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Pontificia Universidad Católica de Chile.

Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política.


Instituto de Historia

La cultura en la historia: temores,


tensiones e ilusiones en el siglo XIX
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Ramo: Historia Contemporánea s. XIX.


Profesor: Claudio Rolle
Ayudantes: Claudia Sánchez
Diego Díaz
Estudiante: Santiago Garrido Noriega
Fecha: 01/12/2022
La reflexión histórica nunca puede reducirse a cifras y archivos oficiales, porque le
conciernen los seres vivos. Estos se expresan mediante la cultura. La potencia de la
revolución industrial y la francesa no disminuyó a lo largo del siglo XIX. La producción se
disparaba al mismo tiempo que las pasiones políticas incrementaban. Mientras el mundo se
abría por nuevas tecnologías, el socialismo y el comunismo eclosionaban. Un contexto así,
lleno de frenesí económico y político, no puede dejar indiferente a la sociedad. Por tanto,
una incursión a la cultura de la época puede arrojar luz sobre las reacciones que los
contemporáneos tenían ante estos inauditos cambios. Veremos las tensiones, los temores y
los ámbitos de la cultura como reflejo de los cambios que este siglo atravesaba.
Comprenderemos que entre los varios impactos que el siglo tuvo sobre la cultura, las
tensiones políticas, las pasiones imperialistas y la formación de normas son tres aspectos
centrales.
En tales tiempos coexistía un deseo de orden y un terror del desorden. Al tiempo que los
alumnos sufrían horas de aburrimiento clavados a sus pupitres1, esta “época de la
seguridad”, algunos creían que todo estaba garantizado por bancos y seguros 2: una época
segura. Pero a ello subyacía un miedo intenso, especialmente en sectores más acomodados
de la sociedad. En la época del origen de ideologías tales como el marxismo y el
anarquismo, lo que se había generalizado como un proletariado había estado organizándose.
Ejemplo de esto el Partido Social Demócrata alemán, que, de inclinaciones radicales, logró
organizarse políticamente y ser el partido más grande de Alemania y el partido de izquierda
más poderoso de la Europa de su tiempo. 3 El ejemplo clave, sin embargo, de organización
extralegal, es sin duda la comuna de París de 1871.
Después de la derrota humillante de Francia ante Prusia, la capital había quedado en una
situación sumamente inestable. Así, varios civiles, desde proletariados hasta algunos
estudiantes, comenzaron a tomarse las calles y finalmente lograron asegurar el poder sobre
gran parte de la ciudad.4 Esto duró dos meses. A pesar de su brevedad, logró inspirar terror
en sectores acomodados a lo largo de toda Europa, y el terror de una revolución como la de
1848, replicada y hecha exitosa, implicó un giró hacia la derecha en gran parte de los
gobiernos europeos. Ejemplo de ello sería la serie de obstáculos que Bismarck quería
1
Zweig, p. 51
2
Zweig, p. 17-18
3
Joll, buscar cita
4
Joll buscar cita
imponer sobre los socialistas de su propio país.5 Este terror tiene aspectos novedosos,
porque las ideologías en torno a las que las clases subalternas se organizaban habían sido
formuladas durante el siglo XIX: el anarquismo, el socialismo, el comunismo.
Lo cierto es que se tenía mucho que perder: el enorme crecimiento económico de la
Europa industrializad abría sueños de progreso. Esto se tradujo en un sentimiento de
superioridad cultural. La misión civilizadora es reflejo de ello: los europeos consideraban
que, al establecer colonias en continentes como África, había un cierto intercambio, no una
mera explotación de recursos. Los europeos exportarían recursos locales para alimentar su
industria, mientras que importarían esta “cultura superior”, y así podrían “civilizar” a
quienes consideraban salvajes. “Hasta la más descarada explotación colonial se presentaba
con el disfraz científico o humanitario”6. Este status quo, cuya amenaza misma constituía
un terror para ciertos europeos, alimentaba ilusiones de dominio mundial. Realmente se
consideraban héroes por expandirse, a pesar de que “se apoderaban de todo lo que podían.
Aquello era verdadero robo con violencia, asesinato con agravantes en gran escala” 7. Sin
importar las intenciones, un contemporáneo opina que no había más moral en esta
explotación de riqueza que la que tiene un ladrón robando una caja fuerte. 8 La misión
civilizadora devino en una convicción tan fuerte que se consideraba moral obrar de modos
que hoy serían consideradas violaciones de derechos humanos.9
En lo que respecta a las ilusiones que tenían exteriormente, y su comportamiento moral,
el imperialismo se ha hecho representativo de este período. La moral “doméstica”, empero,
no ha sido menos importante. Recordemos la educación estricta de la reina que dio su
nombre al periodo. La reina Victoria solamente pudo dormir en una habitación separada de
la de su madre hasta después de haber sido coronada; llevaba una “existencia casi
monástica”10, y el rigor de su educación, conformó el carácter austero que llegó a definir la
moral victoriana.
Virtudes estrictas, severa observancia de las costumbres, especial apego a las formas de
vestir, que reflejan la forma de ser. Quien cometiera “cualquier desviación de la norma (…)

5
Joll cita
6
Joll, p. 106
7
Conrad p.9
8
Conrad p.48
9
Considerar la decapitación, ejemplificada en el Congo belga de Leopoldo II, p.95
10
Strachey, p.41
[debía tener] consciencia de que pagaría el precio” 11. Fuera con ostracismo o ridículo
público, el comportamiento no normal sería castigado, y la moral victoriana de Inglaterra
pasó a representar las nociones morales de la época. Incluso Nietzsche describe a los
filósofos ingleses que indagaban en temas morales como “sencillamente sapos viejos, fríos,
aburridos, que se arrastran y andan a saltos alrededor del hombre y metiéndose dentro del
hombre, como si justo en él estuviesen en su elemento, a saber, en una ciénaga” 12. Él
postulaba que el origen de estos valores era el resentimiento, el odio, el nihilismo, un
ataque a la fortaleza de individuos sublimes. 13 Y es interesante que individuos tan radicales,
tan inmorales como el de Bloomsbury Group hayan sido precisamente tan criticados.
Incluso Himmelfarb los presenta como decadentes, ejemplos de empobrecimiento moral.14
Lo importante es que a pesar de una unión entre instituciones legales, morales y
costumbres15, el comportamiento humano nunca ha sido monolítico. La cultura que
intentaba presentar esa imagen pulida de sí, tanto en términos de su desarrollo civilizatorio
relacionados a su colonización del mundo exterior como de su convencimiento de su
superioridad moral, era modulada, moldeada por estos temores y desarrollos del siglo XIX.
Lo que esto expresa es que, a pesar de los deseos de tal autoimagen, que quizá era un
fundamento para postular a su civilización como superior, la realidad es más compleja, y la
división entre lo doméstico y lo exterior nunca es tajante.
Esta somera incursión a una sociedad agitada muestra cómo la cultura expresa su modo
de concebirse: alta civilización que debe ser expandida, moral que debe imponerse
austeramente, status quo que debe preservarse a todos costos. Antes de ver a la economía
como determinante de la realidad, es importante considerar cómo las percepciones
culturales y las ideas pueden tener efectos muy reales sobre el mundo, y la cultura siempre
es una precisa interpretación de las nociones que tenían los contemporáneos en torno a sus
ideales, esperanzas y terrores. La cultura del último cuarto del siglo XIX aquí expuesta nos
permite observar algunos de los comportamientos y pensamientos cotidianos de la materia
misma de la historia: la humanidad. Muestra, a su vez, cómo la tecnología y la economía
por sí mismas no determinan el curso de la historia. Sin una cultura para guiar el

11
Himmelfarb, p. 27
12
Nietzsche p.9
13
Nietzsche, p. 87
14
Himmelfarb, p. 45
15
Himmelfarb, p. 29
pensamiento, no tendríamos historia, y eso es lo que nos muestra el imperialismo, las ideas
políticas de la época y la moral victoriana.

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