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Gracia a Vosotros :: desatando la verdad de Dios, un versículo a la vez

El propósito de la oración
Scripture: Mateo 6:9–15
Code: GAV-2233

Si es tan amable en esta mañana, tome su Biblia y acompáñeme a Mateo capítulo 6. Estamos
comenzando un estudio de la oración de los discípulos en Mateo 6:9 al 15. Realmente, la oración
llega hasta el versículo 13; y los versículos 14 y 15 son un epílogo de la oración para explicar un
elemento de la misma. Pero este será nuestro estudio durante las próximas semanas. Usted no
puede estudiar esto, la oración de los discípulos, comúnmente conocida como la oración del Señor,
de manera apresurada. No es posible que usted la estudie en una semana. Y esta mañana trataré
de decirle por qué.

Para muchas personas, esta oración es algo que simplemente han recitado. Y al limitarla a eso,
usted pierde el punto entero porque es infinitamente más que eso. Normalmente, en un sermón,
tomaríamos un texto de las Escrituras, desarrollaríamos un bosquejo y predicaríamos este texto.
Pero en esta mañana, quiero darle una perspectiva panorámica de la oración de los discípulos. La
razón por la que quiero hacer esto es porque realmente creo que es algo tan esencial. Realmente,
creo que para cuando terminemos de estudiar esto en las próximas semanas, será una experiencia
que cambiará nuestras vidas. Va a hacer en nuestra vida de oración, lo que creo que las
bienaventuranzas harán en el área de nuestro compromiso y consagración. Es monumental en
términos de su capacidad de instrucción.

Ahora, al comenzar la serie de la oración de los discípulos, creo que necesitamos tenerla en mente.
Así que permítame leerla hasta el versículo 13: “Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que
estás en los cielos, santificado sea Tu nombre. Venga Tu Reino. Hágase Tu voluntad, como en el
cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras
deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación,
mas líbranos del mal; porque Tuyo es el Reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.”

Ahora, al enfrentar esta porción tremenda de las Escrituras, nos encontramos con uno de los temas
más vitales de toda la vida cristiana. Enfrentamos el tema de la oración. Se ha discutido mucho, se
ha hablado mucho, se ha enseñado mucho. Y sin embargo, es vital; y quizás ha sido malentendido
en muchos casos. El creyente debe aprender a orar para experimentar la plenitud de comunión con
Dios, para abrir las puertas del cielo, para conocer la plenitud de la bendición de Dios, necesitamos
saber cómo orar.

Este maravilloso modelo de oración nos enseñará a hacer eso. Y, claro, creo que todos estamos
conscientes de lo importante que es la oración. El apóstol Pablo dijo “orad sin cesar”. Orad sin
cesar. Ore y nunca deje de orar. Ahora, algo que consume tanto a la experiencia cristiana, debe ser
comprendido. Si no sabemos cómo orar, si no sabemos por qué orar, entonces no nos ayuda mucho
el seguir orando. No obstante, si sabemos por qué orar y cómo orar, entonces orar sin cesar tiene
una importancia tremenda.

Ahora recuerde que en esta sección en particular del Sermón del Monte, Mateo está presentando al
rey como lo hace en todo su Evangelio. Y aquí en los capítulos 5 al 7, el Rey está presentando los
estándares de Su Reino. Ahora, Él da el estándar de Su Reino en contraste a los supuestos
estándares del día. Los judíos del día de Jesús habían desarrollado un sistema que ellos
consideraban apropiado para llevarlos al Reino; pero no era así.

Y particularmente, Jesús está concentrándose en sus actividades religiosas en el capítulo 6. En el


capítulo 5 dijo que su teología no era la adecuada. Más tarde, en el capítulo 6, la perspectiva del
mundo material no era adecuada. Y aquí Él dice que su vida religiosa no es adecuada; y Él toma
tres ilustraciones: sus limosnas, sus oraciones y su ayuno. Sus limosnas no son apropiadas. Sus
oraciones no son apropiadas y su ayuno no es apropiado.

Y Él entonces usa eso como un contexto para reafirmar cuál es el verdadero estándar de Dios.
Entonces, estos realmente son los estándares del Reino. Estas son las condiciones de ser un hijo
del Rey. Esta es la manera en la que un verdadero hijo del Rey vive, no como los judíos de ese
entonces, sino como Jesús señala aquí al afirmar el estándar de Dios.

Ahora, permítame tan sólo decir que las tres que Él usa aquí al discutir su actividad de religiosa: el
dar, el orar y el ayunar; el énfasis mayor se concentra en la oración, porque la oración es más
importante. Dar es importante, pero usted va a dar de manera apropiada únicamente cuando usted
dé a partir de una comunión constante con Dios, sólo cuando usted está respondiendo a Dios, sólo
cuando su corazón está lleno de gratitud. Sólo cuando usted está dando a partir de la vitalidad de
una vida personal que vive en comunión con Dios. Y el ayuno no tiene significado fuera de la
oración.

Entonces, el concepto de la oración es muy, muy elemental para todo lo que usted da y todo lo que
ayuna. Y esa es la razón por la que cuando el Señor selecciona tres áreas de la vida religiosa: el
dar, el orar y el ayunar, Él se concentra en la mayor parte de lo que Él dice, en el tema de la oración.

Es algo muy esencial. De hecho, Martin Lloyd Jones lo ha expresado en estas palabras: “el hombre
se encuentra en su mejor estado y en su estado más elevado cuando está de rodillas cara a cara
con Dios.” Eso es verdad. Jesús entonces, está desafiando a la religión de Su día y Él está diciendo
de hecho: “sus oraciones, así como cuando ustedes dan y cuando ustedes ayunan, son sub
estándares.”

Ahora usted dirá ‘bueno esa la gente del Antiguo Testamento. Esos son los judíos en los días de
Jesús. ¿Qué mensaje tiene esto para nosotros?” Escuche. En el caso de nuestro día, nuestra
religión, en muchos, muchos casos es simplemente tan sub estándar y está tan sujeta y es tan
inadecuada como lo fue la de los judíos en los días de Jesús. Se da mucho para gloria personal. Se
ayuna mucho para llamar la atención a nuestra supuesta santidad. Y se ora mucho de una manera
que es pretenciosa. Se ora mucho que no reconoce los estándares básicos bíblicos divinos para la
verdadera oración. De hecho, el apóstol Pablo dijo en Romanos 8:26 -y él dijo esto acerca de la
Iglesia, él dijo esto acerca de personas de este lado de la cruz, del lado en el que vivimos. Él dijo:
“no sabemos orar como debiéramos.”

Él dijo dos cosas ahí: no sabemos por qué orar y no sabemos cómo debemos orar por aquello por lo
que no sabemos orar. No sabemos cómo o qué en nuestras oraciones. Entonces, “el Espíritu Santo
hace intercesión por nosotros.” En otras palabras, Dios siempre está ayudando nuestras oraciones
porque no sabemos cómo orar o por qué orar.

Entonces, tenemos el mismo problema. Muchos que ni siquiera son cristianos, oran. Ese tipo de
oración no es muy diferente de la de los escribas y fariseos, inadecuada y una oración sub estándar.
Entonces, nuestro Señor en Su corrección al dar y en Su corrección al ayunar, se concentra en
actividades religiosas muy específicas. Pero nunca lo hace de un modo tan fuerte como lo hace en
su categoría de la oración. La mayoría de los versículos en esta sección se dedican al tema de la
oración. Y lo que nuestro Señor está haciendo es afirmar la necesidad de orar de una manera
adecuada. Él dice con respecto al dar: “no lo hagan de esta manera. No lo hagan de aquella
manera. No lo hagan de este modo.” Con respecto al ayuno, dice: “no lo hagan de esta manera. No
lo hagan de esa manera. Y no lo hagan de esta manera.” Pero con respecto a la oración, Él dice:
“no lo hagan de esta manera. No lo hagan de esa manera. Sino, háganlo de esta manera.” Este es
el único en el que Él da una descripción detallada de cómo debemos orar.

No hay mucha discusión acerca de cómo debemos dar en este capítulo. No hay mucha discusión
acerca de cómo debemos ayunar, simplemente se toca de manera ligera. Pero cómo debemos
ayunar -escúcheme- es de manera total, general, específica y detallada cubierto en esta oración
simple de 66 palabras breves. Es una obra maestra absoluta de la mente infinita de un Dios sabio,
quien de alguna manera puede incluir la totalidad de todo elemento concebible en la oración y
reducirlo a un patrón simple para la oración. Es la economía de palabras que solo Dios mismo, con
Su mente infinita, podía llegar a diseñar.

Este patrón en particular para la oración de manera absoluta me asombra. Y entre más estudié esto
esta semana, más frustrado terminé. Normalmente, cuando llego a un pasaje, diseño un pequeño
bosquejo y a partir de ahí, lo sigo. Pero éste, lo estudié de una manera y después, lo estudié de otra
manera y después, de otro modo y después, de otro modo; y me pareció que hay una cantidad
infinita de posibilidades de ver este increíble patrón de oración. Es una tragedia absoluta que la
gente en la iglesia conoce esto como algo que usted incluye al final de una oración en un servicio de
adoración. Y eso está muy lejos de Su intención.

Ahora, quiero dar un paso más hacia adelante al introducir esto: creo que hay dos pruebas
definitivas de espiritualidad verdadera. Hay dos pruebas definitivas de espiritualidad verdadera. Uno
es el estudio de la Palabra de Dios y dos es la oración. Esas son las dos pruebas definitivas de
espiritualidad verdadera. Y yo creo, en lo personal, y creo que la Biblia apoya esto, que el estudio de
la Palabra de Dios viene primero. ¿Por qué? Porque ni siquiera sabemos cómo orar a menos de que
sepamos lo que la Biblia enseña acerca de Dios, acerca de la voluntad de Dios, acerca de nuestras
vidas y acerca de nuestros problemas.

Por lo tanto, es el estudio de la Palabra de Dios lo que da luz a una vida de oración significativa.
Usted no puede orar en un vacío. No es virtuoso decir bueno, tal y tal nunca estudia la Biblia, pero
ora todo el tiempo. Bueno, si estudiara la Biblia un poco, quizás podría reducir un poco el tiempo
que necesita orar, porque eliminaría muchas cosas superfluas. Cuando Jesús dio un modelo de
oración lo hizo de manera muy, muy breve. Y no es qué tan larga es, su oración. Es si su oración
toca todos los elementos que son vitales y necesarios. Y francamente, usted lo puede hacer con 66
palabras o usted puede hacerlo durante toda la noche siempre y cuando toque todos estos
elementos.

Pero el estudio de la Palabra de Dios viene primero. Permítame mostrarle lo que quiero decir. Hay
personas que le ruegan a Dios a que les dé el Espíritu Santo. Ya tienen al Espíritu Santo. Hay
personas que le ruegan a Cristo que les de fortaleza. La Biblia dice que usted “todo lo pueden Cristo
que lo fortalece.” He oído a personas que se ponen de pie y dicen “Señor, quédate con nosotros”. Y
la Biblia dice “he aquí, Yo estoy con vosotros todos los días.” Hay personas que le ruegan a Dios por
amor, porque puedan amar a alguien. La Biblia dice que el amor de Cristo ha sido derramado en su
corazón. No lo necesita. Simplemente, necesita expresarlo.

Lo que estoy diciendo es que a menos de que entendamos la verdad de la Palabra de Dios, usted
realmente no sabe cómo orar. Entonces, las dos pruebas definitivas de madurez espiritual o de
espiritualidad son el estudio de la Palabra de Dios y como un corolario, la oración, la oración que
está guiada por una comprensión de la Verdad de Dios. Y cuando estudiamos la Palabra de Dios y
descubrimos la Verdad de Dios, descubrimos también la condición verdadera de nuestros propios
corazones, la verdadera condición de nuestras propias vidas espirituales y eso nos motiva a la
oración privada, personal, cuando abrimos nuestros corazones a Dios.

En mi vida, nada me motiva a tener comunión con Dios tanto como el abrir Su Palabra. Ahora,
nuestro Señor conocía el lugar de la oración. La Biblia dice que Jesús, con mucha frecuencia, se
levantaba muy de mañana y se iba al monte a orar. La Biblia indica que en las tardes, Él iba a la
parte de atrás de Jerusalén, al otro lado del torrente de Cedrón, ascendía un poco al monte de los
olivos y ahí tenía comunión con Su Padre. Y oraba con frecuencia con el Padre toda la noche.

Los discípulos vieron en Jesús un compromiso tremendo con la oración. Y probablemente, eso es lo
que motivó a algunos de ellos a que dijeran en Lucas 11:1: “Señor, enséñanos a orar.” Y cuando se
hace esa pregunta en Lucas 11:1, Jesús les repite este mismo modelo de oración que está aquí en
Mateo 6. Pero ese es un incidente diferente, pero básicamente, les da el mismo modelo.

Y quizás aquí, conforme Jesús está hablando, y Él dice: “no quiero que oren como los fariseos,
haciéndolo delante de los hombres; no quiero que oren de manera repetitiva, vana, como los
paganos; y no quiero que oren pensando que están informándole a Dios, ‘Dios tengo que decirte
algunas cosas que realmente necesitas saber.’ Realmente no quiero que oren así.”

Jesús sabe que en sus mentes estarán diciendo ‘bueno, entonces enséñanos cómo orar. Si no
debemos hacerlo así, entonces, ¿cómo debemos hacerlo? Entonces el Señor les dice a ellos,
presuponiendo la pregunta, versículo 9, “vosotros, pues, oraréis así.” Así es como quiero que oren.
No así, sino de esta manera. Y entonces, el Señor toca la gran necesidad para orar de manera
apropiada.

Amados, esto viene en un tiempo maravilloso en medio del manifiesto del Rey, en un gran tiempo en
el corazón del Sermón del Monte, presentándonos para todos los tiempos y que el entendimiento de
la oración es vital para un ciudadano del Reino. Para aquellos que siguen al Rey, la oración es una
parte muy esencial.

Ahora, yo creo que esto debió haberlos sacudido de modo muy fuerte. Porque los judíos le habían
dado un lugar de prioridad a la oración. Pero en el proceso del tiempo, ellos habían abandonado la
pureza de la oración genuina y ellos habían dejado la verdadera oración a cambio de los ejercicios
religiosos, ritualistas, rutinarios que tenían. Tenían sus pequeñas fórmulas, tenían pequeñas
oraciones ya concebidas que oraban en tiempos específicos. Y todo esto había reemplazado para el
día de Jesús la realidad de la oración genuina.

Pero esa fue una realidad que conocieron una vez en el pasado. Dios les había dado eso.
Permítame compartir con usted entonces algo de la perspectiva histórica judía acerca de la oración.

La gente dice que esto de la oración es algo nuevo. Realmente, no. No de manera total. No fue así.
Simplemente, es una reafirmación de algo muy antiguo. Y eso encaja en el Sermón del Monte, ¿no
es cierto? Porque en el sermón del monte en el capítulo 5, versículo 17, cuando Jesús comenzó en
esta discusión entera aquí en el capítulo 5, 6 y 7, Él dijo “miren, no he venido a quitar nada del
Antiguo Testamento. No vengo a añadir nada al Antiguo Testamento. Vengo a afirmar el Antiguo
Testamento. De hecho, ni una jota ni una tilde será quitada de la ley. Estoy aquí para recordarles de
la pureza de lo que Dios quiere.” Y cuando hablamos de la oración, Él les afirma a ellos cosas que
ellos deberían haber sabido bien y que deberían haber estado incorporado en sus oraciones.

Permítame tan sólo darle algo de la perspectiva de los judíos en términos históricos acerca de la
oración. Los judíos creían que tenían un derecho a orar. Los judíos del Antiguo Testamento creían
que tenían el derecho de venir a Dios. Esta era una parte muy importante de su experiencia en la
vida. Continuamente, deseaban venir a Dios, escuchen, porque creían que Dios quería que
estuvieran ahí. No veían a Dios como los paganos vienen en temor y temblor. No venían a Dios en
pánico. Venían a Dios porque realmente creían que Dios quería que vinieran.

De hecho, el rabino dijo esto. “El santo anhela las oraciones de los justos.” El Salmo 145:18 dice:
“cercano está Jehová a todos los que le invocan.” Salmo 91:15: “cuando él me invoqué, Yo le
responderé, dice Jehová.” En otras palabras, la Palabra de Dios reveló que Dios quería oír el temor
de sus corazones, ningún judío, ningún judío verdadero, con un Espíritu recto jamás dudo la
prioridad de Dios para la oración.

Los rabinos creían que la oración no sólo era comunicación, sino que era un arma poderosa, que en
cierta manera el liberaba el poder de Dios. En el Salmo 65:2, encontramos un versículo interesante.
Dice: “Oh Tú que oyes la oración,” y después procede a decir, “a Ti vendrá toda carne.” Pero la idea
aquí es que los judíos dijeron “Oh Tú que oyes la oración.” Ellos creían que Dios oía sus oraciones.
Ahora, no estoy seguro de que la gente que adoraba a Baal creyera eso, ¿o usted si cree eso?

Digo, habrían tenido que estar gritándole a Baal y nunca nada sucedió con Elías. Y Elías les seguía
diciendo ‘bueno, creo que se durmió. Grítenle más fuerte.’ Ah, no, Dios está de vacaciones. Y
sacaron cosas y estaban rompiéndose la ropa y cortándose sus cuerpos y sangrando por todos
lados. No creo que realmente pensaran que su Dios estaba interesado y ése es el motivo por el que
ellos tenían una repetición interminable. Esa es la razón por la que estaban tratando de llamar la
atención a su Dioses, porque realmente irritaban a sus dioses para que ellos respondieran. Pero los
judíos no creyeran eso. O, Tú, que oyes la oración.

El Midrash es un comentario judío de la subsecciones del Antiguo Testamento y el Midrash, el


comentario judío de ese versículo en el Salmo 65 dice esto: “un rey humano puede escuchar a dos o
tres personas a la vez, pero no puede escuchar a más. Dios no es así ya que todos los hombres
pueden orar a Él y Él oye a todos de manera simultánea. Los oídos de los hombres quedan
satisfechos con oír, pero los oídos de Dios, nunca están satisfechos. Él nunca se cansa por las
oraciones de los hombres.” Ahora, ese es su comentario acerca de ese versículo. Dios quiere que
vengan, no importa cuántos. Él puede filtrarlos a todos y nunca se cansa. Él espera con gusto que
usted venga.

Ahora, los maestros judíos dieron un paso inclusive más adelante. Ellos enseñaron que la oración
debería ser constante, constante, constante. Ellos estaban tratando de enseñarle al pueblo a evitar
el orar sólo cuando usted se desesperaba, como la gente que piensa que la oración es un
paracaídas. A usted le está gusto que esté ahí y espera que nunca tenga que usarla. Querían que la
gente orara todo el tiempo. Y entonces, el Talmud dice esto. Escuche. Estas son las enseñanzas
judías. “Honre al médico antes de que necesite verlo.” Esa es una buena palabra. Dice: “el santo
dice ‘así como es mi responsabilidad causar la lluvia y que caiga el rocío y hacer que las plantas
crezcan y sustentar al hombre, así también ustedes tienen la responsabilidad de orar delante de mí
y alabarme de acuerdo con mis obras. Ustedes no dirán ‘yo estoy en prosperidad, ¿por qué
entonces oraré? Pero cuando venga el infortunio, entonces vendré y suplicaré.’ No, antes de que
venga el infortunio, prepárese y ore.”

Entonces, los judíos están diciendo que la oración no es un tipo de apelación de emergencia. La
oración es una conversación inquebrantable, edificada en torno a una comunión viva y amorosa con
Dios. Tenían razón, ¿se dan cuenta? Tenían la perspectiva correcta. La oración era comunión,
inquebrantable. La oración era un Dios que realmente quería oírlos, que realmente se preocupaba y
cuya mente no estaba distraída por multitudes de oraciones. Y eso es verdad.

Además, permítame decirle algo más acerca de la perspectiva histórica de las oraciones judías.
Ellos creían que la oración debía incorporar ciertos elementos. Número uno -y le voy a dar una lista
de ocho de estas.

Número uno, ellos pensaban que la oración debía incorporar el amor y alabanza, que cuando usted
iba a Dios, debía haber un sentido de su dignidad y una oración y alabanza amorosas. Y sacaron
esto de los Salmos. El salmista dice en el Salmo 34:2: “bendeciré a Jehová en todo tiempo. Su
alabanza estará de continuo en mi boca.” De manera incesante, le voy a ofrecer alabanza,
adoración amorosa de Dios.

En el Salmo 51:17: “Jehová, abre mis labios y mi boca anunciará Tu alabanza.” Ellos creían que el
amor y la alabanza eran parte de su expresión de oración.

En segundo lugar, ellos pensaban que la oración debía incorporar gratitud. En Jonás, por ejemplo,
Jonás dice: “Ofreceré sacrificio a Ti con la voz de gratitud.” Parte de la oración era ofrecimiento de
gratitud, de gratitud profunda. De hecho, hay muchos los versículos de esto en el Antiguo
Testamento. Pero los rabinos lo resumieron en un pensamiento muy hermoso. Ellos dijeron esto:
“Todas las oraciones algún día serán discontinuadas. Excepto por las oraciones de gratitud. Tenían
razón, ¿no es cierto? Cuando el día venga en el que ya no tengamos nada más que pedir,
tendremos todo por qué estar agradecidos. Y entonces, sus oraciones incorporaban gratitud.

En tercer lugar, el pueblo judío creía que sus oraciones debían incorporar un sentido de la santidad
de Dios. Un sentido del asombro, un sentido de reverencia. No entraban corriendo, con prisa a la
presencia de Dios de manera ligera. No trataban a Dios como si fuera un hombre. Se acercaban con
mucha reverencia. Ellos se daban cuenta de que cuando entraban a la oración, venían a estar cara
a cara con Dios. Veo con Isaías en el capítulo 6, conforme viene desde la perspectiva de Dios, que
él ha visto, este retrato tremendo de Dios alto y sublime en Su trono, con Su gloria llenando el
templo y los ángeles, los serafines, congregados en torno a Él. Y él viene a la presencia de Dios en
un asombro santo. Y todo lo que Él puede decir es: “soy hombre de labios inmundos y vivo en medio
de un pueblo de labios inmundos y he visto al Señor.” Un sentido de asombro, un sentido de
santidad.

Y usted encuentra esto en muchas de las oraciones de David, que antes de que él pueda llegar al
lugar de la petición, él afirma la naturaleza, la esencia, la majestad y la santidad de Dios. Y
entonces, era parte de las oraciones judías que esto se llevara a cabo. De hecho, el rabino Simón
solía enseñar que en la oración, un hombre debe verse a sí mismo cara a cara con la Shejiná.

Otra cosa, los judíos pensaban que en sus oraciones debía haber un deseo patente de obedecer a
Dios, que usted no oraba a menos de que su corazón realmente estuviera bien delante de Dios.
Usted no iba a Dios en alguna forma ritual, acercándose de alguna manera superficial, en donde
usted realmente no estaba comprometido con responder a esa comunión en obediencia. El Salmo
119 en su totalidad afirma esto una y otra y otra vez en todos esos versículos. Simplemente,
continúa diciendo cosas como “mi lengua cantará de Tu Palabra porque Tus mandamientos son
rectos.”

En otras palabras, había esa afirmación de que la respuesta a Dios era apropiada. Usted no iba
corriendo a Dios y diciendo ‘bueno Dios, Te estoy hablando. Y si las cosas salen como yo creo,
entonces te voy a seguir.’ No había condiciones en el corazón de un verdadero judío, él iba con un
espíritu de obediencia, deseando agradar a Dios, deseando decir ‘oh, Dios, lo que Tú quieras en
esta situación, yo responderé.’

Y entonces, el amor y la alabanza, la gratitud, un reconocimiento de la santidad de Dios, un deseo


de agradar y obedecer a Dios, todos estos eran elementos de las verdaderas oraciones judía.

Además, y de la mano con el concepto de la santidad, las oraciones judías incorporaban un sentido
de confesión de pecado. Confesión de pecado. Cuando iban a Dios, ellos sabían que eran
inmundos y tenían que ser limpiados. Había este sentido de ir a la presencia de Dios como una
persona inmunda como dijo Isaías. David tantas veces tuvo que corregir sus pecados antes de que
pudiera llegar a la presencia de Dios.

En el Salmo 26:6, un versículo maravilloso, “lavaré mis manos en inocencia y entonces, iré a Tu
altar, oh Jehová.” No estoy viniendo a Tu presencia hasta que haya limpiado mi vida, hasta que
haya enfrentado mi pecado. Y así es como debe ser la oración. Es correcto. ¿Quién ascenderá a la
presencia del Señor? ¿Quién ascenderá Su monte santo? El que tiene manos limpias y un ¿qué?
Corazón puro. ¿Quién tiene el derecho de entrar a Su presencia sino aquel que ha sido limpiado, el
que ha enfrentado su pecado? Y el rabino dijo: “cuando usted llore por su pecado, Dios oye sus
oraciones.” El rabino dijo: “la puerta de las lágrimas nunca está cerrada.” El rabino dice: “si usted no
le puede traer nada más a Dios, tráigale sus lágrimas y Él oirá.”

Los judíos creían que la oración de los justos volvería el corazón de Dios. Y Santiago lo dijo,
Santiago dice: “la oración eficaz del justo puede mucho.” Los judíos solían decir que la oración de un
corazón puro voltea la ira de Dios como un trinche hace girar al grano. Ellos creían que usted
literalmente podía convertir la ira en misericordia con un corazón puro. Y entonces, la confesión de
pecado era parte de su oración.

Además, ellos creían que la oración no debía ser egoísta. Los judíos tenían un sentido de
comunidad que no creo que realmente entendamos. Ellos tenían un sentido de lo nacional. Ellos
eran una teocracia gobernada por Dios y la nación era esencial. Yo creo que el hecho mismo de que
Israel todavía exista como nación y que todavía son el pueblo judío puro, le muestra en la actualidad
la manera tan vital en la que ellos se han aferrado a la preservación de esa identidad nacional. Pero
ellos creían en la comunidad. Sus oraciones incluían a todos. No se aislaban como individuos.

Por ejemplo, los rabinos tenían una oración muy interesante. Esto es lo que oraban: ‘no oigas oh
Señor, la oración del viajero. Ahora, eso es interesante. “No oigas, oh Señor, la oración del viajero.”
Ahora, ¿qué es aquello por lo que usted ora cuando va de vacaciones? Que haya buen clima, ¿no
es cierto? “Señor, ya me voy. No dejes que llueva, que nieve o lo que sea. Simplemente, danos
buen clima. Voy de viaje.” Y en esos días iban a pie. Y cuando ellos iban a un viaje, el viajero oraba
por buen clima, que Dios le diera buen cielo, que Dios le diera un viaje fácil. El rabino dijo: “Señor,
no oigas esa oración, porque ese es un hombre que va en un viaje.” Él puede estar orando por un
buen clima y todo el mundo en esa parte del planeta sabe que sus cultivos necesitan lluvia. Señor,
no hagas algo por alguien que echa a perder lo que necesita ser hecho para la mayoría.

Ahora, esa es una gran perspectiva en la oración porque la mayoría de nosotros venimos al Señor
con muchos pronombres personales yo, yo, yo, mi, mi, mi, mío, mío, mío. Y hacemos estas
oraciones aisladas: “Señor, haz esto para mí, Señor tengo que tener esto, Señor mi necesidades
son estas. Señor, tengo este problema.” Y no sabemos lo que es incluir todo. Y Dios está en el cielo
y Él tiene un plan maestro para Su Reino y todo encaja bien. Y algunas veces, tenemos que
sacrificar en nuestras propias mentes lo que podría parecer mejor para nosotros, porque Dios tiene
un plan más grande para todos, ¿no es cierto? No siempre tenemos esa perspectiva. Y entonces,
cuando los judíos van a orar, un verdadero judío creyente en el Antiguo Testamento y decía: “Señor,
haz lo que extienda Tu causa entre Tu pueblo, no lo que yo quiero a nivel personal.”

Hemos desarrollado una mentalidad en la oración centrada en nosotros mismos, inclusive en la


actualidad en la Iglesia, que no es bíblica; en donde realmente estamos preocupados por nosotros
mismos. Nos hemos aislado nosotros mismos, no nos comunicamos. No sobrellevamos los unos las
cargas de los otros. No compartimos en la manera en la que debiéramos. Y como consecuencia, en
nuestras oraciones, van por este camino muy estrecho y necesitamos aprender a orar como oraban
de una manera abnegada. Haz lo que es mejor para todos.

Y les voy a decir una cosa, ésa es la razón por la que usted no encuentra pronombres personales
en singular en esta oración en Mateo 6. Siempre dice “Padre nuestro, nuestro pan, nuestras deudas,
nuestros deudores.” ¿Por qué? Porque la verdadera oración incluye a la comunidad de la fe. Nunca
es de un individuo para que se satisfaga sus propias necesidades sin importar cómo afectan a los
demás. La oración debía ser abnegada.

Otro pensamiento, los judíos creían que los elementos de su oración incluían amor y alabanza,
gratitud, reconocimiento de la santidad de Dios, un deseo por agradar y obedecer a Dios, confesión
de pecado y un corazón puro, una carencia de egoísmo; y después, perseverancia. Ellos creían que
usted simplemente debía continuar orando. No rendirse. Simplemente, aguantar. El apóstol Pablo
oraba porque el Señor le quitara un aguijón en la carne. Él no lo hizo y entonces, oró de nuevo. Él
no lo hizo, entonces él oró una tercera vez. Perseverancia.
Después del pecado del becerro de oro, Moisés, después de que la gente había adorado al becerro
de oro, la Biblia nos dice -creo que está en el capítulo 9 de Deuteronomio- que Moisés oró por su
pueblo, el pecado de Israel, cuarenta días seguidos. Eso es perseverancia. Los judíos creían eso.

Finalmente, un elemento de sus oraciones era humildad. Humildad. Un verdadero judío venía a orar,
escuche esto, para someterse a sí mismo a la voluntad de Dios. La ilustración más grande de esto,
del corazón del judío más genuino que jamás vivió es la oración misma de Jesús en el huerto.
Cuando Él hizo a un lado lo que parecía para Él ser lo más cómodo y dijo “mas no se haga Mi
voluntad sino la Tuya.”

Ése es el corazón de la oración más verdadera. “Señor, estoy aquí para hacer Tu voluntad. Quiero
alinearme con eso.” Escuche, la oración no es pedirle a Dios que haga mi voluntad. Es colocarme a
mí mismo bajo Su voluntad. Es conformarme a Su voluntad y es pedirle que haga Su voluntad y me
dé la gracia para disfrutarla.

Ahora, todos esos elementos eran parte de la vida de oración tradicional de un verdadero judío. Y
ellos tomaban muy en serio su oración. De hecho, los judíos solían describir la oración, tenían una
palabra, la palabra es kawanna, K-A-W-A-N-N-A o algo así al transliterarla. Pero kawanna, y esta
palabra en particular en el hebreo es una palabra que es difícil de traducir, tiene que ver con la idea
de intensidad o de gran emoción o la idea de gran devoción. Es la idea de compromiso. Es el
corazón puro que está totalmente comprometido con la oración que rasga el corazón. Y los judíos
decían que todos estos elementos pertenecen a la oración, pero no de manera superficial. Oh, no.
Con un gran compromiso y una gran intensidad y una gran concentración y una gran devoción. De
hecho, el rabino Ammí dijo que un hombre no podía venir a la presencia de Dios a menos de que
trajera su corazón en sus manos. Y entonces, oraban y tenían un gran legado de la oración. Esa es
la historia de la perspectiva de la oración judía.

Pero algo salió mal. Y llegamos en segundo lugar a la hipocresía de la perspectiva de la oración
judía. Se volvió hipócrita y en el versículo 5, nuestro Señor dijo que oraban para ser vistos por los
hombres. Eran farsantes. Ya no me están hablando a Mí. Son egoístas y están tratando de obtener
cosas para sus propios fines. Y están tratando de hacer un despliegue público. Y tienen estas
repeticiones vanas como la gente pagana, pensando que voy a hacer algo porque estoy tan
cansado de oírlos hacer lo mismo. Y lo voy a hacer para callarlos.

Y entonces, tenían este orgullo inimaginable, versículo 8, pensando que tienen que informarme
acerca de cosas. Sus oraciones se echaron a perder. Y entonces, nuestro Señor viene en el
versículo 9 y dice: “permítame reafirmarles cómo es la oración correcta.” Y entonces, lo que usted
tiene en los versículos 9 al 13 es realmente a Jesús reiterando los ingredientes de la oración que le
acabo de dar a partir de la tradición judía. Él no dice nada totalmente nuevo, aunque da nueva
riqueza a todo lo que dice. Él lo lleva más allá de lo que jamás se había presentado, pero es la
misma verdad básica y necesitamos esto en la actualidad, amados. Porque en muchos casos, no
sabemos cómo orar mejor de lo que ellos oraban. Y entonces, estudiar este maravilloso modelo de
oración va a ser una gran experiencia.

Permítame tan sólo añadir otro comentario al margen. Perdemos el objetivo. Usted lo sabe, aunque
el Señor nos da la instrucción de cómo orar aquí, nos equivocamos en tantas cosas obvias. En lugar
de tomar esta oración y usarla para aprender a orar, simplemente la repetimos. Y puedo recordar en
mi vida y usted también, simplemente repetir esta oración. Ése no es el punto.

La gente dice ‘bueno, creemos que esta es una oración que debe ser repetida’. No, no creo eso. Yo
creo que está bien recitarla, así como está bien leer cualquier parte de la Biblia. Pero no es una
oración que debe ser recitada. Le voy a dar varias razones.

Razón número uno, esta oración es registrada dos veces en las Escrituras. Una vez en Mateo 6,
otra vez en Lucas 11; y difiere en ambos lugares. Es sustancialmente la misma, pero las palabras
son diferentes. Si el Señor nos estuviera dando una oración que debe ser memorizada y recitada, Él
no nos habría dado palabras diferentes en las dos veces que las dio, ¿verdad? En una, Él dice
“perdónanos nuestras deudas” y en la otra, dice “perdónanos nuestras transgresiones,” por ejemplo.
En otras palabras, si fuera algo rutinario, que debería ser recitado, por lo menos la habría dado en el
mismo modo.

En segundo lugar, en Lucas 11 ellos dijeron enséñanos a orar. Ellos no dijeron enséñanos una
oración. Una cosa es tener un libro de oración y abrirlo y leer una oración. Es algo distinto saber
cómo orar. El Señor no les estaba dando una oración, les estaba enseñando cómo orar. Por cierto,
¿no sería algo torpe si en el versículo 7 dice “cuando oren, no uséis vanas repeticiones como los
paganos,” y después, inmediatamente seguir esto al darnos una oración que debemos repetir? Eso
sería totalmente ridículo. Es repetición vana lo que Él está tratando de evitar.

Además, permítame decir esto, no hay ocasión en todo el Nuevo Testamento -Evangelios, hechos o
epístolas en donde esta oración jamás sea repetida por nadie. No es una oración que debe ser
convertida en un ritual. Es un modelo para toda oración que usted jamás ore acerca de lo que usted
ore. Es un esqueleto sobre el cual usted debe colocar la carne, los huesos. Por ejemplo, si tengo
enfrente de mí algunas notas de sermón. Ahora, ése no es un sermón; esas son simplemente
algunas notas. Si viniera aquí y simplemente le leyera las notas, acabaría en 10 minutos y ustedes
no sabrían mucho. Ése no es el punto.

Es un esqueleto. Tengo que colocarle carne y huesos. Tengo que darle vida. Y lo que Jesús está
dando aquí es un bosquejo de oración. Eso es todo. Aquí están los elementos básicos de la oración.
Es simplemente como un bosquejo. Usted tiene que desarrollar esto en una expresión significativa
en toda dicha situación diferente.

Y amados, esta oración cubre todo. Es asombrosa. Entre más estudié esto, más frustrado llegué a
estar. Regresé aquí el sábado porque había tantas cosas en mi cabeza y normalmente, trato de
terminar el viernes para que pueda tener el sábado para meditar en ello. Y estuve aquí el sábado.
Me fui a casa el sábado a la noche. Y me metí a la cama y repasé esto y simplemente, seguía
inundando mi cerebro. Me levanté esta mañana y de nuevo, estaba ahí. Me sentí como que había
tanto en mi cabeza, porque hay tantas maneras en las que usted puede ver esta oración.
Simplemente, es más y más grande, incluye más y más cosas y entre más lo estudié. Nos enseña
tanto acerca de la oración.

Permítame darle algunos enfoques y lo que voy hacer es simplemente verlo como un diamante. Voy
a ver una faceta y otra y otra y otra rápidamente. Entonces, sea paciente. Este es un modelo para
toda oración jamás orada. Este es el esqueleto en el cual usted puede colgar toda oración para todo
lo que usted ora. Este es el modelo para toda la oración. Si usted memoriza esta oración, la mete en
su cabeza y simplemente, sigue su bosquejo sin importar por qué usted esté orando, usted tendrá
confianza de que usted está orando en la manera en la que Jesús le enseñó a orar. Esto es
tremendo.

Por ejemplo, una manera de ver esta oración es ver que desarrolla la relación que tenemos con
Dios. Y la enfoca desde diferentes ángulos, lo cual es asombroso. Por ejemplo, dice: “Padre
Nuestro”. Lo que significa que tenemos una relación de padre e hijo con Dios. Dice “santificado sea
Tu nombre”. Tenemos una relación de deidad y adorador con Dios. Dice “venga Tu reino.” Tenemos
una relación de soberano y súbdito con Dios. Dice “hágase Tu voluntad.” Tenemos una relación de
amo y siervo con Dios. Dice “danos hoy nuestro pan de cada día.” Tenemos una relación de
benefactor y beneficiario con Dios. Dice “perdónanos nuestras deudas.” Tenemos una relación de
Salvador- pecador con Dios. Dice “no nos metas en tentación.” Tenemos una relación de guía y
peregrino con Dios. Podríamos estudiar a esta oración simplemente de esa manera. ¿Cómo
muestra nuestra relación con Dios?

Permítame verla de otra manera. Define el Espíritu en el que debemos orar. ¿Cuál debe ser nuestra
actitud cuando oramos? En primer lugar dice ‘nuestro’, ese es un espíritu abnegado. Después dice
‘Padre ’, ese es un espíritu familiar. Después dice ‘santificado sea Tu nombre’, un espíritu reverente.
‘Venga Tu reino’, un espíritu leal. ‘Hágase Tu voluntad’, un espíritu sumiso. ‘Danos hoy nuestro pan
de cada día’, un espíritu de dependencia. ‘Perdónanos nuestras deudas’, un espíritu penitente. ‘No
nos metas en tentación’, un espíritu humilde. ‘Tuyo es el Reino’, un espíritu de confianza. ‘Y el
poder’, un espíritu triunfal. ‘Y la gloria’, un espíritu que exalta.”

Esta oración podría ser simplemente dividida en tres elementos y luego, tres elementos más. Los
primeros tres tienen que ver con Dios. El segundo grupo de tres, con el hombre. Los primeros tres,
la gloria de Dios. El segundo grupo de tres, la necesidad del hombre. Los primeros tres, la gloria de
Dios. Santificado sea Tu nombre, venga Tu reino, hágase Tu voluntad. Ésa es la gloria de Dios.

El segundo grupo de tres, la necesidad del hombre. Danos hoy nuestro pan de cada día y
perdónanos nuestras deudas y no nos metas en tentación. Como puede ver, el punto es este: el
primer lugar, cuando usted ora, coloca a Dios en su lugar correcto, ¿lo ve?

Después, todo lo demás fluye de esto. Toda oración debe comenzar con la naturaleza de Dios
“santificado sea Tu nombre, venga Tu Reino, hágase Tu voluntad.” Y después, ¿qué sigue? Dios
está en Su lugar supremo y cuando Dios es primero, la oración tiene sentido.

Otra manera en la que la podríamos ver, las primeras tres muestran el propósito en la oración.
¿Cuál es el propósito? Número uno, santificar el nombre de Dios. Número dos, traer Su Reino.
Número tres, hacer Su voluntad. Ése es el propósito de la oración. Oh Dios, vengo a Ti para que Tu
nombre sea santificado. Para que Tu Reino venga, para que Tu voluntad sea cumplida.

¿Y cuál es el medio? ¿Cuál es el medio mediante el cual Su nombre es santificado, Su Reino es


levantado y Su voluntad es hecha? En primer lugar, danos hoy nuestro pan de cada día. Eso es
provisión. En segundo lugar, al perdonar nuestros pecados. Eso es perdón. En tercer lugar, al no
meternos en tentación. Eso es protección. Conforme Dios provee, perdona y protege, como
consecuencia Él es exaltado en Su gloria, en Su reino y en Su voluntad.
Otra manera de verlo. En primer lugar, Dios es un Padre. Padre Nuestro, santificado sea Tu nombre.
Después Él es un Rey, venga Tu Reino. Después, Él es un amo. Hágase Tu voluntad. Como Padre,
versículo 11, Él nos da nuestro pan de cada día. Él es la fuente. Como un rey, Él perdona nuestras
deudas y nos perdona. Como un amo, Él no nos mete en tentación. Los elementos, las maravillas,
las bellezas de este modelo de oración en particular son casi infinitos. Sólo la mente de Dios podría
haber concebido pensamientos tan increíbles que fueran comprimidos en esta pequeña sección de
la Escritura. Ningún hombre jamás podría haberlo hecho.

Escuchen, amados, la oración nunca es un intento por inclinar la voluntad de Dios a mi deseo. La
oración es para inclinarme a mí para encajar con la voluntad de Dios. Cuando yo reconozco que
Dios es soberano y cuando yo digo “Dios, dame el pan diario de cada día sólo si esto santifica Tu
nombre; Dios, que mis pecados sean perdonados sólo si eso exalta Tu Reino; y Dios, no me metas
en tentación, si eso permite que Tú seas el amo en mi vida.” Porque en todas las cosas, cuando
todo ha terminado, el propósito de toda esta oración se encuentra al final del versículo 13: “porque
Tuyo es el Reino y el poder y la gloria por los siglos.” Ése es el punto.

Vea tan solo los últimos tres elementos: el pan, provisión; el perdón, perdón; y la guía y el no meter
en tentación, protección. Y usted ahí encuentra las tres dimensiones de la vida. Nuestro plan diario,
presente. Nuestras deudas, pecados del pasado. Y no nos metas, eso es el futuro. Esta pequeña
oración incluye la provisión de sustento de Dios en el pasado, el presente y el futuro. Pan, eso es
físico. Perdón, eso es mental, y alivia la angustia de la culpabilidad y el no meternos en tentación es
espirituales es el mantenimiento de la vida espiritual. Sea que usted esté hablando del pasado,
presente, futuro; sea que usted esté hablando de físico, mental o espiritual; sea de lo que sea que
usted esté hablando, está aquí. Está aquí.

Por cierto, todas las peticiones en este versículo están en el modo imperativo en el griego, lo cual
significa que hay una intensidad, una intensidad tremenda en ellas. Hay una brevedad fantástica en
toda frase, pero es algo intenso: “venga Tu Reino, hágase Tu voluntad.” No hay elementos que
aclaren estas peticiones. Todo en esta oración, amados, busca glorificar a Dios. Busca exaltar Su
nombre, busca exaltar Su santidad.

Y quiero decirle en este momento que ése es el propósito de toda la oración. Si usted cree que la
oración es para usted, usted no entiende lo que es la oración. Usted no lo entiende. Esa es la razón
por la que estamos en tantos problemas. Estamos orando por nosotros mismos. No consideramos la
comunidad entera de la fe y no consideramos la voluntad completa de Dios en los parámetros de Su
propio Reino. Samuel Zwemmer escribe acerca de esta oración estas palabras, y cito: “todo deseo
posible del corazón que ora está contenido en esto. Contiene al mundo entero de requisitos
espirituales. Combina en lenguaje simple toda promesa divina, toda tristeza y deseo humano y todo
anhelo cristiano por el bienestar de otros.” Fin de la cita.

La oración se enfoca en Dios. Escuche. En Juan 14 Jesús dijo “cualquier cosa que pidáis en Mi
Nombre lo haré para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” La razón por la que usted ora y la
razón por la que Dios responde es para desplegarse a sí mismo, para desplegar Su gloria. Eso es
todo. Cuando usted ora por alguien que no es salvo, y vienen a Jesucristo, no es para usted que
usted lo hizo. Es para mostrarle el poder de la salvación. Cuando usted tiene una necesidad física y
ora y Dios satisface esa necesidad, no es para que usted tenga lo que usted quiere, es para que
usted sepa que Dios satisface necesidades.
Su gloria es lo que importa. Entonces, cuando usted ora, recuerde que no está informándole a Dios,
Él ya conoce todo. Usted no está forzando a Dios, usted no está irritándolo, usted no está
manipulándolo. Lo que usted está haciendo es someterse a Su soberanía.

Y ésa es la afirmación de la oración de los discípulos. Así es como debemos verlo. Comienza con
“Padre Nuestro que estás en los cielos”, adorando a Dios. Termina con “porque Tuyo es el reino, el
poder y la gloria, por los siglos”, adorando a Dios. Y en el medio, todo tiene que ver con Dios.

“Padre nuestro que estás en los cielos,” ésa es la paternidad de Dios. “Santificado sea Tu nombre,”
esa es la prioridad de Dios. “Venga Tu Reino,” ese es el programa de Dios. “Hágase Tu voluntad,”
ese es el propósito de Dios. “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy.” Esa es la provisión de Dios.
“Y perdónanos nuestras deudas,” ese es el perdón de Dios. “Y no nos metas en tentación,” esa es la
protección de Dios. “Y Tuyo es el Reino, el poder y la gloria por los siglos,” esa es la preeminencia
de Dios. Y toda la oración, Jesús está diciendo, no es para ponerse de pie en las calles y en las
esquinas de las calles para orar, para ser oído por los hombres, para recibir la gloria para usted
mismo, sino que toda la oración es a manera de contraste absoluto, para traer gloria a Dios.

Ahora, amados, si usted no obtiene ningún provecho más de este mensaje que lo suficiente como
para cambiar su vida de oración, eso es suficiente. Si usted ni siquiera obtuvo ese provecho, no ha
estado escuchando porque lo dije en unas cincuenta maneras diferentes. Así que oremos juntos.

Padre, no tuvimos tiempo quizás para llegar tan lejos como pensábamos que íbamos a llegar el día
de hoy, pero confiamos en que llegamos hasta donde Tú quisiste. Señor, nos sometemos a Ti. Oh,
bendecimos Tu Nombre Santo, Padre. Es tan glorioso morar contigo en Tu Reino y saber que algún
día conoceremos la plenitud de ese Reino cuando entremos en Tu presencia bendita para siempre.

Padre, te damos gracias porque nuestra vida de oración puede ser abnegada, porque puede ser
humilde, que puede ser lo que debe ser y que al ser así, podamos darte la gloria que Tú mereces. Y
sabemos que la Biblia nos ha dicho que si Te glorificamos, Tú llenarás nuestros corazones de gozo,
que nuestro mayor gozo no está en tener las cosas para nosotros mismos, sino en glorificarte a Ti.
Que conozcamos el corazón de David que dijo “A Jehová he puesto siempre delante de mí, por
tanto se gozó mi corazón.” Danos el gozo del corazón que sabe que todas nuestras oraciones han
sido para Tu gloria. Que condicionemos todo lo que pedimos a Tu gloria. Hazlo para Tu propia
gloria. Hazlo para la extensión de Tu Reino. Hazlo como una expresión de Tu voluntad, para que
Tuyo sea el Reino y el poder y la gloria, por los siglos de los siglos. Amén.

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