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1) Puede verse la alternancia de las personas de la narración, en algunos momentos

aparece la tercera, en otros la primera del plural y, en el cuento de Onetti, la primera


persona del singular. Este comienza como relatado por una tercera persona. Este primer
narrador que puede leerse en los dos cuentos, aparenta cumplir en este principio de los
relatos con las características de la tipología de un narrador omnisciente, que tiene más
información de lo sucedido que los personajes. Pero este tipo de narrador, pronto será
puesto en crisis. En el cuarto párrafo de “la novia robada” irrumpe una primera persona
del singular. La voz que aparece es la de un narrador protagonista que se transforma en
el escritor de una carta: “No es carta de amor ni elegía; es carta de haberte querido….”.
Más adelante en el relato aparece una primera persona del plural: “En Santa María de
hoy (…) tenemos (…) lo que tiene y puede cualquier gran ciudad. Reconocemos la
proporción adecuada…”. En “una rosa para Emily” al final de la segunda parte, y luego
de narrar varios acontecimientos, aparece una primera persona del plural: “Nos
habíamos acostumbrado a representarnos a ella y a su padre como un cuadro.”
La aparición de un narrador en primera persona del plural configura una de las
características más importantes: el aislamiento y la soledad.

2) Ella vivía en un sueño, la vida con la que soñaba era muy diferente a su realidad
llegando a un punto donde su mayor sueño era casarse con Marcos el hombre que
amaba, siendo que este había muerto hacia un tiempo atrás. Los habitantes de Santa
María no querían ayudarla a salir de esa vida, Moncha estaba condenada a vivir algo
irreal, al contrario, eran cómplices de su locura a tal punto de fingir varias veces una
boda donde ella se casaba con un supuesto Marcos. En algunas ocasiones se llegó a
pensar que Moncha presentaba momento de lucidez, pero como su locura se había
apoderado de su vida, para ella era más fácil morir y dejar todo atrás, que seguir con su
vida y afrontar lo que sucedió.

3) Algunos pensaron en el también muerto vasco Insaurralde, en lealtad a una memoria,


en la misma mujer alucinada que arrastraba, adhería la inevitable mugre a la cola de su
vestido. Y éstos eligieron también cuidar del fantasma, simular que creían en él, usar la
riqueza, el prestigio, los restos aún no cubiertos de ceniza de la tierna brutalidad
adolescente.

Hubo poco, para unos y otros; en todo caso, vieron y se enteraron de mucho menos.
Vieron, simplemente.

4) La incomprensión ajena e incomprensible, la mala suerte, también ajena, igualmente


incomprensible. Pero vuelven, lloran, se revuelven, se acomodan y se quedan.

5) Santa María de los Buenos Aires, lugar donde Onetti pasó parte de su vida; sin
embargo, la conformación geográfica parecería responder a ciertas características de
algunas ciudades de la costa del río Uruguay, y los rasgos particulares dibujarían a un
Montevideo evocado y recordado por el escritor.

6) El Doctor Gray es esencialmente el representante o comisario de Brausen en la tierra


de Santa María, observando la vida de las creaciones de Brausen.
El es un personaje solitario y sórdido. Médico de Santa María, soltero, de más de
cincuenta años de edad, lleva una vida de acostumbramiento y aburrimiento. Al igual
que Larsen, forma parte del universo que construye Onetti en sus producciones sobre
Santa María y aparece en varias de ellas.

7) Marcos había muerto. El difunto Marcos Bergner estaba muerto pero en el yate, del
difunto Padre Bergner, muerto pero despidiéndose sin fin en el Vaticano, en Roma, en
la carcomida iglesia de pueblo que serían capaces de soñar.

8) Ellos insistían, así como una vez Moncha regresó del falansterio, golpeó en Santa
María y se fue a Europa, ahora llegaba de Europa para bajar a la Capital y volver a
nosotros y estar, convivir en esta Santa María que, como alguno dijo, ya no es la de
antes.

Pero en realidad, estaba allí y la casa era como suya. Si andaba y curioseaba y revolvía.
Ellos dos la querian siempre, por qué no robó veneno, que de ninguna manera hubiera
sido robar, y terminó más rápido y con menor desdicha.

9) Juan María Brausen, un redactor de cuarenta años de Buenos Aires, atraviesa una
crisis de la mediana edad mientras su esposa desde hace cinco años, Gertrudis, se debe
someter a una mastectomía. El viejo amigo de Brausen, Julio Stein, le dice que el jefe
de la agencia, MacLeod, está a punto de despedirlo.

10) Moncha Insaurralde se había encerrado en el sótano de su casa, con algunos — pero
no bastantes — seconales, con su traje de novia que podía servirle, en la placidez velada
del sol del otoño sanmariano como piel verdadera para envolver su cuerpo flaco, sus
huesos armónicos. Y se echó a morir, se aburrió de respirar.

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