La crisis internacional y la situación del movimiento obrero
Fue durante el periodo gubernamental de Lázaro Cárdenas que el Estado tomó un papel protagónico en el proceso de acumulación y regulación de la economía. Durante su periodo el mundo ya se había dividido en los dos sistemas económico- sociales: socialismo y capitalismo. En estos años se agudizaron las contradicciones entre el imperialismo y se hizo evidente la inestabilidad del sistema capitalista y la invalidez de la ideología y política burguesa. El impulso económico que la revolución posibilitó para el capitalismo mexicano no le permitió deshacerse del subdesarrollo y la dependencia estructural que han estado presentes desde su génesis. Por lo tanto, México fue una de las economías capitalistas que más se vieron afectadas durante la crisis del 29 (1929-1933). Precisamente, hasta el año de 1929 era evidente que las ramas de la economía mexicana que más se habían visto beneficiadas por la revolución eran aquellas relacionadas con el capital monopolista extranjero (norteamericano especialmente). El capital nacional se sostenía principalmente de la agricultura, el comercio mediano y pequeño, los servicios, el agio y del rentismo inmobiliario. La dependencia de México sobre los Estados Unidos se acentuaba con los flujos de comercio exterior, por lo que cuando este país disminuyó su producción, el valor total de las exportaciones e importaciones de México durante los años 1929-1932 disminuyeron significativamente. Junto con éstas disminuyeron el PIB, los ingresos del gobierno federal y la inversión pública, además de 2 devaluaciones de la moneda (en 1931 y en 1933). Como respuesta al gran impacto de la crisis en el nivel de vida y trabajo, los conflictos obrero-patronales eran cada vez mayores, principalmente las huelgas. A pesar de que en la Constitución de 1917 se encontraban plasmados los derechos fundamentales de los trabajadores dentro del artículo 123, todavía durante los primeros años de la década de los 30 esas estipulaciones no eran respetadas por la clase dominante del país y se rebajaron con la interpretación de cada gobierno estatal. El bajo nivel de conciencia de clase de los trabajadores se reflejaba en su débil organización como clase social y en el poco alcance de sus demandas que difícilmente rebasaban el marco de la reivindicación económico-social. Jorge Carrión señala lo siguiente: “Ninguno de esos propósitos rebasa el orden existente ni lo que la burguesía como clase dominante puede conceder. Por ello la burguesía puede envolver esas demandas y fijarlas en la superestructura con el objetivo de utilizarlas, adaptarlas y reformarlas en la defensa de sus propios intereses. ” Para 1933 ya era evidente un aumento en la cantidad de Federaciones, Confederaciones y sindicatos grandes y pequeños; aunque ya desde 1918 con la creación de la CROM el Estado había demostrado su capacidad para que cualquier organización que impulsara a los trabajadores quedara bajo su control y así evitar que la lucha económica pasara al plano político. Irrupción del cardenismo La CROM ocupó el lugar de mayor importancia respecto a otras organizaciones del país. Sin embargo, al no poder dar solución a las demandas de los trabajadores inició su decaída, en la cual tuvo jugó un papel fundamental Vicente Lombardo Toledano, quien organizó la Confederación General de Obreros y Campesinos de México, lo que impulsó la ola de movimientos huelguísticos que tuvieron lugar durante el primer año de la presidencia de Lázaro Cárdenas, mismas que fueron evitadas durante el maximato de Calles. La CGOCM se sumó a la campaña presidencial de Lázaro Cárdenas, lo que explica el interés de Calles de apresurar la disolución de la CROM creando el Partido Nacional Revolucionario (1929) a fin de que absorbiera la mayor cantidad de sindicatos. Todo este periodo estuvo conformado por un grupo de políticos (de izquierda) que lanzaron la candidatura de Lázaro Cárdenas por parte del PNR, para ocupar la presidencia en el periodo 1934-1940. Durante su gubernatura del Estado de Michoacán, apoyó en 1929 la creación de la Confederación Revolucionaria Michoacana del Trabajo, y fue generando un sentimiento de simpatía y confianza hacia él. Siempre busco crear las condiciones para que la clase trabajadora tuviera acceso al poder, por lo que hacía un gran énfasis en la necesidad de impulsar su organización, disciplina y su acción social. Con su campaña presidencial dejó en claro su interés por las carencias y demandas de la clase trabajadora, así como por los problemas que el país llevaba acarreando por décadas. En el primer Plan Sexenal se establecía que el progreso del país debía ser por medio de las transformaciones en la estructura económica, se postuló la nacionalización del subsuelo y la conservación y reivindicación de recursos naturales básicos. Además, el impulso a la industria mexicana sin afectar a los trabajadores e impulsar la reforma agraria tenían gran preferencia. En éste también se manifestaba el total cumplimiento de los artículos 27 y 123 de la Constitución. Lázaro Cárdenas comprendía que gracias a la difícil situación nacional e internacional, poner en marcha dicho plan sólo sería posible con el apoyo de la clase trabajadora, por lo que nunca dejó de insistir en que la base del crecimiento económico del país, y del mejoramiento de sus condiciones de vida y de trabajo dependía la unidad de éstos: “Se necesita que la clase trabajadora organice sus filas. Estoy convencido de que no basta la buena intención del mandatario, ni una legislación acertada, para llevar progreso al pueblo: es indispensable un factor colectivo que representan los trabajadores ” . Para lograr todo esto necesitaba ampliar su radio de acción a través de la creación de organismos, empresas y medidas nacionalizadas que aseguraran abastecimientos a la industria; y una política nacionalista que diera la estabilidad política necesaria para la activación del procesos de acumulación de capital en el país. Así, la nueva política acentuó, por una parte, la lucha interna de clases, y por otra, la rivalidad entre los sectores nacionalistas y el imperialismo. Con esta ideología fomentada por el gobierno, los trabajadores lograron importantes demandas y el cumplimiento de notorias conquistas laborales. La mayor parte de las huelgas que se presentaron durante los años de Cárdenas fueron declaradas legales por el gobierno, lo que alimentó protestas por parte de la clase patronal, a lo que Cárdenas contestó: “Las huelgas son fenómenos propios del reacomodo de los factores de la producción. Se presentan cuando las justas aspiraciones de mejoramiento que los trabajadores no pueden expresar, encuentran ambiente propicio para transformarse en demandas concretas. Si se resuelven con espíritu comprensivo y justiciero, a la postre producen beneficios a la economía general. Fue durante el sexenio de Cárdenas que se empezó a cumplir el artículo 123 de la Constitución. Una demanda constante por parte de la clase obrera era la de seguridad social, y a pesar de que la administración cardenista impulsó en 1940 la iniciativa de Ley Sobre el Seguro Social, no fue sino hasta 1944 durante el gobierno de Ávila Camacho que se crea el Instituto Mexicano del Seguro Social. En 1936 se formó la Confederación de Trabajadores de México como conclusión del Congreso Obrero Campesino. Tal institución significó un avance en la organización de la clase obrera. Durante la segunda mitad de los años 30, las luchas de mayor importancia en contra del capital monopolista extranjero las realizaron los obreros, petroleros y electricistas; en las cuales tuvo una gran participación la CTM. El 18 de mayo de 1936 el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana se declararon en huelga debido a la negativa de las empresas extranjeras de concederles el pago del séptimo día. Con el apoyo de la CTM se preparó un paro general de protesta el cual paralizó toda la actividad económica del país el 18 de junio. Con base en esto, en noviembre del mismo año el presidente Lázaro Cárdenas promulgó la Ley de Expropiación y en junio de 1937 declaró la nacionalización de los Ferrocarriles Nacionales de México. Con ésto dejó en claro sus intenciones de proceder a la defensa de la soberanía nacional sobre sus recursos. El 18 de marzo de 1938 el presidente Lázaro Cárdenas anunció la expropiación petrolera de las compañías extranjeras, todo gracias al apoyo obrero y popular, lo que demostró la política congruente del cardenismo a favor del pueblo. Transformación popular y nacionalista de la economía Fue gracias a la movilización popular y al gran interés del gobierno cardenista por apoyar las reivindicaciones de los trabajadores, que Cárdenas pudo realizar reformas económicas que, además de librar a México de los efectos de la Gran Depresión capitalista, lograron que durante su gobierno y ante tal momento de crisis internacional la economía mexicana comenzara a desarrollarse, lo que plantó las bases del crecimiento económico de los años posteriores. Si bien es cierto que con dichas reformas el gobierno afectó los intereses de algunos sectores de la burguesía nacional y extranjera, éstas permitieron que una parte significativa de la riqueza territorial pasara de estar en manos de unos pocos a un gran número de ejidatarios. Todo esto pues el principal interés de Cárdenas era organizar e intensificar la producción colectiva de carácter cooperativo para que el país pudiera solventar sus propias y más urgentes necesidades. Desde 1937 el presidente planteó la necesidad de transformar el PNR en un partido de los trabajadores, y pretendía que en él, el pueblo pudiera hacer uso de su derecho cívico, interviniendo en los asuntos de interés nacional y en la designación de quienes habrían de servir en los puestos de elección popular. Es así como en 1938 transformó el PNR en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM) el cual significaba la unificación de 4 sectores: el campesino, el obrero, el popular y el militar. Revolución profunda, pero reversible Este nuevo partido reconocía la existencia de la lucha de clases como un fenómeno innato del régimen capitalista y consideraba uno de sus objetivos fundamentales preparar al pueblo para la implantación de una democracia de trabajadores. En otras palabras, consistía en un nacionalismo revolucionario que rechazaba al capitalismo por fundamentarse en la explotación del trabajo asalariado, pero que sabía que México no se encontraba en las condiciones para establecer el modo de producción socialista. El mismo presidente Cárdenas estableció lo siguiente: “El Partido de la Revolución Mexicana no es un partido único y totalitario. El gobierno de México no ha colectivizado los medios o instrumentos de producción, ni ha acaparado el comercio exterior. Los casos aislados y excepcionales de apropiación de maquinarias por motivos de utilidad pública se han justificado por las condiciones especiales de esos procedimientos, que los mismos propietarios o empresas provocaron irremediablemente con su actitud. Y la admisión del socialismo científico en las escuelas públicas, significa solamente la exposición de los conocimientos modernos que tienen perspectivas abiertas al porvenir, no como sistema dogmático y absoluto, sino como orientación hacia nuevas formas de vida social y de justicia. No hay pues en México un gobierno comunista. ” Cárdenas estaba convencido de que la identidad de las necesidades de los trabajadores les permitiría integrar en un solo frente un programa general en el que estuvieran contempladas las justas demandas de toda la clase trabajadora. Así pues, si algo distinguió al sexenio de Lázaro Cárdenas fue que todas las reformas económicas y sociales que tuvieron lugar durante éste se dieron en el marco de un profundo respeto a la Constitución, a la vida humana y al desarrollo de las cualidades individuales. El gobierno cardenista supo interpretar la Ley Federal del Trabajo de 1931 a favor de los trabajadores, por lo que las importantes luchas y movilizaciones de la clase trabajadora encontraron durante esta etapa un marco oficial institucional y una política laboral favorable para su organización. Sin embargo, a pesar de todo esto, los trabajadores no tuvieron la capacidad de lograr alguna forma de organización superior lo que los privó de mayores prestaciones económicas y contractuales.