El azar es una combinación de circunstancias o de causas
imprevisibles, no planeadas y sin propósito, que rodean un determinado acontecimiento que no responde a la relación de causa-efecto ni a la intervención humana o divina. Este acontecimiento puede ser bueno o puede ser una desgracia, fruto de la casualidad, la fortuna, el acaso y la suerte. El azar es un caso fortuito, no programado, y si es negativo, es un contratiempo.
Si algo fue al azar, significa que fue por casualidad, de manera
fortuita o accidental, involuntario, o sin una intención o un motivo determinado o prefijado. Algo que ocurre sin reflexionar sobre ello ni planearlo, algo que no tiene guía ni rumbo, y que no tiene orden y ocurre aleatoriamente. Un juego de azar es aquel en que el resultado es aleatorio e independiente de la destreza de los participantes o de los jugadores, es un juego de suerte. En algunos juegos, existen algunos objetos o acciones denominadas azar. Por ejemplo, se llama azar al dado o a la carta con el que se obtiene el punto con que se pierde en los juegos de dados o de naipes. También en el billar, cualquier lado de la tronera por dentro, es decir, que mira a la mesa, se denomina azar.
“Todo lo que he conseguido en la vida fue gracias al esfuerzo: no
existen los logros por azar”. El azar epistemológico es aquel que se encuentra en el conocimiento bien sea por ignorancia, por incapacidad para tratar sistemas complejos en un mundo determinista o bien porque exista un auténtico azar ontológico. El conocimiento científico parte del supuesto de la existencia de unas leyes de la naturaleza que determinan el acontecer del mundo, y que es posible conocerlas. Poder determinar el grado de determinismo que dichas leyes implican y el ámbito de su aplicación es esencial para la valoración del conocimiento científico. Se considera que las leyes de la física clásica que describen adecuadamente muchos fenómenos son deterministas (aunque no necesariamente predictibles, por la existencia de caos determinista), mientras que muchos científicos consideran que por ejemplo en física cuántica existen fenómenos esencialmente azarosos y no deterministas. La creencia en un determinismo total como ciencia del conocimiento adecuado de la realidad y su carácter predictivo parece problemático para la existencia de libre albedrío. Así se ha considerado en algunos momentos. La ciencia actuaría, en la consideración del estudio de sistemas complejos y sistemas abiertos matiza la consideración del determinismo de las leyes de la naturaleza.4 Hay quien afirma no se es libre por tomar una decisión de libre albedrío o aleatoria, sino por tomar una decisión autónoma y razonada, es decir, según la voluntad. Sin embargo, al afirmar esto no hace sino identificar su yo libre exclusivamente con su córtex prefrontal, que es aquel que racionaliza de forma autónoma la decisión de todo su ser.