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HORA SANTA POR LA PAZ DE MÉXICO

1. EXPOSICIÓN Y ADORACIÓN

Reunida la asamblea, se entona un CANTO mientras el sacerdote o el diácono, revestido de


capa pluvial, entra al presbiterio. Toda la asamblea se arrodilla mientras el celebrante con
el paño de hombros, camina hacia el Sagrario. Luego, trae el Santísimo Sacramento, lo pone
en la custodia y lo expone sobre el altar. El celebrante se arrodilla delante del altar e
inciensa el Santísimo Sacramento. Cuando se termina el canto de entrada, se hace un
momento de oración en silencio. Luego el Sacerdote invita a los fieles a introducirse en la
oración:

Adoremos y demos gracias en cada instante y momento…


Padre Nuestro, Ave María y Gloria…
Esto se repite por tres ocasiones en las que se puede intercalar con un breve canto
eucarístico. Posteriormente se invita a un momento de adoración personal. Finalizado este
momento, un lector procede con lo siguiente.

Monición de Entrada:
Hermanos: En estos momentos de oración y reparación por los pecados
cometidos contra la vida, la familia y contra nuestra patria queremos dedicarlos
a nuestro Señor Jesús Sacramentado, para que cese y desaparezca todo germen
de violencia en México y en el mundo entero. Para que el Señor conceda a los
gobernantes de nuestra nación su Espíritu Santo, que les inspire designios de
justicia, misericordia y paz. Que Nuestra Madre, la Santísima Virgen de
Guadalupe, presente nuestra oración al Padre.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Oración común por la Paz

TODOS: Señor, sin ti, vana sería nuestra oración y engañosa nuestra esperanza
de paz. Pero tú estás vivo y obras para nosotros y con nosotros; tú, nuestra paz.

Señor resucitado derriba los muros de la enemistad que dividen hoy a los
hermanos en nuestro país.

Socorre a las mujeres víctimas de la violencia en las zonas de guerra y en


cualquier parte del mundo.
Salva a los niños que sufren a causa de conflictos que no tienen que ver con
ellos, pero que les roban su infancia y a veces también la propia vida. ¡Cuánta
hipocresía cuando se niegan las masacres de mujeres y niños! Aquí la violencia
muestra su rostro más horrible.

Señor, ayuda a los humildes y a los pobres del mundo a seguir creyendo y
esperando en que el Reino de Dios está cerca, que está en medio de nosotros, y
es «justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo» (Rm 14,17). Sostén a todos los
que, día tras día, se esfuerzan por combatir el mal con el bien, con gestos y
palabras de fraternidad, de respeto, de encuentro, de solidaridad.

Señor, afianza en los gobernantes y en todos los que tienen responsabilidades


un espíritu noble y recto, firme y valiente en la búsqueda de la paz, mediante el
diálogo y la negociación.

Señor, concédenos a todos nosotros ser artesanos de paz allí donde estemos, en
la familia, en la escuela, en el trabajo, en las comunidades, en cualquier
ambiente; «lavándonos los pies» unos a otros, a semejanza de Ti, nuestro
Maestro y Señor. A Ti la gloria y la alabanza, hoy y por los siglos de los siglos.
Amén.
CANTO: Paz Señor

2. ESCUCHA DE LA PALABRA DE DIOS

Todos toman su lugar y uno o dos lectores proclaman la Palabra de Dios.

De la carta del Apóstol San Pablo a los Efesios (2,14-19).

Hermanos: Cristo es nuestra paz; él ha unido a los dos pueblos en uno solo,
derribando el muro de enemistad que los separaba, y aboliendo en su propia
carne la Ley con sus mandamientos y prescripciones. Así creó con los dos
pueblos un solo Hombre nuevo en su propia persona, restableciendo la paz, y
los reconcilió con Dios en un solo Cuerpo, por medio de la cruz, destruyendo la
enemistad en su persona.

Y él vino a proclamar la Buena Noticia de la paz, paz para ustedes, que estaban
lejos, paz también para aquellos que estaban cerca. Porque por medio de Cristo,
todos sin distinción tenemos acceso al Padre, en un mismo Espíritu. Por lo tanto,
ustedes ya no son extranjeros ni huéspedes, sino conciudadanos de los santos y
miembros de la familia de Dios. Palabra de Dios. (Se hace un breve espacio de
silencio. Posteriormente todos se ponen de pie para escuchar el Evangelio).
+ Del santo Evangelio según san Juan

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “El que me ama, cumplirá mi
palabra y mi Padre lo amará y vendremos a él y haremos en él nuestra morada.
El que no me ama no cumplirá mis palabras. Y la palabra que están oyendo no
es mía, sino del Padre, que me envió.

Les he hablado de esto ahora que estoy con ustedes; pero el Consolador, el
Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las
cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho.

La paz les dejo, mi paz les doy. No se la doy como la da el mundo. No pierdan
la paz ni se acobarden. Me han oído decir: ‘Me voy, pero volveré a su lado’. Si
me amaran, se alegrarían de que me vaya al Padre, porque el Padre es más que
yo. Se lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda, crean”.
Palabra del Señor. (Nuevamente se hace un breve espacio de silencio).
REFLEXIÓN

Luego, el sacerdote, el diácono o algún otro ministro, dice la reflexión seguido por un
periodo de oración en silencio. Después del momento de silencio, se puede entonar un canto
apropiado.

La diferencia entre la paz que el mundo te da y la paz que Dios nos da es grande.
Las personas creen que la paz es la ausencia de problemas, de inconvenientes,
de adversidades, de guerras.

Pero la paz que Dios nos ofrece es aún mayor. Es la paz para enfrentar esos
problemas, esas adversidades, esos inconvenientes, esas batallas.

El Señor en su infinito amor nos da paz en los momentos más difíciles con sus
palabras de consuelo: “Mi paz os doy no como el mundo la da”

Así es que, si estás viviendo malos días, puedes ir al Padre y recibir en oración,
la Paz que solo él te puede dar y oír sus palabras: “NO SE TURBE VUESTRO
CORAZON... NI TENGA MIEDO”.
CANTO: Paz en la tierra

3. PLEGARIA UNIVERSAL

De pie, el sacerdote, el diácono o algún otro ministro, invita al pueblo a rezar:


Dios es Padre de todas las personas y quiere que todos se congreguen en una
sola familia libre de toda división y tensión. Confiando en su providencia,
ponemos nuestra oración por nuestra patria y la paz delante de Él y suplicamos:
Príncipe de la Paz, escúchanos.

1. Por el Papa Francisco, nuestro Arzobispo Fabio y su obispo auxiliar José


Luis, por todos los obispos, presbíteros y diáconos de nuestra nación, para
que guíen con perseverancia al pueblo de Dios hacia la búsqueda de la paz
que solo Cristo puede dar, roguemos al Señor.

2. Por todos los cristianos, para que nunca pierdan la esperanza y el anhelo de
la paz, roguemos al Señor.

3. Por todos los gobernantes y por quienes aspiran a ello, para que puedan
escuchar y responder a las peticiones de los ciudadanos quienes desean la
paz y la justicia y busquen construir ciudadanía para el bien común,
roguemos al Señor.

4. Por los jóvenes de todas las naciones, para que puedan crecer en valores,
buscando la paz que Dios ofrece al mundo, roguemos al Señor.

5. Por todos los que formamos esta nación mexicana, para que, fieles al
Evangelio de Cristo, permanezcamos unidos como una sola familia,
roguemos al Señor.

6. Por todos aquellos hombres y mujeres de buena voluntad, quienes desean ser
buenos ciudadanos conociendo, colaborando y desarrollando instrumentos
de construcción ciudadana, realizando acciones concretas en favor del bien
común, para que el Señor les impulse y sostenga en sus esfuerzos, roguemos
al Señor.

7. Por todos los que han muerto, especialmente por aquellos que han sido
víctimas de la violencia y la inseguridad, para que el Señor los reciba dentro
de su presencia amorosa y a sus familiares les de consuelo y fortaleza,
roguemos al Señor.

Se puede invitar a los fieles a hacer sus intenciones libres.

Concédenos, Señor, el espíritu de tu amor, a fin de que, alimentados con el


Cuerpo y la Sangre de tu Hijo, fomentemos entre todos los hombres la paz que
él mismo nos dejó. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
TODOS: Señor, príncipe de paz, escucha nuestra súplica. Infúndenos el valor
de llevar a cabo gestos concretos para construir la paz. [… Tú] nos llamas a
vivir como hermanos, danos la fuerza para ser cada día artesanos de la paz;
danos la capacidad de mirar con benevolencia a todos los hermanos que
encontramos en nuestro camino.

Haznos disponibles para escuchar el clamor de nuestros ciudadanos que


nos piden transformar nuestras armas en instrumentos de paz, nuestros temores
en confianza y nuestras tensiones en perdón.

Mantén encendida en nosotros la llama de la esperanza para tomar con


paciente perseverancia opciones de diálogo y reconciliación, para que
finalmente triunfe la paz. Y que sean desterradas del corazón de todo hombre
estas palabras: división, odio, guerra. Señor, desarma la lengua y las manos,
renueva los corazones y las mentes, para que la palabra que nos lleva al
encuentro sea siempre «hermano», y el estilo de nuestra vida se convierta en
shalom, paz. Amén.
CANTO: Hazme un instrumento de tu Paz.

4. LETANÍAS DE PAZ

Todos de rodillas rezan juntos las Letanías por las Paz

Señor, ten piedad.


R. Señor, ten piedad.

Cristo, ten piedad.


R. Cristo, ten piedad.

Señor, ten piedad.


R. Señor, ten piedad.

A cada invocación responderemos: Señor Jesús, concédenos tu Paz

Que Dios vuelva hacia ti su rostro y te de la paz. (Núm 6, 26)


R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

El Señor dará a su pueblo bendiciones de paz. (Sal 29, 11)


R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
Apártate del mal y haz el bien, busca la paz y ponte a perseguirla. (Sal 34, 15)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Quiero escuchar lo que dice el Señor, pues Dios habla de paz. (Sal 85, 9)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

La Gracia y la Verdad se han encontrado, la Justicia y la Paz se han


abrazado. (Sal 85, 11)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Mi alma halló muy larga su permanencia entre aquellos que detestan la paz. (Sal
120, 6)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Estoy por la paz, pero apenas de eso hablo, ellos no piensan más que en
guerra. (Sal 120, 7)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Por mis hermanos y mis amigos quiero decir: “¡La paz este contigo!” (Sal
122,8)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Tiempo para amar y tiempo para odiar; tiempo para la guerra y tiempo para la
paz. (Eclo 3, 8)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Oh Dios, dígnate darnos la paz, pues, sólo Tú llevas a feliz término lo que
hacemos nosotros. (Is 26, 12)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

La obra de la Justicia será la Paz y los frutos de la Justicia serán tranquilidad y


seguridad para siempre. (Is 32, 17)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Pero tú, Belén, cuyo origen se pierde en el pasado. Él mismo será su paz. (Mi
5,1.4)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Gloria a Dios en lo más alto del Cielo y en la tierra paz a los hombres. (Lc 2,14)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz
El Señor dijo: Al entrar en cualquier casa, bendíganla antes diciendo: “La paz
sea en esta casa.” (Lc 10, 5)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

El Señor dice: “Les dejo la paz, les doy mi paz.” (Jn 14, 27)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

El Señor dice: “La paz que yo les doy no es como la que da el mundo.
Que no haya en ustedes angustia ni miedo.” (Jn 14, 27)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

El Señor dice: “Les he hablado de estas cosas para que tengan paz en mi.” (Jn
16,33)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Y Jesús dijo a sus discípulos: “¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me
envió a mí, así los envío yo también.” (Jn 20, 21)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

El fruto del Espíritu es caridad, alegría, paz, comprensión de los demás,


generosidad, bondad, fidelidad, mansedumbre y dominio de sí mismo. (Gál 5,
22-23)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

Así la paz de Cristo reinará en sus corazones, pues para esto fueron llamados y
reunidos. (Col 3, 15)
R. Señor Jesús, concédenos tu Paz

¡México! ¡México!, ¡conviértete al Señor tu Dios!


R. ¡México! ¡México!, ¡conviértete al Señor tu Dios! (se repite 3 veces).

¡Señor! ¡Señor!, ¡perdona a tu Pueblo!


R. ¡Señor! ¡Señor!, ¡perdona a tu Pueblo! (se repite 3 veces).

Concluyamos nuestra plegaria, cantando juntos la Oración que Cristo, nuestro


Príncipe de la Paz, nos enseñó: Padre Nuestro… (Concluido el Padre Nuestro, todos
juntos hacemos la Oración por la Paz).
ORACIÓN POR LA PAZ

Señor Jesús, Tú eres nuestra paz, mira nuestra patria dañada por la violencia y
dispersa por el miedo y la inseguridad.

Consuela el dolor de quienes sufren. Da acierto a las decisiones de quienes nos


gobiernan. Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan
sufrimiento y muerte, dales el don de la conversión.

Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a nuestros


pueblos y comunidades.

Que como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser


promotores de justicia y de paz, para que en ti, nuestros pueblo tenga vida digna.
Amén.

María, Reina de la Paz… ruega por nosotros.


CANTO: Tú reinarás.

5. BENDICION Y RESERVA

El sacerdote, el diacono o algún otro ministro, se coloca de rodillas delante del Santísimo
Sacramento para realizar la Incensación, mientras que el Coro entona un CANTO
Eucarístico. Terminado el canto y la incensación se dice la siguiente jaculatoria con su
respectiva oración:

Nos diste Señor el pan bajado del cielo…


R. Que contiene en sí todo deleite.

Oremos: Oh Dios, que en este Sacramento admirable…

Cristo, Maestro y Salvador nuestro. Cristo, Pan bajado del cielo.


Cristo, Mesías enviado. Cristo, Muerto y Resucitado por
Cristo, Fuente de la divina sabiduría. nosotros.
Cristo, Buena Noticia. Cristo, Presencia permanente entre
Cristo, Médico de los enfermos. nosotros.
Cristo, Palabra de verdad. A ti, todo honor y toda gloria,
Cristo, Luz de los pueblos. por los siglos de los siglos. Amén.

Concluida la bendición, se reserva el Santísimo Sacramento, y el ministro se retira. El pueblo


puede cantar Que viva mi Cristo.

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