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Estadounidense de Siquiatría
Para ver qué son los tics, sus características, causas y cuando se puede diagnosticar como
trastorno psicológico que necesita tratamiento, pinchar aquí.
En el tratamiento del trastorno de tics se emplean tanto la medicación como la terapia psicológica.
En la práctica, la mayoría de los pacientes con trastorno de tics o trastorno de Tourette son
tratados con antipsicóticos típicos o atípicos, que se consideran la medicación de primera elección.
Cuando no dan resultado, se emplean otras medicaciones alternativas (Yang et al., 2016). Entre
ellas se encuentran un agonista adrenérgico alfa-2 como la clonidina o un antiepiléptico como el
topiramato o medicamentos que disminuyen la dopamina (Mathews & Stern, 2016).
Todas estas medicaciones no son tan eficaces como se publicita. Además, hay siempre que tener
en cuenta los efectos secundarios que producen (Mathews & Stern, 2016).
En el primer congreso sobre los trastornos de tics y de Tourette que se realizó en Londres en 2016,
se informó que se están investigando otras posibilidades como el empleo terapéutico de la
marihuana, aunque falta evidencia científica sobre su eficacia, También se está considerando la
utilización técnicas más invasivas como la estimulación cerebral profunda, para casos más
reticentes a otros tratamientos (Mathews & Stern, 2016).
La terapia cognitivo conductual ha demostrado su eficacia tanto sola como asociada a la toma de
medicación.(O’Connor et al., 2009). Y es eficaz independientemente de la gravedad o de la
molestia que causen los tics (McGuire et al., 2015).
Propuesta por Azrin & Nunn, (1973) incluye 11 técnicas principales organizadas en cinco fases:
Toma de conciencia. Incluyendo darse cuenta de los estímulos y las situaciones que preceden a la
manifestación del tic.
Detección temprana, entrenándose en detectar las sensaciones que preceden a la realización del
tic.
Detección de las situaciones peligrosas en las que es más probable que se dispare el tic.
Entrenamiento en relajación.
Entrenamiento en realizar una respuesta incompatible con el tic. Es una conducta que debe tener
las siguientes características:
Para los tics suele consistir en tensar isométricamente los músculos que se oponen movimiento
del tic.
Motivación. Esta fase se dirige tanto al paciente como a la familia. Incluye tres técnicas de
motivación estándar:
Apoyo social. Incluye que una persona de su entorno se involucre y le ayude en la realización del
procedimiento.
Realización de las conductas en público. Para que el paciente experimente que puede realizar en
público el método propuesto.
Se ha analizado cuáles de estos componentes son necesarios para obtener los resultados y cuáles
son solamente convenientes. Son necesarias el entrenamiento en toma de conciencia, el
establecimiento de una conducta incompatible; que no tiene que estar obligatoriamente
relacionada con la del tic, y el apoyo social (Bate et al., 2011).
Hemos visto que la terapia de reversión del hábito tiene la limitación de tratar exclusivamente el
tic; mientras que los pacientes que los padecen suelen tener muchas otras áreas de su vida
afectadas. Por ejemplo, es frecuente que sientan que pierden el control; que no pueden evitar la
sensación de que puede ocurrir; y finalmente, se convenzan de que se debe a que algo no
funciona bien dentro de ellos. Esto afecta a su autoconcepto y a la visión de su YO. Esta faceta es
tratada conductualmente por la terapia de aceptación y compromiso. También trata con eficacia
otros trastornos como el trastorno obsesivo compulsivo o el déficit de atención. (Consultar
http://www.psicoterapeutas.com).
La terapia de aceptación y compromiso parte de que al paciente no tiene un problema neurológico
insalvable, que le impida llevar una vida plena; sino que está atrapado en las estrategias que
emplea para evitar realizar los tics y dejar sentir las emociones que su presencia o premonición
conlleva. Tenga o no un problema neurológico o fisiológico que los dispare, su mayor sufrimiento
proviene de que los tics se han convertido en el centro de su vida, impidiéndole desarrollarse. Por
eso, la terapia de aceptación y compromiso propone un objetivo del tratamiento que transciende
la desaparición de los tics. A través de la terapia se trata de ayudar al paciente a conseguir
desarrollar su vida centrado en sus valores, sin que los tics sean una barrera para ello.
Mindfulness. Da una visión más amplia a la primera fase, yendo más allá de tomar conciencia del
tic, para enseñar al paciente a centrarse en vivir el presente. Es importante pasar de una toma de
conciencia elemental del tic y sus circunstancias al mindfulness que implica la toma de conciencia
sin juzgar, porque llevar la atención a los tics sin más aumenta du frecuencia (Brandt et al., 2016)
El YO. El objetivo de la terapia es que el paciente sea él mismo. Dentro de este objetivo emplea
técnicas para proporcionar al paciente una experiencia transcendente de sí mismo. Mostrándole
que él y su vida transcienden la realización de los tics y sus emociones y consecuencias sociales
asociadas. Esto permite al paciente tomar distancia de su problema y abordarlo con mayor
eficacia.
Valores, ayudan a motivar al paciente, no solamente para suprimir el tic o evitar sus consecuencias
sociales, sino para vivir una vida plena, luchando por sus deseos coartados por los tics.
El compromiso con los valores. Incluye técnicas que ayudan al paciente a poner en práctica lo que
se le propone.
Estos dos últimos procesos toman toda su importancia en el abordaje del impulso premonitorio.
Como hemos mencionado, una de las teorías con más base científica sobre el mantenimiento de
los tics es que la realización del tic alivia la tensión, el malestar y la emoción negativa que precede
al tic y que se vive como un impulso a realizar el tic (Brandt et al., 2016). Además, la terapia
cognitivo conductual de los tics tiene una mayor eficacia cuando el paciente siente el impulso
premonitorio (McGuire et al., 2015). Dos tercios de los pacientes de trastorno de Tourette creen
que los tics son respuestas a esas sensaciones premonitorias (Brandt et al., 2016). De aquí la
importancia de analizar en qué consiste ese impulso y actuar terapéuticamente sobre él.
Resumen
La terapia de aceptación y compromiso propone otra forma de realizar la exposición que incluye la
clásica y la transciende como se muestran en el siguiente artículo:
https://psicoterapeutas.com/terapia-de-aceptacion-y-compromiso/practica-de-la-terapia-de-
aceptacion-y-compromiso/los-procesos-psicologicos-en-la-exposicion-clasica-y-en-la-de-act/.
Un pensamiento catastrófico que predice las consecuencias negativas del tic. Pueden ser
personales, como pérdida del control de sí mismo, y sociales, como adelantar la mala imagen que
se va a dar o el rechazo que se va a recibir.
Un impulso a eliminar la sensación negativa de la forma que sea. Este impulso generalmente, lleva
a realizar una serie de conductas que en lugar de impedir el tic lo desencadenan.
Partiendo de esta visión propone que no solamente hay que exponer al paciente a la sensación
que tiene, sino que hay que exponer al pensamiento de que puede ocurrir la catástrofe que
predice (pérdida de control, rechazo social) si no se actúa de inmediato y con urgencia, mientras
se inhibe la realización del tic o se observa pacientemente si no se puede evitar.
La experiencia clínica muestra que aplicar la exposición de esta forma supone un gran avance en el
tratamiento de estos problemas.
Se ha realizado ya un estudio piloto que incluye la terapia de aceptación y compromiso junto con
la reversión del hábito en el tratamiento del trastorno de tics (Franklin, Best, Wilson, Loew, &
Compton, 2011). Los resultados son positivos, aunque son necesarios más estudios y mejores
elaboraciones de la confluencia de ambas para determinar las ventajas de incluirlas
simultáneamente.
Conclusión
Bibliografía
20/8/2016