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23/09/2022

LISSETT VALIENTE

Bosquejo de Judas

I. Saludo, 1-2.

II. Motivo de la carta, 3-4.

III. Advertencias históricas contra la apostasía, 5-7.


A. Los israelitas, 5.
B. Los ángeles, 6.
C. Sodoma y Gomorra, 7.

IV. La actitud desafiante de los pecadores, 8-11.

V. La esterilidad del pecado, 12-13.

VI. La seguridad de la condenación de los impíos, 14-16.


A. Profetizada desde antiguo, 14-15.
B. Su destrucción es justa, 16.

VII. La crisis predicha, 17-19.

VIII. Conclusión, 20-25.


A. Exhortación, 20-23.
1. Aplicación personal para los creyentes, 20-21.
2. Responsabilidad para con otros, 22-23.
B. Doxología, 24-25.

23/09/22
Lissett Valiente
Predica Mateo 22:1-14
Observación
Este pasaje incluye un par de parábolas (1-10 y 11-14). Frecuentemente se les
trata como una sola parábola, porque el ambiente para ambas es el mismo
banquete de bodas, pero tienen énfasis diferentes. Ambas son alegorías: es
decir, historias en que varios elementos (gente, cosas, acontecimientos) tienen
un significado simbólico o escondido.
Reflexión
El alcance de esta parábola es muy amplio; parece abarcar la totalidad de esta
presente dispensación. La parábola sugiere la siguiente tipología:

• El rey (v. 2) – es Dios el Padre;


• El hijo (v. 2) – Jesucristo;
• Las bodas (v. 2) – la nueva relación en la que el Hijo estaba a punto de
entrar;
• Los siervos (v. 3) – los apóstoles de Cristo;
• Los convidados (v. 3) – los judíos, los cuales, como nación, habían recibido
notificación mucho antes;
• Los “otros siervos” (v. 4) – tal vez aquellos que salieron después de
Pentecostés;
• La comida (v. 4) – la provisión hecha por Dios en la muerte de su Hijo para
las almas hambrientas y perdidas;
• Los que no hicieron caso a la invitación (v. 5) – el rechazo de Cristo por los
judíos, sus llamados;
• La ciudad quemada (v. 7) – la destrucción de Jerusalén por los romanos
treinta años más tarde;
• La salida por los caminos para invitar a las bodas (v. 10) – la invitación
universal del evangelio;
• La boda llena de convidados (v. 10) – la llamada de la iglesia y su
complimiento;
• El rey que entró para ver a los convidados (v. 11) – la segunda venida de
Cristo;
• El no vestido de bodas atado y echado en la tinieblas afuera (v. 12-13) – la
separación de la paja del trigo. Él limpiará su era (Mat. 3:12).
El evangelio de la gracia de Dios está aquí bellamente establecido. Observe:

I. Provisión. “He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales


engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas” (Mateo
22:4). La provisión era totalmente suya. “Mis toros y animales engordados
han sido muertos”. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo
entregó por todos nosotros” (Rom. 8:32). “He aquí el Cordero de Dios” (Jn.
1:29). La provisión fue muy grande: “todo está dispuesto” (Mat. 22:4). Todas
las cosas son tuyas si tú eres de Cristo. Los que vinieron a esta fiesta
encontraron todo lo que los pecadores encuentran al venir a Cristo.

II. Invitación. “Venid a las bodas” (Mat. 22:4). Esta invitación es para todos.
“Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tiene
sed, venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente” (Apoc.
22:17). Tanto los malos como los buenos fueron llamados. La invitación del
evangelio no toma en cuenta nuestro carácter; tanto los más viles como los
más virtuosos pueden aceptar la invitación bajo los mismos términos. Ninguno
lo merece. Es la bondad de Dios ofrecida gratuitamente a todos. El príncipe
pomposo y el mendigo afligido por la pobreza están igualmente en deuda con
la misericordia y la gracia de Dios para la salvación. Debido a esto, muchos no
hacen caso a la invitación (Mat. 22:5). No hacer caso a la invitación es no
hacer caso al Dios que extendió la invitación. Eso no es un asunto ligero.

III. Inspección. “Y entró el rey para ver a los convidados” (Mat. 22:11).
Todos los que aceptan la invitación esperan ver al rey; con alegría esperan su
venida. Ellos quienes viven en rebelión contra su voluntad, despreciando su
gracia, bien pueden temer su aparición. Él viene a ver y dar la bienvenida a
todos aquellos que han creído su Palabra a través de sus siervos. Jesucristo se
manifiesta a aquellos que ceden a su llamado y aceptan la misericordia
ofrecida. “Si crees, verás la gloria de Dios” (Jn. 11:40).

IV. Detección. “Vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda” (Mat.
22:11). Sólo uno, pero la vista alerta del rey pronto lo descubrió. El hombre
sobresalía, no por lo que tenía, sino por lo que no tenía. “Vestido de boda.” La
vestimenta fue parte de la provisión del rey, pero él la rechazó. No es
suficiente con que simplemente creamos la invitación del evangelio; debemos
apoderarnos de la justicia de Dios, que nos es ofrecida en Cristo Jesús, y sobre
todos los que creen. Recuerde que mezclarse con el pueblo de Dios no es
suficiente para poder reunirnos con el rey. Puedes escapar la detección de los
sirvientes, pero el que prueba los corazones (Jer. 17:10) te hallará.

V. Interrogación. “Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de


boda?” (Mat. 22:12). Él no lo toma por el cuello. Este es el lenguaje de la más
tierna compasión, pues él es “fiel y justo” (1 Jn. 1:9). No fue culpa del rey,
pero tal vez el convidado estaba orgulloso de sus propias ropas atractivas,
preparadas para la ocasión, y pagadas por él mismo. Pertenece a la familia de
aquellos que procuran su propia justicia por sus propios medios. “Porque
ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se
han sujetado a la justicia de Dios” (Rom. 10:3). El mensaje de Dios en su
Palabra es todo lo contrario: “Prepárate para venir al encuentro de tu Dios”
(Amós 4:12).

VI. Convicción. “Más él enmudeció” (Mat. 22:12). Fue auto-condenado ante


un tribunal del cual no hay apelación. Puede ser que estaba haciendo discursos
elocuentes antes de que entrara el rey, pero ahora su boca está callada. No hay
nadie para defender su causa; todos sus amigos se quedan sin palabras. Oh,
amigo, no te jactes de nada ahora del cual no te alegrarás cuando venga el
Rey. Este hombre ni siquiera pide misericordia, por ser tan completamente
desesperanzada su causa. Es un momento solemne cuando todos los refugios
de mentiras son barridos por el poder de su presencia. ¿Qué dirás cuando te
castigue? (Jer. 13:21).

VII. Expulsión. “Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y
manos, y echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de
dientes” (Mat. 22:13). El hombre que desprecia la vestidura del rey nunca
saboreará su fiesta. Piense de lo que le fue quitado. Alejado de todas sus
oportunidades y compañeros en la oscuridad exterior, las tinieblas de la
desesperación, es decir, en el infierno fuera del reino del querido Hijo de Dios.
¡Qué cambio tan drástico! ¡Qué decepción total! Fuera de la presencia de una
fiesta a un lugar de llanto. Habrá grandes y repentinos cambios cuando él
aparezca. “Vestíos del Señor Jesucristo” (Rom. 13:14).

Conclusión:

Dios abre las puertas de su reino para todos. Dios no esconde su invitación. Si
ignoramos la invitación no participaremos del banquete. Es importarte
aceptar la invitación y estar siempre listos para el día en que Dios nos llame a
su presencia.

El deseo de Dios es que la sala del banquete se llene de invitados. Por eso,
existe nuestra comisión que es ir y hacer discípulos, ir a todas partes donde
alcancemos como dice ir a “los cruces de los caminos”, por donde van muchas
personas errantes, que viven sin esperanza y sin futuro. La Iglesia ha de seguir
anunciando con fe y alegría la invitación de Dios proclamada en el Evangelio
de Jesús, y no olvidemos que la iglesia somos nosotros.

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