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La URSS(Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) llevó la delantera a EE. UU.

hasta que llegó el


momento de enviar astronautas a la Luna.

Varios inconvenientes hicieron fracasar sus planes: Después de los acontecimientos ya mencionados El
presidente de Estados Unidos, el condecorado héroe Dwight Eisenhower, estaba indignado, así que
decidió tomar cartas en el asunto. Dejó los cohetes en manos de los militares, puso al mando a Werner
Von Braun, el ingeniero que desarrolló los misiles V-1 y V-2 para Adolf Hitler y permitió la participación
de otros expertos provenientes de la Alemania nazi. Eisenhower también multiplicó el presupuesto y
fundó la NASA en julio de 1958. Por entonces, los rusos ya habían enviado grandes sondas a la Luna.

Mientras todo esto ocurría, algo todavía más importante se estaba gestando. El 25 de mayo de 1961,
solo un mes después del vuelo de Yuri Gagarin, el casi recién elegido presidente John F. Kennedy dio un
importante discurso ante el Congreso. Era evidente que los soviéticos llevaban la delantera y que
podrían poner muchos hombres en órbita o incluso lanzar una estación espacial. Las cosas, sin embargo,
parecían más equilibradas en el caso de aventurarse a aterrizar en la Luna. La tecnología sería nueva
tanto para unos como para otros. Por tanto, era momento de mirar hacia la Luna.

En aquel momento, arrancó una carrera total por llegar a la Luna . Para los estadounidenses el primer
paso fue iniciar el proyecto Gemini. Este creó la primera nave espacial auténtica, capaz de cambiar de
órbita y volar realmente por el espacio, en vez de seguir la trayectoria prefijada con el lanzamiento. En la
Unión Soviética, se comprendió que el proyecto de la nave espacial Soyuz no llegaría a tiempo, así que se
improvisó el diseño de una nave de tres plazas basada en la Vostok: la Vosjod.

La enorme explosión que acabó con el sueño: El 21 de febrero de 1969 se decidió lanzar por fin el cohete
N-1 en un primer vuelo de prueba con el que sobrevolar la Luna. Segundos después de la ignición y de
que la mole se levantase en el aire, los 30 motores se apagaron repentinamente . El cohete causó una
gigantesca explosión, que mató a 91 personas y que lanzó restos a una distancia de 52 kilómetros. El
suceso no se hizo público hasta 1995.

Finalmente, el 3 de julio de 1969, con la misión Apollo 11 programada para dos semanas más tarde, los
soviéticos prepararon un segundo lanzamiento del N-1. En este caso, el objetivo era orbitar la Luna y
tomar fotografías para un posible alunizaje. De nuevo, el N-1 explotó cuando apenas llevaba en el aire
unos segundos.

Se intentó lanzar el cohete N-1 en otras dos ocasiones, pero solo se logró el mismo resultado que antes.
Finalmente, el proyecto fue cancelado por Leonid Brézhnev en 1974.

Nikolái Kamanin, jefe del cuerpo de cosmonautas soviético entre 1960 y 1971, dijo que la clave del
fracaso soviético fueron las luchas internas y la adopción de una filosofía de diseño basada en crear
naves espaciales automáticas, de gran complejidad, en la que los cosmonautas eran prácticamente
meros pasajeros y cuya destreza no tenía un papel relevante. A pesar de los pésimos comienzos, Estados
Unidos demostró que la pericia y la tecnología, combinadas en la medida justa, eran suficientes para
lograr lo imposible.

El proyecto Apolo recibió la prioridad máxima del Gobierno, y el presupuesto de la NASA se incrementó
en un 89% tras el discurso de Kennedy, y en otro 101% al año siguiente. Para 1965, el presupuesto de la
NASA absorbía casi el 5% de todo el gasto público (en la actualidad no llega al 0,5%).

Entre URSS y Estados Unidos, EEUU ganó la carrera de la Luna, pero el resultado pendió de un hilo

Para mostrar que el país que consiguió llegar a la Luna fue EEUU, los astronautas fijaron una bandera
estadounidense en el suelo lunar "dejando claro que con dicho acto lo que se pretendía simbolizar era que una
iniciativa del pueblo estadounidense había logrado llegar a la Luna, no que EEUU estuviese tomando posesión de
ese territorio". Hubo una sugerencia de la Casa Blanca de que se interpretase el himno nacional estadounidense tras
la colocación de la bandera, pero dicha idea fue rápidamente desechada. Armstrong se tomó tiempo de sacar una
fotografía de Aldrin realizando el saludo a la bandera, y dicha foto, al igual que la del 'Earthrise' del Apolo 8, han
perdurado como iconos de la hazaña.

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