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¿Qué es una emoción?

Las emociones son reacciones subjetivas que vienen acompañadas de cambios orgánicos
(fisiológicos y endocrinos), son innatas, adaptativas y están influidas por la experiencia de
cada persona.

Es muy importante considerar que las emociones cumplen una función adaptativa de nuestro
organismo a lo que nos rodea. En este sentido se consideran “sistemas inteligentes de
respuesta de nuestro cerebro que nos permiten reaccionar de forma apropiada y rápida a los
acontecimientos de nuestro entorno. Además, cuando experimentamos una emoción suele ir
acompañada de una serie de cogniciones, actitudes y creencias (sobre el mundo y sobre
nosotros), toda esta información la utilizamos para valorar una situación concreta, de manera
que influye en cómo percibimos la situación.

Pongamos la siguiente situación como ejemplo: imagínate que vas caminando por el bosque y
de repente te encuentras con un oso grande, en ese momento probablemente no seas
consciente de todo el proceso que se está dando en tu interior, porque este proceso será muy
automatizado, pero sin duda alguna se te pasarán cosas por la cabeza como “estoy en
peligro”, “¿qué puedo hacer?” y como consecuencia de este proceso cognitivo (que sucede en
tu cabeza) experimentarás de forma inmediata la emoción de miedo. Como resultado de dicha
emoción tendrás una reacción, que se traducirá en huir o en quedarte bloqueado (esto sucede
cuando nuestro sistema percibe que no tiene recursos suficientes y colapsa). También dentro
de ti estarán sucediendo distintas cosas, que es lo que denominaremos cambios fisiológicos
(aumento del ritmo cardíaco, dilatación de las pupilas, la sangre abandona las zonas medias
de tu cuerpo desplazándose hacia tus extremidades…). Todo este proceso ocurre tan rápido
que en ocasiones nos cuesta detectar todos los componentes.

Situación  Pensamiento Emoción  Conducta

Existen muchas formas de clasificar las emociones, pero a partir de ahora hablaremos de
emociones básicas o primarias y de emociones secundarias. Las primeras son aquellas
inherentes a todas las personas independientemente de la raza y la cultura y que han
garantizado nuestra supervivencia como especia. Las segundas tienen un componente
valorativo y son dependientes de la cultura.

- Emociones básicas y su finalidad adaptativa:


o Miedo: anticipa una amenaza o peligro para que nos protejamos (lucha/huida).
o Sorpresa: ayuda en la orientación hacia la nueva situación.
o Asco: produce rechazo hacia aquello que tenemos delante.
o Ira: induce a la destrucción o daño.
o Alegría: induce a la reproducción.
o Tristeza: motiva hacia una nueva reintegración personal.
- Emociones secundarias:
o Vergüenza.
o Confianza.
o Sorpresa.
o Aversión.

Cada emoción como ya se mencionó tiene un componente fisiológico (por ejemplo el


temblor, la sudoración, sonrojarse, respiración agitada, aumento del ritmo cardíaco…) e
involuntario y un componente conductual, en cierta medida controlable y basado en el
aprendizaje y la experiencia (expresión facial, acciones y gestos, distancia o proximidad
respecto al otro, componentes de la expresión verbal…).
Si bien es cierto que las emociones cumplen un papel adaptativo para nosotros, las demandas
del entorno han cambiado mucho, de manera que las demandas de nuestro entorno son de
diferente complejidad. Llegados a este punto te preguntarás cómo puede una emoción que
nos ha ayudado a sobrevivir convertirse en algo patológico, fuente de malestar. Pues bien,
cuando las vivimos de manera intensa, incontrolable, de manera recurrente o cuando aparecen
ante situaciones que no son las esperadas las emociones se convierten en un “problema”.
- Ausencia de emocionalidad: estado de embotamiento en el que la persona parece no
sentir nada.
- Emocionalidad inadecuada o incoherente, reaccionar de una forma no esperada ante
las situaciones. Por ejemplo, sentirse alegre ante la muerte de un ser querido.
- Asimetría: cuando no se experimentan todos las emociones ni con la misma
intensidad. Por ejemplo, una persona que experimenta muy bien la ira, pero poco la
alegría.
- Sobrerrepresentación: se presta más atención a los sentimientos que a los
pensamientos y a las conductas.
- Emocionalidad excesiva (demasiada frecuencia e intensidad).
- Uso instrumental inadecuado: cuando se emplean para manipular a otros.

Para trabajar con las emociones patológicas debemos emplear diversas estrategias de
regulación. A continuación se enumeran las distintas estrategias que las personas podemos
emplear, algunas son adaptativas y otras desadaptativas.
1. Aceptación: aceptar la situación y las emociones experimentadas.
2. Activación conductual o distracción: encontrar una actividad para mantenerse
ocupado o distraído.
3. Rumiación: pensar una y otra vez sobre la situación y los sentimientos
experimentados.
4. Solución de problemas: diseñar un plan para intentar mejorar la situación.
5. Poner en perspectiva: decirse que podría ser peor.
6. Reevaluación positiva: pensar en cómo podría ser más fuerte o aprender de esa
situación.
7. Considerar consecuencias: pensar cómo puede afectar la situación a todos los
aspectos de la vida.
8. Generalización: pensar en todas las cosas que sucedieron después y relacionarlas con
lo sucedido.
9. Auto-culpabilización: atribuir la responsabilidad de lo sucedido a uno mismo.
10. Exculpación: pienso en cómo esta situación se pudo deber al fallo de otros.
11. Supresión de la expresión: controlo mi expresión, tratando de no mostrarla a otros.
12. Supresión emocional: ignorar las emociones experimentadas, quitarles importancia.
13. Reenfoque positivo: pensar en algo positivo en lugar de en lo sucedido.
14. Reevaluación: pensar en la situación de una manera diferente.
15. Negación: actuar como si no hubiese ocurrido nada.
¿Qué estrategias sueles emplear para regular tus emociones?
Es muy importante que empecemos a ser conscientes de nuestras emociones, de los
antecedentes (internos o externos), de las respuestas emocionales y cómo se relacionan
nuestras conductas, pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales; así mismo,
debemos ser conscientes de las consecuencias de nuestras emociones (en nosotros, en los
otros…).

Entendamos también que las emociones son respuestas aprendidas y a su vez guían nuestro
aprendizaje (si algo me gusta, me genera bienestar es más probable que lo repita). El
problema es que muchas veces dejamos que nuestras emociones impulsen nuestras conductas
y desarrollamos métodos inadecuados para controlar la emocionalidad negativa (evitación de
las situaciones que generan malestar, escape, intentos de control).

Es importante el desarrollo de habilidades para aceptar nuestras emociones en lugar de


cambiarlas o controlarlas. Muchas veces, la fuente de nuestro malestar son estos intentos de
control o supresión emocional. Centrarnos en el presente (en lo que está ocurriendo, en lo que
sientes y piensas) puede ayudarnos en ese proceso de aceptación emocional. Así como no
entrar a valorar o juzgar lo que estamos experimentando.

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