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8 Oct 2020
10 de octubre: Día Mundial de la Salud Mental: Mayor inversión - Mayor acceso, para todos y
todas en todas partes.
Las enfermedades de salud mental constituyen una epidemia silenciosa que ha afectado a las
Américas mucho antes de COVID-19, con depresión y ansiedad como dos de las principales
causas de discapacidad. La Región también tiene el segundo nivel más alto de consumo de
alcohol en el mundo”, Carissa F. Etienne. Directora de la Organización Panamericana de la
Salud.
La OMS alerta que la salud mental individual está determinada por múltiples factores sociales,
psicológicos y biológicos. Las presiones socioeconómicas persistentes constituyen un riesgo
bien conocido para la salud mental de las personas y las comunidades.
Las pruebas más evidentes están relacionadas con los indicadores de la pobreza, y las
condiciones de vida de las personas. La salud mental es una parte integral de la salud y va más
allá de la ausencia de trastornos mentales. Por ello, su abordaje requiere de intervenciones
conjuntas desde distintos sectores, a fin de promoverla y abordar su tratamiento.
La mala salud mental se asocia asimismo a los cambios sociales rápidos, a las condiciones de
trabajo estresantes, a la discriminación y los mandatos de género, a la exclusión social, a los
modos de vida poco saludables, a los riesgos de violencia y mala salud física y a las violaciones
de los derechos humanos.
También hay factores de la personalidad y psicológicos específicos que hacen que una persona
sea más vulnerable a los trastornos mentales. Por último, los trastornos mentales también
tienen causas de carácter biológico, dependientes, por ejemplo, de factores genéticos o de
desequilibrios bioquímicos cerebrales.
La depresión es uno de los principales trastornos que afecta a la población mundial, siendo una
de las causas más importantes de discapacidad.
A pesar de estas cifras, el gasto en servicios de salud mental en todo el mundo representa un
2.8% del gasto total destinado a la salud en general. En países de bajos ingresos el presupuesto
asignado a salud mental representa el 0,5% del presupuesto general de salud, mientras que en
los países de altos ingresos este porcentaje asciende a 5.1%. Es decir que en los países de
ingresos bajos el gasto en salud mental es de menos de 1 dólar per cápita, frente a los 80
dólares per cápita en países de ingresos altos.
En la Región de las Américas, el gasto en los servicios de salud mental ronda entre el 0,2% y el
8,6%, mientras que el gasto promedio es del 2,0% a pesar de que el 19% del total de años de
vida ajustados en función por la discapacidad (AVAD) se asocia con trastornos mentales,
neurológicos, por el uso de sustancias y el suicidio.
Cabe destacar además que en la Región, el 60% del presupuesto asignado a salud mental es
destinado a hospitales psiquiátricos en lugar de servicios de basados en la comunidad.
Las condiciones generadas por la pandemia del COVID-19 han llevado a un aumento en el
número de personas con nuevas condiciones de salud mental o que experimentan un
empeoramiento de condiciones pre-existentes. En palabras de la Dra. Etienne, la pandemia de
COVID-19 ha provocado una crisis de salud mental en nuestra Región a una escala nunca antes
vista.
En este contexto, la OPS/OMS ha venido trabando junto con sus colaboradores para apoyar a
los países de la Región de las Américas en la implementación de estrategias para de promover
y apoyar el bienestar mental de todas las personas.