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1. EXPOSICIÓN Y ADORACIÓN
Monición de Entrada:
Hermanos: En estos momentos de oración y reparación por los pecados
cometidos contra la vida, la familia y contra nuestra patria queremos dedicarlos
a nuestro Señor Jesús Sacramentado, para que cese y desaparezca todo germen
de violencia en México y en el mundo entero. Para que el Señor conceda a los
gobernantes de nuestra nación su Espíritu Santo, que les inspire designios de
justicia, misericordia y paz. Que Nuestra Madre, la Santísima Virgen de
Guadalupe, presente nuestra oración al Padre.
TODOS: Señor, sin ti, vana sería nuestra oración y engañosa nuestra esperanza
de paz. Pero tú estás vivo y obras para nosotros y con nosotros; tú, nuestra paz.
Señor resucitado derriba los muros de la enemistad que dividen hoy a los
hermanos en nuestro país.
Señor, ayuda a los humildes y a los pobres del mundo a seguir creyendo y
esperando en que el Reino de Dios está cerca, que está en medio de nosotros, y
es «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17). Sostén a todos los
que, día tras día, se esfuerzan por combatir el mal con el bien, con gestos y
palabras de fraternidad, de respeto, de encuentro, de solidaridad.
Señor, concédenos a todos nosotros ser artesanos de paz allí donde estemos, en
la familia, en la escuela, en el trabajo, en las comunidades, en cualquier
ambiente; «lavándonos los pies» unos a otros, a semejanza de Ti, nuestro
Maestro y Señor. A Ti la gloria y la alabanza, hoy y por los siglos de los siglos.
Amén.
CANTO: Paz Señor
Hermanos: Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo,
derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia
carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos
pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y
los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la
enemistad en su persona.
Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban
lejos, paz también para aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo,
todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu. Por lo tanto,
ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y
miembros de la familia de Dios. Palabra de Dios. (Se hace un breve espacio de
silencio. Posteriormente todos se ponen de pie para escuchar el Evangelio).
+ Del santo Evangelio según san Juan
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi
palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada.
El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no
es mía, sino del Padre, que me envió.
Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el
Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las
cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.
La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan
la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si
me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que
yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”.
Palabra del Señor. (Nuevamente se hace un breve espacio de silencio).
REFLEXIÓN
Luego, el sacerdote, el diácono o algún otro ministro, dice la reflexión seguido por un
periodo de oración en silencio. Después del momento de silencio, se puede entonar un canto
apropiado.
La diferencia entre la paz que el mundo te da y la paz que Dios nos da es grande.
Las personas creen que la paz es la ausencia de problemas, de inconvenientes,
de adversidades, de guerras.
Pero la paz que Dios nos ofrece es aún mayor. Es la paz para enfrentar esos
problemas, esas adversidades, esos inconvenientes, esas batallas.
El Señor en su infinito amor nos da paz en los momentos más difíciles con sus
palabras de consuelo: “Mi paz os doy no como el mundo la da”
Así es que, si estás viviendo malos días, puedes ir al Padre y recibir en oración,
la Paz que solo él te puede dar y oír sus palabras: “NO SE TURBE VUESTRO
CORAZON... NI TENGA MIEDO”.
CANTO: Paz en la tierra
3. PLEGARIA UNIVERSAL
2. Por todos los cristianos, para que nunca pierdan la esperanza y el anhelo de
la paz, roguemos al Señor.
3. Por todos los gobernantes y por quienes aspiran a ello, para que puedan
escuchar y responder a las peticiones de los ciudadanos quienes desean la
paz y la justicia y busquen construir ciudadanía para el bien común,
roguemos al Señor.
4. Por los jóvenes de todas las naciones, para que puedan crecer en valores,
buscando la paz que Dios ofrece al mundo, roguemos al Señor.
5. Por todos los que formamos esta nación mexicana, para que, fieles al
Evangelio de Cristo, permanezcamos unidos como una sola familia,
roguemos al Señor.
6. Por todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad, quienes desean ser
buenos ciudadanos conociendo, colaborando y desarrollando instrumentos
de construcción ciudadana, realizando acciones concretas en favor del bien
común, para que el Señor les impulse y sostenga en sus esfuerzos, roguemos
al Señor.
7. Por todos los que han muerto, especialmente por aquellos que han sido
víctimas de la violencia y la inseguridad, para que el Señor los reciba dentro
de su presencia amorosa y a sus familiares les de consuelo y fortaleza,
roguemos al Señor.
4. LETANÍAS DE PAZ
Quiero escuchar lo que dice el Señor, pues Dios habla de paz. (Sal 85, 9)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Mi alma halló muy larga su permanencia entre aquellos que detestan la paz. (Sal
120, 6)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Estoy por la paz, pero apenas de eso hablo, ellos no piensan más que en
guerra. (Sal 120, 7)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Por mis hermanos y mis amigos quiero decir: “¡La paz este contigo!” (Sal
122,8)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Tiempo para amar y tiempo para odiar; tiempo para la guerra y tiempo para la
paz. (Eclo 3, 8)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Oh Dios, dígnate darnos la paz, pues, sólo Tú llevas a feliz término lo que
hacemos nosotros. (Is 26, 12)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Pero tú, Belén, cuyo origen se pierde en el pasado. Él mismo será su paz. (Mi
5,1.4)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Gloria a Dios en lo más alto del Cielo y en la tierra paz a los hombres. (Lc 2,14)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
El Señor dijo: Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: “La paz
sea en esta casa.” (Lc 10, 5)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
El Señor dice: “Les dejo la paz, les doy mi paz.” (Jn 14, 27)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
El Señor dice: “La paz que yo les doy no es como la que da el mundo.
Que no haya en ustedes angustia ni miedo.” (Jn 14, 27)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
El Señor dice: “Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mi.” (Jn
16,33)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Y Jesús dijo a sus discípulos: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me
envió a mí, así los envío yo también.” (Jn 20, 21)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Así la paz de Cristo reinará en sus corazones, pues para esto fueron llamados y
reunidos. (Col 3, 15)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Señor Jesús, Tú eres nuestra paz, mira nuestra patria dañada por la violencia y
dispersa por el miedo y la inseguridad.
5. BENDICION Y RESERVA
El sacerdote, el diacono o algún otro ministro, se coloca de rodillas delante del Santísimo
Sacramento para realizar la Incensación, mientras que el Coro entona un CANTO
Eucarístico. Terminado el canto y la incensación se dice la siguiente jaculatoria con su
respectiva oración: