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ARTE Y ARQUITECTURA EN EL VIRREINATO

INTEGRANTES: CHIROQUE MEDINA


JAHNIEL JESHUA. ALFARO QUIROZ
SEBASTIAN NICOLAS
TEMA: ARTE Y ARQUITECTURA
VIRREINAL
GRADO Y SECCION: 3°A

INFORME CC. SS.


ARTE Y ARQUITECTURA EN EL VIRREINATO

INTRODUCCION: El Virreinato del Perú fue una entidad


colonial que incluía gran parte de lo que hoy
conocemos como Perú, Bolivia y partes de Ecuador,
Colombia, Chile y Argentina en el momento de la
colonización española de América. Durante este
período, que duró de 1542 a 1824, se desarrolló un
estilo de arte y arquitectura floreciente y
distintivo, que refleja una fusión de influencias
indígenas, españolas y africanas.
El arte del Virreinato del Perú se caracterizó por
su riqueza y diversidad, abarcando muy diversos
campos como la pintura, la escultura, la
orfebrería y la arquitectura. Los artistas métis e
indígenas jugaron un papel fundamental en la
creación de estas obras, incorporando elementos
de sus propias tradiciones culturales a las
creaciones artísticas.
En arquitectura destacan los edificios religiosos,
como iglesias y catedrales, que presentan una
combinación única de influencias barrocas
españolas e indígenas. Estas estructuras suelen
presentar ricos detalles decorativos, fachadas
ricamente decoradas y altares de madera
intrincadamente tallada. Un ejemplo notable es la
Catedral de Lima.

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El Arte y cultura en el virreinato: Con la llegada de los
españoles al territorio del Perú, la producción activa de
elementos simbólicos y representativos andinos (lo que
hoy llamamos arte prehispánico) sufrió un retroceso sin
precedentes. La incompatibilidad entre la percepción
española (basada principalmente en el realismo) y la
tradición andina (basada en el simbolismo) significó que,
por falta de comprensión del mensaje, los españoles
destruyeron casi todas las formas de representación
local. Los peninsulares no entendieron las quilcas o
tablillas de dibujo, quipus, tumbapus o dibujos
iconográficos de los incas, porque no encontraron
elementos cercanos a su tradición visual.
Con este fondo visual, los españoles utilizaban imágenes
de Cristo, la Virgen María, santos, etc. llevaron a cabo
las primeras misiones en el vasto territorio del Perú, ante
la mirada atónita de los indígenas. Esta medida resultó
muy eficaz porque permitió a los indígenas comprender
mejor la fe cristiana.
El arte durante los primeros años del virreinato estaba
reservado a personas religiosas y sus usos prácticos eran
principalmente propagandísticos. Esta tarea no se trata
sólo de pinturas o imágenes. Esculturas de diversos
tamaños y retablos fueron herramientas imprescindibles
para los misioneros católicos.

La ciudad de Lima jugó un papel destacado en el


desarrollo del arte en el Virreinato del Perú. El rápido
crecimiento urbano, la acumulación de riqueza por parte
de los encomenderos y la construcción de templos e
iglesias alimentaron la demanda de pinturas y esculturas
en las principales ciudades del reino español. Se da

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especial preferencia a obras de Flandes e Italia, aunque
también gozan de gran demanda obras de Sevilla y
Andalucía.

Lima, como centro político del virreinato más importante


del siglo XVI, fue un lugar importante para destacados
artistas que no dudaron en venir a dedicar su arte a la
iglesia.
Se destacan Angelino Medoro, Bernardo Bitti, Mateo Pérez
de Alesio, entre otros.
Otro factor importante en el desarrollo del arte durante
el período colonial fue la sofisticación de la
arquitectura religiosa. Los templos fueron confiados a
constructores que dominaban las técnicas de construcción
con piedra y barro, por lo que levantaron estructuras de
buena calidad, muy superiores a las realizadas en otros
lugares del continente. Basta mencionar los monasterios
e iglesias de Santo Domingo, San Francisco el Viejo, San
Pedro, Las Trinitarias o La Merced para demostrar el
refinado gusto estético de los constructores limeños.
Dentro del virrey, la situación no era diferente. En Cuzco,
Arequipa, Cajamarca, Huamanga, Puno y Trujillo hay una
clara tendencia a la búsqueda de una lengua propia,
basada en el uso de elementos locales. El uso de la piedra
tallada en Arequipa o la Piedra en Cuzco es un claro
ejemplo de la adaptación del arte europeo y su
transformación al uso local.

Otro punto notable en el recorrido artístico en el


Virreinato del Perú fue el surgimiento del estilo barroco.
Como parte de la contrarreforma de la Iglesia, el estilo
barroco buscaba despertar la sensibilidad del

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espectador a través de los sentidos más que a través de
la razón. Es por esto que este estilo se caracteriza por
una alta concentración de elementos y ornamentos
(principalmente relacionados con temas religiosos) y
también por el cuidado con el que los artistas los
colocaron para crear una atmósfera de misterio y
ascetismo.
El barroco dominó el arte en el Perú durante casi 200 años
y dejó su huella en la pintura, la escultura, la
arquitectura, la música y la literatura. Hubo muchas
influencias extranjeras, aunque la respuesta del Perú
fue claramente indígena. El estilo barroco fue
reinterpretado y el resultado fueron obras de gran
calidad que no lograron captar los elementos simbólicos
y realistas que exigía el estilo barroco.
El siglo XVIII se caracterizó por la aparición de nuevas
tendencias provenientes de Francia, Austria y Alemania.
El arte ya no es prerrogativa de los religiosos; Por el
contrario, los plebeyos y la corte real fueron los
principales compradores de estas tendencias. Uno de estos
estilos es el rococó. Impulsado por los reyes Borbones,
este estilo ejemplificó una estética sofisticada y
sofisticada, expresada principalmente en la pintura y la
arquitectura. Destaca la torre de la Catedral de Santo
Domingo, un bello ejemplo del estilo rococó en el Perú y se
dice que fue proyecto del virrey Manuel Amat y Juniet.
El patrón neoclásico apareció a finales del siglo XVIII,
producto de las corrientes ilustradas. Los mayores
beneficiarios de esta tendencia fueron los criollos, pero
también fue bien recibida en la política virreinal. Matías
Maestro fue el iniciador de este movimiento y expresó su

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arte no sólo en la pintura sino también en la
arquitectura, de la cual fue el máximo representante.
Escultura: La diferencia entre el simbolismo andino
(basado en la concepción geométrica de la realidad) y el
realismo español no permite una interpretación completa
de las obras creadas antes de la aparición de la
península. La tradición de la que proceden los españoles
no requiere conocimientos previos de los elementos: basta
con mirar la mesa para entender el mensaje del autor.
Por otro lado, las tradiciones andinas requieren el
conocimiento de símbolos generalmente reservados sólo
para la élite de la región.

Fue este desconocimiento el que llevó a los españoles a


minimizar la importancia de las obras creadas por los
pueblos andinos y les llevó a destruir la mayoría de
ellas. Sólo los quipus y algunos uncus quedan junto al
tapapus como ejemplo de la complejidad simbólica del
mundo andino.
Ante esta situación, los indígenas fueron apropiándose
poco a poco del lenguaje artístico traído por los
españoles. Otros, los más hábiles, lograron plasmar sus
creencias en pinturas representativas de la sagrada
familia, superponiendo para ello elementos andinos sobre
figuras sagradas.

Las pinturas jugaron un rol importante después del primer


desencuentro entre las tradiciones españolas e incaicas.
Los peninsulares se dieron cuenta de este gran obstáculo
y decidieron romper la falta de comunicación entre ambos
grupos utilizando la pintura. En la etapa de
evangelización los cuadros de la sagrada familia, de
Cristo crucificado, de santos y mártires fueron utilizados

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como herramientas para la enseñanza de la fe católica.
Así, durante la segunda parte del siglo XVI, la pintura al
igual que otras manifestaciones artísticas fueron
monopolizadas por la iglesia. Con el afán de una mejor
evangelización encargaban muchos cuadros con temas
específicos (alusivos a la sagrada familia, pasión de
Cristo, etc.) a los más importantes talleres andaluces y
sevillanos.
En estos trabajos se nota la influencia del renacimiento
italiano. La época de mayor auge de esta tendencia fue
cuando llegó al Perú el jesuita Bernardo Bitti. Desde 1575
difundió su obra por todo el virreinato, a pesar de que su
taller se encontraba en Lima. Bitti fue el primero de una
serie de artistas extranjeros que vinieron al Perú para
servir a la Iglesia. Junto al profesor jesuita Leonardo
Bitti, en el movimiento italiano al Perú se destacaron
Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro.

Con el paso de los años, la iglesia adoptó el naturalismo y


el realismo descriptivo, tal vez prefigurando el contexto
local para el surgimiento del estilo barroco. Durante
esta transición, los pintores locales utilizaron mucho el
antiestilismo y el antiestilismo. El antimanierismo buscaba
crear una mayor sensibilidad a través del efecto visual
que el autor aportaba a la pintura. Las manos y el cuello
alargados, las posturas complejas y los efectos
dramáticos demuestran la forma en que el artista
representa el mundo. Destacan La Virgen Ordeñadora
(Pérez de Alesio), La Coronación de la Virgen (Bernardo
Bitti).

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El barroco llega al virreinato del Perú con pinturas
encargadas por el monasterio de Santo Domingo al gran
pintor sevillano Miguel Güelles. Sus obras recogidas en la
serie La muerte de Santo Domingo tuvieron un profundo
impacto en el medio ambiente limeño, ya que su naturalismo
e idealismo fueron rasgos comunes de la pintura local del
siglo 17. Durante este siglo, el rápido desarrollo de los
artistas españoles propició la apertura de varios
talleres no sólo en Lima, sino también en las principales
ciudades del virreinato peruano. Estos talleres tienen
una de las principales referencias a Zurbarán (artista
español, 1598-1664). Muchas de sus pinturas han sido
copiadas o utilizadas como modelos para nuevas obras.
Asimismo, algunas de sus obras llegaron al Perú y fueron
motivo de orgullo y satisfacción para la orden religiosa
que lo encargó (en Lima, algunas de sus obras pueden
verse en el culto a la Buena Muerte).

Cuzco es sin duda una de las referencias visuales más


importantes del virreinato del Perú en el siglo 17. La
presencia de Bernardo Bitti (1583-1585 y 1596-1598) en
Cuzco tuvo un gran impacto en el arte cusqueño. Sin
embargo, si bien el “movimiento italiano” fue la base de
gran parte del trabajo producido en esta ciudad, lo cierto
es que elementos regionales comenzaron a quedar atrás y
otros propios de la región se han ido fusionando. En otras
palabras, a lo largo de los años se desarrolló una
personalidad y un lenguaje distintos, que ciertamente
reflejan la personalidad de los pintores (que eran en
gran parte andinos y mestizos) y también fue una fuente
fundamental de inspiración (Rubens era uno de los
artistas favoritos del Cuzco). Talleres de trabajo). . Uno
de ellos fue Diego Quispe Tito, un pintor indígena que se

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inspiró en la pintura naturalista flamenca y cuyos
paisajes capturó y recreó con motivos andinos.
Ya en el siglo XVIII, los talleres de pintura del Cuzco
producían casi en masa. Sólo los maestros firmaban el
cuadro porque tenían una serie de artistas dedicados a
pintar una parte del cuadro (manos, rostro, cuerpo, fondo,
etc.). Es por eso que los artistas anónimos fueron quienes
realmente impulsaron el movimiento cusqueño porque
agregaron elementos culturales locales a su trabajo. A
este punto es importante agregar la importancia de la
afirmación de los señores étnicos y la nobleza andina,
quienes a mediados del siglo XVIII habían adquirido una
fuerte posición económica y social. Para reafirmar al
pueblo andino, encargaron pinturas y retratos a los incas
en los que expresaban muy claramente su orgullo por su
pasado.
En el siglo XVIII, Lima continuó creando influyentes
pinturas barrocas españolas. Pero el arte ya no está
reservado a la Iglesia. La corte virreinal y la nobleza
tuvieron acceso a la pintura a través del retrato. Estas
pinturas son más festivas y tienen un lenguaje visual
mucho más rico que las del siglo anterior. Las pinturas de
Cristóbal de Lozano y Cristóbal de Aguilar son las más
famosas, ya que representan a los virreyes más
importantes del Siglo de las Luces.

A finales del siglo XVIII el rococó francés se incorporó al


Virreinato del Perú, aunque su mayor influencia fue en la
arquitectura.

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Arquitectura: A pesar de haber sido influenciada por
modelos europeos y peninsulares cuando surgió por
primera vez, la arquitectura colonial peruana ha
logrado distinguirse con el tiempo como un estilo
americano distintivo.

La ocupación de la región andina comenzó con el


establecimiento de ciudades españolas. Las antiguas
ciudades prehispánicas fueron el sitio de los primeros
asentamientos españoles, lo que influyó en la forma en
que los españoles pensaban sobre el mundo conocido. El
diseño de la ciudad estaba definido por sus leyes porque la
condición de cada persona podía determinarse en función
de su ubicación en el mapa. El ayuntamiento, la catedral y
las casas que rodeaban la plaza central estuvieron
entre las primeras estructuras que se construyeron. Los
habitantes más destacados de la ciudad, aquellos que
habían logrado éxito en sus esfuerzos de conquista, eran
propietarios de los edificios más cercanos a la plaza. Sin
embargo, no hay muchas estructuras del siglo XVI. Dado
que los terremotos de 1687, 1746 y los proyectos
constructivos del siglo XX fueron las principales causas
de destrucción de dichos edificios, sólo unas pocas casas o
patios ubicados en Lima o Cuzco o algunas iglesias de la
provincia sirven como ejemplo de aquellas construcciones.
monumentos. La casa de Jerónimo de Aliaga en Lima, La
Merced en Ayacucho, la Iglesia de San Jerónimo en Cuzco y
la Asunción en Juli, Puno son ejemplos notables de
estructuras del siglo XVI.

A finales del siglo XVI, la mayoría de las iglesias tenían


plantas gótico-isabelinas con una nave alargada dividida

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por un presbiterio o capilla mayor por un importante arco
triunfal (Wuffarden, 2004: 76).
Si bien los constructores tuvieron mucha libertad
creativa a la hora de elegir interpretar las formas
clásicas italianas, las puertas de las iglesias aún
mantuvieron su estética original. La fachada lateral de
la iglesia limeña de San Agustín es una de las pocas
fachadas que quedan de Francisco Morales (alarife) que
exhibe sus formas clásicas en todo su esplendor, típicas
del Renacimiento tardío, según Antonio San Cristóbal,
posiblemente el estudioso más importante de Arquitectura
virreinal peruana.

Fue notable la llegada del Barroco en el siglo XVII. Los


constructores peruanos se encontraban en una etapa muy
avanzada de desarrollo artístico cuando llegó este
estilo. El virreinato del Perú se convirtió en la
encarnación del barroco americano mediante la
reinterpretación del estilo y su adaptación al entorno
local. Además, dado que el barroco peruano incorporó y se
apropió de elementos de las principales ciudades
virreinales (Lima, Cuzco, Trujillo, Puno, Arequipa,
Cajamarca, etc.), es rico en variedad de interpretaciones.
), pero también tuvo que adaptarse a una serie de
factores que lo limitaban (principalmente de naturaleza
económica).

En Perú, la construcción naval y el diseño cambiaron a


medida que se extendió el estilo barroco. Las iglesias
abandonarían la planta isabelina y se adaptarían a la
de cruz latina con bóveda de cañón y cúpulas en el
crucero. No pierda de vista que la Contrarreforma
católica tomó las medidas que tomó para fortalecer el

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simbolismo del culto católico, que son la raíz de todos
estos cambios. Ejemplos del estilo barroco incluyen San
Francisco el Viejo, Iglesia de las Trinitarias, La Merced,
San Pedro y la Portada del Perdón de la Catedral (Lima);
La Merced, Santo Domingo, San Francisco, Santa Catalina
(Cuzco); etc.

La iglesia promovió un diseño de edificios opulentos. Las


estructuras más grandes y exquisitas del virreinato
fueron los conventos y monasterios. Santa Catalina
(Arequipa), San Francisco el Viejo, La Merced (Lima) y
Santo Domingo (Trujillo) destacan por su tamaño.
La cruz latina sustituyó a la planta isabelina en el siglo
XVII, como ya se ha mencionado. Las catedrales de Lima y
Cuzco, sin embargo, están exentas de esta descripción.
Ambos fueron construidos siguiendo un diseño procesional
que presentaba tres naves, capillas laterales y un coro
de canónigos en el centro de cada nave Con bóvedas de
idéntica altura, son del tipo salón de iglesia. Lo
llamativo de ambos es que a pesar de tener la misma
planta, fueron construidos con materiales completamente
diferentes porque seguían las tradiciones constructivas
regionales de sus respectivas regiones (Lima-costa, Cuzco-
sierra).

Otro elemento distintivo fueron las portadas-retablos


que se construyeron en las fachadas de las iglesias
durante el siglo XVII. Construidas principalmente en
piedra, cumplían un propósito simbólico y evangelizador al
anunciar a los espectadores la importancia de la iglesia,
su carácter monumental e invitar a la reflexión.

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Existieron numerosos centros arquitectónicos importantes
durante el virreinato del Perú. El crecimiento de las
escuelas y las esferas de influencia fue posible gracias a
las costumbres y factores regionales. Las principales
técnicas constructivas regionales fueron difundidas por
Cuzco, Arequipa y Puno. Estas ciudades experimentaron con
la naturaleza y elementos bucólicos andinos mientras
buscaban desarrollar lenguajes propios alejados del
barroco y su realismo. La portada del diario La Compaña
de Arequipa sirve como excelente ilustración.
La arquitectura colonial, particularmente la andaluza,
estuvo fuertemente influenciada por la península en las
ciudades. Había un pasillo que conducía a estas casas de
uno o dos pisos. Este pasillo normalmente permanecía
abierto todo el día porque lo utilizaban los clientes o
transeúntes. Las salas principales y los dormitorios
estaban ubicados a ambos lados de un impresionante patio
que dominaba la entrada. En el primer piso se ubicaban la
sala de estar, que frecuentemente tenía acceso a un
segundo patio (patio trasero), y luego la cocina. En muchos
hogares limeños existían jardines donde se cultivaban
cultivos relacionados con el pan.
Un balcón cerrado desde donde se podía ver la calle era
típico de las casas de dos pisos. Estos balcones tuvieron
celosías en los siglos XVI y XVII; a finales del siglo XVIII y
principios del XIX se construyeron siguiendo los cánones
imperiales y neoclásicos, que exigían el uso de ventanas de
cristal. guillotina. Dado que había más balcones en la
capital virreinal de Lima que en cualquier otra ciudad
estadounidense, los balcones le dieron a la ciudad su
propia personalidad distintiva.

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Esculturas: La escultura, al igual que todas las
artes, fue introducida al virreinato peruano por
la iglesia. Desde un primer momento tuvo una
función práctica: sirvió como una herramienta
eficaz en las campañas de evangelización y de
extirpación de idolatrías durante la segunda
mitad del siglo XVI y la primera del XVII. Inclusive
el Concilio de Trento (2563) se encargó de dar las
directrices para la buena utilización de las
imágenes en la difusión de la fe católica. Así, la
virgen María, Jesucristo y los principales santos
debían tener un papel hegemónico en las iglesias y
conventos.
Los curas doctrineros llegaban hasta los lugares
más recónditos de los Andes y con sus imágenes y
cajas-retablo, lograban el entendimiento de los
indígenas a pesar de que no hubo una buena
comunicación entre ambos grupos a causa del
idioma.
En el siglo XVI el renacimiento tardío continuaba
inspirando a los artistas locales. Utilizaron para
sus primeras obras madera, mármol, piedra,
marfiles y metales, aunque muchas veces tuvieron
que importar los materiales del reino español. En
Lima surgieron varios talleres que satisfacieron
la demanda de los encomenderos y también de las
órdenes religiosas, porque se encontraban

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necesitadas de producción artística, ya sea para
la decoración de sus nuevos templos e iglesias o
para el adoctrinamiento de indígenas.
De este periodo resaltan la Virgen de la
anunciación (1551), Virgen del Rosario (c. 1555),
Virgen Patrona de la orden dominica (1558), todas
obras del escultor flamenco Roque de Balduque.
Cabe resaltar que la importación de obras fue
practica común durante todo el virreinato
peruano. Las regiones preferidas fueron Sevilla,
los Países Bajos y, en menor proporción, de Italia.
La presencia de maestros españoles durante el
siglo XVI y principios del XVII consolidó a Lima como
importante fuente de producción escultórica. Entre
los maestros españoles destacan Juan Martinez de
Arrona, excelente ebanista especializado en
cajonería religiosa. Su obra más importante es la
Cajonería de la Catedral (1608) realizada bajo
los cánones del renacimiento pues debía armonizar
con el estilo de Francisco Becerra, alarife de la
catedral. Otro importante escultor fue Pedro de
Noguera, autor de la Sillería de la Catedral
(1532), acaso la obra escultórica más bella de
Lima construida en el siglo XVII. De los talleres del
andaluz Juan Martines Montañéz (1568-1649)
destaca el retablo del Monasterio de la
Concepción (actualmente se encuentra en la

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Catedral de Lima). Este gran retablo describe en
sus relieves la vida San Juan Bautista y fue
enviado, desde Sevilla, durante 15 años a la ciudad
de los Reyes (1607-1622).
Otra obra importante de las postrimerías del XVII
es la escultura de Melchor Caffa titulada "El
tránsito de Santa Rosa" (1699). De origen maltés,
Caffa se educó en Roma, por lo que la obra en honor
a la santa peruana posee bastante parecido con
la Santa Teresa de Bernini. No obstante, la
escultura realizada en mármol de Carrara posee
una sobriedad única y sin duda representa una de
las obras cumbre del barroco italiano en el Perú.
El siglo XVIII se caracterizó por la introducción de
nuevas técnicas en la elaboración de esculturas.
Destacó la llamada técnica de la tela engomada,
pues lograba darle un efecto muy realista a la
obra. Santos, vírgenes, ángeles y arcángeles
fueron realizados con esta técnica que con los
años fue muy popular en el virreinato peruano.
En este siglo ocupa un lugar especial la obra del
mestizo Baltazar Gavilán. Con un manejo exquisito
del barroco, sus obras imprimen un realismo sin
precedentes en la plástica peruana. Destacan La
dolorosa realizada para el convento de San
Francisco y La Muerte, para la iglesia de San
Agustín. De 1,95 m, esta escultura representa el fin

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de la vida (esqueleto con un arco y flecha en la
mano) y según una tradición de Ricardo Palma fue
el mismo Gavilán víctima de esta obra, pues, cuenta
la leyenda, que tras una pesadilla el autor se
levantó y a media luz se encontró con la horrible
figura de "La muerte", muriendo de la impresión.
TODA ESTA INFORMACION FUE EXTRAIDA, ANALIZADA,
SELECCIONADA Y ADAPTADA DE: TELEFONICA FUNDACION,
EDUCACION E INNOVACION PARA EL S. XXI, CON PAGINA:
https://educared.fundaciontelefonica.com.pe/sites
/virreinato-peru/escultura.htm

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