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RESPONSABILIDAD CONTRACTUAL–De empresa petrolera por entrega de

dineros a tercero delegado para recibir los pagos, en fecha posterior al fallecimiento
del acreedor. Debate sobre calificación del contrato, mandato post-mortem y pago por
diputación. (SC14806-2017; 20/09/2017)

CONTRATO DE MANDATO–Entre acreedor y tercero, para retirar los pagos que


se hagan a su nombre y en “caso de que llegue a faltar se le entregue la totalidad de
los dineros”. Terminación por fallecimiento del mandante. Revocatoria tácita por la
cónyuge sobreviviente. Mandato post-mortem. Interpretación armónica con los
artículos 2142, 2175 y 2194 del Código Civil. Diferencia del pago por diputación.
Hermenéutica del artículo 2195 del Código Civil. (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente formal:
Artículos 2142, 2175, 2189 numeral 5º, 2194 y 2195 del Código
Civil.

MANDATO POST MORTEM–Características. Recae sobre actos cuya realización


depende del fallecimiento del mandante. Diferencia del contrato de mandato.
(SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente formal:
Artículo 2195 del Código Civil.

Fuente Doctrinal:
Gómez Estrada, César. De los principales contratos civiles. Bogotá, editorial Temis
S.A., Págs 403 y 404.
Escobar Sanín, Gabriel. “Negocios Civiles y Comerciales. I. Negocios de Sustitución”.
Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2da. ed, 1987, págs. 224 y 225.

DIPUTACIÓN PARA EL PAGO–Autorización para retirar dineros aún después del


deceso de quien la confiere. Inhabilidad del diputado para recibir el pago con
posterioridad a la muerte del otorgante. Aplicación de los artículos 1644 y 2189
numeral 5º del Código Civil. Revocatoria por la cónyuge supérstite. (SC14806-2017;
20/09/2017)

BUENA FE EXENTA DE CULPA–Análisis en reclamación de responsabilidad


contractual, por entrega de dineros a persona diputada para el pago, con posterioridad
al fallecimiento del otorgante. Desconocimiento de la revocatoria de la autorización
efectuada por el cónyuge supérstite. (SC14806-2017; 20/09/2017)

INTERPRETACIÓN CONTRACTUAL–De la autorización del causante para


retirar dineros a su nombre; “contrato de mandato” o “diputación para el pago”.
Etapas. Reiteración de la sentencia de 19 de diciembre de 2011. Calificación del
contrato. (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente formal:
Artículo 1638 del Código Civil.

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 19 de diciembre de 2011.
Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

PRUEBA DOCUMENTAL–Apreciación de la comunicación suscrita por el cónyuge


supérstite, dirigida a la demandada para establecer la revocatoria de la autorización
otorgada por el causante a un tercero para el retiro de pagos a su nombre. (SC14806-
2017; 20/09/2017)

MEDIO NUEVO–Lo constituye la reclamación del recurrente en casación por la falta


de acreditación de la condición de cónyuge del causante de la demandante, aducida en
comunicación remitida a la deudora. Improcedencia. Reiteración de la sentencia de 6
de diciembre de 2011. (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 6 de diciembre de 2011, exp. 2003-00113-01.

TÉCNICA DE CASACIÓN–Vías para la acusación de la indebida calificación


jurídica de un contrato, sea por incorrecta comprensión del contenido contractual o
por error en la adecuación legal. Estudio de los cargos soslayando las deficiencias de
entremezclamiento de vías. Falencia por cargo incompleto al no controvertirse la
totalidad de argumentos en que se soporta el fallo. Reiteración del auto de 19 de
diciembre de 2012. (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente jurisprudencial:
Auto de 19 de diciembre de 2012, exp. 2001-00038-01.

VIOLACIÓN INDIRECTA DE LA NORMA SUSTANCIAL–Vía adecuada para la


formulación del cargo derivado de la indebida calificación de la voluntad del causante
contenida en escrito de autorización, en reclamación de incumplimiento contractual.
Reiteración de la sentencia de 25 de febrero de 2002. (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 25 de febrero de 2002, exp. 5925.

MANDATO POST MORTEM–Validez de los pagos efectuados a la mandataria con


posterioridad al fallecimiento del acreedor. Revocabilidad. Aplicación del artículo
2195 del Código Civil. Características. Reiteración de la sentencia de 27 de marzo de
2012. Doctrina nacional e internacional. Sentencias de 17 de febrero de 1958, 31 de
mayo de 2010 y 27 de marzo de 2012. Diferencia del albaceazgo. (Salvamento del voto
del Magistrado Luis Armando Tolosa Villabona). (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente formal:
Artículo 2195 del Código Civil.

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 27 de marzo de 2012, exp. 00178.
Sentencia de 17 de febrero de 1958.
Sentencia de 31 de mayo de 2010.
Sentencia de 27 de marzo de 2012.

Fuente doctrinal:
Vélez, Fernando. Estudio sobre el Derecho Civil colombiano. Segunda Edición. Tomo
Octavo. Imprenta Paris- América, p. 190.
Enneccerus, Ludwig. Derecho de las Obligaciones. Bosh Casa Editorial, Barcelona,
1966, 611.
Código Civil Alemán (BGB) y Ley de Introducción al Código Civil, Boletín Oficial
Federal, LAMARCA, Albert. Trad. Barcelona: Marcial Pons, 2008, 207 a 208.
A. von tuhr. Tratado de las Obligaciones. Traducción de W. Roces. Granada: Comares,
2007, p. 194.

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

Colin, Ambroise/CAPITANT, Henri. Derecho Civil, Vol. II. Pág. 503. En idéntico
sentido. BENAVENT, Alain. Droit Civil, Les Contrats Speciaux, Civils et Commerciaux.
Págs. 462-463.
Código Civil y Comercial de la Nación Argentina. Edición textual. LAJOUANE. 2015,
193.
JOSSERAND, Louis. Derecho Civil, T. II, Vol. II. Trad. de Santiago Cunchillos y
Manterola. Pág. 373.
ALBADALEJO, Manuel. Derecho Civil, Tomo II. P. 363.
BARBERO, Domenico. Sistema del Derecho Privado, Tomo IV. Trad. de Sentis
Melendo. Págs. 247-249.

PAGO POR DIPUTACIÓN-Noción y características. Validez de los pagos efectuados


a persona delegada con posterioridad al fallecimiento del acreedor. Aplicación de los
artículos 1505, 1634 y 1638 del Código Civil. Reiteración de la sentencia 12 de
diciembre de 2007. Improcedente aplicar los preceptos contemplados para el
apoderamiento judicial. (Salvamento del voto del Magistrado Luis Armando Tolosa
Villabona). (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente formal:
Artículos 1634 y 1638 del Código Civil.

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 12 de diciembre de 2007, exp. 00310.
Fuente Doctrinal:
Pérez, Vives Álvaro. Teoría General de las Obligaciones, volumen II, parte segunda,
cuarta edición, Ediciones Doctrina y Ley Ltda., Bogotá, 2012, 346-347.

DOCTRINA PROBABLE–Ejecución del mandato con posterioridad a la muerte del


mandante Alcance del artículo 2195 del código civil. Sentencias de 17 de febrero de
1958, 31 de mayo de 2010 y 27 de marzo de 2012. (Salvamento del voto del Magistrado
Luis Armando Tolosa Villabona). (SC14806-2017; 20/09/2017)

Fuente formal:
Artículo 2195 del Código Civil.

Fuente jurisprudencial:
Sentencia de 17 de febrero de 1958.
Sentencia de 31 de mayo de 2010.
Sentencia de 27 de marzo de 2012, exp. 00178.

APRECIACIÓN PROBATORIA–Alcance probatorio de la carta dirigida a la


deudora, suscrita por la cónyuge sobreviviente para acreditar la revocatoria de la
autorización otorgada por el causante a tercera persona, para retirar los pagos.
(Salvamento del voto del Magistrado Luis Armando Tolosa Villabona). (SC14806-
2017; 20/09/2017)

VIOLACIÓN DIRECTA DE LA NORMA SUSTANCIAL–Transgresión de las


normas que regulan el mandato postmortem y errónea comprensión de la diputación
para el pago, en reclamación de perjuicios por entrega de dineros. (Salvamento del
voto del Magistrado Luis Armando Tolosa Villabona). (SC14806-2017; 20/09/2017)

RECURSO DE CASACIÓN–Instrumento garantista de los derechos


fundamentales. Su excesivo rigor manifiesto se contrapone a la Ley 270 de 1996 y al
Código General del Proceso. (Salvamento del voto del Magistrado Luis Armando
Tolosa Villabona). (SC14806-2017; 20/09/2017)

Asunto:

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

La cónyuge sobreviviente y los hijos menores de edad pretenden que se declare que
entre la compañía demandada y el causante existió una relación contractual en virtud
de la cual el segundo le entregó o depositó dineros a la primera para la compra y venta
de combustibles y la devolución del capital y ganancias; que la demandada es
responsable por los perjuicios causados con ocasión a la negativa del desembolso de
los dineros de propiedad del fallecido y por la entrega de los mismos a un tercero que
contaba con autorización. En primera instancia fueron negadas las pretensiones,
decisión que fue revocada por el superior quien declaró civilmente responsable a la
demandada por incumplimiento de contrato y la condenó a pagar una suma de dinero.
Recurrida en casación la Corte NO CASÓ la sentencia por falta de acreditación de los
cargos, estudio que realizó pese a las deficiencias en la técnica. El Magistrado Luis
Armando Tolosa Villabona salvó el voto.

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO


Magistrado ponente

SC14806-2017

Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01


(discutido y aprobado en sesión de veinticuatro de agosto de 2016)

Bogotá, D. C., veinte (20) de septiembre de dos mil


diecisiete (2017).

Decide la Corte el recurso extraordinario de casación


que C. I. EMPRESA COLOMBIANA DE SERVICIOS
PETROLEROS S.A. interpuso frente a la sentencia del 6 de
mayo de 2014, proferida por el Tribunal Superior del Distrito
Judicial de Barranquilla, Sala Civil - Familia, en este asunto
promovido en contra de la impugnante por ENEDYS DEL
CARMEN MAESTRE ÁNGEL, JOSÉ ALFREDO y JORGE
IVÁN DAZA MAESTRE, los dos últimos menores de edad
para cuando se inició la controversia, representados por su
progenitora, la otra accionante.

ANTECEDENTES

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

1. En el libelo introductorio, que obra del folio 1 al 12


del cuaderno principal, se solicitó:
1.1. Declarar que entre la accionada y el señor José
Alfredo Daza Ortiz (q.e.p.d.) “existió una relación contractual
comercial (…) innominada”, en virtud de la cual el segundo
entregó o depositó dineros que la primera recibió, “para la
compra y venta de combustibles y la devolución de capital y
ganancias”.

1.2. Declarar que la demandada es “civilmente


responsable” de los perjuicios ocasionados a los actores,
cónyuge y herederos de José Alfredo Daza Ortiz, “con ocasión
[de] la negativa entrega de los dineros de propiedad de su difunto
esposo y padre y [de] la entrega de los mismos a quien no poseía
legítimo derecho”.

1.3. Condenar a la convocada, por lo tanto, a pagarle a


los gestores de la controversia la suma de $377.200.000.oo,
o la que resulte probada, junto con los rendimientos
financieros causados desde el 27 de noviembre de 2007 y
hasta cuando se realice su efectiva devolución.

1.4. Imponer a aquélla las costas del proceso.

2. En sustento de esos pedimentos, se plantearon los


hechos que pasan a sintetizarse:

2.1. El señor José Alfredo Daza Ortiz mantuvo con la


aquí demandada desde el año 2005, la relación comercial a
la que se refieren las pretensiones y, en desarrollo de ella,

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

depositó en favor de esta última importantes sumas de


dinero, que para el 29 de marzo de 2006, según certificación
expedida por su gerente, ascendían a $377.200.000.oo.

2.2. El nombrado, de un lado, mediante escrito fechado


el 30 de julio de 2005, dirigido a “ECOS PETROLEO S.A. –
MARCOS GONZÁLEZ MORERA, autorizó por escrito a la [s]eñora
NINI CATALINA HENRÍQUEZ QUINTERO, (…), para retirar los
pagos que hacían en su nombre”.

2.3. El señor José Alfredo Daza Ortiz murió el 29 de


noviembre de 2007, en la ciudad de Valledupar.

2.4. El dinero sobre el que versó la aludida certificación,


desde el fallecimiento del señor Daza Ortiz, “pertenece a la
masa herencial y constituye activo de su patrimonio” , razón por
la cual se adjudicó a su cónyuge e hijos, los aquí
demandantes, en la sucesión del citado causante, proceso
adelantado en la Notaría Veintisiete de Bogotá, según consta
en la escritura pública 1287.

2.5. El 4 de diciembre de 2007, la demandada entregó


de esos recursos económicos la suma de $80.000.000.oo a
“un tercero”. A su turno, el 10 siguiente, la señora Nini
Catalina Henríquez Quintero solicitó a aquélla, el pago de la
totalidad del capital depositado por Daza Ortiz.

2.6. El día 13 de los mismos mes y año, la señora


Enedys del Carmen Maestre Ángel, como cónyuge supérstite
del causante, manifestó a la accionada por escrito que
“cualquier transacción comercial, mercantil, financiera y todo lo

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relacionado con los negocios llevados a cabo por su esposo con


dicha empresa, serán asumidos directa, única y exclusivamente
por ella” y que “nadie más estaba legalmente autorizado para
presentar reclamaciones o efectuar cualquier negociación
adelantada ante ECOSPETROLEO por el [s]eñor DAZA ORTIZ”,
manifestaciones que reiteró en misiva del 9 de enero del año
siguiente (2008).

2.7. En esa última fecha, los señores Eduardo Ustariz


Aramendiz, Marcos González Morera y Nini Catalina
Henríquez Quintero suscribieron una conciliación, en la que
relacionaron el movimiento de los depósitos y retiros
efectuados en la cuenta del señor José Alfredo Daza Ortiz
durante los años 2005 a 2007; dejaron establecido que al 31
de diciembre de este último año, había un saldo de
$267.206.549.oo; y autorizaron al segundo para que hiciera
entrega a la tercera, de los dineros existentes, lo que aquél,
en efecto, realizó ese mismo día.

2.8. Sólo hasta el 30 de enero de 2008, la demandada


respondió a los aquí accionantes las cartas que éstos le
remitieron y que se dejaron relacionadas en el punto 2.5.
precedente, informándoles la entrega de dinero efectuada a
la señora Henríquez Quintero y que la misma se respaldó en
el estudio grafológico de la firma que aparece en la
autorización que con ese fin otorgó en vida el causante y en
un concepto jurídico.

2.9. La negativa de la demandada a entregarles a los


actores los dineros dejados por su esposo y padre, les generó
los perjuicios que mediante la presente acción reclaman.

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2.10. La convocada “no podía hacer entrega a NINI


CATALINA HENRÍQUEZ QUINTERO de los activos depositados por
JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ, toda vez que la autorización
otorgada por [él], con fecha 30 de julio de 2005, fue sucedida por
ENEDYS MAESTRE ÁNGEL y revocada a partir del 13 de
[d]iciembre de 2007, circunstancia de derecho, de donde se
desprende el incumplimiento legal de la empresa C.I. ECOS
PETROLEO S.A., que ha causado perjuicio a la demandante y a sus
menores hijos”, conducta con la que, además, la nombrada
sociedad “violó ostensiblemente los artículos 2189 [n]umerales 3
y 5 y 2195 del Código Civil”.

3. El Juzgado Décimo Civil del Circuito de Barranquilla,


al que le correspondió por reparto el conocimiento del
asunto, admitió la demanda con auto del 3 de noviembre de
2010 (fls. 71, cd. 1), que notificó a la convocada mediante el
aviso de que trata el artículo 320 del Código de Procedimiento
Civil, de lo cual dan cuenta los documentos que reposan en
los folios 72 a 83 del cuaderno principal.

4. La accionada, por intermedio del apoderado judicial


que constituyó para que la representara, contestó en tiempo
la demanda y, en tal virtud, se opuso al acogimiento de sus
pretensiones, se pronunció de diversa manera sobre los
hechos invocados en sustento de ellas y plateó las
excepciones meritorias que denominó “INEXISTENCIA DEL
NEGOCIO MERCANTIL INNOMINADO DESCRITO EN LA
DEMANDA”, “COSA JUZGADA” e “INEXISTENCIA DE
PERJUICIOS PARA LOS DEMANDANTES” (fls. 84 a 93, cd. 1).

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

En escritos separados, por una parte, propuso las


excepciones previas de “FALTA DE LEGITIMACIÓN EN CAUSA
PASIVA” y “FALTA DE LITISCONSORTE NECESARIO”, que
fueron desestimadas mediante auto del 5 de septiembre de
2011 (fls. 6 a 8, cd. 2); y, por otra, denunció el pleito a la
señora Nini Catalina Henríquez Quintero, manifestación
declarada improcedente en proveído del 28 de marzo del
mismo año (fls. 4 a 6, cd. 4), determinación confirmada por
el Tribunal, según providencia del 4 de junio de 2012 (fls. 12
a 16, cd. 3).

5. Agotadas las etapas previstas para la primera


instancia, el juzgado del conocimiento le puso fin con
sentencia del 2 de agosto de 2013, en la que negó la totalidad
de las súplicas del escrito introductorio y condenó en costas
a los demandantes (fls. 283 a 293, cd. 1).

6. Para desatar la apelación que contra ese proveído


interpusieron los promotores de la controversia, el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, Sala Civil –
Familia, dictó sentencia el 6 de mayo de 2014, en la que
revocó la de su inferior y, a cambio, declaró la existencia
entre la accionada y el señor José Alfredo Daza Ortiz de “un
contrato innominado consistente en depósito de dinero para la
compra y venta de combustible, con devolución y retiros parciales
de aportes”; recoció la responsabilidad civil de la primera por
el incumplimiento del mismo, frente a los actores; y la
condenó a pagar a éstos $426.414.777.oo, “equivalentes a la
suma a restituir debidamente actualizada tal y como se liquidó
anteriormente”, previendo que la actualización monetaria se

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efectúe con base en el IPC y hasta cuando se produzca el


pago efectivo de dicha obligación (fls. 51 a 68, cd. 5).

EL FALLO DEL AD QUEM

Luego de advertir la satisfacción de los presupuestos


procesales, la legitimación en causa de las partes y la
inexistencia de nulidades que pudieran afectar lo actuado,
esa autoridad, a efecto de arribar a las decisiones que adoptó,
expuso los planteamientos que pasan a concretarse:

1. Los documentos que obran en los folios 13 y 40 del


cuaderno principal y la confesión que se desprende de los
numerales 1º y 2º de la contestación de la demanda,
acreditan “la existencia de una relación negocial o comercial
innominada en la cual el señor JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ, era
suministrante del capital con el cual se compraba combustible a
ECOPETROL para beneficio de la sociedad ECOSPETROLEO, quien
a su vez hacía devolución de saldos o capitales directamente al
fallecido”.

2. Pese a que no se lograron verificar las “cláusulas,


condiciones, intereses, plazos y demás acuerdos de las partes, s[í]
se pudo establecer la existencia de una obligación dineraria a cargo
de la entidad y a favor del causante, originada por este vínculo
contractual, y que era exigible a la fecha de su fallecimiento, tal y
como lo determina el texto de la certificación obrante a folio 13 del
C.P. Puede entonces la Sala considerar que s[í] existió la relación
contractual deprecada por la parte demandante, y de la cual
existían obligaciones[,] entre ellas, la de devolver los dineros que el
señor JOSÉ DAZA ORTIZ, había entregado para la compra y venta
de combustible y cuyo monto debía restituírsele”.

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3. Con tal base, el Tribunal se preguntó sobre si “esos


dineros debieron ser entregados a la cónyuge y herederos del señor
JOSÉ DAZA ORTIZ, o a la señora NINI HENRÍQUEZ QUINTERO,
persona autorizada por el mencionado Daza?”.

Para resolver dicho cuestionamiento, efectuó el


siguiente análisis:

3.1. El documento que milita en el folio 37 del


cuaderno No. 1, dirigido a “ECOSPETROLEO S.A. - MARCOS
GONZÁLEZ MORERA”, reza:

Yo JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ, identificado como aparece


al pie de mi firma, autorizo a NINI CATALINA HENRÍQUEZ,
identificada con la c.c. 32.748.880 de [B]arranquilla, para
retirar los pagos que se hacen a mi nombre.

De igual forma, en caso de que llegue a faltar, se le entregará


de inmediato la totalidad del dinero que esté a mi nombre.

3.2. Tras analizar con detalle el régimen legal del


contrato de mandato, en particular, su definición (art. 2142,
C.C.); los presupuestos que sirven a su configuración; su
naturaleza consensual; la posibilidad de que sea unilateral o
bilateral, según que surjan obligaciones solamente para
el mandatario o para éste y el mandante (arts. 2143 y 2184
ib.); la forma como se perfecciona (art. 2150, ib.); las causas
de terminación, generales (art. 1602 ib.) y especiales (art.
2189 ib.), de la cuales destacó la revocación, la renuncia y
los eventos en los que subsiste luego de la muerte del
mandante (arts. 2194 y 2195 ib.), el Tribunal concluyó:

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Si analizamos las disposiciones de nuestra legislación civil,


podemos observar que la autorización otorgada a la señora
NINI HENRÍQUEZ, no encuadra totalmente en la definición
señalada.

Puesto que en la primera parte de la misma se habla de una


autorización PARA RETIRAR los dineros a nombre del señor
JOSÉ DAZA ORTIZ, y en la segunda que en caso de llegar a
faltar se le entregara de inmediato la totalidad de los dineros
que estuvieran a su nombre. Vemos que en ninguna de ellas
se da la facultad de recibir, sino de retirar pagos a nombre
del señor JOSÉ DAZA, lo que indica que la titularidad de los
dineros estaba en cabeza de [é]ste y en caso de fallecimiento
en cabeza de sus herederos y cónyuge por efectos de la
presunción establecida en el artículo 1795 del C.C.

3.3. El escrito remitido por la cónyuge del causante a


la demandada, debió ponderarse con sujeción a las pautas
que pasan a elucidarse:

a) Era aplicable el artículo 1634 del Código Civil,


sobre “DIPUTACIÓN PARA EL PAGO”, puesto que él le “permite
al acreedor conferir encargo para el cobro y para recibir el pago o
para cumplir estas dos funciones, que son bien distintas, pues el
mandato para la sola cobranza no conlleva la facultad de recibir,
la cual debe conferirse en forma expresa, tal y como lo exigen los
artículos 1639 y 1640 C.C.”.

b) Como la referida autorización en verdad


corresponde a una “diputación para el pago, que en sentido
estricto es un mandato”, estaba sometida al artículo 1644 del
Código Civil, que habla de la “extinción de la diputación, y
especialmente la parte final que señala que la persona diputada se
hace inhábil para recibir, por todas las causas que hacen expirar
el mandato”, entre ellas, la muerte del mandante.

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c) En el supuesto de estimarse que la autorización no


feneció con el deceso del señor Daza Ortiz, “debió considerarse
que entonces se había presentado la causal de revocación tanto del
mandato como de la diputación, al recibir la comunicación de la
señora ENEDYS MAESTRE ÁNGEL, de fecha diciembre 13 de 2007,
en la que comunicaba a la empresa ECOSPETROLEO S.A. que
asumía toda la responsabilidad de los negocios de su esposo señor
JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ con dicha empresa, que todas las
transacciones las asumía única y exclusivamente ella, en
representación de él, y [que] nadie más estaba autorizado para
presentar reclamaciones o efectuar cualquier negociación” (fl. 43,
cd. 1), misiva que la demandada aceptó “haber recibido (…) en
el ítem 11 de su contestación de demanda, lo cual es prueba de
confesión de conformidad con el artículo 197 del C.P.C.”.

d) La cuestión estaba sometida también a las


previsiones del canon 1795 de la obra en cita, que reprodujo,
en virtud del cual “queda claro, que la sumas de dinero que la
entidad demandada adeudaba al señor JOSÉ ALFREDO DAZA
ORTIZ, podían ser entregadas a quien él había diputado para el
pago, hasta el día de su fallecimiento, pero después de su muerte
no era válido el pago que se le hiciera a terceros, ni aun con
autorización de él, porque estos pertenecían por ley a sus herederos
y además se presumían de la sociedad conyugal si era casado, y
debieron ser objeto de distribución y adjudicación por vía
sucesoral, tal y como lo hizo la demandante en este proceso”.

4. Sobre la base de que quedó demostrado que el 29


de noviembre de 2007 falleció el señor Daza Ortiz, el
Tribunal, en definitiva, coligió:

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

4.1. Que ese día “se extinguió la diputación para el pago


otorgada a NINI HENRÍQUEZ”.

4.2. Que, por consiguiente, de los pagos que a ella se


hicieron, son válidos solamente los realizados con
anterioridad a esa fecha e inválidos los posteriores.

4.3. Y que los valores transferidos a la nombrada luego


del deceso del tantas veces nombrado causante, “deben ser
entregados a la señora ENEDYS MAESTRE ÁNGEL Y A SUS
MENORES HIJOS JOSÉ ALFREDO Y JORGE ALFREDO (sic) DAZA
MAESTRE”.

5. En tal orden de ideas, el ad quem relacionó las


cantidades recibidas por la señora Henríquez Quintero los
días 31 de diciembre de 2007, 10 y 15 de enero de 2008, que
totalizó en la suma de $347.206.549.oo, la cual corrigió
monetariamente con base en el IPC y mediante la utilización
de la fórmula matemática que consignó en su fallo, hasta
febrero de 2014, lo que arrojó como resultado la cantidad de
$426.414.777.oo.

6. Para terminar, clarificó que excluyó de ese


cómputo el pago realizado “a la Refinería de Cartagena por valor
de $80.320.000.oo visible a folio 161, pues este se hizo en virtud
de las obligaciones inherentes al contrato”.

LA DEMANDA DE CASACIÓN

Tres acusaciones formuló la accionada para combatir la


sentencia de segunda instancia, que la Corte estudiará en el

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mismo orden de su proposición, pero conjuntando las dos


iniciales, por las razones que en su momento se expondrán.

CARGO PRIMERO

A la luz del numeral 1º del canon 368 del Código de


Procedimiento Civil, el recurrente denunció la sentencia del
ad quem por ser directamente violatoria de la ley sustancial,
debido a que, por una parte, no hizo actuar los artículos
1602, 1618, 1620 del Código Civil y 4º, 822 y 864 del Código
de Comercio; y, por otra, aplicó indebidamente los artículos
1634, 1640 y 1795 del segundo estatuto mencionado.
Una vez admitió como válido el reconocimiento que el
Tribunal hizo de la relación contractual que existió entre el
señor José Alfredo Daza Ortiz y la sociedad demandada, por
ser cierta, el censor, en sustento de la acusación, expuso:

1. El desacierto del ad quem recayó en “la naturaleza


jurídica” que determinó respecto del “documento que obra a folio
37 del cuaderno número 1, con fecha 30 de julio de 2005”, cuyo
contenido reprodujo, toda vez que lo calificó de una “simple
diputación”.

2. Estimó que “es errada la interpretación que le d[io] el


juez plural a dicho documento”, pues la autorización que él
contiene “de ninguna manera” es “una diputación para el pago”,
en tanto que a través de esta figura “el acreedor otorga una
comisión a un tercero para que haga el cobro y reciba válidamente
el pago”, lo que no se avizora en el comentado escrito, toda
vez que éste aparece dirigido a la demandada y no a la

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

persona a quien se hizo el encargo, señora Nini Catalina


Henríquez Quintero.

3. Reiteró que, “[p]or lo tanto, allí no existe una


diputación para el pago, esto es[,] una comisión para adelantar el
cobro y recibo del pago (…), ya que como se dijo, el documento
está dirigido a la sociedad deudora y es una manifestación del
acreedor al deudor para poder hacerle pagos a la señora ya
mencionada”.

4. En consonancia con lo anterior, precisó que con el


escrito analizado, el señor Daza Ortiz “estipuló que los pagos
eran válidos si se hacían a la señora NINI CATALINA HENRÍQUEZ
QUINTERO, a quien incluso se le debía hacer entrega de la
totalidad del dinero en caso de faltar” él.

5. Previa recordación del análisis que en relación con


el comentado documento efectuó el Tribunal, así como que
fue, con base en el mismo, que esa Corporación aplicó los
artículos 1634, 1639 y 1640 del Código Civil, el censor criticó
“dicha interpretación”, por ser contraria a las propias “normas
invocadas”, toda vez que la última se refiere al poder conferido
“para demandar en juicio al deudor”, hipótesis que aquí no se
cumple.

6. Con apoyo en el texto del documento de que se trata,


aseveró que el sentenciador de segunda instancia equivocó
su examen, pues con él “DAZA ORTIZ no le otorgó un mandato a
la señora NINI CATALINA HENRÍQUEZ QUINTERO para cobrar a
C.I. EMPRESA COLOMBIANA DE SERVICIOS PETROLEROS S.A. -
C.I. ESCOS PETRÓLEO S.A.-, las sumas que le adeudara, sino que
facultó a la sociedad para que le hiciera entrega de inmediato de la

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

totalidad del dinero que estuviera a su nombre, lo que indica la


disposición del derecho”, previsión de la que se sigue, de un
lado, que la autorizada sí estaba facultada para recibir las
sumas de dinero propiedad del nombrado; de otro, que
anduvo equivocado el Tribunal cuando coligió lo contrario; y,
finalmente, que esa facultad concedida a la empresa
deudora, no se extinguió con la muerte del acreedor.
7. Al cierre, advirtió que la autorización post mortem
dada por el causante, “vincula aún a los herederos y cónyuge del
señor DAZA ORTIZ”.

CARGO SEGUNDO

También con apoyo en la causal primera de casación, el


censor reprochó el fallo impugnado por ser indirectamente
violatorio de los artículos 1634, 1795 y 2195 del Código Civil,
los dos iniciales por aplicación indebida y el último por
omisión, como consecuencia de la indebida ponderación del
material probatorio.

En pro del cuestionamiento, se adujo:

1. Fue errada la apreciación que el sentenciador de


segunda instancia efectuó de la carta que el 13 de diciembre
de 2007, le remitió la señora Enedys del Carmen Maestre
Ángel a la demandada, yerro que “ha repercutido en la
escogencia de la norma que gobierna la relación, ya que se optó por
aplicar el artículo 1634 del Código Civil como si fuera una
diputación para el pago, esto es comisión para el mismo, un
encargo, y de contera concluyó que se trataba de un derecho que
pertenecía a la sociedad conyugal, cuando en realidad ha debido

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

darle aplicación íntegra y sistemática a lo consagrado en el artículo


2195, norma que consagra expresamente que la muerte del
mandante no extingue el mandato cuando este está destinado a
ser ejecutado después de ella”.

2. Luego de poner de presente nuevamente el


contenido de la autorización que el señor Daza Ortiz otorgó a
la señora Nini Catalina Henríquez Quintero y de aseverar que
“[s]e trata de un mandato que debía cumplirse después de su
muerte”, el recurrente enfatizó que al examinar el contenido
de la carta sobre la que versó el reproche, esto es, la que obra
en el folio 42 del cuaderno principal, “no se evidencia que el
mandato o diputación para el pago o autorización, haya sido
revocado”, puesto que dicha misiva se limitó a indicar “que se
asumen los negocios del señor DAZA ORTIZ”, sin hacer “referencia
a la autorización que en vida extendiera el antes nombrado”, por
lo que el sentenciador de segunda instancia “está deduciendo
de esta prueba la anunciada revocatoria, pero brilla por su
ausencia”.

3. Añadió que el Tribunal, al ponderar la referida


comunicación, pasó por alto que con ella la suscribiente no
acreditó su condición de cónyuge del señor José Alfredo Daza
Ortiz, la cual no podía inferirse de la mera afirmación que al
respecto hizo, por tratarse de un hecho que exige prueba
solemne. Afirmó que “dar por terminado un mandato o una
diputación para el pago con un escrito en el que se invoca una
calidad tan particular, debe estar soportada por una prueba
calificada, no con una simple afirmación. El tribunal omitió la
magnitud de esa prueba y en cambio tuvo por revocado el mandato,
a pesar de no tener el escrito ese alcance y estar desprovisto de la
solemnidad que lo debe acompañar”.

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4. A continuación acotó que “la sucesión del señor


DAZA ORTIZ solo se vino a liquidar hasta el mes de octubre del año
2009” y que de ese “proceso emerge que más que revocar el
mandato, la señora MAESTRE ÁNGEL lo que quiso fue desconocerlo
por no provenir de su difunto esposo”, falsedad que nunca
existió.

CONSIDERACIONES

1. El punto del que partió el Tribunal para acoger las


pretensiones de la demanda, fue la demostración en el
proceso del nexo contractual innominado que existió entre el
esposo y padre de los actores, señor José Alfredo Daza Ortiz
(q.e.p.d.), y la accionada, en virtud del cual aquél aportó el
capital para la adquisición de petróleo en favor de la última,
empresa que, a su turno, estaba comprometida a reintegrarle
ese dinero.

Con tal base, la citada autoridad coligió el surgimiento


“de una obligación dineraria a cargo de la entidad y a favor del
causante (…) exigible a la fecha de su fallecimiento”, consistente
en “devolver los dineros que el señor JOSÉ DAZA ORTIZ había
entregado para la compra y venta de combustible[,] (…) cuyo monto
debía restituírsele”.

Esos pilares del fallo no fueron controvertidos en


casación, por lo que, para los efectos de este
pronunciamiento, devienen intocables, en la medida que, por
tal razón, son cuestiones fácticas definidas así en la

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

controversia, que no pueden las partes, ni la Corte, siquiera


alterar.

Con pie de apoyo en esas inferencias, el ad quem dedujo


el incumplimiento, por parte de la aquí demandada, del
advertido deber contractual de reintegro de los dineros que
existían en la cuenta del nombrado aportante a la fecha de
su fallecimiento (29 de noviembre de 2007), como quiera que
no los entregó a la cónyuge y herederos de éste, sino a la
señora Nini Catalina Henríquez Quintero, a quien él, en carta
dirigida a la sociedad demandada, fechada el 30 de julio de
2005, había autorizado para “retirar los pagos” que se hicieran
a su favor y para que, en caso de llegar a faltar, le entregaran
“de inmediato la totalidad del dinero que esté a mi nombre”.

Dicha deducción, el juzgador la soportó en tres razones


fundamentales, a saber:

a) La referida autorización no es un mandato, sino


una diputación para el pago, en tanto que con ella solamente
se facultó a la encargada para retirar las sumas de dinero de
que era titular el otorgante, y que le adeudaba la aquí
convocada, por lo que, como tal, estaba sometida a las
previsiones del artículo 1644 del Código Civil, en el que se
establece la inhabilidad del diputado para recibir el pago “por
todas las causas que hacen expirar un mandato”, entre ellas, la
muerte del mandante.

b) La aludida delegación, sea que se la tenga como


como una simple diputación o como un mandato, de
pensarse que no se extinguió con la muerte de quien la

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

confirió, debe entenderse revocada con la comunicación que


la esposa de Daza Ortiz, señora Enedys Maestre Ángel, le
remitió a la demandada el 13 de diciembre de 2007, y que
ésta confesó haber recibido, en la que le manifestó hacerse
cargo, de forma personal y exclusiva, de la totalidad de los
negocios que su difunto cónyuge había celebrado con dicha
empresa, advirtiéndole que ninguna persona estaba
facultada para presentar reclamaciones o realizar acuerdos
al respecto.

c) Y, por último, la ilegalidad de los desembolsos


realizados en favor de la señora Hernández Quintero con
posterioridad al deceso del nombrado causante, puesto que
“después de su muerte no era válido el pago que se le hiciera a
terceros, ni aún con autorización”, porque los dineros
depositados por aquél “pertenecían por ley a sus herederos y
además se presumían de la sociedad conyugal si era casado”.

Esa comprensión del fallo de segunda instancia,


permite colegir que con los cargos de que ahora se ocupa la
Corte, atrás compendiados, el recurrente combatió la
conclusión advertida en precedencia, así:

Con el primero, rebatió la calificación que esa autoridad


hizo de la autorización otorgada por el señor Daza Ortiz a la
señora Henríquez Quintero, como una mera diputación para
el pago; y con el segundo, refutó el efecto revocatorio de la
señalada autorización, que el Tribunal le atribuyó a la carta
del 13 de diciembre de 2007, enviada por la cónyuge del
causante a la aquí accionada.

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

Ello explica la conjunción que de tales acusaciones


efectuó la Corte, pues, como acaba de decirse, con cada
censura se impugnó uno sólo de los argumentos soportantes
del incumplimiento contractual declarado, por lo que se
imponía sumarlas, para que el ataque tuviera un espectro
más amplio o panorámico.

2. Pese a su agregación, los cargos auscultados lucen


incompletos, en la medida que ninguno de ellos,
individualmente considerado, ni los dos ya integrados, se
ocuparon de controvertir el tercer argumento esgrimido por
el Tribunal para respaldar la indicada inferencia, esto es, que
los dineros existentes en la cuenta del señor Daza Ortiz, una
vez acaeció su deceso, “pertenecían por ley a sus herederos y
además se presumían de la sociedad conyugal si era casado”, por
lo que fue inválido el pago que de ellos hizo la accionada a la
señora Nini Catalina Henríquez Quintero.

Es que, como sin vacilaciones lo ha venido sosteniendo


esta Corporación, “cuando el cargo se construye con base en el
quebranto de la ley sustancial, se torna indispensable para el
recurrente, por una parte, enfocar acertadamente las acusaciones
que formule, con lo que se quiere significar que ellas deben combatir
las genuinas razones, jurídicas o fácticas, que soportan el fallo
impugnado, y no unas extrañas a él, fruto del incorrecto o
incompleto entendimiento que de la sentencia haya hecho el censor,
o de su imaginación, o inventiva; y, por la otra, que su actividad
impugnaticia tiene que estar dirigida a derruir la totalidad de esos
argumentos esenciales de la sentencia, pues si el laborío del
acusador no los comprende a cabalidad, al margen de que el
juzgador de instancia hubiere podido incurrir en las falencias
denunciadas, su sentencia no podría quebrarse en virtud del

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

recurso extraordinario. (…). En pocas palabras: el cargo fundado


en el numeral 1º del artículo 368 del Código de Procedimiento Civil
debe estar debidamente enfocado y ser completo o, lo que es lo
mismo, debe controvertir directamente la totalidad de los
auténticos argumentos que respaldan la decisión combatida (CSJ,
auto de 19 de diciembre de 2012, Rad. 2001-00038-01; se
subraya).

La detectada omisión del recurrente, traduce que el


argumento atrás precisado se mantiene en pie, prestándole
suficiente apoyo a la sentencia combatida, como se ampliará
más adelante, de lo que se sigue que, por lo tanto, ninguna
de las acusaciones en las que tiene ahora fijada su atención
la Sala, está llamada a buen suceso.

3. De soslayarse la deficiencia anterior, de todas


maneras, se establece el fracaso de los reproches en cuestión,
conforme las razones que enseguida se consignan.

3.1. Sobre la primera acusación, en la que, como ya se


sabe, se denunció la violación directa de la ley sustancial por
parte del Tribunal, al calificar la autorización dada por Daza
Ortiz a Henríquez Quintero, como una “diputación para el
pago”, se estima:

3.1.1. En punto de la interpretación de los contratos,


en sentido amplio, tanto la jurisprudencia de esta Corte,
como la doctrina, han distinguido tres actividades,
relacionadas entre sí pero, en buena medida, autónomas: la
interpretación, propiamente dicha; la calificación jurídica; y

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

la integración del contenido contractual con la normatividad


aplicable.

En palabras de la Sala, “la interpretación [es] una labor de


hecho enderezada a establecer el significado efectivo o de fijación
del contenido del negocio jurídico teniendo en cuenta los intereses
de los contratantes; la calificación es la etapa dirigida a determinar
su real naturaleza jurídica y sus efectos normativos; y la
integración es aquél momento del proceso que se orienta a
establecer el contenido contractual en toda su amplitud, partiendo
de lo expresamente convenido por las partes, pero enriqueciéndolo
con lo que dispone la ley imperativa o supletiva, o lo que la
buena fe ha de incorporar al contrato en materia de deberes
secundarios de conducta, atendiendo su carácter de regla de
conducta -lealtad, corrección o probidad-” (CSJ, SC del 19 de
diciembre de 2011, Rad. n.° 2000-01474-01).

Se comprende, entonces, que cuando se trata de


establecer la naturaleza jurídica de un contrato, corresponde
al juez, en primer lugar, definir el genuino sentido y alcance
de su contenido objetivo, labor que comporta, de un lado, el
examen de la prueba del convenio, esto es, de la forma
externa de la manifestación de voluntad de sus celebrantes
y, de otro, concretar, con base en dicho estudio, lo realmente
acordado por ellos (fase interpretativa).

Hecho lo anterior, debe proseguirse a la adecuación


jurídica, esto es, a ubicar dicho contenido en la ley o, más
exactamente, en las diversas tipologías negociales
contempladas por el legislador, tarea que supone verificar, si
ese juicio es positivo, que están satisfechos la totalidad de los
requisitos esenciales previstos para la modalidad contractual

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

correspondiente. En caso contrario, es decir, cuando no hay


coincidencia, habrá de colegirse que se trata de un contrato
atípico y, en este supuesto, la actividad del juzgador deberá
enderezarse a establecer el grado de proximidad del
contenido contractual a uno o a varios de los prototipos
legales de contrato, con miras de definir el régimen jurídico
aplicable (fase de calificación).

Como se ve, no obstante que la descrita actividad


corresponde a la segunda fase del proceso de interpretación,
su acierto depende de que el juez haya efectuado tanto una
correcta comprensión del contenido contractual, como una
adecuada subsunción de ese contenido en la ley.

Viable es colegir, entonces, que la errada calificación


jurídica de un contrato típico, puede provenir de la deficitaria
comprensión de su contenido objetivo, que conduce al
intérprete a equivocarse en la identificación de su clase; o de
un defecto puramente jurídico, que acontece cuando, pese a
que el operador judicial define acertadamente el sentido y
alcance del contrato, yerra en su adecuación legal.
Se extrae de lo expuesto, que si lo que se denuncia en
casación es que el sentenciador de instancia se equivocó en
la calificación jurídica de un contrato, el recurrente tiene a
su disposición dos vías, según que la causa de ese desatino
haya sido la incorrecta comprensión del contenido
contractual o el error puramente jurídico a que atrás se
aludió.

Si lo primero, el yerro es fáctico y su proposición, por


ende, sólo puede hacerse por la vía indirecta prevista en el

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

motivo inicial del artículo 368 de Código de Procedimiento


Civil. Si lo segundo, el camino es la vía directa allí mismo
contemplada.

Sobre todos estos particulares, la Corporación, en la


sentencia atrás citada, añadió:

Específicamente, la calificación del contrato alude a aquel


procedimiento desarrollado para efectos de determinar la
naturaleza y el tipo del contrato ajustado por las partes
conforme a sus elementos estructurales, labor que resulta
trascendental para establecer el contenido obligacional que
de él se deriva. Allí será necesario, por tanto, distinguir los
elementos esenciales del contrato de aquellos que sean de su
naturaleza o simplemente accidentales. Para llevar a cabo la
labor de calificación, el juez debe determinar si el acto
celebrado por las partes reúne los elementos esenciales para
la existencia de alguno de los negocios típicos y, si ello es así,
establecer la clase o categoría a la cual pertenece, o, por el
contrario, determinar si el acto es atípico y proceder a
determinar la regulación que a él sea aplicable.

Por tanto, la calificación es una labor de subsunción del


negocio jurídico en un entorno normativo, fruto de lo cual se
podrá definir la disciplina legal que habrá de determinar sus
efectos jurídicos.

Es evidente, claro está, que en la labor de calificación


contractual el juez no puede estar atado a la denominación o
nomenclatura que erróneamente o de manera desprevenida
le hayan asignado las partes al negocio de que se trate, por
lo cual es atribución del juez preferir el contenido frente a la
designación que los contratantes le hayan dado al acuerdo
dispositivo (contractus magis ex partis quam verbis
discernuntur), ya que, como se comprenderá, se trata de un
proceso de adecuación de lo convenido por las partes al
ordenamiento, en la que, obviamente la labor es
estrictamente jurídica.

Sobre el particular, autorizados expositores nacionales,


haciendo referencia a la calificación del negocio jurídico,
sostienen que ‘la misión de un juez frente a un acto
controvertido no se agota en su interpretación propiamente
dicha y que es una cuestión de hecho, comoquiera que
consiste en averiguar cuál ha sido la real intención de los
agentes, sino que va más allá, en cuanto dicho juez no

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

solamente está autorizado, sino legalmente obligado a dar un


paso más, cual es el de determinar si tal acto existe o no, vale
decir, si se ha perfeccionado jurídicamente y, en caso
afirmativo, cuál es su naturaleza específica, cuestión esta que
ya no es de hecho sino de derecho, y que puede llegar hasta
la rectificación de la calificación equivocada que le hayan
atribuido los agentes’1 (se subraya).

(…)

(…). En tal orden de ideas, ostensible es que el


derrumbamiento de la calificación jurídica, propiamente
dicha, que efectuó el Tribunal del contrato base de la acción,
sólo la podía obtener el censor desvirtuando, como mínimo,
uno cualquiera de los dos pilares en que aparece soportado
ese juicio del sentenciador, es decir, las apreciaciones que
hizo de las estipulaciones contractuales, para cuyo
logro, por ser cuestión de hecho, tenía a su alcance la
vía indirecta de la causal primera de casación, o el
entendimiento que hizo de las normas disciplinantes de la
compraventa, que por ser cuestión eminentemente jurídica,
debía plantear por la vía directa del mismo motivo del recurso
extraordinario (cfr. Cas. Civ. 24 de marzo de 1955, G.J.
LXXIX, págs. 795 y ss.; Cas. Civ. 8 de agosto de 1994, G.J.
CCXXXI, págs. 265 y 266; Cas. Civ. 14 de septiembre de
1998, G.J. Tomo CCLV, pág. 567) (negrillas y subrayas
fuera del texto).

3.1.2. El Tribunal infirió que la autorización conferida


por el señor Daza Ortiz a la señora Nini Catalina Henríquez
Quintero, expresada en la carta del 30 de julio de 2005 (fl.
37, cd. 1), dirigida a la demandada, era una diputación para
el pago, debido a que “en la primera parte de la misma se habla
de una autorización PARA RETIRAR los dineros a nombre del señor
JOSÉ DAZA ORTIZ, y en la segunda que en caso de llegar a faltar
se le entregara de inmediato la totalidad de los dineros que
estuvieran a su nombre”, circunstancia que lo llevó a sostener
que como en ninguno de esos segmentos se dio “la facultad de
recibir, sino de retirar los pagos a nombre del señor JOSÉ DAZA” ,

1 Ospina Fernández, Guillermo y Ospina Acosta, Eduardo. “Teoría General de


los Actos o Negocios Jurídicos”. Bogotá, Temis, 1980, pág. 418.

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

ello “indica que la titularidad de los dineros estaba en cabeza de


[é]ste y en caso de fallecimiento en cabeza de sus herederos y
cónyuge por efectos de la presunción establecida en el artículo
1795 del C.C.”.

3.1.3. Patente es, pues, que la calificación de esa


manifestación de voluntad como una mera diputación para
el pago, y no como un mandato, la derivó el Tribunal de su
contenido, en particular, de las facultades de que se revistió
a la autorizada, señora Henríquez Quintero.

3.1.4. En tal orden de ideas, se establece la indebida


formulación del cargo examinado y, por ende, su fracaso,
como quiera que la revisión de esa postura del ad quem, por
ser una cuestión de hecho, únicamente procedía, y procede,
a la luz de la violación indirecta de la ley sustancial, y no de
la directa, que fue la que se planteó, vías que no pueden
confundirse por tener fisonomía propia.

Con sobrada razón, ha dicho la Sala que “[l]a violación de


las normas de derecho sustancial en la cual subyace la primera de
las causales de casación, puede producirse de dos maneras
distintas: directamente, cuando el sentenciador se equivoca en la
aplicación del derecho material que concierne al asunto objeto del
litigio, no obstante haber constatado correctamente la realidad
fáctica, e indirectamente, cuando es la defectuosa verificación de
los hechos, a través del examen de las pruebas aducidas para
formar su juicio, la que lo conduce a infringir las normas
sustanciales. (…). Por la misma disimilitud que ofrecen las causas
en las cuales se enraíza una y otra forma de infracción de la ley
sustancial, el recurrente debe asumir un comportamiento distinto
al denunciar cada una de ellas. Así, si acusa el quebranto directo

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

de preceptos del tipo indicado, debe concentrar su gestión


impugnaticia en los textos legales que considera inaplicados,
indebidamente aplicados o interpretados erróneamente,
prescindiendo de toda consideración que entrañe divergencia con
las conclusiones fácticas y probatorias derivadas por el
sentenciador. (…). Si opta por la vía indirecta y como en tal
hipótesis el quebranto de la ley sustancial puede emanar de errores
de hecho o de derecho en la apreciación de las pruebas, ha de
individualizar las pruebas sobre las cuales recayó el error, si es del
primer tipo. Si es del segundo, indicar las normas probatorias que
juzga infringidas, explicando en qué consiste la infracción. Sea que
denuncie errores de hecho o de derecho, corre con la carga de
demostrarlos” (CSJ, SC del 25 de febrero de 2002, Rad. n.°
5925).

3.1.5. Corolario de lo hasta aquí expuesto, es que, por


la senda que se fijó al cargo primero -directa-, no es factible
para la Corte entrar a revisar la comprensión que de la
autorización en ciernes efectuó el ad quem y, por lo mismo,
invalidar su conclusión de que se trató de una mera
diputación para el pago.

3.1.6. Si en gracia de discusión, se dejara de lado la


precedente deficiencia, habría también que concluir que la
referida acusación deviene frustránea, pues su único
fundamento fue que la misiva en comento aparece dirigida a
la demandada, y no a la diputada para el pago, como tenía
que se ser, argumento que en sí mismo considerado, es inane
para desvirtuar la calificación jurídica que de la comentada
autorización efectuó el Tribunal, más cuando el
planteamiento del censor contradice el mandato del artículo
1638 del Código Civil, que expresa: “La diputación para recibir

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

el pago puede conferirse por poder general para la libre


administración de todos los negocios del acreedor, o por poder
especial para la libre administración del negocio o negocios en que
está comprendido el pago, o por un simple mandato comunicado
al deudor” (negrillas y subrayas fuera del texto).

Por consiguiente, que la referida autorización aparezca


consignada en la carta que el señor Daza Ortiz dirigió a la
demandada, quien en relación con la obligación de reintegro
de aportes era la deudora, no es una circunstancia que se
oponga a que, como lo estimó el ad quem, corresponda a una
diputación para el pago sino que, por el contrario, avala esa
conclusión.
3.2. Ya en lo que hace al cargo segundo, mediante el
cual se denunció el quebranto indirecto de la ley sustancial,
como consecuencia de error de hecho en la ponderación de
la carta que el 13 de diciembre de 2007 la señora Enedys del
Carmen Maestre Ángel entregó a la accionada, se encuentra:

3.2.1. Conocido es que no cualquier error en la


apreciación de la demanda, de su contestación y/o de las
pruebas del proceso, abre paso a casar un fallo de instancia.
Solamente el yerro manifiesto o mayúsculo, es decir, aquél
que conduce al sentenciador a una conclusión fáctica
contraevidente o, en otros términos, contraria a la realidad
que aflora del proceso mismo, tiene esa virtud.

3.2.2. La misiva de que ahora se trata, militante en los


folios 42 y 43 del cuaderno principal, reza:

Valledupar, Diciembre 13 de 2007

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

Señores
ECOSPETROLEO S.A.
Atn. SR. MARCOS GONZALEZ
Gerente
Barranquilla

Cordial saludo;

ENEDYS MAESTRE ÁNGEL, identificada como aparece al


pie de mi respectiva firma, me dirijo a Usted(es), con el fin de
manifestarle[s] que en calidad de legítima esposa del [s]eñor
JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ (Q.E.P.D.), asumo toda
responsabilidad por los negocios que mi difunto esposo
adelantaba con la Empresa Ecospetroleo.

Así mismo cualquier transacción comercial, mercantil,


financiera y todo lo relacionado con los negocios llevados a
cabo por mi esposo con dicha [e]mpresa, serán asumidos
directa, única y exclusivamente por la suscrita en
representación de JOSÉ ALFREDO.

[P]or consiguiente nadie m[á]s est[á] legalmente autorizado


para presentar reclamaciones o efectuar cualquier
negociación adelantada ante Ecospetroleo por el [s]eñor
DAZA ORTIZ.

Agradezco su colaboración,

Atentamente,

ENEDYS MAESTRE A.
CC 49.762.979 V/par
(Hay firma ilegible)

cc.- Junta Directiva Ecospetroleo.

3.2.3. Pese a ser cierto que en dicha comunicación no


se mencionó expresamente la tantas veces indicada
autorización del 30 de julio de 2005, esa sola circunstancia
no impedía que el Tribunal coligiese, como en efecto lo hizo,
la revocatoria de la misma, toda vez que la misiva fue
contundente en indicar, de un lado, que la única persona que
se haría cargo de los negocios que el señor José Alfredo Daza

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

Ortiz celebró en vida con la demandada, sería la señora


Enedys del Carmen Maestre Ángel, en su condición de
cónyuge de aquél; y, de otro, que, por lo tanto, ninguna
persona diferente a ella, estaba “legalmente autorizad[a]” para
elevar solicitudes o realizar actuaciones vinculadas con tal
nexo comercial.

3.2.4. Como esas manifestaciones estuvieron


encaminadas a inhabilitar cualquier gestión proveniente de
una persona distinta a la esposa del señor Daza Ortiz
relacionada con los negocios que éste mantuvo con C.I.
EMPRESA COLOMBIANA DE SERVICIOS PETROLEROS
S.A., no se avizora caprichoso, antojadizo, ni arbitrario que
el juzgador de segunda instancia, fincado en ese escrito,
dedujese la revocatoria de la autorización que otrora le
confiriera el nombrado causante a la señora Nini Catalina
Henríquez Quintero.

3.2.5. Tal razonamiento del ad quem, a la luz de lo


expresado en la comentada prueba, surge plausible y, por lo
mismo, no entraña el yerro fáctico denunciado.

3.2.6. El otro planteamiento sustentante de la


acusación, esto es, que el ad quem pasó por alto que la
señora Maestre Ángel no acreditó con la comunicación
analizada, su condición de cónyuge supérstite del causante
José Alfredo Daza Ortiz, es un medio nuevo en casación que,
consecuencialmente, resulta inadmisible.

Al respecto, véase cómo la demandada, al contestar el


libelo introductorio, en concreto su hecho 11, manifestó:

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

Es cierto que el día 13 de [d]iciembre del año 2007, la [s]eñora


ENEDYS DEL CARMEN MAESTRE ÁNGEL, actuando en
calidad de legítima esposa del [s]eñor JOSÉ ALFREDO
DAZA ORTIZ, por escrito, asumió toda responsabilidad por
los negocios que su difunto esposo adelantaba con la
empresa ECOSPETROLEO.

Luego es cierto que asimismo indicó a través del mismo


escrito, que cualquier transacción comercial, mercantil,
financiera y todo lo relacionado con los negocios llevados a
cabo por su esposo con dicha empresa, serían asumidos
directa, única y exclusivamente por ella en representación
del [s]eñor JOSÉ ALFREDO DAZA, determinando incluso en
el mismo documento, que nadie más estaba legalmente
autorizado para presentar reclamaciones o efectuar cualquier
negociación adelantada ante ECOSPETROLEO por el [s]eñor
DAZA ORTIZ, tal como lo hace constar en documento anexo a
la demanda.

Debe señalarse que en esa época no se había abierto la


sucesión del causante, lo que ocurre en el año 2009, de
manera que ninguno de los herederos del causante, se había
legitimado para asumir posiciones frente a los derechos de
herencia, pues aunque deferida, permanecía ilíquida.

Por otra parte, aunque explícito el mencionado documento,


por ninguna parte revoca, ni expresa revocar los poderes
otorgados por el causante y en concreto el otorgado a NINI
CATALINA HENRÍQUEZ QUINTERO, con el agravante de que
tampoco constituye este documento, la comunicación sobre
revocatoria del mandato a que refiere el artículo 2919 del C.C.

Así pues, el mencionado comunicado no afecta la viabilidad


jurídica de poder antedicho.

En líneas generales, esa fue la postura que la accionada


mantuvo al alegar de conclusión tanto en primera, como en
segunda instancia.

3.2.7. Traduce lo anterior, que sólo fue en desarrollo


del cargo segundo propuesto en casación, que la recurrente
adujo la falta de demostración, con la comentada carta, de la
condición de esposa del causante Daza Ortiz que la señora

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

Maestre Ángel allí invocó, planteamiento que por no haberse


efectuado en las instancias, no fue debatido en ellas y que,
por consiguiente, no pudo ser, de un lado, controvertido por
los actores y, de otro, considerado por el Tribunal, lo que
impide que su sentencia pueda ser censurada con respaldo
en él.

Llegados a este punto, es del caso reiterar que “el fallo


impugnado por vía extraordinaria no puede ser juzgado con base
en hechos que, por no haber sido oportunamente propuestos en el
litigio, no pudieron ser considerados por el sentenciador de
instancia y, adicionalmente, porque si así se admitiera, se
vulneraría el debido proceso y, más exactamente, el derecho de
defensa de la parte contraria, la que, en ese supuesto, no habría
tenido forma de controvertir el fundamento fáctico invocado por el
recurrente” (CSJ, SC del 6 de diciembre de 2011, Rad. n.°
2003-00113-01).

4. Es evidente, entonces, el naufragio de las dos


acusaciones examinadas.

5. Con todo, es del caso añadir que así se admitiera


que la referida autorización corresponde a un mandato, el
objeto del mismo, en su segunda parte, esto es, en cuanto
previó la entrega a la señora Henríquez Quiroga de la
totalidad de los dineros que existieran en la cuenta del señor
Daza Ortiz, si éste llegare a faltar, no se ubica en la excepción
consagrada en el artículo 2195 del Código Civil, como pasa a
analizarse:

5.1. El mandato, por esencia, es un contrato de


confianza recíproca entre quienes lo celebran, toda vez que

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

es en virtud de ella que quien lo otorga, delega en el otro la


realización de uno o varios negocios jurídicos que son de su
interés; y que el aceptante, opta por asumir el encargo.

Ello, en buena medida, explica que sea causa de su


terminación, entre otras, “la muerte del mandante o del
mandatorio”, según voces del numeral 5º del artículo 2189 del
Código Civil.

5.2. Tratándose del fallecimiento de quien confiere el


mandato, el legislador previó que esa circunstancia no lo
extingue, en primer lugar, cuando de la interrupción de su
ejecución ya iniciada, pueden derivarse perjuicios para los
herederos del mandante (art. 2194, C.C.); y, en segundo
término, si está “destinado a ejecutarse después” del deceso de
este último (art. 2195, ib.).

No obstante la aparente amplitud con que fue concebido


el segundo de esos preceptos, su correcta aplicación exige
interpretarlo en armonía con las demás normas y principios
disciplinantes de este tipo de contrato, fundamentalmente,
que su objeto es la realización por parte del mandatario, de
uno o varios negocios jurídicos lícitos (art. 2142 C.C); que su
ejecución, él la debe realizar sin ocasionar perjuicios al
mandante (art. 2175 ib.) o a sus herederos (art. 2194 ib.); y
que termina con la muerte de sus celebrantes, por lo que las
excepciones a esta regla general, son de carácter taxativo y
restringido.

5.3. En este orden de ideas, se establece que el


mandato concebido para ser ejecutado con posterioridad a la

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

muerte de su otorgante, no puede recaer sobre todo tipo de


actos sino solamente sobre aquellos cuya realización
dependa, precisamente, del fallecimiento del mandante.

Refiriéndose al “MANDATO ‘POST MORTEM’”, un


autorizado profesor y tratadista nacional, enseña:

El albaceazgo es un tipo de mandato que por su misma


naturaleza no puede ejecutarse sino después de la muerte
del mandante. Igualmente, puede darse el caso de mandatos
de otro tipo cuya ejecución esté condicionada a la muerte del
mandante, como el conferido para gestionar lo relativo a los
funerales del mandante. Esos mandatos, pues, no solo no
terminan con la muerte del mandante, sino que, por el
contrario, apenas con ella vienen a ser ejecutables. Por eso
dispone el art. 2195 respecto a ellos: ‘No se extingue por la
muerte del mandante el mandato destinado a ejecutarse
después de ella. Los herederos suceden en este caso en los
derechos y obligaciones del mandante’2.

Como se aprecia, son de ese linaje, y no de otro, los


actos que pueden delegarse para ser cumplidos con
posterioridad a la muerte del mandante. Únicamente, lo
precisa ahora la Corte, aquellos cuya ejecución depende del
deceso de aquél. Por consiguiente, los que no tiene esa
condición, escapan a la previsión del artículo 2195 del Código
Civil y son ajenos al mandato post mortem.

Tras cuestionar la viabilidad de ese tipo de encargos,


por la dudosa eficacia que podría tener el “negocio celebrado
en nombre de un muerto”, otro autor señala:

Pero el problema, de tener importancia, habría que plantearlo


para la sustitución por mandato, representativo o no, pues lo
que importa es el efecto patrimonial de contratar por cuenta

2 Gómez Estrada, César. “De los principales contratos civiles”. Bogotá,


Editorial Temis S.A., 1999, págs. 403 y 404.

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de un muerto, aunque para ello el mandatario emplee su


propio nombre. La situación está prevista en la ley al decir
que ‘No se extingue por la muerte del mandante el mandato
destinado a ejecutarse después de ella. Los herederos
suceden en este caso en los derechos y obligaciones del
mandante’ (artículo 2195); y que ‘El mandato conferido
también en interés del mandatario o de un tercero no
terminará por la muerte o inhabilitación del mandante’
(artículo 1284 del Código de Comercio).

(…)

La norma comentada contiene, pues, una excepción a la que


señala como causa de terminación del mandato la muerte de
una de las partes (artículo 2190), por la especial confianza
que media en el mandato.

Pero si se examina más a fondo la situación planteada con


ese mandato ‘post mortem’, puede decirse que no hay una
razón de orden público para que tengan los herederos el
deber de recibir esa herencia, aunque les perjudique, y que,
por otra parte, se contravenga a la verdad jurídica de que
ellos son ya los dueños del patrimonio de su causante, quien
hubiera podido limitarlo sólo en parte, ya que no podía
lesionar la que corresponde por ley a sus asignatarios
(artículo 1226). De manera que la disposición citada no puede
entenderse con tanta amplitud como aparece en su texto,
porque otras normas de orden superior y principios jurídicos
muy importantes contrarían su largo alcance. Hay que ver en
cada caso concreto cuál es el contenido económico y el efecto
jurídico de un mandato que pretende imponerse a los
herederos, para precisar si están obligados a cumplirlo. No
parece que sea de forzoso cumplimiento un mandato del
causante para que después de su muerte el mandatario
adquiera una empresa ganadera para los socios,
administrada por el último durante cierto tiempo, y con
sanción para los herederos que desconozcan su mandato.
Aunque se alegue que el mandatario tendría un interés en
ello, debe responderse que la sola remuneración que pudiera
corresponderle no constituye interés autónomo e
independiente que deba respetarse y que, de todos modos, el
mandato es siempre revocable (artículos 2191 del Código
Civil y 1280 del Código de Comercio). Parece que no es esta
la época de seguir venerando la caprichosa voluntad del
causante, cuando el mismo estado desea absorber para la
comunidad la mayor parte del acervo hereditario a través de
su régimen fiscal3 (se subraya).

3 Escobar Sanín, Gabriel. “Negocios Civiles y Comerciales. I. Negocios de


Sustitución”. Bogotá, Universidad Externado de Colombia, 2da. edición, 1987,
págs. 224 y 225.

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Radicación n.° 08001-31-03-010-2010-00254-01

5.4. Retornando al caso sub lite, se concluye que la


facultad de entregar los dineros que al momento de la muerte
de Jorge Alfredo Daza Ortiz se encontraban depositados por
éste en favor de la demandada, a la señora Nini Catalina
Henríquez Quintero, en virtud de que el nombrado causante,
en vida, la revistió de la potestad de retirarlos, es un acto que
desborda el marco de aplicación del artículo 2195 del Código
Civil, puesto que, de un lado, se trata de una delegación que
contradice la ley, en tanto que conlleva la disposición por
parte del mandante de unos activos patrimoniales que desde
el mismo momento de su deceso, pasaron a ser propiedad de
su cónyuge supérstite y de sus herederos, sin que la
titularidad de éstos se vea menguada por el hecho de no
haberse liquidado la sociedad conyugal o adjudicado la
herencia; y, de otro, de una gestión que no tenía, ni tiene,
conexión causal, con la muerte de aquél.

5.5. De lo expuesto se extracta, que con el pago que la


demandada realizó a la señora Nini Catalina Henríquez
Quintero de los dineros reclamados por los actores, en tanto
que se soportó en la autorización que al efecto el señor Daza
Ortiz dio en favor de la segunda, la cual, como en precedencia
se acotó, superó en mucho lo previsto por el artículo 2195
del Código Civil, aquélla no satisfizo el deber contractual que
tenía de reintegrar los dineros que el nombrado causante le
aportó para la adquisición de combustible, recursos que a
partir de su deceso pasaron a formar parte de la
universalidad de bienes conformantes tanto de la sociedad
conyugal que él tenía constituida con la señora Enedys del

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Carmen Maestre Ángel, como de su herencia, cuyos titulares,


desde entonces, eran solamente los aquí demandantes.

Ratificado así el incumplimiento contractual detectado


por el ad quem, no hay lugar al resquebrajamiento de su fallo.

6. En definitiva, se establece la improsperidad de los


cargos precedentemente estudiados.

CARGO TERCERO

Con igual sustento, el recurrente enrostró a la sentencia


blanco de su ataque, ser indirectamente violatoria, por falta
de aplicación, de los artículos 1º, 2º, 4º, 10º, 643, 822, 834,
871, 972 y 892 del Código de Comercio, 1639, 1642 y 2195
del Código Civil; y por aplicación indebida, de los artículos
881 y 882 de la primera de esas compilaciones, todo debido
a que el Tribunal no tuvo a la accionada “como contratante de
buena fe[,] cuando le hizo el pago a la señora NINI CATALINA
HENRÍQUEZ QUINTERO, razón por la cual dicho pago debe ser
tenido como válido y liberatorio de las obligaciones que tenía con el
señor JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ”.

La censura se desarrolló por la siguiente senda:

1. El casacionista afirmó que los errores del Tribunal


consistieron en la preterición de la autorización extendida
por el señor José Alfredo Daza Ortiz el 30 de julio de 2005,
del dictamen grafológico en el que se concluyó que la firma
puesta en ese documento sí correspondía a la de su autor y
del concepto emitido por un abogado sobre la pertinencia de

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entregar los dineros que tenía depositados el citado causante


en la empresa demandada a la persona autorizada por él,
señora Nini Catalina Henríquez Quintero.

2. Tras referirse a cada una de esas pruebas, el


censor coligió que del conjunto de ellas se desprende que la
decisión que adoptó la demandada, de efectuar el pago a la
prenombrada señora, “no fue un acto caprichoso ni arbitrario”
sino, “[t]odo lo contrario, fue un acto pensado, analizado y
sopesado, de donde emerge que se obró de buena fe exenta de
culpa”.

3. Aludió a continuación a la buena fe de forma


general, análisis que lo condujo a aseverar que ella, “desde
otra perspectiva, (…) se vislumbra como un genuino hontanar de
normas de comportamiento no formuladas positivamente pero
implícitas en el ordenamiento que, por consiguiente, ante una
situación dada, le imponen al sujeto una conducta determinada con
miras a no agraviar los intereses jurídicos ajenos. Desde este punto
de vista, la buena fe genera deberes y se califica cotejándola con
un prototipo abstracto colocado en el contorno social de la persona”,
planteamiento que reforzó con transcripción parcial de un
fallo de esta Corte.

4. Así las cosas, concluyó que en el caso sub lite no


hay duda que el pago efectuado por la demandada “al señor
JOSÉ ALFREDO DAZA ORTIZ a través de la señora NINI CATALINA
HENRÍQUEZ QUINTERO, en virtud de la autorización que aqu[é]l
extendió en vida, fue un pago válido, ya que se hizo de buena fe
exenta de toda culpa”; y que, por lo mismo, lo errores
cometidos por el Tribunal aquí denunciados, son
trascendentes.

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CONSIDERACIONES

1. Soportado en que la accionada actuó de buena fe


exenta de culpa cuando, con posterioridad al fallecimiento
del señor José Alfredo Daza Ortiz, le entregó a la señora Nini
Catalina Henríquez Quiroga, en desarrollo de la autorización
que el primero le había dado a la segunda desde el 30 de julio
de 2005, la totalidad de los dineros que habían sido
depositados en vida por éste y que se encontraban en su
poder, el recurrente, mediante el presente cargo, pretende
que se reconozca dicho pago “como válido y liberatorio de las
obligaciones” que su representada tenía con el nombrado
causante.
2. Siendo esa la aspiración del censor, es ostensible
que la acusación desborda el ámbito de la presente
controversia, pues cualquier juicio que en tal sentido se
hiciera, no podría efectuarse, por los efectos jurídicos que de
él pudieran derivarse, sin la intervención de la señora Nini
Catalina Henríquez Quiroga, quien, como se sabe, no fue
parte en el proceso, ni citada al mismo.

3. De suyo que, independientemente de si la


actuación de la demandada se ajustó o no a los postulados
de la buena fe, resulta imposible para la Corte, en sede de
casación, establecer que el referido pago fue “válido” y que
produjo efecto “liberatorio” de aquélla en frente de la
obligación de reintegro de aportes a que se ha hecho alusión
a lo largo de este proveído.

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4. Súmase a lo anterior, que el fracaso de los cargos


primero y segundo y, por ende, la firmeza de las conclusiones
fácticas en las que el Tribunal descansó su fallo, precisadas
al estudiar los mismos, cierra el paso a la acusación ahora
examinada, como pasa a dilucidarse.

4.1. Es que si la autorización dada por Daza Ortiz a


Nini Catalina Henríquez Quiroga, según la calificación que de
ella hizo el ad quem, erigió a ésta como una mera diputada
para el pago, resulta forzoso concluir que dicha facultad
concluyó con la muerte del otorgante, habida cuenta que el
artículo 1644 del Código Civil, en relación con la inhabilidad
del diputado para recibir el pago, remite a las “causas que
hacen expirar un mandato”, entre las cuales se destaca, “la
muerte del mandante o del mandatorio” (num. 5º, art. 2189,
C.C.), sin que en relación con la diputación, tenga cabida el
artículo 2195 del Código Civil.

Así las cosas, mal podría admitirse que la demandada,


al momento de efectuar el pago que hizo a la señora
Henríquez Quiroga de los dineros en este asunto pretendidos
por los accionantes, actuó libre de culpa, pues como para ese
momento ya había fallecido el señor José Alfredo Daza Ortiz,
se imponía a ella colegir que la diputada para el pago estaba
inhabilitada para recibir el mismo, y pensar lo contrario
constituiría un error de derecho que no podría quedar
cobijado dentro de la buena fe.

4.2. Desde la otra perspectiva que contempló el


Tribunal, es decir, que la mentada autorización, sea que se
la califique como diputación para el pago o como mandato, y

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que se estime que no se extinguió con la muerte de quien la


confirió, fue revocada con la carta que el 13 de diciembre de
2007 le digirió la señora Enedys del Carmen Maestre Ángel,
esposa de Daza Ortiz, a la aquí demandada, tampoco hay
espacio para admitir que el proceder de esta última se ajustó
a la ley, pues en este supuesto sería forzoso colegir que con
la entrega de dinero que efectuó en favor de la señora
Henríquez Quiroga, ella desconoció la referida revocatoria.

5. El cargo, por lo tanto, fracasa.

DECISIÓN

En mérito de lo expuesto, la Corte Suprema de Justicia,


en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre
de la República y por autoridad de la ley, NO CASA la
sentencia del 6 de mayo de 2014, proferida por el Tribunal
Superior del Distrito Judicial de Barranquilla, Sala Civil -
Familia, en el proceso que se dejó plenamente identificado en
los comienzos de este proveído.

Costas en casación, a cargo de la recurrente. Como la


demanda presentada para sustentar dicho recurso, fue
replicada en tiempo por el extremo actor, se señala, por
concepto de agencias en derecho, la suma de $6.000.000. La
Secretaría de la Sala, efectúe la correspondiente liquidación.

Cópiese, notifíquese, cúmplase y, en oportunidad,


devuélvase el expediente al Tribunal de origen.

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LUIS ALONSO RICO PUERTA


Presidente de Sala

MARGARITA CABELLO BLANCO


(Ausencia justificada)

ÁLVARO FERNANDO GARCÍA RESTREPO

AROLDO WILSON QUIROZ MONSALVO

ARIEL SALAZAR RAMÍREZ

LUIS ARMANDO TOLOSA VILLABONA


Con salvamento de voto

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