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ESTADIOS INICIALES
En los estadios iniciales del cáncer de cuello uterino, tanto la radioterapia como la cirugía tienen tasas de
curación similares. Sin embargo, a menudo se opta por la cirugía como tratamiento de elección debido a sus
ventajas en cuanto a toxicidad, preservación de la función ovárica y obtención de una muestra de anatomía
patológica para evaluar los factores pronósticos.
CRITERIOS DE TRATAMIENTO QUIRÚRGICO: Los criterios para el tratamiento quirúrgico del cáncer de cuello
uterino en estadios iniciales pueden variar según las directrices y recomendaciones específicas de cada
institución médica o sociedad científica. Sin embargo, a grandes rasgos, se consideran los siguientes criterios:
1. Tamaño del tumor: En general, se prefiere el tratamiento quirúrgico en pacientes con tumores de
tamaño inferior a 4 centímetros. Tumores más grandes pueden indicar un mayor riesgo de afectación
de tejidos circundantes y ganglios linfáticos.
2. Ausencia de afectación ganglionar: La presencia de metástasis en los ganglios linfáticos pélvicos o
paraórticos es un factor importante en la elección del tratamiento. La cirugía puede no ser suficiente
si hay evidencia de afectación ganglionar, y se requeriría un enfoque terapéutico combinado con
radioterapia y/o quimioterapia.
3. Limitación anatómica: El tumor debe estar limitado al cuello uterino y a la porción superior de la
vagina. Si existe invasión de tejidos más allá de estos límites, se requerirá un tratamiento adicional
más extenso, como la radioterapia.
Es importante destacar que estos criterios son generales y pueden variar según la evaluación individualizada
de cada paciente y la opinión del equipo médico. La decisión final sobre el tratamiento quirúrgico se toma
considerando la etapa del cáncer, las características del tumor, la edad y la condición general de la paciente,
así como sus deseos y preferencias personales.
La clasificación más utilizada actualmente es la de Carles Morén, que divide las histerectomías radicales en
diferentes tipos (A, B, C) en función de la extensión de la resección parametrial y otros criterios relacionados.
La histerectomía radical se considera una cirugía compleja y precisa, ya que implica la disección cuidadosa
de los tejidos para eliminar el tumor y garantizar la ausencia de tejido canceroso residual. Además de la
extirpación del útero y los tejidos circundantes, se puede realizar la linfadenectomía pélvica, que implica la
extracción de los ganglios linfáticos de la región pélvica para evaluar la presencia de metástasis y obtener
información pronóstica adicional.
Es fundamental que la histerectomía radical sea realizada por un equipo médico experimentado en el manejo
del cáncer de cuello uterino para asegurar una cirugía precisa y una adecuada planificación terapéutica.
VÍA DE ABORDAJE: En cuanto a la vía de abordaje quirúrgico, ha habido cierta controversia en los últimos
años. Después del auge de la cirugía mínimamente invasiva, se realizó un estudio aleatorizado para comparar
la supervivencia entre la cirugía laparoscópica/robótica y la cirugía abierta. Sorprendentemente, los
resultados mostraron una supervivencia superior en la cirugía abierta.
DESEO GENÉSICO POR CUMPLIR: En algunos casos, nos encontraremos con pacientes diagnosticadas con
cáncer de cuello uterino en estadios iniciales que aún desean tener hijos. Para estas mujeres, existen
opciones de preservación de la fertilidad que se pueden considerar, siempre y cuando se cumplan ciertos
criterios de seguridad para no comprometer el pronóstico.
En general, se puede ofrecer la preservación de la fertilidad a mujeres menores de 45 años y cuyos tumores
cumplan ciertos criterios. Estos criterios incluyen:
1. Tumor de tamaño inferior a 2 centímetros.
2. Tipo histológico más comúnmente escamoso o adenoescamoso.
3. Tumores limitados a la cérvix sin invasión vaginal, parametrial ni evidencia de diseminación
ganglionar.
En estos casos, se puede optar por realizar una traquelectomía simple o radical, que implica la extirpación
del cuello uterino con sus parámetros. Esta cirugía ofrece la posibilidad de preservar la fertilidad en mujeres
jóvenes con estadios iniciales de cáncer de cuello uterino.
Es importante tener en cuenta que un embarazo posterior a la traquelectomía es considerado de alto riesgo
y requerirá un seguimiento cercano en unidades especializadas de alta complejidad debido al riesgo de
prematuridad y otras complicaciones. También es necesario informar a las pacientes sobre estas
implicaciones antes de considerar la preservación de la fertilidad.
CIRUGÍA EN LOS OVARIOS: En casos de cáncer de cuello uterino en estadios iniciales, donde se considera
realizar una histerectomía radical, también se puede evaluar la preservación de la función ovárica. Esto es
especialmente relevante para mujeres jóvenes que deseen conservar su capacidad reproductiva.
Si se identifica que el riesgo de metástasis ovárica es bajo y que los ovarios parecen normales tanto en
imagen como en histología, se puede optar por preservar los ovarios durante la histerectomía radical. Esto
se puede lograr mediante diferentes enfoques, como la transposición ovárica.
La transposición ovárica implica atar los ovarios a una ubicación anatómica distinta, generalmente colgando
del músculo psoas o en una posición más alta dentro del campo de irradiación planificado, en caso de que la
paciente requiera radioterapia posteriormente. Este enfoque tiene como objetivo minimizar la exposición
de los ovarios a la radiación y preservar su función hormonal.
Es importante tener en cuenta que la preservación ovárica no garantiza la conservación de la función ovárica
en todas las pacientes. Algunas mujeres pueden experimentar consecuencias de la transposición, como dolor
o alteraciones en la función ovárica. Sin embargo, para las pacientes jóvenes con tumores de tipo histológico
más frecuente y estadios iniciales limitados, especialmente aquellos que no invaden el útero, la preservación
ovárica puede ser una opción a considerar.
La linfadenectomía pélvica consiste en la extirpación de los ganglios linfáticos de la pelvis, incluyendo los
ganglios paraaórticos. Se realiza generalmente durante la histerectomía radical para el cáncer de cuello
uterino en estadios iniciales. La extensión de la linfadenectomía depende de la situación clínica y de factores
pronósticos.
Este procedimiento permite una evaluación más precisa de la presencia de metástasis ganglionares y puede
ayudar a determinar la necesidad de terapias complementarias, como la radioterapia o la quimioterapia.
Además, proporciona información pronóstica importante para el equipo médico, lo cual ayuda a planificar
el manejo adecuado de la enfermedad.
Es importante tener en cuenta que la linfadenectomía pélvica es un procedimiento invasivo y conlleva sus
propios riesgos y complicaciones potenciales, como el sangrado, la infección o la lesión de estructuras
vecinas. Por lo tanto, se debe evaluar cuidadosamente la indicación y el beneficio potencial en cada caso,
considerando el estadio del cáncer, los factores pronósticos y la situación clínica de la paciente.
GANGLIO CENTINELA: En el manejo del cáncer de cuello uterino en estadios iniciales, se ha investigado el
uso del concepto de ganglio centinela como una técnica para evaluar los ganglios linfáticos de manera
selectiva y precisa. El ganglio centinela es el primer ganglio linfático que recibe la linfa procedente del tumor
primario y se considera el más probable de estar afectado en caso de metástasis ganglionares.
La identificación y biopsia del ganglio centinela se realizan mediante técnicas de mapeo linfático y
radioisótopos. Se inyecta un marcador radiactivo o un colorante en el área cercana al tumor primario, y luego
se localiza el ganglio centinela utilizando una sonda gamma o visualizando el colorante. Una vez identificado,
el ganglio centinela se extirpa y se envía al laboratorio para su análisis histopatológico.
Es importante tener en cuenta que el uso del ganglio centinela en el cáncer de cuello uterino está en continua
investigación y no está establecido como un estándar de tratamiento en todos los centros médicos. Se
requiere un enfoque multidisciplinario y la experiencia de un equipo especializado en esta técnica para
garantizar resultados precisos y confiables.
Por otro lado, las pacientes con tumores de tamaño inferior a 4 cm, sin
invasión parametrial ni afectación ganglionar, tienen un riesgo bajo de
recurrencia y pueden ser candidatas a recibir solo la cirugía sin
tratamiento complementario.
Es importante tener en cuenta que las pautas y algoritmos pueden variar según las guías clínicas y las
preferencias del equipo médico.
ESTADIOS AVANZADOS
En estadios avanzados el tratamiento es completamente
diferente, y se basa principalmente en la radioterapia.
Radioterapia externa combinada con quimioterapia y
después braquiterapia. Para empezar, diferenciaremos el
localmente avanzado del metastásico. El metastásico será
el estadio IVB, aquel que tiene diseminación a distancia,
este se trata con tratamiento sistémico.
Volviendo al tema del tratamiento del localmente avanzado, hemos hablado de la radioterapia, 45 Gy pero
sobre qué campos? Y aquí entra nuestro papel en la estadificación del cáncer de cérvix. Porque hemos dicho
que había un estadio que era el IIIC2 que era cuando había diseminación a ganglios paraaórticos, estos
estadios requerirán de tratamiento con radioterapia de campo ampliado, incluyendo los campos aórticos.
¿Y cómo diagnosticamos la afectación paraaórtica? Pues ahí encontraremos debate.
Se consiera el PET.TC como la prueba mas sensible y específica para la estadificación radiológica. Pero sin
embargo, como todas las pruebas, al realizarla se asume un porcentaje de falsos positivos, y falsos negativos.
Hay grupos que consideran que la estadificación quirúrgica, mediante linfadenectomía es mas precisa, y con
una cirugía de baja morbilidad (una linfadenectomía paraaórtica laparoscópica con acceso extraperitoneal)
se puede estadificar de forma mas precisa a las pacientes, aportando un valor diagnóstico, pronóstico y
terapéutico ya que según algunos grupos, las pacientes a las que se les realiza una exéresis de los ganglios
afectos por células tumorales tendrían mejor pronóstico. Esta hipótesis no se ha llegado a consolidar del
todo, con resultados dispares según los grupos de investigación.
Hay otros grupos que insisten en que la estadificación quirúrgica, a pesar de ser mas precisa, no mejora la
supervivencia de las pacientes y por lo tanto es una práctica que debería abandonarse.
SEGUIMIENTO
EVALUACIONES CLÍNICAS: Durante las visitas de seguimiento, se realizará una evaluación clínica completa
que incluye un examen físico para detectar signos de recurrencia o complicaciones relacionadas con el
tratamiento. Se prestará especial atención a los ganglios linfáticos, el abdomen y la pelvis, así como a la
evaluación de síntomas específicos.
PRUEBAS DE IMAGEN: Las pruebas de imagen, como la tomografía computarizada (TC) o la resonancia
magnética (RM), pueden ser útiles para evaluar la respuesta al tratamiento y detectar la presencia de
recurrencias o metástasis. La frecuencia de estas pruebas dependerá de la etapa del cáncer y del riesgo de
recurrencia, y se determinará de manera individualizada para cada paciente.
RECIDIVAS
Las recidivas son una preocupación importante en
el seguimiento de las pacientes con cáncer de
cuello uterino. La recurrencia puede ocurrir en el
lecho de la cicatriz quirúrgica, en los ganglios
linfáticos regionales o a distancia en órganos como
el pulmón, el hígado o los huesos. A continuación,
se detallan algunos aspectos relevantes sobre las
recidivas en el cáncer de cuello uterino:
DETECCIÓN DE RECIDIVAS: El seguimiento periódico es esencial para detectar recurrencias tempranas. Las
pacientes deben informar cualquier síntoma nuevo o cambios en su salud, como sangrado vaginal anormal,
dolor pélvico persistente o síntomas urinarios o intestinales. Además, las pruebas de imagen, como la
tomografía computarizada (TC), la resonancia magnética (RM) o el PET-CT, pueden ser utilizadas para evaluar
la presencia de recidivas.
TRATAMIENTO DE RECIDIVAS A DISTANCIA: Cuando las recidivas se presentan en sitios distantes, como los
pulmones, el hígado o los huesos, el enfoque principal es el tratamiento sistémico. La quimioterapia sigue
siendo el tratamiento de elección en estos casos, con regímenes específicos seleccionados según el tipo de
recidiva y las características de la paciente. En algunos casos, se puede considerar la radioterapia localizada
o la terapia dirigida, especialmente en recidivas aisladas y tratables.
Es importante destacar que el manejo de las recidivas en el cáncer de cuello uterino es complejo y requiere
una evaluación individualizada. El enfoque terapéutico dependerá de varios factores, como el tipo de
recidiva, el estadio de la enfermedad, la salud general de la paciente y sus preferencias individuales. Un
equipo multidisciplinario de especialistas en cáncer ginecológico trabajará en conjunto para determinar el
mejor plan de tratamiento y proporcionar un cuidado integral a las pacientes con recidivas.