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Marcos 16:2
Marcos 16:9
Lucas 24:1
Juan 20:1
Juan 20:19
Hechos 20:7
El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo
les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la
medianoche.
1 Corintios 16:1-2
1 En cuanto a la ofrenda para los santos, haced vosotros también de la
manera que ordené en las iglesias de Galacia.
2 Cada primer día de la semana cada uno de vosotros ponga aparte algo,
según haya prosperado, guardándolo, para que cuando yo llegue no se
recojan entonces ofrendas.
Sábado
S. Lucas 4:16
Lucas 23:56
Hechos 17:2
Isaías 66:22, 23
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Sábado
(heb. shabbâth, "[día de] reposo", "cesación"; shabbâthôn [una variante de
toda la época abarcada por la historia bíblica. Cuando Dios acabó de crear
la
tierra, "reposó el día séptimo de toda la obra que hizo" (Gén. 2:1,2). Este
hecho de que la tarea estaba completa y el mundo era perfecto (Gén. 1:31).
En el monte Sinaí, Dios prescribió la observancia del reposo del 7º día con
las palabras del 4º mandamiento del Decálogo (Exo. 20:8-11). Escribió
esta ley con su propio dedo en tablas de piedra (Exo. 31:18; Dt. 9:10) y le
dio instrucciones a Moisés para que fuera puesta en el arca del pacto (Deut.
10:1-5). La palabra "acuérdate", con que comienza el mandamiento
relativo al sábado, no quiere decir que la observancia del 4º mandamiento
es más importante que la de los otros 9, porque todos son iguales (Jos. 2:8-
11; Stg. 2:10,11). El pueblo de Dios tenía que "acordarse" del sábado
porque "en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las
cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día"; es decir, el sábado es
un monumento recordativo del Creador y de la creación. Por eso, "Jehová
bendijo el día de reposo y lo santificó" en el mismo principio. Dios sabía
que la tendencia natural del hombre consistiría en preocuparse tanto de las
cosas que había hecho durante los 6 días de la creación, que olvidaría
Quién las había hecho, una tendencia universal y evidente desde aquellos
lejanos tiempos (Ro. 1:20-25).
La violación del sábado fue uno de los pecados que dio como resultado el
cautiverio babilónico (Jer. 17:19-27). Tal como Jeremías, el profeta
Ezequiel se lamentaba porque en sus días el sábado era ignorado en gran
medida (Eze. 20:12-24; 22:8; 26:23, 38). Al escrutar el futuro, Isaías
previó la conversión de los gentiles y prometió una bendición para quienes
guardaran el sábado (lsa. 56:2-6; cf 58:13). Después del cautiverio los
judíos cayeron de nuevo en el descuido con respecto a la observancia del
sábado, y Nehemías impulsó una reforma con el fin de fomentar dicha
observancia (Neh. 10:31-13:15-22).