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UNIVERSIDAD ACADEMIA DE HUMANISMO CRISTIANO

ESCUELA DE PSICOLOGÍA

INTERSECCIÓN DE OPRESIONES SIMULTÁNEAS,

EXPERIMENTADAS

POR MUJERES HAITIANAS EN CHILE

Estudiante: Eugenia Vallejos Fuentes

Profesor Guía: Dr. Miguel Roselló Peñaloza

Proyecto de Investigación para optar al Título de Psicóloga

Santiago, 2020
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RESUMEN

A consecuencia del cierre de fronteras Norte-Sur, Chile se ha transformado en un país

receptor de migración latinoamericana y afrocaribeña. Las mujeres haitianas que han

llegado al país en busca de trabajo se han visto expuestas a empleos transitorios, infor-

males y precarios, que las mantienen invisibilizadas, empobrecidas y excluidas social-

mente. El propósito de la investigación es analizar los significados que las mujeres hai-

tianas construyen respecto de las opresiones que experimentan cotidianamente. Para

ello se realizó un estudio cualitativo de carácter fenomenológico desde una perspectiva

interseccional. Se comprobó que distintas desigualdades interrelacionadas marcan su

situación: raza, género, clase social, sexo, idiomas, educación y cultura. Se aconseja,

por lo tanto, la necesidad de generar políticas interseccionales, cuyos programas migra-

torios sean sustentables y en las que se reconozcan las múltiples opresiones por las que

atraviesan las inmigrantes haitianas.

Palabras clave: Interseccionalidad; opresiones de raza-racialidad-etnicidad; clase-

clasismo y sexo-género; feminismos; decolonialismo.


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REZIME

An rezon de fèmti fwontyè nò-sid yo; Chili vin transfòme an peyi ki resevwa imigran ki

soti nan Amerik latin ak afwokarayibeyen yo. Fanm ki soti Ayiti ki rive nan peyi a vin rann

yo ekspoze ak travay tanporè, enfòmèl e prekè; ki mentni yo envizib, pòv e sosyalman

eskli. Objektif rechèch saa se analize sinifikasyon fanm ayisyèn yo konstwi pa rapò ak

opresyon ke yo eksperimante chak jou. Nan sans saa nou te reyalize yon etid kalitatif de

karaktè fenomenolojik depi yon pèspektif entèseksyonèl. Nou te pwouve diferan inegalite

entèrelasyone ki make sitiyasyon yo: Raz, jan, seks, klas sosyalla, lang, edikasyon ak

kilti. Nan kontèks saa nou montre nesesite pou jenere politik entèseksyonèl, kote pwo-

gram migratwa yo ap dirab e kote yap rekonèt plizyè tip de opresyon fanm ayisyèn yo

travèse.

Mo Kle: entèseksyonalite, opresyon ras-rasyalite-etnisite; klas-klasis ak sèks-jan, fe-

minis; dekolonyalis.
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RÉSUMÉ

Du fait de la fermeture des frontières nord-sud, le Chili est devenu un pays hôte de la

migration latino-américaine et afro-caribéenne. Les femmes haïtiennes qui sont venues

au pays à la recherche d'un travail ont été exposées à des emplois temporaires, informels

et précaires, qui les maintiennent invisibles, pauvres et socialement exclues. Le but de la

recherche est d'analyser les significations que les femmes haïtiennes construisent par

rapport aux oppressions qu'elles subissent au quotidien. Pour cela, une étude qualitative

de nature phénoménologique a été réalisée dans une perspective intersectionnelle. Il a

été constaté que différentes inégalités interdépendantes marquent leur situation: race,

sexe, classe sociale, sexe, langues, éducation et culture. Par conséquent, la nécessité

de générer des politiques intersectionnelles est conseillée, afin que les programmes

d’une migration durable et dans lesquels les multiples oppressions auxquelles les immi-

grantes haïtiennes sont en train de confronter se reconnaissent.

Mots clés: intersectionnalité; oppressions de race-racialité-ethnicité, classisme de

classe et sexe-genre; féminismes; décolonialisme.


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1. INTRODUCCIÓN

Las mujeres haitianas se han visto forzadas a emigrar debido a las condiciones de

inestabilidad social, económicas y culturales del sistema neocolonialista y patriarcal im-

perante en Haití, agravadas además por los desastres naturales que han asolado al país.

En este contexto ha surgido una migración forzada Sur-Sur, cuyo propósito es mejorar la

calidad de vida. Las investigaciones dan cuenta de que en Chile se han establecido con-

textos de explotación y exclusión social hacia las mujeres haitianas inmigrantes (Tijoux

& Palominos, 2015), con expresiones de racismo por el color de la piel e intentos de

sometimiento por ser mujer. Las inmigrantes haitianas deben sobrellevar trabajos transi-

torios e informales (Bustamante, 2017), en los que se ven obligadas a afrontar cotidiana-

mente desigualdades y vulneraciones, situación que las empobrece, excluye y segmenta

socialmente.

Esta realidad, sin embargo, no se limita solo a los contextos laborales, sino que tam-

bién sufren de la hostilidad social y de sus pares. Tales circunstancias las coloca en un

estado de marginalidad, vergüenza y extrañeza respecto de la nueva sociedad. (Tijoux

& Palominos, 2015), muestra que estas mujeres conviven con múltiples prejuicios y opre-

siones que se cruzan. Estos diversos ejes opresivos las han conducido, incluso, a la

pérdida de la vida1. En este escenario de invisibilización y silenciamiento, las mujeres

haitianas cumplen con la promesa de enviar remesas económicas a su familia.

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Un ejemplo son las muertes de Rebecca Pierre y Joane Florvil.
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El número de haitianos que viven en Chile en 2020 ascienden a 186.565, de los cuales

65.097 son mujeres 2. El peso importante de su presencia demanda la realización de

estudios que den cuenta de los contextos opresivos que estas inmigrantes han sufrido

en Chile en los diversos espacios donde se desenvuelven. En este artículo se indagará

en los significados que construyen las mujeres inmigrantes haitianas sobre la triple opre-

sión de género, raza y clase social que han experimentado en nuestro país. La relevancia

de esta investigación es que permite visibilizar estas opresiones a partir de un enfoque

interseccional, que muestra cómo se intersectan por categoría y de forma simultánea.

Ello permite observar las desigualdades con las que estas mujeres deben convivir. Asi-

mismo, pone de manifiesto la necesidad de la elaboración de políticas interseccionales

por parte del Estado que impliquen un cambio en la manera de entender la inmigración.

Desde la psicología crítica se ha puesto a dialogar las diversas subjetividades de las

entrevistadas sobre sus procesos migratorios para construir reflexiones que desembo-

quen en políticas interseccionales de migración que tiendan a implementar prácticas in-

terculturales (Walsh, 2009). La representación de los significados se ha elaborado con

base en dos preguntas: ¿cuáles son los significados que construyen las inmigrantes hai-

tianas respecto de la opresión por razón de raza, género y clase social en su proceso

migratorio en Chile? además ¿Cómo significan las mujeres haitianas, las opresiones

múltiples que Interseccionan de manera simultánea?

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Según datos publicados por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y el Registro Civil en el mes de
marzo de 2020.
7

El artículo propone sacar a la luz las opresiones que ellas sufren en Chile a través de

la exploración del racismo reciente a las que están expuestas, surgido a raíz de las nue-

vas inmigraciones, y cuyo “rostro es mujer de color” (Rojas; Amode & Vásquez, 2015).

Las categorías de análisis parten de la premisa de que las mujeres haitianas están atra-

vesadas por construcciones identitarias que para Ma Isabel Toledo (2012) son esencia-

les, en el desarrollo de pertenecía y el rol que desempeñe en esta sociedad. Tanto en

el contexto por donde transitan, como en la relación que sostienen con las/os otras/os,

hay una tendencia a experimentar opresiones. Frente a esto, el concepto de intersec-

cionalidad permite visibilizar, analizar y abordar estas condiciones de desigualdad y cómo

impactan en su proyecto migratorio. A partir de este enfoque, se intentará demostrar que

las opresiones están interrelacionadas y que no pueden ser resueltas por separado, sino

desde una mirada interseccional. Para ello son necesarios estudios migratorios que con-

sideren la interculturalidad crítica, es decir, que no solo reconozcan, toleren o incorporen

lo diferente, sino que problematicen las estructuras coloniales de poder (Walsh, 2009).

La primera parte del artículo aborda las categorías de raza, género y clase social. La

segunda sección contempla las discusiones teóricas en torno al constructo epistémico

derivado de la dominación colonialista fundamentada en la modernidad capitalista y pa-

triarcal estudiado por filósofas/os y sociólogas/os como Lugones (2008), Curiel (2008),

Dussel (2005) y Quijano (2002). Por último, la tercera sección revisa el género y el bina-

rismo heterosexual, el feminismo decolonial, el binarismo de género y la interseccionali-

dad como categoría de análisis para acercarse a las desigualdades de género experi-

mentadas por las mujeres haitianas.


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Categoría de raza-racialización-etnicidad

La categoría de raza se usó en la “conquista de América” como una jerarquía racial a

la que se asociaban capacidades y comportamientos y que ubicaba a los blancos en el

centro y a las etnias en la periferia. Lo “blanco europeo” fue construido como superior

mientras que a la otredad étnica o de color se le asignaron competencias menores. Más

adelante la antropología negó la existencia de raza. Su tesis es que el mapa genético, a

consecuencia de las migraciones, se ha ido transformado y ha provocado un mestizaje

(Mazettelle & Sabarots, 2016) con roles, marcado por la clase y con un discurso ideoló-

gico que justifica las desigualdades e injusticias sociales (Wade, 2000).

En tal sentido, este artículo utilizará la categoría de racialización-etnicidad de la aca-

démica Ochy Curiel (2007), quien señala que en esta deshumanización hay una intención

ideológica y política de subordinación y que desde esa ideología se puede observar la

existencia de explotación, sometimiento y dominio sobre los grupos colonizados, es decir,

racismo (Almario, 2007). Al igual que Aníbal Quijano (1992), acusa que la colonialidad

desestructuró la vida de las etnias y de las personas traídas como esclavas desde el

África occidental a Abya Yala3.

De igual manera, se realiza un acercamiento a la opresión como constructo teórico de

la barbarie social, examinada esta como el acto de esclavizar y/o someter a personas o

comunidades para asentar la autoridad. Ejemplos de opresión social son el racismo por

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Abya Yala: las etnias Kuna de Panamá y Colombia nombraron “Abya Yala” al continente que luego se

llamó América.
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el color de piel, el sexo y la clase social (Posada, 1980), cuyas víctimas se sienten repri-

midas, discriminadas y humilladas.

El género y la clase social como categorías interseccionales

Money & Herhardt (1982), acuñaron los conceptos de identidad de género y rol de

género —utilizados más tarde por el psiquiatra Robert Stoller (1968)— para analizar las

diferencias entre sexo y género. Gayle Rubín (2019), por su parte, estableció la noción

de género, que separa lo biológico de lo social, lo psicológico de lo fisiológico. El propó-

sito era diferenciar el género de la identidad sexual, entendiendo al primero como una

construcción social. Más recientemente, Marcela Lagarde (2012) realizó una síntesis his-

tórica y reafirmó que el género es una categoría analítica, epistemológica y política, que

transforma el constructo mujer develando que las desigualdades entre hombres y muje-

res corresponden a una construcción histórica y social, refugiada en un androcentrismo.

María Lugones (2008) agregó que el género es una construcción cultural que produce

relaciones de poder. Es decir, el género es un constructo político del sexo que reparte de

forma desigual el poder y los recursos materiales entre las mujeres y los hombres.

En El capital, Karl Marx (1975), señala que la clase social alude al conflicto perma-

nente entre los dueños de los medios de producción y los obreros/as. Marx expone que

en la sociedad capitalista coexisten la burguesía y el proletariado, es decir, que conviven

en total desigualdad de condiciones. Los explotadores son los dueños del capital y los

explotados empeñan su fuerza de trabajo. A través de la clase se establece la construc-

ción política de la pobreza y la riqueza, camuflada como una diferencia natural. En las
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clases sociales actuales se mantiene esta desigualdad económica. El acceso a buenos

trabajos y sueldos imprime un estilo de vida asociado a relaciones de dependencia y

subordinación (Guiddens, 1990).

Martín Baró (1986), ha dicho que las personas se relacionan con su realidad según el

lugar de clase que ocupen, es decir, que demuestran un condicionamiento consciente de

ser parte o no de una clase u otra. Baró supuso que la pertenencia de clase podía llegar

a perturbar el psiquismo de las personas en determinadas situaciones y estructuras.

Acerca del hacer y del quehacer en el mundo, propuso una psicología de la liberación de

las clases oprimidas, poniendo en el centro de los problemas sociales una nueva praxis

psicológica, donde lo comunitario sea una herramienta de reflexión que rompa con los

lazos del colonialismo y la dominación. La contribución metodológica del concepto de

fronteras sociales4 que propone la socióloga Claudia Mora (2019) en el estudio de las

desigualdades interseccionales también es significativo en el análisis de las desigualda-

des institucionales.

Modernidad capitalista, dominación patriarcal y colonialidad del poder

A partir de la teoría de colonialidad del poder (Quijano, 2014) se fue instalando la idea

de un patrón, sobre el cual se fundó la superioridad europea en relación con América. La

dominación se asienta en la colonización del imaginario colectivo de la época, dividido

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Con ello se refiere a una demarcación de fronteras grupales a través de la diferenciación de

clases sociales (Mora, 2019). La categorización del otro surge en relación con la pertenencia o

la exclusión de una comunidad.


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entre colonizadores y colonizados y atravesado por la diferenciación racial binaria

(blanco-negro, europeo- indígena), que dotó de privilegios a los blancos (Quijano, 1992).

Surgen así formas de relacionarse desde la dominación de clases que van a controlar la

subjetividad de los seres humanos a partir de la sumisión social, política y económica.

Desde la filosofía de la liberación latinoamericana (Castro-Gómez, 2005) se demues-

tra que, a través del colonialismo, se instalan las normas asignadas por la cultura domi-

nante. Los colonizadores reproducen un sistema de colonialismo y modernidad sin pro-

tección de los derechos humanos, con desigualdad, negación, sometimiento y exclusión

de los subalternos (De Sousa, 2005).

El sistema patriarcal

Rita Segato (2018) expone que el patriarcado es la forma fundante de todas las de-

sigualdades e injusticias sociales que han experimentado históricamente las mujeres.

Las narrativas míticas subordinan a la mujer a un lugar, privándola de su poder. Este mito

se repite en todas las sociedades y culturas, en los Estados, las instituciones, la familia,

los hogares y en nuestra propia subjetivación. La feminista comunitaria Adriana Guzmán

(2015) señala que se debe reconceptualizar el patriarcado, pues todas las opresiones

nacen y se justifican en el sistema patriarcal. Este es un sistema opresor en el que se

originan todas las violencias que las mujeres viven en sus cuerpos. De esta manera, el

capitalismo se sostiene y reproduce también en el cuerpo de las mujeres.


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Mujeres inmigrantes y las remesas económicas transnacionales

Como señala De Sousa ( 2005) los estudios de los feminismos decoloniales ponen en

cuestión la feminización de la migración al develar un enfoque androcéntrico, eurocén-

trico y de violencia epistémica. Por lo tanto, acá se usará el término de “mujeres migran-

tes” para indicar la migración Sur-Sur. Las contribuciones teóricas de los feminismos de-

coloniales han demostrado las múltiples opresiones y vulneraciones que padecen las

mujeres migrantes, desde violencia sexual hasta ser captadas por las redes mafiosas de

la prostitución.

Según los estudios de desplazamiento, la violencia es estructural: la violencia física,

sexual, económica, verbal y psicológica, el tráfico ilícito de personas, la trata, la discrimi-

nación social en los trabajos y en los espacios públicos son prácticas naturalizadas (Woo-

ding, 2010). El cambio de territorialidad afecta de distintas formas a las sujetas migrantes;

en este sentido, las mujeres haitianas que llegan a Chile se encuentran con un mercado

de empleos precarios (Castles, 2013), que no satisfacen ni promueven los espacios de

integración sociocultural, por lo que terminan por toparse con factores sociales con ca-

racterísticas de esclavitud y dominación vertical.

Desigualdades de género y precariedad laboral

Las mujeres haitianas viajan con sueños de una independencia económica que les

dará la libertad de actuar y tomar sus propias decisiones. Sin embargo, las estadísticas

dan cuenta de que 49% de las trabajadoras de casa particular declara no haber firmado
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un contrato de trabajo (Bravo y Órdenes, 2015). Las migrantes están expuestas a vulne-

raciones de derechos, sobreviven con sueldos precarios y padecen de exclusión social

y abusos laborales por parte de empleadores y compañeras/os de trabajo. Tijoux & Pa-

lominos (2015).Señala la existencia de violencia y racismo institucional. Las muertes de

Rebecca Pierre y Joane Florvil y el Plan de Retorno Humanitario a Haití5 dan cuenta de

la falta de oportunidades y vulneraciones que existen en Chile.

Oyěwùmí (2017), en su libro Invención de mujer, describe cómo se llegó a colonizar

sus cuerpos y mentes. Expresa que son cuatro las categorías de cuerpos racializados:

las mujeres pertenecerían a la última categoría, el excedente, la otra. En ese sentido

Tijoux & Palominos (2015) señala que la mujer de color6 está considerada en el rol de “

negra, fetichizada y racializada” (p.1).

Género y binarismos heterosexuales

La heterosexualidad es un régimen político y colonial. Ochy Curiel (2011) dice que

como lesbiana feminista su deseo se politizó como acto transgresor, político, frente a la

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Este programa fue impulsado por el Ministerio del Interior y Seguridad del Estado para los

ciudadanos haitianos que quisieran regresar a su país. Facilitó el traslado de los migrantes que

así lo solicitaron en aviones de la Fuerza Aérea de Chile previa evaluación de ciertos requisitos

y estableciendo una prohibición de reingreso de nueve años.

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Mujer de color refiere, según Lugones (2008), a armar una coalición entre las mujeres negras,
mulatas, mestizas e indígenas.
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heterosexualidad obligatoria. Por años lo había asumido como una identidad, pero la

heterosexualidad es en realidad un régimen político que trasciende las experiencias se-

xuales, pues está relacionado con los efectos del colonialismo y la modernidad, el bina-

rismo sexual, las expectativas de lo que se cree deben ser una mujer y un hombre, la

diferencia sexual, la expropiación y explotación de los cuerpos de las lesbianas, trans u

otra diferencia, igualmente los cuerpos racializados e indígenas. El régimen heterose-

xual, levantado sobre los binarismos mujer-hombre, blanco-negro, pobre-rico, es en sí

un poder construido en la colonialidad; sin embargo, sigue vigente hasta hoy.

Simone de Beauvoir (2000 [1949]) postuló que “no se nace mujer, se llega a serlo”. La

mujer es una construcción social, pues a partir de normas, leyes y sanciones sociales se

establecen los paradigmas de la feminidad y un modelo de maternidad y de ser esposa.

De la misma manera, se naturaliza la cosificación de la mujer, al reproducirse la existen-

cia de las mujeres en contextos de total desigualdad, sin poder y sometidas al sistema

patriarcal.

Para Judith Butler (2002), el género legitima y naturaliza la heterosexualidad. Esta es

una construcción sociocultural del sistema patriarcal, por lo que llama a ponerla en dis-

cusión y deconstruirla. Desde la teoría queer, Butler (2007) critica la concepción de gé-

nero por su binarismo heterosexual, que no contempla las disidencias sexuales

(LGBTIQ+) y naturaliza las prácticas discriminatorias y de injusticia social.

Feminismos decoloniales: deconstruyendo el binarismo de género


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María Lugones (2008) muestra que las categorías de raza, género y clase social se

cruzan e imbrican en ejes de desigualdades que actúan de forma relacionada y entre-

cruzándose entre sí. Señala que la decolonialidad implica pensar en las clasificaciones

binarias impuestas por la colonialidad, empezando por la división entre lo humano y lo

no humano.

El feminismo decolonial pone en cuestión la categoría de género, pues lo considera

un sistema de opresión que cruza a las categorías de raza/etnicidad y clase social. Re-

flexiona que el género no existió para la mujer de color, sino ésta se transformó en una

pertenecía para el opresor; propiedad y animal a la vez, siendo el género exclusivo para

blancas/ blancos (Lugones, 2008).

La interseccionalidad como categoría de análisis

Kimberlé Crenshaw (1989) indica que la interseccionalidad, es un sistema complejo

de dominaciones múltiples y simultáneas; en donde se intersectan opresiones por razo-

nes de raza, género y clase social. Las cuales impactan de diversas formas en quienes

las padecen: no es lo mismo ser mujer blanca, rica y lesbiana que mujer racializada,

lesbiana y pobre. Es decir, según este enfoque, las diversas identidades confluyen en

múltiples desigualdades. Crenshaw planteó esta crítica para exponer que las intersec-

ciones de género, clase y raza/etnicidad no estaban consideradas por las leyes antidis-

criminación de Estados Unidos.

Luego Patricia Hill Collins (2002) señaló que al hablar de opresiones también se habla

de privilegios. Esto lo explica a través de la alegoría “matriz de dominación”, en la que


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todas las personas han de situarse en calidad de opresor u oprimido. Su aporte está en

el análisis de cómo se producen los privilegios, lo que sirve para explicar la imbricación

de las relaciones de poder (Viveros Vigoya, 2016). Hancock (2007) por su parte, expone

la aplicabilidad del enfoque político de la interseccionalidad.

Curiel (2008) dirá que la interseccionalidad —según las definiciones establecidas por

Collins— es un sistema imbricado de opresiones. Citando a Collins, plantea que esta

intersección de opresiones alcanza cuatro esferas del poder: estructural, disciplinaria,

hegemónica e interpersonal. Como se mencionó, esta perspectiva permite visibilizar las

opresiones, las vulneraciones, el racismo, el sexismo, la esclavitud y la exclusión en el

trabajo.

La filosofa Lugones (2005). Trae al debate que el enfoque interseccional está institu-

cionalizado en el sistema capitalista. Señala que se instauran dispositivos que vigilan,

inmovilizan y dividen a los movimientos sociales. De tal manera, afirma que el enfoque

interseccional no incluye a la categoría de mujer racializada. En consecuencia, expone

hay un vacío político, que no se ha problematizado.

Las mujeres haitianas imbricadas en desigualdades múltiples

Louis Dantil (2016) señala que en Haití persisten profundas desigualdades debido a

las particularidades de dominación tanto de la esclavitud como de las experiencias colo-

niales de sincretismo cultural franco-africano. Las desigualdades tienen un impacto dis-

criminatorio desigual al compararse con las opresiones de las mujeres en otros contextos
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geográficos, políticos y socioculturales. Dantil, da cuenta de que la mujer haitiana siem-

pre ha luchado para ser parte de los espacios políticos. Sin embargo, se la ha mantenido

subordinada y dominada por el sistema patriarcal de los hombres mulatos, que son quie-

nes toman las decisiones.

La activista feminista Merlet (2002) dejar ver que, la mujer haitiana está a cargo de la

familia, es decir, aparece como una figura mononuclear. No existe en Haití, un marco

regulatorio sobre los derechos sexuales y reproductivos de la mujer; ejemplo de ello es

la discriminación sexista en los sectores rurales. Tampoco cuentan con acceso a la edu-

cación y existen altas tasas de embarazos adolescentes, lo que les quita la posibilidad

de desarrollarse, pues deben dedicarse a la crianza de los hijos. Ciertos gobiernos de-

mocráticos han promulgado derechos fundamentales para las mujeres, que gobiernos

subsiguientes han desmantelado, lo que ha generado fracturas y división del trabajo,

desigualdad e injusticia social (Dantil, 2016).

2. MÉTODO DE INVESTIGACIÓN

La investigación sobre la que se sustenta este artículo es un estudio cualitativo, de

carácter exploratorio y con diseño fenomenológico. Su propósito fue el de analizar los

significados que construyen las inmigrantes haitianas, respecto de las imbricaciones

opresivas experimentadas en el proceso migratorio a Chile. Su acercamiento se sitúa en

el pensamiento y/o paradigma decolonial. El Semiólogo argentino Mignolo (2007), invita

a pensar la modernidad desde el ocultamiento, la sumisión y la deshumanización de las


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etnias originarias de América y de las personas traídas en esclavitud. Ello permite refle-

xionar sobre la violencia opresiva, ejercida hacia las mujeres haitianas afrocaribeñas que

están en proceso migratorio en Chile.

La muestra estuvo compuesta por siete participantes, cuyas edades fluctuaron entre

los veinte a cuarenta y un años. Las entrevistadas compartían características comunes,

como el nivel de estudio, la procedencia sociocultural y económica. Entre los criterios de

inclusión muestral se consideró la edad laboral activa (según la información suministrada

por el Ministerio de Extranjería). La mayoría de las mujeres entrevistadas poseen estu-

dios superiores, hablan francés, creole, inglés y español y residen en Santiago. Se ma-

nejó el estudio de casos típicos, como técnica de muestreo. La incorporación de las en-

trevistadas se efectuó a través de la técnica bola de nieve expuesta en Otzen y Manterola

(2017).

En la recolección de la información se efectuaron entrevistas grabadas abiertas semi-

estructuradas, que permiten la flexibilidad necesaria para abordar los contenidos de vio-

lencia experimentados en el proceso migratorio. El encuadre estuvo mediado por el res-

peto, la circulación de la palabra y la escucha activa. Se estableció un consentimiento

informado con las participantes, en el que se aseguró su anonimato. A partir de la técnica


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de análisis de contenido, se identificaron los significados subyacentes en los relatos de

las entrevistadas (González y Cano, 2010).

3. RESULTADOS

Desigualdades interseccionales por género y clase social

Las entrevistadas haitianas, desde su formación universitaria-profesional, prestaron

mayor atención a las dificultades de inserción laboral que existen en la sociedad chilena.

Ellas comprenden que en el marco de la división sexual del trabajo7 hay empleos exclu-

sivos para mujeres y otros para hombres, lo que instala, en el país de llegada, privilegios

y desigualdades sociales entre hombres y mujeres.

La entrevistada 3 (E.3) explica que ella tiene la capacidad de realizar trabajos pesados

pero su condición de mujer le niega esa posibilidad. La división sexual del trabajo (INE,

2011)8 crea brechas que contribuyen a establecer espacios exclusivos donde se sitúa a

las mujeres en las tareas de cuidado:

7
Mead (1994) señala que la construcción cultural de los roles se explica a través de la división

sexual del trabajo. Más tarde, Federici (2013) analizó los métodos de acumulación capitalista que

inducen a una devaluación del trabajo de las mujeres.

8
En este documento se aclara que la división sexual del trabajo está determinada por los roles

de género.
20

[…] para los hombres es más fácil encontrar trabajo […] yo tengo fuerza,

yo puedo hacer trabajos duros, pero son los jefes los que no aceptan: por

ejemplo, en la feria de Lo Valledor hay mucho trabajo, pero parece que todos

son para hombres (E.3, 28 años).

Significados interseccionales por género, raza/etnicidad y color de la piel

Otra entrevistada pone a dialogar la imbricación de las opresiones y los sentidos del

tejido social, que producen exclusiones como: sujeta peligrosa, fea, negra, “no sabe ha-

blar”. Esto la despoja de su condición de humana y la relega al no-ser (Fournier-Pereira,

2015):

Dicen que nosotros venimos a quitar su trabajo […] los haitianos pensamos

que por el color de la piel y también nuestro idioma hay racismo, los haitianos

son feos, son malos, no hablan español (E.4, 34 años).

Desde los tiempos de la Colonia el término “negra” es peyorativo. Sitúa a la aludida

en un lugar desde donde se aniquila a la otredad, se la rebaja, se sitúa en un lugar de

sumisión por el color de la piel (Segato, 2003):

[Mirando al suelo] En la calle, me dicen: “¡¡Sal de aquí negra!!” [...] miro

para el suelo, me siento mal, triste, y con pena, me discriminan por el color de

la piel (E.2, 25 años).

La cachetada en el rostro que relata otra de las entrevistadas es otra muestra del

poder de dominación que ansía tener el macho patriarcal y que busca restaurar con ese
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gesto (Segato, 2003). Esta autora señala que la violencia sexual es una muestra de la

dominación y el control que la sociedad patriarcal usa para reducir y poner en un lugar

de inferiorización y opresión a la mujer. La performance de Las Tesis “Un violador en tu

camino” habla precisamente de este mecanismo 9:

Una amiga, un día, estaba en Mapocho y vino un hombre chileno y le pegó

en la cara, una cachetada muy fuerte, tanto que hoy ella no escucha bien y

tampoco puso denuncia (E.6, 35 años).

En este fragmento se evidencia el maltrato que reciben las mujeres inmigrantes. Los

hombres se valen de la restauración mítica del poder sobre las mujeres. Ansían sus cuer-

pos, apropiarse de su intimidad e imponerse. Ellas son cosificadas, silenciadas y despo-

jadas de sus pertenencias (Segato, 2003). Estas situaciones de violencia fracturan sus

procesos de construcción de identidad. Asimismo, se encuentra en un contexto, donde

son aisladas, maltratadas e invisibilizadas:

En el paradero […] había mucha gente esperando para subir al bus [...] un

chileno comenzó a tirarme y pegarme, yo me puse a gritar: “¿por qué tú me

9
Las Tesis es un colectivo de mujeres feministas de la ciudad de Valparaíso que nace en el
contexto de las protestas en Chile en 2019. Su objetivo es manifestarse sobre la violencia que
recae sobre las mujeres, cuyo origen está en el sistema patriarcal de poder. “Un violador en tu
camino” es una performance, un canto de protesta, que tuvo un alcance e impacto a nivel mundial.
22

pegas?” […] En el Puente Mapocho, dos chilenos robando mi celular […] ellos,

pegó en mi cara (E.6, 35 años).

Las mujeres haitianas atravesadas por desigualdades múltiples y simultáneas

La subjetividad de las mujeres haitianas está permeada por el sistema patriarcal, pues

han naturalizado el control que este ejerce sobre sus cuerpos. En ese sentido, Chile era

imaginado como un país acogedor, sin embargo, en los fragmentos citados a continua-

ción, las mujeres haitianas entrevistadas dan cuenta de que sus proyectos de vida se

vieron fracturados pues llegaron a un país xenófobo, que no recibe bien a los inmigran-

tes. Los trabajos son informales, precarios, existe racismo, clasismo y cosificación se-

xual. La cultura chilena se resiste a la idea de convivir con la cultura haitiana. Cuando E7

(20 años) mira al suelo y cuenta: “Los chilenos son racistas con nosotros”, lo que trans-

mite es que la cancelación de las oportunidades de trabajo la coloca en un lugar de su-

misión, la inhabilita en sus derechos (Carrère & Carrère 2015).

Otra entrevistada relata que las haitianas que estudian en instituciones educativas

chilenas en jornada vespertina suelen ser agredidas de palabra por compañeros/as lo-

cales. Y lo más grave es que el profesor se hace parte de estas agresiones:

El profesor les ha dicho a los alumnos de la sala de mi clase que es verdad

que los inmigrantes son responsables de todo lo que pasa acá en Chile, en el

trabajo […] [porque] ellos aceptan cualquier sueldo (E.1, 40 años).

Además, el profesor no les respeta las formalidades evaluativas y les solicita las prue-

bas antes de tiempo. Y situaciones como esta se repiten:


23

(…) si llegamos atrasados y tocamos la puerta, el profesor no quiere abrir

la puerta, se demora en abrirla; pero si es un chileno él abre altiro la puerta.

[…] [La entrevistada suspira largamente y dice] Hay otra cosa triste cuando

nosotros, los haitianos, estamos en la sala escribiendo y la mayoría de los/las

chilenos/as salen a recreo y nos apagan la luz. Lo hacen para hacernos enojar

a nosotros, siempre hacen eso (E.2, 25 años).

En estos testimonios se observa que tanto el profesor como los/las compañeros/as de

la sala de clase oprimen a las estudiantes haitianas y que ellas no se defienden ante las

desigualdades y agresiones que reciben. Por una parte está la barrera idiomática, y, por

la otra, ellas prefieren guardar silencio.

Enrique Dussel (2005), explica que la modernidad capitalista tiene dos caras: una

oculta, donde están las personas que han sido inferiorizadas, esclavizadas, y otra con

rostro blanco, donde están los dominadores, los usurpadores del poder. Las mujeres

haitianas que llegan a Chile deben vivir en el lado oculto, sin privilegios y sometidas,

obligadas a aceptar sueldos miserables para poder enviar remesas a sus familias.

Las mujeres haitianas experimentan opresiones que las excluyen de la vida econó-

mica y social. Su proyecto de vida se ve condicionado por las desigualdades múltiples y

simultáneas que padecen y que se producen en los distintos impactos interseccionales,

en el encuentro con los otros (Crenshaw 1989). Por ende, quedan invisibilizadas y ex-

puestas a múltiples vulneraciones de derechos y, al mismo tiempo, precarizadas laboral-

mente (Tijoux & Córdova, 2015).


24

En las siguientes citas se habla explícitamente del racismo por el color de piel que

subyace en todos los testimonios. El cuerpo como marca es interpretado como las opre-

siones de poder que impactan y surgen las distintas desigualdades (Lugones, M.; 2008):

[…] la discriminación es por el color de la piel, por no hablar el idioma, así

abusan, más cuando uno no habla el lenguaje, se aprovechan más. (E.6, 35

años).

[…] tenemos el Bip y ellos no nos abren la puerta […] los buses pasan, se

detienen y te llaman. Uno corre y no te abren la puerta (E.6, 35 años).

Todas las entrevistadas mencionan muchas palabras ofensivas y las registran como

violencia verbal. El país que han elegido para vivir no las quiere recibir (Dorsainvil, 2017):

Los chilenos usan formas groseras para señalar a su comunidad: “mona, vete de aquí a

tu mierda de país” (E.6, 35 años). Es un discurso racista enraizado en la sociedad desde

tiempos de la Colonia (Tijoux & Córdova, 2015). La cultura chilena ha cultivado formas

xenófobas y de dominación sobre las personas diferentes, que surgen en los discursos

de los medios de comunicación y las políticas de Estado (Castro-Gómez & Grosfoguel,

2007). Ejemplo de ello son las siguientes impresiones de una entrevistada:

[…] es un prejuicio racista el de la señora que atiende el quiosco […] no

escuchó lo que dijo mi amigo, solo pensó que “viene un negrito” (E.1, 40 años).
25

En el siguiente fragmento se observa crueldad, negación y silenciamiento. También se

aprecia acoso psicológico, xenofobia y burla:

Cuando estoy trabajando algunas personas me dicen “no te veo, no te

veo”, porque como soy negra, por eso lo dicen [se ríe] (E.4, 34 años).

Quijano (2014), expresa que la raza es la categoría que organiza a las personas en la

condición de humanos y no humanos a través del poder organizado en una estructura

colonial. Curiel (2007), agrega que, en el proceso colonial, la clase social es absoluta,

pues detenta el poder y la hegemonía para esclavizar a los no blancos, definiéndolos

como la “otredad” afrodescendiente. En el relato expuesto a continuación se puede inferir

claramente que las mujeres haitianas tienen conciencia de que su color de piel no cumple

con los cánones de belleza hegemónica (Cunin, 2003):

Nosotros somos un poquito negro […] con una ropa nueva se hace más

bonita para un negro que para un blanco. Yo hablo con mis compatriotas para

que los chilenos no tengan oportunidad de hablar mal ni discriminar (E.1, 41

años).

Remesas en condiciones laborales precarias e informales

Las inmigrantes haitianas en Chile se sienten frustradas, pues han comprendido

lo difícil que es el acceso a una fuente de trabajo (Sánchez, Valderas, Messenger & Sán-

chez, 2018). El país no cuenta con políticas de migración que mejoren su situación labo-

ral y su bienestar social (ídem). Por ende, está surgiendo drásticamente el empobreci-
26

miento y deben aceptar empleos de servicio doméstico, manufactura o economía infor-

mal. El ejemplo a continuación grafica muy bien las profundas desigualdades en el tra-

bajo por razones de género. La entrevistada es enfermera titulada, a diferencia de su

hermano, que solo terminó la secundaria y llegó a trabajar a Chile:

Para buscar trabajo puedo decir es muy difícil para mí. Mi hermano, que

vive en Curanilahue, tiene trabajo […] él es un hombre, yo soy una mujer. (E.3,

28 años).

Glick Schiller & Fouron (2003) indican que la migración afrocaribeña intenta mejorar

su calidad de vida a través de la obtención de un trabajo que les permita sostenerse y

enviar remesas económicas a sus familias. Sin embargo, los abusos laborales (Stefoni,

2011), aumentan y también las denuncias a la Inspección del Trabajo 10 por parte mayo-

ritariamente de hombres haitianos, ya que las mujeres no denuncian por temor a ser

despedidas. Una entrevistada relata que trabajó en una empresa donde el jefe no pagaba

sueldos a fin de mes, sino que daba pequeñas sumas de dinero por concepto de ade-

lanto: Una vez me encontré con un chileno jefe que no pagaba […] sueldos a fin de mes,

sino solo adelantos, 20 u 80 lucas (E.6, 35 años).

Cada vez son más las mujeres que viajan con el objetivo de mejorar su calidad de vida

y enviar dinero a sus familias (Landry, 2017). No obstante, como decíamos, se enfrentan

10
El pago de las remuneraciones no debe exceder los 30 días, de lo contrario el empleador
estaría transgrediendo la ley (Código del Trabajo, Art. 55).
27

con la informalidad y la precariedad de los trabajos, escenario que dificulta cumplir con

la promesa de las remesas económicas:

Cuando no tengo trabajo, no envío (…) solamente mi hermano me trans-

fiere a mi cuenta y yo lo saco para enviarlo a ellos […]. Nunca me voy a sentir

feliz sin trabajo (E.3, 28 años).

Esta joven, por el hecho de ser enfermera, se ha dedicado al cuidado de mujeres de

la tercera edad. Viajó a Chile con mucha ilusión, pues venía con formación profesional.

A poco de vivir aquí percibió que la sociedad no valoraba sus estudios profesionales, a

pesar de que habla fluidamente cuatro idiomas. Aunque percibe que ser mujer de color

se conjuga con un escenario de desigualdades y desventajas, la entrevistada relata que

ser parte de una comunidad religiosa le ha dado fuerza para mantener la esperanza. Su

identidad se sostiene a partir de la mirada solidaria de la comunidad religiosa (Mead,

2015). Su relato revela cómo ha estado expuesta a la vulneración de sus derechos y a

múltiples opresiones, que conllevan incluso agresiones verbales y físicas:

Esa abuelita me golpeó, ella tenía discapacidad no podía pararse […],

cuando yo intentaba lavarla […], ella me golpeaba con sus pies (E.3, 28 años).

El extracto siguiente corresponde a una estudiante-madre de tercer año de auditoría.

Luego del paso del huracán Matthew no pudo concluir la universidad, sus padres se

quedaron cesantes, ante lo cual el padre decidió que ella viajara a Chile. Aunque la en-

trevistada es mayor de edad, aceptó esta decisión en silencio y a sabiendas de que se

exponía a múltiples vulneraciones, desde violencia sexual a ser captada por el tráfico
28

ilícito y la trata. En esta actitud se vislumbra sometimiento de su parte de su parte ante

la autoridad patriarcal (Wooding, 2010):

[…] trabajé en una casa muy duro, me explotaban mucho […] tenía que

trabajar hasta las diez de la noche y partía a las seis de la mañana del día

siguiente. Se trabaja todo el día (…) tenía que hacer todo, lavar, planchar,

jardín, cocinar (…) (E.4., 34 años).

Mujeres inmigrantes atravesadas por desigualdades

Las entrevistadas, aunque pertenecían a las clases acomodadas de Haití, debieron

salir en migración forzada11. En sus relatos expresan que en su experiencia en Chile se

han sentido atravesadas por opresiones y privaciones de poder (Segato, 2003).

En el siguiente fragmento se aprecia que la entrevistada está conformada por una

matriz de opresiones y privilegio a la vez. Esto le permite, por una parte, resguardar sus

derechos, pero por otra siente que en nuestro país no se integra a las personas de color.

Esto la lleva a experimentar en su propio cuerpo la sumisión. Ella habla perfecto inglés,

francés, español y creole y tiene estudios de ciencias jurídicas. Cuenta que los privilegios

con que creció en Haití le han permitido poner los límites necesarios para no exponerse

a situaciones de opresión:

11
Personas desplazadas por factores como desastres naturales e inestabilidad económica

(Gzesh, 2008).
29

[…] trabajo con una chica chilena […] me ofrece de comer. Le digo que no,

gracias. Ella me dice: “¿por qué tú no quieres?, tú eres de Haití, allá la gente

no tiene comida” […] sí, soy de Haití y no todos, en Haití, tienen hambre […]

en casa pensé “¿qué piensan los chilenos?”. No quiero trabajar más con esta

chilena. Yo me sé defender (E.1, 40 años).

La entrevistada agrega: “los chilenos son racistas con nosotros por el color de la piel,

en especial cuando se trata de mujeres”. Esta mujer problematiza y pone en cuestión las

situaciones de sometimiento y barbarie que se viven en Chile. Para Patricia Hill Collins

(2002), la desigualdad interseccional se produce en distintos niveles. Según ella, es fac-

tible observar una matriz de privilegios y opresiones de forma simultánea:

Recién llegada aquí a Chile, le dije a la chica que vive en el departamento

que tenía que hacer un trámite en una municipalidad […] la señora que toma

mi número me llama y mira a mi compatriota. “¿Qué quieres?”, le dijo a ella

[…] “ella está recién llegada aquí en Chile”. “No, a mí no me interesa, no me

interesa si ella quiere trabajar aquí, ella tiene que hablar, porque aquí en Chile

no hablamos creole, solamente castellano” […] Le dije a mi amiga “¡siéntate!”.

“¿Tú tenías problemas con ella?… Veo que tú quieres defenderla…” Luego

dice: “¿a ti qué te falta?, ¡tú respondes a todo!” Entonces me felicitó. Luego la

señora me llama y me dice solo a mí que el viernes hay una compañía que

viene a hacer entrevistas a las 11 am (E.1, 40 años).


30

En el análisis de las voces de las dos mujeres que van juntas a la municipalidad se

observa que tanto la clase social como el conocimiento del idioma es concluyente para

recibir un mejor trato. Los conocimientos que poseen las entrevistadas las pone en ven-

taja con respecto a sus conciudadanas que vienen de zonas rurales, sin idioma ni estu-

dios superiores. El conocimiento se transforma, así, en un dispositivo de privilegio, que

las sitúa en un lugar de poder, comenzando con la instrumentalización del idioma a su

favor. Esto es percibible en el testimonio anterior, donde la entrevistada obtiene informa-

ción no así la acompañante. Esta última, al no conocer el idioma, se transforma en víc-

tima en una situación donde confluyen desigualdades por categoría de género y etnicidad

y/o racialización.

Mujer inmigrante en medio del estallido social

El 18 de octubre de 2019 grupos de estudiantes secundarias y secundarios saltaron

los torniquetes del metro en protesta por el alza de 33 pesos en este transporte. Ese fue

el detonante de un estallido social que dio expresión a un descontento masivo contra el

modelo neoliberal. Con él se pudo oír un clamor mayoritario que denunciaba la precarie-

dad de los trabajos informales, los abusos y los bajos sueldos. Se escucharon también

los reclamos por las diversas opresiones que sufren las mujeres y las personas

LGBTIQ+. Lo que hemos corroborado en nuestra investigación es que las mujeres mi-

grantes haitianas forman parte de la población más expuesta a todas estas injusticias.

En este artículo en que se problematizan las opresiones que ellas padecen en sus

procesos migratorios cabe citar a Rita Segato, quién llama a deconstruir el poder del
31

patriarcado y a una existencia de las mujeres diversas en igualdad y justicia social. De-

construir el poder colonial es romper con el discurso hegemónico, androcéntrico y euro-

céntrico colmado de privilegios para la clase dominante. La transformación social es un

imperativo para romper con las opresiones experimentadas durante siglos. Las poblacio-

nes originarias, afrodescendientes y mestizas demandan igualdad y justicia social en La-

tinoamérica y el Caribe (Curiel, 2007).

En el caso de una joven madre que llegó a Chile en búsqueda de una cura para su

hijo de 15 años, quien sufre de una dolencia al corazón y que debe ser operado, podemos

visualizar la triple opresión a la que se ha visto sometida y el trato desde la sumisión

social que recibió:

[Se impacienta mientras relata las opresiones] Consulté a la señora si yo

podía salir del trabajo a las 14:00 hrs. […] la señora me castigó por preguntar,

me obligó a trabajar hasta las ocho de la noche […] yo perdí el metro, cami-

nando desde Escuela Militar hasta Moneda. De las 20:30 a 00:30 am […] tuve

mucho miedo, no volví a trabajar (E.6, 35 años).

No sé por qué algunos son chilenos racistas con los haitianos […] nosotros

muy buenos para trabajar; también no nos respetan los horarios del trabajo.

Yo estoy aquí pues mi único hijo está enfermo del corazón y los hospitales

de Haití no tienen la operación del corazón (E.6, 35 años).

La vida de las mujeres haitianas en Chile está atravesada por opresiones múltiples

que se Interseccionan de manera simultánea y producen discriminaciones que afectan a


32

los propósitos de sus proyectos migratorios. Para la entrevistada, salvar la vida de su

hijo es el imperativo. Sin embargo, aún no ha podido hacerlo venir. Relata que en Chile

se ha empobrecido y no ha logrado reunir el dinero para traer a su hijo:

Acá yo vivo pobre, no como bien, no tengo trabajo, en mi país yo tengo un

almacén […] mi cuenta corriente, mi habitación, mis cosas […] aquí no tengo

nada (E.6, 35 años).

Su compatriota corrobora: ¡Ser mujer aquí en Chile, no saber hablar caste-

llano y no tener trabajo es un desastre! (E.1, 40 años).

4. CONCLUSIÓN

Con nuestra investigación hemos verificado que las mujeres haitianas construyen los

significados de las opresiones que experimentan a diario por su procedencia, el color de

la piel y ser mujeres. Lo que vivencian son intersecciones de desigualdades que conver-

gen en opresiones múltiples y simultáneas, que dan forma a las distintas discriminacio-

nes. Sus experiencias, sin embargo, son disímiles, pues dependen de la clase social de

origen, la formación recibida, el nivel educacional y la alfabetización idiomática. Ellas

expresan que estas experiencias opresivas recaen sobre todo en la categoría raza/etni-

cidad. El color de la piel es el determinante principal, en el trato que reciben de la socie-

dad chilena. Señalan que se han sentido esclavizadas en sus trabajos (puertas adentro,
33

en casas particulares), sin respeto por sus horarios ni derechos laborales; expuestas a

múltiples abusos y a violaciones de sus derechos humanos.

Con respecto a la categoría de género, las mujeres haitianas han experimentado in-

contables vulneraciones, tanto de violencia física como psicológica, por parte de la cul-

tura patriarcal latinoamericana y del Caribe. Violencias que, desde tiempos de la Colonia

subjetivó a las mujeres de color, como no humanas. La sumisión de la mujer haitiana se

advierte en su docilidad, su disposición a asumir las tareas de cuidado y en su atención

esmerada al marido. Con respecto a la clase social, la sociedad chilena les otorga un

lugar por su apariencia y procedencia. Por consiguiente, se problematiza la necesidad

de instrumentalizar el idioma castellano como conductor del proceso migratorio y de in-

tegración a la nueva cultura. Por todo ello se recomiendan políticas interseccionales a

nivel del Estado para aplicar esta perspectiva a través de talleres y contribuir con herra-

mientas, en bien de que las mujeres haitianas se empoderen y exijan sus derechos; para

poner los límites al trato opresivo.

En conclusión, se debe poner atención a los efectos discriminatorios por categoría y

a las relaciones de desigualdad en los distintos niveles de las categorías; que se impac-

tan, imbrican y se interrelacionan. Considerando que es un derecho humano: migrar,

construir identidad y pertenecer al lugar que se habita.


34

5. REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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