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Psicopatología de la vida ocurrencia que se asocia a martillo {Hamer} dice «chamen>

( «asno», en hebreo).
cotidiana Pero, ¿a qué viene este vituperio? Aquí es preciso indagar
la situación. Mi prisa era para acudir a una consulta en un
(Sobre el olvido, los deslices en el lugar situado en el trayecto del ferrocarril urbano del oeste,
habla, el trastrocar las cosas confundido, acerca de un enfermo que, según la anamnesis que me hi­
cieron llegar por carta, unos meses atrás se había arrojado
la superstición y el error) por el balcón y desde entonces no podía caminar. El médico
(1901) que me pide la consulta escribe que, a pesar de ello, no sabe
si hay lesión en la médula o se trata de una neurosis trau­
«De esa lobreguez está tan lleno el arre mática -histeria-. Es lo que yo debo decidir. Aquí, pues,
que nadie sabe cómo podría evitarla». cabía una advertencia: yo debía proceder con particular cau­
tela en el peliagudo diagnóstico diferencial. Es que los
Fausto, parte II, acto V, escena 5. colegas opinan, de todos modos, que uno diagnostica muy a
la ligera una histeria donde hay cosas más serias. ¡Pero el
VIII. El trastrocar l as cosas vituperio todavía no se justifica! Y sí, pues a esto se agrega
confundido que la pequeña estación ferroviaria pertenece a la misma
zona donde hace años examiné a un joven que, tras sufrir
una emoción, no pudo caminar correctamente. En ese mo­
mento diagnostiqué histeria y luego tomé al enfermo bajo
tratamiento psíquico; resultó que mi diagnóstico no había
sido incorrecto, sin duda, pero tampoco correcto. Todo un
conjunto de síntomas del enfermo eran histéricos, y estos
desaparecieron pronto en el curso del tratamiento. Pero
entonces, detrás de ellos se hizo visible un resto inatacable
para la terapia, y que sólo podía corresponder a una escle­
c. Sobre mi mesa de escribir están puestos uno junto al rosis múltiple. A los que examinaron al enfermo después les
otro, desde hace muchos años, un martillo para examinar resultó fácil discernir la afección orgánica; en cuanto a mí,
reflejos y un diapasón. Cierto día, concluido mi horario de difícilmente habría podido obrar de otro modo y formular
consulta, me dispongo a salir a toda prisa porque quiero un juicio diverso; no obstante, la impresión fue la de un
alcanzar determinado tren urbano. A plena luz del día guardo grave error; desde luego, la promesa de curación que yo
en el bolsillo del saco el diapasón en lugar del martillo, y le había hecho fue insostenible. El desacierto de tomar el
sólo el excesivo peso del objeto que tira hacia abajo mi bol­ diapasón por el martillo se podía entonces traducir a estas
sillo me hace advertir mi desacierto. Quien no tenga la cos­ palabras: « ¡Eh, tú, cretino, asno; cuídate de no volver a
tumbre de atender a sucesos tan nimios sin duda explicará diagnosticar una histeria cuando estás frente a una enfer­
y disculpará por la prisa del momento ese yerro. Por mi medad incurable, como hiciste con aquel pobre hombre hace
parte, preferí preguntarme por qué, en verdad, había tomado años en ese mismo lugar!». Y por fortuna para este pequeño
el diapasón en vez del martillo. En efecto, la prisa podría análisis, aunque no para mi talante, ese mismo hombre aque­
haber sido de igual manera un motivo para tomar correcta­ jado de una grave parálisis espástica había estado en mi
mente lo que era preciso, a fin de no perder tiempo en consultorio pocos días antes y un día después que el niño
recti­ficar la acción. idiota.
«¿Quién ha tomado últimamente el diapasón?», era la Como se advierte, es en este caso la voz de la autocrítica
pregunta que me asediaba. Y fue, pocos días antes, un niño la que se hace oír a través del yerro. El desacierto de tomar
idiota cuya atención para las impresiones sensoriales yo exa­ una cosa por otra para ser así empleado como autorreproche
miné, y quedó tan cautivado por el diapasón que a duras es apropiadísimo. Aquí el desacierto actual quiere figurar el
penas pude recuperarlo. ¿Significará aquello entonces que desacierto que uno cometió en otra parte.
yo soy un idiota? Y en verdad así lo parece, pues la primera

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