—Sí. —Aspiro por la nariz y lo expulso por la boca—. Estoy mojada.

Estoy empapada por estos dos hombres hermosos. Empapada. Y ni


siquiera hay lubricante involucrado. Esto es lo que me hacen. Esto es lo que
me hace querer dos pollas, dos bocas, dos hombres duros y sucios que me
lo den.

Dylan gruñe, y mi aliento se contrae cuando lo miro. Se baja los


pantalones por sus muslos, y agarra su polla, y es definitivamente el modelo
que utilizó para el pastel que me hizo. Largo, grueso y duro. La polla que no
he dejado de preguntarme y comparar en mi mente. Apretándola, la
acaricia un par de veces hasta que se forma una gota pre seminal en la
cabeza. Quiero lamerlo. Quiero chuparlo, especialmente cuando las luces
de arriba se enganchan en algunas motas perdidas de purpurina y lo
123

hacen brillar.

—Dime —dice Dylan entre dientes, mientras continúa


Página

acariciándose—. Tócala, Gabe, y dime lo mojada que está.


—Mierda. —Las manos de Gabe encuentran mi piel, y el elástico de
mis bragas, y tira de la seda más allá de mi culo y liberándola de mis
piernas. Silba bajo mientras dirige su mirada sobre mi desnudez y me
acaricia desde la rodilla hasta el ápice entre mis muslos.

Me estremezco y me arqueo bajo la atención, pero estoy mirando


fijamente a Dylan y la forma en que sube y baja su mano a lo largo de su
longitud. Y entonces, Gabe me toca y cierro los ojos por un momento, la
sensación es más intensa de lo que esperaba. Acaricia mi clítoris y baja
hasta mi entrada.

—Gotea sobre mis dedos —dice, llevándoselos a la boca y


chupando mi excitación—. Y es dulce, tan dulce.

—Maldición. —Dylan se detiene, sus músculos rígidos. ¿Odia esto?


¿Odia la idea de tener que compartirme ahora que estamos aquí, en
medio de esto? Luego gime y deja caer su polla, agarrando mi rostro entre
sus manos para poder besarme profundamente y boca abajo—. Gabe, te
la comes o te apartas del camino.

En el momento en que lo dice, Gabe agarra el taburete y se mete


entre mis piernas. Una mano en mi montículo, me sostiene en su lugar
mientras explora mi coño. Usando mi humedad para cubrir sus dedos,
desliza uno dentro de mí y besa la mancha por encima de mi clítoris. Me
arqueo bajo su boca, con sus manos sosteniéndome. El peso intenso de
dos hombres tocándome al mismo tiempo magnifica cada sensación.
Cuando Gabe lanza la punta de su lengua sobre mi clítoris, grito. Se mueve
en círculos lánguidos, lamiendo mientras riza sus dedos dentro de mí para
acariciar algo que no estoy segura que nadie haya tocado en su vida
porque, oh Dios, hace que todo mi cuerpo se salga del mostrador.

Dylan cierra sus dedos alrededor de uno de mis pezones, pellizcando


hasta el punto del dolor, pero esto sólo hace que todo sea más
placentero. Luego se retira. Todavía inclinado sobre mí, una mano
plantada sobre el acero frío al lado de mi cabeza, agarra su polla y la tira y
la aprieta sobre mis labios. Su mirada se oscurece cuando abro la boca y
arqueo el cuello.
124

—¿Lo quieres, Sweets?


Página
Estoy cerca, mi cuerpo zumbando en la boca de Gabe moviéndose
sobre mí y sus dedos en mi interior. Estoy fundida, en llamas. Grito
roncamente mientras rodeó con mi mano la de Dylan y lo guío hacia mis
labios. Moviendo las caderas, se mete en mi boca lentamente, centímetro
a centímetro. Entrando y saliendo, cada vez más profundo, lo más
profundo que puedo con él. Su sabor almizclado cubre mi lengua, me
excita mientras Gabe me da vueltas y me muerde, y me folla con sus
dedos. Cierro los ojos, abrumada por lo perfecto y fácil que se siente que
me separen así.

Gimo en voz alta alrededor de la polla de Dylan, la vibración que lo


hace temblar, mientras me folla la boca en largos golpes controlados.

—Abre los ojos, Sweets. Quiero verlo cuando Gabe te haga venir.

Sus palabras producen una marea de necesidad. Se levanta para


tragarme, haciendo que mi interior se apriete alrededor de los dedos de
Gabe una y otra vez.

—Se viene en mi mano, Dylan.

Dylan me mira a los ojos, su respiración entrecortada, empujando sus


caderas. No puedo apartar la mirada, aunque mis paredes internas se
contraigan con más fuerza alrededor de los dedos de Gabe, y el placer
explote en olas que me hacen enredar mis dedos en su cabello dorado,
queriendo abrazarlo tanto como quiero alejarlo.

Estoy jadeando mientras regreso a la tierra. Mi respiración áspera se


mezcla con la de ellos, mientras Dylan saca su polla todavía dura de mi
boca y toca el lado de mi cara y acaricia mi mejilla con el pulgar.

—Sweets. —Sonríe y sacude la cabeza, sus ojos azules brillan—. Eso


fue...

¿Asombroso? ¿Perfecto? ¿El mejor momento de mi vida?


Probablemente debería salir corriendo de aquí antes de que vaya más
lejos, ¿verdad? Pero, aunque mis piernas no fueran gelatina, no estoy
segura que pueda ir a alguna parte ahora mismo. Hay algo de lo que ha
125

pasado aquí, esta noche, entre nosotros que es crudo, real y exactamente
correcto.
Página
Gabe se levanta y se limpia el brillo de mi humedad de su barbilla. Su
mirada se centra en mi boca, y quiero que me bese. Pero, ¿eso es raro?
Después de lo que acaba de pasar, ¿sería extraño para él? Extiende la
mano y toma una de las mías, tirando de mí hasta que me encuentro
sentada como cuando todo esto comenzó. En el borde del mostrador.
Luego enreda una mano en mi cabello y presiona los labios contra mi
frente.

—Te quedarás con nosotros.

126
Página
R
ecogiendo a Summer del mostrador, la llevo hacia la parte
trasera de la cafetería en donde se encuentran las escaleras
de nuestro apartamento. Me mira absorta con sus grandes ojos
azules, sin duda pensando en lo que acaba de pasar entre nosotros.
Puedo decir que quiere preguntar si era raro para mí, o si la idea de
besarla después de que la polla de Dylan ha estado en su boca me
desagrada, pero honestamente no estoy seguro de la respuesta. Así que
ignoro sus dulces labios separados y la forma en que su lengua se desliza a
través de ellos mientras subo las escaleras. Porque debería ser raro, ¿no?
Excepto que compartir a Summer con mi mejor amigo es lo más excitante
que he hecho. Que hemos hecho. Y no voy a parar sólo porque sea un
poco incómodo.

La puerta principal golpea contra la pared mientras la empujo hacia


un lado para llevar a Summer al apartamento. Ella mira alrededor de
nuestro espacio. A la mezcolanza de pinturas en las paredes en la sala de
estar: Van Gogh, Monet, Dalí. A los sofás de cuero oscuro y la alfombra de
burdeos.

—¿Ustedes dos viven aquí?


127

—Sí. —Dylan está detrás de nosotros, con los pantalones


Página

desabrochados. Deja caer un brazo lleno de ropa, cinturones y zapatos en


el asiento más cercano—. ¿Te gusta, Sweets?
—Masculino —bromea. Luego su aliento se entrecorta y se muerde el
labio inferior mientras me mira y luego a Dylan como si se olvidara de lo
que estamos haciendo aquí.

Cada centímetro de su piel se sonroja cuando pasamos por mi


habitación y luego por la de Dylan. Su cuerpo flexible se siente caliente en
mis brazos, y respiro más profundamente para absorber tanto de su
fragancia como puedo. No estoy listo para llevarla a la cama, no estoy listo
para tomar una decisión que involucre la posesividad de él y la mía. No
cuando es nuestra.

Casi digo las palabras en voz alta, sólo para decirlas. Como si al
guardarlas para mí, no fueran ciertas, y si no lo son, entonces ella no es mía
en lo absoluto.

Cuando entramos al baño, la pongo de pie mientras Dylan se


ducha. Luego se mueve detrás de ella y le pone un brazo alrededor de la
cintura, tirando de ella hacia su pecho duro.

—Mejor que te limpies, Sweets.

—Para que podamos ensuciarte de nuevo —señalo, quitándome los


pantalones y los calzoncillos en un sólo movimiento. Mi polla golpea mis
abdominales mientras se la quito y la pongo contra el fregadero—. Vamos
a lavar cada centímetro de ti. —Paso mis dedos desde el pulso
martilleando en su garganta, sobre sus pechos y su vientre hasta el lugar en
donde me di un festín con ella—. Y luego vamos a follarte. Vamos a llenar
tus agujeros con nuestras pollas.

Summer jadea. Sus tetas se elevan, sus pezones se convierten en


puntas de diamante. Y luego su pecho cae lentamente mientras clava sus
uñas en mi antebrazo y sus rodillas se doblan. Deja salir un pequeño
gemido.

—Quieres que te llenemos, ¿no? —Dylan está a mi lado.

Desnudo. El monstruo se soltó de nuevo, ¿y me tocó la pierna?


Quiero gruñirle, pero Summer me alcanza, con el labio entre los dientes
128

mientras me envuelve la polla con su delicada mano. Acaricia mi


erección, la aprieta.
Página

—¿De qué agujeros estamos hablando exactamente?


—Maldita sea —digo con reverencia. Summer Sweets siempre fue
una niña linda con bragas de mariposa y una sonrisa traviesa que debería
haber permanecido intocable. ¿Ahora me pregunta qué agujeros me
gustaría follar mientras me agarra la polla? Soy hombre muerto. Si su
hermano no me mata, es probable que me dé un ataque al corazón, a
juzgar por la forma en que mi pulso se acelera—. Todos ellos.

—¿Todos? —me pregunta, y me encuentro obsesionado con su


boca, con el recuerdo de cómo chupó a Dylan y dejó que se la follara. La
sangre me palpita en la polla, hasta que me duele lo duro que eso me
pone. Dios, podría romperlo si no tiene cuidado.

—Tu boca —dice Dylan, extendiendo la mano sobre mi hombro para


agarrar su mandíbula y frotar su pulgar sobre su labio.

—Sí, tu boca —reitero, porque carajo, sí, quiero ver eso. Ella de
rodillas, su boca abierta para mi polla.

Le chupa el pulgar a Dylan, muerde la yema hasta que él gime. Y


mierda, estoy gimiendo tan fuerte como él, porque necesito sentirla.
Necesito su cuerpo en el mío y mi dureza moliéndola. La jalo a mis brazos, y
beso el lado de su cuello, moviéndome hasta su boca. Dylan camina
detrás de ella, haciendo a un lado su cabello para que pueda marcar su
piel con sus dientes.

—Bésala, Gabe.

Lo hago y sabe a él y ella. Y aunque nunca, nunca, he pensado en


Dylan como algo más que mi mejor amigo, teniendo su sabor, su olor en
ella es tan correcto. Él acuna y levanta sus tetas, sus manos oscuras
contrastan con la piel pálida mientras aprieta sus pezones y la hace
temblar.

—¿Quieres que te folle la boca? —Agarrando la parte de atrás de su


cabello, la miro a los ojos. La quiero toda, cada centímetro de ella, para
que esta primera vez pueda decidir lo que quiere. Puede dirigir esto entre
Dylan, ella y yo—. ¿Quieres que baje por tu garganta mientras Dylan te
folla el coño?
129

—¿Qué tal esto? —pregunta Dylan, agarrando sus nalgas y


Página

deslizando su polla entre ellas—. ¿Alguien ha tenido este culo antes?


—No. —Sacude la cabeza, los ojos muy abiertos, tan abiertos, como
si nunca hubiera considerado la idea. Pero su excitación gotea por sus
muslos. Brilla en la luz superior fluorescente.

—¿Nunca nadie ha tenido tu pequeño y apretado culo? —¿Es este


golpe de lujuria, la necesidad posesiva de ser el primero en follar su culo la
misma cosa que veo reflejada en los ojos de Dylan? Y ahora sé
exactamente qué agujero mataría por tener—. ¿Nos lo vas a dar,
mariposita?

—¿Todos los agujeros, Sweets? —pregunta Dylan.

—Umm —dice ella, presionando sus labios juntos.

—¿No te sientes lista para eso? —Parece nerviosa, en medio de un


evento del que probablemente nunca esperó ser parte. Diablos, no pensé
que me la follaría con mi mejor amigo, política de puertas abiertas o no.
Nunca pensé que la niña que conocí crecería hambrienta y codiciosa de
placer, o que la querría como lo hago.

—Quiero hacerlo —dice—. Quiero experimentarlo todo.

—Tenemos tiempo —dice Dylan, girando la cabeza para que pueda


besarla.

Cuando Dylan la deja ir, sus labios lucen hinchados y abiertos para
mí. Sus ojos están llenos de deseo. Capturo su cara y devoro con avidez su
boca.

—Queremos cada parte de ti, eventualmente. Pero no tenemos


prisa. Por ahora, compartiremos tu boca y tu coño. ¿Estás lista?

—Sí. —Summer sonríe, mirando el agarre que todavía tiene en mi


polla—. Sí. Estoy lista.

—Inclínate —ordeno, con toda la calma que puedo reunir. Tenerla


entre nosotros así y saber lo que le vamos a hacer me tiene apenas capaz
de contenerme. No voy a durar mucho esta primera vez, no después de
que ella tenga un orgasmo en mi cara y la forma en que me acaricia con
130

su puño apretado—. Toma mi polla en tu boca.


Página

Me cuestiona por un momento. Un ligero levantamiento de sus cejas


es lo único que la delata antes de que se incline entre nosotros y envuelva
sus labios alrededor de mi erección. Su boca es fuera de este mundo.
Caliente, apretada y perfecta mientras me chupa. Una mano sigue
acariciándome mientras me lame la polla como si fuera una piruleta.

Detrás de ella, Dylan pasa sus manos por su columna vertebral y


sobre su culo, asentándose entre sus piernas. Cuando él toca su clítoris, ella
se inclina hacia delante y gime generando una vibración a lo largo de
todo mi eje. Entonces aplana su lengua a la parte inferior de mi polla y
chupa tan fuerte que no puedo dejar de apretar mi agarre sobre ella
mientras la empujo dentro y fuera de su boca.

Sus tetas se balancean mientras me toma y Dylan la frota hasta que


se agacha en su mano. Me agacho para apretar un pecho, y ella aprieta
sus labios alrededor de mi polla en respuesta.

—Vas a estar tan jodidamente apretada en mi polla. —Grazna


Dylan, los músculos de su brazo tensándose y relajándose mientras se la
folla con sus dedos. Cada vez que él empuja, ella se mueve hacia delante
para tomar más de mí.

Mi corazón late muy fuerte, muy rápido. Siento que podría explotar
mientras gruño.

—Condón.

Dylan asiente y busca los suministros que guardo en el armario del


espejo. Agarra una tira, la arranca y tira el resto al fregadero. Luego rompe
el papel aluminio y se envaina mientras yo saco mi polla de entre los labios
de Summer y la acerco para que pueda besarla.

—Maldición, me hallaba tan cerca por tu boca. Si no quisiera tanto


estar dentro de ti, te dejaría chuparme hasta dejarme seco.

—Quería hacerlo. —Se muerde el labio y me toca el pecho, jugando


con uno de mis pezones—. Los deseo tanto a los dos.

—Espera tu turno. —Refunfuña Dylan mientras la saca de mis brazos y


la eleva a los suyos—. Jodido imbécil codicioso.
131

Tiene razón. Soy codicioso cuando se trata de ella. Aunque


tengamos que compartirla, la quiero toda. Pero hay una ligera inclinación
Página
a un lado de su boca, aunque su mirada oscura me advierte que no la
empuje.

—Sweets, mírame —dice. Cuando lo hace, él toca su mejilla y


presiona su pulgar contra sus labios—. ¿Lista?

Summer inhala y sumerge su mirada en su polla.

—Sí.

—Muéstrame —ordena—. Tócate y muéstrame lo mojada que estás.

Sus dedos desaparecen entre los muslos y gime. Dylan sabe tan bien
como yo que está lista para tomarnos a los dos, uno tras otro. Se encuentra
empapada y lo ha estado desde que empezamos esto, pero él se asegura
que esté segura. Cada orden, cada pregunta que hacemos es para
asegurarnos de que Summer quiere esto. Cuando se quita los dedos del
coño, sus jugos los cubren. Dylan toma su mano y la chupa antes de
volverse hacia mí.

—Tenías razón sobre su dulzura.

—La más dulce —concuerdo.

—La gente mataría por tu sabor, Sweets. Un bocado y se volverían


adictos. —Él la levanta, suaviza sus manos sobre las piernas de ella hasta
que las envuelve alrededor de él. Usando su rodilla, los sujeta contra la
pared y empuja la punta de su polla contra su pequeño y apretado coño.

Por un segundo, los celos me aprietan como un puño, pero ver cómo
sus ojos se ensanchan y la mirada de placer que cruza sus rasgos mientras
se hunde en él le aporta claridad. El placer de Summer es para lo que
estamos aquí. Es la expresión orgásmica en su cara mientras él la levanta
de arriba bajo en su polla lo que me excita hasta que no puedo pensar
con claridad. Lo único que importa es cómo se siente, cómo sabe y cómo
suena al llegar al clímax.

—Trae tu culo aquí, Gabe —gruñe Dylan, empujando en ella, con


una mano sosteniendo la suya atrapada sobre su cabeza. La otra
132

envolviéndose alrededor de su muslo, manteniéndola en posición,


asegurándose de que no pierda el equilibrio—. Besa a nuestra jodida
Página

mujer.
Me uno a ellos, pellizco y chupo sus labios mientras sus cuerpos se
mueven. Su sudor resbala y roza mi piel. Su duro y voluminoso brazo y
muslo. Sus suaves curvas. Él deja caer una de sus manos y ella me la
envuelve en el cuello, mientras profundiza nuestro beso. Alisando una
mano en su costado, le aprieto el culo y deslizo un dedo entre sus nalgas y
sobre ese pequeño nudo apretado.

Su cuerpo se contrae entre nosotros y grita en mi boca.

—¿Se siente bien? —Froto el nudo, empujo la punta de mi dedo


contra él—. ¿Que alguien te toque allí mientras te follan?

—Sí. —Sus besos se vuelven frenéticos mientras sus manos tiran de mi


piel y de la de Dylan, sus uñas dejando marcas rojas en nuestros hombros
mientras intenta acercarse a ambos—. ¿Qué haces?

—Sólo te estoy tocando —le digo—. Asegurándome de que sepas


que se sentirá bien cuando estés lista para dejarnos tener tu culo.

—Mierda, a ella le gusta —dice Dylan, siseando entre sus dientes,


todo su cuerpo sacudiéndose antes de que la penetre con más fuerza—.
Me está estrangulando la polla.

Masajeo el sitio rugoso y luego suavizo lentamente la punta de mi


dedo dentro de ella, empujando ligeramente y tirando hacia atrás
mientras su pecho jadea, y se pone ronca y temblorosa. Y luego cierra los
ojos y el éxtasis la domina. Es hermosa cuando se desmorona con las cosas
que le estamos haciendo.

Entonces, Dylan gime e inclina su cara hacia el techo. Puedo ver el


blanco de sus ojos un segundo antes de que los cierre y los suelte.

Pasamos unos minutos, los tres juntos en el baño. El agua sigue


corriendo. Aunque no hemos llegado a la ducha, el vapor es espeso en el
cristal. Summer se queda envuelta sobre nosotros dos cuando saco mi
dedo de su culo y Dylan arrastra su polla gastada de entre sus piernas.

—Deberíamos limpiarte —dice, besando el lugar entre el cuello y el


133

hombro.

—Deberíamos limpiarnos todos —repito.


Página
Y luego Summer levanta la cabeza con una sonrisa satisfecha hacia
Dylan y luego hacia mí, sosteniendo mi mirada.

—Entonces, ¿cuándo vas a follarme, Gabe?

—Qué golosa. —Dylan se ríe mientras la pone de pie—. ¿Qué tal si


nos duchamos primero?

Quiero decir al carajo con eso. Quiero agarrar un condón del


fregadero, envolver mi polla y hundirme en ella ahora mismo. Pero la
verdad es que no estoy seguro que esté preparada para eso, o si tenerla
de la manera que quiero la lastimará.

—¿Normalmente tienes orgasmos múltiples?

—¿Qué? ¿Por qué quieres saber eso? —Sus cejas se fruncen sobre sus
ojos.

—Porque no importa lo mágico que sea la polla de Gabe, si


terminaste, entonces esperaremos. —Dylan saca el condón de su polla y lo
tira a la basura antes de abrir la puerta de la ducha y probar el agua—.
Sigue excitado.

—No lo diría así, pero sí, quiero follarte hasta dejarte sin sentido,
Summer. Si eso va a terminar hiriéndote porque aún no estás lo
suficientemente excitada, prefiero esperar.

—Lo quiero —dice, pero baja la mirada a mi polla y mastica la


comisura de su labio pensativamente—. Sólo necesito unos minutos.

Y eso es suficiente para que yo frene.

—Nos ducharemos primero, y luego te tomaremos de nuevo.

—De acuerdo —dice, y Dylan lo reitera.

La guiamos a la ducha, y la colocamos entre nosotros. Dylan toma el


jabón y le vierte un poco en la mano antes de pasarme la botella por
encima del hombro. Yo sigo el ejemplo. No hay mucho lugar en el espacio
cerrado, pero no necesitamos mucho.
134

El agua escurre el sudor y el olor a sexo que impregna el aire que nos
Página

rodea mientras Dylan enjabona sus manos y luego masajea sus senos,
cubriéndolos con agua jabonosa y trabajando lentamente hacia abajo
mientras ella inclina la cabeza hacia un lado y gime en agradecimiento.
Masajeo los nudos de su cuello, sus hombros, exploro su cintura y su trasero.
Luego seguimos nuestras manos con la boca, la lengua y los dientes.
Summer también nos enjabona, con sus manos flexibles moviéndose sobre
cada uno de nosotros al mismo tiempo. Ella me mantiene al borde, y
cuando miro sus manos sobre nosotros, acariciándonos al mismo tiempo
noto a través de una neblina de lujuria que la libido de Dylan se agita de
nuevo.

Nos quedamos sin agua caliente antes de salir de la ducha, y tomo


un montón de toallas de los estantes en el otro lado del baño. Le doy una
a Dylan y luego envuelvo a Summer en una antes de meter la tercera
alrededor de mis caderas. Dylan empieza a besarla antes de que estemos
secos. Estoy tan duro, lo he estado desde que los vi abajo, y ahora no
puedo pensar con claridad. Lo único en lo que pienso es en lo mucho que
quiero deslizarme dentro de Summer.

—¿Y ahora qué?

—Tu cama. —Dylan la empuja hacia mí sin pestañear—. Lo haremos


ahí.

Probablemente tiene razón. Mi habitación es más ordenada. La


cama es más grande. Nunca sé con qué me voy a encontrar cuando abra
la puerta de su habitación. Aunque su cuarto siempre está limpio, a veces
hay una cantidad espeluznante de arte ahí. Cada centímetro de las
paredes se halla cubierto de hojas de papel, y los lienzos pintados con óleo
y carbón se apilan frente a la ventana. Lo ha hecho todo el tiempo que le
he conocido. Es una especie de terapia. No es que él admita tanto, y no
presiono. Pero Summer no necesita ver esa parte de él esta noche, así que
agarro su mano y la llevo por el pasillo a mi habitación, con Dylan
siguiéndola.

Cuando llegamos a mi habitación, la llevo a la cama y me subo


sobre ella. Las pisadas de Dylan se detienen cerca de la puerta y cuando
miro por encima de mi hombro se para justo dentro, mirándonos.
135

Dándome espacio con ella después de que la haya tenido primero. Las
manos de Summer me dan vueltas en la espalda mientras me tira hacia
Página

ella. Y hace esa cosa con el labio que me tira de las pelotas.
—¿Por qué los deseo tanto a los dos?

—No lo sé —le digo, tocando con dos dedos por su muslo y


deslizándolos hacia su hendidura caliente. Sigue húmeda por nuestro juego
sexual y la ducha, y abre las piernas, mostrando lo hinchado que está su
coño. Toda esta situación parece una locura. Que Dylan me esté
observando con ella, que la hayamos compartido entre nosotros,
turnándonos y juntos es surrealista. Pero aquí estamos, y la quiero conmigo
y con él. La idea de que nos lleve a los dos al mismo tiempo me pone tan
duro que podría explotar. Le hago señas a Dylan para que se acerque.

Viene a sentarse en el lado de la cama, mirando su cara mientras yo


doy vueltas alrededor de su clítoris hasta que ella mueve sus caderas a mi
mano. Él no la toca, sólo se sienta a nuestro lado mientras yo juego con ella
hasta que ella llega a él, tirando de él para besarla.

Cuando lo hace, me bajo de la cama y tomo un condón de la tira


que tomé del baño cuando nos movimos al dormitorio. Puedo ver el
atractivo que Dylan encontró al ver cómo los dos murmuraban el uno al
otro mientras él comenzaba a acariciarla como yo lo había hecho.
Pasando un condón a lo largo de mi polla, vuelvo a ellos.

Summer me mira, los ojos vidriosos de excitación. Una mano agarra el


hombro de Dylan, la otra se envuelve alrededor de su polla. Debería
odiarlo, ¿no? Que ella lo desee tanto. En cambio, sólo me hace desear
más esto.

—Quieres la polla de Dylan otra vez, ¿verdad, mariposita? ¿Quieres


chupársela hasta dejarla seca como querías hacérmelo a mí?

Dylan se pone rígido, con la polla en su mano tan dura, incluso


después de haberse venido.

—¿Eso es lo que quieres, Sweets?

Ella se detiene por un segundo, su mirada viajando por su cuerpo


para asentarse en su polla.
136

—Sí.

Subiendo a la cama, tomo su mano y la levanto entre nosotros.


Página
—Has fantaseado con esto, ¿verdad? ¿Te viniste con eso? ¿Lo
imaginaste con ese vibrador rosa tuyo enchufado entre tus piernas?

—Sí. —Se atraganta con la palabra.

—¿Qué vibrador? —Dylan parece perdido por la necesidad de


tenerla una y otra vez de la misma manera que yo. Apenas se da cuenta
que ella ha fantaseado con esto, probablemente con un orgasmo en sus
pensamientos de que la tengamos así. Se arrodilla ante ella, y en voz baja
le ordena que se ponga de rodillas. Ella obedece, bajando para que su
boca esté por encima de su polla, y luego se lo traga. Sus manos vagan
por sus tetas y torso, mientras yo aprieto su cadera y mi erección. No
puedo esperar más. Guiando mi polla a su agujero apretado, me sumerjo
en ella con un movimiento suave. Se siente tan apretada. Tan caliente y
perfecta envolviendo mi polla, que casi me quita el aliento y tengo que
esperar hasta que la sensación pase.

Summer gime alrededor de la polla de Dylan mientras se folla su


boca. Sus manos están en su cabello mientras empuja todo el camino
entre sus labios. No debería ser tan erótico verla tomar la polla de mi mejor
amigo en su boca, pero lo es. Viendo el placer que ambos obtienen el uno
del otro, el placer que ambos le estamos dando a Summer es la cosa más
sexy que he visto.

Dylan gruñe largo y gutural, su cara se retuerce atormentada


mientras le agarra el cabello y folla su boca más fuerte, ladrándome.

—Fóllala, Gabe.

Su orden me da una descarga y pierdo cualquier chispa de


autocontrol a la que me he estado aferrando. Agarrándola de las caderas,
la martilleo, golpeándola hacia delante para que tome más de su
erección. Sus gemidos se convierten en gritos, amortiguados por la polla de
Dylan mientras me la follo una y otra vez.

Probablemente me vendré primero. Es difícil de decir. Estoy


profundamente dentro de ella cuando empieza a apretarse a mi
alrededor. La tensión se convierte en esta sensación de urgencia en mi
137

polla, en mi sangre, en mis oídos.


Página
Dylan grita algo sobre cómo va a venirse en su garganta si no tiene
cuidado. Y cuando ella asiente, él cierra los ojos y ruge este sonido salvaje,
sólo que no estoy seguro si hace ese ruido o si yo lo hago, o si somos los dos
cuando Summer se traga hasta la última gota de su semen, y sus músculos
apretados me ordeñan hasta que me seco.

138
Página
E
n realidad, no lo pensamos bien.

Eso es en lo que he estado pensando mientras


yacíamos en la oscuridad en el dormitorio de Gabe. Summer
está dormida, como un sándwich entre nosotros. Así es como
nos llamó mientras se alejaba de la conciencia con una
sonrisa en sus labios. Somos su sándwich, lo que significa que ella es el
relleno.

Gabe no concordó, bastante seguro que éramos nosotros los que la


llenábamos. Tuve que ponerme de su lado mientras me recostaba de
espaldas y miraba el techo, completamente desprovisto de cualquier
cosa, energía, concentración, esperma. Pero luego se durmieron, y yo no.

En vez de eso, estoy intentando averiguar qué demonios se supone


que debo hacer ahora. La chica que quiero como mía se encuentra entre
mi mejor amigo y yo, como si esto fuera lo más normal del mundo. Lo cual
ya es realmente extraño, antes de añadir el hecho de que no estoy seguro
que lo cambiaría si pudiera.

Me pongo de costado y la miro fijamente. Su cabeza está medio


139

volteada hacia la almohada, con rizos rubios que esconden parcialmente


su rostro. Tiene un brazo sobre mi cadera, sus dedos lo suficientemente
Página

cerca de mi polla me han tenido medio duro desde que mi cuerpo se


despertó de su estado saciado. No recuerdo la última vez que me acosté
con alguien.

Detrás de ella mi mejor amigo en todo el mundo, mi hermano en los


negocios y la vida, tiene un brazo apretado alrededor de su cintura.
Normalmente somos como la tiza y el queso cuando se trata de mujeres,
pero puedo decir en lo más profundo de mis entrañas que esta noche
también ha cimentado cosas para él. No está saltando de la cama y
corriendo a otro pueblo para alejarse de la mujer con la que se acostó. Ha
traído a Summer a nuestra casa, su cama. Se aferra a ella por primera vez
en mucho tiempo y le preocupa que se haya ido por la mañana y no al
revés. Años. Hace años que no deja que nadie le arruine la vida así.

Pero Summer no es cualquiera.

Y, esta noche tranquila, esta sensación de paz que quiere


adormecerme, pero que sólo me deja más despierto que nunca, es tan,
tan extraña. Arrastrando las sábanas hacia atrás con cuidado para no
molestarlos, me levanto de la cama y camino hacia el pasillo hasta mi
propia habitación.

Debería estar preocupado.

¿Y si Summer apareciendo esta noche lo cambia todo? ¿Cómo


puede ser que no? Ahora que nos hemos acercado tanto a ella, ¿cómo
vamos a poder renunciar a ella ahora? Incluso si eso significa guardar
secretos, y ser sublimado. Las reglas no se aplicaban a que la
compartiéramos, porque nunca se nos ocurrió que nos elegiría a los dos. ¿Y
si ella es más importante para Gabe que para mí? ¿Y si es más importante
para mí?

Agarrando unos pantalones limpios y una camiseta de mi cómoda,


me visto. Hay un lienzo vacío en la esquina, y paso mis dedos sobre la caja
abierta de carboncillo colocada sobre un montón de libros en la mesa
junto a mi cama mientras empiezo a dibujar la cara de Summer. Cómo se
ve en mi mente. Sus amplios y expresivos ojos y el arco de Cupido de esos
labios. Su sonrisa y la forma en que se apodera de toda su cara. Se
140

apodera de mi mente ahora, deja mis pensamientos desordenados


mientras repaso nuestro tiempo juntos. Los tres juntos, lo cual no fue tan
Página

incómodo, y de alguna manera nos sentimos bien desde el momento en


que Summer decidió que quería que ambos la compartiéramos. Se veía
tan hermosa esparcida en mi banco de trabajo, sus bragas perdidas en
alguna parte de nuestra cocina.

Ah, mierda. Dejamos la cocina del café hecha un desastre. Froto la


mancha oscura en la punta de los dedos con el pulgar. Sería una pesadilla
de inspección sanitaria. Sólo hay un par de horas entre ahora y mi habitual
comienzo temprano, así que dejo a Summer y Gabe dormir y bajo a la
tienda.

Algún idiota hace comentarios ofensivos y da consejos ridículos sobre


las relaciones a través de la radio mientras yo tiro la masa de cupcakes
que no terminé antes y empiezo a limpiar las superficies. Considero llamarle
para ver qué diría sobre esta situación en la que nos encontramos, y luego
encuentro las bragas de Summer entre la caja registradora y la vitrina y me
olvido del Doctor Amor y de cualquier consejo absurdo que pueda tener.
Hay una mariposa de piedra en la parte delantera de ellos, lo que me
hace sonreír mientras las meto en mi bolsillo. Luego me pongo a trabajar
en los platos y en el suelo.

Casi termino cuando la puerta de arriba se cierra. Suena un poco


alto, incluso con la radio encendida de fondo, y luego capto la mirada de
Summer mientras agacha la cabeza a la vuelta de la esquina.

—Oh.

—¿Vas a algún lado, Sweets? —Descanso mi barbilla en la parte


superior del trapeador y espero a que doble furtivamente la esquina. Su
vestido blanco luce arrugado y desaliñado, y lleva sus zapatos por las
correas.

—Debería irme a casa. En caso de que Ashleigh esté allí por la


mañana. —Se mete un mechón de cabello detrás de la oreja y mira a la
vitrina vacía a mi lado—. ¿Has visto mi ropa interior?

—No desde que te la quitamos —miento. Esa sensación, ese


sentimiento de paz es como una burbuja que puede estallar en cualquier
momento. No estoy listo para dejar que termine esta noche. No estoy listo
para saber cómo se supone que nos llevaremos los tres mañana—. Déjame
141

acompañarte a casa entonces.


Página
—N-no, está bien. —Levanta la mano para detenerme—. Llamé a un
taxi. Ya está aquí.

—Pero, probablemente deberíamos hablar. Sobre lo que pasó esta


noche. —Apoyo el trapeador en el banco, listo para al menos
acompañarla hasta el taxi.

—Fue increíble —dice, y luego sonríe.

Maldición, quiero arrastrarla arriba y hacerlo todo de nuevo. Solos,


ella y yo. O juntos. Lo que sea para que se quede. Aunque sea sólo
temporalmente.

—Entonces vuelve al apartamento. Empezaremos de nuevo. Hacerlo


aún mejor. Te haré el desayuno.

—Lo siento —susurra, su cara apesadumbrada mientras se da la


vuelta y se apresura a salir—. No puedo.

—¿Ya sabes lo que harás para la competencia? —pregunta Claire,


poniendo su taza frente a Gabe—. Solo nos faltan un par de meses.

—Estoy así de cerca. —Levanto el dedo pulgar y el índice y los juntos


por encima de mi hombro. Y lo estoy. O lo estaría si pudiera averiguar qué
demonios es el aroma de Summer que no se traduce al gusto. O por qué se
escabulle de Gabe y de mí, evitándonos los últimos días. Ninguno de
nosotros ha sido capaz de acercarse lo suficiente a ella para descubrir por
qué de repente parece tan tranquila con nosotros. ¿Se avergüenza por lo
que pasó entre nosotros?—. Tengo las cerezas, la vainilla, el brillo. Es solo
que hay un aspecto soleado que no puedo emular.

—Estoy pensando en una intrincada rama tallada a mano en


chocolate, con flores de vidrio de azúcar con sabor a cereza, y obleas
142

finas, pintadas a mano con mariposas de chocolate —sigue Gabe.


Página
—Dios mío, ¿necesitan que despierte a Freud de entre los muertos?
—Golpea su taza con la punta de un dedo—. Café, por favor. Mucha
azúcar. Te saltaste una cucharada la última vez.

—Estamos intentando cuidar tu salud —digo por encima de mi


hombro—. Toda esa azúcar es una receta para el desastre, y queremos
que puedas probar nuestras delicias por mucho tiempo.

—Deberían pedirle a Summer que lo haga —dice Claire mientras se


acerca a una mesa y abre su computadora portátil—. Si pueden averiguar
qué hacer con la chica entre ustedes cuando tengan su atención.

Gabe me mira desde la cafetera al mismo tiempo que lo miro por


encima del hombro.

—¿Qué quieres decir?

—Bueno, mírense. —No lo hace, sólo nos hace gestos en la parte


superior de su pantalla—. Ambos están enamorados, ambos no pueden
pensar en otra cosa. —Se mueve en la vitrina—. Sabores para hoy: Brillo,
cereza, y vainilla para tus cupcakes, Dylan, y Gabe, tiene cereza glaseada
envuelta en chocolate con leche. La mariposa dándole forma a todo.

—Mierda —murmuro en voz baja.

—Mierda —repite Gabe.

Y Dean, que ha logrado captar el final de nuestra conversación al


entrar a Cómeme, pregunta:

—Cristo. ¿Saben cómo suena esto?

—¿Qué? —Claire mira a Dean mientras Gabe deja su café a su lado.

Deambulando detrás de las vitrinas, Dean se detiene en el mostrador


para recoger el sobre con su salario.

—Están convirtiendo a Cómeme en la vagina de Summer.

—Bueno, esa es una imagen asquerosa. —Claire bebe su café y


143

hace un ruido apreciativo—. ¿Quién de ustedes va a morder la bala e


invitar a salir a la señorita Sweets?
Página

—Um.
—Uh.

Llamo la atención de Gabe mientras me arranco el delantal. Es un


poco tarde para que nos peleemos por ella. En el momento en que la
compartimos se convirtió en nuestra. La única de nosotros que no parece
estar en la misma página es Summer. Una rápida mirada al reloj confirma
que va a terminar en la escuela, así que si me doy prisa puedo atraparla.

—Dean, ¿puedes quedarte? Tengo algo que hacer, y Gabe tiene


una cita en diez minutos.

—Sí, claro. —Dean silba mientras toma un delantal fresco de la caja


debajo del mostrador—. Díganme que al menos uno de ustedes va a ser
un hombre y va a hablar con la maestra de preescolar. Es demasiado
linda, y si uno de ustedes no hace un movimiento pronto, tendré que
mostrarles cómo se hace.

—Los cantantes siempre están tan llenos de sí mismos —se queja


Gabe, pero me sonríe—. Nos vemos en un rato.

Los niños gritan y gritan y corren a mi alrededor como olas que se


estrellan en una playa mientras yo desciendo por el pasillo cuando suena
la campana. La puerta del aula de Summer está abierta y ella se halla
parada justo dentro, hablando con uno de los padres de los niños. Están
teniendo una conversación tranquila, probablemente sobre la niña que se
arrastra en el brazo de su padre, pero el tipo mira a Summer como si fuera
un cupcake con sabor a cerveza y tocino.

Consíguete tu propio cupcake, amigo. Me quedo cerca mientras


terminan su conversación. El impulso de interponerme entre ellos para que
él no pueda mirarle las tetas como lo hace es bastante fuerte, pero
entonces ella me ve y pone una sonrisa de megavatios antes de darse
144

cuenta que lo ha hecho. Esa mirada, aunque no dura, hace que se me


hinche el pecho. Lo que sea que mantenga a Summer lejos de nosotros, no
es que no sienta algo por nosotros. O al menos por mí.
Página
Espero cinco minutos para que el papá y la niña sigan adelante, y
luego ella me hace señas para que la siga al salón de clases.

—¿Qué haces aquí?

—Quería saber por qué nos abandonaste. —La sigo hasta su


escritorio, que pone rápidamente entre nosotros—. Y por qué nos evitas.

—He estado ocupada. —Endereza su escritorio—. Con Ashleigh. Vino


a visitarme. Hubiera sido grosero no pasar tiempo con ella.

—No contestaste las llamadas de Gabe. —La busco en el escritorio.


Sus mejillas lucen sonrojadas y sus ojos brillantes y no puede dejar de
mirarme la ingle, a pesar de lo mucho que creo que lo intenta. Su interés
me ha hecho endurecerme con fuerza, lo que le da más para ver.

—Te dije que mi amiga está aquí.

—¿Cuándo se va? —La alcanzo y mis dedos rozan su cadera


mientras nos alejamos del escritorio y nos dirigimos hacia el armario de
suministros de arte.

—Esta noche. —Prácticamente respira la palabra, apretando mis


hombros y tirando de mí hacia el pequeño espacio cerrado con ella.

Cuando rozo mis labios por el lado de su cuello, gime. Tubos de


cartón ruedan de los estantes detrás de nosotros mientras la apoyo contra
ellos, una nube de polvo le cubre parte de su camisa de vestir con tiza
mientras su codo choca con una caja de borradores usados.

—¿Entonces eres nuestra?

—¿Tuya? —Me golpea en el hombro con una de las gomas de borrar


cuadradas mientras le agarro la cara—. No puedo ser tuya.

—Dije nuestra. —Capturo sus labios y pongo mi lengua sobre la suya


hasta que gime—. Mía, por supuesto, pero también de Gabe.

—Estás loco. —Sus tetas se agolpan contra mi pecho con cada


respiración, los pezones delineados contra la crepe de albaricoque que los
145

cubre. Deslizo mi rodilla entre sus piernas y el vestido alrededor de mi muslo


cuando le agarro el culo—. Esta es una escuela, Dylan. ¿Y si alguien nos
Página
ve? Los secretos siempre salen a la luz y lo arruinan todo. ¿Sabes lo rápido
que se propagan los chismes?

—Tengo una idea. —Sostengo sus muñecas por encima de su


cabeza con una mano y cierro la puerta del armario—. No puedo decir
que me importe.

—Yo sí. Probablemente más de lo que debería. Si Sasha se enterara


de esto... —susurra Summer suplicantemente—. Honestamente, no sé qué
haría ella. Tal vez repudiarme, o hacer una entrevista exclusiva con la
revista People o The View. O ambas cosas. Me mudé aquí para escapar
del dolor de un escándalo, no para lanzarme en medio de otro. ¿Y si Sam
se entera? Él nunca...

—Así que, no se lo diremos a nadie. —Lamo y chupo su cuello


mientras le agarro una teta y luego la otra, dándole palmaditas en los
pezones hasta que gime por mí. Luego pongo mi mano debajo de su
vestido y toco su clítoris—. No dejes que nadie te diga que no puedes tener
lo que quieres, Sweets. No dejes que nadie trate de hacerte cambiar de
opinión con sus estúpidas ideas sobre quién deberías ser.

—No tengo otra opción —dice, pero se retuerce en mis dedos,


mojada y desesperada y prácticamente suplicando por mí—. No puedo
volver a ser el centro de los chismes. No puedo arriesgar este trabajo, esta
vida que estoy construyendo, estando con los dos. No puedo ser la chica
que tiene su pastel y también se lo come.

—No, tú eres la chica que tiene su pastel y se lo comen los dos —le
digo, arrodillándome frente a ella y subiendo su vestido—. Déjanos tenerte.

—No deberíamos. Definitivamente no aquí. O en absoluto —protesta


mientras le bajo las bragas por las piernas, pero en el momento en que le
abro los muslos y meto la lengua en su clítoris, me agarra el cabello y se
queja—. Oh, Dios, Dylan.

Es dulce como el azúcar, líquido fundido en mi lengua. Tan pronto


como la pruebo estoy enganchado, y le agarro las nalgas y la aprieto
contra mi boca para poder follármela con la lengua. En mi boca, echa la
146

cabeza hacia atrás y se aferra a mí mientras chupo, muerdo y lamo su


coño. Cuando grita y tiene que poner su mano sobre su boca para
Página

amortiguar el sonido, me levanto y la giro. Sacando un condón de mi


bolsillo, me desabrocho los pantalones y me envuelvo la polla antes de
voltear la parte de atrás de su vestido sobre su trasero.

—Ahora que te hemos encontrado, Sweets, no te vamos a dejar ir. —


Aunque no puedo hablar por Gabe, no estaría dispuesto a dejarla
escapar. Ha sido mía desde que la vi. Es la única chica que he querido así.
Apoyado en ella, me aprieto contra su culo mientras deslizo mi palma
sobre su montículo. Metiendo dos dedos en su entrada, acaricio el punto
texturizado sensible que la hace casi tener orgasmos otra vez—. Vamos a
tratarte bien. Vamos a cuidar de ti. Vamos a follarte en cada oportunidad.

—Pero Gabe ni siquiera está aquí —dice.

—En realidad, está justo afuera. ¿Crees que alguno de nosotros


podría esperar para tenerte de nuevo?

Tan pronto como lo digo se moja más. Saber que nos escuchaba
mientras la hacía venir sobre mi cara la excita aún más. Y eso hace que
necesite follármela para que él pueda oír cómo le encanta. La introduzco
lenta y profundamente, entrando y saliendo como si tuviéramos todo el
tiempo del mundo, follándola sin prisa hasta que sus bajos gemidos se
vuelven roncos, y luego juego con su clítoris.

—Deja que Gabe te oiga venir, Sweets —le ordeno en la oreja


mientras empujo mis caderas más rápido y fuerte, haciéndolas rodar al
ritmo de su deslizamiento sobre mi polla—. Deja que escuche cómo te
encanta que te espere para follarse tu delicioso y apretado coño tan
pronto como yo termine. Muéstrale lo excitada que te pone.

Y luego se mueve hacia delante, apoyándose en el estante mientras


su orgasmo la golpea mientras botellas de pegamento caen de un estante
un poco más abajo, y una caja de confeti de papel reciclado llueve
púrpura, azul y rosa a nuestro alrededor. Me aprieta la polla una y otra vez.
Sus músculos tensos me abrazan como un puño hasta que enloquezco.

El mejor polvo de mi vida.


147
Página
O
h, Dios mío. No puedo creer que dejé que Dylan me follara
en el armario de suministros de arte. No puedo creer que ya
esté desesperada, necesitada y esperando que Gabe me
llene también con su polla. Tampoco tengo que esperar mucho. En el
momento en que Dylan termina, me acuna la cara y me besa, y luego se
retira. Su polla le da a mi muslo una bofetada húmeda cuando lo hace.
Debería ser asqueroso, ¿verdad? La forma en que me mojo, la forma en
que usan mi cuerpo hasta que estoy satisfecha, sucia y sudorosa.

Con Brock tuve que usar lubricante para mojarme y, honestamente,


pensé que era yo. Vi a los malditos doctores. Invertí en Durex y Astroglide.
Literalmente. Las compañías propietarias de la patente de algunos
lubricantes muy populares. Y sí, también compré mucho lubricante de
verdad. Ahora, estoy empapada tan pronto como pienso en cualquiera
de ellos. Y es peor. Porque cuando la polla envuelta de Dylan golpeó mi
muslo, deseé que no lo estuviera. Quiero que me pinten con su semen. Los
dos. Por dentro y por fuera. Prácticamente estoy exprimiendo otro orgasmo
por la idea.

Lo cual es una locura, ¿verdad? ¿Incluso perturbadora? Sí,


148

probablemente. Dame una buena y larga polla y me empalaré lo más


profundo posible.
Página
Dylan golpea la puerta entre nosotros y Gabe mientras saca el
condón de su polla. Para cuando ata un nudo, se guarda la polla y
esconde el condón usado en su bolsillo, Gabe se nos ha unido. Está duro
como una roca dentro de sus pantalones, saltando contra la cremallera.
Se me hace agua la boca y también todo lo demás. Podría ahogarme con
lo excitada que estoy por estos dos hombres. Y aun así quiero más. Espero
con respiraciones pesadas mientras Dylan sale silenciosamente de la
habitación y vuelve a cerrar la puerta.

—Escuchar tu orgasmo, mariposita. —Gabe me mira fijamente y se


desabrocha el botón de sus pantalones mientras reduce el espacio entre
ambos—. Estoy tan jodidamente duro de escucharte tomar la polla de
Dylan. Sabiendo que pensabas en mí al mismo tiempo que gritabas por él.
Me querías dentro de ti en el momento en que terminó, ¿no?

Me lamo los labios y agarro el estante detrás de mí. Estoy ardiendo


por dentro. Ardiendo con la necesidad. No tengo ni idea de qué ladrones
de cuerpos se han apoderado de mi cuerpo, porque tiene razón.

—Mucho.

—Muéstrame —dice, agarrando mis caderas—. Muéstrame cuánto


me quieres dentro de ti.

Las manos temblando con anticipación, agarro la cabeza de su


cremallera y tiro hacia abajo, y luego me muerdo el labio mientras bajo sus
pantalones y calzoncillos. La cabeza de su polla gotea un poco antes de
que su erección se libere, y la alcanzo y la recojo con mi pulgar para que
pueda saborearlo.

Gabe gruñe este sonido salvaje que envía un escalofrío por mi


columna vertebral mientras su mirada se oscurece y se estrecha hacia mi
boca. Casi me pongo de rodillas allí mismo en el armario de suministros y lo
tomo en mi boca. Pero me empuja contra los estantes, levantando mi culo
contra uno de ellos mientras me besa. Enrollo mis piernas alrededor de sus
caderas y trato de presionarlo dentro de mí con mis talones mientras me
jode la boca con su lengua. Un estante inferior entero se rompe de sus
149

clavijas en un extremo, y una caja de canicas cae, sacudiendo y


haciendo ruido mientras se dispersan.
Página

—Fóllame —le insto.


—Condón —dice, alejándose, desenredando mis miembros de los
suyos. Se tarda un minuto en ponerse un condón y luego se hunde en mí
con un movimiento suave. Golpeándome tan profundo que sus pelotas
rebotan contra mi coño con cada golpe. Los estantes tiemblan, crujen y se
balancean, y yo grito casi instantáneamente con su pulgar en mi clítoris,
mientras él gruñe, empuja y entra en mí. Saber que Dylan nos escucha
como Gabe lo hizo antes hace imposible retener el placer que me
consume. Ver la oscura e insaciable necesidad en los ojos grises de Gabe,
y saber que reflejan la mirada de Dylan me hace sentir tan necesitada.

Lo quiero. Oh, cómo lo quiero. Incluso si no debería. Aunque esto solo


pueda terminar mal, no puedo negar cuánto lo deseo. Y me rio porque es
ridículo, ¿no? Todo este escenario, los materiales de arte, el armario, los
condones. Dos tipos, dos pollas. Y en medio de ello, Summer “Creo que
podría ser una puta. Definitivamente estoy descarrilada. No quiero que
esto se detenga” Sweets.

A través de la puerta, Dylan se aclara la garganta y habla lo


suficientemente fuerte como para que lo oigamos.

—Hola, Ruckus, ¿qué te trae por aquí?

—Oh, no —digo.

—Mierda. —Gime Gabe.

—Debería preguntarte eso —dice Rick—. ¿Qué haces en un aula,


Dylan? No habría pensado que alguien como tú tendría algún uso para la
educación.

—Voy a matar a ese maldito imbécil —murmura Gabe


sombríamente, deslizándome por su cuerpo.

—No. No lo hagas —le suplico. Apresurándome a ajustarme el


vestido y a preocuparme por mi cabello mientras Gabe se apresura a
ocuparse del condón y a subirse los pantalones. ¿Cómo diablos se verá
esto si salimos del armario al mismo tiempo? Especialmente con el estado
de la pequeña habitación. ¿Qué le dirá Rick a la gente? Oh, Dios. Presiono
150

mis palmas contra el pecho de Gabe mientras va a abrir la puerta—. Por


favor, no.
Página

—Solo porque enseñes, Rick, no te hace menos un imbécil atleta.


Gabe duda al respecto y pierde un poco su mirada de
preocupación, aunque sigue tenso, con todo el cuerpo tan duro como su
polla hace cinco minutos. Lo que es bastante difícil.

—¿Dónde está Summer? Tenemos una cita. Se suponía que se


encontraría conmigo aquí.

—Oh, no. —Me agarro la cabeza con un gemido. No hay cita, pero sí
una reunión de personal a la que debía asistir antes de distraerme.
Probablemente por eso Rick vino a buscarme, pero su insistencia en que
salga con él empieza a agotarme. Además, con la forma en que Gabe
asesina la puerta con su mirada, Rick probablemente debería hacer buen
uso de toda esa Educación Física y correr.

—¿Tienes una cita con él? —pregunta Gabe.

—No. —Abro mis manos delante de mí mientras digo la verdad.

—Eso no puede ser posible —dice Dylan—. Porque está saliendo


conmigo.

Oh, grandioso. Simplemente genial. Esto es exactamente lo que


necesito.

—Pensé que Gabe dijo que ella salía con él, aunque no parecía
estar de acuerdo con esa declaración la noche en la bolera. Y luego, se
fue contigo. —Rick suena amargado—. ¿Espera? ¿Les gusta acostarse con
la misma mujer o algo así? No sería de extrañar que estuvieras encima de
las sobras de Gabe.

—Creo que olvidas que ese eres tú, Rick. —El tono de Dylan es
asesino. Nunca lo oí tan enfadado.

—Oh, claro. Ustedes dos probablemente no necesiten una mujer.

—Eso es todo. —Los músculos del cuello de Gabe se llenan de


tensión—. Ya he tenido suficiente de este imbécil arrogante. Voy a salir y
ponerlo en su lugar.
151

—No, no lo hagas —le suplico.

—¿Qué sucede? ¿Vamos a tener una fiesta secreta en el aula de


Página

Summer? —La voz burbujeante de Mandy se une a ellos y suelto un


respiro—. Al menos dime que trajiste cupcakes. Me estoy muriendo por
algo dulce.

—Nada de cupcakes —la respuesta de Dylan suena demasiado


territorial para una conversación sobre cupcakes—. Pero, la próxima vez
que entres a Cómeme, van por mi cuenta.

No puedo soportarlo más. Empujando a Gabe fuera de mi camino,


salgo corriendo por la puerta y se la cierro en la cara. Tendré que recordar
disculparme por eso. Más tarde.

En este momento, Dylan y Rick están de pie, con los pechos


hinchados, ambos mirándome sorprendidos. Respirando hondo, suavizo mis
manos por mi vestido.

—¿Qué hacen ustedes dos en mi aula?

—Teníamos una cita, ¿recuerdas? —dice Rick, cruzando los brazos


sobre su camiseta con el logotipo deportivo de la escuela en el pectoral.

—No, no recuerdo eso.

—Eres una de esas personas que nunca escucha, Rick. Sin embargo,
todavía esperas que las mujeres se interesen por ti —dice Mandy, girando
su mirada y luego moviendo la parte posterior de su cabello para indicar
que probablemente yo debería hacer lo mismo—. Ni siquiera fuiste tú quien
le pidió que se uniera a nosotros para tomar una copa. Esa fui yo.

—Ahora que lo recuerdo. —La señalo, sin embargo, hasta que ella lo
dijo, yo estuve completamente distraída y nuestro encuentro para tomar
unas copas se me había olvidado por completo.

—¿Qué pasa contigo, Summer? —Rick se queda boquiabierto—.


¿Qué hacías en el armario?

—Ya conoces a estos chicos. Hoy tuve un par de monstruos.

Dylan sonríe y mueve las cejas.

—¿Así que te encerraste ahí dentro? —Mira fijamente a la puerta


152

detrás de mí.
Página
—Sí. —Casi me tropiezo con un tubo de cartón que se desliza bajo mi
escritorio—. Absolutamente podría ir por ese trago.

—¿Deberíamos irnos entonces? —dice Rick.

—Creo que hablaba con Mandy. —Dylan mira a Rick, y realmente es


bajito, ¿no? Comparados con mis chicos, hombres en realidad. Hombres
altos y fuertes—. Tal vez también me una a ustedes. Deberíamos ir a Blazers.

—Blazers. ¿Por qué no Mayhem?

Mandy se ríe.

—Se llama Mayhem porque su rotación es una locura. Esta noche es


noche de poesía, así que a menos que tengas algo que quieras leerle a la
clase, nos vamos a Blazers.

—De acuerdo. —Miro el armario al mismo tiempo que Dylan—.


Ustedes adelántense. Voy a limpiar y luego llamaré a mi amiga Ashleigh y
nos encontraremos allí.

—Genial. —Mandy agarra el bíceps de Rick y lo tira hacia la puerta.


Nos guiña el ojo mientras lo arrastra fuera, su voz llega por el pasillo—. Tanta
musculatura, ¿es todo por el ejercicio o también tomas esteroides?

—Eso estuvo cerca. —Me derrumbo contra mi escritorio, mi pobre


corazón golpeando contra mis costillas mientras Gabe sale del armario—.
Demasiado cerca.

—Ese imbécil va a perder las pelotas si no deja de tratar de


acercarse a ti —dice Gabe mientras él y Dylan convergen hacia mí al
mismo tiempo—. No estás disponible. Para él, para cualquiera.

—Excepto nosotros —concuerda Dylan.

—Esto es una locura. No es prudente. Nos estamos buscando


problemas —susurro mientras me ponen entre ellos. Aun así, no puedo
parar. Soy tan adicta a ellos como a sus dulces. Dame cupcakes y Dylan,
dame chocolate y Gabe. Soy una chica golosa, codiciosa que quiere todo
153

lo que ofrecen.
Página
—Tal vez eso sea cierto. —Dylan saca algo de mi escritorio. Un
marcador permanente—. Eso no cambia el hecho de que estés con
nosotros. ¿Verdad, Sweets?

—Nuestra mariposita. —Gabe desabrocha los tres botones superiores


de mi vestido y desliza su mano hacia dentro para masajear mi pecho—.
Sólo nuestra. Nadie más puede besarte o follarte mientras estamos en ello.

—Sí. —Respiro, y lo digo en serio. El calor se propaga a través de mí


por la forma en que ambos me miran—. Sí.

Dylan desenrosca la tapa del marcador permanente y coloca la


punta en la parte superior expuesta de mi seno, escribiendo su nombre.
Siento los giros y las esquinas de las letras que se crean en mi piel. Y luego
me besa y le da el marcador a Gabe.

—Ella está con nosotros.

Gabe también escribe su nombre en mí, y luego toma mi cara en sus


manos y se detiene en mis labios.

—Somos tuyos.

—No puedo creer que no me lo dijeras —susurra Ashleigh mientras


me da una palmada en el brazo con su bolso—. Llevo aquí casi una
semana y no me dijiste que tenías esos dos preciosos pedazos de hombre.

—Ella no sólo los tenía. —Mandy se ríe y toma otro sorbo de su cóctel,
algo rosa y nublado—. Los tenía en el armario de suministros de arte de la
escuela.

—Sucia golfa. —Ashleigh levanta ambas cejas, fingiendo sorpresa.


Bien, probablemente esté de hecho conmocionada—. Estoy tan
decepcionada de que tampoco me contaras lo de tu sándwich.
154

—No se lo iba a decir a nadie. —Gimoteo—. Ni a ti. Ni a Mandy. —


Página

Estamos en fila en el bar, viendo a los dos chicos jugar al billar. Rick duró
media hora con los dos metiéndose con él antes de que finalmente
decidiera tomar la indirecta y marcharse—. No iba a acostarme con ellos
otra vez después de la primera vez.

—¿Por qué diablos no? —Mandy me mira horrorizada—. No puedes


decidir no acostarte con dos de los hombres más sexys de la ciudad.
Arruinarás completamente mi vida sexual vicaria. ¿No ves que necesito
esto?

—No, no lo necesitas —me quejo—. Y yo tampoco. —Gabe me mira


mientras se inclina sobre la mesa para disparar, y mi pulso hace esta cosa
graciosa, y no, no puedo dejarlos aunque sea lo más inteligente. Me hacen
sentir demasiado bien. Son una fiebre azucarada que me hace adicta, un
cóctel de endorfinas que me hace olvidar a Brock Westmore-Smith y el
hecho de que se va a casar con otra persona. Alguien que es mejor que
yo, con tetas más grandes y caderas más pequeñas. Una mujer a la que le
gusta la clase de spinning y la col rizada. Una mujer a la que mi madre
probablemente le gustaría que fuera su hija porque así no tendría que
avergonzarse de haber terminado conmigo. Todo ese proceso de
pensamiento debería arder más que eso, pero ese es el poder de estos dos
tipos que me quieren entre ellos. Hacen que otras cosas importen menos
de lo que espero. Con ellos es como si todas las cosas que me hacen tan
insegura no me abrumaran, porque estos dos hombres me hacen lo
suficientemente fuerte para manejarlo.

—Tienes que dejar de pensar en lo que pasó con Brock y Nancy


“tetas grandes” Tuckett. No fue culpa tuya. Es un imbécil que no sabía lo
que podía tener. Dime que lo sabes. Dime que sabes que Sasha se
equivocó al decir que era lo mejor que podías hacer.

—Sí, lo sé. Debería saberlo. —Aun así es difícil no escuchar su voz


refunfuñando en mi cabeza. Lleva tanto tiempo haciéndolo que no puedo
evitar escuchar su opinión, a veces incluso antes que la mía.

—Bien. Ya era hora de que te divirtieras un poco. —Ashleigh revisa su


celular y luego se lo mete en el bolsillo y agarra el asa de su maleta—. Mi
auto llegó. Vamos a parar por un último rapidito de camino al aeropuerto.
155

—Todos reciben algo. —Mandy se desploma en la barra y entierra su


Página

cara en su vaso—. Excepto yo.


—Y algunos de nosotros estamos recibiendo más de lo que nos
corresponde. —Ashleigh me abraza, luego me agarra la cara mientras me
da su mirada de “Soy un poco mayor y lo sé mejor que tú”—. No te atrevas
a arruinar esto con tu constante necesidad de apaciguar a esa mujer.

—Estoy trabajando en ello —le digo. Aunque decirle a Sasha Sweets


que estoy saliendo con alguien a quien no aprueba en broma es muy
diferente a que se entere de que estoy saliendo con dos hombres
hermosos y sexys que quieren llenarme con su semen.

—No puede seguir dirigiendo tu vida si no la dejas. —Ashleigh


sonríe—. ¿Qué es lo peor que puede pasar?

156
Página
D
espués de dejar Blazers volvemos al apartamento de Dylan y
Gabe. Hay una pizzería a mitad de camino de Cómeme y el
olor a corteza fina hace que mi estómago retumbe tanto que
Gabe se ríe, y Dylan dice:

—Tal vez deberíamos darte de comer.

—¿Podríamos? Los amaría a los dos para siempre. —Presiono mis


labios juntos. No quise decir eso, pero ambos me miran como si me
hubieran crecido dos cabezas, o como si fuera la joya de la corona—. No
quise decir nada. No lo es. Quiero decir, son geniales, pero no estoy
enamorada. —De acuerdo, ¿acabo de cantar esa última parte porque
alguien la usó en una canción que salta en mi cabeza ahora mismo?—. En
todo caso, no de ustedes dos. Además, podría estar un poco borracha.

—Tenemos que darle pizza —le dice Dylan a Gabe—. Antes de que
diga algo más ofensivo.

—¿Como qué? —dice Gabe—. ¿Te preocupa que te diga que tu


polla es más pequeña que la mía?
157

—No. Todos sabemos que eso no es verdad. —Dylan se ríe.

—Tal vez deberíamos medirlo. Tengo una regla en el cajón de mi


Página

escritorio en la escuela. —Extiendo las manos, intento medirlas en la


cabeza, pero no es fácil comparar dos cosas sin ponerlas una al lado de la
otra.

—Alguien siempre tiene que ir demasiado lejos. —Dylan se me echa


encima—. Vamos por esa pizza.

—Sí. Sí, definitivamente deberíamos hacer eso. Dejen de hablarme.

—La pizza es un grupo alimenticio, supongo. —Gabe se ríe,


envolviendo su brazo alrededor de mi cintura—. Vamos a meter un poco
en ti.

—Y luego vamos a poner algo más en ti —bromea Dylan, o tal vez no


es una broma porque también se ve bastante hambriento. Y ahora mi
interior empieza a apretarse con ese otro tipo de hambre.

Especialmente cuando me muevo para mirar a Gabe y me mira


exactamente igual.

—Los hombres que dan buena cara no son apropiados en la pizza.

—Menos mal que queremos estar contigo entonces, y no en la pizza


—murmura Gabe mientras me empuja a través de la puerta hacia la barra
de pizza, Dylan justo detrás de nosotros—. Conseguiré un par para
compartir.

Una par termina siendo cuatro. O él es tan malo como yo para tomar
decisiones o también tienen hambre después de las pocas copas que
tomamos antes. Mi zumbido empieza a desaparecer mientras esperamos
nuestra comida. La gente sigue mirándonos. A mí, a Dylan, a Gabe. Ojalá
supiera lo que pensaban o lo que vieron. ¿Pueden decir que somos más
que amigos?

Y, ¿cuánto tiempo podemos durar como más que amigos? Tarde o


temprano estas cosas tienen que terminar, ¿no? ¿No es por eso que está
bien en primer lugar? Porque sería ridículo que nos enamoráramos los tres,
¿no?

Nuestra orden está lista y Gabe coge las cajas. Estaremos a mitad de
158

camino cuando Gabe se detiene en su camino.


Página

—¿Ria?
—Gabriel, ¿eres tú? —La mujer que le habla es hermosa, bonita de
una manera exótica y oscura. El cabello tan liso y negro, que brilla azul
bajo la luz de la señal por encima de la puerta de la pizzería. Sus delicados
rasgos resaltan sus grandes ojos verdes mientras mira a Gabe con
demasiada familiaridad—. No pensé que me encontraría contigo. Quiero
decir, me preguntaba por ti. Esperaba poder verte.

—Bueno, aquí estoy. —Gabe apenas la mira, sino que presta


atención al logotipo de las cajas que sostiene—. Ahora, si me disculpas.

No tengo ni idea de quién es, pero puedo decir cuando alguien va a


picar un moco y arrojárselo a la persona más cercana. Y aunque ninguno
de nosotros es un niño, algunos de nosotros estamos peligrosamente cerca
de hurgar en nuestras narices.

—Dylan. Por supuesto que sigues aquí. —Se burla—. ¿Sigues


aprovechándote de la caridad de Gabe? Debí suponer que seguirías
causando más problemas de los que vales.

Dylan levanta las palmas de las manos, con los ojos azules helados, y
luego nos empuja a todos, agarrando las cajas de pizza de las manos de
Gabe en su camino.

—Estaré afuera.

Cuando se da la vuelta, expulsa toda una serie de palabrotas en voz


baja. También es un uso del lenguaje bastante enfático y colorido. Deja las
puntas de mis oídos sonrojadas, pero hace poco para aclarar quién es ella
en realidad.

—Sólo hubo una persona que se despojó de mí. —Gabe mueve la


cabeza—. Nadie más podría hacerlo como tú lo hiciste.

La forma tranquila y exhausta en que reacciona ante ella me hace


querer ponerme delante de él, así tendrá que lidiar conmigo en su lugar.

—¿Cuántas veces puedo disculparme? —Respira profundamente—.


Lo siento, sabes.
159

—Por supuesto que sí. —Un nervio en su cuello late, pero su expresión
sigue siendo cautelosa.
Página
—Soy Summer. —Me lanzo hacia delante y la distraigo para que no
arrastre más esta dolorosa conversación agarrándole la mano y
sacudiéndola. Bueno, lo intento. Si sigue mirándolo como si fuera un
cachorro perdido, voy a tener que usar mis tacones para el mal en vez de
para ser sexy. La pincho y le digo—: ¿Y tú eres?

—Ria.

—¿Ria? —Vamos, dame algo aquí.

—Nash. —Gira su mirada hacia el cielo y expulsa un aliento en una


forma muy Sasha Sweets del tipo “no vales mi tiempo”—. Ria Nash.

—Por mucho que lo intente, no recuerdo que Gabe tuviera una


hermana. ¿Prima?

—Esposa —dice.

—Ex esposa. —Doblando los brazos sobre el pecho, Gabe finalmente


la mira—. ¿Qué haces aquí, Ria?

¿Esposa? ¿Ex esposa? ¿Gabe ha estado casado? Sam nunca me lo


mencionó, no es que lo hubiera hecho. Pero, como Mandy dice, esta
información podría haber sido pertinente de saber. No es que haga una
diferencia en lo que estamos haciendo, pero no estoy preparada para
estar cara a cara con la mujer que Gabe amaba.

—Es un poco joven para ti, ¿no? —Ria se dirige a él—. Aunque he
oído suficientes rumores sobre tus hábitos estos días. ¿No puedes salir como
una persona normal?

—No quiero lidiar con el desorden que la gente como tú deja a su


paso —le dice en voz baja mientras me mira.

¿Me considera cuando lo dice? ¿Soy un desastre? ¿Se pregunta qué


diablos hace conmigo?

¿Necesito hacer esas preguntas cuando la respuesta es sí, sí, y


diablos, sí? Soy un desastre del tamaño de Hollywood, intentando fingir que
160

no lo soy. Pero mírame.

Sí, adelante. Esperaré.


Página
Me mudé a varios estados de distancia para escapar de mi “conteo
de calorías, alimentos que comienzan con C y terminan con el odio al
azúcar” madre con la esperanza de que podría aprender a vivir a mi
manera y, sin embargo, ella sigue en mi cabeza. Estoy intentando superar
un rompecorazones y ahora ni siquiera estoy segura si estoy por follarme a
dos hombres al mismo tiempo. ¡Está bien, ese sándwich es atractivo! Y lleno
de palabras que empiezan con C, y también con azúcar, si lo piensas bien.
Pero, ese no es el punto.

Soy un desastre. Claramente Gabe puede ver eso tan bien como yo.

—De todos modos, ¿quién eres? —pregunta Ria como si hubiera


decidido que valgo una segunda mirada después de todo.

—Es la hermana de Sam Sweets. ¿Te acuerdas de Sam?

—Oh. De la universidad ¿verdad?

—Sí.

—Por supuesto que recuerdo a Sam. Entonces, ¿ustedes dos son


amigos?

—Absolutamente —digo.

—No veo por qué es asunto tuyo —dice Gabe.

Maldita sea. Hago un gesto de dolor cuando me imagino lo divertido


que Woman's Weekly y New Idea podrían tener con su no-negación. Y dijo
que no quería líos.

Summer Sweets, hija de la reina de la salud y el fitness Sasha Sweets,


está en una relación con Gabe Nash, dicen fuentes cercanas a la pareja.
Se nota que está contenta con su nuevo novio por el pudín extra en sus
michelines. Pero, ¿qué hay de ese fabuloso panadero? Los expertos en
lenguaje corporal revelan cómo detectar las señales de que también se lo
está follando. Al mismo tiempo. A ambos, a la vez.

—No es asunto tuyo, ¿verdad, Ria? —Hasta ahora Dylan ha estado


161

merodeando por la acera unos metros detrás de nosotros, pero ahora


vuelve a unirse a nosotros, su expresión oscura y tormentosa. Incluso
Página

amargado y cabreado, sigue dando buena cara. Tardará dos segundos


en interponerse entre ella y Gabe. Una amplia pared de músculo y furia
fría. No puedo evitar preguntarme si sólo protege a su mejor amigo, o si
hay algo más en su enojo—. Creí que Gabe te dijo que no quería volver a
ver tu cara infiel.

—No es tan simple —dice—. Sabías que tendría que regresar a


Reverence, y que eventualmente era probable que termináramos en el
mismo lugar. Me sorprende que nos hayamos evitado todos estos años.

—Déjalo estar, Dylan —ordena Gabe—. Tiene razón. Lo sabes tan


bien como yo. Mientras ese imbécil viva aquí, tiene que volver.

—Sí, pero podía hacer lo decente y no alardear en tu cara.

—Estoy bien. Lo he superado —dice Gabe, luego agarra mi mano


con fuerza en la suya—. Vámonos de aquí.

—Está bien —le digo. La forma en que toma mi mano delante de


ella, haciéndole saber que soy la persona que quiere, ahora me hace
estremecer la columna vertebral, pero al mismo tiempo mis nervios se
sienten agitados por la idea de que la gente podría estar observándonos y
uniendo dos y dos.

—De acuerdo —concuerda Dylan.

Mientras Gabe me arrastra por la acera y Dylan me sigue, una niña


corre hasta Ria Nash. Mi corazón da un vuelco. Entonces, ¿las historias son
ciertas? ¿Sobre que Gabe tiene una hija con la que no quiere tener nada
que ver? Y es linda. Con un hermoso cabello oscuro como su madre.
Escaneo su cara en busca de los ojos grises de Gabe, o su mandíbula, su
nariz. Las similitudes entre madre e hija son demasiadas para contarlas,
pero no hay nada que la compare con Gabe. En realidad, no puedo ver a
Gabe en absoluto. De hecho, me recuerda totalmente a otra persona.
162
Página
E
so fue doloroso.

Dylan permanece callado mientras caminamos uno al


lado del otro, prácticamente rozando los hombros. Por
mucho que tenga que forzar la hostilidad en el fondo,
probablemente se esté dando una fiesta de lástima. Eso es lo
que nos pasa a los dos. La traición de Ria no sólo me pateó el trasero. A él
también le dio una patada.

Se detiene en medio de la calle, retuerce la cara y luego exhala las


palabras.

—Mierda, Gabe, mira, yo...

—No lo digas —le advierto. Mi mano en la de Summer la detiene, y


esperamos a Dylan mientras camina. Sé que se culpa por el desastre que
fue mi matrimonio cuando terminó. Él interiorizó la culpa que Ria se esforzó
por poner en él. ¿Cuántas veces evitamos esta conversación porque se
sentía culpable por sus decisiones? Se encontraba tan celosa de nuestra
amistad. Tan amargada con él.
163

—Tengo que hacerlo —dice—. Tal vez Ria tenga razón. Tal vez soy
demasiado problemático. Seguro que lo era cuando te conocí, y ahora,
Página

con Sum…
—No eres un problema —le digo—. Eres parte de nosotros. ¿Verdad,
Summer?

—Absolutamente —concuerda.

—¿Y si sólo me interpongo en el camino?

—Cierra la boca, antes de que tenga que obligarte —le ordeno—.


Eres un buen tipo. Siempre lo fuiste. ¿Equivocado? Claro. ¿Un imbécil?
Definitivamente. Sigues siendo un pendejo. Pero Ria es la única que causó
problemas.

—No lo sé. —Frota una mano en su cabeza.

—Yo sí. —Agarro su cabeza, traigo su frente a la mía y le miro


directamente a los ojos. Summer también lo agarra. Los tres nos aferramos
el uno al otro. Este idiota es mi hermano en lo que a mí respecta. Familia—.
No te atrevas a pensar que eres un problema.

—Sólo porque me has aguantado tanto tiempo que no conoces


nada mejor. —Respira fuerte, su cuerpo tenso contra el nuestro—. Además,
eres un imán para los problemas, y para la gente que no es lo
suficientemente buena.

—No hagas esto, Dylan. No hagas de todo tu problema. Eres una de


las mejores cosas de mi vida.

—Esa es mi línea —murmura, luego concuerda con un gruñido—.


Bien.

—¿Qué es eso, imbécil?

—De acuerdo. —Sus labios se tuercen—. Tú me amas. Vamos,


puedes admitirlo. Summer no te juzgará. Podría, pero...

—Volvamos al apartamento. —Le doy un golpe en el hombro, lo


alejo de mí mientras arrastro a Summer de vuelta a mi lado y le sonrío. Pero
Ria nos ha hecho un buen número esta noche, y no puedo sentirme tan
feliz como pretendo, y Dylan se da cuenta como siempre lo hace.
164

Maldita Ria. Siempre supo cómo fastidiarme a mí y a los míos. Como


fingir que su hija era mía durante casi dos años. Todavía me duele el pecho
Página

cuando recuerdo el momento en que finalmente se confesó. No porque


me arrancó el corazón. En cierto punto, la ira mató ese sentimiento. Pero,
incluso esta noche, ver a Tilly en el restaurante cuando nos íbamos me dio
náuseas. No es mía, pero se suponía que lo era. Me mata no haber sido
parte de su vida.

—No puedo tener hijos. —Las palabras se me escapan en un suspiro,


donde sólo esperaba que hicieran ruido en mi cabeza. Sin embargo, se
solidifican y se vuelven más permanentes cuando se hablan. No es que no
fueran permanentes. Eran interminables al momento en que el médico nos
explicó por qué Ria y yo no podíamos quedar embarazados por segunda
vez, y mucho menos la primera vez.

—Jesús —dice Dylan en voz baja mientras caminamos los tres


juntos—. No me dijiste eso.

Summer coloca su mano en mi codo y me aprieta.

—Lo siento.

—No había nada que contar —le dije a Dylan—. Durante un par de
semanas, me encontré estudiando la cara de todos los hombres de la
ciudad para ver si podía ver la nariz o los ojos de mi hija en alguno de ellos.
¿Qué importaba después de que Tilly resultara ser suya? —Y luego agregó
para beneficio de Summer—. Ria tuvo la hija de otra persona y la hizo
pasar por mía todo el tiempo que pudo. Cuando me enfrenté a ella y le
pedí el divorcio, me hallaba bastante seguro que sabía quién era el padre,
pero no lo mencioné. Pensé que me dejaría seguir siendo parte de la vida
de Tilly. Planeaba seguir siendo su padre, pero Ria le dijo que Tilly era suya,
y yo también la perdí. Por eso no me he involucrado con nadie desde
entonces.

—¿Te preocupas por mí? —A veces la forma en que Summer me


mira es tan empática, como lo es ahora, que me cuesta recordar que es
mucho más joven que yo y que se supone que soy yo quien debe cuidarla.

—Dejé de lado las complicaciones. No las necesitaba. Dylan me


cubría las espaldas. Yo cubría la suya. Íbamos a hacer negocios juntos. Por
lo que a mí respecta, eso es todo lo que necesitaba. Cuando no fue
165

suficiente, encontré una solución.


Página

Summer parpadea lentamente.


—¿A eso se refería Rick cuando dijo que te divertías a tres pueblos de
distancia?

—No esa vez, pero supongo. —Me encogí de hombros mientras


saltaba por la alcantarilla para cruzar la calle frente a Cómeme, y fingir
que escuchar el nombre de Rick no me da ganas de destrozar mierda con
mis propias manos. Especialmente, cuando Summer es la que pronuncia la
palabra. Las caderas de Dylan también se levantan, y se queja de los
monos cabrones idiotas. Sería más divertido si no fuera verdad—. Era más
fácil evitar que las cosas se confundieran. Es demasiado fácil encontrarse
con gente por aquí, y mucho más difícil deshacerse de ellos.

Dylan se adelanta para abrir la puerta del café, y Summer duda.

—¿Te preocupa que esto entre nosotros se complique?

—¿Esto? ¿Nosotros tres? ¿Complicado? —Me rio, envolviendo mi


brazo alrededor de su cintura y acercándola mientras balanceo
cuidadosamente las cajas de pizza.

El miedo a enamorarse de una mujer que no podía mantener, y


perder a su mejor amigo en el proceso debería ser suficiente para hacer
que un hombre adulto quiera correr en la dirección opuesta. Ella es tan
joven. Eventualmente se dará cuenta que sólo soy divertido, y Dylan es
quien la hará feliz.

Sin embargo, esto es correcto. Dylan, Summer y yo. No hay nada


complicado en cómo encajamos juntos. Mirándola fijamente, aparto el
hecho de que no durará y me concentro en cómo se siente en mis brazos
ahora mismo.

—Asumirías que debería ser así, ¿no?

—No es exactamente normal —dice, pero me aprieta el brazo.

Dylan me quita las pizzas de las manos, dándome la oportunidad de


acercarla aún más. Así que lo hago. Al traerla delante de mí, la empujé a
través de la puerta de Cómeme. Su espalda golpea la pared mientras me
166

clava los dedos en los bíceps e inclina la cabeza para besarme. Esos
dulces y sensuales labios se separan fácilmente para mí, y la punta de su
lengua se lanza contra la mía con un gemido casi inaudible.
Página
—No hay nada complicado en la forma en que te sientes en mis
brazos, o cómo sabes en mi lengua. —Cubro su cuerpo con el mío y le
acaricio el pulgar entre los pechos. Los dos pezones se endurecen dentro
de su vestido. Los brotes apretados se endurecen y ruegan por mi
atención—. Mierda, me haces la boca agua, mariposita.

Emite un gemido bajo, la parte de atrás de su cabeza golpeando


suavemente la pared mientras camina hacia un lado y extiende sus
piernas hacia mí. Casi como si fuera una orden y no un deseo. Alisando mi
mano por la parte exterior de su pierna, la deslizo bajo el dobladillo de su
vestido y alrededor para apretarle el culo mientras presiono mi dureza
contra su muslo interno. Ella responde agarrándome las caderas y
apretándose contra mí, y le chupo el pezón a través del vestido.

Detrás de nosotros Dylan se mueve, colocando las pizzas en una de


las mesas. Cerrando la puerta principal. Se dirige hacia nosotros.

—Mierda, me encanta cómo se ve cuando la pones así de


necesitada.

—Impresionante, ¿verdad? —La observo, memorizo la forma en que


su pecho sube y baja, los labios separados, sus ojos brillantes que me
hacen sentir como un gigante entre los hombres.

—Estoy jodidamente duro para ti, Sweets. —Dylan desliza su mano


alrededor de su cuello y deja caer sus labios sobre los de ella en un lento y
persistente beso que la hace gemir.

Verlos, escucharlos, mientras la toco, sobrecarga cada uno de mis


sentidos. La necesidad de tenerla rugiendo a través de cada célula de mi
cuerpo. Compartirla sólo hace que sea un placer más desesperado.

—Vamos arriba. 167


Página
G
abe me levanta y me arroja sobre su hombro mientras se
dirige hacia la parte de atrás del café, hacia las escaleras
que conducen a su apartamento. Chillo y me retuerzo
mientras su mano se desliza entre mis muslos y me acaricia a través de mis
bragas. Un dedo grueso encuentra mi clítoris, frotándome a través del
algodón.

Gimo sin querer, mis entrañas apretadas por la necesidad. Sólo


pensar en ellos llenándome es todo lo que se necesita para tenerme
caliente y nerviosa. Es sucio y desordenado e increíblemente salvaje.
Demasiada gente ya sabe lo que sucede entre nosotros tres. Y ahora mi
corazón late fuerte por Gabe, gracias a que comparte conmigo sus
secretos más profundos. Con nosotros. No estoy enamorada de él, ni de
Dylan, pero me importan de una manera que no esperaba. Quiero
abofetear a su ex esposa, y quiero meter mi tacón en las pelotas de Rick
Ruckus. Y no me refiero a las pelotas que lleva en una bolsa para la clase
de educación física.

Vamos, ambos sabemos que tiene que ser él. La chica tiene sus
rasgos, y eso explica por qué los tres hombres se odian. Y aquí estoy,
168

metiéndome en el medio.
Página
Todavía no puedo creer que esté tomando una decisión tan
imprudente mientras Gabe desliza dos dedos bajo la seda y el elástico y los
empuja dentro mí.

—Estás mojada, chica sucia. Has estado pensando en estar entre


nosotros toda la noche, ¿no?

Miro a Dylan mirándome el culo. Se muerde el labio, e imagino que


quiere hundir sus dientes en mi carne. Aunque sus vaqueros no estuvieran
abultados, la expresión de su rostro seguiría delatando lo mucho que me
desea. Me hace temblar, la excitación me recorre desde la parte superior
de la cabeza hasta la punta de los dedos de los pies. Se supone que no
debo sentirme así por ninguno de los dos, y mucho menos por los dos
juntos, y eso lo hace aún más caliente. Porque está muy mal. Qué
indulgencia tan culpable.

—Sí. —No lo dudo. Ni siquiera tengo que pensar en ello.

Gabe me deja en su cocina, y luego da un paso atrás y me mira


fijamente. Una sonrisa aparece en su rostro mientras desabrocha los
botones de mi vestido para mostrar su arte infantil de antes.

—¿Te gusta que te pongamos nuestros nombres?

—Fueron un poco lejos escribiendo en mis senos —les digo


intentando fingir que el hecho de que sintieran la necesidad de dejar en
claro que estoy con ellos no me calentaba. Aunque nadie más pudiera ver
las marcas en mi cuerpo, querían que supiera que les pertenezco. Nunca
he pertenecido antes a nadie. Siempre he sido más un activo o un pasivo.
Froto mis dedos sobre la tinta negra y disfruto cómo se siente al encajar
con ellos—. Este marcador no se borra fácilmente.

—Querías que fuéramos más lejos, ¿no? —pregunta—. Cuando


estábamos en la sala de suministros, querías que me metiera dentro de ti
sin condón. Prácticamente me empujaste hacia ti.

Asiento, incapaz de decir las palabras. Los quería a los dos de esa
manera. No tiene sentido que quiera hacer algo tan personal con ellos
169

cuando nunca antes lo hice. Brock me lo pidió una vez y yo lo molesté


tanto que no lo volvió a hacer, pero tal vez eso fue lo mejor. De lo
Página

contrario, podría estar con él ahora mismo y no atrapada entre una roca y
una dura... polla. Suspiro. Me derrito. En serio son tan calientes y duros
como puedo manejar. Más y me quemaría. Es como si realmente fuera
una mariposa con ellos, saliendo de mi caparazón y extendiendo mis alas.

No soy una mojigata. Esos rumores no son ciertos. Quiero a mis chicos
sucios, crudos y desordenados. Y reales. Hay una nueva yo, una que
apenas comienza a descubrir su sexualidad.

—No me dijiste eso. —Dylan le frunce el ceño a Gabe por encima de


mi hombro, bajando sus manos por mis costados para agarrar mis caderas
con posesividad.

—¿Cuándo debería haberlo mencionado exactamente? —Por un


segundo todo el cuerpo de Gabe se tensa, incluyendo cada músculo de
su rostro. Es la perfección cincelada de mármol—. ¿Debería habértelo
dicho delante de ese cabrón, Ruckus?

—Tal vez deberías haberlo hecho —susurro. No lo digo en serio. No


estoy sugiriendo en absoluto que le digan a otro maestro en la escuela que
quiero que ambos me llenen con su esperma. No es algo que uno necesite
compartir. Excepto que quiero ver el rostro de ese imbécil cuando se dé
cuenta de lo mucho que ha tratado de convencerme de salir con él,
cuando tanto Dylan como Gabe ya me tienen.

Gabe agarra la parte de atrás de mi cuello y presiona su frente


contra la mía. Entonces sonríe. Puedo ver la curvatura de sus labios y la
tenue sombra dorada que los rodea.

—La única persona con la que quiero compartirte es con Dylan. Lo


que te hacemos a ti, cómo te ves y suenas cuando gimes, tu placer es sólo
nuestro.

—¿Querías que te llenáramos los dos? —Dylan se acerca, su dureza


roza mi trasero y su pecho caliente se eleva y cae contra mi espalda. El
deseo se acumula tan rápidamente dentro de mí, entre estos dos hombres
que también me hacen sentir cuidada.

Me muerdo el labio mientras miro a Gabe y luego a Dylan.


170

—Ajá…
Página

—¿Uno tras otro? —pregunta Gabe.


Dios, tienen una gran habilidad con las palabras. Escuchar mis
pensamientos verbalizados por ellos en sus voces bajas y ásperas me
prende fuego. Mi clítoris late mientras miro la evidencia de su lujuria en sus
rostros, la escucho en sus voces, y la forma en que su olor almizclado me
rodea.

Gabe recoge mi vestido y me lo pone sobre la cabeza antes de


tirarlo. Me interpongo entre ellos en ropa interior, con sus nombres
garabateados en el pecho. Cada célula de mi cuerpo hormiguea en
anticipación.

—Querías que ambos te marcáramos por dentro y por fuera, ¿no?

Mis rodillas tiemblan y son sólo las manos de Dylan en mis caderas las
que me impiden caer mientras apoyo mis palmas en el pecho de Gabe.

—Dinos lo que quieres, Summer —ordena Gabe en voz baja.

Mi pulso revolotea inestablemente bajo sus dedos. ¿Cómo se supone


que voy a pedir lo que quiero cuando lo que quiero es tan sucio? Cuando
lo que quiero es ser su cupcake y dejar que me glaseen.

171
Página
¿D
ijo Summer que quería que la glasearan? ¿Como un
maldito cupcake? ¿Quiere que nos la follemos sin
protección, que la cubramos con nuestro semen? Podría
estar teniendo problemas para entender las palabras que susurró porque
mi cerebro está en llamas con lo caliente que me pone.

—¿Estás segura?

—S-sí. —Baja la cabeza y la mirada antes de volver a llamar su


atención hacia nosotros mientras la giro.

—¿Eso es lo que en serio quieres? —No sé por qué necesito oírla


decirlo de nuevo. Quizá sea el panadero que hay en mí. Tal vez quiero
escucharla usar palabras vocacionales todos los días de una manera
completamente sucia. ¡Glaséame! ¿Glaséame? Claro que sí, carajo.

Me mira tan inocentemente, y luego esas largas pestañas revolotean


contra sus mejillas.

—Quiero que ambos me glaseen.


172

Boom. Estoy muerto. Casi seguro que mi corazón explotó. Summer


Sweets es mi chica perfecta. Desde el momento en que la vi supe que era
mucho más que cualquier otra mujer. Y ahora es nuestra. Mía y de Gabe.
Página
Quiere dárnoslo todo de ella y no estoy seguro al cien por cien de que lo
sepa.

—Ella luce segura —murmura Gabe y besa su hombro, su mejilla y


finalmente su boca cuando se vuelve hacia él—. Tengo algo para ti,
mariposita.

Cuando Gabe sale de la habitación, le cojo las dos muñecas y la


llevo por la isla de la cocina hasta la nevera.

—¿Quieres que te glaseemos, Sweets? —Saco un tazón cubierto de


crema de mantequilla que me sobró de mi último esfuerzo de práctica
para hacer los cupcakes de Summer para la competencia—. Entonces,
vamos a glasearte.

—¿Qué es eso? —pregunta, mirando el cuenco, hasta que le quito la


tapa. Y entonces su aliento se recupera y sus mejillas adquieren un
delicioso tono carmesí como si la idea de jugar con la comida fuera
mucho más incómoda que pedirnos que la cubriéramos de esperma—.
Oh.

—Sí, oh. —La imito, sonriendo mientras meto la mano en la mezcla y


luego le pongo la crema rosa brillante en la parte superior de las tetas—.
Mierda, qué bonito.

Gabe entra en la cocina con lubricante en una mano y algo


pequeño en la otra. Se detiene por un segundo y mira fijamente la línea de
glaseado contra su piel. Luego se apresura a acercarse a nosotros,
colocando el tubo y el tapón cónico en forma de bulbo en el mostrador
antes de abrir la nevera y sacar una botella exprimible de jarabe de
chocolate. Su mierda casera. Las cosas de las que se quejan los clientes
cuando se nos acaban. Rompiendo el tapón, lo aprieta sobre su pecho, el
jarabe oscuro resbalando y deslizándose sobre el glaseado de textura más
gruesa y filtrándose en las copas de encaje de su sostén.

—Cristo, eso es...

—Exactamente. —Es suficiente para que me tiemble la polla y me


173

duela. Moviéndome detrás de ella, le desabrocho el sostén y se lo dejo


deslizar por los brazos mientras le sujeto el lado del cuello con la boca.
Página
Summer se estremece y sus ojos se cierran mientras suelta un fuerte
gemido.

Gabe deja caer sus bragas al suelo al mismo tiempo y luego lame
una línea de azúcar de su pecho.

Recogiendo más glaseado, acuno sus pechos y juego con los puntos
duros, el glaseado se ablanda entre nuestros cuerpos calientes. Gabe
exprime más chocolate sobre sus tetas. Unas gotas de la mezcla cremosa
marcan su piel pálida y satinada, cayendo entre sus pechos y bajando por
su vientre. Se forman puntos en el suelo, crema rosa y chocolate negro
mezclándose sobre las baldosas.

—Te ves jodidamente sexy cubierta de azúcar —digo mientras me


pongo de rodillas.

—Sabes tan dulce —murmura Gabe, mordisqueando su hombro y al


costado de su cuello.

Lamemos y chupamos cada centímetro de su piel, limpiando el


azúcar de ella con nuestras lenguas hasta que todo desaparece y ella se
mece inestablemente en sus pies, jadeando y gimiendo con cada toque.
Luego me chupo los dedos para asegurarme de que están limpios y los
deslizo entre sus piernas. Se siente tan hinchada y mojada, y empujo dentro
de ella fácilmente. Sus manos se enredan en mi cabello mientras paso mi
lengua por su clítoris una y otra vez y le meto dos dedos para acariciarla
donde es más sensible.

Gabe la abraza y la besa mientras la llevo al orgasmo. Es sólo su


solidez lo que la mantiene de pie mientras mueve sus caderas para
acercarse a mi boca. Ella es masilla entre nosotros, y a pesar de cómo nos
encontramos aquí, no puedo imaginarlo de otra manera. Cuando me
pongo de pie, Gabe la presiona contra mis brazos y ella viene
voluntariamente, envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros y
maullando dentro de mi boca. ¿Cómo se supone que voy a sobrevivir a
esta chica?

Gabe se mueve en silencio por la cocina mientras yo la sostengo, y


174

ahora se acerca. En su mano, sostiene el tapón que trajo antes a la


habitación.
Página
—¿De dónde sacaste eso? —Señalo con la cabeza a la bombilla de
silicona, con su base cónica y acampanada.

—Lo compré para Summer —dice, y luego como si quisiera


asegurarnos que no derramó nuestro secreto a gente que conocemos,
añade—: Por internet.

—¿Qué pasa? —Summer acaricia el objeto con las yemas de sus


dedos, sus amplios ojos completamente inocentes. Es un duro recordatorio
de que ha tenido tan poca experiencia. Puede que yo haya tenido una
larga sequía, pero ella se ha mantenido en la oscuridad cuando se trata
de su propia satisfacción.

Nuestra mariposa, desplegando sus alas, sólo para nosotros.

Gabe sonríe suavemente y aprieta una de sus nalgas, mientras yo


agarro la otra, nuestros dedos tocándose en el centro, separando su
costura y masajeando a lo largo de la línea desde su abertura hasta el
pequeño y apretado anillo que ambos estamos ansiosos de tomar.

—Es para tu culo —dice en voz baja, deteniéndose sobre sus labios
mientras ella se retuerce bajo nuestro tacto—. Una cosita para que te
prepares para tomar nuestras pollas. ¿Quieres probarlo?

—Oh, Dios. —Respira de forma desigual, pero le gusta lo que le


hacemos. Le gusta la idea de que le llenemos el culo. Sus ojos son tan
oscuros que sus pupilas se comen el azul de ellos. La neblina de la lujuria la
empuja a sucumbir—. ¿Va a doler?

—No, Sweets. —Le cierro la boca y la beso lenta y cuidadosamente.


Nunca podría lastimarla. Tampoco Gabe.

—Habrá un poco de presión, pero prometo que lo tomaremos con


calma. —Gabe la arrastra hacia él y la besa con tanto cuidado como yo—
. Nos aseguraremos de que te sientas bien.

Summer no responde inmediatamente. Mira fijamente al pequeño


juguete de goma durante unos minutos antes de tirar de su labio inferior
175

entre los dientes y asentir con la cabeza.

—Lo quiero.
Página
La llevo a la sala y la deposito en medio de la alfombra. Gabe se
une a nosotros mientras me despojo de mi ropa y me pongo de rodillas a
su lado. Ella mira a Gabe, o más probablemente al juguete en su mano, así
que me pongo en su línea de visión y fijo mi boca a la suya mientras
empujo hacia atrás sobre la alfombra de felpa.

Sus manos exploran mi pecho, mi espalda, mis brazos mientras la


beso y la toco y susurro todas las pequeñas cosas que quiero hacerle. Una
encuentra mi culo, la otra mi polla. Agarra y aprieta y tira, enviando placer
a través de mí.

—Eso es tan jodidamente caliente. —La voz de Gabe es baja y


gutural a nuestro lado y cuando me doy la vuelta para mirarlo, nos está
viendo frotarnos, viendo a Summer responderme. Tan necesitada—. Mira
cuánto quiere esto.

—Jodidamente hermosa. —Le quito el cabello del rostro mientras


arquea el cuello y un quejido febril se le escapa de los labios secos.

—¿Quieres montarlo, Summer? ¿Quieres la polla de Dylan?

—Por favor —dice ella.

Casi podría venirme en ese momento. Summer montándome.


Summer rebotando en mi puta polla desnuda. Summer me lleva dentro de
ella mientras Gabe se burla de ella con el tapón del culo.

—Cristo. —Respiro repentinamente y casi imposible de ignorar la


tensión en mis bolas. Luego me pongo de espaldas y la arrastro conmigo—.
Soy todo tuyo, Sweets.

Ella se lame los labios mientras se sienta a horcajadas y toma mi polla


en su mano de nuevo, presionando la cabeza de la misma a su entrada
resbaladiza y hundiéndose en mí tan lentamente que no estoy seguro si su
coño caliente y apretado es la felicidad o un dispositivo de tortura
doloroso. Demonios, sí, esto es una bendición. Es pura perfección la forma
en que me queda como un guante.
176

Ojos cerrados, dedos doblados contra mis pectorales, se mece sobre


mí. Adaptándonos a la forma en que encajamos. Suavizo mis manos sobre
su espalda y la tiro hacia abajo para poder besarla mientras Gabe se
Página

arrodilla entre mis piernas detrás de ella. Ya no es raro cuando sus músculos
duros rozan los míos o cuando sus dedos se encuentran con los míos
mientras le pasa una mano por la columna vertebral y le presiona el
juguete en el culo. Ninguno de los dos saltamos cuando las cosas están
demasiado cerca de lo íntimo. Esto es sobre Summer. Ambos estamos
perdidos en ella. Ambos enamorándonos de ella.

Ella se queda quieta por un minuto cuando él pone el juguete en su


anillo apretado. No estoy seguro si es por la sensación extraña, o el choque
de frío del lubricante. Mezo mis caderas ligeramente por debajo de ella,
deslizándome dentro y fuera de ella en incrementos diminutos que la
hacen relajarse. Ella gime mientras Gabe la empuja con la punta dentro
de ella, se balancea sobre él hasta que la toma toda.

—¿Cómo se siente? —pregunta Gabe mientras se inclina sobre ella


dejando un rastro de besos en el cuello—. ¿Te sientes bien?

—Uh. Oh. —Grita agudamente mientras empiezo a follarla


apropiadamente, empujando hacia ella una y otra vez. Todo mientras
Gabe aprieta y masajea sus pechos y la besa profundamente—. Oh Dios,
voy a...

Me encanta cómo su cuerpo se funde con el nuestro sin importar


cómo nos movamos. Me encanta que se desmorone por nosotros. Cuando
grita es magia. Sus músculos que se contraen alrededor de mi erección son
casi irresistibles mientras Gabe me la saca de la polla, la hace girar y la
arrastra sobre sus rodillas. Está muy dentro de ella antes de que pueda
sentarme.

Inclinándose sobre ella, la folla profunda y fuerte mientras yo acaricio


mi longitud, la aprieto y la bombeo con furia. Me hallaba tan cerca.
Incluso ahora estoy cerca de ver a nuestra pequeña maestra de
preescolar en medio del placer. Sus ojos cerrados y sus tetas rebotando
con cada golpe. Es nuestra chica sucia. Sólo nuestra. Sólo para nosotros.

El aire se llena con el aroma picante del sexo y el sudor y los sonidos
de nuestros gruñidos animales, tanto los suyos como los míos, mientras
Summer nos canta.
177

—Mierda. —La palabra sale de la garganta de Gabe mientras que él


se sale de ella y azota su vientre con las corrientes de su semen.
Página
Y ella me mira, preparada, esperando. Cubierta de vetas de semen,
crema de mantequilla y chocolate. Sus dedos se clavan en los brazos de
Gabe mientras intenta recuperar el aliento, y me mira con ojos azules y
cálidos. Mierda, esta chica es impresionantemente hermosa. Me acaricio
con urgencia, la necesidad de clímax casi doloroso en su intensidad hasta
que finalmente se derrama entre de sus senos.

Pasan minutos antes de que ninguno de nosotros se mueva. Los dos


arrodillados junto a ella, miramos fijamente el lío que es por nuestra culpa.
Un hermoso, sucio y azucarado desastre. Y entonces ella sonríe. Presiona los
labios mientras se le ilumina todo el rostro y dice—: Creo que nunca he sido
feliz. Hasta ahora.

Gabe y yo tenemos una de nuestras conversaciones secretas. Las


que hemos construido por años de vivir en los bolsillos del otro. Ella también
nos hace felices. De una forma que nunca antes habíamos tenido. Pero,
cosas como esta... no duran. No para nosotros. Cuando se trata del sexo
opuesto, las cosas no van bien para nosotros. Así que tenemos que disfrutar
de lo que tenemos ahora mismo. Mientras lo tengamos.

—Deberíamos limpiarte —dice Gabe.

—Sí, probablemente sería una buena idea. —Se ríe Summer.

No quiero hacerlo. Me gusta ver evidencia de nosotros en su piel,


pero me paro y le ofrezco mi mano una vez que Gabe le quita el tapón del
trasero. Luego la levanto y la llevo al baño.

—¿Te quedas con nosotros, Sweets?

—Absolutamente. —Se estira con gracia felina.

—Sin salir en mitad de la noche. —Le doy un golpecito en la nariz—.


No como la última vez.

Nos tomamos nuestro tiempo con ella en este estado de saciedad.


Gabe abre la ducha y yo la llevo bajo el agua. Cuando él se nos une, la
pongo de pie y compartimos jabón hasta que la enjabonamos y ella a su
178

vez. Lentamente, los suaves suspiros se convierten en preguntas a medida


que el resplandor deja paso a una cercanía que no sabía que era posible.
Gabe nos cuenta toda la historia de lo que pasó con Ria. Sobre cómo la
Página

encontró con Rick después del chocante golpe de descubrir que Tilly no
era su hija. Sabía algo de eso. La mayor parte. Lo suficiente como para
odiar al imbécil que separó a la familia de Gabe. Pero nunca compartió la
pérdida de largo alcance que se produjo al darse por vencido con Ria y su
hijita. La culpa que internalizó por no estar ahí para Tilly a pesar de que no
era suya. El dolor de no tener otra oportunidad con algo para lo que el
hombre nació.

Todo lo que ha hecho es cuidar de los que le rodean. Yo incluido.

Por eso las palabras de Ria esta noche se me quedan grabadas.


Gabe es un maldito santo y se merece algo mejor que la mano que le han
dado. ¿Estoy arruinando eso para él? ¿Estoy causando problemas como
dice Ria? ¿Gabe me lo diría? ¿O me dejaría arruinar su oportunidad de ser
feliz y nuestra amistad?

Summer envuelve sus brazos alrededor de él y se cuelga mientras él


entierra su rostro en el cuello de ella y sus hombros tiemblan. Y también le
pongo un brazo en la espalda, nos mantiene a todos juntos de la forma en
que lo ha hecho por mí desde la primera vez que lo conocí.

Luego ella lo lleva a la cama y yo me pongo la ropa para recuperar


la pizza de abajo. Cuando vuelvo, se la está follando otra vez. Follándola
sin mí. Los dos se retuercen y se quejan mientras chocan entre ellos. Ella da,
él toma.

¿Y yo?

Tal vez se supone que debo sentir celos, o rabia de que compartan
este momento sin mí. En cambio, siento paz. No puedo ver el futuro, y
honestamente, probablemente va a apestar en algún momento, pero
ahora mismo, en este momento, compartir a Summer sí funciona.

179
Página
—Y
en la posición del perro hacia abajo —dice la
instructora con una voz diseñada para
tranquilizarnos mientras todavía llegamos a la parte
de atrás de la sala.

Presiono los dedos del pie contra el suelo, también mis palmas, y
levanto mi trasero en el aire. Oh, Dios, ¿y si se me ve la ropa interior a través
de los pantalones de yoga o me tiro un pedo?

—Esto es culpa tuya —susurro hacia Ashleigh.

—Deberías haber contestado tu teléfono —me contesta susurrando.


Apareció en mi aula hace una hora, porque aparentemente, ha pasado
un mes desde la última vez que nos vimos, y ya no contesto mi teléfono—.
En realidad, no tenía elección. Era eso o decirle a tu hermano o a Sasha
que estabas incomunicada.

—Al final te habría llamado —dije.

—Mira, solo estoy siendo la mejor amiga que se supone que debo
ser. —Sonríe, porque la razón por la que ahora estamos vestidas con ropa
180

de entrenamiento y haciendo movimientos que deberían ser ilegales en


una clase mixta es porque me amenazó con delatarme si no me hacía la
Página
pelota. Después de todo, no hice nada y no compartí todas las partes
jugosas de mi vida sexual.

—No tenía ni idea de que chupar era un código para el yoga. —


Arrugo la nariz y saco la lengua hacia ella.

—¿Qué creías que era? —pregunta Mandy.

¿Mencioné que Mandy nos atrapó hablando de yoga y decidió que


era una idea brillante? Así que ahora las tres estamos en estas alfombras
azules con el culo en el aire. Hablando de asumir el puesto.

—Pensé que probablemente tendría algo que ver con mamadas.

Los ojos de Mandy casi se le salen. Probablemente toda la presión de


la posición en la que está en su cerebro, pero por si acaso, agrego:

—No dar una, más bien como dejarla usar mi casa para su polvo de
la semana.

Sí, podría tener un cerebro de una sola vía demasiado ansioso por
renunciar a todo lo demás para poder concentrarme en los chicos guapos
que me hacen sonreír. ¡Por la mierda de Dios! Me hacen feliz.

Cada vez que admito que puedo ser feliz por primera vez en mi vida,
me siento un poco agobiada porque me pregunto cuánto tiempo le
tomará a mi madre, a los medios de comunicación o a la junta escolar
arruinarlo. Porque tarde o temprano todo sale a la luz, ¿no?

Aunque cuando estamos los tres juntos es difícil recordar que el


mundo real existe. En cierto modo, se desvanece cuando estoy tendida
entre ellos en su sofá viendo los dibujos animados de los sábados por la
mañana mientras se turnan para darme bocados de panqueques. O
cuando comemos pizza en la cama de Gabe entre rondas del mejor sexo
que pueda imaginar. No solo tener, sino incluso imaginar. Mis chicos
sobrepasaron mis fantasías sin duda alguna. O cuando pasamos el rato en
la cocina de Cómeme tarde en la noche hablando de todo. Las cosas
grandes, las cosas pequeñas. Nuestro pasado y lo que nos gustaría que
181

pudiéramos hacer de otra manera. Nuestro futuro y las cosas que


queremos hacer.
Página
El mundo desaparece cuando estamos en nuestra pequeña burbuja.
Y creo que podría estar contenta allí para siempre. Me da un susto de
muerte porque nunca me sentí así por nada del mundo. Es como si mi
mundo hasta ahora hubiera sido la capa de espuma de polietileno de la
torta y solo ahora estoy llegando a lo real.

—¿Puedo usar tu casa para follar? —Ashleigh atraviesa mi ensueño.

—Sólo porque quieras acostarte con alguien no significa que deba


hacer este ridículo yoga. —Niego con la cabeza—. La próxima vez,
ahórranos el dolor y pregúntanos.

—Oh, cálmate. No es como si fuera ejercicio de verdad. —Ashleigh


ríe y comprueba lo que la instructora hace desde su posición invertida—.
Pensé que todas podríamos beneficiarnos de ser lo más ágiles posible.

—¿A quién ves que necesitas ser más flexible de lo que ya eres? —
pregunta Mandy, su elegante cola de caballo tocando el suelo.

—Buen punto. —Me quedo mirando a Ashleigh—. ¿Quieres decirnos


quién es tu puerto de escala? —Ya me he instalado y he empezado a
recordar los nombres de pila de la gente. No solo los padres, maestros y
niños, sino también los que me encuentro en la calle.

—De hecho, nadie —dice Ashleigh—. Sabes que estoy aquí para ti.

—Claro. —Pongo la mirada en mi nariz, o tal vez en el suelo. No se


puede mirar al techo en esta posición—. Lo que tú digas.

—Yo también estoy aquí para ti —concuerda Mandy—. ¿Eso me


hace echar un polvo? Me parece que eres como polvo mágico de
vagina.

—¿Qué? —Ashleigh y yo nos damos la vuelta para mirarla fijamente.

—Bueno, te mudas aquí y tienes a tres tipos persiguiéndote. Y


entonces, tu mejor amiga aparece y claramente está teniendo algo de
acción. Supongo que es solo cuestión de tiempo que me pegues algo,
¿no? Por favor, pégamelo.
182

—Oh, Dios mío. —Ashleigh se desploma en un ataque de risas—. Ella


Página

quiere que le frotes la vagina.


—Cállate. La gente puede oírte —siseo entre dientes, mi rostro se
vuelve rojo, pero no por el esfuerzo.

—Oh. —Mandy cae sobre su colchoneta y luego cambia de posición


para sentarse con las piernas cruzadas—. No quise decir eso. En realidad,
no quiero que me frotes tu vagina. Es sólo que con la forma en que todos
los hombres te persiguen, no me importaría que tu coño fuera contagioso.

—Oh, Dios mío. —Eso es todo. Soy un tomate o algún otro vegetal
rojizo púrpura. Mortificada.

Ashleigh no deja de reír mientras se quita el cabello oscuro del rostro.

—¿Sífilis de Summer? ¿O tal vez Chlamydia Magdalena?

—Basta. —Le arrojo mi botella de agua—. No puedo creerlas a


ustedes dos.

—Vamos, Summer. Te acuestas con dos tipos increíblemente viriles.


Ambos te hacen ojos de cachorrito por tu coño. ¿O vas a decirme que
persigues otra cosa, puta traviesa? ¿Has llegado a ser competente en la
de perrito? ¿Cuál era?

—Ashleigh, ¿lo dices en serio? —¡Santa mierda! ¿Es posible morir


mientras se hace yoga? ¿Es posible estallar en llamas? Porque la instructora
de yoga nos mira como si estuviéramos destruyendo su zen.

—Responde la pregunta —dice—. Y danos detalles. Queremos todos


los detalles, ¿verdad, Mandy?

—Absolutamente. —Mandy asiente con entusiasmo—. Apenas me


has dicho nada, y han estado saliendo durante casi dos meses.

¿Dos meses? ¿Ya ha pasado tanto tiempo? A pesar de que somos


felices en nuestra pequeña burbuja de fantasía por encima de Cómeme,
en el fondo tengo esa sensación que me dice que no puede durar.
También Dylan. Lo veo en su rostro cuando no se da cuenta que estoy
mirando. La forma en que mira a Gabe hace que me duela el corazón, y
no sé si es porque me estoy interponiendo entre ellos, o porque se siente
183

celoso de Gabe. O si es porque se avergüenza de lo que estamos


haciendo. Cuanto más tiempo pasa, más retraído se vuelve. Tarde o
Página
temprano, esta frágil felicidad se va a disolver, y me asusta que pueda
estar lastimándolos a ambos al arrastrarlo.

—No estamos saliendo. —Mi voz se quiebra y algunas cabezas se


giran hacia nosotros. Genial, justo lo que quiero. Para terminar en los
radares de chismes de la gente.

—Sí, más o menos —concuerda Ashleigh con Mandy—. Ahora


escúpelo. Estás haciéndolo por todos los agujeros, ¿verdad? Quiero decir
que no puedes decidirte por un tipo, así que seguramente no puedes
decidir si metértelas en la boca, en el coño, o, ya sabes, en tu...

—¡Idiota! —Le lanzo la toalla al rostro—. No seas imbécil. —Detrás de


nosotros hay un crujido y alguien nos aclara la garganta. Cuando me doy
la vuelta, toda la clase nos mira fijamente y la instructora le da un
golpecito con los dedos en el brazo para indicar que ya no podemos
quedarnos—. Oh, mierda.

—Todavía no me has dicho si has hecho todo con tus chicos —dice
Ashleigh, haciendo un movimiento de todo el cuerpo que me recuerda a
esos horribles videos de educación para la salud de la secundaria. En otras
palabras, finge ser un espermatozoide. Tal vez. Eso o una medusa.

—Basta. Me avergüenzas. —Seguimos teniendo la misma


conversación que empezamos en yoga, y seguimos mientras Ashleigh
desempacaba sus maletas en mi casa, y nos preparamos para la noche
de chicas. Ahora las tres estamos sentadas en la butaca alrededor de una
mesa baja en forma de riñón en Mayhem Avenue mientras la hermana de
Dean, de quien me enteré que es dueña de Mayhem, sube al escenario.
En cualquier momento la música comenzará y nuestra conversación
finalmente será suspendida.
184

—Para alguien que sale con dos tipos, eres más cerrada que una
almeja. —Mandy ríe entre sorbos de su nueva bebida favorita. Lo llama
bomba sexual porque es rosa y azul y está lleno de destellos. Y por alguna
Página

razón eso la hace pensar en sexo.


—Te dije que no estoy saliendo con ellos. —Le doy un codazo en las
costillas.

Grita y se retuerce fuera de mi alcance.

—En mi cabeza estás saliendo con ellos.

—Sí, pero en tu cabeza, eres Summer —dice Ashleigh, inclinándose a


mi alrededor.

Mandy ríe.

—Eso también es verdad.

—Entonces, ¿podemos estar de acuerdo? ¿No estoy saliendo con


ellos? —Miro a ambas chicas y luego al bar donde dejamos a Dylan y
Gabe tomándose sus cervezas, para que no tengan que estar sujetos
exactamente a esta conversación. Dios, mis hombres son hermosos. Solo
mirarlos y luego llamarles la atención me da ganas de volver a casa. Con
ellos. Para poder estar entre ellos. Pero eso es todo lo que es. Sexo.
Increíble, sexo espectacular—. ¿Verdad?

—Oh, no. —Ashleigh sonríe y levanta su bebida para hacer un


brindis—. Estás saliendo con ellos.

—Casualmente —reitero—. ¿Salir con alguien para que te den por el


culo? Sólo soy yo siguiendo tu consejo, ¿verdad?

—Mierda no. —Ashleigh ríe.

—¿Nunca has estado enamorada? —pregunta Mandy.

—Por supuesto que sí. —La fulmino con la mirada—. Esa es la única
razón por la que me mudé aquí. Porque Brock me rompió el corazón y
necesitaba alejarme de él y de Tuckett para poder curarme. ¿Verdad?
¿Verdad?

Deja de reírte de mí. Como si tuvieras alguna idea.

Brock me arrancó el corazón con su traición. Se supone que debo


185

estar triste. Bien, así que no estoy tan triste. Fue más bien un aguijón, pero,
aún así. Eso es amor. Lo de Dylan y Gabe no es así. No puede ser. Tres
Página

personas no se enamoran así, ¿verdad? Una chica no puede tener su


pastel y también comerlo. No a largo plazo. No cuando es un miembro
honrado de la comunidad. No cuando es la hija de una celebridad. La
vida no funciona así.

Los observo mientras se alejan del bar. Han estado hablando con
Dean, pero ahora se dirigen hacia nosotras, las chicas. Dylan con su
aspecto oscuro y salvaje, su trabajo artístico y su sonrisa fácil. Gabe con sus
serios ojos grises y su naturaleza protectora. Mi aliento se recupera como
siempre cuando vienen a por mí, y la idea de que esta cosa entre nosotros
termine es un dolor en el que no soporto pensar. Perderlos a los dos no solo
sería el doble de dolor. Sería suficiente para hacer un daño grave a mi
corazón. ¿Sabes que siempre dicen que no puedes perderte lo que nunca
has tenido? Sí, bueno, nunca he tenido nada de esto antes. No la felicidad.
No esta sensación de saber exactamente quién soy por primera vez en mi
vida. Por eso no puede ser demasiado tarde para evitar que las cosas
vayan demasiado lejos. No estoy saliendo con ellos. Esto no puede ser tan
serio.

—No es la palabra con A —susurro.

—¿Por qué no? —Ashleigh apoya su hombro contra el mío.

Al otro lado de mí Mandy se une a nuestro abrazo sin brazos.

—¿Por qué no puede ser?

Porque no hay futuro para nosotros. Nosotros tres, juntos. No cuando


el mundo entero romperá nuestra relación para llegar a los detalles
jugosos, destruyéndonos a todos en el proceso. No cuando Sasha lo
convierta en una razón para tratar de controlar lo que hago aún más de lo
que lo hace ahora. No cuando eso significa que perderé mi trabajo, y
Gabe y Dylan tendrán que lidiar con el sufrimiento de Cómeme porque la
gente no querrá comprar cupcakes y chocolate de hombres que piensan
que son pervertidos. Los dos ya han tenido bastante con el juicio de la
gente, y yo estoy intentando construir mi propia maldita vida y tomar mis
propias decisiones.

Como esta. Esta fue mi decisión de involucrarme tanto con Dylan


186

como con Gabe. Querían que yo eligiera, y no pude. Esto es un lío porque
pensé que podría tener una aventura con dos chicos, y sería divertido. Una
Página
distracción para ayudarme con lo que esperaba que fuera un dolor de
cabeza.

Pero, esto no es amor. No es el verdadero asunto. Si fuera así, no me


sentiría en conflicto, ¿verdad?

187
Página
D
e pie en la entrada, veo a Summer revoloteando por el aula
y metiendo sillas debajo de las mesas. Recoge unos cuantos
crayones y los lanza en tazas en los pupitres pequeños. Es
viernes por la tarde y los niños salieron corriendo en cuanto sonó la última
campanada. Agarraron sus maletas y corrieron a través de las puertas
principales y hacia el sol. La falta de ruido de los niños corriendo por el
lugar es casi demasiado fuerte. Aun así, me da amplia oportunidad de
vigilarla.

No puedo evitar la forma en que me hace querer sonreír o el calor


que se extiende a través de mi pecho cuando estoy cerca de ella. No
importa lo que esté haciendo. Ordenando, o probando su mano para
templar el chocolate, o glaseando cupcakes con Dylan, o tomando
ambos penes a la vez. Cada vez que la veo, es increíblemente difícil
ignorar la forma en que mi corazón late. Esa sensación. La que construyó
dentro de mí. Es la cosa más dulce.

Empujando un mechón de cabello detrás de su oreja, examina con


detenimiento los estantes de los libros que tiene enfrente antes de alcanzar
uno con una oruga en la tapa y colocarlo entre un par de libros sobre
188

insectos. Le gusta organizar por títulos y géneros. Hizo lo mismo en la


habitación de Dylan con su obra de arte la semana pasada, y la semana
Página

anterior fue cada lista de reproducción en mi cuenta de Spotify. Dylan


parece pensar que se siente estresada por algo, así que fijamos una cita
especial para ella esta noche antes de lanzarnos a la última semana de
preparación para el carnaval.

—¿Otra vez dando vueltas como un mal olor? —Los pasos de Rick
resuenan en el pasillo vacío mientras camina hacia mí—. Uno pensaría que
un tipo como tú podría decir cuando una chica no se muestra interesada.
Vamos, hombre, entiende la indirecta.

—Tal vez tú deberías entender una indirecta —murmuro en voz


baja—. Antes de que te golpee.

La verdad es que no estoy enfadado con Rick por interponerse entre


Ria y yo. Si no hubiera sido él, habría sido otra persona. No podía manejar
mi amistad con Dylan. Así que no le guardo rencor por eso. Es el imbécil
más grande que conozco. Lo sería sin importar nuestro pasado, y por eso
no lo soporto.

—No seas así. —Me da una sonrisa cursi—. Solo porque Summer haya
tenido algunas citas conmigo, no significa que debas dejar de intentarlo.
Nunca se sabe, podría compadecerse de ti.

—Deliras. —Intento ignorarlo mientras ambos estamos en esa puerta


mirándola. No tiene sentido exaltarse por nada de lo que dice, ya que
cuando nos mira, es a mí a quien va a dar la bienvenida. Soy yo el que va
a ser la causa de su sonrisa, el que la va a llevar a casa.

—No quiero que te sientas mal cuando descubras que está


durmiendo en mi cama.

—Considerando todas las cosas, dudo que eso vaya a ser un


problema. —Me encojo de hombros—. No cuando ha pasado todas las
noches esta semana en mi cama. —No agrego que ha estado entre Dylan
y yo. O que una noche allí ella terminó en la cama de Dylan cuando él no
podía dormir y a la mañana siguiente los encontré juntos, una maraña de
miembros.

—Y aquí estaba absolutamente seguro que fingía que salía con ese
189

amigo criminal tuyo.

—Vete a la mierda, Ruckus. ¿Has visto a mi ex esposa últimamente?


Página

Probablemente por eso no puedes permitirte un nuevo par de pantalones


para meter tus bolas caídas. —Me acerco a la clase. A veces es más fácil
tomar una hoja del libro de Dylan y escupir mierda. Ciertas cosas son
nuestro pequeño secreto. Nuestra relación es demasiado complicada
para el consumo público, y ciertamente para que este imbécil la entienda.

Summer grita cuando la agarro por la cintura y la giro. Agarra mis


bíceps y los aprieta mientras que la levanto de sus pies y bajo mi boca a la
suya así que puedo besarla. Detrás de nosotros Rick se aclara la garganta
repetidamente hasta que Summer se detiene para mirarlo.

—¿Sam? —susurra. Entonces golpea su palma rápidamente contra


mi brazo—. Bájame. Bájame.

La deslizo por mi cuerpo sin darme la vuelta. Me tomo un momento


para componerme porque esta situación se ha vuelto incómoda. Necesito
una cabeza nivelada.

—Sam, ¿qué haces aquí? —Me deja ir en el momento en que sus


dedos de los pies caen al suelo y corre a través de la habitación hacia su
hermano—. No sabía que venías de visita.

—Puedo verlo —dice. No puedo decir por el tono de su voz lo


enfadado que está conmigo. Suena feliz de estar aquí, pero estoy seguro
que es solo por el bien de Summer.

—Hermano de Summer, ¿eh? —Ese es Rick inyectando su vil


personalidad en todas partes donde no es deseada.

—¿Quién eres?

La voz de Sam suena llena de desinterés. Probablemente le esté


dando la mano a Rick mientras me sigue mirando, y no le importa una
mierda el tipo que no estaba besando a su hermana. Mierda. ¿Qué se
supone que debo decirle? Mira, sólo protegía a tu hermana. Me
aseguraba de que ningún imbécil tuviera la oportunidad de hacerla sufrir
más. No quería que se convirtiera en mía en el proceso. O que yo me
convirtiera en suyo. No quise mirarla como si fuera mi futuro. Pero lo hago.
190

Respirando lentamente para estabilizarme, me doy la vuelta. Sam


tiene un brazo alrededor de los hombros de Summer y habla con ella
cariñosamente, pero me mira como si tal vez estuviera debatiendo cómo
Página

quiere tratar conmigo. Definitivamente lo he defraudado.


¿A quién diablos estoy engañando? Tal vez si fuera sólo que estoy
saliendo con su hermana, podría lidiar con ello. El hecho de que su amigo
de toda la vida esté involucrado con su hermana menor probablemente
sería algo a lo que podría acostumbrarse si tuviera que hacerlo.
Eventualmente. Pero eso no es todo de lo que estamos hablando aquí, y
no conozco a muchos hombres que estarían felices de que su hermana
fuera follada por dos hombres. Incluso si quieren que esto sea mucho más
que una cita. Incluso si están enamorados.

O al menos uno de ellos está enamorado de Summer.

Que me jodan. Estoy enamorado de ella. Dios sabe cuándo ocurrió,


pero lo estoy. Probablemente fue la noche que nos encontramos con Ria.
Summer se aferró a mí a pesar de mi incapacidad para ser suficiente, a
pesar del hecho de que me rompí. No, me enamoré de ella antes. Pieza
por pieza. Una mordida a la vez. Estoy loco por ella. Completamente
enamorado. Por eso no puedo imaginar un futuro en el que la abandone,
ni siquiera por Dylan. Un futuro que no nos involucre a los tres. Juntos.
Porque quiero nuestro futuro hasta el último aliento.

Y mientras, me doy cuenta que Rick Ruckus permanece ahí parado,


jodidamente arrogante.

—Probablemente sea mejor que dejemos para otro día nuestra cita,
¿verdad, Summer?

—¿Qué cita? Te lo he dicho y dicho que no saldré contigo, Rick —


dice Summer, moviendo la cabeza.

—Si mi hermana dice que no está interesada en salir contigo...

—¿Porque sale con él? ¿O es Dylan? No, espera, tu preciosa


hermanita probablemente está siendo follada por...

Toma el camino del éxito. Sé el chico bueno. Mantente alejado de


situaciones complicadas. Estas son todas las cosas en las que he creído,
todas las cosas por las que he vivido. Sí, al carajo con eso. Me lanzo a
través de la habitación y golpeo a Rick contra la pared de la clase. Las
191

ventanas interiores se estremecen bajo el impacto, y el aire sale de sus


pulmones.
Página
—Cállate, Rick. Si sabes lo que es bueno para ti, mantendrás la boca
cerrada.

—Esto es asalto. Presentaré cargos por esto. —Me empuja, pero todo
ese uso de esteroides no le ayuda a desengancharse—. Ayuda.

—¿Tú y Gabe? ¿Ustedes están qué? ¿Juntos? —Sam me mira


fijamente antes de volver a prestar atención a Summer.

—No sucede nada. Nada —dice Summer—. Ni conmigo y Gabe. Ni


conmigo ni con nadie.

—No necesitas mentirme, Sum —le dice Sam, juntando sus gruesas
cejas—. Los vi a los dos besándose. Eso no parecía nada.

Tal vez ella no sienta lo mismo que yo. Tal vez no pueda pedirle que
nos quiera a Dylan y a mí. O tal vez estoy solo en medio de este trío. Pero,
aunque Summer y Dylan no se sientan así el uno por el otro, no puedo
guardármelo para mí.

—Estoy enamorado de tu hermana, Sam. Estoy enamorado de ti,


Summer.

Ella jadea. Tampoco es el tipo bueno de jadeo. No me dice que


siente lo mismo. No hay cañones de purpurina. No hay nada. Sus ojos son
enormes en su rostro pálido, y luego se da la vuelta y sale del salón de
clases.

—Increíble. —Sam sigue a Summer por el pasillo.

—¿Tú? ¿Enamorado de Summer? —Rick sofoca una risa a medida


que me golpea en el pecho—. Eso es gracioso.

—¿Qué pasa contigo? ¿Te golpeaste demasiado fuerte en la


cabeza? —Aflojo el agarre.

—Es sólo que me atacaste por una mujer que no te ama.


Probablemente eres sólo la carne extra. Tienes una fecha de caducidad.
Es graciosísimo que te haya llevado tanto tiempo encontrar a una mujer
192

con la que quisieras arriesgarte y otra vez ese amigo idiota tuyo se está
metiendo en el camino.
Página
¿Tiene razón? ¿Es eso lo que Summer piensa de mí? Lo dejo ir, tiro de
mi mano hacia un lado y me quedo ahí entumecido mientras escapa. La
idea de que Summer no me quiera es profunda, pero, ¿voy a perder
también a Dylan?

Si soy honesto conmigo mismo, admitiría que las cosas han


cambiado desde que Summer entró en nuestras vidas. Dylan parece más
callado, vigilante. ¿Es porque hemos cruzado los límites y cambiado las
líneas que siempre han sido los rieles por los que ha pasado nuestra
amistad? O se avergüenza por las cosas que hemos hecho por una chica
que probablemente sólo quiere a uno de nosotros. Se esperaba un
cambio, era casi inevitable en realidad. No sé cómo podemos volver a ser
como éramos antes de ella. Si podemos. Si Dylan quiere. ¿O es que
enamorarnos de Summer nos llevó a un lugar del que no podemos volver?
¿Cómo puedo dejar de sentirme así por ella? ¿Y cómo olvida Dylan que
ella también fue mía?

193
Página
—D
ímelo de nuevo desde el principio —dice Sam,
arremangándose las mangas de la camisa e
inclinándose sobre el horno.

Una bocanada de algo que huele increíble sale cuando abre la


puerta. Estamos hablando de la más asombrosa lasaña doble apilada con
mantequilla de ajo casera y pan recién horneado. Trae la sobrecarga de
carbohidratos. Claro que eso es lo que pasa cuando tu hermano tiene un
restaurante.

Mi estómago araña de hambre hasta el punto de hacerme sentir


mal. Aunque después del día que he tenido, no es sorprendente que mi
estómago gire y se retuerza sobre sí mismo.

—Sabes que Sasha moriría si supiera que cocinas así para mí.

—Por eso no se lo decimos. —Su expresión se suaviza al meter la


mano en el horno para sacar la lasaña—. Ahora suéltalo. ¿Qué sucede?

—No hay nada que contar. —Me encojo de hombros y trato de fingir
que no me importa nada. Soy una mentirosa.
194

Gabe me dijo que me amaba y todo lo que pude hacer fue


abandonarlo. Derramó su corazón en esas pocas palabras y me voló por
Página

los aires. ¿Cómo iba a reaccionar ante su anuncio? ¿Qué se suponía que
debía sentir? Se suponía que solo íbamos a divertirnos. No esto, no lo que
sea que esté sintiendo ahora que ya no estoy entumecida por el shock. Es
una sensación incómoda en mi corazón y en mi vientre. Pero no es amor.
No puede ser.

Es solo que quiero una vida normal, y esta relación que tengo con él
y Dylan no es normal.

—Gabe me besó. Le devolví el beso. Todo fue por el espectáculo por


culpa de ese imbécil de Rick. Es el profesor de educación física. Desde que
empecé a trabajar con él, ha intentado que acepte una cita con él. Se
niega a aceptar un no por respuesta. Se lo he dicho una y otra vez y no se
ha hecho una idea. Pero, todavía tengo que trabajar con él. Si no, ya lo
habría golpeado por la forma en que me trata. —Para mis oídos mi voz
suena robótica. Estoy exponiendo los hechos, pero no son la verdad—.
¿Puedes creer que la primera vez que lo vi me puso la entrepierna en el
rostro?

—Eso último lo creo. —Sam deja la bandeja en la estufa—. Suena


como un gran idiota.

—Él robó la vida de Gabe. —Vierto más Ciénna en su vaso. Es un vino


importado que Sam recogió en uno de sus viajes al extranjero. Suele ser mi
favorito, por eso la trajo consigo, pero apenas he tomado un sorbo desde
que abrió la botella—. El pobre hombre. Su esposa tuvo una aventura con
Rick y él ni siquiera lo supo hasta que descubrió que no podía tener hijos. Se
hallaba criando al hijo de otro hombre y él...

—Guau. No creo que debas estar contando estas cosas, aunque sea
tu hermano. Siguen siendo chismes. —Levanta las manos, haciéndome
señas de que me detenga a medida que se mueve para recoger su vaso y
rápidamente vacía la mitad del vaso—. Además, en realidad no quiero
escuchar lo cerca que has estado de un tipo que es demasiado viejo para
ti.

—No es viejo. Tiene la misma edad que tú y tú no eres viejo. Pero eso
no viene al caso porque no pasa nada.
195

—Supongo que tienes razón —concuerda conmigo a regañadientes.


Página

—Indudablemente.
Se frota la cabeza, haciendo que su desordenado cabello rubio
pardo sobresalga en ángulos extraños, antes de agarrar la botella de mi
mano.

—¿Tú y Gabe? Esto se lleva el pastel.

—El pastel. —Me tumbo en el taburete y exhalo—. Oh, el pastel. —Y


pensé que podría tener mi pastel y comérmelo todo—. Creo que el pastel
probablemente se derrumbó.

—¿Qué es eso de un pastel? —Mira alrededor de mi cocina como si


esperara ver un dulce o los restos de uno, o quizás la caja en la que vino.

Menos mal que no sabe lo del pastel de Dylan.

—No importa. No lo entenderías.

—No tiene sentido, Sum. Ninguno. —Niega con la cabeza como si


sintiera pena por mi incapacidad para armar una frase coherente o al
menos una que entienda. Luego sirve la cena.

Ojalá pudiera decirle por qué estoy tan molesta por lo que pasó hoy,
pero no lo entendería. Ni siquiera estoy segura que lo sepa. Siempre ha
estado ahí para mí, protegiéndome y cuidándome. Especialmente cuando
se trata de Sasha y su habilidad para explotar cualquier situación que le
devuelva la atención del público. Pero, ¿que su hermana esté con dos
tipos?

¿Cómo empiezo a explicarlo? Estoy bastante segura que se siente


enfadado con Gabe, incluso si insisto en que no pasa nada. Confirmar lo
que Rick insinuó probablemente le haría creer que se aprovechaba de mí
cuando fui yo quien tomó esta estúpida decisión en primer lugar.

—Pruébame. Tal vez sepa un poco sobre cosas que tú no sabes.

—Lo dudo. —Entierro mi tenedor en la lasaña mientras la desliza


delante de mí. A menos que sepa mucho sobre la doble penetración en el
corazón. Además, no tengo tanta hambre después de todo.
196

—¿Sum? —Sam se sienta a mi lado y me empuja el hombro con el


suyo—. Mira, supongo que, si tú y Gabe se llevan bien, tendré que
Página

aceptarlo. Y también Sasha. Hablaré con ella.


Dejo mi tenedor. Extraño. Normalmente bajo circunstancias como
estas necesitaría una pala para mi comida reconfortante.

—¿Honestamente?

—Sum —dice con un toque de advertencia en su tono.

—Bien. —Me resbalo de mi taburete—. He estado viendo a Gabe.

—Eso pensaba. —Asiente y se lleva más comida a la boca.

—Y también he estado viendo a Dylan.

—Oh, mierda, ¿has estado saliendo con ambos? —Recoge otro


bocado de su cena—. ¿Lo saben?

—Es difícil no verlo. —Me encojo de hombros, intentando fingir que


este no es el momento más aterrador de mi vida, y que mi corazón no late
a un millón de millas por hora, y que mis palmas no están húmedas por la
transpiración. Esta no es una conversación que esperaba tener con nadie.
Ciertamente no con mi sobreprotector y amoroso hermano—. Cuando
todos dormimos en la misma cama.

—Cristo, Summer. —Los ojos de Sam se le salen de la cabeza cuando


la comida que se metió en la boca sale volando y cae en su plato.
Saltando de su taburete, drena su vaso de vino y agarra una toalla de
papel para limpiarse los labios—. ¿Acabas de decir...?

—¿Que me acuesto con dos hombres? Sí.

—¿Al mismo tiempo?

—Sí. Incluso en la misma cama.

Levanta un dedo a medida que rellena su vaso y también lo drena.

—Santa mierda.

—Dímelo a mí. —Suspiro.

—¿Qué te lo diga a ti? —Me mira como si fuera uno de sus cocineros
197

cuando se las arreglan para cometer un error que no puede entender—.


¿Cuán irresponsable puedes ser? ¿Quieres volver a salir en las noticias? Y,
Página

¿qué hay de tu trabajo? ¿Cómo esperas seguir viendo a estos dos tipos y
mantener una posición respetada en la comunidad? ¿No es eso lo que
querías?

—No fue mi culpa que Brock se tirara a una mujer a mis espaldas. Y
me encanta enseñar.

—No quiero arruinar tu desfile, pero hay mucha gente que no querría
que sus hijos fueran enseñados por alguien que lleva un estilo de vida
alternativo. Y Dylan tiene antecedentes penales. ¿Sabías eso? —Recoge
nuestros platos y los raspa sobre la basura. El grito enojado de cada
sacudida zigzagueante del tenedor contra el plato hace que me duelan
los nervios.

—Me lo dijo. No es un terrible...

—Ese no es el punto. —Sam deja los platos en el fregadero. Suenan


fuerte y yo hago un gesto de dolor—. ¿Cómo crees que la junta escolar
verá a una profesora que tiene una relación con dos hombres, uno a punto
de ser denunciado por otro profesor; el otro que tiene una condena por
agresión?

—No sabes si fue por agresión.

Se detiene a mirarme fijamente.

—¿Me dices en serio que Dylan te dijo que tiene una condena y no
preguntas por qué? Porque es asalto, Summer. Le dio una paliza a alguien.
No me importa si se lo merecía. No me importa si Dylan ha probado que es
un buen tipo. Ese es el tipo de cosas que deberías averiguar. Diablos, no
importa trabajar en una escuela. Toma una cuota de lo que se le pagará a
Sasha por prostituirte a todos los medios de comunicación que pueda...

—Dios mío, Sam, basta. Sé todo esto —grito—. ¿Crees que no lo


entiendo? Se suponía que iba a ser una aventura. Sólo me divertía. Nadie
quería que se volviera serio.

—La mayoría de la gente tiene una aventura con una persona. Sólo
una. Y ahora Gabe está dando vueltas alrededor de la palabra con A.
198

Suena bastante serio para mí. Apuesto a que, si tomo el teléfono y llamo a
Dylan, también la oiría de él. —Sus ojos azules brillan furiosos—. Por eso
deberías estar saliendo con un chico de tu edad. Sólo un tipo de tu maldita
Página
edad. No dos. No hombres que quieren cosas para las que no estás
preparada.

Me estremezco bajo su ceño fruncido. Sam siempre ha ido a batear


por mí, siempre me cubrió las espaldas. Que esté así de enojado es inusual
y añade peso al hecho de que tiene razón sobre Dylan, Gabe y yo. No se
suponía que se complicara. Mi corazón se hallaba demasiado roto para
cuidar a alguien tanto como a mí. Ciertamente no pensé que hubiera una
posibilidad de que desarrollara sentimientos. Sam tiene razón. Si no
detengo esto entre Gabe, Dylan y yo, podría perder todo lo que he estado
construyendo para mí. Y también herirlos a ambos.

—¿Cómo se supone que voy a dejar de verlos? Me gusta su


compañía. Me hacen feliz.

—¿Así que estás enamorada de ellos? —Sam mueve la cabeza—. No


puedo creer que hicieras algo tan idiota, Sum.

—No sé cómo me siento —me quejo—. Solo sé que duele pensar en


no estar con ellos.

—Tal vez deberías venir a casa conmigo por un tiempo. Quedarte


abajo hasta que pase.

—¿Pasar? —pregunto, porque esto se siente como el tipo de cosa


que se te pega.

—No lo sé —espeta—. Tal vez algún día.

—Hola, ¿hay alguien en casa? —grita Mandy y luego entra sin


esperar una respuesta. Se ha vuelto buena en eso.

Sam y yo nos miramos fijamente el uno al otro, los dos nos pusimos
nerviosos. Ella camina a la vuelta de la esquina en la cocina y ve a mi
hermano.

—Oh, guau. Eres precioso.

Eso atrae su atención, y la tensión se disuelve mientras él le da una


199

sonrisa. Sin embargo, la tensión aún persiste alrededor de sus ojos, y sé que
eso significa que retomaremos el tema más tarde.
Página

—Mandy, ¿qué haces aquí?


—Vine a contarte las noticias. —dice, deslizándose por la habitación
hacia Sam—. ¿Importaste a este tipo solo para mí, Summer? Sabía que eras
la mejor. —Lo saluda agarrándole el trasero—. Tan firme.

Los ojos azules de Sam se abren de par en par, sorprendido, a


medida que se aleja de su repentino agarre.

—Ese es mi hermano.

—Hola, hermano de Summer. —Le da una palmadita en el culo


mientras le sonríe.

—Sam. —Su mirada se desplaza de un lado a otro mientras intenta


resolverla.

Que no se moleste. Lo he intentado. Eso es imposible.

—¿Has estado bebiendo? Por favor, dime que no condujiste.

—No. No lo hice. ¿Sabes? Creo que podría ponerle tu nombre a mi


vibrador, Sam. “Sueño de Masturbación de Culos Sexys”7.

—No hay D en Sam.

—Y tampoco hay una D en mí, pero podría...8

—Mandy, ¿qué es tan importante para que te hayas apresurado a


venir aquí? —La agarro de los hombros y la alejo de mi hermano. Amo a la
chica, pero está claramente loca.

—No me apresuré. Aunque lo habría hecho si hubiera sabido que el


hombre de mis sueños me esperaba en tu cocina. —No puede apartar su
mirada de él—. Pero pensé que sería mejor que supieras los chismes.

—Suficiente. Escúpelo. ¿Qué sucede? 200

7 En inglés se escribe “Sexy Ass Masturbation Dream.


Página

8 Hace referencia a un juego de palabras con la D de Dick (polla).


—N
o puedo creer que no golpearas a Rick contra el
suelo —le digo a Gabe mientras se mueve por el
granero del Rancho Bennington, comprobando
que todo lo que los concursantes necesitarán esté lleno. Sólo nos quedan
horas para que empiece el concurso de dulces.

—Yo tampoco puedo creer que no lo haya hecho. —Refunfuña


Gabe y cruje la mandíbula o tal vez son las bisagras de la puerta del horno
que está cerrando. Aunque estoy bastante seguro que es él. Apenas ha
dormido, paseándose por el apartamento y comiendo como un animal
enjaulado. Y ahora hace chequeos de cocina como preparación para la
competición en la que ya no puede participar—. Si hubiera sabido que iba
a seguir adelante con su amenaza y convertirlo en un asunto policial, le
habría dado algo por lo que llorar.

El maldito Rick intentó presentar cargos. Sólo porque podía. No es


que tuviera un moretón. El problema era que tenía testigos. Y aunque
Gabe apenas pasó tiempo en la comisaría de policía a medida que
resolvían el asunto, toda la ciudad hablaba de ello cuando salió del
edificio. Bueno, los chismes sobre eso y la conducta de la nueva profesora
201

de preescolar están siendo cuestionados. El llamado de la junta escolar


para una evaluación temprana del desempeño justo una semana después
Página
de que Gabe lidiara con el profesor de educación física en su salón de
clases, no despertó menos curiosidad.

Summer no ha hablado con nosotros desde el incidente en el aula.


No ha contestado su teléfono ni tampoco ha entrado en Cómeme.

Pero Sam apareció en Cómeme. Dejó muy claro que Summer había
terminado con nosotros y que estaría encantado de respaldar la historia de
Rick si no nos manteníamos a distancia. Tengo que creer que Sam es un ser
humano decente y no llegaría tan lejos, pero parecía muy enojado. Se
aseguró de recordarnos, especialmente a Gabe, que nos pidió que la
cuidáramos. Hicimos la promesa de asegurarnos de que nadie la lastimara
mientras ella intentaba adaptarse y asentarse, y en su lugar arruinamos su
vida. O al menos eso es lo que Sam insinuó.

No creo que Gabe haya dejado de pasárselo por la cabeza desde


entonces. Siempre ha interiorizado las cosas.

—Siempre está el año que viene.

—¿Qué? —Su mirada inyectada de sangre se eleva hacia mí.

—La competencia. Sé que te sientes cabreado porque no puedes


competir.

—De todos modos, perdería contra ti en este momento —dice.

—Lo harías, no importa lo que pase. No importa si Summer te distrae


o no, pero esta acusación de asalto a Rick es una mierda. No es justo que
tuvieras que retirarte porque el tema sigue sin cerrarse.

—Sí, bueno, no es gran cosa. —Se encoge de hombros y continúa sus


chequeos.

—Probablemente no es gran cosa —digo—. Excepto que se siente


como si lo fuera y pensé que necesitabas que te recordara que siempre
hay un año que viene.

—¿Alguna vez pensaste que no habría otro año? —dice


202

bruscamente, pasando a la siguiente estación. Comprueba las acciones.


Se asegura que la nevera funciona. Enciende y apaga el horno.
Página

—Por supuesto que lo habrá. —Lo sigo a lo largo de la fila.


Se detiene y se para frente a las dos filas de estaciones de cocina
que corren hasta el escenario. Luego se frota la nuca.

—Quiero decir, con nosotros. Tú y yo estábamos bien hasta que


apareció Summer.

—Dos guisantes —concuerdo—. Todavía lo somos.

—¿Lo somos?

—Por supuesto. —Le frunzo el ceño—. No importa lo que pase con


Summer, nosotros...

—¿Estás seguro de eso? Tú también sientes algo muy fuerte por ella,
¿no?

—Desde el momento en que la vi.

—Ustedes dos podrían hacer este asunto de relaciones


apropiadamente. Eso es lo que quieres, ¿no?

—Vete a la mierda. —Lo empujo—. Vete a la mierda, Gabriel. —


Nunca lo llamo así. Me hace recordar el hecho de que es mi ángel de la
guarda. La única razón por la que mi vida es buena. La vida que labramos
antes de Summer. Antes de que Gabe y yo nos enamoráramos de la
misma chica—. ¿Y dónde quedas tú en todo esto? Eres como mi maldito
hermano.

—No lo sé. Sólo soy la polla extra. Fui un idiota al pensar que podría
tener un futuro con ella, pero tú puedes. Podías verlo claramente desde el
principio, ¿no? Nosotros tres juntos es una receta para el desastre.

—Me estás jodiendo, ¿verdad? Estamos destinados a ser los tres.


Estamos destinados a tener una vida juntos.

—¿Y si no es así? Podrían hacerse felices el uno al otro.

—¿Y qué hay de ti? —Le empujo el hombro—. Yo soy el que mete la
pata. Siempre has sido el chico bueno y has puesto a todos por delante de
ti. Obviamente eres mejor para ella. Eres mucho mejor para ella de lo que
203

yo nunca podré ser.


Página
—¿En serio? Porque no soy yo quien puede darle un futuro. Tal vez
algún día tengan hijos juntos. Y no sé si podría estar aquí y ver cómo le das
esas cosas. —Finalmente se da la vuelta y sus ojos brillan con lágrimas—.
Pero, uno de nosotros debería hacerla feliz.

—Mierda. —Lo abrazo cuando se hunde contra mí. Hemos pasado


por todo juntos. Nunca pensé que una chica nos retorcería así—. No te
desharás de mí tan fácilmente. Estás atrapado conmigo. Pero, Summer... —
Sacudo la cabeza—. Sólo está asustada. Como dijo Sam, vino aquí para
escapar de un escándalo. Ambos nos enamoramos de ella, ella se
enamoró de nosotros. No hay nada más escandaloso que eso.

—Estaría aterrorizada. —Su voz se rompe en las palabras cuando


entra por la puerta del granero—. Y casi seguro que enamorarse de
ustedes dos sería lo más estúpido que podría hacer.

Gabe levanta la cabeza de mi hombro y ambos nos volvemos para


mirarla.

—La gente nos juzgará. —Ella da un paso hacia nosotros—. Ellos


abrirán nuestra relación como un experimento de ciencia en el salón de
clases y diseccionarán cada pequeño detalle para tratar de entenderlo.
Harán comentarios horribles y groseros sobre nuestra vida sexual. Juzgarán
mi habilidad de ser una buena maestra o un buen ser humano, basado en
mi vida personal. People y Women's Weekly publicarán historias sobre
cómo la hija de Sasha Sweets tiene un fetiche pervertido relacionado con
la comida por los hombres que hornean cupcakes y crean chocolate. —
Poco a poco ha llegado hasta nosotros—. Eso es sólo la punta del iceberg.
Estaríamos locos si pensáramos que podríamos hacer esto.

—Si eso es lo que sientes, ¿qué haces aquí? —Puede que le esté
gruñendo. No es mi intención, pero si la única razón por la que está aquí es
para decirnos por qué huye, ya lo he oído todo. Gabe también lo ha oído.
Hemos pasado por esa lista hacia atrás y hacia delante entre nosotros. Y
ahora habla de abandonar todo lo que hemos compartido, todo lo que
hemos construido juntos. Estoy perdiendo a mi chica y a mi mejor amigo en
una implosión gigante.
204

—Creí que lo entenderías. —Suplica con sus ojos que yo esté de


Página

acuerdo—. Sabes que esto no puede continuar.


—¿Por qué ambos intentan poner palabras en mi boca? —exijo—.
Gabe cree que te quiero para mí. Crees que quiero entregarte. Cristo. —
Cierro la boca de golpe, mis dientes crujiendo juntos. Lo último que quiero
hacer es hacer que cualquiera de los dos asuma que quiero uno sobre el
otro. Porque Gabe tiene razón. Podría rogarle que me elija, que me deje
darle todas las cosas que quiere de la vida. Pero no puedo hacerle eso a
nuestra amistad.

—¿No te avergüenzas de nosotros? —pregunta Summer, con las


cejas arrancadas bajo el flequillo.

—¿No odias que esté enamorado de Summer? —pregunta Gabe.

—Demonios, no. —Me muevo al final del pasillo. ¿Cómo pueden


pensar que soy yo el que se avergüenza? ¿Que estoy celoso o lo que sea
que hace que Gabe piense que debería entregarnos? Sacudo la cabeza.
Me doy la vuelta. De regreso a la tormenta—. ¿Quieres saber cuál es mi
problema?

—Sí —dice Gabe.

Summer está mordiendo su labio inferior. Quiero que deje de hacer


eso, quiero poner mi dedo en ello para que no pueda sacar su ansiedad
de esa piel suave.

—Tengo miedo de perderlos a los dos. Que no soy suficiente para ti,
Summer. Que sólo me estoy interponiendo en el camino, Gabe. Y que vas
a resentirte conmigo por ello. Odiarme por ello.

—Por eso no deberíamos seguir haciendo esto. —Summer sacude la


cabeza—. Por eso te abandoné, Gabe, y lamento tanto haberte
lastimado, pero, ¿nosotros tres juntos? Sólo puede terminar mal. Ambos
entienden eso.

—Creo que lo tenemos. —Paso junto a Gabe, me dirijo hacia el otro


extremo del granero. Hay otra puerta detrás del escenario improvisado y
me dirijo hacia ella. Lo que sea para sacarme de aquí, para que no tenga
que ver mis miedos hechos realidad frente a mi cara.
205

—Dylan —dice Gabe en voz baja.


Página
Una palabra y me detengo. Es la seriedad de su voz, su crudeza lo
que me hace dudar.

Despacio, me doy la vuelta. Me mira igual que cuando nos sentamos


en la acera de Nueva York, esperando a la policía y a la ambulancia. Con
el novio pedazo de mierda de mi hermana tirado inconsciente en la
carretera y con la cara destrozada. Mis nudillos ensangrentados se
enrollaron alrededor de un cupcake que parece que no puedo agarrar
bien, a medida que Gabe me dice que sea un hombre. ¿Y cómo
demonios se supone que voy a hacer eso cuando mi hermana termina en
el hospital con costillas rotas y moretones en todo su cuerpo por culpa de
un narcotraficante imbécil que la trata como a una propiedad? Sé el
hombre que quieres ser. Eso es lo que dijo. Hazlo mejor. Sé mejor. Encontrar
una manera de dejar mi pasado atrás. Salvar a mi hermana de esa
manera la próxima vez. Pero ya era demasiado tarde para ella cuando salí
de la cárcel y decidí organizar mi vida. Así que empecé a tomar las
decisiones correctas porque le debía a Gabe y porque no quería ser ese
tipo.

Ahora, quiero ser el hombre de Summer, y su mejor amigo, así que sí,
vuelvo por donde vine. Para ella. Y para él. Ambos son muy importantes
para mí.

Gabe sale al pasillo entre las cocinas.

—¿Puedo decir algo antes de que ambos decidan que esto ha


terminado?

Summer asiente. Con los ojos vidriosos, me echa un vistazo antes de


prestar atención a Gabe.

—La cagué —dice, saca su mano a medida que se acerca a ella—.


Te avergoncé. Delante de tu colega.

—Se lo merecía —dice ella, cruzando sus brazos alrededor de su


cintura.

—Se merecía algo peor. Todavía lo hace —añado y ambos me


206

miran.

—Delante de tu hermano —añade Gabe, poniendo una mueca de


Página

dolor.
—En mi lugar de trabajo, que, por cierto, revisaran mi actuación por
lo que pasó con Rick. —Pone una cara cuando se encuentran en el medio
del pasillo—. Todo va a explotar en nuestras caras.

—No tiene por qué. Cúlpame a mí. —Él le toca el brazo y ella le mira
la mano—. Diles, no sé, lo que sea que tengas que hacer. Diles que nunca
hubo nada entre nosotros y que actué por sentimientos no correspondidos.

—No puedo hacerte eso. La gente hablará, Gabe. Siempre lo


hacen.

—Así que, déjalos. No me importa. Además, estoy pensando en dejar


la ciudad de todos modos. Ser un socio silencioso de Cómeme. Tal vez
viajar.

—¿Por qué? —Lo mira fijamente.

—No te atrevas —ordeno mientras me dirijo hacia ellos.

—¿Qué pasa, Gabe? —Toma su mano, la sostiene entre ellos.

—Mierda. —Se frota las sienes, pero sé que esconde sus ojos.

He visto las muchas caras de mi mejor amigo a lo largo de los años.


Enojado. Frustrado. Amargado. Borracho. Feliz. Histérico. Caliente. Fuera
del amor y muy enamorado. Pero nunca con un dolor como este.

Agarro su codo y la giro. Ella se encuentra entre nosotros, y no puedo


evitar notar que aquí es exactamente donde se supone que debe estar. Es
donde encaja. Haría cualquier cosa para mantenerla aquí, excepto
perder a Gabe.

—A la mierda. Intenta decirte que cree que tú y yo deberíamos estar


juntos sin él. Porque cree que eso te hará feliz. Que me hará feliz. Dile que
se equivoca. Que somos un trío. Y nada menos que eso servirá.

Juro que todos aguantamos la respiración por una eternidad. Quizá


me equivoqué y ella concuerda con él. Tal vez todavía pueda tenerla.
Para mí mismo. Y tal vez podamos hacer que eso funcione. Pero no se
207

siente bien. Así es como somos. Nosotros tres. Juntos. Como los tres
mosqueteros.
Página
Summer exhala audiblemente y pone su mano sobre mi pecho al
mismo tiempo que pone una palma sobre el corazón de Gabe.

—Ninguno de los dos irá a ninguna parte.

—Así es. —Un hombre que nunca vi se desliza por las puertas del
granero—. Summer, he venido a llevarte a casa.

208
Página
T
ienes que estar bromeando.

Suelto a Gabe y Dylan mientras Brock Westmore-Smith


aparece en el granero. ¿Qué demonios hace aquí?

—Hola, Summer. —Brock se detiene justo dentro de la


puerta del granero, en toda su buena cara de gloria, invadiendo mi
mundo de nuevo. Es tan llamativo como siempre, vestido con un traje de
sastre afilado y hecho a medida, lentes de aviador posados en el puente
de su nariz, con su cabello ondulado oscuro cuidadosamente peinado y
gelificado. Después de un momento de postura como un modelo de
Armani, camina hacia mí, girando para tomar el gran espacio iluminado
por el sol que vierte a través de las luces del techo—. ¿Cocinan en un
granero? ¿Esto es higiénico?

—Todo está en regla —ladra Dylan detrás de mí—. ¿Quién demonios


eres?

Brock apenas lo reconoce cuando se acerca a nosotros, en vez de


eso se dirige a mí como si estuviéramos solos. —Ha pasado demasiado
tiempo, Summer.
209

—No lo suficiente. —Cruzo mis brazos y doy un paso adelante, pero él


Página

no se da cuenta de lo incómoda que es esta situación. Ahora que está


cerca, puedo ver sus ojos a través del cristal tintado. Luce demasiado
preocupado por su entorno. El piso de madera rústica debajo de sus pies,
las vigas expuestas por encima de nuestra cabeza. Probablemente nunca
ha visto el interior de un granero antes. Tiene que ser repulsivo para él. Me
sorprende que aún no haya sacado el desinfectante de manos.

—Esto es pintoresco. No me puedo imaginar qué hay en este lugar


que te retendría aquí.

—Vivo aquí.

—¿Aquí? —De nuevo mira alrededor del espacio y olfatea.

—No, no en el granero —digo, dirigiendo mi mirada a la larga fila de


tragaluces en el techo antes de devolvérsela—. En Reverence.

Gabe gruñe silenciosamente detrás de mí. Me atrevería a decir que


intenta no reírse.

—Claramente —responde Brock con un barrido de su mirada que


termina con él mirándome por debajo de su nariz—. De verdad, Summer.
No es momento para bromas.

—Mi decisión de vivir en Reverence no es una broma —le digo—.


Quería una vida tranquila y normal lejos del constante escrutinio que recibí
sobre tu comportamiento y la intromisión de Sasha. —Está bien, me las
arreglé para arruinarlo involucrándome con los dos hombres detrás de mí y
ahora estoy aterrorizada de que nunca podré alcanzar la “normalidad”,
pero eso no tiene nada que ver con Brock—. No entiendo qué haces aquí.

—Vine a llevarte a casa conmigo. —Finalmente, les da a Dylan y a


Gabe algo más que una mirada superficial—. Antes de que te metas en
problemas.

—Puedo arreglármelas —le dije, frunciendo el ceño. Su buen aspecto


ya no me debilita en las rodillas, o hace que me salgan mariposas
alrededor de la barriga. De hecho, no hace nada por mí, excepto
solidificar lo que ya sé.
210

Estoy enamorada. Lo he estado por un tiempo.


Página

Pero no de él. Nunca de Brock Westmore-Smith.


Detrás de mí, dos pares de pies se acercan más. Dos pechos
masculinos retumban con el instinto de protegerme. Cuerpos anchos y
fuertes alineados con el mío, sin importar el resultado. Sus manos sobre mis
hombros, apretando y dándome fuerza. Me hacen gelatina las piernas. Mi
corazón quiere saltar fuera de mi pecho y en sus manos para su custodia.
Ojalá fuera tan valiente.

—¿Cuántos años crees que tiene este tipo? Suena como si tratara de
ser su padre —le susurra Dylan a Gabe detrás de mí y casi me rio—. Nunca
le hablaríamos así. Bueno, podrías hacerlo en el dormitorio. Te pones un
poco mandón.

—No, ese eres tú —dice Gabe.

Los miro mal a los dos y se encogen de hombros disculpándose. Pero


Dylan tiene razón. Brock, oh, el loco de Brock del que solía creer que me
hallaba enamorada es un mandón. Manipulador. Atascado. Y
definitivamente un idiota. Todas las cualidades no me impresionan.
Mirándolo ahora, es como si nunca lo hubiera conocido. No como
conozco a Gabe y Dylan.

—¿Cómo está Tuckett?

Gabe sonríe detrás de mí. Lo puedo decir por el ruido sordo que lo
acompaña. Probablemente esté pensando lo mismo que yo cada vez que
digo su nombre. Rima con “que le jodan”.

Brock le frunce el ceño y luego se burla.

—Entonces, ¿ustedes dos son gays? ¿Usando a Summer como su


tapadera?

—No puedo creerlo. —Me irrito al ver cómo trata a mis chicos, que
son mucho más de lo que él podría ser. ¿Y si se da cuenta que hablan de
cómo me tratan en el dormitorio? ¿Y si se da cuenta que estamos juntos?
Se lo dirá a Sasha y estaré jodida. Mi vida en serio se arruinará.

Dylan se ríe a carcajadas hasta el punto de limpiarse los ojos.


211

—Amigo, te acaba de preguntar si eres gay.


Página

—No seas idiota, Dylan —advierte Gabe.


—Sólo digo que creo que le gustas —continúa Dylan—. Tal vez por
eso no podía complacer a Summer.

—¿Qué quiere decir con que no podía complacerte? Nunca te


quejaste.

Dylan se encoge de hombros.

—Tal vez no sabía lo que se perdía.

—Basta. —Le doy un codazo en las costillas—. Brock, lo siento, pero


es verdad. Simplemente no era bueno entre nosotros.

Brock abre la boca, mirando entre nosotros tres.

—Summer, ¿cómo pudiste compartir detalles íntimos de nuestra vida


sexual con estos extraños?

—No son extraños —le digo—. Son mis...

—Deberías haber sido honesta y explicado lo mojigata que eres —Se


burla Brock.

—Guau. —Me siento como si me hubieran abofeteado.

—Oh, no es gracioso —dice Dylan—. Cree que eres una mojigata


porque no podía hacer que tuvieras un orgasmo.

—Probablemente porque es gay. —Gabe asiente con la cabeza y


luego golpea con los dedos en su barbilla como si reflexionara sobre las
complejidades—. Pero, luego se acostó con Nancy Tuckett, ¿no? Así que
sería bisexual. De la misma forma que seríamos bisexuales si estuviéramos
follándonos a entre nosotros y también a Summer.

—Oh, Dios, por favor, paren —susurro. Puedo sentir el color que se me
va de la cara. Brock ha sido condescendiente y grosero desde que entró
en nuestro momento privado, y entiendo que Dylan y Gabe tratan de
protegerme, pero esto es ir demasiado lejos. En cualquier momento pondrá
a dos y a mí, y entonces mi vida habrá terminado—. ¿Gabe?
212

Pero no es Gabe. Por supuesto que no lo es. Es Dylan quien mete la


pata lo más lejos posible en su boca.
Página

—Espera, ¿quieres ser bisexual?


Gabe se encoge de hombros.

—Estoy bien con cómo están las cosas ahora.

—Sí. Hermanos de otra madre. —Dylan se acerca a mi lado mientras


señala entre él y Gabe—. Esto es sólo un bromance. Ambos amamos... —
Dylan se vuelve hacia Gabe.

—Chocolate. Cupcakes. Whisky —ofrece, también moviéndose entre


Brock y yo.

—Correcto. Ambos amamos mucho esas cosas. No queremos


acostarnos con ellas. Las amamos casi tanto como amamos a Summer,
pero de una manera diferente. Si no puedes manejar eso, sal de la cocina.

—Oh, claro, porque somos panaderos. —Gabe se encoge de


hombros.

—Sí, porque somos panaderos. —Dylan sacude la cabeza—. Pero


también estamos parados en una maldita cocina ahora mismo. A veces no
entiendo cómo puedes tardar tanto en entender lo que digo.

—No puedo creer que le hayas dicho a este imbécil que me amas —
replica Gabe.

—No lo hice. —Dylan lo mira fijamente—. Le dije que amo el whisky.

—¿Te acuestas con los dos? —Brock finalmente se quita las gafas de
sol de la nariz. Puedo sentir cómo me juzga. Casi deseo que el suelo del
granero se abra y me trague—. Demasiado para ser frígida. —Se ríe—.
Resulta que eres una pequeña zorra. Tal vez nuestra vida sexual sea mejor
esta vez.

¿Está bien golpear a alguien? ¿Y si no te das cuenta que lo has


hecho hasta que la persona aúlla y agarra su ojo? Y mierda, ¿te duelen los
nudillos o qué?

Todo mi brazo se siente un poco entumecido cuando agarro mi


pobre mano herida y Brock se tambalea unos pasos hacia atrás.
213

—Cristo, Summer. Te digo que te quiero de vuelta, a pesar del hecho


de que te has estado comportando como un topo de alcantarilla, ¿y me
Página

das un puñetazo?
—Esa es nuestra chica. —Sonríe Dylan, aunque su mirada luce llena
de preocupación.

—¿Summer? ¿Estás bien? —Gabe me mira—. Muéstrame tu mano.

—Está bien —digo con los dientes apretados a medida que me froto
los nudillos y me alejo de los tres.

—Summer, déjame echar un vistazo. Quiero asegurarme de que no


rompiste nada —dice Gabe mientras se acerca a mí. El hecho de que a
Gabe le importe lo que haga hace que mis ojos me ardan y lloren más que
el dolor en mi mano.

—¿Bromeas? ¿De verdad están los dos enamorados de ella? ¿Como


si fueras parte de una extraña secta? —Brock todavía sostiene su cara.

—N-no puedo hacer esto —susurro.

Detrás de nosotros se halla el escenario improvisado, separado del


resto del granero por una cortina. Detrás hay una puerta que conduce al
corral donde los jueces estarán esperando a ser presentados cuando
comience el programa. Girando sobre mi talón, me dirijo hacia el borde
del escenario. Sabía que era un error venir aquí, pero necesitaba hablar
con Gabe y Dylan en persona. Quería asegurarme de que estarían bien sin
mí. Tenía que saber que no los lastimaba tanto como me dolía la idea de
vivir mi vida normal sin ellos.

Una vida ordinaria que he querido desde que era pequeña. Una en
la que mis vaqueros ajustados siempre me quedan bien, y mi madre se
queda lejos. Una en la que me caso con un hombre y tenemos 2,5 hijos y
un perro. Uno donde soy normal y promedio, y nadie más que yo misma
puede juzgarme por mis decisiones. Simplemente normal. ¿Por qué nunca
puedo ser normal?

—Summer —llama Dylan.

—Summer, vuelve aquí. —Miro hacia atrás y encuentro a Brock


marchando detrás de mí.
214

Subo al escenario y me dirijo hacia el centro. Para cuando llego al


centro de la pesada cortina, Brock casi me alcanza, con Dylan y Gabe
Página

siguiéndome.
Sólo quiero alejarme de todos ellos. Encontraré a Sam y me llevará a
Los Ángeles con él. Puedo esconderme en su apartamento hasta que
decida qué hacer.

La última vez que vi a Sam, se encontraba a punto de ser acorralado


por Mandy. Él podría haber estado intentando llevar a casa su punto de
vista sobre cómo mi relación con Gabe y Dylan garantizaría que tiraba por
la borda mi futuro. Puede que haya tomado represalias diciéndole a
Mandy dónde encontrarlo. Con suerte, aún estará allí.

—Nancy me dejó cuando se dio cuenta que aún estaba


enamorado de ti. —dice Brock—. Me hallaba enamorado de ti, Summer.
Estoy enamorado de ti. Te extraño.

Vacilo, mi mano sosteniendo la cortina de terciopelo.

Suena tan serio, ¿pero no lo hacía siempre? Hasta que descubrí que
se iba a casar con otra mujer. Levanto una ceja. Mi corazón va a un millón
de kilómetros por hora, pero no por él. Late por Dylan y Gabe. Me golpea,
diciéndome que no los deje.

—Y pensar que quería esto cuando me dejaste por ella. Solía


imaginar que vendrías a buscarme y me dirías que cometiste un gran error,
y que de alguna manera seríamos capaces de arreglarlo.

—¿Me tomarás de vuelta? —Suena esperanzado a medida que se


acerca. Me doy la vuelta para enfrentarme a él. Dylan y Gabe también se
hallan en el escenario, a pocos metros de Brock.

—Siento que hayas venido hasta aquí —le digo. Todavía estoy un
poco sorprendida de haberle pegado—. Pero no estaba enamorada de ti.
Sólo tomaba el camino de menor resistencia y haciendo lo que Sasha
quería. No voy a hacer eso nunca más.

No estoy segura de lo que voy a hacer. Esta es una situación


demasiado compleja para manejarla sin chocolate. Empujo a través de la
pesada cortina.
215

¡Santa mierda! Pongo una mano sobre mi corazón que late como un
martillo a medida que me encuentro cara a cara con Sasha. Ella levanta
una ceja perfecta sobre el borde de sus anteojos de sol y luego levanta
Página
una mano recién manicurada para quitárselos antes de meterlos en su
clásico bolso blanco acolchado de Chanel.

¿Podría este día ponerse peor?

—Madre, ¿qué haces aquí? Sam no me dijo que vendrías.

—Summer, por favor. Es Sasha. Sabes que odio cuando me llamas


madre. Me hace parecer vieja —me regaña mientras se tambalea hacia
mí con tacones de aguja rosas. En realidad, estoy bastante segura que son
míos. ¿Asaltó mi colección de zapatos antes de que los de la mudanza
empacaran mis cosas? ¿Qué más se llevó?

—Vaya, te pusiste un poco regordeta, ¿no? —Evalúa críticamente


cada centímetro de mi cuerpo—. Seis, no, más bien nueve kilos, diría yo. Al
menos tus tetas también son enormes. No querría que todo se quedara en
tu trasero. Y esa barriga. —Mueve la cabeza con tristeza—. Pareces
embarazada, Summer. Sabía que no podíamos dejarte sola.

—Son dos kilos —le digo—. ¿De verdad acabas de decir que
parezco embarazada?

—Oh, cariño, esos no son dos kilos en ningún universo. —Me pincha el
estómago, lo que no ayuda a que la sensación de náuseas se asiente allí—
. La gente podría ser perdonada por pensar que estás embarazada.

Me he sentido mal todo el día. El último par de días, en realidad.

—Sólo estoy hinchada. Comí algo que no me gustó. Yo no…

No, no lo estoy, porque eso sería una locura. ¿Verdad? ¿Verdad?


Loco. Vamos, sabes que sería una locura. El hecho de que haya estado
teniendo sexo sucio e increíble con dos hombres sin condones no significa
que no usaba anticonceptivos. Además, uno de ellos no puede... Mierda.
Sería como si Yoko Ono volviera a separar a los Beatles. Pero ni siquiera
tengo un retraso. No creo que…

—No importa. Te haremos adelgazar en un santiamén. —Sasha me


despide con la mano mientras mira a Dylan y se burla—. Tú debes ser el
216

chico que hace cupcakes. Supongo que tengo que agradecerte por el
trabajo que voy a tener que hacer para que mi hija vuelva a tener una
Página

forma atractiva.
—Sasha, yo…

—Es perfecta exactamente como es. —Puedo sentir la tensión que


rezuma de Dylan, ver el conjunto rígido de su mandíbula fuera de la
esquina de mi ojo. Por favor, por favor, por favor no digas nada más.

—Más que perfecta —declara Gabe, cada palabra inflexible con


irritación.

—Sí, bueno, no hay que tener en cuenta el gusto de algunas


personas. —Se vuelve hacia mí, una ceja demasiado arreglada levantada
en un arco—. En realidad elegiste caer bajo con eso, ¿no?

—Dos —dice Brock.

—¿Qué?

—Se hundió con los dos. —Se encoge de hombros—. Tu hija tiene
una aventura con los dos.

No puedo respirar. En serio. Hay algo malo con mi habilidad de


arrastrar oxígeno a través de mi nariz y dentro de mis pulmones. La
sensación asquerosa empieza a hincharse y extenderse como mis
pensamientos. ¿Cuántos días dentro de mi ciclo estoy?

—¿Te has estado acostando con los dos? —pregunta Sasha, dudosa.

—¿Es la única razón por la que estás aquí para menospreciarme? —


¿Veintiocho? ¿O son treinta y uno? ¿Por qué no puedo recordar?

—Por supuesto que no. Te he echado de menos. ¿No puedo venir a


ver cómo estás? —Besa en el aire mis mejillas, ignorando completamente a
Gabe y Dylan y llamando a Brock—. Tengo unas noticias gloriosas para ti.
Brock ya te habría informado.

—¿Trajiste a Brock aquí? —Por supuesto que lo hizo. Todo encaja


perfectamente. Sasha Sweets nunca ha sido capaz de dar un paso atrás y
dejarme vivir mi propia vida. ¿Por qué cambiaría eso ahora?

¿Cómo puede esta mujer ser mi madre?


217
Página
—¿No es maravilloso? —Me sostiene a distancia—. Volverás a casa
enseguida y luego te casarás con el hombre que amas, como siempre
debiste hacerlo.

¿En serio me engañé creyendo que amaba a ese idiota?

—Los medios de comunicación van a estar extáticos —continúa


Sasha.

Estoy furiosa por la idea de que los medios de comunicación se


tragarán la historia que mi madre probablemente ya ha comenzado sobre
cómo Brock y yo volvemos a estar juntos.

Lo que daría por un pedazo de chocolate ahora mismo.

—No, no lo harán. —Chasqueo—. Porque nada de eso sucederá. —


¿Por qué nunca puede mantenerse fuera de mis asuntos? ¿Por qué no me
deja en paz en vez de entrometerse? Con los puños a mi lado, me resisto a
la necesidad de estrangularla y respirar hondo para sofocar la creciente
sensación de náuseas—. No voy a volver con Brock sólo porque creas que
es una buena idea. No lo amo.

Amo a los dos hombres detrás de mí. Los amo tanto que me duele el
corazón. Y la charla de Gabe sobre irse es como un corte de papel en el
pecho. Pica. De hecho, duele mucho. Por una vez me gustaría ser valiente
y decirles a él y a Dylan que la razón por la que no debería irse es porque
no quiero que ninguno de los dos me deje.

Y ahora podría estar embarazada. Disculpa, no he dicho eso. No nos


adelantemos. Acabo de decir que se halla dentro de las posibilidades. No
es que me haya abstenido.

Mierda. Estoy tan confundida. Necesito salir de aquí.

Mi cabeza se siente aturdida y mareada cuando paso a Sasha y


cierro la puerta al final del escenario. Se abre antes de que llegue a ella.
Rick Ruckus se interpone en mi camino. Detrás de él los escalones están
cargados de jueces y concursantes esperando para entrar. ¿Rick es un
218

concursante?

—¿Summer? —Las fuertes pisadas de Gabe resuenan tras las mías en


Página

el escenario de madera.
—¿Estás bien, Summer? —Rick se adelanta a medida que casi le
arreo encima. Agarrándome de los brazos, me arrastra contra su pecho—.
¿Por qué no entiendes la indirecta, Gabe? Summer ha terminado contigo.

—Quítale las malditas manos de encima, Ruckus. —Esa es la voz


gruñona de Dylan.

Lucho contra el brazo de Rick mientras el olor del espray corporal


Axe me abruma. Estoy hiperventilando. Mi pecho se siente muy apretado.
Me agarro de la garganta. Sólo necesito una buena bocanada de
oxígeno y les diré a todos que me dejen en paz.

Lo que necesito es aprender a valerme por mí misma. Por eso quiero


desesperadamente la normalidad.

Sólo que eso no es lo que sale de mi boca. No, lo que sale de mi


boca y de mi nariz a medida que me alejo del pecho vestido de polo
amarillo de Rick y me inclino hacia delante es mucho más asqueroso. Le
cubre los vaqueros. Salpica sobre el vestido de algodón de azúcar de
Sasha y los zapatos a juego mientras empuja a través de los hombres que
me rodean. Unas manchas marrones y anaranjadas caen sobre la pierna
del traje de Brock y éste se pone una mano en la boca mientras se dirige
hacia las escaleras en el extremo más cercano del escenario.

Demasiado vómito. Tanta gente mirándome. Uno de los


camarógrafos de la estación de televisión lo filma todo desde la base de
los escalones a medida que Sasha comienza a gritar sobre cómo sabía
que yo estaba embarazada, mientras señalaba a Dylan y Gabe,
acusándolos de arruinarme. ¿Y esas cosas naranjas son zanahorias?

¿Eso es maíz?

219
Página
C
on un gemido, alcanzo mi cabeza dolorida. Hay un paño
fresco sobre mis ojos y lo arrastro hacia abajo. Algo huele
mal. Soy yo. Tan asqueroso.

—Hola, Summer. ¿Cómo te sientes? —pregunta Claire mientras se


sienta en el borde de la cama y me da un vaso de agua—. Nos diste un
buen susto.

—Deberías haberlo visto. Eras como algo del Exorcista. —La risa de
Mandy me hace estremecer porque mi cabeza se siente horrible. Sentada,
tomo un sorbo de agua helada—. Rick salió corriendo del granero como
un monstruo del pantano. Por suerte, Gabe te agarró antes de que
cayeras al suelo y te llevó a la casa.

Sigo sin sentirme bien. Algo revolotea en mi vientre y presiono la


palma de mi mano hasta ese punto. Oh, Dios, por favor no me digas que
estoy embarazada.

—¿Dónde está?

—Sam le dijo que volviera al granero. Además, tenían que limpiar


220

para poder empezar la competición —dice Mandy.


Página
Mi madre sigue en los alrededores. Oigo su voz y me estremezco
instintivamente. Brock sigue diciendo que le pegué y le dije a mi madre
que no quería saber nada de mí. Gracias a Dios por los pequeños milagros.

Los otros están probablemente en el estudio improvisado instalado


en el Rancho Bennington, ya que era el único lugar lo suficientemente
grande como para acomodar a todos los que participaban en el concurso
de este año. Dylan y Gabe sin duda se prepararán para competir. Como si
hubieran intentado competir por mí antes de que me enamorara de los
dos.

Tres personas no pueden enamorarse y ser felices. Una chica no


puede tener su pastel y ser amada por dos. Tres personas definitivamente
no pueden tener un bebé juntos.

Un bebé. Sería el bebé de Dylan ya que Gabe no puede... Este es el


tipo de cosa que podría destrozarlos. ¿No es así? Si fuera real. Pero no lo es.
Así que no importa. No voy a destruir su amistad. No estoy embarazada.
Sólo porque Sasha se haya fijado en mi peso y mis tetas. Y duelen. Y estoy
súper emocional. Y acabo de vomitar delante de una masa de gente. En
cámara. Mientras Sasha acusaba a Dylan y Gabe de arruinarme
dejándome embarazada.

Esnifo, Claire arranca unos pañuelos de una caja y me los da.


Piscinas de agua salada en la parte de atrás de mi garganta. No, todavía
no llevo el bebé de Dylan. No voy a lastimarlos así. Además, no soy una
idiota.

Sé que lo piensas. Pero estoy en control de natalidad. Esto... Bueno,


esto es estrés o algo así.

—¿Alguna posibilidad de que tengas uno de esos palos en los que


orina la gente?

—¿Una prueba de embarazo? —Claire me frunce el ceño, sus ojos


violetas llenos de preocupación.

—Sí, eso. —Asiento con la cabeza.


221

—Oh, Dios mío, un poco... —Mandy mueve la cabeza a un lado—.


Oh, eso es complicado.
Página
—En realidad. —Claire se levanta de la cama y se dirige a la puerta
del dormitorio—. Tengo un par en mi bolso. —Se lleva un dedo a los labios y
luego sale de la habitación.

¿Y si en realidad estoy embarazada?

¿Por qué siento que ya nada más es importante? No mi trabajo, que


puede que ni siquiera siga teniendo el lunes. No las historias estúpidas de
Sasha que continuará alimentando a los medios de comunicación en un
esfuerzo por llamar la atención sobre su marca, como siempre. No estoy
diciendo que sea fácil de tratar. Quiero enterrar mi cabeza bajo una
almohada y no volver a levantarme por un par de años para no tener que
lidiar con lo que la gente dirá de mí después de ver ese video y leer lo que
Sasha decida compartir. Pero las cosas que me importaban tanto no son
tan importantes. Gabe y Dylan son mi todo.

Mandy se acerca, coge la vela junto a la cama y la huele.

—Así que esta es la guarida de amor secreta de los Bennington. Me


pregunto si tienen algún juguete interesante aquí.

—Basta. No abras eso —susurro a medida que alcanza el cajón de


arriba.

—¿A Sam le gustan los juguetes?

—De nuevo, es mi hermano. —Hago un intento a medias de tirarle


una almohada. Ni siquiera llega al borde de la cama.

—De una forma u otra voy a averiguarlo. —Se sienta a mi lado y me


da un chicle—. Así que puedes decírmelo o no.

—No hablamos a nuestras espaldas —le digo, metiendo el chicle de


menta en mi boca. Cualquier cosa es mejor que su sabor actual.

—Bien. —Gira su mirada hacia el techo—. Bueno, entonces no te lo


agradeceré cuando haga mi brindis por mis damas de honor en nuestra
boda.
222

—Estás loca —le dije. Pero también estoy sorprendentemente celosa


de la manera en que no tiene ningún problema en compartir sus
Página

convicciones con quien crea conveniente.


—Tal vez —concuerda—. Pero sé quién soy y lo que quiero.

—Pero sólo acechas a mi hermano —le recuerdo—. No te


enamoraste de dos tipos.

Afuera llega un auto y la voz de Brock corta la mitad de la queja al


mismo tiempo que una puerta se cierra de golpe. No es tanto alivio como
me gustaría.

—Cierto —musita—. Pero entonces, ni siquiera estoy enamorada de


tu hermano. Al menos no todavía. Eso sería tonto, ya que ni siquiera lo
conozco fuera de mis sueños sexys. Pero tú lo estás. Enamorada de ellos.
No hay nada gris en eso.

—La gente va a hablar.

—Sí, lo harán —concuerda mientras se levanta de la cama—. Es lo


que mejor hacen. Así que, si van a hablar de ti de todos modos, ¿por qué
no te dejas llevar por la felicidad?

—Sinceramente, no lo sé. Quiero decir, porque no es normal estar


enamorada de dos hombres y posiblemente tener un bebé con ellos. —Y
quería tan desesperadamente lo normal y corriente, porque eso era algo
que nunca conseguí con Sasha Sweets como mi madre. ¿Por qué no tiene
la misma promesa de felicidad ahora?

—Tal vez no sea normal, pero tú tampoco lo eres. Los que te amamos
no te juzgaremos. Sólo queremos que seas feliz. —Abre la puerta y duda—.
Y en caso de que no sepas lo que te hace feliz...

—Son ellos. —Me siento. Mi cabeza sigue mareada—. Ya lo sé.


Nunca he sido tan feliz como estos últimos meses. Pero, ¿en serio eso es
suficiente?

—¿Cómo voy a saberlo? —Se encoge de hombros cuando Claire


entra en la habitación con un pequeño palo de plástico blanco en la
mano—. Tal vez deberíamos concentrarnos en un problema a la vez.
223
Página
E
stoy creando un camino en la entrada de grava fuera de la
casa. Después de que Sam me quitó a Summer de los brazos y
me gruñó para que volviera al granero, me distraje limpiando y
ayudando a todo el mundo a prepararse para el ahora tardío comienzo
de la competencia Sweet Treats. Bueno, todos excepto Rick que se fue a
casa a cambiarse. Si no hubiera sido Summer la que vomitó sobre él, sería
muy gracioso. El imbécil se lo merecía. Fue casi satisfactorio ver el horror en
su rostro y la forma en que tragaba una y otra vez. No me sorprende que
no haya regresado a tiempo. Ni siquiera sé qué demonios hacía
participando en el concurso en primer lugar. Nunca se había involucrado
antes.

Dylan refunfuñó que se retiraría hasta que empezó el espectáculo.


Se encuentra demasiado preocupado por Summer para participar. Tan
solo lo presioné para que lo hiciera porque al menos uno de nosotros no
estará pensando en lo que va a suceder ahora.

Summer podría estar embarazada de mi mejor amigo.

Podría no estarlo.
224

De cualquier manera, no importa. No importa cuánto la quiera. O lo


cercanos que seamos Dylan y yo. Esto estaba destinado a terminar.
Página

Eventualmente iba a tener que dejarla ir. Dejar que mi mejor amigo sea el
hombre que tenga todo su corazón. Los dos pueden hacerse felices el uno
al otro.

Simplemente he sido el tercero afortunado, pero sólo complico la


situación. Y yo no soy complicado. Debería haberme mantenido firme y
apartado de ella, porque ahora, alejarme de Summer y dejar a Dylan
hace que me duela el pecho. ¿Cuánto tiempo tardarán en olvidar que fui
parte de ellos?

¿Hasta dónde tendré que ir para no querer volver directamente a


ellos?

Pensar que mi corazón se detuvo ante la idea de que Summer


tuviera a mi hijo. Que por una fracción de segundo mi pecho se llenó de
calidez antes de que los hechos me trajeran de vuelta a la tierra. Nunca
podré darle a la mujer que amo todo lo que ella quiera. Pero Dylan sí
puede.

—¿Qué demonios haces? —Dylan se me acerca—. Nuestra chica


está en la casa. No enterrada en algún lugar del camino. —Me pasa un
brazo por el hombro y me lo agarra tan fuerte que los músculos crujen—.
Vamos.

—Se supone que deberías estar compitiendo. —Miro el granero por


encima del hombro. Parece silencioso desde fuera, pero adentro la
atmósfera estará caldeada. Profesionales y aficionados trabajando lo más
rápido que pueden.

—¿Con ellos? No, hombre. Eres el único contra el que competía.

—Ya no —digo, enderezándome—. No tienes que preocuparte por


eso.

—¿Hablas en serio? —Dylan se detiene bruscamente y se vuelve


hacia mí.

—¿Y si va a tener a tu bebé? —¿Cómo es que no ve esto tan


claramente como yo? —Incluso si no lo tiene. Ella quiere una vida normal, y
225

tal vez algún día eso incluya a los niños. No tengo nada que ofrecerle.
Déjame hacer esto por ustedes dos.
Página
—No puedo creer que hayas dicho eso. —Sus ojos se oscurecen y un
músculo tiembla en su sien—. Pero si tienes tantas ganas de irte, adelante.
Sólo despídete primero para que Summer no espere que vuelvas. Que sea
una ruptura limpia. —Me agarra el brazo tan fuerte que me va a salir un
moretón y me empuja hacia la casa—. Estar los dos con ella era una cosa.
No la compartiré con tu fantasma.

—¿Por qué no ves que esto es lo único que tiene sentido? —me
quejo a medida que me empuja a través de la casa. Podría pelear con él
si quisiera. Probablemente no ayudaría, pero podría retrasar el momento
en que lastime a Summer y tenga que ver ese dolor en sus ojos. Incluso si es
lo mejor que puedo hacer por ella y Dylan. Una sensación dolorosa golpea
rítmicamente dentro de mí y lastima el centro de mi pecho.

—Porque no tiene sentido. —Dylan me mira enojado cuando nos


acercamos a la puerta por la que Claire pasa.

—Ella está bien. —Claire apoya la mano en mi bíceps—.


Avergonzada, confundida y un poco cansada.

—Deberíamos dejarla descansar. —Aunque eso no es exactamente


lo que quiero hacer. Tengo el impulso de entrar en la habitación y atraerla
hacia mis brazos. Dylan estaría justo detrás de mí. Los dos sosteniéndola
entre nosotros, asegurándonos de que está bien. No puedo evitar que la
mujer de esa habitación sea dueña de mi corazón y haré lo que sea para
darle lo que necesite. Aunque no sea yo. No puedo evitar que el hombre a
mi lado signifique tanto como ella.

—Me dijo que les dijera que quiere verlos a los dos. —Mandy sale de
la habitación.

Paso entre ambas mujeres en el angosto pasillo y agarro la manija de


la puerta. Inhalo y exhalo por la boca mientras Dylan me da palmadas en
el hombro.

—Vamos —dice.

Entrando en la oscura habitación, con las cortinas cerradas para


226

bloquear la luz y a cualquier espectador curioso, espero que Summer esté


tendida sobre la cama. En cambio, ni siquiera se encuentra en la
Página

habitación.
—¿Sweets? —llama Dylan y luego se dirige al baño adyacente.

El sonido de la descarga de agua viene de adentro, y luego abre la


puerta. Desaliñada y pálida, tiene círculos oscuros alrededor de los ojos
hinchados. Apoyada en el marco de la puerta, sonríe débilmente, pero la
mano que sostiene una cosa de plástico estrecha tiembla. He visto una
antes. Una prueba de embarazo.

—Estoy aquí. Estoy bien.

Dylan desliza un brazo alrededor de su cintura y agarra el plástico de


su mano.

—¿Esto es una prueba?

—Sí. Estoy esperando a que la orina reaccione con el papel.

—Espera. ¿Acabas de orinar en esto? —Mira fijamente al objeto que


tiene en la mano.

—Yo… —Lo mira—. Sí.

—Creo que voy a lavarme las manos. —Él no la deja ir cuando entra
al baño y los sigo.

Los tres apenas cabemos en la pequeña habitación y Dylan empuja


suavemente a Summer en mis brazos antes de poner el palo en el borde
del fregadero para poder enjabonarse las manos.

—¿Cuánto tiempo tenemos que esperar?

—Un par de minutos. —Su labio inferior tiembla—. Lo siento mucho.


Debería haber tenido más cuidado. Probablemente lo he arruinado todo.
Sé que no querías que las cosas se complicaran. Sé que crees que
deberías irte, Gabe, pero todo esto es culpa mía. No puedo hacerlo bien.
No puedo hacerlo normal. Ya ni siquiera quiero volver a hacerlo así.

Mi corazón casi se rinde y Dylan reprime un sonido ahogado sin


impresionarse. Me estoy engañando si creo que puedo alejarme de ella.
Mientras me quiera aquí, no iré a ninguna parte. Aquí es donde
227

pertenezco. Con ella y con Dylan.


Página
Apartándole el cabello del rostro, lo agarro entre las palmas de mis
manos.

—No sé cómo funciona todo esto, pero nada de esto está mal. ¿A
quién le importa si no podemos encajar en una ridícula noción anticuada
de lo que deberíamos ser? ¿A quién le importa si a tu loca madre no le
gusta? ¿O si tu hermano tiene dificultades para lidiar con ello? Solamente
quiero que seas feliz. Dylan sólo quiere que seas feliz.

—Eso es todo lo que queremos, Sweets. —Termina de secarse las


manos y las envuelve en su cintura—. Eres feliz con nosotros. Encajas con
nosotros.

—¿Qué hay del bebé? ¿El posible bebé? —Sus ojos son brillantes y
relucientes, su voz llena de preocupación.

—Entonces tú y Dylan tendrán un bebé, y encontraremos una


solución. No sé cómo volvemos a ser amigos o...

Dylan agarra cuidadosamente su barbilla y fuerza su atención a él.

—Gabe sería un papá. —Me mira y hay un ligero brillo en su propia


mirada que me hace que necesite tragar—. ¿No pensaste que compartiría
todo contigo?

—Esto es... —Es demasiado. Más de lo que jamás esperé de nuestra


amistad o de esta relación que hemos formado alrededor de Summer. Mi
estómago se contrae tanto que duele. No hay palabras y aunque las
hubiera, quedarían atrapadas en mi garganta.

Me agarra el hombro y lo sacude para que lo mire, a medida que


compartimos una conversación silenciosa que le permite saber cómo este
gesto me destroza por dentro, y me dice que quiere decir cada maldita
palabra.

—Sé lo mucho que te arrepientes de no haber sido padre de Tilly. —


Su voz es áspera, grave y ronca—. También quiero compartir esto contigo.
Tal vez será ahora, tal vez no. De cualquier manera, Summer, tú y yo somos
228

familia ahora. Y en algún momento, si Summer también lo quiere, quiero


tener un bebé contigo, hombre.
Página
—Quiero todo contigo. Con los dos. —Las manos de Summer están
en mi pecho y saber que los tengo a ambos en mi vida es prácticamente
todo lo que puedo soportar—. Serás un gran padre, Gabe.

El agua gotea por mi nariz, mientras los agarro a ambos y me aferro


a ellos. Significan todo para mí. Mi mejor amigo y nuestra chica.

—Está bien, es suficiente. —Dylan se aclara la garganta unos minutos


después y se aleja de mí y de Summer—. Sabemos lo que sentimos el uno
por el otro, no necesitamos llorar por ello. —Arranca un poco de papel
higiénico del rollo y lo usa para levantar la prueba—. ¿Qué significa una
línea?

—Significa que no vamos a tener un bebé —susurra Summer.

—Significa que tendremos que seguir practicando —dice Dylan—. Lo


cual está bien para mí. Todavía no hemos llegado a todos tus dulces
agujeros.

Summer se ríe mientras la agarro y la abrazo con fuerza.

—Significa que no tengo que compartirlos con nadie más.

—Hay mucho tiempo. —La saco del baño—. Mientras nos tengamos
el uno al otro.

—De todos modos, hay cosas que probablemente deberíamos


resolver primero —concuerda Dylan—. Como de quién es la mejor cama.

—Mía —responde Summer.

—Tal vez tu casa es la mejor. Hay más espacio para todos nosotros.

—Lo siento, Sweets, pero tu cama tiene que irse. No podemos


permitir que le hables sucio a algo que no somos nosotros —se burla
Dylan—. Además, no estoy seguro de lo que ves en ella. No es tan
cómoda.

Ella lo mira de una manera juguetona.


229

—No puedes decirlo en serio.


Página
—Sí, lo hago. —Gruñe suavemente a medida que la paro entre
nosotros—. Pero, no te preocupes. Te compraremos una cama lo
suficientemente grande para que los tres la compartamos cómodamente.

—Probablemente voy a tener que conseguir un nuevo trabajo. —


Gime Summer—. Y acostumbrarme a que la gente susurre sobre mi vida
sexual de forma permanente.

—Sólo están celosos, Sweets. —Dylan se inclina para acariciar su


cuello. Luego roza su boca sobre la de ella en una promesa de lo que
vendrá—. Desearían tener lo que nosotros tenemos.

—Jodidamente cierto. —Concuerdo mientras le robo un beso y


susurro sobre sus labios—. Nosotros somos los afortunados.

Envolviendo sus brazos a nuestro alrededor, nos abraza y nos sonríe.

—Llévenme a casa.

230
Página
Dos semanas después…

—Aquí hay otro —grito mientras maniobro entre mesas llenas de


clientes. Un niño pequeño que corre a toda velocidad se desliza entre mis
piernas y salta mientras su madre le dice que se comporte. Sonriendo a la
mujer, paso por encima del niño y termino con una bola de glaseado
aplastada en mi camisa.

—No te preocupes —le digo a la mujer que se disculpa


profusamente a medida que le hago un gesto a Dean, detrás del
mostrador—. ¿Puedes conseguirle a esta encantadora dama un
reemplazo?

—Claro —asiente y agarra un plato mientras paso junto a él para


unirme a Gabe y Summer en la cocina. Cómeme ha sido un manicomio
desde que la verdad sobre nosotros tres salió a la luz. La mayoría son
mujeres. Montones y montones de mujeres. El pobre Dean ha recibido
proposiciones más de un par de veces.
231

—¿Otro artículo? —pregunta Summer, echando un vistazo a la


Página

revista que tengo en la mano. Ya no se estremece, no como los primeros


días. Honestamente, la mejor parte de que el mundo se enterara de lo
nuestro es el hecho de que Summer dejó de preocuparse por lo que
pensaban los demás.

—Sí. —Extiendo el artículo delante de ellos y luego agarro un paño


para limpiar el glaseado de mi camisa—. Una foto impresionante de ti
vomitando sobre Ruckus.

Han pasado dos semanas desde que el video del vómito salió en las
noticias locales y luego se difundió a través de YouTube y otras redes
sociales. Pasaron unos días más antes de que se extendiera a revistas y
páginas web de chismes. La mayoría de los grupos mediáticos más
populares publicó un titular que empezaba con “La hija de Sasha Sweets”,
como si Summer no fuera relevante para la historia. Aparentemente no lo
es para Sasha, que se fue con ese imbécil de Brock y desde entonces no le
ha dicho ni una palabra a su hija.

Gabe sonríe mientras vierte chocolate derretido en moldes.

—Tengo que admitir que podría ser mi foto favorita.

—Ustedes dos son terribles. —Summer niega con la cabeza, pero sus
ojos azules brillan de alegría a medida que acerca la revista—. Tenía una
intoxicación alimentaria o algo así.

—Vamos, no puedes decir que Ruckus no se lo merecía. Hizo que te


despidieran de tu trabajo. —Un asunto que no podría dejar pasar si no
fuera por el hecho de que la mayoría de las maestras se unieron y
finalmente revelaron su estúpido comportamiento misógino y acoso sexual
a la junta escolar. Lo suspendieron, a la espera de una investigación. Y una
vez que la junta escolar termine de revisar las acusaciones, va a ser
despedido. Es el tipo más agradable del mundo, y le pasa esto.

—En realidad, no puedo culparlo por mi desempleo —dice,


agarrando un cupcake del lote que acabo de glasear y despegando el
papel—. Elegí enamorarme de dos hombres y ser el tipo de ejemplo que
muchos padres no quieren para sus hijos.
232

—Mientras no te arrepientas —dice Gabe. Desliza las bandejas de


moldes llenos en el refrigerador de la cocina del café—. Mientras no te
Página

arrepientas de nada de esto. Tu madre…


—Sasha vendrá o no vendrá. —Summer se encoge de hombros y nos
da una sonrisa tensa que no esconde el dolor en sus ojos—. No es como si
hubiera estado realmente allí.

—Nos tienes a nosotros —le digo.

—Y a tu hermano —le recuerda Gabe—. Solo necesita tiempo para


adaptarse. No dejes que nadie te diga que te equivocas por estar con
nosotros.

—No lo haré. No puedo. —Sonríe—. Saben que esta es mi


normalidad, ¿verdad? Estar aquí, con ustedes dos. —Luego muerde el
cupcake—. ¿OmDíomiommsqueesesto?

—¿Esos son los cupcakes de la competencia? —Gabe agarra uno y


se lo come.

—Habrían ganado. —Me encojo de hombros. En su lugar, un chef


pastelero de Nueva York ganó la parte del concurso Sweet Treats del
carnaval con un arco iris construido de macarrones. El año que viene
probablemente tendremos que abrir categorías con lo bien que funcionó
a pesar de empezar con Summer desmayándose.

—Son increíbles. —Summer se lame los labios.

Gabe se queda observando el que tiene en la mano.

—Es como si quisiera tener sexo con este cupcake. Es tan


jodidamente bueno. Cerezas, vainilla y chocolate.

—Salsa —le digo—. Tu salsa de chocolate. Lo resolví esa noche que


pintamos a Summer con glaseado y salsa de chocolate. No puede ser solo
chocolate.

—Por eso me hace querer tener sexo con él. Ya lo tuve. —Gabe se lo
traga—. ¿Vas a ponerle el nombre de Summer?

—Pensaba en Verano Glaseado o algo así.

—Ustedes dos están locos. —Summer se ríe y come otro bocado—.


233

Aunque tengo que admitir que entiendo por qué quieres degustarme todo
el tiempo.
Página
—Estoy bastante seguro que eres tú, mariposita. —La voz de Gabe
baja lo suficiente como para que nuestros clientes no puedan oír mientras
su mirada se oscurece de lujuria y se acerca a su lado—. Tú eres la que
parece no tener suficiente polla en su boca.

—Y en tu coño —murmuro, girando su taburete hasta que quede


enfrente de los dos para poder acariciar el interior de su muslo sin que
nadie lo vea. A pesar de que ella suele quedarse con nosotros a medida
que trabajamos y hemos trasladado todas nuestras pertenencias del
apartamento de arriba de Cómeme a la casa que ahora compartimos, no
puedo tener suficiente de nuestra mujer y tampoco puede Gabe.
Mantener nuestras manos lejos de ella, mantener nuestros labios lejos de
ella, es imposible.

—Hacen que los desee tanto. —Me pone una mano en el pecho y
otra en el de Gabe—. Sus dos hermosos corazones. Sus dos pollas duras
como una roca. Han llenado todos mis huecos con su dulce amor. Nunca
me canso de ustedes.

—No todos tus agujeros —susurro—. Hay un estrecho agujero virgen


que no hemos llenado con nuestro amor.

—Eso está mal, hombre. —Gabe me empuja—. Ella estaba siendo


poética. Tú solo eres grosero.

—Bien. —Resoplo—. Intentaba ser romántico en la forma en que le


dije que queríamos llenarle el culo de semen.

—Maldito infierno. —Sam se encuentra al otro lado del mostrador,


luciendo listo para salir corriendo—. Voy a tener que blanquear mi cerebro
para no tener que ver esa imagen cada vez que hable con mi hermana.
Summer, ¿segura que esto es lo que quieres? Aún puedes volver a Los
Ángeles conmigo.

Al principio Sam se quedó para asegurarse de que Summer se


encontraba bien cuando la gente empezó a hablar de ella y en caso de
que cambiara de opinión sobre dejarnos. Pero no tengo ni idea de dónde
ha estado esta semana ni de por qué sigue en Reverence. Aunque no es la
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amiga de Summer, Mandy, la que lo mantiene ocupado. Por alguna razón


que no puedo entender, parece que ella prácticamente se mudó a
Página

nuestra casa.
—No voy a dejar a ninguno de los dos —dice ella, bajándose del
taburete y yendo hacia su hermano—. Estar con Gabe, estar con Dylan,
eso es lo que me hace feliz. Tú más que nadie sabes lo importante que es
eso.

Nos mira fijamente a los dos por un momento y luego la tensión se


disipa mientras rodea a Summer con un brazo.

—Supongo que, si te hacen feliz, voy a tener que acostumbrarme a


la idea de que son un paquete.

—Eso espero. En realidad, me gustaría no perder a mi hermano por


esto —le dice.

Niega con la cabeza y le sonríe.

—Tengo que ir al aeropuerto. Te llamaré cuando llegue a casa.

—Por favor —dice ella.

Luego se dirige a Gabe y a mí.

—¿Cuidarán de ella? ¿La cuidarán de idiotas y desengaños?

—Siempre. —Gruñe Gabe.

—Claro que sí —acepto.

235

Un mes después…
Página
La vida es lo que pasa cuando estás ocupado intentando estar a la
altura de los ideales de los demás. Han pasado cuatro semanas, tal vez un
poco más desde que elegí mi propio camino. El que tiene dos hombres
hermosos que me aman. En la que me como todos los cupcakes y el
chocolate que quiero sin regaños ni culpa. Es increíble cómo ya no soy tan
golosa. Uno pensaría que habría empeorado. Apuesto a que te preocupa
el tamaño de mi trasero.

Sinceramente, soy exactamente quien quiero ser y como quiero ser.


Y lo mejor de todo es que puedo amar a dos de los hombres más hermosos
que he conocido. No estoy hablando de guapo como Alexander
Skarsgård, ni tampoco macizo como Brock O'Hurn. Dylan es leal, cariñoso y
divertido. Me hace reír cada día enamorándome un poco más.

Gabe es dulce y protector. Es más tranquilo, más serio que Dylan,


pero su corazón es gigantesco y ama profundamente.

Me hacen sentir amada de una manera que nunca experimenté.


Me hacen tan feliz. Mierda, ¿me hacen feliz? Y me ponen cachonda.

Todo el tiempo.

En todas partes.

No podemos tener suficiente el uno del otro.

Estoy contenta de que Claire me diera un trabajo en el Rancho


Bennington ayudando con niños desfavorecidos o dudo que alguna vez
salga de la casa. Algunos de los padres cuyos hijos van a la escuela donde
yo enseñaba tal vez no me aprueben, pero todavía hay personas que ven
más allá de la suma de mis decisiones socialmente inaceptables y están
agradecidas de que yo esté ayudando a sus hijos. Eso es suficiente para
mí. Eso es todo lo que quiero.

Eso y esta noche, quiero llegar hasta el final con mis chicos. Estamos
hablando de sexo anal, gente.

Me pregunto si dolerá.
236
Página
—¿Estás segura de esto, mariposita? —pregunta Gabe a medida
que me lleva a su regazo desnudo.

Se apoya contra una masa de almohadas apiladas contra el


cabecero de nuestra cama gigante, su pecho esculpido caliente debajo
de las palmas de mis manos mientras me estabilizo y me coloco a
horcajadas sobre él.

Detrás de mí, Dylan se arrodilla en la cama. Su aliento cálido y sus


dedos suaves rozan mi espalda y me hacen querer relajarme en su toque.
Pero estoy nerviosa. Un aluvión de alas revolotea en mi vientre ante la idea
de que sus pollas me llenen de esta manera. No tengo miedo de lo que
me hagan. Hemos usado tapones en el trasero varias veces y se siente
bien. Pero Dylan es mucho más grande que un juguete. Él es más ancho y
más largo y me cuesta poner mis labios a su alrededor. ¿Va a caber
siquiera?

—Quiero esto —les digo—. Quiero todo con ustedes. Amor loco,
finales felices, bebés. Incluso sexo anal. Nos pertenecemos el uno al otro, y
quiero compartir cada una de mis partes con los dos. Los amo. Estoy lista.

—Ven aquí —dice Gabe duramente. Sus ojos grises se entrecierran


cuando me agarra por la nuca y me tira hacia abajo para darme un beso.
Desliza su otra mano por mi costado hasta mi cadera y luego la apoya en
mi muslo, sosteniéndome contra él mientras presiona su erección, tan
caliente y dura, contra mi hendidura. Ya estoy ardiendo. Mojada y
necesitada por la idea de estar entre ellos así. Sus cuerpos musculosos
rodeándome de pies a cabeza, sus pollas gruesas llenándome a medida
que ambos me follan al mismo tiempo. Mi coño late anticipadamente
cuando la corona de la erección de Gabe presiona mi entrada.

Emite un gemido que apenas escucho por encima de mi propio


gemido mientras se empuja dentro de mí con golpe suave. Me aferro a él
para mantener el equilibrio ante la súbita plenitud. Es deliciosa. Esta
sensación de conexión.
237

—Monta la polla de Gabe, Sweets —susurra Dylan en mi oído—.


Excítate para mí.
Página
Como si lo necesitara. Sólo sus palabras, sus labios presionados
contra mi oreja me hacen derretirme. Me encuentro moviéndome sin
pensar, girando hasta que Gabe está completamente dentro de mí, luego
me relajo a lo largo de su longitud. Chispas de placer se apoderan de mis
terminaciones nerviosas.

—Mierda, siempre te sientes tan bien, Summer. —Gabe rechina los


dientes mientras mueve sus caderas hacia las mías, creando un ritmo que
no se puede ignorar—. Pero, saber que vas a recibirnos a los dos, que
vamos a follarte al mismo tiempo... —Agarra mi rostro entre sus manos, a
medida que me aplasta contra su pecho—. Estoy tan contento de que
seas nuestra.

Detrás de mí, Dylan desliza su mano desde la parte baja de mi


espalda hasta mi trasero. Presiona un dedo en mi trasero en círculos lentos
y luego lo mete dentro de mí. Me tambaleo y pierdo el ritmo por un
momento mientras me acostumbro a la sensación. Hasta que se vuelve
placentero y me balanceo hacia Gabe con un gemido.

Me hacen trabajar así entre ellos por unos momentos. Dylan


preparándome primero con un dedo y luego masajeando con lubricante
dentro de mi agujero. Gabe mantiene mi atención, con sus manos en mi
rostro y su polla enterrada en mi coño. Y entonces Dylan se pone detrás de
mí y la gruesa corona de su polla presiona caliente contra mi ano.

—Mierda —susurro. Ni siquiera ha entrado, solo empuja suavemente


contra mi trasero.

—¿Estás bien? —pregunta Gabe.

—Tranquila, Sweets —murmura Dylan, sus manos moviéndose


cuidadosamente sobre mi cuerpo, acariciándome mientras espera a que
me adapte—. Relájate.

Gabe me penetra con golpes cortos y medidos y me calmo a


medida que me lleva de vuelta al dulce placer. Una sensación se va
construyendo y me recuesto contra Dylan, dejándolo que me estire
alrededor de su polla mientras lo recibo centímetro a centímetro. Duele un
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poco, pero es más presión que dolor cuando agarra mis caderas y empuja
constantemente hacia dentro.
Página
—Maldición. —Maldice suavemente.

—Mierda. —Gimo inaudiblemente. Estoy tan llena de ellos, sus pollas


metidas profundamente dentro de mí. Es intenso y perfecto y nos une tan
estrechamente. Como si así fuera como siempre debió ser. Gabe, Dylan y
yo nos amamos así.

—Dios. —Gime Gabe, acercándose a mí al mismo tiempo que Dylan


sale un poco para volver a embestir.

Puedo sentirlos moverse dentro de mí. Cada empuje convierte la


presión en una deliciosa fricción que amenaza con abrumarme.

—Tan apretada. —Gruñe Dylan, usando su agarre para follarme más


fuerte y más profundo, mientras Gabe se impulsa dentro de mí.

Estoy perdida entre ellos. Perdida en el placer que me dan. Es mucho


más de lo que he sentido antes. Me llenan por completo, haciendo que
mis paredes interiores se tensen y aprieten a su alrededor. Mis chicos son
implacables a medida que me golpean con sus pollas duras como piedras
y me aman con sus manos y sus labios. Hasta que el placer es demasiado,
demasiado explosivo, y me rompo.

Grito cuando llego al clímax, mi cuerpo es suyo para controlarlo. El


placer sigue y sigue y sigue, y cuando se unen a mí, su semen caliente
pintando mis entrañas, me corro más fuerte por segunda vez.

239

Los tres yacemos en una maraña de miembros mientras intentamos


recuperar el aliento. Summer entre nosotros, el peso de ella aplastando mi
Página

pecho a medida que capto la mirada de Dylan sobre ella. Luce tan
jodidamente feliz, y cuando ella levanta la cabeza yo capto la misma
chispa en sus ojos. La misma sensación que me recorre el pecho todos los
días. Mierda, los amo a los dos. No es que vaya a decirle eso a Dylan,
porque no somos así.

—Eso fue... —dice Summer, todavía intentando recuperar el aliento.

—Increíble —dice Dylan, alejándose lentamente de nosotros.

—Perfecto —le digo y me tomo un momento para detenerme en sus


labios.

—Los amo a los dos. —Sonríe tan ampliamente que hace que mi
corazón lata raro.

—Nosotros también te amamos.

—Muchísimo —dice Dylan, acomodándose en la cama a mi lado,


dejando suficiente espacio entre nosotros para que cuando Summer ruede
entre nosotros la hagamos sándwich.

—¿Puedo preguntarte algo? —pregunta Summer después de que


nos tumbamos allí por lo que se siente como una eternidad, disfrutando de
la dicha posterior.

—Hay bombones en la despensa. Esos de crema de caramelo que


tanto te gustan.

—No. —Se ríe, sus ojos brillando de felicidad—. Quería preguntarte si


te molesta que Dylan haya reclamado mi...

—¿Tu culo virgen? —Refunfuña Dylan posesivamente desde el otro


lado de ella.

Pero no estoy celoso por eso. No cuando se trata de mí, de Summer


y de él. Especialmente con el acuerdo que hicimos.

—Sí, eso. —Se muerde el labio mientras me mira fijamente.

—En realidad, no. —Me pongo de lado y deslizo mi brazo alrededor


240

de su cintura para atraerla cómodamente contra mí al mismo tiempo que


Dylan se mueve para acurrucarla por detrás—. De hecho, tenía mucho
Página

sentido.
—¿Cómo es eso? —Enrolla un brazo alrededor de mi cuello y el otro
se mueve detrás de ella para agarrar la pierna de Dylan.

—Hablamos sobre lo que haríamos cuando finalmente tengas a


nuestro bebé y ambos estuvimos de acuerdo en que tendría sentido que
te casaras con uno de nosotros legalmente —dice Dylan—. Así todos
seríamos iguales.

Aunque esta no es la forma en que planeaba decirle que quiero que


sea mía para siempre, legalmente, mi corazón se ralentiza, preservando el
momento.

—Y como tengo que pedirte que seas mi esposa en papel, es justo


que Dylan sea tu primera vez, ¿no crees?

—¿Me dices que la decisión de casarse conmigo cayó sobre mi


trasero?

—Es un maldito buen trasero. —Dylan lo golpea ligeramente.

—Eso es. —Me quedo sobre sus labios—. Y me sentirás allí pronto
mientras te follemos de nuevo. Pero, quiero ser tu marido.

—Ambos lo hacemos —concuerda Dylan—. Pero, puedo


conformarme con ser el padrino ya que se trata de una boda legal. Así
Gabe será tan papá como yo en lo que respecta a nuestra familia en el
futuro.

—Eres uno de los mejores hombres que he conocido. —Se da la


vuelta para besarlo antes de volverse a mí—. Los dos lo son. Buscaba una
vida simple. Una existencia sin pretensiones. Y, en cambio, encontré un
amor excepcional.

—Todos lo hicimos —murmura Dylan.

Sí, lo hicimos. Y es desordenado e intrincado y más de lo que podría


haber pedido. No podíamos esperar que fuera de otra manera. Cuando
dos mejores amigos se encuentran y se enamoran de la misma mujer
siempre es complicado. Pero, también es exactamente lo que
241

necesitábamos. Es un cupcake gigante de chocolate con crema batida y


purpurina comestible y suficientes cucharas para todos nosotros. Es el
Página

ajuste correcto. Es el perfecto subidón de azúcar.


Página 242
Encontrar al Señor Indicado es fácil.

Lo difícil es atraparlo.

No es que haya sido la chica que deja que


un pequeño rechazo me deprima. O evitar que
logre mis objetivos.

Cuando el Señor Indicado resulta difícil de conseguir, necesito un


poco de ayuda.

Casper Morgan no es el candidato ideal.

En realidad, es grosero, gruñón y mezquino.

También es mi jefe durante el verano.

Y está escondiendo algunos secretos bastante grandes detrás de la


cremallera de sus pantalones.

Ah, y ¿mencioné que todo este falso plan de citas fue idea suya?

Ahora pretendemos estar juntos.

A veces es difícil recordar que es una artimaña.

Especialmente cuando me besa como lo hace. Y me toca como si le


perteneciera.

Quizás el hombre correcto no es el que planeas.

Es el que nunca viste venir.


243

Delicious Boys and Sweet Treats #2


Página
Misti Murphy es una sádica per#@ que le gusta torturar
emocionalmente a las personas ficticias. Si lo hiciera en la vida real
probablemente terminaría en prisión o en una sala psiquiátrica de modo
que prefiere crear hombres alfas que hablen sucio y mujeres sexualmente
frustradas que caen en sus camas. Y si alguien necesita ser golpeado en la
cabeza antes de enamorarse de una jod#%@ vez entonces de hecho eso
le hace muy feliz.

Es una gran creyente en los defectos que nos hacen humanos, y que
no a todo el mundo le gusta el tocino. También es adicta al chocolate y
teme los efectos cuando estos escasean. Maldice como un jod#%@
marinero, y piensa que las obscenidades gráficas deberían ser tan reales
en la ficción como en la vida real.

Cuando no está escribiendo es la perfecta ama de casa y madre.


¡Maldición, jajaja! Cuando no está escribiendo se esconde en un armario
con su Kindle, devorando chocolates y acechando el facebook.

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Moderación
Bella’ y Esther C

Traducción
Bella’

Esther C

Corrección
BelSan Luna PR Tolola

Cherrykeane Sibilor Vickyra

Clau V Taywong YaniM

Recopilación y revisión final


*Andreina F* y LizC

Diseño
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JanLove
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