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1 – Falcon
2 - Santos
Resumen
—Eso es más que justo —Declaró Lonnie en un tono meloso y dulce que a
Santos le dio dolor de muelas.
—¿Es eso un precio especial sólo para mí? —Preguntó el hombre, con una
sensual invitación en su tono. Eso rayó sobre los nervios de Santos. Estaba
listo para golpear al hombre. El chico le recordó a una pequeña rata
mugrienta, que con mucho gusto aplastaría con su bota.
Gruñendo para sí por que Lonnie se veía caliente como la mierda, agarró
una revista de la mesa frente a él y hojeó las páginas, pero no estaba realmente
leyendo nada. Deseó que la música estuviera apagada. Era la misma basura
que siempre le perforaba sus oídos en este lugar y hoy le estaba dando dolor
de cabeza.
—Oh, cállate de una puta vez. —Él no solía hablar con su lobo en voz
alta, pero hoy incluso su bestia le daba dolor de cabeza.
La puerta sonó, Falcon había insistido que instalaran esa alarma, y entro
Zane, el gemelo de Falcon. Su cabello largo estaba suelto hoy, él llevaba una
camisa de vestir de color morada que estaba fuera del pantalón vaquero
desteñido.
Los ojos de Santos parpadearon hacia el pasillo y Zane dio una baja risita.
Sus ojos oscuros sonrieron mientras le guiñó un ojo. —¿Por qué no lo jodes y
acabas de una vez?
Santos y Zane saltaron cuando oyeron un ruido fuerte que vino de abajo,
en el vestíbulo. Antes de que Santos pudiera moverse en esa dirección, el
punk, que había entrado con Lonnie corría hacia ellos, con una gran contusión
roja en la frente, dirigiéndose en línea recta hacia la puerta.
Lonnie salió corriendo por el pasillo, con los ojos entrecerrados y apretó
los labios mientras le gritaba al hombre que huía. —¡Si vuelves aquí, voy a
darle de comer tus pelotas a mis pirañas!
Ese idiota pensó que algo especial significaba que podía manosearme en
mi propia habitación. —Lonnie apartó el pelo de su hombro, moviéndose
detrás del mostrador con total frustración.
Él había estado coqueteando con el idiota sólo para obtener una reacción
de Santos. Pero el gran cabezota no había dicho ni una palabra, no había
protestado cuando Lonnie hacia planes para ser follado por un tipo al azar.
Inclinándose un poco más cerca, Zane dijo. —Si estás buscando sexo,
Santos te ayudará.
Lonnie entrecerró los ojos mirando a Santos con confusión. Nunca había
conocido a nadie que lo enfureciera y lo atrajera tanto. Él se sentía como si
tuviera un millar de pequeñas alas en el estómago cuando Santos estaba cerca.
—No tienes que decirlo como si fuera una enfermedad caminante. Hay un
montón de chicos por ahí que les encantaría tocar este culo.
Lonnie respaldó sus palabras con una fuerte palmada a su trasero. Él tenía
un montón de acción, a pesar de que la mitad del tiempo no la buscara. La
gente siempre le dijo que tenía los ojos más bonitos, un buen cuerpo con la
cantidad justa de corte, una piel y cabello hermosos. Rett siempre decía que
Lonnie era exótico.
Lonnie deseaba que Santos lo abrazara con todos esos músculo duros y lo
follara hasta el coma.
Deja de mentirte.
Lonnie entreabrió los labios, dispuesto a decir algo cuando Falcon y Rett
entraron en la tienda. Falcon hizo una pausa y miró a todos en la sala antes de
que sus ojos se posaron en Zane. —¿Esos dos otra vez?
—Vamos a Ruby Red esta noche. ¿Quieres venir con nosotros? —Lonnie
no miró al idiota. No le importaba en lo más mínimo si Santos quería ir y no
se molestó en preguntar.
Estaban bien y todo, pero él y Rett habían pasado por muchas cosas y no
había manera de que dejara que los Jinetes Oscuros le robaran a su amigo. Tal
vez podría hablar con Rett en el Ruby Red y tratar de ver lo que estaba
pasando en la cabeza de su mejor amigo.
Santos pasó los dos días siguientes, evitando la tienda. Él utilizó la excusa
de que tenía que actualizar el software en su sistema de seguridad en la cabaña
para no ir de niñera a la tienda de tatuajes. Sabía que Falcon podía ver a través
de la mentira, pero el hombre no había argumentado.
Sabiendo que los otros Jinetes Oscuros se dirigían a la Lower East Side,
Santos se fue en la dirección opuesta. Necesitaba despejar la cabeza. Odiaba
el hecho de que incluso se sentía tentado de ir a Andrómeda. Ese era el último
lugar donde tenía que estar.
Pero como con todas las heridas, su odio había disminuido con el tiempo y
Santos había llegado a aceptar en lo que se había convertido. Ahora le gustaba
ser un cambiaformas. Lo que no le gustaba era el hecho de que todavía
existían los Darlings.
Venir aquí era un placer culpable para Santos. Los chicos se burlaban por
la música que escuchaba, pero lo hacían sin maldad. Él sabía que en realidad
Zane se enganchó con Louis Armstrong. No había nada malo con enseñarle
algo de clase, incluso a alguien que tenia setecientos años de edad y prefería
los golpes más duros de la música de hoy.
—Sabía que vendrías tarde o temprano, por lo que los guarde para ti. —El
anciano buscó en una caja azul hasta que él sacó los dos álbumes—. Aquí
tienes.
Santos sintió que su corazón latía más rápido ante la idea de ser dueño de
tal hallazgo raro. —¿Tu sabes que él murió misteriosamente en 1938?
Santos dio a Ernest su número y luego compró los dos álbumes que el
anciano había reservado para él. Con la música en la mano, Santos salió de la
tienda con un mejor estado de ánimo.
Capítulo Dos
Lonnie había dicho que no, porque lo único que podía ver era un gran
hombre, con cabeza calva con los ojos de obsidiana y un chip en su hombro.
Santos lo llevaba a las oscuras profundidades de la ira y a las alturas con su
atracción caliente.
—Hey, ¿por qué la cara larga? —Rett se sentó junto a Lonnie, apoyando
los brazos sobre las rodillas dobladas. Lonnie pensó en decirle que estaba
enojado ya que no tenía tiempo para él últimamente. Pero Lonnie no era
infantil y prefirió hablar con su mejor amigo.
—¿Porque te gusta pasar el rato con la gente que está sentada en las
profundidades de sus problemas?
Rett dejó de caminar por las escaleras, con una expresión sombría. —No,
porque yo estoy con el chico que me conoce mejor y estaba allí cuando los dos
estábamos pasando por nuestro peor momento.
Lonnie bajó los dos escalones que los separaban y luego lo abrazo. Apoyó
la mejilla sobre el hombro de Rett. Él se había sentido tan fuera de lugar
últimamente que empezó a pensar que estaba solo.
—Gracias.
—Yo podría estar pasando mucho tiempo con Falcon —Rett pasó una
mano abrazando a Lonnie de vuelta—. Pero no me olvidé quien es mi mejor
amigo. —Él dio un ligero tirón al pelo de Lonnie—. Las cosas van a mejorar.
—¿Necesitabas algo?
Bandit lo miró culpable cuando él negó con la cabeza oscura. —Yo estaba
buscando un poco de tinta amarilla.
Colocando las manos en las caderas, Lonnie frunció los labios mientras
ladeaba la cabeza hacia un lado. —Ya conoces las reglas, Bandit. Tú compras
tu propia mierda. Además, ni siquiera preguntaste si se podías entrar ahí.
Bandit había estado trabajando allí desde hacía meses y no había mostrado
ningún signo de que era un ladrón. Tal vez él realmente estaba buscando un
poco de tinta.
—Hey, Lonnie —Rett dijo desde adelante—. ¿Estás listo para tomar un
cliente?
Lonnie midió el hombre con los ojos evaluándolo. —¿Tu eres militar?
—Ejército
Después de que se golpearon en el pecho para ver quién era el más duro,
en realidad se llevaron bien. Él pasó la siguiente hora tatuandole un pasaje que
había escrito él chico, acerca de hacer su propio camino en la vida como un
hombre. Le gustaba lo que decía y lo ayudó a poner las cosas en perspectiva
para él.
Hizo que Lonnie se diera cuenta de que realmente no tenía nada con
Santos y aunque era una mierda, necesitaba seguir adelante.
Pero él no iba a darse por vencido hasta que los cuatro Jinetes y los dos
dueños de la tienda de tatuajes estuvieran muertos. Se volvió y recogió su
copa, tomando un sorbo antes de sonreír al hombre sentado frente a él.
Santos quería y no quería estar aquí. La única cosa buena en su favor era
que nadie había prendido la música todavía. Habían pasado tres días desde que
había estado por última vez en Andrómeda y Falcon habían exigido que asuma
el cargo hoy.
Maldita sea, sólo tenía que ir y verse bien con ese moño desordenado de
rastas. El tipo estaba llevando pantalones ceñidos que marcaban muy bien su
culo redondeado. ¿Por qué tenía que darse cuenta de eso? Santos podía sentir
el pulso de su polla pero él se negó a permitir que su imaginación tome vuelo.
Lonnie salió por su lado sin decirle nada a Santos. Cuando él miró debajo
del grosor de sus pestañas, vio cómo el artista hablaba con Bandit, sin mirar a
su lado. El cliente pagó y salió, y luego Lonnie retrocedió por el pasillo.
Tomó asiento junto a Santos antes de recoger una revista. Santos se sacó
los auriculares. —¿Qué estás haciendo aquí?
Santos se puso de pie junto a Falcon, mirando por encima de los cuerpos
vestidos de negro, como la banda de punk rock tocaba en el escenario elevado
en la parte delantera del club. Fuera de Andrómeda, este era el lugar donde vio
más piercings en el cuerpo y cabezas con el pelo de colores. Era
extremadamente fácil encontrar a los turistas que habían tropezado sin querer
con el club. A medida que sus ojos recorrieron el mar de fiesteros, Santos vio
a Lonnie justo en el borde del escenario, mezclado con la multitud.
Era difícil pasarlo por alto. Se destacaba entre todos los demás. No era su
ropa, sino su mirada exótica y su piel café con leche. Parecía un ángel caído
entre los demonios.
Se alegró de que tuviera buen sabor o Santos sólo podría haberse enojado
pensando que todavía estaba sobrio e iba a seguir estando de esa manera,
incluso si él bebiera toda la botella.
Animal tonto.
—Es muy bueno, ¿verdad? —Dijo Garrett con el tono lleno de orgullo
mientras permanecía de pie junto a Santos. Él no tenía que gritar. Los dos eran
cambiaformas lobo, capaces de oír por encima del ruido ensordecedor. —Sube
allí de vez en cuando, cuando él tiene ganas y la banda que toca lo permite.
Con la cabeza de Lonnie todavía baja e inclinada hacia un lado, el pelo del
hombre parecía crear un velo privada que atrajo a Santos y le cautivó. La
punta de la lengua rosada de Lonnie salió como una flecha y luego se deslizo
seductoramente sobre su labio superior antes de que le hiciera un guiño.
Sin pensarlo, los ojos de Santos bajaron a la ingle de Lonnie, para ver que
la polla del hombre estaba totalmente erecta en sus pantalones de color rojo
sangre. Santos se dio la vuelta, haciendo su camino de regreso hacia la barra.
Él no estaba interesado en la mierda. No importaba que Lonnie luciera una
erección mientras coqueteado con él.
—¿Qué crees que estás haciendo? —Su voz estaba caminando en el más
fino borde de rabia mientras Santos reprimió el impulso de romper el cuello
del bobo—. ¿Qué parte de no, no entiendes?
Antes de que pudiera sacarlo fuera del escenario, Lonnie levantó el pie y
lo golpeo en su culo. —¡Mantén tus manos en ti mismo!
Joder si lo sabía.
Pero su lobo se había vuelto loco cuando Lonnie estaba siendo maltratado
por el zoquete. Divisó a Emilio abrazado con un tipo, con una come mierda
sonrisa en su rostro mientras miraba a Santos. Su primo estaba leyendo
demasiado en esto. El hecho de que él hubiera ayudado a Lonnie no
significaba nada.
No, se trataba de evitar que Falcon se vuelva loco.
Normalmente habría dicho que sí. EL debería haber dicho que sí. Pero se
encontró diciendo. —No.
Con un movimiento de su cuerpo, el hombre se inclinó más cerca.
Demasiado condenadamente cerca en opinión de Lonnie. —Realmente creo
que deberías reconsiderar tu respuesta.
¿Qué pasaba con estos chicos esta noche? ¿No podían aceptar un no por
respuesta? Rotando, Lonnie tiró el agua fría en la cara del hombre.
La mandíbula de Santos se cerró con tanta fuerza que Lonnie esperaba ver
salir fuego por la nariz del hombre. Se agachó cuando Santos alzo una mano
grande hacia él. Despegando hacia la multitud, Lonnie sabía que tenía que
escapar. El hombre lo miró como si estuviera listo para limpiar el suelo con el
culo flaco de Lonnie.
Echando un vistazo por encima del hombro, Lonnie se quedó sin aliento
cuando vio a Santos justo detrás de él, con una expresión de furia en su rostro.
—¡Ni se te ocurra!
—¡Suéltame, imbécil!
No había nada que hacer. Santos tenían bloqueados los brazos de Lonnie a
ambos lados de su cuerpo. Estaba colgando de los brazos del hombre sin poder
hacer nada. —¡Si no me dejas ir, voy a meter mi bota tan profundo en tu culo
que vas a probar mis calcetines!
—Estoy muy cansado de tu boca —Dijo Santos y Lonnie podría decir que
el hombre estaba en el borde. La pregunta era si estaba enojado o caliente.
Lonnie no lo sabía pero sentía los músculos de Santos tensos a su alrededor.
Liberando sus brazos, Lonnie las envolvió alrededor del cuello de Santos,
el hombre inclinó la cabeza hacia un lado, comiendo los labios de Lonnie sólo
tan desesperadamente como Lonnie estaba chupando los suyo. Envolvió sus
piernas delgadas alrededor de la cintura, tratando de acercarse lo más que
pudo.
—¿Podemos participar?
Lonnie apartó la boca de Santos para ver al mismo hombre que se había
ofrecido a llevarlo a casa. Sólo que había tres chicos más con él. —No en esta
vida —Dijo Lonnie.
Santos no estaba tan dispuesto a hablar. Sus dedos se clavaron en los lados
de Lonnie tan fuerte que hizo una mueca de dolor. —No tan duro.
Casi se cayó de culo cuando Santos lo soltó, haciendo que él luchara para
aterrizar en sus pies. El hombre puso su enorme cuerpo entre Lonnie y los
cuatro hombres.
—Yo no les tengo miedo —Lonnie miró a cada uno, midiéndolos. Okay,
quizás Santos podría tener al que estaba en la parte posterior. Era muy, muy
grande.
—Tu humano tiene una boca fuerte. —Dijo el tipo enorme—. Voy a
disfrutar morderlo.
¿Humano? Eso significaba que estos chicos eran esas cosas Darling.
Todavía él no estaba convencido acerca de todo esto de ser lobo. Simplemente
no podía asimilar ese concepto.
Santos lo miró, con sus cejas ceñidas. Lonnie se encogió de hombros. Eso
era lo mejor que podía llegar a su mente cuando estaba lidiando con el
conocimiento de que estos hombres no eran humanos.
Hubo un destello de algo en esos ojos de color ámbar, pero antes de que
Lonnie siquiera pudiera procesar lo que era ese algo, se dio rápidamente la
vuelta y le presiono con fuerza contra la pared.
Observaba al de atrás.
Santos evaluó a cada uno, pero sabía a quién necesitaba sacar primero. Los
Darlings eran normalmente cobardes, a menos que fueran muchos.
El grande parecía que estaba vibrando con rabia, listo para dar rienda
suelta en Santos y Lonnie. Mantuvo la mano en la espalda de Lonnie,
asegurándose de que la mierda no tratara de luchar. Él no era rival para un
Darlings.
A pesar de que una gran cantidad de seres humanos podía manejar a las
criaturas, Lonnie no era grande para empezar. Santos temía que el hombre se
vería gravemente herido, mordido, o incluso asesinado.
Con un brazo fornido, él tomo al tipo por sus ropas y lo dejó caer en su
culo. El hombre se quedó allí aturdido cuando el siguiente atacó, todo el
tiempo Santos mantuvo sus ojos en el hombre grande.
No era tanto que él fuera más grande que Santos, pero la tranquilidad con
la que observaba, hizo que Santos fuera muy cauteloso.
La puerta de atrás del club se abrió de golpe y salió corriendo Zane —¿De
fiesta sin mí?
Lonnie se precipitó a salir, con el rostro enrojecido cuando sus ojos color
verde pálido se posaron en Santos. —Te traje un poco de ayuda.
Santos cerró los puños varias veces en la cara del Darling, cuando la ira
comenzó a montar en su interior. —Yo no necesito ninguna maldita ayuda.
Viendo que Garrett estaba todavía aquí, y sabiendo que Lonnie no se iría
sin él. Zane había comprobado el baño de hombres en vano.
Lonnie metió las manos en los bolsillos delanteros y encorvó los hombros
mientras caminaba hacia su casa. No estaba seguro de lo que había hecho mal,
pero necesitaba tiempo para aclarar sus ideas. Santos estaba muy enojado con
él, y todo lo que quería Lonnie era cuidarlo, pero el hombre parecía muy
ofendido por ello.
Zane había dicho que Rett se había convertido en un lobo, pero Lonnie no
había caído en la cuenta de que Santos era un lobo también. Debió saberlo, y
él quiso patearse a sí mismo por ser tan lento en darse cuenta.
Recordar lo doloroso que fue ser mordido por una de esas criaturas tenía a
Lonnie caminando un poco más rápido.
Esta vez Lonnie echó un rápido vistazo por encima del hombro. Vio a dos
chicos acercándose detrás de él, viéndose engreídos y confiados. Uno tenía
una sonrisa en su hermoso rostro y el otro miraba a Lonnie como si fuera un
sabroso aperitivo.
Era tarde, y una gran cantidad de tiendas habían cerrado por la noche,
dejándolo con pocos lugares donde esconderse. Estaba muy agradecido que
estaba en forma o para este momento ya sería comida de Darling.
Doblando una esquina, Lonnie vio que la calle estaba apenas iluminada.
Por lo menos el hombre tenía el suficiente sentido común para ir por uno
de los Jinetes Oscuros. Y si realmente lo pensaba, el que Lonnie corriera en
busca de ayuda, significaba que a la pequeña mierda le importaba, ¿verdad?
No es que Santos estuviera buscando importarle. Pero al pensar en el beso, sus
labios comenzaron a temblar y su pene se puso duro.
Él sabía que iba a volver al club. Incluso su lobo estaba incitándole para
regresar a Ruby Red.
Lonnie era la única persona que podía empujar todos sus botones y hacerlo
enojar con tanta fácilidad.
Pero lo que realmente llamó la atención de Santos fueron los dos chicos
persiguiendo a Lonnie.
Darlings.
Acelerando su moto, Santos se disparó más allá de la luz roja, estaba muy
agradecido de que era tarde y apenas había tráfico. Giró entre dos coches
aparcados y saltó a la acera, deteniéndose a seis metros de distancia de Lonnie
cuando el hombre corrió hacia él. Él podía ver el alivio en los pálidos ojos
verdes cuando corrió derecho a Santos.
—¡Santos!
En sólo unos pasos, Santos sostuvo al Darling por el pelo y fue tirando de
él lejos de Lonnie. —¿Quieres jugar con alguien de tu propio tamaño?
El tipo no era tan grande como Santos, pero sobrepasaba a Lonnie por
unos buenos trece kilos.
Santos odió lo que tenía que hacer. Había odiado a Falcon durante un siglo
completo por convertirlo y no quería que Lonnie lo odiara.
Sabía que tenía que llevarlo a la cabaña para su conversión, Santos recogió
a Lonnie desde el suelo antes de que algún humano o poli viniera y pensara
que él fue el que casi había desgarrado su garganta. Los dos Darlings eran
nada más que un montón de cenizas, y el viento se haría cargo.
—Falcon.
—Está mal herido —Santos hizo una pausa mientras la mano que sostenía
a Lonnie se apretó en el hombre—. Necesito un cuatro ruedas. Un Darling casi
arranco su garganta. Tuve que convertirlo con el fin de salvar su vida.
Porque una vez que la conversión fuera completa, Lonnie iba a estar tan
necesitado por el sexo que Santos podría matar a cualquiera que se acerque.
En ese estado de ánimo, Lonnie dejaría que cualquiera lo jodiera y Santos
pondría fin a todo aquel que fuera tan tonto como para ofrecer su vida.
Santos acercó a Lonnie cuando vio los faros. Si no era Falcon, todo el que
pasara por allí vería toda la sangre en su ropa. Había mucha cantidad y no
tenía forma de ocultar el color carmesí que le teñía desde el pecho hasta los
muslos.
—¿Qué demonios pasó! —Garrett gritó tan fuerte que podría llamar una
atención no deseada—. ¿Qué mierda le hiciste?
Falcon tuvo que tirar de Garrett. El hombre lo miró como si estuviera listo
para cortar la garganta de Santos.
Fuera lo que fuese, el hombre dejó de avanzar, pero todavía parecía que le
estaban a punto de brotar dos cuernos y una cola.
Lonnie abrió los ojos, sintiendo como si hubiera estado en un agujero por
cinco días consecutivos. Le dolía todo. Fue peor que cuando había sido
mordido por ese Darling.
—Estás despierto.
¿Quién era este chico y donde estaba el oso que constantemente gruñía
hacia él, dispuesto a romperlo por la mitad? No estaba acostumbrado a un lado
más suave de Santos. Era desconcertante. Ver cuan vulnerable podría ser
realmente Santos, hizo que Lonnie se sintiera culpable como el infierno por
usarlo de esta manera. —¿Por qué estamos teniendo sexo?
A pesar de que hizo la pregunta, su cuerpo empezó a arder más y más
caliente. El sudor empezó a formarse en su piel y su ritmo cardíaco se aceleró.
—¿Así que puedo querer joder hasta un poste de luz en este momento? —
Eso no era reconfortante.
¿Por qué Lonnie creyó que el hombre hablaba en serio? ¿Y por qué en el
infierno hizo que Santos se viera herido por la oferta? No se suponía que se
viera herido.
—Sí... eso —Santos suspiró mientras sus ojos se cerraron antes de que se
abrieran de golpe, los iris oscuros, una vez más de color ámbar. Pero Lonnie
no tenía miedo esta vez. En todo caso, los ojos fuertemente contrastados le
intrigaban.
Lonnie trató de burlarse un poco más, pero pronto se olvidó del tormento
malvado cuando los dedos carnosos de Santos se deslizaron en su culo.
Oh... ¡wow!
Presionando sus labios en la oreja de Lonnie, dijo —Te dije que no serías
capaz de manejarlo.
—Eso es, bebé —Santos gimió cuando él plantó sus pies en la cama—.
Jode mi polla. Tómala toda.
Lonnie llegó detrás de él y apretó sus manos sobre las rodillas Santos,
usándolo para hacer palanca mientras giró sus caderas, rebotó, y se balanceó
hacia adelante.
Lonnie miró a Santos con asombro. ¿Alguna vez lo había visto reír antes?
El espectáculo de los dientes blancos detrás de esa bella sonrisa
momentáneamente lo aturdió. La curva de sus labios era impresionante.
Lo que significaba que no era la última vez que Santos quería tener
relaciones sexuales con Lonnie.
—¿Un viejo como tú? —Lonnie replicó—. ¿Qué tienes, treinta y cinco,
treinta y ocho? ¿No necesitas un descanso? Mejor tener cuidado antes de que
te descaderes.
¡Toma esto!
Debería estar sorprendido de que Santos le había confesado que tenía tres
siglos. Entonces ¿por qué no estaba en shock? Sí, era eso. Él estaba en shock.
Tal vez más tarde iba a enloquecer, pero por ahora eso estaba encendiendo a
su freak.
Alzó la mano y pasó los dedos por la cabeza calva, presionando a Santos
más cerca y sintiendo que algo cambiaba dentro de su pecho. ¿Se estaba
empezando a preocupar por el hombre?
Nah.
El sexo nunca había sido nada más que dos personas encontrando
gratificación uno con el otro. Lonnie nunca había invertido sus sentimientos y
nunca había sentido nada como esto antes. Siempre tenía un buen momento,
pero esto... esto era algo más, algo que se filtraba en su corazón y le daba
miedo.
Santos deslizó la mano por la pierna de Lonnie y luego tiró de él hasta
descansar en su cintura. Lonnie presionó su pecho contra el de Santos
mientras este lo obligó a mirarlo directamente a sus ojos.
—No, estoy constatando un hecho. Te convertí, así que ahora estás bajo
mi protección.
Tenía que acabar con esto, tenía que contenerse para no caer por este gran
oso. No hizo ningún compromiso y no iba a permitirse preocuparse por
Santos.
Lonnie había jurado que no iba a tener sexo toda la noche con Santos, pero
niño, si que estaba equivocado. Parecía que el calor en su interior no se
terminó hasta altas horas de la madrugada, y Santos se mantuvo a la par,
dando a Lonnie lo que necesitaba cuando el fuego quemaba más caliente en su
interior.
Nunca había jodido tanto tiempo en su vida. Lonnie esperaba que el calor
no regresara porque estaba agotado.
Santos estaba muerto para el mundo, yacía junto a Lonnie envuelto en las
sabanas, roncando. Le sorprendió que las paredes no se vinieran abajo y que
hubiera dormido a través del sonido retumbante.
Joder, era un lobo ahora. ¿Qué significaba eso? ¿Qué podía hacer?
Miró a su mano, tratando de imaginar garras donde estaban sus uñas, pero
no pudo pensar en eso. Se puso de pie, se miró en el espejo, y tiró de su labio
superior. Sus dientes caninos no presentaban ninguna diferencia. Tirando de
su piel, Lonnie apretó la parte inferior del ojo hacia abajo y rodó su globo
ocular. Todavía estaban pálidos de color verde y nada fuera de lo normal
estaba allí.
Aunque sabía que Santos le había dicho la verdad, Lonnie sólo no podía
imaginarse a sí mismo siendo un lobo. Tal vez cuando se transformara en uno
por primera vez, se convencería.
Una cosa que no podía negar era que se sentía diferente en el interior. Él
no podía decir exactamente que había cambiando pero él sabía que había algo
definitivamente extraño sucediendo dentro de él.
Fue una sola vez, varias veces. Esto no iba a conducir a nada.
Empujó sus pies en sus botas y las ató, agradeciendo a quien estuviera
escuchando que no se habían arruinado. Era su par favorito. Le encantaban los
pequeños cráneos en las hebillas y las correas de color rojo parecían fabulosas
contra el material negro.
Odiaba ponerse la ropa de ayer, pero no sería la primera vez que había
tenido que hacerlo, y probablemente no sería la última. Al menos se había
duchado primero.
Al abrir la puerta del baño, Lonnie se asomó para ver Santos buscar en su
cajón de la cómoda. El hombre estaba completamente desnudo y parecía que
estaba cómodo con ello.
No dijo una palabra mientras Lonnie se sentó en el borde de la cama,
esperando salir de allí. —¿Me llevas a la ciudad o qué tengo que hacer dedo?
—Le preguntó mientras lanzaba su malditas rastas por encima del hombro.
—Vas a llegar allí cuando llegues allí —Santos tomó su ropa y entró en el
baño, cerrando la puerta sin decir palabra. Es cierto, Lonnie fue el primero en
actuar sarcástico, un mecanismo de defensa en contra de sus sentimientos en
ciernes.
Decidiendo que no iba a encontrar nada que se ajustara, Lonnie sacó una
camisa, se lo metió por la cabeza, y la ato de un costado. Tendría que llegar a
su casa y cambiarse.
Los ojos oscuros se deslizaron lejos cuando Santos fue por sus botas.
Empujó sus pies, las ató con rapidez y fue hacia la puerta.
Esperemos.
—Por allí —Santos hizo un gesto hacia el lago antes de empezar a caminar
hacia la orilla. Se detuvo, se volvió, dando a Lonnie un vistazo que le dijo que
tenía que empezar a moverse.
Lonnie cruzó los brazos sobre el pecho, mirando al oso. Estaba confundido
no entendía lo que quería Santos. —¿Qué quieres, que salte en el lago?
—Me engañaste.
—No me apuntes con esa maldita cosa en mi cara. Ahora, desvístete para
que yo pueda mostrarte los conceptos básicos.
Lonnie no podía ir por la vida con 4 patas. ¿Cómo iba a tatuar a cualquier
persona o hablar?
Santos se puso en cuclillas junto a él, pasándole una mano por la espalda.
—Respira profundamente. Sé que es mucho para tomar.
Volviéndose, Lonnie se sentó en su culo, corriéndose el pelo de la cara
mientras él apoyó los brazos sobre las rodillas dobladas. Miró alrededor, las
hojas no parecían reales, el viento parecían soplar diferente, la cabaña parecía
fuera de lugar. Incluso el olor del agua era más vibrante, en su lengua. Cayó
en la cuenta de que todo era más nítido y pulsaba con una energía que nunca
había visto antes.
—Presta atención —No dijo las palabras con dureza, pero Lonnie podría
decir que Santos estaba en modo de enseñanza. Quería dar otra respuesta
inteligente del culo, pero sabía que era probablemente mejor que prestara
mucha atención.
Santos se acercó y desato el pelo de Lonnie, dejando que las pálidas rastas
cayeran libremente a su alrededor. No estaba seguro de si era necesario, pero
vio la aprobación en los ojos de Santos. Se sentía jodidamente vulnerable de
pie desnudo, Santos prácticamente se elevaba sobre él. No le gustaba la
sensación de eso. Odiaba sentirse fuera de control. ¿Pero qué podía hacer?
Tenía que aprender.
Extendiendo la mano, Santos cogió su barbilla entre su dedo índice y el
pulgar. —Esto es muy importante, así que presta atención. Aprender a cambiar
puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en nuestro mundo.
—Quiero que te pongas en cuatro patas y luego cierres los ojos, pensando
muy dentro de ti hasta que encuentres a tu lobo.
Todo este plan era ridículo, pero Lonnie hizo lo que le dijo.
—Concéntrate.
—Voy a estar en silencio —Lonnie gruñó a Santos y luego cerró los ojos,
su mente fue a la tienda de tatuajes. Pensó en que Rett estaría ahí,
probablemente, muy preocupado por él. Lonnie necesitaba llamar a su mejor
amigo y hacerle saber —¡Ay!
Su culo picó. ¡El bastardo le había azotado! —¡Haz eso de nuevo y puedo
garantizar que vas a cojear por un mes!
Santos se inclinó, sus ojos volviéndose hacia ese color ámbar, y podía oír
un gruñido sordo en su pecho. —Yo no te dije que sueñes despierto. Te dije
que encontraras a tu lobo.
Lonnie en silencio se burló de él antes de cerrar los ojos una vez más, su
culo todavía escocía. Lo iba a golpear en sus bolas si lo hacía de nuevo.
—Despeja tu mente.
A la mierda si lo era. Lonnie no había nacido con esa cosa dentro de él. La
película Alien vino a su mente. —Él no va a brotar de mi pecho, ¿verdad?
Con rabia al rojo vivo en sus ojos, Santos se acercó, agarró a Lonnie por
su brazo, y tiró de él hacia abajo a la hierba.
—Suéltame.
Una guerra se libraba en su interior. Lonnie sabía que lo que decía Santos
tenía sentido, pero él nunca había pedido nada de esto. Él no quería que los
Darlings o cualquier otra cosa viniera por él. No le gustaba cambiar. Eso lo
dejaba en un territorio desconocido y hacia que su vida se sienta
desequilibrada.
Lo único que sabía era que estaba muy preocupado y quería matar al
Darling que había atacado a Lonnie. Lástima que Santos ya había terminado
con la vida de la criatura.
—¿No tienes una vida, Jake? —Le preguntó cuando caminó a través de la
puerta y se sentó en el sofá. El tipo llevaba su atuendo habitual, el pelo negro
hasta el hombro recogido, pantalones vaqueros oscuros y una camiseta negra.
Volviendo sus ojos ámbar en Garrett, dijo. —Si la tuviera, no estaría aquí
—Jake cogió una revista y se recostó—. Además, estoy a la espera de que me
llamen de un trabajo no muy lejos de aquí. Si me llaman, tengo que estar
cerca.
—Cajero.
—¿De?
—Dirty Hole.
Garrett estaba un poco sorprendido. Jake era un buen tipo, por lo poco que
él sabía. No podía imaginarlo trabajando en el bar de moteros. Tal vez había
otro lado de Jake del que no eran conscientes. Tal vez Jake no era tan
tranquilo después de todo.
Bandit, el otro artista del tatuaje que trabajaba allí había estado viniendo
cada vez menos. No estaría mal que Jake lo intentara. Él más o menos sabía de
la clientela y la rutina de la tienda.
Garrett reflexionó sobre lo que debía hacer cuando "I Stand Alone" por
Godsmack tocó por los altavoces en la tienda. —¿Cómo estás con el registro y
los recibos?
Jake se puso de pie, caminando detrás del mostrador. Era más o menos de
la altura de Garrett, tal vez un poco más bajo, pero tenía una buena
construcción. Garrett estaba saliendo con Falcon, pero no era ciego. Siempre
había pensado en que Jake era atractivo, pero nunca se había interesado
sexualmente en el tipo.
—Vengo aquí hace dos años y medio, Garrett. Conozco esta tienda mejor
que Bandit. Los únicos dos que la conocen mejor que yo son tu y Lonnie. No
te voy a defraudar.
Una sonrisa arrogante tiró de los labios de Jake. —Vi con los hombres que
sales. Yo no soy suicida.
Nunca habían estado tan cerca, no en todos los años que había estado
alrededor. Y esta era la primera vez que Garrett se dio cuenta de que los
tatuajes, aunque muy agradables, estaban cubriendo marcas que estaba
bastante seguro que Jake no quería que nadie viera.
—¿Está el Sr. Grissom? —El hombre sacó un bloc de notas, luego miró a
Garrett como si estuviera esperando que Garrett mintiera.
No era como si tuviera que mentir. Garrett no sabía nada acerca de lo que
sucedió. —Yo no estaba en casa en ese momento—. Dijo con sinceridad. —
Mi amigo me necesitaba para quedarme con él durante unos días debido a algo
personal que estaba pasándole, así que me apresuré a irme y estuve fuera de
allí el día anterior.
Está bien, quizás la segunda parte era una mentira, pero él iba a decirle al
detective lo que Falcon le había dicho. Mientras mantuviera las cosas simples,
debía estar bien. Ese era el problema cuando las personas mienten.
—Si yo hubiera sabido que venías, habría pedido algo de comida —Zane
dejó la bolsa sobre el mostrador, consiguiendo realmente estar cerca del
detective—. Pero podríamos ir hacia atrás y abrir el apetito.
Pero no estaba drogado y todo esto era real. El nuevo mundo secreto en
que vivía era un maldito lugar de miedo, pero él no renunciaría a estar con
Falcon para volver a una existencia ignorante.
Zane empujó un par de papas fritas en su boca, sus ojos oscuros llenos de
emoción indefinible. —Sólo adhiérete a tu historia y no tienes nada de que
preocuparte.
Escalando en su moto, Santos vio la sangre seca de Lonnie. Era una costra
sobre su tanque de gasolina, recordándole cómo de cerca había estado de
perderlo.
Oh, ya basta.
¿Por qué demonios aún iba allí? Nunca funcionaría por lo que necesitaba
olvidarse de cómo el hombre se sentía en sus brazos. Prendiendo su moto,
Santos se alejó de la cabaña. Falcón y Emilio estaban rastreando algunas
pistas relativas a Striker, el nuevo alfa del clan Durango.
Parecía que tenía la mano en muchas ollas y habían oído rumores que
estaba planeando atacar a los Jinetes Oscuros, librando Paradise City de su
presencia.
No en esta vida.
Garrett había sido una excepción a esa regla. El amante de Falcon todavía
conservaba su color avellana. Quizás Lonnie tendría suerte y mantendría el
suyo. —Gracias por el Viaje.
—De nada.
Lonnie lo miró ofendido mientras estaba allí. —¡No dijiste nada sobre ser
demasiado delgado anoche! —Girando sobre sus talones, Lonnie salto por las
escaleras. Santos no había querido decir eso, Lonnie lo había entendido mal.
—No creí que te vería tan pronto —dijo Falcon sentado allí, con su brazo
sobre el respaldo de la agrietada cabina naranja y sus gafas de sol aún
colocadas a pesar de que estaban en el interior—. ¿Cómo va todo?
—No son las palabras de la calle —Emilio recogió unos huevos fritos
mezclados con croquetas de patata en el tenedor—. Vimos con nuestros
propios ojos que Striker lo esta haciendo. Reconocí a Spider de la pandilla
Hearts Blood hablando con el alfa sólo una hora antes de llegar aquí.
Santos se echó hacia atrás cuando la camarera le trajo un plato lleno con
tostadas francesas, salchichas, huevos, y un tazón de sémola de maíz. Pensó en
Lonnie y cómo él ni siquiera había alimentado el chico antes de dejarlo fuera y
una pequeña parte de su cerebro se inquieto con la culpa. Por lo general, era
algo que hacía con cualquiera con el que se acostaba. Santos tenía conciencia
y siempre se aseguraba de que sus amantes estuvieran bien alimentados
después de una noche de práctica de ejercicio entre las sábanas. Pero había
querido alejarse de Lonnie y los extraños sentimientos naciendo dentro de él.
—Si las cosas están tan mal, yo no quiero a Garrett y a Lonnie con sólo
uno de nosotros. No me extrañaría que Striker reclute algunos Darlings.
Sólo la idea de una de esas criaturas tocando a Lonnie de nuevo hizo que
la comida en su estómago se revuelva. Santos empujó su plato a un lado y se
levantó de la cabina. Tiró un poco de dinero sobre la mesa por su comida.
—¿Es ese?
—Ahora no —Dijo Striker cuando el chico empezó a salir del coche. Qué
jodido idiota—. Vuelve a sentarte.
El tipo tiró de su sudadera aún más en su rostro mientras se sentaba.
Cómo demonios llevaba un jersey grueso con este calor estaba más allá de
Striker.
Yendo hacia el tráfico pesado, Striker condujo a una cuadra de Dirty Hole
y dejó al tipo. Rápidamente se alejó cuando vio el coche del detective
entrometido asentado algunos edificios por debajo de la tienda de tatuajes.
Fue bueno ver que algunas cosas no habían cambiado. Todo alrededor de
la tienda se veía igual. Incluso Bandit estaba detrás del mostrador, sonriendo a
Lonnie. Había unos pocos clientes alrededor, viendo a Lonnie y Rett.
—Puedes tener el que quieras —Rett guiño y luego bajó la voz— ¿Cómo
fue... ya sabes... Santos?
Zane se rió entre dientes mientras negaba con la cabeza, pero no dijo una
palabra. Estaba en el sofá junto a Jake, sus oscuros ojos deslizándose sobre
Lonnie. Se veía muy inocente. Tener que lidiar con un Jinete Oscuro era
suficiente para él. Lonnie tenía la sensación de que Zane estaba
comprobándolo para asegurarse de que estaba bien.
Lonnie había terminado de hablar sobre el gran oso irritante. Lo cual era
bastante irónico teniendo en cuenta que sólo hacia unos días se estaba
muriendo por que Santos lo notara. Pero ahora que habían dormido juntos,
Lonnie estaba listo para alejarse del chico.
Sentía como si su piel estuviera tirante. ¿Y qué pasaba con sus emociones?
Era como si lo que estaba dentro de él pedía por Santos.
—Oh, cállate. —Le dijo a su lobo. A pesar de que había cambiado, Lonnie
seguía sintiéndose raro hablando con la cosa.
Una sonrisa afiló sus labios. —Bien, tonto. Tuvimos sexo toda la noche y
luego, cuando nos despertamos, ambos fingimos que nunca ocurrió.
—Mira, Lonnie —Rett puso una mano a cada lado de sus muslos, rizando
sus dedos alrededor del borde de la mesa—. Yo te conozco, si peleas como
perro y gato con Santos es porque te importa.
Pero algo estaba raro. Podía sentirlo en sus huesos. Había un leve toque de
malicia en el aire. Pensando que había existido demasiado tiempo y estaba
empezando a buscar problemas donde no había ninguno, Emilio troto por las
escaleras de la tienda de tatuajes, en dirección a su moto.
—¡Oye, Emilio!
Emilio sonrió, sabiendo que se veía muy bien. Jake estaba insinuando un
paseo. Él generalmente no dejaba que nadie subiera en su moto y no
consideraba dejar que Jake lo haga hasta que puso esos ojos ambarinos en él.
Había algo acerca del hombre gótico que andaba por Andrómeda que llamaba
la atención de Emilio, pero nunca se había permitido que nadie vea su interés.
Emilio sonrió, cruzando sus manos en frente de él. Oyó el alboroto detrás
de él en el Dirty Hole, los sonidos de los coches que pasaban por ahí, y ladrar
a un perro mientras esperaba por ver lo que Jake iba a hacer.
Emilio se rió y luego hizo una mueca cuando Jake casi chocó con la
barandilla. El chico miró a la barandilla como si hubiera logrado atravesarse
delante de él a propósito y a continuación se apresuró a subir los escalones, las
cadenas en sus pantalones balanceándose.
Falcon le había enviado para ir a ver el Red Velvet, un lugar donde el clan
Durango se juntaba. Quería que Emilio fuera a ver a cuántos Hearts estaban
reclutando.
Corrió por puro instinto, cruzó la luz roja y entró por un callejón en la
siguiente manzana, y arrojó rápidamente el paquete en el contenedor de
basura. Habían fijado un dispositivo de detonación a distancia. Se preguntó
quién se lo había puesto, porque quienquiera que fuese, bueno, era un
aficionado.
Gracias joder.
Striker.
El otro chico agarró las piernas de Lonnie y lo llevaron más lejos dentro
del apartamento. Él sabía que si no conseguía soltarse estaba muerto.
Arrojaron a Lonnie sobre su cama, los dos hombres riendo con dureza.
Todo lo que Lonnie podía pensar era en escapar. Si pudiera salir del
apartamento, estaba bastante seguro de que podría escapar. Lonnie era un
maldito corredor rápido.
La cosa más importante que tenía que recordar era mantener sus colmillos
afilados lejos de él. Lonnie gritó cuando uno de los hombres se abalanzo,
mordiendo profundamente en la parte superior del brazo. Le dio un puñetazo
en la cara, rezando que el tipo no rasgara su carne en pedazos.
El dolor.
Era demasiado.
Iba a morir.
Lonnie sintió que lo levantaban, una ola de mareo le hizo girar la cabeza
justo antes de desmayarse.
No creía que esto ayudara, pero el tipo estaba ardiendo. Su piel se puso de
un rojo profundo y su cuerpo estaba inerte.
Nunca había oído hablar de nadie que haya sido mordido tantas veces y
haya sobrevivido. Sólo el dolor enloquecería a cualquiera. Los dos Darlings
estaban en el piso de la habitación de Lonnie, desgarrados, la sangre seguía
fluyendo como un río muerto sobre la madera dura. Él y Emilio habían
venido, Santos sintió una necesidad que no podía ignorar por comprobar a
Lonnie.
—Falcon dice que lo muerdas —Dijo Emilio desde la puerta—. Dijo que
una dosis doble de ADN lobo debe ayudar.
Ambos eran actos totalmente separados. No, Emilio no tendría que follar a
Lonnie, pero ya que no eran enemigos, sería crear un vínculo entre ellos.
Mientras que no le importaba que Lonnie conociera a su primo, un vínculo era
algo que no quería que suceda.
Emilio vaciló.
Lonnie gimió.
No estaba seguro de si eso era una buena señal. Una vez más, Santos
nunca había conocido a nadie que hubiera sobrevivido a múltiples mordeduras
de Darling. —¿Puedes cortar sus cabezas, así no tengo que mirarlos?
Striker.
Santos estaba realmente esperando que otro mostrara su fea cara. Él estaba
de tan mal humor que iba a disfrutar a fondo matar al Darling.
No fue hasta el final de la tarde, del día siguiente, que Lonnie finalmente
comenzó a abrir los ojos. Había cambiado de nuevo a su forma humana esa
mañana, pero él todavía no había despertado. Santos lo observó mientras
movía sus párpados, colocó su mano sobre la cabeza de Lonnie por si acaso el
hombre se asustaba. Sería una reacción normal después de un ataque tan
violento.
Santos nunca lo había visto llorar. Lonnie siempre era un luchador bocazas
y francamente sexy. Pero nunca había visto este lado vulnerable antes. Lo
acercó, sosteniéndolo firmemente cuando él apoyó la barbilla en la cabeza del
hombre, dejando que Lonnie llorara en silencio.
Lonnie se aferró a Santos, aún sintiendo los efectos residuales del dolor
que se había apoderado de su cuerpo. Odiaba venirse a abajo, llorando delante
de este hombre. Había hecho todo lo posible por no llorar, desde que salió de
su casa y empezó una nueva vida, dejando su adicción a las drogas y abriendo
la tienda con Rett.
Una risa profunda y baja vibró en el pecho de Santos. —Creo que puedes
hacer una excepción.
—¿Hasta cuándo vas a hacer eso? —Santos agarró su pelo con la mano,
tirando suavemente de los hilos.
—¿Hacer qué?
—Oh, Dios, hiciste de esto algo personal —Lonnie bromeó. Tenía que
aligerar la conversación, porque no podía hacer frente a nada en estos
momentos—. Por favor, no me digas que quieres toallas a juego.
Era la única barrera que podía poner entre ellos. —Debido a que sólo los
tontos y viejos se enamoran.
—Tú —Lonnie miró a sus manos, al ver la cruda diferencia entre su piel y
la más oscura de Santos. Se concentró en ignorar la mirada cálida que sabía
que el hombre le estaba dando.
—No todo tiene que ser una discusión entre nosotros, Lonnie.
Lonnie abrió más las piernas, sintiendo sus bolas ya apretadas a su cuerpo.
Santos mordió el lado del cuello de Lonnie lo suficiente para marcar pero no
lastimar. —Mío para amar.
—Tú luchas sucio. —Su voz era áspera, caliente, exquisita. Un bajo
ronroneo vibró en el pecho de Lonnie, sorprendido por las sensación que se
despertaron en su cuerpo.
Cada terminación nerviosa se estremeció con una necesidad tan profunda
que casi dolía. Él comenzó a frotarse sobre Santos como una gata en celo,
gimiendo al sentir el cuerpo caliente del hombre.
—Veo que mi cachorro está hambriento —El tono de Santos era tan
malditamente profundo y seductor que Lonnie estaba cada vez más caliente.
Santos soltó sus manos justo antes de que Lonnie las deslizara sobre el culo
bien redondeado del tipo, curvando los dedos hasta que sus uñas estaban
mordiendo la piel.
Un grito salió de sus labios cuando Santos puso sus manos en la parte
posterior de los muslos de Lonnie y levantó la parte inferior, lamiendo a lo
largo de la parte inferior de su culo. Sus manos apretaron las sábanas, con la
cabeza colgando a un lado. Lonnie podía sentirse tembloroso y fue sólo el
comienzo de las cosas.
No había nada tentativo sobre sus movimientos. Todas las caricias de sus
dedos gritaron posesión. Eso debería haberle asustado, hacerle querer correr,
pero todo lo que Lonnie podía hacer era caer en el hombre, bañándose en su
olor, y ahogarse en su toque carnal.
No estaba seguro de lo que iba a suceder entre los ellos, pero él acababa de
descubrir que Santos era un gran abrazador.
—Una palabra más de ti y te voy a colgar por tus malditas uñas de los pies
—Advirtió Santos.
—¿Por qué están luchando ahora? —Garrett preguntó mientras inclinó sus
brazos sobre el mostrador y apoyó la barbilla en los puños. Había diversión en
los ojos color avellana.
—Tal vez sólo deberían tener relaciones sexuales y acabar de una vez. —
Dijo Jake sin darle importancia—. Se puede ver la atracción volátil entre ellos.
Jake lo miró atónito. —¿Por qué es que me perdí todo el jugoso chisme?
Infiernos no.
Emilio dio una risita. —Tú y yo sabemos que nunca le harías daño. —
Miró las botas, y luego fuera hacia la calle de abajo—. Eso es más de lo que
puedo decir de Striker.
—No puedo creer que él intentara hacerte estallar. —Se quejó Santos con
rabia apenas contenida—. Y no puedo creer que él envió esos Darlings
después por Lonnie.
—Apesta como un alfa, pero tiene las bolas más grandes que Callahan —
Emilio recogió una pequeña piedra que yacía a sus pies y lo arrojó a la calle—
. Tengo la sensación de que no ha terminado con nosotros todavía.
—Y se ha ido a la clandestinidad. —Dijo Santos terminando—. Jodido
cobarde.
En otras palabras, Lonnie tenía hambre, entonces, para cuidarlo Santos iba
a buscar alimentos. El tipo no sabía cómo de mal lo tenía. Si Santos y Lonnie
se callaran el tiempo suficiente, se darían cuenta de que estaban cayendo muy
muy duro por el otro.
Pero Emilio no iba a decirles nada. De ninguna manera. Eso sería como
entrar en una jaula con un león y una gacela con las bolas del tamaño de
Rhode Island.
El detective Jack Tate se quedó mirando el cuerpo que fue retirado del
contenedor de basura detrás de Ruby Red. Sólo pudo sacudir la cabeza ante la
trágica pérdida de vida. El chico no podía tener más de dieciocho años, tal vez
diecinueve.
—Nadie vio nada. —El Detective Ames dijo mientras se acercaba a Jack.
Su compañero parecía arrugado, como si acabara de caerse de la cama y
aterrizado aquí en este callejón. Su cabello castaño estaba de pie en el
extremo, la corbata suelta. Su chaqueta parecía que había dormido con él.
Eso sólo le dijo a Jack que Ames y su esposa habían discutido otra vez.
Era más que probable, que Ames había estado durmiendo en el sofá.
Miró por encima del hombro para ver Santos Alverez cerca de la boca del
callejón, mirándolos antes de que él se alejara lentamente.
Santos Alverez era demasiado listo para volver a la escena del crimen.
Una sonrisa se formó en el rostro de Jack cuando miró por el callejón y vio
un banco, el cajero automático asentado allí a la vista. Ahora tal vez iban a
llegar a alguna parte. —Ames, quiero la cinta de ese cajero antes que el banco
abra.
—Así será.
Lonnie y Rett bailaron en sincronía con los demás cuando Lonnie cantó la
canción que sonaba en la radio. Le encantaba el rap de estilo antiguo y recitó
la letra perfectamente. Jake se reía mientras estaba parado detrás del
mostrador.
Emilio estaba sentado en el sofá, golpeando sus manos en sus muslos,
tratando de seguir el ritmo con una amplia sonrisa.
Cada vez que veía a Santos, sentía que se le aceleraba el pulso y mariposas
en el estómago, y loco y estúpido como parecía, él quería garabatear su
nombre de pila y colocarle el apellido de Santos.
Dios, lo tenía mal. Era como un tornado, una ráfaga de sol, y una
explosión, todo en uno. Así es como Santos le estaba haciendo sentir. Lonnie
nunca había entregado su corazón a nadie y por más fuerte que lo intentaba,
parecía no poder detenerse ahora.
Santos estaba en él, como una piscina de drogas a través de sus venas.
Habían dormido juntos, Santos le había salvado la vida, y los dos actuaban
como si quisieran matarse entre sí la mayor parte del tiempo, pero una
pequeña intensa mirada de Santos hacía que Lonnie se sintiera caliente,
mojado, incierto y con miedo. No sabía dónde asentar sus ojos, sus manos, sus
pensamientos.
El gran oso se fue por el pasillo, Lonnie supuso que fue a lavarse las
manos o a usar el baño. Se puso de pie, caminó hacia el mostrador, ojeando
alrededor por un momento, y luego se trasladó lentamente por el pasillo, no
queriendo que ninguno sospechara lo que estaba haciendo.
Él gruñó las palabras como si fuera algo malo, como si no quisiera que
nadie sepa lo mucho que Lonnie lo deseaba. ¿Cómo se olvido por completo
del olor? Había olido algo dulce y picante, pero Lonnie había asumido que era
la comida.
Jake estaba allí de pie, parpadeando ante ellos, apuntó un dedo de la mano
por el pasillo. —El detective está aquí
Lonnie maldijo. Todavía no era bueno en esto de ser lobo y sus caninos
estaban mostrándose. Gracias a Dios, Santos se había trasladado para
bloquearlo, deteniendo que Jake viera lo que no debía.
Cuando la puerta del baño se cerró, Santos bajó la mirada hacia él. Los
ojos acalorados no estaban ayudando a Lonnie. Él sabía que tenían que
separarse, pero era casi malditamente imposible cuando Santos se veía lo
suficientemente bien como para comérselo.
—Entonces, ¿me estás diciendo que no tienes nada que ver con ese cuerpo
en el callejón? —El detective ladró—. Yo podría revisar este lugar.
Lonnie gimió. Esa era la desventaja de estar con los Jinetes Oscuros.
Parecía que los policías estaban un poco demasiado interesados en esta tienda
ahora. O más al punto, el detective Jack Tate estaba interesado en darles un
mal rato. No le gustaban los policías. Le ponían nervioso.
Las pocas veces que había tratado con ellos, no habían estado a su favor.
Cuando ese último pensamiento cruzó por su mente, el detective Tate miró
para su lado. Lonnie sabía que si se movía detrás de la pared, el tipo vendría
por el pasillo. Salió y fue a la parte delantera de la tienda.
—Oh, sí —Dijo Lonnie—. Yo uso eso como mi vertedero para todo. ¿Si
encuentras un vampiro, también va a ser mi culpala? Le preguntó con
sarcasmo.
Falcon sonrió.
Santos rodó los ojos.
—Culo listillo —El detective se quejó antes de volver a los otros hombres
en el cuarto. Lonnie le sacó la lengua al tipo. Era la única cosa que podía hacer
sin meterse en problemas.
—Yo diría que fue bastante bien. —Comentó Lonnie antes de sentarse en
el taburete detrás del mostrador—. Está intentado culparlos a ustedes por cada
maldito crimen que ocurre por aquí.
—No había visto un maldito policía por aquí desde que Rett y yo abrimos
esta tienda. Ustedes muchachos repentinamente empezaron a colgar por aquí y
me siento como si tuviera que empezar a servir café y rosquillas.
Lonnie lo miró.
—Está bien, nada por lo que nos pueda culpar. —Emilio corrigió.
Santos avanzó hasta situarse justo al lado de Lonnie, sus ojos ardiendo. A
Lonnie no le importaba en este momento. Lo que él estaba diciendo era
verdad. —Qué, ¿me vas a abofetear en la cabeza otra vez?
—Basta. —La voz de Falcon era baja, letal—. Somos Jinetes Oscuros y
nos mantenemos unidos. Nosotros no nos peleamos.
—No vas a ir a casa solo. —Dijo Santos—. Lonnie miro hacia el hombre,
preguntándose si valía la pena luchar contra él. Su corazón ya no era suyo.
Santos se lo había robado.
—Está bien.
Sintió flotar el sutil aroma de los Darling, su corazón golpeó con fuerza en
el pecho.
Santos se inclinó sobre una rodilla, sus manos en puños mientras miraba a
los ojos marrones sin vida que una vez habían bailado con alegría y vida.
Se abrieron paso entre la multitud, al oír los gritos adentro. Cuando Falcon
pasó al dueño de Pandora Box, le entregó un rollo de billetes grandes para
cubrir los daños y la pérdida del negocio.
Falcon saludó a los dos porteros que parecían totalmente perdidos sobre
qué hacer. —Limpien este lugar.
Ellos asintieron, aliviados por tener algo que hacer. La multitud comenzó a
desaparecer cuando Falcon agarró el brazo fornido de Santos, impidiéndole
golpear a otro hombre. —¿Qué mierda está pasando ?
Los ojos de Santos habían cambiado a los del lobo. Ellos prácticamente
brillaban con el ámbar cuando su cabeza giró bruscamente, dejando al
descubierto sus colmillos hasta que vio quien era el que le impedía golpear al
tipo.
Lonnie aporreo al Darling otra vez, le dio un rodillazo, y luego dejó que
sus garras se deslizaran libres.
Falcon sabía quién era Ernest. Nunca había estado en la tienda, pero
conocía el vínculo que Santos tenia con el humano. Habían sido amigos por
más de cincuenta años.
Pero la ira era un gran motivador. Hacía incluso que el más manso de los
hombres se vuelva loco y haga cosa que no haría normalmente. No estaba en
la composición genética de Lonnie hacer daño a nadie, sin embargo, cuando
Santos fue herido, el hombre se volvió loco.
Falcon se dirigió a la parte posterior del club, pero Tate se quedó pegado
sobre sus talones. Algo iba a tener que hacer con este policía molesto. Se
estaba poniendo un poco demasiado entrometido en los negocios de los Jinetes
Oscuros.
Capítulo TRECE
No había querido que nada de esto suceda, pero la muerte de Ernest había
sacado todo pensamiento lógico de la cabeza de Santos.
¿Qué clase de cobarde era el que él se venía abajo después de atacar a los
mismos hombres que lo habían atacado en repetidas ocasiones? Casi lo habían
matado, fueron después por él en su apartamento, se colaron por la ventana lo
atacaron y lo mordieron, sin embargo, sentía lástima por el que había
interrogado brutalmente.
Lonnie estaba empezando a ponerse molesto cuando Tate siguió
mirándolos, una expresión extraña en sus ojos. ¿Y por qué no estaba el
hombre exigiendo que Zane fuera al hospital? Siguió allí de pie como si
estuviera asistiendo a Falcon, sólo tenía las manos metidas profundamente en
sus bolsillos delanteros.
—Él sabe algo —Lonnie susurró a Santos—. Él sabe que hay algo
diferente acerca de nosotros.
Lonnie no estaba seguro, pero su instinto le decía que Tate era un hombre
muy peligroso y que tenían que cuidarse las espaldas. Las cosas se estaban
yendo de las manos y las apuestas estaban cada vez más altas en cuanto a
Striker y los Darlings.
Rett apoyó los brazos en los muslos, entrelazando sus dedos juntos cuando
ambos miraron por la acera. Lonnie vio el mismo perro callejero que siempre
vagaba por la tienda. Estaba olfateando algo por el pie de la escalera y luego
trotó. —Ah, sí, ¿y qué es eso?
—Yo no soy un asesino —Admitió solemnemente—. No estoy seguro si
estoy hecho para esta vida de lobo, Rett. Los Jinetes Oscuros parecen tan
insensibles y yo casi vomito por lo del Darling.
—Gracias a Dios. —Dijo Lonnie todo dramático—. Porque soy muy malo
en tratar de intimidar a las cosas que no son humanas. Le pegué a ese tipo
hasta por diez minutos y él no hablaba. Santos lo tuvo cantando en cinco
segundo.
—No.
Tres chicos estaban esperando. Rett tomó uno, Bandit tomó el segundo, y
Lonnie tomó el último hombre de pie allí. Jake se puso de pie detrás del
mostrador como si hubiera estado trabajando allí durante años, hojeando los
libros de diseños, aparentemente cómodo haciendo nada.
—No puedo escuchar esa mierda. —Se quejó el chico antes de dejar la
máquina de tatuar abajo y salir al pasillo. Rett asomó la cabeza fuera de su
habitación, con el ceño fruncido. Lonnie se encogió de hombros.
—Tú lo contrataste.
Sus sentidos estaban en alerta total cuando olió un aroma suculento, tan
masculino que Lonnie gimió bajo en su garganta. Su lobo empujando las
paredes de su cuerpo. Su sangre se sentía como que estaba siendo incendiada.
Santos.
Cuanto más tiempo pasaba en torno al hombre, más conectado se sentía,
hasta el punto en que Lonnie estaba seguro de que no sería capaz de vivir sin
Santos.
—Sólo tienes que darle una oportunidad. —Santos puso su brazo sobre el
equipo de música, negándose a dejar que Lonnie lo toque—. Deja que la
música entre a tu alma
Bueno, tal vez él escucharía la música dental mientras que los labios de
Santos besaran su cuello, se encontró con que le gustaba. Lonnie estaba
liquido, su pene creciendo con fuerza mientras las manos de Santos pasaban
por encima de sus brazos y espalda, antes de que se ahuecara en su culo,
acercándolo más.
—Creo que voy a encontrar otro lugar para ir. —El cliente de Lonnie se
quejó mientras caminaba hacia la puerta. Como si el prefiriera un trabajado a
lo que estaba consiguiendo, Lonnie no podría importarle menos. Su mente se
estaba convirtiendo en puré por lo que Santos le estaba haciendo.
Un carraspeo.
Lonnie sabía que tenía que recurrir a medidas desesperadas. Con toda
honestidad, la música no estaba tan mal, pero ahora era el principio de la
situación por la que estaba luchando.
Lonnie le apuntó.
Santos gruñó.
—Santa mierda... —Rett mantuvo el puño en su boca—. Haz eso otra vez
Lonnie corrió hacia el equipo de música, tratando de alcanzar el botón de
encendido cuando Santos se inclinó sobre el mostrador y golpeó con su mano
sobre el botón.
Lonnie lo mordió.
—¡Hijo de puta!
Con la decisión de limpiar, Lonnie empezó a guardar las cosas que había
estado utilizando, tirando los guantes y recogiendo, se detuvo cuando vio algo
encajado bajo unos dibujos que estaban ahí desde siempre.
Empujó el papel a un lado para ver una pequeña grabadora negra. No era
la suya. Nunca lo había visto antes en su vida. La pregunta era: ¿quien lo puso
ahí? Lo examinó de cerca, al ver que no tenía capacidades de activación de
voz.
—¿Crees que Jake o Bandit tengan algo que ver con esto? —Rett
mantenía el grabador arriba—. Pero los conocemos a los dos desde hace años.
Bien malo.
Capítulo CATORCE
Santos se quedó allí por un momento, sin poder creer lo que estaba
oyendo. Él y Falcon estaban discutiendo- —Oh, infiernos.
Pero lo peor de todo, Falcon había estado diciendo que Emilio necesitaba
mantener un perfil bajo desde que Striker fue tras él por matar a Vincent.
Muchas cosas se habían dicho en la tienda últimamente, realmente estaban
jodidos.
Se pasó la mano por la boca, preguntándose quién plantaría la grabadora.
Las únicas personas que tenían acceso eran los Jinetes Oscuros, Lonnie,
Garrett, Bandit, y Jake. El sistema de alarma no permitía a nadie entrar a
hurtadillas después de horas. Él mismo lo había instalado. Salvo que entrara
alguien que sabía exactamente lo que estaban haciendo, la alarma sonaría.
Pero Santos sabía por qué había estado despistado y era por un hombre
delgado, rubio, que retorcía sus entrañas en nudos. La unión entre ellos estaba
creciendo más profunda, más fuerte, y Santos se sentía como si se volviera
loco cuando él no estaba cerca del hombre.
De pie, Santos sabía que tenía que limpiar la tienda y hacer un barrido a
fondo. Su confusión sobre Lonnie tendría que esperar. Santos no estaba seguro
de lo que estaba pasando. Lonnie tenía una mirada divertida en sus ojos
mientras contemplaba a Santos como nunca lo había visto antes.
Miró por encima del Dirty Hole, y luego cruzó la calle, esperando cuando
un coche pasó antes, esquivando los coches aparcados y haciendo su camino
en el bar.
—Uno-cinco-uno
—¿Disparo?
No era más que una persona muy privada y no quería que sus amigos
sepan ese tipo de información.
Una mano le dio una palmada en el hombro. Santos se volvió para ver a
Falcon empujándose a su lado. El chico no dijo nada. Sólo ordenó su ron.
Cuando el camarero les entregó sus bebidas, Santos llevó la botella a una mesa
fuera.
—Fue Bandit. —Falcon tomó un trago del líquido oscuro y silbó antes de
dejar el vaso en la mesa de madera—. Confesó que ayudaba al detective.
Una baja maldición dejó los labios de Santos. —¿Qué es lo que planeas
hacer con él?
No era como si lo hubiera hecho a propósito. Se sentía como que tenía que
salir y destruir algo que demostrar que aún sostenía su pertenencia en el club
de los rudos. Dio unos golpecitos con los dedos sobre la mesa antes de tomar
la botella y tomarse la mitad del líquido ardiente.
—No han cambiado —Falcon terminó por él—. Vi eso hace días.
—¿Qué crees que significa eso? —Preguntó Santos. Los ojos de Garrett
no habían cambiado. Todavía estaban avellana como siempre. Con toda
honestidad, los hermosos ojos de Lonnie eran una de las cosas que más le
habían atraído.
—Ve a dar la cara —Falcon giro el vaso vacío sobre la mesa—. Tenemos
toda las manos en nuestras tarjetas de rudos Por lo menos tu perdiste puntos
por un chico lindo.
Tiró de la tela para sacarla. —Lo que equivale a alrededor de una semana.
—Está bien, dos semanas, pero no estoy pujando más alto. —Lonnie cayó
de rodillas, liberando la polla de Santos y la tomó en la boca.
Santos dejó escapar una maldición caliente en voz baja, sus piernas se
pusieron al instante rígidas. —Ya era hora de que encontraras algo que hacer
con esa boca tuya—. Tenía sus puños apretados en el pelo de Lonnie, tirando
las rastas rubias cuando lo dijo entre dientes, Lonnie tomó su polla más
profunda.
Usó la otra mano para empujar el pelo hacia atrás, para poder ver a su
amante como movía la cabeza de arriba abajo por la dura longitud de su
erección, la vista sirvió para excitarlo casi hasta la locura.
Empujándose a sus pies, Lonnie se quedó allí con su polla aún dura,
sobresaliendo hacia arriba. Prácticamente se subió el cuerpo de Santos, sus
pálidos orbes verdes brillantes de necesidad. —Tu hombría se reciente con
facilidad. —Dijo mientras se envolvía con sus brazos y piernas alrededor del
cuerpo de Santos—. ¿Qué hay de malo en admitir que me amas? ¿Soy una
vergüenza, sólo lo suficiente bueno para joder a puerta cerrada, pero no lo
suficientemente bueno para ser visto?
Mirando hacia él, Santos pudo ver la cruda realidad en los ojos de color
verde pálido del hombre antes de que las palabras incluso hayan dejado sus
labios. —Aparte de Rett, ni una sola persona ha pronunciado esas tres palabras
para mí.
Metió su polla dentro del cuerpo de su amante, silbando por el placer que
corrió sobre él. Las uñas de Lonnie se clavaron en sus hombros, su cabeza
colgó hacia atrás y hacia un lado. Santos se inclinó hacia adelante, rastrillando
sus caninos por la carne expuesta.
—Te amo, también, Santos. —Ese susurro sedoso destrozó una parte de la
oscuridad que vivía dentro de Santos. Bromeó la carne de Lonnie, con besos a
lo largo de su cuello de cisne. Sus dientes se burlaban por la manzana de Adán
antes de lamer un camino a los labios de Lonnie.
A raíz de los sonidos del gruñido salvajes y agudos ladridos, los tres
caminaron hacia la parte trasera de la casa. Había un granero, las luces salían
por debajo de la puerta cerrada. Un chico fornido estaba de pie junto a la
puerta, con las manos cruzadas delante de él, el ser humano emitió una
mirada amenazante.
Los ojos de color azul oscuro del hombre se llenaron de burlas. —No
tengo idea de lo que estás hablando, pero si no te vas, yo voy a sacarte de esta
propiedad.
Zane sacó una nueve milímetros de su cintura, empujando el metal frío en
la cara del hombre con tanta rapidez que el ser humano ni siquiera tuvo tiempo
para reaccionar. Su tono era inexpresivo y letal cuando dijo. —¿Dónde
jodidos está Marcus?
Tomaba mucho para sacar de quicio a Zane. Era una persona relajada.
Pero, los seres humanos, como este hombre eran tontos ignorantes. —Yo
no conozco a ningún Marcus —Su tono era rebelde, sus palabras se dispararon
de manera rígida.
Con una mano, Zane puso una bala en la recámara. —Es mejor que
pienses más duro o tu cerebro va a decorar la puerta que estás tratando tan
duro en proteger.
—Adentro.
Santos quería correr allí y salvar a los pobres animales, pero había por lo
menos veinte hombres de pie alrededor del anillo.
Santos y Zane se movieron rápidamente para liberar a los siete perros que
habían sido enjaulados. Abrieron la parte trasera del granero y dieron un
gruñido bajo, los perros inmediatamente obedecieron y se fueron. Emilio
había levantado al boxer chocolate y blanco en sus brazos antes de unirse a
ellos.
Que lo llamen soplón o como quieran. Pero asegurarse de que otro perro
no sea utilizado en este cruel deporte era su única preocupación en este
momento.
Emilio llevó al perro a la parte trasera de la tienda de tatuajes, colocándolo
en la silla acolchada de Lonnie. El perro no gimió, no se quejo. Se quedó allí
sangrando y derrotado.
Por las conversaciones que había tenido con Jake en la última semana,
Emilio había supuesto que la vida del ser humano no fue fácil.
También había visto las cicatrices en los brazos del chico que estaban
ocultas por los tatuajes.
Jake se rió entre dientes. —Los boxer son conocidos por su gran amor y
fidelidad a sus propietarios. Vi un documental sobre su raza. Dijeron que los
boxers son el alma de la honestidad y la lealtad, nunca son falsos o
traicioneros —Jake se acercó, pasándole la mano por la cabeza del perro.
Emilio observó que los ojos de Jake se ablandaban mientras sonreía—.
Debieras llamarlo Rider. Su personalidad encaja con ustedes.
Emilio se quedó atónito por lo que Jake acababa de decir. Era cierto que
los Jinetes Oscuros eran leales unos con otros. Pero él nunca imaginó que Jake
pensara lo mismo de ellos. —Entonces, su nombre es Rider.
—¿Sí?
Lonnie asintió.
—Creo que un fuerte viento te giraría a ti. —Santos bromeó, pero su lobo
estaba feliz por los elogios. Hizo una mueca cuando Lonnie mordió su oreja.
—Tonto
Sus labios se tocaron, y Santos podía sentir los latidos del corazón del
hombre que le había hecho ver que no había nada impropio en mostrarle al
chico que amaba lo mucho que le importaba.
—¿Qué diablos se supone que debo hacer con esta evidencia? —Se
preguntó mientras se echó hacia atrás, pasando una mano por su rostro
cansado. Había cosas que se veían en su línea de trabajo que harían que la
mayoría de la gente tenga pesadillas por el resto de sus vidas, cosas que harían
que un humano dude de su mente. Pero esto... esto era algo increíblemente
complejo.
FIN
SOBRE EL AUTOR
Lynn Hagen le encanta escribir sobre algo defectuoso, pero adorable. Ella
también ama a un héroe que puede ver más allá de los bordes ásperos y
encontrar el diamante brillante de un corazón hermoso.
TRADUCTORA
ROXX
CORRECTORA
DANKAR
LIMPIEZA DE PORTADA
CLAU
DISEÑO Y FORMATO
CAMI