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Serie Jinetes Oscuros

1 – Falcon

2 - Santos
Resumen

Las cosas se están calentando en Paradise City. La miradas de Lonnie


Winston pueden llevarlo a cualquier hombre que quiera, pero su mira está
puesta en un hombre oso llamado Santos Alverez. El tipo es agresivo, difícil y
hace que Lonnie quiera pulverizar al bruto. Así que ¿por qué es Santos la
única persona que calienta la sangre de Lonnie con un ansia que lo está
impulsando a la locura?

Santos piensa que Lonnie es un bocazas, dolor en el culo. Él es el único


hombre que puede presionar los botones de Santos, haciéndole gruñir. Lonnie
es todo lo contrario de lo que Santos busca en un hombre, y sabe que nunca va
a funcionar entre los dos. Ellos son más propensos a matarse uno al otro que a
tener una relación romántica.

Pero cuando un cercano de Santos es asesinado, Lonnie demuestra cuánto


se preocupa cuando va después por los Darling, a fin de vengar el dolor y la
pérdida de Santos. Mantener al hombre en la bahía es cada vez más difícil de
hacer cuando Santos se da cuenta que está cayendo duro por el artista del
tatuaje que se está convirtiendo en todo su mundo.
Capítulo Uno

—Te cobro noventa pavos —Le dijo Lonnie al extranjero de pie en el


mostrador, mientras se apoyaba en la vitrina de cristal con ambos brazos. Sus
rastas rubias se deslizaron sobre su hombro delgado color café con leche, para
derramarse sobre el mostrador delante de él—. Ese es un precio justo.

Santos gruñó mientras apretaba su espalda contra la pared, dando vuelta su


cabeza para mirar por la ventana de la tienda de tatuajes, Andrómeda. Él podía
ver el bar, Dirty Hole, cruzando la calle y deseó haber terminado para tomar
una copa en lugar de cuidar niños.

La mirada de Santos siguió a un perro callejero que estaba husmeando en


las bolsas negras de basura que bordeaban la acera en espera de ser recogido
por el camión de basura. El pavimento liberaba su calor en oleadas, el viento
avivaba el asfalto sobre la calle en forma de vapor seco. El día estaba
resultando ser caluroso.

—¿Noventa? —El cliente dijo como si el precio fuera demasiado alto.

Noventa dólares era demasiado barato en su opinión, por lo que el cliente


estaba pidiendo. Incapaz de apartar los ojos del artista del tatuaje que
conseguía lo último de sus nervios, Santos dio su atención a los hombres.

—Eso es más que justo —Declaró Lonnie en un tono meloso y dulce que a
Santos le dio dolor de muelas.

—¿Es eso un precio especial sólo para mí? —Preguntó el hombre, con una
sensual invitación en su tono. Eso rayó sobre los nervios de Santos. Estaba
listo para golpear al hombre. El chico le recordó a una pequeña rata
mugrienta, que con mucho gusto aplastaría con su bota.

—Depende —Lonnie respondió cuando se inclinó un poco hacia delante,


sus pálidos ojos verdes llenos de una expresión que decía que estaba buscando
obtener una jodida—. ¿De qué estamos hablando con especial?
Cruzando sus brazos sobre el pecho, Santos curvó sus manos en puños
para contenerse de aplastar la cabeza del desconocido en el vidrio de la vitrina.
No estaba seguro de por qué él estaba reaccionando de esta manera. Él no
estaba interesado en Lonnie en lo más mínimo. El tipo era un dolor en el culo
y tenía una maldita boca. Él era definitivamente alguien que no atraía a
Santos. Simplemente estaba aquí cuidando la tienda.

Lo que no estaría haciendo si Zane supiera llegar a tiempo.

Los Jinetes Oscuros habían estado cuidando a Andrómeda desde que su


presidente, Falcon, había conectado con el co-propietario, Garrett.

No era un mal lugar para relajarse, pero Santos podría prescindir de la


música oscura, que inducia al suicidio.

¿Quién en su sano juicio podría escuchar esto todo el día?

—Podríamos reunirnos después de que tu turno haya terminado y ver lo


especial que las cosas pueden ser. —El desconocido cerró el libro de diseños
que había estado mirando y vio a Lonnie con ojos grandes y tontos. ¿Se
suponía que esa era una mirada coqueta? Era más como que el tipo tenía algo
en su ojo. Santos con mucho gusto ayudaría al hombre a sacarle el objeto...
con sus garras.

—¿En serio? —El tono de Lonnie se había reducido a algo ligero,


seductor. El lobo de Santos dio un gruñido salvaje por la forma en que Lonnie
estaba coqueteando abiertamente con el desconocido—. Acepto.

Paseando alrededor del mostrador, Lonnie hizo señas al hombre que lo


siguiera hasta su habitación donde iba a hacerle un tatuaje. El cabeza hueca
llevaba botas de charol altas hasta los muslos con tacones de siete centímetros
de espesor y hebillas corriendo por las entrepiernas.

Santos se sentó en el sofá, y si quería o no, sus ojos se posaron en el culo


bien acampanado de Lonnie en aquellos apretados pantalones a cuadros rojo y
negro, que le ajustan como una segunda piel. Llevaba una simple camiseta hoy
y un collar de perro de púas alrededor de su cuello a juego con sus
muñequeras de pinchos habituales. El tipo tenía barras de color rojo oscuro
delineado cada ojo de color verde pálido.

Gruñendo para sí por que Lonnie se veía caliente como la mierda, agarró
una revista de la mesa frente a él y hojeó las páginas, pero no estaba realmente
leyendo nada. Deseó que la música estuviera apagada. Era la misma basura
que siempre le perforaba sus oídos en este lugar y hoy le estaba dando dolor
de cabeza.

Renunciando a mantener su interés en la revista, la arrojó hacia atrás en la


mesa de café en forma de ataúd y miró por el pasillo donde Lonnie había
caminado con el hombre con el que se reuniría después.

Su lobo dio un profundo gruñido vibrante.

—Oh, cállate de una puta vez. —Él no solía hablar con su lobo en voz
alta, pero hoy incluso su bestia le daba dolor de cabeza.

La puerta sonó, Falcon había insistido que instalaran esa alarma, y entro
Zane, el gemelo de Falcon. Su cabello largo estaba suelto hoy, él llevaba una
camisa de vestir de color morada que estaba fuera del pantalón vaquero
desteñido.

Se dejó caer junto a Santos, sonriéndole. —Pareces enojado. ¿Qué está


pasando?

Los ojos de Santos parpadearon hacia el pasillo y Zane dio una baja risita.
Sus ojos oscuros sonrieron mientras le guiñó un ojo. —¿Por qué no lo jodes y
acabas de una vez?

Su lobo gimió de acuerdo.

Asentándose más profundo en el sofá, Santos dejó escapar un gruñido. —


Porque yo no quiero tener relaciones sexuales con él.

Zane hizo un encogimiento de hombros mientras lanzaba a Santos una


divertida mirada. —Que lástima. Él es definitivamente un hombre muy
caliente.
Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Seis. Siete. Ocho. Nueve. Diez. No, Santos
no se estaba calmando.

Santos y Zane saltaron cuando oyeron un ruido fuerte que vino de abajo,
en el vestíbulo. Antes de que Santos pudiera moverse en esa dirección, el
punk, que había entrado con Lonnie corría hacia ellos, con una gran contusión
roja en la frente, dirigiéndose en línea recta hacia la puerta.

Lonnie salió corriendo por el pasillo, con los ojos entrecerrados y apretó
los labios mientras le gritaba al hombre que huía. —¡Si vuelves aquí, voy a
darle de comer tus pelotas a mis pirañas!

—¿Qué diablos está pasando? —Zane ladeó la cabeza hacia un lado.

Lonnie se volvió, cambiando su ira por una sonrisa de felicidad. —Oh,


hola Zane.

Sacudiendo la cabeza, Santos se sentó de nuevo en el sofá y se preguntó


por qué su lobo estaba sonriendo de oreja a oreja, parecía muy satisfecho de
que la cita para joder de Lonnie había huido de la tienda.

Ese idiota pensó que algo especial significaba que podía manosearme en
mi propia habitación. —Lonnie apartó el pelo de su hombro, moviéndose
detrás del mostrador con total frustración.

Él había estado coqueteando con el idiota sólo para obtener una reacción
de Santos. Pero el gran cabezota no había dicho ni una palabra, no había
protestado cuando Lonnie hacia planes para ser follado por un tipo al azar.

Su historial con los hombres no era estelar. Lonnie tenía la mala


costumbre de escoger siempre a la persona equivocada. Eso explicaría el
anhelo estúpido que sentía por estar con el Jinete Oscuro que ponía su polla
dura cada vez que estaba cerca.
Zane se rió, se inclinó sobre la vitrina y le dio un golpecito a Lonnie en el
hombro. —¿Pateaste su culo?

Elegí la persona equivocada, como de costumbre.

—Y voy a hacerlo de nuevo si vuelve.

Inclinándose un poco más cerca, Zane dijo. —Si estás buscando sexo,
Santos te ayudará.

—Diablos no —Lonnie espetó.

—No lo creo —Dijo Santos desde el sofá.

Lonnie entrecerró los ojos mirando a Santos con confusión. Nunca había
conocido a nadie que lo enfureciera y lo atrajera tanto. Él se sentía como si
tuviera un millar de pequeñas alas en el estómago cuando Santos estaba cerca.

—No tienes que decirlo como si fuera una enfermedad caminante. Hay un
montón de chicos por ahí que les encantaría tocar este culo.

Lonnie respaldó sus palabras con una fuerte palmada a su trasero. Él tenía
un montón de acción, a pesar de que la mitad del tiempo no la buscara. La
gente siempre le dijo que tenía los ojos más bonitos, un buen cuerpo con la
cantidad justa de corte, una piel y cabello hermosos. Rett siempre decía que
Lonnie era exótico.

—¿Quieres ir a Ruby Red esta noche? —Le preguntó a Zane. Si Santos


quería ser un idiota, que así sea. Lonnie no iba a poner fin a su vida sexual en
espera de que ese gran cabezota quisiera dormir con él. Es cierto que, el
tamaño oso de Santos lo encendía y le encantaba mirarlo.

Lonnie deseaba que Santos lo abrazara con todos esos músculo duros y lo
follara hasta el coma.

—Sí, claro —Zane extendió la mano y tiró de una de las rastas de


Lonnie—. Sé que Emilio va a querer ir también.
—Cuantos más, mejor —Lonnie miró a Santos cuando el hombre frunció
los labios de nuevo. No estaba seguro de cuál era su problema, pero Lonnie no
iba a preguntar. Dejaría que el hombre actúe como un hombre de las cavernas.
A él realmente no le importaba.

Deja de mentirte.

Lonnie estaba listo para golpear a su voz interior.

—Ten cuidado con ese dedo —Santos advirtió mientras flexionaba su


mandíbula y sus hombros anchos—. Yo puedo metértelo por el culo y
entonces no tendrás que preocuparte por echar un polvo

—¡Inténtalo! —Lonnie gritó mientras su nariz se dilato y sus manos


abofetearon sobre el mostrador con un ruido sordo.

—Está bien, muchachos —Dijo Zane con una sonrisa diabólica—. Si no se


calman voy a patear el trasero de ambos.

Lonnie entreabrió los labios, dispuesto a decir algo cuando Falcon y Rett
entraron en la tienda. Falcon hizo una pausa y miró a todos en la sala antes de
que sus ojos se posaron en Zane. —¿Esos dos otra vez?

—Al igual que un viejo matrimonio.

Lonnie no les hizo caso. Que se joda Santos. Si el hombre no estaba


interesado, Lonnie no iba a seguir perdiendo el tiempo. Santos no había dicho
ni una palabra cuando había establecido una cita para follar delante de él. Esa
fue una gran pista, Lonnie no iba a tener suerte con el hombre oscuro y
melancólico.

—Vamos a Ruby Red esta noche. ¿Quieres venir con nosotros? —Lonnie
no miró al idiota. No le importaba en lo más mínimo si Santos quería ir y no
se molestó en preguntar.

—Ya sabe que yo voy —Respondió Rett.

Rett parecía estar en su propio mundo con Falcon. El hombre le había


prometido a Lonnie que no lo abandonaría, pero últimamente se sentía como
una tercera rueda. Eso por sí solo mantenía a Lonnie en un cabreado estado de
ánimo. Nunca habían estado tan alejados antes y le hacía sentirse como si
estaba perdiendo a su mejor amigo por esta banda de matones.

Estaban bien y todo, pero él y Rett habían pasado por muchas cosas y no
había manera de que dejara que los Jinetes Oscuros le robaran a su amigo. Tal
vez podría hablar con Rett en el Ruby Red y tratar de ver lo que estaba
pasando en la cabeza de su mejor amigo.

Valía la pena intentarlo. Y si eso no funcionaba, siempre podía ahogar a la


banda de matones.

Comenzando con Santos.

Santos pasó los dos días siguientes, evitando la tienda. Él utilizó la excusa
de que tenía que actualizar el software en su sistema de seguridad en la cabaña
para no ir de niñera a la tienda de tatuajes. Sabía que Falcon podía ver a través
de la mentira, pero el hombre no había argumentado.

Sabiendo que los otros Jinetes Oscuros se dirigían a la Lower East Side,
Santos se fue en la dirección opuesta. Necesitaba despejar la cabeza. Odiaba
el hecho de que incluso se sentía tentado de ir a Andrómeda. Ese era el último
lugar donde tenía que estar.

Había estado en la tierra durante trescientos años y había visto un montón.


Santos habían nacido en la época en que Gran Bretaña y la República
Holandesa habían llegado a un acuerdo de paz para poner fin a la guerra con
Francia.

Su familia había emigrado a América del Norte, cuando Santos estaba en


su adolescencia y su vida se había convertido en un infierno.
Mientras él y su primo Emilio habían estado una noche, explorando su
nuevo mundo, habían encontrado a los Darlings. Siendo humano, Santos
nunca había sabido que existían. Los habían subestimado, pensando que no
eran más que matones hasta que él y Emilio estaban muriendo por sus
mordeduras. El que lo había atacado había intentado arrancarle la garganta
porque había luchado.

Fue entonces cuando Falcon había intervenido y salvó su vida y la vida de


su primo. Santos y Emilio trataron de regresar a casa, a pesar de que Falcon
les había advertido que su mundo había cambiado para siempre, su madre lo
escupió y lo llama diablo. Obligado a huir, Santos habían pasado los próximos
cien años, como un hombre amargado. Odiando a Falcon con cada aliento
robado que daba.

Pero como con todas las heridas, su odio había disminuido con el tiempo y
Santos había llegado a aceptar en lo que se había convertido. Ahora le gustaba
ser un cambiaformas. Lo que no le gustaba era el hecho de que todavía
existían los Darlings.

Si pudiera, los borraría a todos y cada uno de la faz de la tierra.

Estacionando la moto delante de su tienda de discos favorita, Santos


desmonto. Entró con los sonidos de Diana Ross cantando "Good Morning
Heartache" La melodía era conmovedora, pero Santos prefería la versión de
Billie Holiday mucho más.

—Hey, Santos —Ernest vagó por la habitación del fondo de la tienda—.


Hay cosas nuevas si estás interesado.

Venir aquí era un placer culpable para Santos. Los chicos se burlaban por
la música que escuchaba, pero lo hacían sin maldad. Él sabía que en realidad
Zane se enganchó con Louis Armstrong. No había nada malo con enseñarle
algo de clase, incluso a alguien que tenia setecientos años de edad y prefería
los golpes más duros de la música de hoy.

—¿Qué tienes? —Santos se acercó a la bandeja de ofertas, pasando


rápidamente a través de los viejos LPs. Tenía un convertidor en casa que le
ayudaba a transferir la música del vinilo a su iPod. Tendría que acordarse de
llevar su iPod con él la próxima vez que se sentara en Andrómeda.

—John Coltrane y Miles Davis.

—¿Bocetos de España? —Santos se mostró muy interesado. Paseó a través


de la alfombra gastada, inhalando el olor de viejas cubiertas de vinilo y
periódico mientras se abría camino a Ernest.

—Sabía que vendrías tarde o temprano, por lo que los guarde para ti. —El
anciano buscó en una caja azul hasta que él sacó los dos álbumes—. Aquí
tienes.

Santos sonrió ampliamente, su día ya mejoraba. Deslizó sus dedos sobre la


cubierta desgastada, ya podía escuchar las melodías en su mente. El
pensamiento fue fugaz, pero Santos tenía ganas de mostrarle a Lonnie lo que
era la música verdadera.

Él negó con la cabeza ante la idea. Él y Lonnie no se parecían en nada y


tenía que sacar al hombre de su mente. Lonnie prefería ir caminando a todas
partes, mientras que a Santos le encantaba montar su Ducati. Él amaba el jazz,
blues e incluso de vez en cuando escuchaba reggae, mientras que Lonnie
escuchaba música que debería conducir a una persona a la locura mientras sus
oídos sangraban. Lonnie parecía aceptar a cualquiera en su cama, mientras que
Santos era un poco más exigente, aunque cuando estaba recién convertido,
había sido una verdadera ramera, jodiendo a cualquier hombre que pusiera un
ojo en él. Pero él era más viejo ahora, y elegía sus compañeros de cama.

—Llamó alguien que quiere vender su copia de la segunda canción nunca


registrada por la leyenda del blues de Mississippi Robert Johnson.

Santos sintió que su corazón latía más rápido ante la idea de ser dueño de
tal hallazgo raro. —¿Tu sabes que él murió misteriosamente en 1938?

Ernest asintió, con el rostro marchito brillando con diversión. —


Realmente conoces su música, Santos. Es raro que me encuentre con alguien
que aprecia los viejos. —Él palmeó el brazo fornido de Santos con una
temblorosa mano—. Me encanta cuando me visitas. Pero sabes que si él
realmente tiene el vinilo, su valor es de unos doce mil dólares. No lo voy a
engañar y yo no puedo permitirme el lujo de pagar ese precio.

¿Acaso Santos quería pagar esa cantidad de dinero? Aunque era un


verdadero entusiasta de la música, no estaba seguro de si estaba dispuesto a
dar a ese tipo, diablos, ¿a quien quería engañar? —Aquí, te voy a dar mi
número. Si él lo vende, llámame.

Santos dio a Ernest su número y luego compró los dos álbumes que el
anciano había reservado para él. Con la música en la mano, Santos salió de la
tienda con un mejor estado de ánimo.
Capítulo Dos

Lonnie se sentó en las escalinatas de Andrómeda. Estaba muy enojado


consigo mismo. Él, Garrett, y los Jinetes Oscuros, menos el gran cabezota oso,
habían ido la última noche a Ruby Red y él la había pasado horrible. Bueno,
tal vez no horrible, pero Lonnie ciertamente no tuvo una gran noche tampoco.

Se encontró rechazando las ofertas de sexo, lo que no era normal en él. A


Lonnie le gustaba el sexo tanto como al que más, por eso su elección en chicos
apestaba la mayor parte del tiempo, pero anoche fue diferente.

Lonnie había dicho que no, porque lo único que podía ver era un gran
hombre, con cabeza calva con los ojos de obsidiana y un chip en su hombro.
Santos lo llevaba a las oscuras profundidades de la ira y a las alturas con su
atracción caliente.

Debo ser un idiota por querer a un bruto como Santos.

—Hey, ¿por qué la cara larga? —Rett se sentó junto a Lonnie, apoyando
los brazos sobre las rodillas dobladas. Lonnie pensó en decirle que estaba
enojado ya que no tenía tiempo para él últimamente. Pero Lonnie no era
infantil y prefirió hablar con su mejor amigo.

Lonnie apoyó la barbilla en la mano mientras observaba el tráfico pasar, su


mente aún atascada en Santos. —Mi gusto por los hombres apesta.

Rett sonrió mientras lanzaba un brazo sobre el hombro de Lonnie,


apretándoselo un poco. —Siempre es así. ¿Qué cambió?

—Sabes, no tengo ningún problema de golpearte en la cabeza con mi


escoba —Lonnie miró por el barrio y sintió como que había cambiado mucho,
a pesar de que todo parecía lo mismo. Pero las cosas eran diferentes ahora.
Rett había encontrado a alguien que le hacía verdaderamente feliz, y Lonnie
sentía lujuria por Santos, alguien que era totalmente opuesto a lo que buscaba
normalmente.
—¿Esta la puerta cerrada? —Bandit, el artista que trabajaba allí con ellos,
preguntó mientras se acercaba a los dos.

—Sí —Respondió Rett. Lonnie trasladó su cuerpo a un lado mientras


Bandit pasaba por las escaleras junto a él.

—Sólo estoy siendo taciturno —Lonnie se levantó—. Olvida lo que dije.


—Él no quería hablar de Santos o admitir sus sentimientos por el chico a su
mejor amigo. ¿Por qué debería incluso perder su tiempo? Estaba muy claro
que Santos no estaba interesado en él, así que tenía que seguir adelante.

¿Eso no lo había dicho antes?

—Oh, cállate de una puta vez

Rett rió mientras palmeaba a Lonnie en el hombro. —Me encanta cuando


le gritas a esa pequeña voz en tu cabeza. Me recuerda por qué somos mejores
amigos.

—¿Porque te gusta pasar el rato con la gente que está sentada en las
profundidades de sus problemas?

Rett dejó de caminar por las escaleras, con una expresión sombría. —No,
porque yo estoy con el chico que me conoce mejor y estaba allí cuando los dos
estábamos pasando por nuestro peor momento.

Lonnie bajó los dos escalones que los separaban y luego lo abrazo. Apoyó
la mejilla sobre el hombro de Rett. Él se había sentido tan fuera de lugar
últimamente que empezó a pensar que estaba solo.

—Gracias.

—Yo podría estar pasando mucho tiempo con Falcon —Rett pasó una
mano abrazando a Lonnie de vuelta—. Pero no me olvidé quien es mi mejor
amigo. —Él dio un ligero tirón al pelo de Lonnie—. Las cosas van a mejorar.

Deseó poder pensar lo mismo. De alguna manera sabía que olvidar a


Santos no iba a ser una cosa fácil de hacer. Cómo tenia sentimientos atrapados
por un hombre que era su total opuesto, Lonnie nunca lo sabría. Pero él los
tenía, y el dolor del rechazo dolía mucho.

—Vamos a entrar. —Rett se retiró, agarrando la mano de Lonnie cuando


él lo arrastró por las escaleras. Lonnie frunció el ceño cuando él no vio a
Bandit adelante. Deambuló por el pasillo, y vio que el tipo salía de la
habitación de Rett.

—¿Necesitabas algo?

Bandit lo miró culpable cuando él negó con la cabeza oscura. —Yo estaba
buscando un poco de tinta amarilla.

Colocando las manos en las caderas, Lonnie frunció los labios mientras
ladeaba la cabeza hacia un lado. —Ya conoces las reglas, Bandit. Tú compras
tu propia mierda. Además, ni siquiera preguntaste si se podías entrar ahí.

—No sucederá de nuevo. —Bandit se dirigió hacia la parte delantera de la


tienda.

Lonnie tenía una sensación persistente en la parte posterior de su mente,


pero lo desestimó.

Bandit había estado trabajando allí desde hacía meses y no había mostrado
ningún signo de que era un ladrón. Tal vez él realmente estaba buscando un
poco de tinta.

—Hey, Lonnie —Rett dijo desde adelante—. ¿Estás listo para tomar un
cliente?

Estaba dispuesto a hacer algo para ocupar su mente fuera de su locura.

—Envíalo. —Lonnie abrió su habitación y encendió la luz.

Se hizo a un lado cuando un chico joven, arrogante, llevando placas de


identificación se acercó a su cuarto. El hombre lo miró con escepticismo. —
¿Tu eres el artista?
Eso le pasaba de vez en cuando. Lonnie no tenía tatuajes, por su problema
con las drogas, se quedaba lejos de las agujas y el alcohol. Lonnie se negaba a
recaer. La mayoría de la gente pensaba que si un artista no estaba tatuado, no
sabía lo que estaba haciendo.

—Sí, ¿por qué?

—No te ves como uno

Lonnie midió el hombre con los ojos evaluándolo. —¿Tu eres militar?

—Ejército

—No te ves bastante viejo. Señalo su asiento—. ¿Sabes lo que quieres o


vamos a sentarnos aquí durante horas, mientras lo decides?

El chico parecía que estaba listo para golpear a Lonnie y a continuación,


sonrió. —Buen punto, pero todavía me gustaría ver tu trabajo.

Después de que se golpearon en el pecho para ver quién era el más duro,
en realidad se llevaron bien. Él pasó la siguiente hora tatuandole un pasaje que
había escrito él chico, acerca de hacer su propio camino en la vida como un
hombre. Le gustaba lo que decía y lo ayudó a poner las cosas en perspectiva
para él.

Hizo que Lonnie se diera cuenta de que realmente no tenía nada con
Santos y aunque era una mierda, necesitaba seguir adelante.

Sólo deseó poder apegarse a esa resolución cuando Santos entrara en la


tienda.
Striker Hullender miró fuera del Dirty Hole hacia Andrómeda, tratando de
encontrar una manera de derrotar a los Jinetes Oscuros.

La muerte de su hermano, Vincent, era todavía una herida reciente e iba a


hacer que paguen.

Sólo que no había encontrado la manera todavía. Él había llenado la


cabeza del viejo alfa con la idea de enviar un Darlings por el juguete del
presidente, pero no había dado resultado. La idiota criatura había atacado a la
persona equivocada.

Pero él no iba a darse por vencido hasta que los cuatro Jinetes y los dos
dueños de la tienda de tatuajes estuvieran muertos. Se volvió y recogió su
copa, tomando un sorbo antes de sonreír al hombre sentado frente a él.

—¿Estás listo para ir a mi casa?

—Cada vez que tú quieras Spike. —Dijo mientras terminaba su bebida.

Santos quería y no quería estar aquí. La única cosa buena en su favor era
que nadie había prendido la música todavía. Habían pasado tres días desde que
había estado por última vez en Andrómeda y Falcon habían exigido que asuma
el cargo hoy.

—Lonnie está en la parte de atrás —Bandit dijo mientras se volvía a apilar


los libros de diseños que estaban abiertos sobre el mostrador. Santos no se
molestó en ir a la habitación de Lonnie. Él simplemente se sentó y se puso sus
auriculares. Si las cosas se complicaban, cosa que dudaba, entonces él todavía
tendría visual.
Sus ojos parpadearon cuando Lonnie vino por el pasillo con un tipo
engreído detrás de él. Los ojos de color verde pálido se enfrentaron con los
obsidiana antes de que Santos mirara su iPod.

Maldita sea, sólo tenía que ir y verse bien con ese moño desordenado de
rastas. El tipo estaba llevando pantalones ceñidos que marcaban muy bien su
culo redondeado. ¿Por qué tenía que darse cuenta de eso? Santos podía sentir
el pulso de su polla pero él se negó a permitir que su imaginación tome vuelo.

Lonnie salió por su lado sin decirle nada a Santos. Cuando él miró debajo
del grosor de sus pestañas, vio cómo el artista hablaba con Bandit, sin mirar a
su lado. El cliente pagó y salió, y luego Lonnie retrocedió por el pasillo.

El agarre de Santos en su iPod s apretó cuando su lobo gruñó en


desaprobación. No le gustaba ser ignorado, pero Santos estaba muy bien con
el silencio.

Emilio abrió la puerta de cromo y cristal, entrando en la tienda.

Tomó asiento junto a Santos antes de recoger una revista. Santos se sacó
los auriculares. —¿Qué estás haciendo aquí?

—Esperando un repuesto. —Respondió mientras hojeaba las páginas—.


Pedí algo especial para mi moto y el dueño de la tienda dijo que debería estar
aquí antes de las seis.

Este maldito lugar estaba empezando a convertirse en un punto de reunión


de los Dark Rider.

A Santos le gustaba el Dirty Hole mucho más. El lugar podía ser


desordenado y ruidoso, pero no había un Lonnie.

Emilio le tocó el muslo. —Vamos a Ruby Red. ¿Quieres venir?

No estaba seguro porque todo el mundo pasaba el rato allí últimamente,


pero no vio ningún daño en intentar encontrar a alguien para ocupar su cama.
Había pasado tiempo desde que había tenido a alguien allí. —Por supuesto.
Tal vez podría encontrar a un desconocido que le pudiera ayudar a
bloquear a un hombre que se estaba volviendo más y más difícil de olvidar.

—Dios, me encanta este lugar —Dijo Zane antes de que él se deslizara a


través del muro de cuerpos girando y desapareciera de la vista.

—Hasta más tarde —Emilio desapareció también.

Santos se puso de pie junto a Falcon, mirando por encima de los cuerpos
vestidos de negro, como la banda de punk rock tocaba en el escenario elevado
en la parte delantera del club. Fuera de Andrómeda, este era el lugar donde vio
más piercings en el cuerpo y cabezas con el pelo de colores. Era
extremadamente fácil encontrar a los turistas que habían tropezado sin querer
con el club. A medida que sus ojos recorrieron el mar de fiesteros, Santos vio
a Lonnie justo en el borde del escenario, mezclado con la multitud.

Era difícil pasarlo por alto. Se destacaba entre todos los demás. No era su
ropa, sino su mirada exótica y su piel café con leche. Parecía un ángel caído
entre los demonios.

¿De verdad pensó eso?

Arrojándose de un lado a otro, con el cuerpo retorciéndose en un gesto


seductor, Lonnie se veía como si estuviera perdido en su propio mundo
privado.

Santos hizo caso omiso de su polla cuando se sacudió en sus pantalones


vaqueros por la vista evocadora. Él no iba a pensar como se vería haciendo la
misma cosa, sólo que desnudo y en la cama de Santos.

El amante de Falcon, Garrett, fue hacia el escenario para unirse a su mejor


amigo mientras Santos se abría paso a la barra. Eran en noches como ésta, que
deseaba poder emborracharse. Él no le había contado a nadie de los sueños
explícitos que había estado teniendo últimamente, con un pequeño humano
con rastas largas y ojos de color verde pálido.

Porque yo no quiero pensar en ellos.

Santos gimió cuando las luces estroboscópicas comenzaron a cortar a


través del club, la gama de colores lastimaba sus ojos. ¿Cómo es que nadie se
quejaba por esta mierda? La música se convirtió en grungier, la multitud más
salvaje.

—¿Por qué no te relajas y disfrutas? —Falcon deslizó una bebida hacia


él—. Por mí.

Aunque se habían declararon independientes del clan Durango, y cada uno


era independiente, Santos veía a Falcon como su líder, su alfa. Él había odiado
al hombre por convertirlo, pero trescientos años era demasiado maldito tiempo
para guardar rencor.

—Gracias. —Recogiendo la bebida, Santos lo bebió en un solo trago. La


quemadura se deslizó hasta el fondo de su garganta, pero no había zumbido, ni
cabeza borrosa.

Se alegró de que tuviera buen sabor o Santos sólo podría haberse enojado
pensando que todavía estaba sobrio e iba a seguir estando de esa manera,
incluso si él bebiera toda la botella.

La expresión de Falcon se convirtió en un poco aturdida y divertida antes


de que dijera. —Es posible que desees echar un vistazo al escenario.

Mirando alrededor, Santos casi aplastó el vaso en la mano cuando vio a


Lonnie arriba con la banda, tocando una de las guitarras, con la cabeza baja
mientras su cuerpo saltaba alrededor. La multitud se estaba volviendo loca.

¿Desde cuándo tocaba el bajo? Y maldita sea, el hombre en realidad sabía


lo que estaba haciendo. Olvidando a Falcon, Santos se dirigió a través de la
pared de humanos mientras empujaba su cuerpo a la parte delantera del
escenario. El pequeño dolor de cabeza parecía que estaba en su propio mundo.
Sus ojos cerrados y los labios entreabiertos.
De repente, con la cabeza aún baja los ojos verde pálido estaban mirándolo
antes de que una sonrisa atractiva tirara a un lado de la boca de Lonnie. Los
ojos del hombre tenían los párpados pesados y llenos de una especie de
sensual invitación. Santos no estaba seguro de qué hacer, pero su lobo aullaba
por la atención.

Animal tonto.

—Es muy bueno, ¿verdad? —Dijo Garrett con el tono lleno de orgullo
mientras permanecía de pie junto a Santos. Él no tenía que gritar. Los dos eran
cambiaformas lobo, capaces de oír por encima del ruido ensordecedor. —Sube
allí de vez en cuando, cuando él tiene ganas y la banda que toca lo permite.

Con la cabeza de Lonnie todavía baja e inclinada hacia un lado, el pelo del
hombre parecía crear un velo privada que atrajo a Santos y le cautivó. La
punta de la lengua rosada de Lonnie salió como una flecha y luego se deslizo
seductoramente sobre su labio superior antes de que le hiciera un guiño.

Santos nunca se había sonrojado en su maldita vida, pero se encontró con


la cara caliente por lo que estaba haciendo Lonnie.

—¡Tienes suerte hijo de puta! —Algunos humanos golpearon el hombro


de Santos—. Lo que yo daría por volver a casa con ese tipo.

Sin pensarlo, los ojos de Santos bajaron a la ingle de Lonnie, para ver que
la polla del hombre estaba totalmente erecta en sus pantalones de color rojo
sangre. Santos se dio la vuelta, haciendo su camino de regreso hacia la barra.
Él no estaba interesado en la mierda. No importaba que Lonnie luciera una
erección mientras coqueteado con él.

El hombre se estaba metiendo bajo su piel y no valía la pena el dolor de


cabeza. Él era gritón e irritante. Ni siquiera estaba seguro porque salió
disparado al otro lado del club cuando un idiota saltó al escenario con Lonnie,
tratando de sujetar al humano desde atrás.

Empujando a la gente fuera de su camino, Santos podía sentir sus


colmillos amenazando con alargarse a medida que la ira rodó a través de él. Se
dio cuenta de que Lonnie no quería ser tocado, pero el extraño parecía tener
dificultades para aceptar un no por respuesta. En un movimiento fluido,
Santos saltó al escenario, aterrizando con ambos pies mientras caminaba hacia
donde Lonnie estaba siendo acosado.

—¡No! —Dijo Lonnie al chico, cuando él lo empujó hacia atrás. La banda


se mantenían tocando al parecer no estaban seguros de qué hacer. Qué
¡idiotas! ¿Qué tan difícil era alejar a un tipo de otro? Con los dedos en la nuca
del cuello del desconocido, Santos lo arranco con fuerza.

—¿Qué crees que estás haciendo? —Su voz estaba caminando en el más
fino borde de rabia mientras Santos reprimió el impulso de romper el cuello
del bobo—. ¿Qué parte de no, no entiendes?

Antes de que pudiera sacarlo fuera del escenario, Lonnie levantó el pie y
lo golpeo en su culo. —¡Mantén tus manos en ti mismo!

Santos ocultó su sonrisa mientras condujo al desconocido a la orilla del


escenario y lo dejó caer. Sabía que el chico estaba bien, quizás un poco
aturdido, pero bien. Santos nunca dañaba a nadie más débil que él, a menos
que tuviera que hacerlo. El desconocido estaba siendo desagradable, pero era
bastante inofensivo.

Lonnie le dio la espalda a Santos y empezó a tocar de nuevo.

Qué jodida gratitud.

Decidiendo que sería mejor quedarse, Santos se alejó de la banda, pero


todavía estaba lo suficientemente cerca como para que todos supieran que no
eran bienvenidos a subir hasta allí. ¿Por qué hizo esto?

Joder si lo sabía.

Pero su lobo se había vuelto loco cuando Lonnie estaba siendo maltratado
por el zoquete. Divisó a Emilio abrazado con un tipo, con una come mierda
sonrisa en su rostro mientras miraba a Santos. Su primo estaba leyendo
demasiado en esto. El hecho de que él hubiera ayudado a Lonnie no
significaba nada.
No, se trataba de evitar que Falcon se vuelva loco.

Santos pensó, si Lonnie se lastimaba, entonces Garrett estaría molesto. Si


Garrett estaba molesto, entonces Falcon no sería un hombre feliz.

Era una ecuación simple para él.


Capítulo TRES

Empujando su cuerpo a través del mar de fiesteros, Lonnie se dirigió a la


barra. Había tocado hasta que sudó y tenía la garganta reseca. La gente parecía
haberse multiplicado desde que había llegado a Ruby Red. El aire central
estaba teniendo dificultades para mantenerse al día con la masa.

Lonnie sintió una gota de sudor avanzando lentamente por su espalda


mientras se agitaba por la atención del camarero.

—¿Puedo obtener un agua con hielo?

—Por supuesto. —El camarero se alejó, tomando un vaso debajo del


mostrador. Mientras esperaba, Lonnie, escudriñó el club buscando la cabeza
calva de Santos. El hombre se había bajado del escenario unos minutos antes
de que el sohw hubiera terminado. No estaba seguro donde el chico estaba
ahora. Metiendo la mano en el bolsillo, Lonnie agarró la banda que utilizaba
para atar el pelo en una cola de caballo desordenada.

—Tú eras bastante bueno allí.

Torciendo su cuerpo alrededor, Lonnie vio a un hombre con los ojos


inquietantemente oscuros y una sonrisa torcida en su rostro. Parecía de edad
universitaria y tenía un piercing en el ojo izquierdo.

—Gracias —Lonnie se volvió hacia el lado para agarrar el vaso que el


camarero le dio y tomó un largo trago.

Los ojos del hombre se redujeron a la garganta de Lonnie, no cabía duda


de que veía trabajar los músculos. —¿Estarías interesado en salir de aquí?

Normalmente habría dicho que sí. EL debería haber dicho que sí. Pero se
encontró diciendo. —No.
Con un movimiento de su cuerpo, el hombre se inclinó más cerca.
Demasiado condenadamente cerca en opinión de Lonnie. —Realmente creo
que deberías reconsiderar tu respuesta.

—Y yo realmente creo que deberías considerar un refrescante de aliento.


—Lonnie comenzó a alejarse, sólo para sentir una mano en su hombro, tirando
de él hacia atrás con un movimiento rápido.

¿Qué pasaba con estos chicos esta noche? ¿No podían aceptar un no por
respuesta? Rotando, Lonnie tiró el agua fría en la cara del hombre.

Sólo ... que no era el extraño.

Campanas del infierno.

La mandíbula de Santos se cerró con tanta fuerza que Lonnie esperaba ver
salir fuego por la nariz del hombre. Se agachó cuando Santos alzo una mano
grande hacia él. Despegando hacia la multitud, Lonnie sabía que tenía que
escapar. El hombre lo miró como si estuviera listo para limpiar el suelo con el
culo flaco de Lonnie.

Se dirigía a la puerta de atrás, pero cuando vio al extraño que se había


ofrecido a llevarlo a casa, se volvió hacia su derecha y se mantuvo en
movimiento. Llegó a los baños, quedando atrapado.

Echando un vistazo por encima del hombro, Lonnie se quedó sin aliento
cuando vio a Santos justo detrás de él, con una expresión de furia en su rostro.

—¡Ni se te ocurra!

Una risa demoníaca retumbó en el pecho de Santos al captar a Lonnie y


tiró de él hacia atrás. El hombre levantó Lonnie del suelo cuando sus
musculosos brazos se apretaron alrededor de su cuerpo. Le dio una patada y
maldijo mientras luchaba por liberarse.

—¡Suéltame, imbécil!

—No hasta que me digas por qué tiraste el agua en mi cara.


El tono de Santos fue más gruñido que sonido. Cuando Lonnie lo miró,
pudo ver los ojos del hombre parpadeando peligrosamente.

No había nada que hacer. Santos tenían bloqueados los brazos de Lonnie a
ambos lados de su cuerpo. Estaba colgando de los brazos del hombre sin poder
hacer nada. —¡Si no me dejas ir, voy a meter mi bota tan profundo en tu culo
que vas a probar mis calcetines!

—Estoy muy cansado de tu boca —Dijo Santos y Lonnie podría decir que
el hombre estaba en el borde. La pregunta era si estaba enojado o caliente.
Lonnie no lo sabía pero sentía los músculos de Santos tensos a su alrededor.

—¿Sí? —Lonnie se burló mientras sacaba su barbilla en desafío—.


Entonces haz algo al respecto.

Un hambre desesperada comenzó a levantarse en él cuando Santos se


quedó mirando sus ojos, su voz sensual desatada sobre el cuerpo de Lonnie.
—Confía en mí, tú no serías capaz de manejarlo.

Liberando sus brazos, Lonnie las envolvió alrededor del cuello de Santos,
el hombre inclinó la cabeza hacia un lado, comiendo los labios de Lonnie sólo
tan desesperadamente como Lonnie estaba chupando los suyo. Envolvió sus
piernas delgadas alrededor de la cintura, tratando de acercarse lo más que
pudo.

Santos se volvió, golpeándolo contra la pared. A Lonnie no le importaba si


caían en el piso sucio en este instante. Arañó la cabeza calva mientras sus
caderas se resistían. Santos tenía las manos sujetas hacia abajo apretando al
culo de Lonnie mientras trataba de lamerle las malditas amígdalas.

El beso fue desordenado, desesperado, y tan malditamente agónico y


delicioso que Lonnie estaba listo para encontrar un rincón oscuro y dejar que
lo jodiera.

Él siseó cuando Santos tiró de su pelo, su piel zumbó cuando lo recorrió


un escalofrío. Su pene estaba tan duro y lleno ahora mismo que Lonnie sólo
quería la liberación.
—Eres un jodido dolor de culo —Se quejó Santos en los labios de Lonnie
cuando sus dedos continuaron tirándole de los cabellos, eliminando la banda
que momentos antes había colocado alrededor de las hebras.

—Gillipollas —Mordió el labio inferior del hombre antes de chupar su


boca. Estaba tan ocupado tratando de restregarse en el estómago del hombre
que no se dio cuenta de que Santos se dirigía a la puerta de atrás. El aire de la
noche enfrió la piel caliente de Lonnie, pero no hizo nada por el ardor en la
ingle.

Quería a Santos, mucho.

Empujó la espalda de Lonnie en la pared de ladrillo, y deslizó las manos


bajo su camisa, retorciendo los pezones duros.

—¿Podemos participar?

Lonnie apartó la boca de Santos para ver al mismo hombre que se había
ofrecido a llevarlo a casa. Sólo que había tres chicos más con él. —No en esta
vida —Dijo Lonnie.

Santos no estaba tan dispuesto a hablar. Sus dedos se clavaron en los lados
de Lonnie tan fuerte que hizo una mueca de dolor. —No tan duro.

Casi se cayó de culo cuando Santos lo soltó, haciendo que él luchara para
aterrizar en sus pies. El hombre puso su enorme cuerpo entre Lonnie y los
cuatro hombres.

—Ustedes no quieren molestarme esta noche. —Advirtió Santos, su tono


lleno de escarcha—. Vayan a jugar en una de las cuevas subterráneas.

—Pero queremos compartir con ustedes. —Dijo el arrogante bastardo que


estaba al frente.

—Además, yo le pregunte en primer lugar.

—¡Jodete! —Lonnie intentó moverse alrededor de Santos, pero el hombre


lo empujó hacia atrás, metiendo a Lonnie detrás de él. Lonnie no era capaz de
vencer a todos los hombres, pero él no era de ocultarse. No después de superar
una adicción a las drogas y de alejarse de su jodida casa.

Se juró que nunca volvería a ocultarse de nuevo. Él siempre le haría frente


a sus problemas.

Y esta situación no era diferente. Él no podía permitirse esconderse detrás


de Santos. Sabía que había cosas por ahí que no eran humanas. Él sabía que
había cosas llamadas Darling que lo mordieron, Lonnie nunca quería
experimentar ese dolor otra vez.

Pero no quiso ocultarse.

—Yo no les tengo miedo —Lonnie miró a cada uno, midiéndolos. Okay,
quizás Santos podría tener al que estaba en la parte posterior. Era muy, muy
grande.

—Tu humano tiene una boca fuerte. —Dijo el tipo enorme—. Voy a
disfrutar morderlo.

¿Humano? Eso significaba que estos chicos eran esas cosas Darling.
Todavía él no estaba convencido acerca de todo esto de ser lobo. Simplemente
no podía asimilar ese concepto.

Comenzó a perder parte de su entusiasmo cuando el chico que había


estado acosándolo mostró unos colmillos muy brillantes. Lonnie recordaba
demasiado bien lo que se sentía y él no quería ser mordido de nuevo. Los
cuatro hombres tenían un tamaño importante, todos prevalecían sobre Lonnie
por unos buenos veintidós kilos.

Cuando Santos no dijo una palabra, Lonnie levantó la mirada y soltó un


pequeño jadeo. Los ojos normalmente oscuros del hombre tenía un extraño
tono amarillo en ellos, los iris cambiaron de color. Ellos pasaron de ser
oscuros, a color marrón, a un color azul oscuro, y luego a un color ámbar
oscuro. —Tus ojos son como un anillo de estado de ánimo.

Santos no dijo nada, pero estaba bastante seguro de que el hombre lo


escuchó. No podía dejar de mirar. La suave luz amarilla de de la farola
refractaba el ámbar, haciendo que se vean como si fueran brillantes. —
Realmente eres...

Lonnie de repente se dio cuenta de que Zane había estado diciendo la


verdad cuando dijo que Rett se había convertido en un lobo. Santos estaba
parado con la prueba en sus ojos.

—¿Vas a mirarnos hasta la muerte? —Uno de los chicos le preguntó a


Santos.

Dos se acercaron, enjaulando a Santos y a Lonnie, atrapándolos contra la


pared de ladrillo del edificio. Él no estaba tratando con seres humanos. Eso es
todo pensó Loonie.

—Él está preparándose para patear sus lamentables culos —Lonnie no


estaba seguro de si eso era cierto, pero no podía dejar que los hombres vieran
lo asustado que estaba—. Es mejor que den un paso atrás, porque cuando
Santos se enoja, la gente pierde sus cabezas

Santos lo miró, con sus cejas ceñidas. Lonnie se encogió de hombros. Eso
era lo mejor que podía llegar a su mente cuando estaba lidiando con el
conocimiento de que estos hombres no eran humanos.

Hubo un destello de algo en esos ojos de color ámbar, pero antes de que
Lonnie siquiera pudiera procesar lo que era ese algo, se dio rápidamente la
vuelta y le presiono con fuerza contra la pared.

Observaba al de atrás.

Santos evaluó a cada uno, pero sabía a quién necesitaba sacar primero. Los
Darlings eran normalmente cobardes, a menos que fueran muchos.
El grande parecía que estaba vibrando con rabia, listo para dar rienda
suelta en Santos y Lonnie. Mantuvo la mano en la espalda de Lonnie,
asegurándose de que la mierda no tratara de luchar. Él no era rival para un
Darlings.

A pesar de que una gran cantidad de seres humanos podía manejar a las
criaturas, Lonnie no era grande para empezar. Santos temía que el hombre se
vería gravemente herido, mordido, o incluso asesinado.

—¿Vas a tomar a cuatro de nosotros? —El bocazas en el frente pregunto.

—Eso suena tan malditamente pervertido. —Lonnie no pudo evitarlo. Él


simplemente no podía cerrar la boca. Santos estaba empezando a pensar que el
hombre no tenía un botón de apagado. —Soy un tipo de un solo hombre chico.
Vas tener que ir a una de las cuevas para obtener tu kinky.

¿Quieres callarte ya? Santos empujó a Lonnie más duro en la pared,


esperando que el hombre tomara la idea. Puso su cuerpo directamente frente a
Lonnie cuando uno de los Darlings lo atacó.

Con un brazo fornido, él tomo al tipo por sus ropas y lo dejó caer en su
culo. El hombre se quedó allí aturdido cuando el siguiente atacó, todo el
tiempo Santos mantuvo sus ojos en el hombre grande.

No era tanto que él fuera más grande que Santos, pero la tranquilidad con
la que observaba, hizo que Santos fuera muy cauteloso.

Mientras esperaba que el Darling hiciera un movimiento, Lonnie se


disparo en torno al hombre caído y se dirigió hacia el club. Esto tomó a Santos
por sorpresa. Él no había estado esperando que luchara, pero él no esperaba
que abandonara el barco tampoco.

—Parece que somos sólo nosotros y el lobo. —Dijo el bocazas.

—Me parece justo —Santos respondió, dejando que sus garras se


extendieran—. Ven y consigue un poco, coño.
Pero no fue el bocazas quien lo enfrentó. Era el silencioso hombre en la
parte posterior. Santos apoyó su cuerpo, colocando un pie detrás del otro
cuando el Darling se estrelló contra él. El hombre era muy, muy sólido, pero
no lo suficiente sólido. Santos desvió el golpe duro con un gancho en la cara
del hombre.

La puerta de atrás del club se abrió de golpe y salió corriendo Zane —¿De
fiesta sin mí?

Lonnie se precipitó a salir, con el rostro enrojecido cuando sus ojos color
verde pálido se posaron en Santos. —Te traje un poco de ayuda.

Santos cerró los puños varias veces en la cara del Darling, cuando la ira
comenzó a montar en su interior. —Yo no necesito ninguna maldita ayuda.

¿Podría el chico rebanar más la virilidad de Santos?

—¡Pero hay cuatro de ellos! —Lonnie protestó mientras señalaba con su


pulida uña a los hombres que atacaban a Zane. —¡Dime que tu puedes
manejar a todos!

Cabreado porque Lonnie había puesto en duda su virilidad, los caninos de


Santos se alargaron, sus garras cortaron sin tregua al hombre grande. No se
detuvo hasta que el gran Darlings yacía ensangrentado en el suelo, y luego
agarró un cuchillo que Zane le dio y decapito al bastardo.

—¡Asqueroso! —Lonnie gritó mientras giraba sobre sus talones y entró de


nuevo en el club.

—Impresionaste al chico. —Dijo Zane mientras observaban a los otros


tres Darlings escaparse por el callejón. —Aunque prefiero arrojar menos
sangre cuando estoy tratando de mostrarme delante de un hombre con el que
quiero tener relaciones sexuales.

El cuerpo en el suelo se convirtió en cenizas cuando Santos entregó a Zane


de vuelta su cuchillo. No estaba de humor para escucharlo. Santos estaba más
allá de enojado porque Lonnie había ido en busca de ayuda.
—Te dije que limpiaras la mierda antes de que me lo devuelvas. —Dijo
Zane con asco cuando Santos se dirigió hacia la parte delantera del club.
Tomó su moto y se fue en dirección a un lugar para descargar su ira antes de
que él volviera a entrar en ese club y le enseñara al miedoso el hombre que
era.

Zane sólo pudo sacudir la cabeza mientras envolvía su daga en una


bandana que había empujado en sus bolsillos más temprano. Santos estaba
loco. Si sólo el hombre admitiera que quería a Lonnie, las cosas serían mucho
más fáciles. Pero hasta entonces, necesitaba enseñar al guapo rubio como tatar
al lobo. Sobre todo, nunca debía hacer parecer débil a Santos. Correcto o mal,
a los hombres nunca les gustaba parecer débiles, sobre todo delante del
hombre que les interesaba.

Lonnie tenía mucho que aprender acerca de ellos. Caminando de regreso


dentro, vio a su gemelo sentado junto a Garrett, muy juntos hablando en voz
baja. Zane sonrió. Estaba feliz de que Falcon finalmente había encontrado a
alguien para centrarlo. Su hermano merecía ser feliz.

Pero eso no era lo que él estaba buscando.

Zane recorrió el club, pero no había ni rastros de Lonnie en cualquier


lugar.

Viendo que Garrett estaba todavía aquí, y sabiendo que Lonnie no se iría
sin él. Zane había comprobado el baño de hombres en vano.

Santos no había regresado. Parecía que la noche se estaba complicando


rápidamente. Abriéndose paso hacia donde estaba su gemelo sentado, miró
entre Falcón y Garrett. —No puedo encontrar a Lonnie.
Capítulo CUATRO

Lonnie metió las manos en los bolsillos delanteros y encorvó los hombros
mientras caminaba hacia su casa. No estaba seguro de lo que había hecho mal,
pero necesitaba tiempo para aclarar sus ideas. Santos estaba muy enojado con
él, y todo lo que quería Lonnie era cuidarlo, pero el hombre parecía muy
ofendido por ello.

Aunque eso no era lo que estaba jodiendo con el cerebro de Lonnie.

Los ojos de Santos se habían convertido en algo de otro mundo, y había


extendido unas garras. También había matado a un hombre, rebanándolo antes
de cortar su maldita cabeza. Lonnie sentía como si estuviera a punto de
vomitar.

Zane había dicho que Rett se había convertido en un lobo, pero Lonnie no
había caído en la cuenta de que Santos era un lobo también. Debió saberlo, y
él quiso patearse a sí mismo por ser tan lento en darse cuenta.

Dios, había estado deseando a un animal. ¿Cómo de brutal era eso?

Lonnie había tenido su parte justa de extraños encuentros sexuales, pero


este tenía que ser el fetiche más extraño.

Y pensar que, si hubiera dormido con Santos, podría haberse contagiado


rabia. Probablemente no, pero le hacía sentirse un poco mejor a la luz de la
situación.

Cuando Lonnie caminó hacia la segunda calle, empezó a lamentar dejar el


club. Él sería el primero en admitir que tenía un poco de temperamento y
hacía las cosas sin pensar cuando estaba altamente emocional. ¿Y cuánto más
emocional podría estar después de ver a Santos matar a un hombre?

—Carne fresca, muchachos.


Lonnie escuchó a alguien cerca y tenía la esperanza de que no estuvieran
hablando de él. Ahora que era consciente que había más que solo seres
humanos caminando alrededor, supo que salir no había sido una idea muy
brillante. ¿Qué si uno de esos Darlings habían vuelto para morderlo?

Recordar lo doloroso que fue ser mordido por una de esas criaturas tenía a
Lonnie caminando un poco más rápido.

—No corras, niño bonito. ¿No quieres jugar?

Esta vez Lonnie echó un rápido vistazo por encima del hombro. Vio a dos
chicos acercándose detrás de él, viéndose engreídos y confiados. Uno tenía
una sonrisa en su hermoso rostro y el otro miraba a Lonnie como si fuera un
sabroso aperitivo.

Las garras y ojos extraños de Santos estaban empezando a verse más y


más atractivos. Él podría usarlos ahora mismo para deshacerse de estos chicos.
Las botas de Lonnie abofetearon el pavimento más duro a medida que echó a
correr. Podía oír sus fuertes pisadas detrás de él mientras le daban caza.

Era tarde, y una gran cantidad de tiendas habían cerrado por la noche,
dejándolo con pocos lugares donde esconderse. Estaba muy agradecido que
estaba en forma o para este momento ya sería comida de Darling.

Doblando una esquina, Lonnie vio que la calle estaba apenas iluminada.

Algunas de las farolas no funcionaban, dejando demasiadas sombras


alrededor de él. Corrió con todas sus fuerzas, pero todavía podía oír a los
hombres persiguiéndolo.

Tenía el presentimiento de que no iba a poder escapar. La pregunta era,


¿sobreviviría a su encuentro con ellos?
Santos seguía enojado con Lonnie, pero estaba empezando a sentirse como
un idiota por dejar el club. ¿Tan grande era su ego que se enojó con Lonnie
por ir en busca de ayuda?

Por lo menos el hombre tenía el suficiente sentido común para ir por uno
de los Jinetes Oscuros. Y si realmente lo pensaba, el que Lonnie corriera en
busca de ayuda, significaba que a la pequeña mierda le importaba, ¿verdad?
No es que Santos estuviera buscando importarle. Pero al pensar en el beso, sus
labios comenzaron a temblar y su pene se puso duro.

Él sabía que iba a volver al club. Incluso su lobo estaba incitándole para
regresar a Ruby Red.

Debo estar volviéndome loco.

Tenía que ser. Santos estaba considerando seriamente estar


voluntariamente alrededor de Lonnie. Tenía que estar enloqueciendo.

Lonnie era la única persona que podía empujar todos sus botones y hacerlo
enojar con tanta fácilidad.

Eso es porque estás luchando contra la forma en que realmente te sientes


por él.

Santos lo dudaba. Él estaba listo para romper al hombre a la mitad la


mayor parte del tiempo. Disminuyendo la velocidad en la esquina, Santos
negó antes de hacer un giro en U en la calle y regresar. Tal vez se estaba
enfermando y desear a un jovencito bocazas era un síntoma.

Redujo la velocidad hasta detenerse en un semáforo en rojo, sentado en su


Ducati se preguntó cómo había pasado de aborrecer al hombre a desearlo,
cuando vio a Lonnie correr por la calle. No podía confundir esas rastas rubias
y botas altas con tacones gruesos.

Pero lo que realmente llamó la atención de Santos fueron los dos chicos
persiguiendo a Lonnie.

Darlings.
Acelerando su moto, Santos se disparó más allá de la luz roja, estaba muy
agradecido de que era tarde y apenas había tráfico. Giró entre dos coches
aparcados y saltó a la acera, deteniéndose a seis metros de distancia de Lonnie
cuando el hombre corrió hacia él. Él podía ver el alivio en los pálidos ojos
verdes cuando corrió derecho a Santos.

Santos acortó la distancia, empujando a Lonnie detrás de él, cuando clavó


sus garras en el primer Darling. El chico se agachó y trató de morder el brazo
de Santos, pero él era mucho más rápido que eso. Santos metió el puño en la
mandíbula del hombre, se escuchó sonar un crujido como carne reuniéndose
con carne.

¿Dónde estaba Lonnie? ¿El otro chico fue tras él?

Santos quería mirar, pero no se atrevió a alejar su atención del Darling,


con el que estaba luchando. Parecía que últimamente se estaban volviendo
más valientes. Los Darlings normalmente escapaban con miedo de los
cambiaformas lobo. Pero estos dos, junto con los cuatro detrás del club,
parecían no temerles.

Recordó cuando los Darlings sólo merodeaban en callejones y los más


sórdidos lugares. Ahora estaban paseando por la calle como si fueran seres
humanos y tuvieran los mismos derechos y privilegios.

Santos condujo su puño más duro, golpeando al Darling, tirándolo antes de


sacar la hoja que llevaba consigo y clavarla en la garganta del hijo de puta.
Había utilizado la de Zane antes porque odiaba limpiar sus armas. Pero no
tenía otra opción y cortó la cabeza del Darling.

—¡Santos!

Girando alrededor, Santos vio a Lonnie encerrado contra el edificio


mientras se esforzaba por detener los afilados dientes del Darling de hundirse
en su carne. Él estaba empujando las dos manos en la mandíbula del hombre,
pero estaba perdiendo terreno rápidamente.

En sólo unos pasos, Santos sostuvo al Darling por el pelo y fue tirando de
él lejos de Lonnie. —¿Quieres jugar con alguien de tu propio tamaño?
El tipo no era tan grande como Santos, pero sobrepasaba a Lonnie por
unos buenos trece kilos.

Antes de que pudiera tirarlo al suelo, él se sacudió del agarre de Santos,


arrojando su cuerpo hacia adelante. Agarró la camisa de Lonnie, aferrándose
para salvar su vida y hundió sus dientes en el cuello de Lonnie.

—¡No! Santos gritó y luego cortó la garganta del bastardo deteniéndose de


arrancarlo de Lonnie. Pero el daño ya estaba hecho. Lonnie se desplomó tan
pronto el Darling lo dejó en libertad. A Santos le tomó cinco segundos para
romper la cabeza del Darling, antes de que él se dejara caer de rodillas,
comprobando la herida de Lonnie.

Estaba horriblemente mal. El Darling había cortado la arteria de Lonnie y


estaba desangrándose rápidamente. Los ojos de color verde pálido miraron
hacia él, una tóxica mezcla de miedo y arrepentimiento nadando en sus
profundidades.

—Aguanta, Lonnie. Yo no voy a dejar que te mueras. —Santos miró


rápidamente a su alrededor, asegurándose de que nadie más estaba en la
vecindad antes de abrir la boca, dejando que sus colmillos se deslizaran y los
hundió en el hombro de Lonnie.

Lonnie se sacudió, pero no hizo el menor ruido. El hombre no podía, y


verlo así hizo que Santos esté tan jodidamente enojado que quería traer a los
dos Darling de vuelta a la vida para matarlos de nuevo. Lonnie podía ser un
bocazas dolor en el culo, pero no merecía esto. No esto.

Santos odió lo que tenía que hacer. Había odiado a Falcon durante un siglo
completo por convertirlo y no quería que Lonnie lo odiara.

No por salvar su vida. El hombre podría odiar a Santos por un montón de


cosas, un montón, pero no por asegurarse de que él volviera a respirar, viviera
otro día o tuviera otra oportunidad de hacer enojar a Santos diciendo algo
inteligente y sarcástico.

Sabía que tenía que llevarlo a la cabaña para su conversión, Santos recogió
a Lonnie desde el suelo antes de que algún humano o poli viniera y pensara
que él fue el que casi había desgarrado su garganta. Los dos Darlings eran
nada más que un montón de cenizas, y el viento se haría cargo.

—Te tengo, Lonnie —Santos abrazó al hombre al frente de su pecho


mientras se sentó a horcajadas sobre su moto. Incluso con sus grandes
hombros y su brutal fuerza, fue torpe tratando de acomodarlo.

Maniobrar iba a ser complicado como el diablo. Sosteniendo a Lonnie con


un brazo, Santos sacó el teléfono móvil con el otro. Marcó el número de
Falcon mientras rezaba que Lonnie no se desangrara antes de que la
conversión tuviera lugar.

—Falcon.

—Tengo a Lonnie en mi moto.

—Gracias joder. —Dijo Falcón—. Hemos estado buscándolo.

—Está mal herido —Santos hizo una pausa mientras la mano que sostenía
a Lonnie se apretó en el hombre—. Necesito un cuatro ruedas. Un Darling casi
arranco su garganta. Tuve que convertirlo con el fin de salvar su vida.

Oyó una sarta de maldiciones en el otro extremo del teléfono. —¿Dónde


estás?

—A una cuadra al oeste de la segunda calle. Está sangrando bastante mal


y yo sé que no puedo sostenerlo hasta llegar a casa. —Santos estaba haciendo
todo lo posible para contener las emociones que sentía estrangularlo, pero oyó
la tensión en su voz y supo que Falcon podía oírla también.

¿Quién sabía que me importaba mucho este maldito?

—Aguanta. Voy a tomar prestado un vehículo y estaré ahí tan pronto


como pueda.

En otras palabras, Falcon iba a tomar las llaves de alguien. A Santos, en


estos momentos, no le importaba si venía con coche del alcalde. La única cosa
que le importaba era conseguir llevar a Lonnie a casa y asegurarse de que el
hombre no muriera.
En el fondo de su mente, Santos sabía que Lonnie estaba ahora bajo su
protección, ya que él lo había convertido. ¿Pero no había estado ya bajo su
protección?

Estaba agradecido de que el sexo no siempre estuviera involucrado en la


conversión de un humano a lobo. Era una ventaja, una gran ventaja, porque no
había manera de que Santos follara a Lonnie. No cuando él estaba como un
bebé herido en sus brazos.

Santos guardó el teléfono y comprobó la garganta de Lonnie. Ya la


hemorragia se había reducido al mínimo. Eso significaba que la conversión
estaba sucediendo más rápido de lo que le gustaría. No es que Santos no
quería que sanara, pero iba a estar con dolor pronto y prefería tener a Lonnie
en un lugar cómodo y privado cuando ocurriera.

Porque una vez que la conversión fuera completa, Lonnie iba a estar tan
necesitado por el sexo que Santos podría matar a cualquiera que se acerque.
En ese estado de ánimo, Lonnie dejaría que cualquiera lo jodiera y Santos
pondría fin a todo aquel que fuera tan tonto como para ofrecer su vida.

Él te tiene dando vueltas, amigo.

Lo hacía. Santos estaba empezando a ver que él realmente quería a Lonnie.


Odiaba haber necesitado pasar por algo como esto para admitir esos
sentimientos. Santos no estaba seguro de la profundidad de esos sentimientos,
pero sí sabía que sentía ganas de matar a cualquiera que tuviera relaciones
sexuales con Lonnie.

Santos acercó a Lonnie cuando vio los faros. Si no era Falcon, todo el que
pasara por allí vería toda la sangre en su ropa. Había mucha cantidad y no
tenía forma de ocultar el color carmesí que le teñía desde el pecho hasta los
muslos.

Las puertas de la cabina se abrieron y Santos vio salir a Garrett y a Falcón.

—¿Qué demonios pasó! —Garrett gritó tan fuerte que podría llamar una
atención no deseada—. ¿Qué mierda le hiciste?
Falcon tuvo que tirar de Garrett. El hombre lo miró como si estuviera listo
para cortar la garganta de Santos.

Hablando en voz baja, Falcón le dijo algo a Garrett.

Fuera lo que fuese, el hombre dejó de avanzar, pero todavía parecía que le
estaban a punto de brotar dos cuernos y una cola.

—Vamos a ponerlo en la parte trasera del coche. —Falcon dio un paso


atrás cuando Santos llevo a Lonnie al Jeep Cherokee negro. Lo acostó a lo
largo en el asiento antes de mirar su moto. No quería dejarla atrás, pero él
tampoco quería dejar a Lonnie.

—Zane y Emilio ya se dirigen a la cabaña para recuperar el camión y la


plataforma. Ellos tomaran tu moto por ti.

Santos subió atrás, colocando la cabeza de Lonnie en su regazo mientras


Garrett cerró de golpe la puerta. Él acunó al hombre cuando Falcon los llevó a
casa, excediendo todos los límites de velocidad en cuanto dejaron atrás los
límites de la ciudad.
Capítulo CINCO

Lonnie abrió los ojos, sintiendo como si hubiera estado en un agujero por
cinco días consecutivos. Le dolía todo. Fue peor que cuando había sido
mordido por ese Darling.

Sus huesos realmente dolían. Cuando sus ojos se adaptaron a su entorno,


se dio cuenta de que estaba de vuelta en la maldita cabaña de Falcón. Pero ese
pensamiento ocupó un lugar secundario cuando su cuerpo comenzó a
excitarse. Lonnie sentía como el deseo sexual estaba empezando a quemarlo
vivo. Su pene se volvió rígido, su piel se sentía condenadamente sensible.

—Estás despierto.

Al volver la cabeza hacia un lado, Lonnie vio a Santos de pie junto a la


cama, completamente desnudo. Por mucho que le quería decir al individuo
que se fuera ir al infierno, que no estaría teniendo relaciones sexuales con él,
su cuerpo no estaba escuchando. Él se vio empujando la sabana para revelar
cuán necesitado realmente estaba. Pero mientras miraba a los ojos que lo
habían perseguido en sus sueños, Lonnie vio... ¿miedo? ¿Por qué iba Santos a
tenerle miedo?

Sin decir una palabra, Santos se metió en la cama, su cálido cuerpo se


extendió sobre Lonnie. —Te conozco, probablemente prefieres tener sexo con
la mano y un poco de lubricante, pero soy todo lo que tienes en estos
momentos.

¿Quién era este chico y donde estaba el oso que constantemente gruñía
hacia él, dispuesto a romperlo por la mitad? No estaba acostumbrado a un lado
más suave de Santos. Era desconcertante. Ver cuan vulnerable podría ser
realmente Santos, hizo que Lonnie se sintiera culpable como el infierno por
usarlo de esta manera. —¿Por qué estamos teniendo sexo?
A pesar de que hizo la pregunta, su cuerpo empezó a arder más y más
caliente. El sudor empezó a formarse en su piel y su ritmo cardíaco se aceleró.

—Es la conversión —Santos respondió mientras se cernía sobre él, pero


no hizo ningún movimiento para tocar a Lonnie—. Esta completa, pero tus
hormonas todavía se están adaptando a tu nuevo yo.

—¿Así que puedo querer joder hasta un poste de luz en este momento? —
Eso no era reconfortante.

También le hacía sentirse incómodo sabiendo que sólo quería tener


relaciones sexuales con el gran hombre, con aspecto de oso a causa de sus
hormonas. Sí, Lonnie quería a Santos, pero en sus propios términos, no porque
él se estaba quemando con algún desequilibrio.

—Más o menos —Santos respondió con honestidad—. Puedo ir a buscar a


otro si eso es lo que prefieres.

¿Por qué Lonnie creyó que el hombre hablaba en serio? ¿Y por qué en el
infierno hizo que Santos se viera herido por la oferta? No se suponía que se
viera herido.

Se suponía que debía morder a Lonnie, diciéndole que podía ir a joder a


un agujero en la pared por todo lo que le importaba.

—Santos el que estés siendo amable es algo muy aterrador —Lonnie se


estiró, incapaz de parar de tocarlo. Sus dedos rozaron abajo por el cuello de
Santos, sintiendo los músculos tensos—. Ya basta

—Tú sabes que eres un lobo, ¿no?

—No, pero gracias por decírmelo en el momento más inoportuno,


cabezota. —Lonnie golpeó el hombro de Santos, haciendo todo lo posible para
mirarlo, pero el calor de su cuerpo le hacía gemir en su lugar. Él enganchó la
mano alrededor de la nuca de Santos, tirando el hombre más cerca—.
Gillipollas.
—Bocazas dolor en el culo —Santos respondió antes de mordisquear el
labio inferior de Lonnie, enviándole chispas de fuego a su ingle.

Abrió bien las piernas, invitándolo a ponerse entre ellas.

—Tú me desnudaste —Lonnie acusó—. ¿Viste mis golosinas antes de que


yo estuviera despierto?

Santos cubrió las manos de Lonnie encima de su cabeza, mordiendo su


barbilla.

—¿Y crees que yo acariciaría a un hombre inconsciente? —Santos


preguntó con un resoplido beligerante—. Nunca estoy tan desesperado.

—Cierra la boca y jódeme ya —Lonnie movió su cuerpo hacia el cuerpo


grande de Santos, una pequeña voz en su cabeza le preguntó si el hombre no
era demasiado condenadamente grande para él. Santos era normal en longitud,
pero la circunferencia era increíblemente gruesa.

Alcanzando una botella de lubricante sobre la mesilla de noche, Santos


libero las muñecas de Lonnie cuando se untó los dedos.

—¿Tenías todo planeado? Incapaz de detenerse, Lonnie extendió la mano


y agarró la polla de Santos. El cálido eje pulso en la palma de su mano.

—¡Madre, mierda! —Santos dejó caer el lubricante, inhalando una


respiración profunda—. Tú no puede hacer eso, idiota.

Lonnie se rió entre dientes. —¿Qué... esto? —Él comenzó a acariciar la


polla del hombre suavemente, tirando de la carne y observando el giro de la
cabeza más oscura.

—Sí... eso —Santos suspiró mientras sus ojos se cerraron antes de que se
abrieran de golpe, los iris oscuros, una vez más de color ámbar. Pero Lonnie
no tenía miedo esta vez. En todo caso, los ojos fuertemente contrastados le
intrigaban.

Lonnie trató de burlarse un poco más, pero pronto se olvidó del tormento
malvado cuando los dedos carnosos de Santos se deslizaron en su culo.
Oh... ¡wow!

—¿Es demasiado? —Santos preguntó mientras empezaba a sacar los


dedos.

—¡No te muevas! —Lonnie gritó mientras respiraba más allá de la


quemazón. Pero ni siquiera eso fue suficiente para que dejara de querer a
Santos.

Su cuerpo estaba en llamas, como si estuviera siendo cocinado sobre las


brasas, su cabeza le daba vueltas por la necesidad.

Santos se acercó, sus dedos en el culo de Lonnie mientras sus ojos


buscaron en su rostro. Tan pronto como empezó a relajarse, Santos debió
darse cuenta, porque empezó a mover sus dedos una vez más, empujando y
tirando, construyendo sudor en su piel.

Presionando sus labios en la oreja de Lonnie, dijo —Te dije que no serías
capaz de manejarlo.

Lonnie se quedó sin habla al oír la voz de barítono enviándole calientes


picos de lujuria a través de su cuerpo. Santos se echó hacia atrás y pudo ver un
apetito primal terrenal, animal en los ahumados oscuros ojos del hombre.

—Demuéstrame que estoy equivocado —Desafió mientras sus labios se


curvaron en una sonrisa que mostró dientes blancos y rectos—. ¿O no me
equivoco?

Lonnie fue momentáneamente aturdido por lo que el hombre dijo,


preguntándose si realmente podía manejar a Santos. Pero entonces tomó el
control su personalidad sarcástica. —La pregunta es —Dijo mientras agarró la
polla de Santos más duro—. ¿Puedes seguir mi ritmo?

Las fosas nasales de Santos se encendieron cuando Lonnie lo empujó en el


pecho, con una fuerza y agilidad que nunca había poseído antes, tomando el
mando. Él tuvo a Santos de espaldas, mirándolo sorprendido cuando Lonnie
subió a la parte superior del hombre. —Mantén los brazos y la cabeza en el
vehículo en todo momento mientras tomo a este bebé para una prueba de
manejo.

Levantando las caderas, Lonnie tomó la gruesa polla de Santos plenamente


en su culo, jadeando y gimiendo mientras sentía como si estuviera siendo
dividido en dos. Pero él no dejó que Santos lo sepa. Por supuesto que no. El
hombre quería un reto, entonces Lonnie le iba a dar uno.

Descansando las palmas de sus manos sobre el pecho ancho de Santos,


Lonnie comenzó a mover sus caderas, balanceándose hacia adelante y hacia
atrás mientras tomaba al hombre, domando a la bestia, montando el eje duro.

Santos trató de levantarlo, pero Lonnie no se lo permitió. Finalmente,


Santos dejó de intentar estar en control mientras sus dedos se hundieron en las
caderas de Lonnie, sosteniéndolo cuando Lonnie prendió fuego las sábanas.

Se dejó caer repetidamente en la polla de Santos, dejando caer la cabeza,


sintiendo el fuego que ardía dentro de él. Parte era por la conversión, pero la
mayor parte era porque Lonnie quería a Santos como nunca había querido a
nadie en su vida.

—Eso es, bebé —Santos gimió cuando él plantó sus pies en la cama—.
Jode mi polla. Tómala toda.

Lonnie llegó detrás de él y apretó sus manos sobre las rodillas Santos,
usándolo para hacer palanca mientras giró sus caderas, rebotó, y se balanceó
hacia adelante.

Lo recorrieron escalofríos cuando las manos de Santos se deslizaron sobre


su piel, sus dedos tocando a Lonnie por todas partes. El hombre era tan
sensual, tan evocador en estos momentos. Sus ojos no habían cambiado de
nuevo a su color normal y Lonnie podía ver los fuegos ardiendo en sus
profundidades.

—Tan hermoso —Santos murmuró.

—Deja de ser agradable, cabezota.


Santos tiró la cabeza hacia atrás y se rió. —Siempre un luchador. Me
encanta.

Lonnie miró a Santos con asombro. ¿Alguna vez lo había visto reír antes?
El espectáculo de los dientes blancos detrás de esa bella sonrisa
momentáneamente lo aturdió. La curva de sus labios era impresionante.

—¿Qué...? —Lonnie agarró los hombros de Santos cuando los volteo y


sujetándose a la cabecera y comenzó a empujar sus caderas hacia adelante con
un movimiento rápido y constante. Lonnie no pudo hacer nada más que
envolver sus piernas alrededor del hombre y aferrarse.

—Mi turno, bocazas —Su polla se condujo profundo y duro, Lonnie


comenzó a gritar por el puro placer que le traía.

Esto no se parecía a nada que jamás hubiera sentido antes. Algunos


amantes pasados de Lonnie fueron buenos, pero Santos era extraordinario.

Estaba jodiendo su aliento fuera de él. Lonnie jadeó en busca de aire,


llegando a tirar del brazo de Santos, dispuesto a pedirle que frenara, hasta que
recordó el desafío de Santos. Decidió no dejar que consiga la ventaja, Lonnie
condujo sus caderas hacia arriba, cumpliendo con cada empuje.

—Deja de tratar de mantener el ritmo —Dijo Santos en un tono burlón—.


Pero no te preocupes, yo te voy a enseñar... con el tiempo.

Lo que significaba que no era la última vez que Santos quería tener
relaciones sexuales con Lonnie.

—¿Un viejo como tú? —Lonnie replicó—. ¿Qué tienes, treinta y cinco,
treinta y ocho? ¿No necesitas un descanso? Mejor tener cuidado antes de que
te descaderes.

¡Toma esto!

El labio de Santos se movió de nuevo en una sonrisa inquietante. —


Cariño, tengo trescientos años de edad y acabo de empezar contigo. ¡Prepara
tu culo para una larga noche!
Las caderas de Lonnie vacilaron mientras miraba hacia Santos. —Joder,
eres viejo. —Pero Lonnie ya etaba agotado ¿Cómo iba a durar toda la noche?
Tal vez Santos tenía razón y no podía manejarlo.

Debería estar sorprendido de que Santos le había confesado que tenía tres
siglos. Entonces ¿por qué no estaba en shock? Sí, era eso. Él estaba en shock.
Tal vez más tarde iba a enloquecer, pero por ahora eso estaba encendiendo a
su freak.

Inclinándose, el hombre rozó el rostro en el cuello de Lonnie, tomando


una respiración profunda. ¿Él estaba...? sí, Santos le olfateaba. Qué freak raro.

—Puedo oler tu lobo, Lonnie —Santos lo acarició más profundo—. Tú


hueles como si te hubieras bañado en mi olor.

Lonnie abrió la boca para decir algo inteligente, pero se detuvo en el


último segundo. Santos había sonado tan contento, tan sincero que él no era
capaz de arruinar este momento.

Alzó la mano y pasó los dedos por la cabeza calva, presionando a Santos
más cerca y sintiendo que algo cambiaba dentro de su pecho. ¿Se estaba
empezando a preocupar por el hombre?

Nah.

Dejó que Santos fuera lento, su ritmo pausado convirtiéndose en


movimientos sin prisas. Si no se equivocaba, Santos había pasado de joder a
hacer el amor con él.

Él siseó cuando Santos cogió un puñado de su pelo y tiró a la ligera,


besándolo en la nuca y en la clavícula. Chispas de deseo explotaron dentro de
Lonnie cuando los labios seguieron rastreando a lo largo de su piel.

El sexo nunca había sido nada más que dos personas encontrando
gratificación uno con el otro. Lonnie nunca había invertido sus sentimientos y
nunca había sentido nada como esto antes. Siempre tenía un buen momento,
pero esto... esto era algo más, algo que se filtraba en su corazón y le daba
miedo.
Santos deslizó la mano por la pierna de Lonnie y luego tiró de él hasta
descansar en su cintura. Lonnie presionó su pecho contra el de Santos
mientras este lo obligó a mirarlo directamente a sus ojos.

—Ahora eres mío para protegerte, Lonnie. —¿Lo entiendes?

—¿Estás siendo posesivo? Había tenido suficiente de eso con Spike y


algunos otros hombres. A Lonnie no le gustaba que nadie piense que lo
poseía.

—No, estoy constatando un hecho. Te convertí, así que ahora estás bajo
mi protección.

Lonnie ponderó la idea cuando Santos hundió su polla más profundo,


tocándolo en lugares que no quería pensar. Los movimientos del hombre
habían desacelerado y estaba explorando el cuerpo de Lonnie con suaves
toques que le ponían salvaje.

Tenía que acabar con esto, tenía que contenerse para no caer por este gran
oso. No hizo ningún compromiso y no iba a permitirse preocuparse por
Santos.

Alcanzando entre sus cuerpos sudorosos, Lonnie agarró su polla,


acariciándola rápidamente. Santos no dijo una palabra. Él no detuvo a Lonnie.
De hecho, comenzó a empujar más rápido, como si le ayudara a llegar a su
clímax.

Arqueando la espalda, Lonnie gritó, sintiendo que el chorro de semilla


entre ellos, mientras su cuerpo palpitaba con su liberación. Santos se dio la
vuelta, se cernió derecho sobre Lonnie cuando movió sus caderas tan
rápidamente que Lonnie avanzó en la cama lentamente.

Con un empuje más duro, Santos hundió su polla, manteniéndola enterrada


mientras gruñía y gemía a través de su clímax. Los dos estaban jadeando, en
silencio.

Esto era tan condenadamente difícil.


Lonnie siseó cuando Santos sacó su polla libre y casi se quedó sin aliento
cuando vio que todavía estaba duro. Pero Lonnie no pensaba tener relaciones
sexuales con Santos toda la noche. Necesitaba estar solo para reflexionar sobre
lo que le había sucedido, en lo que se había convertido.

Y lo más importante, cómo manejar los nuevos sentimientos floreciendo


en su interior por Santos.
Capítulo SEIS

Lonnie había jurado que no iba a tener sexo toda la noche con Santos, pero
niño, si que estaba equivocado. Parecía que el calor en su interior no se
terminó hasta altas horas de la madrugada, y Santos se mantuvo a la par,
dando a Lonnie lo que necesitaba cuando el fuego quemaba más caliente en su
interior.

Abrió sus ojos y se quejó de cómo le dolía su culo.

Nunca había jodido tanto tiempo en su vida. Lonnie esperaba que el calor
no regresara porque estaba agotado.

Santos estaba muerto para el mundo, yacía junto a Lonnie envuelto en las
sabanas, roncando. Le sorprendió que las paredes no se vinieran abajo y que
hubiera dormido a través del sonido retumbante.

Parecía que Santos estaba fulminado por la noche anterior.

Saliendo lo más silenciosamente que pudo de la cama, agarró su ropa del


suelo y corrió hacia el cuarto de baño. Una vez que la puerta estaba cerrada, él
tomó una respiración profunda.

Joder, era un lobo ahora. ¿Qué significaba eso? ¿Qué podía hacer?

Rett parecía el mismo. Nada acerca de su mejor amigo había cambiado.

Puede que nada lo haría.

Se sentó en el asiento del inodoro cerrado, tratando de respirar


normalmente, aunque quería flipar. —¿Qué sé yo de ser un lobo? —susurró
para sí.

Miró a su mano, tratando de imaginar garras donde estaban sus uñas, pero
no pudo pensar en eso. Se puso de pie, se miró en el espejo, y tiró de su labio
superior. Sus dientes caninos no presentaban ninguna diferencia. Tirando de
su piel, Lonnie apretó la parte inferior del ojo hacia abajo y rodó su globo
ocular. Todavía estaban pálidos de color verde y nada fuera de lo normal
estaba allí.

Aunque sabía que Santos le había dicho la verdad, Lonnie sólo no podía
imaginarse a sí mismo siendo un lobo. Tal vez cuando se transformara en uno
por primera vez, se convencería.

Una cosa que no podía negar era que se sentía diferente en el interior. Él
no podía decir exactamente que había cambiando pero él sabía que había algo
definitivamente extraño sucediendo dentro de él.

Encendió la ducha, entró y se lavó, silbó cuando pasó la tela sobre su


trasero. Santos realmente trato de joder la vida fuera de él. El hombre había
sido insaciable. Pero Lonnie había estado a la altura. Espera, ¿por qué diablos
estaba pensando incluso en eso?

Santos no era alguien con el que iba a caer de nuevo en la cama.

Fue una sola vez, varias veces. Esto no iba a conducir a nada.

Saliendo y secándose, Lonnie miró su camisa no podía ponersela de


nuevo. Había sangre seca y costras sobre el material. La tiró a la papelera y
deslizó sus pantalones en su lugar. Iba a encontrar algo de Santos, o saldría a
pasear con el torso desnudo.

Empujó sus pies en sus botas y las ató, agradeciendo a quien estuviera
escuchando que no se habían arruinado. Era su par favorito. Le encantaban los
pequeños cráneos en las hebillas y las correas de color rojo parecían fabulosas
contra el material negro.

Odiaba ponerse la ropa de ayer, pero no sería la primera vez que había
tenido que hacerlo, y probablemente no sería la última. Al menos se había
duchado primero.

Al abrir la puerta del baño, Lonnie se asomó para ver Santos buscar en su
cajón de la cómoda. El hombre estaba completamente desnudo y parecía que
estaba cómodo con ello.
No dijo una palabra mientras Lonnie se sentó en el borde de la cama,
esperando salir de allí. —¿Me llevas a la ciudad o qué tengo que hacer dedo?
—Le preguntó mientras lanzaba su malditas rastas por encima del hombro.

El gran oso gruñó. —me voy a dar una ducha primero.

—Bueno, yo tengo una vida, así que si no te importa. Me gustaría llegar a


trabajar. —Lonnie estaba luchando contra los extraños y nuevos sentimientos
en su interior. Ni siquiera estaba seguro de qué hacer con ellos. Nunca se
había sentido de esta manera por cualquier otra persona y no sabía si le
gustaba la forma en que su pulso latía o la sensación de mariposas en el
estómago.

—Vas a llegar allí cuando llegues allí —Santos tomó su ropa y entró en el
baño, cerrando la puerta sin decir palabra. Es cierto, Lonnie fue el primero en
actuar sarcástico, un mecanismo de defensa en contra de sus sentimientos en
ciernes.

Así que ¿por qué le picaba escuchar a Santos devolverle el tono?

Lo que sea. Lonnie se levantó y se puso a inspeccionar a través del cajón


del hombre, tratando de encontrar una camisa que se ajuste. Santos era mucho
más grande que él, altura y circunferencia. Todo lo que Lonnie sacó se veía
tres tallas más grandes.

Decidiendo que no iba a encontrar nada que se ajustara, Lonnie sacó una
camisa, se lo metió por la cabeza, y la ato de un costado. Tendría que llegar a
su casa y cambiarse.

La puerta del baño se abrió y Santos se quedó inmóvil, contemplando la


camisa que Lonnie llevaba. —¿No te importa? —El tono le dijo a Santos que
no le importaba si lo hacía.

Los ojos oscuros se deslizaron lejos cuando Santos fue por sus botas.
Empujó sus pies, las ató con rapidez y fue hacia la puerta.

Supongo que es hora de irse.


Lonnie miraba el trasero de Santos mientras ascendían las escaleras.
Recordó vívidamente lo que ese cuerpo le había hecho y estaba poniéndose
duro de nuevo.

Y esta vez no podía echarle la culpa a un desequilibrio hormonal. El calor


de la conversión se había ido, pero parecía que su ansia por el cuerpo de
Santos no.

Soy un jodido idiota.

En el lugar había un silencio sepulcral mientras se abrían camino por la


andrajosa cabaña exterior. Lonnie se alegró de dirigirse de vuelta a su vida.

Al menos allí, las cosas volverían a la normalidad.

Esperemos.

—Por allí —Santos hizo un gesto hacia el lago antes de empezar a caminar
hacia la orilla. Se detuvo, se volvió, dando a Lonnie un vistazo que le dijo que
tenía que empezar a moverse.

Lonnie cruzó los brazos sobre el pecho, mirando al oso. Estaba confundido
no entendía lo que quería Santos. —¿Qué quieres, que salte en el lago?

Había algo distintivamente petulante acerca de su sonrisa. —Si tan sólo


fuera tan fácil. No, tú vas a aprender a cambiar.

—¿Pero pensé que me estabas regresando a la ciudad? —Esto no era lo


que había planeado para hoy. El cuerpo de Santos era un muro hermético de
músculos mientras estaba allí, viéndolo sin inmutarse.

—¿Te quejas acerca de esto?

El tono de desaprobación pinchó en los nervios de Lonnie. Caminó a la


orilla, acusándolo con el dedo

—Me engañaste.

Para su total sorpresa, Santos se inclinó y le mordió su dedo.


—¡Ay! —Él retiró su mano.

Había un toque de diversión en las oscuras profundidades de sus ojos.

—No me apuntes con esa maldita cosa en mi cara. Ahora, desvístete para
que yo pueda mostrarte los conceptos básicos.

—¡Pero acabo de vestirme! —Sabía eso, pero Lonnie estaba en su mayoría


protestando porque estaba cagado de miedo. Se negó a que el cabezota supiera
cuán preocupado estaba. El hombre estaba allí de pie esperando que él cambie
en un lobo. Ese conocimiento soplaba su mente, haciendo que su corazón se
acelere y sus palmas suden.

¿Y si realmente cambiaba? ¿Y si no podía cambiar de nuevo?

Lonnie no podía ir por la vida con 4 patas. ¿Cómo iba a tatuar a cualquier
persona o hablar?

—Te preocupas demasiado.

Lonnie levantó su cabeza, sus labios ligeramente abiertos. —¿Cómo sabes


lo que estaba pensando?

Los grandes hombros de Santos se encogieron. —Por un lado, puedo oler


tu miedo y aprensión. Es grueso en mi lengua. Segundo, puedo ver retazos de
imágenes en tu cabeza.

Lonnie dio un puñetazo en el pecho de Santos. —¡No te metas en mi


cabeza! ¡No tienes permiso de estar allí!

Joder, iba a vomitar. La idea de Darlings, lobos, cambiar a animales, y


ahora ser capaz de ver el interior de la mente de alguien, se estaba
convirtiendo en demasiado para él. Lonnie se dejó caer de rodillas en el
hierba, sosteniendo su pecho con una mano mientras trataba de tomar aire para
respirar.

Santos se puso en cuclillas junto a él, pasándole una mano por la espalda.
—Respira profundamente. Sé que es mucho para tomar.
Volviéndose, Lonnie se sentó en su culo, corriéndose el pelo de la cara
mientras él apoyó los brazos sobre las rodillas dobladas. Miró alrededor, las
hojas no parecían reales, el viento parecían soplar diferente, la cabaña parecía
fuera de lugar. Incluso el olor del agua era más vibrante, en su lengua. Cayó
en la cuenta de que todo era más nítido y pulsaba con una energía que nunca
había visto antes.

Santos no dijo una palabra mientras comenzaba a desatar las botas de


Lonnie. Él no dijo nada tampoco. Se quedó sentado allí y vio los fuertes dedos
desacordonarlas hasta que se las sacó. Santos alcanzo la camisa de Lonnie,
tirando hacia arriba por encima de su cabeza. —Los pantalones.

Levantándose, Lonnie sintió su cuerpo temblar mientras desabrochó sus


pantalones y se los quitó. Estaba de pie en la orilla del lago, desnudo,
sintiéndose fuera de lugar.

—Un lobo nació dentro de ti anoche —Comenzó Santos.

—Eso suena espeluznante.

—Presta atención —No dijo las palabras con dureza, pero Lonnie podría
decir que Santos estaba en modo de enseñanza. Quería dar otra respuesta
inteligente del culo, pero sabía que era probablemente mejor que prestara
mucha atención.

Estaba acostumbrado a estar desnudo, tenía un montón de sexo, y no se


avergonzaba de su cuerpo, pero cuando Lonnie se quedó allí, se encontró
poniendo sus manos sobre su polla flácida.

Santos se acercó y desato el pelo de Lonnie, dejando que las pálidas rastas
cayeran libremente a su alrededor. No estaba seguro de si era necesario, pero
vio la aprobación en los ojos de Santos. Se sentía jodidamente vulnerable de
pie desnudo, Santos prácticamente se elevaba sobre él. No le gustaba la
sensación de eso. Odiaba sentirse fuera de control. ¿Pero qué podía hacer?
Tenía que aprender.
Extendiendo la mano, Santos cogió su barbilla entre su dedo índice y el
pulgar. —Esto es muy importante, así que presta atención. Aprender a cambiar
puede ser la diferencia entre la vida y la muerte en nuestro mundo.

Lonnie se aclaró la garganta y asintió, esperando poder alejar el miedo.


Santos lo liberó y sacó dos botellas con electrolitos desde el interior de su
ropa. Los dejo caer en el césped antes de volver con Lonnie.

—Quiero que te pongas en cuatro patas y luego cierres los ojos, pensando
muy dentro de ti hasta que encuentres a tu lobo.

Lonnie no estaba muy seguro de eso. Sonaba demasiado inverosímil para


él. Sólo faltaba que Santos oscilara un reloj delante de su cara y le dijera que
se estaba quedando dormido.

Todo este plan era ridículo, pero Lonnie hizo lo que le dijo.

—Concéntrate.

—Voy a estar en silencio —Lonnie gruñó a Santos y luego cerró los ojos,
su mente fue a la tienda de tatuajes. Pensó en que Rett estaría ahí,
probablemente, muy preocupado por él. Lonnie necesitaba llamar a su mejor
amigo y hacerle saber —¡Ay!

Su culo picó. ¡El bastardo le había azotado! —¡Haz eso de nuevo y puedo
garantizar que vas a cojear por un mes!

Santos se inclinó, sus ojos volviéndose hacia ese color ámbar, y podía oír
un gruñido sordo en su pecho. —Yo no te dije que sueñes despierto. Te dije
que encontraras a tu lobo.

Lonnie en silencio se burló de él antes de cerrar los ojos una vez más, su
culo todavía escocía. Lo iba a golpear en sus bolas si lo hacía de nuevo.

—Despeja tu mente.

Lonnie se centró, buscando en silencio por un lobo que positivamente no


estaba allí. Santos estaba lleno de... jadeó, casi cayéndose cuándo unos ojos de
color verde pálido lo miraron en su mente. Un lobo pálido rubio estaba
sentado sobre sus patas traseras, mirando a Lonnie como esperando algún tipo
de comando.

—Mierda —Susurró. Sus brazos empezaron a temblar cuando se dio


cuenta de que él realmente tenía un lobo dentro suyo.

—No le tengas miedo, Lonnie. Él eres tú

A la mierda si lo era. Lonnie no había nacido con esa cosa dentro de él. La
película Alien vino a su mente. —Él no va a brotar de mi pecho, ¿verdad?

—Él va a brotar de tu cuerpo.

—¡Oh, infiernos no! —Los ojos de Lonnie se abrieron de golpe mientras


se levantaba—. No existe una jodida manera de que vaya a estallar a través de
cualquier maldita parte de mí.

Con rabia al rojo vivo en sus ojos, Santos se acercó, agarró a Lonnie por
su brazo, y tiró de él hacia abajo a la hierba.

Lo miró de forma amenazante, casi intimidándolo. —La vida o la muerte,


Lonnie. Piensa sobre eso. Darlings y otros lobos no son nada para jugar. Tú ya
sabes lo que un Darling puede hacerte. Imagina otro lobo que venga a por ti.
¿Tú crees que puedes derrotarlo con los puños?

—Suéltame.

Santos se retiro, pero sólo un pie. —Concéntrate.

Una guerra se libraba en su interior. Lonnie sabía que lo que decía Santos
tenía sentido, pero él nunca había pedido nada de esto. Él no quería que los
Darlings o cualquier otra cosa viniera por él. No le gustaba cambiar. Eso lo
dejaba en un territorio desconocido y hacia que su vida se sienta
desequilibrada.

Santos tomó la barbilla, inclinándose y dándole un suave beso.

—Por favor, por tu propia seguridad. Trata.


Santos hoy estaba lleno de sorpresas. Lonnie nunca le había oído
suplicarle a nadie. Su cabeza se balanceaba arriba y abajo mientras cerraba sus
ojos. Él encontró al lobo, una vez más, acercándose con cautela.

Tú no me comas y yo no voy a enloquecer.

El lobo ladeó la cabeza hacia un lado. No estaba seguro de si él entendía o


no. Tomando una respiración profunda, Lonnie se acercó, pasó una mano
temblorosa sobre el lomo del lobo. Mientras acariciaba a la cosa, sintió algo
dentro suyo cambiando. Lonnie gritó cuando sintió sus huesos crujir,
remodelándose. Cayó al suelo, jadeando, odiando sintir dolor una vez más.

—Deja de pelear con él. —Dijo Santos— deja que suceda.

El dolor era intenso, y entonces, sólo se desvaneció.

—Joder —Santos susurró mientras Lonnie abrió los ojos, y se preguntó


por qué estaba allí de pie mirando, con los ojos muy abiertos y su mandíbula
floja—. Hermoso

Empujándose a sus pies, Lonnie se tambaleó un poco y luego miró abajo,


su mente tartamudeando cuando vio patas pálidas en lugar de sus pies.

Este era un día que nunca iba a olvidar.


Capítulo SIETE

Garrett estaba de pie detrás del mostrador en Andrómeda, preocupado por


Lonnie. Falcon le dijo que caminar por la cabaña lo conduciría a la locura, por
lo que decidió abrir la tienda con la promesa de su amante que si las cosas
cambiaban, le informaría de inmediato.

Falcon también le dijo que las conversiones de él y Lonnie fueron la noche


y el día. Mientras que Garrett estaba contaminado con una pequeña cantidad
de sangre y fue a través del cambio lentamente, Lonnie había sido
violentamente atacado y Santos lo tuvo que morder para salvarle la vida. El
cambio vendría sobre Lonnie al instante y no dormiría como le ocurrió a él.

Lo único que sabía era que estaba muy preocupado y quería matar al
Darling que había atacado a Lonnie. Lástima que Santos ya había terminado
con la vida de la criatura.

—¿No tienes una vida, Jake? —Le preguntó cuando caminó a través de la
puerta y se sentó en el sofá. El tipo llevaba su atuendo habitual, el pelo negro
hasta el hombro recogido, pantalones vaqueros oscuros y una camiseta negra.

Volviendo sus ojos ámbar en Garrett, dijo. —Si la tuviera, no estaría aquí
—Jake cogió una revista y se recostó—. Además, estoy a la espera de que me
llamen de un trabajo no muy lejos de aquí. Si me llaman, tengo que estar
cerca.

Inclinándose sobre sus antebrazos en la caja de cristal, Garrett preguntó:


—¿Que estaban solicitando? —Veía siempre a Jake, pero en realidad no lo
conocía. El tipo empezó a venir cuando abrió hace un par de años atrás y se
había convertido en algo habitual que estuviera en Andrómeda.

Garrett nunca había llegado a conocer al tipo. Demonios, incluso no sabía


dónde vivía o cual era su apellido.
Levantando los hombros ligeramente, Jake se encogió de hombros,
pareciendo indiferente.

—Cajero.

—¿De?

—Dirty Hole.

Garrett estaba un poco sorprendido. Jake era un buen tipo, por lo poco que
él sabía. No podía imaginarlo trabajando en el bar de moteros. Tal vez había
otro lado de Jake del que no eran conscientes. Tal vez Jake no era tan
tranquilo después de todo.

—Es sólo temporal —Echando la revista a un lado, Jake ladeó la cabeza a


un lado, su expresión diciendo que estaba contemplando algo antes de decir—.
¿Necesitas un cajero aquí?

Bandit, el otro artista del tatuaje que trabajaba allí había estado viniendo
cada vez menos. No estaría mal que Jake lo intentara. Él más o menos sabía de
la clientela y la rutina de la tienda.

Garrett reflexionó sobre lo que debía hacer cuando "I Stand Alone" por
Godsmack tocó por los altavoces en la tienda. —¿Cómo estás con el registro y
los recibos?

Jake se puso de pie, caminando detrás del mostrador. Era más o menos de
la altura de Garrett, tal vez un poco más bajo, pero tenía una buena
construcción. Garrett estaba saliendo con Falcon, pero no era ciego. Siempre
había pensado en que Jake era atractivo, pero nunca se había interesado
sexualmente en el tipo.

—Vengo aquí hace dos años y medio, Garrett. Conozco esta tienda mejor
que Bandit. Los únicos dos que la conocen mejor que yo son tu y Lonnie. No
te voy a defraudar.

—A modo de prueba —Por último, dijo Garrett—. Si digo no está


funcionando, no actúes como Spike. —Porque ahora que Garrett era un
cambiaformas lobo, le daría una patada en el culo a Jake. Bueno, aún no era
tan versado en la lucha, pero estaba bastante seguro de que podía patearle el
trasero.

Una sonrisa arrogante tiró de los labios de Jake. —Vi con los hombres que
sales. Yo no soy suicida.

Garrett asintió, mirando hacia abajo a los tatuajes en el brazo de Jake.

Nunca habían estado tan cerca, no en todos los años que había estado
alrededor. Y esta era la primera vez que Garrett se dio cuenta de que los
tatuajes, aunque muy agradables, estaban cubriendo marcas que estaba
bastante seguro que Jake no quería que nadie viera.

Cuando la puerta sonó, Garrett gimió. Reconoció al Detective Jack Tate.


El hombre había estado buscándolo durante semanas para interrogarlo por uno
de los asesinatos de la manada Durango. Lonnie y los Jinetes Oscuros se
habían arreglado para mantener al hombre en la bahía, pero al parecer hoy era
el día de suerte del detective.

El hombre miró alrededor de la tienda y se estremeció. No todo el mundo


tenía el gusto de Garrett y Lonnie, pero ese era la menor de sus
preocupaciones.

Jugando al ignorante, Garrett le dio una sonrisa de bienvenida. —


Bienvenido a Andrómeda. ¿Está buscando conseguir un tatuaje?

Parecía demasiado mojigato para tener un tatuaje en cualquier parte de su


cuerpo. Si había un estereotipo detrás de lo que un policía debía ser, Jack Tate
era el muchacho del cartel. Sólo deseaba que Zane no hubiera salido a hacer
un recado. Ahora estaba sólo él, Jake, y el maldito detective.

—¿Está el Sr. Grissom? —El hombre sacó un bloc de notas, luego miró a
Garrett como si estuviera esperando que Garrett mintiera.

No tenía nada que ver con la muerte de Vincent Hullender. Él ni siquiera


había estado allí cuando sucedió.
Emilio era el que había disparado contra el cambiaforma lobo. Sin
embargo, Garrett no estaba dando nombres. Apoyado en la pared detrás suyo,
Garrett cruzó los brazos sobre el pecho, haciendo todo lo posible para verse
despreocupado, cuando en realidad estaba acojonado en el interior. —Soy yo.

—Ya era hora —Murmuró Tate—. ¿Qué has hecho, estuviste de


vacaciones? —Era una pregunta muy sarcástica. Contuvo las ganas de dar
vuelta su dedo medio. Lástima que Lonnie no estaba aquí. Él era muy muy
bueno para lanzar a alguien fuera de tema y confundirlo.

A veces Garrett se preguntaba si era una habilidad natural, o si Lonnie


sólo estaba confundido el mismo. Pensar en su mejor amigo sólo le hizo
preocuparse una vez más. Quería llamar a Santos, saber lo que estaba pasando.
Pero si las cosas iban tan bien como deberían, entonces Santos y Lonnie
estarían teniendo sexo, y no era algo que quisiera oír.

El Detective Tate apoyó el codo en la libreta, sus ojos no perdiéndose


nada. Él parecía estar evaluando a Garrett. —Quiero preguntarle acerca de la
muerte de Vincent Hullender.

No era como si tuviera que mentir. Garrett no sabía nada acerca de lo que
sucedió. —Yo no estaba en casa en ese momento—. Dijo con sinceridad. —
Mi amigo me necesitaba para quedarme con él durante unos días debido a algo
personal que estaba pasándole, así que me apresuré a irme y estuve fuera de
allí el día anterior.

Está bien, quizás la segunda parte era una mentira, pero él iba a decirle al
detective lo que Falcon le había dicho. Mientras mantuviera las cosas simples,
debía estar bien. Ese era el problema cuando las personas mienten.

Ellos hacen las cosas demasiado elaboradas, demasiado complicadas.

Simple era la única manera de hacerlo.

—¿Tiene usted alguna idea de por qué Vincent Hullender estaba en su


apartamento?
—No tengo ni idea. —Los ojos de Garrett se posaron en la puerta cuando
Zane caminó dentro. Mantuvo sus rasgos relajados, como si no tuviera
absolutamente nada que ocultar. El detective no sabía nada sobre los
cambiaformas lobo y las disputas territoriales, y Garrett no iba a entregarle
una pista.

—Si yo hubiera sabido que venías, habría pedido algo de comida —Zane
dejó la bolsa sobre el mostrador, consiguiendo realmente estar cerca del
detective—. Pero podríamos ir hacia atrás y abrir el apetito.

—Prefiero hacerme un tratamiento de conducto —Dijo Tate sin perder el


ritmo, su tono casual—. Pero no dejes que te detenga de ir allí y hacer las
cosas por ti mismo.

—Tú sabes que quieres verme —Zane bromeó mientras se apoyaba en un


brazo, sonriendo coquetamente—. Realmente puedo bajar mi mano y ser sucio
conmigo mismo.

Jake se echó a reír y luego se aclaró la garganta, tomando asiento en el


sofá, poniendo tanta distancia como pudo entre él y Tate. Garrett observo
simplemente en silencio, esperando que se olvidara de él y se fuera.

—Estás tentando a la suerte —Tate advirtió antes de volver sus oscuros


ojos grises en Garrett—. ¿Así que me estás diciendo que un tipo cualquiera
que ni siquiera conoces irrumpió en tu casa y fue baleado por algún otro
extraño al azar?

El tono era cínico y sarcástico. Si otras criaturas del mundo no hubieran


participado en todo esto, la situación habría sonado demasiado exagerada
incluso para los oídos de Garrett. —Suena bastante bien.

Asintió Garrett. —Cosas extrañas suceden en este barrio.

¿No era el eufemismo del siglo?

Los ojos de Garrett se habían abierto a tantas cosas extrañas últimamente


que a veces se preguntaba si tal vez había perdido la cabeza y estaba encerrado
en algún lugar con fuerte medicación. Las cosas todavía parecían demasiado
surrealista para él.

Pero no estaba drogado y todo esto era real. El nuevo mundo secreto en
que vivía era un maldito lugar de miedo, pero él no renunciaría a estar con
Falcon para volver a una existencia ignorante.

Zane se movió un poco más cerca y el detective Tate gruñó. Eso no


pareció perturbar a Zane ni un poco. En todo caso, el sonido pareció gustarle
al Jinete Oscuro. Garrett no entendía el interés de Zane en el policía.

¿Quién en su sano juicio encontraba a un policía sexy?

—No he terminado el interrogatorio, Sr. Grissom. No desaparezca otra vez


o voy a transportar su culo al centro. —Tate empujó el hombro de Zane
mientras se dirigía hacia la puerta—. Manténgase disponible.

—¿Estas disponible? —Preguntó Zane, pero Tate ya se dirigía fuera.


Garrett conocía al policía sabía que cortó el interrogatorio porque quería
alejarse de Zane. Pero volvería.

—Come —Dijo Zane. —Su estado de ánimo cambió de coqueto a normal


en un abrir y cerrar de ojos.

—Las hamburguesas apestan cuando están frías.

—¿Cómo diablos voy a salir de esto? —Preguntó Garrett, de repente ya no


tenía hambre. Su apetito había huido en el momento en que el detective entró
por la puerta—. Él no va a darse por vencido.

Zane empujó un par de papas fritas en su boca, sus ojos oscuros llenos de
emoción indefinible. —Sólo adhiérete a tu historia y no tienes nada de que
preocuparte.

Los ojos de Garrett se movieron hacia Jake. ¿Cómo se le había olvidado


que el hombre estaba sentado allí? Jake estaba actuando como si él no
estuviera escuchando, pero Garrett sabía que lo estaba. El chico se estaba
empapando con todo lo que él y Zane estaban diciendo. Asintió con la cabeza
en dirección a Jake, y Zane miró otra vez, aún pareciendo despreocupado.

—No oyó nada —Jake se volvió intensamente interesado en la pequeña


planta que se asentaba en la mesa junto a él. Garrett recordó que se suponía
que tendría a Jake trabajando allí a modo de prueba. Su preocupación sobre la
policía ocupó un lugar secundario cuando un cliente entró y habló con Garrett
para tener un tatuaje elaborado por él.

Dejando a Zane y Jake adelante, él llevó a su cliente a la parte posterior,


hablando del trabajo y haciendo todo lo posible para no enloquecer, o
preocuparse por Lonnie.

Hay días en que simplemente pagaría para no salir de la cama.


Capítulo OCHO

Después de enseñar a Lonnie cómo cambiar de nuevo a su forma humana,


no dijo una palabra. Lonnie parecía demasiado conmocionado para hablar,
Santos no estaba seguro de qué decir. No estaba seguro de cómo se sentía y
Santos se negaba a ser el primero en admitir nada. La última noche había sido
nada más que sexo caliente, humeante. Estar con Lonnie no había cambiado
sus puntos de vista. Era todavía un gran dolor en el culo y lo había demostrado
esta mañana con su inteligente boca y resistencia.

Escalando en su moto, Santos vio la sangre seca de Lonnie. Era una costra
sobre su tanque de gasolina, recordándole cómo de cerca había estado de
perderlo.

Eso no importaba. Lonnie ni siquiera era su tipo. ¿Por qué habría de


molestarle que el chico hubiera vuelto a su personalidad ganadora con los
primeros rayos del sol? ¿Por qué le molestaba que el artista no hubiera sido
afectado por lo que habían hecho?

A caballo en la moto, Santos esperó a que Lonnie deslice su delgado


cuerpo en su lugar. Su mente inmediatamente recordó como se sentía debajo
de él cuando Lonnie lo agarró por la cintura.

Su pene comenzó a espesarse, su cuerpo tarareando a la vida con el ligero


toque.

Oh, ya basta.

¿Por qué demonios aún iba allí? Nunca funcionaría por lo que necesitaba
olvidarse de cómo el hombre se sentía en sus brazos. Prendiendo su moto,
Santos se alejó de la cabaña. Falcón y Emilio estaban rastreando algunas
pistas relativas a Striker, el nuevo alfa del clan Durango.
Parecía que tenía la mano en muchas ollas y habían oído rumores que
estaba planeando atacar a los Jinetes Oscuros, librando Paradise City de su
presencia.

No en esta vida.

Iba a dejar a Lonnie e ir a buscar a Falcon. Lonnie llevaba el aroma de


estar recién convertido, pero Zane estaba en la tienda y el Jinete Oscuro lo
protegería. Mientras conducía, hizo todo lo posible para averiguar qué hacer
con Lonnie. Se estaba volviendo un dolor de cabeza tratar de llegar a una
solución.

En el momento en que Lonnie bajo en Andrómeda, Santos estaba listo


para romper algo con el puño. Se detuvo junto a la acera, evitando la basura
que recubría la acera, mientras plantaba sus botas sobre el pavimento húmedo.
Por las oleadas de vapor procedentes de la tierra, Santos podría decir que
había llovido la noche anterior en la ciudad, pero el calor del día, estaba
haciendo su camino de regreso y él estaba listo para despegar para refrescarse.

Y no sólo por el clima. Lonnie agarrándolo no había ayudado a su polla de


ninguna manera. Lonnie se deslizó de la moto, se quitó las gafas de sol de su
cara para revelar los ojos de color verde pálido que Santos iba a odiar perder.
Pero siempre cambiaban a negro cuando una persona se convertía.

Garrett había sido una excepción a esa regla. El amante de Falcon todavía
conservaba su color avellana. Quizás Lonnie tendría suerte y mantendría el
suyo. —Gracias por el Viaje.

Santos se sorprendió por el tono astillado de Lonnie. Había esperado que


dijera algo sarcástico, pero él se quedó allí sonriendo, mostrando dientes
bastante blancos.

—De nada.

Por primera vez en su vida, Santos no estaba seguro de dónde mirar. Se


sentó con la espalda recta en su moto, con ganas de decir algo a Lonnie, pero
no se le ocurrió nada que no revele el desastre que tenía en su interior. —Ve
dentro de la tienda.
Orbes verde pálido rodaban hacia el cielo cuando Lonnie colocó una mano
sobre su delgada cadera —Viví mi vida muy bien sin una niñera, Santos. Yo
no necesito a Zane cuidándome.

—Después de lo que pasó anoche, necesitas toda la protección que puedas


obtener. —Santos no iba a ceder en ese punto y se sintió aliviado por tener un
tema que podían hablar—. Eres uno de los nuestros, Lonnie. Cuidamos de los
nuestros y necesitas llevar tu culo flaco dentro.

Lonnie lo miró ofendido mientras estaba allí. —¡No dijiste nada sobre ser
demasiado delgado anoche! —Girando sobre sus talones, Lonnie salto por las
escaleras. Santos no había querido decir eso, Lonnie lo había entendido mal.

No parecía que se estuvieran llevando mejor.

Disgustado con el giro de los acontecimientos, Santos sacó el teléfono


móvil y llamo a Zane, pidiéndole que cuide a Lonnie para que pudiera reunirse
con Falcon y Emilio.

—El mocoso está aquí ahora

—¡No soy un mocoso, idiota!

Santos sacó el teléfono de su oído por el grito de Lonnie. Estaba enojado.


¿Era porque Zane le había llamado mocoso o porque Santos se iba? Estaba
medio tentado a entrar, pero realmente tenía que averiguar lo que estaba
pasando con Striker.

Colgando, Santos se inclinó hacia delante y se fue. Hizo un giro en U en la


calle, evitando los coches aparcados, y se dirigió hacia el Big Egg. Ese era el
único lugar que se le ocurrió en que Falcón y Emilio podrían estar tan
temprano. Era un restaurante que servía el desayuno todos los días y un lugar
donde Falcon se había reunido con un buen número de informantes.

Pagaban para recopilar información de las calles y mantenerse al día con


lo que estaba pasando en el clan de Durango. Ya que el antiguo alfa, Callahan,
fue asesinado, había rumores que Striker estaba reformando el clan, reclutando
sangre fresca. Algunos incluso dijeron que el alfa estaba convirtiendo a
algunos pandilleros de la Upper West Side.

No le extrañaría que Striker hiciera algunas mierdas así.

El hombre no era mejor alfa de lo que Callahan había sido.

Como sospechaba, vio las motos de Falcon y de Emilio en el


estacionamiento, cerca de la entrada. Maniobrando alrededor de una pareja de
ancianos que salían del restaurante, Santos alineó su moto al lado de las otras
dos y desmonto.

Entró con el olor del tocino y aromas dulces y almibarados, el sonido de la


gente hablando y los alimentos friéndose en la parrilla. Su estómago comenzó
a hacer ruido. Con los ataques continuos de sexo de la noche anterior, Santos
estaba muerto de hambre.

—No creí que te vería tan pronto —dijo Falcon sentado allí, con su brazo
sobre el respaldo de la agrietada cabina naranja y sus gafas de sol aún
colocadas a pesar de que estaban en el interior—. ¿Cómo va todo?

Deslizándose al lado de Emilio, Santos sólo gruñó mientras ponía sus


gafas de sol en la parte superior de su cabeza. —Él sobrevivió. —Eso era todo
el detalle que dio ya que la camarera se acercó y de inmediato comenzó a
servirle una taza de café. Después de tomar su orden, la camarera les dejó
solos para charlar.

—¿Qué hay de nuevo en la calle? —Quería cambiar de tema, alejarse de


hablar de ese bocazas rubio.

—No son las palabras de la calle —Emilio recogió unos huevos fritos
mezclados con croquetas de patata en el tenedor—. Vimos con nuestros
propios ojos que Striker lo esta haciendo. Reconocí a Spider de la pandilla
Hearts Blood hablando con el alfa sólo una hora antes de llegar aquí.

Reclutar a alguien de la banda de los Hearts era como bucear en un


basurero. Ellos eran la escoria de Paradise City. Spider era un activo
delincuente en Upper West Side. Trataba con apuestas, juegos de azar, cocaína
y trata de jóvenes.

Ese no era un prospecto en el que Santos hubiera pensado. Incluso


Callahan había sido lo suficientemente inteligente como para dejar a esa
escoria sola. No es que Santos temiera a ninguno de ellos, pero no les
importaba a quién hacían daño o a qué para hacer el trabajo. Eso los hacía
hombres muy peligrosos.

Santos se echó hacia atrás cuando la camarera le trajo un plato lleno con
tostadas francesas, salchichas, huevos, y un tazón de sémola de maíz. Pensó en
Lonnie y cómo él ni siquiera había alimentado el chico antes de dejarlo fuera y
una pequeña parte de su cerebro se inquieto con la culpa. Por lo general, era
algo que hacía con cualquiera con el que se acostaba. Santos tenía conciencia
y siempre se aseguraba de que sus amantes estuvieran bien alimentados
después de una noche de práctica de ejercicio entre las sábanas. Pero había
querido alejarse de Lonnie y los extraños sentimientos naciendo dentro de él.

—Chochum se supone que debe reunirse con nosotros aquí —Falcon


levantó la taza de café y tomó un sorbo—. Se está escondiendo.

—Él no debería dejarse ver. —Santos prácticamente atacó su comida,


sintiendo como si no hubiera comido en días—. Las calles están muy calientes
ahora mismo. Yo tengo la sensación de que no quiere correr el riesgo de ser
atrapado con nosotros.

—Quiero que te quedes en la tienda. —Falcon tomó un sorbo de su café.

—Si las cosas están tan mal, yo no quiero a Garrett y a Lonnie con sólo
uno de nosotros. No me extrañaría que Striker reclute algunos Darlings.

Sólo la idea de una de esas criaturas tocando a Lonnie de nuevo hizo que
la comida en su estómago se revuelva. Santos empujó su plato a un lado y se
levantó de la cabina. Tiró un poco de dinero sobre la mesa por su comida.

—Iré para allí.


Falcon se sacó las gafas de sol y miró a Santos con una mirada de
complicidad. —¿Ustedes dos se llevan mejor?

—Sigue siendo un bocazas dolor de culo —Santos escuchó a su primo


Emilio reír mientras salía de Big Egg. No quería discutir con nadie en este
momento sobre Lonnie porque no tenía una maldita idea de lo que iba a hacer
con el rubio.

Sentado en un coche al otro lado de la calle de Big Egg, Striker Hullender,


vio a los Jinetes Oscuros desayunar. Su hermano Vicente estaba muerto y el
responsable estaba sentado allí sonriendo. Emilio Alverez parecía como si no
tuviera ninguna preocupación en el mundo.

—¿Es ese?

Striker cabeceó al individuo que se sentaba en el asiento del pasajero. Él


era un punk de la banda de los corazones, disponible y listo para demostrar su
valía.

El hombre tenía una lágrima negra debajo de su ojo izquierdo, pero no


tenía idea a lo que se enfrentaba cuando se trataba de los Jinetes Oscuros, pero
si tenía suerte y éxito, a continuación, Emilio estaría muerto y Striker tendría
su venganza.

Ya había dos Darlings reclutados para colarse en el apartamento de Lonnie


esta noche y acabar con lo que se empezó con el tipo. No debería haber sido
convertido. Se suponía que tenía que morir en ese ataque, pero el destino
había enviado a Santos Alverez en su camino.

Qué mierda de culo suertudo.

—Ahora no —Dijo Striker cuando el chico empezó a salir del coche. Qué
jodido idiota—. Vuelve a sentarte.
El tipo tiró de su sudadera aún más en su rostro mientras se sentaba.

Cómo demonios llevaba un jersey grueso con este calor estaba más allá de
Striker.

Pero ¿qué le importaba?

—Espera hasta la noche y luego prepara su moto con el explosivo que te


di. —Si se las arreglaba para hacer esto bien, Striker podría considerar
convertirlo y llevarlo al clan de Durango. Pero eso era un gran sí.

Yendo hacia el tráfico pesado, Striker condujo a una cuadra de Dirty Hole
y dejó al tipo. Rápidamente se alejó cuando vio el coche del detective
entrometido asentado algunos edificios por debajo de la tienda de tatuajes.

Él no estaba en el radar del humano y planeaba mantenerse de esa manera.


Si ese detective se quedaba mucho tiempo iba a complicar las cosas. Por otra
parte, tal vez el tipo estúpido que acababa de dejar pondría el explosivo de
todos modos.

Sólo había una manera de averiguarlo y Striker sabría mañana si Emilio


aún respiraba.

Rett casi lo derribó cuando Lonnie entró por la puerta de Andrómeda.


Tuvo que afirmarse para no caer de culo.

—¡Joder, me alegro de verte! —El chico lo estaba abrazando con tanta


fuerza que Lonnie temía que Rett le rompiera una costilla.

—Estoy bien —Lonnie le palmeó la espalda—. Pero es posible que


termines conmigo si no aflojas, idiota. —Finalmente fue capaz de respirar
cuando su mejor amigo lo dejó ir. Jake estaba sentado allí, una amplia sonrisa
en su rostro y una expresión que dijo que no tenía ni idea de lo que estaba
pasando, pero estaba feliz de ver a Lonnie.

Fue bueno ver que algunas cosas no habían cambiado. Todo alrededor de
la tienda se veía igual. Incluso Bandit estaba detrás del mostrador, sonriendo a
Lonnie. Había unos pocos clientes alrededor, viendo a Lonnie y Rett.

—¿Están atendidos? —Preguntó Lonnie señalando con la barbilla hacia


los clientes.

—Puedes tener el que quieras —Rett guiño y luego bajó la voz— ¿Cómo
fue... ya sabes... Santos?

Lonnie se echó a reír, imitando a Rett tratando de hablar en código. Se


sentía muy bueno estar de vuelta en su vieja rutina.

—Maldita sea, muy bueno en la cama —Respondió—. Durante unos


minutos pensé que iba a quedar cojo.

Zane se rió entre dientes mientras negaba con la cabeza, pero no dijo una
palabra. Estaba en el sofá junto a Jake, sus oscuros ojos deslizándose sobre
Lonnie. Se veía muy inocente. Tener que lidiar con un Jinete Oscuro era
suficiente para él. Lonnie tenía la sensación de que Zane estaba
comprobándolo para asegurarse de que estaba bien.

—Hueles como si te hubieras bañado en el aroma de Santos. —Rett, se


tapo la nariz con los dedos—. Amigo definitivamente puso una reclamación
en ti.

Lonnie había terminado de hablar sobre el gran oso irritante. Lo cual era
bastante irónico teniendo en cuenta que sólo hacia unos días se estaba
muriendo por que Santos lo notara. Pero ahora que habían dormido juntos,
Lonnie estaba listo para alejarse del chico.

Negó con la cabeza y señaló a uno de los clientes. —Tú, a mi habitación,


ahora.
Quedar atrapado en su trabajo debía quitarle de la cabeza a Santos, su
lobo, sus sentimientos cambiantes, y cualquier otra cosa que hacia centrifugar
su mente. —¿Sabes lo que quieres?

El tipo sacó un pedazo de papel del bolsillo delantero de sus pantalones


vaqueros de aspecto caro. —Tengo un dibujo aquí.

Lonnie tomó el papel cuando le mostró al chico su habitación. No era nada


difícil. Le podría tomar un tiempo para dibujarlo, pero no sería un problema.
—Espera aquí.

Caminando hacia la parte de atrás, Lonnie se sentó en un pequeño


caballete que estaba asentado a un lado del cuarto de baño y puso el dibujo en
su lugar.

Sentía como si su piel estuviera tirante. ¿Y qué pasaba con sus emociones?
Era como si lo que estaba dentro de él pedía por Santos.

—Oh, cállate. —Le dijo a su lobo. A pesar de que había cambiado, Lonnie
seguía sintiéndose raro hablando con la cosa.

Mientras dibujaba, sintió el fuerte y limpio aroma de Santos.

El hombre estaba allí, en la tienda.

—Jodida gran cosa. —Refunfuñó para sus adentros. Él no iba a ir a buscar


al gran bobo oso. No había manera de que permitiera al lobo dentro de él
arrojase sobre ese Santos.

Aunque trató de concentrarse en las líneas finas y detalles de lo que estaba


haciendo, igualmente su mente volvió a aquel hombre alto y fuerte con labios
talentosos.

Estuvo a punto de caer bruscamente de su asiento cuando Rett llegó a la


parte de atrás. Gracias a Dios que no era Santos.

—Entonces, ¿cómo te fue? —Preguntó mientras saltó sobre el mostrador y


sonrió diabólicamente a Lonnie—. ¿Supongo que tu y Santos?
—Ya me lo preguntaste —Lonnie dejó la pluma, dando a su amigo una
sonrisa malévola—. Pero supongo que quieres los detalles íntimos ahora que
no hay nadie alrededor.

Rett frunció su rostro y negó con la cabeza ligeramente. —No lo creo. Yo


no quiero saber lo que pasó. Quiero saber lo que pasó después.

De pie, Lonnie se apoderó de Rett e inclinó la cabeza, asegurándose de


que su voz no fuera más que un mero susurro cuando dijo: —Yo tomé una
maldita ducha. ¿Qué crees que pasó?

Rett lo empujó a un lado. —No eres divertido.

Una sonrisa afiló sus labios. —Bien, tonto. Tuvimos sexo toda la noche y
luego, cuando nos despertamos, ambos fingimos que nunca ocurrió.

—Mira, Lonnie —Rett puso una mano a cada lado de sus muslos, rizando
sus dedos alrededor del borde de la mesa—. Yo te conozco, si peleas como
perro y gato con Santos es porque te importa.

—Ni siquiera vayas allí —Lonnie regresó al caballete y se sentó—. Casi


me muero, Santos me salvó, follamos como conejos y ahora es el momento de
volver a mi vida. Fin de la historia.

Lonnie sólo deseaba creer las palabras que salían de su boca.

No era el fin de la historia y él lo sabía. Su atracción hacia el gran hombre


había crecido más y Lonnie no podía encontrar la manera de detener que el
desastre ocurra.
Capítulo NUEVE

Emilio se puso de pie en la parte superior de la escalera, mirando por


encima de la vecindad.

Echando un vistazo alrededor de la calle. El pub irlandés que estaba a unas


puertas del Dirty Hold tenía la música fuerte, y se esparcía por las calles, se
veían algunas personas caminando por las calles mientras se reían y parecían
que estaban teniendo un buen rato de verdad. Los comerciantes estaban fuera
de sus tiendas, hablando entre sí en la cálida noche de verano.

Pero algo estaba raro. Podía sentirlo en sus huesos. Había un leve toque de
malicia en el aire. Pensando que había existido demasiado tiempo y estaba
empezando a buscar problemas donde no había ninguno, Emilio troto por las
escaleras de la tienda de tatuajes, en dirección a su moto.

—¡Oye, Emilio!

Volviéndose, Emilio vio a Jake en la parte superior de las escaleras de


metal negro, el casco de Emilio bajo su brazo. —Se te olvidó algo.

Esperó mientras Jake se lo trajo. El ser humano se lo entregó y luego miró


a la moto de Emilio. —Esa es una moto dulce.

Emilio sonrió, sabiendo que se veía muy bien. Jake estaba insinuando un
paseo. Él generalmente no dejaba que nadie subiera en su moto y no
consideraba dejar que Jake lo haga hasta que puso esos ojos ambarinos en él.
Había algo acerca del hombre gótico que andaba por Andrómeda que llamaba
la atención de Emilio, pero nunca se había permitido que nadie vea su interés.

—Lo es —estuvo de acuerdo y puso su casco en el asiento. Podía ver que


la solicitud estaba prácticamente en la punta de la lengua del chico, pero él no
iba a hacerle esto fácil. Le gustaba ver la vacilación, la curiosidad y la timidez
en Jake. La mayoría de los hombres con los que trataban carecían de esas
cualidades.
Desde su llegada en torno a Andrómeda, Emilio había aprendido mucho
sobre sí mismo. Pertenecía a los Jinetes Oscuros, trataba con Darlings y
cambiaformas, o los seres humanos que eran simplemente feroces. Lonnie y
Garrett no eran así. Le habían enseñado que había gente en el mundo que no te
joderían o quería ganar algo por ser tus amigos.

Y cuanto más llegaba a conocer a Jake, estaba descubriendo que el tipo


sólo buscaba ser aceptado. Parecía que podía entrar en algo de mierda, pero
detrás de esa fachada de locura gótica, Jake estaba tratando de encajar en
alguna parte.

—Bien —Jake pasó una mano por la parte posterior de su cuello, un


enganche de nerviosismo en su voz—. Veo que necesitas despegar.

Emilio sonrió, cruzando sus manos en frente de él. Oyó el alboroto detrás
de él en el Dirty Hole, los sonidos de los coches que pasaban por ahí, y ladrar
a un perro mientras esperaba por ver lo que Jake iba a hacer.

—Garrett me contrató para trabajar en el registro, así que mejor que


vuelva dentro. Yo te veré por ahí. —Jake se volvió y se dirigió por las
escaleras, se detuvo, dio la vuelta, y luego frunció el ceño—. Sí, te veré por
ahí.

Emilio se rió y luego hizo una mueca cuando Jake casi chocó con la
barandilla. El chico miró a la barandilla como si hubiera logrado atravesarse
delante de él a propósito y a continuación se apresuró a subir los escalones, las
cadenas en sus pantalones balanceándose.

Empujando el casco sobre su cabeza, Emilio se sentó a horcajadas en su


moto.

Falcon le había enviado para ir a ver el Red Velvet, un lugar donde el clan
Durango se juntaba. Quería que Emilio fuera a ver a cuántos Hearts estaban
reclutando.

Prendió su moto, hizo un giro en U en la calle, y luego despegó. Justo


cuando se detuvo en una luz roja, Emilio vio algo que sobresalía un poco
hacia fuera debajo del tubo de escape. Agarrando el objeto, el corazón de
Emilio comenzó a golpear con fuerza en su pecho cuando se dio cuenta de que
tenía un pequeño paquete de C4.

Corrió por puro instinto, cruzó la luz roja y entró por un callejón en la
siguiente manzana, y arrojó rápidamente el paquete en el contenedor de
basura. Habían fijado un dispositivo de detonación a distancia. Se preguntó
quién se lo había puesto, porque quienquiera que fuese, bueno, era un
aficionado.

Gracias joder.

Él se alejó, el sonido del estallido del contenedor resonó en sus oídos


cuando detuvo su moto y miró hacia atrás por encima del hombro.

Sólo había una persona que lo quería muerto tan mal.

Striker.

Y casi permites a Jake subir en tu moto.

Emilio se sacó el casco, mirando cómo el humo se elevaba en el aire antes


de sacar su teléfono celular.

—Alguien trató de hacerme estallar. —Dijo cuando Falcon contesto—.


Con jodido C4 —Emilio miró a los coches aparcados que revestían la calle y
vio al detective que había estado preguntando por Garrett.

Estaba sentado allí con una mirada de asombro en su rostro.

Desmontando, Emilio gruñó mientras cruzaba la calle, abriendo la puerta


del coche antes de sacar al detective de su asiento. —¿Trataste de volarme? —
Gritó en la cara del hombre, la ira por casi haber perdido la vida llevándolo a
querer matar a alguien.

—Quítame las manos de encima —Tate lo empujó, su ojos grises llenos de


desprecio—. Si te quisiera muerto, yo sólo te dispararía.

—¿Entonces, que coños estás haciendo aquí?


El detective no le respondió. Estaba mirando al callejón donde el
explosivo había hecho bolar el maldito basurero. Emilio empezó a calmarse,
maldiciendo por la situación. Parecía que Striker estaba jugando fuerte. Él no
era nada parecido a Callahan. El hombre hablaba en serio.

Apretó el teléfono en la oreja, dejando escapar un largo suspiro. —Parece


como Striker viene por su venganza.

Lonnie entró en su apartamento, encendió la lámpara y arrojó las llaves al


lado. Qué día de mierda. Su culo estaba todavía dolorido y la cabeza le latía
con fuerza. Todo lo que quería hacer era tomar una ducha caliente, comer y
descansar por dos días. Tener a Santos en la tienda toda la noche le hizo muy
difícil concentrarse y se alegró por tener un momento de la calma apacible.

Tomando asiento en su sillón, se desató las botas y luego se las sacó,


moviendo sus dedos del pie y gimiendo. Se sentía bien estirarse y relájese.
Lonnie se inclinó más hacia el sofá, sintiendo sus ojos cerrarse a la deriva
cuando un olor nocivo sutil invadió su nariz.

Instantáneamente se puso alerta, pero todavía parecía relajado. Alguien


estaba en su casa, Lonnie no dejó que él lo supiera, porque no estaba seguro
de qué hacer. Su lobo gruñó, chasqueó sus mandíbulas, pero carajo si Lonnie
podía recordar cómo dejar que el perrito saliera. Santos sólo le había mostrado
una vez, y él estaba demasiado aterrorizado en este momento para recordar la
lección.

Rascándose el estómago, bostezó y se levantó, todavía no viendo a nadie,


pero sabía que había alguien allí. Permaneció casual, en apariencia como si
pretendiera alcanzar las botas. Tan pronto como se inclinó, Lonnie se disparó
hacia la puerta.
Dos extraños corrían hacia él desde su cocina, sus brazos extendidos
mientras trataba de abrir la puerta. Pero salir no era tan fácil, no cuando
Lonnie había entrado y encadenado la puerta, cerrándola.

Su corazón estaba en su garganta, su respiración era áspera, y Lonnie


podía sentir los temblores de cuerpo completo empezando a apoderarse de él.
Sus manos no cooperaban. Simplemente continuaron buscando a tientas con la
cadena.

—¡No, no lo hagas! Uno de los hombres agarró Lonnie alrededor de la


cintura y lo arrastró fuera de sus pies. Le dio una patada, balanceando los
brazos, tratando de liberarse.

El otro chico agarró las piernas de Lonnie y lo llevaron más lejos dentro
del apartamento. Él sabía que si no conseguía soltarse estaba muerto.

Estos eran Darlings. Allí no confundía su olor.

Arrojaron a Lonnie sobre su cama, los dos hombres riendo con dureza.
Todo lo que Lonnie podía pensar era en escapar. Si pudiera salir del
apartamento, estaba bastante seguro de que podría escapar. Lonnie era un
maldito corredor rápido.

La cosa más importante que tenía que recordar era mantener sus colmillos
afilados lejos de él. Lonnie gritó cuando uno de los hombres se abalanzo,
mordiendo profundamente en la parte superior del brazo. Le dio un puñetazo
en la cara, rezando que el tipo no rasgara su carne en pedazos.

El otro chico golpeo, mordiendo a Lonnie duro en su muslo. El dolor era


tan intenso que él temía que iba a desmayarse. El que le había mordido el
brazo lo liberó, y luego hundió sus colmillos en el hombro de Lonnie.

Su mente corría, su cuerpo se sacudió con tanta fuerza que se preguntó si


sus huesos iban a estallar. Su mandíbula se bloqueó apretada cuando fue
mordido repetidamente.
Los sonidos que le rodeaban se convirtieron en un ruido sordo y luego un
zumbido profundo comenzó a vibrar a través de su oído. Su mente nadaba en
una nebulosa cuando su cuerpo comenzó a apagarse.

Oyó un aullido en algún lugar... en alguna parte. Trató de mirar, pero lo


único que podía ver eran los puntos negros y luego la habitación comenzó a
girar, a inclinarse y girar.

—Lonnie —Alguien agarró la cara, sacudiéndolo bruscamente—. Cambia


con el fin de sacar un poco del veneno de ti.

Él cerró los ojos, hiperventilando mientras trataba de escuchar, pero todo


lo que podía oír era el sonido en sus oídos, que ahora sonaba como campanas.

El dolor.

Era demasiado.

—Lonnie —Su rostro se estremeció aún más duro—. Piensa en tu lobo.


Deja que se haga cargo. Déjate llevar por él.

—¡Se está apoderando de él!

Le metieron algo en su boca. Era suave, duro, y sabía ligeramente como el


cuero. Lonnie no quería morir. ¿Por qué no había hecho algo más con su vida?
Unirse a una banda de verdad hubiera sido divertido.

Ni siquiera llegó a decirle a Rett lo mucho que amaba y apreciaba que su


amigo se pego a él a través de toda la locura que había sido su adolescencia.

Iba a morir.

Lonnie no tenía ninguna duda sobre esto.

—Cambia —La áspera orden fue ladrada al oído—. No voy a perderte,


bocazas. Estamos lejos de terminar uno con el otro.

Un grito terrible escapó de su garganta mientras su cuerpo comenzó a


sacudirse con tanta fuerza que golpeó a todos los que lo sostenían.
Un vibrante gruñido enfurecido se soltó dentro de él. Algo estaba
luchando, arañando, mordiendo y liberándose. Lonnie estaba demasiado
cansado para luchar, tanto dolor lo distraía. Su cerebro, su carne, su sangre se
sentían como si estuvieran hirviendo, quemándolo vivo.

De repente, sus huesos comenzaron a agrietarse, remodelarse, enviando


una nueva ola de dolor a través de él. Lonnie echó la cabeza hacia atrás y gritó
hasta que su garganta ya no podía hacer sonidos.

—Eso es todo, cambia. Deja que suceda.

El dolor aún era intenso, haciéndolo sentir náuseas, pero su cuerpo ya no


se sentía como si estuviera ardiendo desde dentro hacia fuera. Jadeaba, se
retorcía alrededor sintiendo el veneno correr rápidamente a través de él.

—Llena la tina de agua fresca.

Lonnie sintió que lo levantaban, una ola de mareo le hizo girar la cabeza
justo antes de desmayarse.

Las manos de Santos se estrecharon mientras bajaba a Lonnie en el agua


fría.

No creía que esto ayudara, pero el tipo estaba ardiendo. Su piel se puso de
un rojo profundo y su cuerpo estaba inerte.

Nunca había oído hablar de nadie que haya sido mordido tantas veces y
haya sobrevivido. Sólo el dolor enloquecería a cualquiera. Los dos Darlings
estaban en el piso de la habitación de Lonnie, desgarrados, la sangre seguía
fluyendo como un río muerto sobre la madera dura. Él y Emilio habían
venido, Santos sintió una necesidad que no podía ignorar por comprobar a
Lonnie.

Lonnie ni siquiera reaccionó cuando Santos le hundió profundamente en el


agua. Estaba en su forma de lobo, su piel tan rubia que casi parecía blanco
nieve. El lobo sólo estaba allí, no respondía.

Si no sintiera la caída apenas perceptible y la subida del pecho del animal,


Santos podría pensar que estaba muerto. Emilio estaba en el pasillo, hablando
rápido y bajo en el teléfono. Todo lo que Santos podía hacer era sostener al
lobo y orar... sólo... orar.

—Falcon dice que lo muerdas —Dijo Emilio desde la puerta—. Dijo que
una dosis doble de ADN lobo debe ayudar.

—¿Doble? —Peguntó Santos, mirando por encima del hombro a su primo.

—¿Qué quieres decir con doble?

Emilio le dio una mirada que lo decía todo.

—¿Qué jodidos? —Miró a Emilio, y luego hacia abajo a Lonnie. Los


lobos mordían cuando peleaban, un poco cuando se jodían.

Ambos eran actos totalmente separados. No, Emilio no tendría que follar a
Lonnie, pero ya que no eran enemigos, sería crear un vínculo entre ellos.
Mientras que no le importaba que Lonnie conociera a su primo, un vínculo era
algo que no quería que suceda.

Eso era sólo para él.

—¿Y si yo le mordiera varias veces? —Preguntó Santos—. ¿Trabajaría?

Trabajó para esos malditas Darlings cuando estaban tetando de matar a


Lonnie. Pero, de nuevo, había habido dos de ellos. Santos se reveló en contra
de la idea de que Emilio mordiera a Lonnie. Su lobo quería mutilar a su primo.

—Tu podrías intentar morderlo un par de veces —Hubo una simpática


mirada en los ojos oscuros de Emilio. Una que dijo que no le gustaba la idea
de morder a Lonnie. Santos se alegró de que estuvieran en la misma página o
él sólo podría tener que lastimarlo.

Santos miró al el lobo de Lonnie. No estaba seguro de dónde morder.


Terminaría con la boca llena de pelos, pero ¿qué le importaba en este
momento?

Lo único que le importaba era salvarlo con el menor dolor posible.

Tomando una respiración profunda, Santos mordió a Lonnie en el hombro,


odiando añadir dolor. Pero el lobo no gimió, no se quejo, no hizo nada. Lonnie
sólo estaba allí, sin responder.

Santos dejó la mayor cantidad que pudo de su saliva en Lonnie, pero el


lobo ni siquiera abrió los ojos. —Muérdelo en la pata trasera —Dijo, sintiendo
la ira rodando a través de él. Sabía que iba a necesitar a dos personas para
curar al hombre. Era evidente que su mordida por sí sola no iba ayudar—. Que
sea jodidamente rápido.

Emilio vaciló.

Lonnie gimió.

Santos dio un suspiro de alivio.

—¿Aún quieres que yo lo muerda?

Santos fulminó a Emilio. —Joder no —Levantó a Lonnie fuera del agua,


llevándolo de vuelta a la habitación, dejándolo sobre la cama tiró de las
mantas sobre él. Sus piernas patearon, su boca se abrió, y entonces Lonnie
quedó en silencio.

No estaba seguro de si eso era una buena señal. Una vez más, Santos
nunca había conocido a nadie que hubiera sobrevivido a múltiples mordeduras
de Darling. —¿Puedes cortar sus cabezas, así no tengo que mirarlos?

Emilio entró en la habitación, haciendo lo que pidió Santos. Los cuerpos


se convirtieron en cenizas. Mientras yacía allí en la cama con temor por
Lonnie, Santos sabía que alguien había pagado a esos dos para que lo
atacaran.

Striker.

El hombre había tratado de hacer explotar a su primo. Ahora trató de


matar a Lonnie. Algo iba a tener que hacer con el nuevo alfa del clan de
Durango. Santos tenía un par de ideas, desmembrarlo estaba en la parte
superior de la lista. Destriparlo en segundo. Quería encadenar al hombre por
sus entrañas como una advertencia a cualquier otra persona que jodiera con la
gente que le importaba.

Un profundo suspiro salió de su pecho. Ahora no podía negar que Lonnie


le importaba. La pequeña mierda se había metido bajo su piel y envolvió sus
terribles tentáculos alrededor del corazón de Santos.

A la mierda todo. Se estaba enamorando. Las pisadas retrocediendo le


dijeron que Emilio había salido de la habitación. Su primo no iría muy lejos.
Este lugar era un punto de acceso en este momento y era imposible saber a
cuántos Darlings Striker había pagado.

Santos estaba realmente esperando que otro mostrara su fea cara. Él estaba
de tan mal humor que iba a disfrutar a fondo matar al Darling.

No fue hasta el final de la tarde, del día siguiente, que Lonnie finalmente
comenzó a abrir los ojos. Había cambiado de nuevo a su forma humana esa
mañana, pero él todavía no había despertado. Santos lo observó mientras
movía sus párpados, colocó su mano sobre la cabeza de Lonnie por si acaso el
hombre se asustaba. Sería una reacción normal después de un ataque tan
violento.

Los otros Jinetes Oscuros estaban en la sala de estar, todos esperando


saber algo de Lonnie. Garrett había venido muchas veces a la habitación,
comprobando a su mejor amigo. El hombre estaba como loco cuando supo lo
que pasó.

Todos ellos lo estaban.


Parecía que Lonnie tenía hombres que se preocupaban mucho por él,
incluidos Falcón y Emilio, junto con Zane. Santos pasó la mano por el brazo
de Lonnie, dándole una sonrisa reconfortante. —¿Cómo te sientes?

—Como un juguete masticado. —Las lágrimas contenidas en los ojos de


Lonnie lo decían todo.

Santos nunca lo había visto llorar. Lonnie siempre era un luchador bocazas
y francamente sexy. Pero nunca había visto este lado vulnerable antes. Lo
acercó, sosteniéndolo firmemente cuando él apoyó la barbilla en la cabeza del
hombre, dejando que Lonnie llorara en silencio.

Su delgado cuerpo se estremeció en silencio. Santos lo abrazó, se estaba


convirtiendo en la persona más importante en su mundo y juró que iba a matar
a Striker así fuera lo último que hiciera.
Capítulo DIEZ

Lonnie se aferró a Santos, aún sintiendo los efectos residuales del dolor
que se había apoderado de su cuerpo. Odiaba venirse a abajo, llorando delante
de este hombre. Había hecho todo lo posible por no llorar, desde que salió de
su casa y empezó una nueva vida, dejando su adicción a las drogas y abriendo
la tienda con Rett.

—Lo siento —Lonnie se limpió la nariz—. Normalmente no me caigo en


pedazos en los brazos de un hombre con el que me acosté.

Una risa profunda y baja vibró en el pecho de Santos. —Creo que puedes
hacer una excepción.

Apartándose, Lonnie miro hacia Santos, sintiendo la unión emocional que


era cada vez más fuerte entre ellos. Apartó la mirada, intentando más duro no
sentir... nada.

—¿Hasta cuándo vas a hacer eso? —Santos agarró su pelo con la mano,
tirando suavemente de los hilos.

—¿Hacer qué?

—Pretender, Lonnie —Santos tiró de nuevo hasta que Lonnie estaba


mirándolo—. Pretender que no hay nada entre nosotros, que tú y yo no
estamos conectando.

—Oh, Dios, hiciste de esto algo personal —Lonnie bromeó. Tenía que
aligerar la conversación, porque no podía hacer frente a nada en estos
momentos—. Por favor, no me digas que quieres toallas a juego.

—Para ahí —Santos gruñó y Lonnie sintió la aspereza de su tono sobre su


piel—. Deja de bromear, ahora. Lo digo en serio.

Sintió un millar de diminutos pinchazos rodar por su columna vertebral


cuando el hombre le tiró el pelo más duro, la mandíbula firmemente apretada.
—Te dije que eras mío para proteger. Pero ambos sabemos que es más
profundo que eso.

—No, si no queremos que lo sea —Lonnie argumento, pero tenía la


sensación de que estaba desperdiciando su aliento. Era como una bola de
nieve rodando por una colina. Lo que estaba pasando entre ellos crecía más
grande, más fuerte y lo asustaba.

Los ojos de Santos se estrecharon. —¿Por qué estás tan malditamente


asustado de admitir lo que pasa entre nosotros? —Santos rodó, fijando a
Lonnie bajo el peso enorme del hombre y fue entonces cuando se dio cuenta
de que estaba desnudo y también lo estaba Santos—. ¿Por qué huyes con
miedo?

Lonnie colocó las palmas de sus manos en el pecho caliente y duro de


Santos.

Era la única barrera que podía poner entre ellos. —Debido a que sólo los
tontos y viejos se enamoran.

Sus labios se curvaron en el momento en que las palabras se escaparon de


sus labios y Lonnie quiso poder llevarlas de vuelta. Los ojos de Santos se
ensancharon. Él no había tenido intención de revelar esa información.

Lonnie seguía intentando procesarla él mismo.

—No estoy de acuerdo.

—Tú —Lonnie miró a sus manos, al ver la cruda diferencia entre su piel y
la más oscura de Santos. Se concentró en ignorar la mirada cálida que sabía
que el hombre le estaba dando.

—No todo tiene que ser una discusión entre nosotros, Lonnie.

Santos movió su cabeza más cerca, sus suaves labios rozando


tranquilamente sobre el hombro desnudo de Lonnie. —Hay algunas cosas en
las que podemos estar de acuerdo, mi amante apasionado.
Lonnie se estremeció cuando los labios de Santos se trasladaron a la oreja
y dientes afilados mordisquearon su lóbulo. —Podemos convertir el fuego en
placer.

Él se sorprendió por la belleza oscura de las palabras de Santos. Entrelazó


las muñecas de Lonnie juntas y las subió por encima de su cabeza antes de que
Lonnie pudiera jadear en una respiración. —Mío para proteger, y mío para el
placer.

Rodando sus caderas, sintió el eje con fuerza contra su abdomen.

Lonnie abrió más las piernas, sintiendo sus bolas ya apretadas a su cuerpo.
Santos mordió el lado del cuello de Lonnie lo suficiente para marcar pero no
lastimar. —Mío para amar.

Lonnie se congeló. Su pecho se movía más rápido ahora, sus respiraciones


con poca profundidad.

—¿Eso te sorprende? —Santos le lamió la mandíbula—. Me enloqueces


—Su tono era áspero, bajo y oscuro—. Pero acepto lo que siento por ti. ¿Tú lo
haces?

Deslizó la lengua por el labio inferior y miró hacia el pecho de Santos. —


Admito que hay algo allí.

Un gruñido subió a la garganta del hombre. —Mantenlo escondido,


pequeño. Tarde o temprano, tendrás que admitir tus sentimientos por mí, y no
por un resbalón de la lengua.

Haciendo todo lo posible para cambiar de tema, para distraer a Santos,


Lonnie se inclinó y lamió la piel del brazo derecho por encima de su corazón.
Él se resistió, sus pollas deslizándose juntos cuando Santos gimió.

—Tú luchas sucio. —Su voz era áspera, caliente, exquisita. Un bajo
ronroneo vibró en el pecho de Lonnie, sorprendido por las sensación que se
despertaron en su cuerpo.
Cada terminación nerviosa se estremeció con una necesidad tan profunda
que casi dolía. Él comenzó a frotarse sobre Santos como una gata en celo,
gimiendo al sentir el cuerpo caliente del hombre.

—Veo que mi cachorro está hambriento —El tono de Santos era tan
malditamente profundo y seductor que Lonnie estaba cada vez más caliente.
Santos soltó sus manos justo antes de que Lonnie las deslizara sobre el culo
bien redondeado del tipo, curvando los dedos hasta que sus uñas estaban
mordiendo la piel.

—Por favor, Santos —La piel de Lonnie palpitaba de deseo, su cuerpo


retorciéndose debajo del hombre grande—. No me hagas rogar.

Santos hizo un sonido gutural mientras se empujaba por el cuerpo de


Lonnie, sus labios dejando atrás un rastro abrasador de besos y lametones.

La cabeza de Lonnie cayó, con las piernas temblorosas cuando Santos se


movió más abajo. El hombre estaba murmurando algo, pero sólo fue un sonido
para los oídos de Lonnie, nada coherente y no en Inglés.

Lonnie se sacudió, con el aliento entrecortado, su polla dura y erecta.


Santos pasó la lengua alrededor de su ombligo, la lengua sensualmente
bailando a lo largo de los pelos finos que corrían de su abdomen a su afeitada
área de la ingle. Iba a enloquecer y Santos lo sabía, solo estaba tomándole el
pelo.

Un grito salió de sus labios cuando Santos puso sus manos en la parte
posterior de los muslos de Lonnie y levantó la parte inferior, lamiendo a lo
largo de la parte inferior de su culo. Sus manos apretaron las sábanas, con la
cabeza colgando a un lado. Lonnie podía sentirse tembloroso y fue sólo el
comienzo de las cosas.

Dejó que Santos le maniobrara, que extendiera sus mejillas, le dejó


saborear en la zona más íntima de su cuerpo. Lonnie sólo... lo dejó.

Santos se aprovechó del cuerpo de Lonnie y Lonnie aprendió lo sensual


que su amante cambiaformas lobo podía ser.
No había nada sarcástico en él en este momento. Santos no era más que
placer líquido. Corrió en Lonnie en corrientes calientes, se calentó hasta el
punto que pensó que iba a derretirse. Santos tomó la erección de Lonnie en la
boca, saboreando, probando, y Lonnie fue llevado hasta el borde cuando vio
las estrellas.

Se quedó sin aliento, gritó, arqueó la espalda mientras se hundía en Santos.

No había nada tentativo sobre sus movimientos. Todas las caricias de sus
dedos gritaron posesión. Eso debería haberle asustado, hacerle querer correr,
pero todo lo que Lonnie podía hacer era caer en el hombre, bañándose en su
olor, y ahogarse en su toque carnal.

Santos se levantó, volvió a saltar sobre Lonnie, presionando su polla entre


sus nalgas. —Sabía que una vez no iba a ser suficiente.

La cabeza de Lonnie retrocedió cuando los dedos lubricados de Santos lo


violaron. Dobló las piernas, procurando extenderse más amplio cuando el
hombre estiró su cuerpo. Lonnie no se preocupaba por mantenerse al día en
este momento.

No le importaba si Santos era más de lo que podía manejar. Todo lo que


sabía era que él no quería que parara.

Deslizando sus dedos libres, Santos lubricó su polla y luego presiono la


cabeza contra la entrada de Lonnie. —Nunca va a ser suficiente —Susurró
mientras se lanzó hacia delante.

—Santos —Lonnie gritó, envolviendo sus piernas alrededor de la cintura


gruesa del hombre. Tenerlo dentro de él era como un beso carnal. Ellos se
unieron en el nivel más íntimo.

—Adoro escuchar mi nombre en tus labios —Santos mordisqueó el


hombro de Lonnie, su lengua haciendo estragos en sus terminaciones
nerviosas. Su gran brazo estaba presionando en la espalda de Lonnie, el otro
curvado alrededor de la cadera de Lonnie.
Santos giro sus caderas, empujando y tirando, tirando a Lonnie cerca de la
orilla, y luego trayéndolo de vuelta a él. Casi tenía a Lonnie clavado en la
cama, cuando Santos hizo lento y dulcemente el amor con él.

Lonnie se lanzó hacia delante, cumpliendo con las embestidas de Santos,


los dedos agarrando sus hombros y aguantando. Santos salió casi todo el
camino y luego entró profundo.

La sensación de hormigueo se deslizó hasta la columna vertebral de


Lonnie, amenazando con destruir su misma mente. Santos tomó sus labios en
un beso tan hambriento que Lonnie se sentía consumido. Aceptó el hambre del
hombre, su necesidad, ya que su cuerpo era fragmentado en mil pedazos por el
placer.

Santos gruñó, empujando tan fuerte que Lonnie ya no podía aguantarlo.


Estaba perdido en su clímax, aferrándose a Santos con el último vestigio de
conciencia.

Sus movimientos eran profundos, rápidos y Lonnie arqueó la espalda


mientras Santos se vino, sus músculos temblaron bajo las manos de Lonnie
antes de que dejara escapar un grito áspero.

El placer había reemplazado el dolor, dejando a Lonnie sudoroso y


jadeando en busca de aire. Santos se acurrucó a su alrededor, como un gran
gato. Una sonrisa tiró de un lado de la boca de Lonnie.

No estaba seguro de lo que iba a suceder entre los ellos, pero él acababa de
descubrir que Santos era un gran abrazador.

—¡Lo juro por Dios, me alteras los nervios!

Emilio observó divertido como Lonnie y Santos comenzaron a discutir de


nuevo. Ellos eran muy entretenidos. El pequeño tenía agallas, había que
concederle eso. Nadie por lo general se enfrentaba a Santos. No con su
enorme tamaño y actitud de rudo. La mayoría de los hombres corrían hacia el
otro lado, y esos hombres eran mucho más grandes que Lonnie.

—Una palabra más de ti y te voy a colgar por tus malditas uñas de los pies
—Advirtió Santos.

—¿Por qué están luchando ahora? —Garrett preguntó mientras inclinó sus
brazos sobre el mostrador y apoyó la barbilla en los puños. Había diversión en
los ojos color avellana.

—Lonnie quiere correr al Sr. McAlester... lejos.

—Ah —La palabra de los labios de Garrett lo decía todo.

—Piensa que ahora que es un lobo, puede masticar en pedazos a cualquier


persona que se le cruce. —Los ojos de Emilio se quebraron hacia la puerta
cuando Jake caminó dentro. El hombre hizo una pausa, miró entre Lonnie y
Santos, y luego negó con la cabeza, caminando hacia el mostrador.

—Mis padres se odiaban mutuamente y no peleaban tanto.

Jake guardó su mochila bajo el mostrador. —¿Por qué están peleando


ahora?

—No estamos peleando —Lonnie se alejó del Santos—. Yo quiero hacer


lo que yo quiera hacer y Santos está fuertemente en desacuerdo. No se
preocupen chicos, papá y yo no nos vamos a divorciar.

Emilio ocultó su sonrisa cuando Santos golpeó con su mano en la puerta


de cristal y cromo y camino fuera. Nunca había visto a su primo tratar con un
hombre. Era refrescante ver que era tan apasionado.

Insano, pero apasionado.

Le había preocupado durante mucho tiempo, después de que fueron


convertidos, que Santos no aprendiera a vivir de nuevo. Había estado lleno de
odio, lamentándose, y con mucha rabia. Se había suavizado con las décadas,
pero esa chispa que solía tener se había estado perdiendo.
Ahora la había recuperado por completo.

—Tal vez sólo deberían tener relaciones sexuales y acabar de una vez. —
Dijo Jake sin darle importancia—. Se puede ver la atracción volátil entre ellos.

Emilio se acercó más. —Ellos ya lo hicieron.

Jake lo miró atónito. —¿Por qué es que me perdí todo el jugoso chisme?

—Oh, no te preocupes, Jake —Lonnie arrojó su pelo sobre su hombro—.


No te perdiste mucho.

Emilio no estaba realmente seguro de cómo tomar esa declaración. Santos


no había dicho ni una palabra sobre lo que había ocurrido después de la
conversión, y Lonnie no era muy comunicativo. ¿Significaba eso que su primo
apestaba en la cama? ¿De verdad quería saber?

Infiernos no.

Emilio negó con la cabeza y salió a la calle, vio a Santos sentado en el


escalón superior. Tomó asiento dos pasos por debajo de él, golpeando los
hombros de su primo con su puño.

—Lo juro —Dijo Santos antes de dejar escapar un profundo suspiro—.


Algunos días no sé si ahogarlo o joderlo.

Emilio dio una risita. —Tú y yo sabemos que nunca le harías daño. —
Miró las botas, y luego fuera hacia la calle de abajo—. Eso es más de lo que
puedo decir de Striker.

—No puedo creer que él intentara hacerte estallar. —Se quejó Santos con
rabia apenas contenida—. Y no puedo creer que él envió esos Darlings
después por Lonnie.

—Apesta como un alfa, pero tiene las bolas más grandes que Callahan —
Emilio recogió una pequeña piedra que yacía a sus pies y lo arrojó a la calle—
. Tengo la sensación de que no ha terminado con nosotros todavía.
—Y se ha ido a la clandestinidad. —Dijo Santos terminando—. Jodido
cobarde.

Su primo se puso de pie, pisoteando por las escaleras hacia su moto.


Santos comprobó la cosa de pies a cabeza antes de subirse. Molestaba a
Emilio que tuvieran que hacer eso.

—Vuelvo enseguida. Voy a ir por algo de comida.

En otras palabras, Lonnie tenía hambre, entonces, para cuidarlo Santos iba
a buscar alimentos. El tipo no sabía cómo de mal lo tenía. Si Santos y Lonnie
se callaran el tiempo suficiente, se darían cuenta de que estaban cayendo muy
muy duro por el otro.

Pero Emilio no iba a decirles nada. De ninguna manera. Eso sería como
entrar en una jaula con un león y una gacela con las bolas del tamaño de
Rhode Island.

Sólo esperaba que Santos se apresurara a regresar porque se estaba


muriendo de hambre.
Capítulo ONCE

El detective Jack Tate se quedó mirando el cuerpo que fue retirado del
contenedor de basura detrás de Ruby Red. Sólo pudo sacudir la cabeza ante la
trágica pérdida de vida. El chico no podía tener más de dieciocho años, tal vez
diecinueve.

Y él era un pandillero con la lágrima negra bajo su ojo izquierdo. Barrió


con la mini linterna alrededor del contenedor. El juez de Instrucción estaba en
camino para conseguir el cuerpo, ya no quedaba nada para él sino buscar
pistas alrededor de la escena. Técnicos de la escena del crimen ya barrían el
callejón y el contenedor de basura, pero Jack trató de no dejar una piedra sin
remover.

Las personas eran humanas y estropeaban las cosas todo el tiempo.

—Nadie vio nada. —El Detective Ames dijo mientras se acercaba a Jack.
Su compañero parecía arrugado, como si acabara de caerse de la cama y
aterrizado aquí en este callejón. Su cabello castaño estaba de pie en el
extremo, la corbata suelta. Su chaqueta parecía que había dormido con él.

Eso sólo le dijo a Jack que Ames y su esposa habían discutido otra vez.
Era más que probable, que Ames había estado durmiendo en el sofá.

—Nunca nadie lo hace. —Contestó Jack mientras él se puso en cuclillas, y


apuntó el haz de la luz bajo el contenedor de basura. Oyó el rugido de una
motocicleta. No del tipo de la vieja escuela, como una Harley, sino aquellos
que son nuevas, más rápidos.

Miró por encima del hombro para ver Santos Alverez cerca de la boca del
callejón, mirándolos antes de que él se alejara lentamente.

—Esos Jinetes Oscuros —Ames negó con la cabeza—. Entre los


Hermanos Mancinni y los primos Alverez, no estoy seguro de que cual ésta
en esto.
La tripa de Jack le dijo que aquí estaba pasando más de lo que se veía.

Santos Alverez era demasiado listo para volver a la escena del crimen.

También sabía que Falcón y Zane Mancinni no serían tan descuidados.

Había estado observando a la banda demasiado tiempo.

También sabía que no había mayor actividad con la pandilla Hearts.


Alguna escoria de mediano rango estaba reclutando desde el Alto de West
Side. Pero hasta ahora, nadie sabía quién era el hombre o lo que quería con los
pandilleros.

Jack iba a averiguarlo. No le gustaban las cosas inquietantes en su


territorio. Algo grande estaba a punto de ocurrir, él iba a saber qué y detener la
mierda antes de que incluso comenzara.

Lástima que Bandit no ayudó. El chico no sabía nada y todo el mundo


estaba siendo cuidadoso con él en Andrómeda. Jack no iba a contener la
respiración con esa fuente.

Una sonrisa se formó en el rostro de Jack cuando miró por el callejón y vio
un banco, el cajero automático asentado allí a la vista. Ahora tal vez iban a
llegar a alguna parte. —Ames, quiero la cinta de ese cajero antes que el banco
abra.

—Así será.

Seguro que esperaba que lo hiciera.

Lonnie y Rett bailaron en sincronía con los demás cuando Lonnie cantó la
canción que sonaba en la radio. Le encantaba el rap de estilo antiguo y recitó
la letra perfectamente. Jake se reía mientras estaba parado detrás del
mostrador.
Emilio estaba sentado en el sofá, golpeando sus manos en sus muslos,
tratando de seguir el ritmo con una amplia sonrisa.

Lonnie estaba usando el rollo vacío de papel de toalla como un micrófono.


Amaba perderse y divertirse. Parecía que había pasado una eternidad desde
que él y Rett habían hecho algo como esto. Solían hacerlo todo el tiempo. Tal
vez era porque estaban envejeciendo, o tal vez era porque estaban pasando
tantas cosas en sus vidas. Pero sólo ser ellos mismos y rapear se sintió muy
bueno después de toda la mierda que Lonnie había pasado.

—¡Eres talentoso como el infierno! —Jake dijo cuando la canción


terminó—. Yo escuché que tocaste la guitarra en el Ruby Red. ¿Por qué no te
metiste alguna vez en la música?

—¿Y yo qué? —Rett preguntó, como si se ofendiera. Lonnie sabía que no


lo estaba. Jake abrió la boca para decir algo cuando Santos camino dentro
llevando dos grandes bolsas llenas de contenedores de comida para llevar.

Lonnie se estaba muriendo de hambre. Arrojó el rollo a un lado y cogió la


primera bolsa.

—Reduce la velocidad —Dijo Santos—. Mis dedos están con la bolsa.

Lonnie ya estaba poniendo la bolsa en el mostrador, buscando en los


contenedores.

Falcon y Zane entraron, agarrando algo de comida también. Cuando


comió, Lonnie miró, a su alrededor, a todo el mundo y se dio cuenta de lo
mucho que su vida estaba cambiando. Recordó la advertencia de Rett sobre
los hombres que paraban en Dirty Hole. Ahora estaban pasando el rato en su
lugar.

Incluso su relación con Jake había cambiado. Ahora era su empleado.


Mientras observaba, escuchaba la camaradería entre los hombres. Realmente
podía sentir el vínculo entre Falcon y sus hombres.
Cuando Lonnie miró a Santos, vio que el chico lo miraba, sus ojos
tenebrosos. Lonnie miró la comida, sintiendo el golpe duro de su corazón.
Nunca se había enamorado de un chico, no así.

Cada vez que veía a Santos, sentía que se le aceleraba el pulso y mariposas
en el estómago, y loco y estúpido como parecía, él quería garabatear su
nombre de pila y colocarle el apellido de Santos.

Dios, lo tenía mal. Era como un tornado, una ráfaga de sol, y una
explosión, todo en uno. Así es como Santos le estaba haciendo sentir. Lonnie
nunca había entregado su corazón a nadie y por más fuerte que lo intentaba,
parecía no poder detenerse ahora.

Santos estaba en él, como una piscina de drogas a través de sus venas.

—¿Vas a comer eso? —Emilio preguntó mientras miraba la pila de papas


fritas en el contenedor de Lonnie.

Empujando el contenedor hacia Emilio, los ojos de Lonnie se deslizaron


hacia atrás a Santos para ver que todavía le observaba de cerca, con sus ojos
oscuros, como si pudiera leer sus pensamientos.

Habían dormido juntos, Santos le había salvado la vida, y los dos actuaban
como si quisieran matarse entre sí la mayor parte del tiempo, pero una
pequeña intensa mirada de Santos hacía que Lonnie se sintiera caliente,
mojado, incierto y con miedo. No sabía dónde asentar sus ojos, sus manos, sus
pensamientos.

Santos se puso de pie, llevando su bandeja a la basura, rozando su cadera


en el hombro de Lonnie. Su lobo jadeó de necesidad. Su corazón dio un
vuelco.

Su pene comenzó a endurecerse. Zane le estaba mirando, un brillo


conocedor en sus ojos mientras el lado de su boca se torció.

El gran oso se fue por el pasillo, Lonnie supuso que fue a lavarse las
manos o a usar el baño. Se puso de pie, caminó hacia el mostrador, ojeando
alrededor por un momento, y luego se trasladó lentamente por el pasillo, no
queriendo que ninguno sospechara lo que estaba haciendo.

Tan pronto como llegó al cuarto de atrás, Santos lo clavó en el mostrador


del caballete, fuera de la vista de todos. —Cada maldito lobo en esa habitación
se ahoga con el aroma de tu deseo.

Él gruñó las palabras como si fuera algo malo, como si no quisiera que
nadie sepa lo mucho que Lonnie lo deseaba. ¿Cómo se olvido por completo
del olor? Había olido algo dulce y picante, pero Lonnie había asumido que era
la comida.

Tenía mucho que aprender acerca de ser un lobo.

Sus encías quemaban, picaban y sus caninos estaban creciendo mucho.


Ellos se hicieron demasiados largos para contener, creciendo hasta que las
puntas estaban tocando su labio inferior. Las fosas nasales de Santos se
agrandaron cuando sus ojos cayeron en la boca de Lonnie. —¿Quieres
morderme, ¿no es así?

De la peor manera posible.

Santos esposo las muñecas de Lonnie, deslizándolas por la pared y


fijándolas sobre su cabeza. Metió la nariz en el cuello, oliendo y lamiendo su
camino alrededor de su cuello, antes de que la lengua lamiera un rastro de luz
alrededor de la oreja. Los labios de Lonnie estaban entreabiertos, tenía los ojos
en blanco, y su pene estaba tan condenadamente duro que dolía.

Inhaló bruscamente cuando Santos mordisqueó su cuello. Santos dio un


bajo gruñido amenazador, le tomó un tiempo a Lonnie para darse cuenta
porque estaba gruñendo.

O más específicamente a quien.

Jake estaba allí de pie, parpadeando ante ellos, apuntó un dedo de la mano
por el pasillo. —El detective está aquí
Lonnie maldijo. Todavía no era bueno en esto de ser lobo y sus caninos
estaban mostrándose. Gracias a Dios, Santos se había trasladado para
bloquearlo, deteniendo que Jake viera lo que no debía.

—Danos un minuto. —Dijo Santos.

—Me voy a esconder en el baño. —Dijo Jake—. Los policías me dan


miedo.

Cuando la puerta del baño se cerró, Santos bajó la mirada hacia él. Los
ojos acalorados no estaban ayudando a Lonnie. Él sabía que tenían que
separarse, pero era casi malditamente imposible cuando Santos se veía lo
suficientemente bien como para comérselo.

—Respira, Lonnie —Susurró—. Concéntrate en retraer tus jodidos


hermosos caninos.

—Eso no ayuda, idiota —Lonnie liberó sus muñecas y se movió por


debajo del gran cuerpo de Santos, empujando hacia el caballete cuando tomó
respiraciones profundas. Se pasó las manos por los brazos, como si estuvieran
frías, mirando el dibujo que había empezado antes, concentrándose en las
líneas y sombras finas.

Lonnie se estremeció cuando Santos le pegó en la parte posterior de la


cabeza.

—¿Por qué demonios hiciste eso?

Santos le sonrió antes de girar. —Funcionó.

Lo hizo. Sus colmillos no estaba alargados y afilados. Incluso su polla


estaba de nuevo a su estado flácido. —Imbécil.

—Bocazas dolor de culo —Santos respondió antes de regresar por el


pasillo. Lonnie sonrió para sus adentros. Oyó la voz profunda de Falcon
hablar, y se preguntó por qué el detective estaba de vuelta.
Avanzando poco a poco más cerca de la pared de la esquina, se asomó
para ver a Falcon allí de pie, con el pelo largo y suelto, hablando con el
detective que parecía demasiado apagado.

—Entonces, ¿me estás diciendo que no tienes nada que ver con ese cuerpo
en el callejón? —El detective ladró—. Yo podría revisar este lugar.

—¿Tienes una autorización? —Preguntó Falcon.

Lonnie gimió. Esa era la desventaja de estar con los Jinetes Oscuros.
Parecía que los policías estaban un poco demasiado interesados en esta tienda
ahora. O más al punto, el detective Jack Tate estaba interesado en darles un
mal rato. No le gustaban los policías. Le ponían nervioso.

Las pocas veces que había tratado con ellos, no habían estado a su favor.

No es que Lonnie se metiera en problemas. Él había huido de su casa unas


cuantas veces, tratando de escapar. Pero la policía siempre lo había llevado a
casa al encontrarlo, creyendo la mierda que su viejo había contado. No, ellos
no creyeron a Lonnie cuando les dijo que su viejo abusaba de él, golpeándolo
con cualquier cosa que podría conseguir en sus manos. Ni una vez
intervinieron cuando Lonnie había dicho que él lo tocaba en lugares que un
padre no debía tocar a un hijo.

Los policías podrían irse al infierno.

Cuando ese último pensamiento cruzó por su mente, el detective Tate miró
para su lado. Lonnie sabía que si se movía detrás de la pared, el tipo vendría
por el pasillo. Salió y fue a la parte delantera de la tienda.

—Supongo que no sabes nada acerca de un cadáver abandonado en el


callejón detrás de Ruby Red? —La pregunta era cínica.

—Oh, sí —Dijo Lonnie—. Yo uso eso como mi vertedero para todo. ¿Si
encuentras un vampiro, también va a ser mi culpala? Le preguntó con
sarcasmo.

Falcon sonrió.
Santos rodó los ojos.

Rett le palmeó la cara, sacudiéndole la cabeza.

—Culo listillo —El detective se quejó antes de volver a los otros hombres
en el cuarto. Lonnie le sacó la lengua al tipo. Era la única cosa que podía hacer
sin meterse en problemas.

—¿Quieres palmearme abajo, policía? —Preguntó Zane, guiñándole un


ojo al Detective Tate—. Tengo cosas ilegales en los bolsillos delanteros. Ten
cuidado sin embargo, algo allí podría asomarse.

—Lo dudo. —El detective sacó un pedazo de goma de mascar y la empujó


dentro de su boca, sus ojos grises evaluándolos a todos—. Algo está pasando
en mi ciudad y voy a averiguar lo que es. Si alguno de ustedes está
involucrado, voy a asegurarme que no vea la luz del día de nuevo.

Lonnie observó al hombre salir, el timbre sonando mientras caminaba.


Todos estaban tranquilos.

—Yo diría que fue bastante bien. —Comentó Lonnie antes de sentarse en
el taburete detrás del mostrador—. Está intentado culparlos a ustedes por cada
maldito crimen que ocurre por aquí.

—Ustedes no —Falcon le corrigió—. Nosotros.

—No había visto un maldito policía por aquí desde que Rett y yo abrimos
esta tienda. Ustedes muchachos repentinamente empezaron a colgar por aquí y
me siento como si tuviera que empezar a servir café y rosquillas.

—¿Qué diablos significa eso? —Preguntó Emilio—. Nosotros no


cometimos esos crímenes.

Lonnie lo miró.

—Está bien, nada por lo que nos pueda culpar. —Emilio corrigió.

—Mira, guido. —Dijo mientras miraba a Emilio—. Desde que ustedes


empezaron a venir aquí, todo se calentó. Yo odio a los policías, los odios con
pasión y uno de ello parece que también quiere establecer su campamento
aquí.

Santos avanzó hasta situarse justo al lado de Lonnie, sus ojos ardiendo. A
Lonnie no le importaba en este momento. Lo que él estaba diciendo era
verdad. —Qué, ¿me vas a abofetear en la cabeza otra vez?

El se enfrentó cuadrando los hombros delante de Santos. —¡Sigue


adelante y me voy a asegurar que no puedas caminar durante un año!

—Basta. —La voz de Falcon era baja, letal—. Somos Jinetes Oscuros y
nos mantenemos unidos. Nosotros no nos peleamos.

—¿Es una broma lobo? —Preguntó Lonnie—. Yo ni siquiera pedí ser


convertido. Fui atacado por esos bastardos Darlings y lo siguiente que supe, es
que era un cambiaformas lobo.

Todo estaba llegando a un punto y Lonnie se sentía como que iba a


explotar. No estaba seguro de por qué estaba siendo tan irritante. Sabía que no
era culpa de ellos. Levantó las manos y sacudió la cabeza.

—Sólo estoy cansado. No quise decir nada de eso.

—Vete a casa. —Dijo Rett—. Descansa un poco. Creo que todos


podríamos hacerlo.

—No vas a ir a casa solo. —Dijo Santos—. Lonnie miro hacia el hombre,
preguntándose si valía la pena luchar contra él. Su corazón ya no era suyo.
Santos se lo había robado.

—Está bien.

Echando un vistazo por la tienda para asegurarse de que nadie lo


observaba, Bandit sacó la grabadora activada por voz fuera de su escondite
detrás de la caja registradora y lo metió en el bolsillo.
Capítulo DOCE

Santos estaba en la tienda de discos, mirando a su alrededor. Ernest le


llamó y le dijo que el tipo con la segunda canción rara jamás registrada por la
leyenda del blues de Mississippi Robert Johnson iba a venir.

Había saltado a la oportunidad, dirigiéndose directamente hacia aquí. Pero


Ernest no estaba a la vista. El anciano estaba generalmente parloteando detrás
del mostrador, o sentado en su banquillo, escuchando el sonido sensual del
jazz.

Sintió flotar el sutil aroma de los Darling, su corazón golpeó con fuerza en
el pecho.

Dios, por favor no dejes que hayan perjudicado a Ernest.

—Este lugar huele a viejo periódico —Lonnie agitó la mano delante de su


nariz y a continuación inhaló un poco más profundo. Sus ojos se ampliaron al
levantar la vista en Santos—. Darlings —Susurró.

Sacando su nueve milímetros del interior de su chaqueta, Santos se deslizó


hacia la parte posterior de la tienda. Si uno de esos Darlings había lastimado al
viejo hombre, iba a matarlos a todos. Habían atacado a Lonnie, y por eso
Santos los quería a todos muertos, pero el dueño de la tienda de discos era
vulnerable y frágil, y no sería capaz de sobrevivir a un ataque de Darling.
Ernest tenía algo que le recordaba a su padre cuando estaba vivo, antes de que
él se quitara la vida.

Cuanto más se acercaba a la parte de atrás de la tienda, más fuerte era el


olor de la sangre. Santos estaba demasiado aterrorizado para ir allí, tenía
miedo de lo que iba a encontrar. Había conocido a Ernest cuando abrió la
tienda de discos a finales de los años sesenta. Los años pasaron y Ernest
envejeció, pero Santos no lo hizo, el hombre nunca dijo una sola palabra por el
aspecto de Santos. Ni una sola vez hizo una pregunta.
Los hombres como Ernest eran raros en estos días. Aceptó a Santos de la
forma en que era, siempre le dio la bienvenida con una sonrisa fácil y
entusiasmo sobre su último hallazgo.

Con mano temblorosa, Santos empujó la puerta abierta que conducía a la


trastienda que Ernest utiliza para el almacenamiento y para a veces tomar sus
descansos.

El olor metálico de la sangre se hizo mucho más fuerte en el aire. La


garganta de Santos se apretó en un increíble nudo, por lo que le era difícil
tragar y hasta respirar cuando vio a Ernest en el suelo, en un charco grueso de
su propia sangre.

Lonnie se quedó sin aliento.

Apretando la mandíbula, Santos sintió el aguijón caliente de las lágrimas


en sus ojos. Sus dedos se apretaron más fuerte en la pistola mientras sus ojos
recorrieron la escena horrible. El recuerdo de la risa fácil de Ernest flotaba en
sus oídos, su amable sonrisa borro la visión de Santos. Desde que lo conoció
ni una sola vez lo vio enfadado, alzó la voz, o se quejo.

Era uno de los buenos.

Y ahora se había ido.

—Santos —Lonnie lo agarró, sosteniendo su cara—. Detente.

Ni siquiera se había dado cuenta de que su puño estaba golpeando la


pared, haciendo un gran agujero en el yeso. La ira era demasiada para
contenerla. Había traído a Lonnie aquí no sólo para introducirlo en una mejor
calidad de música, sino para que Ernest lo conociera.

A Ernest le hubiera gustado Lonnie.

Se dio la vuelta, mirando al hombre que se había preocupado tanto por él y


sintió que su cuerpo se sacudió por los sollozos. Lonnie lo agarró, lo abrazó, le
sacudió. —Lo siento mucho.
Santos se aferró, sintiendo como si estuviera perdiendo a su padre otra
vez. Él abrazó a Lonnie apretado, por una vez, mostrándose vulnerable y
aceptando el consuelo que Lonnie le estaba ofreciendo.

—Nosotros les haremos pagar. —Lonnie prometió en su oído—.


Sabremos quien hizo esto y haremos pagar al hijo de puta.

Santos se retiró, limpiando sus ojos antes de deslizar la pistola en el


bolsillo interior de su chaqueta. —Tenemos que salir de aquí. —Pero no
quería salir y dejar a Ernest así. Se merecía algo mucho mejor. Sabía que
necesitaban desaparecer, pero era difícil como la mierda dejarlo allí tirado en
el piso de concreto.

Ambos se volvieron cuando las sirenas se oían a lo lejos. Santos entendió


lo que se estaba pasando. Alguien había matado a Ernest, esperó a que Santos
llegara y, a continuación, llamó a la policía.

—Nos tenemos que ir. —Lonnie tocó su brazo—. El detective gilipollas se


muerde las uñas por encontrar algo contra nosotros.

Santos se inclinó sobre una rodilla, sus manos en puños mientras miraba a
los ojos marrones sin vida que una vez habían bailado con alegría y vida.

—Siento haberte involucrado en esto, viejo. Pero te juro, por mi honor,


que quien hizo esto, va a pagarlo muy caro.

Santos se levantó y luego él y Lonnie despegaron de la tienda, corriendo


lejos de la escena cuando la fría dura venganza se instaló en su pecho.

Falcon recibió la llamada a las dos de la mañana. Santos y Lonnie estaban


abajo en Pandora Box, un punto de acceso para los Darling, destruyendo el
lugar. El propietario había llamado a Falcon como un favor en vez de llamar a
la policía, pero alguien en el club iba a llamar a la policía porque Santos y
Lonnie estaban fuera de control.

Él y Zane condujeron tan rápido como podían a través de la noche, sus


motos empujando los límites. Falcon no sabía lo que había sacado al Jinete
Oscuro, pero tenía que ser malo. Santos no solía perder el control.

Y Lonnie? Eso fue sorprendente... y no lo fue. El hombre pequeño tenía


una columna vertebral de acero y Falcon sólo podía verlo explotar. Pero
Santos y Lonnie estaban juntos en esto. ¿Qué diablos había sucedido?

Se detuvieron en el aparcamiento del club menos de quince minutos


después de recibir la llamada. Falcon podía ver mirones tratando de mirar
boquiabiertos al club, mientras que otros estaban corriendo fuera.

Se abrieron paso entre la multitud, al oír los gritos adentro. Cuando Falcon
pasó al dueño de Pandora Box, le entregó un rollo de billetes grandes para
cubrir los daños y la pérdida del negocio.

Había una gruesa pared de gente fuera en la parte de atrás. Se encaminaron


por allí. Empujó a los fiesteros a un lado hasta que estaba de pie allí con
incredulidad. No era Santos quien los había golpeado.

No, era Lonnie. El pequeño cabeza pavorosa hacia que se lamentara un


Darling, mostrando sus caninos pronunciados, cuando Santos dio un puño en
un tipo cualquiera que había tratado de intervenir y ayudar al Darling.

—¿Quién llamó a Santos? —Lonnie gritó en la cara del Darling—.


¿Quien?

Falcon saludó a los dos porteros que parecían totalmente perdidos sobre
qué hacer. —Limpien este lugar.

Ellos asintieron, aliviados por tener algo que hacer. La multitud comenzó a
desaparecer cuando Falcon agarró el brazo fornido de Santos, impidiéndole
golpear a otro hombre. —¿Qué mierda está pasando ?
Los ojos de Santos habían cambiado a los del lobo. Ellos prácticamente
brillaban con el ámbar cuando su cabeza giró bruscamente, dejando al
descubierto sus colmillos hasta que vio quien era el que le impedía golpear al
tipo.

Lonnie aporreo al Darling otra vez, le dio un rodillazo, y luego dejó que
sus garras se deslizaran libres.

Esto era un jodido lio.

Afortunadamente los gorilas habían hecho su trabajo y limpiado el lugar.


El propietario y sus empleados, eran todos lobos shifters. Ellos pertenecían al
clan de Durango. El propietario no sentía lealtad por Callahan, y seguro como
la mierda que no sentía ninguna por Striker. El chico más o menos funcionaba
por su cuenta, evitando el contacto del negocio con el clan.

—La compensación es apreciada. —Dijo el dueño a Falcon—. Pero quiero


saber por qué en el infierno tus chicos están aquí destrozando mi lugar.

Falcon quería saber lo mismo. —Yo te lo haré saber cuando el negocio


este completo. —A pesar de que no tenía idea de lo que estaba pasando, cubría
las espaldas de Santos y Lonnie—. Echó un vistazo a los gorilas, diciéndoles
sin palabras que jodidamente se fueran.

El propietario chasqueó los dedos y los porteros salieron.

Falcon se volvió hacia Santos. —¿Te importaría decirme por qué tú y el


Terminator revientan este club?

—Un Darling mató a Ernest.

Falcon sabía quién era Ernest. Nunca había estado en la tienda, pero
conocía el vínculo que Santos tenia con el humano. Habían sido amigos por
más de cincuenta años.

Mierda. Esto no era bueno.

Falcon no detuvo que Lonnie buscara venganza en nombre de Santos. Por


el contrario, sintió un nuevo respeto por el hombre. Lonnie podía actuar como
si quisiera matar a Santos la mayor parte del tiempo, pero cuando lo
necesitaba, cuidaba la espalda de Santos.

Columna de acero y lealtad.

—Yo no sé quién llamo a Santos. —Dijo el Darling justo antes de que


Lonnie metiera una garra en su costado. El Darling gritó y luego trató de
morder a Lonnie. Falcon se sacudió hacia delante, dispuesto a matar al tipo,
pero Lonnie fue rápido, esquivando los dientes afilados.

Santos finalmente se acercó, dijo algo bajo en el oído de Lonnie, y luego


trasladó el hombre pequeño a un lado. Falcon pudo ver que Lonnie realmente
no estaba hecho para este tipo de interrogatorio porque tenía pánico en sus
ojos, con una especie de realidad repugnante por lo que acababa de hacer.

Pero la ira era un gran motivador. Hacía incluso que el más manso de los
hombres se vuelva loco y haga cosa que no haría normalmente. No estaba en
la composición genética de Lonnie hacer daño a nadie, sin embargo, cuando
Santos fue herido, el hombre se volvió loco.

Ahora Santos por otro lado...

Santos metió una garra en el intestino del hombre y comenzó un ascenso,


abriéndolo poco a poco hacia arriba. —¡Dime quién mató al anciano en la
tienda de discos!

El Darling gritó, retorciéndose mientras trataba de liberarse. —Marcus —


El chico gritó—. ¡Striker pagó a Marcus Keiffer para que matara al hombre!
—El chico negó con ojos suplicantes para que Santos lo dejara ir—. M-
Marcus llamó y dijo que tenía esa rara música. ¡Él llamo al propietario y dijo
que iba para allí!

Santos terminó lo que había empezado, y luego cortó la cabeza del


Darling.

—Parece que buscaremos a Marcus. —Dijo Falcón.


El propietario de Pandora Box silbó bajo. —Marcus es un difícil hijo de
puta. La mayoría de los Darlings son cobardes, pero Marcus... —El chico
negó con la cabeza.

—¿Dónde puedo encontrarlo? —Preguntó Falcon. Sabía que Santos no


descansaría hasta que vengara la muerte de su amigo. Lo conocía bien, Santos
había hecho una promesa, lo que significaba que no iba a parar hasta que
Marcus estuviera muerto.

—Corre un anillo ilegal de peleas de perros a través de Sycamore —El


propietario escribió el domicilio—. Ten cuidado. Marcus es un saco de
mentiras de mierda, no te confíes.

¿No lo eran así todos los Darling?

Zane envolvió su brazo alrededor de Lonnie, hablándole en voz baja


cuando el tipo bajito asintió aturdido. No estaba seguro de lo que su gemelo
estaba diciendo, pero en cuestión de segundos una débil sonrisa apareció en el
rostro de Lonnie.

Se abrieron paso entre la multitud que seguía reunida afuera.

Falcon sintió que los pelos en la parte posterior ascendieron en su cuello


mientras se dio la vuelta segundos demasiado tarde. Alguien entre la multitud
empujó una hoja en el lado de Zane, retorciendo el cuchillo mientras gritaba.
—¡Eso es de parte de Striker!

Falcon aulló cuando él agarró al hombre por el cuello, golpeándolo en el


edificio de hormigón. Estaba dispuesto a rasgar la garganta del bastardo
cuando el detective Tate apareció a su lado, sacando al chico de las manos de
Falcon.

—Estás bajo arresto —Dijo al cambiaformas—. Vi lo que acabas de hacer.

Falcon estaba furioso de que no podía matar al cambiaformas que acababa


de atacar a Zane. En cambio, lo metió en la parte trasera de un coche de
policía, con una sonrisa malvada en su rostro.
Santos ya estaba recogiendo a Zane lo alzó del suelo, corriendo de vuelta
dentro de Pandora Box. El detective Tate corrió dentro y su compañero,
Ames, se quedo en el coche.

—Voy a llamar a una ambulancia. —Dijo Tate.

—¡No! —Falcon gruñó mientras se volvió hacia el hombre—. No puedes.

El policía se quedó mirando confundido y luego estrechó sus ojos en el


Falcon. —¿Por qué no? ¿Tu gemelo fue apuñalado y tú no quieres una
ambulancia? ¿Qué diablos está pasando?

Falcon empujó al chico duro en el pecho, aterrado de que el punk, que


apuñaló a Zane había hecho un daño irreparable. Los cambiaformas podían
sanar, pero la idea de alguien había lastimando a Zane tenía a Falcon
perdiendo el control.

—Vete joder, fuera. No necesito esta mierda de ti ahora mismo

Falcon se dirigió a la parte posterior del club, pero Tate se quedó pegado
sobre sus talones. Algo iba a tener que hacer con este policía molesto. Se
estaba poniendo un poco demasiado entrometido en los negocios de los Jinetes
Oscuros.
Capítulo TRECE

Lonnie se sentó en la parte trasera del club, temblando. Él todavía no


podía creer que había atacado a ese Darling. Por supuesto, el tipo era un
Darling, pero nunca había hecho daño intencionadamente a nadie en su vida.

Se quedó mirando la mano donde sus garras se habían disparado e


incrustado en el cuerpo del hombre. El tipo se lo merecía, y mucho más, pero
Lonnie no era…

—Ven aquí —Santos tiró de Lonnie cerca, poniendo un muro de músculos


a su alrededor, envolviéndolo en un capullo de seguridad con su cuerpo.
Lonnie no podía dejar de temblar.

Las grandes manos de Santos se movieron arriba y abajo por la espalda de


Lonnie, calmándolo cuando Falcon trabajó en Zane. Esta noche se había ido a
la mierda, y rápido.

No había querido que nada de esto suceda, pero la muerte de Ernest había
sacado todo pensamiento lógico de la cabeza de Santos.

Ahora Tate se quedó allí, mirando como Falcon cosía la espalda de su


gemelo como un científico loco. El policía no dijo una palabra, pero sus ojos
se mantenían parpadeando de Zane, a Santos. El tipo sabía que algo estaba
pasando, pero no tenía pruebas.

Lonnie finalmente se fue calmando, sus latidos remitieron lentamente,


aunque no pudo conseguir sacar la mirada de horror en la cara del Darling
fuera de su mente.

¿Qué clase de cobarde era el que él se venía abajo después de atacar a los
mismos hombres que lo habían atacado en repetidas ocasiones? Casi lo habían
matado, fueron después por él en su apartamento, se colaron por la ventana lo
atacaron y lo mordieron, sin embargo, sentía lástima por el que había
interrogado brutalmente.
Lonnie estaba empezando a ponerse molesto cuando Tate siguió
mirándolos, una expresión extraña en sus ojos. ¿Y por qué no estaba el
hombre exigiendo que Zane fuera al hospital? Siguió allí de pie como si
estuviera asistiendo a Falcon, sólo tenía las manos metidas profundamente en
sus bolsillos delanteros.

—Él sabe algo —Lonnie susurró a Santos—. Él sabe que hay algo
diferente acerca de nosotros.

—¿Cómo? —Santos susurro, pero sus ojos oscuros parpadeaban sobre


Tate.

Lonnie no estaba seguro, pero su instinto le decía que Tate era un hombre
muy peligroso y que tenían que cuidarse las espaldas. Las cosas se estaban
yendo de las manos y las apuestas estaban cada vez más altas en cuanto a
Striker y los Darlings.

Y en medio de todo el caos, Tate estaba al acecho en el exterior, poco a


poco haciendo su camino hacia el centro de su mundo.

—Falcon me aseguró que Zane va a estar bien —Rett se sentó en el paso


junto a Lonnie—. Eres tú el que me preocupa.

Lonnie hizo un gesto con la mano a su amigo. —Me asusté al principio,


pero lo estoy tratando. Aunque me enteré de una dura verdad acerca de mí
mismo.

Rett apoyó los brazos en los muslos, entrelazando sus dedos juntos cuando
ambos miraron por la acera. Lonnie vio el mismo perro callejero que siempre
vagaba por la tienda. Estaba olfateando algo por el pie de la escalera y luego
trotó. —Ah, sí, ¿y qué es eso?
—Yo no soy un asesino —Admitió solemnemente—. No estoy seguro si
estoy hecho para esta vida de lobo, Rett. Los Jinetes Oscuros parecen tan
insensibles y yo casi vomito por lo del Darling.

Su mejor amigo le pasó un brazo alrededor de su cuello, dándole un


apriete antes de liberarlo. —Me alegro de que no seas un asesino, Lonnie. Eso
acabaría con tu forma de ser. Yo tampoco soy duro, como el resto de ellos.

Lonnie estaba tratando de ajustarse. Había beneficios, pero se sentía como


que no estaba a la altura del el resto de los hombres que le rodeaban. Era una
tarea de enormes proporciones. No quería ser rudo. Lonnie sólo quería ser él
mismo.

—Vamos a hacer un trato —Su amigo puso su brazo sobre la pierna de


Lonnie—. Que tal si los Jinetes Oscuros patean culos y nosotros sólo nos
dedicamos a los tatuajes.

—Gracias a Dios. —Dijo Lonnie todo dramático—. Porque soy muy malo
en tratar de intimidar a las cosas que no son humanas. Le pegué a ese tipo
hasta por diez minutos y él no hablaba. Santos lo tuvo cantando en cinco
segundo.

Rett se echó a reír, manteniéndolo a su lado mientras miraba hacia Lonnie


con esos ojos color avellana familiares que estaban fuertemente delineados
con rojo. — Me gustaría cantar, también, si cualquiera de esos tipos me
acorralaran.

—¿Por qué te ríes?

Por mucho que lo intentó, Rett no podía conseguir sacar la sonrisa de su


rostro. Lonnie podría decir que el tipo era combativo. —Estoy imaginándote
golpeando a un Darling.

Lonnie entrecerró los ojos. —¿Crees que no puedo?

—No.

Una sonrisa apareció en el rostro de Lonnie. —Tienes Razón.


Rett tiró de los cabellos de Lonnie, haciéndole recordar por qué él y el
chico eran los mejores amigos. Nunca le mintió, siempre lo apoyó. —Vamos,
Hércules. Tenemos clientes que esperan por nosotros.

Afortunadamente sólo Emilio estaba en la tienda hoy. Lonnie encontró que


cuando los cuatro Jinetes Oscuros estaban allí, los clientes tendían a
permanecer a distancia. No ayudaba que un detective seguía mostrándose. La
mayoría de la clientela tenía o orden de arresto, o una hoja de antecedentes
penales de una milla de largo.

Tres chicos estaban esperando. Rett tomó uno, Bandit tomó el segundo, y
Lonnie tomó el último hombre de pie allí. Jake se puso de pie detrás del
mostrador como si hubiera estado trabajando allí durante años, hojeando los
libros de diseños, aparentemente cómodo haciendo nada.

Lonnie se dispuso a comenzar el tatuaje cuando la música se volvió más


fuerte en la tienda. Normalmente esto no era un gran problema. A él le gustaba
trabajar con la música en el fondo. Pero lo que él no estaba acostumbrado era
a esa música que estaba a todo volumen a través de su cerebro. —¿Pero que
jodidos?

Jake ya no sería responsable de la música, si esto era lo que escuchaba. El


tipo sentado en la silla miró a Lonnie, una mirada perpleja en su rostro.

—No puedo escuchar esa mierda. —Se quejó el chico antes de dejar la
máquina de tatuar abajo y salir al pasillo. Rett asomó la cabeza fuera de su
habitación, con el ceño fruncido. Lonnie se encogió de hombros.

—Tú lo contrataste.

Sus sentidos estaban en alerta total cuando olió un aroma suculento, tan
masculino que Lonnie gimió bajo en su garganta. Su lobo empujando las
paredes de su cuerpo. Su sangre se sentía como que estaba siendo incendiada.

Santos.
Cuanto más tiempo pasaba en torno al hombre, más conectado se sentía,
hasta el punto en que Lonnie estaba seguro de que no sería capaz de vivir sin
Santos.

Y eso no le cayó bien en absoluto.

—¿Qué demonios estás escuchando? —Preguntó cuando entró. Sólo que


no estaba Jake en el sistema de sonido, sino el hombre con aspecto de oso
molesto.

—Música real —Santos se volvió, bloqueando a Lonnie de conseguir ni de


lejos el equipo de música—. Hay que ampliar tus gustos y que dejes de
escuchar la mierda que hace que mis oídos sangren.

Lonnie curvó sus manos en puños, apuntando con un dedo enguantado


hacia el hombre. —¡Ese es mi stereo! ¡Yo voy a escuchar lo que me dé la real
gana en mi propia tienda!

Trató de pasar alrededor de Santos, pero el chico no se movía. Lonnie


empujó, empujó y trató de llegar rápidamente alrededor del masivo cuerpo,
pero Santos fue más rápido.

Dio una palmada en la mano de Lonnie.

—Sólo tienes que darle una oportunidad. —Santos puso su brazo sobre el
equipo de música, negándose a dejar que Lonnie lo toque—. Deja que la
música entre a tu alma

—Confía en mí, ya estoy poseído. Yo no necesito nada más tomándome.


—Lonnie sabía que no iba a ganar esta.

Santos era demasiado grande para moverse. Consideró conseguir su


escoba, pero decidió que sería perder demasiada energía. —Una canción y a
continuación, pon de nuevo mi música

—¿Vas a terminar mi tatuaje? —El chico preguntó mientras daba un paso


fuera de la habitación de Lonnie.

—Ve siéntate. —Respondió—. Volveré allí en un minuto.


El chico parecía que quería discutir, pero un profundo gruñido de Santos y
el hombre hizo como Lonnie había instruido. El cliente no se veía muy feliz
por eso, pero Lonnie estaba decidido a ganar esta cosa con Santos. No había
manera de que él escuchara la música que ponía su dentista mientras le
limpiaba sus dientes.

Lonnie tuvo que agarrar rápidamente los brazos de Santos cuando el


hombre lo levantó de sus pies y lo puso sobre el mostrador. Deslizó su nariz
en el cuello de Lonnie, inhalando, y lentamente lo besó cuando la canción se
reproducía.

Bueno, tal vez él escucharía la música dental mientras que los labios de
Santos besaran su cuello, se encontró con que le gustaba. Lonnie estaba
liquido, su pene creciendo con fuerza mientras las manos de Santos pasaban
por encima de sus brazos y espalda, antes de que se ahuecara en su culo,
acercándolo más.

—Creo que voy a encontrar otro lugar para ir. —El cliente de Lonnie se
quejó mientras caminaba hacia la puerta. Como si el prefiriera un trabajado a
lo que estaba consiguiendo, Lonnie no podría importarle menos. Su mente se
estaba convirtiendo en puré por lo que Santos le estaba haciendo.

Un carraspeo.

—¿Te importaría llevar eso a tu habitación? —Preguntó Rett, con una


sonrisa conocedora en su rostro—. Por mucho que me gustas, Lonnie, no
quiero ver a Santos jodiéndote en el mostrador

Este no parecía ser su día. Lonnie empujó a Santos de su camino, y bajó de


un salto, aterrizando en sus botas de tacón. Rozo el pelo de la espalda de Rett
y sonrió. —Sólo estaba comprobando para asegurarse de que yo llevaba una
buena colonia hoy.

Santos se echó a reír, sacudiendo la cabeza antes poner la música más


fuerte. Lonnie cerró sus manos sobre sus oídos, gritando: —¡Estoy a la espera
de que los hippies entren y traten de abrazarme!
Rett parecía divertido. Su cabeza colorida de pinchos rebotaba hacia arriba
y al tiempo con el saxofón. —A mi como que me gusta.

—¡Por supuesto que no! —Ellos no iban a ser convertidos en oyentes de


jazz.

Tal vez en casa, o en la cabaña Lonnie lo toleraría, pero no mientras


trabajaba. Sería tirar todo su ritmo abajo. Estaba empezando a sentir el
impulso de llamar a su dentista.

Metió la mano en el bolsillo, Lonnie abofeteó un billete de un dólar sobre


el mostrador. —Te pagaré por apagarlo

Santos se volvió, pero no se alejó de la música.

Lonnie sabía que tenía que recurrir a medidas desesperadas. Con toda
honestidad, la música no estaba tan mal, pero ahora era el principio de la
situación por la que estaba luchando.

Alcanzando bajo el mostrador, Lonnie agarró su botella de spray de


limpiar cristales. Santos entrecerró sus ojos, un reto en sus oscuras
profundidades. Lonnie echó la botella sobre su dedo, como un pistolero en el
viejo oeste antes de agarrarlo para la guerra.

El volumen se incrementó lentamente.

Lonnie le apuntó.

Santos gruñó.

Lonnie disparó un chorro de líquido azul. Él parpadeó sorprendido cuando


con un movimiento rápido y fluido Santos saltó, aterrizando al otro lado.
¿Cómo alguien tan grande se podía mover tan espeluznantemente rápido? Se
sorprendió que el mostrador estuviera todavía en una pieza con el peso del
hombre.

—Santa mierda... —Rett mantuvo el puño en su boca—. Haz eso otra vez
Lonnie corrió hacia el equipo de música, tratando de alcanzar el botón de
encendido cuando Santos se inclinó sobre el mostrador y golpeó con su mano
sobre el botón.

Lonnie lo mordió.

—¡Hijo de puta!

Rápidamente apago la música, dando un suspiro de alivio. —Esta todo en


la muñeca. Ya deberías saberlo. He tenido mucha práctica al usarla.

Lonnie movió sus dedos delante de Santos antes de tomar el CD y


entregárselo. —Ahora, si me disculpan, tengo que ir a bañarme en ácido para
ensuciar mi alma

—No tienes remedio —Santos metió el CD en su caja—. Tratar de


educarte en la música más fina es como tratar de masturbarme sin manos.
Imposible y frustrante como la mierda.

Lonnie hizo un gesto señalando la ingle. —Puedes pedir prestada una de


las mías, tan pronto como termine de convertirme de nuevo en un gótico.

—Eres imposible. —Dijo con una sonrisa de Rett.

—No, imposible es golpear una puerta giratoria. —Lonnie caminó de


vuelta a su habitación, se sentó frotándose las sienes. Realmente le hizo tener
un dolor de cabeza. Probablemente no era la música, era la necesidad de
sueño. No había conseguido mucho anoche.

Con la decisión de limpiar, Lonnie empezó a guardar las cosas que había
estado utilizando, tirando los guantes y recogiendo, se detuvo cuando vio algo
encajado bajo unos dibujos que estaban ahí desde siempre.

Empujó el papel a un lado para ver una pequeña grabadora negra. No era
la suya. Nunca lo había visto antes en su vida. La pregunta era: ¿quien lo puso
ahí? Lo examinó de cerca, al ver que no tenía capacidades de activación de
voz.

—Hey, Lonnie, ¿quieres…?


Lonnie se llevó el dedo a los labios, sosteniendo el pequeño dispositivo
para que Rett viera. Señaló hacia el mostrador donde la encontró.

Rett agarró la cosa de la mano de Lonnie y lo apagó. —Esto no es un


error. Es una grabadora con un interruptor de apagado.

—Pero no me pertenece a mí. —Señaló en un susurro.

—Alguien lo plantó en tu habitación. —Observó cuando la realidad


finalmente cayó en la cuenta de Rett.

—Tenemos que avisarles a los demás.

Lonnie agarró el brazo de su amigo, tirando de él hacia atrás antes de


cerrar la puerta. No estaba seguro de lo que estaba sucediendo o quien estaba
escuchándolos, pero sabía que no todo el mundo era de fiar. —Las únicas
personas con acceso son Jake y Bandit. No creo que los Jinetes Oscuros
grabarían lo que está pasando. Ellos son los interesantes, no nosotros.

—¿Crees que Jake o Bandit tengan algo que ver con esto? —Rett
mantenía el grabador arriba—. Pero los conocemos a los dos desde hace años.

—¿Qué tan bien los conocemos? —Lonnie planteó la pregunta antes de


empezar a masticar la uña de su pulgar. Era imposible saber cuánto tiempo la
grabadora había estado allí, cuando lo plantaron, y lo que podrían haber ya
oído. Por mucho que lo intentaba, no podía recordar si había dicho nada
incriminatorio en su habitación.

—Oh, infierno. —Lonnie dejó de pasear por los pequeños confines de su


habitación mientras miraba con ojos desorbitados a Rett—. ¿Qué pasa si hay
más grabadoras por aquí?

—Lo único que escucharán de mi habitación es un montón de maldito


ruido de sexo. —Rett abrió la puerta de Lonnie, empujando el pequeño
dispositivo en el bolsillo lateral del pantalón—. Tenemos que comprobar por
adelantado
A Lonnie no le gustó esto. El hecho de que alguien los estaba espiando a
él y a Rett en su propio negocio era exasperante y aterrador. No sabía lo que
se grabó. Nadie había pensado cuidar lo que decía en la tienda.

—Yo sé una cosa —Lonnie susurró al oído de Rett—. No importa lo que


el espía oyó, no puede usarlo contra nosotros dado que la grabadora estaba
aquí ilegalmente.

Rett se detuvo y se dio la vuelta, manteniendo su voz apenas un susurro.


—Ese no es el punto, Lonnie. Esto no es tanto por lo que oyeran hablar de
mierda criminal. ¿Qué somos ahora, ¿eh?

Lonnie sintió su estómago convertirse en hielo. ¿Qué pasa si el que estaba


escuchando había oído hablar de cambiaformas lobo o Darlings? Esto era
malo.

Bien malo.
Capítulo CATORCE

Santos sacó a Lonnie fuera, preguntándose qué demonios estaba mal en el


hombre chiflado. —¿Por qué tú y Garrett estaban buscando como si estuvieran
de compras?

Lonnie se puso rígido, mirando hacia él. —¿Somos tan obvios?

—Amigo, un ciego podía decir lo que ustedes dos estaban haciendo —


Santos se inclinó un poco más cerca, no sólo para hablar en voz más baja,
también para inhalar su aroma limpio—. ¿Qué está pasando, Lonnie?

—Alguien metió una grabadora en mi habitación. —Confesó—. Nosotros


comprobábamos si alguna más estaba escondida en la tienda.

Santos se quedó allí por un momento, sin poder creer lo que estaba
oyendo. Él y Falcon estaban discutiendo- —Oh, infiernos.

Si alguien estaba escuchando sus conversaciones, estaban jodidos. Santos


se sintió un poco mareado, agarró la barandilla negra. EL acababa de decirle a
Falcon que nunca había conocido a nadie como Lonnie en sus 300 años de
vida, que el lobo de Lonnie era muy hermoso.

Y eso no es todo lo que él había dicho. Cuando se quedó solo adelante,


Santos había estado hablando solo, tratando de entender las cosas que estaban
dando vueltas en su cabeza. Había admitido en voz alta a la habitación vacía
que había caído enamorado de Lonnie y que no estaba seguro si decirle era
una buena idea.

Pero lo peor de todo, Falcon había estado diciendo que Emilio necesitaba
mantener un perfil bajo desde que Striker fue tras él por matar a Vincent.
Muchas cosas se habían dicho en la tienda últimamente, realmente estaban
jodidos.
Se pasó la mano por la boca, preguntándose quién plantaría la grabadora.
Las únicas personas que tenían acceso eran los Jinetes Oscuros, Lonnie,
Garrett, Bandit, y Jake. El sistema de alarma no permitía a nadie entrar a
hurtadillas después de horas. Él mismo lo había instalado. Salvo que entrara
alguien que sabía exactamente lo que estaban haciendo, la alarma sonaría.

Él dudaba que el detective fuera tan inteligente, o cualquier otra persona.

Lonnie y Santos volvieron a entrar y se sentaron, sosteniéndose las manos


juntas. Las apuestas eran cada vez más altas y se le escapaban.

Fue un error de novato el no detectar dispositivos de escucha. Había


estado el tiempo suficiente para haber sabido esto.

Pero Santos sabía por qué había estado despistado y era por un hombre
delgado, rubio, que retorcía sus entrañas en nudos. La unión entre ellos estaba
creciendo más profunda, más fuerte, y Santos se sentía como si se volviera
loco cuando él no estaba cerca del hombre.

De pie, Santos sabía que tenía que limpiar la tienda y hacer un barrido a
fondo. Su confusión sobre Lonnie tendría que esperar. Santos no estaba seguro
de lo que estaba pasando. Lonnie tenía una mirada divertida en sus ojos
mientras contemplaba a Santos como nunca lo había visto antes.

—¿Dónde están Jake y Bandit? —Preguntó, haciendo caso omiso de lo


especulativa mirada de todos. Zane fue el único que se quedó allí con una
amplia, sonrisa de comemierda en su rostro. Incluso Emilio parecía fuera de
sí.

—Los puse en el cuarto de Garrett —Falcon se trasladó desde el sofá


donde había estado sentado. Se detuvo frente a Santos y luego le mostró una
mini grabadora—. Esto estaba bajo el mostrador de la entrada.

—Hemos escuchado pedazos. —Dijo Garrett, sus muy reducidos ojos se


llenaron de alegría—. Tú realmente debes trabajar en no hablar contigo mismo
en voz alta.
Los ojos de Santos cayeron sobre Lonnie que todavía estaba allí de pie
mirándolo con extrañeza. Santos tenía la sensación de que Lonnie había oído
todo, y todos lo hicieron. Esa no era la forma en que iba a decirle al chico,
pero parecía que cada hombre en la sala sabía que Santos estaba enamorado de
Lonnie.

Agarrando el grabador de la mano de Falcon, Santos gruñó a cada hombre.


—¡Métanse en sus propios asuntos!

Se volvió, golpeando su mano en la manija de la puerta antes de caminar


por la calle, pasando por las escaleras rápidamente. Necesitaba aire. No sólo
estaba molesto de que todo el mundo estaba al tanto de su confusión interna,
también estaba avergonzado.

Y Santos avergonzado no lo hacía muy bien.

Miró por encima del Dirty Hole, y luego cruzó la calle, esperando cuando
un coche pasó antes, esquivando los coches aparcados y haciendo su camino
en el bar.

Los cambiaformas lobo no podían emborracharse, pero necesitaba la


distracción.

Los engranajes giraban en su cabeza, tratando de encontrar una manera de


salvar las apariencias frente a los hombres. No era el hecho de que tenía
sentimientos por Lonnie. Fue el hecho de que habían escuchado cada detalle
confuso de lo que le estaba pasando.

—¿Qué quieres tomar? —El camarero de gruesos músculos y tatuajes


preguntó mientras miraba Santos.

—Uno-cinco-uno

—¿Disparo?

—Dame la maldita botella. —Santos apoyó los brazos en la barra, se pasó


una mano por la cara. A la mierda. Así que todo el mundo sabía que estaba
enamorado de Lonnie. Ellos sabían que él era un desastre jodido por dentro
también.

No era más que una persona muy privada y no quería que sus amigos
sepan ese tipo de información.

Una mano le dio una palmada en el hombro. Santos se volvió para ver a
Falcon empujándose a su lado. El chico no dijo nada. Sólo ordenó su ron.
Cuando el camarero les entregó sus bebidas, Santos llevó la botella a una mesa
fuera.

—Fue Bandit. —Falcon tomó un trago del líquido oscuro y silbó antes de
dejar el vaso en la mesa de madera—. Confesó que ayudaba al detective.

Santos se quedó mirando su botella, cansado de tratar con hombres como


Bandit. Lonnie y Garrett no habían hecho nada para merecer semejante
traición.

Giró la botella, tomando un largo trago antes de colocarlo en su muslo.


Estaba a punto de preguntar por qué el chico lo había hecho, pero realmente
no importaba.

La traición fue bastante corta y seca con él.

—Ya le dio una de las cintas. —Falcon terminó su bebida, golpeando


el cristal de la mesa—. Fue la de nuestro secreto.

Una baja maldición dejó los labios de Santos. —¿Qué es lo que planeas
hacer con él?

Falcon encogió sus hombros vestidos de cuero. —¿Qué podemos hacer? si


nos quitamos su culo, el detective lo sabrá. Garrett y Lonnie sólo terminaron
despidiéndolo. —Falcon se rió entre dientes—. Zane tuvo que alejar a tu niño
de tratar de romper la cabeza de Bandit.

Se alegró de que la rata no fuera Jake. A Santos le gusta el tipo. Echando


un vistazo a otro lado de la calle, Santos miró a la ventana grande con el logo
de Andrómeda grabado en el cristal. Podía ver la parte superior de las cabezas
de Zane y Lonnie que estaban juntos en el sofá, hablando.

—Garrett me jodió por un tiempo. —Falcon confeso—. Todavía lo hace a


veces. —El hombre sacó sus gafas de sol por la nariz, dando a Santos una
mirada que lo decía todo—. Pero yo nunca dejaría que nadie más sepa como
me siento.

No era como si lo hubiera hecho a propósito. Se sentía como que tenía que
salir y destruir algo que demostrar que aún sostenía su pertenencia en el club
de los rudos. Dio unos golpecitos con los dedos sobre la mesa antes de tomar
la botella y tomarse la mitad del líquido ardiente.

—Vamos. —La voz de Falcon cayó—. En unos cientos de años, nos


olvidaremos de lo que hemos escuchado en esa grabadora.

A Santos no le hizo gracia.

Sentado delante, Santos observó como Bandit salió de la tienda, con su


mochila sobre un hombro y un maletín de plástico mantenido firmemente en
su mano.

Santos quería ir por la calle y golpear a la mierda de Bandit por haber


traicionado a todos. —Mira parece que se lleva sus cosas.

Lonnie salió de la tienda, mirando a través de la calle. Cerrando los ojos,


Santos maldijo en voz baja. —Acabo de darme cuenta de los ojos de Lonnie.

—No han cambiado —Falcon terminó por él—. Vi eso hace días.

—¿Qué crees que significa eso? —Preguntó Santos. Los ojos de Garrett
no habían cambiado. Todavía estaban avellana como siempre. Con toda
honestidad, los hermosos ojos de Lonnie eran una de las cosas que más le
habían atraído.

Todavía se sentía que el destino había puesto su mano en el exótico color.

—Estuve pensando sobre eso. —Respondió Falcón—. Pero hasta ahora


estoy perplejo.
Santos esperaba que no cambiaran nunca. Sonrió cuando Lonnie le hizo
señas para que se acercara. Sacudiendo la cabeza, inclinó la botella a los
labios y bebió un largo trago. Lonnie pisoteó fuerte, señaló con el dedo
enojado a Santos, y luego lo torció, diciéndole sin palabras que fuera allí.

—Ve a dar la cara —Falcon giro el vaso vacío sobre la mesa—. Tenemos
toda las manos en nuestras tarjetas de rudos Por lo menos tu perdiste puntos
por un chico lindo.

¿Lindo? Mierda, Lonnie era francamente impresionante. Al salir dejo la


botella sobre la mesa, cruzó la calle, subiendo los escalones hasta que estaba
sobre Lonnie. Sin decir una palabra, alzó a Lonnie en sus brazos y lo llevó
dentro, en dirección a su habitación. Los hombres en la sala de espera silbaron
y gritaron alguna mierda espeluznante, pero Santos no paró de caminar.

Que se jodan. Están celosos.

—¿Realmente me amas? —Lonnie pregunto mientras le daba una patada a


la puerta, cerrándola.

—Sí, ¿por qué? —Bajo a Lonnie el tiempo suficiente para llegar a la


camiseta del hombre. Lonnie no dudó en saltar sobre la silla acolchada y
quitarse sus botas y sus pantalones. Se quedo allí gloriosamente desnudo,
haciendo que las fosas nasales de Santos llamearan con hambre.

—Porque tenía miedo, que fuera unilateral. —Lonnie extendió la mano,


desabrochando los pantalones vaqueros de Santos. —Estoy enamorado de ti
desde siempre.

Tiró de la tela para sacarla. —Lo que equivale a alrededor de una semana.

Santos se rió entre dientes. —Estás tan lleno de mierda.

—Está bien, dos semanas, pero no estoy pujando más alto. —Lonnie cayó
de rodillas, liberando la polla de Santos y la tomó en la boca.

Santos dejó escapar una maldición caliente en voz baja, sus piernas se
pusieron al instante rígidas. —Ya era hora de que encontraras algo que hacer
con esa boca tuya—. Tenía sus puños apretados en el pelo de Lonnie, tirando
las rastas rubias cuando lo dijo entre dientes, Lonnie tomó su polla más
profunda.

Usó la otra mano para empujar el pelo hacia atrás, para poder ver a su
amante como movía la cabeza de arriba abajo por la dura longitud de su
erección, la vista sirvió para excitarlo casi hasta la locura.

—¿Sabes lo hermoso que te ves ahí abajo? —Sus dedos se apretaron en el


cabello de Lonnie cuando el hombre lo miró con sus ojos claros. Utilizó su
lengua para acariciar la parte inferior de la erección de Santos, haciéndolo
gemir y gruñir al mismo tiempo.

Lonnie estaba chupándolo, haciendo que las bolas de Santos se apretaran a


su cuerpo. Se limpió el sudor de los ojos, que cubría con una fina capa todo su
cuerpo. El calor lo envolvió, alimentado por su lujuria, alimentado por el
toque de Lonnie.

Estaba luchando por respirar, el pecho agitado, su cuerpo apretado cuando


Lonnie usó su lengua en formas que tenían a Santos tan cerca de llegar que sus
piernas temblaban. Apretó los dientes, su mano se apretó aún más en los
suaves mechones del cabello de Lonnie.

Un gemido rastrilló sobre su carne mientras la lengua de Lonnie pasó por


su polla, burlándose, y luego chupó la carne caliente de nuevo en su boca. Él
quería follarlo, pero no tenía la fuerza necesaria para tirar a Lonnie a distancia.
El placer era demasiado exquisito, su control deslizándose a distancia.

Su polla se hizo más dura, apretándose, latiendo.

Era la criatura más hermosa sobre la faz de la tierra. Lonnie era


increíblemente tentador, provocativo, sensual. ¿Por qué había estado luchando
contra sus sentimientos? ¿Por qué había sido tan gruñón sobre dar a este
hombre su corazón? Luchaban como locos, se tenían de los nervios uno al
otro, y eran totalmente opuestos. Santos no podían verse a sí mismo con
cualquier otra persona.
Sus pelotas se apretaron, su polla se sacudió, y luego gritó, sosteniendo la
cabeza de Lonnie mientras empujaba tan profundo y tan fuerte como pudo en
la garganta del hombre.

Empujándose a sus pies, Lonnie se quedó allí con su polla aún dura,
sobresaliendo hacia arriba. Prácticamente se subió el cuerpo de Santos, sus
pálidos orbes verdes brillantes de necesidad. —Tu hombría se reciente con
facilidad. —Dijo mientras se envolvía con sus brazos y piernas alrededor del
cuerpo de Santos—. ¿Qué hay de malo en admitir que me amas? ¿Soy una
vergüenza, sólo lo suficiente bueno para joder a puerta cerrada, pero no lo
suficientemente bueno para ser visto?

Santos retrocedió hasta que su culo golpeó el mostrador. Alzó la mano y


mojo sus dedos con su saliva antes de empujarlos profundamente en el culo
apretado de Lonnie. —Joder no. Me gustaría ser visto contigo en cualquier
lugar, cualquier día. Tú eres impresionante como el infierno y bocazas como
la mierda. Tienes más valor que la mayoría de los hombres que conozco y no
tienes miedo de luchar a mi lado. —Él recordó a Lonnie en Pandora Box,
cómo el hombre había saltado en la lucha.

—Entonces dilo —Dijo Lonnie con el calor y la suavidad de su voz—.


Dime que me amas.

Santos pasó los dedos más profundo, su polla ya volviendo a la vida al


pensar en enterrarse en lo más profundo del cuerpo de Lonnie. —¿Por qué,
por qué necesitas oírme decir esas palabras?

Mirando hacia él, Santos pudo ver la cruda realidad en los ojos de color
verde pálido del hombre antes de que las palabras incluso hayan dejado sus
labios. —Aparte de Rett, ni una sola persona ha pronunciado esas tres palabras
para mí.

Algo se apretó dentro de Santos ante la mirada perdida y solitaria en el


rostro de Lonnie. El último de sus muros se derrumbó, dejando a Santos
vulnerable a este hombre. La verdad sea dicha, aparte de su familia, ni una
sola persona le había dicho a Santos esas tres palabras. Se sentían extrañas
mientras se acomodaban en sus labios, pero Santos sabía que este era el
momento. Si alguna vez iba a dar su corazón a alguien, Lonnie era el elegido.
—Te amo, Lonnie.

Metió su polla dentro del cuerpo de su amante, silbando por el placer que
corrió sobre él. Las uñas de Lonnie se clavaron en sus hombros, su cabeza
colgó hacia atrás y hacia un lado. Santos se inclinó hacia adelante, rastrillando
sus caninos por la carne expuesta.

—Te amo, también, Santos. —Ese susurro sedoso destrozó una parte de la
oscuridad que vivía dentro de Santos. Bromeó la carne de Lonnie, con besos a
lo largo de su cuello de cisne. Sus dientes se burlaban por la manzana de Adán
antes de lamer un camino a los labios de Lonnie.

En una ocasión había dicho a Lonnie que dejara de esconderse de lo que


estaba sintiendo, pero Santos había estado haciendo la misma cosa. Era fácil
decir las palabras cuando estaba cogiendo al hombre, pero en la fría luz de la
mañana, Santos había enterrado esas emociones en una parte profunda de su
alma, con miedo de lo que el hombre le estaba haciendo. Prefería negarlo
entes de exponerse a que Lonnie lo destruyera. Lonnie estaba allí, en el
interior de Santos, y eso lo asustó.

Suaves dedos rozaron sobre la cabeza de Santos mientras enterraba su


polla profunda, una y otra vez. Se empujó en el hombre, envolvió sus brazos
en un cuerpo hecho para amar. Mientras estaba allí y empujaba su erección,
Santos enterró el rostro en el cuello de Lonnie y aspiró todo su mundo.
Capítulo QUINCE

Cuando Santos paró su moto junto a la acera en Sycamore, pudo escuchar


los aullidos y ladridos de los perros que Marcus utilizaba en la lucha ilegal.

No daba una mierda porque el tipo estuviera en cosas ilegales. Lo qué lo


hizo enfurecer fue el hecho de que la basura utilizaba perros indefensos como
una forma de obtener beneficios económicos.

Zane y Emilio se detuvieron detrás de él, apoyando sus motos en el


bordillo antes de apagar el motor. —Me preguntaba si este es el lugar
correcto, pero puedo oír a los perros. —Zane parecía tan enojado como
Santos. Ellos eran lobos, y la raza canina les importaba. Los perros eran perros
normales, no cambiaformas, pero eso no significaba absolutamente nada para
ellos. Santos tenía una debilidad por la raza canina. Infierno, a él le gustaban
los animales y punto.

A raíz de los sonidos del gruñido salvajes y agudos ladridos, los tres
caminaron hacia la parte trasera de la casa. Había un granero, las luces salían
por debajo de la puerta cerrada. Un chico fornido estaba de pie junto a la
puerta, con las manos cruzadas delante de él, el ser humano emitió una
mirada amenazante.

—Esto es propiedad privada —Él flexionó sus antebrazos musculosos y


Santos le dio al hombre una sonrisa maliciosa. Si supiera con lo que estaba
tratando.

Santos señaló con la barbilla hacia el ruido fuerte. —Vinimos para la


lucha.

Los ojos de color azul oscuro del hombre se llenaron de burlas. —No
tengo idea de lo que estás hablando, pero si no te vas, yo voy a sacarte de esta
propiedad.
Zane sacó una nueve milímetros de su cintura, empujando el metal frío en
la cara del hombre con tanta rapidez que el ser humano ni siquiera tuvo tiempo
para reaccionar. Su tono era inexpresivo y letal cuando dijo. —¿Dónde
jodidos está Marcus?

Tomaba mucho para sacar de quicio a Zane. Era una persona relajada.

Pero cuando se enojaba, era una fuerza a tener en cuenta. Ya no había


ningún humor en sus ojos, sólo un frio cálculo que debería haber sido una gran
advertencia para el ser humano.

Pero, los seres humanos, como este hombre eran tontos ignorantes. —Yo
no conozco a ningún Marcus —Su tono era rebelde, sus palabras se dispararon
de manera rígida.

Con una mano, Zane puso una bala en la recámara. —Es mejor que
pienses más duro o tu cerebro va a decorar la puerta que estás tratando tan
duro en proteger.

La puerta se abrió y Emilio dio un puñetazo al hombre que los enfrento


antes de que siquiera supiera quién era. El chico se derrumbó, noqueado fuera
de combate.

El hombre musculoso se humedeció los labios, sus ojos lanzándose entre


ellos tres. Estaba empezando a entender. Santos pudo ver las consecuencias de
proteger a Marcus meterse en los ojos del hombre.

—Adentro.

Levantando su mano, Zane golpeó el arma en la sien del hombre, cayó


como un castillo de naipes, aterrizando al lado del otro desconocido con un
golpe duro.

Santos abrió la puerta, caminando en el interior como si fuera una parte de


la multitud. Su estómago se revolvió cuando vio a un perro pit bull y un boxer
luchando en el medio del ring. El boxer chocolate blanco estaba sangrado y no
parecía que iba a ganar. Sus gruñidos eran menos intimidantes, su pecho se
movía tan rápidamente que Santos podía decir que estaba gravemente herido.
—Hijo de puta —Emilio susurró en voz baja. Sus ojos estaban en el boxer,
su boca apretada firmemente.

Santos quería correr allí y salvar a los pobres animales, pero había por lo
menos veinte hombres de pie alrededor del anillo.

Los Jinetes Oscuros eran buenos, pero no tan condenadamente buenos. Le


irritaba admitirlo, pero Santos tuvo que conformarse sabiendo que salvaría a
todos los perros que estaban esperando para luchar.

—Voy a crear una distracción —Dijo Emilio en un tono bajo—. Saca mi


maldito boxer fuera de allí.

Zane y Santos asintieron. No estaba seguro de lo que su primo, ¡Oh


mierda! Emilio se había acercado a la esquina del granero y había prendido
fuego algo. El brillo de color naranja y rojo se hizo más brillante y más
brillante hasta que alguien gritó. —¡Fuego!

Debió usar un acelerante, porque en cuestión de segundos el lado del


granero estaba ardiendo. Todo el mundo corrió, dejando a los perros detrás.

Qué jodidos bastardos.

Santos y Zane se movieron rápidamente para liberar a los siete perros que
habían sido enjaulados. Abrieron la parte trasera del granero y dieron un
gruñido bajo, los perros inmediatamente obedecieron y se fueron. Emilio
había levantado al boxer chocolate y blanco en sus brazos antes de unirse a
ellos.

Santos sabía que sus posibilidades de encontrar a Marcus se habían


reducido a nada, pero el sacar a los perros era más importante para él ahora.
Todavía tendría su venganza y llegaría cuando menos se lo esperara. Hasta
entonces, iba a avisar a la policía, diciendo lo que Marcus estaba haciendo
para que no pudiera establecerse de nuevo.

Que lo llamen soplón o como quieran. Pero asegurarse de que otro perro
no sea utilizado en este cruel deporte era su única preocupación en este
momento.
Emilio llevó al perro a la parte trasera de la tienda de tatuajes, colocándolo
en la silla acolchada de Lonnie. El perro no gimió, no se quejo. Se quedó allí
sangrando y derrotado.

—¿Qué está pasando? —Jake preguntó mientras asomó la cabeza en la


habitación—. ¿Esta Extraviado?

—Tráeme el botiquín de primeros auxilios. —Dijo. Mañana a primera


hora de la mañana, Emilio estaría llevando al boxer al veterinario. Tenía un
amigo que trabajaba en Second Street Animal Hospital y el chico le ayudaría
con el perro, sin hacer preguntas.

Pero hasta que el lugar abriera, Emilio quiso detener la hemorragia y


conseguir que el perro este lo más cómodo posible. No tenía dudas de que se
quedaría con el perro. Tan pronto como Emilio puso sus ojos en él, había
caído enamorado.

El boxer había labrado su camino en el corazón de Emilio al instante. Jake


regresó a la habitación y le entregó la caja de plástico blanco. Atendió todas
las áreas que sangraban, deteniéndose de vez en cuando para frotar la cabeza
del perro y decirle que todo iba a estar bien. El perro miró a Emilio con
incertidumbre, pero no se quejó.

—Es un animal magnífico —Jake comentó mientras envolvía sus brazos


alrededor de su estómago y se apoyó contra la pared—. Me hubiera gustado
tener uno como él cuando crecí.

Por las conversaciones que había tenido con Jake en la última semana,
Emilio había supuesto que la vida del ser humano no fue fácil.

También había visto las cicatrices en los brazos del chico que estaban
ocultas por los tatuajes.

—Estaba en una pelea de perros y casi perdido —Comentó Emilio.


—¿Tu lo salvaste?

Mirando hacia abajo al boxer, Emilio no estaba seguro de si él había


salvado al perro, o si el perro lo había salvado a él. No se había preocupado
por nada desde hacía mucho tiempo, solo por los Jinetes Oscuros. La
compasión en su interior era fuerte, obligándolo a hacer lo que pudiera para
salvar al animal. Sus emociones habían empezado a desaparecer hacia tiempo.
Su amistad con Jake era fresca, pero nada le había inspirado al igual que el
boxer lo hizo, no desde hacía mucho tiempo.

Emilio se limitó a asentir a Jake.

—¿Tienes un nombre para él?

—No —Admitió—. ¿Tienes uno en mente?

Jake se rió entre dientes. —Los boxer son conocidos por su gran amor y
fidelidad a sus propietarios. Vi un documental sobre su raza. Dijeron que los
boxers son el alma de la honestidad y la lealtad, nunca son falsos o
traicioneros —Jake se acercó, pasándole la mano por la cabeza del perro.
Emilio observó que los ojos de Jake se ablandaban mientras sonreía—.
Debieras llamarlo Rider. Su personalidad encaja con ustedes.

Emilio se quedó atónito por lo que Jake acababa de decir. Era cierto que
los Jinetes Oscuros eran leales unos con otros. Pero él nunca imaginó que Jake
pensara lo mismo de ellos. —Entonces, su nombre es Rider.

—Cool. —Dijo Jake antes de retroceder. Emilio miró al humano por un


momento, preguntándose por qué el hombre siempre tenía una mirada
embrujaba. Estaba empezando a darse cuenta de que Rider no era el único
quien necesitaba ser rescatado.

—Rescataron a los perros, ¿eh? —Lonnie tomo asiento en el paso por


detrás de Santos—. Bastante cool.
Santos pudo oír la admiración en la voz de Lonnie. Ellos estaban fuera de
la tienda, mirando el vecindario. Inclinó la espalda, apoyando los brazos a
ambos lados de las piernas de Lonnie antes de inclinar su cabeza hacia atrás y
mirar a los ojos verde pálido. —Soy muy muy cool, ¿no?

—Y muy engreído. —No había maldad detrás de las palabras de Lonnie,


simplemente una alegría burlona que Santos amaba. El chico apoyó los brazos
a cada lado del cuello de Santos, dándole un beso en la frente—. Yo se que
renunciaste a encontrar a Marcus por rescatar a esos perros. Creo que eso sólo
es un gran giro.

—¿Sí?

Lonnie asintió.

—Creo que un fuerte viento te giraría a ti. —Santos bromeó, pero su lobo
estaba feliz por los elogios. Hizo una mueca cuando Lonnie mordió su oreja.

—Tonto

Santos puso la mano en la parte posterior de la cabeza de Lonnie,


acercándolo más. Antes de besarlo, le susurró. —Bocazas.

Sus labios se tocaron, y Santos podía sentir los latidos del corazón del
hombre que le había hecho ver que no había nada impropio en mostrarle al
chico que amaba lo mucho que le importaba.

El detective Jack Tate estaba sentado en su sala de estar oscura, de forma


continua rebobinando y reproduciendo la cinta que Bandit le había dado. Lo
que estaba oyendo envió un escalofrío por su columna vertebral.

Ni siquiera me preguntaste antes de convertirme. Fui atacado por aquellos


bastardos Darlings y lo siguiente que sé, es que soy un cambiaforma lobo.
Jack no estaba seguro de si debía tomar esto como una broma, o... él sólo
no estaba seguro. Sabía que la voz pertenecía a ese tipo que llevaba rastas,
Lonnie Winston. Parecía que el chico no era un simplón después todo. No
había una nota de diversión en el tono de Lonnie. En todo caso, Jack detectó
agotamiento y derrota, con un dejo de resentimiento.

—¿Qué diablos se supone que debo hacer con esta evidencia? —Se
preguntó mientras se echó hacia atrás, pasando una mano por su rostro
cansado. Había cosas que se veían en su línea de trabajo que harían que la
mayoría de la gente tenga pesadillas por el resto de sus vidas, cosas que harían
que un humano dude de su mente. Pero esto... esto era algo increíblemente
complejo.

Él rebobino la cinta y escuchó la conversación que tuvo lugar después de


que Jack había dejado la tienda de tatuajes. Lonnie había dicho que estaba
cansado y no quería decir nada de lo que estaba diciendo, pero Jack sabía que
el individuo hablo acerca de su resentimiento, y no el hecho de que él era...
mierda. ¿Un cambiaformas lobo?

¿Y qué carajo era un Darling?

Era demasiado malditamente increíble de creer, sin embargo, su intestino


le estaba diciendo que no ignorara lo que estaba diciendo Lonnie.

O el hecho de que Emilio Alverez acababa de admitir haber cometido


delitos de los que no podían culparlo. Normalmente, Jack habría tomado
interés en algo así. Pero ahora estaba demasiado ocupado preguntándose en
qué alterado universo había caído.

¿Realmente importaba? Él se había jurado que se iba a deshacer de los


Jinetes Oscuros y ahora tenía una manera de no sólo conseguir sacarlos fuera
de Paradise City, sino de deshacerse de ellos de forma permanente.

FIN
SOBRE EL AUTOR
Lynn Hagen le encanta escribir sobre algo defectuoso, pero adorable. Ella
también ama a un héroe que puede ver más allá de los bordes ásperos y
encontrar el diamante brillante de un corazón hermoso.

La puedes encontrar cualquier día acurrucada con su ordenador portátil y


una taza de caliente java, dejando que el siguiente conjunto de personajes le
cuenten su historia.
CORDINACIÓN DE PROYECTOS
STAFF BLUE SENSATION

TRADUCTORA
ROXX

CORRECTORA
DANKAR

LIMPIEZA DE PORTADA
CLAU

DISEÑO Y FORMATO
CAMI

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