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El nacimiento psicológico

del infante humano


Esta obra presenta los resultados de la investigación realizada
por Margaret S. Mahler, Fred Pine y Anni Bergman, quienes
OLOGICO DEL
descubrieron que el estudio de las raíces de la psicosis infan-
:z:
til deben basarse en la segunda mitad del primer año y en el
segundo año de vida, formulando la hipótesis de las cuatro
subfases del proceso normal o casi normal de separación-indi-
viduación.
3=11••
El propósito del estudio proyectado consistía en veri-
ficar la ocurrencia de las cuatro subfases del proceso de se-
pa-ración-individuación mediante un estudio longitudinal de
un grupo de parejas madre-hijo, y poder así delinear las pau-
tas evolutivas del niño, que ocurrían en cada fase. Este perío-
do poco estudiado del desarrollo podría ser aplicable a la pre-
M
vención de perturbaciones emocionales graves. e
Los resultados de esta investigación se describen en el
presente volumen en cuatro partes que integra importantes
artículos de Mahler y sus colaboradores de la siguiente manera:
Parte l. Integra sus ideas contenidas en veinte o más
artículos y describe la evolución y funcionamiento del planteo
de la investigación desde un punto de vista metodológico.
Parte II. Describe el estudio clínico de las tres
primeras subfases del proceso de separación -individuación
y provee material ilustrativo. Retoma también la cuarta sub-
fase y la constancia objetal en el sentido psicoanalítico (emo- biosis e indiv.· uación
cional). / \
Parte III. Se presentan las "hisl:orias de subfase" de .
cinco niños representativos en interacción 0on sus madres. ,
Se documentan las implicaciones del amplio rango medio de i
las "variaciones de not¡nalidad".
Parte IV. M¡ l.ller sintetiza los resultados del estudio ·
observacional y o rece algunas am.pliaciones y cambios en el
enfoque de conceptos metapsicológicos.
Margaret S. Mahler
Fred Pine
An ni Bergman

-. ~

El nacimiento
psicológico
del infante humano

Simbiosis e individuación

• • 1 ••
RECONOCIMIENTOS

M uchos colegas y ami gos han contribuido a nuestra tarea con su


ayuda y aliento durante los años en que se realizó el estud io que
describimos en el presente volu men. Entre qu ienes trabajaron direc-
tamente con nosotros en esta investigación, deseamos expresar
nuestro particu lar aprecio y gratitud por su inestimable ayuda a john
B. McDevitt, M.O.; Ernest Abelin, M .O.; Edith Atkin; Iris Cohen-
Wiley; Manuel Furer, M.O.; William Greenspon, M.O.; Ann Haeberle-
Reiss, Ph.D.; Margaret Hawkins; Robert Holter, M.O.; Emmagene
Kamaiko; Kitty La Perriere, Ph.O.; Kerstin Kupferman; David L. Mayer,
M.O.; Herman Roiphe, M.O.; Laura Malkenson Salchow; y muchos
otros. Deseamos agradecer también el asesoram iento que nos brinda-
ron Mary E. McGarry, M.O.; del Ch ild Study Center de la Universidad
de Yale, New Haven; y Miriam Siegel, Ph.D., Nueva York.
La mayor parte de nuestra investi gac ión se ll evó a cabo en el
Masters Children's Center de Nueva York, cuya junta D irectiva conti-
nuó patrocinando el estud io de seguimiento de Mahler-McDevitt,
1995 Margaret S. Mahler, Fred Pine, Anni Bergman.
bajo la dirección del doctor john B. McDevitt y de Ann i Bergman.
1977 by Editorial Marymar.
Agradecemos por cierto a todos los miembros de la junta, pero muy
Buenos Aires, Argentina particularmente a jessie Stanton, Kay Eppler, Mary Crowther
Título Original: The Psychological Birth of the Human lnfant. y Adelaide de Menil.
Traducción y Diseño.
Deseamos expresar también nuestro reconocimiento a las si -
Enlace Editorial, S.A. de C.V. guientes instituc iones y fundaciones, cuya ayuda financiera hizo que
Título en Español: nuestra investigación pudiera dar sus frutos luego de un período
El Nacimiento Psicológico del Infante Humano. de trabajo de quince años: The Field Foundation (Nueva York); The
2002 Derechos reservados para México. Foundation's Fund for Research in Psychiatry (New Haven);
Enlace Editorial, S.A. de C.V. The Foundation for Research in Psychoanalysis (Los Angeles); The
Av. 527 No. 33 -A, Col. San Juan de Aragón Grant Foundation (Nueva York); The Robert P. Knight Foundation (New
1a Sección, Delegación Gustavo A. Madero, Haven); The Menil Foundation (Margaret S. Mahler Research Fund,
Houston, Filadelfia y Nueva York); The National Association for
C.P. 07969, México, Distrito Federal
Mental Health (Nueva York); The Psychoanalytic Research and
Tels.: (01) 55517312 y 55517328.
Development Fund (Nueva York); The Strick Foundation (Filadelfia);
Ma il : enlaceed@prodigy.net.mx. The Taconic Foundation (Nueva York). La parte más importante del
I.S.B.N. 968-5"132-03-8 apoyo financiero provi no del subsidio No. MH08238 otorgado por
The National lnstitute of Mental Health, USPHS (Wash ington, D.C.).

3
Agradecemos particularmente al doctor Ernest Abelin la cuida-
dosa supervisión y revisión de este volumen. La continuidad entre
las partes 1, 11, 111 y IV se debe en gran medida a sus val iosas suge-
rencias.
Deseamos expresar nuestro reconocimiento por su ayuda
durante el proceso de la edición a Cary l Snapperman, Kitty Bal l Ross
y Kery Christenfeld. Qu isiéramos agradecer también a Lillian INTRODUCCION
Rothenberg por el trabajo dactilográfico que realizó en las primeras
etapas de la redacción de varios capítulos del manuscrito. También Y RESEÑA HISTORICA
reconocemos nuestra deuda para con Mary M. Sweeney, que entre
a en 1949 Mahler esbozó por primera vez su teoría de que los
muchos otros colaboradores aportó su paciente contribución meca-
nografiando muchos borradores del material origina l y recorriendo Y síndromes de psicosis esquizofrenoide infantil eran de origen
autístico o simbiótico, o ambas cosas. 1 En 1955, junto con Gosl iner,
el manuscrito en busca de posibles omisiones.
la autora mencionada presentó su hipótesis de la universalidad del
Finalmente, la autora principa l, Margaret S. Mahler, desea
origen simbiótico de la condición humana, y también la de la exis-
expresar su sincero aprecio y gratitud a la Menil Foundation, cuya
tencia, en el desarrol lo normal, de un proceso obligatorio de sepa-
generosidad, al crear el Margaret S. Mahl er Research Fund, le perm i-
ración-individuación. 2
tió dedicar su tiempo y esfuerzos al estud io del material y a afinar
sus ideas, hasta llegar a la redacción de este libro. La doctora Selma Estas hipótesis llevaron a planear una investigación sobre
Kramer, el doctor Robert Pral, y el Philadelphia Psychoanalytic Group, "La historia natural de la psicosis simbiótica infantil", que se realizó
así como otros miembros del Philadelphia Psychoanalytic lnstitute, en el Masters Children's Center de Nueva York bajo la dirección de
aportaron su inapreciable ayuda cooperando con la Menil Foundation Mahler y Manuel Furer (coinvestigadores principales). El proyecto
para estructurar y llevar a cabo los propósitos que se perseguían al fue patrocinado por el Nationallnstitute of Mental Health, USPHS. Se
crear el fondo de investigación . proponía estudiar las desviaciones más graves de la supuesta fase sim-
biótica normal y la falta total del proceso intrapsíquico obligatorio
de separación-individuación . El resultado de esta investigación puede
Margaret S. Mahler verse en el li bro On Human Simbiosis and the Vicisitudes of
Fred Pine lndividuation: Volume /, lnfantile Psicosis.3
Anni Bergman En sus primeras etapas la investigación se limitó al estudio de
niños psicóticos simbióticos y de sus madr-es. Sin embargo, los dos
investigadores principales del proyecto fueron viendo cada vez con
mayor claridad que era necesario corroborar las hipótesis formGiadas
anteriorm ente acerca del desarrollo humano normal. Se requería un
estud io comparativo paralelo sobre niños normales y sus madres, pa-
ra confirmar la universalidad de las hipótesis. Por ell o en 1959 se

1 Véase "Clinical Studies in Benign and Malignant Cases of Childhood


Psycosis-Schizophrenia-Like", Am.J Orthopsychiatry, 19:297, nota al pie.
2 Véa~e "On Symbiotic Child Psychosis: Genetic, Dynamic and
Restitutive Aspects", en T11e Psychoanalytic Study of the Child, vol. 10, Nueva
York, International Universities Press, págs. 195-212.
3 M.S. Mahler, Nueva York, International Universities Press, 1968.

4 5
comenzó en el Masters Chi ldren's Center la investigación de un grupo que controlar su validez repitiendo y extendiendo el estudio a otro
de control formado por "madres promedio y sus bebés normales". grupo de madres promedio y de sus bebés norma les.
Subvenciones de la Field Foundation y de la Taconic Foundation En febrero de 1963 Mahler solicitó al Nationallnstitute of Mental
permitieron realizar un estudio piloto sobre "El desarrollo de la Health una subvención de investigación . En su solicitud afirmaba que
autoidentidad y sus perturbaciones". Su propós ito era averiguar cómo sobre la base de su trabajo anterior, ella y sus colaboradores des-
los niños sanos llegan a adquirir su sentido de "entidad individual" y cubrieron que las raíces de la ps icosis infanti l deben buscarse en la
de identidad. Co laboraron con Mahler y Furer en este estudio piloto segunda mitad del primer año y en el segundo año de vida. Se llegó
Ann i Bergman y posteriormente Edith Atkin. a reconocer y denominar ese período como "fase de separación-ind i-
Cuando a comienzos de la década de 1960, la National Asso- viduación" del desarrollo. Mah ler afirmó que el propósito del estud io
ciation of Mental Health expresó su interés en una investigación proyectado consistía en verificar la ocurrencia de las cuatro subfases
comparativa, dentro del marco de nuestro trabajo, acerca de "El de- del proceso de separación-individuación mediante un estudio longi-
sarrollo de la inteligencia en niños esq uizofrénicos y en un grupo tudinal de otro grupo de parejas madre-hijo, y delinear las pautas de
de control integrado por deambuladores normales", resultó más interacción madre-hijo típicas de cada subfase y las pautas evoluti-
evidente el carácter complementario de los dos proyectos de investi- vas del niño, que ocurrían en cada subfase. Se tenía la impresión de
gac ión. Se incorporó a nuestro equipo David L. Mayer, y muchos de que el conocimiento sistemático que se pudiera obtener acerca de es-
los investigadores que hasta entonces se habían ocupado exclusiva- te período poco estud iado del desarrollo podría ser aplicable a la pre-
mente del estudio de la psicosis simbiótica se unieron a la tarea del vención de perturbaciones emocionales graves. El Nationall nstitute of
estudio normativo como psiquiatras investigadores o como obser- Mental Health otorgó fondos (MH08238) para este estud io por un pe-
vadores participantes. riódo de cinco años (que luego se ampl ió). Los resultados de esta
La complementariedad de los dos proyectos de investigación, investigación se describen en el presente volumen.
requería una metodología refinada e innovadora, que comenzó a ela- jhon B. McDevitt se asoció a nuestra tarea en 1965, y desde
borar en 1961 Fred Pine. (Es importante para la comprensión de ese entonces ha contribuido en forma inapreciable a mejorar la sistema-
estudio de nuestro trabajo en general el artículo publicado en 1963 tización y precisar con exactitud el ámbito de nuestro trabajo. Sin
por Pine y Furer, "Studies of the Separation-lnd ividuation Phase: embargo, más bien que participar en la redacción de este volumen,
A Methodo logica l Overview".)4
prefirió consagrar su tiempo a importantes aspectos de la investi-
A medida que se fue desa rrollando la metodología y llevó a gación que son de espec ial interés para él y para el estudio de
observaciones más sistemáticas y orientadas psicoanalíticamente, los seguimiento, actualmente en curso. El presente libro se divide en cua-
esfuerzos conjuntos de Mahler, Furer, Pine, Bergman y muchos cola- tro partes . Los autores pensaron que era conveniente presentar un
boradores dieron por resultado nuevas elaboraciones conceptuales: se fondo sobre el cual pud ieran proyectarse las formulaciones explicadas
formuló entonces la hipótesis adicional de las cuatro subfases del pro- en las partes 11 y 111. En la parte 1, capítulo 1 (escrito por Pine y Mahler),
ceso normal o cas i normal de separación-individuación.s Después de integramos por lo tanto las ideas contenidas en veinte o más artículos
la formulación de esta hipótesis adic ional, resultó evidente que había importantes de Mahler y sus colaboradores, aparecidos en el pasado
y en la actLta lidad en forma muy dispersa. Este capítu lo inicial
fue muy influi·do por nuestras discusiones conjuntas. (En este capítu -
4 En The Psychoanalytic Stt.tdy of the Child, vol. 18, Nueva York, lo, y tambiéw'en otros, utilizamos las minutas de nuestras reuniones
lnternational Universities Press, págs. 325-342. de equ ipo .)
5 Véase Mahler y Furer, "Description of the Subphases. History of the En la parte 1, capítulo 2, y en los Apéndices (escritos por Pine),
Separation-lndividuation Study". Presentado en Workshop IV: "Research in
se describe la evolución y el funcionamiento del planteo de la in-
Progress", American Psychoanalytic Association, St. Louis, mayo 4 de 1963; y
Mahler, "Studies of the Process of Normal Separation-Individuation: the
vestigación desde un punto de vista metodológico. Creemos que
Subphases", presentado a la Philadelphia Psychoanalytic Society, noviembre 15 la corre laci ón existente entre los trabajos de Pine y el de Mahler y
de 1963. Bergman resultará evidente en las partes 11 y 111.

6 7
En la parte 11, capítulos 3 a 6, Bergman y Mahler describen
su estudio clínico de las tres primeras subfases del proceso de sepa-
ración-individuación y proveen material ilustrativo. El capítulo 7 se
refiere a la cuarta subfase y a la constancia objetal en el sentido psi-
coanalítico (emocional).
En la parte 111, que es contribución de Mahler y Bergman, se pre-
sentan las "historias de subfase" de cinco niños representativos en
interacción con sus madres. Así, en esta sección tratamos de docu- Parte I
mentar las implicaciones del amplio rango medio de las "variaciones
de normalidad" contenidas en la parte 11. A partir de nuestro estudio
L A SEPARACIÓN - INDIVIDUACIÓN
observacional, y también de nuestro trabajo clínico, las historias evo- V ISIÓN PERSPECTIVA
lutivas de subfase de los casos representativos parecen demostrar en
forma muy elocuente las elaboraciones conceptuales de McDevitt y
Pine, sobre las cuales se basa el capítulo 7 de este libro.
En la parte IV y última, Mahler sintetiza los resultados del estu-
dio observacional y ofrece algunas ampliaciones y cambios en el
enfoque de conceptos metapsicológicos hasta ahora aceptados.
Capítulo 1
La autora citada señala también unos pocos sectores específicos (que
ENFOQUE GENERAL
no son por cierto todos) donde ella y sus colaboradores consideran
que es particularmente necesario realizar más investigaciones psi -
coa.n alíticas.
E l nacimiento biológico del infante humano y el nacimiento
psicológico no coinciden en el tiempo . El primero es un aconte-
cimiento espectacular, observable y bien circunscripto; el último es
Margaret S. Mahler un proceso intrapsíquico de lento desarrollo.
Fred Pine Para el adulto más o menos normal, la experiencia de sí mismo
Anni Bergman como alguien que está plenamente "en" y a la vez plenamente sepa-
rado del "mundo que está ahí afuera", es algo que se da por sentado
como un dato propio de la vida. La conciencia de sí mismo y el estar
absorbido sin conciencia de sí son dos polaridades entre las cuales el
adulto se mueve con variable facilidad y con variables grados de alter-
nación o simultaneidad. Pero esto resulta también de un proceso de
lento desarrollo.
~ Denominamos al nacimiento psicológico de l individuo proceso
de separación-individuación: el establecimiento de un sentimiento de
separación respecto de un mundo de realidad, y de una relación con
él, particularmente con respecto a las experiencias del propio cuerpo
y al principal representante del mundo tal como el infante lo experi-
menta, el objeto primario de amor. Este proceso, como cualquier otro
proceso intrapsíquico, se manifiesta a todo lo largo del ciclo vital.
Nunca termina; sigue siempre en actividad; en nuevas fases del ciclo
vital observamos cómo actúan aún nuevos derivados de los proce-
sos más primitivos. Pero los principales logros psicológicos de este

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proceso ocurren en el período que va del 4° ó so mes a los 30 ó 36 niño, precisamente porque perc ibe con mayor claridad su separación
meses, lapso que denominamos fase de separación-individuación. de la madre, se siente urgido a redi ri gir el foco de su atención a su
madre, y ll ega finalmente a la percepción de un sentimiento p rimiti-
~ El proceso normal de separación-individuación, que sigue a un
vo de sí mismo, de entidad e identidad individual, con lo que avanza
- ~ período simbiótico evolutivamente normal, incluye el logro por parte
~ hacia la constancia del objeto libidinal y del yo.
· del niño de un fu ncionam iento separado en presencia de la madre y
con la disponibilidad emocional de ésta (Mah ler, 1963); el niño se Deseamos poner de relieve que enfocamos el proceso en la
enfrenta conti nuamente con amenazas mínimas de pérdida de objeto niñez temprana. No queremos significar, como se hace a veces con
(que cada paso del proceso de maduración parece traer consigo). vaguedad, que toda nueva separación o paso hacia un sentimiento
Sin embargo, en contraste con situaciones de separación traumática, revisado o expandido de sí mismo a cualqui er edad forme parte del
este proceso normal de separación-individuación ocurre en el ámb ito proceso de separación-individuación. Nos parecería que así se diluye
de una disposición evolutiva para el funcionam iento independiente el concepto y se lo aleja erróneamente de ese logro intrapsíquico
y de una complacencia en tal actividad. temprano de un sentimiento de separación, que consideramos su
La separación y la individuación se conciben como dos desa- núcleo. En cua lqui era y en todas las etapas de la vida puede reacti-
rrollos complementarios: la separación consiste en la emergencia del varse (o permanecer periférica o incluso centralmente activo) un viejo
niño de una fusión simbiótica con la madre (Mahler, 1952), y la indi- sentim iento parcialmente irresuelto de autoidentidad o de límites cor-
viduación consiste en los logros que jalonan la asunción por parte del pora les; pero nuestro enfoque apunta al proceso infantil origin al, no a
niño de sus propias características individuales. Estos desarrollos están los nuevos eventos o situaciones que vuelven a provocarlo.
entrelazados con los procesos evolutivos, pero no son idénticos a En lo que respecta a su ubicación en el ámbito más amp li o
ellos; pueden proceder en forma divergente, con una demora o pre- de la teoría psicoanalítica, consideramos que nuestra investigación se
cocidad en uno u otro. Por ende, el desarrollo locomotor prematuro, centra especialmente sobre dos problemas princ ipales: adaptación y
que perm ite al niño separarse físicamente de la madre, puede ll evar a relación de objeto.
una conciencia prematura del estado de separación, antes de que los
mecanismos internos de regulación (cf. Schur, 1966), que son un Adaptación
componente de la individuación, proporcionen los medios para Ya bastante avanzada la historia evolutiva del psicoanálisis,
enfrentar esa conciencia. Por el contrario, una madre omnipresente e comenzó Hartmann (1939) a incorporar a la teoría psicoanalítica una
infantilizadora, que interfiere con la tendencia innata del niño a la pe~spectiva de la adaptación. Q uizás éste sea el motivo por el cua l en
individuación, obstacul izando por lo común la función locomo- el psicoanál isis clínico de adu ltos hay tantas cosas que parecen surgir
triz autónoma de su yo, puede retrasar el' desarrollo de una plena de dentro del paciente, de sus rasgos caracterológicos de vieja data
conciencia de la diferenciación yo-otro por parte del niño, pese al y de sus fantasías dominantes. Pero al trabajar con infantes y con niños,
desarrollo progresivo, o aun precoz, de sus funciones cognitivas, pre- la idea de adaptac ión se impone forzosamente al observador. Desde
ceptúales y afectivas . el comienzo el niño se moldea y despliega en la matriz de la unidad
A partir de los comienzos observables e inferidos del primiti vo dual madre-infante. Cualesq uiera sean las adaptaciones al niño que
estado cognitivo-afectivo del infante, en que no hay conciencia de la la madre pueda realizar, y se muestre o no sensible y empática, esta-
diferenciación yo-otro, se desarrolla una organi zación más impor- mos profundamente convencidos de que la capacidad adaptativa del
tante de vida intrapsíquica y conducta! en torno de los eventos de niño, como material fresco y maleable, y su necesidad de adaptación
la separación y la individuación, organización que caracterizamos (para lograr satisfacción), son mucho mayores que las de la madre,
denominando fase de la separación-individuación al período sub- cuya personal idad está firme y a menudo rígidamente constituida, con
siguiente. En la parte 11 describiremos las etapas de este proceso todas sus pautas de carácter y de defensa (Mahler, 1963). El bebé se
(las subfases), comenzando por los primeros signos de diferenciación, configura en armonía y contrapunto con las maneras y estilo de la
siguiendo con el período de absorción por el infante en su propio madre, sea que ésta proporcione por su parte un objeto sano o pato-
funcionam iento autónomo con excl usión casi total de la madre, lógico para tal adaptación. Desde el punto de vista metapsicológico,
pasando luego al importantísimo período de acercamiento en que el el enfoque dinámico -el confl icto entre impulso y defensa- es

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mucho menos importante en los primeros meses de vida que en época E_n _lo que respecta a su re lación con fenómenos psicopatológi-
posterior, cuando la estructu ración de la personalidad hace que re- cos clmicos, consideramos qf e nuestra investigación se refiere a lo
sulten de principa lísima importancia los confl ictos intra e intersis- qu~ Anna Freud (1955b) llamó perturbaciones del desarro llo, que el
tém icos. La tens ión, la ansiedad traumática, el hambre biológica, el flu¡o evolutivo de la energía (E. Kris, 1955) puede compensar durante
aparato del yo, y la homeostasis son conceptos cas i biológicos que el desarrollo posterior, o que, en ciertos casos, pueden ser prec ur-
adquieren mayor pertinencia en los primeros meses y que son los soras de una neuros is infantil o de patología de nivel medio. En casos
precursores, respectivamente, de la ansiedad con contenido psíquico, ra ros, en que el desarrollo de la subfase estaba gravemente perturba-
la ans iedad con seña l, los impulsos orales y otros, las funciones del do o fracasaba, descubrimos -igual que otros autores, como Frijling-
yo, y los mecanismos reguladores internos (rasgos de defensa y carác- Schreuder (1 ~69), _Kernberg (1967) y G. y R. Blanck (1974)- que
ter). El punto de vista adaptativo es muy importante en la infancia tem- pueden ocurm fenomenos o estados fronteri zos, e incluso ps icos is.
prana, pues el infante nace en la cresta misma de las exigenc ias de Este volumen, a diferencia del dedicado a ps icosis infantil
adaptación que se le imponen. Por fortuna estas exigencias las satis- (M ahler, 1968b), trata predomi nantemente del desarrollo promedio y
face la capacidad que tiene el infante - a raíz de la maleabilidad y la se propone contribuir a la comprensión, a lo sumo, de la pato logía de
estructura informe de su personal idad- , de dejarse conformar por nivel medio.
su amb iente y de amoldarse a ese amb iente. La fac il idad del niño para
En el estud io de ps icosis infantil es, tanto en casos de síndromes
amoldarse a la estructura de su amb iente ya que está presente al co- ·
predominantemente autísticos (Ka nner, 1949) como de los predom i-
mienzo de la infancia .
nantemente simbióticos (Mahler, 1952; cf. también Mahler, Furer
y Settlage, 1949), se observó a niños que parecían incapaces de en-
Relación objeta[
trar en, o de llegar a aba ndonar, el estado crepuscular de lu sivo de
Tenemos la impresión de que nuestra contribución ocupa un una órbita simbiótica común madre-infante (Mahl er y Furer, 1960;
lugar especia l en el estudio psicoanalítico de la hi storia de la relac ión f. Mahler, 1968b). Estos son niños que pueden no mostrar nunca una
objeta l. respuesta a, o una capacidad de adaptarse a, estímul os que ema-
Los primeros escri tos psicoanalíticos mostraban que el desa- nan de la persona maternante, es decir, niños que no pueden utili zar
rrollo de la relación objeta ! dependía de los impulsos (Freud, un "principio maternante" (Malher y Furer, 1966). O si no, pueden
1905; Abraham, 1921,1924; Fenichel, 1945). Conceptos tales como mostrar pánico ante cualquier percepción de separac ión real. Es posi-
narcisi smo (primario y secundari o), ambivalencia, sadomasoqu is- b!e mcl uso que renuncien al ejercicio de func iones autónomas (por
mo, carácter ora l o anal, y triángulo ed ípi co se relacionan simultá- <'¡emplo, la movi lidad o el lenguaje) o las distorsionen para preserva r
neamente con problemas de impul so y de re lación objeta! (cf. también la delusión de la unidad sim biótica, incond icionalmente omnipotente
Mahler, 1960) . Nuestra contribución debe considerarse suplementari a ( f. Ferenczi, 1913). En ambos casos estos niños sufren una deficien -
de ta l enfoque, pues muestra el desarrollo de la relación objeta! a par- cia de su capac idad de utilizar a la madre como un faro orientador en
tir del narcisismo, en paralelo con la historia vital temprana del yo, <'1mundo de 1 ~ realidad (Mah ler, 1968b). De ello resulta que la per-
ubicada en el contexto del desarroll o libidinal concurrente. El logro sonalidad de l mfante no se organ iza en torno de la re lación con la
cognitivo-afectivo de un a conciencia de la separación como prerre- ll1 dre como objeto externo de amor. No progresan los apa ratos del
quisito de la verdadera relación objeta!, el papel de los apa ratos del yo yo, que genera lmente se desarrol lan en la matriz de la relación mater-
(por ejempl o movil idad, memoria, percepción) y de las funciones mas 11il nte " común y dedicada" (véase Winnicott, 1962); o, para utilizar
comp lejas de l yo (como la prueba de realid ad) en la promoción de ta l Jl<1iabras de Glover (1956), los núcleos del yo no se integran, sino
concienc ia, ocupan una posición central de nuestra investigac ión. qu se disgrega n secu ndariamente . El niño con defensas predom inan-
Tratamos de demostrar cómo la relación objeta! se desarrolla a partir lt•mente autísticas parece tratar a la "madre de carne y hueso"
del narcisismo si mbiótico o primario del infante, y se altera en parale- (Howlby, Robertson y Rosenbluth, 1952 ) como no ex istente; sólo si se
lo con el logro de la separación y la individuación, y cómo, a su vez, v ' amenazada su caparazón autística por penetración a raíz de la
el funcio nam iento del yo y el narcisismo secundario se desarroll an en Intrusión humana, el niño reacciona con rabia y/o pánico. En cambio,
la matriz de la relación narcisística y, más tarde, objeta ! co n la madre. 1'1niño con una organización predominantemente simbiótica parece

12 13
tratar a la madre como si ésta fuera parte de su yo, es decir, como no que no ha ocu rrido la diferenciación entre el sí-mismo y la madre,
separada de su yo sino más bien fusionada con éste (Mahler, 1968b). o en que se ha dado una regresión a ese estado de indiferenciaci~n
Estos últimos niños son incapaces de integrar una imagen de madre yo-objeto (que caracterizaba a la fase simbiótica). En verdad, esto no,
como un objeto externo distinto y entero; en cambio, mantienen la r quiere necesariamente la presencia física de la madre, sino que
escisión entre los objetos parc iales bueno y malo, y alternan entre puede basarse en imágenes primitivas de unidad y/o escotomización
querer incorporar el bueno o expulsar el malo. Como consecuencia o negación de las percepciones contradictorias (véase tamb ién
de una u otra de estas soluciones, la adaptación al mundo externo Mah ler, 1960).
(representada más específicamente en una relación objeta! en desa- En tercer lugar, Mahler (1958 a y b) ha explicado ya ante-
rrollo con la madre [o el padre]) y la individuación que ll eva a la riormente que el autismo infantil y la psicosis simbióti ca son dos per-
constitución de una persona lidad única en el niño, no se desarrollan lurbac iones extremas de la identidad. Utilizamos el término identidad
parejamente a partir de un estadio temprano en adelante. Por lo tanto, para referirnos a la conciencia mas temprana de un sentimiento de
las características humanas esenc iales se embotan y distorsionan en ~ r, de entidad, que incluye en parte, a nuestro parecer, una catexia
su estadio rudimentario o se fragmentan más adelante. d 1 cuerpo con energía libidinal. No es un sentimiento de quien soy
El estudio del período simbiótico normal, y de la separación y sino de qué soy; como tal, constituye la primera etapa del proceso de
la indiv iduación normales, ayuda a hacer más comprens ibles las d spliegue de la individualidad.
fa ll as evolutivas de los niños psicóticos.
Psicosis simbiótica y
Algunas difiniciones separación-individuación normal:
En discusiones y conferencias, a lo largo de los años, hemos Análisis general de estos conceptos
descubierto que nuestros tres conceptos básicos se entienden errónea- Históricamente, las observaciones de Mahler acerca del desa-
mente con bastante frecuencia como para merecer un esclarecimien- rro ll o normal y de la diada madre-infante la llevaron gradualmente al
to. En primer lugar, utilizamos el término separación para referirnos al •stud io de fenómenos patológicos, incluida la psicosis infantil. Por
logro intrapsíquico de un sentimiento de separación de la madre, y, supuesto, esto no significó en ningún caso que dejara de ocuparse de
a través de éste, de separación del mundo en general. (Este sentim ien- los problemas del desarrollo normal. Aunque el presente trabajo
to mismo de separación es lo que el niño psicótico es incapaz de lo- fue precedido inmediatamente por el estudio de la psicosis simbióti-
grar.) Este sentimi ento de separación lleva gradua lmente a claras ·a del primer estad io de la niñez, querríamos mostrar ahora en qué
representaciones intrapsíquicas del yo como algo distinto de las repre- ' forma este último estudio nos llevó naturalmente a reconsiderar el
sentaciones del mundo objeta! Uacobson,• 1964). Naturalmente, en el sarrollo normal.
el curso normal de los eventos evolutivos, las separaciones físicas
reales (de rutina o de otra clase) de la madre constituyen importantes Acerca de la hipótesis de una Jase normal
contribuciones al sentimiento que adqu iere el niño de ser una persona de separación-individuación
separada -pero lo que exam inaremos es el sentimiento de ser un
En nuestra investigación anterior sobre la historia natural de la
individuo separado, no el hecho de estar físicamente separado de
p icos is simb iótica infantil (rea li zada con Furer), llegamos a un límite
alguien-. (Es verdad que en ciertas condiciones aberrantes, el hecho
cuando tratamos de comprender por qué esos niños enfermos eran
físico de la separación puede llevar a una. negac ión cada vez más ate-
Incapaces de superar en su desarrollo una fase simbiótica (distorsio-
rrori zada de l hecho de la separación, y a la delusión de que ex iste una
nada), por qué ten ían incluso que retrotraerse a extraños mecanismos
unión simb ióti ca.)
1 naturaleza autística secundaria para mantener su vida (Mahler y
En segundo lugar, utilizamos el término simbiosis (Mah ler y Fu rer, 1960; Mahler, 1968b). Nos dimos cuenta de que para com-
· Furer, 1966) en forma similar, para referirnos a un estado intrapsí- pr nder este hecho teníamos que saber más acerca de las etapas que
quico, más bien que a un hecho conducta!; por ende, es un estado 11 van a la individuación normal y, en particular, acerca de las expe-
inferi do. No nos referimos, por ejemplo, a la conducta de aferramieR- ri ncias cenestésicas, preverbales, por las que comienza la formación
to, sino más bien a un rasgo de la vida cognitivo-afectiva primitiva en de límites, que preva lecen en los dos primeros años de vida.

14 - -------------- -- -- - -
15
Comenzamos formulando varias pregun.tas. ¿Cuál era "la manera lil l,lilll.! de 18 a 36 meses: que trata de proteger su autoimagen en
común" en que uno llegaba a constituirse en un individuo separado, tl1 ll"r Jlo, placentera y celosamente guardada, de la irrupción por
tránsito que estos niños psicóticos no lograban realizar? ¿Cómo era el 1hlil ~· le la madre y de otras figuras de importancia. Se trata de un

"proceso de ruptura del cascarón" en el infante normal? ¿Cómo po- l1 11 llll cno clínicamente importante y notable, que ocurre durante
díamos comprender en detalle el modo en que la madre -como cata- l.1 f:1sc de separación-individuación. Como señaló Anna Freud
li zadora, activadora u organi zadora-, contribuía a estos procesos? 11 11 1b j, a la edad de 2 y 3 años puede observarse una fase negati-
¿Cómo se las arreglaba la gra n mayoría de los niños para alcanzar la •1 rns i normal del deambulador. Se trata de la reacción conductal

segunda experienci a psíqu ica de nacimiento, aparentemente muy 11111\'o nutante que señala el proceso de desligamiento de la simbio-
gradua l, que comienza durante la fase simb iótica y luego cede el 1 111 ~dre-hijo. Cuanto menos satisfactoria o más parasitaria haya
paso a los eventos de l proceso de separación-individuación? ¿Y cuá les Ido l. fase simbiótica, tanto más pron1inente y exagerada será esta
eran, por contraste, los rasgos genéticos y estructurales que impedían 11 ol\' ·ió n negativista. E l temor de reengolfan1iento amenaza a una
al niño prepsicótico alcanzar esta segunda experiencia de nacimien- dtl ' J"' nciación individual que apenas acaba de comenzar y que
to, este "romper el cascarón" del "límite comú n" simbiótico madre- d1•h • ser defendida. Más allá dellín1ite de los 15 a 18 meses, la ima-
1 11 primaria de unidad e identidad con la madre cesa de ser cons-
infante?
1 lill ctiva para la evolución de un yo y de un mundo objetal (Mahler
En 1955 (Mahler y Gosliner) comenzamos a poder articu lar una y ; sliner, 1955, pág. 200).
concepción que incl uía una fase normal de separación-individuac ión .
En la actualidad, dataríamos el com ienzo de la separación-indi-
Llamemos a (este) período, por razones de brevedad ... Jase de
vi duac ión mucho antes, y podemos agregar muchas cosas a estas
separación-inditJiduación dentro del desarrollo de la personalidad. primeras formu laciones.
Sostenemos que esta fase de separación-individuaciófj_s crucial
respecto del yo y el desarrollo de las relaciones objet~ambién lrerca de la hipótesis de la ansiedad que
sostenemos que el temor característico de este período es la ansie-
dad de separación. Esta ansiedad de separación no es sinónima del
ttmmpaña a la conciencia de separación
temor de aniquilación por abandono. Es una ansiedad menos Se ha formu lado la hipótesis (Mah ler, 1952) de que en ciertos
abruptamente arrolladora que la ansiedad de la fase previa. Sin em- tlt < mbuladores el estímulo maduracional de las funciones locomotri-
bargo, su naturaleza es más compleja, y esperamos analizar más ade- t t' y de otras funciones autónomas ocurre junto con un retraso en
lante esta complejidad. En efecto, necesita1nos estudiar el fuerte lt1 disposic ión emocional a funcionar separadamente de la mad re y
ímpetu que lleva a la separación, 1 unido al temor de separación, produce pán ico organísmico, cuyo contenido mental no es fác ilmente
para poder comprender la psicopatología grave de la niñez que tl ls ernible porque el niño (que se halla aún en el estadio preverbal)
muy a menudo comienza o se revela en forma insidiosa o aguda 110 puede comun icarse (cf. Harrison, 1971 ). Este pán ico nunca se con -
desde la segunda mitad del segundo año en adelante. so lida en forma de constituir una señal aprop iada de ansiedad, sino
Esta fase de separación-individuación es una especie de r¡u c conserva el carácter de una desazón organísmica aguda o insi-
segunda experiencia de nacimiento, que uno de nosotros describió tli sa, acompañada por la incapacidad del niño para utilizar al"otro"
corno "ruptura de la membrana común simbiótica madre-hijo". ('Omo organ izador externo o yo auxiliar. Esto detiene además la
Esta ruptura es tan inevitable como el nacimiento biológico t•structu ración del yo. El hecho mismo de que la maduración más
(Mahler y Gosliner, 1955, pág. 196). o menos ínsita siga adelante, mientras el desarrollo psicológico no Jo
Además: IM e, 2 vuelve extremadamente frágil al yo rudimentario. Puede ocu -
A los fines de facilitar la comprensión de nuestras afirma- rri r desd iferenciación y fragmentació n, y se produce luego el muy
ciones, nos proponemos centrarnos sobre la posición defensiva del e nacido cuadro clín ico de la psicosis infantil (Ma hler, 1960).

1 Sabemos ahora que el impulso no se dirige hacia la separación por sí


misma, sino que lo innato dado es el impulso hacia la individuación, que no 2 Véase Hartmann, Kris y Loewenstein (1946), que examinan la madu-
puede lograrse sin la separación autónoma. 1';1 ión y el desarrollo.

16 17
Esta VISIOn de los eventos intrapsíquicos sigue siendo, por 1' l1nsis simbiótica hay fus ión, coalescencia y falta de diferenciación
supuesto, una hipótesis, especialmente si se tiene en cuenta la natu- 1 11111 ' •1 yo y el no-yo, es decir, una completa imprecisión de límites.
raleza preverbal de los fenómenos que se propone explicar. Sin 1 1.1 hi pótesis nos llevó finalmente al estudio de la formación normal
embargo, parece adecuarse muy bien a los datos clínicos observables tl11 1,1 entidad separada y la identidad (cf. Mahler, 1960).
-que no son hipotéticos sino descriptivos- respecto de la pérdida
de funciones autónomas ya adquiridas y de una detenc ión en el desa- , 'ohre la función catalizadora de la maternación normal
rrollo subsiguiente. Esta fragmentación puede ocurrir en cualquier
Surgió una cuarta hipótesis de una observación característica,
momento desde el final del primer año de vida y en el curso del
qllt' nos llamó poderosamente la atención: los niños psicóticos sim-
segundo. Puede seguir a un trauma doloroso e inesperado, pero a
J¡J(ll icos eran incapaces de usar a la madre en tanto objeto externo
menudo sigue a un acontecimiento aparentemente menor, tal como
11 1.1 1como base para desarrollar un sentimiento estable de separación
una breve separación o una pérdida de menor importancia. Estas
dl'l mundo de la realidad y de la relación con él. El trabajo con pare-
observaciones nos llevaron finalmente a estudiar los "pánicos" amor-
tiguados en el infante y el deambulador normal durante la separa-
¡,¡s madre-hijo normales desarrolló nuestro interés en las modali-
d.ldes del contacto entre madre e infante en diferentes estadios del
ción -individuación y la manera en que la madre y el niño, como una
jll'o eso de separación-individuación: en las modalidades por las
unidad y como individuos, los enfrentan. Nuestro creciente cono-
I'Uil les se mantenía el contacto aunque disminuyera la simbiosis; y
cimiento de las tareas evolutivas ante las que se encuentra el infante
l'll el rol específico de la madre al facilitar no sólo la separación del
normal y más tarde el deambulador normal durante la fase de sepa-
ni ño sino también el moldeamiento específico de su personalidad en
ración-individuación, y los ensayos y dificultades y las regresiones
proceso de individuación, por comp lementariedad, contraste, identi-
momentáneas que se observan en la conducta de estos niños, proveen
la base para formular nuestro encuadre teórico, dentro del cual com-
n ac ión o des identificación (Greenson, 1968).

prenderemos las perturbaciones benignas y transitorias y las neuróti- Por lo tanto, las ideas centrales del trabajo con niños psicóticos
cas, así como la rara ocurrencia de reacciones más graves y duraderas ~ imb i óti cos se desarrollaron y transformaron paulatinamente y
que muestran los niños psicóticos simbióticos en edad temprana o en I'On continuidad hasta convertirse en las ideas organizadoras del
un período posterior. lrabajo con parejas madre-infante normales . Otro tanto ocurrió con
nuestros intentos más formales de investigación, como describiremos
Sobre la hipótesis del desarrollo •n seguida.
de un sentimiento de identidad A fines de la década de 1950, en el Masters Children's Center
de la ciudad de Nueva York, Furer y Mahl er habían comenzado un
Una tercera hipótesis (Mahler, 1958 a y b) establece que la se-
studio sistemático de "La historia natural de la psicosis simbiótica
paración-individuación normal es el primer prerrequisito crucial para
infantil"} Fue una investigación de acción terapéutica, en la que uti-
el desarrollo y el mantenimiento del "sentimiento de identidad".
li zamos el así llamado diseño tripartito (niño, madre y terapeuta), apli-
Nuestra preocupación por el problema de la identidad surgió al
cado por primera vez por Paula Elkisch (1953). Intentamos establecer
observar un fenómeno clínico enigmático, a saber, que el niño
lo que Augusta Alpert (1959) habría llamado una relación simbiótica
psicótico nunca ll ega a tener un sentimiento de totalidad, de entidad
correctiva entre la madre y el niño, mientras el terapeuta actuaba
individual, y no digamos "un sentimiento de identidad humana".
como un puente entre ellos. Paralelamente con el proyecto mencio-
Las psicosis infantiles autísticas y simbióticas se consideraron como
nado más arriba, se comenzó la fase piloto de un estudio obser-
dos perturbaciones extremas del sentimiento de "identidad" (Mahler,
vacional de parejas madre-hijo normales. Este último estudio fue
1958 a): resultaba claro que en esos raros estados había algo que
de observación bifocal (es decir, enfocado sobre la madre y el niño)
había tomado básicamente un camino equivocado en las raíces mis-
mas, es decir, en las primerísimas interacciones mismas dentro de la
unidad madre-infante. En síntesis, podríamos sintetizar la hipótesis 3 Subsidio M-3353 del National Institute of Mental Health, USPHS
central de la siguiente manera: mientras en el autismo primario hay un 1959/ 1960-1962/ 1963, "The Natural History of Symbiotic Child Psicosis" ,
muro congelado y sin alma entre el sujeto y el objeto humano, en la M. S. Mahler y M. Furer, coinvestigadores principales.

18 19
de parejas madre-infante seleccionadas más o menos al azar, en el ,,¡ C'Urso de su terapia intensiva (cf. Bergman, 1971; Furer, 1971 ;
que las unidades mad re-niño se comparaban entre sí y consigo mis- l1 1pf ' rm an, 1971 ), sino que nuestras formulaciones mismas
mas a lo largo del tiempo. Estos estudios de la psicos is simbió- (IJI II' dimos, en parte, más arriba) acerca del niño psicótico simbió-
tica infantil y de parejas madre-infante normales tuvieron un curso llill llevan la marca de nuestra comprens ión posterior del proceso
paralelo por más o menos cuatro años y continua ron separadamente d1 • s 'paración-individuación (Mahler y Furer, 1972; Mahler, 1969b,
por otros siete años . 1'1 71).
Los estudios de parejas mad re-infante promedio continuaron en
mayor esca la y más sistemáticamente a partir de 1963. 4 Las pregun- Notn preliminar sobre observación e inferencia
tas que nos planteamos originari amente estaban orientadas haci a dos La cuestión referente a la clase de inferencias que pueden
hipótesis principales: 1) que existe un proceso intrapsíquico normal y 11 lrtt rse de la observac ión directa del período preverbal es muy con-
universal de separación-indiv iduac ión, que va precedido por una fase lliiV rti da. El problema se ve compli cado por el hecho de que no sólo
simb iótica normal; y 2) que en ciertos casos predispuestos, pero ,,¡ Infa nte es preverbal, sino que los medios verbales del obser-
extremadamente raros, el estímul o madurac ional de la locomoción y VIi cl or-conceptua li zador sólo se prestan muy mal para la trad ucc ión
de otras funciones autónomas del yo, cuando se une con un retraso d1• •se materi al. Los probl emas de la r eco nstrucción psicoanalítica en
concomitante en la disposición emocional a funcionar separada- n 1' ca so encuentran su paralelo en el problema de la constru c-
mente de la madre, da origen a pá nico organísmico. Es este pá ni- ' lm psicoanalítica, es decir, la construcc ión de un cuadro de la vida
co lo que provoca la fragmentación del yo y produce así un cuadro lill<'rn a del niño preverbal, tarea en la que a nuestro juicio la empatía
clínico de psicosis simbiótica infantil (Mahler, 1960). Hemos esta- 1<•ncstésica desempeña un papel fundamental. Aunque no podemos
blecido desde entonces que existen in nu merables grados y formas de pmbar en última instancia la corrección de ta les constru cciones,
fracaso parcial del proceso de separación individuación. 11<' mos sin embargo que pueden ser útil es, y es nuestra tarea inten-
El método de estudio del proceso normal de separación-indivi- llir fo rmu larlas .
duación se aproxima al método util izado en el estudio de "La his- Los psicoana listas han adoptado posiciones que varían a lo largo
toria natural de la ps icosis simbiótica infantil" (el diseño tripartito) d<• un amplio espectro, respecto de los esfu erzos realizados para com-
y se ca racteri zaba por la continua presencia de la madre, por un pr •nder el período preverba l. En un extremo se ubican los que creen
amb iente fís ico diseñado específicamente para, y extraordinaria- l'll fa ntasías ed ípi cas compl ejas innatas, los que, como Melanie Klein
mente adecuado a, la observación de la disposición del infante para y sus seguidores, atribuyen a la vid a mental humana extrauterina
la experimentación activa en la separación y el retorno, y por la opor- 1'11 sus prim eras etapas una memori a casi filogenética, un proceso sim-
tunidad de observar la reacción del il'lfante a las experi encias de bóli co innato (Mahler, 1969; Furer, citado por Glenn, 1966) . En el otro
separac ión pasiva. I'XIremo del espectro están esos psicoana li stas freudianos que miran
La investigación sobre la fase normal de separación-indi vi - I'On aprobac ión la evidencia verbal y reco nstructiva estricta, organi-
duación real imentó a su vez en forma considerable nuestro trabajo /,lda sobre la base de las construcci ones metapsi cológicas de Freud,
anterior sobre la psicosis simbiótica infantil. No sólo nuestra des- pero parecen atribuir al material preverba l pocos títul os para servir de
cripción de las subfases del desarrollo de la separación-individua- ll,1se ni siq uiera a la más cautelosa y provisoria extensión de nuestro
ción nos permitió anticipar y conceptualizar algunos de los cambios !'ucrpo principal de hipótes is.
progresivos que se observan en el niño psicótico simbiótico durante Estos psicoanalistas ex igen que tales hipótesis estén tam-
bién apoyadas por la reconstrucción, es decir, por material clínico
4 Continuó como estudio de seguimiento a cargo de J. B. McDevitt, Anni y, por supuesto, predominantemente verbal. Creemos que hay
Bergamn, y colaboradoes bajo los auspicios de la junta directiva del M asters un ampl io territorio intermed io don de se ubi can los psi coa nalis-
Children's Center hasta el 31 de diciembre de 1974. Lo patrocina en la actua- 1,1s que, con cautela, están dispuestos a explorar contribuciones a la
lidad el Margaret S. Mahler Research Fund de The Menil Foundation , me- 1 oría que provengan de inferenci as respecto del período preverbal
diante una donación realizada en forma anónima al Medical College de (Mahler, 1971 ).
Pensilvania.

20 21
En genera l, al extraer inferencias respecto del período preverbal 111 ~od) . Podemos realizar inferencias a parti r de esos fe nómenos
partiendo de datos psicoanalíticos clínicos, los teóricos del psi- 11 11111111, ndonos a estados internos, porque ta les fenómenos son
coaná li sis afirman su derecho a preguntar siempre "¿por qué?, "¿cómo jiltllhWI l terminales de los estados internos. No podemos tener
ocurrió esto?", y a contestar rastreando recuerdos verbal izab les cada 11 ill'ttl sobre el estado intern o, pero en el esfuerzo de inferi rl o, las
vez más tempranos, y finalmente a vincular estos recuerdos con fenó- ,,)¡ 111v.1·iones e inferencias múltiples, repetidas y conva lidadas con-
menos preverbales (pero manifiestamente observables) de la infancia, ' 11 11.11m nte, ofrecen alguna salvaguardia contra el error total.5
que son isomórficos con los fen ómenos clínicos verbalizab les; por d11111, s, n el período preverbal, por definición, el lenguaj e no ha
ejemp lo, los comentarios de Freud (1900, pág. 27 1) acerca de sue- 1 11111ldo aú n la función expresiva fundam ental a la que más tarde
ños de vo lar y la experiencia del infa nte de ser arrebatado y levan- IIV111 y 1or lo tanto deja la tarea de la comunicac ión predominan-
tado por adu ltos (d. también Anthony, 1961 ). Es decir, estudiamos '' llll•lll e a las esferas mimética, motri z y gestua l. Y por último, el niño
fenó menos del período preverbal que (desde fue ra) parecen ser los ti- IIIIIY l><'qu ño aú n no ha aprendido cam bios como la modu lac ión, la
pos de experi encia equ·iparab les a lo que los pac ientes son capaces lldil lll !'ión, la estilización y la distorsión defensiva de la expres ión cor-
sólo más ta rde de com uni car du ra nte el aná lisi s, en sus rec uerdos ver- 11111 111 . 1 il onducta afectomotriz (gestual) de todo el cuerpo del niño
balizables, o sea, asociaciones libres, si n que en ese punto se den 1 '~''1111'1 o, rica y expresiva, así como el movim iento alternante de
cuenta del ori gen de éstos. 1iilll ilt ·tas de acercamiento y ll amádo y de condu ctas de distancia-
Como en el ps icoanál isis clínico, nuestro método de trabajo se llllt •IIIO ntre el infa nte y su madre -su frecue ncia, amplitud,
caracteri zó desde el principio al fin por la "atención flotante" para 1111 Ioni zación e intensidad-, sirvieron como importantes guías al
registrar las conductas y secuencias transaccion ales usuales y espera- ¡1111pm ·iona r muchas claves de fenómenos que encontramos a través
bles, pero más particularmente las inesperadas, sorprendentes e inu- d1 • !.1 e municac ión verbal en estadios posteriores. Observamos aten-
suales. Tal como el instrumento psicoanalíti co, espec ialmente el oído ldllll1111 la movilidad expres iva del infante, a medida que ésta
(véase lsa kower, 1939), funciona durante el aná li sis, tamb ién llltlfll'<'saba más all á de la descarga inmediata de impul sos instintivos,
en la observac ión psicoanalítica de infantes el ojo psicoanalítico se lllt •dl ,mlc funciones de rodeo provistas por las capac idades primitivas
deja llevar adonde lo lleven las secuencias fenomenológicas rea les d1 1 yo: las de demorar, de aprender y de anticipar. Observamos y
(cf. A. Freud, 195 1b). 1 v, diklmos el func iona mi ento motor autónomo y no confli ctuado del
llilillll , considerando espec ialmente las etapas progresivas del proce-
Pero más allá de estos modos genera les de observac iones
" d<• separación- individuación. En una pa labra, la observación de
derivadas ps icoana líti camente, el observador del niño en el período
preverba l tiene una oportunidad observacional especial: la de obser- 11111<lu tas motri ces-gestual es nos dio importantes claves de eventos
l1111.1psíqu icos,. y las fo rmul aciones sustanciales a las que pronto
var el cuerpo en movim iento. Para exp licar una de nuestras bases
1111 ~ ,lb caremos han sido influidas por tales observaciones (véase
fundamentales de formulación de inferencias sobre conducta no ver-
bal, permítasenos referirnos a la significac ión de la función kinestési- ll11111bu rger, 1923; Mahler, 1944; Mah ler, Luke, y Daltrof, 1945).
ca y a la fu nción de movilidad en el niño en crec imiento. Como se En lugar de profundizar en la controversia general respecto de la
expresa en una cantidad de artículos aparecidos en la década de 1940 ti ll~<·rv ión de infantes preverbales y de la legitimidad de las inferen-
(M ahl er, 1944; Mahler, Luke, y Daltroff, 1945; M ahl er y Cross, 1945; 1III H n · rca de la evo lución de fenómenos intrapsíquicos, querríamos
Mahl er, 1949 a), la observación de fenómenos motores, kinestésicos 111 tiS<•ntar la historia, métodos y resultados provisorios de ta l esfu erzo.
y gestu ales (afectomotores) de todo el cuerpo puede tener gran valor,
pues permite al observador inferir lo que está ocurriendo dentro
del niño; es decir, los fenómenos motores están corre lac ionados con r; l. a importante obra de Kestenberg testimonia cuánto podemos aprender
eventos intrapsíqui cos. Esto es particularmente cierto en los primeros d1• l,1s pautas de movimiento de la madre y del infante (1965a, 1965b, 1967a, y
años de vida. 111/ 1). Infortunadamente, excede el ámbito de nuestra metodología de la inves-
11¡ ,wió n crear lineamientos generales mediante los cual es los fenómenos
¿Por qué ocurre esto? Porque las vías motoras y kin estés icas son 111111mes, especialmente los expresionales o afectomotores, puedan utilizarse en
los principales ca minos de expres ión, defensa y descarga de que lllilll :l más específica y manejable como referentes de procesos intrapsíquicos.
dispone el infante (mucho antes de que ocurra la cOmunicac ión ~~ ~ d • ·s perar que futuros investigadores emprendan tal proyecto.

22 23
Capítulo 2
EVOLUCIÓN Y FUNCIONAMIENTO
DEL AMBIENTE DE INVESTIGACIÓN

E n este capítulo desc ri biremos la lenta evolución de una manera de


trabajar. Se trata de una manera de trabajar que fue al comienzo
muy clínica, más bien no sistemática, y sin embargo extraordina-
riamente interesante. Más tarde llegamos a ser más sistemáticos -de-
masiado sistemáticos a veces, en el sentido de que nuestros sistemas
de recolección de datos perdieron contacto con el flujo natural del
material-, pero tenemos la impresión de que logramos restab lecer
el equilibrio y desarrollar modos razonablemente flexibles de organi -
zac ión de los datos. Estos virajes coincidieron, en cierta medida, con
un cambio en la ubicación física del trabajo y con un avance progre-
sivo en nuestras formulaciones (las describiremos más adelante).
En general, sin embargo, nuestro propósito fue siempre el de encon-
trar una manera de trabajar que a nuestro juicio conservara un apro-
piado equilibrio entre la observación psicoanalítica flotante y el
diseño experimental prefijado.
.. Sabemos que nuestros procedimientos son posibles de serias
críticas de ambos sectores, y somos en verdad perfectamente ca-
paces de enfrentar las que se nos dirijan. En particular, estamos bien
conscientes de nuestros problemas de verificación, de la necesidad
de establecer, si no la prueba, al menos aproximaciones a ella . Desde
el punto de vista del psicoanálisis, nuestras observaciones sobre el
infante-deambulador no nos dan oportunidad de confirmación me-
diante información espontánea del sujeto, emergencia de recuerdos
confirmatorios o por cambios de síntomas, señales todas éstas
que confirman la interpretación de una manera por lo común con-
fiable para el psicoanális is clínico . Pero si bien carecemos de informes
subjetivos (en los prim eros meses, aunque no en el caso de deambu-
ladores mayores o de las madres) y por cierto no mantenemos una
relación transferencia! de pantal la en blanco con los sujetos de nues-
tro estudio, observamos sin embrago con un "ojo psicoanálitico",

25
formados por todos nuestros encuentros pasados con la vida intrapsí-
quica, dejando que nuestra atención siga los cami nos sugeridos
por los fenómenos con que nos enfrentamos. Volviéndonos hacia
el otro polo: desde el punto de vista de la experimentación ri gurosa,
no hemos logrado sin duda liberarnos de la distorsión, del halo, de
las consideraciones evaluativas, en nuestra estimac ión de la eviden-
cia. Pero si bien nuestro enfoq ue es francamente muy clínico y muy 11 ' _ _ __.,,._ _ _ _ _ _ 17'
poco rígido, hemos dispuesto nuestro trabajo de modo de poder tener
encuentros repetidos con los fenómenos en un a situac ión más o me-
nos estandarizada, y sujeta a un grado aceptable de convalidación
consensua l.
La fase ini cia l y menos sistemática de nuestro trabajo fue, como
hemos dicho, extraordinariamente productiva y nos ll evó a formula-
ciones respecto de las subfases del proceso de separación-indivi-
duación a que ya hemos aludido y que describiremos con mayor Area de juego
detal le en la sección sigui ente. Esta productividad fue sin duda resu l-
Pu erta 22'
tado de la novedad mi sma del trabajo en esa época; multitud de
plegad iza
observac iones e ideas que se desplegaban ante y dentro de nosotros,
muchísimas de las cua les parecían nuevas y flamantes. Pero la pro- o
<C

ductividad también se debió, probab lemente, a nuestra sabia decisión e

(así lo parece ahora) de dejar que las madres y sus bebés nos
~

o Barand a
mostraran los cami nos que debía recorrer la investigación: el modo y
(l)
-o e-----------
grado en que cada madre deseaba usar el Centro y a los observadores o -----------
<C Anaq ueles co n juguetes
participantes, el ritmo y grado con que estaban dispuestas a reve- "'
c:o que dividen el cuarto
lársenos, la med ida en que cada madre decidía tomar una respon-
sabi li dad activa por el cu idado de su niño en el Centro, etcétera. Con Sa la de esta r pa ra madres
""-- --'----,....------ Entrada _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ___¡
esto nuestros procedimientos fueron menos sistemáticos pero estu-
vieron más a tono con las necesidades' de nuestros sujetos de estudio.
También fueron de ayuda algunos aspectos del ambi ente fís ico. En
nuestra ubicación ini cial, por ejemp lo, el baño de los bebés estaba DIAGRAMA 1
junto al cuarto de infantes, y en verdad en medi o de éste (véa nse los CUARTO MADRE - NIÑO DISTRIBUCIÓN INICIAL
diagramas 1 y 2), separado sólo por una puerta plegadiza baja del sec-
tor destinado a los bebés. Más tarde, cuando nos tras ladamos al
primer piso del mismo edificio y tuvimos baños más completos y
"mejores" para los deambuladores, al extremo de un largo hall, nos
vimos privados de esa importantísima oportunidad de observa r
cómodamente la conducta de higieni zación de los niños, es decir, la
curios idad y fascinación con que los deambuladores jugaban con el
agua y otros conten idos de la bañera, su curiosidad por su prop io
cuerpo y el de los otros y por las actividades tan atractivas de ese
amb iente. Tambi én nos vimos privados más tarde de la oportunidad
de observar la conducta de las mad res al cambi ar los paña les a sus

26 27
. --- - - - - - - - - 41'----------~
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l

f--· - ---- - · -
Cuarto de
infantes
Cuarto lt~ personal Escalera
de Área para juegos

l
Cocina
deambuladores

18' ..... 6 1j2' - - 16 lf/


~---16'----~~ Espejo de visión unilateral
Puerta
DIAGRAMA 2 DIAGRAMA3
PRIMER PISO DISTRIBUCI ÓN INICIAL PRIMER PISO SEGUNDA DISTRIBUCIÓN

28 29
bebés y su reacción ante los infantes y deambuladores que se fis- 11 ambiente original (de la planta baja) se eligió de modo de permitir
gonean por debajo de la puerta para ver lo que ocurre en el baño, l t~ ocu rrencia y el estudio de las conductas que eran supuestamente
etcétera. de particular interés para la comprensión del proceso de separación-
Cuando al promediar el estudio nos trasladamos (al primer piso Individuación.
en el mismo edificio), los ambientes eran mucho más amplios y có- Repetiremos una descripción general del ambiente original del
modos (véase el diagrama 3). Pero aparte de esto, el hecho de que uarto madre-niño, tal como la dimos hace algunos años (véase Pine
intentáramos por un tiempo realizar un estudio demas iado inflexi- !
y Fu rer, 963), y la comp~etaremos con mayores deta ll es. El trabajo
ble (así nos lo parece ahora) de ciertos datos, nos llevó de nuevo a ro n bebes normales ocurna en un cuarto de juego donde jugaba un
un período en que tuvimos que reencontrar la manera de llegar a un grupo de bebés, que se entretenían en un gran corralito, o sobre
aprop iado equilibri o entre estud io clínico y sistemático. una colchoneta o en el piso. Parecían experim entar activamente en el
En este cap ítul o describiremos el ambiente físico de nuestra w_ralito; por ejemplo, al ir aumentando la integraci ón de su cuerpo
investigac ión, especial mente en lo referente a las oportu ni dades que se mcorporaban y s: dejaban caer, se estiraban para alcanzar y aga-
éste ofrece para la observación de fenó menos pertinentes para el pro- rrar un J_uguete, hac;= 1an esfuerzos por volverse hac ia su madre, cuya
ceso de separación-individuación, pero incluyendo también algunas v?z pod1an ~ aber 01do pero sm que ell a estuviera dentro de su campo
perspectivas históricas sobre la evolución de diversos aspectos del di- v1s_ual_. La m1raban desde dentro del cbrra lito y con sonrisas y arru llos
seño. En el apéndi ce A in cluimos una síntesis de las variedades la 111v1taban a venir a jugar. Los niños jugaban por su cuenta con ju-
de datos de que dispusimos, con un examen de los problemas que de g,uetes, :specialme~,te ~on los adecuados para hacer "durar los espec-
ellos surgían. Los apéndices tambi én incluyen: 1) una discusión Laculos mteresantes (P1aget, 1937). Las madres podían hablar entre sí
del "método del método", es decir, del fundamento de nuestros enfo- e interactu ar con sus bebés, según quisieran.
ques de los aná lis is de datos; 2) una breve descripc ión de algu nos de Deseábamos, y aparentemente lo logramos, crear una situación
nuestros intentos fallidos de recolección de datos formales y de aná- en que pudiera observa rse en un amb iente natural la relación coti-
lis is cuantitativo, que si bien contribuyeron al desarrollo de un len- diana esp?ntánea entre la mad re y su hijo. El cuarto de juegos tenía
guaje más preciso por nuestra parte, tropezaron con el obstáculo de un pequen? sector reservado como sa la de estar para las madres, en
partir de un enfoqu e rígido, de no mantenerse acordes con los proce- la q~e pod1an c_~arl ar, tomar un café o leer, desde el cual tenían plena
sos de crecim iento de los niños, de ser inadecuados por cod ifi cación v1s1on de los nmos y l1bre acceso a ellos. Había otro sector mucho
prematura, o de todas estas deficiencias a la vez; y 3) una reseña de mayor con muchos juguetes coloridos y atractivos, y los niños ten-
cada uno de nuestros tres enfoques posteriores de los datos (pre- dían, ni bien podían, a pasar libremente del sector de los juguetes
guntas orientadoras, observaciones sectori ales derivadas de nuestro a la parte donde estaban en general sentadas las madres y a todas las
marco de referencia ori entado psicoanalíticamente, y formulaciones otras partes de la habitac ión. La separación madre-niño no era de
respecto a la formación temprana del carácter como resultado del ningu na manera compl eta por la disposi ción física del ambiente; era
proceso de separación-individuación). tota lmente distinto de un centro de cuidado diurno o de una escuela
Al describir aquí el ambi ente fís ico del trabajo y su histori a, donde, por ejempl o, la madre deja a su hijo a ca rgo de la j ard inera
esperamos que nuestras maneras posteriores de tratar los datos dis- o de la ~aestra por un período. Se parecía más a un ca mpo de juego
ponibles surjan como lo que son: intentos de solución ante la tarea al a1 re l1bre donde los niños juega n donde quieren mientras las ma-
de apreh ender una inmensa ca ntidad de datos sin perder los detalles, dres s~ sientan en bancos y conversan, sin perder de vista a sus hijos
pero teniendo siempre en vista nuestra meta, es decir, el estudio y pud1endo prestarles cualquier cuidado materno que requ ieran .
del proceso de separación-individuación. El d1agrama 1 muestra nuestro cuarto inicial para la mad re y el niño.l

1 E ' res ul to' al final, estaba dispuesto de un modo


El ambiente y los fundamentos de su distribución ste amb.1ente, segun
mucho más logrado originalmente que con posterioridad, cuando había
El método que se utilizó se basó, en su mayor parte, en un en-
(debido a la ubicación de la puerta de entrada y a la distribución arquitectóni-
foque descriptivo y clínico con observaciones de parejas madre-hijo, ca general de la habitación) más confusión a raíz de la mezcla de madres
que ocu rrían en un ambiente esencialmente semejante al natural. infantes y, ocasionalmente, incluso deambuladores. '

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Oportunidades de observar la separación brazos dentro de la simbiosis, mucho antes de que ocurrieran las
primeras conductas de acerca miento y alejami ento espacia l del niño.
Estaba claro desde el comienzo que el fenómeno central que
Además, observába mos muy cuidadosamente los primeros signos de
deseábamos estudiar, o sea el proceso intrapsíquico de separación
diferenciac ión (véase parte 11 , cap ítulo 4). El infante se pone rígido y
e individuación, no era susceptib le de observación directa; pero la
se aleja cuando está en brazos de la mad re (cf. Mahler, 1963).
observación de la interacción madre-hijo podía proporc ionar ind icios
Aún no puede gatear, pero pese a ello se distancia y se fusiona alter-
del proceso intrapsíqui co, de modo que éste pod í.a inferirse de c~n­
nativamente con el cuerpo de la madre, es decir, parece fundirse con
ductas que eran por cierto observables. Al com1enzo del est~d1o,
lla; luego el mun do exterior lo atrae y compite con la atenci ón a la
cuando nuestras observaciones se concentraba n en su mayona en
madre, que hasta entonces era exclus iva (se extrae catexia de la órbi-
niños en el segundo año de vida, tuvimos la impresión de que la
ta simbiótica) (véase Spock, 1963). Tan pronto como los aparatos del
mayor parte de nuestros indicios de los procesos intrapsí9_uicos
infante mad uran suficientemente, éste puede deslizarse del regazo
provendrían de la observación de las experienCi as de sepa:ac1on de
de la mad re, luego comenzar a gatear, a hacer pin itos, y más tarde
rutina, ta nto activas como pas ivas, que se presentaban dlanamen-
aún a caminar apartándose de la madre.
te, iniciadas por el niño, por la madre, o por el observador. Desde el
com ienzo, cuando observamos niños no menores de 9 a 1O meses, Para dar un cuad ro más completo de algunos de los detalles de
dispusimos para nuestra observac ión de ciertos tipos de separaciones. la separac ión que ambos ambi entes nos permi tieron estudi ar,
Estas eran las que ocurrían en presencia de la madre: un mfante que mencionaremos algunas de las preguntas que estimularon nuestras
gatea o cami na por la hab itación no puede encontrar momentánea- observaciones y fueron a su vez sugerid as por éstas, en diversos perío-
mente la cara de su madre entre las muchas presentes; la madre no dos de nuestro estudio. ¿Cómo trae una mad re a su niño al ll egar:
está atenta, quizás está simplemente hablando con otros, etcétera. como una parte de sí misma? ¿Cómo otro ser humano? ¿Cómo un
Desde los primeros momentos ocurrieron también separaciones de ti- objeto inani mado? ¿Cómo reacciona el infante cuando la madre le
po pasivo, consistentes en ser dejado en lugar ~e dejar. La .madre saca los pañales? Una vez en la hab itación, ¿la madre se separa
abandonaba la habitación por unos minutos, o se 1ba por med1a hora del niño fís ica y/o emocionalmente, o hay un "lazo invisible" entre
o más para una entrev ista con un miembro del eq uipo (cuando se bebé y madre aun a través de alguna distancia física? ¿Sabe la ma-
daba la oportun idad o en caso necesari o el ni ño podía acompañarla). dre lo que esta ocurriendo a su bebé au nqu e se hall e a cierta distan-
O cuando el niño era un poco mayor y había estado en el Centro por cia de él? ¿Con que rapidez, dil igencia y adecuación responde ésta a
un tiempo, la madre podía irse por toda una mañana. Después de las necesidades del bebé? ¿Ti ene la madre mu cho tiempo en brazos
algún tiempo incorporamos a las instalaciones un "cuarto ~e deam- a su bebé? ¿Hace una transición gradu al ll evándolo lenta mente al
bu ladores", al cual los niños ten ían a<!ceso cuando ya pod 1an pasar corralito, por ejemp lo, y quedándose junto a él hasta que éste se
mayores lapsos lejos de la madre, con una "maestra" en un ambiente muestra cómodo, y ofreciéndole qu izás un juguete? ¿O está impa-
sim il ar al del jardín de infantes. Así, dispusimos de una situac ión ciente por librarse de él, lo mete en el corralito ni bien ll ega y
observacional que nos proporcionaba muchas oportu ni dades de pre- dirige su atenció n a otras cosas, quizás su diario o una conversación,
senciar las separaciones y reencuentros madre-infante. volviéndose hacia el niño para sobreestimularlo só lo cuando sus
Durante la última fase de nuestra investigación (después de propias necesidades lo requ ieren? En suma, encontramos que las ob-
marzo de 1962), cuando llegamos a comprender que las experiencias servaciones realizadas en el cuarto de bebés nos mostraron las ca rac-
intrapsíquicas de separación comienzan mucho antes, extendimos terísticas individuales, así como el comportami ento de la madre en su
nuestras observaciones a bebés, comenzando al rededor de los 4 me- acción matern ante. Pudimos formul ar las ca racterísticas del intercam-
ses de edad. Observamos la cond ucta de sosten imiento de las madres bio entre la mad re y su bebé de brazos, las del intercambio de la
con sus infantes y la conducta de amoldamiento de los infantes a madre con su bebé mayor que gatea rápid amente o hace pinitos, con
sus madres. Observamos niños que alternativamente se plegaban al el niño que comienza a mostrar interés por personas "que no son la
cuerpo de la madre, o se ponía n rígidos y se resistían a ese contacto. madre", con el deambulador en su incesa nte actividad exp loratoria, y
Estas y otras observaciones nos permitieron percibir claramente diver- con el niño que empi eza a hablar y puede man ifestar sus neces idades
sos aspectos de la más temprana formación de límites en el niño de de un modo nuevo. Pudimos estudiar las maneras en que la mad re se

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;;, ,:
separa del infante pequeño y sus respuestas a la separación iniciada 1!lll los deambuladores mayores (aproximadamente de 2 años y ma-
por el niño con posterioridad. yor 'S). Esto nos permitió seguir las reacciones, en proceso de madu-
Del otro lado de la díada, observamos también en qué momen- t.l ción, a la separación y reencuentro con la madre, y nos resultaron
to de la vida del infante éste cobraba conciencia de su madre, o más to pcc ialmente fructíferas las observaciones de deambuladores
bien intentamos estudiar y formul ar la extraordinaria multiplicidad IJII ' eran eminentemente verbales. Las separaciones fueron diferen-
de pasos de desarrollo, que constituyen procesos de aumento y dis- li • en la fase de nuestro estudio en que, debido a las reducidas di-
minución muy lentos y llevan a un reconocimiento de la madre como lll •nsiones del cuarto de deambuladores y a la intimidad que había
un ser separado. Observamos cómo reacciona el infante a la "con- 1•ntre la jardinera, la madre y el deambulador, las madres abandona-
ducta de sostenimiento" de su tipo de madre, más tarde su esfuerzo lh n el edificio mucho más a menudo para ir de compras, a la lavan-
por alej arse un poco de ell a, como para verla mejor e investigar a la d •ría o a su casa.
madre (y "a otros"). Desde los 5 meses tuvimos indicios que nos Observamos en particular que, quizás debido a la pequeñez del
permitieron inferir la formac ión de límites en el niño, y por ende cuarto de la planta baja, uno de los deambu ladores llegaba a mostrar-
las separaciones activas por las que se alejaba de su madre. ¿Trata K' muy posesivo de la habitación (del espac io) y rechazaba enérgica-
el niño, cuando está a cierta distancia, de colmar el hueco visual- mente a cualquier intruso, por ejemp lo a otra madre que no tuviera su
mente, vocalmente, o un poco más tarde en forma locomotri z, bus- niño allí, o a otros observadores participantes, incluida la jefa de
cando de un modo activo a su madre y requiriendo su atenc ión por Investigación. Esto recuerda en cierta manera las reivindicaciones
los medios más diferenciados de que en ese momento dispone? l rritoria les o la posesividad en el mundo anima l. En el ambiente
Aparte de esto, siempre en el cuarto de bebés, observamos la reacción del primer piso, planeamos cuidadosamente desde el com ienzo las
de éstos a sus pares, a los adu ltos que no eran la madre (de variados omodidades de los deambu ladores. Era una habitación grande del
grados de familiaridad con ellos), y las condic iones en que el bebé se mismo tipo que las otras y del mismo lado del corredor que el cuarto
relacionaba con las personas sustitutas de su madre o las rechazaba ele infantes, y se comunicaba con éste por ese corredor. La obser-
más enérgicamente. Las ausencias reales de la madre del cuarto vadora participante a la que se asignó el cuarto de deambuladores
destinado a la madre y a su hijo, especia lmente las que nosotros en ambas distribuciones (planta baja y primer piso) era una j ardi-
planeábamos en vinculación con las entrevistas semanales con nera experta. Entre otras cosas, tenía a su cargo la tarea de obser-
aquella, proporcionaban una experiencia de separac ión casi experi- var en medida creciente las secuencias verbales que hubiera y las
mental. Estudiamos la reacción del niño a la partida de la madre, su demás secuencias conducta les que ocurrían du rante el juego, y
conducta mientras ésta estaba ausente, su respuesta ante el retorno la interacción de los deambu ladores con ell a y entre sí.
de la madre -los fenómenos del reelil cuentro-, poniéndolos en La observadora participante se mantenía tan pasiva como la
relación con las progresiones y regresiones que ocurrían durante situación lo permitiera, pero ayudaba a los deambuladores en sus jue-
el proceso de separac ión-ind ividuación. gos, atendía a sus necesidades y funcionaba como mediadora entre el
deambulador y su madre. (Los diagramas 2 y 3 muestra la relación
Fundamento del establecimiento existente entre el cuarto destinado a los infantes y el de los deambu-
de un cuarto de deambuladores ladores en nuestras instalaciones iniciales y en las posteriores, respec-
Ya en las insta laciones de la planta baja tomamos una pequeña tivamente).
antecocina y la convertimos en cuarto de juego para deambuladores Si bien realizamos valiosas observaciones acerca de las reac-
mayores, en parte porque la expansiva y enérgica activ idad de éstos ciones ante la despedida de la madre y el reencuentro con ell as inclu-
era un riesgo para la seguridad de los infantes que estaban en el so en nuestras instalaciones improvisadas y primitivas de la planta
piso, y en parte porqué percibíamos que necesitaban un ambiente baj a, la disposición final del cuarto de deambuladores fue cuidado-
separado para poder realizar las actividades de juego propias de la samente planeada desde el comienzo mismo y nos permitió reunir
edad, con la maestra y progresivamente entre sí. Ese pequeño cuarto datos más pormenorizados en estos aspectos. Como hemos men-
adju nto -el único disponible- se destinó a una de las observadoras cionado anteriormente y como lo muestra el diagrama 3, ese cuarto
participantes (en ca li dad de maestra jardinera), que se trasladó allí era tan grande o aun mayor que el cuarto de madres e infantes, y le

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ofrecía al infante que estaba en la primera fase de ejercitac ión-gateo, 11 t•xpres iones emocionales) de estab lecer el paradero de su mad re,
la oportunidad de descubrir su mundo y ambiente nuevo, y de mos- 1111~ lio importantes indicios acerca de muchas facetas de la perso-
trarnos sus reacciones cuando lo descubría. llli llclad de cada niño en ese momento con respecto al desarroll o de
El cuarto de deambuladores fue descubi erto por la mayoría de l11 l'onsta nc ia de objeto, la autoconciencia, el humor y temperamen-
los infantes ya cuando éstos estaban en su primera subfase expan- 111 H neral, la tol erancia a la frustración y mu chos otros rasgos.
siva de comienzo de la ejercitación, o sea en su período de gateo. La lttgr mos ver, después de un tiempo, la creciente capacidad
mayoría de los infantes que gatea o hacen pinitos sienten la urgen- d11l d ambulador para soportar separaciones mayores de la madre, en
cia de pasar los umbrales de cualquier manera, ,de aventura rse mas ltll tchos casos un funcionamiento mejor lejos de la madre, cosa que
all á del cuarto de los niños incluso en su propia casa. En nuestra (tomo examinaremos detalladamente en la parte 11, capítulos 5-7)
distribución del primer piso, aprendían a gatear por el corredor ht' d bía, a nuestro parecer, a la ausencia de conflicto entre estar cerca
que com unicaba los dos cuartos: cuando empezaban a caminar iban dt• la madre y alejarse de ella. En los casos más ideales, había
hasta el vestuario del otro lado de l hall y por azar podían ll egar ga- lllltl aceptación adecuada de la maestra como sustituta, y facilidad
teando más adelante hasta la puerta a menudo abierta (del mismo lli\l'c reencontrarse con la madre después de una separación breve.
lado del corredor que su prop io cuarto) y atisbar en el cuarto de Vlm s sobre todo, aun en deambu ladores normales, alternan cias de
deambu ladores. A veces se detenían en el umbral y al comienzo 1111,1 r pidez totalmente inesperada, de semana a semana, y en verdad
gateaban rápid amente de vuelta a su " base", donde estaba la madre. 1 n nudo de día a día, entre tendencias progresivas y regresivas
Otras veces espiaban qu é ocurría en el cuarto de deambuladores, (tlt•sde el punto de vista del proceso de separación-i ndividuación).
pues estaban muy interesados en ampliar su horizonte. En ocasio-
nes tenían herma nos mayores en ese cuarto. Pero sólo unos meses C 1ras oportunidades observacionales
más tarde, cuando el "deambulador pequeño" se sentía por primera Los requerimientos de una institución de esta clase para cuida -
vez seguro sobre sus pies, ll egaba ocasionalmente o se aventuraba do de infa ntes nos dieron la oportunidad de realizar observaciones
con cautela más all á del umbral de ese otro cuarto interesante de jue- 111, all á de las relacionadas con la separación propi amente dicha.
gos. Algunas semanas más tarde buscaba activamente ese cuarto, que A·(, las madres estaban presentes ·para cuidar a sus hijos (que a ve-
era mucho más diversificado; allí ocurrían acc iones más interesantes ti' no tenían más de 2 a 3 meses), y pudimos examinar de cerca
que se producían en tre los deambu ladores mayores y su j ardinera; ilhJ' ctos afectivos de la interacción de las parejas madre-hijo. Un
ex istía la pos ibi lidad de jugar con agua o con dáctilo-pintura; había lltnto importante en que concentramos la atención fue la ca lidad de
jugu etes grandes de acción, tales como un co lumpio, un triciclo, un
caba llo de madera, y tambi én un rincó¡-¡. de muñecas, trenes grandes,
l11 disponibilidad emocional de la madre respecto de su hijo, y la
1,lpacidad de éste para hacer uso de la madre en el curso del proce-
muchos libros con láminas y rompecabezas, y períodos en que la o de sepa ración-individuación, para extraer de ell a el necesario
maestra contaba cuentos. 11
,lbastecimi ento de contacto" (Mahler, 1963). La conversación entre
Al comienzo las mad res seguían a sus deambul adores hasta l,ts madres mientras sus hijos estaban en los cuartos del jardín mater-
esta habitación; pero un día Mahler dec idió, luego de meditarlo litl l nos ofrecieron perspectivas adi cionales del significado de su con -
cuidadosa mente, que esta situac ión era demas iado irregu lar, perm itía tlu ta materna; llegaron a hablar cómoda y li bremente después de un
demas iada confusión, demasiada variac ión por parte de las diferentes 11•mpo, pues el Centro era para ellas semejante al hoga r (y lo fue más
madres y los diferentes deambuladores, con lo cual no podía reali- t•n la disposición natural oügmal donde todo estaba un poco apiña-
zarse en form a óptima el estudio de la separación-indi viduación. El 4 do, que en la espaciosa del primer piso, que fue cuidadosamente
de octubre de 1966 Mahl er pidi ó a las mad res que se queda ran en su pieneada).
sa la de estar en el cuarto de infantes. Luego de esta medida, las idas El uso que los niños hacían del eq uipo físico existente en el cuar-
y ven idas de los niños individuales entre los dos cuartos, su toma de lo nos ofreció oportunidades adicionales de observación. Así, por
conc iencia de estar separados (inadvertidamente y/o por su propi a t<j mplo, los grandes juguetes de acc ión, tal es como los tricicl os,
acción), y sus reacciones ante esta situación nos proporcionaron datos 1 'Sultaron ser interesantes no simplemente en lo referente al desarro-
importantes. La manera en que trataban (mediante acciones, palabras ll o motor, sino tambi én por la oportu nidad que daban de expresión

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exuberante, bastante más allá de la subfase de ejercitación, exube- qu habíamos tenido en la planta baja, de vigilar la conducta anal,
rancia que a veces sugería fantasías de om ni potencia (ésta fue una de mlnaria y fálica en el baño diario de los niños y la reacción de las ma-
las razones que nos ll eva ron a proteger a los bebés de brazos y de pi- dr a tales manifestaciones. Tratamos de compensar parte de esto con
so de esa exuberancia). Por otra parte, las respuestas al uso que el vl ·itas a los hogares de los niños.
niño hacía de estos juguetes nos dieron a veces indicios de sobrepro-
tección y tendencias simbióticas por parte de una madre y su deam- l.a historia del desarrollo del ambiente
bulador. El caba ll o-hamaca y un gran oso de paño nos permitieron en
El grupo y el ambiente no surgieron de entrada como algo com-
ocasiones percibir netamente la esti mulación autoerótica o de con-
pl •to y maduro en nuestro planeamiento. Al com ienzo del proyecto
tacto. Descubrimos que los juguetes mecánicos de cuerda y las muñe-
ll l l stros dos intereses prácticos princ ipales eran tomar contacto con
cas parlantes a veces asustaban a los niños, pero que éstos podían
ll lildres que tenían niños al final del primero y comienzo del segun-
usar con placer aquellos cuyo movimiento controlaban. En el cuarto
do año de vida (porq ue pensábamos a esa altura que la fase de se-
de infantes, y en el de deambuladores, teníamos un espejo a nivel del
¡>.J ración -individuación comenzaba en el segundo año de vida) y
suelo, que se prestaba muy bien al estudio de las diversas reacciones
desarrollar y mantener su interés en participar en nuestro proyecto.
de los infantes ante el espejo desde edad muy temprana. Teníamos la
impresión de que las reacc iones ante el espejo podían abrir un cami- Las primeras madres contactadas tenían niños mayores en el
no a la investigación de la conc iencia progresiva que el niño iba ad- w upo normal de jardín del Masters Children's Center. Para interesar-
qu iri endo de su cuerpo como algo distinto de su ambiente. (Durante las en participar se les otorgó una reducción de honorarios del jardín
los dos o tres últimos años de recolección de datos, john McDevitt p ra el niño mayor, con una promesa de efectuar una reducción
real izó una investigación accesoria que se refirió específicamente al ~ lmilar para el niño mas pequeño cuando éste tuviera edad suficiente.
desarrollo de las reacciones ante el espejo.) S •guimos este procedimiento con las primeras tres madres que in-
Parte del equipo de rutina e implementos existentes en el cuarto W saron al proyecto. Luego de éstas, sin embargo, todas las otras
de infantes también proporcionaron oportun idades de observación de vinieron porque habían oído hablar del asunto -en realidad,
fenómenos no tan claramente relacionados con el proceso de sepa- i•ll as tomaron contacto con nosotros-, de modo que nuestra expec-
ración-individuación. Pudimos observar madres que cambiaban o no ltltiva original, de que necesitaríamos un plan especial para inducir a
cambiaban los pañales cuando era necesario, que daban o no daban lt1 participación, parecía superflua. Cada mujer que entraba en el
gal letitas a sus niños en el momento oportuno, o que lo hacían al azar. proyecto a continuación, a lo largo de los años, había oído hablar de
1 a una de las madres participantes, se había interesado y después
Había un corral ito que los infantes usaban tanto para dormir un rato
como para jugar. Siempre consideramos que el dormir era en parte d una selección inicial se unió al grupo. En cierta medida, enton-
una separación de la madre, y que este hecho se relacionaba común- e s, estas madres eran madres autoselecc ionadas, y nosotros no
mente con las dificultades del dormir de la primera etapa de la niñez; buscamos activamente una muestra representativa de ningún grupo en
pero por supuesto no tuvimos oportunidad de observar directamente perticular. Sin embargo, hicimos una selección sumaria, en nuestro
las perturbaciones del dormir nocturno, tan característicás del segun- l!Sfuerzo por trabajar con madres más o menos normales. Excluimos a
do año. No teníamos una visión demasiado clara de la importancia de las madres que al contacto in icial parecían manifestar rasgos patoló-
la higienización, la comida y otros aspectos de la conducta del infan- gicos; sólo elegimos familias intactas (con madre, padre y niños);
te para el proceso de separación-ind ividuación. Las comodidades lrata mos de evitar la aceptación de madres cuando teníamos la
de nuestras instalaciones, que daban a las madres y niños la oportu- Impres ión de que su asistencia no sería segura (por ejemplo, si vivían
nidad de pasar parte de su vida con nosotros en una interacción d masiado lejos, más allá de una distancia que se puede recorrer
, minando).
muy natural, nos proporcionaron un amplio margen de oportunidades
de observación, pero hubo, por supuesto, muchas cosas que no Como estábamos al comienzo muy preocupados de si seríamos
vimos: un niño que se queda dormido en su propia cuna, su reacción ·apaces de reclutar madres para el proyecto, es interesa nte el hecho
a la llegada del padre de su trabajo. En particular, en el ambiente de l de que esto no representara gran problema. ¿Cómo sucedió ta l cosa?
primer piso echamos de menos, en gran medida, las oportunidades En primer lugar, el Centro era bien conocido en la vecindad (como

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jardín de infantes, aun antes de que comenzá ramos a trabajar en él). tl11 lll <dres decidido a participar, había que resolver el problema re-
Además, vivían en la zona muchas parejas jóvenes, socialmente mó- ¡, ll 'lll a cuál era la mejor manera de dirigir el funcionamiento de ese
viles y de muy buena educación, y nuestras familias provenían 111 1¡><. Dos consideraciones eran pertinentes: 1) la necesidad de man-
de este grupo. Estas madres no trabajaban, porque no era absoluta- 11 11or interesadas a las madres y de asegurar su participación, y 2) las
mente necesario desde el punto de vista económico que lo hicieran, 111 11(' idades de la investigación. Como en cualquier empresa nueva,
y porque en gran medida estaban suficientemente interesadas y nlo 1 níamos un conocimiento limitado en qué basarnos. Nuestro
conscientes de los problemas de la crianza y de lo compensatorio que pl()p sito general consistía en establecer una situac ión en la cual
era prestarles atención, como para desear permanecer junto a sus pw li 'ra observarse la interacción madre-hijo en un ambiente razo-
hijos. Así, tenían el tiempo necesario para participar; nosotros, por 11.!1>1 mente natural. Pero surgieron muchos problemas, tales como
supuesto, ex igíamos que las madres estuv ieran presentes y dis- ,,¡ d ' si había que ver a las madres individua lmente, en grupos de
ponibles. Es posible que con mujeres menos refinadas y no tan bien dos, lres, o más; qué cuestiones se presentarían para manejar las rela-
educadas se hubiera presentado más de un problema. Sin embargo, 1 on s de transferencia con los observadores participantes; y en qué
todas estas mujeres comprendían el concepto de investigación 11 11 1dida estos observadores tendrían que ver con los niños o con la
y tenían una visión favorable de su valor, en especial porque la I11IPracción madre-hijo.
investigación sobre infantes y madres tocaba los problemas más im- Puesto que era esencial que las madres se sintieran cómodas en
portantes de su vida en ese momento. Muchas de las madres expre- 111 situación, procedimos al comienzo muy lentamente, viéndol as
saron intereses intelectuales activos en el desarrollo infantil; otras IIHiividualmente y hablando con ellas. Por estos contactos iniciales,
manifestaron más motivaciones personales respecto de su esperanza '11 1() sólo llevaron un par de semanas, se hizo evidente que algunas de
de adqu irir mayores conocimientos acerca de sus propios hijos. l11s mujeres mostraban aprensión ante la perspectiva de que se las
Subyace a todo esto el hecho de que la vida de la madre de un niño 11 erutara a ellas y a sus hijos demasiado de cerca o en forma muy
muy pequeño puede ser a veces muy solitaria. Los contactos sociales 10n entrada. Por lo tanto, decidimos muy pronto que las madres
se limitan necesariamente, en particular durante el largo invierno. y sus hijos vinieran en grupos, y no solos, por lo menos hasta que
Desde el comienzo mismo nosotros proporcionamos un lugar conve- ll ('gáramos a familiarizarnos mejor con ellos. De esta decisión surgió
niente -atractivo, limpio y seguro- para que las madres pudieran 1•l <mbiente de grupo, que continuó en forma más o menos constante
dejar que sus hijos pequeños, en edad de jardín maternal,* '' lo largo de los años. Algunas de las madres expresaron tambi én
se dedicaran sin riesgo a juegos activos. Nosotros representábamos un duelas acerca de la cantidad de tiempo que podían pasar en el Centro.
campo de juegos bajo techo para madres que el resto del día vivían i'or lo tanto, al comienzo de nuestra investigación les dimos a elegir
encerradas en pequeños departamentos (pequeños porque los alqui- dos entre cuatro mañanas por semana para concurrir al Centro. De
leres eran elevados en ese barrio) con sus bebés. El Centro, y más I•SI manera, hicimos que las madres nos mostraran indirectamen-
particularmente la atmósfera creada por el personal, proporcionó 11' qué situación y relación con nosotros les resultaba más cómoda;
también a las mujeres la reconfortante compañía de gente de su mis- 11 1 irnos que nos mostraran así la distancia o cercanía óptima para
ma edad e intereses. Las madres podían tener también la sensación i 11 s respecto de nosotros y nuestro ambiente. En un año determi-
de que estaban rodeadas por autoridades de crianza de niños, sin 11\ldo llegamos incluso a disponer horas de entrevista por la tarde
tener que aceptar o reconocer ninguna sugerencia autoritaria, y para madres que tenían que atender en su casa a niños mayores,
mucho menos ex igencias, de su parte. El personal consideraba lo cual nos permitió conservar la continuidad de nuestro trabajo.
espotáneamente a las madres reunidas como el "club de madres". i\1 conceder toda esta amplitud, tratábamos de mantener una
Así, un poco contra nuestras expectativas originales, tuv imos 11Lmósfera cómoda, donde las madres se sintieran en li bertad para uti-
escasos problemas en establecer una motivación inicial para inducir lizar el Centro; con ello evitamos la creación de una situación más es-
a las madres a entrar en el proyecto. Luego de reunido el grupo lructurada, en la que nosotros les exigiéramos ciertas cosas. Este enfo-
que nos parec ió particularmente necesario, puesto que se trataba de
fa milias normales y sanas, que no estaban presumiblemente motiva-
* Nursery das para quedarse con nosotros por razones sobre todo terapéuticas.

40 41
Una vez que el grupo comenzó a reunirse regularmente, sur- tl.tvor de una menor interferencia. Cada pregunta debía manejarrse en
gieron cuestiones más específicas. Dos resultaban particularmente l.1 lorma más general e impersonal posible, sin provocar fastid lio no
pertinentes. Primero, se presentó el problema de establecer qué gra- li •ll.lC' ión por parte de las madres. En unos pocos casos, se d~cidió
do de actividad con los niños debían desplegar los observadores parti - Jl'll e: nsenso mutuo que el problema particular suscitado era 1 sufi-
cipantes (originalmente sólo dos). Es decir, ¿con qué frecuencia ' l1 •11t mente importante (por ejemp lo, cómo manejar el nacim¡iento
debían ayudar a un niño, detener una pelea, ofrecer un juguete? •lt• un nuevo hermano) como para merecer más atención. En estos
Como el principal requerimiento de la investigación era que pudié- 1,¡ os, uno de los investigadores sugería a la madre que discuti'era el
ramos observar a las madres y a sus hijos en el ambiente más natural p1ohl ma con uno de los investigadores principales o con su ~ntre­
posib le, decidimos al comienzo que no se interfiera para nada. Había- vl J,tdor, y con frecuencia las madres se beneficiaban de el lo. Est:a fue,
mos dicho a las madres, desde el princ ipi o, que ellas, y no los obser- 111 verd ad, una de las raíces de nuestra decisión de asignar m~s sis-
vadores participantes, estaban a cargo de sus hijos; los observadores 1• 111 ti camente cada pareja madre-hijo a uno de los investigadores
no fueron definidos como jardineras. Sin embargo, pese a esto, ¡uln ipa les o a los jefes del equipo.
las madres se hacían preguntas respecto a lo que se esperaba de ellas. Nuestra decisión de limitar la intervención tenía varias ~ases
El problema se complicaba por el hecho de que la zona de estar de ''\wte de nuestro deseo de observar la interacción madre-hijo e~
las madres se hallaba originalmente separada del cuarto de juegos por '' mbiente más natural posible. Nuestras primeras experi~ncias
un tabique que llegaba al techo, y sólo había entre ambos ambien- 10n el grupo indicaban inequívocamente que estas madres s~ sen-
tes un gran vano. Esto significaba que las mujeres a menudo no po- tlrf n más cómodas en un ambiente permisivo y no autorhario.
dían ver a sus hijos, y una vez que el niño escapaba a su visual había Además, teníamos la impres ión de que el desarrollo de f\.Jertes
tendencia a derivar la responsabilidad del cu idado a los observadores ~l'ntimientos transferenciales con cualquiera de los investi~ado-
participantes. Mahler decidió en un par de meses que había que bajar 1 •s sería desquiciador para el funcionamiento natural de las m adres
la altura de este tabique, y se lo reemplazó por uno de un metro. El y 1 niño y, quizás, del grupo en su conjunto. Parte de esto cambi\) con
nuevo tabique no era enterizo, sino compuesto de varillas de bronce 1'1 tiempo. Llegamos a reconocer que había, inevitablemente. una
separadas por espacios. Incluso un bebé que gateaba podía ser visto Ir nsferencia entre la madre y el entrevistador -y con el Centro t:omo
por su madre, y viceversa. Hubo unas pocas madres que se sintieron ~fm bolo-, quizás debido en parte a nuestros intentos de lograr una
motivadas a protestar, diciendo más o menos: "¡Pero qué derroche! r lativa neutralidad. Si esa transferencia se manejaba y respetab<¡¡ sen-
¡Dejen los tabiques donde están!" Cuando se instaló el nuevo tabique s tamente, podía proporcionar una robustez adic ional a la motivación
enrejado, se explicó la razón a las madres y volvimos a acentuar participatoria de la madre, y proporcionar también la base para for-
claramente que deseábamos que ellas cuidaran a sus hijos. Estas los mular algunos comentarios útiles a la madre cuando fuera necesario.
aceptaron con buena disposición y aumentó su conducta de cuidado. Dijimos más arriba que las madres nos dieron indicios respec-
(Algunas, por supuesto, no lo hicieron; pero luego pudimos ver que to del grado de proximidad que querían tener. En gran medida
esta fa lta de cuidado era una característica importante de esas madres las madres no pedían consejo directo, y esto coinc idía con los deseos
en particular, y a su vez constituía sólo un aspecto de su conducta del equipo. Las madres aceptaban la atmósfera del Centro con satis-
maternante global.) Una vez que se estableció la pauta de cu i- facción y gratitud, pero excluían decididamente la "terapia" y
dado materno, los investigadores pudieron relajar un poco el rol de descartaban todo consejo directo, la pomposidad o incluso la attitud
"no interferir", para jugar con los niños y poder tener así una mejor profesiona l si ésta aparecía en el equipo. En buena medida hi<;ieron
idea de su responsividad, tolerancia a los extraños, campo de aten- que sus relaciones con el equipo no se extendieran más al lá de Centro
ción, etcétera. y sus actividades.
La segunda cuestión, aunque de una manera diferente, con- Debemos consignar, por último, un aspecto muy importallte de
cernía también al grado en que los observadores participantes la historia. Desde nuestro tercer año de investigación en a~elan­
se implicarían en la interacción madre-hijo. Muy poco después de te sólo seleccionamos para estudio infantes pequeños. En el estu-
comenzar a funcionar el grupo, varias de las madres empezaron a for- dio piloto tomamos un grupo de deambuladores de 9 a 20 ll¡eses.
mular preguntas y a pedir consejo sobre crianza. Decidimos de nuevo A medida que el estudio progresó, llegamos a convencerno~ con

42 43
L"
certeza cada vez mayor de que en el último trimestre del primer año '/'''' s reali zan en ambiente plenamente natural (por ejemplo, cua n-
y el primer trimestre del segundo estos niños estaban, desde el punto ' 11 ~o confía totalmente en las vis itas domiciliarias, las observaciones
de vista de la separación-individuación, en un estado avanzado de ese llld ll!.adas en el ambiente de juego, etcétera). Si bien no llegamos
proceso, ya muy lejos de la fase previa de desarroll o establec ida por .11 ¡>Lin to de constru ir un hogar para que las familias se traslada-
hipótesis, a saber, la fase simbiótica normal (Mahler y Furer, 1963b). ldll ,1 él, sin embargo llegamos casi a convertir el Centro en una ex-
Esto significaba que no podíamos observar directamente los comien - \1 1\l slón de los hogares de nuestros sujetos. Nos hemos sentido
zos del proceso de separación-individuación mientras el infante iba i111 ¡>r sionados por la gran re lajación y comodidad con que los su-
surgiendo de esta fase simbiótica previa. Habíamos revisado el postu- Jnios utilizaban nuestras instalaciones y se comportaban dentro de
lado concerniente al lapso de edad en el que ocurre en el proceso 1llils, en especial cuando comparamos la conducta de nuestras pare-
normal de separación-individuación, de modo que entendimos en- Jiil• madre-h ijo con la de las madres en otras situaciones observa-
tonces que iba del qu into mes al segundo y tercer año de vida. Esta ' lonales-experimentales de una sola sesión.
revisión de nuestra teoría se hizo durante el tercer año del estudio;
Tampoco dejamos de sacar ventaja de una situación que es
a partir de marzo de 1962, comenzamos a seleccionar para admisión
111•1,1ndarizada en muchos respectos: las instalaciones eran las mis-
sólo a infantes mucho más pequeños que lo que había sido el caso
llldS para todas las parejas madre-hijo, incluido el ordenamiento del
durante los dos primeros años del estudio (véase el cuadro 1, págs.
1llllbiente, el equipo, y en cierta medida los observadores partici-
264-265).
JI.l ntes. Así, au nque no tuvimos una situación de test rígidamente
Algunos comentarios sobre estandarización li~ lru cturada, tampoco nos fue preciso luchar contra un amplio rango
"clínica" y confiabilidad de la observación dt• diferencias de distribución hogareña, esquemas de tiempo, etcé-
llir<. La parte aportada por nosotros fue, dentro de ciertos límites,
La lenta evo lución de nuestra manera de trabajar, que respondía Id ~ntica para todas las madres e hijos; las parejas las utili za ron a su
tanto a las necesidades de la investigación como a las de las parejas voluntad. Es sin duda cierto que encontramos variaciones en la
madre-hijo, nos llevó a adoptar un procedimiento general de trabajo. 11 1 nción que la madre prestaba al niño cuando estaban presentes
A la mirada retrospectiva, tenemos la impresión de que nuestro pro- d<•l rminados observadores, o si las mad res presentes eran pocas o
ced imiento fijo y el ordenam iento espacial y físico uniforme de las lllLIChas; sin embargo, en la mayoría de los casos estos cambios eran
instal aciones del Centro, nos proporcionaron una situación observa- lt• lativamente fáciles de reconocer y se transform aron en parte de
cional mucho mejor estandarizada que lo que nos hubiéramos atre- los datos de estudio. Algunas madres disminuyeron la atención a sus
vido a esperar al comien zo.
hij os porque sentían en cierto modo que hab ía alguien más para
Nuestro método de trabajo nos proveyó de un abundante regis- ilyudarlas a cu idar a su prole (pese a las instrucciones impartidas a las
tro observacional de nuestras parejas-sujetos, que tuvo una conside- 111adres en el sentido de que ellas eran responsabl es por el cuidado
rable continuidad. Desde el quinto mes hasta completado el tercer d su hijo mi entras estaba n en el Centro), o porque se sentían sim-
año de vida, hicimos aproximadamente observaciones bisemanales, ¡>1 mente más relajadas y menos ansiosas en un amb iente protector.
entrevistas semanales y visitas dom iciliarias bimestrales. Esto produjo 1n camb io madres, decididas a exhibirse a sí mismas o a sus hijos
una riqueza de datos y una frecuencia y continuidad de observa- y/o ayudadas por la libertad de otras obligaciones, de que gozaban
ciones a lo largo del tiempo, que excedieron mucho la que registran mientras estaban en el Centro, prestaban más atención y propor-
la mayoría de los estudios sobre temas simi lares. Sentimos retrospec- r ionaban mayores estímulos a sus hijos de lo que hubiera n hecho
tivamente que logramos evitar muchos de los problemas que afecta- normal mente, o se ponían a estimu larlos más en los momentos en
ban a las evaluaciones e informes infrecuentes y muy selectivos de que alguien les prestaba particular atención. Ocasiona lmente,
parejas madre-hij o en ciertas situaciones específicas y seleccion adas, s podía ver que una madre actuaba para promover, o inversamente
en que las váriables situacionales son relativamente prominentes en lo para inhibir, la acción frente a la cámara; pero pudimos comparar
que respecta a su influencia sobre los resultados obtenidos. Evita- 'Stos momentos con muc~os otros no fotografiados, y llegamos a
mos tamb ién los problemas que presentan las observaciones ricas en 'stablecer que la con ducta de las madres era, en conjunto, muy
datos pero difíci les de comparar y de estandarizar, como son las oherente.

44 45
Otro hecho a considerar es que aun sin que mediara nuestra
'ltil ~,lrgo nos resultó siempre notable la gran variedad de conductas
intención o acción explícita (todo lo contrario, pues evitábamos como
ljh~tiC'ntem~nte muy naturales e individualmente características que
norma general dirigir e influir), el mero hecho de la asistencia ejercía
sin duda alguna influencia sobre las actitudes y sentimientos
i""t lliJlro
1
mos o s_:rvar. En verdad, como vimos a las madres e hijos de dos
mananas por semana durante un p , d d -
de las madres. Estas se sentían probablemente muy apoyadas por el 1 h· · erro o e anos y a me-
hecho mismo de participar en una situación de investigac ión, cuyo
'¡;;; ~1 tetmos lo mismo con un ;egundo (e incluso tercer) hijo, sería
' t 1 sostener que adoptaran solo una pose y que nos ha an dado
111111 muestra no representativa de su conducta con sus hij~s e 1
prestigio algunas de ell as perc ibían claramente, y por el interés que
los investigadores manifestaban respecto de ell as y de sus hijos. l" 'rrodos durante los cuales las observamos. n os
Esta participación activa podría haberlas ayudado a evitar, o habría
atenuado, algu nos de los riesgos princ ipales de la maternidad en mu-
jeres jóvenes, por ejemplo los sentimientos de desvalimiento, ais-
lamiento soc ial y el sentirse abrumadas porque un ser pequeño
dependía de ell as y estaba bajo su responsabilidad. (En contraste, en
raras ocasiones lo cierto era lo inverso; así, una madre podía embar-
carse en una competición por ser mejor que las otras o tratar de
mostrar qué buena actuac ión tenían sus hijos, pese a -o incluso a
causa de- su actitud exigente, no indulgente, excesivamente ambi-
ciosa y competitiva.) Afirmaríamos sin vaci lar, sin embargo, que si
bien la asistencia al Centro puede haber aten uado, exagerado o en-
mascarado estas y otras zonas de tensión, no las ob literaba ni. altera-
ba básicamente. Descubrimos que nuestras madres reaccionaban en
forma diferenc ial, de modos indivi dua lmente característicos, a todas
las tensiones comunes a la madre promedio durante la fase de sepa-
ración-individuación.

En síntesis, pues, si bien nuestra situac ión era acentuadamente


más li bre y menos estru ctu rada que muchas otras, tenía una coheren-
cia metodológica muy definida. Puesto que nuestras madres estaban
en libertad de venir cuando quisieran, su a·sistehc ia varió en frecuen-
cia y duración de una estadía a otra. No obstante, fue uniforme por el
hecho de que cualquiera fuera la duración y frecuencia de las visitas,
éstas estaba n determinadas por el deseo de la madre de as istir y por
su sentim iento de confortación al estar en esa situación. Aunque cada
madre experimentaba la presencia de los investigadores y reaccio na-
ba ante ella de acuerd o con sus propias necesidades -para algunas
esto puede haber significado la necesidad de aumentar la mater-
nación de sus hijos (o de ser maternadas ellas mismas), otras pue-
den haberse sentido autorizadas a prodigar un menor cu idado
materno-, en cualquier caso las características básicas de las
actitudes de maternación no perecían cambiar. Aunque no hay nin-
guna duda de que estas madres, que se daban cuenta de que parti-
cipaban en un proyecto de investigación, deben haberse sentido
influidas en cierta medida en su conducta por tal conciencia, sin

46
47
Parte II
SOBRE LA SIMBIOSIS HUMANA
Y LAS SUBFASES DEL PROCESO
DE SEPARACIÓN-INDIVIDUACIÓN

INTRODUCCIÓN
n esta parte presenta remos una descripción secuencial del proceso
de separación-individuación y de sus prec ursores, las fases autísti -
1 ¡\ norma l y simbiótica normal.

El capítul o 3 está dedicado a las dos prim eras fases del desa-
/l'oll o menta l. Nos damos cuenta de que no contiene ni de lejos tanto
mnterial, en forma de caracterizaciones conducta les, como los capí-
lt il s siguientes. Si bien hemos estud iado la estructurac ión temprana
d' la fase sim biótica, concentra mos nuestros esfuerzos en la interac-
1 1 n madre-h ij o y en el desarrollo del infante desde más o menos
. r. meses. Ya en 1954-1955 (en cooperación con Bertram Gosliner y
.. por sugerencia de Annemarie WeiJl), Mahler denomi nó ese perío-
do fase de separación-individuación. El propósito principal de este
libro es el de relacionar lo que hemos aprendido acerca de la sepa-
1'<1 ión-indivi duación. Hemos dejado a otros autores el estudio exten-
~0 y en profundidad de la fase neonata l, la autística normal y la de los
primeros meses sim bióticos, y ellos lo realizaro n con mucho cu idado,
Ingenio y capacidad técnica y metodológica.
En verdad, los conceptos m ismos de las dos primeras fases está n
situados en un nive l superior de abstracción metapsicológica, en
:omparac ión con las subfases siguientes . Esos conceptos derivaron
,11 comienzo de la reconstru cc ión psicoanalítica de nuestro estudio de
niños y ad ultos psicóticos y fronterizos, y también de nuestro trabajo
observacional de otros autores psicoanalistas.

1 Comunicación personal.

49
Por contraste, los capítulos 4, 5 y 6 representan una conden-
sación y discusión de una enorme riqueza de datos conductales
originales. En el curso de nuestro estudio piloto en ambiente natural,
más bien asistemático, realizado a fines de la década de 1950,
no pudimos dejar de notar ciertos agrupamientos de variables
en encrucijadas específicas · del proceso de individuación. Esto nos
sugería convincentemente que era ventajoso subdividir los datos que
estábamos reuniendo sobre el proceso intrapsíquico de separa-
apítulo 3
ción-individuación, de acuerdo con los referentes conductales rei-
teradamente observables de ese proceso. Dividimos entonces el L OS PRELUDIOS DEL PROCESO DE
proceso en cuatro subfases: diferenciación, ejercitación locomotriz, SEPARACIÓN-INDIVIDUACIÓN
acercamiento, y "en camino a la constancia de objeto libidinal " .
Los capítulos 4-7 se refieren cada uno a una de estas subfases.
El capítulo 7, sin embargo, que trata de la cuarta subfase, 1 .t .fnse autística normal
ti ene en cierto modo una posición aparte respecto de los otros tres. ll 1 s semanas que preceden a la evolución hacia la simbiosis,
No es por cierto resultado de azar que no lográramos asignar a esta 1 lo estados somniformes del neonato y del infante muy pequeño
subfase un rótulo simple, expresable en una sola palabra. Sin duda el iip(lra n de lejos a los períodos de vigilia, y recuerdan ese estado pri-
establecimiento de la individualidad y de la constancia de objeto son lillflUn io de distribución de la libido que prevalecía en la vida intrau-
las cuestiones centrales de esta subfase del proceso de separación-in- h t•lnn y que se parece al modelo de un sistema monádico cerrado,
dividuación; no obstante, por su naturaleza misma, no podemos decir •llil()' uficiente en su realización alucinatoria de deseos.
con claridad dónde comienzan, y mucho menos cuándo terminan.
Esto nos trae a la memoria el uso que hacía Freud (19 11) del
Son parte de un proceso evolutivo continuo . Por ende, preferimos
ltii!'VO de ave como modelo de un sistema psicológico cerrado:
hablar del "comienzo de la consolidación" de la individualidad
(autoidentidad o autoconstancia, cf. G. y R. Blanck, 1974), y hablar \ Jn jemplo neto de sistema físico cerrado a los estímulos del mundo
del logro de un cierto grado de constancia objetal (es decir, de es- 1 1'rno, y capaz de satisfacer incluso sus requerimientos nutriciona-
tar en camino de la constancia objetal). ln n forma autística ... es el huevo de ave con su abastecimiento ali-
IIIOntario encerrado en su cáscara; para él, el cuidado de la madre se
Además, los comienzos y los logros de las representaciones
1111ita a proveer calor" (pág. 220n; la bastardilla es nuestra).
intrapsíquicas son mucho más difíciles~ aseverar desde esta fase en
adelante, y varían considerablemente de un niño a otro. Los procesos En la fase autística normal hay una relativa ausencia de catexia
intrapsíquicos están en ese momento mediados por formas verbales y di• los estímulos externos (en especial los preceptúales de distancia).
de otro tipo de expresión simbólica, y deben inferirse de éstas, de un 1 l' es el período en que se observa más claramente la barrera
modo muy parecido a lo que ocurre en el psicoanálisis clínico t¡li' se opone a los estímulos (Freud, 1895, 1920), la falta innata de
de niños. Aunque hemos tratado de explorar estos procesos mediante 11 spuesta a los estímulos externos. El infante pasa la mayor parte del
"sesiones de juego", éste no era el objetivo principal de nuestro rl(, n un estado de semisueño,y semivigilia: se despierta sobre todo
esfuerzo investigativo. Por todas estas razones, debe enttnderse que el 1 ua ndo el hambre u otras tensiones provocadas por necesidades

capítulo 7 es más provisorio y especulativo que los capítulos 4, 5 y 6. (qu izás lo que David M. Levy [1937] quería decir con el concepto de
il,lmbre de afecto) lo hacen llorar, y se hunde o cae nuevamente en el
u ño cuando está satisfecho, es decir, cuando se han aliviado las ten-
Iones excedentes.
Predominan procesos fisiológicos más bien que psicoló-
¡¡i os, y la función de este período debe encararse sobre todo en
1 1-minos fisiológicos. El infante está protegido contra los estímulos

50 51
extremos, en una situación semejante al estado prenatal, para faci litar tilllll n correspond iente recuerdo placentero.l Volver la cabeza hacia
el crecimiento fisiológico. ' 1 pP ho (o hacia el pezón) es una transacción cenestésica primitiva
Conceptual izando metafóricamente el estado del sensorio, 11111 " la maternante", del mismo tipo que la búsqueda visual. El se-
hemos ap li cado a las primeras semanas de vida el término autismo lllllli nto visual, como el volverse hacia el pecho, muestra una
normal; pues en este estadio el infante parece hallarse en una lilllflf sión en el desarrollo, mi entras que los reflejos primordiales de
situación de desorientación alucinatori a primitiva, en la cual la satis- 111 1 1 n, implantación, prensión y el de Moro van declinando pau-
facción de necesidades parece pertenecer a su propia órbita " incondi- I,HI It.lmente y por último desaparecen.
cionada", omn ipotente y autística (cf. Ferenczi, 191 3). La tarea de la fase autística es el logro del equ ilibrio homeostáti-
Como seña lo Ribble (1943), es la maternación lo que saca gra- ' 11 d •1organismo dentro del nuevo ambiente extrauterino, por meca-
dualmente al infante de su tendencia innata a la regresión vegetativa, 111 lll s predominantemente somatopsíqu icos (Spitz) fisiológ icos.
esplácnica, y promueve la conciencia sensori al del ambiente y del El neonato trae consigo al mundo exteri or el equipo de auto-
contacto con él. En términos de energía o catexia libidinal, esto sig- llillllfa primaria (Hartmann, 1939). En la fase autística normal estos
nifica que tiene que ocurrir un desplazamiento progresivo de la libido •IPM los de autonomía primaria obedecen a las reglas de la organi -
desde dentro del cuerpo (en particular desde los órganos abdomi- 111 1 n cenestésica del sistema nervioso centra l: la reacción a cuai-
nales) hacia su periferia (G reenacre, 1945; Mahler, 1952). '111\N estímu lo que sobrepase el umbral de recepción en las sema nas
En este sentido, propondríamos distinguir dos estad ios dentro 1 ' ' ,w tismo normal es globa l, difusa, sincrética -nos recuerda la vida

de la fase del rf!locisismo primario (un concepto freudiano que nos IPI,\1- . (Esto signifi ca que hay sólo un grado mínimo de diferen-
parece muy útil mantener). Durante las primeras semanas de vida ' J.¡ ión, y que varias funciones organísmicas son intercambiables.)
extrauterin a, prevalece un estadio de narc isismo primario abso- Aunque la fase autística se caracteriza por una relativa ausencia
luto, marcado por la falta de conciencia del infante respecto de la d1 • atexia de los estím ulos externos, esto no significa que pueda no
existencia de un agente maternante. Este es el estadio que hemos l!ilb r ninguna responsividad a los estímulos externos. Wolff (1959) y
denominado de autismo normal. Va seguido por un estad io de oscu ra l l.lntz (1961 ), entre otros, han demostrado claramente que existe tal
conciencia de que uno mismo no puede proveer la satisfacción nece- IPSponsividad en el neonato, y Wolff describe adic ionalmente los
saria, sino que ésta proviene de algún lugar de fuera del sí-m ismo ' '~ 1 . dos pasajeros de " in actividad alerta", en que es muy probable que
(narc isismo primario en la fase simbióti ca incipiente), o sea el estado '"•IDocurra. Es esta responsividad pasajera a los estímu los exterio res
de omnipotencia alucinatori a absoluta o incond iciona l de Ferenczi In c¡ue contribuye a la continuidad entre la fase autística normal y las
(1913). Parafraseando a Ferenczi , podrí'!mos llamar, a este -estadio de po teriores.
narcisismo primario, omnipotencia alucinatoria condicionada.
W comienzo de la fase simbiótica
El neonato normal nace con un equipo reflejo, ta l como la
succió n, impl antación, prensión, y la Anklammerung (aferramiento) La vida de v igilia del neonato se centra en torno de sus conti-
(véase Hermann, 1936), probablemente relacionada con el reflejo de IHIOS intentos de lograr la homeostasis. El efecto de las atenciones
Moro y compl ementaria de éste. Sin embargo, la reacción que Freud qu la madre proporciona reduciendo los padecimi entos de hambre-
(1895) singularizó como más notabl e -el hecho de que el bebé 11' esidad no puede ais larse, ni el infante pequeño puede diferen-
vuelva la cabeza hacia el pecho para lograr el placer deseado, t'la rl as de sus propios intentos de reducir la tensión, ta les como
que había experimentado en contactos previos con éste (un deri- orinar, defecar, toser, estornudar, escup ir, regurgitar, vom itar, que son
vado del reflejo de implantac ión)- es de un tipo diferente. Es una
pauta de recepción adqu irida cas i-cenestésicamente, al servicio de
una importante "motivac ión de logro de placer".
1 Sólo mucho más tarde, al escribir sobre Negación (192 5) explicitó Freud
Por consigui ente, según Freud (1895), la percepción (recepción t'O n mayor detalle el logro evolu tivo de la pru eba de realidad que se produce
en el sentido de.Spitz) al servicio de la motivación de lograr placer era < 11ando la imagen del obj eto perdido puede o no puede reencontrarse mediante

capaz de producir una "identidad perceptual " de un estímu lo externo 1,1 percepción.

52 53

~ 1.
todas maneras en que el infante trata de librarse de una tensión de- .ulu ll de la unidad dual. La necesidad que el infante tiene de
sagradable. El efecto de estos fenómenos expulsivos, así como la grati- 11 m dre es absoluta; la necesidad que la madre tiene del infante es
ficación que se obtiene con las atenciones de la madre, ayuda al li ll;iliva.
infante a diferenciar con el transcurso del tiempo entre una
El término simbiosis en este contexto es una metáfora. A dife-
calidad de experiencia "placentera"/"buena" y otra "penosa"/"mala"
11 11 ia del concepto biológico de simbiosis, en este caso no se des-
(Mahler y Gosliner, 1955). (Esta parece ser la primera base casi-onto- l ilb lo que realmente ocurre en una relación mutuamente
genética del posterior mecanismo de escisión.) I!Pn ficiosa entre dos individuos separados de diferentes especies,
Por obra de la facultad perceptiva innata y autónoma del yo ~In, ese esta?o ~e in?iferen~iación, de fusión con la madre, en que el
primitivo, aparecen rastros mnémicos de las dos cualidades primor- yo no est~ aun _diferenCiado del "no-yo" y en que lo interno y
diales de estímulos dentro de la matriz indiferenciada primigenia, lo lo xterno solo estan llegando en forma gradual a ser sentidos como
que jacobson llama el sí-mismo psicofisiólogico primigenio (en el di rentes. Cualquier percepción desagradable, externa o interna es
mismo sentido usado por Fenichel y por Hartmann, Kris, y pwyectada más allá del límite común de milieu intérieur simbióiico
Loewenstein). Podemos sugerir además la hipótesis de que esos ras- (d, el concepto de Fr_e~d, de "yo de placer puro", 1915b), que incluye
tros se catexian con energía impulsional indiferen ciada primordial 1,1 gesta/t del copart1c1pe maternante durante los actos de atención.
(Mahler y Gosliner, 1955). olo .tr~ns itoriamente -en el estado del sensorio que se denomina
A partir del segundo mes, una oscura conciencia del objeto que !11 t1v1dad alerta (cf. Wolff, 1959)- el infante pequeño parece
satisface las necesidades marca el comienzo de la fase de simbiosis 11 • ptar la entrada de estímulos provenientes de fuera del milieu
norma l, en que el infante se comporta y funciona como si él y lmbiótico. El reservorio primordial de energía que se inviste en el
su madre constituyeran un sistema omnipotente, una unidad dual "yo-ello" indiferenciado parece contener una mezcla indiferenciada
dentro de un límite unitario común. Esto es quizás lo que Freud y d li bido y agresión. La catexia libidinal investida en la órbita sim-
Romain Rolland discutieron en su diálogo, denominándolo sen- 1>1 ,tica reemplaza a la barrer~ instintiva innata que se opone a los
timiento de infinitud o sentimiento oceánico (Freud, 1930). I'Stlmulos, protege al yo rudimentario de una tensión prematura
11 espeCifica de la fase, de los traumas por tensión excesiva (d. Kriss,
En este período, la barrera casi sólida contra los estímulos (nega- 1955; Khan, 1963, 1964).
tiva, porque no está catexiada) -esta caparazón autística que excluye
los estímulos externos- com ienza a resquebrajarse.2 A raíz del giro El rasgo esencial de la simbiosis es la fusión somatopsíquica
catéxico hacia la periferia sensorio-perceptiva, comienza ahora a for- omntpotente, alucinatoria o delusiva, con la presentación de la madre
marse y a envolver la órbita simbiótica de la tJn idad dual madre-hijo y en particular, .la delusión de que existe un límite común entre dos
un escudo contra estímulos que es protector, pero también es recepti- Individuos físicamente separados. Este es el mecanismo al que regre-
< el yo en casos de perturbación muy grave de la individuación y
vo y selectivo y está positivamente catexiado (Mahler, 1967a, 1968b).
de desorganización psicótica, que Mahler (1952; Mahler y Gosliner,
Es obvio que mientras el infante es absolutamente dependiente
1955) ha descrito como "psicosis simbiótica infantil" .
respecto de su copartícipe simbiótico durante la fase simbiótica,
la simbiosis tiene un signifi ca do muy diferente para el copartícipe . En la. especie human,a, la función de autopreservación y el
'qUipo destmado a ella estan atrofiados. El yo rudimentario (aún no
funcional) del neonato y del infante pequeño tiene que complemen-
tarse con la relación emocional establecida mediante el cuidado
2 Benjamin y sus colaboradores (1961) observaron una interesante crisis
materno, unp especie de simbiosis social. Dentro de esta matriz de
fisiológica alrededor de las 3 a 4 semanas. A esa edad ocurre una crisis madu-
dependencia fisiológica y sociobiológica respecto de la maure ocu-
racional. Esta observación está apoyada por estudios electroencefalográficos y
porque se ve un acentuado aumento de sensibilidad general a la estimulación rre la diferenciación estructural que lleva a la organización del indi-
externa. "Sin la intervención de una figura materna que le ayude a reducir la VIduo para la adaptación: el yo en funcionamiento.
tensión, el infante tiende en ese período a quedar abrumado por los estímulos, Debemos a la ingeniosa lucidez de Spitz muchos conocimien-
con aumento del llanto y de otras manifestaciones motrices de afecto negati- tos acerca de la manera en que durante el segundo y tercer mes de la
vo indiferenciado." vida la recepción sensorial de naturaleza contacto-perceptual facilita

54 55
la entrada del infante en el estadio simbiótico propiamente dicho. ·!1 11<' de algún objeto-parte que satisface esas necesidades -aunque
Sólo agregaríamos a los factores que destaca Spitz, que creemos que ,,,f.rv(a desde dentro de la órbita de la unidad dual omnipotente sim-
las experi encias contacto-perceptuales del cuerpo tótal, especial- hlurf ·a-, y se vuelve libidinalmente hacia esa fuente o agente de
mente la sensibilidad profunda de la superficie corpora l total (la pre- llhllt'rnación (Spitz, 1955; Mahler, 1969). La neces idad se transforma
sión que ejerce la madre al sostener al niño), además del sentido f lddLialmente en un deseo (cf. Schur, 1966) y más tarde en el afecto
kinestésico desempeñan también un importante papel en la simbio- 11 p ífico de an helo " 1igado a un objeto" (Ma hler, 1961, 1963, 1971 ).
sis. No olv idemos de qué manera muchos adultos bastante normales Al mismo ti empo, y de acuerdo con la secuencias de pl acer-do-
conservan el anhelo de sostener y ser sostenidos, de abrazar y ser 1 111~ curre la demarcación de las representaciones del yo corporal
abrazados (Hollander, 1970). Más all á de las experiencias primigenias d1•1llro de la matriz simbióti ca. Estas representaciones se depositan en
de cavidad, de Spitz (1955), estas últimas modalidades desempeñan liuma de " imagen corporal " (Schilder, 192 3; Mahler y Furer, 1966) .
un papel decisivo en el proceso de fami li arizac ión del infante muy 1lf'sde ese momento, representaciones del cuerpo contenidas en el yo
pequeño con su copartícipe simb iótico, las conductas de amolda- 111dimentario median entre las percepciones internas y externas. Esto
miento y sus variaciones. Todo esto está aún dentro del domin io de las 111rr sponde al concepto de Freud (1923 ), de que el yo se moldea
experienc ias cenestésicas globales. l1.1j el impacto de la realidad, por un lado, y de los impulsos instin-
Spitz (1965) describió cómo la "experiencia situaciona l unifica- llvos, por el otro. El yo corpora l con ti ene dos clases de autorrepre-
da" boca-ma no-laberi nto-p iel está fusio nada con la primera imagen nn taciones: un núcleo interno de la imagen corpora l, con un límite
visual, el rostro de la madre. Estab lecimos que si todo el resto se q11 está vuelto hacia el interi or del cuerpo y separa a éste del yo, y
mantiene igua l, la simb iosis era óptima cuando la madre permitía na- 1111 strato externo de engramas sensorioperceptivos que contribuye a
turalmente al infante pequeño enfrentar su cara a la de ell a, es decir, 1,1fijación de los límites del "sí mismo corporal" (cf. Bergmann, 1963,
permitía y promovía el contacto visual, espec ialmente mientras daba 11 1< nalizar ideas de Federn).
el pecho o el biberón al infante, o al hablarle o cantarl e. Desde el punto de vista de la imagen corporal, e/ cambio de
Esto nos recuerda que Freud (1895) pensaba que el primer pre- una catexia predominantemente propioceptiva-enteroceptiva a una
cepto estaba constituido por "masas en movimiento"; sabemos ahora r ,ltexia sensorioperceptiva de la periferia es un paso fundamental en
que la cara humana ("frente a frente") en movimiento es el primer t•l desarrollo. 3 No se comprend ía la importancia de este cambio antes
precepto significativo y es el engrama mnémico que suscita la sonrisa d • los estud ios psicoanalíticos de la psicosis precoz infantil. Sabemos
no específica ll amada social. Sólo tenemos que substitu ir las " masas 11 h raque este ca mbio fu ndamental de la catexia es un prerrequisito
en mov imiento" de Freud por la cara humana en movimiento vertica l, f'S ncial de la formación del yo corporal. Otro paso paralelo es el de
aun ocu lta por una máscara o un símbol o de ell a (Sp itz, 1946), y 1,1 desviación -mediante formaciones de defensa tales como la pro-
tendremos nuestro concepto más actua li zado del comienzo de la y' ción- de la energía destru ctiva, no neutralizada, agresiva, más
actividad emoc iona l perceptual "socia l" del ser humano. ,¡llá de los límites del sí-mi smo corpora l (cf. Hoffer, 1950b).
El encuentro mirada a mirada, incluso con un rostro enmasca- Las sensaciones internas del infante constituyen el núcleo de su
rado que se mueve en dirección vertical, es el desencadenador, el ~ r- mismo. Parecen segu ir siendo el punto central de cristalización del
organizador o quizás el "descargador" de la respuesta inespecífica "sentim iento de sí mismo", en torno del cual ll egará ·a estab lecerse un
- ll amada social- de sonrisa. Esta respuesta inespecífica de sonri- " entimi ento de identidad" (Greenacre, 1958; Mahler, 1958b, Rose,
sa señala la entrada en el estadio de la relación con un objeto que sa- 1964,1966). El órgano sensorioperceptivo -el "anillo periféri-
tisface las necesidades. Hay una catex ia temporaria de la madre co del yo", como le llamaba Freud- contribuye sobre todo a la
y/o de las atenc iones qu e ésta prod iga a raíz de la presión de la demarcación del yo respecto del mundo objetivo. Las dos clases de
" necesidad". Esto corresponde a la entrada en el período que hemos
denominado fase simbiótica. Si bien prevalece aún el narcisismo
primario, en la fase simbiótica no es tan absoluta como era en la fase 3 Lo testimonia la bien conocida insensibilidad al dolor perifér ico, y tam-
autística (las primeras semanas de vida); el infante comi enza osc ura- bi én la hipersensibilidad a las sensaciones enteroceptivas ("intestinales"), que
mente a percibir la satisfacción de sus necesidades como algo que 1 roduce pánico y que en el psicótico se equipara a los introyectos malos.

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estru cturas intrapsíquicas juntas forman el marco de referencia para la 11 11 1'(• ll as: pueden diferenciarse conceptua lmente sobre la base
autoorientación (Spiegel, 1959). d1 ti¡.¡rupamientos de fenómenos conducta les, pero se superponen en
Dentro de la órb ita simbiótica común, los dos partícipes o polos lill ldlda considerable. Sin embargo desde un pu nto de vista evolu-
de la díada pueden considerarse como polarizadores de los proce- llvu, ada fase se presenta como un período en que se hace una
sos de organización y de estructuración. Las estructuras que derivan 11111lrlbuc ión cualitativamente diferente al desarrollo psicológico del
de este doble marco de referencia representan un encuadre con el Individuo. La fase autística normal sirve pa ra la consolidación post-
cual tienen que relacionarse todas las experiencias antes de que haya ll ll oll del desarrollo fisio lógico extra uterino. Prom ueve la homeostasis
en el yo representaciones claras y globales del sí-mismo y del mundo pu 1r tal. La fase simbiótica normal marca la importantís ima capa-
objetivo Oacobson, 1964). Spitz (1965) ll ama a la mad re "yo auxi li ar" ' ld,ld fi logenética del ser humano para investir a la madre dentro
del infante. En forma simi lar, creemos que la "conducta de sosten i- d ' una vaga unidad dual, que constituye la tierra primordial a par-
miento" de la partícipe maternante, la "preocupación maternal prima- 111 el la cua l se forman todas las relaciones humanas sigu ientes. La
ria" de ésa, en el sentido de Winn icott (1958), es el organizador I . I ~P de separación-individuación se caracteriza por un continuo
simbiótico, el partero de la individuación, del nacimiento psicológico. 111111 nto de la conciencia de la separación del sí-mismo y del "otro",
ljll ' coinc ide con los orígenes de l sentim iento de sí-mi smo, de la
Suponemos en general que h acia la ultima parte del estadio
vnrd dera relació n de objeto, y de la conciencia de una realidad ex is-
simbiótico el narcisismo primario declina y cede gradualmente el
illlll en el mundo exterior.
paso al narcisismo secundario. El infante toma a su propio cuerpo,
y al de la madre, como objeto de su narcisismo secundario. Sin El autismo normal y la simbiosis normal son los dos prime-
embargo, el concepto de narcisismo sigue siendo bastante oscuro lll ' stadios de no diferenc iación: el primero es no objeta !, el último
tanto en la teoría psicoanalitica como en el uso, a menos que '' preobjeta l (Spitz, 1965). Los dos estadios ocurre n antes de la dife-
acentuemos suficientemente las vicisitudes del impulso agresivo. lfl11 iación de la matriz indiferenciada (Hartman, Kris, y Loewenstein,
11!49) o no diferenciada (Spitz, 1965); es decir, antes de que se haya
Durante el curso del desarrollo normal, sistemas protectores
¡ mducido la separación e individuac ión y la emergencia del yo rudi-
salvaguardan el cuerpo del infante de las presiones oral-sádicas, que
11/ 'ntario como estructura funciona l (Mah ler y Furer, 1963; cf. tam-
a partir del cuarto mes, comienzan a constituir una amenaza poten-
111 n Glover, 1956).
cial para su integridad fisica (Hoffer, 1950a). La barrera del dolor es
uno de tales instrumentos . Además, Hoffer (1950b) insistió parti- A lo que Sp itz denominaba "estadio preobjetal" lo hemos ll a-
cularmente en que la libidinización adecuada del cuerpo, dentro de liliJdo fase simbiótica, nombre que denota la cualidad exclusivamen-
la relación madre-hijo, es importante para el desarrollo de la ima- 11 • humana de nuestra existencia. Sigue habiendo vestigios de esta fase
gen corporal. ·' durante todo el ciclo vital.
Solo cuando el cuerpo se transforma en el objeto del narci-
sismo secundario del infante, a través de los amantes cuidados de la !,ajase simbiótica normal
madre, el objeto externo se vuelve elegible para identificación. La fase simbiótica normal está seña lada por un aumento del
Citando a Hoffer (1950a, pág. 159) diremos que desde la edad de l11vestimiento perceptua l y afectivo por parte del infante, de estímu los
3 ó 4 meses "ya se ha modificado el narcisismo primario, pero el que nosotros (los observadores adultos) reconocemos como prove-
mundo de los objetos aún no ha tomado necesariamente su con- nl ntes del mundo exterior, pero que (nosotros postulamos) el infa n-
figuración definitiva" . 1• no reconoce como de origen claramente externo. Aquí comi enza el
El autismo normal y la simbiosis normal son prerrequisitos t' tablec imiento de las "islas mném icas" (Ma hler y Gosl iner, 1955),
del comienzo de l proceso normal de sepa ración-individuación p ro no una diferenciación de interno y externo, de yo y otro. En esta
(Mahler, 1967a; Mahler y Fu rer, 1963a). Ni la fase autística normal t•l pa se va catexiando cada vez más el mundo, especialmente en
ni la simb iótica normal, ni cualquiera de las subfases de la separa- la persona de la madre, pero como unidad dual con el yo aún no
ción-individuación, es totalmente reemp lazada por la fase siguiente. t' laramente delineado, delimitado y experimentado. La catexia de la
Desde un punto de vista descriptivo, es posible observar simi litudes madre es el princ ipa l logro psicológico de esta fase. Pero también en

58 59
este caso hay continuidad con lo que vendrá más adelante. Sabemos tlllt •r nciac ión y apa recía en situaciones en las cuales otros niños, en
que el infante ya puede responder diferencialmente a estímulos de llttllares circunsta ncias, hubi eran mostrado ap rensión o por lo menos
dentro y de fuera. (U na luz, por ejemplo, se experimentará en for- 1111.1 moderada curiosidad. Otra madre amamantaba a su beba, pero
ma diferente de un retortij ón de hambre.) Pero a menos que postu- 11n ianza puritana le impedía sentirse cómoda con un infante lactan-
lemos la existencia de ideas innatas, lo más razonable parece ser la 11 11 y no quería que la vieran amamantando.
suposición de que el niño no tiene ningú n concepto, ningú n es- En cambi o, había una madre que disfrutaba enormemente con
quema, de si mismo y de otro, al cual pueda atribuir y asimilar estos 11'• hijos cuando éstos eran pequeños, pero no los amamantó. Du-
diferentes estímulos. Postulamos que la experi enc ia de dentro y de 11 1111 ' la alimentac ión los tenía bi en agarrados y los sostenía bien.
fuera es todavía vaga; el objeto más cateq ui zado, la madre, es aú n un 111 sonreía y hablaba, e incluso cuando tenía al bebé acostado para
"objeto parcial". 1,unb iarle los pañales le pasaba los brazos por debajo para sostener-
Mahler (Mahler y Gos liner, 1955) formula la hipótes is de que 111 y cunarlo. Esta madre era particularmente afectuosa con sus hijos
las imágenes del objeto de amor, y las imágenes del yo corporal y más lltll'ntras era n bebés de brazos. Su niño era no sólo muy feliz y
tarde del yo psíquico, surgen de las huell as mnémicas cada vez 1' l.tba muy contento, sino que desarrolló muy precozmente una res-

más abundantes de experiencias instintivas y emocionales placenteras 111 1(' ta de sonrisa primero no específica y luego específica.
("buenas") y no pl acenteras ("ma las"), y de las percepciones con que Una de las madres abrigaba ambi ciones insólitamente altas
éstas ll egan a asociarse. 11 • p cto del comportamiento de su bebé en todas las áreas de fun-
' lllll miento. Su palabra favorita era "éxito". Su rob usta beba,
Si n embargo, aun la diferenéiación más primitiva sólo puede
l111tl ', ten ía que enfrentar las tensiones que le causaba la relación
ocurrir si se logra un equilibrio ps icofisiol ógico (Sander, 1962a y b).
lll tbi ótica de tintes narcisistas que le imponía su madre.
Esto depende en primer lugar de una cierta compatibilidad de las
pautas de descarga de la madre y del infante pequeño, y luego de La interacción característica de esta madre con su beba parecía
sus pautas de interacción, condu cta lmente discernibles por las seña- 1 l.tr motivada por el orgull o que le producían las pautas precoces
les mutuas que emiten, y también por el mas temprano moldeami en- d11 m durac ión muscul ar-esqueleta l que mostraba Junie. Esta pod ía
to adaptativo del infante y por sus capac idades receptivas, con una lth llll nerse tiesa en posición de pie en el regazo de su mad re,
cond ucta de sostenimiento "sufi cientemente buena" por parte de su } l,t madre le hacía batir pa lmas como si la beba ya estuviera en
mad re simbiótica (Winni cott, 1956). ¡,, ('dad de las tortitas. Al mantener su pequeño cuerpo rígido en la
l,ild,t de la madre, Junie no ten ía las manos libres para acari ciar o
Pautas de la "conducta de sostenimiento" de las madres • plorar a su madre; lo hubi era indudab lemente hecho si se la hu-
Una descripción de diversas conductas de sostenim iento s uge~
¡, 11r,1 dejado actuar espontáneamente. Esta pauta de mantener tiesa a
ltllll ', 4 de la cual su madre se sentía desmedidamente orgullosa, llegó
rirá el motivo por el cual las ll amamos organi zadores simbióti cos del
I1 1SI r, por supuesto, muy cargada de libido para la beba, que mostra-
nacimiento psico lógico . Hemos observado muchos tipos diferentes
lhl su preferencia por tal posición. La pauta de ponerse rígi da en el
de conductas de sosten imi ento durante el período simb iótico. El ama-
li lH, lL de la mad re o en otras superficies, extremadamente investida
manta mi ento, aunque es importante, no produce necesariamente una
jllll' jun ie, se transformó en una de las más notables pautas motri-
cercanía ópti ma entre la mad re y su hijo. Una mad re, por ejempl o,
estaba orgullosa de amamantar a sus bebés, pero sólo porque esto le
l''' d ésta. Mas tarde, al comienzo del período de ejercitac ión loco-
tllnlriz, el impulso a ponerse de pie parecía constituir una pauta muy
resultaba cómodo (no tenía que esterili zar los biberones); la hacía
III Otnin ente en el repertorio locomotor de Juni e, que interfirió (es
sentirse realizada y efic iente. Mientras amama ntaba a su beba la sos-
d1wlr, comp itió) durante un lapso relativamente largo, con la pauta
tenía en su regazo con el pezón metido en la boca. No la sostenía ni
111111ri z preferibl e y más madura de moverse hacia delante en pos de
acunaba con sus brazos, porque deseaba tenerlos libres para hacer lo
que se le ocurri era, independientemente de la actividad de lacta- 4 Este es también un elocuente ejemplo de lo que acentúa Phyllis
ción. Esta beba tardó mucho en sonreír. Cuando lo hi zo, se trataba de 1 il 'l' IJncre (1959): el cuerpo del niño representa un pene en el inconsciente de
una respuesta de sonrisa no específica y estereotipada. Esta respues- l1 11111dre. C reemos haberlo observado reiteradamente en las madres de nuestro
ta de sonri sa no específica duró hasta bien avanzado el período de • 1111 li o, pero optamos por no señalarlo en cada caso particular.

60 61
una meta (que predomina en la conducta motriz subsiguiente de la
mayoría de los infantes). La inclinación de Junie a ponerse de pie
interfería con su capacidad de mover hac ia adelante los brazos y las
piernas, de hacerlos funcionar en colaboración para aproximarse
a la madre, de gatear avanzando. El gateo fue uno de los logros mo-
tores que la madre de junie alentó con impaciencia y esperó con gran
expectativa.
Al observar que las pautas favoritas de maternación eran asu-
Capítulo 4
midas por el infante (véase Tolpin, 1972), notamos que esto parecía
ser esencialmente cierto cuando la pauta signi ficaba alguna frus- LA PRIMERA SUBFASE:
tración o alguna gratificación particular. Por ejemp lo, durante el pro-
ceso de destete, luego de un período de feli z amamantam iento, la LA DIFERENCIACIÓN Y EL DESARROLLO
madre de Carl se retrajo y trató de negarse pese al griterío con que su DE LA IMAGEN CORPORAL
niño reclamaba el pecho, aferrándose a su blusa y tratando de des-
garrarla para alcanzarlo. Ell a lo conso laba haciéndolo botar en su lr:ededor de_los 4 a 5 meses de edád, en el apogeo de la simbio-
regazo. El niñito tomó más tarde parte activa en esta pauta de movi- / \ rs, hay fenomenos conducta/es que parecen indicar el com ienzo
miento de arriba abajo y llegó a converti rl a en un juego de es- rlr• /,~ prrmera subfase de separación-ind ividuación, a saber, la diferen-
condidas (véase Kleeman, 1967). En este caso, la "pauta de hacer ,¡., IÓn. Durante los meses simbióticos -mediante esa actividad del
botar" fue utilizada luego por el niño en un juego que se relacionaba ptr•yó que Spitz describió como receptividad cenestésica- el infan-
con su madre, y más tarde él buscó contacto soc ial con sus padres y ln J> .'queño se hafa~ili arizado con la mitad maternante de su yo si m-
con los visitantes mediante su propia versión de su querida pauta de lrinl r o, como lo rndrca la sonrisa social no específica. Esta sonrisa se
"escondidas", que llegó a constitui r el sell o distintivo de su conduc- lt .lll for~a gradualmente en la respuesta específica (preferencia l)
ta soc ializante de aproximación. Así, en el caso de Carl, la pauta si r- ,¡,. sonrrs~ a la madre~ .que es el signo crucial de que se ha estable-
vió a un propósito constructivo, adaptativo, evolutivo.s ' Ir/o un vmculo espeCifico entre el infante y su madre (Bowlby, 1958).
Otra niña pequeña asumi ó activamente la pauta de hama- Freud acentuó que las percepciones internas son más funda-
cam iento de su madre. La madre era un a mujer inmad ura, muy lrtl'nlales y más elementa les que las externas. (El infante pequeño res-
narcisista, cuyas pautas de cuidado tenían una cua lidad mecánica. ¡rr~ncle sobre todo a percepciones internas, como observó también
Hamacaba a la niña en su regazo de• un modo tenso y desvin- po .k en su 1ibro sobre el bebé.) Estas son las respuestas del cuerpo a
cu lado. Cuando la niña asum ió la pauta, no la utilizó en la relación r mrs.mo y a los órganos internos. Greenacre (1960) sostiene que los
madre-hija. El hamacamiento se utilizó en este caso para autocon- 1 •llllbr.antes esta?os de tensión y relajación "parecerían ... formar una
fortación y estimulación autoerótica, como si la niña estuviera jugan- r P ere de nucleo central de oscura conciencia corporal"
do a la madre de sí misma. Durante la subfase de diferenciación, esta lp. g. 207). Dice Greenacre.
niñita trató de aumenta r el placer de mecerse a sí misma hamacán-
. Tengo la idea de que el proceso de nacimiento mismo es el
dose frente a un espejo, con lo cual agregaba una realimentación
lllllller gran agente que prepara para la conciencia de separación;
visual al placer kinestésico. En contraste con el caso de Carl, la pauta
IJII ' esto ocurre por el considerable impacto de presión sobre la
asumida por esta niñita no sirvió a ningún fin adaptativo y evolutivo,
11p ~diere corporal del infante y por su estimulación durante el na-
sino só lo contribuyó a su narcisismo.
' 1111er:to, ~especialmente por los acentuados cambios de presión y
ltu~cron termrca que rodean al infante al pasar de la vida intramu-
5 Cuando el padre volvía a casa o cuando llegaban huéspedes, Carl, inclu- 1 d 3 la extramural.
so a los 16 meses de edad, se ocultaba detrás de una siUa o de una balaustrada,
agachando la cabeza o agazapándose; levantaba repentinamente la cabeza y se En n~estra investigación observacional pudimos ver claramente
ponía de pie, indicando con sonidos y gruñidos que deseaba que los adultos l.r~pa uta.crones de interacción madre- infante, pero por el momento
exclamaran: " ¡Aquí está!". 11/ pudrmos conjeturar y extrapolar la pautación interna que con-

62 63
tribuyó a la "nucl earizac ión" de la imagen corporal primi tiva en sus 1" 11 t'¡ tual dirigida hacia el exterior durante los crecientes períodos
comienzos (cf. tamb ién Kafka, 1971). d• vigilia del niño. Este es un cambio de grado más bien que de cua-
La pa utación de "nuclearización" de Greenacre no es suscepti- lid.!cl, pues durante el estadio si mbiótico el niño ha estado por cierto
ble de investigac ión observac ion al, pero sí los son algunas conductas IIIIIY e tento a la figura maternante. Pero esa atenc ión se va·combinan-
que sirven a la demarcación del yo respecto del "otro", mediante el dll r dualmente con un repositorio creciente de recuerdos de las
mecanismo especular mutuo. jacobson observa que la capacidad de ldil ~ y venidas de la madre, de experiencias "buenas" y "malas";
distinguir objetos se desarro lla más rápidamente que la de distinguir 1 IIIS últimas no las podía aliviar en abso luto el yo, pero se podía
al "sí-mi smo" de los objetos. Podemos observar el amoldami ento del 1111 p •rar con confianza" que las aliviaría n las atenciones de la madre.
infante al cuerpo de la mad re y cómo se distancia de él con su tron- Al observar a los infantes en nuestro amb iente de trabajo, llega-
co; podemos ver cómo siente su prop io cuerpo y el de su madre; y 11111~ a reconocer, en algún punto durante la subfase de diferenciación,
observar cómo maneja objetos transicionales. Hoffer acentuó la im- 1111.1 ierta apariencia nueva de alerta, insistenc ia y orientación hacia
portancia del tacto (1949, 1950a, 1950b) en el proceso de formación llrrr• . Interpretamos que esta nueva apari encia del niño era una ma-
de límites, así como la importancia de la li bid ini zación del cuerpo del IIIIPstación conducta ! de "ruptura del cascarón", y decíamos un poco
infa nte por la madre. Greenacre acentúa la "aproximación a un senti- lllu •mente que un infanté con esta apa riencia había "roto el casca-
miento de unidad por el repetido contacto con la ca lidez corporal de 11111 ". Esta nueva gestaltera inconfundible pa ra los miembros de nues-
la madre o de la persona que cría al niño, [que] representa un grado lro qu ipo, pero es difíci l de definir con criterios específicos. Lo mejor
relativamente pequeño de diferenc ia de temperatu ra, textura, olor, 1 probablemente describirla en térm inos de estado (cf. Wo lff, 1959).
elasticidad", es deCi r, "turgor" [turgencia] (d. también Bak, 1941). llniño ya no parece entrar y sa lir del estado de alerta, sino que tiene
Probab lemente estas diferencias relativamente pequeñas pueden ser 1111 sensorio más permanentemente alerta cuando está en estado
fácilmente as imil adas por los esquemas sensoriomotores preordena- dr• vigil ia.
dos del niño (en el sentido de Pi aget).
Alrededor de los 6 meses com ienzan los intentos de experimen-
Sería de esperar que cuando el placer intern o, debido al segu- ltll' on la separac ión-individuación. Esto puede observarse en con-
ro anclaje dentro de la órbita si mbiótica (q ue es sobre todo entero- dii tas del infante tales como tirar del cabello, las orejas o la nari z de
ceptiva-prop ioceptiva y contactual perceptual) continúa, y el placer !11 madre, poner com ida en la boca de la madre, y poner el cuerpo
que produce la percepción sensorial externa en progres iva mad u- lr •n o para apartarse de la madre y poder contemplarla mejor, para
ración (la visión o el mirar, y qui zás la audición o el escuchar hacia r •~ ·udriñarla a ella y al amb iente. Esto contrasta con el simple
fuera) estimu la la catexia de la atención di ri gida al exterior, estas dos .un ldamiento a la madre que sostiene al niño (cf. Spock, 1963). Hay
formas de catexia de la atención pueden oscilar li bremente (Sp iegel, lgnos definidos de que el bebé com ienza a diferenciar su prop io
1959, Rose, 1964). El resultado debe ser un estado si mbiótico óptimo, 111 rpo del de su madre. A los seis meses ocurre el apogeo de la ex-
a partir del cua l puede ocurrir una lenta y suave diferenciación -y ploración manual, táctil y visua l del rostro de la madre y de las partes
expansión más allá de la órbita simbiótica-. 1 ubi ertas (vestidas) y desnudas del cuerpo de la madre; éstas son
l11s semanas durante las cuales el infante descubre con fasc inación
La ruptura del cascarón 1111 broche, un par de anteojos, o un aro que usa la madre. Pueden
ocurrir juegos de escondidas en que el infa nte aún desempeña un rol
El "proceso de ruptura del cascarón" es, a nuestro parecer, una
p.1sivo (Kieeman, 1967). Estas pautas exp lorativas se desarrollan más
evolución ontogenética gradual del sensorio -el sistema perceptua l-
I.H'de hasta constitui r la fu nción cognitiva de verificar lo no famil iar
consc iente- que permite al infante tener un sensori o más permanen-
opon iéndolo a lo que ya es fam iliar.
temente alerta cuando está despierto. (cf. también Wolff, 1959).
En otras palabras, la atención del infante, que du rante los bjetos transicionales y situaciones transicionales
primeros meses de la simbiosis se dirigía en gran parte hacia adentro, Como dijo Greenacre (1960):
o se enfocaba de una vaga manera cenestés ica dentro de la órbita sim- El objeto transicional mismo descrito por Winnicott (1953)
biótica, se expande gradua lmente con el adveni miento de la actividad •s un monumento a la necesidad de este contacto con el cuerpo

64 65

' J
de la madre, que se expresa tan conmovedoramente en la insistente lodos los infantes les gusta aventurarse y permanecer a corta
preferencia del infante por un objeto que es siemp,re el mismo, dl'i,mcia de los protectores brazos de la madre; tan pronto como su
blando, flexible, cálido al tacto, pero especialmente por la exigencia llilllricidad les permite hacerl o, tratan de desli za rse del regazo mater-
de que esté saturado por olores corporales.l ... El hecho de que él 1111, 1 ro tienden a quedarse lo más cerca posibl e de los pies de ésta,
oprima por lo común el objeto contra su rostro cerca de la nariz <i ll'rmdo y jugando.
probablemente indique en qué medida ese objeto sustituye el pe-
cho o el cuello blando de la m adre" (pág. 208) . 1 rl pauta de verifzcación
Hemos observado que la pauta de sedación o estimul ac ión Hemos encontrado que, desde más o menos 7 a 8 meses, la
preferida por la madre es adoptada, es decir, asimilada por el infante jhl llla visual de "verifi cación de la madre" -a l menos en nuestro
a su propio modo, y se transforma así en una pauta transicional, •il llili ente de trabajo- era el signo más importante y bastante regular
que puede ejemplificarse con las caricias en la cara o ciertos. movi- dl'l ·omienzo de la diferenciación somatopsíquica. En realidad, pare-
mientos repetitivos descritos en el capítulo anterior. 111 s r la pauta normal más importante de desarrollo cognitivo y emo-
Greenacre (1960) tiene la impresión de que "la visión no es sólo 1lll11 l.
un elemento accesorio sino indispensab le en el estab lecimi ento de El bebé com ienza un prolijo examen comparativo (véase Pacella,
la confluencia de la superfic ie corporal y en la promoción de la con- 1'1 72). Se interesa ahora en la " madre" y parece compararl a con
ciencia de delimitación del yo respecto del no-yo. El 'tacto' y '111ro", compara lo no familiar con lo fami liar, rasgo por rasgo.
la captac ión de las diversas partes del cuerpo con los oj os (visión) 11 infante parece fami liarizarse más exhaustivamente, por así decirlo,
ayuda a esbozar una imagen de conjunto de l cuerpo, que está más 11ll1 qué es madre, que produce la sensación, tiene el gusto, el olor, la
all á del nivel de la mera conciencia sensori al inmediata" (pág. 208).
qw iencia de madre, qué "suena" como madre. Al mismo tiempo ~~e
La investigación observacional con nuestra metodología no se centró 1 ludia a la "madre en t anto madre" (Brody y Axelrad, 1966), tamb1 en
suficientemente sobre los detalles de la estructuralización, por as í de-
Vtl descubriendo qué pertenece y qué no pertenece al cuerpo de
cirlo, del objeto trans icional, pero hemos reunido un rico material !.1 madre -un prendedor, los anteojos, etcétera-. El infante emp ieza
de impresiones cuya elaboración pod rá ser provechosa, por ejemplo, .¡ discriminar entre madre y el o la o lo que parece, produce la sen-
para nuestros estudios de seguimiento. ,¡ ·ión, .se mueve en forma diferente de, o similar a, madre.
Una de las principales diferencias que existen entre el infante
con desarroll o normal y la perturbac ión extrema que se observa 1 c>acciones y ansiedad ante extraños
en la psicosis y quizás también en estados patológicos fronterizos
posteriores, está representada, a nuestro· 'parecer, por las mismas Creemos que en la literatura ps icoanalítica sobre desarrollo del
circunstanc ias por las cuales Winnicott (1953) ca libró la normali- 111 el grupo de fenóm enos conductal es que indican el aprendi-
dad y la patología del objeto transicion al (cf. ta mbién Furer, 1964; ' •1) acerca del "otro que no es la madre" se describe en forma bas-
Kestenberg, 1968; Roiphe y Ga lenson, 1973; Bak, 1974). lt 111Le unilatera l e incompleta como "ansiedad ante extraños". Pero ya
1'11 el clásico filme de Sp itz y Wolff sobre la ansiedad ante extraños,
Como quiera que esto sea, es durante la primera subfase de la
1111 de los rasgos más notables que pudimos observar era la curiosi-
separación-individuación cuando todos los infantes normales hacen
d,ld de los infantes: su afán de averiguar acerca "de l extraño" tan
sus primeros intentos de ruptura, en un sentido corporal, con la
pro nto como éste desviaba su mirada.
situación hasta entonces completamente pas iva en que sólo son bebés
de brazos, es decir, el estadio de unidad dual con la madre. Es posi- Nuestro íntimo conocim iento, basado en deta ll ados y multifacé-
ble observar individualmente diferentes incli naciones y pa utas, así llc s estudios observacionales a lo largo de un prolongado espacio
como características generales del estadio de diferenciación mismo. dt• tiempo, nos ha enseñado que hay diferencias individuales, enor-
111 s vari ac iones de diagramación temporal, cantidad y cua lidad de lo
1 Phylis Greenacre volvió hace poco sobre el asunto para corregir la qu se agrupa indiscriminadamente bajo el título de "ansiedad de
opinión que había sostenido anteriormente, de que este factor era importante los 8 meses" en general y de "ansiedad ante extraños" en particular
para la constitución del objeto transicional. (d igo que john Benjamín comenzó a escrutar en sus prol ijos estudios) .

66 67
Para ilustrar esto comparemos a dos hijos de la misma madre en predominante en la particul ar relación madre-infante, ta l como se la
un corte transversal más o menos a la misma edad: Linda y su her- bservaba en su interacción (y en nuestras entrevistas con la madre).
mano, Peter, 16 meses mayor que ell a. A partir de ésta y de muchas observaciones si mil ares, hemos
Vi mos que Linda exam inaba tranq uila y prolijamente, sin te- ll egado a opinar que el desarrollo de las reacciones ante extraños
mor tanto visual como táctilmente, los rostros de los observadores e ubica en un contexto más ampli o, que es el siguiente: una
par(¡cipantes que le eran muy poco familiares. Su á~imo, por lo vez que el infante ha ll egado a individuarse lo suficiente como
común fe li z, persistía por unos pocos segundos despues de que un pa ra reco nocer el rostro de su madre -visual y táctilmente y quizás
extraño la sacaba de la cuna. Luego cobraba tranquil a conciencia de otros modos-, y una vez que se familiari za con la modalidad y
de algu ien " no-mad re" y comenzaba lo que Sylvia Brody (Brody y la manera de "sentir" en general de su partícipe en la díada simbió-
Axelrad, 1970) ll ama " inspecc ión de ad uana", términ o apli cado a la tica, se aplica luego con un mayor o menor asombro y aprensión a
actividad exploratori a visual y táctil muy pro lija que efectúa el infante una prolongada exp loración visua l y táctil y al estud io de los rostros
en etapa de diferenciación (véase Mahler y McDevitt, 1968). y la gestalt de otros. Los estudia de lejos y de cerca. Parece estar com-
parando y controlando los rasgos del rostro del extraño con los del
Cuando en ta les ocasiones la mad re de Linda la tomaba en bra-
rostro de su madre, y también con las imágenes internas que pueda
zos, veíamos que la beba ya no tenía necesidad de inspeccionar el
l ner de su madre (no necesariamente ni siquiera predominantemente
rostro fa mili ar de la madre; en cambio, en su excitación, tironeaba y
visuales). El infante parece también reali zar una verificación com-
manoseaba el cuello de ésta.
parando con la gestalt de su madre, particularmente con su rostro, en
El buen humor de Linda y su confianza se originaban principal- re lación con otras experiencias nuevas interesantes.
mente en su proxim idad y en la interacc ión predominantemente pla-
En niños que han tenido una fase simbiótica óptima y en los que
centera con su mad re.
ha preva lecido una "expectativa confiada" (Benedek, 1938), la
En contraste con la "confianza básica" de Linda y su total fa lta uriosidad y el asombro, discernibles en nuestro ambiente de investi-
de ansiedad ante extraños a cualquier edad, observamos que Peter, gación por la pauta de verificación, son los elementos predominantes
su herma no, mostraba una acentuada ansiedad ante extraños a los 7 ' n su examen de los extraños. En contraste, en el caso de niños cuya
y 8 meses. Luego de una latencia, qu izás un lapso de 1 ó 2 minutos, confianza bás ica no ha sido óptima, puede ocurrir un cambio abrup-
durante la cua l Peter reaccionaba ante los avances ca utelosos y sua- l que produ ce una aguda ansiedad ante los extraños; o puede haber
ves del "extraño", y durante la cual su asombro y curiosidad eran un prolongado período de reacción leve ante extraños, que interfi ere
tamb ién muy definidamente discernibles, parecía dominarlo la apren- transitoriamente con una conducta de examen placentero. Este fenó-
sión ante el extraño. Aunque estaba cerca de su madre, en la mi s- meno y los factores en que se basan sus variaciones constituyen, a
ma silla de mim bre en que ell a se hallaba sentada, y podía pega r- nuestro parecer, un aspecto importante de nuestra evaluac ión del
se al cuerpo de ésta si lo deseaba, rompía a ll orar mirando al extraño objeto libidinal, de la soc ialización y del primer paso hacia la cons-
precisamente en el momento en que su madre comenzaba a acan- l,lnc ia emociona l del objeto. Esta relación inversa entre la confianza
ciarl é la cabeza .2 b sica y la ansiedad ante extraños requiere mayor énfas is y verifi-
Ta les observaciones comparativas demostraron las importa ntes r ción (véase Mahler y McDevitt, 1968).
diferencias que existían en el resu ltado específico de la tensa e im-
predecible in teracción entre Peter y su madre, en comparación con la "Ruptura del cascarón" demorada y prematura
del clima predominantemente placentero y armoni oso que prevale-
En casos en que los procesos simbióticos, la creac ión de la mem-
cía durante la fase simbi ótica de Linda y después de su etapa de " rup- brana protectora com ún de la unidad dual, se han visto demorados
tura de l cascarón " . o perturbados, el proceso de diferenciación parece retraerse o anti ci-
Hemos tratado de entender estas va naCiones tomando en P• rse. Hemos descripto en el cap ítul o precedente el caso de la niñita
cuenta la diferente dotación de los herm anos y el clim a emociona l ('uya madre le respondía mecánicamente meciéndola, pero si n ev i-
d nte calidez e interés. En la fase simbiótica, esta niñita tenía una
2 Pudimos registrar esta conducta en un filme. t"ua lidad bl anda y no parecía amo ldarse a su madre transformarse en

68 69
casi una parte de ella. Sonreía indiscriminadamente y no respondía a fu ra una partícipe simbiótica y tuvo que hacer buena parte de la
11
su madre como persona única. A la edad erJ que otros niños comen- lc rea" por sí misma; es decir, tuvo que hacer de madre para sí misma.
zaban a participar más activamente en aproximarse o tomar distancia Así, cuando llegó a diferenciarse, puede haber mostrado ciertos sig-
de su madre, esta niñita se volvía autoeróticamente a su propio 11 s de desarrollo de un "fa lso yo" (cf. james, 1960). Esta parece ser
cuerpo en busca de estimu lación placentera; se mecía prolongada- una manera de utilizar sus propios recursos en la mayor medida
mente, y en pocas ocasiones practicaba conductas activas de distan- p sible. Nos enteramos más tarde que la actitud verdaderamente
ciami ento o aproximación. rnaterna del padre, desde edad muy temprana, ayudó a la niñita a no
.ll ejarse del mundo de objetos humanos. El niño que rec ibió insufi-
En otro caso, la relación simbiótica era insatisfactoria por dife-
l'lcnte abastecimiento simbiótico por razones muy diferentes pro-
rentes razones. La madre de este niñito estuvo deprimida durante la
longó aparentemente el período de simbiosis como para darse a sí
primera infancia de su hijo. Este era el tercer niño que tenía y se s,en-
rnismo y a su madre más tiempo para recuperar lo perdido. Emergió
tía bastante sobrecargada; la familia vivía en un nivel modesto y
d la órbita simbiótica cuando él, quizás también su madre, estu-
en una casa muy pequeña . Poco después del nacimiento de este
vieron preparados para ello.
niño, murió el padre de la madre, con el que ésta había tenido una
relación muy estrecha. Además, el hijo mayor tuvo un serio accidente El bebé Peter fue uno de los niños que tuvieron una relación
cuando el tercero tenía sólo unos pocos meses. La comb inación ~ imbiótica intensa pero incómoda. Comenzó a "romper el casca-
de todas estas circunstancias hizo que la madre, sin darse cuenta, rón" precozmente. Entró con rapidez en la fase de diferenciación,
ignorara a su nuevo hijo. Lo alimentó con biberón, a menudo se lo el sembarazándose de la incómoda simbiosis,. Peter fue un niño
daba poniéndo lo de espaldas contra ella. En general, evitaba el con- que desarrolló una fuerte reacción ante extraños y ansiedad ante
tacto visual con él. Con todo, se preocupaba básicamente mucho por 'xtraños. Esta parece haber sido una de sus primeras pautas defensi-
v s. Mucho después que hubo superado las reacciones originales ante
él, como lo hizo con todos sus hijos. Como en el caso de la niñita
'Xtraños, éstas recurrían, aunque en grado notablemente atenuado,
mencionada anteriormente, este niñito tardó en reconocer a su madre
·uando Peter sufría algún período de crisis. Parece como si la fase sim-
como una persona especial. Se demoró la respuesta específica de
biótica insatisfactoria hubiera impedido a Peter acumu lar una reserva
sonrisa . También tardó en utilizar la modalidad visual, que es el pri-
suficiente de esa confi anza básica, de esa narcisismo normal, que
mer instrumento que permite el distanciamiento activo, al posibilitar
proporciona la base sólida desde la cual se puede salir con confianza
simu ltáneamente que el niño llene el hueco espacial, es decir, mane
,ll mundo de los "otros que no son la madre". Además, al haberse
tenga un contacto perceptual a distancia. Aunque este niñito se
diferenciado -es decir, comenzado a separarse- muy pronto, Peter
demoró en este aspecto de su desarrollo, nunca mostró la cualidad
fue abrumado fácilmente por la ansiedad y la desazón, porque las
blanda y mecánica que era característica de las conductas simbiótica
·apacidades de su yo en desarrollo autónomo eran precoces y, por
y de diferenciación de la niñita mencionada.
1 tanto, vulnerables. Hemos encontrado reiteradamente que niños
También observamos niños que tenían una relación simbiótica que parecían pasar por un período desusadamente difícil al sepa-
más bien insatisfactoria debido a la gran ambivalencia de la madre rarse de la madre, tenían historias de conciencia insólitamente precoz
respecto del hijo y de su propio rol como madre. En estos niños la per- de su madre como algu ien diferente de otros ad ultos que les prod iga-
turbación de la si11Jbiosis no era provocada por indiferencia o depre- ban cuidados.
sión por parte de la madre, sino porque ésta era impredecible. Estos Estas pautas de diferenciación muy temprana parecen no sólo
infantes, como si ocurriera una compensación, conocían a sus ma- t ner una gran dos is de racionalidad, tanto en lo referente a la
dres bastante pronto; su relación mutua mejoraba cuando una r lac ión madre-hijo como a la dotación particular de cada niño, sino
mayor distancia la hacía más cómoda y cuando el niño llegaba a dis- también poner en movimiento pautas de organización de la persona-
poner de nuevas fuentes de placer por su creciente autonomía y su lidad que aparentemente mantienen su coherencia en el desarrol lo
disfrute del mundo exterior. Lo que nos parece que surge, entonces, posterior del proceso de separación-individuación y quizás más allá
es una capacidad de adaptación muy temprana por parte del infante. ele éste. El nacimiento del niño como individuo se produce cuando,
Creemos que la niñita cuya madre era narcisista y poco dada 'n respuesta a la respuesta selectiva de la madre ante las señales del
se diferenció tardíamente porque no podía confiar en que su madre niño, éste va alterando gradualmente su conducta. "Es la necesidad

70 71
inconsciente específica de la madre lo que activa y hace eclos io- Ilustraremos mejor algunos de estos fenómenos de la primera
nar las infinitas potencialidades del infante, en particular las que 11bfase (diferenciación) en algunos niños seleccionados, todos los
crean para cada madre "al niño" que refleja sus necesidades únicas 1 llil les (como todos los niños " normales:') muestran los desarrollados
e individua les. Este proceso ocurre, por supuesto, dentro del ámbito f 11nerales relacionados con la fase, junto con variaciones muy indi-
de la dotación inn ata del niño (Mahler, 1963; véase también vi dua lizadas que dependen de la relación con la madre, la dotación
Lichtenstein, 1964). Innata y la historia específica (Weil, 1970).
Hemos establecido que los infantes cuyas madres disfrutaron de Bern ie había tenido una relación temprana feliz con su madre,
la fase simbiótica sin demasiados conflictos, los que fueron saturados, qu parecía realizarse plenamente al darle el pecho. Debido a los sen-
pero no sobresaturados, durante este período de importante unidad llm ientos de culpa de la mad re respecto de su hijo mayor, y tam-
con la madre, parecían comenzar en el lapso promedio a mostrar 111•n porq ue el infante le mordía el pezón (cf. Spock, 1965), lo destetó
signos de diferenciación activa, distanciándose levemente del cuerpo 1111 forma abrupta e impulsiva y comenzó a darle biberón. El des-
de su madre. En cambio, en los casos en que había ambivalencia llll produj o un acentuado cambio en la atmósfera de la relación
o parasitismo, intrusividad, "sofocamiento", por parte de la madre, lmbiótica. Al comi enzo, el infante buscaba con la boca, en forma
la diferenciación mostraba perturbaciones de diversa intensidad 111 istente e inquieta, el pecho perdido, mientas la madre negaba
y forma . En algunos casos en que la madre actuaba claramente mo- violentamente la obvia reacción del infa nte al trauma de destete.
tivada por su propia necesidad simbiótica-parasitaria, antes que en 11 aspecto radiante y satisfecho que esta madre mostraba durante el
beneficio del infante, la diferenciación comenzaba en forma casi pPríodo de amamanta mi ento fue reemplazado por un a actitud
vehemente. Esto se dio en el caso de un niñito, ya a los 4 a 5 meses d' indiferencia y apatía, mi entras el infante a su vez se volvía in-
de edad, porque su madre era si mbióticamente demasi ado envol- quieto, in diferente y apático. El infante, que se mostraba feliz, son-
vente. Durante un buen tiempo este niño prefirió en realid ad estar en 11 nte y bien amoldado mientras tomaba el pecho, se transformó por
brazos de ad ultos que no fueran su madre, adu ltos que pudieran pro- 1111 tiempo en un bebé pasivo, no amoldado, que se dejaba tener en
porcionarle mayor oportunidad de explorar visualmente el am- brazos como un saco informe.3
biente mientras estaba en brazos . Parecía alej arse físicamente de su Luego, por un breve lapso, la interacción genera lmente difícil
madre, en forma mucho más defensiva, apoyar sus pies y brazos 1 ntre Berni e y su madre pareció sufrir una influencia favorable con
energéticamente contra el cuerpo de la madre (e incluso arqu earse 1 ,1da estímu lo maduracional que experimentaba el infante. Bernie
hacia atrás en una forma levemente op istotónica) . Tal actitud parecía 111 straba gran interés en la locomoción: ejerc itaba el gateo y el
cumplir en este caso un propósito dua l: 1) servía, como en los demás ponerse de pie con gran placer y persistencia. Cuando llegó a poder
infantes simb ióticos " más próximos al pro~fdio", para poner al niño IL•Iacionarse con otros por los ojos y dar signos de reconocimi ento
en una posición desde la cual pudiera exp lorar mejor el ambiente de dl fe rncial de su madre, y cuando obtuvo gratificación por sus propias
los otros distintos de la madre, para lograr una nueva perspectiva acer- 11nciones motri ces en parcial desarrollo, su ámbito de exploración se
ca de la madre desde una posición más estratégica, para relacionarse 11xpandió hasta incluir toda la superficie del cuarto de juegos (y toda
visu almente con ell a desde una mayor distancia; y 2) lograba el fin J,¡ extensión del departamento en que vivía) . Su madre parecía sen-
de reducir el contacto de la superficie corporal con la madre. Lo que tirse aliviada por la dismin ución de los requerimi entos simbióticos
más nos sorprendió fue que en estos niños estrechamente envueltos y la dependencia total de su hijo, y éste, a su vez, fu e capaz de usar
(en la relación simbiótica), este proceso activo de distanciamiento
com enzaba antes de lo esperado. En otro niño con una madre sim il ar,
se evitaba el estrecho contacto físico. 3 E n los años 1960-1962 experimentamos brevemente con la pauta de
La búsqueda de distancia durante la subfase de diferencia- ill ll oldamiento (cf. Mahler y La Perriere, 1965). No sólo observamos el con-
ción parecía ir acompañado por una mayor conciencia de la ma- lo m o del cuerpo del infante en relación con el de la madre, sino que también
llli'l1probamos por nosotros mismos la naturaleza del amoldamiento del infante
dre como persona espec ial, aunque esta conciencia, como en el caso
p ~ q u e ño teniéndolo en brazos. Describimos esta sensación cenestésica como :
mencionado más arriba, fuera negativa (cf. también las pautas de ",11 noldarse bien" , "fusionarse" , " rigidez de tabla" , "tipo bolsa de papas" ,
escrutinio diferencial y de "verificació n"). I'L "étera.

72 73
toda partícula de aliento y protección durante el período de ejer- dl'svincul ación del infante al comienzo de la fase de separación-indi-
citación. viduac ión. Esas madres adh ieren "apersonan" (d. Sperling, 1944)
Como hemos dicho anteriormente, se observó una transición .d infante a sí mismas y desalientan sus tanteos de funcionamiento
sorprendentemente distinta, de la fase simbiótica a la de separa- lile! pendiente, en lugar de permitir y promover una separación gra-
ción-individuación, en el otro niñito, que tuvo una relación simbió- diitll. En cambio, como hemos descripto con otro trabajo (Mahler,
tica estrecha y prolongada con su madre. Ambos progenitores de este l% 7a), hay un contingente muy grande de madres que, a diferencia
niño tenían necesidades simbiótico-parasitarias, sobrevaloraban a d1• las excesivamente simbióticas, al principio se adhieren a su hijo y
su niño como ser vegetativo, y lo mantenían en un estado de conti- lill'go lo empujan precipitadamente a la "autonomía" (d. Greenson;
nua dependencia simbiótica (d. Parens y Saul, 1971 ). Esto hizo 1%8, Mah ler, 1968b, 1971 ).
retrasar claramente el investimiento libidinal del niño en sus funcio- Así como las variables intrínsecas son muy importantes para
nes motrices (véase más abajo), para las cuales, quizás, estaba consti- 1111 eventual desarrollo armonioso de la personalidad, también una in-
tucionalmente mal dotado. Mientras que Bernie entró en la fase de lt~racc ión madre-hijo favorab le mejora la adecuación a la subfase.
separac ión-individuación con una modalidad preferida de explora- t olcman, Kris y Provence (1953) han llamado la atención, ha-
ción motriz, este niñito tuvo una modalidad preferida que incluía el l l ' muchos años, respecto de las variaciones de las actitudes de la
uso de los órganos de los sentidos táctil, prensil y visual durante un 111.1dre durante los primeros años de la vida del niño. La actitud
período prolongado. Esta preferencia parecía ser resultado de varios d1• la madre tiene también que adaptarse en todo el curso del proce-
factores. Ambos progenitores insistían en al iviar la tens ión del niño •O de separación-ind ividuación, pero más especialmente en ciertos
tan pronto como éste la manifestaba, de modo que no necesitaba Jllll1tos cruciales o encrucijadas de ese proceso.4
esforzarse en lo más mínimo para lograr lo que quería. Su madre nos
manifestó, y comunicó de una manera no verbal al niño, su deseo de l .os dos carriles evolutivos de la separación
que éste se mantuviera sedentario y accediera a que se lo manejara en JI la individuación
posición acostado, aunque el niño se opusiera especia lmente a ello.
Este mismo niñito era, por dotación lento para madurar en sus La mejor manera de entender los fenómenos del desarrollo nor-
funciones motrices. Su musculatura era más fofa, los movimientos de 111,11 consiste en observarlos cuando algunos elementos del proceso
su cuerpo, de gran tamaño, eran más cautelosos y menos enérgicos 1 •~1, n un poco perturbados. Al final del primer año y en los prime-
que los de otros niños de la misma edad. (Una excepción notable lOS meses del segundo podemos ver con particu lar claridad que el
li'Oceso i~tra~síqui~o de separación-in?ividuación sigue dos carri-
era su vigoroso movimiento de piernas cuando estaba excitado.)
Confinado a un pequeño espacio por s~ falta de capacidad loco-
l I'S evolutivos mtervmculados, pero no s1empre conmensurados ni en
motri z, hizo el uso más amplio de sus facultades perceptivo-cogniti- ,¡v, nce simétrico. Uno es el carril de la individuación, la evolución
vas y prensiles, en visible emergencia, para ocuparse y entrete- d1• la autonomía intrapsíq ui ca, la percepción, la memoria, la cogni-
nerse por largos períodos "haciendo que duraran los espectáculos ilón, la prueba de realidad; el otro es el carril evo lutivo intrapsíquico
interesantes" (Piaget, 1936). Al mismo tiempo, se mantenía extre- d1• la separación, que sigue la trayectoria de la diferenciación, el dis-
madamente alerta en el plano visual, observando lo que ocurría a su loii1Ciamiento, la formación de límites y la desvinculación de la madre.
alrededor; se relacionaban gustoso con otros y aceptaba la confor- Indos estos procesos de estructuralización cu lminarán eventualmente
tación de éstos. 1111 autorrepresentaciones interna li zadas, que se distinguen de las
l(lpresentaciones internas de los objetos. Los fenómenos conducta-
Estos dos niños ilustran dos maneras diferentes de entrar en
l t~s de superficie del proceso de separación-individuación pueden
la primera subfase de la separación-individuación: . la diferencia-
ción . Puede valer la pena hacer notar que andaban muy parejos en
4
su rendimi ento general medido por los tests de desarrol lo. Si bien estamos convencidos de que la parte preponderante de la
ul.1ptación debe provenir del infante maleable e informe, esto no significa que
Teníamos la impresión de que la madre del segundo, que había h1 lll aternación no tenga que seguir los cambiantes requerimientos del proce-
gozado intensamente de la relación simb iótica con su bebé de pecho, 11 de separación-individuación; debe haber un cierto grado de adaptación
pertenecía a ese grupo de madres que no podían tolerar la gradual l.ilnbién por parte de la madre.

74 75
observarse en infinitas vanaCiones suti les, como concomitantes
del desarroll o intrapsíquico en curso. Las situaciones óptimas pare-
cen ser aq uell as en que la conciencia de la separación corporal,
en lo que .respecta a la diferenciación de la madre, corre paralela
con (es decir, ni se retrasa mucho ni va literalmente muy por delan-
te de) el desarrol lo del fu ncionamiento autónomo e independiente del
deambulador: cognición, percepción, memori a, prueba de realidad,
etcétera; en una pa labra, las funciones del yo que sirven a la indivi-
Capítulo 5
duación.
En nuestro estud io de investigación observacional, las progre- LA SEGUNDA SUBFASE:
siones y regresiones y la gradual integrac ión de estos dos carri les EJERCITACIÓN LOCOMOTRIZ
de desarrollo -es decir, la separación y la individuación- pueden
estudiarse a través de los movimientos mutuos del niño y la madre.
lil primer período de ejercitación
Pudimos seguir este desarrollo por med io de la interacción ma-
a. su~~ase de difer~nciac i ó n se superpone con el período de ejer-
dre-hijo, y particu larmente observando la vivaz afectomovilidad, el
repertorio de gestos y las voca li zaciones del niño mismo. L
Citaclon locomotnz. En el curso del procesamiento de nuestros
d, los, descubrimos que era útil concebir el período de ejerc itación
Nos parece instructivo comparar a niños que fueron lentos en su
desarrollo locomotor con deambuladores que cami naron precoz- 1omo dividido en dos partes: 1) la primera fase de ejerc itación,
mente. Por ejemplo, dos de nuestros niñitos estaban en los extremos tln.unciada por la más temprana capacidad del infante de aleja rse
opuestos del espectro de los dos carriles del proceso de separa- rrslca,mente de su madre s;ateando, hac iendo pinitos, trepando y
ción-indivi duación: maduración versus desarrollo, separación versus pon1endose de p1e, pero aun agarrado; y 2) el período de ejercita-
individuación. Uno cam inaba ya cuando vi no al Centro, a la edad 1'1 n prop iamente dicho, caracteri zado fenomenológicamente por la
de 9 meses; el otro dio sus primeros pasos sin ayuda sólo 2 días an- lo omoción vertical libre.
tes de cump lir los 17 meses -¡nada menos que 8 meses de dife- Al menos tres desarrol los interrelac ionados, au nque discrimi-
rencia!-. nables, contri buyen a que el niño haga sus primeros progresos
En los capítu los siguientes exp li caremos e ilustraremos la reper- ~~ ~ ia la conciencia de separación y hac ia la individuac ión. Estos son
cusión que tuvo tal discrepancia en el proceso de separación-indivi- l,1 ráp ida diferenciación corporal de la madre; el establecim iento de
!In vínculo específico con ell a; y el desarrollo y funcio namiento de los
duación. .•
il¡? aratos autónomos del yo en estrecha proximidad con la madre.
Estos desarrollos parecen preparar el ca mino para que el interés
d '1 infante por su madre se extienda (mucho más definidamente
que hasta entonces) a los objetos inanimados, al com ienzo provistos
l~>r é;ta -una frazada, un pañal, un juguete que ell a ofrece, o el
l11beron con que se despide del infante por la noche-. El infante
I'Xplora estos objetos visualmente e investiga su gusto, textura y olor
1 on sus órganos preceptua les de contacto, particu larmente la boca
y las manos. Alguno de estos objetos puede transformarse en un
objeto transicional. Además, cualqui era sea la secuencia en que se
desarrollan estas fun ciones durante la subfase de diferenciación
liS aracterístico de este estad io temprano de ejercitac ión que si bie~
l111y interés y concentrac ión en estas actividades, el interés por la
lile dre parece tener decidida precedencia.

76 77
La maduración de las funciones locomotrices y de otro tipo 11111 sus abuelos, a los que conocía muy bien. Esto coincid ió en el
durante el primer período de ejercitación producía el más sa ludable 11•rnpo con su rápido cambio, de bebé de brazos a bebé en sepa-
efecto sobre los niños que tenían una relación simbiótica intensa pero t.H ión. Comenzó a gatear y a ponerse de pie. Sin embargo, estas
insatisfactoria. Parecería posible que esto se vinculara, al menos en 1111 •vas habil idades que adquiría le acarrearon mas dolor que placer.
parte, con un proceso de desvinculación satisfactoria simultánea 1' aía con frecuencia y lloraba mucho después de cada caída. No
en las mad res. Las madres que se habían mostrado muy ansiosas obstante, insistía en repetir la experiencia penosa, y este niño muy
porque no podían alivi ar la desazón de su bebé durante las fases sim- q11l to y tranqui lo pareció de repente muy impul sivo. Vemos aq uí
bióticas y de diferenciación, se sentían ahora muy aliviadas cuando l.~ramente la poderosa gravitación de lo innato dado, el impulso de
sus hijos se volvían menos frágiles y vulnerab les y un poco más in- lttdividuac ión. El niño mantuvo su relac ión positiva con las personas
dependientes. Estas madres y sus hijos no habían sido capaces de ex- q11 ' lo rodeaban y le gustaba que lo pasearan, le ca ntaran y lo con-
perimentar un tranquilo placer en el estrecho contacto físico, pero o l t~ran. Cuando volvió la madre, el niño tuvo al comienzo una cri sis
ahora podían gozar uno de otro desde una distancia un poco mayor. lt,tstante fuerte de reencuentro, ll oró inconsolablemente por un rato
Estos mismos niños se mostraban más relajados y capaces de usar a y no permitió a la madre que lo alimentara o lo pus iera a dormir. Sin
sus madre~ para obtener satisfacción y seguridad . l'tnbargo, al día sigu iente había recuperado su anterior yo tranqu ilo y
Por contraste, se observó otra pauta de interacción madre-hijo onriente. Esta reacción a separaciones breves, que es peculiarmente
durante el primer período de ejercitación, en los niños que buscaban 1•~pecífi ca de reencuentros madre-hijo en la segunda mitad del primer
más activamente la cercanía física con la madre, niños cuyas madres 11 o, podría entenderse metapsicológicamente en función de la esci-
tenían la máx ima dificultad en relacionarse con ellos durante el lón que aú n existe en las imágenes parciales internas de la madre. La
proceso de distanciamiento activo. A estas madres les agradaba la 1'~ isión se activa fác ilmente a raíz de tales ausencias breves; la madre
cercanía de la fase simbiótica, pero una vez que esta fase había pasa- d<' lil separac ión debe ser reintegrada como la madre si mbi ótica "toda
do, habrían preferido que sus hijos ya estuvieran "crecidos". lt11cna", de modo de no dañar o destru ir el objeto bueno. Si bien el
Es interesante el hecho de que a estos niños les resultó relativamente niñito sigu ió ejercitando sus nuevas habi li dades, la cual idad de impul-
difícil crecer; fueron incapaces de gozar su incipiente capacidad para •,lvidad y las frecuentes caídas disminuyeron ráp idamente. Con lama-
distanciarse y exigían muy activamente la cercanía. dre como ancla, un centro para su mundo, la parte fru stradora de las
La expa nsi ón de la capacidad locomotriz durante la primera sub- 1111 vas experiencias y exploraciones vo lvió a ser manejable, y pre-
fase de ejercitación ampl ía el mundo del niño; no sólo tiene éste un dominó la parte placentera de la exp loración. Este fragmento de ob-
rol más activo en determinar la cercanía y dista ncia con su madre, '•t•rvac ión personal se adapta muy bien a las observaciones rea li zadas
sino que las modalidades hasta entonces util i;41das para exp lorar el durante nuestro estudio, a saber, que las exploraciones tempranas sir-
ambiente relativamente fami liar lo exponen repentinamente a un Vt'n a los fines 1) de establ ecer fami liari dad con un segmento más am-
segmento más ampli o de rea li dad; hay más que ver, más que oír, más pli o del mundo, y 2) percibir, reconocer y gozar de la madre desde
que tocar. La manera en que se experimenta este nuevo mundo tttüyor distancia. Descubrimos que los niños que tenían el mejor "con-
parece estar suti lmente relacionada con la madre, que aún es el cen- l,t ·toa distancia" con la madre era n los que se aventuraban a alejarse
tro del universo del niño, desde el cual éste va sa liendo sólo gradual- tites de el la. En casos en que había demasiado confl icto por el pro-
mente hacia círcu los cada. vez más amplios. ' t'sos de separación o demasiada resistencia a aba ndonar la cerca-
Hace poco tiempo uno de nosotros (A. B.) tuvo la oportu ni dad tt fil, los niños mostraban menos placer durante este período. Pero las
de observar de cerca de un bebé de 7 meses durante este período ini- tt•glas simples tampoco son aplicables a estos procesos.
cia l del funcionamiento locomotor activo, que coi ncidió con una se- Por ejemplo, el niñito cuya madre sólo podía aceptarlo real-
paración de sus padres por 2 semanas, seguida de reencuentro. El lit nte como una parte simbiótica de sí misma e interfería activamente
bebé había sido descrito como particularmente tranquilo y relajado. 1 on sus intentos de alejarse, parecía perder totalmente contacto con
Recibía con alegría a las personas nuevas y manifestaba su curiosidad ~u madre cuando estaba a cierta distancia de ella. En cambio, una
y deleite. Examinaba prolij amente a todas las personas nuevas tanto ttlña cuya madre gozaba mucho de la cercanía fue muy capaz de
visual como tácti lmente. Durante la ausenc ia de sus padres quedó 111 ntener contacto con ell a a cierta distancia; en verdad, la beba fue

78 79
especialmente capaz durante este período de utili zar a su mad re n ces itaba, la dejara sin suficiente energía libidinal como para cate-
y se sentía reasegu rada con sólo tenerla a la vista u oír su voz. Al xl r adecuadamente al mundo de personas distintas de la madre sus
mi smo tiempo, esta niñita mostraba con bastante precoc idad un !unciones yoicas au~~nomas y probablemente también su pr~pio
deca imiento genera l de su ánimo cuando su madre no estaba en la 1uerpo, co~ un narc1s1smo (secundari o) sano. Era por lo tanto inca-
hab itación, es decir, cua ndo se interrumpía la fuente de reasegu ro pu z de ded1carse a la exploración placentera y al dominio de su rea li-
a di stancia . d,1d .en expansión . En todo caso, durante la primera subfase y al
También hemos observado en este período temprano de ejer- 1e m1enzo del período de ejercitación se veía a la niña sentada a Jos
citación que el "pichón en ciernes" se compl ace en su naciente pi s des~ madr.e, !';lplorá~dole y sup licándole con los ojos. La sub-
relación con el mundo de "otros que no son la madre" . Por ejem- ¡,', e de difer_enclac lon ~uro mucho más en el caso de Anna que en el
plo, hemos observado a un niño de 11 meses que durante esta fase il1 sus coeta neas Marg1e y Matthew, aunque las funciones de su yo
tuvo que sufrir hospitali zación por una semana. Parecía estar frustra- 1•11 sí mismas no dejaron de madurar.
do sob re todo por su confinamiento en una cuna, de modo que El ~eríodo de ejercitación de Anna se caracterizó por breves
rec ibía con alegría a cualquiera que lo sacara de ell a. Cuando retornó I'XploraCiones de tanteo. rea lizadas por su propia cuenta, en las que
del hospital, la relación con su mad re se había vuelto menos excl usi - >lo se a~eJ ~ba de los p1es de su madrepor cortos períodos. El perío-
va, y el niño no mostraba reacc ión de aferramiento ni ansi edad do de pract1ca -el lapso en que los deambuladores investía tanta
de separac ión; en ese momento su mayor necesidad en el Centro y libido en sus propi as funciones autónomas y en su explorac ión de la
en el hogar era que lo hicieran pasear llevándo lo de la mano. Si bien l1'.1i1dad en expansión- fue trans itori o y abreviado en el caso de
seguía prefiriendo que esto lo hi ciera su madre -con y para él-, Anna y ca reció de un desarrollo emocional en gran esca la. La ausen-
aceptaba fác ilmente sustitutos. ,¡,1 relattva de ese desarrollo echa luz sobre el rasgo principal de esta
Margie y Matthew (q ue sólo tenían un mes de diferencia) ha- llbfa.se, tal como nosotros la vemos: el gozoso investimiento en el
bían progresado sin altibajos durante la fase simbióti ca y también en t• JurCICIO de las funcion es autónomas, espec ialmente la movili-
la prim era subfase (diferenciación). Ambos niños podían "espera r con d,l 1, hasta la cas i total exclus ión de un ev idente interés en la mad re
confianza" que sus madres aliviaran sus tensiones instintivas, que 111 algunos momentos. Es esto, y no el desarrollo de las habili-
estuv ieran emocionalmente disponibles. A los 1O meses de edad dild s motrices por sí mismo, lo que ca racteriza la subfase normal de
se observó que ambos infantes entraban en el período de ejerc ita- ''it•r itación.
ción con gran investim iento de interés en sus incipi entes funciones Cuando el niño: a través del proceso de maduración de su apa-
motrices y en otras funciones autónomas del yo. Por largos espac ios ltiiO l?comotor, com1enza a aventurarse alejándose cada vez más de
de tiempo se ded icaron satisfechos a exp l o~a r el amb iente físico por l11s. l~'es de la madre, está a menudo tan absorbido en sus propias
sí mismos, mostrando lo que Hendri ck (195 1) ha descrito como pl a- dl ll v1dades que por largos períodos de tiempo parece olvidado de la
cer del dom ini o o destreza (lo que C. Bühler denomina Funktionslust) . pi!•scncia de. ésta . Si n embargo, vuelve periódicamente a ella, pues
Los niños retorn aban a sus madres de tiempo en tiempo para rea- pil i' e neces tta r cada tanto su proximidad física.
bastecimi ento emocional. Ambas madres aceptaro n la gradual La ~istancia óptima, es esta subfase temprana de ejercitación
desvincul ación de sus infantes deambuladores y promovieron el lummotnz, parece ser la que permite al gateador en movimi ento
in terés de éstos en la ejercitación locomotri z. Las mad res estaban Y I'Xploración, la libertad y oportunidad de rea lizar tales activid a-
emocionalmente disponib les, de acuerdo con las necesidades de los "' '~ a cierta distancia física de su madre. Debe notarse, sin embar-
ni ños,·y les proporcionaban el tipo de apoyo matern al necesa rio para 11''• que du rante toda la subfase de ejercitación la madre es siempre
el desenvo lvimiento ópti mo de las funciones autónomas del yo. 111'1 ·sana como punto estable, como " base de operaciones" que
La mad re de Anna, en cambio, era incapaz de proveer una •il lsface la neces idad de reabastecimi ento med iante contacto
disponibilidad ópti ma, de modo que la capacidad de su hij a para la 11• 11 '0. Y,imos infa ntes de 7 a 1O meses que gateaba n o hacía n rápi-
expectativa confiada estaba muy ex igida. La madurac ión de las inc i- dll~ p1n1t?s hacta la madre, parándose aga rrados a las piernas de
pientes funciones yoicas de An na ocurri ó a tiempo, pero era como si 1
lil, tocandola ~e otras maneras o simplemente apoyándose con-
la difíci l lucha que li braba para lograr de su mad re la atención que lit! l'll a. Este fenomeno es el que Furer ll amó "reabastec imiento o

80 81
recarga emocional".1 Es fácil observar cómo el infante decaído y Durante la primera subfase de ejercitac ión, luego del tira y afio-
fatigado se anima y vigoriza en brevísimo tiempo luego de tal con- l.! in icial para separarse de la madre y acceder al mundo exterior, la
tacto; después prosigue rápidamente sus exploraciones y queda de 111.1yoría de los niños parecían pasar por un breve período de aumen-
nuevo absorbido por su placer de funcionamiento. lo de la ansiedad de separación . El hecho de que fueran capaces de
ll i(•jarse e independizarse de la madre, y de seguir sin embargo co-
El fenómeno de reabastecimiento parecía pasar por diferentes
IH' tados con ella -no físicamente, sino desde las modalidades de
estadios y tenía distintas modalidades en cada niño, que a nuestro
dl slancia consistentes en ver y oír-, hacía que el uso logrado de estas
parecer se vinculaban estrechamente con la modalidad preferida de
llloda lidades de distanc ia resultara extraordin ari amente impor-
la madre. Una madre, por ejemplo, que daba gran valor al funcio-
lllllle por un tiempo. A los niños no les gustaba perder de vista a la
namiento independiente, lograba con particular eficacia mantener
lll·ldre; podían quedarse mirando tristemente la silla vacía de ésta, o
contacto con su niño rebastecíendolo a distancia. Cuando éste se le
acercaba, era por lo general para breves períodos de contacto físico.
1!,1 ia la puerta por la cual ella se había ido.
Esta madre raramente se levantaba de su si ll a, donde estaba confor-
l .n subfase de ejercitación propiamente dicha
tablemente sentada repasando la ropa de la fam ilia y charlando con
las otras madres. Parecía constantemente sintonizada con las necesi- Con el estímulo de las funciones autónomas, tales como la cog-
dades de su hijito, aun a distancia. ni ción, pero especialmente la locomoción vertica l, comienza el " idi-
En el caso de )ay, un niño cuya capacidad locomotriz se desa- lio" con el mundo (Greenacre, 1957). El deambulador da el paso
rrolló muy precozmente, de modo que la capacidad de reabastecí- llh ximo en la individuación humana. Camina libremente en postura
miento de la madre hubiera sido de especia l importancia, observamos wrtica l. Así, cambia el plano de su visión; desde una posición
lo siguiente: la madre de )ay creía que cualquier límite que se im- 1•~1ra tégica enteramente nueva descubre perspectivas, placeres y frus-
pusiera a su hijo interferiría en la eclos ión de la personalidad e 11.1 iones inesperados y cambiantes. Hay un nuevo nivel visual pro-
independencia de éste. Miraba aterrorizada m ientras )ay pasaba por por ionado por la posición vertical, bípeda.
situaciones peligrosas. No podía mantenerse en contacto con él Durante estos preciosos 6 a 8 meses (de la edad de 1O o 12
hablándole, pues no quería interferir con su " independencia". Au n- 111 •ses a 16 o 18 meses), el mundo es la ostra del deambulador inci-
que su madre lo vigilara ansiosamente desde lejos, )ay se sentía, y en plt•nte. La catexia libidinal se desplaza sustancialmente y pasa al ser-
cierta manera realmente estaba, abandonado por su madre, por más viría del yo autónomo en rápido desarrollo y de sus funciones, y el
que ésta estuviera presente. Se ponía una y otra vez en situaciones 1111 o parece embriagado por sus propias facultades y por la magnitud
peligrosas que no podía juzgar ni manejar; aunque sólo estuviera rea- di' su propio mundo. ¡El narcisismo alcanza su nivel máximo! Los
li zando actividades comunes, tenía particular'tendencia a lastimarse. primeros pasos independientes del niño en posición vertical señalan
Un a vez que se caía y estaba llorando, la madre se sentía autori zada 11! om ienzo del período de ej ercitación locomotriz por excelencia,
a ayudarlo. 11111 una amp liación sustancial del mundo y de la prueba de rea lidad .
Mark era uno de esos niños que tenía la máxima dificultad para 111 ese momento comienza un investimiento libidinal en continua
estab lecer una distancia manejable entre él y su madre. Esta se volvió pmgresión que se ap lica a las habilidades motrices de la ejercitación
ambivalente hacia él tan pronto como el niño dejó de ser parte de y ,¡ la exploración del ambiente que se va ampliando, tanto en el mun-
ell a, es decir, de ser su niño simbiótico. A veces la madre parecía evi- do humano como en el inanimado. La principal característica de este
tar el estrecho contacto corporal; otras, podía interrumpir a Mark en pt•ríodo de ejercitación es el gran investimiento narcisístico del niño
sus actividades autónomas para alzarlo, abrazarlo y tenerlo levan- nn sus propias funciones, su propio cuerpo, y los objetos y objetivos
tado. Lo hacía cuando ella lo necesitaba, no cuando él hubiera ne- dt• su "realidad" en expansión. junto con esto, vemos una gran imper-
cesitado. Esta fa lta de empatía por parte de la madre puede haber sido I IH~a bil idad a los golpes y caídas y demás frustraciones, tales como el
lo que dificultó a Mark funcionar a distancia de ella. .ur batamiento de un juguete por otro niño. Los adultos sustitutos que
!1s resultaban familiares dentro del ambiente de nuestro jardín eran
111 ' ptados con facilidad (en contraste con lo que ocurre durante la
1 Comunicación personal. ubfase sigu iente de la separación-individuación).

82 83
El deambulador en suave proceso de separación e individuación
Hemos descubierto que tanto en niños como. en niñas, en el mes
encuentra un so laz narcisístico para compensar las amenazas míni-
mismo que sigue al logro de la locomoción activa libre, la afirmac ión
mas de pérd ida de objeto -que probablemente cada paso nuevo del
rl la individualidad avanzaba a pasos agigantados. Esto parece ser el
desarro llo progresivo trae consigo- en las funciones de su yo, en rá-
primer gran paso hacia la formación de la identidad
pida evolución. El niño se concentra en la ejercitación y dominio de
sus propias habilidades y capac idades autónomas (independientes La renuncia de la madre a la posesión del cuerpo del infante,
de otros o de su madre). Sus propias habilidades lo regocijan, está 1,1nto varón como mujer, en este período es en su mayor parte casi
continuamente deleitado con los descubrimientos que rea liza en su <lutomática, aunque a veces se la expresa verbalmente como una
mundo en expansión, y casi enamorado de ese mundo y de su propia ll cesidad que se deplora. La madre de Barney decía: "Cuando él
grandeza y omnipotencia. Podríamos considerar la posibilidad de que ~' aleja corriendo de mí en el parque y tengo que llevarlo alzado,
la exa ltación de esta subfase tenga que ver no solo con el ejercicio !'On su cuerpec ito pesado, de vuelta a casa me digo, 'mejor que
de los aparatos del yo, sino también con la alborozada huida de la disfrutes de esto, no durará mucho, no lo llevarás en brazos mucho
fusión con la madre y del engo lfamiento en ella. Desde este punto de 11 mpo más'".
vista consideraríamos que, así como los juegos de escond idas del in-
Fue E. ). Anthony (1971 ) quien reconoció la pertinencia de un
fante parecen volver activas la pérdida y recuperación pasivas
l<•x to de Kierkegaard en que éste, en hermosas frases, nos presenta
del objeto gratificador de neces idades y luego del obj eto de amor,
una perspicaz descripción de la neces idad de apoyo emociona l
otro tanto ocurre con el constante escape del infante hasta que su
materno que tiene el niño cuando com ienza a cam inar libremente.
madre lo atrapa y alza, que vuelve activo el temor pasivo de ser reen-
Anthony cita los siguientes pasajes para ilustrar el hecho de que " la
golfado por la madre. Esta conducta reasegura tambi én al niño de
que la madre desea atraparlo y alzarlo en brazos. No es necesario su- Influencia de una madre perturbada y perturbadora sobre la indivi-
poner que tal conducta está destinada a serv ir a tales funciones duación de su hijo está en agudo contraste con la de la madre común
'bastante buena'" (pág. 262):
cuando comienza a su rgir, sino sólo que produce estos efectos y luego
.puede ser intenciona lmente repetida. La madre amante enseña a su hijo a caminar solo. Está bastante
1~os de él, de modo que en realidad no puede servirle de sostén,
La importancia de la locomoción vertical libre: la marcha pero le tiende los brazos. Ella imita los movimientos del niño, y si
La importan cia de la marcha para el desarrollo emocional del •ste tambalea, se inclina rápidamente como para agarrarlo, de modo
niño es tan grande que no se la puede sobreestimar. La marcha pro- qu e el niño puede creer que no está caminando solo ... Y sin embar-
porciona al deambu lador un enorme aumento de descubrimi entos o, la madre hace más aun. Su rostro anuncia una especie de re-
y pruebas de rea lidad del mundo mediantoe su propio control y 1 ompensa, de aliento. Así, el niño camina solo con sus ojos fijos en
dom inio mágico. Como dice Greenacre, está "tamb ién asociada 1·l rostro de su madre, no en las dificultades de su camino. Lo apo-
con una o leada de regocijo corporal general y de responsividad yo~ n brazos que no lo agarran, y se esfuerza constantemente
sensori al, que acompañan al logro de la posición vertical y de la mar- po r alcanzar el refugio del brazo de su madre, casi sin sospechar
cha" (1968, pág. 51).
1/lf l' en el momento mismo en que insiste en que la necesita, está demos-
Debemos menc ionar brevemente aquí el hecho de que el niño l11111do que puede valerse sin ella, porque está caminando solo
descubre su pene, aunque lo exam inaremos con mayor detalle en el (l{ ierkegaard, 1846, pág. 85).
contexto de la identidad sexual (véase pág. 121 ). El pene es genera l-
mente descubierto unas pocas semanas antes, como un órgano de
Pero en el caso de la otra madre, la situación es muy diferente:
exq uisita sensibilidada y productor de placer, cuyo movimiento, No hay ninguna señal de aliento, ninguna bendición al final
sin emba rgo, no está sujeto al dominio yo. Luego de sum ir la posi- d1•l recorrido. Hay el mismo deseo de enseñar al niño a caminar
ción vertica l, el niño puede ver su pene "desde más ángu los y lll , pero no como lo hace la madre amante. En efecto, hay ahora
pos iciones que antes, y el acrecentado interés en la micción le lt• tn or, que envuelve al niño. Ese temor lo abruma y no lo deja
agrega un mayor estímulo e importan cia como parte del cuerpo" tv.mzar. Hay el mismo deseo de guiarlo a la meta, pero la meta se
(Greenacre, 1968, pág. 51). 111/t'ille de repente aterradora (Kierkegaard, 1846, pág. 85).

84 85
Anthony continúa con sus propias pa lab ras: .¡ 1ravés de observaciones inesperadas y de ocurrencia regular de
El temor, la ambivalencia, la hostilidad inconsciente, la necesi- ''t 'uencias conductales, y comparándol as con la obra de Phyllis
i 1¡¡•cnacre (1957) sobre la niñez del artista. ¡Nos pareció que lama-
dad de encapsular, impiden que el niño se lance a caminar por su
cuenta. Con su delicada penetración, Kierkegaard cristaliza los \llrf de los deambuladores en período de ejercitación también tenían
momentos del desarrollo en que el deambulador siente el tiroteo 1111 idi lio con el mundo!
al separarse de su madre y afirma al mismo tiempo su indivi- En los casos en que se demoraba el infl ujo de la capacidad
duación. Es una experiencia mixta de enorme satisfacción evolu- dt• libre locomoc ión del ni ño, el regocijo obligatorio ocurría más
tiva, pues el nii'í.o demuestra que puede y no puede hacerlo sin su J,II'( Jc que lo usual. Así, este fenómeno parecía estar definidamente
madre, y su madre demuestra que ella puede y no p uede dejarlo vl 11 ·ulado con, y depender de, la función de activ idad locomotriz
caulinar solo (Anthony, 1971, pág. 263). llilr •, en relación con el estadio de desarrollo de otras fun ciones par-
Al hablar de situaciones de folie a deux, Anthony sigue dicien- ' l.iles autónomas del yo.
do: "la madre psicótica ll ena estos momentos con aprensión, de modo En síntesis, la marcha parece tener un gran significado simbó-
que el niño no só lo tiene a donde ir , sino que teme llegar a cua lquier llt o tanto para la madre corno para el deambul ador: es como si
parte". , 1deambulador que camina solo hubi era demostrado, al lograr la lo-
Ya muy avanzado nuestro estudio ll egamos a comprender que es ' nmoción vertical independiente, que ya puede incorporarse con
más bien la regla que la excepción que los primeros pasos sin ayuda d11r cho al mundo de seres humanos independientes. La expecta-
que da el niño siguen una dirección que lo aleja de su madre u oc u- t l6n y confianza que la madretrasunta cuando siente que su hijo es
rren durante la ausencia de ésta; esto contradice la creencia popu lar ,,¡paz de "lograrlo" ahí afuera, parece ser un importante desenca-
(reflejada por Kierkegaard, entre otros poetas), de que los primeros dt~n a nte del sentimiento de seguridad en sí mismo que experimenta el
pasos se dan en dirección a la madre. La significación de este fenó- 1111 , y quizás también el aliento inicial que lo impulsa a intercambiar
meno merece un mayor estud io. ¡wt de su om nipotenc ia mágica por el placer de la propia autono-
lll fa y de su crec iente autoestirna.
Muchas de las madres parecían reacc ionar ante el hecho de que
sus hijos se alejaran, ayudándolos a hacerlo, esto es, dándoles un sua-
1.11 bajada de tono
ve, o qu izás menos suave, empujoncito, como la madre ave alen-
taría al pichón. Las madres se interesaban en general mucho por el La mayoría de los niños que estaban en la subfase de ejercitación
funcionamiento de sus hijos en este aspecto, pero a veces lo hacían ¡uopiamente dicha parecían tener períodos importantes de regocijo,
también con críticas. Comenzaban a com,pa rar notas, y mostra- 11 por lo menos de relativa exaltación. Eran impermeab les a los golpes
ban preocupación si sus hijos parecían quedar rezagados. En el caso y t'a ídas, y sólo les bajaba el tono cuando se daban cuenta de que su
de mu chas madres, la preocupación ll egaba a concentrarse espec ial- 111 11dre no estaba en la habitación. En esas oportunidades, disminuía
mente en el afán de que sus hijos cam inaran. Una vez que consegu ían 11 movilidad gestual y de actuac ión, se reducía su interés en el am-
hacerl o alejándose a cierta distancia, era como si repentinamente la lll'nte, y parecían estar preocupados con una atención concentrada
mad re comenza ra a preocuparse por si el niño sería capaz de "lograr- lw;ia adentro, con lo que Rubifine (1961) llamó "evocación de imá-
lo" ahí afuera, en el mundo, en que tendría que va lerse por sí mismo. HPI1es".
La locomoción vertica l libre parece transformarse para muchas Nuestras inferencias acerca del estado que hemos denominado
madres en la prueba suprema del hecho de que el infante "lo logró". dt• "bajada de tono" derivan de dos fenómenos recu rrentes: 1) si una
En el curso del período de ejercitación propiamente dicho, nos pl'rsona que no era la madre trataba activamente de consolar al niño,
impresionó el efecto de tremendo regoc ijo, en verdad espectacu lar, ' '~ 1 , perdía su equ ilibrio emocional y rctinpía a llorar; y 2) el estado de
que la locomoción vertical producía sobre el humor general del "ilnjada de tono" del niño terminaba visiblemente en el momento
infante cuadrúpedo, que hasta entonces tambi én había estado muy 1l1' su reencuentro con la mad re que había estado ausente por un
oc upado. Nos dimos cuenta de su importancia para el logro de llrt•ve lapso, aunque a veces no antes de que un corto ll anto liberara
la "experiencia de nacimiento psicológico", la "ruptu ra del cascarón", !11 t nsión acum ul ada. Estos dosfenómenos corroboraron nuestra idea

86 87
de que hasta ese punto el nmo había estado en un especial "es-
tado del yo": esta bajada de tono y la "evocación de la imagen" de
la madre que de ella se infiere, recuerda una depresión anaclítica
en miniatura.2 Tendemos a ver en este hecho el esfuerzo del niño por
asirse a un estado de la mente que Joffe y Sandler (1965) denomina-
ron "el estado ideal del yo", muy afín a lo que Kaufman y Rosenblum
(1968) llamaron "retracción de conservación" en monos.
Algunos niños parecían transitoriamente muy abrumados por
Capítulo 6
el temor de la pérdida de objeto, de modo que el ''estado afectivo
LA TERCERA SUBFASE :
de añoranza filtrado por el yo" corría peligro de transformarse
muy abruptamente en llanto desesperado. Esto es lo que ocurría ACERCAMIENTO
con Barney durante el breve período en que su "individuación"
aún no acompañaba a su estímulo maduracional de locomoción,
que sirve para la separación. Por un tiempo este niño fue incapaz de f ,'11nsideraciones generales
enfrentarse emocionalmente con la experiencia de las separacio- on la adquisición de la locomoción vertical libre y con el logro,
nes autoinducidas de la madre en el espacio. Se quedaba visiblemen- que le sigue de cerca, de ese estadio del desarrollo cognitivo
te aturdido cuando se golpeaba y notaba que su madre no se hallaba t¡ll ' Piaget (1936) considera como el comienzo de la inteligencia
automáticamente junto a él. 111presentacional (que culminará en el juego simbiótico y en el len-
Nuestros datos, con sus abundantes detalles, han demostrado f llnje), el ser humano ha emergido como una persona separada y
inequívocamente que ocurría regularmente una combinación de fac- 11lilÓnoma. Estos dos poderosos "organizadores" (Spitz, 1965) consti-
tores, a partir de los cuales deducimos que había una conciencia llly n los parteros del nacimiento psicológico. En este estadio final del
naciente de pérdida de la mitad simbiótica maternante del yo. La con- pm eso de "ruptura del cascarón", el deambulador alcanza el primer
ducta siguiente, de bajada de tono, tenía diferentes matices en cada 11lv 1 de identidad, es decir, llega a constituir una entidad individual
niño cuando se los comparaba entre sí y a cada uno consigo mismo np rada (Mahler, 1958b).
a lo largo del tiempo . En la mitad del segundo año de vida, el infante se ha transfor-
Hemos establecido que esta añoranza del estado de bienestar y 111,\do en un deambulador. En ese período se vuelve cada vez mas
de unidad o cercanía con la madre faltaba de un modo característico 11 msc iente y hace un uso cada vez mayor de su separación física. Sin
en niños cuya relación simbiótica se había prolongado indebidamente 111nba rgo junto con el desarrollo de sus facultades cognitivas y la ere-
o había sufrido perturbaciones: por ejemplo, en el niño que tenía una t i 'nte diferenciación de su vida emocional hay también una notable
simbiosis exageradamente estrecha y parasitaria con su madre, y en la disminución de su impermeabilidad previa a la frustración, así como
niñita cuya relación madre-hija era lo que Robert Fliess (1961) llamó 1111, disminución de lo que ha sido un relativo olvido de la presencia
asimbiótica. Parecía disminuida e irregular en niños en los que la d ' la madre. Puede observarse un aumento de la ansiedad de sepa-
relación simbiótica con la madre se frustraba porque ésta en parte ltlción; al comienzo, ésta consiste sobre todo en temor a la pérdida
engolfaba y en parte rechazaba al niño, con su conducta impredeci- dt 'l objeto, que puede inferirse de muchas de las conductas del niño.
bl e e impulsiva. l tl falta relativa de interés por la presencia de la madre, que era carac-
lllrfstica de la subfase de ejercitación, es reemplazada ahora por un
11 \1 rés aparentemente constante en determinar dónde está la madre,
2 Aungu e en forma distinta, esta recuperación de la madre ausente en un y por una conducta activa de.,acercamiento. A medida que se desa-
estado de vigilia y bajo tono, en que se evocan imágenes, tiene su paralelo en IIOII a la conciencia de separación del dearnbulador -estimulada por
las exposiciones de Lewin (1946) y de Isakower (1938) acerca de la evocación 1111 apacidad, maduracionalmente adquirida, de alejarse físicamente
de los antiguos " mundos perdidos" en los sueños y del estado de quedarse di ' su madre, y por su desarrollo cognitivo- , éste parece tener una
dormido. 1111 sidad mayor, un deseo de que la madre comparta con él todas sus

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nuevas habilidades y experiencias, así como una gran necesidad de lllt'l nte adquis ición. En cambio, su incipiente temor de pérdida del
amor objetal. 11h) to amado representa un elemento de l confli cto en vías de inter-
Como exp li camos en el capítulo anteri or, la necesidad de cer- IIIICionalización. Algunos deambuladores en edad de acercam iento
canía había quedado en suspenso, por así decirlo, durante el período ¡w 'Cen bastante sensibles a la desaprobación; con todo, defienden
de ejerc itación locomotriz. Por esta razón hemos llamado período de 111 su autonomía con el "No", y co n el aumento de la agres ión y el
acercamiento a esta subfase. III'H tivismo de la fase anal. (Recordamos aquí el clás ico artícu lo
,¡,. Anna Freud sobre el negativismo y la rendición emoc ional, 195 1a.)
Nunca se insistirá demasiado en la importancia que tiene la dis-
ponibilidad emoc ional óptima de la madre durante esta subfase. En otras palabras, en la época en que el deambul ador pequeño
"Es el amor de la madre por el deambulador y su aceptación de la di' 12 a 15 meses se tra nsforma en deambu lador grande, de hasta 24
ambivalencia de éste, lo que permite al niño catexiar su autorrepre- 1111' es, se ha llegado a un punto en que se produce un giro emocional
sentación con energía neutral izada" (Mahler, 1968b). También se ha tln suma importancia. En ese momento el deambulador comi enza
insistido sobre la importancia adicional del padre durante este perío- ,¡ I'Xperimenta r, más o menos grad ualmente y más o menos agu-
do (Loewa ld, 195 1; Greenacre, 1966; Abelin, 197 1). tl.unente, los obstáculos que entorpecen el ca mino de lo que, según
11 'Videntemente anti cipaba en el apogeo de su regocijo de "ejer-
El tipo de acercamiento corporal para " reabastecerse de com-
1llt1ción", sería su "co nquista de l mundo".· junto con la adquisición
bustible", que había caracterizado al infante en período de ejerci -
,¡,, habilidades y de fac ultades cogn itivas preceptúa les primitivas, ha
tación, es reempl azado en el lapso de los 15 a los 24 meses y
li11l> ido una diferenciación cada vez más cl ara, una separación, entre
posteriormente, por una búsqueda deliberada de contacto corporal l11 r presentac ión intrapsíqui ca del obj eto y la autorrepresentación.
íntimo, o su evitami ento. Esto se combina ahora con la interacción l 11 el apogeo mismo de su domin io, hac ia el fin al del período de
entre el deambulador y la madre a un nivel muy superi or: se vuelven 1Ji'r itación, ya ha comenzado a despuntar en el deambu lador
cada vez más importantes el lenguaje simbólico, la intercomu-
i'"Ciueño la idea de que el mundo no es su ostra, que él debe
ni cación vocal y de otros tipos, y el juego (Ga lenson, 197 1). 1111 fr ntarlo más o menos "por sus propios medios", muy a menudo
Durante la subfase de acercam iento, . hem os obse rvado tllmo un individuo relativam ente ca rente de ayuda, pequeño y aisla-
reacciones a la separación en todos nuestros niños. Aventurarnos la do, in capaz de obtener alivio o ayuda meram ente porque sienta
hi pótesis de que la mayor probabi li dad de un desarrol lo posterior ljll' los necesita, ni incluso expresa ndo verbalmente esa neces idad
favorab le se daba entre los niños cuyas reacciones a la separación se (Mn hler, 1966b).
habían caracteri za do por estados afectivos moderados y filtrados por La cua lidad y medida de la conducta de cortejo del deambu-
el yo, en los cua les predominaba la va lenc ia ]Lbidinal (amor en lugar l11dor respecto de su madre durante esta subfase proporciona impor-
de agresión). l.i lll s indi cios de la normalidad del proceso de ind ividu ación. Se
l111r cada vez más ev idente el temor de perder el amor del objeto
Las pautas de seguimiento y de huida (1•11 lugar de temor de la pérdida del objeto) .
Dos pautas características de la conducta del deambulador Pueden observarse incompatibilidades e in comprensión entre
-e l seguimientol de la madre y la huida de ell a, con la expectativa 11 111dre e hijo, aun en el caso de la madre normal y su deambul ador
de ser persegui do y arrebatado por los brazos de la madre-, indi can 1111rmal; éstas arraigan, en gran medida, en ciertas contradi cciones
tanto el deseo de reencuentro con el objeto de amor como el te- di' 'Sta subfase. La ex igencia por parte del deambu lador, de constante
mor del niño de que ese objeto lo reengolfe o reabsorba. Se puede jiiiFiicipación de la mad re, le parece contradictoria a esta: si bien el
observar continu amente en el deambulador una pauta de "evitami en- 111 o no es en ese momento tan depend iente e inerme como lo era
to", diri gida contra pos ibles intromision es en su autonomía, de 11lo med io año antes, y parece ansioso de serlo cada vez menos, sin
t•llibargo da indicios aun más insistentes de que espera que la madre
11 1111parta todos los aspectos de su vid!f Durante esta subfase algu nas
1 El seguimiento (como una sombra: shadowing) significa la incesante vi- 111t1dres no pueden aceptar la actitud exigente de sus hijos; otras, por
gilancia y seguimiento de todos los movimientos de la madre. 11111lraste, son incapaces de enfrentar la gradual separación del niño,

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el hecho de que éste se vuelva cada vez más independiente de ellas 11111ducta gestual, es decir, la afectomovilidad (Homburger, 192 3;
y se vaya separando, y ya no se lo pueda considerar como parte de• ~ l11h ler, 1944, 1949a). El previsible compromiso emocional por parte
la madre (cf. Masterson, 1973; Stoller, 1973). d1 1lt mad re parece facilitar el rico despliegue de los procesos de pen-
En esta tercera subfase, la del acercami ento, si bien la indivi· ll lll iento del deambulador, la prueba de realidad, y la conducta imi-
duación procede muy rápidamente y el niño la ejercita hasta el límite, ltlilva, al final del segundo o comienzo del tercer año de vida. En
también se da cada vez más cuenta de su separación y emplea toda 1111nbio, nos dimos cuenta bastante tarde en nuestro estudio de que el
clase de mecanismos para resistir y contrarrestar su separación dPsDrrollo emocional de la madre en su maternidad, su disposición
rea l de la mad re. Sin embargo, el hecho es que por más insistente· 11110 ional a dejar que el deambulador se separe, a darle, como hace
mente que el deambulador trate de coacc ion ar a su madre, ella y l.t madre ave, un suave empujoncito, a alentarlo hacia la indepen-
él ya no pueden seguir funcionando eficazmente como una uriidad dt•n ia, es de enorme utilidad. Puede ser incluso un elemento sine
dual, es decir, el niño ya no puede mantener su delusión de omnipo· t/lltl non de la individuación normal (sana).
tenci a parental, que él aún espera a veces que restablezca el status
qua simbiótico. '¡•¡iales de peligro en la su/fase de acercamiento:
La comunicación verbal se hace cada vez más necesa ria; la
lurnento de la ansiedad de separación
coerción gestual por parte del deambulador o la empatía preverbal El así ll amado seguimiento del deambulador detrás de su madre
mutua entre madre e hijo ya no bastan para alcanzar el fin de la satis- (lt 1 fenómeno opuesto, de " huida", que tan a menudo encontra-
facción , el del bienestar en el sentido de Joffe y Sandler (1965). IIIOS al comienzo de esta subfase) parece en cierta medida algo
El deambulador pequeño se da cuenta gradualmente de que sus obje- lllt'Vitable. (Algunas madres, con su prolongada sobreprotección
tos de amor (sus padres) son individuos separados con sus propios 11 lntrusividad, enrai zadas en sus propias ansiedades y a menudo en
intereses personales. El niño debe abandonar en forma gradua l y liS propias necesidades simbiótico-parasitarias, se transforman ellas
penosa la delusión de su propia grandeza, a menudo a través de lu- 1111 ·mas en " la sombra" de su hijo.) En casos normales, el seguimien-
chas dramáticas con su mad re, y menos, en nuestra opinión, con ln por el deambulador cede el paso a un cierto grado de constancia
su padre. Esta es la encru cij ada que denominamos "crisis de acer- 11hjetal hacia la segunda mitad de tercer año. No obstante, cuanto
camiento". 111 •nos emoc ionalmente disponible esté la madre en la época del
111 rca miento, con tanta mayor insistencia e incluso desesperación
La actitud de la madre t i dea mbulador intentará cortejarl a. En algunos casos, este proce-
en periodo de acercamiento del deamf?¡,tlador o drena un a ca ntidad tan grande de la energía evolutiva de que
dispone el niño, que como resultado no queda energía ni libido ni
Segú n su propia adaptac ión, la madre puede reaccionar a las
llf\1' sión constructiva (neutralizada) suficientes para la evolución de
exigencias del niño durante este período con una disponibilidad emo-
ltlu has emergentes del yo.
cion al continuada y una participa ción juguetona, o con toda una
gama de actitudes menos deseables. Sin. embargo, hemos podido Los casos que exponemos brevemente a continuación servirán
estab lecer que es la continuada disponibilidad emocional de la madre pMa ilustrar no sólo las pautas conducta les peculiares de esta subfase,
lo que res ulta esencial para que el yo autónomo del niño alcance su lno también conductas que hemos llegado a reconocer como signos
capacidad fun cional ópti ma, mientras va cediendo su confian za en la ¡H•Iigrosos en el período de acercami ento.
omnipotencia mágica. Si la madre está "serenamente disponible" con Las necesidades de acercamiento de Barney comenzaron mucho
un pronto abastec imi ento de libido objetal, si comparte las hazañas 1111H de lo hab itual y se manifestaron con particular agudeza. Esto
del deambulador aventurero, si responde al juego con el juego y podría rastrearse remontándose a su desarrollo locomotor precoz
facilita así los saludables intentos de imitación e identificación del durante la subfase precedente. Es el mismo niñito que tenía un típi co,
niño, la intern ali zación de la relación entre la madre y el deambu- 11Unque muy precoz, "idilio con el mundo". Q.urante el curso de su
lador puede progresar hasta el punto en que, con el tiempo, se ini - "t•j rc itación", entre 9 y 11 meses, se caía y se lastimaba a menudo,
cia la comunicación verbal, aunque aún predomine una vivaz poro siempre reacc ionaba con gran impermeabilidad. Gradualmente,

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al fin del undécimo y durante el duodécimo mes, llegó a mostrarse I'Hia tendencia al acc idente, convirtiéndola en un rasgo permanente
muy visiblemente perplejo al descubrir que su madre no estaba a ma- de persona lidad. El origen de este rasgo reside incuestionab le-
no para rescatarlo de situaciones de peligro. Desde los 11 meses 111 •nte en un desequilibrio evolutivo producido durante la segunda y
en adelante, comenzó a llorar cuando se caía. En la medida en que l,¡ tercera subfases. (Las subfases de ejercitación y de acercamiento
llegó a cobrar conciencia cognitiva de su separación de la madre, co- I'S l ban bastante entremezcladas en el caso de Barney.) Un impor-
menzó a desaparecer su calma aceptación de golpes y caídas. l.lnte factor ad icional que contri buyó a la conducta de "huida" de
Durante la edad cronológica del acercamiento, manifestó en I!Mney fue su identificac ión muy precoz con su padre, al que adora-
grado exagerado la actitud opuesta al seguim iento. Desafiaba a su
¡,,¡ realmente como a un héroe, y su imitación especu lar de éste.
'1' permitía que los niños miraran, adm iraran y, a veces, participaran
madre huyendo de ella, en la confianza y esperanza (correcta) de que
l'll las hazañas atléticas de su padre, que eran muy riesgosas.
ella lo correría y alzaría en brazos, anulando con ello momentánea-
mente la separación física. La madre hizo una respuesta cada vez más Una manifestación diferente de la subfase de acercamiento de
frenética a esta peligrosa conducta de huida, de modo que por un nhservó en niños cuyas madres eran incapaces de adaptarse a la
tiempo desesperó de poder enfrentar la "inquietud" de Barney. Luego dl'svinculación progresiva y/o a las exigenc ias cada vez mayores del
alternó entre restringir a Barney y, por puro agotam iento, abandonar niño en crec imiento. La no disponibilidad maternal hizo que el pe-
su habitual vigilancia de las necesidades del niño y su sintonización l'rodo de ejercitación y exploración de tales niños fuera bastante breve
de las seña les de éste. Una de dos: o se precipitaba hacia el niño en y poco autónomo. Como nunca podían tener certeza de la disponi-
cualquier situación, fuera o no real la necesidad que éste expresaba, bili dad de sus madres y siempre estaban entonces preocupados
o se mantenía alejada de él cuando era realmente necesaria. En otras por ello, les resultaba difícil investir libido en su ambiente y en
palabras, su disponibi lidad inmediata se volvió temporariamente •u propio funcionamiento. Después de un breve rato de ejercitación,
impredecible. Sin embargo, la perturbación de la relación entre el los volvían a sus madres con una intensidad cada vez mayor e intentaban
durante este período no fue total; no llevó a Barney a la hostilidad o por todos los medios posibles hacerlas participar. Luego de expre-
a esc indirse del mundo de los objetos, ni siqu iera a un aumento de la •1lones relativamente directas de la necesidad que tenían de sus ma-
ambivalencia. Había muchos aspectos positivos en la subfase de acer- dr•s, tales como traerles un libro para que les leyeran o golpear los
camiento de Barney. Con frecu encia traía todo lo que encontraba en libros o la costura en que las madres se ocupaban habitualmente,
l.lsaban a med idas más desesperadas, como caerse o esparcir ga-
las cercanías de su madre y le llenaba el regazo; se quedaba quieto
cerca de ella y armaba rompecabezas en su regazo con su ayuda, l loli ta s por el piso y pisoteadas en una rab ieta, siempre con un ojo
o miraba un libro de lám in as con ella. La relación entre Barney y su diri gido a conquistar la atención de sus madres, si no su participación.
madre se volvió más coherentemente satisfactoria con el advenim ien- La dotación innata muy buena de una de las niñas que inte-
to de la cuarta subfase (consolidación de la individuación y de la l 1',1ban este gru po, la ayudó en lo referente a la rapidez con que se
constancia objetal), cuando aquél se transformó en un niño pac iente, di!Sa rrolló su lenguaje; om itió casi por completo el período habi-
de buen funcionamiento, y, dentro de límites normales, más seden- l th 1 de media lengua. Esta adquisición precoz de la comunicac ión
tario. Vl'rba l puede haber ocurrido precisamente porque su madre podía
Cons ideramos que la exagerada conducta de "huída" de Barney 1omunicarse mejor con ell a por medios verbal es que por cua lquier
durante la subfase de acercamiento fue resultado de la maduración 1111" ; esta madre se dirigía verbalmente a su hija y a veces incluso
11
precoz de su función locomotriz durante la subfase de ejercitación. En 1.1 consultaba", como si la niña fuera de su misma edad.
ese lapso, se había enfrentado con el hecho de la separación física de Esta niña mostró luego lo que nosotros ll egamos a considerar
la madre, antes de que sus funciones emoc ionales e intelectuales lo 1omo una señal de peligro en la tercera subfase. Se mostraba muy
hubieran preparado para el la. El carri l evo lutivo de la individuación li'llsible en su preocupación por saber dónde estaba su madre en todo
estaba retrasado respecto del de la separación . Como resultado, el lllomento, y tendía a seguirla en todos sus movimientos o cuando ésta
niño no podía evaluar adecuadamente los peligros potenciales de sus •lht ndonaba la habitación . La niña mostraba una acentuada ansiedad
proezas locomotrices (véase Frankl, 1963). Un conjunto de facto- dt• separación y no era fácil consolarla en ausenc ia de su madre.
res sobredeterminantes llevaron más tarde a una consolidación de l .1 relación estaba en ese estadio temprano jaq~eada por muchos

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indicios precursores de serios conflictos evolutivos, que daban origen 111 lad de exhibir su orgullo masculino, su pene, a su hermanita.
a acentuada ambivalencia y a la escisión de objetos "buenos" y "ma- lli t'rem entó así la envidia del pene por parte de ésta, y otro tanto
los" y probablemente también de las autorrepresentaciones. En una III 'Urrió con su desconfianza de la madre.
palabra, esta niñita mostraba de una manera exagerada las perturba- Luego se produjo una lucha alrededor del control de esfin-
ciones o crisis características del acercamiento. 111 •s, entre madre e hija. A los 2 años de edad, la niña comenzó a
Puede ser de interés referir algunos detalles de la historia evolu- 111i li zar el control de esfínteres para desafiar a su madre; se le pro-
tiva de esta niña en el curso del ominoso período de los "segundos 18 dlljo una seria constipación como resultado de la retención deli-
meses de vida". h t• ¡·~da de las heces.

Ya habíamos observado que el juego de esta niñita tenía una No vimos a esta niñita por unos 3 meses (desde los 25 a los
1H meses), y en este lapso nació una hermanita.
cualidad de formación reactiva precoz. La madre informó que su
hija había manifestado disgusto cuando le dio una parte de la arci- La niña volvió a los 29 meses de edad, muy pegada a su madre,
lla de su hermanito mayor para que jugara con ella, y esto ya había '111' llevaba en brazos a su nueva hija. La madre perecía atormenta-
ocurrido a los 18 ó 19 meses. El entrenamiento de control de esfín- di! y cansada cuando entró en la habitación. Se quejaba de que su
teres de la niña comenzó alrededor de los 20 meses, aparentemente lii¡n la estaba volviendo loca. En verdad la niña se había mostrado
sin presión.Ya decía la palabra "do-do" asociada con la micción o lilli y dificil, con sus lloriqueos y exigencias, pero además en los úl-
defecación , y al comienzo la madre sintonizaba muy bien las il lllOS 2 ó 3 días había estado reteniendo las heces y no había tenido
señales de su hija respecto de sus necesidades excretorias. Desde los 11111 guna deposición. Según su madre, la niña sufría casi todo el
20 meses en adelante se la oyó decir repetidamente "Bye-bye, wee ili'111 po y se sentía en realidad muy incómoda. El pediatra, decía
wee" cuando tiraba la cadena del inodoro. Sin embargo, muchos ' ll n, le había asegurado que éste era un hecho normal después del
observadores notaron pronto que estaba empezando a pedir viajes lhiCim.iento de otro niño, y que ella debía tomarlo con calma y no
al baño cuando quería atraer la atención de su madre o cuando de- 111t'star ningu~a atención a las prácticas eliminatorias de su hija en
seaba impedir que ésta abandonara la habitación para acudir a una ' Mt' período. Decía con un gesto de impotencia: "Pero simplemente

entrevista -en todo caso, más frecuentemente que la posibilidad 1111 puedo hacerlo".
de que tuviera realmente un necesidad intestinal o urinaria-. O bservamos a esta niñita en el cuarto de deambuladores
11 11·ntras jugaba con agua. Sin embargo, éste no era el tipo de juego
Esta niñita ya controlaba el intestino a los 22 meses y a esa
ljl l ' les gusta habitualmente a los niños de su edad, y nos pare-
edad lograba pasar días sin mojarse. Al comienzo del control
' l1'1 q ue lo hacía en forma bastante "compulsiva". La niñita empezó
de esfínteres (particularmente el anal) vimos que estaba dispuesta y
1 1 •stregar un tazón al cual se había pegado harina, y estaba muy
era capaz de complacer a su madre, de modo que tanto la madre
d1•c idida a limpiarlo fregándolo, pero no pudo lograrlo y se fastidió.
como la hija hallaban en la operación excretoria una zona de
i1·6 a la observadora y dijo: "Tazón sucio". Durante todo ese rato
encuentro cargada positivamente desde el punto de vista emocio-
¡t1t1' · ía muy incómoda. Necesitaba obviamente defecar y estaba
nal. Pero en dos meses las prácticas eliminatorias habían entrado en
IHjt> continua presión intestinal. Le brotaron gotitas de transpi-
la esfera conflictual de esta interacción madre- hija. A los 23 me-
,,¡¡·ió n de la frente y el color del rostro le iba y le venía. Dos veces
ses la deambuladora acostumbraba mojar con orina toda la habita- 1!ll'rió al baño. Se sentó en el inodoro y orinó; luego se levantó y
ción, y se valía de ello como un arma. La madre estaba entonces 1 preocupó de tirar la cadena. Volvió al cuarto de deambulado res
embarazada y a medida que pasó el tiempo su preñez hizo que \' jugaba distraída con plastilina, pero de nuevo, y durante todo el
adoptara naturahnente una actitud de ensünismam.iento narcisista. llll'¡i;O, estaba incómoda y lo pasaba sacudiéndose y saltando, a la vez
Tenía cada vez menos reacciones positivas ante las exigencias de su lj ll ' empalidecía repetidamente. Por último, se precipitó y corrió al
hija de que la acompañara al baño de su casa, ubicado en el primer llill'l , se sentó en el inodoro y dijo a la observadora: "Dame un
piso. En verdad, la madre nos dijo que pedía a su hijo, que entonces lih l'()" . M ientras estaba sentada haciendo fuerza, miraba a la obser-
tenía 4 años, que la sustituyera llevando a su hermanita al baño. El •,ld ra con expresión bastante apenada en el rostro y le dijo:
niño, según nos enteramos después, no desaprovechó la oportu- ' No dej es entrar a mamá". La observadora la animó a hablar un
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poco más de esto, y la rumta dijo: "Mamá me lastima" .2 Lue- 11 co nfortante. Pese a su excelente dotación, la niña era incapaz de
go miró el libro, las láminas de gatitos y potrillitos. Cuando la 1vl t~r la embestida de la ansiedad de separación y el colapso de la
observadora le estaba mostrando las láminas de los animalitos de 11 11 0estima. Su cólera contra la madre por no haberle dado un pene
granja, la niña se mostró cada vez más incómoda. Se miraba q1,1rece inconfundiblemente en su material verbal. Ambicionaba
la bombacha, que se había manchado, y pidió una limpia. Por últi- 1! 1 regalos que la madre recibía del padre. La niña, en su desalien-
mo, con extrema incomodidad, parecía incapaz de retener por má. 111, se volvió hacia su padre, y cuando la madre quedó embarazada,
tiempo las heces y pidió: "Que venga mi mamá; que venga mi t 11 medio de su perplejidad igualó obviamente los regalos con el

mamá". La madre llegó en seguida, se sentó junto a ella, y la niña l1•16, con las heces y con un pene. Mostraba gran confusión acer-
le pidió que le leyera. 3 1,¡ de los contenidos del cuerpo; sus propias fantasías de preñez eran
La observadora participante miró desde la cabina y notó que 1111 1y evidentes, pero no le resultaba claro qué tenía cada cual (hom-
la madre le estaba leyendo el mismo libro acerca de los animales hl t' o mujer) en su vientre. Parecía esperar un bebé del vientre de
de granja que le había leído la primera observadora. Señalando a 11 padre, así como del vientre de su madre.
los animales, la niñita dijo: "Mi papá tiene un chanchito en su La relación madre-deambuladora era tal que la niña tenía que
barriga". Su madre la miró perpleja y preguntó: "¿Qué?" La niña ,lt• •nder a la madre buena contra su propia rabia destructiva. Lo
repitió la frase. La madre parecía perturbada, pues su hija estaba 1111. escindiendo el mundo objetivo en " bueno" y "malo", para
hablando cosas sin sentido. Le tocó la frente para ver si tenía fiebre, 111 ,1ntener apartados lo bueno y lo malo. Lo bueno era siempre el
pero la deambuladora sonri6, señaló de nuevo el libro, y dijo: "No, 11hjcto parcial ausente, nunca el objeto presente. Para aclarar esto,
es un caballito". En este momento, con una expresión de dicha en 1lt•s ribiremos otra secuencia de eventos y verbalizaciones de esta
su rostro, defecó. Luego de mover el intestino se levantó del ino- 11 11 ita a los tres años . Cuando su madre se iba, la niñita tenía rabie-
doro; parecía relajada y comenzó a jugar a las escondidas con ! 1 ~ y se pegaba a su querida y familiar maestra jardinera, pero no
una puerta de vaivén, pidiendo a la observadora que se pusiera ~ lll maltratarla verbalmente, aunque manteniendo siempre los
detrás. h1 ,1ZOS alrededor de su cuello. Cuando leían juntas un libro, encon-
En este episodio, la secuencia de conductas y verbalizaciones l1 .1ba errores en cada lámina y cada frase que la maestra leía; retaba
nos permitió extraer conclusiones, reconstruir los elementos pre- 1 l:1 maestra; todo era al revés de lo que la maestra decía, y ésta
cursores, por así decirlo, del desarrollo de la neurosis infantil in statr.1 11;1" mala, mala, mala" .
nascendi de esta niñita. Deficientemente abastecida por la madre Mahler observó esta conducta desde la cabina de observación
desde el punto de vista emocional, ni el investimiento libidinal en y se aventuró a entrar muy despacito en el cuarto de juegos, donde
su auto-representación ni su excelente deS9.rrollo de autonomía • sentó en el ángulo más alej ado de la niñita y su amada y odia-
habían sido suficientes para reemplazar en forma gradual la omni- 11!1 m.aestra. La deambuladora inmediatamente captó la presencia de
potencia simbiótica temprana, que es una actitud forzosa en el l11" intrusa" y le ordenó encolerizada que saliera. Mahler interpretó
niño. La niña no podía identificarse de un modo progresivo y gra- , 0 11 suavidad a la niña diciéndole que comprendía: la niña deseaba
dual con la imagen materna "buena"; no podía hacer suya por 11 '~1lmente que no volviera nadie sino su madre por esa puerta y por
asimilación (internalización) una función maternante suave y • o estaba tan enojada. También estaba muy enojada porque no era
11 mamá, sino la observadora, la que le estaba leyendo. Mahler
111 siguió diciendo que ella sabía que mamá volvería pronto. Con
2 Vemos aguí la profunda confusión del niño entre dolor infligido desde 1' t~ casi-interpretación, parecían haberse abierto algunos canales
fu era y dolor derivado de fuentes somáticas (de dentro del cuerpo). En la l1hidinales; la niñita puso su cabeza en el hombro de la observado-
mente de 29 meses de esta niñita, el dolor parece provenir del introyecto 111 y comenzó a llorar suavemente. En seguida, volvió la madre. Fue
"malo"; las sensaciones dolorosas internas se externalizan luego y se atribuyen lllliy instructivo observar, sin embargo, que en ese reencuentro no
a la madre "mala". t notó ni un atisbo de exultación o felicidad en la niña. Sus
3 Tan pronto como el dolor se torna insoportable, la madre simbiótica es p1·imeras palabras fueron: "¿Qué me trajiste?", y volvió a manifes-
la única invocada para ayudar en la dolorosa eliminación de las heces. IM su disconformidad con lloriqueos.

98 99
Por un buen tiempo esta niñita no logró alcanzar una repre pm el mundo, aun al llegar a la subfase de acercamiento, mientras
sentación de objeto unificado o reconciliar las cualidades buenas 111 1<' al mismo tiempo compartía todo lo que su madre estuviera
y las males del objeto de amor. Al mismo tiempo, sufrió detrimen 1!~puesta a compartir con él. Sólo hacia el final de la subfase de acer-
to la integración de su propia autorrepresentación y su autoestima . ' .tmiento cuando esperamos comúnmente que la conducta de
Por contraste, lo que vimos en el caso de Barney era merament<' .11 <'rcamiento ceda el paso a la constancia del objeto libidinal, com-
una distorsión evolutiva transitoria de una crisis de acercam iento. En pr •ndimos excedía evidentemente las fuerzas de Matthew.
el caso descripto in extenso mas arriba, observamos una formación d<• Durante el com ienzo de la subfase de acercamiento, Matthew
síntoma, una constipación que duró hasta avanzado el sexto año, 11frió una operación de emergencia de hernia. (Esto ocurrió durante
desarroll ada sobre la base de una relación madre-hija bastante insa- l11s vacaciones de verano.) La madre de Matthew nos dijo que tenía
tisfactoria, pero activada y en gran medida producida por la tensión '111 dejar a Matthew en el hospital, donde éste se sentía muy des-
acumulada y también por traumas a raíz de shocks. 1lc·hado. Sin embargo, se dijo que se había recuperado rápidamen-
Hasta bien ava nzada la cuarta subfase, la relación de esta niñita '" luego de volver al hogar. Cuando lo volvimos a ver, a la edad de 18
con su madre siguió plena de ambivalencia. Sin embargo, su rendi - III<'Ses, no mostraba signos de tensión excesiva, aunque observamos
miento escolar era excelente. Su desarrollo socia l era bueno. Nuestro q11 había adoptado una pauta de trepar a posiciones poco seguras.
estudio de seguimiento nos dirá más sobre el destino corrido por su 1 .t interacción entre Matthew y su madre siguió siendo placentera,

neurosis infantil.4 •ll tnque ésta tenía que dejarlo entonces librado a sí mismo en nuestro
! t•ntro, mientras su hermano mayor comenzaba a asistir al jardín de
Una relación aparentemente muy armoniosa parecía caracteri-
lnfc ntes. La madre se vio precisada a func ionar como "madre ayu-
zar la interacción madre-hijo entre Matthew y su madre, durante toda
d,ulte" de maestra jardinera, y a tomar turnos con otras madres en el
la subfase de ejerc itac ión locomotriz. La madre tenía la capac idad
¡.trdín de infantes.
de alenta r la independencia y autonomía de sus hijos, mientras que
al mismo tiempo parecía estar totalmente dispon ible para el los en el Matthew comenzó entonces a mostrar algunos signos de tensión.
plano libidinal; es decir, cal ibraba su respuesta a Matthew con una 1 lurante la ausencia de su madre, necesitaba que una observadora lo
gran comprensión intuitiva de sus variables necesidades. La capaci- 11 1viera en su regazo. Tendía a cansarse más fácilmente, y hacia el final
dad de la madre para hacerlo, según creímos en esa época, asegura- dt• la mañana regresaba a veces al gateo, en lugar de caminar. Sólo
ba a Matthew una suave progresión hacia los comienzos de la subfase 11M s pocos meses después de nacido su hermanito, Matthew mostró
de acercamiento. Pese al embarazo de la madre y la ll egada de un lgnos visibles de perturbación, con su práctica de lastimarse casi
hermanito cuando Matthew tenía 19 meses -época en que aumen- lt.tbitualmente y con un acentuado aumento de su facilidad para llo-
ta de intensidad la renovada necesidad que el déambulador tiene de ltlr. Trepaba con frecuencia al regazo de su madre, cosa que ésta per-
su madre-, el niño parecía seguir bastándose a sí mismo. Era capaz lllitía cuando no tenía en brazos al bebé. Sin embargo, cuando la
de usar a otros adultos como sustitutos de la madre y parecía haber 111adre estaba ocupada con el bebé, Matthew se dirigía a otros adul -
logrado alguna identificación con ésta, como lo mostraba su interés to . Prestaba muy poca atención al bebé. Aunque aparentemente
por otros bebés y por su hermanito, interés en el cua l el elemento t•guía estando alegre, había signos sutiles de que no todo andaba tan
agresivo parecía al comienzo sorprendentemente bien controla- l¡l n como debería. A medida que pasó el tiempo Matthew se tor-
do. Observamos que Matthew tenía también una buena relación con nó inquieto e hiperactivo, y se caía aun más que antes. Mostraba gran
su padre. Parecía capaz, en suma, de mantener un prolongado interés Interés por su imagen en el espejo, y le hacia caras. (La sign ificación
il ' esta última conducta es difícil de interpretar.)5
La madre de Matthew necesitaba creer que éste estaba madu-
4 El estudio de seguirni ento Jo está realizando John B. McD evitt, junto ¡,¡ndo y por lo tanto aumentó su expectativa de que el niño llegara
con Anni Bergman , Emn1agene Kamaiko, y Laura Salchow, actuando como ,¡ ser cada vez más independiente (!) . En realidad, la madurez
consultora M . Mahler. Patrocina este trabajo la junta directiva del Master's
Ch.ildren's Center, y, en medida limitada, el M. S. Mahler Research Fund de la
Menil Foundation. 5 Cf. los estudios de McDevitt sobre la imagen especular (inéditos) .

100 101
,.
aparentemente mayor de Matthew -su identificación especular con En el caso de Henry, la segunda preñez de la madre y el destete
sus hermanos mayores, especia lmente con los de edad escolar- d11l niño ocu rri eron en el punto culminante del estado en el cual la
puede haber sido también una especie de triste resignación a 1.1 11ilf se temprana de ejercitación se superpone con la subfase de dife-
depresión; a la madre le habría resultado demasiado penoso recon 11 11 iación . (La madre se incorporó a nuestro proyecto cuando Henry
cerio. Otra forma de intento de adaptación fue la identificación con 11 nf un poco más de 9 meses.) En esa época, el niño gateaba hasta
el bebé rival. Matthew mostraba signos de querer ser él mismo ,¡¡ t•rcarse a ella con frecuencia y gritaba para que ella lo levan-
un bebé; como su hermanito, por ejemp lo, se metía en el corralito. 111'• : parecía necesitar contacto y continuo reabastecimiento o "recar-
Sin embargo, esto su madre no podía tolerarlo. Matthew le repl icabd 1t1 11 por parte de la madre. Esto ocurrió cua ndo comenzó a ejercitar
volviéndose menos obediente a las indicaciones verba les de la madre, 11111 cautela los preliminares de la locomoción vertical sin llegar a ca-
y comenzó a mostrar alguna actividad agresiva difusa, tal como arro· llllna r. La conducta de acercamiento y solicitación que mostraba
jar cosas o corretear sin rumbo fijo. Con anteriorid ad se había descrito l lt•nry ocurrió entonces en forma prematura, antes del período de
a Matthew como un niño feliz y radiante. En este otro período, aún IJPrcitación de la locomoción vertical. Se hallaba estrechamen-
continuaba sonriendo, pero había una impresión unánime entre los 11 • vinculada con el evidente aislamiento emocional de la madre
observadores de que su sonrisa carecía del brillo anterior. Ahora era durante su embarazo; en este respecto, el caso de Henry recuerda el
tensa, y parecía más una mueca que una sonrisa, como si con dt • la niñita que hemos relatado anteriormente. A los 11 a 13 meses
ella expresara su sumisión a las expectativas de su madre, a la vez que 11•nry realizaba proezas motrices que sobrepasaban a las de los
una apelación al mundo general. Además Matthew no reaccionaba dl'fnás niños de su grupo de edad y que todos admiraban, pero que su
mucho a las ausencias de su madre cuando ésta se iba de la habi· 111, dre daba simplemente por sentadas. Después de haber llegado él
tación, o quizás no se perm itía hacerlo. lln. !mente a dominar la locomoción vertical activa, a los 14 meses, la
A la edad de 2 años, la madre envió a Matthew al cuarto de llli.ldre cesó totalmente de responder al renovado cortejo activo de su
deambuladores, sin ella. En verdad, las exigencias que el resto de la illj . Como consecuencia Henry procedió a adoptar recursos táci-
familia implicaba para ella eran tan grandes que no pudo traernos lo cada vez más exagerados para atraerla. Durante los meses cá lidos
regularmente al niño más pequeño, que habría sido el cuarto niño d dt• verano llevaba sudando pesados juguetes en sus brazos para entre-
la familia que hubiéramos podido observar en nuestro estudio. KMios a su madre, casi como ofrendas, pero sin que le sirvi era de na-
La maestra del cuarto de dambuladores observó a Matthew mas- tltl. El carácter exagerado y repetitivo de este modo de acercamiento
turbándose de una manera autoagresiva, muy a menudo agarrando su por un período de semanas era obviamente sintómatico y sobredeter-
pene y levantando las piernas, es decir, regresando a la activ idad auto- mlnado. En el había incorporados algunos elementos de la costumbre,
eróti ca.6 La observadora del cuarto de jl.iegos notó que las expre- que desde el com ienzo tuvo la madre, de sustitu irse a sí misma por
siones faciales de Matthew no cambiaban aprop iadamente junto con Juguetes. También contenía elementos somatopsíquicos de identifi-
1 ~ ión con la muy avanzada gravidez de la madre; y había también
los cambios de situación que le ocurrían, y que tendía a volverse
inquieto e hiperactivo. Así, parece que la acumulación de traumas 111 mentos de aquiescencia al deseo consciente e inconsciente de la
(traumas de shock y de tensión en el sentido de Kris; cf. también Khan, rnadre, de que su hijo fuera grande y fuerte (era más bien pequeño).
1963) era excesiva para Matthew? El niño salió de la subfase de Por último, la actitud del .niño contenía elementos de prelimina-
acercamiento con tendencia a hall ar satisfacción en actividades auto- 1 ' primitivos de defensa, tales como identifi cación (espejamiento)

eróticas y autoagresivas, así como en la hiperactividad, y con una es- y proyección. Luego de fracasados todos estos recursos, vimos muy
pecie de blandura en su vida afectiva, todo lo cual, a la observación pronto, después de un período de depresión grave (Mah ler, 1961 ),
superficial, parecía satisfacer los deseos de la madre de que llegara a 1 mo este niñito recurría gradualmente al mecanismo de la entrega

ser independi ente y siguiera siendo su muchachito "grande" feliz. masoquística.


Ya nos hemos referido al fenómeno del seguimiento. Cuando
6 No de la manera tranquila y serena que vimos en otros niños. r sulta excesivo, es a nuestro parecer una de las señales de peligro de
7 En medio del api ñamiento en que vivía la señora M ., parecía inevitable 1' ta subfase, un signo de que la conciencia de separación que tie-
la exposición a la escena primaria. 11 el niño le está causando gran tensión: el niño intenta aferrarse a la

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madre tratando de responder a cada movimiento y variación del 'l comienzo del acercamiento
ánimo de ésta, y planteándole además insistentes ex igencias. En el ca-
Al rededor de los 15 meses, notamos un importante cambio en la
so de Tommy, el rasgo sobresaliente del proceso de individuación
fue este fenómeno de seguimiento, su negativa a permitir que la ma- ·alidad de la relación del niño con su madre. Durante el período
ele ejercitación, como ya hemos dicho, la madre era la " base de
dre se le perdiera de vista. Tommy seguía los movimientos de su
operaciones" a la que el niño vo lvía a menudo en los momentos
madre con el rabillo del ojo; se precipitaba literalmente hacia ell a tan
'n que le era necesari o -cuando quería alimento, consuelo, o para
pronto como ésta se dirigía hacia la puerta, o cuando hacía cua lquier
"reabastecerse" cuando se sentía cansado o aburrido-. Pero durante
movimiento. Sus comun icaciones voca les frecuentes estaban dirigidas
'ste períod o el niño no parecía reconocer a la madre como una per-
exclusivamente a su madre y se desarrollaron en forma gradual hasta
sona separada de existenc ia autónoma. Más o menos en torno a los
adquirir el carácter de comun icac iones verbales mal enunciadas, en
las que el niño manifestaba sobre todo impaciencia. Era uno de
15 meses, la mad re ya no era sólo la "base de operaciones"; parecía
'Starse transformando en una person a con la cual el deambulador
esos deambuladores (como Barney) en los que la locomoc ión
deseaba compartir sus descubrimientos del mundo, cada vez más
ya había producido una conc iencia de sí mismos como algo separa-
, mp lios . El signo conducta ! más importante de esta nueva manera
do de la madre, antes de que estuvieran emoc ionalmente preparados
ele re lacionarse era el traer continuamente cosas a la mad re, llenarle
para enfrentarse con esa conciencia. Esto hi zo que Tommy tuviera
berrinches que duraban mucho más que los pocos minutos de
'1regazo de objetos que el niño había encontrado en su mundo en
costu mbre. xpansión . Todos esos objetos eran interesantes para él, pero el prin-
ipal investimi ento emoc ional reside en la necesidad que tiene el
En genera l, las seña les de peligro potencial que se observan niño de compartirlos con su madre (véanse los casos de Barney,
durante esta fase in cluyen una ansiedad de separación mayor que llenry y otros, págs. 94-1 02) . Al mismo tiempo, el deambulador indi -
el promedio; un excesivo segu imiento de la mad re o una continua aba a la mad re con palabras, sonidos o gestos, que deseaba que
"hu ida" impulsiva de ell a, con el fin de provocarla a que atrape al lla se interesara en sus "descubrimi entos" y participara con él en dis-
niño; y, finalmente, excesivas pertu rbac iones del dormir. (Algunas per- rrutarlos.
turbaciones transitorias del dormir son una característica normal del
j unto con la incipiente conciencia de separación, el niño ll ega-
segundo año de vida.)
ba a comprender que los deseos de su madre no eran siempre de nin-
Seleccionando material de nuestros datos y de su procesamien- guna manera idénticos a los suyos, o al revés, que sus propios deseos
to, ll egamos a establecer que podíamos subd ividi r el acercam iento no siempre co in cidían con los de su madre. Esta comprensión desa-
en tres períodos: 1) el com ienzo del acercamiento; 2) la crisis de acer- fi aba fuertemente el sentim iento de grandeza y omnipotencia del
ca mi ento; y 3) las so luciones individuales de está' crisi s, que dan por 1 eríodo de ejercitación, en que con su personita se había sentido "en
resultado pautaciones y características de personalidad con las que la cumbre del mundo" (Mahler, 1966b). ¡Qué golpe para la omnipo-
el niño entra en la cuarta subfase de la separación- individuación, l ncia en la que creyera hasta entonces sin duda alguna! ¡Qué pertur-
es decir, la consolidación de la indiv iduación, es decir, la consolida- bac ión para la bienaventuranza de la unidad dual!
ción de la individuación.
En paralelo o concomita ncia con esta sensación del niño, de
Llegamos a estas subdivisiones comparando mes por mes a los que la madre era una persona "q ue estaba ahí afuera, en el mundo"
nueve niños más exhaustivamente estudiados - el último grupo y con la que él quería compartir sus placeres, notamos que la exa l-
de nuestro estudio- con respecto al desarrollo de sus relaciones tada preocupación del deambulador por la locomoción y la explo-
objetales, sus estados de ánimo, sus tendencias psicosexuales y agre- rac ión por sí mismas estaba comenzando a disminuir. La fuente de
sivas, y también su desarrollo cognitivo. Cuando describamos con máximo placer del niño se desplazaba de la locomoción indepen-
mayor detalle el acerca miento, utilizaremos ejemplos de los estudios di ente y la exploración del mundo in anima<;lo en expansión, a la inter-
detallados acerca de estos niños. ~cción social. Los juegos de escondidas (Kieeman, 1967) y tambi én
los de imitación son ahora los pasatiempos favoritos. El reconoc i-
miento de la madre como una persona separada en el amplio mundo

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iba paralela a la conciencia de la existencia separada de otros niños, Pero el nmo en etapa de acercamiento desarrolla relaciones
de que éstos eran similares, pero diferentes, del yo de uno. Esto se po- r n otras personas del ambiente, aparte del padre y la madre. En
nía en evidencia por el hecho de que los niños mostraban entonces PI caso de los niños de nuestro estudio, pudimos observar que desde
un mayor deseo de tener o hacer lo que otro niño tenía o hacía, Jlrededor de 16-17 meses en adelante gustaban de pasar períodos
es decir, un deseo de actividad especular, de imitación, de identifi- r da vez más largos apartados de sus madres, en el cuarto de deam-
cación en cierta medida con el otro niño. Los niños deseaban los buladores, y que tanto los niños como las niñas por igual comen-
juguetes o la copa de jugo de frutas y la galletita que otro niño tenía l. ban a buscar a los observadores, muy a menudo a los del sexo
en la mano. Junto con este importante desarrollo aparecía la cólera mascu lino, y formaban una vinculación muy estrecha con ellos.B
específica dirigida a un fin, la agresión, si no había manera de alcan-
zar el fin deseado. Por supuesto, no estamos perdiendo de vista el he- Reacciones a la separación en la primera subfase
cho de que estos desarrollos ocurren en medio de la fase anal, con las de acercamiento, con ejemplos clínicos
características de adquisitividad, celos y envidia típicas de esa fase. Durante la primera subfase de acercamiento encontramos un
Examinaremos más adelante, en este capítulo (véase pág. 121), ambio de actitud muy interesante en las reacciones de los niños
el descubrimiento de la diferencia anatómica sexual durante este según la madre estuviera dentro o fuera de la habitación . En ese perío-
período; basta decir aquí que para las niñas el pene parece trans- do todos ellos se daban cada vez más cuenta de la ausencia de la
formarse en el prototipo de una "posesión" deseada, pero inal- madre y querían saber dónde estaba ésta (¡con lo cual aumentaba en
canzable, de otros niños. Para los niños y las niñas por igual, este forma significativa su propia orientación espacial!). Por otro lado,
descubrimiento estimulaba la adquisición de una conciencia más in embargo, eran también cada vez más capaces de quedarse absor-
neta del propio cuerpo y de la relación de éste con los cuerpos de bidos en sus propi as actividades y a menudo no querían que se los
otras personas. El deambulador parecía experimentar cada vez más su interrumpiera. Querían "ir a ver" a la madre, pero no con la inten-
cuerpo por sí mismo como una posesión que le era propia. Ya no le ión de quedarse con ella; más bien pasaban junto a ella, se desvia-
gustaba que lo "manejaran". Y lo más notable es que se resistía a ban y alejaban para volver a sus propias ocupaciones. Esta desviación
que lo pusieran o mantuvieran en una posición pasiva mientras lo y alej amiento parecían ser más notables en varones que en nenas. Sin
vestían o le cambiaban los pañales. Ni siquiera parecía gustarle que mbargo, cuando la madre misma estaba demasiado lejos por
lo abrazaran y besaran, a menos que estuviera dispuesto a ello. Tenía- demasiado tiempo, se producían reacciones diferentes de las obser-
mos la impres ión de que esta reivindicación de la autonomía corpo- vadas en las subfases previas. Ya hemos descrito la "bajada de tono"
ral era más acentuada en los varones. que es característica de las fases de diferenciación y de ejercitación,
.. omo una reacción al hecho de que la madre se ausentara de la
La expansión social y la importancia habitación. Luego, durante el acercamiento temprano, nos pareció
de la relación con el padre encontrar un tipo diferente de conducta: la ausencia de la madre pro-
El deseo de más amplia autonomía por parte del niño no sólo se ducía un aumento de la actividad y la inquietud. Parecería que el
expresaba por el negativismo hacia la madre y otras personas, sino quivalente de la bajada de tono, en el momento en que el niño com-
que también llevaba a una extensión activa del mundo madre-hijo: prende su estado de separación, es el afecto o emoción de tristeza
principalmente para incluir al padre. El padre, como objeto de amor, (d. Mahler, 1961 ). Soportar la tristeza, sin embargo, parece reque-
desde época muy temprana en adelante pertenece a una categoría de rir una gran dosis de robustez yoica (cf. Zetzel, 1949,1965), un
objetos de amor totalmente distinta de la madre. Aunque no está to- investimiento que el niño no parece capaz de realizar a esa edad: la
talmente fuera de la unión simbiótica, tampoco es siempre plena- hiperactividad o la inquietud pueden considerarse entonces, en este
mente parte de ella. Además, el infante probablemente percibe muy
pronto que existe una relación especial del padre con la madre, 8 Esta precoz preferencia por observadores masculinos, cuando ocurría,
cuya significación, durante la fase de separación-individuación y parecía tener un estilo específico para cada sexo, que sin embargo no estamos
en la fase preedípica posterior, apenas estamos comenzando a com- en condiciones de interpretar, ni siquiera de analizar, con algún grado de cer-
prender (Abelin, 1971 ; Greenacre, 1966; Mahler, 1967a). tidumbre

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caso, como una actividad defensiva temprana contra la conciencia ( los 7 a 9 meses; véanse págs. 67-69), pudimos observar una
del penoso estado afectivo de tristeza. mezc la de ansiedad, interés y curios idad. Ahora había a menudo
A medida que progresaba la subfase de acercamiento, los ni- un alejamiento deli berado del extraño, como si éste, en el momen-
ños descubrían maneras más activas de enfrentar las ausencias de la to, constituyera una amenaza para la delusión o la ilusión, ya vaci-
madre: se relacionaban con adu ltos sustitutos y se ded icaban al juego lante, de la unión exclusiva con la madre. Parecía haber una amenaza
sim biótico (véase Galenson, 1971 ). Inventaban a men udo formas de implícita en el hecho mismo de que ciertas personas que no eran
juego que los ayudaban a contro lar el hecho de la desaparición y la la madre comenzaran a volverse auténticamente importantes en la
reaparición de cosas; o su juego tendía a consistir en interacción vida del niño (conflicto de lealtad), como si esto fuera in compati-
social. Muchas formas del juego revelaban una temprana identifi- ble con la relación hasta entonces excl usiva y muy espec ial con la
cac ión con la madre o el padre; por ejemplo, en la forma en que madre (parecen confundirse la causa y la consecuenc ia, y prevale-
sostenían a las muñecas y a sus ositos. Parecía estar ocurriendo er mecan ismos proyectivos o de externa li zación).
el comienzo de la internalización de la representación objetal. El jue- En nuestra muestra de los niños más sistemáticamente observa-
go de la pelota, por ejemplo, parecía prestarse particularmente bien a dos, había varios en los cua les el período de la primera conso-
la interacción social y a la expresión de sentim ientos y fantasías de lidación de la separación no parecía haber ocurrido de la manera
deshacerse de un objeto y reen contrarlo (véase Freud, 1920). Donna rdinar ia, o bien se había interrumpido. En cada caso esto parecía
tiraba la pelota y luego experimentaba espec ial placer en reen- vincu larse con las dificu ltades surgidas durante las primeras subfases
contrarla; otra niña perdía la pelota y luego pedía a los observadores de la re lación madre-hijo. Ilustraremos este punto con nuestras ob-
que se la recuperaran; Wendy, que prefería las relaciones exclusi- servac iones acerca de dos de estos niños.
vas uno-a-uno con adultos, usaba la pelota para hacer entrar en el Durante la prirnera parte del período de 17-18 meses Mar k
juego a un observador adu lto. ontinuó interesándose en una variedad creciente de personas y
Para la mayoría de los niños, el primer período de acercamiento actividades . Se sentía atraído por el cuarto de deambuladores;
cu lminaba a la edad de 17 a 18 meses, en lo que parecía una con - era capaza de d ejar a su madre y volver a ella, y generalmente tenía
solidación y una aceptación temporarias de la separación. Esto ocu- una relación feliz con su madre. Alrededor de la mitad del período
rría junto con un gra n placer en compartir poses iones y actividades 17-18 meses Mark empezó a ponerse muy exigente. Necesitaba
con la madre o el padre, y tamb ién, cada vez más, con el mundo constantemente la atención de la madre, pero no parecía tener en
social en expansión, que incluía no solo a adultos sino también a absoluto seguridad acerca de lo que deseaba realmente de ella.
otros niños: deambuladores de la misma edad, niños mayores y bebés. C omenzó a mostrar una pauta de rápida alterancia entre conduc-
Durante el período de ejercitación, la palabra "by~-bye" (adiós-adiós) tas de acercamiento extremo y de excesiva agresión y distancia-
había tenido gran im portancia; la palabra más importante de este miento de su madre. Esta ambitendencia se extendió también a
primer período de acercamiento era "hi" (hola). otras personas y a otros fines. Por ejemplo, insistía típicamente en
Durante este nivel de eda.d de 17-18 meses, que servía para la que su madre lo alzara, pero tan pronto como lo tenía en brazos
consolidación, observamos sin embargo importantes indicios precur- exigía enojado que lo bajara. Se aferraba a su madre ansiosamente,
so ~es de la inminente lucha con el objeto de amor, que traslucían a
como si temiera que ella lo dejara o le retirara su amor para siem-
través de muchas conductas. La más llamativa de éstas era la ocurren- pre. Todo esto se debía, en nuestra opinión, a una insólita perpleji-
cia de berrinches9 prácticamente en todos los niños. Vimos muchos dad tanto de la madre como del hijo acerca de la interpretación de
signos de una mayor vulnerabilidad, de rabia impotente, y de desam- sus señales n1utuas, es decir, a un fracaso del "señalanuento mutuo",
paro. En muchos niños había una recurrencia de reaccio nes ante (Esto recuerda la perplejidad de la madre acerca de las señales de su
extraños. Como en el caso de las reacciones anteriores ante extraños hijo mayor, descripta por Mahler y Furer, 1963a, págs. 4-5; cf. tam-
bién Spitz, 1964, el descarrilamiento del diálogo").
Harriet mostró también una conducta un poco atípi ca durante
9 Mahler ha ofrecido alguna expli cación de la psicodinámica de los este período: no se aferraba a la madre, sino que más bien la igno-
berrinches, en sus estudios sobre el "tic" (Mahler y Luke, 1946; Mahler, 1949a). raba; en verdad, le prestaba mucha menos atención durante el

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décimo-octavo mes que en el anterior. Cuando su madre se iba o La crisis de acercamiento:
volvía, ella casi no lo notaba. No mostraba en el intercambio social 18-20 a 24 meses y con posterioridad
el gran placer que se veía en otros niños; durante ese mes pare-
cía haberse retraído en sí misma. Se describió a esta niñita como con- entimiento de grandez a y temor a
tenta consigo misma pero generalmente no interesada en la gente. Era la pérdida del objeto de amor
típico que jugara con juguetes, muñecas y ositos y charloteara consi- Alrededor de los 18 meses nuestros deambuladores parecían
go misma, dándose la impresión de que estaba envuelta en un mundo muy ansiosos de ejercitar a fondo su autonomía, en rápido aumento.
propio, en su propia vida de fantasía. Parecía satisfacer su necesidad Preferían cada vez más netamente que no les recordaran que a veces
de cercanía física con una conducta que le era muy peculiar: no podían arreglárselas solos . Se producían como consecuencia con-
utilizando objetos inanimados. También, cuando estaba angustiada, rli ctos que parecían centrarse en el deseo de estar separado y ser
se echaba boca abajo en el piso, o en la colchoneta que estaba en el grande y omnipotente, por una parte, y hacer que la madre satis-
piso, o se apelotonaba en un espacio muy pequeño; era como si fac iera mágicamente los deseos sin tener que reconocer que en rea-
deseara ser rodeada (para no desintegrarse) de esta manera, lo que lidad llegaba ayuda del exterior, por otra. En la mayoría de los casos
le proporcionaba parte del sentimiento de coherencia y seguridad 1 humor que predominaba era el de la insatisfacción general, la insa-
que echaba de menos en la relación con su madre. iabilidad, tendencia a rápidos cambios de estado de ánimo y a
berrinches. El período se caracterizaba entonces por el deseo rápida-
Sobre la estructuralización del yo y el mente alternante de alejar a la madre y de aferrarse a ella, secuencia
establecimiento de un sí-mismo cohesivo onductal descripta muy exactamente por la palabra " ambiten-
Debemos acentuar que la primera conciencia de separae~on dencia". Pero ya a esa edad había a menudo un deseo·simultáneo en
del niño había traído consigo placenteros descubrimientos de inci- mbas direcciones, es decir, la ambivalencia característica de los ni-
piente autonomía y de interacción social, expresados en una cantidad ños que están en la mitad de la subfase de acercamiento.
de palabras y comunicaciones gestuales importantes de ese período. Era característico de los niños de esta edad utilizar a la madre
Uno de estos descubrimientos consistía en notar que uno podía pedir omo una extensión de sí mismo, proceso en el cual de alguna
que satisfacieran sus deseos, mediante el empleo de palabras y gestos manera negaban la penosa conciencia de separación. Una condue-
de pedido o necesidad. Por ejemplo, "galletita" era una de las pri- la típica de esta clase era, por ejemplo, tirar de la mano de la madre
meras palabras importantes de todos los niños. Con el descubrimien- y usarla como una herramienta para alcanzar un objeto deseado,
to de que se podía llamar a la madre y solicitar su atención, las esperar que la madre, requerida por algún gesto mágico por sí
palabras "Mira, mamá", también se volvieron de usG•muy frecuente. olo, más bien que con palabras, adivinara y cumpliera el deseo
Además, estaba el descubrimiento de que uno podía encontrar a la momentáneo del deambulador. Apareció un fenómeno inesperado y
madre y a otros, y mostrar su deleite con una exclamación; esto xtraño, aparentemente precursor de la proyección de los sentimien-
se denotaba con la palabra típica de este período, "hi! " (¡hola!). tos negativos del niño: era la ansiedad repentina que éste experi-
También era importante en este punto el descubrimiento de que a uno mentaba, de que su madre se hubiera ido, en ocasiones en que ésta
lo elogiaban y admiraban si realizaba proezas de habilidad motriz y ni siquiera se había levantado de la silla (!). Ocurrían con mayor
de otros tipos. Parecía importante para el deambulador en período de menor frecuencia momentos de un aparente y extraño "desconoci-
acercamiento, que pudiera. proporcionar placer a su madre; esto lo miento" de la madre, luego de una breve ausencia de su parte.
expresaba, desde el comienzo mismo de este período, llevándole ¿Cómo debíamos interpretar esta tendencia a "perder" repenti-
juguetes. namente el sentimiento de la presencia de la madre, en un momento
Los aspectos más penosos de la separación apenas habían co- n que, con la creciente separación, ésta se había transformado en
menzado a despuntar en los deambuladores durante estos meses, una persona ubicada en el mundo exterior? ¿Era una regresión frente
excepto en los niños en los cuales diversas circunstancias, en parte una tensión excesiva, provocada por la necesidad de reconocer
intrínsecas y en parte experienciales, promovieron crisis prematuras que uno tenía que funcionar separadamente? ¿O la causaba el con-
de separación. fli cto entre el deseo de manejarse valiéndose sólo del propio yo y el

110 111
deseo de participar de la omnipotencia materna? El deseo de fun- 11 lo recuerda un poco la duda e indecisión en la neurosis obses iva-
cionar mediante el propio yo puede resultar particularmente ame- lt llnpu lsiva.)
~az.ador para el niño en el punto mismo del desarrollo en que sus sen- Había algunos niños que podían ejercer su creciente autonomía
timientos y deseos y los de la madre están aún poco diferenciados. El
y d 'Seo de independencia con re lativamente poco conflicto visib le.
d~~eo de ser~utónom? y separado de la madre, de dejarla, podría sig-
lit • < quí otro ejemp lo tomado de nuestros registros:
nificar tamb1en emocionalmente que la madre querría dejar al niño
(período introyectivo-proyectivo de Ferenczi, 1913). La conceptua- Linda había tenido una relación inusitadamente confiada con
lización de estos fenómenos de acercamiento se volvía aun más com- 11 madre, y ésta había disfrutado todo el tiempo de esa relación.
plicada y enigmática por el hecho de que esta identidad borrosa de la l't• ro Linda protestaba ahora cuando la madre la llevaba escaleras
madre en el mundo exterior coincidía, con mucha frecuencia, con lll'iba, algo que hasta entonces la había deleÚado. La niña parecía
una tendencia por parte de ésta a reaccionar adversamente respecto IH'C ·sitar en este momento menos contacto fisico con su madre.

de su deambulador en proceso de separación e individuación . 1l ·scaba explorar "el mundo" lejos de la madre y llegó a realizar
La reacción de la madre en ese momento estaba muy a menudo teñ i- 11 11 ~ interacción social cada vez más frecuente con otras personas.

da de sentimientos de fastidio ante la insistencia del deambulador en 1 ; 11~ndo la madre no estaba en la habitación, Linda era capaz de
afirmar su autonomía, ante su deseo, por ejemplo, de atarse sin ayuda III K· r por largos períodos en forma independiente. Aunque parecía
los cordones de los zapatos, etcétera. "¿Crees que puedes arreglarte 1 1h3r de menos a su madre, podía engolfarse de tal modo en sus

solo? Muy bien, puedo dejarte librado a tus recursos, a ver cómo ll 'lividades que la buscaba sólo por un momento y luego seguía
te va". 0: " Hace un momento no querías esta r conmigo . Bueno, ahora 111 11 lo que h abía estado haciendo.

yo no quiero estar contigo" (véase Mah ler, Pine, y Bergman, 1970, En algunos casos, en cambio, en que la madre estaba insatis-
págs. 257-274). 11 • ·ha con su hijo, terrib lemente ansiosa por él; o alejada, llegaron a
Como hemos explicado anteriormente, encontramos en mu- 1x,1gerarse mucho las pautas norma les de acercamiento. En las dos
chos deambt~ l adores un enérgico resurgimiento de la reacción ante 1nnductas contrastantes de ¡¡cercamiento y distanciamiento, este con-
extraños. Con mucha frecuencia los observadores denominaban a 11 1 lo de ambivalenc ia había sido exactuado [acted out] en forma de
esto "timidez". La renovada reacc ión ante extraños ocurría espec ial- 11 tremo segu imiento o extremo alejamiento de la madre (a l final
mente ante personas del mundo exterior que en un momento ante- dt• la ejerc itac ión y al comienzo de la subfase de acercamiento),
rior de la vida del niño habían sido consideradas como am igos 11 bien había provocado un exces ivo cortejamiento de la madre, en
preferidos. Basta citar una de las conductas típicas registradas en ,111 rnanc ia con ur) extremado negativismo.
nuestras observaciones: .. l111pliación del ámbito emocional y
La relación de Frankie con otros adultos aparte de su madre
se expresaba en las siguientes conductas. A veces se acercaba a ellos rornienzo de la empatía
de una manera amistosa desde cierta distancia; sin embargo, tan Durante este período, la gama dé los afectos experimentados por
pronto como ellos se acercaban a él, huía hacia su madre. En una 111 dea mbu lador parecía amp li arse y vo lverse muy diferenciada.
oportunidad hizo rodar una pelota hacia una observadora que Al describir el período precedente, hemos hab lado de la hiperactivi-
acostumbraba ser su mejor amiga; cuando ésta se la devolvió tl,ld e intranquilidad que parecían constituir una defensa contra la
rodando, sin embargo, el niño huyó a refugiarse en su madre. 11'1 teza producida por la pérd ida de la un idad simb iótica anterior.
La indecisión era una conducta típica de este período. Varios Ahora, la necesidad de manejar los afectos de tristeza y có lera,
niños en este período se detenían un buen rato en el umbral del 111 decepción causada por la madre, o la comprensión de que las
cuarto de deambu ladores, incapaces de decidir si se incorpora- pr pias capacidades son limitadas y uno está relativamente iner-
rían o no a las actividades que allí ocurrían. La permanencia en el 111 ', podían rastrearse en muchos otros tipos diferentes de conduc-
umbral parecía ser la simbo lizac ión perfecta de los deseos en con- 1.1 . Du rante este período, por ejemp lo, observaciones rea li zadas en
flicto: el de entrar al cuarto de deambuladores alejándose de la ltluchos niños mostraron por primera vez que éstos estaban luchando
madre, y el de permanecer con la madre en el cuarto de infantes. m ntra sus lágrimas, tratando de repr imir su necesidad de llorar.

112 113
Las reacciones de Teddy ante el llanto de otro niño, por ejem· d separación . El niño comprendía con pesar no sólo que a veces
plo, eran interesantes de observar. Simplemente no podía soportar que• 1 taba solo y desamparado, sino también que ni siquiera su madre
otro niño llorara. Esto parecía estimular de alguna manera su defen· ¡odía devolverle siempre el sentimiento de bienestar, que en verdad
sividad agresiva; atacaba a otros niños sin que lo provocaran .10 Su l
ll intereses de ella estaban separados y eran distintos de los suyos,
innegable con ciencia de separación y vulnerabilidad parecían haber y que los dos no coincidían siempre de ninguna manera. Todos estos
dado origen, sin embargo, a una nueva capacidad de empatía, qu 1 nti mientos se agravaban, por supuesto, si el nacimiento de un her-
se expresaba también en formas positivas. Teddy que a menudo Il\ no se entremetía en la relación con la madre, que hasta entonces
mostraba esta reacción agresiva cuando oía llorar a otro niño, en otras h, bía sido exclusiva.
ocasiones reaccionaba con gran simpatía a las variaciones de ánimo
de otros niños. Por ejemplo, le llevaba su propia mamadera a Mark 1 eacciones a la separación durante la crisis
cuando éste lloraba, o bien se aproximó a Harriet con gran simpatía
1 acercamiento (18 a 21 meses)
e interés un día en que ésta estaba obviamente decaída.
Vimos a esta edad muchos signos de identificación con las acti- Durante el período de las más agudas crisis de acercamiento,
tudes de otros, en especial con las de la madre o del padre. Esto 1 dos los niños estaban conscientes de, y a veces eran muy sensibles
estaba en un nivel superior de indentificación del yo - no tenía 1, la ausencia de la madre de la habitación y se preocupaban por
las características introyectivas o especulares de períodos anteriores, 11veriguar dónde se hallaba. En el aspecto cognitivo, la capacidad de
tales como el de diferenciación, cuando vimos que los niños asumían t mprender que la madre podía estar en otra parte y se la podía

pautas del cuidado que sus madres les prodigaban, en sus prime- nncontrar (cf. la "permanencia del objeto" de Piaget), era algo que
ros pasos hacia la individuación y la separación (Parte 11, capítulo 3, Y< se hallaba bien establecido. Este conocimiento bastaba a veces
págs. 51-52)-. Por ejemplo, Frankie desarrolló a la edad del acer- p ra reasegurar al deambulador, cuando éste experimentaba la emo-
camiento una manera ruidosa y exigente, así como una tendencia r 1 n de echar de menos a su madre. En general, sin embargo, el
hacia la dramatización que recordaba mucho la actitud de su madre. 1 ambulador a esta edad no gustaba de que lo "dejaran abandonado"
Otro niñito era no sólo exigente, sino también muy poco dispuesto a pasivamente. Comenzaban a producirse dificultades en el proceso
compartir. Se concentraba en obligar a su madre a cumplir sus deseos. mismo de despedida, expresadas en la reacción de aferrarse a la ma-
Este niño estaba particularmente poco dispuesto a abandonar la tlr . Por lo común estas reacciones iban acompañadas por depresión
omnipotencia de la unidad dual simbiótica; esto nos recordaba la ten - y por una incapacidad inicial, breve o prolongada, de dedicarse a
dencia de su madre a una relación de apersonamiento simbiótico Juga r. ·
(Sperling, 1944), que ella había prolongado hasta bien pasado el esta- Con frecuencia, durante esos momentos de intensa angustia
dio simbiótico con su hija, que era mucho mayor. t mocional que seguían a la retirada de la madre, el deambulador
Otra forma de identificación como mecanismo de defensa era la ad hería fuertemente a una de las observadoras, quería sentarse
que exhibían niños que habían tenido que enfrentar el nacimiento de nn su regazo, y ocasionalmente manifestaba incluso una regresión a
un hermano durante el comienzo del período de acercamiento, y 1,1 somnolencia. En esos instantes, la observadora no era evidente-
que luego se identificaban con el cuidado e interés que su madre pro- In nte otro objeto de amor ni meramente alguna persona del mun-
digaba al nuevo bebé. d no-materno, sino más bien una especie de sustituto simbiótico de
La internalización parcial parecía constituir una manera de li1 madre, una extensión del yo. Pero ya había comenzado tam-
enfrentar (o defenderse contra) la creciente vulnerabilidad que el 1!1 n la escisión del mundo objetivo (véase Kernberg, 1967). Los "ob"
deambulador experimentaba a medida que aumentaba su conciencia 1 'rVadores" se prestaban especialmente bien al ejercicio de esta
d fensa por parte del niño, al transformarse en blanco de sus reaccio-
n s de cólera impotente, para proteger la imagen de la madre buena
d la rabia destructiva del niño. Esto era particularmente observable
1 O No sabemos si esta reacción afectiva puede o debe considerarse a
edad tan temprana como identificación con el agresor o como identificación t 11 los niños que habían tenido una reladón no del todo óptima con
proyectiva. IUS madres durante las subfases anteriores.

114 115
Los mecanismos de escisión (véanse págs. 97 -99; 132) en esta Otros niños mostraban una variedad de fenómenos transicio-
época podían tomar varias form as. Si la observadora en ausencia d ll t les que estaban menos cl aramente rel acionados con sus madres.
la madre se transformaba en la "madre m a l a~', no podía hacer na- l'or ejemplo; consumían grandes cantidades de pretzels y galletitas, o
da bi en , y prevalecía un mal h.umor generali za do. El niño anhelaba l¡! n insistían en ll evar de un lado a otro su mamadera. Algunos niños
a la " madre buena", pero ésta parecía existir sólo en su fantasía. 110 podía n quedarse esperando en el cuarto de juegos sin sus madres,
Cuando volvía la madre rea l, podía ocurrir que el niño la saludara ~ in o que vagaban por el guardarropa en que las madres y los niños
preguntándole "¿Qué me trajiste?", o que la recibiera con todo un t'Oigaba n sus abrigos la ll egar al Centro. Acostumbrábamos ll amar a
espectro de reacciones de cólera, despecho, u otras actitudes negati- 1'5 cuarto "habitación trans icional", porque estaba ubicado entre el
vas. O bi en la observadora, como madre sustituta, podía transfor- I'Uarto de infantes -el mundo de la madre y el infa nte- y el cuar-
marse temporariamente en la " madre buena simbiótica", y el deam- lo de deambuladores -el mundo de la autonomía del deam-
bu lador sentarse pasivamente en su regazo y comer ga lletitas, como bu lador- . El guardarropa, además ten ia una ventana del piso al techo
un niñito peq ueño. Sin embargo, a la vuelta de la madre real podía que daba al mundo exterior; hay que añad ir que cuando los abri gos
haber un impulso a llegar a ella lo más pronto posible, y al mismo !'Staban colgados, representaba el cuarto de transi ción entre el hogar
tiempq un impulso a evitarla, como para eludir una mayor frustración . y el Centro.
El. deambulador podía ignorar a la madre a su retorno, o ir hacia ella La lectura de li bros de cuentos se transformó en otra actividad
y luego desviarse, rechazando después las insinuaciones de la madre. Ir, nsicional de parti cular importancia: a muchos deambuladores les
En estos últimos casos, parecería que la mad re ausente se hubiera gustaba que les leyeran mientras la madre no estaba en la habitac ión.
transformado en la madre " mala", y por lo tanto hubiera que evitarl a. 1 s libros de cuentos parecían ser de naturaleza transicional, puesto
Otra variación consistía en tratar en form a :ambivalente a la madre ¡ue satisfacía n la neces idad de distanciamiento y de exploración de
sustituta, a la vez como "buena" y " mala", como a la mad re verdadera un mundo más ampl io (mediante la simbolización y la fantasía); por
amada con ambiva lencia cuando estaba presente. otro lado, la situación servía al fin del acercamiento, de arrimarse a la
Vimos l.uchas de esta cl ase con mu cho grados y variaciones p rsona que leía.
diferentes. Se podían percibir con especi al claridad durante este pe- Si bien los deambul adores neces itaban saber durante este perío-
ríodo las raíces de muchos problemas y dilemas. típi ca mente hu- d dónde estaba la madre, y no les gustaba en general que los dejaran
manos, que a veces no se resuelven nunca por completo durante todo pasivamente (porqu e. reacc ionaban a la desped ida de la madre), se
el c iclo vi tal. rue ron volviendo ca da vez más capaces de dej ar a la mad re activa-
Fenómenos transicionales mente y por propia iniciativa. El cuarto mismo de los deambul adores
lomó gran importancia: pareció transformarse para muchos deambu-
También 'vimos otros mecanismos destin ados a enfrentar la se- l.:tdores en un refu gio de la relación conflictual con la madre.
paración durante la cris is de acercami ento. Una ni~ita que había 1os niños tendían a estar contentos allí; se absorbían en el ju ego
entrado en esta parte de la fase de acercamiento más tarde que otros e n juguetes y materia les, y entre sí. Comenzaron a formar una
niños - probablemente porque su madre se las ingenió para satisfa- r ' !ac ión con su maestra de juego, que estaba " di sponibl e en un nivel
cer sus necesidades y seguir siendo "omnipotente" por un ti empo tan 6pti mo" para todos ell os. Esta relación no era con una madre sustitu-
largo, en lugar de darle el suave empujoncito que req uiere el pi- ln, sino con un nuevo adulto, que podía ser útil para promover los
chón-, transfirió el requerimiento de posesión exclusiva de la madre Intereses del niño en el mundo exterior. Además, este nuevo adulto
a la sill a de ésta. Cuando la madre abandonaba la habitación, la niñi - p día ofrecer sati sfacc iones alternativas y canal izar así el descanten-
ta se sentaba en seguida en la si ll a de ésta. Si se lavantaba de ella, lo promoviendo sub limac iones incipi entes.
no permitía que nadie más se sentara allí. La palabra "mía" se volvi ó
importante pa ra ell a en ese período; no hubiera compartido a la Moldeamiento del acercamiento:
mad re con nad ie, y só lo podía soportar su ausencia si conservaba
la distancia óptima
la posesión excl usiva de su silla. La si ll a se transformó para ella en
una especie de obj eto-órgano util.izado como puente con la madre A la edad de 21 meses, podía observarse un a disminución
en el sentido de Kestenberg (1971 ). g nera l de la lu cha por el acercam iento. La gritería para lograr el

116 117
control omnipotente, los períodos extremos de ansiedad de sepa- En nuestra muestra relativamente pequeña de casos, los niños, si se
ración, la alternancia de exigencias de cercanía y de autonomía, se 1 s daba una oportunidad razonable, mostraban tendencia a desvin-
calmaban por lo menos durante un tiempo, pues cada niño parecía ,ularse de la madre y a gozar de su funcionamiento en el mundo en
una vez más encontrar la distancia óptima respecto de su madre, •xpansión (véase Greenson, 1968). Las niñas, en cambio, parecían
la distancia a la cual su funcionamiento era óptimo. En nuestro am- más absorbidas por la madre en presencia de ésta; exigían una mayor
biente de estudio, esta distancia óptima estaba generalmente e rcanía y estaban más persistentemente enredadas en los aspec-
representada por el cuarto de deambuladores, cercano pero separado, los ambivalentes de la relación con ella. Esto parecía vincularse
que ofrecía estimulación, oportunidad de ejercer autonomía y un .on la comprensión de la diferencia de sexos. Había un hecho
placer creciente en la interacción social. Los elementos de la crecien- muy importante: la herida en el narcisismo, que experimentaban
te individuación, que parecían posibilitar esta capacidad para fun- 1, s niñas al no tener pene, era casi sin excepción reprochaba a la ma-
cionar a mayor distancia, sin la presencia física de la madre, son los dre (véase pág. 122).
siguientes: 1) El desarrollo del lenguaje, es decir, la designación de
Por ejemplo, la madre de una niñita percibió que su hija se es-
objetos y la expresión de deseos con palabras específicas. La capa-
¡, ba volviendo cada vez exigente e imperiosa. Todo lo quería lo
cidad de nombrar objetos (Katari, 1961) parece haber proporcionado
ex igía, y se encolerizaba mucho si no podía obtenerlo. En el parque,
al deambulador un mayor sentimiento de capacidad de controlar
gún decía la madre, la niña insistía en que ésta la hamacara inter-
su ambiente. El uso del pronombre personal "yo" aparecía también a
minab lemente. Seguía acudiendo a su madre en busca de ayuda ante
menudo en ese momento, y otro tanto ocurría con la capacidad
cualquier situación difícil, más bien que intentar de alguna manera la
de nombrar a personas familiares y a sí mismo en fotografías;11
búsqueda de soluciones propias. En una oportunidad, luego de
2) el proceso de internalización, que podía inferirse tanto de actos de
una pelea ocurrida a raíz de la ausencia de su madre que había
identificación con la madre y del padre "buenos" y proveedores
Se !ido de la habitación, miró una lámina de un libro, en la que iden-
de satisfacciones, como de la internalización de reglas y exigen-
cias (comienzo del superyó); y 3) el progreso en la capacidad de ilfi có toda clase de imágenes pero no la de "la madre" (mecanismo de
expresar deseos y fantasías mediante el juego simbólico, así como el r chazo).
uso del juego para fines de dominio. A los 22 meses, otra niñita se volvió mucho más tozuda y nega-
Alrededor de los 21 meses, hicimos la importante observación ilvista. Objetaba particularmente el uso del tipo de ropas que su
en nuestras comparaciones mes a mes, de que ya no era posible madre elegía para ella y tenía berrinches cuando querían peinarla.
agrupar a los deambuladores de acuerdo con los criterios generales Al mismo tiempo, se volvió más apegada a la madre. En el Centro,
utilizados hasta entonces. Las vicisitudes del proc;:eso de indivi- d nde desde edad muy temprana se había distinguido por su disgus-
duac ión de los niños iban cambiando tan rápidamente, que ya no se 1 respecto de otros niños, se volvió aun más cautelosa frente a ellos
trataba de conductas específicas de una fase, sino individualmente y expresaba intenso disgusto si alguien trataba de "usurpar" la aten-
muy distintas, y diferentes de un niño a otro. Lo que aquí se plantea- ción de su madre. Le resultó cada vez más difícil ir al cuarto de deam-
ba no era tanto la comprensión de la separación, sino más bien bu ladores; cuando su madre la llevó finalmente allí, la niña volvía al
la manera en que esta comprensión era afectada por, y a su vez afec- r uarto de infantes, dejando atrás a la madre. No le interesaban mucho
taba, la relación madre-hijo, la relación padre-hijo (esta última se lo juguetes, excepto como objetos de interacción social con la ma-
diferenc iaba ya claramente de la primera), y la integración de la dre y con otros adultos. Volvía a menudo a su madre en busca de
person alid ad total del niño individual. Observamos también !' trecho contacto. Comprendimos esta conducta como una compe-
que parecía producirse en ese período una diferencia bastante signi- l •ncia desplazada con sus hermanos para lograr la atención exclusiva
ficativa en el desarro ll o de los niños, en comparación con las niñas. d su madre, pues la deseaba para sí misma, por ser la beba. La mayor
P•rte del tiempo no se opuso a que su madre abandonara la ha-
11 Al redactar este libro, no pudimos analizar nuestros datos lo suficiente hitación, pero corría hacia ella cuando ésta volvía. En una de estas
o asiones, corrió hacia ella con una muñeca y le mostró con
como para determinar en fo rma inequívo ca los detalles cronológicos y los fac -
tores contextuales de la aparición del " yo" (I) no sincrético. •xcitación cómo la muñeca hacía "pípí" .

118 119
Una tercera niñita que tenía 22 meses manifestaba deseo de cer- 11,1turaleza de la disponibilidad de la madre, o con los propios
canía con su madre, y también necesidad de estimulación fís ica por ~(·ntimientos y ansiedad de la madre a medida que el niño se iba
parte de ésta. La mad re respondía teniéndola en su regazo, acaricián- volviendo más individuado.
dola y estimu lándola de una manera bastante sensual. Cuando la En síntes is, esta "fase final" muy importante del acerca miento
madre ~o estaba, la niña se estimul aba mastu rbándose. Siguió gozan- tomo desarrollo intrapsíqu ico parecía ser la suma de las soluciones
do del JUego en el cua rto de deambuladores, pero iba más a menudo ,¡ las múltiples tareas evolutivas y maduracionales, a las que había
al cuarto de infantes, obviamente debido a su mayor necesidad de 11 gado cada niño individual durante el curso de su desarroll o parti-
estar cerca de la madre. A menudo se aproximaba a su madre ju- n il ar en las subfases, hasta el com ienzo de la cuarta subfase.
gando a las escondidas, o la tentaba de alguna manera a que le diera
caza, La niña mostraba reacciones directas de celos respecto de su 1;'/ comienz o de la identidad sexual
herma nita, e incluso había tratado de sacarle el biberón. A los 22
meses, esta niñita comenzó a utili za r la pa labra "mamá" por primera Las mad res comentaban a menudo que los cuerpos de sus niñi-
vez. También se despertaba durante la noche y ll amaba a la mad re. 1,1s prod ucían una sensac ión distinta del de los varones, que las
La buscaba y preguntaba por ell a cuando ésta se iba a una entrev ista. niñas era n más bl andas y mimosas. No queremos discutir si este sen-
Mientras la madre estaba ausente, la niñ a parecía jugar alterna- limiento de las madres estaba culturalmente determinado, o sl se
tivamente a ser la beba y a ser la mad re de los bebés. Esta situación d bía al hecho de que las bebas se amoldan rea lmente de una ma-
obedecía en gran medida, por supuesto, a múltiples factores, y sólo la 11 ra más plástica que los bebés; quizás se deba a ambas cosas. En
comprendíamos porque conocíamos detalladamente las subfases pre- lodo caso, la impres ión de la madre acerca del cuerpo de sus hijos
cedentes de la histori a evo lutiva de la niña, y porque conocíamos puede muy bien sufrir la influencia de alguna pautación temprana.
a la madre. 1n general, observamos que los niños eran más motores que las niñas
y se resistían más obsti nadamente a los abrazos y los besos, más all á
Los varones, en cambio, parecían enfrentar la percepción de la
de, e incluso durante, la diferenciación; también vimos que los ni-
falta de pene de las niñas de una manera mucho menos abierta; su
1os se interesaban antes en los objetos en movimiento, ta les como
apercepción se confu ndía con preocupaciones anales, y más tarde
,1Utos y trenes.
con ansiedades fá li cas de castración, expresadas en el simbolismo
de su juego. Cualesqu iera sea n las diferencias sexuales que pueden haber
pre-existido en el sector de los aparatos innatos del yo y de las mo-
~uando los niños andaban por los 23 meses, parecía que su
dalidades tempranas del yo, eran por cierto muy compli cadas y se
capac1dad para enfrentar la separación, y también la separación fí-
combinaba n en general con los efectos que producía el descubri-
sica rea l, dependía en cada caso de la histOfia de la relación ma-
miento de las diferencias anatómicas sexuales por el infante. Esto
dre-h ijo, así como del estado presente de esa relac ión; era por cierto
ocurría a veces durante el período de 16 a 17 meses o incluso antes,
mucho menos específica de la fase. Nos resultó difícil establ ecer
pero más a menudo a los 20 ó 21 meses.
exactamente en cada caso qué era lo que producía más ansiedad en
algunos niños y más capac idad de superarla en otros. Cada niño había Por lo genera l el niño descubría su pene mucho antes. El com-
estab lec ido en esa época sus propias maneras características de ponente sensorio-táctil de esta descubrimiento puede remontarse
sobreponerse a la ans iedad. Cuando ocurrían períodos de crisis, no incluso al primer año de vida (véase Roiphe y Galenson, 1972, 1973);
s1empre era fácil percibir con qué se relac ionaba la crisis. A veces, pero no hay certeza acerca de su impacto emocional. Sin embargo,
pa;ecía vinculada con la ansiedad del niño por su rápida individua- hemos observado que alrededor de los 12 a 14 meses la posición
Cion (muy a menudo esto producía un aumento de la ambiva lencia vertica l facilita la exp loración visua l y sensorio-motriz del pene
y de la agres ión), o con presiones corporales no relacionadas con (1ág. 84). Posiblemente en combinación con un progreso maduracio-
d:cepciones simultáneas respecto de la madre; en ciertas oportu- nal en la libidinización de la zona, esto llevaba a una mayor catexia
nidades, la criS IS parecía decididamente vinculada con presiones cor- ele este órgano, de exquisita sensibilidad y productor de placer.
porales (ora les, anales y fálicas, es decir, zonales) en el sentido de Diremos al pasar que raramente se ve en la psicología evo lutiva
Greenacre (1945). En otras, parecía relacionarse con la medida y psicoanalítica alguna referencia al hecho de que el descubrimiento

120 121
del pene, y particularmente la importante experiencia de su erección 1 n particular cuidado. Era, por así decirlo, su más hermoso y femeni-
y detumescencia involuntari as, estén en paralelo con la adquisi - l! "alter ego". Durante la ausencia del padre, la madre tomó un tra-
ción de la locomoc ión libre y volu ntaria del cuerpo. Excepto Lofgren h jo que le ocupaba parte del día, y durante ese tiempo Cathy estaba
(1968), no hemos encontrado ninguna referencia a que el niñito note ,¡1 cuidado de la madre de uno de los niñitos de nuestro estudio.
que su pene, órgano muy catex iado, se mueve (o sea se pone erecto) thy, que era precoz en todos los respectos, ya tenía un entre-
por sí mismo. Esta experiencia pasiva probablemente sea muy impor- n miento parcial de control de esfínteres. Un día notamos que no
tante. Parecería que el niñito llega a cobrar conciencia del movi - quería sentarse en la bacinilla; en cambio, comenzó a gemir y a aga-
miento involuntario de su pene al mismo ti empo que desarrolla el ¡rarse la zona genital. La madre nos había dicho previamente que en
dominio de su propio movimiento corporal en posición erecta (véase v rias ocasiones Cathy se había bañado con un am iguito. Al pregun-
Mahler, 1968a). IMie si Cathy había notado el pene de su amiguito, la madre nos dijo
En todo caso, la exp lorac ión que el niño pequeño hace de su que la ni ñita había comentado que su amiguito tenía dos bultitos en
pene durante la subfase de ejercitación, parecía al comienzo una 1,1 panza. Siguió un período de mal humor extremo, y esta niñita,
experiencia de absoluto placer; vari as madres informaron que sus h sta entonces encantadora, se volvió imposible de satisfacer en
hijos se masturbaban con frecuencia y tranquilos en su casa. Esto nuestro grupo de infa ntes. Un poco más tarde, Cathy comenzó a vol-
difería de la observación que efectuamos posteriormente en la fase de v rse no sólo malhumorada sino agresiva hacia los otros niños.
separac ión-i ndividuación (al final del segu ndo y comienzo del tercer Su fo rma particu lar de agresión (de la cual nada podía disuadirla)
año), ~n que los niños aferraban su pene para tranquilizarse. r nsistía en tirar del pelo a nenas y varones por igual. Eventualmente,
lt1 madre nos dijo que como Cathy odiaba que le lavaran la cabeza,
El descubrimiento del pene por las niñas las enfrentaba con algo
ll a la había estado llevando a la ducha con ella para lavársela al lí. En
de lo que ell as mismas carecían. Este descubrimiento produjo un am-
lti ducha, Cathy había agarrado a la madre por el vello pubiano, bus-
plio rango de conductas, que indicaban claramente ansi edad, cólera
<"<ndo obviamente el "pene oculto". Debido a la precocidad verbal de
y desconfianza. Las niñas deseaban anul ar la diferencia sexual. Por
thy, tuvimos oportunidad de seguir los altibajos de sus intentos
el lo nos pareció que en las niñas la masturbación tenía una cualidad
d remediar la herida narcisística de no tener un pene. Esto debe
desesperada y saturada de agresión más frecuentemente que en los
h berla lastimado tanto debido a la ausencia del padre, y quizás tam-
varones y a edad anterior. Ya hemos mencionado que este descubri -
bién porqu e hasta entonces ella había constituido un objeto de amor
miento coinc ide con la emergencia del afecto de envidia (pág. 1OS);
muy perfecto y querido para la madre, para sí misma y para todos los
en algunas de nuestras niñas, la envid ia temprana del pene puede
d más. La niña había manifestado una autoestimación floreciente y
..
haber explicado la persistente predominancia de este estado afectivo.
El descubrimiento de la diferencia anatómica sexual tomaba
ptima, aun máxima. Había otra niñita que se sintió también muy
herida por el descubrimient() de la diferencia sexual. También en este
diferentes formas en diferentes niños. Un niñito (q ue habló precoz- ; so era muy ev idente que la niña era perfecta para la mad re, y un
mente) descubrió el ombl igo de su madre y lo ll amó " pipí" . Se en- v rdadero completam iento de su propio yo (véase Stoller, 1973;
contrarán otros ejemp los mencionados a lo largo de este li bro. alenson y Roiphe, 1971).
La reacción más dramática (y sin embrago la más típica) al des- En una palabra, descubrimos que la tarea de llegar a ser un indi-
cubrim iento más bien repentino de la dife rencia anatómica sexual viduo separado parecía en general, en este punto, más difícil para las
fue exactuada y verba lizada por Cathy a la tierna edad de 14 meses. 11 nas que para los varones, porque aquéllas, al notar la diferencia
Esto nos resu ltó singu larmente co nmovedor, debido a las circu nstan- ~ xual, tendían a vo lverse contra la madre, reprocharle, exigirl e,
cias de la vida de esta niñita en ese período. Cathy era entonces par- ~ ntirse defraudadas por ella, y no obstante estar am bival entemen-
ticularmente vu lnerable porque su padre estaba temporariamente 1 li gadas a ell a. Exigían de la madre que sa ldara un deuda, por así
ausente. La niña era insólitamente brillante, encantadora, eminen- d cirio. Como la niña es afectada por su prop ia imperfección, puede
temente verba l, y precoz, gozaba del favor de todo el mundo y era un v lverse también imperfecta en el inconsciente de la madre. Los va-
gran consuelo para su mad re. Esta última sentía un orgullo poco rones, en cambio, parecían enfrentarse con la ansiedad de castración,
común por las cualidades femeninas de su hijita y la vestía siempre 1 ero esto sólo ocu rría más tarde; durante el segundo y tercer año, les

122 - ·- -- - --- 123


resultaba más fácil que a las nenas funcionar por separado: eran más que eran precursoras de la neu rosis infantil, pero que pueden incluso
capaces de volverse hacia el mundo exterior, o hacia su propio cuer- <'ntorpecer decididamente el camino del desarrollo de la neurosis
po, para obtener placer y satisfacción; también se volvían haci a Infantil, en el sentido clásico del término (!) . Como dijimos antes,
su padre como alguien con quien podían identificarse. En cierto modo <' 1 conflicto al comienzo es exactuado, es decir, indicado por con-
parecían enfrentar su ansiedad de castración en una fase de triangu - ductas coercitivas dirigidas hacia la madre y destinadas a forzarla a
lación casi-edípica (Abelin, 1972): en nuestro ambiente de trabajo no fu ncionar como la extensión omnipotente del niño; estas conduc-
era fácil seguir este proceso. lns alternan con signos de aferramiento desesperado. En otras pala-
bras, en estos niños con un desarrollo no óptimo puede discernirse el
Examen de la tercera subfase ·onflicto de ambivalencia durante la subfase de acercamiento por
En nuestro estudio observacional pudimos ver por qué ocurre .la le rápida alternancia de conductas de aferramiento y negativismo.
crisis de acercamiento, y también por qué, algunos casos, ésta se Es tas conductas alternantes son los ingredientes de los fenómenos que
transforma en un conflicto intrapsíquico irresuelto y sigue siéndolo. d nom inamos "ambitendenci a", es decir, la situación que se produce
Puede constituirse en un punto desfavorable de fijación e interferir mientras las tendencias en contraste no están aún plenamente inter-
as í con el desarrollo edípico posterior; en el mejor de los casos, acre- nali zadas. Este fenómeno puede ser en algunos casos un reflejo del
c ienta la dificultad de resolución del compl ejo de Edipo y le da un h cho de que el niño ha escindido el mundo de objetos en "bueno"
sello pecu li ar. La tarea evo lutiva en el apogeo mismo de la lucha por y " malo" de un modo más permanente que lo que sería óptimo.
la separación-individuac ión, durante la subfase de acercamiento, es Mediante esta escisión, se defiende al objeto " bueno" contra los deri-
rea lmente tremenda. Se encuentran y acumulan en esta importante vados del impulso agresivo.
encrucijada del desarrollo de la person alidad presiones y confl ictos Estos dos mecanismos -coerción y esc isión del mundo obje-
orales, anales y de la primera fase · genital. Hay una necesidad de 1 1- , si son excesivos, resultan tambi én característicos de la mayoría
renunciar a la omnipotencia simbiótica, y hay también una más aguda de los casos de transferencia fronteriza en adultos (Mahler, 1971:
conciencia de la imagen corporal y de la presión del cuerpo, en es- véa se también Frijling-Schreuder, 1969). Pudimos estudiar los posi-
pecial en los puntos de libidinizac ión zonal. Parece tambalear la bles antecedentes de este hecho en el material verbal de proceso
creencia en la omnipoten cia de la madre. primario de unos pocos niños al final de su segundo año de vida
Si bien se alivia en parte el temor de la pérdida de objetos y de y durante el tercer año. Estos mecanismos, junto con el probl ema
aba ndono en este estadio de la evo lución, la situación se complica le establecer lo que Maurice Bouvet (1958) describió como la " dis-
mu cho por la internali zac ión de las ex igencias parentales: esto no tancia óptima", pueden prevalecer ya en la cuarta subfase de la sepa-
sólo indi ca el comienzo del desarroll o del . 5uperyó, sino que tam- rac ión-individuación, en la época en que debe comenzar a lograrse
bién se expresa en el temor de perder .el amor del objeto (!). En la "constancia del objeto libidinal" ya disminuir las reacciones a la
consecuenc ia, observamos un a vulnerabilidad intensificada del separación.
deambulador en período de acercamiento. El temor de perder el Es probable que las perturbaciones que ocurren en la subfase de
amor del objeto va en paralelo con reacciones extremadamente , cercamiento reaparezcan en formas mucho más definidas e indivi-
sensibles a la aprobación y desaprobación de los progenitores. Hay dua lmente diferentes, durante la fase final de ese proceso en el cual
una mayor conciencia de las sensaciones y presiones corporales, en debe irse demarcando una autorrepresentación unificada a partir de
el sentido de Greenacre. Estas aumentan por la conciencia de las sen- una representación fusionada e integrada del objeto.
saciones intestinales y urinarias que se producen durante el período El resultado clínico de estas crisis de acercamiento será deter-
de entrenam iento de esfínteres, aun en el caso de un desarro ll o total - minado por 1) el desarrollo hac ia la constancia del objeto libidinal;
mente normal. Los niños a menudo muestra, en algunos casos muy 2) la cantidad y calidad de las frustraciones posteriores (traumas por
dramáticamente, una reacción al descubrimiento de la diferencia ana- ob retensión) 3) posibles traumas por shock; 4) el grado de la ansie-
tómica sexual. dad de castración; 5) el destino del comp lejo de Edipo; y 6) las crisis
La persistencia y el grado de la cr isis de acercamiento indican volutivas de la ado lescencia: todo lo cual funciona dentro del con-
una internalización prematura de confli ctos, perturbaciones evolutivas texto de la dotación constitucional del individuo.

124 125
Capítulo 7
LA CUARTA SUBFASE:
LA CONSOLIDACIÓN DE LA
INDIVIDUALIDAD Y LOS COMIENZOS DE
LA CONSTANCIA OBJETAL EMOCIONAL

D esde el punto de vista del proceso de separación-individuación,


la tarea principal de la cuarta subfase es doble: 1) el logro de una
Individualidad definida y en ciertos aspectos vitalicia, 2) el logro de
un cierto grado de constancia objeta!.
En lo que respecta al sí-mismo [self], hay una estructuralización
1 gran alcance del yo, y se producen signos definidos de interna-
lización de exigencias parentales, que indican la formación de pre-
cursores del superyó.
El establecimiento de la constancia objeta! afectiva (emocio-
n 1) (Hartmann, 1952) depende de la gradual internalización de una
Imagen constante positivamente catexiada de la madre. Esto, para co-
·' menzar, permite que el niño funcione separadamente (en ambientes
( miliares, por ejemplo en nuestro cuarto de deambuladores) pese a
grados moderados de tensión (añoranza) e incomodidad. La constan-
ia objeta! emocional se basará por supuesto, en primer lugar, en el
logro cognitivo del objeto permanente, pero también participan de es-
ta evolución todos los otros aspectos del desarrollo de la personalidad
del niño (véase McDevitt, 1972)1. La ultima subfase (aproximada-
mente el tercer año de vida) constituye un período evolutivo intra-
psíquico extremadamente importante, en el curso del cual se logra un
· ntimiento estable de entidad (límites del yo). En esta subfase parece
ocurrir también la consolidación primitiva de la identidad sexual.

1 J. B. McDevitt, en artículos y discusiones aún inéditos, ha elaborado en


~ rma significativa los criterios de la constancia de objeto libidinal, en el sen-
tido que le damos en este libro.

127
Pero la consta ncia objeta l implica algo más que el manteni- e onstancia obj eta l li bid ina l. Otros aspéctos de maduración y desarro-
miento de la representación del objeto de amor ausente (cf. Mahler, ll o instintivos y del yo toman parte en la lenta transición de la relación
1965a; M ahler y Furer, 1966). Implica también unifi cac ión del objeto rl ' amor más primitiva y ambivalente, a la relac ión más madura
" bueno"y " malo" en una representación tota l. Esto promueve la fus ión (que en el caso ideat raramente alcanzado, es postambivalente),
de los impulsos agresivo y libidinal, y modera el od io por el obj e- lllutua, de dar y tomar; con el objeto de amor, prop ia del niño en edad
to cuando la agresión es intensa. Nuestro punto de vi sta acerca de la c•s olar y del adulto.
constancia del objeto libi dina l es muy sim ilar (creemos que es idén- Antes de proseguir, debemos deci r algo más sobre lo que Piaget
tico) al de Hoffer, au nque los formulemos de un modo distinto. Hoffer di e acerca de la "perm anencia del obj eto" (Piaget, 1937; véase tam-
(1955) afirmó que la constancia obj eta l debe considerarse como el bién Gouin-Decarie, 1965) y sobre nuestro propio uso de la expresión
último estad io en el desarroll o de una relación objeta l madura. Ti e- t onstancia objeta/. La obra de Piaget (1937) ha aclarado que el desa-
ne una repercusión espec ial sobre el destino de los impulsos agres ivos rro llo de la permanencia del objeto ocurre a los 18 a 20 meses y se
y hostil es. En el estado de consta ncia objeta l, el objeto de amor no 1onsolida razonab lemente en esa época. Pero los estud ios de Piaget
será rechazado ni ca mbi ado por otro, aunqu e ya no pueda propor- ~e centran sobre objetos físicos inanimados, transitori amente cate-
cionar satisfacciones; en ese estado aún se añora al objeto, y no se lo xi dos. ¿Ocu rre este desarro ll o al mismo ritmo si se trata del obj eto
rechaza (od ia) como insatisfactorio simp lemente porque esté ausente. llbidina l, es decir, de la madre? Por los datos que hemos obtenido, de-
El lento establ ec imiento de la constancia del objeto emociona l ¡, mos contestar dec ididamente esta pregunta en forma negativa. Hay
es un proceso compl ejo y multidetermin ado, que incluye todos los p r lo menos dos diferenc ias fundamental es entre el objeto libidinal
aspectos del desa rrollo psíquiCo. Los determin antes previos esencia- y los objetos estud iados por Piaget: 7) el niño está en continuo con-
les son 7) la fe y la confianza a raíz de que ya en la fase simbiótica ha 1,\ to con el objeto li bidina l, es decir, con la mad re; y 2) estos
ocurrido un alivio regul ar de la tensión provocada por las necesi- I'Ontactos ocurren a menudo en condiciones de gran estim ul ación: de
dades, alivio proporcionado por el instrumento· de satisfacción de ,u oranza, frustración, gratificación, exc itación. La madre, que es un
necesidades. En el cu rso de las subfases del proceso de sepa ración- "objeto" en el sentido psicoana lítico, es decir, algo med iante lo cua l
individuación este alivio de la tensión provocada por las necesidades ~' logra gratificación de impulsos, es mucho más que un "obj eto" en
se va atribuyendo gradua lmente al obj eto tota l que las satisface (la 1•l sentido meramente físico-descriptivo del término . Creemos que el
mad reL y se transfiere luego, por med io de la internali zación, a la re- t ontacto repetido y el alto nivel de estimulación producen difere ncias
presentac ión intrapsíquica de la madre; y 2) la adquisición cognitiva l'n lo que respecta al grado de adqu isición de un concepto de per-
de la representac ión interna simbó li ca del objeto permanente (en el rn anenc ia (véase Bell,1970; Fraiberg, 1969; M cDev itt, 197 1, 1972;
sentido de Piaget); en nuestro caso, del objeto úni co de amor: la Pine, 197 4).
madre. Hay impli cados mu chos otros factores, tal es como la dotación
Pero el efecto del status libidinal del objeto sobre el grado de
y madu ración insti ntiva innatas, la neutrali zación de la energía instin-
,1dquisición de un concepto de su permanencia no es .de ninguna
tiva, la prueba de rea lidad, la tolerancia a la frustrac ión y a la ans ie-
manera inequívoco. Uno de nosotros ha sugerido que "el incremento .
dad, etcétera .
d 1 aprendizaje y del registro de recuerdos, que puede ocu rrir en
Sólo después de bien avanzada la constancia objetal, que de t ndiciones de estimulación óptima (esto es, un estado impul sional
acuerd o a nuestra concepción no parece ocurrir antes del tercer año que no alca nce dimensiones traumáticas) y de repetido encuentro, es
(véase Mahler, 1965b), la madre puede ser sustituida durante su ~ u sceptibl e de solidificar aspectos de la representac ión interna
ausenc ia físi ca, al menos en parte, por la presencia de una imagen rl 1 objeto libidina l aun antes de los 18 a 20 meses" (Pine, 1974).
interna confi ab le que se manti ene relativa mente estable, cualquiera M Dev itt (1972, inédito), por otra parte, hab lando del período aun
sea el estado de neces idad instintiva o de incomodidad intern a. Sobre p sterior a los 18 a 20 meses, sugiere que " la representación mental
la base de este logro, puede prolongarse y tol erarse mejor la sepa- rl la mad re puede ser tan vapu leada por violentos sentim ientos de
ración temporari a. El establ ec imiento de la permanencia del objeto 1' lera, que se desqu icie la estab ilidad de esta imagen, al menos en su
y de una " imagen menta l" de l objeto en el sentido de Piaget es un ,¡ pecto libidinal, por oposición al cognitivo" (véa nse también los
prerrequisito necesa rio, pero no suficiente, del establecimiento de la 1 apítu los 5 y 6, págs . 78-123). Es interesante agrega r que Bell (1970)

128 129
ha demostrado experimentalmente que los infantes que tienen rel a muchos otros factores evolutivos, del estado que prevalece en el yo, y
ciones armoniosas con su madre desarrollan la "permanencia de per d la respuesta afectiva del ambiente en ese momento. Damos a con-
sanas" antes que la "permanencia de objetos", mientras que si 1,1 llnuación un ejemplo.
relación es inarmónica ocurre lo contrario. (N uestros estudios han Describiremos la conducta de tres niños en el día en que se pi-
ilustrado ampliamente este punto.) Así, "la presencia de intensos vín· dió a sus madres, con adecuada exp licac ión, que se retiraran a su sec-
cu los libidinales y agresivos con el objeto puede ... contribuir a un lo· lor del cuarto de infantes y dejaran más sistemáticamente a sus hijos
gro más rápido y menos fijado de una representación permanente d<• h, jo el cuidado de la maestra del cuarto de deambuladores. Aquí,
un objeto permanente" (Pine, 1974; véase también L. Kaplan, 1972). t mo en nuestros ejemplos anteriores, cada caso se caracteriza por
Todo esto sugiere que el desarrollo de la constancia del objeto 11na conducta relacionada con la fase y por acentuadas variaciones
libidinal es un proceso comp lejo. En general, sin embargo, la cons Individuales.
tancia del objeto libidinal es suficientemente estable en el niño nor Tres deambuladores grandes (de 26 a 28 meses) estaban en
mal de 3 años, como lo representa sociocultura lmente la elección dP 1ondiciones de incorporarse al cuarto de deambuladores, que les
esa edad como punto común en que se considera apto al niño para r •sultaba ya muy fami liar. Su atractivo los había tentado por mu-
entrar en el jardín de infantes (véase A. Freud, 1963). t has meses, pero estaban en conflicto porque no querían dejar a
Esta cuarta subfase del proceso de separación-individuación no u madre en el cuarto de infantes y requerían su presencia en el cuar-
es una subfase en el mismo sentido que las primeras tres, puesto qu<' 1() de deambuladores. Cuando se pidió a las madres que se retiraran
tiene su extremo abierto por el lado de la mayor edad. ,11 cuarto de infantes, ubicado aliado y fácilmente accesible, pudimos
Vemos que ocurre un cambio prominente, aunque todavía sólo observar, por un lado, la reacción de los deambuladores a esta leve
relativo, entre los fenómenos de la subfase de acercamiento, con una ~ •paración, y por otra, la disposición de las madres a separarse de sus
mayor o menor dificultad en la despedida, y la acrecentada capacidad nlrios, que ahora funcionaban en forma más independiente, y la ma-
de jugar separadamente de la madre, con indicaciones de que el niño 11 raen que lo hacían (capítulo 2, págs. 36-39).
puede aferrarse automáticamente cada vez más a la imagen de la La primera niñita, cuya madre había estado emociona lmente
madre ("la madre buena") en ausencia de ésta. Pero estos cambios no dlsp,an ible de una manera óptima -ahora diríamos que alcanzó el
alcanzan un punto term inal único y definido.2 wado máximo- durante el curso de las subfases anteriores, pare-
Hemos establecido que a medida que esta subfase avanza, da haber progresado más que los otros niños en lo que respecta a
el niño se va vo lviendo en general cada vez más capaz de aceptar dP 1,1 constancia objeta!. Creemos que la imagen de la madre estaba ca-
nuevo la separación de la madre (como ocurría en el período de ejer- lex iada en forma positiva y no amb ivalente; en verd ad, esta niña com-
citación); en verdad, cuando está absor~ido por el juego, parece• ¡¡rendía dónde estaba la madre y podía arreglárselas muy bien durante
preferir quedarse en el cuarto de deambuladores sin la madre, a ten r 1111a breve ausencia de la madre (sea que ésta se hallara en otra
que dejar ese cuarto para estar con ella. Consideramos esto como hl bitac ión o hubiera salido del Centro) desde más o menos la edad
signo del logro incipiente de la constanc ia objeta! emoc ional. d 25 a 26 meses. El día en que se pidió a las madres que se quedaran
Sin embargo, parecen ocurrir en el niño muchos procesos complejos, t•n el cuarto de infantes, la investigadora jefe a cargo del cuarto de
conflictuales y no confli ctuales, en el curso del tercer año, que hacen ti ambuladores describió la primera reacción de la niñita de la si-
que la constancia objeta! sea aún un logro más bien fluido y r • guiente manera. La niña se quedó cerca de la madre mientras ésta
versible. Se trata todavía, como comunicó Hartmann a uno de noso- t•staba sentada con ell a en el cuarto de deambuladores. Cuando la
tros (Mahler), de una cuestión de grado.3 Depende del contexto d<• 111adre se fue, la niña se permitió interesarse cada vez más en el juego
Iniciado por la investigadora, y por un breve rato ni siquiera se preo-
t'upó por averiguar el paradero de la madre. En verdad, cuando la
2 Entre los psicoanalistas, Jacobson (1964) es el que aclara la persistenci.1 madre abandonó la habitación la niña no se dio cuenta en seguida de
de los problemas de fusión del yo y de las imágenes objetales hasta bien avan u partida. Sólo la percibió cuando estaba dibujando y se iba sintien-
zado el tercer año.
tl muy satisfecha consigo misma, punto en el cual preguntó varias
3 Comunicación personal v es, "¿Dónde está mamá?" Creemos que en ausencia de ésta, y que

130 131
había sido capaz de utilizar el juego y su relación con personas ustituyéndo la por una relación niño-adulto uno a uno. Debe acen-
que le era fami li ares para mitigar su preocupación, sa ludaba a su luarse que la crisis de acercamiento aú n arroj a su sombra sobre el
mad re con sonri sas; hacía gestos de bienvenida con los juguetes qu<' progreso evo lutivo de esta niña hac ia la constancia objetal emocio-
llevaba y en genera l parecía auténticamente comp'l acida de verl a. nal; la progresión está muy a menudo, j alonada por regres ión y
El niñito mostraba una ausenci a de reacción afectiva aprovechando ¡~mb i va l e n c i a que interfiere muy visib lemente en el proceso de des-
ese momento deseaba compartir su dibujo con la mad re (acerca- P dida, cuando la "madre rea l" está aún potencialmente allí.
mi ento), pero cuando nad ie contestó su llamado fue capaz de seguir Es típi co que cuando hay una gran dosis de ambiva lencia en
dibujando, e incluso llegó a engolfarse más en esa actividad . (En nues- 1,1 relación, la sali da de la madre provoque una có lera y añoranza
tra descripc ión del tercer año, sin embargo, veremos con mayor ro ns iderab le, expresa o táctica; en ta les condiciones, ya no puede
deta lle cuá n delicadas, compl ejas y ab iertas a alternativas están aún 111 ntenerse la imagen positiva de la madre. Las reacciones de los
las vicisitudes de la constancia objetal emocional en ese período de Ir s niños al reencuentro con sus madres revelaron tamb ién pautas
edad). orprendentemente distintas en el desarrollo de la constanc ia de obje-
En contraste con la primera niñita, que había logrado aparen- lo. La primera niñita, que parecía haber conservado la imagen pos iti-
temente un alto grado de constanci a objetal lib id inal en este punto, v, de la mad rt durante la ausencia de ésta, y que había sido capaz
había un niñito que sufri ó frustrac iones tempranas en su relación con d util izar el juego y su relac ión con person as que le eran fami liares
la madre. Actuó ese día como lo había hecho en muchos días ante- >, ra mitigar su preocupación, sal udaba a su madre con sonri sas;
riores, como si tuviera una imagen interna conflictu al y ambi gua de \wcía gestos de bienven ida con los juguetes que le llevaba y en gene-
su madre, hasta el punto de que en general deseaba evitarla. En ese 1\11 parecía auténticamente complacida de verla. El ni ñito mostraba
día, estaba muy tranq ui lo y apagado desde su llegada al Centro. 1111a ausencia de reacción afectiva apropi ada: no se notaba ningún
Como de costumbre, se enfrascó en sus actividades, pero desde que >lacer por su parte cuando vo lvía la mad re. Esta comentaba que su
su madre aba ndonó el cuarto de deambuladores su humor bajó llijo no la echaba de menos, que "no le importaba". Cuando la segun-
de tono cada vez más, y ll egó quizás a estar incluso levemente depri - d, niñita veía que su mad re volvía, reaccionaba con visible amb iva-
mido. Expresó su infelicidad quedándose indiferente junto a la pil eta, 1 •ncia. Hacía muecas, luego trataba de sonreír, pero parecía herida y

sin interesarse en el juego con agua, que era por lo común una de sus t•nojada con su madre.
actividades favoritas . Sin embargo, no preguntó por su madre, y no Los referentes conducta les, indi cadores de estas variaciones en
parecía notar su ausencia, pero su mi rada era más bien distante. t• l desarroll o de la constancia de objeto emocional , son intel igib les
La segunda niñita mostraba otro tipo más de conducta. En ge- m dia nte el estudio de la relación del infante-deambu lador con su
neral, su tolera ncia a que la madre la dej ara e~q muy mala, aunque la madre du rante la subfase de la separación-individuación.
separación fuera muy breve. Respondía a la sa lida de la madre ele La primera niñita tuvo la buena suerte de haber disfrutado de
una manera inmed iata e intensa. Cua ndo notaba que la mad re estaba 1111a maternación óptima, es decir, flexible y progresiva, de acuer-
por irse, corría hacia ella, se aferraba, gemía y lloraba. La investi- d con las ca mbiantes necesidades de las subfases anteriores. Su
gadora sugirió a la niña que tomara una muñeca con la que había madre era pac iente, comprensi va, y estuvo emocionalmente dis-
estado jugando con gra n placer en la semana anterior. Por un momen- P nible de una manera coherente en las primeras dos subfases,
to la niñ a dejó de ll orar, abrazó a la muñeca contra su cuerpo, y pare- y uando fue evolutivamente apropiado -así lo pensamos en esa
ció esta r a punto de ponerse a jugar con ella; pero cuando se dio poca- alentó poco a poco la independencia de desarroll o y el
cuenta de que su mad re en verdad no se iba a quedar, fu e incapa7 uncionami ento autónomo de su hij a. En parte por dotación y en parte
de jugar con la muñeca. En ca mbio, apretaba a la muñeca y lloraba romo consecuenc ia de la óptima interacción mad re- hija en la fase
mi entras corría tras su madre. Por último, notó la figura de un mi em· lmbiótica y en las primeras dos subfases del proceso de separac ión-
bro del eq uipo que le era fami liar y cuya presencia parecía reco nfor Individuación, esta niñita había desarrollado en su segundo año de
tarl a un poco . Siri embargo, sigui ó abatida durante el lapso en que su vida las sigui entes características: confi anza básica, segu rid ad en su
mad re estuvo ausente. En otras palabras, podía mantener su equi - madre y en otras personas, y un narcisismo secundario sano con
li bri o emocional por un corto tiempo en ausencia de la madre buena autoestima. La niña estaba decididamente más avanzada que

132 133
cua lquiera de sus coetáneas en lo que respecta al funcionamiento 11 1 lituto de la madre que satisfacía las necesidades, o trataba de lograr
secundariamente autónomo de su yo. Wtificaciones autoeróticas y n arc is~sticas tales como e! balanceo vi.o-
l t~nto en el cabal lito-hamaca o el m1rarse con frecuencia en el espe¡o.
Como observamos en el caso citado más arriba, esta niña, a l o~
25 y 26 meses, superaba las ausencias de su madre. Cuando pregun- u ansiedad de separación y su cólera contra la madre produjeron una
taba por ell a, entendía claramente una explicación simple sobre Sll '" ntuada regresión de tipo narcisista.
paradero y se quedaba satisfecha. Parecía que la niña tenía una ima·
1ti logro de la individualidad
gen interna sana y satisfactoria de su madre y una representación
intrapsíquica que era positiva y cargada de confianza. Esto permitía Como el niño aprende a expresarse verbalmente durante este
un excelente funciona miento autónomo del yo, pese a alguna leve d p •ríodo, podemos rastrear algunas de las vicisitudes del proceso de
sazón y "añoranza" causada por la ausencia de la madre. l'paración intrapsíquica de la madre, y los confli ctos que lo rodean,
Sin embargo, veremos que la constancia de objeto libidinal de o~n a lizando el material verbal que obtenemos del niño, junto con la
esta niñita, pese a su buen desarrollo, no podía mantenerse ante trau- l1 nomenología de su conducta. La comunicación verbal , que comen-
/ > durante la tercera subfase, se desarrolla durante ésta y en la cuar-
mas de shock insó litamente fuertes y acumul ados (págs. 160-162).
loi subfase de la separación-individuación, y reemplaza lentamente a
Nos sorprendió ver, el día en que se pidió a las madres que per- lo otros modos de com uni cación, aunque el lenguaj e gestual de todo
manecieran en el cuarto de infantes, con qué resistencia la madre de 1•l uerpo y la afectomovilidad aún siguen siendo muy visibles. El jue-
esta niñita cump lió el pedido de la investigadora jefe, cuidadosa- 1\0 se vuelve más planificado y constructivo. Hay un comi enzo de
mente explicado, de que las madres se retiraran al cuarto adjun- 11 1 go de fantasía, desempeño de roles y juego como-si. Las observa-
to, fácilmente accesible, y dejaran que sus hijos fueran y vinieran r 1 nes acerca del mundo real se vuelven detalladas y están cla-
a voluntad. (Por primera vez se nos hizo claro que la madre de esta 1\lmente incluidas en el juego, y hay un creciente interés en los
primera niñita no sólo estaba "disponible" para ell a en forma ópti ma 1 ompañeros de juego y en los ad ultos que no son la madre. Com ienza
y no específica de la fase, sino que lo estaba en med ida excesiva.) ,¡ desarrollarse un sentimiento del tiempo (y también de las relaciones
En contraste con esta madre, que estaba demasiado fácilment 1• paciales), y junto con él, una creciente capacidad de tolerar la
dispon ible no sólo en la subfase de acercamiento sino mucho des- d •mora en la gratificación y de soportar la separación. El niño de esta
pués, la madre del niñito (que hemos descripto brevemente más arri - 11lad no sólo comprende, sino que también utiliza, conceptos tales
ba) no podía dejar de ser impredecib le en sus actitudes y tendencias t omo "más tarde" o "mañana": experimenta con tales conceptos,
emocionales respecto de su hijo. Cuando lo vigil amos después que su fl larizados por la idas y venidas de la madre. Vemos una fuerte
madre abandonó el cuarto de deambuladores, ~ niño parecía estar r'<'S istencia activa a las exigencias de los adultos, una gran necesidad
completamente engolfado en juegos de fantasías, tenía a veces una y t~n deseo (a menudo todavía no realista) de autonomía ( ind~pen­
expresión fac ial serena y otras triste, carecía de la vivacidad carac- d ncia). También es característica de esta subfase la recurrencta de
terística de esa edad, y no se relac ionaba bien con personas. Aun 1111 negativismo leve o moderado, que parece ser esencial para
así, el funcionamiento autónomo de su yo era excelente. En otras 1'1 desarrollo del sentimiento de identidad . (E l niño está aú n princi-
pa labras, tuvo que confi ar y confió con excesiva predominancia y pre- P<lmente en la fase anal y fáli ca temprana del desarrollo zonal.)
coc idad en su propia autonomía, reprimi endo aparentemente su Así, la cuarta subfase se caracteriza por el despliegue de fun-
necesidad emocional de apoyo de la madre. t Iones cognitivas complejas: la comunicación verbal, la fantasía y la
La segu nda niñita seguía reaccionando a la despedida de la ma- prueba de realidad. Durante este período de rápida diferenciación
dre con gran ansiedad; se ponía triste, se sentía desdichada y se retraía. d 1 yo, desde 20 ó 22 meses hasta 30 ó 36 meses, se desarrolla tanto
En los días en que no estaba demasiado perturbada, podía enfrentar !,1 individuación que incluso una descripción sintética de ella exce-
parcia lmente la situación maternando activamente a su muñeca, es 11 •ría del ámbito de este libro (Esca lona, 1968). Baste decir que el
decir, identificá ndose con su madre. De no ser así, se transformaba 1' tablec imiento de representaciones mentales del yo como algo neta-
ella misma en la beba desamparada, que comía constantemente, bus- m nte separado de las representaciones de los objetos, prepara el
caba a su observador favorito (mascu lino) y se apoyaba contra él como e ;¡mino para la formación de la autoidentidad.

134 135
En casos ideales, durante la segunda mitad del tercer año per madre, que deseaba buscar jugando contacto corpora l con el niño.
siste el investimiento libidinal haya o no una satisfacción inmed iata, y Al mismo tiempo, el niño parecía buscar y gozar con frecuencia
esto permite que se mantenga el equ ilibrio emocional del niño d juegos más enérgicos con el padre. Tenemos la impresión de que
durante las ausenc ias del objeto. t'stas conductas eran signos de temor de reengolfamiento por la "ma-
Durante el período de simbiosis normal, el objeto narcisística- dre después de la separación", que estaba narcisísticamente investida
mente fusion ado se percibía como "bueno" -es decir, en armonía p ro era un peligro contra el que había que defenderse; algunos de los
con el yo simbiótico-, de modo que la identificación primaria ocu- niños parecían creer aú n en la omnipotencia de esa madre, aunque
rría bajo una valencia positiva de amor. Cuanto menos gradualmente ~ ntían que ella ya no les dejaba compartir sus poderes mágicos
y más abruptamente surge la concienc ia intrapsíquica de la separa- (Mahler, 1971 ).
ción, o cua ndo más intrusivos y/o impredecibles son los progenitores, Las principales condiciones de la salud mental, en lo referente
tanto menor será la gravitación ejercida por la función adaptadora y ,,¡desarrollo preedíp ico, se centran en el logro y continuidad de la
negociadora del yo. Es decir, cuanto menos predecible y confiable o ra pacidad del niño para retener o restablecer su autoestima en el con-
cuanto más intrusiva haya sido la actitud emociona l del objeto de 1 xto de una relativa constancia objetallibidinal. En la cuarta subfase,
amor en el mundo externo, tanto mayor será la medida en que 1 que es abierta, deben tener principio ambas estructuras internas: la
objeto se mantiene como, o se transforma en un cuerpo extraño no constancia objeta! libidinal y una autoimagen unificada basada en
as imil ado -un introyecto "malo"- en la economía emocional verdaderas identificaciones del yo. Sin embargo, creemos que estas
intrapsíqu ica (cf. Heimann, 1966). En el esfuerzo por expu lsar este dos estructuras representan meramente el comien zo del proceso evo-
"introyecto malo" entran en juego derivados del impulso agres ivo; y lutivo en curso.
parece desarrollarse una acrecentada proclividad a identifi car la La "madre interna", la imagen interna o representación intra-
autorrepresentac ión con el introyecto "ma lo", o por lo menos a con- psíquica de la madre, debe llegar a esta r más o menos dispon ible
fundir ambas cosas. Si esta situación emerge durante la subfase d 'n el curso del tercer año, para proporcionar confortación al niño en
acercam iento, puede desencadenarse tanta agresión como para inun- ,\usencia física de la madre. La primera base de la estabi lidad y
dar o barrer al "objeto bueno", y junto con él, a la autorrepresen - 1 cua lidad de esta representación interna es la relación real madre-
tación buena (Mahler, 1971, 1972a). Esto estaría indi cado por fuertes hijo, como la vimos desenvolverse en la interacc ión cotid iana entre
berrinches precoces, por los intentos cada vez más decididos d ,1 mbos. Parecía ser resultado de las tres subfases precedentes. Sin em-
ob li gar a la madre y al padre a funcionar como yoes casi-externos. bargo, éste no es de ninguna manera un punto terminal. Mostraremos
En una palabra, puede producirse una gran ambivalencia, que si - en la parte 111, cuando demos una descripción mas detallada de las·
gue dañando el desarrollo sin tropiezos hacia la co nstanci a de objeto vicisitudes de la separación-individuación de cinco niños, cómo este
emociona l y el narcis ismo secundario sano. Estas' son las conse- nuevo y pequeño ser, que en su tercer año está dispuesto a poner en
cuenc ias en el caso de los niños en los cuales una comprensión ,1 ción su funcionamiento independiente en un mundo ya relativa-
demasiado repentina y penosa de su desamparo ha producido una mente ampliado, trata de capear sin la presencia física de su madre
contracc ión demasiado repentina de su sentimiento previo de om- 1, s nuevas tormentas que a veces amenazan con barrer, o incluso lo
nipotencia, así como de la omnipotencia mágica compartida con 1 gran, esa delicada estructura interna recién formada de relativa
los progenitores, en el sentido de Edith Jacobson (1954). Estos son los onstancia emocional.
deambuladores que en el tercer año en particular muestran tendencia
Las amenazas contra la constancia objeta! libidinal y el fun-
a esc indir el mundo objeta! en "bueno" y "ma lo", y para los cuales
ionamiento individual separado se originan en varias fuentes.
la "madre real" (Bowlby, 1958), "la mad re después de la separación" Ante todo, hay la presión de la maduración de los impulsos, que en-
(Mahler, 1971 ), es siempre frustradora, y cuya regul ac ión de la autoes-
frenta al niño con nuevas tareas durante la fase anal, que implica
tima es muy preca ri a.
exigencias de control de esfínteres. Luego, al entrar en la fase fálica,
Hemos observado que muchos de nuestros niños normales se ,¡ niño se vuelve mucho más co nsciente de la diferencia sexual, y
retraían de la madre o mostraban otros signos que había que inter- junto con ello experimenta una ansiedad de castrac ión de variable
pretar como una especie de temor erotizado a ser acorralado por la intensidad .

136 137
1

Los psicoanalistas están bien al tanto de la gran vari edad d mantener la constancia de objeto libidinal durante la cuarta sub-
negac iones, fantasías, acusaciones y temores con que el niño trata r. se. Trataremos de determinar en qué medida ll ega a su fin, si es
de enfrentar estos prob lemas. Para nosotros, es importante ver en este que lo alcanza, la lucha característica de la subfase de acerca-
punto de qué manera todo esto afecta a la incipiente constancia ob- mi ento, y/o la manera en que la solución de las cris is de acercamien-
jeta! li bidinal y al investimiento libidinal del yo en proceso de indi- lo promueve u obstacu li za el progreso hacia una individualidad
viduación. (, utoidentidad) sana y hacia la constancia objeta l. Asimismo procu-
r remos demostrar cómo cada niño comienza a organi za"r de una
Hemos descrito de qué modo la ans iedad de castración, ya
manera característica y va solidifi cando gradua lmente la estru ctu-
desde la segunda mitad del segundo año en adela nte, puede contra-
r, defens iva, y también el estilo adaptativo de cada niño, es decir,
rrestar el desarrollo y la integración sana de las autorrepresenta-
sus ma neras de enfrentar sus problemas individualidades (véase
ciones (probab lemente, ante todo, la imagen corpora l), y tamb ién los
Mahler y Mc0evitt,1968).
procesos identificatorios, li bidi nalmente catexiados. Los traumas acu-
mulativos de carácter evo lutivo (cf. Kha n, 1964), en la fase anal y
especialmente en la fálica, pueden constituir un bloqueo en el pro-
ceso de constancia del objeto, y también en el de la consolidación
preli minar de la individualidad del niño.
Estos eventos precedentes y en curso determinan de una mane-
ra decisiva el estilo y grado de integrac ión de la individualidad del
niño de tres años. Ambos logros -consolidación de la individuali-
dad y constancia emocional- se ven fác ilmente cuestion ados por la
lucha que se produce en torno de los hábitos de eliminación, y
por la conciencia de la diferenc ia anatóm ica entre los sexos, lesión
del narcisismo para la niña pequeña y gran peligro para la integridad
corporal del niño en esa edad.
En el tercer año, hay en la vida de cada niño una constelac ión
particular que es resultado de la personalidad empática de la madre
experienciada hasta entonces, que puede ser óptima o menos que
óptima, y de su capac idad de maternación, a la qu~ el niño responde.
Esta respuesta se extiende hacia el padre y hacia toda la constelación
psicosocial de la fa mi lia del niño. Sus reacc iones está n muy influi-
das por sucesos accidenta les, au nque a veces decisivos, tales como
enfermedades, intervenciones quirúrgicas, accidentes, separaciones
de la madre o del padre, es decir, factores experienc iales. Los even-
tos accidentales de esta clase constituyen, en cierto sentido, el desti-
no de cada niño y son la sustancia a partir de la cua l se forman los
temas y tareas de la vida particul ar de éste, que son infin itamente
variados, pero tamb ién infinitamente recurrentes.
Cuando describamos los movimientos de aumento y disminu-
ción en el cam ino hacia, y en el alejamiento de, la constancia de ob-
jeto emoc ional de los cinco niños cuyo desarroll o hemos seguido a
través de los confli ctos de acercamiento hasta el final del tercer año,
veremos los conflictos y luchas de cada niño, tendientes a obtener y

138 139
Parte III
DESARROLLO DE LAS SUBFASES
EN CINCO NIÑOS

INTRODUCCIÓN

A l haber seguido a tantos niños a través de su proceso de sepa-


ración individuación, hemos encontrado infinitas variaciones
' n el desarrollo de las subfases, según la dotación innata del niño,
la relación madre-hijo y las circunstancias experienciales de cada
subfase. En esta parte del libro seguiremos a cinco niños epige-
néticamente a través de su desarroll o en las diversas subfases. Las
historias de casos, que expondremos a continuación, ilustran las cons-
l laciones exquisitamente complejas y repetidas de variables, los
·'
moldeamientos en permutación ca leidoscópica, las alternac iones de
pasos progresivos y regresivos en el proceso de individuación, y
'1aumento y disminución característicos del impulso recién adquiri-
do de los niños, y de las posiciones del yo (en la interacc ión con sus
madres y con su ambiente en expansión).

141
Capítulo 8
BRUCE

1caso de Bruce era el de un niño bien dotado que enfrentaba una


relación madre-hijo cons iderablemente difícil. La madre temió
por la integridad del niño desde su nacimiento, y le transmitió esa
,¡nsiedad. El caso de Bruce representa un ejemplo de una individua-
!'! n notablemente exitosa pese a que las posibilidades en contrario
man considerables. Todos los observadores notaron circunstancias
i\Civersas en la edad cronológica de la simbiosis. El examen evolutivo
que se realizó entre el cuarto y quinto mes indicó que la adapta-
r! n de esta pareja madre-hijo -su señal ación mutua- era precaria.
1', nto la madre como el infante estaban ansiosos, tensos, inquietos, y
p, recían incómodos en su relación mutua.

La madre de Bruce
La ansiedad de la señora A. parecía exceder la habitual apren-
1 n de las madres primerizas. Puesto que no la analizamos y, por lo
l,lnto, no tenemos conocim iento de sus conflictos subyacentes a raíz
d la maternidad, no deseamos describir aquí lo que vislumbramos
,\cerca de sus fantasías respecto del niño. Baste decir que la señora A.
1'nía una compulsión ansiosa a tratar de convencerse de que su bebé
había nacido intacto.
Los primeros meses del embarazo estuvieron plagados de adver-
sidades; el hecho de que Bruce naciera por parto espontáneo, con un
Jl so normal y en excelente condi ción, y que fuera extremadamente
'' tivo desde que nació, no despejó las ansiedades de su madre. Ni la
madre ni el bebé disfrutaron del breve lapso de amamantamiento. En
los pri meros meses de la fase simbiótica, Bruce parecía calmarse más
.cilmente con un chupete que tomando el pecho.

Desarrollo de subfases de Bruce


Bruce era un bebé muy tenso, hipertónico e inquieto, que te-
nía dificultades de amoldamiento. Se irritaba llorando hasta tener

143
"pataletas" muy fuertes, que a su madre le costaba controlar. Este he- objeto transicional. Gorjeaba y arrullaba con deleite cuando se la
cho, junto con la persistente perturbac ión del sueño por la noche y a daba n. Su receptividad era notablemente aud itiva, es decir, prefería
la hora de la siesta, producían un efecto agotador sobre la madre. 1,1 modalidad aud itiva o engranaba particularmente bien con ella. A
Bruce no podía estar tranq uil o ni alimentarse en posición horizontal; I'Sa misma edad empezó a amo ldarse con mayor comodidad cuando
no permitió que lo acunaran antes de los cinco meses. '• ll madre lo mecía. Aunque Bruce había sido un bebé relativa-
In nte serio, durante sus primeras semanas con nosotros se volvió
Como era un niño de sueño tan inqui eto, la señora A. ll egó
,¡mistoso y sonriente.
a preocuparse y a inqui etarse permanentemente porque su hijo "no
dormía lo suficiente". Muy a menudo ella interpretaba el hecho de Se informó que al com ienzo del sexto mes exam inaba y compa-
que el niño estuvi era irritado o inquieto como signo de fa lta de sueño, r,lba a las personas y "verificaba" con la madre, y además todavía
y lo ponía a dormir en forma bastante torpe y decidida, aunque todo lloraba colérico por un buen rato antes de quedarse repentinamente
nosotros teníamos la impresión de que el niño estaba bien despierto dormido.
vigilando lo que lo rodeaba. La notable vigil ancia e interés de Bruce Durante la subfase de diferenciación y al comienzo de la ejer-
por lo que ocurría en el Centro estaban contrarrestados por la preo- t•ltación, se volvió con gran energía hacia el mundo exterior. Parecía
cupación, que mostraba a su madre, de que no hubiera dormido lo I'Xtraer gran placer de sus capacidades motrices en pleno desarrollo.
suficiente. 1' •ro el hecho de que él, como todo niño normal, fuera relativamente
Bruce desarroll ó una sonrisa social precoz, que a los 5 meses se Independiente al comienzo del período de ejercitación, pareció hacer
tra nsformó en una respuesta de sonrisa específica y preferenc ial, que su madre se sintiera rechazada; en consecuencia, no podía
dirigida a su madre. En esa época se había transformado en un bebé ofrecerse a Bruce para reabastecerlo emoc ionalmente. Vo lvió a in-
bastante robusto y regordete, mu cho más tranq uilo. Mantenía su posi - lt•rpretar la irritación del niño cuando estaba cansado y la necesitaba,
ción vertical favorita en virtud del desarrollo particularmente bueno 1omo necesidad de dormir. Sin darse cuenta, tendía a poner distancia
de los músculos de sus muslos y pantorri ll as; le agradaba forta lecer 1111tre el niño y ell a.
sus piernas parándose en el regazo de su madre. Se lo describió como En esta época, a los 6 ó 7 meses de edad, Bruce comenzó a tener
muy alerta e interesado en juguetes, y esto hi zo que su madre se sin- 11 1•rtes reacciones ante extraños. Sólo podía consolarlo su madre.
tiera un poco más relajada y feliz. Aunque a ell a le agradaba esto, a veces era incapaz de consolarl o
Bruce había sido descrito como un bebé muy inquieto, que I U ndo estaba trastornado. La distancia óptima entre Bruce y su
succionaba el chupete con gran intens idad, pero a los 5 meses su 111adre, en el curso del período de diferenciación y al com ienzo del
actividad motriz comenzó a dirigirse cada .vez más hacia metas y fur período de ejercitación, era aquell a en que el niño se entretenía con
dejando de servir para descargar la incomodidad interna. El niño era Jltguetes en el corra lito mientras la señora A. lo cuidaba desde el otro
capaz de jugar por sí mismo con aspecto feliz durante períodos má~ PXIremo del cua rto. Bruce miraba con frecuencia a su madre, y ell a
largos y había desarrollado la capacidad de esperar por su alimento. dt• ía que nunca hubiera pensado que "cuidar a un niño pequeño
Comenzó a utilizar su boca tanto para exp lorar como para ch upar. pudiera ser tan agradable".
El grado de su falta de to lerancia a las irrupciones del exterior Durante el comienzo de período de ejercitación, Bruce se
se mostraba en sus reacciones de susto ante ciertos rui dos. Pero i dl'leitaba mucho en sus exploraciones. Su creciente interés en el mun-
bien mostraba estar excesivamente alerta a los ruidos fuertes y do que lo rodeaba parecía ayudarlo a vencer su anteri or reacción ante
abruptos, parecía haber desarroll ado una crec iente to lerancia a los I'Xlraños. Estaba exa ltado. Al com ienzo aún necesitaba sentarse en el
estím ulos internos. Mientras que de los 4 a los 5 meses Bruce extc 111gazo de su madre para acostumbrarse a un extraño, pero su interés
riorizaba excitación y placer al ver el biberón, estas manifestac iones 1111 el mundo fue predomina ndo progresivamente. Necesitaba poco
fueron disminuyendo gradualmente, y a los 5 a 6 meses mostraba un,¡ 1ontacto físico con su madre; se reaseguraba a distancia mirándola
excitac ión simi lar cuando veía juguetes. Nos enteramos de qu<' y v ca l izando.
respondía con exc itac ión, sonrisas y gorgoritos cuando oía que su
Cuando Bru ce tenía 9 meses, su madre quedó nuevamente
padre ll egaba de vuelta a casa . A los 5 meses· también mostró par
11111ba razada . Al mismo tiempo, parecía impaciente con Bruce, en
ticul ar apego a su frazada, que se había convertido en un verdadero

144 145
especial si éste hacía contorsiones cuando ella le cambiaba lo
En realidad el apogeo del período de ejercitación propiamente
pañales. El anuncio de su embarazo siguió de cerca a una conV(IJ tll t·ho coincidió con nuestro receso de verano, y sólo vimos a Bruce
sación con la señora A., en la que dijo que deseaba volver a trabaj,1r. 111 una visita domiciliaria. Cuando volvió después de las vacaciones,
El ~uevo embarazo no planeado pareció suscitar más conflictos y , , 1 s 14 meses de edad, estaba comenzando a exhibir conductas
ans1edad e~ la madre, y esto se reflejaba en su relación con su hijo. llpl as de la primera etapa del acercamiento, en realidad de un mo-
Ella se quejaba entonces de que nunca sabía lo que Bruce quería; ,, dll muy prematuro. Su conciencia del sitio donde se encontraba su
menudo le daba alimento, en vez de darse a sí misma. Alrededor dt• ltloldre se volvió muy aguda; le placía compartir sus posesiones con
los 9 meses Bruce desarrolló una perturbación transitoria, pero ba~ 1 ll n, particularmente su alimento. Hubo un retorno a las reacciones
t~~te seria, en su i~gestión alimentaria. La madre se quejaba de 1,1 1lllt extra ños y situaciones extrañas, y el niño necesitaba estar por un
dif1~~ltades q_ue ten1a para bañarlo, cambiarle los pañales y vestirlo, !diO en el regazo de su madre antes de emprender actividades con los
El nin~ ~areCia luchar para evitar que lo pusieran en posición supin, 1 tll'más niños que se hallaban en el cuarto. Como su acercamiento
o lo h1c1eran 9uedar quieto, es decir, pasivo. La madre le gritaba y 1omenzó tan precozmente, vimos en su caso una superposición
luego se sent1a culpable por su cólera. Tenernos la impresión dt • domasiado grande (no óptima) entre rasgos del proceso de sepa-
que la conducta de ésta era un desplazamiento sobre el niño de 1,1 lo! ión-individuación que correspondían tanto a la ejercitación como
cólera que ella sentía por su nuevo embarazo, del que se quejó r 1 ,11 acercami ento.
teradamente, y que la hacía sentirse en un estado físico más bien ma lo
y continuamente nauseada. En ese momento la señora A. Parecía aceptar su nuevo embara-
/0, y estaba por lo tanto mejor sintonizada con las necesidades de
Por esa época, cuando Bruce tenía de 9 a 1O meses la madre st• llruce. Al mismo tiempo, se volvió ansiosa y lo cubría como una
sintió impulsada a enseñarle el significado de la palabra ,;No" . Parecf. 1 H•lllina cuando el niño se mostraba demasiado aventurado al caminar
que en ese momento, durante su propia crisis, a ella le resultaba difr y trepar.
cil dejar que Bruce fuera un individuo por derecho propio; deseab,,
A medida que progresaba el período de acercamiento, Bruce se
que el niño se mantuviera pasivo, como una especie de apéndice con
dnba más cuenta de las ausencias de su madre cuando ésta salía de la
trolable de sus progenitores.
h, bitación. Jugaba cerca de su silla vacía y a veces lloraba cuando se
Bruce reaccionó al cambio ocurrido en su madre perdiendo el t~ bría la puerta y entraba en la habitación otra persona. En general,
goce que anteriormente le producía la ejercitación. Más bien que• 1,1 relación madre-hijo durante los primeros meses del período de
andar gateando y manipulando objetos, comenzó a agarrarse y tirar ,, ercamiento fue muy positiva. Sin embargo, como había ocurrido al
para poner_se en posición vertical (lo que recuerda su primera paut, comienzo de la fase de ejercitación, en que el primer florecimiento de
como bebe de brazos). A esta edad, la posición de p,ie contribuye una buena relación con la madre fue obstaculizado por el embarazo
gene~almente a que el niño se sienta orgulloso y experimente bienes- el ésta, ahora de nuevo, hacia el final del embarazo, la señora A.
tar. Sin embargo, en el caso de Bruce esa posición parecía contribuir S mostraba cada vez más cansada, deprimida e irritable. Comenzó
a deprimir. su humor. Podemos conjeturar que como era incapa7 otra vez a sentirse injustamente recargada por Bruce. Lo comparaba
d: volver Sin ayuda a la posición sentada o cuadrúpeda, la postura d 1 sfavorab lemente con los demás niños del Centro, y redujo el
p1e. puede haberlo hecho sentir más vulnerable en lo que respecta a ontacto con él. Al comienzo Bruce pareció reaccionar tratando de
su tmagen corporal y sus sentimientos corporales. Esto contribuyó, sin va lerse por sí mismo; por ejemplo, empezó a comer solo. Hacía sus
duda, a. re~ov~r la actitud cautelosa del niño ante los extraños y a ll amados de manera indirecta; se ponía en situaciones peligrosas, y
hacer d tsminUtr su goce por el juego independiente. Sin embargo, f rzaba así a su madre a socorrerlo. Pero finalmente se insinuó en su
pese a esta perturbación temporaria, cuando pasó un poco después onducta una cualidad de rendición pasiva. Se aferraba más y estaba
al período de ejercitación propiamente dicho, Bruce mostró en ver- más deprimido.
dad las características generales de esta subfase. Disfrutó mucho del Bruce tenía 16 meses cuando nació su hermanita. Al comienzo
mundo que lo rodeaba, se deleitó con sus funciones en desarrollo, trató de enfrentar este evento evitando la visión de su madre con la
y de los 1O a los 14 meses fue capaz de tolerar breves separaciones beba, mirando literalmente para otro lado. Pero cuando su hermana
de su madre.
tenía un mes, el mecanismo de evitamiento ya no funcionó; el niño se

146 147
deprimió más, era incapaz de todo goce, y estaba tranquilo yapa '•1
nll,. Se empeñaba, por ejempl o, en compartir los aspectos placen-
do. Se aferraba ansiosamente a su madre y no la perdía de vista, como
11 '1" s de su vida con personas que no eran su madre. Tuvimos la
si temiera que ella pudiera abandonarlo. En este punto, la señora A
Impresión de que este alej amiento de la madre só lo podía ser, después
comprendió la depres ión de Bruce; comenzó a preocuparse por él y
fue más paciente y blanda con él. !11• tod o, una solución temporaria y que la lucha anterior de sepa-
l.! 'ión podría muy bien repetirse en época posterior.1
La progresión y regresión intermitentes en la relación de BruCt •
La inventiva y la dotación innata de Bruce lo ayudaron a adap-
con su mad re pareció detenerse cuando aquél, a los 19 meses, llego
lllrse a las dificultades que ocurrían en la relación madre-hij o. Las
a un punto en que hubo un giro crítico en su desarrollo. Venció su
depresión y comenzó a experimentar mucho placer jugando y en su ~
dn ventajas que tuvo que enfrentar, en cambio, parecen haber deri-
v,lclo, al menos en parte, de los conflictos inherentes a esa relac ión,
relaciones con otras personas. Comenzó a poder utilizar ellenguajt',
Este logro parec ió ayudarlo mucho, pues le permitió traducir en pn d1 • la necesidad de apartarse tan precozmente (18 a 19 meses) de la
1 ¡•rcan ía con la madre, y de su tendencia a confiar hasta tal punto
labras su curiosidad e interés activo por el mundo. No está muy claro
en el caso de este niño, si su precoz adqu isic ión del lenguaje fue un 111 sus propios recursos al final crono lógi cos de la subfase de acer-
logro maduracional que fac ilitó mucho en ese momento su giro ha i,t t,lmiento.
el mundo exterior, de un modo más o menos similar al modelo d1•
madurac ión precoz de la locomoción, o si su giro hacia el mundo tJruce en su tercer año
exterior y hac ia otras personas le posibilitó el aprender a hab lar. Al comi enzo de su tercer año Bruce era un nm 1to seri o, muy
Parece haber habido un proceso circular. 111 nto a lo que estaba haciendo . Aunque a veces parecía abatido,
A los 19 y 20 meses logró superar sus fuertes reacciones ante 1•staba sin embargo siempre activo y continuamente laborioso y ocu-
ri ores a la separación. Se volvió extremadamente independiente, qui p.ldo. Le encantaba el cuarto de deambuladores y se adaptaba bien al
zás como proceso reactivo. Parecía menos perturbado por la presen· JI ! go en ese luga r. Su ca mpo de atención era co nsiderab le. El juego
cia de su hermanita, le encontró un nombre, y experimentó cierto p.1recía ser extremadamente importante para él, no sólo como (re)ac-
placer ayudando a cuidarl a; en otras palabras, parecía capaz dt• liit ción simbiótica de su propia real idad, sino también como un
" identificarse con la madre activa". En el Centro se aficionó mucho al w hículo medi ante cual se relacionaba con personas. Cua ndo le
cuarto de deambuladores y a muchas personas, disfrutó de relacion s HUStaba algu ien, no se contentaba sólo con estar cerca de esa person a,
tanto con adultos como con otros deambuladores, y participó con •,lno que tambi én quería jugar con ell a. En lo que respecta a su madre,
entusiasmo en todas las actividades. quería jugar con ell a o hacer que el la le leyera.
La crisis de acercamiento de Bruce había tomado su particu El humor de Bruce al comienzo de su tercer año parecía relati-
lar matiz a raiz del nacimiento de su herman'ita, y también del ale· v. tmente no afectado por la ausencia o presencia de la madre. No le
jamiento periód ico de su madre, que se apartaba de él debido al u· staba much a ate nci ó~ cuando ésta estaba en el cuarto. de deam-
embarazo, y de los períodos de impac ienci a de ésta para con él. ltu ladores. Cuando ell a no estaba al lí, el niño parecía mostrar signos
Bruce reso lvió rep~ntinamente su crisis de acercamiento y por d' necesitarl a o pensar en ella, y evitar esta añoranza dejándose
el momento logró superarla bastante bien . Parecía haberl o rea li zado .1bsorber rápidamente por el juego.
no tanto mediante un arreglo con la mad re (a unque se había identifi· Le gustaba especia lmente que le leyeran. De esta man era
cado con la madre activa), sino más bien desidentificandose de ell a1 pMecía que podía esta r cerca de alguien (sentado junto a la persona
en el sentido de Greenson (1968), y volviéndose hacia su padre. No 11 n su regazo, fu era hombre o mujer) y al mismo ti empo ejercitar su
pudi mos por supuesto, observar esto directamente en el Centro, pero Interés cogn itivo en el mundo, que estaba continuamente despierto·.
pronto logramos reco nstruirlo a partir del juego simb ióti co y de las ~ u desarrollo cognitivo era muy promisorio; se volv ió muy interesado
verba li zaciones del niño. ("Cocinaba" para su padre, tenía conversa-
ciones telefónicas imaginarias con él, etcétera) . Su relación con la
1 Hemos llegado a saber que ocurrieron en verdad intensas reacciones a la
madre era con frecuencia demasiado ambival ente, y el niño la solu-
Ml'pnración, no inmediatamente después de su ingreso al j ardín de infantes, sino
cionaba ignorando a su madre con mucha frecuencia y alejándose d •
11110s pocos meses más tarde (véase Speers y otros, 1971; Speers, 1974).

148
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en la secuencia de cosas y eventos. Parecía tener una definida sensi y al niño, pero no nombró a la niña y a la madre, que también esta-
bilidad para el tiempo y el ritmo de la mañana que pasaba en el ban representadas. Luego fue hasta el buzón de juguete, señaló la
cuarto de juegos, mientras real izaba una actividad tras otra desarro p rtezue la que se la había salido y luego dijo claramente: "doo-doo"
liando su sentido del tiempo. Por lo común comenzaba el día tran (movimiento de intestino). A continuac ión jugó con cubos huecos,
qu il o, pero a medida que se iba dedicando a actividades se volví,¡ ) niendo uno pequeño dentro de uno grande (como si lo ocultara) y
cada vez más animado. En ocasiones era exuberante, participaba n 1u go poniéndolos en orden . Después miró por la venta na, donde
animados juegos con los otros niños, in cluida la imitación de activi h bía visto a menudo a niños que jugaban en el patio, y dijo, "nene",
dades ruidosas. Le producía placer pintar; embadurnaba a menudo •1 ,runque no había nad ie en el patio de juegos en ese momento.
papel con el pincel o agitaba con energía el pince l en el pote de pin 11 maba la atención de los observadores hacia todas las partes que
tura, expresando con ello su activo impulso agresivo. Integran un "todo sincrético" pero que en ese momento, sin embargo,
Bruce detectó su pene en su décimo mes y parecía tocarlo y 1,1ltaban o estaban invisibles. Así, con su libre secuencia asociativa de
manipularlo sin conflicto. Sin embargo, en el tercer año hubo indicio~> píllabras y acciones, reveló su preocupación por los objetos parciales
de que estaba comenzando a preocuparse por la castración, y tenít1 y los objetos totales fa ltantes, en particular el objeto de amor ausente,
con certeza algunos conflictos anales. A veces buscaba la cerca u madre.
nía con la madre cuando movía el vientre, pero otras se resistía a l,r Bruce no podía expresar con faci li dad sus necesidades en fo rm a
interferencia de la madre, a que ésta manipulara su bacinilla o le cam directa; tocaba a su madre mientras evitaba mirarla. Muchos signos
biara los pañales. Mostraba interés en cosas que se rompían o qu1• l11dicaban que ambos estaban tratando de mejorar su relación pero
tenían partes separables, y en cosas que estaban adheridas a otras. ~ u s intentos eran precarios y débiles.
El juego parecía haber tomado una cualidad tranquilizador-., Bruce mostró su necesidad de que cuidaran de él y su "identifi -
para Bruce; aparentemente lo ayudaba a enfrentar lo que le pertu rba ( ,¡ ión con la madre activa" jugando con an imales de juguetes;
ba. Le gustaba jugar con trenes, especialmente hacer que el tr 11 lo alimentaba con plastilina, imitando así la manera en que su
pasara por un túnel. De esta manera era aparentemente capaz de elil 111 dre alimentaba a la hermanita, a él mismo y a su padre. El niño
borar su interés en cosas que van y vienen, cosas y personas que desé1 lugaba a menudo a cocinar para su papá o a habl arle por teléfono;
parecen y reaparecen. l,unbién fue capaz de mostrar más abiertamente la necesidad que te-
El siguiente ejemplo muestra cómo una observación cu idadosa y ¡¡ ( de su madre, buscándola en el cuarto de infantes.
psicoana líticamente orientada de secuencias de conducta y de juego En la primera parte de su tercer año, Bruce no presentó prácti-
nos permite inferir procesos internos: en este caso, preocupación por ' ,rmernte signos de celos de su hermana cuando estaba con ella; por
sepa rarse de las heces, por la pérd ida de pa rtes de un objeto entero, 1 1 contrario, parecía complacido de verla cuando ésta entraba en el
por la pérdida de partes del cuerpo, y probablemente también preo ¡•uarto de deambuladores. También le gustaba jugar con ella cuand o
cupación por la pérdida de partes del cuerpo, y probablemenll ' ll>n a "v isitar" el cuarto de infantes, donde estaba generalmente la
también preocupación por la pérdida y recuperación temporari a dt'l 11 •na (que tenía menos de 12 meses). El niño parecía casi ansioso de
objeto de amor -todo el lo exactuado simbólicamente en el juego y 1ompartir sus posesiones con su hermana. En lugar de competir di rec-
expresado con pa labras-. l,lmente con su hermanita, Bruce mostraba riva lidad hacia sus com-
Una mañana, después de haberse ensuc iado los pañales, BruC(' ).1ñeros de juego. En el cuarto de deambuladores insistía en acaparar
buscó a su madre. Cuando no puedo encontrar la, tomó un libro sobrt • 1il atención exclusiva de la maestra, sobre todo cuando ésta estaba
trenes, su li bro favorito; señaló una lámina y habló del vag 11 ocupada con otro niño. Si ella le estaba leyendo un libro, por ejem-
carbonero, que justamente no estaba en esa lámina. El sabía que (•1 plo, y luego tenía que atender temporariamente a otro niño, Bruce
tren tenía un vagón carbonero, aunque no apareciera en la lámina. f 11 r l,unaba indirectamente por su retorno pretend iendo leer en voz muy
forma sim ilar, había estado buscando a su madre pero no pu cl11 ,lil a el libro que ella le había dej ado. Aunque antes se había mostra-
encontrarla. También había movido el intesti no, y sentía el res11 l do muy generoso con sus compañeros de juego en el cuarto de deam-
tado en sus pañales, pero no podía verlo. Luego encontró otro libr y bul adores, se rehusaba ahora a comparti r los juguetes. La inhibi ción
miró la lámina donde estaba una familia. Seña ló y nombró al pad11• dt • su agresión contra su hermana había empezado muy al com ienzo

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de su subfase de acercamiento y parecía tener la estructura de un r ías y presiones internas que surgen durante el tercer año. En parte,
verdadero mecanismo de defensa por represión (véase Mah ler y estas pres iones eran psicosexuales y tenían que ver con la crecien-
McDevitt, 1968). Esta inhibición de la agresión se extend ió eventual - 1 conciencia de la diferenc ia anatómica entre los sexos y con la lucha

mente a los otros niños; mientras que durante un tiempo había sido !'n torno del control de esfínteres. Las presiones provenían también
capaz de defender sus posesiones luchando, ahora dejaba pas iva - d otro sector: de las vic isitudes de la re lación entre Bruce y su madre.
mente que le sacaran las cosas. a señora A. vo lvi ó a trabajar con ded icac ión parcial como maestra
La madre de Bruce parecía estar en general complacida con su ( uando Bruce tenía 27 meses. El le pedía que se quedara en casa y
hijo en esta coyuntura. En algunos sectores de interacción, sin embar- lloraba cuando ella se iba. La niñera informó que si bien el ll anto de
go, aún tendía a tratarlo como un bebé pasivo, más bien que como un llruce después de la partida de la madre no duraba mucho, quería
niñito que estaba creciendo. Notamos esto particularmente cuand dormir la siesta (regresión), lo que raramente hacía en otras oportu-
le camb iaba los pañales; a diferencia de otras madres de niños de 1, nidades. Esta conducta recuerda el hecho de que la señora A. había
misma edad, seguía poniéndolo en la posición horizontal pasiva en Interpretado a menudo los pedidos de atenc ión de Bruce durante la
lugar de cambia rlo mientras estaba de pie o jugando. subfase de diferenciación (5 a 1O meses) como signos de somno len-
Teníamos la impresión de que el buen funcionamie nto cia, y lo ponía entonces muy decididamente a dormir.
autónomo del yo de Bruce, como se veía en su lenguaj e, en su mane· En los meses que siguieron al retorno de la madre a su trabajo,
jo de objetos y en su actividad constructiva y dirigida hacia fi nes, sta informó que Bruce parecía terco, desdichado y a menudo co léri-
resultaba de su muy buena dotación innata, y tamb ién de su re lación ro en su casa. Nada de lo que ella hiciera le satisfacía; ella se sentía
e identificación con el padre. Bruce esperaba el retorno de su pa- provocada. Atribuía esta conducta a la insatisfacc ión de Bruce consi -
dre por la tarde, desde mucho antes de la hora hab itual de regreso de ~o mismo a raíz del entrenamiento para el control de esfínteres. 2
éste. Después que él llegaba, ambos pasaban mucho tiempo juntos 1 esde el punto de vista de la separación-i ndividuación, la conducta
y el padre le enseñó mucho. Como dijimos antes, la buena relac ión de Bruce parecía tener el carácter de la subfase de acercamiento,
con el padre parecía haberlo ayudado en su subsiguiente logro del ·uando el niño anhela a veces retornar a la fase simbiótica. Por
segundo nivel de formación de la identidad, o sea el de la identidad supuesto, esto es imposib le de lograr cuando ya ha pasado edad
sexual (Mah ler, 1958b; Stoller, 1973 (véase también capítulo 6, cronológica de la simb iosis. El niño func iona ya en un nivel superi or
pág. 121 ). La señora A. siguió desembarazándose de los lazos que le d 1 yo. El hecho mismo de que sea capaz de anhelar el "paraíso
ataban a su hijo. Ahora bien, cuando éste tuvo más de dos años, p rdido", de formar un deseo, en el sentido de Max Schur (esta-
la madre segregó abiertamente a los varones (o la masculinidad) de las d afectivo de anhe lo fil trado por el yo [Mahler]), los establ ece para
mujeres (o feminidad); dijo que Bruce y su padre era n compulsivos siempre como un ser separado.
intelectua les, mientras que ella y su hij a eran emocionales. Su situación como hermano agregó un motivo más de desazón a
Para sintetizar, las crisis de acercamiento de Bruce había llegad J, cuarta subfase de separac ión-in dividuac ión del niño. A l com ienzo
a su apogeo durante el segundo año, en el momento de l nacimient d su tercer año, la herman ita se conv irtió en una deambu ladora y
de su herman ita. El niño pasó luego por urí período de intensa infe li - comenzó a caminar; se incorporó al cuarto de deambu ladores como
cidad y aferramiento. A continuac ión, pareció "resolver" su crisis de lo haría un deambulador, ex igiendo y rec ibiendo mucha atención.
acercamiento reprimiendo sus sentim ientos hostil es hac ia su herma- Hruce no se sentía fe li z por esto y reaccionaba a la presencia de su
nita (negación) y dejando de atender a las idas y venidas de su madre h 1man ita tratando de ignorarl a (negac ión)¡ como había ignorado a
(Mah ler y McDevitt, 1968). Se volvió en camb io hacia otras personas su mad re. Además cuando la niñita comenzó a dej ar a la madre como
-sobre todo su padre, pero también compañeros de juego y obser- "base de operac iones" y a preferir el cuarto de deambu ladores, Bru ce
vadores del Centro- y hacia la prosecución de actividades del yo,
ta les como el juego constru ctivo y simbólico. Este era el cuadro qu
encontramos al com ienzo del tercer año de Bruce. 2 La señora f\. tendía en general a disminuir la importancia que ella tenía
pnra su hijo. Atribuía típicamente las dificultades de éste al entrenamiento del
Este equi li brio un poco precario de la vida emoc ional de Bruc ro ntrol de esfínteres, más bien que al hecho de que le resultara dificil aceptar
no podía mantenerse coherentemente bajo el impacto de las ex igen- ,.¡ retorno de la madre al trabajo.

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se precipitó a reocupar la "base" vacante. Se dirigió muy directamenh • ¡•~pe raba que la beba aún estuviera allí. Comenzó inmediatamente
a su madre, y ambos gozaron de un afectuoso intercambio. 1111 fre nética búsq ueda de su hermana como si temiera que ésta se
Para Bruce, la maestra del cuarto de deambuladores había sido li11biera esfum ado. Su sorpresa respecto del paradero de su herma-
siempre, de un modo muy claro, la persona más importante del Cen iilla muestra claramente que eran los sentimientos y fantasías agresi-
tro. Pero cuando su hermana pasó a ese cuarto y fue directamente ,, v.ts de Bruce lo que explicaba la temporaria perturbación de su
la maestra trepando a su regazo con la expectativa determinada dt• mi ntación. Bruce lograba generalmente negar y, nos parece, incluso
que la aceptaran allí, la reacción de Bruce consistió en volver a 1,1 li'primir su agresión.
madre en luga r de compartir con su herm ana por los favores el<• A esto siguió una vacilación desordenada: a veces Bruce igno-
la maestra. Al mismo tiempo, la capac idad del niño para aprovechar ¡,¡ba a su madre, y otras no estaba de ninguna manera dispuesto a
el regazo vacante de la madre, le permitió obtener de ella en ese mo ¡•pararse de ella. También reaccionaba en formas impredecibles ante
mento un abastecimiento libidinal sup lementario, y esto puede hab r J,¡ observadora de su sesión de juego. A veces parecía sentirse muy
sido un factor que le ayudó a supera r las fuertes reacciones que exp 1 •rca de ella, pasarlo muy bien con ell a, y esperar que el la jugara con
rimentó a raíz del retorno de su madre al trabajo. (•1. En otras ocasiones se comportaba repentinamente como si no lo
Entre los 32 y 33 meses, Bruce había comenzado a reconciliars<· r nociera en absoluto.
con la presencia de su hermana en el cuarto de deambuladore . A la edad de 33 meses, desarrolló una tendencia a aferrarse a lo
Al entrar a ese cuarto luego de su ll egada al Centro, mostraba un que deseaba tener. La manera en que se aferraba a ciertas posesiones,
ritual muy interesante y elocuente; tenía que ver con ostentar su or· ,\ osas que tenían un claro sentido simbóli co, nos permitió inferir que
gui Jo respecto de todo lo que vestía, especia lmente sus pantalones. r•staba preocupado por retener las heces, lo que a su vez se vincula-
El niño indicaba en términos nada imprecisos que deseaba que la ba con la ans iedad de castración. A Bruce le gustaba hacer agujeros
maestra lo adm irara ya antes de cruzar el umbral. Este deseo de s r <'n la plastilina, después cubrirlos, y decir con gran al ivio: "Los agu-
admirado, especialmente por la vestimenta, por los pantalones, por la 1•ros se fueron todos". Llegó a apegarse particularmente a ciertos
masculinidad, parece adecuarse muy bien a su tendencia a defender- juguetes u objetos, que por lo menos durante ese período se transfor-
se él mismo y sus posesiones de una manera fálica más activa y a maron en posesiones atesoradas. Los llevaba con él a todas partes y
devolver el go lpe a los otros niños de su grupo cuando éstos se mos- 110 dejaba que nadie se los sacara. Le interesaba particularmente abrir
traban agresivos hacia él. Todavía su lucha principal se refería a y cerrar los armarios de la casa de muñecas, poner cosas dentro de
conflictos anales. Bajo el im pacto del entrenamiento del control d •llos y sacarlas luego. Se resistía a ir al baño, con lo cual seguía su
esfínteres y las ansiedades de castración, se reactivó la crisis de acer- pauta de evitar situaciones que le producían ansiedad. Parecía estar
cam iento y culminó en perturbaciones temporarlas de la constanc ia pasa ndo por una lucha parcialmente internalizada en lo referente
objeta!, particularmente en una peculiar confusión acerca del siti ,1 1 control de esfínteres. Sólo avisaba a su madre después que había
donde se hallaba su madre. mojado o ensuciado su pañal , y entonces insistía en que los cam-
Bru ce sabía que a veces su madre iba a la planta baja a tomar biaran. Una mañana; después de que la señora A. trajo a Bruce al
café con las otras madres. En la época de su confusión temporaria, entro, informó que éste no había orinado ni defecado desde
podía decir: "Q ui ero bajar (a la planta baja) para ver a mamá, aunqu la noche anterior. Bruce parecía tenso, preocupado y desconectado.
supi era que su madre estaba en el primer piso, donde acababa Por último, evacuó el intestino, y después que su madre le cambió el
de verla un instante antes. En otra oportu nidad pidió ver a su madre pañal se mostró sonriente, suelto y sociable.
en el cuarto de infantes, en un día en que él sabía que su madre no Después de ese episodio Bruce evacuó su intestino en el baño
estaba en el Centro. a pedido suyo durante un fin de semana en su casa. Pero volvió de
Reali za mos una observac ión más de carácter sim il ar en una nuevo a los paña les y por un tiempo insistía aún en que se los cam-
ocasión en que la mad re de Bruce le pidió que volviera a casa con biaran. Después, evacuaba en el pañal, pero negaba que hubiera
ella y la hermanita, que ella tenía en brazos. Unos minutos más tarde, xcremento en él, aunque caminaba tieso toda la mañana. Cuando
cuando el niño estaba listo para vo lver a casa, la señora A. ya no tenía su madre quería cambiarl e el pañal se oponía tenazmente, aunque
a la beba en sus brazos. Bruce se quedó muy sorprendido porque no luchaba físicamente con ella . (Los observadores se sintieron

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reiteradamente sorprendidos por la actitud pasiva del niño cua ndo jt1 go y demás conductas parecían estar ahora claramente vincu lados
1 on el hecho de que el juego tocaba a menudo conflictos penosos, en
la madre lo. levantaba.)_ Durante el resto del mes, Bruce no quiso
¡arte interna!izados. Tan pronto como sus actividades de juego movi-
que le ca mb1aran los p~ n ales después de ori nar o defecar. Pa rece que•
en este punto su conflicto entre pasividad y actividad se volvió en ! lnban esos conflictos. El niño parecía abandonar la actividad; por
parte internali zado. Este conflicto sobre el entrenam iento del control l'j mplo, no le gustaba que le recordaran la situación "mamá-bebé",
de esfínteres obedeció a dos factores: 1) Bruce no obtenía suficiente ni enfrentar el hecho de que algo pudiera romperse. El evitamiento
11' la situación penosa era muy sim ilar al evitamiento anterior de las
aprobac ión de su madre por su conducta en el control de esfínteres
Y 2) su madre lo manejaba en forma un poco áspera, con Jo cual s: hi luaciones externas enojosas (conflictuales) con la madre.
reforzaba el temor general de Bruce respecto del manejo de su mad r . Au nque en ciertos respectos era más afirmativo, aún ev itaba
~ ituaciones en que hubiera ten ido que solicita r atención, por temor de
. ~~bía in dicio~, .~n el juego de Bruce, de que su interés en la
ll recibirla. Tendía entonces a pedi rl a en form as indirectas. Por ejem-
apa nCI?n y desapanc1on de ob¡etos estaba por lo menos parcialmente
determmado por s~ preocupación respecto de la pérdida de partes del plo, cuando la observadora entraba en la habitación, parecía que
cuerpo. Esto parec1a ser una comb inación de ansiedad de castrac ión llruce quería jugar con ell a; pero en lugar de pedirle que jugara o di ri-
Y preocupac ión por la pérdida de las heces. Hacia el final del tercer Hirse a el la, salía de la habitación mirando hacia atrás para ver si la
año, aún no iba al bañ.? y no contro laba. Au nque era en general muy observadora lo seguía. Esta parecía ser una forma atenuada, en un
tolerante con otros nmos y estaba dispuesto a compartir cosas con nivel simbó li co superi or, de la conducta de huida de la subfase de
ol ercam iento, descrita en el capítulo 6.
ellos, hubo una ocasión en que se mostró muy enfáticamente decidi-
do a no compartir tres cajas de lápices. Necesitaba tenerl os todos: Jos Un sector en el cual se mostraba decididamente más afirmativo
sacaba de las cajas~ _los vo lvía a poner, y eventua lmente Jos puso to- t•n la segunda mitad del tercer año era la defensa de sus posesiones
dos dentro del cam10n de leche. Cua ndo todos los lápices estuvieron 1 uando alguien amenazaba llevárselas. La exaltac ión fálica de Bruce,
dentro del ca mión, Bruce dijo: "Se fueron todos". Luego abrió la puer- que se manifestaba a veces en forma de hiperactividad, parecía en
ta para asegu rarse de que aún estaban al lí. parte un auténtico deleite en sus crecientes capacidades, con una
Una secuencia de juego fue de espec ial interés. La observadora mezcla de excitación fá li ca . Con frecuencia se destacaba y se mostra-
d~ 1 ~ sesión .d~ juego se ofreció para hacerle algo con plastilina. El le ba feliz por ell o. Solía ser el líder del juego. Se expresaba con mucha
p1d1o que h1c~era una cebra . Cua ndo ella le preguntó qué era una precisión y parecía gozar de las palabras y de la comunicac ión
ceb~a, diJ O. pnmero ~ u e tenía un a cola, luego que tenía una teta, y v rba l. Se lo consideraba sobresa liente en lo que respecta a su con-
ll ego a dem que ten 1a rayas. Pretendía y exactuó que la cebra mordía r iencia de su mundo y a su parti cipación emoc ional en lo que obser-
a l.a observadora; luego la conso ló teniéndole la• mano debajo de su vaba. Otras veces, sin embargo, su exa ltada hiperactividad parecía
ax il a. En este caso el niñ o exactuó en el juego los sentimientos en más cla ramente defensiva .
pugna, de querer heri r, quizás querer librarse de, y luego querer estar Al final del tercer año, cuando Bruce fue anotado en el jardín de
cerca y abrazado a la observadora. El juego parecía abarcar dos Infantes, éramos bastante optimistas respecto de su potencial evo luti-
as pec~~s de la acti_vidad ora l, el mordisco (agres ión oral) y la incor- vo y teníamos la impresión de que había una base real pa ra el desa-
poraCion (que serv1a en parte para ca lmar y consolar). rro llo de su autonomía y de su relación con los objetos, humanos o
Pese a sus intensos confli ctos, y a las incertidumbres ocasionales ele otras clases. Sin embrago, teníamos algunas reservas acerca de sus
Y bien visibles respecto de la permanencia del objeto, hacia el final posibles potencia lidades depresivas y de su pasividad.
del tercer año parecía haber entrado definitivamente en la fase fá lica.
Este logro, sin embargo, fue muy precario. Si bien se volvió mucho
más afirmativo y mucho más activo, ya no era capaz de jugar en forma
coherente y constructiva con juguetes, como lo había hecho en el
pasad.o. Tendía a arr?jar las cosas en torno y a ponerse muy exc itado.
Antenormente, hab~a tenido un considerab le campo de atención,
cosa que no era as1 durante este período. Los nuevos rasgos de su

156 157
Capítulo 9
DONNA

P ese a haber pasado un período simbiótico con buena armo-


nización y a la "perfecta" maternación de que disfrutó, Donna
11 la pasó bien durante el proceso de separación-individuación.
Si bien las capac idades con su madre parecían crecer junto con las
r mbiantes necesidades evolutivas de la niña, ésta desarrolló una
.1nsiedad de separación más precoz y mayor que el promedio.
l'areció perder gradualmente confianza en sus propios recursos
y en el mundo exterior "no-materno". Hasta la edad de 14 meses, era
('n todos los respectos la más capaz de los bebés de nuestro estudio y
funcionaba perfectamente en las separaciones de rutina de su ma-
dre. Sin embrago, pese al hecho de que había desarrollado una cons-
1 ncia adecuada de objeto cogn itivo a una edad anterior a la de la
mayoría de los bebés, le resultó muy penoso el proceso de despedida
el la madre.

La madre de Donna
Desde hacía largo tiempo todos los observadores del proyecto
· nsideraban que la señora D. era la madre perfecta. Los bebés del
entro también la elegían como madre sustituta favorita. Sólo retros-
¡> ctivamente comprendimos que a diferencia de la mayoría de las
madres, que durante el período de distanciamiento activo de sus in-
fantes reaccionaban dando un "suave empujoncito" a los pichones, la
madre de Donna no lo hizo. Al no percib ir ninguna señal de aliento
para que se distanciara, Donna muy probablemente sintió la duda
Inconsciente de su madre respecto a las posibilidades de que ella
pudiera arreglárselas sola. Esto parecía haber contribuido dec idi-
damente a crearle un sentimiento mayor que el habitual de de-
P ndencia temprana de la aprobación y desaprobación de la madre
(precursores muy precoces del superyó).

159
El desarrollo de las subfases de Donna 1ti madre era decididamente el centro a partir del cua l Donna se iba
lli,lcliando en forma progresiva.
Donna fue un bebé planeado, y ambos progenitores habían
deseado tener una nena. La madre se sintió cómoda con ell a desde t>l Más o menos en esta época, Donna se interesaba por su imagen
comienzo y le dio el pecho durante dos meses. A los 4 a 5 mes \ 1 11 1 espejo y quería tocarla. A los 8 meses aún tenía dificultad para

en el apogeo de la simbiosis, el humor permanente de Donna era el•• dmmirse. Su madre vinculaba este hecho con el retorno al hogar ?el
serena y tranquila satisfacción. La madre y la niña estaban bien sin poldre por la noche y con el deseo de l.a niña de jugar c~n él. SegUJa_n
tonizadas entre sí y sus temperamentos encajaban bien, pues amb<1' llh mañas en la comida. Sus reacCiones ante extranos eran mas
eran serenas y un poco serias. La excelente dotación innata de Donn,1 ¡1,1·rtes que en los meses anteriores, y de una cualidad dif~rente: cuan-
se hizo evidente por la manera en que se divertía en el corralito do la tenía en brazos alguien que no era la madre, m1raba al p1so
charloteando y estudiando a las personas que no eran la madre. 11 1 vitando enfrentar el rostro de la persona. Aunque estuviera en el
escrutin io comparativo de Donna también comenzó al quinto m s, 11 •gazo de su madre, las personas ajenas le parecían amenazadoras SI
La niñita mostraba su apego específico a su madre sonriéndo le más,¡ ,, cercaban.
menudo que a otras personas. Cuando estaba cansada, sus energías SI' Cuando Don na tenía entre 9 y 1O meses, la famil ia hizo una
restauraban rápidamente al sentarse por un breve lapso en el regazo I'X ursión al campo, donde Donna fue manejada por muchas perso-
de su madre. Por contraste, cuando la tenía en brazos una obser 1,,, . A su regreso al Centro, la niña tenía fuertes rea~CJo~_es a la se-
vadora, parecía ponerse más seria. Si bien en ocasiones tenía esta leV!' ¡wación. Cuando la madre estaba fuera, de la hab1tac1on, Do~na
reacción ante extraños, por lo general no parecía importarle que l.1 111iraba con frecuencia a la puerta y recoma el amb1ente con los OJOS .
tuviera en brazos la observadora, y "examinaba" la mejilla, nariz y 1,1inquietaba todo lo que le hacia recordar a la madre, por eje~plo,
boca de ésta. A los 5 a 6 meses se notó dificultad para concilia r el
1 uando veía que entraba alguien que no era la madre, cuando ve1a en
sueño, y también se informó de manías alimentarias muy temprana .
11 1 espejo su propia imagen sin la su madre, o cuando encontraba a
Donna gateó pronto, y utilizaba esta habilidad para alejarse de la ,ll guien sentado en la silla de ésta. 1. Mirar cara.~ cara a las ~bser­
madr.e y explorar el ambiente. A diferencia de la mayoría de los otro. v,1cloras producía en ella una espec1e de reacCion ante extranos,. _Y
niños, al comienzo de la diferenciación no mostraba excitación ni
1 uando la madre volvía a la habitación Donna la m1raba peno-
goce exuberantes: no había altibajos en su humor; tenía un tempera- di amente a la cara como para reasegurarse. )unto con estas prime-
mento típicamente parejo. 1,,s reacciones de separación, Donna parecía también precoz en _s~
En la Reducción de Datos del período de los 7 a 8 meses, había Id ntificación especular con la madre, tanto gestual como mlmetl-
un comentario de que Donna era el tipo de bebé que no armaba un r Dmente.
gran alboroto por algo que deseara. Quizás existía una relación entre En esta período de 9 a 1O meses com ienzo de la ejer;itación,
esto y el hecho de que la madre sólo necesitaba seña les mínimas ¡•xcepto en lo que respecta a sus reacc iones a la separaCion, ¡uga-
de Donna para entenderla. Quizás Donna no tenía que insistir o exi- ba en forma feliz e independ iente apartada de su madre. Donna Y su
gir para conseguir lo que quería. Y a partir de los 6 meses, se observ 111adre aú n estaban siempre alertas una respecto de los mov1m1ent?s
una naciente conciencia de separación en la conducta de Donna. d la otra, aunque la niñita estuviera realizando sus actividades a dls-
Mostraba una leve reacción ante extraños (! ). ¡,1ncia.2 Muy a menudo volvía a su madre para una breve recarga
En su séptimo mes, utilizaba su incipiente capacidad de gatera ¡•mocional.
no sólo por el placer de la actividad, sino también para alcanzar
juguetes y para distanciarse de la madre. En el octavo mes disminu-
yó su precoz reacción ante extraños, y la madre y el hermano, así 1 En realidad y en su imagen m ental, ella y su madre parecían unirse sin-
como un niño de su propia edad que concurría al Centro, ocuparon créticamente. Esto parecía ser un sine qua non para que Donna expenmentara
el interés preferencial de la niñita. La bajada de tono se hacía muy ~1 "estado ideal del yo " .
marcada cuando la madre estaba fuera de la habitación, y había leves 2 Mahler llamó " cordón umbili cal invisible" a tal sintonía mutua intangi-
indicios de que en ausencia de la madre la niña no funcionaba ble entre un infante-deambulador y su madre (aun cuando estén separados en
tan bien. En el reencuentro con la madre se mostraba exuberante. \'1 espacio).

160 161
Donna era sensible a la interferencia de su mad re en sus p.1rte de este tipo de conducta con los juegos bruscos a l ~s que Don~a
primeros intentos de funcionam iento autónomo. Lloraba cuando 1,1 J11gaba en su casa con su hermanito. La observadora part1c1pante as1g-
madre le impedía cruzar la puerta. 11.1da a esta pareja madre-hija tenía la impresión de que la madre
t.tramente se oponía a Donna, era extremadamente paciente, Y
Donna aprend ió a caminar a los 11 1¡2 meses de edad, duranlr•
que, como resu ltado, muy pocas veces había confrontación directa
una vacación de verano. Aunque no era temerosa (a diferencia de los
Pnlre las dos.
demás niños), era ca utelosa en sus actividades motrices. Luego de 1.1
vacac ión de verano, parecía estar en el apogeo del idilio ob ligatorio En los meses 14 y 15 fue considerada como una niña muy aler-
con el mundo que caracteri zaba al período de ejercitación locomo 1,1, que era más activa que cualquiera de sus pares y muy dedicada
,¡ la locomoción, especialmente a trepar. Cuando estaba enojada,
triz. Prescindía mucho de su madre y se mostraba muy amistosa co11
ll' ccionaba con expresiones coléricas más focalizadas y dirigi-
los observadores. La señora D. dijo: "Ama a todos y a todo. Quier<
d,ls que antes. Tambi én se la describió como más parejamente feliz y
abraza r al mundo entero". En esa época, aunque no le gustaba que 5ll
1•xuberante, más confiada en sí misma, independi ente y segura que en
madre abandona ra la hab itac ión, podía enfrentar su ausen i.1
1 u lquier momento anterior. Era la más autoafirmativa entre sus pares
dedicándose a actividades motrices, juguetes y otras personas.
ysiempre sabía lo que quería.
El proceso cognitivo de Donna se caracterizó de la siguienlt• A los 14 a 15 meses parecía reconocer su imagen reflejada en el
manera en el rubro "Funciones del yo recién aparecidas" (la segund,1 1' ·pejo. Hizo claros progresos en diferenciar su autorrepresentación, y
de las nueve "preguntas de orientación" véase apéndi ce C, pág. 285): por ende fue bastante precoz su concienc ia de separación.
"Sigue aprendiendo por imitación del gesto, y progresa su inteligen Más o menos a la misma edad la interacción con la madre cam-
cia sensoriomotriz. Comi enza a vincul ar palabras con estados emo bió y se transformó en compartir actividades placenteras, indi cio del
cionales, objetos y acc iones [las "palabras globales" de Spitz]. Do 1 om ienzo de la subfase de acercamiento.3 Empezó a reaccionar a la
meses más tarde Donna comenzó a utilizar estas palabras globales al 1•Lirada de su madre de la habitación echándose a llorar de inmed ia-
servicio de la comun icación. to, pero aún se la podía distraer fáci lmente. Sin embargo, pronto
En los meses 13 y 14, sin embargo, la ampli ación de sus activi 1 omenzó a anticipar ansiosamente la salida de la madre. En este
dades la llevó a una mayor frustración y al comienzo de la có ler¡¡, punto trataba de enfrentar su ansiedad de separación mediante prác-
Según su madre, cuando no podía conseguir lo que deseaba, gritab.1 1/ as activas de separación. Decía "Adiós, ad iós" con frecuencia y se
encolerizada. En una oportunidad en que no pudo obtener un juguell' Iba al corralito. Sin embargo, cuando la madre dejaba la habitación,
que tenía un niño más o menos de su edad, del Centro, comenzó ,, i)onna corría ráp idamente a la puerta y lloraba. Ahora ya no era tan
patear encoleri zada al aire, aunque aún sonriendo. En otra ocasión, ¡, cil distraerla, y se volvi ó en genera l intolerante a la frustrac ión.
golpeó con su cabeza en el pecho a una niñita y le sacó un o~ Su manera de enfrentar las ausencias de su madre consistía en querer
juguetes. Empujó intencionalmente a otro niñito para apartarlo, ~.1lir tambi én por la puerta; el dejarl a salir parecía aliviar su desazón.
aunq ue su expresión no indicaba claramente cólera; parecía hacerlo !unto con informes de rivalidad, ce los y aumento de la agresión, hubo
como una payasada. Golpeó a una niñita en la cabeza con un mar >or primera vez comunicaciones de que Donna tenía ciertos temores;
tillo de madera y luego parecía constern ada y confusa cuando es1.1 \,1 asustaba el ruido de la aspiradora, las máscaras que se suelen
niña de 15 meses comenzó a llorar; Donna retrocedió y se puso ,, utilizar en los países de habla inglesa en la víspera del día de Todos
chuparse los dedos. Donna se apropiaba de los juguetes di' los Santos,* los monstruos y la te levisión.4
otros niños como algo muy natural, pero parecía transtorn ada cuan
3 Un participante observó considerable cólera y reacciones de celos inusi-
do los niños lloraban. En una ocas ión derribó de un golpe a una niñi
l,ldamente complicadas en Donna a esa edad. Esto es importante y no requiere
ta. La señora D. afirmó que Donna se enloquecía si la frustraban, 1omentario. Entre los 14 y 15 meses de edad, Donna era la más agresiva Y
particu larmente cuando deseaba sa lir a pasear. Además, si la madre 11' p10vocativa de todos los niños.
hablaba con enojo o retándola, se sentía inmediatamente herida y 4 Entre los 14 y 15 meses de edad se menciona que Donna huía provoca-
podía llorar y mostrar un aspecto desdichado. Una de las observado ltvamente de la madre en el parque de juegos, pero se dice que esa actividad
ras tenía la impresión de que la madre era un poco lenta en impedir tl1sminuyó a los 16 meses.
que Donna lastimara a otros niños. La señora D. relacionaba buen,¡ * Halloween masks

162 163
Cuando tenía alrededor de 16 meses comenzó su crisis d1• 1•xhibía una acentuada posesividad. Si bien Donna había ido al cuar-
acercamiento: como iba cobrando una crec iente conciencia de su lo de deambul adores espontáneamente por un buen lapso (desde que
mad re como un a persona separada, deseaba cada vez más esta r cer ,, 1 menzó a cam inar sola), ya no iba allí a menos que la madre la
de ella. No le gustaba que ésta prestara atención a otros niños. 11 empañara. También evitaba la cercanía con los demás niños y
Cuando la madre se sentaba junto a un bebé, Donna le sacaba el chu t' inquietaba mucho cuando la madre se iba de la habitación. Se
pete al bebé y lo ponía en su propia boca. Trepaba al regazo de su mostraba de nuevo muy posesiva de su madre y no quería campar-
mad re o hundía su cara en la blusa de ésta. En esta época Donna SI' liria con nadie. Lloraba fácil mente cuando la retaban. Desarrolló en
volvió también más visiblemente celosa de su hermanito mayor y I'Sle pu nto un gran temor por los ruidos fuertes, tales como el rum or
deseaba todo lo que él tenía. Era persistente en tratar de conseguir lo d ca miones que pasaban o el ruido de los ta ladros neumáticos que
que quería. Cua ndo la madre sa lía para ir a una entrevi sta, Donna gri ~' utilizan en las ca lles.
taba e iba a la puerta llorando. Se informó que comenzó el uso de 1,1 Este ráp ido cambio en la actitud afectiva y la conducta de
palabra "no" y que la decía con bastante frecuencia. A veces SI' 1)onna fue desencadenado por una enfermedad que requirió una
la podía distraer con el juego, espec ialmente de pelota. Sin embargo, Inyección de penicilina, que su madre no pudo ev itar. Esto conmovió
cua ndo la levantaba una observadora, se derrumbaba y se echaba ,, 1.1 confianza de Donna en la omnipotencia, de su madre y afectó su
llorar hasta que veía a su madre. En esta época, en med io del tor 1 r encia en los poderes mági cos de ésta. En una ocas ión, al despertar
bellino del acerca miento, también pareció cobra r conci encia de 1,1 durante la noche mientras estaba enferm a, rech azó a su madre, no le
diferencia sexual. Se levantaba la cam isa y miraba su abdomen p rmitió que la consolara, pero insistió en que viniera su padre en
prominente. Se tocaba los genitales cuando le ca mbiaban los pañales. k1gar de ella.
Ahora se daba cuenta cuando estaba mojada, y no le gustaba.
Donna parecía estar entonces muy tironeada entre su deseo de
También supimos por la mad re que Donna "miraba" el pene de su
r~mcio namiento independiente y autónomo y su necesidad de estar
hermanito mayor cuando ambos se bañaban juntos.
~ ¡ mpre cerca de la madre. Necesitaba constantemente saber dónde
De los 16 a los 18 meses pareció ll egar a una resolución tem 1' taba la madre. Durante su juego en el hogar, llamaba a menu-
poraria de sus crisis de acercamiento medi ante identificación con su do "mamá". Aunque la madre contestara desde otra habitación,
madre. Comenzó a jugar a la mamá con muñecas y bebés. En es,¡ 1' lo no bastaba: Donna tenía que ir a ver a su madre antes de volver
etapa buscaba relativamente poco a la madre, y cuando lo hacía, no ,, su juego.
era generalmente para consuelo si no para un breve contacto, par,¡ En forma similar, si bien a veces se aventuraba a alejarse de la
jugar a algo o para compartir una experiencia o un sentimiento. Dejó madre e ir al cuarto de deambuladores, la más mínima frustración que
espontáneamente el cuarto de infantes. Era muy feliz, interactuab.1
,\l lí sufriera la hacía volver con su mad re. Se observó que era muy po-
animada mente con todos los observadores, y estaba muy interc
H•s iva en el cuarto de deambuladores, y era la niña que usaba las
sada en los otros niños. Funcionaba bi en cuando su madre sa lía par,¡
p labras "yo", "mí" y "mío" más a menudo, ya a los 19 meses.
una entrevista, y se consolaba bebiendo jugo de frutas. Demo
traba un desarrollo cognitivo-afectivo precoz del yo al ser la úni ,, Se informó que Donna era muy negativista y obstinada. Insistía
niñ a de su edad que identificaba a personas en fotografías; podí.1 t•n hacer las cosas por sí misma, y se res istía a que la vistieran, le cam-
identificarse a sí misma, a su madre y a los otros niños del Centro. bi aran los paña les o la pusieran a dormir. (Estaba en la mitad de la fase
También sabía los nombres de todos los demás niños. Mostraba un,¡ ,lnal.) La conducta de aferram iento de Donna, sin embargo, altern aba
exce lente toleranc ia a la fru strac ión a esta edad, ayudada por su iden I'On una cond ucta más independiente, afirmativa y avénturera. 5
tificación con la madre.
Estas aparentes soluciones de la lucha por el acercamiento sólo 5 C uando Donna tenia entre 20 y 21 meses de edad, la señora D. decía
son con mucha frecuencia temporarias. La crisis de acercamiento, n 1tpcnada: "Ya no es mi bebita", y la seguía con actitud protectora al cuarto de
el caso de Donna, por ejemplo, reapareció en el término de un m s. d •ambuladores sin dejarla librada a sus propios recursos. Notamos retrospecti-
A los 18 meses mostró de nuevo mucha mayor preocupación por el vamente que esta sobreprotección contribuyó al desarrollo de una ambivalen-
paradero de la madre y mayor temor ante los extraños; además, 1 i,1 mayor que lo habitual respecto de la madre por parte de Donna .

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. 0ás o menos al ~omie n zo del mes 21, pasó por un ep isodio de La evaluación del desarrollo de subfases de Donna nos planteó
mugta menor en el craneo. Durante el procedimiento la envolvieron tlll enigma. Teníamos a una niña bien dotada, con una madre que
en una sábana y la sujeta ron sobre una mesa tres enferm eras. Ll or '' taba dispuesta y lista a responder a todas las señales de su hija.
amargamente todo el tiempo. Después de volver a su casa parecía ~I n embargo, ya durante las subfases de ejercitación Donna desarro-
muy alegre, pero .no quiso mirarse en el espejo al día siguiente porque llo reacciones a la separación un poco más fuertes que las de los
llevaba un vendaJe en la cabeza. Relacionó una caja de sales eferves- d más niños y también cierta resistencia a gozar plenamente de
centes pa ra baño, que le habían dado de regalo por ese entonces, con ~ u funcionamiento locomotor, provocada quizás por su temor a la pér-
el procedimiento quirúrgico, y se rehusó a que la bañaran . dida del objeto, que era superior al promed io. Aunq ue ese temor no
Dos semanas después de la operación, hubo que llevar al hos- 1•ra extremo en su casa parecía suficiente para establecer una pauta
pital al hermanito de Donna para practicarle una amigdalectomía. < aracterísti ca, una conducta de Don na que indicaba claramente que
La madre se quedó de noche en el hospital con el ni ño. Esta fue la !'ll a tenía la sensación de que podía arreglárselas sin la madre, aun-
primera vez en la vida de Donna en que su madre estuvo ausente to- que, o quizás porque, su madre estaba siempre lista y siempre
da la noche. disponible para ella.
La inyección de penicilina, la operación y la amigdalectomía del La acumulación de traumas que experimentó Donna junto con
hermano, junto con la ausencia de su madre por la noche, fueron 1, pauta temprana de neces itar que la madre estuviera junto a ella, su
traumas acumu lados que ocurrieron precisamente en ese período vu l- visión de la anatomía de su hermanito mayor en la cercanía de la
nerab le del acercamiento, en que los procesos de internalización bañera, y la hiperestimu lación mutua de los juegos bruscos entre
están en su apogeo. Así, pudimos ver con particular claridad en el ,tmbos, parecían imposibilitar a Donna la solución de su crisis
caso de .Donn.a como la crisis de acercamiento se hace más aguda por de acercamiento. Es interesante notar que su ansiedad de separación
la cotnctdenc ta de las tres ansiedades principales de la niñez: el temor •ra máxima du rante el proceso de despedida mismo. Una vez que
al abandono (temor a la pérdida del objeto), el temor a la pérd ida 1 madre la había dejado en el cuarto de deambuladores, la niña
de amor, y, en particu lar, la ansiedad de castración. podía func ionar muy bien, mejor que cuando su madre estaba pre-
Durante los restantes meses de su segundo año, Donna siguió sente. Parecía "olvidar" entonces temporariamente a su madre cuan-
mostrando lo que considerábamos una conducta de acercam ien- do se enfrascaba en juegos adecuados a su edad con los demás
to algo exagerada. Aún necesitaba estar físicamente cerca de la deambuladroes; entonces parecía de nuevo una de las niñas mejor
madre. Parecía resultarle difícil dejar a la madre, emprender activi- dotadas, una de las· que se complacían grandemente en el fun-
dades por sí misma. Después de un período de separación , buscaba ionamiento autónomo.
contacto con la madre en un nivel regresivo, hecesitaba tocar y sen-
ttr a su madre; no le bastaba con verla y saber donde estaba. Donna durante su tercer año
La gran ambivalencia de Donna hacia su madre quedó Al comienzo del tercer año, Donna parecía ser en general
demostrada por el hecho de que cuando estaba con la madre tenía a una niña de temperamento parejo con un rostro expresivo. A veces
m:nudo una actitud muy exigente y coercitiva. Aunque se la descri - staba más bien abatida, pero en otras ocasiones se mostraba exu-
bto _como. general mente alegre, feliz y de temperamento parej o, berante y correteaba con naturalidad. Sin embargo, mostraba un cier-
pod1a gem 1r y pata lear a la menor frustración. Durante este período to grado de temor por algu nas actividades motrices mayores, tales
Donna, que siempre había sido una niña ca utelosa, se volvió mas omo trepar. Donna era decididamente sociab le, se relacionaba con
precav ida aú n y se resistía a ensayar nuevas actividades motrices adultos, y mostraba una especial satisfacción en sus actividades
especialmente las que le habrían provocado autoestimu lación, com~ uando un ad ulto le prestaba atención y la alentaba. Prefería jugar
caba lg~r un caba llo .de madera. Tenía muchos pequeños temores y on otros más que sola. Se notó que era afirmativa y sacaba de en
aprenstones y reacCionaba en forma muy negativa a los intentos medio a cualquiera que le obstaculizara el cam ino.
de entrenamiento del control de esfínteres. En síntesis, al final del Surgieron dos temas centrales. El primero incluía el aferra-
segundo año, la crisis de acercamiento de Donna no estaba de ningu- miento a su madre. Esto lo vimos anteriormente, y se presentó ahora
na manera res uelta. de nuevo, de 24 a 25 meses en adelante. Todos los días, cuando

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llegaba al Centro, se aferraba a su madre y no respondía a ningún material tanto conducta! como verbal, obteniendo en su mayoría
esfuerzo realizado para que se dedicara a jugar. Todos los días le ll e- durante sesiones de juego.
vaba un rato (hasta toda una hora) desprenderse de la madre. Sin Donna tuvo una infección urinari a a los 28 meses. Experi-
embargo, una vez que la madre había abandonado la habitación, mentaba incomodidad en la zona gen ital y fue examinada por una
se dedicaba generalmente a actividades de juego, y aunque pregun- doctora a la que no conocía, pues su médico habitual estaba fuera de
tara ocasiona lmente por su madre, se tranquilizaba fác il mente al 1, ciudad. Esta experiencia aumentó su ansiedad de castración, y
exp li ca rle dónde estaba ella. el sde ese momento exp resó abiertamente temor de lastimarse, por
El otro tema que surgió al comienzo del tercer año tenía que ver <!jemplo, cuando trepaba. No podía decir fácilmente cómo ydónde se
con la reacción de Donna a la diferencia sexual y la preocupación dañaría, pero lo indicó finalmente sentándose sobre una mano y
por el control de esfínteres. Un día puso en el cuarto de baño a la tocándose los genitales con otra.
madre de juguete y las muñecas, rechazó al mismo tiempo al padr Hubo también es esta época, alrededor de los 28 meses, un cam-
de juguete y los muñecos. Cuando los niños del cuarto de deambu- bi o en sus hábitos de eliminación. Había ll egado a controlar los esfín-
ladores salían para ir al baño, se leva ntaba la camisa, seña laba sus 1 'res durante el mes precedente (entre los 26 y 27 meses de edad) y
genitales y decía "Mamá". Luego salía de la habitación y comenzaba por lo común se las arreglaba enteramente por sí misma. Cuando
a buscar a la "madre rea l". Cuando veía a uno de los niños levantán- orinaba en el baño del Centro, se mostraba orgul losa. Ahora, luego
dose los pantalones, decía "No", y buscaba de nuevo a su madre, a la d 1 trau ma de la infecc ión urinari a y el examen por la doctora extra-
q~e eventua lmente encontraba en el cuarto de infantes. Sin embargo,
1 a, durante el cual tuvo que acostarse en una mesa sinque la madre
solo se quedaba brevemente con ella, y pronto comenzaba a jugar In sostuv iera, requería ayuda para que la limpiaran, Yde una manera
con los juguetes del cuarto de infantes. Disponía los juguetes for- ll amativa evitaba mirarse a sí misma o a su orina, cosa que duró un
mando estructuras, ponía los anillos en las espigas, jugaba con cubos
buen lapso. Evitaba obviamente los recuerdos penosos vinculados
huecos; parecía que el juego con estos juguetes más estructura-
e n la infección urinaria, pero se quejaba de su "lastimadura", seña-
dos y simbólicos, aunque más propios de bebés, la ayudaba a domi-
l,1ndo la región genital.
nar sus sentimientos de ansiedad. Teníamos la impresión de que estos
sentimientos se referían en gran medida a la ans iedad de castración. Obtuvimos una variedad de material de la madrede Donna, y
d la niña misma, acerca de sus temores de castración, su preocu-
Durante los primeros meses del tercer año, pareció vacilar entre
pación por la escena prima ri a, y sus fantasías de ser un varón. En una
una imagen femenina y otra masculina de sí misma. Esto parecía ir en
d las sesiones de juego, dijo que se había lastimado una rod il la, y
paralelo con la negación de las diferenc ias anatóm icas, evitaba mirar
~ ñaló a sus gen itales. También se quejó a su observador participante
a uno de los niños que correteaba sin pantalones, o dec.ía, después d
va rón de que se había lastimado la rodilla en el parque, yproporcionó
ver orinar a un niño, que él era una nena. Se excitó particular-
un a asociac ión muy esencial ofreciendo espontáneamente la exp li -
mente cua ndo uno de los niños la corrió con un pincel. En sus acti-
1\ ción de que había sido su madre la que la había emfllliado, con lo
vidades de juego, alternaba entre ser femenina y encantadora o
bulliciosa y agres iva. En su juego con muñecas daba a todas las muñe- que culpaba claramente a su madre por su "herida".
cas el nombre de su hermano mayor. En esa época le gustaba construi r estructuras altas y luego
Había también un juego de fantasía concern iente a una niñita d 'shacerlas. También le agradaba mirar a otros niños en el baño,
que estaba en la cama con su papá. La madre de Donna percibía una 11unque ella misma no podía hab lar del baño del Cen~o ni usarlo.
nueva cua lidad femenina en la relación de la niña con su padre, Su madre informó que si bien Donna utilizaba ocasionalmente una
aunque según ell a Donna no mostraba ninguna riva li dad ni celos con Hllla con bacinilla en su casa, la mayor parte de las veces n0 lo hacía
su madre. (una regresión más en el control de esfínteres).
Para comprender el curso inesperadamente difícil, vacilante y Luego de la infección urinaria, comenzó a aferrarse asu madre
cargado de problemas que siguió su desarroll o en el tercer año, es !'On mayor vehemencia cada día cuando volvió al Centro. Lloraba a
esencial reconocer el importante papel desempeñado por la envi- 111 nudo amargamente cuando su madre se iba. Sin emba rgo, no
dia del pene y la preocupación por sus genitales. Esto se enfirió d 1 l,l seguía, aunque la maestra le ofreciera llevarla allí. fn realidad,

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parecía aliviada por la partida de su madre; estaba aparentemente Las condiciones que reinaban en el cuarto de deambuladores tam-
tironeada entre el deseo de aferrarse a su madre y el de funciona r bién influyeron en la necesidad que sentía Donna de aferrarse a su
en forma independiente. Así, pudimos ver cómo ocurría ante noso- madre, o en su disposición a separarse de ella. Si había allí más activi-
tros la intern alización de un confli cto. Donna parecía utilizar todos dad que la hab itua l, era más probable que se aferrara más tenazmente
sus recursos para apartarse de su madre un poco más cada día. Su y por mayor tiempo a su madre.
humor durante el período de aferram iento era quejoso, forzado y Uti lizaba ciertas conductas para evitar la ansiedad. Por ejemplo,
aprensivo, y se la describió como frecuentemente encoleri zada con - 'xhibía con frecuencia ciertas pruebas que podía hacer con su cuer-
tra su madre. Parecía que la madre ya no era la figura dadora de po. Había aprend ido algunas de estas pruebas de su herm ano, y otras
todo lo bueno a los ojos de Donna, como lo había sido en un tiempo. de su padre; otras eran aparentemente invenciones suyas. Estas prue-
Esto dio por res ultado una gran ambivalencia respecto de la madre, y bas parecían constitu ir un esfuerzo para reasegu rarse de que su cuer-
cierta escisi ón del mundo objetal. po estaba bien (incluso podía hacer pruebas) . Después de hacer una
En la segunda mitad del tercer año, pese a la intensidad de los prueba que había aprendido de su padre, se miraba los brazos y
temores de castración y a los confli ctos en parte internali za- lecía: "Son brazos de nena". Tenía una muñeca respecto de la cual
dos, comenzó a aventurarse a real izar actividades que anteriormente Insistía en que no era varón ni nena, sino sólo un bebé. Aparen-
había temido: se subía al caba llito de hamaca, aunque por poco tiem- l mente para ella el bebé tenía aú n la poten cialidad de transformarse
po y con temor al com ienzo. También trepaba ágil mente a gra ndes n un varón. La madre informó que cuando Donna estaba inquieta,
bloques de madera, actividad que anteriormente temía rea lizar. hablaba de sí misma como de un bebé, mientras que cuando estaba
Al mismo tiempo, sin embargo, se volvió más vu lnerable y temía más de buen humor, decía que era una nena.
la agresión de los demás niños. La sigu iente secuencia de juego ilustra cuán peligroso puede
Es interesante que pese a eso Donna buscara activamente a los volverse el mundo cuando la madre simbiótica en la que antes se con-
varones, más bien que a las niñ as, como compañeros de juego. fiaba se torna amenazadora, luego de llegar el niño a una plena
Le gustaba jugar con Charlie, que la mandaba más o menos como su onciencia de separac ión. Donna estaba dibujando un " león". Luego
hermano hacía en su casa. Seguía a otro niño del grupo como una 1 dibujó una pequeña mancha que dijo que el león le había saca-
sombra; éste era su compañero de juego favorito. Se observó que se do de un mordisco a la mamá leona (¿el pene arrancado por el león?).
mostró muy desesperada cuando la madre de su "am iguito" se negó La niña parecía enfrentar una confusión en su vida de fa ntasías,
en una oportun idad a llevarla consigo a su casa, que Donna había dudando de si la mad re "lo" tenía y se lo ocu ltaba, o quizás también
visitado a menudo. Una de las observadoras hizo notar que se staba castrada .
comportaba en ese período como si esperara adqu iri r' el pene de su Donna sentía su falta de pene como una herida narcisística de
amiguito mediante la cercanía con él (como por una especie de ós- la cual culpaba a su madre; su principal defensa era la regresión,
mosis). No sabemos si éstos eran signos preliminares de acepta- Jferrarse a la madre simbiótica como un bebé, y chuparse los dedos
ción por parte de la niñita de su identidad sexual, que tenía matices , 1 mismo tiempo. En realidad la madre la consolaba como se haría
masoquistas. on un bebé, teniéndola en brazos. Ca lmaba así la agresión en la re-
Las difi cu ltades de Donna para incorporarse a las actividades del lación, pero hacía que Donna inhibiera, es decir, contuviera y repri -
cuarto de deambu ladores continuaron, aunque no se relacionaban miera, sus impulsos agresivos. El padre parecía irse tran sformando en
por cierto con la gran ambivalencia descrita anteriormente. Al una figu ra cada vez más importante para la niña. Aunque ésta a veces
comienzo de la maña na, antes de dedicarse a actividades, tenía un s res istía a la madre, se iba con el padre para prepararse a dormir.
dedo en la boca, que mordía y usaba para explorar la cavidad . Un a vez en que los padres estaban por salir por la noche, besó a su
Cuando llegaba a ded icarse a una actividad de juego, lo hacía fre- padre y le dijo adiós, pero no a su madre. Su actividad favorita en esa
cuentemente con muñecas, en general alimentándolas. La madre 'poca era sentarse en el regazo de su padre mientras éste se mecía en
siguió siendo muy paciente con ella, y en ocasiones hizo esfuerzos una si ll a hamaca. Durante una visita domiciliaria estaba muy com-
para que emprendi era actividades, pero otras veces esperaba sim- placida al mostrar a la observadora los juguetes que papá le había
plemente a que Donna se apartara de ell a en forma espontánea. arreglado.

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Mientras oía un cuento sobre trenes, golpeó excitada con un,1 Pc1recía cambi ar de ser el bebé a identificarse con la madre cuidan-
mano la lámina en que había un tren, mientras se agarraba los geni d muñecas, cocinando, etcétera. Su moda lidad fue descrita a me-
tales con la otra y se mecía acompasadamente. Luego tocó la lámina, nudo como madura, y en tales ocasiones se mostraba solícita en sus
se puso la mano en la boca y fingió que se comía el tren. Esto pued(• !ratos con otros niños, incluido su hermano.
haber representado un esfuerzo por contrarrestar su condi ción Hubo un cambio en la actitud de Donna respecto de los acci-
de castrada fingiendo comerse el tren, que era el juguete favorito d<• d ntes en el control de esfínteres y el mojarse de noche. Se trastor-
su am iguito de juegos, cuyo pene ell a ambi cionaba tanto. naba y ll oraba cuando se orinaba cam ino del baño, mientras que
Un cierto día alrededor de los 21/2 años Donna estaba de humor ,¡nteriormente había aceptado con tranquilidad tales accidentes. En el
contento al llegar al Centro; fue capaz de dejar a su mad re e ir direc- pesado se despertaba a menudo de noche y llamaba a su madre para
tamente al cuarto de deambuladores, sin ninguna neces idad dt• que la llevara al baño, pero luego comenzó a hacerlo con menor fre-
aferrarse. Esto sigu ió a una visita al zoo lógi co durante la cual Donna, ·uencia y se mantenía seca de noche. A veces despertaba durante la
por primera vez, pudo beber por una pajita como lo hacía su her- noche llorando y trastornada, y decía que tenía que hacer "pipí". Si
manito. Estaba muy orgu ll osa de este logro, y ésta puede haber sid bi en no había ningún indi cio de que se le hubiera hecho alguna vez
la clave de su buen humor. presión para el contro l de esfínteres, Donna parecía entonces asusta-
En esta segunda mitad del tercer año Donna imitaba a menudo da por la pos ibi lidad de moj ar la cama (¿precursores de desarrol lo del
el juego de los varones, como un intento de solución de su env idia del superyó?).
pene. Se volvió más atrev ida en sus actividades motrices enérgi cas. Donna siguió mostrando de muchas maneras su preocupación
Comenzó a jinetea r el caba ll o-hamaca, corría arriba y abajo por las por dañar su cuerpo. Desplazó en gran medida la ans iedad a su n ~ riz;
esca leras, y experimentaba un placer particular deslizándose boca y, como dij imos antes, a sus rodil las. La madre de Donna descnb1o
abajo por el pasamanos. Parece que este tipo de actividad le pro- 1 siguiente accidente. Donna había ten ido una hemorragia nasal.
porcionaba placer sensual y la reaseguraba de que su cuerpo estaba e alarmó sobremanera, lloró mucho, y se secó un poco de sangre
intacto. ¡ue le había caído en la rodilla; parecía muy asustada. Más tard:,
La madre informó que en el hogar a Donna le gustaba corretear uando le habló a su padre del episodio, olvidó mencionar su nanz
sin su bombacha y que se tocaba con frecuencia los genitales, di- nsangrentada y le dijo que se había lastimado la rodilla . En una opor-
ciendo que le dolían. La madre pensaba que ya no había ninguna lunidad anterior había reprochado a su mad re por haberla supuesta-
incomodidad fís ica, que la infección urinaria ya se había pasado, y mente empuj ado y haberl e hecho lastimar la rodilla.
que las quejas de Donna reflejaban más bien su interés por esa parte Al final de su tercer año aún fluctuaba entre una conducta más
del cuerpo. • bi en madura e independ iente en muchos sectores, y cond uctas en que
La relación de Donna con niños y homb~es asum ió un carácter se aferraba a su época de bebé. Su madu rez se manifestaba en su
más ab iertamente suplicante. La niña quería que su padre hiciera identificación con la madre: en la conducta matern ante con sus ·mu-
cosas para ell a, tales como vestirla. En el Centro, cuando iba al baño ñecas, en higienizarse en el baño sin ayuda (aún cua ndo estaba fue;a
acompañada por un observador mascu lino, insistía en que éste la ayu- de su casa), en su deseo de elegir sus propias ropas, etcétera. Pero aun
dara mucho en limpiarse, y abría las piernas para mostrarle lo que tomaba leche del biberón, y su reacción inicial ante cualquier
había hecho y también para exponer su estado "castrado". También situación extrañ a o suscitadora de ansiedad consistía en aferra rse
intentó imitar a su padre y a su hermano al orinar. Mientras jugaba, a la madre, tirarle de la ropa, o tomar comida y llevarla a su boca.
montaba sobre el tobogán, lanzaba un camioncito hacia arriba y La madre, que siempre había sido tan paciente y acogedora con
luego lo dejaba deslizar hac ia abajo por entre sus piernas. Verba l izaba ella, comenzó entonces a mostrar algunas reacciones negativas;
que si bien no tenía aún un pene, estaba segura de que llegaría acre- expresaba impaciencia e irritación ante la conducta de aferram iento
cerle uno. de Donna.
· Al mismo tiempo, estaba muy interesada en las madres y los be- Donna, al percib ir la creci ente impacienc ia de su madre ante sus
bés, y cuando vio una fotografía con un aeroplano grande y uno pe- dificultades en las despedidas y a raíz de su mayor independencia, pa-
queño, los describió como la mamá-aeroplano y el bebé-aeroplano. recía buscar nuevas soluciones por sí misma. A veces, se precipitaba

172 173
haci~ el cuarto de ?eambuladores como si no quisiera darse tiempo
suf1c1ente para vacilar y dejarse vencer por la ans iedad. Eventual-
mente, llegó a una nueva solución: encontró un ritual de despedid 1
que le faci litó la transición de estar con la madre a funcionar sin ella.
Se quedaba junto a la madre por un rato, mientras le mostraba a un
observador todo lo que había traído de su casa. Entraba en detalle~
minuciosos, a veces sobre una cantidad de cosas, vinculando el aqur
y ahora con algo familiar, y luego ya podía dejar que su madre se Capítulo 1O
fuera (nos recuerda una conducta similar de Bruce).
Como resultado de su superior dotación y de lo que parecía ser WENDY
una maternación mejor, pensamos que Donna era la infante y la
d~ambuladora pequeña que tenía la mayor probabilidad de pasar sin
fncCio~~s por ~1 desarrollo de las subfases. Esperábamos que con la
W endy era una beba particularmente atractiva, mimosa, bien
amo ldada, generalmente plácida y feliz, amada apasiona-
damente por su madre que la consideraba su realización simbiótica.
evoluCion rel?t1vamente pareja de su yo y esta crianza muy favora-
La madre y la hija parecían estar particularmente bien sinton i-
ble, alcanzana la constancia de objeto libidinal en su tercer año.
También esperábamos que alcanzara los dos niveles de formación de ;.adas entre sí. Es desconcertante que con esa clase de simbiosis
dichosa, Wendy mostrara síntomas muy precoces de cas i-diferen-
!a i?~ntidad_ en forma .gradual en la cuarta subfase de la separación-
mdlvlduaCion, con dificultades evolutivas mínimas. iación, que consistieron en llanto malhumorado muy repenti-
no, escrutin io intensivo y aparente reconocimiento de diferentes
El hecho de que las cosas no ocurrieran así, nos hizo cobrar personas, y protesta contra la despedida de la madre. Tenemos re-
aguda conciencia de la intrincación y variabilidad del "desarrollo nor- trospectivamente la impresión de que su hipervigilancia durante
~al " de alcance medio. Comprend imos en particular que la predic- 1 tercero y cuarto mes se debió a un cierto grado de hipersens ibili-
CIÓn en el dominio del "desarrollo normal " es imposible más allá d dad en el sentido de Bergman y Esca lona (1949). La niña desarrolló
afirmar que es muy probable que no se produzcan cuadros patológi- una respuesta preferencial de sonrisa muy precoz e incluso se ade-
cos graves en el futuro.
lantaba a sonreír a su madre antes que el la lo hiciera, a la edad de 3
Las dificultades evolutivas que ocurrieron luego en el caso de < 4 meses. Lloraba si su madre pasaba a su lado sin detenerse para
Donna parecían precisamente debidas a la falta de gradualidad con interactuar con ell a. En lugar de "disfrutar" con el abandono prema-
que su creencia en su propia omnipotencia mágica -alimentada turo en la órbita de la unidad dual simb ióti ca, Wendy nos sorpren-
por una confianza excesiva en la omnipotencia de sú madre- fu dió con su precoz y minucioso examen del amb iente. Su vigilancia
remp lazada por la autoestima. xces iva del medio circundante más allá de la órb ita común madre-
Lo más importante, sin embargo, es que las dificultades fueron hija se debió a su hipersensibilidad innata. junto con los signos pre-
producto de la acumulación de "traumas de shock" (Kris, 1956) entre oces de diferenciación, Wendy no parecía aprovechar el desarrollo
los meses 20 y 30, lo que parece haber impedido la neutralización maduracional de su propio yo ni los recursos de su ambiente. Debi-
gradual de la agresión. Se hizo necesaria la represión abrupta, y hubo do a su hipervigilancia, tenemos la impresión retrospectiva de que
que reforzarla con el mecanismo de defensa adic iona l de formación Wendy, más que el infante promedio, habría necesitado una mater-
r~~ctiva. Siguió a esto una ansiedad de separación y una inhibi- nación particularmente fuerte y protectora durante un período pro-
Cion mayores que el promedio, por lo cual la sublimación se hizo longado de su infancia más temprana . Esto podría haber impedido
difícil, al menos temporariamente. Sin embargo, confiábamos en qu que sus percepciones especialmente agudas lesionaran el"sentim ien-
pese a las dificultades, a través del flujo de energía evolutivo Donna to ideal" de la unidad simbiótica. En efecto, por más que la señora M.
llegaría eventua lmente a superar estas perturbaciones. gozara de Wendy y la amara como su beba, no era capaz de propor-
ionarle en la misma medida un escudo protector de maternación
prolongada. Quizás ninguna madre hubiera podido. Las reacciones
precoces de Wendy ante hechos abruptos y cambios repentinos en su

174 175
/)esarrollo de las subfases de Jii'éndy
ambiente -precursores a los 3 meses de posteriores "reacciones ante
extraños"- continuaron prácticamente sin interrupción a lo largo Wendy tomó el pecho y fue d:;tetada ~uy gradua l~ente al
de todo el proceso de separación-individuación; cambi aron sólo de C'uarto mes. Sin embargo, nunca reCiblo el b1beron con ent~s1asmo~ y
forma, estructura y complejidad en el curso de las subfases. por cierto no tomó el biberón d_e la noche como una espec1e .~e obje-
to transicional, cosa que ocurna con muchos otros de los mnos. No
La madre de u-éndy s observaron ni se informó de reacciones adversas al proceso de
Por parte de la madre había componentes que reforzaba n la ten- d stete gradual; en verdad, a los 4 ~ S meses ~endy y su madre eran
dencia de la niña a no usar sus propios recursos, y menos aún los una pareja madre-hija muy feliz y b1en smton1zada con una vanada y
recur.s?s de su amb iente, a los fines de la diferenciación y la indivi - ri a interacción.
du~Cion, o de la separación de la madre. Durante y después del breve Wendy era linda, dúctil y bien a~ol~ada, y su madre parecía
penodo simbi ótico, la señora M. estaba emocion almente muy unida l'xperimentar mucho placer en la cercan1a f1s1ca con ell a. La beba pa-
a esta niña, que era su tercer hijo. Sin embargo, ante los primeros sig· r cía mimosa, muy plácida y contenta. Su madr~ se daba perfec-
nos ~reca rios de diferenciación por parte de Wendy su madre desa- 1,1cuenta de las más leves necesidades de Wendy. S~n embargo, desde
rrollo una tendencia a desvincularse de ella abruptamente; no podí, un com ienzo desalentó a Wendy, como hemos d1cho, de la explo-
permitir que su hija explorara activamente su rostro de una mane- ración táctil de su rostro, así como de tirarle el pelo, cosas que We~dy
ra táctil -además de la visual a corta distancia-, cuando Wendy d seaba hacer en el momento típico en que los infantes neces itan
~eseaba hacerlo y lo neces itaba. Ya a los 3 a 4 meses, Wendy voca- h miliariza rse con la mad re como madre (Brody y Axelrad, 1970). La
lizaba Yprotestaba con enojo. s' 1iora M. reemplazó esto sonriéndole, meci.éndola, h~blándole y
Lamadre de Wendy era una mujer particu larmente hermosa, qu b sándol a, etcétera. Pero las predilecciones e 1d1osmcra.slas, las pau-
no sobrellevó fácilmente su maternidad. Se sentía insegura como ldS específicas de su acción maternante, reforzaron c1ertamente la
madre Ycomo mujer, y necesitaba ponerse a prueba en todo momen- preferencia aparentemente innata de Wendy por la modahd~d v1sual.
to. Estaba siempre ocupada mejorándose a sí misma y su casa, pero 1 ta puede haber contribu ido a que d1smmuyera la neces1dad y el
Siempre tenía la sensac ión de que no estaba haciendo lo suficiente. d seo de Wendy de exp lorar su ambiente .mediante el tacto, en .una
Se minusvaloraba y deprimía con facilid ad; se describía como una •poca en que los niños adquieren la cap.a,c1dad de gatear y manepr y
m a l ~ madre, e insistía en que sus hijos preferían al padre, que com- ~ ntir objetos de su ambi ente en expans1on.
pa~tla con satisfacc ión las funciones maternantes con su mujer. L Cuando Wendy se encontraba incómoda, protestaba activa-
se.nora M. que se desalentaba e impacientaba tan fácilmente consigo mente y hacía gestos que indicaban sus necesidades; uno de nosotros
m1sma, tendía a comportarse igual con sus hijos t9n pronto como éstos r 'conoció que esta conducta tenía un tono emocional de llamado y
mostraban un signo cualquiera de diferenciación e individuación . Se d anhelo específico. Wendy trataba de atraer a su mad,~.e muy. act:,-
veía a sí misma en ellos y a ellos en sí misma. Percibimos que se dirigía vamente, y se observó que le sonreía de una manera ta_n .mes1st1ble .'
a la herma na mayor de Wendy, que no tenía más de 30 meses, como que ésta tenía que devolverle la sonrisa y ya no pod1a 1rse o segu1r
SI fu_era adu lta; parecía "consultarl a" para tomar decisiones. Esto no lo 1 yendo o cosiendo.
~ac1a para averiguar rea lmente qué quería la niña sino porque era Mientras la mayoría de los ni~os se acostumbrar~~ al Centro y
~~ :a paz de dec idirse por sí misma. El proceso de crecimiento de sus 11 garon a aficionarse a concurrir a el, esto nunca ocurno con Wendy.
hiJOS le resultaba amenazador y la hacía sentirse inquieta. Parecía
Nunca se sintió en su casa. En verdad, en seguida "se perci~í~ que
enfrentarla con sus propios problemas de envejeci mi ento y con los
h bía equiparado el Centro a todo lo que era "malo (no famdm), y
aspectos de su propia persona lidad que ell a consideraba negativos.
para ella la madre, sus hermanos y el ho~~r eran lo "bue~o" (familiar).
Una vez terminado el período simbiótico, la señora M. se sentía, 1sta actitud generalizada de Wen~y surg1o ~n gran med 1da del hech?
de una manera ca racterística, menos cómoda con sus hijos. Era inca· d que la señora M. misma no ten 1a una act1tud cohere~te~~nte ~OSI­
paz de gozar de la modalidad retozona del niño en proceso de indi· Iiva hacia su propia participación en el proyect.o; la mot1vac1on m1s~a
vidu~c ión, y su relación con sus hijos no llegó a convertirse en una d la madre parecía viciada por la amb ivalenCia. Como consecuenCia
act1v1dad de juego recíproco.

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de su exclusiva y "apasionada simbiosis" y de su subsiguiente ansi!' lill <'rcambio o relación placenteros fuera de la órbita madre-hija hacía
dad de separación, que fue muy precoz e intensa, el excluyente anh<· f\11 • Wendy volviera inmediatamente a su madre. Mientras la mayo-
lo de Wendy, de cercanía y unión con la madre, desalojó todo su ¡f,l le los niños al com ienzo del período de ejercitación utilizaban su
interés por el mundo y obstacul izó su progreso hacia la individuación, 11111 ión motriz en desarrollo para gatear alejándose de su madre y
es decir, hacia el desarro llo del yo; le impidió apelar a sus propio~ Jlltd r ejercitarse y exp lorar, Wendy gateaba hacia su madre cada vez
rec ursos.l '111 ésta la ponía a cierta distancia en el suelo. Wendy raramente uti-
ll t~ba el gateo y otras capacidades motrices para acercarse a cual-
Como hemos notado, la modalidad visual estaba muy catexiad.1
qui r persona que no fuera la madre. (Aun después del tercer
en Wendy y siguió estándolo cuando ya debía haber habido un in
.11 o, Wendy só lo se relacionaba con personas que en cierta manera
vestimiento mayor del funcionamiento locomotor y de la exploraci 11
lndían considerarse como una extensión de la n:~dre, a~~ellas con
táctil de los objetos con las manos y la boca. Esto era así pese al h<•
cho de que las capacidades motrices de Wendy se desarro llaron \~~ ~ que su madre había desarrollado una relae~on postt1va y que
o~pr baba o había investido de simpatía.)
de acuerdo con la cronología de la maduración . Su surgimiento fu<•
más bien precoz. La niña comenzó a gatear alrededor de los 6 mese~ Conocíamos muy bien a la señora M. pues su hija mayor tam-
y a cami nar con apoyo a los 11 meses. Sin embargo, no invistió esta\ ltl n había estado en nuestro estudio. Sabíamos de ella que temía el
' capacidades con ningún entusiasmo; no las usó para explorar el am ¡uoceso de separación-individuación, con sus inevitables tironeas,
biente. En cambio, parecía que Wendy prefería estar cerca de su vl,ljes y altibajos. Disfrutó, especialmente con Wendy, del período de
madre; necesita una continua cercanía con ésta para poder gozar dP lroximidad corporal. Pero ~~a vez terminado el esta_dio simbi_ótico
algo perteneciente al mundo exterior. No parecía desear que pasara el \111biera preferido que la mna func1onara en forma mdepend1ente.
status qua de la relación simbiótica, que le era familiar; aparente W ndy parecía sentir la predilección de su madre por el infante sim-
mente no podía asumir ninguno de los riesgos del funcionamiento por hlólico, y au nque "rompió el cascaron" en el sentido descrito ante-
separado, con las inherentes "amenazas mínimas de pérd ida de obje ilormente (es decir, su hipersensibilidad le hizo cobrar conciencia de
to" (Mah ler y Furer, 1963a). · 1tlgunos aspectos del mundo exterior con bastante precocidad), trató
Así, no observamos en el caso de Wendy muchas de las cara
dr permanecer simbiótica durante el mayor lapso posible. En rea-
lidad, parecía que resistiera automáticamente la separación. Nunca
terísticas habituales del período temprano de ejercitac ión o del perío
luncionó cómoda sin su madre en nuestro ambiente, y como diji-
do de ejercitación propiamente dicho. Parecía haber poca presión
ll10S más arriba, no quería adaptarse al Centro o familiarizarse con él,
interna hacia el funcionam iento autónomo. En cambio de ello,
Wendy seguía prefiriendo que le hicieran las cosas en vez de hacer 11 no era capaz de hacerlo.
las ella misma. Mientras no estaba amenazada por la separación o 1 Además, pensamos que Wendy puede haber sentido una necesi-
funcionam iento por separado, era una beba encantadora y deli ¡J,¡d un poco menor de aventurarse en el mundo exterior. Era la más
ciosa. Pero aun la más mínima amenaza de pérdida de la cercanía l 'queña de la familia, y sus hermanos mayores, que la adora-
simbiótica la trastornaba profundamente. Cua lqu ier invitación a un l¡,¡n, parecían proporcionarle una buena dosis de estimulación, que
11ll a aceptaba pasivamente. Así, en cierto modo, le traían el mundo
1•xterior y se lo ponían a su alcance. 2
, 1 Los tests de desarrollo indicaron que Wendy tenía una dotación pro me El período de ejercitación de Wendy fue totalmente distinto de
d10, de la cual no sacaba las mejores ventajas. Los tests mostraron que a los 2 1 lo habitual. Es muy interesante y notable que si bien Wendy aprendió
meses y de nuevo a los 29 meses de edad el desarrollo del lenguaje de Wendy ,¡ dar los primeros pasos sin ayuda a los 13 meses, lo hizo cuando la
estaba 4 meses retrasado respecto de su edad cronológica, y que en el sector tn adre no estaba en casa. Esto sugeriría que Wendy sólo se sentía libre
personal-social de su personalidad el desarrollo también estaba rezagado. Sin
embargo, a los 34 meses el desarrollo de esta niñita ya estaba bastante empare-
jado, es decir, al final de la segunda nútad del tercer ai'io se observaba un
2 En cambio, al igual que en la situación fraternal, en la relación infante-
notable avance en su lenguaje y en su desarrollo personal-social, hechos que
lll:ldre el lado "malo" se desplazaba, como veremos · más adelante, hacia los
descubrimos independientemente de los tests, mediante datos observacionales
y también por los informes de la señora M. d t·~mbuladores del Centro.

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para perm itir que su individuación cu mpliera su curso cuando
disponía de un pos ible refugio en la simbiosis con la madre: su impul progresa ndo sin dificu ltad. A los 32 meses Wendy no só lo contro laba
so hacia la individuac ión só lo era pos ible en ausencia total de la mc1 durante el día con muy pocos accidentes, sino que también lo logra-
dre_. Wendy no comenzó la ejercitación en un sentido verdadero y ¡,,1 durante la noche. Este es un sector más en el que Wendy era capaz
act1vo hasta alrededor de los 18 meses, la edad crono lógica que SI' d ganar el favor de su madre.
cons1dera como el apogeo de la subfase de acercamiento. Además,
este período de ejercitación retrasado no tuvo la característica de re Reacciones a la separación y
gocijo específica de esta subfase; ta l sentimiento fue probablemen IIIISiedad de separación en Wendy
te amortiguado por el desarrollo cogn itivo concom ita nte de la subfas1• Como hemos mencionado anteri ormente, Wendy parec1o
de acercam iento, a saber, el reconocimiento inevitab le de uno mismo romenzar a diferenciarse muy precozmente, en su cuarto mes; a
como separado de la madre. Para evitar ese reconocimiento, su humor lo 6 a 7 meses la relación con su madre era aun más exclus iva y
se mantuvo muy dependiente del humor de su madre o de la atmós ~ lJ S reacc iones ante extraños y situaciones extrañas eran más vio-
fera del mundo que la rodeaba, lo que refleja su uso de la identifi 1 •ntas. Cons istían en ausentarse por los ruidos y mostrar expresio-
cación primaria. Sus estados afectivos no podían asumir una cualidad n s de perplejidad ante extraños. A los 8 a 9 meses Wendy lloraba
individ_ual propia. Sin embargo, este período de ejerc itac ión retrasado 1·uando se miraba en un espej o, si no veía al mi sf)'lo tiempo la ima-
fue la epoca en que Wendy se mostró más capaz de funcionar con su H n de su madre junto a la suya; además, ll oraba cuando la madre
madre, sea a alguna distancia de ella, o incluso cua ndo ella estab.1 ~' iba de la habitación y cuando retornaba.
fuera de la habitación. Si bien mostró, hacia el final del segundo año, Durante los siguientes 2 meses, a la edad cron ológica del co-
una condu cta más típica de acercamiento, tal como un aumento d 1 mienzo del período de ej ercitación, observamos que continuaba esta
negativismo y del énfasis en la afirmac ión, esta conducta cons istió en 1 •ndencia, que había comenzado en los meses precedentes; el distan-
un particular empecinam iento y negativa a aceptar sustitutos mater- r iamiento de la madre parecía constitu ir una amenaza para Wendy.
nos. No obstante, se superponía a esto el placer del fu ncionamiento 1, niña prefería sentarse tranquila e incorporar visualmente su
indep:ndient~'. es dec ir, los atributos del período de ejercitac ión, que• ,unbiente; sus reacciones a la separación se volvieron muy intensas,
pare:1eron m1t1gar por un tiempo los sufrim ientos del período de acer y sólo podía conso larl a la cercanía de su madre. No se mostraba
cam 1ento.
di spuesta a uti 1izar sus crecientes capac idades pa ra separarse física-
. , La_s dific~lta?es por las ~ue pasó Wendy en el proceso de sepa· mente, es decir, para alejarse gateando de su madre. Cuando ésta no
rac 1on mtraps1qu1ca se relac1onaban también, muy probablemente 1' taba en la habitac ión, Wendy iba hasta la sill a de su mamá. Sus
con las dific~ltades de su madre. Su madre no era capaz de apoyar~ r acciones a la separación no consistían só lo en una bajada de tono,
la en su act1v1dad de ejercitación y exp loración. Por ende, observamo~ ,. mo observamos en el niño promed io en la edad cronológica delco-
en Wendy una tendencia a desear el retorno - en verdad una mi enzo de la ejerc itación, si no más bien en una desazón y tristeza
regresión- una y otra vez a la cercanía estrecha de la relación rr:adr • muy profundas, que sugerían una "depresión anaclítica en miniatura"
bebé. A medida_ que la individuación progresó en el sentido pura- ('f. Mahler y McDev itt, 1968). No obstante, se mostraba amistosa e
men~e ma?uraCional, el impulso forzoso hacía la autonomía y 1 Interesada en el mundo mi entras su madre estaba cerca de ell a.
func1onam1ento separado evocó en Wendy un negativ ismo más fuertC' A la edad de 20 meses Wendy comenzó a exh ibir una mezcla
que el promedio, berrinches, y tendencia a una conducta pasiva· Insólita de las características del período de ej ercitación propiamente
agres1va, en lugar de un progreso hacia la agres ión constru ctiva el di cho y del período de acercami ento. Se fue volv iendo cada vez más
juego simbiótico y otras actividades independi entes de la madre. Independiente. No acud ía a su madre tanto como antes, ni la echaba
La niña tendía a trastornarse o hacer regresiones como consecuencia tanto de menos cuando la madre aba ndonaba la habitación. Hacía al-
de ~ru~traciones relativamente menores, y era muy fáci l herir sus uunos intentos de elaborar los problemas por su cuenta, en lugar de
sent1m1entos. Sm embargo, no v imos ninguna lucha evidente en ,1pelar inmed iata mente a otros en busca de ayuda. Comenzó a acer-
el sector del contro l de esfínteres. A l com ienzo de l tercer año, la e rse a la madre con juegos, y le gustaba espec ialmente jugar a la
madre de Wendy informó el hecho notable de que el control estaba p lota con ell a. En ausencia de la madre, podía utilizar a varios susti-
tutos temporarios.

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En esta época era particu larmente perceptib le la sensualid.ul (por ejemplo, cuando otro niño le sacaba algo), Wendy vencía su
innata de Wendy; gozaba de toda clase de experiencias autoeróti .1~ Inhibición y se movía veloz y suelta; se levantaba, corría rápidamente
kinestésicas y táctiles. Su madre decía que le gustaba hamacar~t por la habitación y recuperaba el objeto.
durante ratos larguísimos.
Una característica sobresal iente y duradera de Wendy fue su
Luego, al final del segu ndo año, durante los meses 23 y 24, hubo 1,\l ta de interés en los demás niños del Centro (¡excepto, a veces, en
otra vez un cambio, en el que necesitó de nuevo una mayor cercan¡,, los bebés! ). Le gustaba reunir en torno suyo la mayor cantidad
con su madre.J No to leraba que la madre prestara atenc ión a otr,1 rl adultos posible; le agradaba ser el centro de la atención. Se
personas; no quería jugar con los demás deambuladores; no le gust,1 observó que cuando alguien centraba su atención en otro niño,
ba el cuarto de deambu ladores. Aumentó su tendencia a los berrin Wendy parecía triste. ·
ches. Cuando su madre no estaba en la habitación, se sentaba, ~1
Wendy conti nuó pareciendo triste cuando su madre abandona-
podía, en el regazo de adu ltos sustitutos. Durante las ausencias de 1.1 ba la habitación. En ta les oportun idades era imposible lograr que
madre, mostraba gran interés en los bebés del Centro. En tales ocasio ~ interesara en el juego; en cambio de ell o, se refugiaba eventual-
ne~,, también comía y bebía mucho. Durante esos meses, Wendy si mente en el regazo de un observador. Era evidente su pred il ección por
gu1 o buscando un contacto fís ico muy estrecho con su madre. los dos observadores masculinos. Con ellos, en una situación uno a
. La madre trató de orientar las actividades de su hija de modo df' uno, parecía muy feli z y cómoda hasta que vo lvía su madre.
alejarla de su prox imidad. Wendy, a su vez, parecía reaccionar a los En conj unto, la relación de Wendy con su madre parecía afec-
intentos de dista nciam iento por parte de la madre con una bajada dt• tuosa y estrecha. Aunque la madre no estuviera dispuesta a conceder-
tono. Pero Wendy se mostraba siempre muy feli z cuando se reencon ! plena atención, cuando, por ejemplo, estaba leyendo un libro o
traba con su ~amá; éstos eran momentos en que podía -legítima cuando hablaba por teléfono, Wendy parecía satisfecha mientras su
mente, por asr decrrlo- tener estrecho contacto fís ico con la madre y madre se quedara en su vecindad. El juego de Wendy, que consistía
abrazarla.
sobre todo en jugar con muñecas y a ser la mamá, mostraba la iden-
. Así Wendy terminó su segundo año sin haber resuelto en gran ti ficac ión con la madre; también le gustaba mucho el teléfono de
rned 1da su crrs rs de acercam iento y con muy poca capacidad par, 1 juguete, con lo que imitaba el uso que del te léfono hacia su madre.
funcronar separadamente de la madre o para comunicarse con pala ·sta última conducta de juego tamb ién parecía representar simbólica-
bras en. lugar de gestos y acciones. La ejercitación estaba demorada y mente la preferencia de Wendy por la comunicación indirecta.
deprrmrda ..No se observaba la habitual progresión de la ejercitación Pese a la naturaleza general afectuosa e íntima de la relación de
al acerca.mrento, porq ue la niña nunca llegaba al punto de gozar del Wendy con su madre, había veces, al comienzo del tercer año, en
mundo srn una estrecha proximidad con su madre. que la niña mostraba muy decidida a hacer cosas a su manera;
n ocasiones contestaba "no" a cua lqui er pregu nta que se le formu-
U/éndy en su tercer año lara. Cuando estaba de ese humor se ponía muy ex igente, es decir, se
Al comienzo del tercer año, Wendy podía ca racterizarse corno deseaba algo gritaba y ch ill aba y señalaba imperiosamente el ob-
una niñita muy femeni na, linda y atractiva, que estaba muy apegada jeto deseado. Cuando estaba golpeada y mordía a su madre. Un fac-
a su madre. Su órbita de actividad era más bien restringida. Tendía tor que contribuyó a esta descarga inmediata de impulsos agres ivos
a quedarse cerca de la madre, au nque ésta no estuviera present , parece haber sido la demora en la adq uisición del lenguaje.
trataba de permanecer en un lugar, sentada por lo comú n en una La madre de. Wendy encontró dificultades para manejar el
si.lla. Cuando se movía, lo hacía con pasos pequeños, menudos y va- empecinamiento de su hija. Su manera de enfrentar su sentimiento de
cilantes, y parecía haber una inh ibición genera l de su movilidad. que estaba superada por las dificultades que experimentaba su hija
Sin embargo, a veces, cuando estaba enojada, celosa o envid iosa durante los altibajos de la separación-individuación consistía en mar-
charse si le era posib le, apartarse de la situación. Se dedicó mucho a
3 actividades de ca rid ad que la alejaban de la famili a. A veces sa lía sim-
Esto parecía representar una m ezcla de condu cta típica de acercami ento plemente de su casa y dejaba a Wendy al cuidado de sirvientas y
y una regresión a las anteriores reacciones ante la separación.
babysitters.

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Como respuesta a ese mayor abandono del rol matern ante por ,11 ropiada . Señalaba la ventana y agitaba la mano diciendo "adiós,
parte de su madre, Wendy reaccionó en el Centro de la siguiente ma tld iós", con lo que indi caba que en su economía intrapsíquica la
nera: cuando la madre estaba fuera de la hab itac ión, ni siquiera mi madre se había ido tan pronto como no estaba vis ibl e, tangible y físi-
raba la silla de ésta ni la puerta (algo que otros nir'íos de su edad amente cerca de ella. Por lo tanto, la niña parecía ca recer mo-
hacían cas i automáticamente, y que Wendy había hecho tamb ién n mentáneamente no sólo de constancia de objeto emociona l, sino que
una fase anterior). Por el contrario, en tales ocas iones Wendy mirabíl lumb ién había perdido la contrapa rti da cognitiva del objeto, "la ima-
en torn o lo menos posibl e. (Esta restri cc ión del ingreso perceptual g n menta l del objeto ausente" de Piaget; es decir, no era capaz de
servía al' mecanismo de negac ión. ) La atención de Wendy parecí¡¡ Imaginar dónde estaba su mad re cuando no la tenía en su campo
dirigida hac ia adentro, lo que quizás era indicio de que estaba evo- visual. En esa época parecía que cuando la madre se había ido, la
cando imágenes. Como hemos dicho más arri ba, podía arrimarse a un 11iña no disponía de ninguna " imagen materna buena" intrapsíqui ca .
observador adulto,y sólo entonces se ponía más animada. La reduc Se formuló la conjetu ra de que esta dificultad para la constan-
ción del ingreso sensorial , así como de la actividad en general, cia objeta l tenía que ve r con la agresión y la ambivalencia de Wendy.
parecía ser una de las defensas características de Wendy. Se la podía l.a señora M. describió a su hija como una niña decidi da que
considerar como una persistencia de la "bajada de tono" más allá de• podía, a veces, librar batallas con ella en su hogar y ponerse muy ne-
su ubi cación normal, que es en la subfase de ejerc itac ión. gativista. En el Centro no se expresaba n el negativismo y la actitud
A med ida que avanzaba el tercer año Wendy comenzó a protes- decidida hacia la madre; esas actitudes estaba n tota lmente desp la-
ta r, a veces activamente a voc iferar, y a resisti rse con energía a que su ;.adas hacia el sustituto materno o paterno. Si bien por un lado era
madre sa liera de la habitac ión. Aún no se la distraía fácilmente d pasiva y quería que le hi cieran las cosas, por otro respondía decidi-
su pesar. damente " no" a cualquier sugerenc ia que no le viniera muy bi en. La
Cuando se la podía captar durante las ausenc ias de su madr , Infere ncia acerca de la ambiva lencia de W endy se extrajo de la obser-
Wendy utili zaba al observador como sustituto, sea quedándose pasi - vación de su expresión facial , que era a menudo de enojo con puche-
vamente a su lado o permitiendo a esa única persona que la ayudara ros . Un observador dijo que Wendy parecía casi paralizada por sus
a subir al caba llo-hamaca: ésta era una de las actividades visib le- sentimi entos confli ctua les respecto de la mad re, cuando ésta no esta-
mente autoeróticas que le agradaban y a las que volvía una y otra ba presente., y que ello le imped ía buscar consuelo en la actividad de
vez. Si el contacto con el o la sustituta se mantenía por un espacio juego. Aunque la madre estuv iera presente, el nivel de actividad no
largo de tiempo, Wendy podía permitirse "trabajar" brevemente en cambiaba mucho: se centraba aún en la relac ión uno a uno y nunca
un ro mpecabezas o jugando a la pelota, pero este juego se detenía ~e extendía al juego por su cuenta con otros niños o con juguetes.
tan pronto como el adulto dej aba de participar acti,)Jamente. Luego de este estado de cosas, Wendy tuvo un veraneo muy
En otras palabras, en ausencia de su mad re Wendy pare- bueno. Cuando volvió al Centro, a la edad de 28 meses, había pro-
cía experimentar un a abrumadora necesidad de seguir siendo la beba gresado muchísimo en lo que respecta a su repertorio verbal ya su
narcisista. No hab laba mucho, no jugaba mucho, no se relacio- ·apacidad de expresarse con frases compl etas . Comenzó también a
naba mucho con personas . Si no podía encontrar a alguien que la protestar mucho más activa y efectivamente contra las separaciones.
co nsolara o la cuidara, se conso laba eventualmente ella misma hama- 'eguía a la madre cuando ésta se iba de la habitación y lloraba a
cá ndose en el caba ll o de madera o alimentándose, o bien se retraía y gritos pues no aceptaba simpl emente que la dej aran. Como resultado,
se sentaba tranquila en la sillita abrazando a una muñeca o a un osito había que ll evarl a con frecuencia junto a su madre o permitirl e que
de paño al que mimaba . le acompañara al cuarto de entrev istas. Muy a menudo nos forza-
A veces, cuando Wendy se sentía tan so la y perdid a que parecía ba a perm itirle pasar toda la mañana en el cuarto de infantes con su
casi para li zada y fuera de contacto, daba la impresión de haber madre. Como último recurso, mañana en el cuarto de infantes
perdido la capacidad de retener una imagen de su madre, aunq ue ésta ·on su madre. Como último, Wendy insistía en form a bastante abrup-
estuviera en el cuarto de al lado. Cuando le decían que su madre 1 en que la llevaran de vuelta a casa.
estaba en el cuarto de infantes ubicado al lado, y le preguntaban A l final del mes 30, si bien seguía aún protestando contra las
si quería ir all í y verl a, Wendy no actuaba en form a coherente y pa rac iones ·breves, parecía más capaz de enfrentarlas. Por ejemplo,

184 185
en una época pasaba buena parte de la mañana pintando en el cuar mal humor. Esta actividad entonó su cuerpo, como si hubiera llegado
to de deambuladores, y cuando la madre entraba allí no lo notab,¡ t1 disponer de energía libidinal y agresiva neutralizada, y por consi -
particularmente. O estaba suficientemente absorbida en su actividad guiente aumentó su autosentimiento, su sentimiento de identidad.
como para no darse plena cuenta de la presencia de su madre, o bien El primer paso hacia este progreso evolutivo parece haber consistido
puede haber tratado de inhibir tal conciencia, como si sintiera qu<' 'n su capacidad de protestar de un modo más activo y enérgico cuan-
en caso contrario se desquiciaría su actividad autónoma de juegC1 lo la mad re la dejaba. Esta rebelión activa parece haberse difundido
libre. Buscaba ahora activamente la relación uno a uno, preferibl - y haberla hecho en general más activa y dinámica.
mente con un observador varón, y trataba de incluirlo en la actividad Sin embargo, su humor vacilaba, según que la madre estuviera
lúdica. Aún no aceptaba la intromisión por parte de otro niño y nusente o presente. En ausencia de la madre, aún tenía tendencia a la
em pleaba toda su insistencia y sus encantos de seducción para atra r tristeza y la cólera; tamb ién seguía siendo negativista y se sentía incli-
la aten ción del adulto exclusivamente hacia sí misma . Un observador nada a rechazar todo lo que pudiera acercarla a una observadora
describió muy vividamente la manera en que Wendy empleabil (mujer). Por ejemplo, aceptaba un helado de un hombre pero no de
formas de acción cada vez más impetuosas si fracasaba con manio- Lma muj er. Mostraba interés en un medallón que usaba una obser-
bras más suaves. vadora, pero cuando ésta se lo ofrecía lo rechazaba.4 Le gustaba pin-
Aunque disfrutaba a veces de un juego más activo en esa etapa, tar, pero un día en que la madre dijo al irse: "Pinta con tu maestra
prefería aú n con frecuen cia actividades de bebé. Por ejemp lo, cuan - mientras yo no estoy", Wendy no quiso acercarse a las pinturas.
do estaba en el cuarto de infantes con su madre, le gustaba jugar ¡¡ En la segunda parte del tercer año, pese a todas las apariencias,
que era un bebé y entraba y permanecía en el corral ito. su conflicto de amb iva lencia con la " madre de separación" floreció en
En la segunda mitad del tercer año se amp li aron las actividades forma típica y con plena fuerza. La crisis retrasada de acercamiento se
de juego de Wendy. Además de jugar al bebé y hamacarse en el caba- veía de un modo inconfundible en el juego simbó li co de Wendy, y
llito, comenzó a entretenerse coloreando y pintando. Se nos informó tro tanto ocurría con la conciencia de la diferencia anatómica entre
que en su casa se entretenía jugando con su hermanita mayor y no le los sexos.
gustaba que se entrometiera en esta relación cualquier otro niño El negativismo de la niña hacía el mundo exterior continuó hasta
que visitara la casa. Con los observadores adultos Wendy disfrutab que llegó finalmente a desarroll ar algo que se parecía a una reacción
entonces de juegos activos con aros y pelotas, que hacía ir y ven ir. Sin fóbica contra el cuarto de deambuladores y las personas que en él se
embargo, al menor asomo de intromisión por parte de otro niño, ncontraban. Llegó hasta el punto de que ni siquiera se sacaba el abri-
su conducta perdía todo el aspecto alegre y espontáneo. En una pala- go y las botas cuando llegaba al Centro. La maestra de juegos a cargo
bra, parecía necesitar un constante abastecim iento narc isístico del cuarto de deambuladores describió cómo Wendy, aunque se en-
para poder mantener un cierto grado de autoestima, o, sería más entrara con ella en el hall , comenzaba a llorar y se aferraba a su
apropiado decir, su delusión de omnipotencia. mad re. Pensamos que esta reacción fóbica contra el cuarto de deam-
A los 30 meses de edad, según infinnó la señora M. desarrolló bu ladores, donde las cosas resultaban a veces ruidosas y reinaba la
un gusto particu lar por la actividad de caminar. Aunqu e estuviera a onfusión, puede haber ten ido algo que ver con el hecho de que,
mano el cochec ito o su padre le ofreciera llevarla en brazos, la niña según supimos por fue ntes exteriores, en el hogar, en ausencia de la
prefería ca minar y lo hacía por largas distancias. La madre de Wendy madre, la niña estaba sometida al juego agresivo de su hermano, que
ten ía la impres ión de que lo que le resultaba atractivo a Wendy era el realizaba con ell a experimentos que la exc itaba n.
ej erc icio mismo de caminar, más bien que la idea de ir a alguna parte. Por un tiempo, con ayuda de la " maestra de deambuladores",
Este goce en el caminar era interesante si se ati ende a la pasividad Wendy había sido capaz de distanciarse de su madre y de jugar con
e inmovilidad general que mantuvo durante la edad cronológica d
los paríodos de ej ercitación y acercamiento descriptos anteriormen-
te, y que habían hecho que su conducta resultara tan atípica. 4 No podemos sino conjeturar que este peculiar rechazo de las mujeres
El goce en el caminar parece haber sido una manera en qu qu e no eran la madre era la ex ternalización, específicamente deplazada, del lado
Wendy emergió de su anterior pas ividad profunda y, a veces, de su " malo" de la madre, una forma individual de escisión en el caso de Wendy.

186 - 187
'xterior. También era muy sugestivo de sus preocupaciones anatóm i-
los otros niños. Debió de haber percibido pronto que esta interac- ·as: la niña estaba negando el hecho de que só lo tenía aberturas, en
ción era una amenaza bastante grande para la relac ión exclus ive lugar de un pene como su herm anito mayor y su padre .
de tipo simbióti co que tenía con su madre, y como resultado tuvo
En una sesión de juego, hac ia el final del mismo mes, permitió
que evitar totalmente las relacion es con el mundo de quienes no fu e-
que su madre se alejara para concurrir a un a entrevista durante cas i
ran su madre.
una hora, y en ese tiempo jugó con su observadora de juego. Parte del
A los 32 meses realizó sesiones individuales regulares de jueg juego era agres ivo: Wendy jugaba a ser un bebé; se metió en el corra-
con una observadora especial. Se mostró caute losa cuando le pre- li to y en la cuna, y llegó incluso a tomar de un biberón . Cua ndo la
sentaron a la "observadora de juegos", y sólo aceptó después que su madre volvió a la ses ión de juego, le desagradó ver que su hija ju-
madre mostró mucho gusto e incluso ad miración por la observadora. gaba como un beb ito. Para reasegurarse y como reacc ión contra la
Pero aun después de esta aceptación necesitaba controlar mucho observadora de juego y contra el juego regresivo que ésta había per-
la relación y no siempre aceptaba las insinuaciones de la obser- mitido, la madre acentuó que en casa a Wendy le gustaba ser Batman
vadora, la cual tenía la im presión de que el humor pos itivo de Wendy o su papá . La señora M. jugó luego ell a misma con Wendy, preten-
se desbarataba fác il mente por una pequeña distracc ión, y a veces diendo que ésta era un bebé páj aro y que ella, la madre, era el Viento
res ultaba impos ible conjeturar cuál había sido la fuente del des- Norte. La observadora pensó que esta secuenci a era una hermosa
contento. imbo li zación por parte de la mad re, de su relac ión con sus hij os.
En la primera ses ión de juego, cuando la madre de Wendy se fu e Desde muy temprano, la señora M. alentaba el apego de sus hijos al
al cuarto de infantes la niña la sigu ió. Aceptó eventua lmente sa lir del padre. Este aliento a orientarse hacia el pad re, ~sí como a jugar a .s;r
cuarto de infantes con la observadora, después de lo cual iba al Batma n, promovi ó en Wendy, ala edad de 3 anos, una tnangulaCion
guardarropa para tocar el abrigo de su madre y el suyo, depositados muy precoz e incluso quizás una situ ac ión edípica espuria.
allí. Como hemos desc rito en la pág. 38, el guardarrop a en nuestro Durante una de las sesiones de juego hubo una secuencia intere-
ambiente estaba ubi ca do entre el cuarto de infantes y el de deambu- ante de eventos en torno al guardarropa. Wendy tomó una muñeca y
ladores. Servía como una especie de espacio o cuarto transi cional: la ocultó en uno de los armarios. Cuando su observadora actuó en
transic iona l entre el hoga r y el Centro, y trans icional entre el cuarto juego ante Wendy los sentimientos de so ledad y extrañeza del ~ebé
de deambu ladores, adonde se suponía que los niños iban sin su s en el armarito y pretendió en el juego ser la madre de la muneca,
mad res, y el cuarto de infantes, donde permanec ían las madres.s El Wendy tomó la muñeca y muy deli beradamente la arrojó al piso.
toca r las ropas, en el caso de Wendy, parecía refl ejar una espec ie de Cuando lo hizo, miró a la observadora sonriendo. Parecía que en
"reabastecimi ento" simbólico. Luego de este epi sodio de " reabaste- sta secuencia Wendy actu ó algo que temía que le ocu rri era a ell a.
c imi ento", era capaz de jugar en forma relativamente independiente Al expresarl o en el juego, fue capaz de dom inar su ansiedad por es-
de su madre por un rato . Incluso podía unirse a los otros niños del ta r obstaculizando las ocupaciones de su madre y su temor de que
cuarto de deambul adores, que estaba n jugando con plastilina. Pero ésta la hi ciera a un lado.
au n co nservando su pauta ca racterística, después de un rato de jugar Wendy usó luego sus sesiones de juego para inventar secuencias
con los otros niños dej aba de nuevo de responder a la observadora, y de juego en las cuales desempeñaba un papel activo en iniciar las
decía enérgicamente " No" cuando ésta deseaba ayudarla en algo. eparac iones y los reenc uentros. En varios juegos mamá-papá-bebé,
Durante un a observación de juego, la niña tomó una muñeca y que le agradaban, tomaba el pape l del papá y salía para ga nar di nero,
usó plastilina para taparle tod as las aberturas, poniéndosela en la que luego traía a casa. Otras veces enviaba a la observadora a buscar
nari z, la boca, las orejas y el ombli go, entre las pi ern as y en el trasero. algo, y cuando ésta volvía Wendy se ponía las manos sobre los ojos,
Esto parecía representar su deseo simbólico de cerrarse al mundo ontrolando así el momento en que vería, es decir miraría, a la obser-
va dora.
Por las sesiones semana les de juego de Wendy, podríamos tam-
5 Debemos mencionar que Wendy nunca tuvo un objeto transicional bién estimar que estaba muy preocupada por la diferenc ia anatómica
y también que nunca se preocupó, como la mayoría de los demás infantes y ntre los sexos y además por su cuerpo. En un momento dado,
deambuladores lo hacen, por el biberón, ni siquiera por el de la noche.

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d s· b. no había ningún rastro de psicosis (¡esta ni~a se daba
inventó un juego en el cual ella era el médico de las muñecas, qu
según ella estaban lastimadas. Cuando se le preguntó dónde estaban ;~~n~e~u~n~:nde su est~rdo r~~;~~~~~~f~~¡~~e~i~~l p;:~~:n;i:~~a~~
lastimadas, dijo que no podían hacer wee-wee (pipí). La niña exami- SI actJvamentnet_Jadaadc~~par~da e individual y de tener su propia indi-
nó atentamente a un osito de paño que según ella estaba lastimado Y ( e ser una e · ·d ·d d 1 bebé de
. 1 l"dad Sólo parecía aceptar su propia 1 entl a como e
enfermo, y a cuyas "heridas" aplicó curitas. También dijo que a ella la VJCua 1 · d " ·d d d al"
había picado una abeja, y poco después trató de contrarrestar la ame-
su mama,' en un "pretendido" tipo e unJ a u · . w d
.. . os ma' s arriba el desarrollo del lenguaJe de en y
naza de castración con juegos en que pretendía ser el papá o su ami- Como dIJlm ' , · h pla
' . oco demorado. Nunca parecJa expe n~enta r mue o -
guito Harry del jardín de infantes. Al jugar con las muñecas en la casa
de muñecas, Wendy parecía particu larmente interesada en que todas -~~~~ hua~l~r y comuni carse con palabras,_ y prSeo!e,on:,e~i~~g~~J~e~~~~
T b en forma muy expres1va.
las muñecas hicieran wee-wee y tomaran un baño. Cuando las mu- p~ra l, ~ue butJ ~~~ci:rse con soltura del último envión en el desarrollo
ñecas hacían wee-wee Wendy parecía neutralizar la diferencia ,mo pu o ene , oca comenzó a usar el nombre personal
sexual haciendo que todas ellas se sentaran en el inodoro. :,le\ "leng~j~i:~~ ~~:m~o, parecía haber superado su ans~edad más
En sus sesiones de juego, Wendy informó también de algunos yo ¡n. ., era mucho más capaz de maneJarse sm la cons-
fuerte de separac1on Y
sueños con bichos y abejas. La madre informó que Wendy tenía
¡, nte presencia de su madre. ,
esos sueños en noches en que ella y su marido salían. No pudimos E , tesis Wendy tuvo mayor dificultad que la mayona de l~s
sino tener la impresión de que la niña trataba de evitar las tentacio- .• n Sin 'ir como una pequeña persona separada que podJa
nes que le producían sus propias sensaciones corporales y quizás tam- nmos para surg t omo un deambulador en crecimiento. Mas que
bién algunas fantasías erotizadas perturbadoras. Interactuar con? r~~~tener la ilusión de ser una parte de su madre y,
El juego de Wendy en las sesiones de juego era entonces rico e 1 s otros,_ pa_
reCJa itaba de la resencia de ésta. El logro del uso
imaginativo. Era capaz de usar muy bien el juego para enfrentar sus por consJguJent~; n~cesor lo tanto,p parece haber tenido una signifi-
ansiedades y para vincular a otras personas a su actividad. Seguía clel -~ronomb~el yo '¡ ~esarrollo de Wendy; ocurrió simultáneamen-
tratando con empeño de atraer a los mayores, especialmente hom- cacJon espeCia. en el . d d de Wendy que se convirtió de temor
camb1o en a ans1e a , d )
bres. Sin embargo, todavía no podía usar bien el juego social- ll con unb ndonada (temor de la pérdida del amor, de no ser ama a
mente, en lo que respecta a interacción con los demás niños del te ser a a ., )
•n temor de ser lastimada (ansiedad de castraCJon .
Centro, cuando concurría a sus sesiones semanales de juego.
Respecto de la formación de la identidad: durante el curso del
tercer año se mostraron fotografías a todos los niños, tanto de ellos
mismos como de otros niños, y también de sus madFes y de los obser-
vadores. Wendy tuvo reacciones interesantes ante estas fotografías.
Identificó a su madre y a su hermana por el nombre, pero llamaba a
todos los demás niños, incluida ella misma, sólo "nene" o "nena".
Eventualmente decía que la foto donde ella aparecía era "yo"
(me); pero aún no usaba su nombre. En forma similar, cuando un
observador le mostraba una foto de sí mismo, se ponía muy confu-
sa y no podía reconocerla como foto de éste. Igual mente, en el jue-
go con muñecas, asignaba a cada muñeca el nombre del miembro
correspond iente de su propia famili a, excepto el bebé, al que se-
guía ll amando "bebé" y no "Wendy". (Como dijimos anteriormente,
ella era la más pequeña de la familia.) Casi parecía como si tuviera un
poco de temor de dejar que el "bebé" crec iera y se convirtiera en
una persona independiente, una persona con un nombre; quizás
temía que a raíz de ello se aflojara la cerca nía simbiótica con su

191
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Capítulo 11
TEDDY

n el caso de Teddy vimos cómo un mno con traumatización


temprana -privación de la maternación debido a circunstancias
1,11niliares adversas- parecía enfrentar la situación, primero perma-
11(' iendo dentro del estado crepuscular casi-delusional de la órb ita
lmbiótica por más tiempo que el niño promedio, y luego desarro-
ll,lndo una fina sensibilidad instintiva (cenestésica) para saber cuán-
do y cómo extraer hasta la última gota de abastecimiento emocional
de su madre, y finalmente, descubriendo modos activos de atraer
l.1 atención de ésta mediante la iniciación de juegos, la exhibición de
h,lbilidades, etcétera. Así, ciertas conductas, tales como la rel ativa
d •mora de su apego específico a la madre (compensación por la si m-
Ili sis prolongada), o con posterioridad, su excesiva conducta de
p<1yaso, que a la observación superficial podrían haberse interpretado
romo desajustes de adaptación, resultaron ser decididamente con-
ductas bien adaptadas a las particulares necesidades provocadas por
'• ll particular situación.
l.a madre de Teddy
La madre de Teddy era una persona de modales tímidos y brus-
1 a, que siempre parecía espontánea, aunque en realidad fuera muy
111editativa e introspectiva. Sin embargo, cuando la ans iedad la
~Liperaba, se volvía menos sensib le a las necesidades de sus hijos
(mientras éstos eran preverba les). Fue una concurrente extraordina-
ri amente fiel a nuestro Centro por muchos años. El grupo era espe-
l'ialmente importante para ella durante un período en que su marido
luvo que estar afuera. La situación grupal del Centro proporcionaba
1' tí mulo intelectual y apoyo emoc iona l a esta madre, que se destaca-
ba por su inteligencia.
La señora T. Fue una madre que en general no experimentó gran
placer con sus bebés mientras eran pequeños. Disfrutó mucho más de

193
los períodos posteriores del proceso de creci mi ento de sus hijos. Te nío~ Pero la madre de Teddy respondía por cierto con orgullo y
gran tolerancia frente a los altibajos de las subfases de la separación d<•leite cuando Teddy adqu iría una nueva habilidad, de modo que
individuación y mostraba una empatía particularmente profunda COI I 11i1rante el com ienzo de la subfase de ejercitación (7 a 8 meses) hubo
el mundo de proceso primario de su hijo, en el segundo y tercer año 11 lguna mejoría en la relación madre-hijo y una correspondiente
de vida de éste. 111 •joría en el humor y el nivel de energía de Teddy. Sin embargo, com-
¡wado con otros niños de su edad, Teddy sólo estaba aún moderada-
El desarrollo de las subfases de Teddy 111 nte alerta y respondiente; y ni siquiera podía sostener ese nivel de
Teddy, tercer hijo de la señora T., nac ió en un momento d1 • ,¡t •nción si no lo estimu laba su madre. El humor de la señora T. En esta
particular dificultad y crisis para su madre. Poco después del n,1 11poca variaba de día en día, y así también iba variando el de su hijo;
cimiento de Teddy ocurrieron dos hechos muy traumáticos en la fami 1ste estaba cas i "infectado" (véase Freud, A., 1971) por los cambios
lia. Murió el padre de la señora T., con el que ella había tenido un,¡ d! humor de su madre. Buena parte de la interacc ión entre madre e
relación muy estrecha y al cual acudía en tiempos difíciles. Menos cl1• hi jo giraba también en torno de la imitación, es decir la reflexión
un mes más tarde, Charlie, el hermano de Teddy, que tenía 14, /.1 t •~pec ular, de lo que aquélla hacía. El niño imitaba los gestos de su
meses más que éste, sufrió un grave accidente y hubo que hospi lllc1dre. Esta usaba a su vez la predilección del hijo por imitarl a, para
talizarlo . La señora pasaba cas i todo su tiempo cuidando a Charli1· 1111 eñarle juegos tales como "tortitas" , gestos de sorpresa, etcétera.
en el hospital y tuvo que dejar a Teddy al cuidado de su propia md Cuando Teddy comenzó a vocalizar, su madre imitaba los
dre, que vivía con la fam ilia, aunque ésta estaba comprensiblement<• 11>n idos que él hacía, y esto ll evó a un intercambio vocal mutuamen-
trastornada por la rec iente pérdida de su esposo. lt •placentero. En esa época la señora T. Tenía a su hijo de frente, y esto
Cuando finali zó la hospitali zación de Charlie y la señora T. Pudo lhlrecía hacer que Teddy se mostrara más despierto. El niño parecía
retornar a su tarea de ser la madre de Teddy, estaba agotada y depri lllcS enfocado, y mostró gradualmente un gran interés en mirar.
mida. Sólo pudo prod igar a Teddy un cuidado y atención mínimos. 1omenzó a ll amar activamente a su madre iniciando los jueguitos que
Cuando lo alimentaba, por ejemplo, sostenía el biberón de modo qu< • 1•lla le había enseñado antes.
el niño estaba acostado boca abajo en su regazo y apartado de ell t1, Teddy tenía alrededor de 8 meses cuando desa rrolló finalmen-
por lo cual no era ningún contacto visua l. 11' la respuesta obligatoria y específica de sonrisa a su madre, aunque
Quizás como resultado de este déficit de maternación, más bi n upimos por otros signos que el apego específico a ella había comen-
que debido a cualquier factor constituciona l, Teddy era un bebé letár / !ldo con anterioridad . Cuando el niño tenía de 6 a 7 meses,
gico que no parecía preocuparse por investigar el mundo que lo ro II'Spondía a su madre aunque ell a sólo lo mirara con un a expresión
deaba. Su cataxia de atención parecía vuelta hacia- adentro. (Oía m á~ Indiferente, y recibía con avidez el más mínimo fragmento de aten-
a sus interiores, para usar la frase de Spock.) Si bien desarrolló un.1 <Ión por parte de ella. En concomita ncia con la respuesta específica
sonrisa soc ial inespecífica bastante fác il, el apego específico a Sll de sonrisa, el niño mostró signos de ansiedad ante extraños. Es intere-
madre - indi cado por la respuesta específica de sonrisa (Spit7, ~.lnte que esto ocurriera cuando Teddy estaba mirando atentamente a
1946)- y otros signos de simbiosis completa y com ienzo de la dif<• 1111 niño un poco mayor que él: repentinamente comenzó a llorar.
renciac ión aparecieron muy lentamente. l1•ddy había mostrado durante todo el tiempo una parti cular cercanía
Según todos los índices por los que nosotros juzgamos, Teddy no 1on su hermano mayor, situac ión que tenía casi un mati z simbi ótico.
comenzó a diferen ciarse en el momento habitual, o sea alrededor d1• l'or lo tanto, debemos preguntarnos si esta primera reacción ante
los 5 a 6 meses. Su apego específico a la madre, así como el giro acti <•x traños, ocurrida frente a un niño mayor que no le era fam il iar, tenía
vo hacia el mundo exterior, no fueron bien evidentes antes de los 7 ,1 qu ver con su estrecha rel ación con su hermano mayor, Charlie; la
8 meses. El surgimiento madurac ional de varias de las capac idad ~ 1111 iedad ante extraños con el ll anto real ocurri eron cuando Teddy
motrices parcia les, tales como tirar para ponerse de pie, sentars<', 110tó que este niño extraño mayor no era su hermano.
arrastrarse, etcétera, no dieron a Teddy el impul so para la indivi Durante los meses siguientes (8 a 11 meses), en el comienzo
duación. El niño invirtió muy poca energía en la ejerc itac ión de esta~ dt' la subfase de ejercitación, Teddy mostró un buen progreso en
func iones. lo referente a capacidades motrices: arrastrarse, sentarse desde la

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posición de pie, y caminar sostenido. Era muy activo y alegre, po r herentemente por una gozosa exa ltación), el humor de Teddy se
día j ugar apartado de su madre por largos paríodos, y volver luego,, mantuvo muy variable. Aunque el estado de ánimo de su madre era
ell a apoyándose en sus rodi ll as, para reabastecimiento emocional. bueno, el de Teddy variaba según sus propios sentimi entos y presiones
Parecía extraer satisfacc ión de estos contactos, au nque cuando ésto~ In ternas, probablemente corporales. La locomoción vertical parece
estaba deprimida el niño sólo obtenía poca resp uesta de su madr<'. haberle dado una penosa conc iencia de su separación, precipitada
Teddy se mostraba en esta época muy am istoso y sociable con l ~h p r el trauma de separación y por los procedimientos médicos
personas que le eran familiares, aunque en presencia de extraños <' ,tnsiógenos a que fue sometido durante su hospitalización.
mantenía más cerca de su madre y estudiaba al extraño desde una dis Es notable, sin embargo, que aún se lo pudiera poner de buen
tancia que le daba seguridad. humor dedicándole especial atención y estimulación, no sólo cuando
El movimiento anteroposterior de la cabeza y el sacud imi ento d<· lo hacía su madre sino también otros adultos (con lo cual mostraba
la cabeza, que llegaron a constituir una pauta característi ca, se no ruan importante se había vuelto para él recibir una atención especial).
taron por primera vez en este punto en la vida de Teddy. Esto parecí,, Su bien gozaba con las frecuentes interacciones de juego y afecto
ser en parte una imitación del modo de comuni cac ión de Charli e con que recibía de adultos en el Centro, prefería decididamente a Charlie,
él. Charli e no só lo era muy cercano a Teddy en edad, sino que lo~ p se a que su hermano lo agredía con frecuencia. Cuando estaba
madre fomentó una espec ie de gemelación entre los herm anos desd<• ,¡ngustiado por la separación, Teddy se satisfacía si se le permitía ir
época muy temprana. Ella expresaba a menudo su deseo de que l o~ ni cuarto de deambuladores donde estaba Charlie. Ya a los 12 meses
niños hi cieran todo juntos. El sacudimiento y la osci lación de la e~ y casi continuamente con posterioridad, se informó que Teddy mostra-
beza parecían serv ir a la función de descargar la tensión, y por Sll b considerable interés y orgullo por su pene y también por el de su
exageración se transformaban a veces en movimientos de payaso. h rmano. Su madre dijo que a menudo se masturbaba tranqui lamen-
Subsiguientemente Teddy utili zó sus expresiones faciales payasescah lt• en su casa. Esto se notó más en Teddy que en los otros niños de su
para divertir a su madre y a otros adu ltos. ¡•dad incluidos en nuestro estud io. (Nos recuerde a otros niños que
A los 11 meses el buen humor de Teddy, característico dt•l <' mpensaron la falta de adecuada estimulación por parte de la per-
comienzo de la subfase de ejercitación, fue interrump ido por una hos na maternante volviéndose hacia su prop io cuerpo, con actividades
pitalizac ión de varios días de duración a raíz de fiebre alta por ca u .t utoéroticas, como forma de autoestimulación compensatoria.)2
sa desconoc ida. Había estado mostrando algunas reacciones leves ,, El aprendizaje de la marcha que hizo Teddy fue un proceso
la separac ión antes de este episod io, pero se intensificaron debido Interesante. Aunque parecía listo para cam in ar varios meses antes
a la hospita li zación. El niño reacc ionaba con mayor inquietud cuan d tiempo, no comenzó realmente a hacerlo en forma independien-
do su madre se iba de la hab itación, Au mentó <mnsiderab lemente su lt' hasta casi los 15 meses de edad. Su madre estaba ev identemente
necesidad de estrecho contacto fís ico con su madre; se expresab,, preocupada, decepc ionada e impaciente. Decía a menudo: "¿Por qué
incluso a veces de una manera negativa, go lpeándola y aferrándol< · no se larga si es evidente que podría caminar solo?". Podemos con -
la ropa de un modo agresivo. 1 Al mismo tiempo, cuando Teddy vo lvio J<•Lurar que una conciencia demasiado repentina de separación,
del hospital parecía más activo, más despierto, y también más "vigi producida por la hospitalización, provocó un desequil ibrio en la
!ante" que antes de su enfermedad. En genera l se mostraba m,\ di tribuc ión de la libi do en el importante hito que marca el com ien-
afirmativo en su exigencia de atenc ión por parte de su madre. /0 de la marcha libre. Podía caminar, pero no podía largarse a ha-
Más tarde, sin embargo, a la edad cronológica del período ¡· rlo. Como ya hemos visto, la capacidad de un niño para cam inar
de ej erc itación propiamente dicho (fase en la cual esperamos qu<• In sostén tiene importante función de señal para las madres.
el humor del deambulador pequeño se caracteri ce más o meno~
2 Mientras en varios de los infantes y deambuladores la autoestimulación
1 ompensatoria tenía un carácter más o menos defensivo y a veces se mezclaba
1 Pudimos observar claramente en este caso que a la edad de 11 meses utt.l 1 nn autoagresión, en la actividad masturbatoria precoz de Teddy ni nosotros ni
frustración y trauma adicionales movilizaron en Teddy la agresión dirigid ,, ~ ll madre, que era muy observadora, pudimos detectar aspectos negativos y de
hacia un fin . 11111ia adaptación.

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Les demuestra que el niño está creciendo sin dificultades, q111 r 1111 mucha agresión no provocada contra los otros niños. Tuvimos la
"será capaz de lograr éxito en el ancho mundo de afuera". La de!ltll l111presión de que esto equ ivalía -ya a su tierna edad- a una identi-
ra de Teddy en comenzar la marcha libre afectó profundamente < ~~~ llr ,1 ión con el agresor: su hermano (d. Freud, A. 1936). La crisis de
madre. Esto a su vez parec ió amortiguar el placer que el niño en 011 ¡¡•¡•rcam iento de Teddy parecía entonces abarcar no sólo a su madre,
taba en la actividad motriz y la exploración. Parecía como si la i111 110 también a Charlie, su hermano mayor. A la edad de 2 años, aún
portante función autónoma de la marcha libre hubiera qued, do ¡w cía hallarse en medio de la crisis y la lucha de acercamiento.
trabada por un conflicto, con lo cua l madre e hijo se vieron privado El niño se relacion aba más cómodamente con adultos que con
del placer y la exa ltación no retaceados que este logro produce g 111• 11 11 os de su edad. Estaba orgulloso de ser un varón, le gustaba
ralmente. Teddy en esta época mostraba un tono bajo y letargo en 1'1 11xhibirse de much as maneras mediante payasadas, haciendo
Centro, y la madre nos dijo que en el hogar había comenzado a t 111'1 11~1 ntación de sus habilidades motrices, y mostrando también su
berrinches. 111 rpo, incluido su pene. (Le gustaba corretear sin pantaloncito ni
Sin embargo, tan pronto como Teddy empezó a caminar librr• p.tñales.) Al mismo tiempo, era muy negativista y se resistía a los es-
mente (a los 15 meses), mostró todos los signos del verdadero "idi l1 11 li t •rzos de su madre por hacerle controlar los esfínteres. Parecía
con el mundo" . Se lo veía más parejamente exuberante, activo !Ir neado entre el deseo de mantener una rel ac ión exc lusiva y
emprendedor y afirmativo. Sus actividades estaban más orientad,, r ~ trecha con ella, y el impulso hacia un funcionamiento más inde-
hacia fines, y ya no tenía berrinches. Se mostraba mucho menos <lit pr •ndiente, en identificación con sus dos hermanos mayores, que ya
gustiado por las separaciones. Su apego a Charlie continuó siendo 1t,111 a la escuela. Una característica permanente luego de un breve
muy fuerte, y no só lo parecía reflejar e imitar a su hermano, sino ta111 pt•rfodo de "timidez", fue su sorprendente habilidad para utilizar
bién identificarse realmente con él. En este momento observamos 1111 IIStitutos que abastecieran sus necesidades de cercanía o estimu-
apego particu larmente fuerte a ciertos adultos favoritos, especi,tl ¡,, ·ión. A la edad de 2 años aún tendía a aletargarse o aislarse cuan-
mente mujeres, y la relación de Teddy con el los reflejaba en mucho do no lograba ganar la atención o la participación de alguien. Sin
respectos su relación con su madre. Era como si necesitara abaste · r~rnba rgo, esto raramente ocurría, porque había adquirido gran habi-
cim iento extra para compensar el déficit de maternación que habl.r \ld d en llamar la atención hacia sí mismo mediante travesuras astu-
padecido al comienzo de su vida. l.ts y atractivas. Su agresión parecía servir a menudo al propósito de
En el mes 16, entró en la subfase típica de acercam iento, 11l>tener una respuesta de la otra persona. En los últimos meses de su
indicada por su conciencia del paradero de su madre. Parecía qru• ~r ·gundo año, Teddy tenía tendencia a hiperestimularse y sobreexci-
necesitaba saber dónde estaba ella, y que podía ir a buscarla si lo dr• l.tr e en su juego,3 pero se lo podía orientar hacia una actividad más
seaba. El niño parecía bien sintonizado en la medida •en que podf,r I'S lructurada con un poco de aliento por parte de un adulto.
disponer de la madre, y adaptaba sus exigencias a tal situación. A
veces parecía tener también tendencia a sustraerse al contacto con r•l Sfntesis del desarrollo de las su/fases de Teddy
mundo, y su catexia de atención se volvía hacia adentro. La simbiosis fue muy prolongada y la diferenciación muy demo-
A los 11 /2 años aumentó en intensidad la conducta de a ('1 l•tda, de modo que esta primera subfase de separación-indivi-
camiento de Teddy. Acudía a su madre con mayor frecuencia . A ve (' du ación se superpuso más que lo habitual con los com ienzos del
quería compartir sus placeres y experiencias con ella, y otras s lo p •ríodo de ejercitación.
deseaba estar cerca de el la o sentarse en su regazo. Aunque estuvir• La subfase de ejercitación, en su parte inicial, se vio interrum-
ra jugando a poca distancia de su madre, dirigía a menudo la vi l.t rl da por la hospitalización de Teddy; este episodio parece haberlo
hac ia ell a. Evitaba el contacto con los adultos que habían sido antl' l
1 • ho prematuramente consciente de su separación, con el resulta-
do de que en esa época tuvo reacciones a la separación más fuertes
amigos dilectos suyos, como si necesitara reforzar la especificidad di'
su relación con la madre. Las reacciones a la separación se hiciero11 q~1 lo habitual.
más intensas, especialmente en ocasiones de dos experiencias no h,t
bituales de separación que ocurrieron en el Centro, cuando se fuero11 3 En muchos niños de esta edad encontramos una hiperexcitación que
la madre y Charlie. Teddy reaccionó a esta doble separaci611 prca nunciaba el surgimiento de la fase falica.

198 199
La subfase de ejercitación propiamente dicha se demoró porque d jado de venir al Centro con él. Parecía perdido sin su hermano. En
Teddy, debido al reciente trauma de hospitalización, se resistía a los días en que Charlie estaba en el Centro visitando a Teddy, éste se
emprender la locomoción vertical independiente. Esta fase estuvo ll1antenía en una actitud alerta más pareja.
mati zada por la constante necesidad de estimulación materna que• Teddy era un niño activo al que le gustaba experimentar con
sentía Teddy, y fue acortada por el hecho de que había comenzado diferentes maneras de usar el cuerpo. También le agradaba jugar
muy tarde y por lo tanto se interfirió pronto con el período de acer- ron material que le proporcionara estimulación sensorial, tal como
cam iento. ,\gua, pintura y arcilla; prefería esto a los juguetes.
Durante el período de acercamiento, aunque la madre de Teddy Al comienzo de la cuarta subfase (la consolidación de la indi-
estuviera plenamente disponible para él en el plano emocional, in· vidualidad del niño), cuando Charlie ya no estaba con él en el cuarto
cluía siempre a Charli e, el hermano mayor de éste. La señora T.~_:omo d' deambuladores, Teddy, con gran sorpresa nuestra, volvió a actua-
hemos dicho, insistía en la identificación mutua de los dos nmos, y lizar activamente la pauta que había experimentado en forma pasiva
los trataba casi como si fueran mellizos. Así, la subfase de acer
1 uando su madre tenía la costumbre de alimentarlo con el rostro no
camiento no tuvo aparentemente un comienzo ni un fin y careció de
dirigido hacia ella. Teddy se mostraba aún en general amistoso e
una especificidad plena como subfase. Con to~o, cuando Ted~y
Interesado en las personas, pero no le gustaba que se le aproximaran
entró en su tercer año había logrado el grado prev1s1ble de constanc1.1
d •masiado, y evitaba el contacto visual.
objeta! y un alto nivel de individualidad. Tenía una disposición ~mis
tosa hacia el ambiente humano, mostraba una buena dos1s dt• Las vicisitudes por las que pasó el desarrollo de subfases de
agresión dirigida sobre todo contra niños de s~ ~dad. Bus:~ba l,¡ ll'ddy durante la diferenciación y la ejercitac ión, junto con el insóli-
estimulación sensorial de modalidades orales, tactlies y aud1t1vas, y lo déficit de contacto visual, que ya hemos descrito, entre él y su
disfrutaba de ella. La masticación, la succión, el soplido y otras activi 111<1dre durante la fase simbiótica, parecen haber sido los factores que
dades bucales eran frecuentes en él, y le gustaba tocar objetos dt• 1 xplican la peculiar irregularidad que mostraba la integración de su
textura interesante. Teddy se sentía estimulado por la música, a !,, llnagen corporal.
que respondía con sus manos, pies, cabe~a y co~ todo el cuerpo. Hemos descrito la precoz conciencia que tenía el niño de cier-
Es de presumir que su necesidad de est1mulaC1on, ev1dentement!' J,¡s partes de su cuerpo, especialmente sus genitales. Esto se debía a
mayor que el promedio, haya surgido del déficit que sufrió en su in 11 proxim idad con Charlie, que le proporcionaba continuas ocasiones
fancia temprana. rll' percepción visual del pene de éste, diferente pero similar por
11 tamaño y en otros respectos al suyo, lo que permitía que Teddy
El tercer año de Teddy In asim ilara fácilmente a su propio esquema de imagen corporal
Al comienzo de su tercer año, Teddy mostraba aú n una ciert.l Ir f. también Greenacre, 1959 y 1968). Si bien en las primeras etapas
falta de enfoque en sus expresiones faciales, y también en sus acli dt• su vida se le negó a Teddy la oportunidad de enfrentar su rostro con
vidades. Con frecuencia interrumpía lo que estaba haciendo y $1' 11l de su madre mientras ésta lo alimentaba, la pred ilección de la
quedaba mirando al vacío. Esto ocurría especialmente cuando Sil 111,1dre por promover una relación gemelar entre Teddy y Charlie
madre no estaba en la habitación . (El hecho nos recuerda la condu< li11rulsó evidentemente a Teddy a efectuar una observación precoz del
ta de evocac ión de imágenes de los niños con bajada de tono, véa~1• 111 •rpo de su hermano (i ncluidos los genitales). Esta oportunidad
pág. 88). Cuando se hallp.ba en este estado ~:se~focado, de .apar n dr• mirar a su hermano promov ió sus propias sensac iones corporales
te desvinculación, golpeaba a veces a otro nmo sm que med1ara u11.1 ( t' detectó el pene a los 12 meses) y reforzó su actividad genital auto-
provocación o ra zón visibles. Un estallido de agresión no provocad.! 111lica precoz (masturbación tranquila y sedante).
de esta clase parecía ayudarlo a salir de golpe de este estado de n
soñación diurna y de aparente apatía, y se mostraba luego muy Sin embargo, el retraso en la integración de la imagen corporal
alegre, con una modalidad traviesa que despertaba el efecto de lo 1liligó a Teddy a compensar ese déficit de una manera constructiva
~ d •fens iva-adaptativa. Sus intensos juegos de escondidas y el ejerci-
observadores.
1lll de la modalidad visual sirvieron a la misma función compensato-
De los 21 a 22 meses ya estaba fuertemente afectado por
11.1 y defensiva.
el hecho de que su hermano mayor iba al jardín de infantes y habf,¡

200 201
Las sigu ientes observac iones de conductas de Teddy y la con1 r•n la vida de fantasía de Teddy, Charli e y él eran intercambiab les.
prensión de su di námica básica confirman estas conjeturas. (1 ddy pasó un período en que deseaba usar las ropas de Charli e y
En algún momento durante su tercer año, cuando reconocía s11 s negaba a usar las propias.)
imagen en el espejo y su fotografía diciendo "yo" [me], mostró una in El segundo hecho de la vida temprana de Teddy, que parec ió
sóli ta manera de seña larse a sí mi smo. Cuando se le preguntabd Influir sobre su conducta al comienzo y durante todo el curso del ter-
"¿Dónde está Teddy?", señalaba sus ojos, su nariz o su boca, y no todo I'Cr año, fue el déficit de maternación que había experimentado
su cuerpo, su persona. Esto indicaba un retraso en la integraci611 durante los primeros meses de su vida. Teddy era particul armente sen-
de una im agen corpora l adecuada a la edad. Al mi smo tiempo, el gnut sible no só lo a la ausenc ia o presencia física de su madre, sino tam-
placer que experimentaba en la actividad sensorial y fís ica podrf,¡ bién, al com ienzo del tercer año, al grado en que ésta estaba
haber compensado, en alguna med ida, este retraso de la integraci(>n di sponible para él y al humor general que ell a tuv iera en cada mo-
de su imagen corporal. Nos inclinaríamos a conjeturar que la con ll1 nto. Esto le imponía una carga mayor que el promed io, de tener
ciencia sensoria l de su cuerpo en movimiento lo ayudaba a s 11 que hacer todo lo que estaba a su alcance para atraer a la madre. Esto
tirse muy cómodo, porque el movimiento en el espac io lo haw lo había logrado con su conducta payasesca, sus monerías, y sus
sentir más sólidamente integrado en sus partes, más de "una pieze ", bufonadas destinadas a atraer la atención en general, y a veces con
por así decirlo. sus esta llidos impredec ibles de agresió n.
La cond ucta de Teddy al comienzo del tercer año podría cont En el segundo cuarto del tercer año, hubo indicios de que Teddy
prenderse en relación con dos hechos importantes de su vida. Pl'i hclbía logrado una mayor conciencia de sí mi smo como persona
mero, como hemos mencionado anteri ormente, Teddy a la ed,ul 11ntera que tenía posesión y control sobre su propio cuerpo y sobre
crono lógica del acerca miento parecía siempre un poco perdido ('11 l.1s sensaciones de éste. Teddy expresaba esta conc iencia mostrando
ausenc ia de su hermano Charlie. Había pasado por las tres primer,, que consideraba a sus deposiciones como su propiedad, que podía
subfases del proceso de separac ión- indivi duación en presencia de, y wtener o dar. Esta conciencia acerca de los productos de su cuerpo
probab lemente con la ayuda de, una especie de disponibil idad emo 1oincidió con el comienzo de las expresiones verbales de prop iedad.
cional libidinal y agresiva de su hermano mayor, lo que compen o, ( uando otro niño trataba de saca rl e un libro, Teddy -en lugar de goi- 1

por así decirlo, la limitada disponibili dad de su madre. La madre d1 • P•arlo como habría hecho unas semanas antes- se aferraba al libro .¡
Teddy, que había estado tan sobrecargada en ocasión del nacimien111 y lecía "A mí, libro mío", o cuando otro niño se sentaba en el rega-
de éste, decía a menudo que se sentía muy feli z por el hecho d1 • l O de su madre, lo echaba diciendo: " No, mi mamá". Llamaba al '1
que los dos niños fueran tan cerca nos en edad, porque así podían h,¡ ( ntro "escuel a mía", indi cando que él tenía una escuela propia,
cerio todo juntos. Cuando Teddy tuvo que enfrenta r por primera VI' J 1omo la tenía Charli e. Esta capacidad para aferrar sus posesiones y
una progresiva concienci a de separación, lo hi zo con una especi e dt• 1xpresar en pa labras el sentido de mío y tuyo oc urri ó en Teddy más
apersonamiento a Cha rli e. A la edad cronológica de la cuarta subfas1•, IMde que en los otros niños, y era a la vez indicio de, e impu lso hacia,
tuvo que separarlo e individuado todo de nuevo, desvincu lar su ~r 1111 sentimiento más sóli do de su propia individualidad (identidad).
mismo corpora l y su individualidad de la anterior implacancia de tipo l1 1nto con esto, las actividades de Teddy estaban más orientadas hacia
simb iótico con Charlie. Una observación de juego nos proporc ionó 1.1 llnes, y también comentó a tratar de controlar más activamente las
oportunidad de observar la fuerte identificación especu lar de Teddy, 11Xperiencias de separación. Inventó muchos juegos de escondidas y
qui zás incluso una grave confusión, con la imagen de Charli e. En .,,, d • ocultamiento. Anti cipaba la ida de su madre y le decía que se fuera
sesión de juego, Teddy ll amó al muñeco más grande alternativamenll• 1~1 a ndo sabía que ya era el momento de que lo hi ciera.
"Teddy" y "Charlie". Cuando la observadora de juego le pregun Las preocupac iones de castración y el interés en las diferencias
tó: "¿Cómo te ll amas?", contestó: "Charl ie". Cuando su madre le for t•xuales se observaron en Teddy después que desarrolló un só lido
muió la misma pregunta, rep itió la misma respuesta. Tuvimos l o~ ¡•ntimiento de individualidad y de posesión. En su casa, nos entera-
sóli da impresión de que no era meramente produ cto de una fantasf,¡ 111 s de que Teddy y su hermano hab laban mucho sobre saca rse
de juego y deseo, sino que contenía una confusión de identid,td 11l pene y otras partes del cuerpo y volverlas a poner en su sitio. En el
auténtica y casi delusional. En todo caso, pensamos que por lo meno ( •ntro, Teddy se fue interesando en trozos faltantes de cosas rotas;

202 203
necesitaba que todo estuviera en su lugar adecuado. Notó de rept'll 11 otseguraba llamando la atención sobre lo grande, o fuerte, o vivo que
te, y lo observó reiteradamente, que a una puerta le faltaba el tir.t tllt1. Lo hacía en particular cuando su madre estaba ausente de la
dor, cosa que ocurría desde hacía meses. También insistía en que lo li11 bitación . Caminaba con actitud fanfarrona, sacando panza y gol-
abrigos tuvieran el cierre relámpago corrido completa mente, y en qw 1"''1ndo con los pies. Parecía esta r en perpetuo movimiento, meneán-
su madre usara la capucha que correspondía a su abrigo. La ansied,ul do. e, encogiéndose de hombros o haciendo muecas.
de castración parecía expresarse así en forma indirecta a través del dr• Toda esta conducta demostraba la vinculación entre ansi edad de
seo del niño, de que todo estuviera en su lugar, en orden y compl lo 1 ,t·tración, ansiedad de separación y agresión como mecanismo
Presentó conductas vinculadas con temores de castrac ión cuiln dP defensa . Por ejemplo, un día después que se había mostrado remi-
do tenía 2 1/2 años. Teddy resultó muy difícil de manejar en ocasión 1•11 ll en permitir que su mad re saliera de la habitación, se inquietó
que la madre lo llevó a una zapatería; cuando el emp leado trató dr IIIU ho porque un cracker cayó al piso y se rompió. Comenzó a gemir
sacarl e los zapatos, protestó enérgicamente. El corte de cabello •r.1 y luego se puso inmediata mente a romper otros crackers, arrojándo-
para él una experiencia particularmente traumática; gritaba y se re is lns al piso. Pero luego de hacerlo, empezó a sonreír. Nos pareció que
tía, y su madre tenía que sujetarlo por los brazos y las piernas. Al clf,¡ 1111 ntaba enfrentar su preocupación por la rotura del cracker rom-
siguiente de un corte de cabello, Teddy experimentaba una dificult<id pi •ndo más crackers en forma activa y con gesto de triunfo. Después
mucho mayor para separarse de su madre; mostraba claramente MI tlt• esta secuencia conducta !, fue al cuarto de infantes, donde estaba
enojo contra ell a por haberla sometido a esta experiencia, y al mismo 11 madre, jugó a cierta distancia de ella por unos minutos, luego
tiempo temía perder su amor. t• dirigió a su lugar, extend ió su dedo hacia ell a y se quejó gi mien-
En su juego, y también de otras maneras, Teddy mostraba su do: "Muérdeme". Ella lo alzó y le preguntó: "¿Quién te mordió?",
continuas asiedades de castrac ión, que se vieron acrecentadas por y Teddy nombró a va ri as personas. (La madre no se dio cuenta de
sus propias fantasías agresivas, mayores que el promedio. En su juego qu Teddy deseaba ser castigado y tenía neces idad de que lo mordie-
con muñecos y animales de juguete exactuaba el deseo de cort,u loln porque había sido un niño malo.) Más tarde, al retornar al cuarto
partes de sus cuerpos. Este fue el período de apogeo de la extremad,! tlt• deambu ladores si n su madre, volvió a mostrarse inqui eto cuan-
preocupación de Teddy porque las cosas estuvieron rotas o enteras (no do se rompió un juguete. Comenzó a romperlo más y más y a arro-
rotas). Comenzó entonces a hablar más abiertamente acerca de qui én Jotr los trozos por el piso. Luego arrojó una cuchara, que también se
tenía y quién no tenía un pene. En una ocas ión en que miraba un 1ompió, y dijo: "Papá la rompió". Finalmente, arrojó al muñeco que
agujero que había entre las piernas de una muñeca y hablaba dr• 11 •presentaba al padre y a la muñeca que representaba a la madre, al
su co_n c i enc~a de la dif~rencia sexual, comenzó a masturbarse y luego I'Xlremo opuesto de la habitación. Todo esto demuestra que Teddy
corrro al bano para orrnar. Era interesante segu ir la elaboración qut• lt•n ía que enfrentar dentro de sí mismo un monto de energía instinti-
hacía Teddy de su agudo y precoz temor de lesión corporal en v,t agresiva no muy bien neutrali zada, que era superior al promedio.
su juego. Teddy podía encontrar siempre placer en el uso de su cu r Los sentimientos confli ctuales, una mezcla de anhelo de cer-
po. En una oportun idad en que lo estaban desvistiendo para ir ,,¡ r ,1nía y agresión, eran típicos de Teddy. Provocaba una pelea con su
baño, apuntó el pene hacia su madre con una mirada maliciosa y 111 estra y luego rompía a ll orar; pero cuando la maestra lo alzaba y
seductora en sus ojos, y a continuac ión realizó una especie de juego lo consolaba, la pateaba y golpeaba y le tiraba el pelo, mientras que
de "escondidas", cubriendo y descubriendo su pene con su ca l ,, la vez trataba de amoldar tiernamente su cuerpo al de ell a. Cuando
zonci ll o. Muchas de las actividades de Teddy parecían vincu l ada~ t'll a lo bajaba, Teddy volvía a aproximársele, le hundía la ca ra en el
con la conciencia que tenía de su cuerpo y de las maneras en qur• ~t•gazo y le echaba los brazos en torno de los mu slos, en un gesto
podía usarlo. Hacía payasadas o experim entaba en su juego utilizan que in dicaba el deseo de fusión, mientras que a la vez tenía que evi-
do cosas en forma inadecuada en relación con partes de su cuerpo. l.tr que la fusión se cump liera. Este fue un caso notab le de derivados
Por ejemp lo, después de jugar a afeitarse la cara, usaba la afeitador,, el 1mecanismo básico de escisión (que no tiene necesariamente sig-
;obre su cabeza o su boca. Después de hablar por teléfono, apli nificado negativo).
::aba el auricu lar a sus ojos o su barriga y luego lo co lgaba al rev s. Durante el tercer año, llegó a ser muy importante para Teddy que
)e ponía trocitos de plastilina en las orejas: y, al mismo tiempo, sr• los considerara n un niño bueno, que su madre lo aprobara. Esto dio

204 205
por resultado una tendencia a usar la proyección como mecanismo clt• En una ocas 1on pareció claro que a raíz de su cólera contra
defensa. Teddy echaba rápid amente la culpa a cua lquiera que estu 1,1 madre por haberlo dejado, Teddy igual aba de alguna manera a la
viera cerca por cualquier daño que él hiciera o recibiera; también t' "madre mala de la separación" con las heces. Ev itó su temor y
produjo así una tendencia a la formación precoz de precursores dt•l 1•l deseo de que su mad re se fuera por el inodoro con el agua, en una
superyó, como se veía por su preocupación acerca de quién er.1 '1< ' uencia de juego en que exactuó lo siguiente: mientras estaba ju-
"bueno" y quién era " malo" . K•lndo con la fam il ia de la casa de muñecas, con el inodoro y la
La señora T. Dijo que Teddy se le acercaba y le decía: "Charlit • lhl ñera de esa casa, se sintió de repente trastorn ado porque le parec ió
es malo, yo soy bueno" . Teddy oyó un día que su madre le contaba ,, 1•11 ese momento que la observadora no le prestaba atención a él ni a
la maestra cómo él le había arañado la nariz m ientras trataba dt• 1juego. Vertió agua sobre la muñeca madre y la arrojó al regazo de
acostarlo. Cuando le preguntaron si había lasti mado a su mamá, con 1.1observadora; luego se fue de la hab itación d iciendo que quería ver
testó: "Sí, pica rdía ". La maestra interpretó su afirmac ión en el sentido il ·u mamá. En lugar de dirigirse al cuarto de entrevistas o al de in-
de que él había sido pícaro al arañar a su mamá, pero Teddy la corri l,llltes, donde podría haber encontrado a su madre, fue al baño, miró
gió: "No, mamá fue pícara", mirando con rab ia a su madre. Teddy 111 interior de uno de los inodoros de niños, luego miró a la obser-
tamb ién buscaba a quién echar la culpa cuando sufría daño fís ico. Ln v,lclora, y preguntó dónde estaba su mamá. La observadora lo ll evó al
una oportunidad en que la maestra le estaba ayudando a ll evar un.¡ 1uarto de entrevistas, junto a su mamá. Un poco después, cuando
mesa, se cayó mi entras ca minaba hac ia atrás. Luego go lpeó a lama s ,dieron del cuarto de entrevistas, se echó a correr y dij o a su mamá:
tra con fuerza varias veces y dijo: "Tú me lastimaste", y se aparto " 1ira la cadena".
pateando con payasadas y ri sas; esto indicaba que su sentido de reali En los reencuentros Teddy a menudo no se d irigía directamente
dad estaba funcionando adecuadamente. La maestra tuvo la im prr 1!,1 ia su madre, y su fe licidad sólo se reflejaba en el mejoramiento
sión de que no había sido el la la que provocó la caída de Teddy, sino dt• su humor. Cuando se arri maba a la madre, apoyaba fe li z la cabeza
que éste obtenía satisfacción echá ndol e la cu lpa, mientras al mis 1•11 su regazo o trataba de meterse en un hueq uito junto a su silla. Otro
mo tiempo hacía un juego con ese hecho. En forma similar, cuando 1,1sgo interesante de l desarro ll o de la persona li dad de Teddy era que
se sentía lastimado o encolerizado porque su madre se había ido, P• quizás debido a su dificu ltad mayor que el promedio en llega r a ser
recía echar la culpa de ello a las personas presentes, y a su vez tril 1111 individuo separado, se daba más claramente cuenta de los sen-
taba de lastimarlas. En ese período, cuando Teddy parecía estar te 11 timi entos de otros que el niño promedio en su tercer año. A veces
preocupado por qu ién era bueno y qu ién era malo, a quién había qut• 1 1 ~n ba esta concienc ia para ejercer poder sobre ellos, como hizo
echar la culpa y quién estaba lastimado, agregó a su vocabu lario do~ lll c ndo acusó a su hermano o a su hermana de ser " malos", mien-
nuevas palabras importantes: "sí" y "yo". ii.I S él, Teddy, era "bueno"; sabía perfectamente qué mal se sentía n
Estas conductas, que a nuestro jui cio eran' precursoras de l desn ollos por sus acusac iones. Sin embargo, otras veces Teddy pod ía
rrollo precoz del superyó, mati zaban las fortísimas reacc iones a l.1 11 10strarse notablemente considerado y bondadoso. Cuando una de
separac ión que el niño tuvo en esa época. En ciertos momentos las S<' lil s niñ itas de l Centro estaba en una oportunidad muy ans iosa, Teddy
parac iones le resultaban muy intolerab les. Lloraba y pedía a su madn • 1ompartió con ella su juguete favor ito; le mostró con mucha de-
que no se fue ra. Otras veces la dejaba ir, pero su conducta mostrab.1 lll'a deza cómo tenía que usarlo. Otro caso semejante de empatía
la tensión que le producía estar sin ella, y eventualmente tenía qu i1 t' produjo en ese mismo día. Teddy había echado repetidamente a
a buscarla. Se volvió más tozudo, ávido y agres ivo en ausencia de Id 111ro niño del caballito de hamaca mientras él lo usaba, pero luego
madre, y so licitaba la atención no compartida de uno de los obs 1 1¡u se bajó lo ofreció bondadosamente al mismo niño antes de salir
vadores, muy a menudo su maestra de juego. A veces, sólo se entri ~ 11' la habitac ión.
teda y deprimía y se sentaba mirando fijo al vacío, como si necesita' "
Después de decir a su madre o a la maestra, en muchas oca-
evocar la imagen interna de la "madre simb iótica" buena. Seguía ~
forzándose mucho por dominar sus sentimientos y comen zab<~ Iones: " No te qu iero", Teddy recordó el desa ire y no dejó de corre-
muchos j uegos de ocu ltamiento, de hol a-y-adiós con los observado ¡l rl o un poco más tarde asegurándoles: "Ahora te quiero".
res. Le gustaba tomar el rol de alguien que se va, y cerraba la puert.1 El desarro ll o psicosexua l y del yo de Teddy progresó muy bien en
al salir, dici endo: "Ya vuelvo". l.t gunda mitad del tercer año. Ll egó a contro lar esfínteres. Estaba

206 207
orgulloso de hacer cosas por sí mismo, tales como bajar el ciern• Parecía que pensaba en su madre intermitentemente , pero en forma
relámpago de su campera o verter jugo de fruta en su vaso. bastante uniforme. También mostraba preocupación por su propio
1 uerpo. Las dos preocupaciones -como hemos observado anterior-
La madre informó que en el hogar había habido muchas pel '"
mente- parecían estar estrechamente relacionadas en la mente de
entre Charlie y Teddy, pero que éstas ya no se debían a la disputa dt•
l ·ddy.
posesiones o a la competencia por lograr atención . Más bien, decía 1,1
madre, parecía ocurrir simplemente que se interferían como indivi Sin embargo, al final del tercer año, pese a estos ocas iona les
duos que afirman sus prop ios derechos individuales. Luchaban hast,, p ríodos de tristeza, Teddy iba aceptando muy bien la separación.
que uno de ell os se lastimaba los suficiente como para acudi r a su 1 ejaba sin protestar que su madre se fuera; aunque podía parecer
mad re, y ella sentía que no podía dejarlos solos con objetos poten tri ste o mirarla sa lir con actitud anhelante, jugaba muy bien por un
cialmente pel igrosos a su alcance. Al aumentar el sentimiento de exis buen rato en su ausencia. Sólo después de transcurrido largo tiempo,
tencia separada de Teddy, y debido a su deseo de posesión excl usiv,1 y cuando otros niños se la recordaban al hablar de las suyas, comen-
de su madre, estas batallas tomaron a menudo el aspecto de luch<1' ' ba Teddy a entrictecerse o a expresar su necesidad de ir con su
por "la supervivencia". 111adre. Cuando lo llevaban junto a ella, se contentaba con ver dónde
I'Staba; se iba enseguida, con su juego habitual de hola-y-adiós, y
En el Centro, Teddy dio salida en forma más indirecta a sus sen
vo lvía al juego constructivo y adecuado a su edad, en el cuarto de
tim ientos de que lo acechaba algún peligro. Expresó temor de que ur1.1
d ambu ladores. En otras palabras, al final del tercer año Teddy había
cucaracha que vio lo mordiera a él y lo com iera a él y a su hermano.
logrado un razonable nivel de constancia objeta! y de autoconstancia,
Sin embargo, su buen sentido de la realidad lo ayudaba a que en t•l
y había consoli dado su individualidad.
minuto sigu iente levantara la cucaracha, la arrojara al inodoro y apn•
tara el botón.
Los tamaños relativos de las cosas despertaban el interés dt•
Teddy, y en vinculación con esto había respeto, que comenzaba ,,
expresar, por la posición de su padre como el más grande de la fami
lia. Teddy dibujaba una línea pequeña y una grande, un círcu lo pt•
queño y uno grande. Si bien antes no le gustaba que le llamaran t•l
más chiquito, ya no parecía importarle que lo hicieran, mientr, , ~
hubiera otros que tamb ién fueran "los más chiqu itos". En verdad,
llamaba a todos, excepto su padre, "el más chiquito".
Durante una visita domi ciliaria, Teddy 'señaló a la observador,,
varias veces que su padre era el más grande de la famil ia. Mirando un
libro con famil ias de an ima les, Teddy se inquietaba mucho cada v<'l
que una de las niñas ll amaba mamá al animal más grande. Gritab,,
diciendo: "No, es un papá". Era un logro muy importante que aho
ra, en la fase fálica, Teddy fuera capaz de efectuar una verdadera id n
tificación del yo con su padre. El niño estab leció su individualidad por
derecho propio, separándose e individuándose respecto a Charli e.
La tendencia de Teddy a la depresión o a la tristeza, a sentars••
con una mirada desenfocada mientras vertía agua o comía mecánic,,
mente, se observaba aún muchas veces durante la segunda mitad dt•l
tercer año. Este humor triste ocurría mientras su madre fuera d 1.1
habitación, y por lo común cuando se la recordaban los otros niñm,
al hablar en ese momento acerca de dónde estarían sus madn·~

208 209
Capítulo 12
SAM

S am era un infante bien dotado que se esforzaba por alcanzar un


funcionamiento independiente respecto de la separación y la
individuación. Pudimos observar la inventiva con que el bebé !u-
haba contra el engolfamiento y en pro de su propia autonomía. Se
ncarriló precozmente hacía la individuación, que había ava nzado
mucho más que la separación. Esta discrepancia se debía a que su
desarrollo motor se demoró en parte intrínsecamente y en parte por la
ncción de factores ambientales. Vimos muy precozmente signos cor-
porales de una cOnducta de distanciamiento respecto de su madre.
El desequil ibrio entre separación e individuación parecía haber pro-
lucido un cierto efecto organizador sobre la conducta de juego y
sobre el comienzo del desarrollo del lenguaje de Sam.

La madre de Sam
La señora R. Asumió su rol maternante con gran intensidad e
Ilimitado entusiasmo. Ese entusiasmo alcanzaba su máximo cuando
'lla lograba proyectar, y por lo tanto reforzar, su " ideal del yo": la ima-
g n de una madre que todo lo da, que trata de satisfacer al infante sin
t!sperar seña les de necesidad. Este concepto fue muy reforzado por
su marido.

•l desarrollo de las subfases de Sam


Sam fue un bebé fác il de cuidar, plácido, dúcti l y mimoso. Su
madre gozó grandemente dura nte la infancia temprana de su hijo, y
1' agradaba espec ialmente darle el pecho, cosa que sigu ió haciendo
hasta los 18 meses. Sam no era un bebé de "disposición motriz", y
d sde el comienzo parecía preferir la actividad de los músculos
p queños y la manipulación de objetos, más bien que la actividad
ti todo el cuerpo mediante el uso de los músculos más grandes.
1 s primeros meses de la vida de Sam parecieron muy placenteros
l,lnto para la madre como para el hijo.

211
Sin embargo, aun durante este primer período simb iótico muy del período de ejercitación propiamente dicho. La actitud forzada de
dichoso, la señora R. estimu laba a su hijo en forma muy excesiva. olvido de la madre era exagerada. Había una total ausencia de reac-
Necesitaba que Sam estuviera continua y exclus ivamente envuelto en ciones a la separación y de fenómenos de reabastecimiento. El ni-
la relación simb iótica con ella. Necesitaba estar en una conti nu.t ' o tampoco parecía experimentar una exaltación completa y un idilio
interacción con su bebé. on el mundo.
El relato del desarrollo de Sam desde la subfase de diferen- A la tardía edad de 17 a lB meses Sam sorprend ió a su madre
ciación (4 a 5 meses) en adelante es una narrac ión de las peripecias (que por ese tiempo estaba muy preocupada por él) y a otras personas
por las que pasó para desembarazarse de la hiperestimulación de su al comenzar la locomoción vertical sin ayuda alejándose de la madre
ambiente. Ya desde los 4 a 5 meses, observamos que pujaba por sepa- 'n el campo de juegos; ésta fu e también la época en que se negó acti -
rarse de los brazos de su madre, que lo envolvían fuertement<• va mente a seguir tomando el pecho. Muy poco después de que
apoyando los suyos contra el pecho de ésta y arqueando el tronco dominó la locomoción vertical, aparecieron los primeros signos de la
hacia atrás, en un tipo de movimiento cas i opistotónico. subfase de acercam iento. Ya no ignoraba a su madre, y le agradaba
El estilo de conducta de separación-individuación de Sam, que la interacción con ell a. En verdad, comenzó a mostrar entonces que
era muy ca racterístico y pecu liar, provenía, por una parte, de la lenti- 'Chaba de menos a su madre; cuando ell a lo dejaba, él se acercaba a
tud de su desarrollo motor, debida quizás en parte a razon es intrínse- la silla vacía en que ell a se había sentado. Se volvía hiperactivo en su
cas, y por otra, de su necesidad de desembarazarse de la simb iosis ,wsencia, como si necesitara de la autoestimulación para recrear la
!imitadora. Debido a la lentitud del desarrollo locomotor, el proceso 'xcitante atmósfera de la interacción entre ambos. A veces Sam trata-
de separación no ocurrió en forma tan natural y armoniosa como en ba de correr fuera de la habitación detrás de su madre, y se enojaba
otros bebés que a la edad de 8 ó 9 meses comenzaba n en forma gra- si no podía encontrarla inmediatamente. (Todas estas conductas indi-
dual y activa a distanciarse espacialmente de sus madres. ·an reacciones demoradas a la separación, acopladas con fenómenos
rl acercamiento.)
A la edad de 8 a 9 meses, cuando el vínculo específico con la
madres es más intenso en el infante promedio, Sam ya había comen- Hasta los 19 meses Sam no mostró un a conducta precoz de acer-
za do a preferir a extrañarnos más que a su madre en determinada ·amiento más típica. Presentaban los signos de acercamiento que en
situaciones. No mostraba en abso luto reacciones a la separación. Sin la mayoría de los niños anunc iaban la subfase de acercam iento.
embargo, aun a esta temprana edad respondía a la desaprobación d omenzó a traer juguetes a su madre y a experimentar placer com-
su madre con una bajada de humor. · pa rtiendo sus actividades y posesiones con ell a. Había un aspecto
Interesante y muy individual en la conducta de acercam iento de Sam:
A los 1O meses de edad seguía apartándose de su madre y sólo
si bien a veces trepaba al regazo de su madre y se sentaba allí tran-
pas ivamente aceptaba sus invitaciones a juegos énérgicos y ruido-
quilo apoyándose contra ell a, otras veces se detenía en medio de su
sos. Cuando comenzó a gatear, más o menos a la edad de 1 año,
marcha hacia ella tan pronto como el la comenzaba a avanzar hacia
utili zaba esta capacidad para alejarse de su madre, y a veces para
•1. Si en tal ocasión el la lo agarraba contra su voluntad, él la empuja-
evitarla. No había aún reacciones a la separación, y Sam seguía pre-
ba, pateaba y golpeaba.
firiendo a los observadores que le eran fami li ares, antes que a su ma-
dre. Esta continuaba tratándolo como a un bebé de brazos. En el caso de experienc ias de separación pasiva, las reacciones
,1 la separación se volvieron muy intensas: Sam ll oraba inconso lab le-
De los 11 a 12 meses, Sam con frecuencia no oía a su madre, mente cuando su madre sa lía de la habitación. Su reciente dominio
au nque ésta le hablara. Para atraer su atención, la señora R. Jugaba de la locomoción vertical sin ayuda parecía haber acrecentado su
muy bruscamente con él y comenzó a iniciar juegos de cazar, en qu n cesidad de estar cerca de su madre. Daba la impresión de que ese
ella corría tras el niño cuando él se alejaba gateando. En ta les oca- h cho lo hizo senti r repentinamente separado; al no tener el sen-
siones la señora R. lo alzaba en brazos, cambiando la dirección de su limiento del del cuad rúpedo, de estar apoyado en la base horizontal
gateo. 1 xtensa de piso, se sintió de repente muy vu lnerab le. Sin embargo,
El período de ejercitación de Sam fue atípico: comenzó tarde. El d spués de mostrar por un tiempo este temor a la pérdida de apo-
niño no llegó a dominar la locomoción vertical a la edad cronológica yo, Sam pasó una vez más por un período de goce de la exploración

212 213
a cierta distanc ia de la madre, y en general, presentó algunos signoh Al comienzo del tercer año, luego de las vacaciones de verano,
de exa ltación propios de una subfase demorada de ejercitación . 1,1 mad re de Sam informó que éste había decidido recientemente
Cuando se repitió la lucha del acercamiento, Sam pareció pasar p01 11ndar sin pañales; se mantenía sin moj arse y, excepto cuando estaba
períodos alternativos de aferram iento a la madre e intentos de evitarla. t'n su cuna con los pañales puestos, usaba la bac inill a para mover el
Sam salió del período de la lucha y la crisis de acercamiento co Intesti no. La madre informó que Sam estaba orgullosos de su logro,
mo un niño basta nte triste que no podía obtener mucho placer al rel, y lo exhibía ante sus amigos. Pero luego, después de unos pocos
cionarse con el mundo que lo rodeaba .. Un aspecto de particul 1 dfas, decidió volver a los paña les. El entrenamiento de control de
importanc ia en la relación de Sam con los demás deambu ladores fu¡• t' fínteres, a partir de esa época, se transformó en una si tuación con-
que perdió interés en los que eran aproximadamente de su edad y en lli ctiva entre Sam y su madre, tal como las fun ciones autónomas del
cambio se apegó a los niños mayores que él o a los bebitos y su~ Ma teo y la marcha se habían constituido en un confli cto (aún parcial-
madres. Esto nos recuerd a un rasgo de carácter que vimos muy a m • mente externo) durante el segundo año de Sam
nudo en personas que en época posterior de su vida no pued 11 Cuando la señora R. ya no pudo mantener su ilusi ón de que Sam
relacionarse con sus pares, sino que só lo los atraen quienes son s u ~ t•ra una sola persona con ell a, su mitad simbiótica, lo experimentó
superiores o personas deposición subordinada . l'Omo un niñito voluntarioso al que ell a no podía contro lar. Decía que
Otra cualidad característi ca de Sam era su tendencia al juego una vez que Sam había tomado una dec isión acerca de lo que quería,
dramático, en que pretendía que era un bebé desamparado. Es int • nada podía "moverl o" .
resante que esto ocu rri era en una época en que su madre dijo que•
Sam se mostraba a esta edad muy exc itado sexualmente.
deseaba quedar embarazada de nuevo. Sam mostró así cierta ten·
)bservamos que cuando le sacaban el calzoncillo para defecar,
denci a a seguir impli cado en la relación simbiótica, quizás par;1
~ ' masturbaba apretando la punta de su pene con evi dente placer. En
complacer a su madre o para reconquistar una época anterior más
1111a ocas ión dijo: "Lindo pene", y luego miró a la observadora y
feli z, en que él era el bebé pasivo de su mamá.
dij o: "Tú linda".
En la esfera psicosexual, Sam mostraba signos de hiperexc itación
El placer que le producía a Sam su cuerpo, especialmente su
sexual, y también una ansiedad de castración superior al promed io. Al
p ne, parecía difundirse al mundo en general. Pero ciertos signos in-
final del segundo año tenía tanto miedo de ir al baño que su madre•
di aban un monto de temores corpora les y de ansi edad de castra-
abandonó todo intento de hacerle control ar. Al mismo tiempo
l'l n co nsiderablemente mayor que el habitual. Un día ocurrió la
comenzó a preoc uparse por los penes, ll amaba a una ban ana "pipi ",
~ • uencia siguiente: el niño se había hamacado en el bote hamaca
y decía que el pene de su amiguito era lindo.
,. I'On gran alborozo, apartando enérgi camente a otro niño cuando éste
lrnta ba de entrar en el bote. Después de hamacarse, enganchó una
El tercer año de Sam
•K•rie de vagones de tren y puso en el los anim ales de juguete, di cien-
Sam era ruidoso y frecuentemente incontro lado y agitado en do que cada animal tenía un "boo-boo". Parecía entonces probable
su juego. La atención errática de su madre hacia él no estaba dt• qu esta actividad masturbatoria fuera por lo menos en parte un
acuerdo con sus necesidades : a veces el la lo protegía físi camente cu 11s fu erzo para reasegurarse contra los temores de castración.
briéndo lo como una ga llina, y otras lo dominaba verbalmente. Sam, En el curso del tercer año, se intensificó esta ansiedad de cas-
a su vez, ignoraba a menudo la indicaciones de su madre y le dedil lrn ión. El niño mostró mucha preocupac ión por los golpes, aun los
que se sentara cua ndo ell a se entremetía mucho.
que no tenían importancia. Cuando otro niño le mostró una rodilla
Sam pasó fáci lmente al cuarto de deambuladores y se quedabn 1,1. timada, Sam se preocupó mucho por ello y luego dijo que la maes-
allí sin su madre, a diferencia de la mayoría de los niños de su edad ll'i1 tenía un a lastimadura y que él también tenía una. Durante esta
que, como ya hemos di cho, necesitaban al com ienzo algún aliento 1 onversación, que ocurrió eri el baño, Sam, que no tenía ca lzoncillos,
para hacerlo. Cuando estaba en el cuarto de deambuladores, Sam ca i '11' masturbaba . A los 28 meses de edad todavía no usaba el in odoro;
nunca preguntaba por su madre. Si lo hacía, era fácil satisfacerlo 1111 cambio, jugaba en el baño probando los inodoros y tirando de las
diciéndole dónde estaba la madre. 1 ,¡lenas.

214 215
En ésta época, parecía bien consciente del embarazo d .,11 En el día en que nació la hermanita de Sam, lo trajo al Centro la
madre, aunque no le habían dicho nada. Mostró que lo sabía jug,111 lllaestra de juego. Al prin c ip io, si bien neces itó que lo tranqu ili zaran
do al bebé y tamb ién haciendo de mamá de los muñecos. El ni111 1 1111 poco, lo superó bastante bien. Fue hasta el espejo, parecía excita-
observó que su madre parecía gorda, y la señora R. informó que hal11 .1 do por sus propias conto rsiones, y luego dijo: "Sam está muy bien".
d icho que él tenía un bebé dentro. 1,1 maestra rep li có: "Sam es un nene bueno", y él repond ió: "Sam es
A los 30 meses, pa recían estar ocurriendo algunos cambi11 1111 nene". Más tarde, cuando se le acercó otro niño, Sam dijo: "Sólo
importantes. Quizás el más importante fue la creciente neces icl,ul 11 'nes" . El mismo día, se le preguntó repetidamente a Sam por su
que sentía de su madre. Esto se hi zo particularmente visib le un <11,1 ¡nadre y por su hermanita. A l comienzo manejó estas preguntas muy
en que su madre sa li ó repetidamente de la hab itación. El niño r ,11 1!1 n. Estaba entreten ido jugando con agua y decía que el bebé
cionó a su primera partida, pero poco después de su retorno qu¡.,,, ~~~ \ a ba bañándose; luego dijo que era un conejito. Pero cuando se
que lo alzara. Cuando la señora R. habló de irse de nuevo, Sam a¡:1 11'1 itieron las preguntas, Sam comenzó a tener mayor dificultad.
tado le pidió repetidamente que se quedara. Cuando a pesar d1 !'ri mero intentó evitar las preguntas, alejándose de quien se las for-
ello la madre comenzó a irse, él la detuvo. Preguntó por su mamá 1111 ll lul aba; luego comenzó a surgir su cólera. Se vo lvió más violento y
poco después de la salida furtiva de ésta, y tuvo que pasar un but•li 1' concentró más tenazmente en su juego, golpeando y cortando
rato antes de que llegara a interesarse en el juego. En ausenc ia d 1,1 .ilgunos animales de arcill a, rompiéndoles las extremidades y la cola,
madre, la conducta de juego del hijo parecía frenética; corría de ur1t1 p 'ro se reaseguró de su prop ia integrid ad corpora l diciendo:
cosa a otra . El equi li brio de la relac ión parecía haber camb iado, put • " uchi llo no peligroso para mí". Se vo lvió extremadamente sens ibl e
Sam necesitaba mucha atenc ión de su madre y ésta le prestaba Ulltl ,¡ la agresión dirigida contra él. Cuando otro niño le sacó uno de sus
atención relativamente menor. Debemos tener presente que sl1 1 ll nimales, Sam dij o: "Charli e me lastimó" . Tenía un trozo de arci-
puede haber aumentado mucho en ocas ión del emba razo de la madl l' 11,1que pisoteaba y llamaba "conejo", la palabra que había usado para
-la señora R. debe haberse absorb ido cada vez más en sí mi sll ltl, lt' ferirse a su herm anita. Puso el trozo de arcilla en su ca lzoncillo
como es forzoso que ocu rra con una mujer embarazada-, y Sd lll di iendo que lo estaba poniendo en su "p ipí" (¿qu izás deseaba hacer
reaccionaba a su retracción con un a conducta de aferramiento llltl' 11'1 rnar a la beba al útero?), e insistía en que debía lleva rl o a casa;
frenético. t' trastornó cuando el trozo de arc illa se le cayó del ca lzoncillo .
l lnalmente consinti ó en ll evar al " bebé conejo" pisoteado a su casa
Sam siguió mostrando ansiedad de castrac ión o muti lac ión. Al
1•11 una bolsa de plástico. ·
pad re le gustaba llevarlo a visitar museos. En el mu seo Sam pedía v1•1
la estatua de la "señora rota".Decía que una estatua tenía un "pi pl Sa m estuvo en un estado de frenesí y pánico la mayor parte del
roto" . Parecía estar realizando esfuerzos para domin,ar esta a nsi edt~d 111 s que siguió al nacimiento de su hermanita: se mostraba hiperacti-
mediante el juego. La señora R. jugaba a sacarl e la nariz a Sam, y é~lc vo, violento, y hab laba icesantemente en un lenguaje que era un a
luego le sacaba la de ell a, d iciendo: " La como". Juga ndo con Ulltl 11 •ri gonza y que con frec uencia expresaba material de fantasía de pro-
observadora, Sam fingía que le cortaba el pelo. Tomó entonces t•l 1 •so pri mario. No se dirigía a las personas cuando hab laba. Cuan-
rol activo, identificá ndose con el agresor. A l jugar con plastilin,l, do deseaba algo, se li mitaba a nombrarlo una y otra vez, y parecía
la arro ll aba como un cilindro largo, le llamaba dedo, y luego de< 1,1 nspera r que aparecía mágicamente. Si bien expresaba mucha agres ión
"Duele dedo, cortado es un boo-boo". 1111 el modo y el conten ido de su actividad, ésta raram ente se diri gía
11 perso nas externas. Hi zo monstruos de plastilina, y los ll amó M amá
Sa m siguió tratando de superar sus ansiedades medi ante tod.,
clase de precursores de defensa. Un día uno de los herm anos mayort • Monstruo, Papá Monstruo y Bebé Monstruo. Dijo que estaba amasan-
de los otros niños vino vestido de Superman, y au nque Sam se asuf.lll do al bebé monstruo, pero en real idad lo estaba golpeando. Hubo
de él y se aferró a la maestra, más tarde se las arregló para reflejar 1.1 1111a sugerencia de que Sam estaba preocupado por observaciones de
actitud de ese niño e identificarse en el juego con él. A nunció: "Y11 l.1 scena primaria cuando tomó al papá y a la mamá monstruos
Superman". Tambi én trataba de expresar su enojo en palabras. En u11.1 qu había hecho con plastilina y los amasó juntos.
oportun idad en que le impid ieron sacarle algo a otro niño, dijo: "Y11 Seguían las preocupac iones de castración . Cuando la maestra de
enoj ado". 111 'go tuvo un accidente menor, Sam dijo: "Maestra toda rota".

216 217
Deseaba remediar una cicatriz que tenía su madre poniéndole cu ril o~ La medida en que la representaCion interna y la percepción
Una asociac ión inmediata que demuestra cómo están estructur.l 1 1 rna del objeto libid inal se habían vuelto insegu ras y confusas para
das las defensas in statu nascendi -en este caso contra el mirar y 1•l ',lln podía inferirse de la descripción de su conducta telefónica que
voyeurismo-, la sugirió su temor de que el sol pud iera dañarle lo lu•mos dado anteriormente, y también de un episod io muy instructivo
ojos: cubría los ojos de los animales de juguete para protegt•t ljllt' ocurrió en el Centro. Uno de los primeros días en que su madre
los. Mirando una lámina donde se representaba un sol brill an! • y y 1, beba estaba n en casa de vuelta del hospital, Sam se negó a irse
nubes, le agradaron las nubes y deseaba hacer algunas más P•"·' .1 1 entro, insistiendo en que su madre estaba all í y que ella lo lleva-
cubrir al so l. Pa rece que el temor del sol y de su capacidad de e g.u ¡(, ¡ a casa. No podía comprender que su mad re estaba en casa y que
se relac ionaba con ver a su hermanita, y tambi én a su madre y a MI 11,1él quien debía ir hacia ella, a casa.
padre, desnudos. La madre dijo que Sam estaba orgulloso de su hermanita y la
Es sorprendente que Sam nunca se refiriera a lo que uno pucdt• ptotegía. Ell a apoyó esta afirmac ión con una descripción de lo que
suponer que habían sido sus preocupac iones más importantes en s.1 111 urría cuando ll evaba a la beba a pasear. Sam decía repetidamente
época, es decir, a la ausenc ia de su madre que no iba al Centro, y ,11 ,¡¡, gente que no mirara dentro del cochec ito porque iban a hacer llo-
nuevo bebé. La medida de este evitam iento y negación podía verse t'll ltlr a la beba (¿temor del mal de ojo?), véase Peto, 1969). Tuvimos
su reacc ión ante la investigadora-jefe. Una cantidad de veces és1.1 1.1 impresión de que Sam no quería que la gente viera a la beba,
trató de hablarle de su mamá y del bebé. El se escapaba corriend o l illllo cua l exactuaba su deseo de que la beba fuera invisib le, es decir
actuaba como si no hubiera oído nada. Luego se alejaba corriendo d1 • Inexistente, pero tratando qui zás también de evitar su propio deseo de
ella o le decía que se fuera ni bien la veía. Por ende, reaccionaba a 1,, '111 la beba fuera afectada por el "mal de ojo".
"intromisión" de la investigadora más o menos como había re, 1 De los 30 a los 36 meses, observamos en Sam una sana ten-
cionado a la de su madre desde época temprana; y al mismo tiempo, dl'ncia a la constancia objetalli bid inal y a la interna li zación de la re-
esta conducta expresaba su necesidad de evitar el recu erdo de ~11 pi' •sentación del objeto y de sí mismo.
madre, a la que echaba de menos y quizás tamb ién tenía inquina pw
haberlo abandonado y traicionado. En su juego había ocasiona lt•., Como se vio con frecuencia en Sam, éste respondía bien a
referencias a bebés. Además del bebé monstruo, también bañaba y 111alquier situación en la cual un adu lto diera un tranquilo apoyo y
sumergía al bebé en su juego con agua. .tlc•nción a su yo. Aun en estado de frenesí, se calmaba fácilmente
y fL1nc ionaba de una manera más constructiva tan pronto como un
El hecho de que la representación mental de la madre esta!),, 11h ervador le prestaba atención individual y trabaja con él en forma
particularmente disociada de la "madre real", se confirmó con la si ,¡d cuada. Esto resu ltó particularmente notab le un día en que era por
gu iente conducta: cuando la señora R. estaba en el hosp ital, ll amó ,, 111 ualidad el único niño presente en el cuarto de dea mbul adores. No
Sam todas las mañanas. Según la señora R. al comienzo de estas con l)lo se mostró mu cho más ca lmo y fue más capaz de divertirse jugan-
versaciones telefónicas, Sam insi stía en que no era ella, su madre, 1,, do, sino que por todo el resto del mes sigui ó relativamente ca lmo y
persona con la que hablaba, sino si mplemente una "señora linda"; rn /ll,ls constructivo en su actividad de juego. Se volvió más capaz de
cambio, no podía separarse de esta "señora linda" y seguía hab lando 1 oncentrarse en cosas del mundo exterior, en lugar de estar a menudo
por unos 45 minutos, no permitiendo que su madre colgara el recep lntonizado con lo que parecían ser sus sensaciones internas. En lugar
tor. Sólo podemos formu lar conj eturas acerca del sign ificado de !.1 dt• mariposear en forma incoherente de una actividad a otra, se fue
conducta del niño, que parecía reflejar diferentes niveles de cons 1/ 11 resando en las actividades de otros niños. Cuando se le dij o
tanc ia emoc iona, si no directamente una escisión defensiva. Pueclt • qu debía esperar su turno para jugar con un equipo especial de
haber tenido necesidad de proteger la imagen buena de la made pn• bloques que otro niño estaba usando, se las arregló para unirse al
servándola de su prop ia cólera, de separarla de la imagen de la m.1 lt t •go del otro niño. Fue muy instructivo observar, sin emba rgo, que
dre mala que lo había dejado por "otro bebé"; puede haber tenido dt• pués de una larga ausenc ia del Centro, su humor sufrió una regre-
que negar la existencia de la imagen de esa madre mala, a costa dt• 1 n; el niño parecía menos ca lm o, y su juego era de nuevo menos
un dediferenciación perceptual temporaria. nrganizado.

218 219
11

1
En su tercer cumpleaños, Sam disfrutó de las actividades dPI
cuarto, estaba ca lmo y bien integrado, y emprendió un juego estnu 1

turado. H1 zo una elevada estructura de bloques. Se sentó tranquilo ti


la mesa de cumpleaños. Su lenguaje estaba más relacionado con
situaciones de la realidad . Pudimos ver de nuevo qué bien respondt 11
a cua lquier persona o situación, lo que faci li taba un funcionamiento
adecuado a su edad.
La ~ adre de Sam consideraba a su hijo no sólo como bueno y
capaz, smo en verdad como un niñito cas i invulnerable, que podltl Parte IV
enfrentarlo todo. Ella tenía la sensación de que el niño no estaht 1 ,
en_ absoluto afectado por el hecho de que el la le prestara tanta aten SINTESIS Y REFLEXIONES
c1on a la nueva beba. Informó que su hijo, en ese punto, estaba sob11'
todo apegado a su padre. Cuando ella expresaba el deseo de unirst• ti
ellos en un paseo, él le decía que se quedara en casa con la beba. Capítulo 13
En síntes is, hemos visto que Sam era capaz, muy precoz y a 11
VARIACIONES DENTRO DE LAS
vamente, de buscar y utilizar a las person as que no eran la madr1t,
como un refugio contra la exigencia simbiótica y la hiperesti mulaci(m SUBFASES CON ESPECIAL REFERENCIA A
que emanaban de ell a. Desde muy temprano, el niño prefería a m1• LA DIFERENCIACIÓN
nudo que lo tuviera en brazos otra persona y no su madre; más tal
de, pudo usar a la maestra del cuarto de deambuladores para que le •
ayudara a superar sus sentimientos perturbadores luego de nac ido~
su herman ita. Aunque su desarrollo de subfases fue tan atípi< o
Ey n esta parte fi nal de la doctora Mahler sintetizará los resultados de
este estudio observacional realizado con sus co laboradores, pasa-
dos presentes, durante más de una década y media. Estos estudios
(desa rrollo motor demorado y lactancia prolongada), el niño llegó ol l rmitieron atisbar el fundamento de la vida mental, que no divulga-
e~pe~1_m enta r ~n alguna medida el alborozo del período de ej<'l lle su contenido y naturaleza por medios verbales -lo "i rrecordabl e
CltaCion. QUizas fue una suerte en su caso que su madre dedicara Sil y lo inolvidable"- (A. Frank, 1969).
pr;oc~pación a un nuevo ?ebé: experi encias tales como la separ,, Mahler dijo en 1963 lo siguiente:
c1on f1s1ca durante la estad1a de la madre en el hospital, lo hicieron En un estadio avanzado de su carrera algunos psicoanalistas
más consciente de su separación, de lo que 'resultó forzosamente lo1 ll'ntan de aproximarse a la fuente real de sus esfuerzos reconstruc-
comprensión de la falta de la anterior madre simbiótica, y por ende (11 1ivos. Algunos de ellos como yo, buscan datos observacionales
anhelo de ella.
v ·rbales y preverbales -in statu nascendi- que confirman, refu-
Hemos visto que la tempran a conducta de evitamiento (m ir,ll 1 •n, modifiquen o elaboren hipótesis psicoanlíticas. Mediante un
en dirección contraria de la madre y empuj ar para alejarse de ell a) se• •studio de infantes normales y de sus madre, he tratado no sólo
desarrolló más tarde transformándose en los mecanismos de def 11 d • complementar mi trabajo psicoanalítico con adultos y niños
sa de negación y rechazo in statu nascendi. Si bien durante esll • 11 ·uréticos, sino también de lograr una perspectiva adicional y de
tercer año Sam recurrió a la regresión y a la escisión cuando estabo1 t onvalidar estudios previos realizados en el sector de la psicosis

som~tido a tensión excesiva, también fue capaz de usar, en óptimo~ nfantil. He mantenido un interés más bien personal en un as-
med1da, los recursos de su yo autónomo. P •cto específico de la rica herencia que ·Freud nos legó, a saber, el
•nfasis que él daba al hecho de que la dependencia emocio-
11 :11 vitalicia, aunque en disminución, respecto de la madre, es una
1 ·alidad universal de la existencia humana. La falta de preparación

hi lógica del infante humano para sostener su vida por sí solo


t' mdiciona esa prolongada fase específica de la especie, que se ha

220 221
denominado "simbiosis m adre-infante". Creo que es de la (,¡ 1 pi na conciencia-. A saber, que son muchos más los problemas que
simbiótica de la unidad dual m adre-hijo, de donde derivan l11 11 s vemos forzados a dejar sin resolver, o sólo parcialmente resueltos,
precursores experenciales de los comienzos de la individuaci 111 que los que hemos podido esclarecer sustancialmente.
que junto con factores con stitucionales innatos, determinan l1 La hipótesis del origen simbiótico de la condición humana de-
constitución somática y p sicológica única de cada individuo h11 '1 •ncadenó nuestro primer estudio piloto inform al, en el cual nos pro-
m ano (pág. 307). pusimos la tarea limitada de tratar de descubrir de qué manera el niño
Seguía diciendo: que alcanza una estructura normal promed io o neurótica, obtiene su
Tengo la impresión de que nuestro estudio h a demostrado 1111 1•ntidad individual y su identidad - algo que el niño psicótico
bastante claridad, desde el punto de vista clínico, que la disponil11 lmbiótico es incapaz de lograr-.1 La primera parte de este proyec-
lidad libidinal de la madre, debido a la dep endencia emoci 11,11 lo paralelo produjo una hipótesis mucho más específica, que com-
del niño, facilita un desenvolvimiento óptimo de las poten 1,1 pl mentó nuestra teoría antes formu lada acerca del origen de la
lidades innatas .. . He tratado de mostrar mediante ejemplos espL'I 1 1ond ición humana, es decir la de las subfases del proceso de sepa-
ficos cómo este factor contribuye a facilitar, o dificultar, u11 4 1.1 ión-ind ividuación.
síntesis armoniosa de las fun ciones autónomas al servicio del Y" Esta segunda hipótesis surgió como consecuencia del hecho de
la neutralización de impulsos, y la sublimación, activando u obst.1 ' ILie durante el cu rso de nuestro estudio piloto en condiciones natu-
culizando temporariamente el flujo de en ergía evolutiva, pro c~· " l,iles, no pudimos dejar de tomar nota del agrupamiento de varia-
que Ernst Kris (1955) h a descripto tan cabalmente [la bastardilb 1 111 s en ciertas encrucijadas del proceso de individuación, en las que
mía). La rica abundan cia de la en ergía evolutiva en el períod d1 1slas tendían a ocurrir en forma repetitiva. Esto sugería de modo muy
individuación explica la regen eración de las potencialidades ev h 1 1onvi ncente que sería ventajoso ordenar los datos que íbamos
tivas en una medida nunca vista cualquier otro período de la vid.1, 1t uniendo sobre el proceso intrapsíquico de separación e indivi-
excepto quizás en la adolescencia. Esto ilustra la robustez y duación, de acuerdo con la conducta repetidamente observable y con
la cap acidad adaptativa potencial de la esp ecia humana y demw• 111ros referentes de superfic ie de ese proceso. Subdividimos el proce-
tra la importan cia que tiene la influencia catalizadora del objeto d1 o en cuatro subfases: diferenciación, ejercitación, acercamiento, y
a1nor. 11
t•n camino a la constancia objetal" y la consolidación de la indivi-
Deseo señalar en particular la m edida en que el infante-dea 111 dtlalidad . La cronología de estas subfases no puede determ inarse con
bulador normal está pendiente de, y por lo común es tarnbi t·¡¡ Ir cisión: se superponen más o menos como ocurre con las fases de
capaz de extraer, el abastecimiento de contacto y la participacin11 \,¡ zonas libidinal es.
de la m adre, a veces contra considerables factores adversos; cómo ti Como lo expl ica detalladamente Pine en el apénd ice B, es natu-
niño trata de incorporar todo fragmento de ese abastecimien111 ltll que lo que comenzó como un estudio no sistemático en ambiente
canalizándolo libidinalmente para lograr una organización prog rr llollural, se transformara en un proyecto de investigación sistemático y
siva de su personalidad. Por otra parte, también deseo señalar t' ll p1· dominantemente transversal -un tipo de estudio normativo-,
qué dificultad se encuentran las madres en nuestra cultura; pesr 1 1111 que buscamos llegar a una visión en profundidad y a conclusiones
sus propios conflictos inconscientes respecto de su rol maternal , y 111 •d iante la comparación y el contraste de infantes y deambulado-
mientras luchan con sus fantasías acerca del infante en crecimi t· ri lfiSdel mismo nivel de edad, desde el punto de vista de su estadio de
to, deben sin embargo responder a las señales en rápida variaci ' 11 y
dominadas por el proceso primario, que emiten sus hijos .11
"romper el cascarón" y p asar de la envoltura de la membrana si111 1 Emprendieron este estudio en 1959 M. Furer, M. D. , y Ann Haeberle
biótica al estado de deambulador individuo (pág. 322).
11¡•iss, Ph. D., con la ayuda de una de las coautoras del presente volumen,Anni
El presente volumen ofrece una exposic ión de todo lo q111 llr•q,¡man. Lo continuó Mahler junto con Furer como coinvestigadores princi-
hemos aprendido desde la época en que fueron escritos los párraf11 i"'ks, con varios observadores participantes, la mayoria de los cuales estaban
transcriptos anteriormente. Pero también sirve para acentuar lo qu(• 1•l 11111bién dedicados al estudio paralelo de la "Psicosis simbiótica infantil" (véase
lector ya debe estar intuyendo -algo de lo que los autores ti eiWII A){ IJdecimientos y el prólogo de este volumen) .

222 223
diferenciación respecto de sus madres (representaciones objetal<' 1 Así, nuestro modesto proyecto piloto se transformó en un e;-
y de la integración de sus representac iones de un yo en prow.o llldio normativo que puede enriquecer potencialmente la teona
de individuación. p icoanalítica del desarrollo en virtud de sus proposiciones consen-
La traducc ión de los fenómenos observab les de estad ios tempro~ ualmente verificables.
nos y no cohes ivos del yo (en nuestro lenguaje, el período "autísti ·o" Comenzamos por supuesto, con todas las tesis, proposiciones y
y el "s imbiótico temprano") a términos psicológicos es extremad,, upuestos psicoanalíticos acerca del pasado casi "prehistórico" del
mente difícil. Las extrapolaciones extraídas de datos cond ucta ll' Individuo, que teníamos a nuestra disposición. Tratamos de empl ear
tomados de la fase preverbal son aun más precarias que las corre•' 1l rtas proposiciones psicoanalíticas importantes, hasta ahora ge-
pondientes a períodos posteriores de la vida. Para comprender lo 11 •ra lmente aceptadas y orientadoras, acerca de la fase preverba l, para
fenómenos preverbales, como dijo sucintamente Augusta Bonr.ul , onferi r sentido a nuestros datos observacionales de detal le dentro del
(1958), "nos vemos obligados a investigar en gran medida sus conno 111 reo de referencia psicoanalítico.
taciones a través de su continuidad en etapas posteriore, o medianil
A continuac ión trataremos de señalar, en forma tanto sintética
una apreciación de las manifestaciones regresivas". Este segundo tipo
1 omo amp liada, de qué manera nuestros datos par~cieron no .sólo
de enfoque (tratar de comprender el desarrollo mediante la aprc•
w rificar, sino también, cosa más importante, modrfrcar en crerta
ciación de manifestaciones regresivas) fue el adoptado por Mahler, 1'11
111 elida, estas ideas aceptadas respecto de la vida extrauterina tem-
colaboración con Furer, en la década de 1950 y hasta 1963. Proclu¡o
pr na. En algunos casos nuestros datos parecían refutar ~iertas ':re~ l ~s
su fruto en varios artículos de comienzos de los años 60, y particul,u
r¡ue antes se daban por sentadas, acerca de los comrenzos rndrvr-
mente en el libro On Human Symbiosis and the Vicissitudes ol
1 uales del ser humano; en muchos casos, hubo que destacar que
lndividuation: lnfantile Psycosis (Mah ler, 1968b).
ros s reglas requerían particularmente mayor investigación y esclarec i-
Sin embargo, en el estudio que presentamos en este volum '11, llliento.
tratamos de convalidar nuestra concepc ión de la ubicuidad de la sim
Como nos ha enseñado el estud io de las parejas madre-hijo, y
biosis humana, siguiendo su conti nuac ión en etapas posteriores d«'l
1 omo lo mostró la precedente sección de muestras, en el proceso de
desarrollo, es decir, en la segunda mitad del primer año y en el segun
c•paración-individuación hay tanto tendencias universale~, como ~na
do y tercer año de vida. El estud io de la segunda parte del tercer ar)o
Infinita comb inación de factores individuales e influencras ambren-
sirvió también como plataforma desde la cual nosotros, como p~l
l,tles tempranas. Este gran conju nto de diferencias individuales crea
coanalistas, podíamos mirar atrás, a los procesos de separación-ind1
viduación de los distintos niños, y adelante, pa ra tratar de pronosti< olt
en nuestra mente el futuro curso del desarrollo de las personalidad!'
individuales. 2,3 111 ·luso obsesionados por la ambición de descubrir variables detectables pre-
1ozmente (aparte de los fac tores cognitivos), que ayudaran a la predicción del
rk sarrollo posterior; y aunque sabíamos que teniamos que ser muy modestos y
2 Algunos atisbos del seguimiento nos mostraron que la consolidación do 1 humildes, un estudio longitudinal limitado como era el nu estro no h1zo aun
yo individual del niño y la constelación de impulsos de la segunda pnr11 111!ts conscientes de ello. Teníamos que recordar una y otra vez que el desarro-
del tercer año siguen siendo, en muchos respectos, caracteristicas de su de'·' llo humano no es lineal; que se caracteriza por giros en los campos de expe-
rrollo subsiguiente; es decir, hay una especie de continuidad histórica d,., ilcncia· hemos acentuado reiteradamente Jos cambios masivos de catexia . Las
de este punto en adelante. 1 1tracte~ísticas innatas y casi biológicas del niño - lo que subsumimos en térmi-
IIOS amplios bajo la denominación de " dotación innata"- parecen ser dura-
Exáme nes porteriores, especialmente tests psicológicos, muestran CJII
rk·ras, es decir, se mantienen relativamente estables e inmutables durante el
mientras la fase falico-edípica y su resolución pueden por supuesto alterar su
rtorso del desarrollo. Las características, empero, que son resultado de tran-
tancialmente las vicisitu des de la característica de la personalidad básica tlll
-¡¡•iones e interacciones con el mundo objetivo (por ejemplo, pautas defensivas
niño de 3 aiios en sus aspectos adaptativos y defensivos, ese niño de 3 años, r.rl
1\' tllpranas, identificaciones tempranas), son extraordinariamente variables, y
como lo conocimos en ese estadio, se traduce a través de los estratos sub 1
guientes de desarrollo. lll t'O ocurre con su resultado; hay cambios incesantes que ceden a despla-
t.u ui entos masivos de la catexi a que se producen en las encrucijadas del
3 Los observadores psicoanalistas, particularmente los dedicados a invcsll d¡·sarrollo (cf. E. Kris, 1950 y 1962; M. Kris, 1957; A. Freud, 1958; Ritvo y
gación observacional de la fase preverbal, estaban siempre preocupad ~ 'lolnit, 1958).

224 225
una interacción caleidoscópica de variables, aumentaba por el de!'< Como primera precondición para la salud mental, todos nuestros
rrollo de impulsos psicosexuales y agresivos en rápida progresiórfj t os, con variaciones individuales, estaban en el rango de la
también por el desarrollo del yo, en el curso del proceso de sep;t olac ión normal ; era este criterio, entre otros, el que los hacía elegi-
ración-individuación en interacción con "el ambi.ente promedio pr tll's como sujetos de nuestras investigaciones. (Nos propusimos
visible" (Hartmann, 1939). La combinación de estas variables es ¡, ' < luir a los infantes con una dotación menor que lo normal.) 5
que explica el carácter único del estilo de vid a y la personalidad d A raíz de nuestro espec ial interés en el segundo determinante de
cada niño (Mahl er, 1963; Mahl er, 1967b; Pine, 1971). 1.1 sa lud o patología posterior (l a interacción y relación tempranas
Como psi coanalistas clíni cos, deseábamos descubrir qué curs 111adre-hijo), comprendimos cuánto teníamos que amp li ar y ensan-
sigue el proceso " normal" de separación-individuación. Pero tambi én <har la categoría de " madre de dedi cación común" de Winnicott
esperábamos ll egar a estab lecer qué clase de variaciones, desvi a- ( 195 7a) . También aprend imos por experiencia cuán poco especifica-
ciones menores de alcance medi o, mostraban estos infantes norm ales ¡,¡ -en términos de causa y efecto- resulta la influencia de las
de "madres promedio de dedi cac ión común", en su desarrollo má vMi aciones de alcance med io de la "maternación de dedica-
temprano. Queríamos descubrir de qué manera la observación d l' ión común", en la producción de patología menor en el niño. 6
estas desvi ac iones era capaz de mejorar nuestra comprensión y eva- 1n otras palabras, sometimos a prolijo exa men el concepto de mater-
luación de las variaciones de normalidad, o, quizás, la profundidad 11t1c ión "bastante buena" (Winnicott, 1962).
y ámbito de la pato logía de alcance medio o menor.4 Tres variabl es referentes a la madre son de parti cu lar impor-
La salud mental, como la patología, está determ inada en nuestrc1 tnncia en la configuración, promoción u obstaculizac ión de la adap-
opinión por 7) la dotación de cada niño, 2) la interacción y rela ci 11 l. bi lidad de cada niño en particular, del desarrollo de sus impulsos
tempranas mad re-hijo, y 3) eventos cruci ales en el proceso de cr d y de su yo, y del com ienzo de estru cturación de los presursores de su
miento del niño; en otras pa labras, por factores experienciales p i superyó:
tivos y negativos, que repercuten sobre la constitución exqu isitament<'
maleable de la psique del niño en curso de indivi duación (Mhai<'l, 1. La estructura de personalidad de la m adre.
1963; Wei l, 195 6, 1970). Prestamos particular atención a los da!o•, 2. El proceso evolutivo de la función parental de ésta
que pueden indi ca r puntos de vuln erabilidad específicos de cada feSI' (Benedek, 1959).
en el proceso intrapsíqui co de separac ión -indiv idu ac ión. No
3. La fantasía consciente, pero particularmente
podemos definir con presición estos puntos; sin embargo, en l< •
la inconsciente, de la madre respecto de su hijo.
estudio nos acerca mos más que nunca a la posibilidad de determin¡11
dónde están ubi ca dos en el proceso evo lutivo. Ll egamos a consid • Estas tres variables, junto con las potencialidades del niño, deter-
rar c iertas constelac iones de variables como seña les de peligro minan el grado en qu e éste es capaz de cumplir con las fantasías
(d. Settlage, 1974). específi cas y las expectativas de su madre. Estas variables son, por
Además de la determinación de los puntos de vulnerab ilidad, supuesto, interdependi entes.
fue necesario tratar de defin ir los mecanismos cruciales de adaptaci n
o in adaptac ión que promueven u obstacu 1iza n el proceso de dese-
rrollo en el cu rso de las primeras fases, y determinar también la e •
pecificidad de traumas por tensión potencial propia de cada subfast•
5 Desde nuestro punto de vista, debe acentuarse como importante atri-
(véase E. Kris, 1956) . (Las importantes cuestiones de la cronología y buto de la dotación del infante su " poder de emisión de señales", es decir, su
de los mecanismos req ueri rán investigaciones sistemáticas a Ji capacidad innata para evocar el tipo de maternación que necesita; este aspecto
cionales de nuestros datos .) de su dotación innata ha constituido un supu esto implícito a lo largo de este
' volumen.
4 No hemos perdido de vista el hecho de que es imposible la evaluaciÓtl 6 R esultó muy evid ente que una muestra seleccionada al azar de "madres
válida del resultado antes de transcurridos los períodos edípico y postedípi o, promedio" no constituía necesariamente un grupo de la categoría de madres a
es decir, la latencia, y también la adolescencia. las qu e W innicott designó como " madres comunes dedicadas".

226 227
Con referencia al tercer ingrediente básico del desarrollo i lltll'ecía muy retrasada en comparación con su individuación, y la
vidual y de la formación de la personalidad del niño, tratamos ,,, l' exia de la atención hacia fuera más allá de la órbita simbiótica 11

determinar en particular los factores experienc ial es que pueden h l lll el caso de Teddy, no ocu rri ó antes de la edad crono lógica deÍ
repercutido sobre la personalidad del niño en los puntos de la 1omienzo del período de ejercitac ión . Sin embargo, a juzgar por
evolutiva que representan lugares de vulnerabil idad general o 1\U stra evaluación de Sam al final del tercer año, éste no sufrió fallas
haber actuado sobre la sensibilidad específica del niño. 1111 su funcionamiento cogn itivo. Además, pese a su hiperactividad e
li lperexcitabilidad, si se le daba una buena chance en un ambien-
Tomando como ejemplo nuestros cin co niños, llegamos con
11' estructurado, se restablecía fácilmente el defic iente control de
tante frecuenc ia a puntos en los que nuestra metapsicología 'PSi
Impulsos de su yo. Teddy, en particular, y de modo muy inesperado,
coanalítica requería ciertos camb ios de énfasis; también ll egamos a
1,11n bién parecía mantenerse en buena medida en e l alcance medio de
puntos donde nuestros datos conferían sign ifi cados diferentes a cier-
11daptación y "salud mental".
tos supuestos aceptados hasta ahora.?
Entre las "reglas" psicoanalíticas hasta ahora ampliamente acep-
Los psicólogos y los psiquiatras, sean de orientac ión psi-
l,ldas para la evaluación del desarrollo promedio, está la teoría de que
coanalítica o no, esperan en general, por ejemplo, que cuanto más
ton necesarias experiencias en las que alternen la gratificación y
precoz sea la ocurrencia de traumas y cuanto más desfavorab les sean
lt1 frustración en forma predecible, para la estructuración del yo y para
las primeras fases de la existencia extrauterina- la subfase de dife-
[,1 ilitar el reemp lazo del principio del placer por el principio de reali-
renciación y la subfase de ejercitación, es decir, los primeros 14 a 15
dad. Aunque esta proposición universal podía verificarse en un sen-
meses de vida-, tanto mayor será la proclividad a dificu ltades poste-
lldo muy amplio, descubrimos que en lo referente a los infinitos
riores graves de la personalidad, patología fronteriza, o incluso psico-
ti talles del desarrollo, esta verificación estaba lejos de ser inequívo-
sis. Esto sólo parece ser cierto si 7) la dotación innata del infante es
1,, y en verdad se hallaba sometida a una variabilidad increíblemente
muy anormal, y/o si 2) las circunstancias experienciales son gene-
mpleja.
radoras de tensión y contrarrestan persistentemente el progreso
específico de cada subfase más allá "promedio previsible". Es decir, si También habíamos aceptado la idea de que para el desarrollo
las condiciones de desarrollo son desde el comien zo tan desviadas normal la secuencias de gratificación-frustración deben ser tales que
que el efecto de los traumas de tensión es progresivo y acumu lativo, 1uanto más pequeño sea el niño, tanto más prominente deben ser los
se perturbarán los procesos de estructuración que el desarroll o debe olementos de gratificación, en comparación con los de frustrac ión. En
lograr desde alrededor de los 15 meses en ade lante. Tales circunstan - nuestro marco de referencia, entonces, habríamos esperado que si
cias extremas sólo parecen haber preval ecido en dos o tres de los 38 )n la primerísima fase de la vida extrauterina -es decir, en la fase au-
niños que constituían nuestra muestra .B lfstica normal- había ocurrido una homeostasis no perturbada, y si
•n la fase simbióti ca se había producido una sintonización óptima en-
De los cin co niños descriptos en la parte 111, Sam y Teddy fueron
Ir el infante y su madre -es decir, un señalamiento mutuo óptimo,
los únicos cuyo desarrollo nos preocupó seriamente. La diferen-
un a perfecta adecuación de la unidad dual-, y por consiguiente había
ciac ión de Sam en lo que respecta a la formación de límites del yo,
prevalecido un estado de dichoso bienestar, tales niños tenderían a se-
guir sumergidos en su estado de simbiosis; no se apelaría al yo primi-
llvo para reducir la diferenciación, antes de terminada lo que a nuestro
7 Al procesar nuestros datos, llegamos muy a menudo a puntos en los que
juicio era la duración óptima de la simbiosis. Creíamos que esto es
teníamos qu e enfrentar abiertam ente el problema de qu e aun en las fases lo que les daría el mejor impulso inicial hacia el desarrollo futuro y la
más tempranas ilel desarrollo del infante y del deambulador, la sobredetermi-
máxima elasticidad contra la embestida de traumas posteriores.
nación genética y dinámica desempeñaba un p apel en la creación de conflic-
tos y crisis evolutivas en los qu e la jerarquía de los factores intervinientes sólo Como simplemente no pudimos verificar la regla hasta entonces
podía determinarse en forma provisoria, pero de ninguna manera resolverse aceptada, nos sentimos obligados a exam in ar nuestros datos en deta-
(cf.Waelder, 1960) . ll e para poder descubrir qué variab les innatas y/o de crianza exp li ca-
8 Estos dos o tres niños no han sido tratados individualmente en el pre- ban la diferenciación de morada o tardía y cuáles explicaban lo
sente libro. opuesto: la diferenciación precoz.

228 229
Reconsideración de s nsib le. (También es importante que la madre como escudo protec-
la "ruptura del cascarón" precoz o tardía t r se vaya retirando gradualmente, por así decirlo, de modo de no
obstaculizar el gradual ejercicio de la autonomía por parte del yo en
Por más limitados que hayan sido nuestros datos sobre las proceso de individuación .)
primeras fases ( véanse los capítulos 3 y 4), parecían requerir modifi-
En el curso de la fase simbiótica, los servicios de la madre libi-
caciones del concepto de "desarrollo precoz del yo" y del concep-
dinizan el cuerpo del infante (Hoffer, 1950a). En la subfase de dife-
to de diferenciación . Estas modificaciones se hicieron necesarias
renciación, se observan conductas que indican un activo proceso de
debido al hecho de que la evolución individual de "yo" parece ser un
,lUto-libinización corporal. Estas conductas ocurren con particular in-
proceso muy variable particularmente en sus primeros estadios. Esta-
tensidad cuando el adulto que se inclina admi rativamente sobre el
blecimos que no hay una distinción clara en la literatura, entre los
infante (especialmente la madre) lo refleja especu larmente, y el infan-
innumerables elementos integrantes, pero aún no cohesivos, del yo
te responde a su vez a ese observador y tamb ién lo refleja especu lar-
en desenvolvimiento. Lo que deseamos acentuares que el proceso d
mente. Parecía que esta libidinización prod ucida por el mirar al niño
diferenciación en algunos infantes parece precipitarse a raíz de la ac-
y también por haberle, suscitaba una intensificación de su actividad,
tivación precoz de fragmentos del pre-yo, o de núcleos del yo,9 a
de un modo que sugería el desencadenamiento de una especie de
partir de la fase simbiótica.
uto-libidinización afectomotriz; en verdad, algunos infantes se com-
Esta precocidad nuclear del pre-yo puede manifestarse en la portaban como su quisieran ll egar a una especie de clímax al experi-
hipersensibilidad en cierto sector limitado de una modalidad senso- mentar sus sensaciones corporales.
rio-perceptiva. Puede crear hiperacusia, sobresalto ante los ruidos,
Rep itamos: en lo referente a la separación-individuación de los
o hipervigi lancia visual, y tamb ién una hipersensibilidad precoz del
infantes en parti cular, los supuestos tradicion ales, las cuestiones de es-
gusto o el tacto.
tados simbióticos satisfactorios o forzados, y de diferenciación precoz
Esta especie de disparo mal apuntado, esta diferenciación pre- o demorada /en lo atinente a la estructu ración del yo), tendían a apa-
matura de un fragmento, crea una desigualdad que obstaculiza, más recer como algo bastante complejo, y no se pudieron discernir reJa-
que promueve, la estructu ración e integración del yo como estructura iones regulares y proporcionadas entre los diversos factores, en el
coherente. Esto puede ser desfavorable para la evoluc ión sin altibaj os rango medio de normalidad y con nuestros actuales med ios de inves-
en las primeras subfases del proceso de separación-individuación. tigación.
Cuanto más abrupta, repentina y prematura sea la manera en La fase simbiótica de Bruce fue precaria, en contraste con las
que el infante se da cuenta del mundo externo más all á de la órbita de Donna y Wendy, que parecían ideales. Sin embargo, estos tres in-
simbiótica, mediante ese fragmento de precocidad del pre-yo, tanto f ntes se diferenciaron precozmente en lo que respecta a cobrar
más difícil parece resultarle evitar el temor de pérdida precoz del conc iencia del mundo que está más allá de la órbita simbiótica.
objeto simbiótico. Si bien la respuesta específica de sonrisa pued La diferenciación y el apego específico precoces de Bruce fueron de-
aparecer muy pronto en tales casos, lo que indica el establecimiento s ncadenados por su hipervigilancia a los sonidos [sobresalto]; la
precoz del vínculo específico, otro tanto puede ocu rrir con las reac- diferenciación precoz de Wendy era atribuible sobre todo a su hi -
ciones ante situaciones extrañas y la reacción ante extraños. persensibilidad y precocidad para la percepción visual y guestáltica.
En tales casos, para que la conciencia de la separación no re- En contraste, Teddy, que había experimentado un gran déficit
sulte demasiado traumática, es muy necesario que la madre esté durante su fase simbiótica, se diferenció muy tarde. Sam, cuyo de-
dotada de una "empatía cenestésica" particularmente delicada. Es sarrollo precoz ocurrió en una atmósfera abrumadoramente sim-
importante que la madre proporcione un yo externo o auxili ar particu- biótica-parasitaria que se extend ió más allá de la fase simbiótica
larmente bien sintonizado, un escudo protector particularment ' ronológ ica, se diferenció también muy tarde. Sin embargo, nos sor-
prendió el hecho de que recurriera a precursores casi físicos muy
precozmente desarrollados del mecanismo defensivo de rechazo, a
9 Tomamos de Glover (1956) el término "núcleo del yo", sin utilizar ple- saber, conductas de evitamiento y de distanciamiento corporal. El ca-
namente el contenido conceptual que él le ha atribuido. so de Sam, en particular, atrajo nuestra atención respecto de la gran

230 231
diferencia que existe entre los dos carriles del proceso de separación- precoz de naturaleza sensor io-perceptua l: sorprenderse ante
individuación (véase capítulo 12). movi mientos repentinos de personas y extrañas ya en el cuarto mes.
Asume especial énfasis en esta sección final el hecho de que Wendy tenía casi una ad icción al manejo de contacto sensual de su
nuestro estudio nos convenció de que la presión maduracional, el madre, y ya bien avanzado el tercer año buscaba autoestimu lación
impulso para y hacia la individuación en el infante humano normal, hamacándose en el caballito tanto y tan a menudo como podía.
es algo dado e innato que tiene gran fuerza, y que si bien puede cam- egu ía homogéneamente desinteresada en el "mundo en expansión
biarse mediante prolongada interferencia, se manifiesta por cierto a lel deambulador" (véase Murphy, 1962).
todo lo largo del proceso de separación-individuación . De lo dicho anteriormente se sigue que nuestras observaciones
Si la tabla cronológica de estas dos líneas o carri les del proceso no ratifican la posición de la escuela inglesa. Según esta última, la
evolutivo es sustancialmente divergente, entonces la superposición diferenciación precoz del yo (como estructura) ocurre si la carga de
de subfase se convierte en un problema, como hemos dicho al com- daptac ión a la realidad externa queda con demasiada precocidad y
parar el desarrollo temprano del niñito que caminó precozmente n gran medida a cargo del infante. Como lo ilustra el caso de Wendy,
(véase el capítulo 4, págs. 74-76) con el de Sam. Nos impresionó la la diferenciación temprana puede producirse por precocidad intrínse-
precoz y activa defensa que Sam hacía de su individuación . También a de un núcleo sensorio-perceptivo del yo, y no por inadecuación
nos llamó la atención el estado de vigi lancia contemplativa con que de la sintonización mutua madre-infante. En el caso de esta niña, el lo
parecía segu ir, desde su posición en el corralito, los movimientos y ·e debía a su hipersensibilidad innata, aunque moderada.
actividades del jardín maternal, lo cual constituía un aspecto cogniti - Tampoco nuestros datos convalidaron nuestra expectativa de
vo-afectivo de individuación en su desarrollo. Era como un estra· que una diferenciación sustancialmente demorada es necesaria-
tego que contemplaba sus próximos "movimientos". Vimos en él un mente una señal de peligro por sí misma, es decir, desfavorable para
comienzo precoz de individuación, mientras que la separación esta· '1desarrollo en curso. Este supuestó parece contradecirse con el caso
ba retrasada . de Teddy, entre otros. Como hemos dicho, entre los cinco niños repre-
Sam tuvo una especie de doble vida desde el mes 1O al 17, pu s sentativos, sólo Teddy Sam, que estaban en los dos extremos de
mamaba de noche e incluso a la siesta, pero se distanciaba y evitab, la serie gratificación-frustración, se diferenciaron tardíamente. (Teddy
la intromisión e indeferencia con su individuación en cualqu ier otro •xperimentó sobre todo frustrac ión. Sólo en el sentido excesivamente
caso. Por largo tiempo nos pareció dudoso que Sam pudiera superar , imp lificado de rutina se puede decir que Sam estuviera del lado de
el prolongado apersonam iento (Sperling, 1944) que había sufrido l, hipergratificación, como hemos expuesto más arriba; ésta se trans-
mucho más allá de la fase simbiótica y, en gran medida, más all,í f rmó más tarde en el equiva lente de la frustración , al interferir con
del final de su segundo año. Dudábamos si prógresaría suficient' las necesidades específicas de las subfases en que estaba el niño.)
mente en su individuación autónoma, lO en particuar en la formación De los niños que se diferenciaron precozmente, algunos tuvie-
de límites del yo. r n reacciones muy ·precoces ante extraños. Otros, por ejemplo
En el caso de Wendy, la madre gozó cabalmente de ella, y poi Wendy, que tuvo un apego exclusivo muy temprano a su madre
ende no existían por cierto los factores experiencia/es temprano d bido a su hipersensibilidad perceptual ya mencionada, percibió
(por lo menos ninguno que hayamos observado) que habrían expli n b stante pronto cua lquier "elemento extraño" de su ambiente, y reac-
do la presencia de reaccionar excesivamente o ponerse ansioso ant(• cl naba excesivamente contra él. Wendy no pudo usar su dife-
1' 'nciación maduracional precoz al servicio de ia curiosidad normal
persona y situaciones signos anunciadores de una diferenciación
fr nte a una persona extraña. No desarrolló el tipo de reacciones ante
( xtraños que vimos en los demás niños. Parecía más bien rechazar
lodos los aspectos del ambiente del Centro. Llamaríamos a esto reac-
10 Es de cierta significación el hecho de que estas pautas de evitanue111 11
parecían dar paso a la identificación introyectiva con la madre en el estadio l l ',1l t' lón ante la extrañeza. El apego precoz de Wendy, su anhelo de una
de la subfase de acercamiento, que ocurrió muy tarde en el caso de Ul ll ilmb iosis exclusiva, parecían tan profundamente enra izados y pe-
R especto dé la distinción entre introyección e identificación, remitimos al l¡·¡ 11 trantes que casi no había un sector que no se viera atraído hacia su
tora Heimann (1966) y a Loewald (1962). 1 úsqueda de simbiosis. La niña mostraba todos los signos de que

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deseaba desesperadamente mantener esa si mbiosis, aun hasta el pun- I.H"de, no antes del octavo mes, y tuvo, aun a esa tardía edad, ciclos
to de hacer caso omi so, de descartar, por así deci rl o, su precocidad d aumento y dism inución.
sensorio-perceptual predom inantemente maduracional. La presión
maduracional demasiada temprana hacia la individuac ión , que esta Reacciones ante extraños y ansiedad de separación
precoc idad promovía y con la cual, según los tests de desarro ll o, su Un res ultado positivo de nuestro estud io fue que las reacciones
dotac ión general no armonizaba, parecía pred isponer a Wendy a tinte extraños, al perc ibir a personas que no son la madre, dependen
vehementes reacciones tempranas a la separación, y a conductas d d ampli as funciones sensorio-motrices casi cognitivas de l yo, que
apego que anu laban prácticamente toda conducta de distanci amien- v n mucho más all á del estado afectivo de ansiedad. Además de
to. La niña reacc ionaba homogénea y empecinadamente contra los ,1nsiedad, el extraño evoca una curiosidad leve e incluso compul -
intentos de di stanciamiento que realizaba su madre. ~ i va mente fuerte. Este es el motivo por el cual hemos acentuado
En el caso de Teddy y de Sam, que son ejempl os de infantes con ,1 lo largo de todo el li bro que la curiosidad y el interés en lo nuevo y
diferenciación tardía, hubo una demora sustanc ial de las reaccio nes lo no fa miliar son parte de las reacciones ante extraños tanto como lo
ante extra ños y de las reacciones a la separación. N inguno de los dos s n la ansiedad y la cautela. Aun en niños con fuertes reacc iones ante
niños había manifestado las reacciones ante extraños o a la sepa- extraños, ta les como Bruce, la curiosidad y asombro ante nuevas
ración que son previsib les y específicas de las subfases, durante la personas y nuevas experiencias sensoriales rivalizaban con las reac-
edad cronológi ca de la subfase de diferenciación y al com ienzo del ciones de cautela, de sobri edad y de ansiedad. Otro resu ltado impar-
período de ej ercitación. le nte de nuestro estud io es, a nuestro parecer, que en el desarrollo
Dentro de la complejidad de los procesos de estructurac ión normal vuelven a producirse reacciones ante extraños -de una
descriptos más arriba en sus aspectos adaptativos y defensivos, nos c~structura diferente de las que ocurren de los 7 a los 9 meses-,
impresionó sobremanera la tenac idad de la pres ión que ejerce el pro- ,11 comienzo de la subfase de acercamiento, es decir, a los 15 meses
ceso de individu ac ión desde la subfase de diferenciación en adelante. o más tarde.
Este hallazgo nos hizo considerar a la individuación como algo dado Hemos discutido el hecho de que en la subfase de acerca-
e innato, que se revela con particular intensidad al comienzo de la miento el niño normal cobra gradua lmente plena conciencia de su
vida y que pa rece continuar durante todo el ciclo vital (Erikson, 1959). separación. A med ida que su inteligencia sensoriomotri z va siendo
Sam era un niño que, en med io de un proceso si mbiótico que lo ree mplazada por la inteligencia representacional, el niño parece
envo lvía y asfixiaba ya a los 3 ó 4 meses de edad, desarrolló precur- emprender cada vez con mayor claridad su relativa pequeñez y
sores casi fís icos de mecanismos de defensa. Aunque este niño pare- desamparo. Esta experiencia hace que el deambulador mayor_ sea
cía insól itamente radiante y expresaba con todo su cuerpo el placer mucho más vulnerable a los eventos del mundo extenor, por eJem-
que le prod ucía su sentim iento simb iótico de bienestar ya muy plo, a la ausencia de sus pad res, a la enfermedad, al nac imiento de un
pasada la edad cronológica de la si mbiosis, estas conductas simul - herma no, etcétera. Pueden producirse reacciones intensas de sepa-
táneas dirigidas al distanciamiento nos parecieron precursores re ción como consecuencia de traumas incluso menores y ocurrir a
potencia les de rechazo o incl uso de aislamiento. Ta les conduc- raíz de ello un grado de ambivalencia mayor que el previsibl e.
tas contam inaban la conducta forzosa de apego así como las reacc io- En casos menos favorables, puede producirse una regresión al esta-
nes del niño a la separac ión, en una edad en que esas reacciones son dio en que la matriz simbiótica se diferenció por primera vez en todo
específicas de la subfase. Las reacc iones a la separación en un nivel "bueno" o todo " rn alo". Esta escisión del mundo de los objetos puede
superior no oc urrieron en Sam hasta muy tarde (en el apogeo de su lransformarse en una procliv idád susceptib le de interferir con la repre-
período de ejercitación propiamente d icho que se había demorado, a ión normal previsible (Kernberg, 1974). El grado en que ha progresa-
los 17 meses de edad). Sus pri meras reacciones ante extraños fueron do la diferenciación yo-objeto decidirá si, y en qué medida, esta
muy abortivas y tamb ién ocurrieron en época muy tardía. scisión de la s representaciones objetales se extenderá h asta afectar
En el caso de Teddy, la diferenciación tamb ién se produjo tardía- la representaci ón del yo.
mente. La sim biosis duró por largo tiempo. La " ruptura del cascarón"
-es decir, el investimiento catéx ico del mundo externo- ocu rri ó muy

234 235
Capítulo 14
LA EPIGÉNESIS DE
LA ANSIEDAD DE SEPARACIÓN,
EL HUMOR BÁSICO,
Y LA IDENTIDAD PRIMITIVA

T enemos la impresión de que hemos afinado nuestro conoc imi ento


de las reacciones de separación, por lo menos en lo referente a su
structura y su epigénesis. Hemos establecido que las reacciones a la
separación cambian durante el curso de las subfases; que son especí-
fi cas de cada subfase, como hemos descrito en la parte 11. Sin embar-
go, también varían individualmente, como hemos demostrado con
amplitud en la parte 11 de este volumen .
El niño en proceso de diferenciación (de 5 a 1O meses de edad)
rea cciona por lo común a la ausencia de la madre no con manifiesta
inquietud o llanto, sino más bien con lo que hemos llegado a llamar
"bajada de tono". En los cinco niños representativos, la baja de tono
fue máxima en Wendy, leve en Donna, variable e impredecible en
Bruce, ausente en Sam, y muy tardía en Teddy.
En la subfase de ejerc itac ión, el impulso que recibe el desarro-
llo autónomo del yo, junto con el interés y placer que el niño encuen-
tra en el funcionamiento y la exploración, lo ayudan a superar la
·aída de animo, la bajada de tono, en ausencia de su madre. En
otras palabras, el deleite que le producen la movilidad y el descu-
brimiento, hace que la bajada de tono constituya una ocurrencia
'pisódica, contrarrestada por el goce de la ejercitación, y el niño
1, supera fácilmente mediante leves experienc ias de "reabastecimien -
lo". Esto ocurrió en todos. nuestros niños, excepto Wendy, que se
r sistía continuamente a utilizar sus funciones en ascenso y expan-
sión maduracional. Normalmente, estas funciones son utilizadas
m forma automática por el yo, al servicio de la separación de la
madre y de la explorac ión de un segmento más amplio de real idad.

237
La autoconfianza temprana, aunque no fu era coherentemente progre l,ls característi cas ya mencionadas de su desarro ll o de pre-acerca-
siva, era dec ididamente máx ima en el caso de Bruce. Su excelent(• miento, aumentadas por la tendencia de su madre a desvincularse de
dotac ión lo ayudó a adaptarse, aunque fuera defensivamente, sin 11 ~ u s hij os tan pronto como éstos se diferenciaban. Don na, por su parte,
ga r a enredarse en un conflicto total con su madre. Creemos que lo 110 podía dedi carse a nada cuando su mad re estaba presente.2
que sa lvó a Bru ce de seri as perturbacio nes en su desarro llo y de fra
Las reacciones de Teddy a la separación fu eron por un lado muy
casar en el logro de identidad de sexo, fue el hecho de que consi
d moradas; pero por otro lado se vieron comp licadas por su fortísima
guiera desidentificarse de su madre y orientarse hac ia sus prop i a~
"identifi cación 'con el agresor" (A. Freud, 1936) -su herm ano mayor,
fun ciones autónomas y hacia su padre.
w alter ego gemelar, tipo de parentesco que su madre promovía muy
Las reacciones a la separac ión ocurri eron con variabl e intensi ,1 tivamente-. Teddy detectó su pene muy pronto, y encontró pl acer
dad en todos los niños du ra nte la lucha por el acercamiento. Estas ('n ello, en apari enc ia du ra nte un período de larga durac ión y libre de
reacciones eran de cua lidad y orden d iferentes respecto de las an· e nflictos. En verdad, mostraba placer sensual tácti l e interés en su
teriores; había que describirlas para cada niño en parti cul ar, pu es eran p ne y en el de su hermano mayor. La madre aprobaba estas activi-
totalmente específicas de cada uno. Se trataba, en verdad, de los más dades y parecía fomentarl as, y esto puede haberlo ayudado a desa-
importantes indi cadores de los conflictos que el deambulador en pro· n·oll ar un a identificac ión de sexo de confiada mascu li nidad. Esto se
ceso de individuac ión encontraba en su ca mino hac ia la interna liza - unía a un componente agresivo (qui zá s innato o adquirido precoz-
c ión. Estas reacc iones a la separación dependen de una mu ltitud d mente) mayor que el óptimo aunque no medi ara provocación, que era
va riaciones en la relac ión madre-hijo, y tambi én de las vicisitudes su- qu izás una reacción demorada a las graves frustraciones que había
fri das por las ca raterísticas de la subfase anteri or. sufrido en época muy temprana. Durante el período de acerca mi ento
De los cinco niños representativos, Bruce, W endy y Donna r ddy parecía reaccionar a la separaciones con có lera, más bien que
tuvieron las más fu ertes reacciones a la separac ión en el curso de la ·on ansiedad . También desa rro ll ó una "empatía" precoz muy visi-
subfase de acerca miento. Las reacciones de Bruce resul ta ron más ble con la madre y los pares, rasgo muy interesa nte y difícil de en-
punza ntes y comp lica das por el nac imiento de su herman a cuando 1 nder. Tenemos la impresión de que esto puede haber tenido
él tenía 16 meses. Sin embargo, sus reacc iones a la separación, 1ue ver con su identifi cac ión parcial, en un ni vel más bi en eleva-
aunque era n muy intensas, parecían "auto lim itadoras" por así decir- do del yo, con su madre y también con su hermano mayor. Ambas
lo, al menos en lo refe rente a su condu cta manifiesta. Una cantidad identificaciones fueron al com ienzo del tipo especular, pero se trans-
de datos parecen señalar la probabi li dad de que la represión al servi- rorma ron gradualmente en verd aderas identificaciones del yo.
c io de la adaptación haya comenzado a actuar muy pronto en el caso
de Bruce. Esto se unía a una formación reactiva mu y temprana (véase
2 Considerábam os el potencial de Donna para el desarrollo de su yo,
Ma hler y Mc Devitt, 1968).1 Las reacc iones a la separac ión term inaron
.~o bre la base de la dotación y de factores experienciales tempranos, como uno
abru ptamente cuando Bn.ice se ori entó hacia su padre y hacia otros de los máxim os entre todos nuestros niños. Por lo tanto, una de las mayores
adultos sustitutos, además de hacer el máx imo uso de sus pro- ~o rpresas de nuestro estudio fue su perturbación evolutiva en la subfase de
pios rec ursos autónomos. Donna y Wendy, en ca mb io, no fueron ,¡ cercamiento. Nos pareció que esto era resultado de varios factores inespera-
capaces de superar sus cris is se separac ión con tanto éxito. Wendy dos, en parte no detectados, del proceso de separación-individuación de Donna
no podía rea lmente dedi carse a nada, salvo que su madre estuviera ~ n las dos primeras subfases . Su p rolongada dific ultad en la sub fase
cerca u otro adulto interactu ara con ell a. Esto parecía ser resultado de de acercamiento y con posterioridad ya se esbozaba al comienzo de la
subfase de ej ercitación , durante la cual su visible cautela no fue suficiente-
II ICnte tomada en cu enta por los observadores. Tampoco tomamos sufi-
1
Desde los 14 a 16 m eses en adelante se pueden y deben buscar signos cientemente en serio las mat'i.as ali mentarias y los acentuad os temores que la
condu ctales y tambi én simbólicos, para establ ecer si la represión logrará frenar niña manifestó precozm ente. Y no tuvimos en cuenta, salvo retrospecti-
la proclividad hacia una escisión más permanente y de mal pronóstico. VJmente, la intolerancia de su madre a la agresión y la resistencia muy sutil que
C reemos que es la ca pacidad de represión del yo pr imitivo, aunque ya un poco oponía a la individuación de su h ij a. Acentuamos excesivam ente, quizás, la
estru cturado, lo que junto con muchos otros factores asegura un resultado más pJtogenicidad de los " traumas de shock" que D onna experimentó de los 19 a
benigno que la pato logía fronte riza (véase Kernberg, 1974) . los 28 meses.

238 239
En el caso de Sam, la ansiedad de separación fue larvada hasta ayudarlo a mantener a flote (con muchos altibajos, sin duda) los sen-
la segunda mitad del segundo año. Alcan zó su apogeo en el tercer timientos de su yo corporal, su creencia en su fu erza y su placer en el
año, estimulada por el nacimi ento de la hermana. Estaba muy entre- func ionamiento. En otras palabras, el peso de la funci ón motriz del 1
lazada y confundida con las ansiedades de mutilac ión corporal y de niño parece contrarrestar la deflación demasiado abrupta de las ilu-
castración de este niño. siones de grandeza y omnipotencia de la subfase de ejercitación .
Aunque el niño, en la subfase de acercamiento, muestre también una
Supuestos acerca del humor básico actitud ca lma y una aumentada hipersensibilidad por su separación de
y de su relación con la identidad sexual la madre, así como por las intromisiones en su autonomía, y aun-
Otra cuestión en la que nos parece que nuestro estudio aportó que al comienzo del acercamiento muestre una mayor dependencia de
cierto esclarecimiento es la del desarroll o de los humores o estados de la parti ci pación de su madre, en genera l prosigue sus propias activi-
ánimo básicos .3 Hemos estab lec ido que en la subfase de ej erc itación dades motrices y perceptual-cognitivas con una tenacidad más o
parecía ser específi co, forzoso y dom~n a nte un humor de r:gocijo y menos confi ada. En condi ciones favorables el niño ejercita activamen-
exaltación (Mahler, 1966a y b). Ademas, este humor se manifestaba a te su separación de la madre y su reencuentro con ella. La conducta
menudo en un sentimiento de grandeza, om ni potencia y conquista de huida activa descripta anteriormente (pág. 91), que parecía más
que era casi delusional pero adecuado a la edad. Este humor del prominente en niños que en niñas, es sólo un ej emplo de esta si-
deambul ador pequ eño -en la cima del dominio de muchas de sus tuac ión.
fu nciones autónomas, cuyo paradigma es la locomoc ión- dejaba pa- N uestros datos indica n que la niña tiende más a la depresión
so necesari amente a una aprec iac ión más realista de la pequeñe7 que el varón (véase Cero, 193 6). La comprensión de la separación se
de l niño en relación con el mundo exteri or. Desde el mes 15 al 18 en ombina, en el caso de la niña, con un menor grado de disposición
adelante ti ene que prod uci rse un gradu al reconocimiento d_: la des- motriz y con la con c iencia (que surge mu cho antes de lo que
proporción existente entre la ilusión de grandeza del nmo y lo habíamos creído previamente ([G reenacre, 1948; Mahler, 1963])
obstácul os que dificultan la adaptación exitosa a las exigenc1as de de su "defici encia" anatómica (véase Roiphe y Ga lenson, 1971 ).
la realidad. Pese a la diferencia de sexo, tanto varon es como nenas llegan a
Tanto en niños como en niñas la repetida experiencia de relati r conocer, tarde o temprano, en forma gradual o abrupta, las limita-
vo desamparo va desinfl ando el sentim iento de omn ip~~enci a d 1 iones de su om nipotencia mágica, pero parecen mantener aú n la
deambulador. El niño reconoce por primera vez su sepa rae~o n respe ilusión de la omnipotenci a de sus padres (véase j acobson, 1964).
to de su madre. Este es un logro de la inteligencia rep resentacional,
A medida que se desenvuelve la subfase de acercamiento, es
que perm ite a la capacidad interna diferenciar las representacion ~
muy interesante observar el distinto matiz de la reimplicac ión de la
del yo de las representac iones objetales. Esto trae 'cons1go (en el d
niña con su madre, en comparación con la del varón. Muy a menudo
sa rrollo normal) la comprensión grad ual por parte del niño, de que él
le niña expresa simbólica mente en su juego y en sus verbalizaciones
es relativamente peq ueño y desva lido y tiene que enfrentar ri esgo~
su insatisfacc ión por haber si do estafada o directamente lesionada
abrumadores como un indivi duo relativamente déb il y solitario (por
( s deci r, castrada) por la madre todopoderosa, a la que hecha abier-
que está separado). Por ende, el humor normal que predomina y e~
lt mente la culpa por su deficiencia fantaseada. A menudo sigue a esto
específi co en esta subfase de acercami ento es el de relat1va ca lma (l
una lucha abierta con la mad re, en la cual ocurre ,por regla gene~
inclu so depresi'ón temporaria. 1'<1 una conducta ambitendente de aferramiento y dependencia y a la
Nuestros datos indican que los esfu erzos activos y agresivo vez de exigenc ia coercitiva .4 Las característi cas de la conducta de
del varón, su disposición motriz determinada por el sexo, parecen
4 La ambitendencia se entiende como una acción que sigue alte rnativa-
3 La definición del humor, y su distinción del concepto de estados aft'l 111 cnte direcciones opu estas. La alternación ocurre con mayor o m enor rapi-
tivos, ha ocupado la m ente de muchos investigadores. Creemos q~ e la expohl d ~z; connota el hacer y el deshacer. En el desarrollo posterior, los impulsos
ción de Edith Jacobson (1953) acerca de este problema es la mas p ertm elll t t'OIIfli ctuales y opu estos, qu e habían sido exactuados en la conducta ambiten-
y aceptable para nu estros fines. En nuestro caso, llamamos humor al m od11
d •nte, se internalizaron como confli cto de ambivalencia (véase Mahler y
habitual de respuesta a estimulaciones internas y externas mediante esta d'''
M Devitt, 1968, pág. 11).
afectivos positivos o negativos.

240 241
la n1na en el tercer año indican que puede haberse reprimido la N podemos dejar de conjeturar que el temor de reengolfamiento por
envidia del pene desplazando el reclamo de ese órgano al reclamo de parte de la peligrosa " madre posterior a la separación", el temor de
la madre como persona. Más adelante se interna liza la lucha ambi- fusionarse que vemos a veces como resistencia principal en nuestros
tendente por el acercamiento, que representa la crisis de acercamien- P<cientes varones adu ltos, tiene su com ien zo en este período muy
to exactuada externamente. Sin embargo, muy a menudo tal lucha l<'mprano de la vida.
prosigue y se manifiesta en la dificultad sintomática y simbólica para Si se da una maternación favorable, el niño parece enfrentar
despedirse de la madre. 111ejor esa ansiedad que Stoller (1973) denominó "ansiedad de sim-
En casos favorables, ocurre en la segunda parte del tercer año biosis", y desidentificarse de la madre (Greerson, 1968), evita rl a o por
una represión ex itosa y un a solución transitoria de esta envidia muy lo menos resistirla de una manera más encubierta. Además, encon-
temprana del pene. En ese momento, pueden ocurrir verdaderas lramos en el juego del niño normal de 2 a 3 años muchos indicios de
identificaciones del yo con la madre, especialmente con su función que se orientaba haci a su padre, al que engrandecía, es decir supe-
maternante, en forma de interna lización transmutante (Tolpin, 1972). ridea li zaba. Descubrimos que el material que representa a la madre
Esta identifi cación con la madre constitu ye una base para la iden- romo castradora aparecía más ral o en el juego y la verbalización del
tidad femenina, pero a menudo una conducta típica y precoz de ma- varón que en los de la nena. El temor hacia la madre como agente _de
rimacho, o una adqu isitividad agresiva ana l y fáli ca, descubren r engolfam iento e infanti li zación aparecía más a menudo en el varan.
el deseo del pene y la formación reactiva contra los deseos femen inos Sin embargo, si la madre es demasiado entremetida e interfiere perti-
de dependencia.s nazmente en forma directa o indirecta en los esfuerzos fá licos del
En los varones la lucha por el acercamiento parecía en general va rón, puede producirse también en éste la lucha ambitendente
menos tormentosa. Su cualidad sexual es mucho más encubierta. Se descrita en el caso de las nenas, y dar incluso paso a la rendición pasi-
consolida, a nuestro perecer, con menos confli cto si la madre respeta va. Esto último resulta particularmente dañino si la imagen del padre
y disfruta de la felicidad de su hijo durante todo el tiempo, especial- no se presta a la idealización y a una verdadera identifi cación del yo.
mente en la segunda mitad del tercer año. Además tenemos la impre- En síntesis, mientras que la envidia del pene en la niña apa-
sión de que la identificación con el padre o qui zás con un hermano r ce muy temprano, durante el acercam iento, y ésta echa la culpa a
mayor facilita un comienzo bastante temprano de la identificación su madre por falta de ese órgano, la actitud confli ctual del varonCito
sexual del varón. En algunos casos en que la madre ha estado inter- ,1 raíz de la posesión del pene parece ocurrir más ta rde: en la fase fá!i-
firiendo con la autonomía de su hijo, el estab lecim iento de esta iden- ·a. Lo que corresponde a la envidia del pene en la niña, es en el va ron
tidad precoz de sexo se ve amenazada y perturbada, particularmente ele esa edad un vago temor de reengolfamiento por ia madre (véase
si ell a es incapaz de dejar que su hijo sea dueño de su cuerpo y de su ll arrison, 1., en prensa). Por lo tanto, el principal interés del niño con-
pene. Algunas madres promueven -de hecho imponen- la pasivi- siste en encontrar ideales del yo distintos de su madre con los cuales
dad al niño. En este caso, la lucha por el acercam iento puede asum ir pueda identifi carse. En el desarrollo normal la amenaza de castración
el carácter de una lucha bifásica más o menos desesperada por parte 'n el caso del niño parece provenir del padre, no de la madre. (Debi-
del niño para evitar a la peligrosa "madre posterior a la separación". do al diseño de nuestra investigación sólo pudimos, lamentablemente,
f rmular esta última hipótesis con carácter conjetura l, más bien que
5 Sabemos por lo menos de dos niños en los cual es la hiperinflación de su verifica rla mediante material directo de nuestro estudio.)
sentimiento de omnipotencia y grandeza, la plétora de su precoz narcisismo, A raíz de las diferencias descritas respecto de las vicisitudes
aumentada por la admiración especular que les prodigaba la madre y el mundo 'specíficas de cada sexo en el proceso de separación-individuación,
adulto circundante, resultaron decididamente desfavorables para su capacidad
parece muy plausible que la proclividad a un humor básico depresi-
de reemplazar la creencia en la onmipotencia mágica por un narcisismo se-
vo sea mayor en niñas que en varones. Tanto en unos como en otras
cundario sano y una confianza duradera en un mundo objetivo "bueno" . Por
1 poder de sostén que posee el humor cara cterizado por la autocon-
otra parte, también supimos de varios casos de niños y niñas cuya organización
adaptativa y defensiva en la vida posterior -quizás en su resolución de la fase fianza, específico del período de ejercitación, el restablecimiento y la
edípica- corrigió ampliamente un desarrollo ini cial aparentemente frustrador r generación de la autoestima y de la confianza en el mundo, depen-
(menos que óptimo) de la subfase. derán en general del ritmo y la diagrama ción cronológica con que

242 243
ocurra el reempl azo del sentim iento de omnipotencia por un narci 11'< u mas de shock al final del segundo y durante el tercer año. En
sismo secundario sano. La construcción de una autoestima reali st.t 1,1zón de su dotación agresiva mayor que el promedio, esto aumentó
en el curso de la subfase de acercamiento depende en buena m(• u pred isposición a una neurosis posteri or. M anifestaciones de su
dida de la magnitud agresiva activa del impulso hacia la individu,¡ 11gresividad mayor que el promedio eran di scernibl es en su primera
ción, que, sin embargo, debe ser neutralizada. ubfase (en particu lar, en la vida en el hoga r). Más tarde estas mani -
f •staciones desaparecieron por depresión en el curso de la subfase de
Como hemos expuesto en deta lle en el capítulo 6, el papel fa ¡
,, erca mi ento. Fueron reemplazadas por temores precoces, por una
litador del ambiente ti ene mayor importancia en la subfase de ac r
breprecaución ansiosa y por una ambiva lencia mayor que el pro-
cami ento. Son también importantes los mecanismos mediante l o~
111edio. Es notable en este respecto que la madre de Donna fuera
cuales entran en acc ión procesos identificatorios y desidentificato
particu larm ente intolerante con sus propios impu lsos agres ivos, y, por
rí os y de internalización y extern alización. Para ser óptimos, deb n
r nsiguiente, con la agresividad de otros.
resu ltar adecuados al sexo; es decir, diferentes en varones y niñas.
Sam, cuya fase simbiótica se prolongó artifi cial mente, comenzó
De los niños que hemos exa minado con cierto detalle, Bru ,,
IMde la subfase de ejercitación. Gateó con demora, y lo logró y luego
era uno de los más capaces de enfrentar nuevas situac iones con entu
dom inó la locomoción vertica l hasta los 17 y 18 meses, respectiva-
siasmo, contra grandes desventajas ambientales. Bruce tuvo un bu n
mente, o sea en el apogeo cronológi co del acercamiento. En esa épo-
com i e~~o del período de ej.ercitación, brevemente perturbado por 1.1
(' , su humor só lo se exa ltó por un breve período y pronto ced ió el
depres1on de su madre. Sm embargo, reunió fuerzas y Juego d1•
p so a una ansiedad y exc itab ilidad que traducía n su inquietud.
muchos reveses aprendió a caminar alrededor del año. Util izó est<1
func !ón rec ién adquirida para explorar el mundo con gran alborozo y Por nuestra pequeña muestra de 38 niños, tenemos la impresión
c?nf~anza . Bruce r_nantuvo _esta cua lidad de entusiasmo en su apren de que el humor de autoconfianza y entusiasmo, típi co del período de
d1za1e y exp loracton . PareCia ayudarl o a desidentificarse de su madr •jerc itac ión , parecía extenderse con mayo r faci li dad más allá
vo lverse ha~i a su padre, y encontrar confortación en el mundo que 1<; d la subfase de acercamiento en los niños a los cuales el com ien-
rodeaba. Sm embargo, su humor bási co durante la fase de acer- 1.0 de la ejercitación -el primer alejam iento de la madre- les
camiento y después de ella vaciló entre el entusiasmo y la ca lma refl r su ltaba placentero. Este fue el caso de Bruce y de Teddy. Parece que
x1va . Aparte de Bruce y Teddy, tuvimos muchos otros casos de niños 1 placer experim entado en las primeras correrías dentro del mundo
en los que el humor básico preedíp ico, al final de la subfase de acer- ,tjeno a la madre, más que cualquier otra variable, era lo que soste-
cam iento, tendía a ser pos itivo y optimista . nía al niño en sus dificu ltades posteriores, ayudándolo a enfrentar
En camb io Don na, la niña con la mejor dotac ión innata general, nuevas si tu aciones con un humor positivo y confiado.
ya se mostraba apagada al comenzar el período de ejerc,i ta ción . Sol o En el caso de Teddy, la " ruptura del cascarón" se demoró por
era fel iz si su madre estaba a la vista. No podía investir de confi an- razones adaptativas, pero a nuestro juicio también defens ivas (véase
za ni el mund?. aj eno a su madre ni su propio yo. A veces parecía Mah ler y M cDevitt, 1968). Sin embargo, después de la ruptura utili zó
ejercer ~u movdtdad con extremado cuidado. Aunque gateó y ca min ¡ 1 dos los med ios posibles para interesar y captar la atención de su
a la. mt.sma, edad ~ue Bruce, y más tarde, durante su período madre, y tamb ién para ll amar la atención de otros (con payasadas,
de eJerc1tac 1on prop1amente dicho, desplegó un típico " idilio con 1 xhibiendo su pene, reflejando especularmente a su hermano mayor,
mundo", el separarse de su madre parecía resultarl e definitivamen- hostigando a su madre al apuntar el pene haci a ell a, etcétera) . Su
te penoso y confli ctual. Su humor básico du rante el tercer año fue dt• , gres ión precoz, que excedió a la presión que ej ercía su crec iente
ansiosa indec isión. Con gran sorpresa de nuestra parte, pese a su actividad locomotriz, puede haber sido un a reacción demorada a la
superior individuac ión (debido a una dotación superior y a una mater- frustración, por una parte, y por otra una " identifi cac ió n con el agre-
n~ci~n a.~are nte.n;ente óptima), su humor alborozado de la época d • or", de carácter especul ar -es decir, una identificación con su her-
eJerc ttac 1on cedto el paso (en los meses 20 y 21) a cambios de ánimo mano, que tenía 14, /2 meses más que él (A. Freud, 1936)- . Sus
mayores que el promedio. primeras proezas fálicas no parecen haber sido obstaculizadas al
. Un fact~r coadyuvante de mucha importancia en las perturba- omienzo por form ac iones reactivas de defensa . Sólo más tard e, en
Clones evolut1vas de Donna fue probablemente la acumulación dt• •1apogeo de la fase fálica y al asomar el período fálico-edíp ico, Teddy

244 245
pareció enfrentarse a la ansiedad de castración. En su caso, como
en el de varios niños más, esa ansiedad parecía ser subterránea e
interna/izarse. Había una moderada actitud seductora y simultánea-
mente cierta defensividad, y ocasionalmente cólera, pero nunca hos-
tilidad abierta hacia la madre. (El estudio de una posible lucha con el
padre no nos era factible con nuestra metodología.)
El caso de Teddy y el de su hermano (que no examinamos aquí
en detalle) indicarían, junto con la historia de muchos otros de nues-
Capítulo 15
tros niños, que el poder agresivo y activo de apoyo de la función
motriz en los niños los ayudó a no sucumbir tan fácilmente como las REFLEXIONES SOBRE LA
niñas a un humor básico depresivo en el período preedípico. Pero IDENTIDAD DEL NÚCLEO
como ya vimos en detalle anteriormente, había algunas excepcio-
nes a esta regla: eran casos de niños en los cuales los traumas por ten- Y LA FORMACIÓN DE LÍMITES DEL YO
sión, infligidos por una gran interferencia de la madre, constituyeron
obstáculos a la evolución, a la vez que el padre era inadecuado co-
mo objeto de identificación . L os pasos por los que se llega a construir la autorrepresentación, a
partir de las representaciones yo-objeto de la fase simbiótica, son
bastante difíciles de captar.
Wendy era diferente de todos los otros niños, por el hecho de
que nunca parecía defenderse contra el engolfamiento simbiótico. Seguimos a los niños desde el estado crepuscular de la simbio-
En verdad, era como si actuara contra el proceso maduracional de sis hasta el punto en que emergieron como individuos por derecho
crecimiento, que impulsa cada vez más al deambulador a separarse, propio, con un definido sentimiento de "yo", "mí" y "mío", de
a desentrañar la representación del yo de la representación objetal. quiénes eran y dónde estaban, aunque este sentimiento dependiera
Como ya hemos descrito, Wendy se aplicó durante mucho tiempo aún, en cierta medida, de un contexto sincrético y estuv iera sujeto a
-ya avanzada la edad cronológica de la cuarta subfase- a tener una múltiples distorsiones. Pronto comenzamos a abrigar dudas acerca de
relación exclusiva con su madre y con sustitutos de ésta, tanto varones la posibilidad de superar, en un estudio observacional, las dificul-
como mujeres. La niña insistía en una relación uno a uno con adul- tades inherentes al rastreo de los pasos por los que se llega a la for-
tos, y alternaba entre conductas seductoras y atractivas y un humor mación de la imagen corporal, así como a la diferenciación de la
irritado y áspero. Creemos que era la más narcisista de los cinco niños representación corporal y mental del yo. Tuvimos desde el comienzo
representativos y que siguió fijada durante demasiado tiempo en el la impresión de que sería muy difícil encontrar referentes conducta/es
estadio de la identificación especular con su madre. La regresión era pertinentes para este proceso eminentemente interno.
su principal mecanismo de defensa. Era también la menos sociable de Lo que el infante siente subjetivamente, dentro de su cuerpo,
los cinco niños. Su humor básico dependió casi enteramente duran- especialmente al comienzo de la vida extrauterina, escapa al ojo del
te largo tiempo - hasta bien entrado el tercer año- del humor de su observador. Es decir, los referentes conducta/es casi no existen. Pode-
madre o de la actitud de ésta hacia ella y hacia las personas con las mos suponer, sin embargo, que las primerísimas percepciones son del
que ella entraba en contacto. Su desarrollo general, aunque no se vio orden de sensaciones corporales tales como las expuestas en el capí-
de ningún modo gravemente perturbado, sí resultó sustancialmente tulo 4. Coincide con este punto de vista el hecho de que Freud (1923)
demorado. describiera el yo como algo que es primera y principalmente un "yo
orporal".
Totalmente aparte de la dificultad que implicaba determinar
qué referentes conducta/es y afecto-motrices de superficie pueden
onsiderarse como pasos integrantes de la construcción de los senti-
mientos corporales, de la imagen corporal y de eventuales autorre-
presentaciones, experimentamos dificultades adicionales en este

246 247
respecto, debidas a la naturaleza y el método de nuestro estudio. Las la verificación comparando con la madre, espec ialmente con la cara
características de nuestro ambiente de trabajo no engranaban con le ésta, están en su apogeo. El juego de ocu ltamiento pasivo y más
la observación de las íntimas y tranqui las situaciones reflexivas de la Larde activo, tiene un doble propósito: encontrar a la madre, pero tam-
vida hoga reña: el bebé en la cuna por sí mismo, gorj eando suave- bién ser encontrado por ella. Ser encontrado por la madre, ser visto
mente, tocando su cuerpo, jugando con sus pies, mirando los mo- por ella (es decir, reflejado especul armente por ell a) parece construir
vimientos de sus manos de una manera que al comienzo hace dudar la concienca del yo corporal, cosa que debemos suponer por la
al observador de si el infante tiene alguna conciencia de que el es- observación del in cesante placer que el infante experimenta con este
pectáculo que está contemplado ocurre por su propia voli ción, con juego repetitivo. Estas son algunas observaciones que hemos efectua-
sus prop ias partes corporales, o si "piensa" que éstas se mueven por do acerca del surgimi ento de la representación del yo corporal en la
sí mismas. ubfase de diferenciación.
Nuestro diseño de investigación nos privó de la oportun idad de En el estad io del com ienzo de la subfase de ejercitación, nuestra
observar la detección de partes del cuerpo por el infante: los dedos tarea se vuelve un poco más fácil. En este punto, el infante com ienza
de sus pies, los pies, el importante omb ligo, y espec ialmente el pene. moverse con energía prop ia; se propulsa a sí mismo en el espac io y
Sin emba rgo, algu nas situaciones que ocu rrían en el Centro parecían parece haber aprendido al fin que no sólo esos brazos y piernas son
compensar en parte la seria desventaja de nuestra metodología, el uyos, sino que puede coord inarlos y disponerlos a la marcha. Hemos
hecho de no poder ser testigos de situaciones coherentes y conti- hablado reiteradamente de cómo el infante y el deambulador en
nuas que se prod ucen en la intimidad del hogar. Observando cuida- período de ejercitación pasan relativamente por alto los golpes y
dosamente las conductas y también mirando nuestros fi lmes, pud imos lesiones menores. A med ida que el infante gatea y más tarde camina
presenciar a veces in statu nascendi la auto- li bidin ización afec- 1or sí mi smo, la frecuente ca ída y el golpearse contra objetos sóli dos
to-motri z, que puede ser precursora de la integración de los senti- de su ambiente parece aumentar su sentimiento (la catex ia) de los
mi entos de yo corpora l. límites de su yo corporal. Estos tropiezos con los objetos sólidos ina-
Notamos in vivo que esto resultaba apoyado por nuestro análisis nimados de su ambiente parecen servir como una especie de agre-
de los fi lmes, episodios en que los niños de 5 a 8 meses, rodeados por ivizac ión, una consolidación y delineamiento, por así decirlo, de los
adu ltos am istosos que los reflejaban libidinalmente en forma especu- lím ites del yo corporal. Estas experiencias forzosas ayudan al niño a
lar, parecían electrizados y estimu lados por esta admi ración es- integrar su imagen corpora l en conjun ción con el efecto conso lidador
pecular. Esto se hacía evidente por el excitado meneo del cuerpo, el de las sensaciones kinestésicas, transm itidas por la "función motriz de
arqueo de la espalda para alcanzar los pies o las piernas, el pateo y jecución" de su musculatura. Así, el relativo olvido de dolores
batido con las extrem idades, y el estiram iento con un estado afectivo menores en el período de ejercitación pod ría servir al propósito de
alborozado y placentero. Esta obvia estimulación kinestésica táctil del posib ilitar al niño experiencias repetidas y altern adas de placer y
yo puede promover, a nuestro parecer, la diferenc iac ión y la integra- dolor menor mientras toca, siente y explora activamente el mundo
ción de la imagen corpora l del infante. xterior, o lo experim enta pasivamente como duro, só li do y a veces
apaz de lastimar, durante el período en que están en proceso de for-
Desde más o menos los 7 meses, los bebés comienzan a jugar
mación las representaciones del yo corpora l. En contraste con esto
con sus madres juegos que suponemos (desde que Anna Freud nos
stá la libidinización de los límites corporales por el manejo que la
enseñó que no era el altrui smo lo que dictaba esta conducta) que sir-
madre hace del cuerpo del bebé, y tambi én por el contacto táctil con
ven para delinear la imagen corpora l del infante deslindándola de la
! "objeto transic ional", que es aca riciador, blando y reconfortante de
del objeto. El bebé toma trocitos de comida y los pone alternativa-
mente en la boca de la madre y en la prop ia; aferra un medallón de una serie de maneras.
su mad re y lo lleva a su boca, etcétera . Las mad res responden a su vez Al final del período de ejercitación y durante la subfase de acer-
a esas nacientes y juguetonas experimentac iones del niño con sus amiento comenzamos a ver (como hemos descrito en los capítulos 5
sensaciones corpora les, jugando a compara r las partes del cuerpo del y 6 ) cómo el bebé toma posesión de su propio cuerpo y lo protege
infante con las del suyo ("Esta es mi nariz, ¿dónde está tu nari z?", "tor- ontra el manejo por la madre como objeto pasivo; por ejemplo,
titas", gestos de sorpresa, etcétera). El escudriñamiento comparativo, lucha oponiéndose a que lo pongan reclinado .

248 249
Aquí reside el conflicto: por un lado está el sentimiento d1 1 onmnica con el mundo de los objetos percibidos , y que la persona
des,amparo del deambulador al comprender su separación, y por 011 11 Individual sabe que ese núcleo nunca puede comunicarse con
esta su esforzada defensa de lo que le es caro, o sea la nací .1111 l11 realidad externa o ser influido por ella. Aunque las personas sa-
autonomía de su cuerpo. En esta lucha por la individuación, y la 011 ll,t s se comunican y se complacen en hacerlo, hay otro hecho
comitante cólera que le produce su desamparo, el deambulador ¡¡,1 l~u almente cierto, a saber, que cada individuo es algo aislado, per-
ta de volver a henchi r su sentim iento del yo, de aprox imarse a ¡,1 lllanentemente no comunicado, permanentemente desconocido,
il_usión de omnipot~ncia del período de ejercitación, ya perdida p.u ,1 •n realidad, no descubierto (pág. 187)
s1empre. Esta es la epoca de la lucha por el acercam iento, de la u.tl
el deambulador puede emerger mediante la internalización transm11 Winnicott prosigue diciendo:
tante (Tolpin, 1972) y valiéndose de otros mecanismos identifica111 Las experiencias traumáticas que llevan a la organizacwn
ríos, con una cierta medida de integración de su representación dc •l d · las defensas primitivas pertenecen a la amenaza contra el núcleo
yo, o bien quedar atrapado en la incertidumbre respecto de su idenlt ,lisiado, a la amenaza de que ese núcleo sea desc ubierto, altera-
dad como ser separado viable. Tal incertidumbre puede ser efecto d1 do, que se establezca comunicación con él. La defensa consiste en
una separac ión insuficiente de su representación del yo, particul,u 1111 mayor ocultamiento del yo secreto ... La pregunta es: ¿cóm.o ais-
mente en lo que refier: a la diferenciación de los límites del yo.l l,¡rse sin tener que insularizarse? (pág. 187)
Como resultado, la fus 1on o el reengolfamiento, sigue constituyendo La tarea a realizar mediante el desarrollo en el curso del proce-
una amenaza contra la cual el niño debe continuar defendié11 ~ o normal de separación-individuación consiste en establecer una
dose después del tercer año. El resultado de este conflicto pu de • l'icrta constanc ia del objeto y también una cierta constancia del yo,
no decidirse ni siquiera a través de las vicisitudes del desarrollo di una individualidad capaz de resistir, por así decirlo. Este último logro
pico y postedípico. I'Onsiste en alcanzar los dos niveles del sentimiento de identidad:
En lo que respecta a la formación de la "identidad nuclear" 1) la conciencia de ser una entidad separada e individual, y 2) una
aunque tuvimos la oportunidad de observar momentos íntimos de 1,; Incipiente conciencia de una auto-identidad con definición de sexo.
vida del bebé, nuestra impresión es que sin embargo no hemos podl Al final del segundo año hemos encontrado en la conducta de
do ver cómo el infante forma el núcleo de su autorrepresentaci 11 . v, rones y niñas un a sorprendente consolidación de las diferencias
Recordamos que Winn icott (1963) dijo: d terminadas por el sexo y constitucionalmente prefijas. El orgul lo del
En estado de salud, hay un núcleo de la personalidad gu 1 varón por su pene y el narcisismo corporal de la niña parecen comen -
correponde al verdadero yo. Sugiero gue este núcleo nunca s1 lí:H durante la fase ana l. Sin embargo, el pleno logro del segundo nivel
d identidad debe esperar a la fase fálica del desarrollo psicosexual.
1L . 1n otras palabras, el deambu lador tiene que alcanzar la fase fálica
as rea~c10nes ·
especu1ares son muy Importantes para seguir el proc1:so
de constru ccwn de representaciOnes del sí-mismo y diferenciar a éstas de 1.1 para recibir el ímpetu que lo ll evará a la integración de la imagen del
representaciones de objetos. Cuando se pone al bebé en una colchoneta an11 yo corporal con determ inación de sexo. Este desa rrollo depende de la
un espejo a nivel del piso, en la época en que comienza a mostrar interés po 1 diferenc iaci ón e integración de una estructura yoica coherente y de-
la imagen, éste se excita y agita los brazos con un movimiento de descarga. M ,1 l ••minada por el sexo, y ésta depende a su vez de la estratificación y
tarde, a los 6 u 8 meses, sus movimientos disminuyen y parece quedarse pc11 1,1 organización jerárquica de la catexia libidinal de las zonas, y de la
sattvo, pues va relacionando los movimientos de su cuerpo con elmovünic 11 ~ fntes is en un todo de las representaciones de partes de la imágenes
to de la imagen del espejo. (Los niños que no respondían en forma motri?, ,1 111entales del yo corpora l (véase también Loewenstein, 1950).
esta edad, miraban la imagen con cierta perplejidad.) A una edad aun mayor, 11
ó 10 I~eses, el niño hace movimientos deliberados mientras observa su imagc 11 , Debemos acentuar una vez más que el desarrollo del sentimien-
expenmentando aparentemente con la relación entre él mismo y la "imagen", to del yo es el prototipo de una experi enci a interna em inentemente
clasificando sus movimientos y tratando de aclarar su relación con ella. (1,1 p ' rsona l, que es difícil, si no imposible, de rastrear en estudios obser-
con~ucta ·del infante y del deambulador frente a su imagen en el espejo repn· Ve ciona les, y también en la situación reconstructiva del psicoanálisis.
sento un proyecto específico de investigación llevado a cabo por el doctorjoh 11 S revela por sus fall as mucho más fácilmente que por sus variaciones
B. McDevitt. Aún no ha sido publicado.) 11 rmales, a las que este libro se ha limitado deliberadamente.

250 251
Capítulo 16
ALGUNAS OBSERVACIONES FINALES
ACERCA DEL SIGNIFICADO
DE LA CR~SIS DE ACERCAMIENTO

A raíz de la tarea espec ial que habíamos planeado y del ambiente


especia l en que actuamos y del método utilizado, el tercer año,
particularmente en su segunda mitad, se transformó empíricamente
l'll nuestra plataforma de eva luación retrospectiva del grado de estruc-
ILiración del yo, y de formulación de conjeturas fundadas acerca de la
r lativa normalidad futura, y también de la patología menor, o de ran-
B medio que podían ll egar a presentar nuestros sujetos. Tratamos de
'va luar en la fase fálica (y en unos pocos casos, también a través
1 1material de las sesiones de juego, en el cuarto año), el resultado de
las tres primeras subfases del proceso de separación-individuación.
Llegamos a comprender que debíamos ser extremadamente cau-
1 losos y formular só lo predicciones provisorias incluso a corto plazo,
pues aun éstas parecen ser bastante precarias. Sin embargo, nuestro
e tudio indicó inequívocamente (al menos en nuestra muestra, que
no era de ninguna manera representativa) que había ciertas encruci-
jadas del proceso de separación-individuación, ciertos puntos nodales
'n la estructuración, maduración y desarrollo, en los cua les algu-
nos eventos resu ltan particularmente traumáticos. Estos son, por ejem-
plo, la diferenciación precoz de núcleos del yo, la falta de ali ento
,1mbiental, y el aumento de la agresión no neutra li zada al comenzar
'1período de ejercitación; el hecho de que la madre falle en liberar el
uerpo del infante en la fase ini cial de la crisis de acercamiento;
tcétera. También encontramos constelaciones en las que las situacio-
n s traumáticas se mantenían aletargadas hasta que el proceso de
rec imiento alcanzaba los puntos nodales o encrucijadas en que los
traumas por tensión sa lían a la superficie y provocaban perturba-
iones (qu izás observaciones de la escena primaria que acentuaban
las ansiedades de castrac ión, intervenciones quirúrgicas en la fami li a
'n edad temprana, que acrecentaran la ambiva lencia, etcétera).

253
Durante todo el cu rso de la sepa ración-individuación, un.1 Hemos aprendido mucho en este estud io acerca del motivo por
de las más importantes tareas evo lutivas del yo en desenvolvimiento t•l cual resu lta difícil, si no imposible, el desarrollo suave y coheren-
es la de tratar de manejar los impulsos agresivos frente a una concien lt•rnente progresivo de la persona lidad, aun en circunstancias cornu-
cia cada vez mayor de separación. El éx ito que en ello se logre depen- 11 s favorab les. Descubrimos que esto se debía, precisamente, al
derá de la robustez del yo prim itivo, es deci r, de la uniformidad de su hecho de que la separación y la individuación derivan del ori gen sim-
estructuración (véase Weil, 1973). Esto permite al niño utilizar agr bi ótico de la cond ición humana y de él dependen, es decir, de esa
sión neutra o neutralizada al servicio del yo, y lo ayuda a aceptar la misma simbiosis con otro ser humano, la madre. Esto crea un anhelo
sepa rac ión sin quedar abrumado por las ansiedades específicas d duradero del estado de identificación primaria (la om nipotencia pri-
la edad: temor a la pérdida de objeto, temor a la pérdida de amor, maria absol uta de Ferenczi, 1913), rea l o cenestésicamente fantasea- 1'
ansiedad de separación y/o ansiedad de castrac ión. do, cump li do como deseo y absolutamente protegido, al que todo ser
1
Llegamos a establecer que la graduali dad del reemplazo d 1 humano se esfuerza por ll egar en lo profundo del inconsciente origi-
principio del placer por el principio de realidad -la gradual idad con nal primord ial, en el así ll amado domin io primordialmente reprim ido.
que el niño cobra conciencia del proceso intrapsíquico de diferencia- Además, el desarrollo suave y coherentemente progresivo de
ción de las representaciones del yo respecto de las representacione 1 personalidad se vuelve extremadamente difícil a raíz de la refinada
de los objetos mediante procesos de identificación- sigue un camino ·ornplejidad de la tarea que debe cumplir el ser humano para adap-
tortuoso. Los dos carriles principales, individuación contra separa- 1 rse como individuo separado a peligros sin cesar crecientes de una
ción, estructuración del yo y conci encia de separación, constituyen vida que ocurre en un mundo contam inado y esencia lmente hostil.
desarrollos paralelos. El narcisismo prima rio del infante, la creencia
en su prop ia omn ipotencia y en la de sus progenitores, debe ir cedien- Parece inherente a la condición humana que ni siquiera el niño
do en forma gradual, es dec ir, tiene que ser reempl azada por el fun- más normalmente dotado, con la mejor madre dispon ible, sea capaz
cionam iento autónomo. La fuerza activa y agresiva de lo innato dado ele capear el proceso de separación-ind ividuación sin cris is, sa lir
-el impu lso de individuación- debe ser investida con energía neu- incólume de la lucha por el acercamiento, y entrar en la fase ed ípi ca
tralizada sin que con ello interfiera indebidamente la ambivalenc ia. ·in dificultades evo lutivas (Mahler, 19 71 ). De hecho, corno hemos vis-
to en el capítu lo 7, la cuarta subfase del proceso de separación-indi-
Esto asegu raría el com ienzo del investimiento del yo con un
viduación no tiene un punto terminal único, definido y permanente.
narcisismo secundario sano, permitiría que los aparatos del yo alca n-
zaran la autonomía secundaria, y, lo que no es menos importan- Uno de los principales frutos de nuestro estudio fue el descu-
te, posibi litaría la catex ia del mundo de los objetos con una cierta brim iento de que la neuros is infa ntil puede tener su precursor obliga-
medida de libido neutralizada, con lo cual se promovería la sublima- torio, si no su primera manifestación, en la cri sis de acercamiento, a
ción (E. Kris, 1955). la que hemos adjudicado, por lo tanto, un lugar particularmente ·
importante en nuestro libro. Esta crisis se prolonga a menudo hasta
Nuestro limitado estudio nos permitió entrever por qué incluso
el desarrollo preliminar hacia el compl ejo de Ed ipo y la neuros is bien avanzado el tercer año y puede superponerse a la fase fá lico-
infa ntil es tan impredecible. Pero también nos impuso una espec ie de dípica, en cuyo caso interfiere con la represión y en el tránsito
mis ión de constru ir con un optimismo tenaz y cauteloso mejores sin tropiezos por el comp lej o de Ed ipo (véase A. Freud, 1965b;
instrumentos, más refinadas teorías psicoanalíticas del desarrollo, Nagera, 1966).
para poder comprender el "i rrecord ab le" y el "ino lvidab le" reino de Corno vernos, buena parte de nuestra comprens ión de la sa lud y
la mente, que a nuestro parecer constituye la clave de la política la patología puede depender de aspectos evolutivos, el más impor-
preventiva. tante de los cuales, desde nuestro pu nto de vista, es la eva luación
Hasta este pu nto en la situación psicoana lítica hemos tratado de ualitativa de los residuos del período simbiótico y también del perío-
comprender ese rei no de la mente apoyándonos más o menos en la do de separación-individuación.
empatía cenestés ica . En algún momento logra remos llegar a una com- Mediante la fec unda comb inación de las teorías evo lutiva
prensión empática-intelectual más caba l de las sensaciones de pa n- structural y de la ps icoana lítica, contamos ya con instrumentos que,
talla y otros derivados de la fase preverbal (cf. Anthony, 1961) . si se los utiliza para amp liar la teoría de la li bido, pueden promover

254 255
nuestra comprensión del ámb ito cada vez más amplio de síntomn ~ deambu lador para lograr la atenc ión y participación de su madre.
neuróticos en la niñez, y tamb ién durante todo el cicl o vital. Pero como dijimos anteriormente, los procesos de internalización
Olvidamos con demasiada facilidad el hecho de que la culm in,t , vanzan en este punto con ritmo ace lerado, construyendo estructuras
ción de la teoría de la libido, que encierra la clave de la neurosis, c•l que contribuyen a la autonomía del yo independi ente del mundo
comp lejo de Edipo mismo, es no sólo una teoría de los im pulsos, sino xterior.
también, y en el mismo nivel de importancia, una teoría de las rel n El deambulador pequeño va comprendiendo gradualmente que
ciones objeta les. Hay tendencia a subestimar la potencialidad qu1• sus objetos de amor, sus progenitores son individuos separados
tienen el yo y los precursores del superyó, de crear confl ictos intrap que tienen sus propios intereses. El niño debe abandonar en forma
síq ui cos en niveles tempranos del desarrollo. gradua l y dolorosa la de lusión de su propia grandeza y su creencia en
Creemos que nuestra comprensión de la neurosis infanti l podrfot la omnipotencia de sus padres. El resultado es que aumenta la
beneficiarse mediante la integración de datos obtenidos por obscr ansiedad de separación y se acentúa la desidentificación de la madre,
vación y reconstrucción de las primeras fases de la existencia extrau on la que se entab lan luchas dramáticas coercitivas (nos pareció
terina del niño. Es nuestro parecer que ese conoc imiento podrf,¡ que esto ocurría menos con el padre). Hemos llamado a esta encruci-
acrecentarse mucho con la observación de la trayectoria que sigur• jada, crisis de acercamiento.
la diferenciación y la desv incu lación del infante de la matri z simbi6 La lucha por el acercam iento tiene su origen en el di lema especí-
tica, y con el rastreo de los primeros pasos del confli cto internal izado . ficamente humano nacido del hecho que, por un lado, el deambu-
En nuestro trabajo clínico y en nuestras observac iones de pan• lador se ve obligado, a raíz de la rápida maduración de su yo, a
jas madre-hijo hemos tropezado -con gran sorpresa nuestra- con reconocer su separación, mientras que por otro lado es aún incapaz
conflictos evolutivos que son específicos de cada fase, aunque varí ' 11 de mantenerse solo y seguirá neces itando a sus padres por muchos
en cada individuo. Esos confli ctos ocurrían con asombrosa regul ar! ños.
dad desde la segunda mitad del segundo año. Tres situaciones muy im portantes y generadoras de ansiedad,
Como exp li có Mah ler en un artícu lo del Festschift dedicado ,, que pueden prolongarse bastante más al lá del segundo año de vida,
Heinz Hartmann (Mah ler, 1966b), precisamente en el punto en que 1'1 onvergen en el período de acercam iento: 1) el temor a la pérdida de l
niño está en el apogeo de su delusión de omnipotencia - al culmin,H objeto se alivia en parte med iante la internalización, pero también se
el período de ejercitación- es donde este narcisismo resulta parti u omp lica por la introyección de las exigencias parentales; esto no
larmente vu lnerable al pel igro de deflación. sólo indica el comienzo del desarrollo del superyó, sino que tam -
bién se expresa en el temor de perder el amor del objeto . Este temor
En esa época, desde alrededor del mes 15 al 16, se desarro ll,t
se manifiesta, a su vez, en una reacción extremadamente sens ible a
en el deambulador una conciencia definida de su propia separación
la aprobación y la desaprobación por los progenitores; 2) hay una
Como resultado del logro maduraciona l del yo, que culm ina 'll
mayor conciencia de los sentim ientos y presiones corpora les, aumen-
la locomoción vertical libre y el progreso del desarro ll o cognitivo, 1•l
tada por la concienc ia de las sensaciones intestinales y urinarias,
deambulador se enfrenta con una nueva y perturbadora rea li dad, fr 11
durante el período de entrenamiento de esfínteres; 3) en la mayoría
te a la cua l ya no es capaz de mantener la desilusión de su grand 7•1 de los casos, se produce una reacc ión ante el descubrim iento -bas-
omnipotente.
tante antes de lo que pensábamos- de la diferencia anatómica entre
En la tercera subfase del proceso de separación-individuación, o los sexos, lo que precipita prematuramente la ansiedad de castración
sea el período de acercam iento, si bien el proceso de individuaci Jll o la envidia del pene.
procede rápidamente y el niño lo ejercita hasta el límite, él se harr• Las fuerzas evol utivas perm itieron a muchos de nuestros niños
cada vez más consciente de su separac ión y com ienza a emplear to reso lver el confl icto del acercamiento y proceder a niveles super iores
da clase de mecanismos, en parte internalizados y en parte aún y más amplios de relación objeta! y funcionamiento del yo, aunque
exactuados, para enfrentar esa conciencia y poder negar la sep,t ,1lgunos desarro llaron perturbaciones evolutivas transitorias. En 1963,
ración . Una de las conductas más frecuenteme nte observad,, la doctora Mahler hi zo una observación corroborada por nuestra
de enfrentamiento de esa conciencia es el insistente reclamo 11 •1 Investigación, de que "el infante deambu lador normal se empeña, por

256 257
lo común con éx ito, en extraer abastecimiento emocional y partlt 1 ¡os procesos evolutivos comp lejos de la subfase de acercam iento y su
pación de su madre, en ocasiones con cons iderables probabilidadt • Pxitosa o frustrada resolu ción afectan indudabl emente la manera en
en contra". Hemos llegado a conocer más deta lles acerca de los nu· que el niño superará luego la crisis edípi ca.
can ismos de adaptación y de defensa (precursores de defenso1 La tendencia hacia la escisión del mundo de los objetos, que
posteri ores) con los que el niño logra evitar las influencias, aún t'll luede producirse como solución del niño al dolor que le pro~ucen
parte ambientales, que le obstaculizan el camino hacia el e 1.1
blecimiento de la autonomía secundaria de su estructura yoica, ca do~
l 1s situaciones de anhelo y pérdida durante la cr1s1s de acerca mi ento,
,1 be contribuir a acrecentar la dificultad con que éste tropi eza para
vez coherente. 1• 'solver los complejos conflictivos relacion ados con los objetos en
Sin embargo, en algunos niños la crisi s de acercam iento llev .1 1'1 período edípi co, lo cual promueve la an;bivalencia y ~r?yecta
una gran ambiva lencia e incluso escis ión del mundo objeta! c•n 11 na sombra ominosa sobre el desarrollo ed1p1co y posted1p1 co de
"bueno" y " malo", cuyas consecuenci as pueden ll ega r a organ izarst• lit personalid ad.
más tarde en síntomas neuróticos de la variedad narcisística. H,ty De estas maneras, y quizás de otras distintas, se hace a n_ues-
otros niños en que islotes fallidos en el desarro llo pueden producil lro parecer manifiestamente visible la neurosis infanti! en el per~od.o
una si ntomatología fronteriza en la latencia y la adolescenc ia.l t'd ípico; pero puede estar ya configurada por el destmo de la Cri SIS
La fijación en el nivel del acercami ento puede observarse con de acercami ento que lo precede.
mucha frecuencia dentro de la amplia ga ma de pacientes niños y
ad ultos que buscan en la actualidad nuestra ayuda. Su ansiedad m á~
generalizad a es la de separación; sus estados afectivos pueden estar
dominados por la có lera narcisísti ca con berrinches, que a veces S<'
ca lman y dan paso a la rendición altruista (A. Freud, 1936). El con-
fli cto bás ico de esas personas debe busca rse y se encontrará, en nues-
tra opinión, en la lucha narcisística primitiva que se exactuó en In
lucha por el acercam iento, pero que puede haberse transformado
en un confli cto interno fundamenta l, referente sobre todo a su incier-
to sentimiento de identidad (Erikson, 1959).
Para terminar, deseamos señalar la vincu lac ión existente entre la
crisis de acercam iento y la neurosis infantil, ta l como ha sido clásica -
mente concebida. Es nuestra op ini ón que al comprenderse la fij ac ión
en la crisis de acerca miento se puede esclarecer un poco la génes is
de la neurosis, sobre todo en los pac ientes cuyo principal proble-
ma es, como di ce Maurice Bouvet (1958), encontrar la "distancia
ópti ma" entre el yo y el mundo de los objetos. Hay una oscil ación
entre el anhelo de fusionarse beatíficamente con la representación del
objeto bueno, con la madre simbi ótica de otrora, "tota lmente buena"
(a l menos en la fantasía), y la defensa contra el reengolfami ento por
ell a, que podría ca usar la pérd ida de la autoidentidad autónoma .
Estos meca nismos son resultado del conflicto básico que surge
en una forma fundamental y primitiva en la subfase de acercami ento.

1 D eliberadamente no nos hemos referido en detalle a estas vicisitudes en


el presente libro.

258 259
1111

'1

APÉNDICE 1

EL ANÁLISIS DE DATOS
Y SU FUNDAMENTO:
UN ESTUDIO DE CASOS
EN LA INVESTIGACIÓN

CLÍNICA SISTEMÁTICA

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Apéndice A
LOS DATOS DISPONIBLES

Las madres y los niños


urante el estudio piloto (1959-62 ) y los años de investigación
D más formal (1962-68), estud iamos a 38 niños y a sus 22 madres.
Al ir pasando el tiempo, nos centramos cada vez en el estudio inten-
sivo de los niños con los que trabajábamos después de 1962. Nuestro
trabajo intensivo con estos últimos niños se benefició con un enri-
quec imi ento acumulativo de conceptos provenientes de nuestras
primeras observaciones piloto y de diversos estudios posteriores,
más formales, de parejas adicionales madre-hijo. Los contactos perió-
dicos con muchos de los niños del segundo grupo sigu ieron luego de
los principales períodos de estud io intensivo. En el cuadro 1 presen-
tamos una síntesis de las características de estos niños y de sus pro-
genitores.

Los datos básicos


Nuestra orientación fue siempre bifocal, pues el sujeto fue en
todos los casos la unidad dual madre-hijo. Las fuentes más valiosas de
datos fueron las observaciones de parejas madre-bebé por obser-
vadores participantes y no participantes (estos últimos ubicados detrás
de una pantalla de visión unilatera l). Además, filmamos a los niños
solos y en interacción con sus madres. Más tarde, en especia l durante
el tercer año de vida, se agregaron observaciones de los deambu la-
dores como grupo. También descubrimos que para la comprensión
de los deambu ladores grandes (tercer año) las sesiones ind ividua les de
juego eran de gran importancia. También se tomaron tests y se esta-
blecieron entrevistas con los padres y visitas al hogar. 1 En el cuadro 2
damos una síntesis completa de los tipos de datos disponibles.

1 Lamentablemente no disponíamos de suficientes personas, tiempo y dinero


para realizar en medida suficiente esta importante faceta de nuestro trabajo.

263
1'

CUADRO 1 CARACTERÍSTICA GRUPO 14 GRUPO 11

Síntesis de características seleccionadas 12. Número de familias con dos


de los sujetos de la investigación hijos en el estudio 8
Grupo 1: sept. 1959- enero 1962. N= 17 niños de 16 madres 13. Número de fami lias con tres
hijos en el estudio 2
Grupo 11 : enero 1962 -junio 1968. N = 21 niños de 13 madres
14. Número de fam il ias con
cuatro hijos en el estudio
CARACTERÍSTICA GRUPO 1 GRUPO 11
E. Edad de los progenitores
A. Edad
15. Edad promedio de las
1. Edad prom edio de madres al ingreso en el estudio Datos incompletos 31 años
entrada al estudio 13 meses 2112 meses 16. Nivel de edades de las
2. Nivel de edades de madres al ingreso Datos incompletos 25-43 años
entrada 1-27 meses 1 semana - 1O meses
17. Edad promedio de los
3. Edad promedio al final padres al ingreso en el estudio Datos incompletos 36 años
de la asistencia regular 31 meses 31 meses
18. ivel de edades de los
4. Nivel de edades al padres al ingreso Datos incomp letos 26-65 años
final 1 20-40 meses 7-48 meses
S. Duración promedio de
F. Educación de los progenitores
la participación 18 meses 28 1/2 meses
19. Educación promedio de las
madres (en años) Datos incompletos 15,3 años
B. Sexo
20. Nivel de educación de las
6. Número de niños 8 12 madres (en años) Datos incompletos 12-18 años
7. Número de niñas 9 9 (secundari a hasta
el título de master)
C. Orden de nacimiento 2 21. Edu cación promedio de los
padres (en años) Datos incompletos 16,7 años
8. Nacidos primeros 11 3
9. Nacidos segundos 22. Nivel de educación de los
3 12 Datos incompletos ·12-20 años (secun-
padres (en años)
1O. Nacidos después del daria hasta el título
segundo 6 de Ph.D)
G Religión de las familias (y de
los niños) 5
D. Número de hermanos
23 . Protestantes 7 ( 8) 5 ( 10 )
incluidos en el estudio 3
24. Judíos 3 ( 3) 4 ( 5)
11. Número de fami lias
con un hijo en el estudio 12 25. Catól icos 4(4) 2 ( 4)
26. Mixtos 3 ( 3) 2 ( 2)

1 Por diversas razones, algunos niños siguieron con nosotros hasta después
de los 36 meses. Sin embargo, sólo fueron estudiados hasta el mes 36. 4 Estos datos son incompletos para los progenitores del grupo l. En con-
2 No tenemos esta información sobre dos de los niños del Grupo 1; aquí junto, sin embargo, se parecen mu cho a los del grupo Il .. 1.05.03
los números totalizan 15 en lugar de 17.
3 No tiene sentido dividir esto por subgrupos. No obstante, debemos 5 Damos las cifras del número de famili as de cada religión y también
hacer notar que muchos son hermanos de nuestros niños anteriores. (entre paréntesis) las del número de niños incluidos en el estudio.

264 265
En el examen que real izaremos a continuac ión, comentare- (simultáneamente con una observación por un no participante
mos cada parte del proceso de recolección de datos. La numeración ubicado en la cabina), y podían sa li r del cuarto para dictar tales obser-
de la sección sigu iente corresponde a los items enumerados en el vaciones con un mínimo de demora y deterioro del recuerdo .
cuadro 2. Establecimos líneas de orientación para los informes del partici-
1. Al planear y diagramar las observaciones de los participantes, pante, indicando que la atención del observador debía ser siempre
nos guiaron dos propósitos: 1) cubrir en forma coherente, au nque bifoca l, es decir, dirigida a la pareja madre-hijo más bien que a uno
¡11
breve, cada visita madre-infante (cuaderno diario), y 2) obtener obser- so lo de ell os, que debía sentirse en libertad para confi ar en su senti-
vaciones detalladas y seleccionadas de sectores que cons iderábamos do empático al tratar de comprender lo que ocurría en el niño, en la
de esencia l importancia para nosotros. Estas últimas observaciones se madre y entre ambos, y que debía pensar en las secuencias conduc-
coordinaron, tan a menudo como fue factible, con una exposición ta les y motivacionales y observarlas. Así, deseábamos que los obser-
sintética de un observador no participante (véase más abajo) que vadores pensaran sobre la base de unidades grandes y significativas de
abarcaba el mismo período de tiempo. (Nos resignamos al hecho conducta, y utilizaran su propio pensamiento y experiencia general
de que por no ser rigurosa la asistencia -debían tratar de concurrir para organizar los fenómenos; al mismo tiempo, les pedíamos que
lo más posible y en medida compatibl e con nuestro estudio-, ya que apoyaran sus afirmaciones en evidencia detallada de conductas. par-
se atendía a la conveniencia y preferencias de las madres, surgirían a ticulares observadas. Esto suena como algo bastante ambicioso, y lo
menudo problemas de planificación.) es en principio; sin embargo, descubrimos que con la práctica
Los observadores participantes funcionaban en el cuarto con las au mentaba la capacidad observacional y retentiva de los observa-
madres y sus hijos. Eventualmente, nos hicimos cargo de que una dores participantes . Los ayudaba considerablemente su conocimien-
parte del tiempo y la atenc ión del observador participante tenían que to, a lo largo del tiempo, de la unidad madre-hijo observada y de otras
ser absorbidos por "participar", y no por observar. El mantenimiento un idades madre-hijo que les servían de término de comparac ión y
de la atmósfera, el "promover actividades", y la interacción con las contraste.
madres para "q ue esas actividades marcharan " requerían esfuerzo y Debemos aquí dejar en claro que los observadores fu~ciona­
tiempo y eran cosas que había que tener siempre presentes, junto con ban más como clínicos sensibles que como cámaras cinematográ-
la necesidad de reunir datos observacionales. Cumpl imos este doble ficas: nosotros confiábamos en su experiencia para comprender los
requerimiento asignado a un observador participante para que se fenómenos, pese a la potencial subjetividad que esto implica. Trata-
responsabilizara durante cada sesión de la marcha de las actividades: mos de reducir los efectos de esta potencial subjetividad utilizando
ese observador recibía a las madres, las ayudaba a sacar el abrigo al observadores múltiples, haciendo realizar observaciones repetidas a
bebé si era necesario, les daba un refrigerio, no perdía de vista lo largo del tiempo, y especialmente mediante discusiones en nues-
al infante que quedaba en la habitación mientras la madre salía para tras conferencias clínicas semana les.
asistir a una entrevista, trataba de mantener la conversación si los 2. Las observaciones coordinadas de las parejas madre-hijo las
silencios parecían embarazosos. En una pa labra, se orientaba princi- real izaron los observadores no participantes desde una cabina pro-
palmente por las exigencias del momento. También preparaba el vista de un espejo de visión unilateral durante aproximadamente 30
cuaderno diario de la visita de cada pareja madre-hijo, que sólo minutos o más cada vez. No había límites temporales rígidos. La
incluía los puntos principales: hora de llegada y de partida, hechos exposición de una secuencia interesante, por ejemplo, no se inte-
especia les, humor predominante. Además, redactaba con posteriori- rrumpía porque hubiera transcurrido el tiempo; más bien, se instruía
dad un extenso registro observacional sobre las parejas madre-hijo al observador no participante para que se quedara hasta que esa
con las que había tenido particular contacto o que había pod ido determinada secuencia (digamos por ejemplo, la vuelta de una madre
observar con cierto detal le. luego de una entrevista y la reacción de su hijo) se completara.
El otro observador (u observadores) participante (por lo común Ya desde un com ienzo abandonamos la idea de una cobertura con-
uno, pero a veces dos o más) podía dedicar toda su atención a una tinua desde la cabina por considerarla no factible en nuestro estudio,
determinada pareja madre-hijo. Esos observadores podían hacer debido sobre todo a que nuestros sujetos venían con frecuencia y por
observaciones coordinadas, con precisiones de tiempo y detalladas largos espacios de tiempo.

266 267
CUADRO 2
RECOLECCIÓN DE DATOS Más tarde, por lo menos durante 2 a 3 años, dispusimos sis-
TIPO DE DATOS FRECUENCIA CUÁNDO SE REALIZÓ MÉTODO QUIÉN LOS REGISTRÓ temáticamente que los observadores no participantes coordinaran su
exposición sintética de la conducta de una pareja madre-hijo con la
1) Observaciones de Una o dos por semana Todo el tiempo Informe dictado de 2-4 páginas Psiquiatras investi-
participantes para cada pareja de la investiga- donde se describe la conducta gadores, observadort••
del observador participante, de modo que hubiera por lo menos dos
madre-hijo; aproxi- ción del niño, la interacción madre- participantes prin ci ~ exposiciones de la media hora observada en detalle. En esta doble
madamente 40 observa- hijo, la conducta de la madre en pales a cargo del
ciones dictadas por mes el grupo y sus comentarios acer- cuarto de infantes y
observación, confiábamos en las observaciones de los no participan -
ca del niño y de sí misma, y per- del de deambu lantcs tes en lo referente a la secuencia correcta y a la precisión de los
sonalidad de la madre
detalles en la descripción de las conductas. No obstante, también
2) Observaciones Semanalmente hasta los últimos S años' Observaciones de 30-50 minu- Tres observadores
coordinadas de 9 meses- Quincenales de la recolec- tos de parejas madre-h ijo. participantes y no alentamos a los observadores no participantes a formular ciertas apre-
participantes y no de 9 a 18 meses - ción de datos Informe sintético de 2-5 páginas participantes ciaciones sintéticas, más bien que limitarse a la descripción mecá-
participantes Mensuales de más de
18 meses. Aproximada- nica de los hechos. Las instrucciones impartidas a los observadores no
mente 25 observaciones
por mes participantes acentuaban de nuevo el hecho de que debían observar
) Observaciones Aproximadamente 20 últimos 4 años Formulaciones y juicios inferen- Observadores ,no par
la interacción madre-hijo, más bien que a uno solo de los partícipes
sectoriales por mes de la recolec- ciales (con ejemplos) reg istrados ticipantes de la unidad.
ción de datos en ocho sectores seleccionados
por su importancia para el pro- Estas observac iones coordinadas tenían una interesante histo-
ceso de separación-individua-
ria anterior, que reflejaba una coordinación gradual de algunos de los
ción: 2-3 páginas
4) Entrevista con la Semanal Todo el tiempo Informe dictado de 3-5 páginas Psiquiatras investi-
aspectos más forma les con algunos de los aspectos más clínicos de
madre sobre 'el desarrollo del niño, la gadores, observador (·~ la investigación . Al comienzo, los observadores no participantes sólo
relación padres-hermanos-niño participantes princi·
y eventos de famil ia pales
realizaban evaluaciones de conductas desde la cabina con espejo de
5) Entrevista con el Una o dos veces por Todo el tiempo Informe dictado de 4 páginas Psiquiatra investí- visión unilateral (véase "eva luaciones de conductas" en el apéndi -
padre año (pero menos sobre desarrollo del niño y rela- gador ce C). La doctora Mahler descubrió que las evaluaciones, si no iban
regularmente al ción padre-hijo
comienzo} acompañadas por una descripción clínica, por la explicitación del
61 Filmación Filmes De acuerdo a linea- Todo el tiempo Fi lmación de la madre y el hijo Investigador fotógrafo fundamento clínico de los fenómenos evaluados, y particularmente
de parejas madre- mientas cronológicos (pero más sis- desde dentro de la habitación . por la comparación de los bebés de brazos con los deambuladores
hijo registrando pertinentes para cada temáticamente Observaciones dictadas sobre el
secuencias selec- subfase más adelante) filme describen la conducta de utilizando los mismos criterios de evaluación, eran engañosas y no
donadas de con- la pareja madre-hijo. Se prepa- podían integrarse ni con el resto de la investigación ni con el de-
ducta ran notas sobre el filme para '
describir secuencias de éste sarro llo que ella quería dar a sus hipótesis. En otras palabras, es-
7) Visitas Aproximadamente una Todo el tiempo Informe dictado de 4-5 páginas Observadores partid " tas escalas de evaluación no eran utilizables como tales por el equipo
domiciliarias visita informal de 2-3 pero irregular- sobre la cond ucta de la madre pantes principales y
hrs. bimestralmente
de investigadores de orientación predominantemente clínica, que
mente al co- (ocasionalmente del padre) y del observadores partid·
mienzo y sis- hijo en el ambiente del hogar, pan tes se dedicaban a un estudio de los datos día a día. Por lo tanto, éstos
temáticamente especialmente en contraste con pidieron a los evaluadores que redactaran sus observaciones ade-
más adelante la conducta en el ambiente de
grupo del Centro más de dar la evaluación misma y que dieran razones detalladas de la
8) Test de desarrollo Administración de test a Todo el tiempo Administración de test estandari - Testista de niños {no eva luación específica en cada caso. Para Mahler esto llevó a un signi-
de los niños cada niño por lo menos zados de desarrollo y prepara- miembro del equipo
4 veces a aproximada- ción de perfi les de desarrollo
ficativo período de descubrimiento de las valiosas oportunidades que
de investigadores)
mente los S, 1o, '18 y ofrece la adaptación y reunión de enfoques clínicos sistemáticos y
30 meses
metodológicamente más formales, y también de las oportunidades
91 Test de persona- Evaluación psicológica Una vez para Batería de test proyectivos Psicólogo clínico (no
lidad de las in icial de todas las cada madre miembro del equipo
de cooperación entre el psicoanalista como investigador y el investi -
madres madres de investigación) gador con formación analítica. Al final (en las insta laciones que
0) Observaciones del Cada sesión de grupo Desde que co- Informes dictados de 2-4 pá- Observadores particla tuvimos posteriormente, en el primer piso), luego de desistir de las
grupo de deambu- de deambuladores menzó el grupo ginas pan tes
!adores mayores de deambu la- eval uaciones mismas logramos el ordenamiento recién descrito (ob-
dores servaciones coordinadas de partic ipantes y no participantes), proce-
1) Sesiones indivi- Semanalmente mientras Últimos 2 años Un miembro del equ ipo trabajó Observadores partida dim iento que nos resultó muy fructífero.
duales de juego estaban en el grupo de del grupo más con cada niño en un cuarto de pantes principales y
con deambula- deambu ladores y poste- un año de juegos psiquiatras
dores mayores riormente por un año seguimiento

268 269
3. Además de los informes sintéticos, había observaciones sec- acerca del desarrollo del niño y de la vida hogareña y eventos fa-
toriales específicas, que para el observador clínico era n sustitutos muy miliares. Cada madre tenía un entrevistador regular con el cual, a lo
valiosos de las evaluaciones anteriores. Se instruyó a los observadores largo del tiempo, se desarrollaba una relación coherente. Con poste-
para que definieran y comentaran las observaciones sectoriales. (Esto rioridad, en especial cuando el doctor McDevitt se unió al proyecto
lo implantó y elaboró cu idadosamente Kitty La Perriere durante su en 1965, pasó a primer plano la tarea de investigación y el estu-
participación como observadora participante psicóloga, en los años dio minucioso y cu idadoso de las reacciones mi smas a la separación.
1963-66.) Los sectores se seleccionaron por su importancia para las 5. En nuestro intento de lograr un cuadro exhaustivo del curso
subfases del proceso de la separación-individuación que ya fue ana li - de la evo lución de nuestros sujetos, llegamos a considerar indispen-
zado en 1962. Estos eran: actividad locomotriz, actividad sensorio- sables las entrevistas con el padre. Nos dábamos perfecta cuenta de
motriz, relaciones objetales (madre y otros), relación con objetos que necesitábamos información adicional acerca de la personalidad
inanimados, reacciones al dolor y la frustración, agresión y ambiva- del padre, su papel en la familia, su actitud hacia su hijo y la interac-
lencia, vocalizaciones, y también afectivos y humor, cuerpo y yo. ción entre ambos, y especialmente la relación específica del niño con
Para promover una actitud observacional relativamente indepen· el padre. Pronto percibimos que muchos de los niños parecían
diente por parte de los observadores no participantes, especi al- responder en forma positiva a uno de los psiquiatras investigadores, el
mente después que Mahler desarrolló la hipótesis de las subfas principal miembro varón de nuestro equipo de investigación, M.
tratamos de limitar su interacción con el resto de los miembros d Furer, que estaba con frecuencia en el cuarto de infantes en ese de-
equipo. Por regla general, los no participantes no intervenían en nu terminado lapso. Supusimos que esta reacción se vinculaba con
tras conferencias de equipo; no estaban familiarizados con la teorf,l la relación de los niños con sus padres, que en la mayoría de los
de las subfases y con la hipótesis de las características conducta les dt• asos, según informes de las madres, era de una naturaleza favorabl e
subfase; tampoco lo estaban en profundidad con otro material qu el imil ar.2
suyo acerca de las parejas madre-hijo. No era infrecuente que W Después de que john B. McDevitt se incorporó al proyecto,
relativo aislamiento nos planteara problemas personales, porqu t•l Introdujo contactos más sistemáticos y definidos con los padres. Para
trabajo del observador no participante requería una persona 011 obtener información y lograr alguna impresión acerca de los padres,
muchas cua lidades (facilidad de redacción y una buena sensibi lici,HI y especialmente de la interacción del niño con su padre, el psi-
clínica al intercambio entre la madre, el niño y otras personas), y sl11 quiatra investigador organizó una serie de entrevistas ocasionales con
embargo este ca rgo tenía el nivel de ayudante de investiga io11 los padres. Estos respondieron con interés y entusiasmo. Tendían a
(ya que tratábamos de mantener a estos observadores apartado d1 • 1111 rpretar las entrevistas ante todo como un pedido de informac ión
buena parte de nuestro trabajo de formulación) y por lo tanto fn•< f,¡ oll' r a de sus hijos, y estaban dispuestos y se sentían competentes
poca interacc ión y una rea limentación relativamente es sa. ll uh11 ¡w, proporcion arl a (a veces con mayor objetividad que las madres).
muchos camb ios de personal en ese trabajo, y só lo durant un .11111 1.1 mayoría de ellos tamb ién hablaban sin dificu ltad de su relación
pudimos mantener una distancia efectiva entre estos obs rva d o n ·~ y 1•l 11111 u hijo, y en algunos casos la relacionaban con su historia pasa-
resto del equipo. d,, o xp riencias psicoterapéuticas.
4. Las entrevistas con las madres se reali zaban milndlllH 'IIIi •, " Ap rt' de estas entrevistas, también teníamos Días del Padre
veces en el cuarto de infantes, en una habita ión p, rnd.1, 101111 11 111 PI cu rto de infantes, y esos días eran los padres quienes, de ser
la presencia del niño. En el amb iente original, n P<rtc• cl< •hldo .d 1111111 1111 ll1lc•, !'reÍa n a sus hijos al Centro. Esto nos permitía observar la
espac io que había en nuestras ofi in as, 1 m, fr C'IH'IIIt • 1•1.1 ljlll ' 11 11111•1.11 < i m n 1ambiente que nos era más fami li ar, donde teníamos
infante no estuviera con la m(ldr<' elur nt 1,; 'llllt 'VI• Id i\d1•11 1o1 1 loiiH I.IFI'. el omparación con la interacción madre-hijo.
nuestro interés n sa roe ,, 1) 1) IIII¡>Pd(,¡ <jll!' t•l 11 11111 1' IIIVII'Iol 111 1
sent , y la pr nci,1 o ,111 ~1'111 1.1 d1 • 1' 11 • lo~ d1 •1 ldf,¡ •,l l lllll •loi lll ¡,,,, 1· 111
al j d ele• 1,1 n¡,ul11 • N111 • 11 11 1111111"' 111 1111 " 1.1 ' '111 11 111 · 111 d l 1olll 1"' 1111111 11 11 111 · i)av id Maye r, H er man R oiphe, William
('lll11il 'lllll oh•,I'IVd l l.1 11 111111 1l1111 11111 111 111111 111 1 11 11111111 111• 1111 11 1" 111 11 "1" 11 l11ll• 1 11111 11 M Dcvitt y E rn est Abelin (en este orden)
111 111111, ol •. 1.11111di 111 111 d· l ¡ll 1" ..1•1• 111 1 lllh 1111(11 11111 ¡j, , , 111 "" 111 111•11 1111olo1 •1 •l• • 1 ui!IH'~ p ~rt i c i pa ntes .

' 11
6. Seguimos considerando nuestros registros fílmicos como de parejas madre-hijo individuales, para ilustrar 1) las subfases del
documentación, más bien que como datos básicos. Nuestro propósi- proceso de separación-individuación, 2) un estud io preliminar
to consistía en disponer, para la mayoría de nuestras parejas madre- de los estados de ánimo básicos, 3) puntos cu lminantes de la interac-
h~jo., de un registro longitudinal de conductas pertinentes para las ción madre-hijo, comparando dos hijos de la misma madre, 4) cons-
drstrntas subfases. Nuestra diagramac ión fílmica siguió la edad crono- tancia objeta!, 5) adaptación y defensa in statu nascendi, 6) aspectos
lógica y también las subfases del proceso de separación-indivi- del proceso de separac ión- individuación vincu lados con la recons-
duación, puesto que deseábamos disponer de comparaciones trucción, 7) reacciones a la separación, 8) aspectos evolutivos de la
cruzadas de nuestros niños a diferentes niveles de edad. Y finalmente, constanc ia objeta ! libidinal. Además, Mahler ha compagi nado nume-
la filmación fue selectiva, más bien que exhaustiva . Tomamos mues- rosos carretes con fines didácticos para clases con alumnos de los
tras de conducta que considerábamos pertinente, como regla general Institutos Psicoanalíticos de Nueva York y de Filadelfia, y de otros lu-
no fi lmamos la misma conducta dos veces muy seguidas sólo porque gares. Hemos comenzado a organizar una filmoteca con un fichaje
casua lmente ocurriera. longitudinal y transversal de los registros fílmicos. Todos nuestros
La fi lmación se hizo desde dentro del cuarto de infantes y del de filmes van acompañados por notas (escritas a máquina y fichadas en
deambuladores, más bien que desde una posición fija en una cab ina. cuadernos).
Y como la ubicación no era fija, tampoco los momentos filmados eran 7. La pauta de las visitas hogareñas sufrió un cambio gradual.
muestras de una duración fijada. Así, especialmente al com ienzo, se Origina lmente eran hechos bastante raros y tendían a asumir la índole
dejó a juicio del fotógrafo una considerable tarea de selección, y por de una visita formal, con lo que se alteraba la cualidad de los eventos
lo tanto éste tenía que ser miembro activo del equipo de investiga- observados. Cuando las visitas hogareñas se hicieron más frecuentes
ción y no un técnico subordinado. La flexibilidad de la ubicación de y se asignaron a investigadores específicos que podían concurrir a la
la cámara y del manejo del tiempo habían sido de gran beneficio para casa con cierta regularidad y a los cuales las madres llegaron a cono-
el estudio. Cuando vimos, sin embargo, que se requería una cierta do- cer, nos fue más fácil , en grados variados sin duda, presenciar partes
sis de dirección para asegurar la comparabilidad de los registros de días muy representativos en la vida de las familias visitadas, y en
fílmicos de diferentes parejas madre-hijo, establecimos criterios particu lar el cuidado de rutina (a limentación, cambio y limpieza)
orientadores con respecto a la frecuencia y durac ión de la filmación, del niño que participaba en el estudio. Las madres llegaron a aceptar
y también directivas generales sobre el contenido a filmar. Cuando en gran medida nuestra sugerencia de que sigu ieran su vida como de
formu lamos las subfases, comenzamos a filmar más o menos a los 5 costumbre, proporcionándonos un cierto conocimiento del cl ima y
meses de edad, y luego a intervalos establecidos en cada subfase. actividades que parecían características para una determinada fami-
También agregamos una filmación sistemática del niño cuando la lia. En gran medida, las vis itas ocurrían du rante el día y en el curso
madre estaba fuera de la habitación y a su retorno.3 de la semana laboral. En la mayoría de los casos, esto imposibilitó
. Un registro longitudinal completo de una pareja madre-hijo observar la intereacción del padre (y a veces la de los herma nos ma-
rnsume aproxrmadamente 1,2 00 m de película, con períodos de yores) con la madre y el niño, aunque cada tanto los padres estaban
cobertu ra más o menos frecuente según la tasa de desarrollo del niño tamb ién en casa.
en el proceso de separación-individuación. Fue muy importante en Nos interesaban las posibles diferencias en el funcionamiento
nuestro estud io el uso de los filmes para efectuar comparaciones del niño o de la pareja en su casa y en el Centro, y con el tiempo lle-
cruzadas del niño a niño. Hasta la fecha, hemos compaginado 8 ó 9 garon a llamarnos la atención tales diferencias por lo menos en un
filmes orientados hacia problemas, con material de nuestros registros importante sector: la vocalización, y más tarde, la verbalización. Estas
parecían ocurrir notablemente menos en el Centro que en el hogar,
3 y tal hecho fue confirmado por los informes de las madres y por nues-
. _ Hasta los_ 5 meses de edad tomamos 30 a 45 m de película por mes y por
mn o. De 5 a mas o menos meses hjcjmos filmaciones semanales, totahzando 90 tras observaciones comparativas. Hay varios factores que quizás
m por mes. D esde 17 a 24 meses filmamos qujn cenalmente (alrededor de 45 a contribuyan a esta diferencia, de los cuales uno importante está vi-
60 m por mes), y luego mensualmente (alrededor de 30 m por mes) en el ter- nculado, a nuestro parecer, con el hecho de que la comunicación
cer año. verbal tiene sus raíces en la relación íntima uno a uno entre la madre

272 273
y el infa nte, intimidad que se da mucho más en el hogar que incluso inmediata de los datos. El hecho de que varias personas observaran las
en un ambiente fam ili ar como el nuestro. mismas situaciones se utilizó en una discusión libre y espontánea que
8. L~ a?ministración de tests a los niños se hi zo regu larmente, ayudaba a recordar observaciones y permitía comparar impresiones y
como lo 1nd1ca el cuadro 2. El testista, que era un experto en niños form ul ar un cuadro comp leto a medida que surgía del mosaico de las
(del Ch lid Study Center de New Haven), redactó una descripción observaciones individuales.
completa y detallada de las observaciones y formu laciones, además A veces se señalaba a una determinada pareja madre-hijo para
de preparar perfiles evolutivos de cada niño. rev isar su caso. Las notas observacionales y los recuerdos personales
9. En la aplicación de tests a las madres se usó una batería están- se supl ementaban y estimul aban muy eficazmente al ver el registro
dar de tests psicológicos (la Escala de Inteligencia para Adu ltos, de fílmi co longitudinal de la pareja madre-hijo que se estaba ana li zando.
Wechsler~ el Rorschach, el Test de Apercepc ión Temática), y Otras veces, se seleccionaban dos parejas madre-hijo para examen
se preparo un informe completo. comparativo, por ejemp lo, coetáneos con diferentes pautas de desa-
. 1O. Las observaciones de los deambuladores mayores se mane- rrollo, o quizás hijos sucesivos de la misma madre. Luego se utili -
¡aron como las que realizaban los participantes en el cuarto de zaban los fi lmes cru zados.
infantes. Estas sólo se agregaron, por supuesto, cuando dispusimos Las conferencias del equipo resultaron extremadamente útiles
de un cuarto para deambuladores mayores, pero tal cosa ocurrió bas- para aguzar nuestra capac idad de observación, mejorar las técnicas
tante pronto en nuestro estudio. La observación se centraba sobre observacionales y de registro y, cosa muy importante, promover nues-
la conducta del niño, interacción entre pares, relación con la maes- tra comprens ión del tema central del estudio: el proceso de sepa-
tra-observadora, y uso de los materia les de juego. La interacción ración-individuac ión. El material que surgía en estas discusiones se
madre-hijo se mantenía en un mínimo (las madres por lo general no registraba en formas de actas de las reuniones. Estas síntesis infor-
estaban presentes), pero nuestro interés continuó orientándose hacia males mi smas ll egaron a formar parte del registro regular de datos
el manejo de esta ausencia por parte del niño y su reacción al reen- disponibles.
cuentro.
2. Los autores de este volumen y otros investigadores principales
11. Por último, sesiones individua les de juego complementaron del grupo tenían frecuentes conferencias de investigadores, que dura-
nuestra~ observaciones ~e los niños mayores. Uno de los principa- ban aproximadamente tres horas. En esas ocasiones, entre otras cosas
les mot1vos que nos llevo a estab lecerlas fue ver más de cerca la fan- se discutían problemas de metodología y estrategia de la investiga-
tasía más rica (en ese momento) y el juego de estos niños. En sesiones ción. Muchas de las form ulaciones de procedimiento y de fondo que
individua les, puede observarse con menos interrupciones la elabo- aparece en este volumen nac ieron de esas reu niones, en discusiones,
rac!ón de la fantasía. Hubo tres niños con los que seguimos las informes del curso de los trabajos para las instituciones patrocinan-
ses1ones semanalmente hasta bien entrados en la edad del jardín de tes, y trabajos preparados y leídos en el grupo.
infantes (cua rto año). Esto complementa nuestra descripción de los datos que hemos
reunido. Pasemos ahora a exponer nuestros intentos de trabajar con
Conferencias del equipo: esos datos.
Esfuerzos de síntesis
A lo largo de los años que duró el estud io, tuvimos dos clases
regulares de conferenc ias. Estas conferencias se referían a los da-
tos básicos (l~s observaciones de cuyos inform es disponíamos) y los
~atas producidos por nuestros va ri os intentos de orga nizar el mate-
na! (que describiremos más adelante, en esta misma sección).
1. La conferencia bisemanal del equipo clínico, a la que asistían
la mayor parte de los miembros, con excepción de los observadores
no participantes, era el punto en que se concentraba la utilización

274 275
Apéndice B
FUNDAMENTOS DE LA INVESTIGACIÓN

o es sorprendente que el ambiente observacional (el jardín ma-


N ternal y el cuarto de deambuladores, y otras situaciones de
recolección de datos) y los múltiples modos de registro descriptos en
el apéndice A produjeran un gran volumen de información. Esta infor-
mación comprendía un conjunto de observaciones del desarrollo de
infantes y de interacción infante-madre en los primeros dos o tres años
de vida, no superado por ningún otro que conozcamos. Sin embargo,
la riqueza misma de los datos amenazaba abrumar el proceso de
investigación y sumergir al investigador en una marea de estampas
clínicas fascinantes pero separadas entre sí y no sistemáticas y de
pequeños trozos de teoría que podían crearse en torno de éstas.
Combatimos contra esto de dos maneras: primero, anclando siempre
nuestras formulaciones en las ideas organizadoras centra les acerca
del proceso de separación-individuación, enfoque que confiri ó orden
a las múltiples observaciones separadas; y segundo, desarrollando un
conjunto de enfoques para la recolección y el aná lisis de los datos,
que incluían procedimientos más sistemáticos, y también más clíni-
cos e individuali zados.
Nunca creímos que pudiéramos, ni nos propusimos, cod ificar
todas nuestras observaciones en forma estanda ri zada, y no digamos
cuantificable. Pero podemos usar como contrapartida un intento tem-
prano de hacerlo con un segmento de nuestras observaciones (véase
las eval uaciones de conductas descriptas en el apéndice C), para
aclarar cuál fue nuestro eventua l enfoque del aná lisi s de datos y el
proceso por el que llegamos a nuestras formulaciones. En las evalua-
ciones de conductas, dos observadores no participantes hicieron eva-
luaciones, en forma simultánea pero independiente, sobre la base de
escalas numéricas preestablecidas y variables preestablecidas para
cada pareja madre-hijo. Estas evaluaciones pudieron luego estimarse
para establecer el acuerdo entre los eva lu adores y se las sometió a
análisis corre laciona les que produjeron agrupamientos de variables,

277
a partir de las cuales, en términos genera les, pudieran extraerse segmentos pertinentes de los datos, que después podían utili zarse
inferencias acerca de "tipos" o "factores". Este enfoque del proceso para ampli ar, confirmar, esclarecer o alterar nuestras concepciones
de descubrim iento de " resultados" es esencia lmente estático. Esto es, iniciales.
se realiza un anál isis de los datos y "se extraen" los resultados. Por ejemp lo, el análisis de datos en lo referente a "preguntas
Este modo de enfoque se ve en su forma más clara en el mo- de orientac ión" véase el apéndi ce e, pág. 282) -preguntas acerca de
delo tradicional de la investigación cuantitativa experi menta l o fenómenos presumiblemente pertinentes a todas las subfases del pro-
correl aciona !, con estudios cui dadosamente diseñados en pequeña ceso de separac ión-individuación-, representa en sí mismo un logro
esca la, orientados hacia problemas específicos. Y sin embargo, al de la investigación y no simplemente la formulac ión de un método de
revisar la literatura experi menta l casi sobre cua lqui er tema, al ver podría haber producido resultados. Las preguntas de orientac ión
el fluj o y refl ujo de datos supuestamente "estab lec idos", y al observar rep resentan formulac iones interm edias en el cami no hacia el sub-
cómo el ingenioso experim entador, cuando critica el trabajo de sus siguiente escla recimi ento. Esas preguntas representan nuestra com-
colegas, logra con tanta frecuencia sa lir con ideas que alteran la ex- prensión (en ese momento) de una ampl ia variedad de fenómenos
plicación ofrec ida acerca de un determi nado fenómeno o conjunto de cuya relación con el proceso de la separación-individuación no
datos, nos damos cuenta de que ta l investigación, aunque proceda podíamos ni siqui era haber barru ntado antes de comenzada la inves-
objetivamente, tiene impli caciones subj etivas. Es decir, es raro el tigación. El hecho de que hasta ahora algunas, pero no todas, estas
estudio -a l menos sobre problemas que probablemente sean impor- pregu ntas hayan sido objeto de un estudio extenso, testi moni a a la vez
tantes para el tipo de cuestiones con que se enfrenta al ps icoanál isis- la naturaleza germin al de nuestras ideas en ese punto, y la índole aún
en que los resultados no estén filtrados, en última in sta ncia, a través incompleta de nuestro trabajo en la actualidad. O, lo que es lo mismo,
de la mente del experimentador, en los intentos que éste rea li za de dar consideramos los "sectores" y las "categorías" anteri ores (véase el
sentido a un conju nto de datos que son esencialmente no muy rigu- apéndice e, pág. 289): la selección de muchos de éstos para el aná-
rosos. De esta manera, algunas de las ilusiones poco sutiles acerca de lisis de datos representa nuestra creciente conciencia de que una
la extracción e interpretación de " resu ltados" a partir del trabajo cantidad de importantes fenómenos del desarrollo en los primeros
experimenta l, no se diferencian mucho de algunas de las ilus iones estad ios de la niñez (por ejemplo, el lenguaje, en control de esfín -
respecto del trabajo del psicólogo como testista, es decir, de la idea teres) pueden considerarse desde el punto de vista de su pertinencia
de que los resu ltados de la investigac ión o del examen diagnóstico, para el curso de l proceso de separación-in divi duación, de su reper-
segú n sea el caso, se extraen simplemente de los material es propor- cusión sobre él, y de la influencia que a su vez ese proceso ejerce
cionados por la técni ca particular utilizada, y no son resultado de un sobre tales fenómenos -especialmente en las subfases posteriores-.
proceso inferencia! compl ejo cuyas reglas no está n claramente es- Un buen ejemplo de un proceso de investigación afín a éste es
tablec idas. el esfuerzo productivo en el estudio sistemático de datos psicoanalíti-
Así, aunque incluso el proceso más clás ico de investigac ión cos detal lados, que se rea li zó bajo la guía del doctor Joseph Sandler
experimental no produce a menudo resu ltados que puedan simp le- en la Hampstead e lini c, durante los últimos años, en el " lndexing
mente extraerse de una manera estática, nuestro enfoq ue destinado a Project" (Proyecto de indexación). En el proceso de preparación de un
llegar a fo rmul ac iones a partir de los datos incluyó un proceso aun índi ce (como ocurrió en nuestro caso) uno no se preocupa por domi-
más "activo". Nuestros modos de estud io en diferentes fases del nar todos los datos; uno no puede afli girse porq ue en algu na parte de
trabajo fueron a la vez resultado de, y contribución a, nuestras for- la colección de datos haya algo que presentará una compli cación adi-
mulaciones, en un proceso acumulativo de desarrollo de ideas . No cional; más bien, se hace lo que se puede. Y lo que uno puede resu l-
desarroll amos un método y luego "encontramos" resu ltados media nte ta ser mucho cuando el enfoque incluye el control regul ar de trozos
su aplicación. Más bien, tuvimos atisbos, o a veces incluso convic- clíni cos específicos proveni entes de las horas de terapia (o de obser-
ciones moderadamente sólidas, u otras veces incertidumbres interna- vaciones de infantes), confrontándo los con los conceptos que ofrece
mente contradictorias, acerca de un determinado fe nómeno o de la teoría para manej ar estos trozos. Mediante el movimi ento alter-
un sector del funcionamiento madre-infante, etcétera . Todo esto se nativo mutuo que ocurre entre los datos clínicos y la teoría psi-
incorporaba luego a modos de organizar, de aproximar, de encarar coa nalítica, Sa ndler y sus colaboradores lograron esclarecer, a veces

278 279
reformu lar considerab lemente conceptos psi coanalíticos teórico psicológicos. La ·ventaja que los tests ofrecen en la evaluación del fun-
importantes (Sandler, 1960; Sandler, Holder, y Meers, 1963) . En est cionamiento de un determinado paciente, no consiste en la forzosi-
caso, el encuentro entre fenómenos clíni cos e ideas organizadora dad absoluta que prevén las reglas de adm ini stración del test -pues
ocurre en su re lac ión más inmediata, a diferencia de lo que sucede en en esto hay siempre una variación individual en el testista-, sino más
la mente del ana lista, en el curso de la sesión analítica misma. El bien en las regul arid ades relativas que se registran en el proced imien-
propósito de la indexación no es simplemente producir un conjunto to y en el conjunto de ideas que ri gen la organi zación de los fenóme-
de items en categorías que sólo luego se estudi an. Más bien, los des- nos, lo que permite al testi sta construir un conjunto interno de normas
cubrim ientos más importantes ocurren en el proceso por el cual se y expectativas que le posibilitan estudiar de un modo inteligente las
trata de resolver el desajuste entre datos clín icos y categorías teóricas, vari aciones idiosincrásicas parti culares de las respuestas, y evaluar
es decir, en el proceso mismo de indexac ión.Otro tanto sucede con la significación de las respuestas específicas en el contexto de dife-
nuestro proceso de formulación de pregu ntas destinadas a gui ar el rentes niveles de edad, diferentes circunstancias ambi entales, o
examen de los datos básicos; estas preguntas y la selección de sec- diferentes síndromes patológicos.
tores para su estudio son ya formu lac iones resu ltantes del trabajo Tambi én en nuestro caso, los intentos de categorizar los datos
pasado, y su expli citación nos permite investigarlas aur.1 más. estaban desti nados a darnos un número suficiente de contactos repe-
Además de ilustrar nuestro proceso de investigación en marcha tidos con determ inadas variedades de fenómenos, de modo de poder
y de proporcionar ejemp los del enfoque de análisi s de datos que nos desarroll ar un conjunto de estándares comparativos internos, como
fue necesari o (o quizás más cómodo) introducir en este estudio, base para saber qué estaba ocurriendo. Esto no es de ninguna manera
los enfoques que describimos en el apéndi ce e pueden utili zarse tam- raro en la investigación clínic;a.
bién para mostrar la tarea que procurábamos enfrentar al embarcarnos Tomemos el siguiente ejemplo: ¿Por qué se mueven las nubes?,
en el estudi o sistemático de los datos. ¿Cuál era esa tarea? Encontrar pregunta que Pi aget formuló a muchos niños (Piaget, 1930) Y cuando
líneas básicas, está ndares y cri teri os para poder eva luar la sign ifi- los niños contestaron, pudo proceder a formular muchas preguntas
cac ión (tanto en el sentido de su significado como de su importancia) más, lo que le perm iti ó seguir los pormenores del pensam iento y de
de los fenómenos de los que éramos testigos. los primeros procesos de razonamiento de sus suj etos . No se coartó
¿Qué significa esto? El ps icoanalista sigue ciertas regl as bás icas con un conjunto estandarizado de preguntas para favorecer un
en su actividad. El diván, el anali sta sentado fuera del .campo visual supuesto máximo de objetividad. Pero tampoco siguió libremente al
del paciente, la regul aridad y cas i inviolabilidad de las sesiones, niño en todas las direcciones que tomaba la mente de éste. Si el niño
la regla básica, son no sólo las condi ciones de fun cionam iento ópti- se apartaba de la pregunta para enfrascarse en algo que carecía tota l-
mo del proceso analítico, sino que con su regul aridad y grado de mente de pertinencia para ell a, Pi aget observaba este proceso mismo,
esta ndarización proporc ionan también la base misma de la compren- pero eso no es igua l a seguir al niño por los senderos indicados por .
sión de los fenómenos de análisis, perm itiéndonos interpretar, por estas ideas, como se hace en el trabajo analítico, en que el niño aso-
ejemplo, la visión que el paciente tiene del anali sta como (en gran cia libremente. La exploración libre y no restringida, dentro de un
med ida) transferencia, o considerar que las ll egadas tarde, las ausen- dominio fenomén ico moderadamente restringido, es lo que caracteri-
cias o las interrupciones en el flujo de la asoc iación son (también en za el "método clínico" de Pi aget (Piaget, 1929a).
gran medida) res istencias. Aparte de esto, el ana li sta puede ape lar a La ventaja que ofrece este enfoque de los fenómenos es la si-
otros elementos de guía para ir clasificando lo que está ocurriendo: guiente: el investigador clíni co, medi ante sus repetidas observaciones,
la tra nsferencia, el func ionam iento actua l del paciente, aspectos de su desarrollo un conjunto interna lizado de estándares por los que se guía
ensoñación, la idea general (que está como fondo en la mente del para medi r las respuestas de cualquier individuo en particular. El
anali sta) de todos los otros pacientes que vio antes, y la contratrans- investigador desarrollo una concepción del alcance y variedades, a
ferencia. Los elementos regulares, las reglas de marcha, los estándares veces con secuencias evo lutivas o con las condi ciones de ciertas
y las líneas bás icas posibilitan el trabajo. respuestas idiosincrásicas individuales, en el dominio de los fenó-
Esto coinc ide, en gran medida, con la manera en que tra- menos particulares que está estudi ando.
baja el pensamiento del psicólogo al anal izar los datos _de los tests

280 281
Provence y Lipton (1962), en su trabajo sobre infantes institu- particulares de la investigación. Pero también en este caso el repe-
cionalizados, proporcionan un segundo ejemplo de esta clase de tra - tido contacto del investigador con los fenómenos llevó al descubri-
bajo. Estas autoras estudiaron el desarrollo de infantes en un ambient miento de regularidades y variaciones sobre el tema, que podrían no
"estéril" (en los dos sentidos de la palabra: limpio y salubre) pero haberse percibido de otra manera. Estas regularidades podían com-
deshumanizado, y registraron las aberraciones de desarrollo que ocu- prenderse en función de aspectos multifuncionales de la conducta
rrieron y la recuperación parcial de estos niños cuando les propor- con que el niño reaccionaba a tales estímulos. El niño desarrollaba,
cionó un contacto reiterado con los fenómenos que se observan en es decir, "construía" lenta y automáticamente, conductas en las que
infantes individuales en desarrollo en cada estadio en este contexto se retenía la gratificación a la vez que se minimizaba la ansiedad,
particu lar. Sus observaciones fueron, por un lado, totalmente abier- en total acuerdo con las proscripciones y oportunidades de su am-
tas, pues tomaban todo lo que sus ojos veían y sus oídos oían, y por bi ente familiar particular. Estas formulaciones, y otras obtenidas simi -
otro lado, guiadas parcialmente y realizadas mediante precedimientos larmente respecto de situaciones de separación, fueron registradas
semiestructurados de toma de los tests y de observación . Pero fue el en deta ll e en otro trabajo (Pine, 1970, 1971 ). Las investigaciones de
hecho del repetido contacto de las investigadoras lo que les permitió, la doctora Mahler acerca de problemas de simbiosis y separación
entre otras cosas, formular hechos tales como la notable regu laridad a lo largo de los años proporcionaron también una experiencia si-
con que aparecían los defectos evolutivos de estos infantes; establecer milar de contactos repetidos, aunque en apariencia infinitamente va-
que los distintos aparatos se desarrollan (en el sentido de que el niño riables, con un tipo particular de fenómenos humanos -contactos
dispone físicamente de ellos), pero no llegan a ser funcionales para la que culm inaron en el presente libro-.
adaptación cuando no ex iste una madre que ayude a organizarlos y Vista la complejidad de nuestra investigación y la sutileza de
hacerlos eclosionar; observar y poder describir de un modo tota l- los fenómenos clínicos sometidos a estud io, en combinación con
mente diferenciado las repercusiones específicas que esta experienc ia nuestro deseo de lograr alguna medida de convalidación consen-
general de los infantes producía sobre las funciones particulares sual de los fenómenos, todo el trabajo lo realizamos nosotros y un
de yo . En forma similar, el propósito de nuestros métodos de recolec- grupo de nuestros colaboradores que estaban no só lo bien entre-
ción y análisis de datos era tener oportunidad de repetidos contactos nados, sino que también tenían una particular familiaridad con los
-de una manera abundante pero en cierta medida restringida-, den- fenómenos y con la teoría clínica del proceso de separación-indivi -
tro de un particular dominio fenoménico. duación. Nuestra decisión, tomada hace algunos años, de trabajar
Daremos otro ejemplo más, esta vez tomado de un trabajo de con un equipo tan bien trabado y experimentado -aun a riesgo de
uno de nuestros colegas (Pine, 1970). En el curso de un estudio lon- parcialidad por parte de los investigadores-, nos pareció apropiada
gitudinal del desarrollo de niños " promedio" (o en realidad no selec- a la comp lejidad de los fenómenos que queríamos estudiar (y a la ne-
cionados), hubo oportunidad de estudiar segmentos de conducta en cesidad de mantener relaciones adecuadas y empáticas con las ma-
pequeña esca la y con frecuencia inadvertidos, en que el niño se dres y los niños), y no creímos que nos impidiera ampl iar y alterar
enfrenta con estímulos susceptibles de provocar, por un lado, impul- nuestros conceptos en muchos puntos a lo largo de l camino.
sos escopofíli cos, y por otro impulsos anales. Las situaciones, en
breve síntesis, eran las siguientes: un conjunto de procedimientos tipo
rompecabezas que incluía ciertos estímulos exc itantes como parte
de los materiales con los que el niño ten ía que trabajar, y conver-
sac iones con las madres acerca de la conducta de sus hijos en el
hogar cuando se enfrentaban con situaciones re lativamente natura-
les, que surgen al vestir o desvestir a los niños, o al higienizados.
Después que se logró observar a unos 30 niños y recibir los infor-
mes verbales acerca de el los, comenzaron a surgir una serie de
elementos regulares, aunque éstos se encontraban perfectamente den-
tro de los propósitos in iciales que perseguían estos procedimientos

282 283
Apéndice C
ALGUNAS ESTRATEGIAS DE INVESTIGACIÓN

A sí como nuestro ambiente de observación sufrió un cambio evo-


lutivo durante el lapso de más de diez años que duró el estu-
dio (por ejemplo, el añadido de un cuarto para los deambuladores
mayores, el traslado a nuevos ambientes); también cambiaron nues-
tros esfuerzos de organización de los datos reunidos. Pero la secuen-
cia de los cambios no se puede describir de manera lineal. Todo el
proceso implicó un desarrollo orgánico, donde los enfoques anterio-
res reaparecían luego transformados, aunque muchas constantes per-
sistieron durante todo el proceso. Así, predominó durante todo el
curso del trabajo una orientación clínica de extremo abierto, en la que
el observador se concebía como órgano integrante del flujo de fenó-
menos observados. Adicionalmente, en todos los estadios del trabajo
tratamos de clasificar las observaciones en uno u otro conjunto de
sectores que, por una u otra razón (según el estadio de la investiga-
ción), eran en ese momento, a nuestro juicio, de importancia fun-
damental.
Lo que sí se desarrolló en forma lineal a lo largo del tiempo fue
lo siguiente: a) el establecimiento y esclarecimiento progresivos de los
fundamentos de la investigación (véase el apéndice B); b) el perma-
nente afinamiento de los fundamentos por los que seleccionábamos
categorías de clasificación (estos fundamentos se articulaban cada vez
más con nuestra progresiva formulación acerca del proceso de sepa-
ración-individuación); e) una tendencia cada vez mayor a organizar
los datos en función de secuencias temporales, para posibilitar es-
tudios comparativos de todos los niños en un determinado mes de su
desarrollo, y la comparación de cada niño consigo mismo a lo lar-
go del tiempo; y d) a raíz del desarrollo , después de 1963, de una
formulación más clara y completa de las subfases del proceso de se-
paración-individuación (véase Mahler, 1965b), la posibilidad de
articular los análisis de datos específicamente con estas subfases
(véase las preguntas de orientación, pág. 282). Respecto de este últi-
mo punto, se comenzó en 1963 (luego de trabajar durante varios años

285
sobre el proceso de separación-individuación) un estudio de 7 años del equipo, más avanzados desde el punto de vista clínico, para avan-
con el propósito de verificar, modificar y afinar la hipótes is de las sub- zar hacia modos más sistemáticos de reco lecc ión y análisis de datos,
fases. En este punto del trabajo, el doctor Manuel Furer asumió la en formas que aú n parecían clínicamente viables -cami no que llevó
dirección de la clínica para niños psicóticos simbióticos, mientras que a la actual colaboración-.
la doctora Mahler siguió siendo investigadora-jefe del estudio acerca Nuestro primer intento cons istió eri elaborar un conj unto de lo
de la fase normal de separación-individuación . que llamábamos "eva luaciones de conductas". En el ampl io enfoq ue
inicial, todos los deambuladores normales y sus madres fueron ob-
Enfoques originales servados y evaluados según un conjunto de 58 variables por observa-
Como ya hemos señalado, hubo desde el comienzo una orien- dores no participantes que trabajaban en pareja. Las variables se
tación clínica de extremo abierto, con esfuerzos de clasificación de seleccionaron a partir de notas clínicas anteriores. Un par de eva lua-
las observaciones en categorías, además. Al empezar teníamos planes dores realizaban una serie de tres observaciones de medi a hora de
para la evaluac ión de una cantidad de variables (umbral de dolor cada niño, antes de formular una evaluación final del niño respecto
y sensorial, relacional idad, tolerancia a la frustración, medios de de cada variable. La serie de tres observaciones se repetía en un
com uni cación, coherenci a de la conducta, expresión de emociones, momento posterior, cuando el niño tenía varios meses más, para posi- 1

tendenc ia a la actividad/pasividad, autonomía/independencia, dis- bilitar la estimación de los cambios evolutivos. Un examen preliminar 1

crim inación y selectividad, etcétera), que habían surgido en parte de de estas evaluaciones había mostrado un excelente nivel de confia-
nuestro interés en la psicosis simbiótica, en parte de nuestra compren- bilidad entre evaluadores, y los análisis preliminares de los datos
sión de lo que era fundamenta l para el desarrollo normal del niño, y sugerían que las evaluaciones seleccionaban aspectos significati-
en parte de un enfoque de recolección de datos que trataba de no vos de la interacción individual madre-hijo.
desperdiciar nada. Algunas de estas variables son aún fundamentales ¿Cuáles eran las variables? Un conjunto versaba sobre el desa-
para nuestra manera de concebir las cosas; otras no lo son . rrollo de la relación objeta!: reacción del niño ante su madre, ante
otros adultos, ante otros niños, y ante objetos inanimados. Esto incluía
Evaluaciones de conductas 1 la cantidad de tiempo que el niño pasaba con su madre, la posición
Desde el tercer año del estudio (1961) desarrollamos algunos espacia l en relación a ella, y las modalidades sensoriales de comuni-
enfoques que incluían evaluaciones estandarizadas y cuantificadas cac ión preferidas entre madre e hijo. También estudiamos el monto y
de una variedad de tipos. Estas eval uaciones surgieron de observa- la calidad del consue lo prodigado por la madre y su receptividad por
ciones clínicas anteriores, y las variables evaluadas se formularon parte del niño, el margen de conductas de consuelo de que disponía
mediante el estudio de notas incluidas en los registros de observación. la madre en sus contactos con el niño, y el grado en que era capaz de
Al final, estos proced imientos no nos parecieron demasiado fructífe- manipular para consolarlo. También estudiamos la naturaleza del
ros para la producción de "resultados" específicos; su valor duradero pedido de consuelo por el niño y el grado en que éste podía man-
ha residido más bien, para nosotros, en su formulación misma: tener ese pedido al enfrentarse con una demora de la madre en sa-
nos obligaron a vincular nuestros conceptos a las observaciones; nos tisfacerlo. En general, estudiamos una variedad de modos de
ayudaron a desarrollar un lenguaje más preciso, a tono con los fenó- acercam iento y contacto entre madre e hijo, en lo atinente de separa-
menos que estudiábamos; y en el nivel personal, constituyeron el ve- ción -individuación .
hículo inicial que abrió el camino a la doctora Mahler y a miembros Un segundo conjunto de variables seleccionadas de notas e
impresiones de observadores participantes y no participantes se rela-
cionaba con el desarrollo de las funciones del yo que tenían algún
valor potencial como indicios respecto de la marcha del proceso de
1 La siguiente exposición (págs. 275-282) ha aparecido en forma algo dis-
tinta en un artículo de F. Pine y M . Furer titulado "Studies of the Separation- separación-individuación. Esto incluía la comunicación por señales y
Individuation Phase,A Methodological Overview", The Psychoanalytic Study of las funciones motrices. La primera de éstas se refiere a los procesos de
the Child, vol. 18, International Universities Press, Nueva York, 1963, págs. 325- comunicación necesarios para mantener contacto entre la madre y el
341. niño, aunque éste se vaya separando cada vez más de su madre.

286 287
Nuestro interés en el segundo ítem (desarrollo motor) surgió inicial- comparab les sobre todo los nmos, consideramos la posibi lidad
mente de la hipótesis de Mahler (1958b) acerca del rápido desarrollo de registrar descripciones de ciertos tipos de conducta a med ida que
de la locomoción, que al ser más veloz que la disposición emocio- ocurrían y cuantificarlos luego de alguna manera a los fines de la
nal del niño para la separación, puede desencadenar el proceso de comparac ión. Pero en segu ida resultó evidente que necesitábamos
fragmentac ión psicótica simb iótica del yo. Las variab les vinculadas una espec ificación más concreta de los "c iertos tipos" de conducta a
con la actividad com uni cativa incluía el desarrollo y tránsito del uso observar. Y nos vimos en el problema de definir cuáles eran las
autoerótico al uso comu nicativo de la boca, y también algunos desa- unidades de una secuencia de conducta -¿cuándo empezaba y ter-
rrollos en el plano del lenguaje. Entre estos últimos, por ejemplo, minaba la secuencia?-. Desde el punto de vista práctico, reun ir
exam inamos la especificidad de las comun icac iones del niño y las extensas descripciones que habría más tarde que codificar y eva-
maneras en que éste usaba tal comunicación para ll amara a su madre. luar, implicaba ex igencias de tiempo y financiación que no era fácil
Se estud ió también la conducta motriz, y se evaluaron las pautas de satisfacer. Por ende decidimos adopta r el sistema descripto anterior-
motricidad (en lo que respecta a la separación de la madre, al do- mente: descripciones a priori de posibilidades de conducta (tomadas
minio del ambiente, y a la disposic ión motriz) (cf. Homburger, 1923). de nuestras observaciones y experienc ias clínicas pasadas) y eva lua-
Todos estos aspectos -en la interacc ión madre-hijo y en el ción directa de un niño por un evaluador (haciendo que el eva luador
desarrollo de éste último- se tradujeron en categorías descriptivas se limitara simp lemente a controlar una de las descripciones a priori,
específicas y se procedió a evaluarlas. Por ejemp lo, un ítem se titula- y no registrara en deta ll e la conducta observada). Planeamos que el
ba "enfoque de la conducta motriz". Se pedía al evaluador que deci- material más descriptivo, que aquí faltaba, provendría de nuestro
diera si la cond ucta motriz de un niño era 1) típicamente errática y trabajo clín ico. Pero las descripciones a priori que se utilizaban en las
raras veces dirigida a un fin, 2) un poco más errática que dirig ida a un categorías a veces no se adecuaban bien a un niño cualqu iera de
fin, 3) un poco más dirigida a un fin que erráti ca, o 4) típicamente los grupos estudiados con posterioridad. Los evaluadores forzaban
dirigida a fines y en raras ocasiones errática . En otra categoría, titu- entonces sus evaluaciones para hacerlas coincidir a menudo con las
lada "éx ito en evocar la respuesta materna" -cuando el niño desea categorías más innocuas, con el resu ltado de que las categorías no
o necesita alguna respuesta o un sustituto satisfactorio de ésta por siempre permitían diferenciar en forma adecuada entre los niños.
parte de la madre, y cuando la madre no parece darse cuenta Además algunas eva luaciones dentro de las categorías eran sim-
en seguida de la necesidad- se pidió al evaluador que dec idiera si el plemente demasiado amp lias e incluían todos los casos, sin permitir
niño 1) es capaz de evocar una respuesta todas las veces, 2) puede en eva luaciones de las otras tres posiciones de las escalas.
general, aunque no siempre, evocar una respuesta, 3) puede rara- Por otra parte, las descripciones de las categorías no eran a
mente evocar una respuesta, o 4) es incapaz de evocar una respuesta menudo suficientemente específicas como para que cada eva luador
y parece perp lejo. El plan general en los aná li sis de estos datos con- pud iera tomar en cuenta conductas levemente distintas al eva luar a
sistía en eva luar pautas individuales de las relaciones madre-hijo y un niño en particular. Resu ltó por cierto evidente que cuanto más se
correlacionarlas con las pautas particulares de la emergencia de las expresen las categoría s de evaluac ión en fun ción de conductas
funciones del yo y de su integrac ión en el niño. observables, tanto más probable resulta el consenso de los eva lua-
Algunos resultados iniciales sugestivos, surgidos de los análisis dores. Así, nos resu ltó considerablemente más fác il trabajar con
cuantitativos de estas evaluaciones, pueden verse en Pine y Furer descripciones de pautas motrices que con inferencias acerca de la
(1963) y Pine (1964). Sin embargo, surgieron una variedad de reacc ión del niño frente a procesos corporales internos o con el desa-
compli caciones que requieren consideración. Esta estrategia de inves- rro ll o de la imagen corpora l. Para el estudio de estos últimos hay que
tigación adolecía del defecto de proporcionar a la vez una dosis desarrollar enfoques de investigación más sutiles y más empíricos .
excesiva y escasa de la especificación y concretidad misma que las
En el curso de la recolección de datos elim inamos las categorías
categorías de evaluac ión estaban destinadas a proveer, como resultará
que no permitían a los evaluadores diferenciar entre los niños y en
evidente por el examen que realizaremos a continuación.
las cua les la confiabili dad entre eva luadores era baja (cuando éstos no
Cuando nos enfrentamos al comienzo con el problema de podían coincidir sobre la ubicación de un niño). Al eliminar las cate-
decidir de qué manera reuniríamos observaciones y descripciones gorías más deficientes por estas razones se descartó alrededor de la

288 289
cuarta parte de las 58 categorías originales. Seguimos el trabajo con Sin embargo, va le la pena formular uña observac ión al margen,
el resto. por su interés hi stóri co. Estas eva luaciones de conductas, que naufra-
La eliminación de las categorías más deficientes no resolvió de garon en gran medida porque no seguían el ritmo de desarroll o del
ninguna manera todos los prob lemas: los ráp idos cambios evo lutivos infante deambulador, se formularon de hecho antes de que hubié-
que ocurrían en los deambuladores normales crearon otras dificu l- ramos desa rroll ado una concepción de las subfases. En verdad, como
tades. No se puede tomar una fotografía de un niño si no queda ocurrió en otros puntos de la investigación, donde problemas
quieto. Y no quiere quedarse quieto. Están ocurri endo constantemente aparentemente metodológicos nos ll evaron nuevas perspectivas tam-
nuevos desarrollos, y las va ri ac iones de un momento a otro, aun en el bién el mal ajuste de estas evaluaciones de conductas al proceso evo-
curso de un día (por ejemp lo, a raíz de fatiga o hambre), son grandes, lutivo puede haber sido un factor coadyuvante en la formulac ión
Películas, sí, pero no fotografías. Y en cambio el proced imiento de de las subfases en ese momento en particu lar.
eva luación era relativamente estáti co. No podía refleja r todas estas
variaciones de momento a momento o la dinámica del ca mbio. Observaciones comparativas de los niños en proceso
Comenza mos a rea li zar observaciones y eva luaciones más frecuentes de individuación en presencia o ausencia de la madre
(b imensuales, dentro de los límites de las pos ibilidades de equipo), Otro sector de estudio en que utili zamos eva luac iones fijas
pero aun así no obtuv imos más que una serie de descripciones relati- incluía un procedimiento experimental y cibservacional. Se observó y
vamente estáticas del niñ o, y las fuimos reempl azando gradua l- eva luó el nivel de funcionam iento de los niños cuando sus mad res
mente por observaciones de sectores específicos de interés para estaban presentes y cuando estaba n ausentes. Nos interesaba estable-
nos?tros y por las observaciones coordin adas de participantes y no cer en qué medida el niño mantenía ciertos logros en ausencia de su
part1c1pantes, que ya hemos descrito. madre. ¿En qué niños no se deterioraba el funcionamiento del yo
Mientras que en el trabajo clínico los procesos de reuni ón de la ausencia de la madre, y en qué sectores? En este caso, mediante
inf?rmac ión y de descubrimiento está n estrechamente ligados en breves separaciones del niño y la madre esperábamos poder estudiar
el t1empo, en el caso de estas eva luaciones de conducta y de los sub- de qué manera el funcionamiento del niño dependía de la presencia
siguientes anál isis correlaciona les la di stancia temporal es grande. física de la madre.
Cua ndo se reúnen eva luaciones aun de no más de una docena de Evalu amos se is sectores: juego, campo de atención, compren-
niños durante un año o dos, se produce una gran demora entre una sión y uso de lenguaje, y capacidades motrices gru esas y fi nas. Se
eva luac ión específica cualqui era y los anális is fin ales de correlac ión, pidió a los evaluadores que juzgaran si el nivel de fun cionamiento
que se efectúan cuando ya se dispone de todos los datos. Mien- en cada uno de estos sectores era superior o inferior en presencia o en
tra: que en algunos tipos de investi gación esta demora no tiene por ausenc ia de la madre, según criterios que se exp licitaron en un ma-
que const1tu1r un prob lema, para nosotros, sí lo fue, e importante, nual de eva luación. Si aparecía n tales cambios de fun cionamiento en
porque nos dificultó compara r los resultados cuantitativos con los ausencia de la madre, nos quedaba aún la tarea de apelar a nuestro
eventos clínicos en cualquier momento dado. Nuestra investigación, material clínico para exp licarlos. Los tests de desarrollo de los niños
que habíamos confiado en poder apoyar sobre una ferti li zación mutua pertenecientes al grupo de infantes y al de deambuladores fu eron
entre procedimientos más clínicos y más cuantitativos, no se benefi- apareados con estos seis sectores, de modo de poder explorar el
ciaba siempre de tal fertilización, debido justamente a la demora que problema referente a si en ausencia de la mad re el deambu lador con-
se producía al ejecutar el diseño formal de investigación. Era cierto servaba mejor las funciones que había desarrollado hasta un nivel su-
que los datos clínicos y los datos cuantitativos podrían enriquecerse perior, en comparac ión con las funciones del yo que dominaba
mutuamente en una fecha posterior, cuando todos los análisis estu- menos.
viera compl etos; pero en lugar de esperar, tratamos de aprox imar más Este trabajo se planeó inicialmente porque se trataba de crea r
el trabajo clínico y el cuantitativo - med iante descripciones escritas una situac ión experimental relativa mente co mpacta, y si n embargo
de los fenómenos observados sobre los que se basaban las evalua- significativa, hac iendo variar sólo la prese ncia de la madre y midi en-
ciones-, con mayores grados de éxito; pero al fin al adaptamos enfo- do los ca mbios que ocurrían en la reacc ión del deambulador (pre-
ques que seguían siendo sistemáticos, pero ya no era n cuantitativos. sumiblemente atribuibles a la presencia o ausencia de la mad re).

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Sin embargo, el problema, en el caso de los infantes y los deam- con la madre quizás haya oscurecido el mejoramiento posterior
buladores pequeños, consistía en que tan pronto como la madre salía de ese funcionamiento, que ocurrió cuando cambió la relación entre
de la habitación, las madres de otros niños y los observadores par- ambos. Cuando el niño desarrolló la verbalización, y cuando fue ca-
ticipantes de infantes cambiaban a menudo en forma notable su paz de usar este medio de comunicación para proveerle un cuidado
manejo del niño. Estaban más atentos y les prodigaban cuidados más mejor orientado y más organizado, el niño mostró un progreso evolu-
solícitos; en una palabra, asumían la función maternal. Así, no tivo no sólo en el sector verbal sino también en su motricidad.
era sólo la presencia de la madre lo que variaba, y resultaba difícil
referir los cambios específicos que se producían en el deambulador a Evaluaci6n de las madres
la presencia o ausencia de la madre. Pero pese a esto, el método nos
Aparte de estos dos planes de investigación muy elaborados,
proporcionó algunas observaciones interesantes que eran relativa-
formulamos también un procedimiento bastante simple para evaluar
mente comparables para todos los niños. a cada madre según variables que reflejaban más o menos su ten-
En los deambuladores normales, por ejemplo, los niños no sólo dencia (tanto respecto de su hijo como de sí misma) a promover o
empeoraron sino que también mejoraron en ciertos tipos de funcio- presentar conductas 1) infantiles, 2) apropiadas a la edad e indepen-
namiento en ausencia de la madre, pero además cambiaron la calidad dientes, o 3) precozmente sudo-independientes.
de su funcionamiento. Todo esto dependía de la posición de la sub- Pese al grado de planeamiento y esfuerzo dedicado a estos
fase en que se encontraba el niño -se vinculaba con la relación esquemas formales de evaluación, al ponerlos en func ionamiento
madre-hijo y con la predisposición innata del niño-. En cualquiera tropezaron con muchas de las dificultades metodológicas ya seña-
de estos casos se tenía la impresión de que el funcionamiento del niño ladas, y discordaban a menudo con el amplio proceso clínico de la
no era aún autónomo, sino que se apoyaba en cierta manera sobre la investigación. Contribuyeron de manera discernible a nuestro trabajo,
madre, de lo cual resultaba su mejoramiento o deterioro. Así, un niño pero como hicimos notar en el examen de los fundamentos de la
-cuya conducta motriz (locomotriz) gruesa estaba muy desarrollada investigación, este aporte ocurrió sobre todo en el proceso de especi-
para su edad, y cuya madre había fomentado y valorado siempre ficación, de vinculación de los conceptos con las observaciones, de
esa conducta- disminuía mucho el nivel de su conducta motriz grue- clarificación de variables, aporte que era intrínseco a la formulación
sa cuando la madre estaba ausente. Este niño había complacido siem- misma de estas estrategias de investigación. Después de estos es-
pre a su madre por sus buenos logros, en coincidencia con lo que fuerzos, y su bien seguimos utilizando el enfoque clínico-observa-
ella deseaba, pero tal rendimiento aún parecía depender en cierta cional, adoptamos modos totalmente distintos de sistematización de
medida de la madre. ¿En qué punto el excelente comportamiento datos, que describimos a renglón seguido.
locomotor se volvía autónomo, en el sentido de que se mantenía en
Desde 1963 en adelante (después que la doctora Mahler hubo
ausencia de la madre?
formulado provisoriamente la teoría de las subfases) -cuando ya se
Otro niño, en agudo contraste con el . anterior, tenía una pauta habían logrado formulaciones razonablemente claras y elaboradas
motriz caracterizada de una manera típica por su falta de propósito y acerca de una serie de subfases del proceso de separación-indivi-
su índole err.ática; se caía a menudo, y se lastimaba, sin un gemido. duación (véase Mahler, 1963) sobre la base del trabajo observacional
Su madre tenía una política de no intervención en muchos aspectos y de las reuniones clínicas y de investigación-, comenzamos a pla-
del cuidado de su hijo, se rehusaba a frustrarlo, descuidaba al near un procedimiento destinado a organizar un análisis sistemático
comienzo promover el control de esfínteres, ignoraba las múltiples y de los datos clínicos coordinado con las subfases.
duras caídas del niño. La conducta motriz sin sentido de éste parecía
Lo que surgió después de un período de deliberaciones, em-
carecer de dirección interna en la medida en que el niño carecía de
peñosa búsqueda, y estudio de datos acumulados y observacio-
dirección por parte de su madre. Pero además esta conducta parecía
nes reales, fue la formulación, en 1964 y 1965, de las "preguntas de
asociarse con la presencia física de la madre; en su ausencia, el niño
orientación".
mejoraba su conducta motriz gruesa, pues se caía menos, por ejem-
plo, y parecía un poco más orientado hacia fines . Este estrecho vín-
culo existente entre el funcionamiento motor del niño y su relación

292 293
Las preguntas de orientación (por ejemplo, buscábamos fenómenos, en una subfase previa o
Las preguntas de orientación estaba n destinadas a orientar a los subsigu iente, que a nuestro parecer caracterizaban particu larmente
miembros de nuestro equipo, que poseían experiencia clínica, en a una subfase diferente); 3) que cada pregunta tuviera múltiples im-
el reexamen de viejas notas observaciona les. Si bien nuestras ob- plicaciones teóricas (de modo que luego de la inmensa tarea de
servaciones no se realizaron al comienzo teniendo presentes estas aná lisis de datos que estábamos por emprender, tuviéramos ma-
preguntas (en verdad, no podríamos haberlas tenido, pues las pregun- yor probabilidad de obtener algún rendimiento teórico); y 4) que cada
tas surgieron de estas observaciones mismas), la prolijidad de nuestras pregunta se formulara de ta l manera que requiriera un mínimo
diversas notas observaciona les nos posibilitó el volver a analizarlas a de inferencias por parte de las personas que iban a volver sobre
la luz de estas nuevas preguntas, para tratar de obtener de las obser- los datos para extraer y sintetizar eventos reagrupándolos bajo el
vaciones pasadas lo que de hecho pudieran decirnos en rela ción con rubro de cada una de las preguntas. Formularemos nueve preguntas
estas nuevas preguntas organizadoras. de orientación.

Para facilitar la discusión de estas preguntas, reformu laremos Nuestro método de orga ni zación de datos fue el siguiente: cada
brevemente las subfases del proceso de separación-individuac ión investigador volvió a estudiar las notas, desde los primeros a los últi-
(véase la parte 11). Sintetizando, entonces, hay cuatro subfases del pro- mos meses disponibles para un determinado niño, teniendo en vista
ceso de separación-individuación, que son las siguientes: las nueve preguntas de orientación y con instrucciones de extraer
y sintetizar los datos pertinentes para cada pregunta. Nos parec ió
1. La subfase de diferenciación, desde los 5 meses en que sería muy conveniente hacer que cada investigador se centrara en
adelante (con una conciencia incipiente de la una sola de las preguntas, aplicándola a los datos correspondientes a
separación); todos los niños de todas las edades; este investigador llegaría a ser un
2. El importante impulso hacia la autonomía denominado "experto" en esa pregunta particular y podría, por lo tanto, aplicar
fase de ejercitación., desde los 1O a los 15 meses (en que estándares más o menos comunes a los datos de todos los niños.
la atención se dirige hacia nuevos logros motores, Pero esto resultó imposible por falta de tiempo. Habría requerido que
cada investigador recorriera todas las notas viejas sobre todos los ji
con una aparente exclusión casi total de la madre,
en algunos momentos), niños (para eval uar a cada niño sobre una cualquiera de las pregun-
3. La subfase de acercamiento, de 15 a 22 meses tas de orientación). Así, en lugar de esto asignamos el registro de datos
(con renovadas exigencias a la madre -que es de cada niño a un solo investigador, que entonces tomó material para
experimentada cada vez más como una persona las nueve preguntas con relación a ese único niño. Esto produjo datos
separada- y con un crecimiento continuo de los sobre cada pregunta . que fueron aportados por varios investigadores
aparatos del yo autónomo); diferentes, cada uno de los cua les trabajaba sobre las notas ace1ca de
la pareja madre-h ijo que le había tocado examinar. Al proce-
4. El progreso hacia el logro gradual de la constancia
der de esta manera, les llevó aproximadamente un año a los investi -
objetal!ibidinal (de 22 a 36 meses).
gadores completar el proceso de extracción de datos para niños de
En nuestras reuniones de investigación, mientras trabajába- 5 a 24 meses.
mos con preguntas potenc iales con las que podríamos abordar los La extracción de datos se realizó sobre la base del material de
datos observacionales reunidos anteriormente teniendo en vista el cada mes. Al final, por lo tanto, dispusimos de notas sobre cada pre-
es~udio de las subfases, llegamos a utilizar cuatro criterios para gunta para cada niño y para cada mes, y pudimos hacer compara-
gu1arnos en la estructuración y selección de las preguntas. Estcs crite- ciones cruzadas entre los niños para cualqu ier pregunta a cualquier
rios fueron: 7) que resultaran pertinentes para las cuatro subfases del edad, o comparaciones secuencia les para un determinado niño a lo
proceso de separación-individuación (más bien que, por ejemp lo, largo del tiempo. Se pidió a los investigadores que seleccionaran el
centrarse sobre un evento específico de una sola subfase); 2) que material pertinente más importante en forma sumaria (una o dos pági-
cada pregunta nos guiara hacia datos capaces de contradecir o al- nas a lo sumo por mes) y que dieran una breve "formu lación clave"
terar así como de confirmar nuestro punto de vista sobre las subfases donde se sintetizaran los aspectos centrales de los datos sobre esa

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pregunta para cada pareja madre-hijo en esa época.2 Estas fo rmul a- atención, para cada niño en particular, sobre la madre o el niño como
ciones clave se transcribieron en cuadros para que fuera fácil la com- iniciadores de un mayor o menor distanciamiento y sobre la relación
paración visual entre los niños. de este hecho con el estadio de indivi~uación del niño y el éxito
El fin de este procedimiento era reducir nuestros voluminosos con que ésta se cumplía. La "adaptación" entre la madre y el niño en
datos a una forma manejable, pero reducirlos de acuerdo con linea- este período nos alertó acerca de posibles conflictos intradiádicos,
mientos teóricos que nos permitieran un contacto reiterado con acomodación patológica o reciprocidad apropiada a la edad. Los
una cierta parte de los datos, de modo de poder desarrol lar un índices conductales que enumeramos en la pregunta ponen bien
~o~junto ~~s claro de expectativas, estándares comparativos, y fami - de manifiesto nuestro amp lio punto de vista sobre la gama de
ll andad ciln1ca con determinados fenómenos. Los resultados de este conductas mediante las cuales puede cumplirse o superarse el dis-
trab~jo se reflejan en nuestra discusión de las subfases, en la parte 11. tanciamiento en diferentes subfases; sólo en este respecto tales con-
Hab1a nueve preguntas de orientación: ductas pueden considerarse como potencialmente equiva lentes desde
el punto de vista funcional.
1. Acercamiento-distanciamiento. ¿Cuáles son las pautas carac-
terísticas de acercamiento-distanciamiento de la pareja madre-hijo 2. Funciones del yo recién aparecidas. ¿Cuál es la actitud del niño
y la "distancia promedio" preferida durante este espacio de tiempo? respecto de las capacidades recién surgidas y el uso que hace de
Observe la "adaptación" de los dos miembros de la pareja en este ellas: locomoción, habilidades manuales, lenguaje, funcionamiento
respecto. Considere los índices conductales, tales como movimien- sensorial, examen (de la madre y de "otros", visual y con modali-
tos del cuerpo y los ojos, la respuesta de sonrisa y la respuesta de la dades de contacto perceptual), y otras capacidades cognitivas (tales
madre, el habla y otras vocalizaciones. Considere también el acer- como anticipación,juicio, etcétera)? Note la regularidad del nuevo
camiento-distanciamiento intrapsíquico, tal como el sueño y la funcionamiento (mantenimiento, regresión), el estado efecti-
disponibilidad em.ocional de la madre. vo concomitante, la actitud de la madre h acia él. ·

Esta pregunta, enu nciada en gran medida en términos conduc- Esta pregunta surgió de nuestro interés por el hecho de que el
tales y corporales, constituye la contrapartida de todo el proceso de niño en apariencia se absorbe totalmente en su propio funciona-
llegada intrapsíquica a la conciencia de separación. En lo que res- miento motor cuando aprende a caminar por primera vez, hasta el
pecta a la conducta observable, se vincula evidentemente con el in- punto de que por unos meses su interés por esa actividad llega a ser
cesante vagabundeo ("deambu lación", que da su nombre a este mucho más fuerte que el que tiene por su madre. La formulación de
p~río~o) ~?n que el niño ,se aleja de la madre en la segunda subfase la pregunta nos permitió averigu ar la relación del niño con las fun-
(e¡erc 1tae~on), y con su mas prominente seguimiento de ésta en la ter- ciones recién surgidas en otros estad ios (cuando no nos parecía que
cera (acercamiento), pero resulta también espec ialmente adecuada excluyeran el interés en la madre; por ejemplo, el desarrollo del
para la evaluación de los fenómenos de distanciamiento en la prime- lenguaje está a menudo en estrecha relación con ella), y también
ra subfase (d iferenciac ión). estudiar el desarro ll o natural de las capacidades que incluyen esos
elementos básicos a partir de los cua les debe desarrollarse una
Por ejemp lo, nos interesaba la fusión del infante con el cuerpo
personalidad individuada. La refere ncia a la regularidad del nuevo
de su madre y los cambios que ocurrían a med ida que el infante en
funcionamiento (y su susceptibilidad a la regresión), los estados
pro:eso de diferenci?ción se apartaba del cuerpo de la madre que lo
afectivos del niño, y la actitud de la madre hacia éstos, confirma-
ten1a en brazos, sent1a su prop1o cuerpo como separado, y escudriña-
ron nuestra expectativa de que estas capacidades crecían en el terreno
b,a el mundo de "los otros que no son la madre"; los juegos espon-
de la relación madre-hijo y eran muy sensibles a las actitudes ma-
taneos de ocultamiento de este período y la exploración por el infante
ternas, a la vez que su desarrollo relativam ente libre de con-
del rostro de su madre también se relacionan con la conducta de acer-
flictos dependía de un interés apropiado y de la no interferencia por
camiento y distanciamiento. La pregunta también centraba nuestra
parte de la madre. Esto reflejaba la continuación de nuestro interés en
lo que hemos descrito en la sección anterior (eva luaciones de los
2 John McDevitt puso particular empeño en formular este modo de niños en presencia y ausencia de la madre), con un modo rev isado
extraer material de los datos recopilados . de estud io.

296 297
3. Modalidades pnferidas. ¿Cuáles son las modalidades conduc- parte JI ) ya estaban desarrolladas cuando formulamos esta pregunta,
tales preferidas, evitadas , y otras modalidades conductales iclio- pero no supusimos (y no suponemos ahora) quE: estas experien-
sincrásicas (aunque sean raras) de tipo sensorial, motriz, vocal o de cias fueran algo más que una desazón "medianamente previsib le",
otra clase durante este período? Descríbalas con referencia a con- excepto sin situaciones patológicas . (M ás tarde llegó a interesarnos
ductas expresivas, exploratorias, reguladoras y descargadoras de la capacidad de placer del niño, pero esto aún no lo teníamos claro
tensión, y enfrentamiento de situaciones. Note las similitudes y cuando formulamos la pregunta.)
diferencias .d e las modalidades preferidas en estos diversos sectores. 5. Actitud de alerta. ¿Cuál es el estado característico de la ac ti-
Note también sus adecuación con las n1.odalidades de la madre tud de alerta del niño: su nivel, mantenimiento, labilidad, inten-
(compare con la pregunta 8) y con su disposición implícita o sidad y sus exageraciones en dirección positiva o negativa (por
explícita a alentar o desalentar determinadas modalidades . ejemplo, retracción h acia el dormir, estados d e hiperalerta e hiper-
Nuestro interés inicial en esta pregunta surgió del interés por la excitación)? Considere también los focos principales de investí-
individuación del niño. Teníamos la impres ión de que el grado en que miento y la dirección de la atención h acia adentro o h acia fu era, y
sus modalidades preferidas diferían de las de su madre, o eran uti- hacia el cuerpo o partes de éste, la madre u otros, objetos inanima-
lizadas de maneras diferentes, podría darnos algunos indi cios acerca dos, y funciones del yo o pautas específicas de acción.
de! comienzo del desarrollo de una personalidad individuada. Apar- El grado de enfoque sobre objetos inanimados, el sí-mismo, y los
te de esto, sin embargo, la pregunta estaba destinada a enfocar tam- que no son la madre en contraste con ésta, varían a nuestro parecer en
bién el desarrol lo de modalidades preferenciales en relación con las las diferentes subfases; son, de hecho, algunos de los atributos que
modalidades preferidas de la madre, y su aplicación en una trama de definen a estas subfases. Esta pregunta refl eja, en particular, nuestro in-
conductas fun cionales e interconectadas de la pareja madre-hijo terés por los criterios que permiten establecer cuándo el infante "ha
(identifi cac iones e internali zaciones). roto el cascarón" de la unidad dua l madre-infante, cuándo ha ocurrido
Nuestro interés en esta pregunta surgió también, por contraste, el nacimiento psicológico, representado por el hecho de que el infante
del estud io del desarrollo aberrante de diversas modalidades (con sólo "oye" lo que le viene de adentro, o, más tarde, vuelve la atención
atrofia, uso estilizado o caprichoso, o hiperconfianza) en el caso de hacia su madre, hacia otros, hacia el mundo de cosas inanimadas.
niños psicóticos simbióticos (cf. Bergman y Escalona, 1949). 6. Humor básico. ¿Cuál es el humor característico del niño, si se
4. Experiencias penosas y placenteras ¿Cuáles son las experiencias consideran los variables estados afectivo s en función de su posición
más penosas y las placenteras para el niño en este período? Describa sobre un rango que va de deprimido a exuberante? Nótense las
las situaciones en que se observa la experiencia de pesar o placer y variantes características respecto de ese humor, la continuidad y
con las cuales se asocian generalmente estos sentimientos, y descri- mantenimiento del humor, y la rapidez de los cambios que sufre.
ba los concomitantes afectivos específicos de tales experiencias. Atiéndase a los indicadores de humor en las expresiones faciales,
Para cada edad, observe también el grado de desazón asociado con gestos, tono y contenido de la vocalización, y tono y nivel de
las experiencias de separación pasiva (aunque éstas no sean las actividad corporal.
fuentes principales de la desazón). Cuando formu lamos esta pregunta pensábamos que el humor
Esta pregunta estaba destinada a proporcionarnos material para sería de alguna manera un indicador de la conciencia de sepa ración
evaluar en qué medida las experiencias de separación y/o la concien- del niño, así como del agrado o desagrado que esto le producía. El
cia de separación eran relativamente más angustiosas en una u otra humor es también el indicador más general del estado de la relac ión
subfase e, inversamente, el grado en que el contacto con la madre o del niño consigo mismo y con el mundo. Además teníamos la impre-
(inversamente) el distanciamiento activo de ella constituían la fuente sión de que el humor -el parecido o diferencia con el humor de la
principal de funciones placenteras (por oposición al ejercicio de fun - madre- nos seña larían la individuación del niño y la autonomía de
ciones logradas,. juego con juguetes, interacción con otros, con los su funcionamiento. (En la actual idad, como hemos expli cado en
que no son la madre). Nuestras expectativas de que fuera relativa- detalle anteriormente, podemos añadir que un humor contrario a los
mente mayor la significación de la conciencia de separación como esperado en las distintas subfases es un signo importante de pertur-
experi encia angustiosa en la primera y la tercera subfases (véase la bación del desarrollo .)

298 299
7. Tolerancia a la irrupción. ¿Cuál es la tolerancia característica La cuestión de qué ocurre con las madres que tienen infa ntes
del niño a la irrupción o a la irrupción poten cial d esde dentro muy distintos de ell as (por ejemplo, infantes activos de madres plác i-
o d esde fuera, incluidas fuentes tales como estímulos externos, das) también la ten íamos presente cuando formulamos esta pregunta.
dolor y frustración impuestos desde afuera, presión de impulsos, y 9. El cuerpo y el sí-mismo3 ¿Cuáles son los . indicadores con-
ansiedad? Cuando sea apropiado, observe los sobresaltos, perpleji- ductales de la progresiva conciencia que va adquiriendo el niño
dad, lapso de atención, modulación de impulsos, extensión de la acerca de limites corporales, diferenciación, separación, constancia
pérdida de la homeostasis, y la tasa de retorno a la línea de base. objetal, sentido del sí-mismo y del yo, o identificación sexu al
La pregunta se centra más sobre problemas de individuac ión durante este período?
que de separac ión. Nos remitía a las modul aciones intrapsíqui cas Nótese que esta pregu nta se definió en un nivel mucho más
desarro ll adas por el niño, como las indica su capacidad de demo- abstracto que las otras, y req uería niveles más altos de inferenci a por
rar, desplazar, controlar o reequ ili brar. En contraste, deseábamos parte de quienes debían extraer el materi al. La pregu nta tenía sufi -
investigar los estadios de la confi anza del niño en su madre como yo ciente interés teórico como para justificar que tratáramos de respon-
aux ili ar para mantener la homeostasis, y las extensi ones pato lógicas derl a. Fue prec isamente nuestro deseo de hallar un amp lio margen de
de esta confianza a períodos posteriores de edad. Esta pregunta pos ibles indicadores de estos fenómenos intrapsíqui cos, lo que nos
se vincula con trabajos anteriores sobre tics y otras pautas de descar- ll evó a explorar, med iante esta pregunta de orientación, los tipos de
ga y dominio o falta de dominio de los impul sos instintivos (véase inferencia que nuestros colegas de equipo podían rea lizar. Las obser-
Mahler, 1944, 1949a). vaciones de conductas especulares, de la respuesta del niño a muñe-
cas de tam año natural, del juego del niño con juguetes móvil es y
8. Similitudes y diferencias entre madre e hijo. ¿Cuáles son las
mecán icos, fo rm aron todas parte de nuestro registro de datos. Estos
similitudes y diferencias más notables en la conducta de la madre y
indica dores, así como todos los demás obtenidos por azar o no pre-
el niño en este período? Note, en particular, el apareamiento del
vistos, se agru pan en esta pregunta.
humor, del tempo y el temperamento, el estilo de confianza en
determinadas funciones del yo (locomoción, modalidades senso- Dej amos expuestas, pues, las nueve preguntas de ori entación.
En paralel o con e sas pregu ntas, desarroll amos otro enfoque para la
riales, verbalización), y actitudes sociales (relaciones con o tras per-
clasificac ión sistemática de segmentos del gran conjunto de datos
sonas). Registre cuaquier información sobre los mecanismos por
disponibles. A ello nos referiremos ahora.
los cuales se producen estas similitudes o diferencias (por ejemplo,
aliento materno, rechazos negativistas del niño).
Las categorías
Esta pregunta enfre nta de una manera más ampli amente de-
Desde el comienzo de nuestro estudio tratamos de registrar, de
finida la cuestión planteada en la pregunta 3, con respecto a las
organizar los registros anteriores, o de disc utir las observac iones,
modalidades preferidas; es decir, el desarroll o de parti culares esti-
tomando como referen cia una serie de categorías y teni endo siempre
los individuados de fun cion amiento del niño, en relación con los
en vista la pos ibili dad de juntar el material relacionado acerca
esti los de la madre. La individuación no tiene por qué referirse sim-
de cada niño a lo largo del tiempo, a o acerca de diferentes niños. Esta
plemente a ser diferente de la madre. El niño ll ega a ser él mismo, en
elecc ión de procedimiento refl ejaba nuestra inten ción de no cen-
gran med ida, por identifi cac ión con la madre y con otras personas
trarnos sobre estudi os de casos individual es como unidad prim ari a
importantes de su vida. La individuación no se refleja en el ser dife-
de síntesis de datos, sino más bien sobre fenómenos de una fase evo-
rente por sí mismo, sino en la estabilidad de funcionamiento den-
lutiva específica de alcance pres umiblemente universal. Tratamos de
tro del niño y en los aspectos interrelacionados de estas funciones abstraer fenóm enos generales de las observaciones rea li zadas respec-
que, por más que se asemejen a las de otro niño, están pautadas si em- to de personas específicas.
pre de una manera distintiva en re lación con impulsos fantasías,
modos de interacc ión, y expresión y control tanto de estados afectivos
positivos como negativos. 3 Son aquí de particular interés los experimentos de John B. McDevitt con
espejos, a los que dedicó varios años de la investigación.

300 301
Algunas de las categorías cambiaron a lo largo del tiempo, según en observaciones únicas de sectores seleccionados. Las 17 catego-
el interés que nos gui aba en ese momento mientras que otras se man- rías se utilizaron para organ izar observaciones múltiples, reunidas de
tuvieron bastante constantes. Puesto que las categorías nunca se variadas maneras.)
enfocaron como intentos de ll egar a la cuantificación y a un estudio Lo que cambió a medida que avanzaba el estudio no fue nuestro
experimenta l ri guroso, nunca nos pareció impropio cambi arl as cuan - enfoque básico en lo referente a fraccionamie nto de los datos en cate-
do cambiaba nuestro ju icio respecto de la utilidad potencial que gorías de mayor capacidad clasificatoria, sino 1) la explicitación
tenían para nosotros. En camb io, las concebíamos como maneras de nuestros fundamentos respecto de los propós itos que perseguía el
de ayudarnos a centrar nuestro pensamiento y nuestras discusiones estudio de las categorías, y 2) el grado de sistematización y coheren-
sobre sectores sustanc iales específicos en determinados momen- cia que había en nuestras categorizaciones mismas.
tos del tiempo. Siempre nos resultó de gran va lor mantener una con- Con respecto al primero de estos puntos, nuestro fundamento
siderab le continu idad del equipo de personas durante los muchos era el siguiente: al com ien zo, las categorías reflejaban nuestra im-
años que duró el estudio, pues ese persona l podía volver sobre vie- presión de que éste era un sector que debíamos conocer, o que este
jas observaciones y extraer de el las material que en un momento u sector podía ayudarnos a comprender mejor el proceso de sepa-
otro presentaba un determinado interés. ración-individuación. A medida que avanzamos en nuestras obser-
Como hemos indicado anteriormente, nuestro uso de muchas vaciones clínicas y discusiones, comenzamos a formarnos ideas
de las categorías tuvo una considerable continu idad en el tiempo, mucho más claras sobre el proceso de separación-in dividuación y sus
aunque las cambiáramos a veces en ciertos respectos o abando- subfases. En este punto, a los fines del estudio posterior, pudimos
náramos algunas de el las durante un determinado lapso. Esta trazar una distinción conceptual más neta entre las categorías (que
continu idad no es sorprendente; si bien nuestra comprensión del a nuestro parecer reflejaban im portantes sectores del desarrol lo del
proceso de separación-individuac ión cambió y se desarrol ló con los niño) y el proceso mismo de separación-individuación (que entonces
años, nuestras concepc iones básicas acerca del desarrollo del niño se teníamos la impresión de conocer con cierto detalle, como proceso
mantuvieron cas i constantes. Las categorías, en general deben inter- epigenético normal). En este punto encaramos las categorías con una
pretarse como una espec ie de "qué es qué" en el desarro ll o del niño, de estas dos preguntas o con ambas: ¿De qué manera nuestra com-
y reflejan nuestro punto de vista acerca de cuá les sectores, entre prens ión actua l del proceso de separación-individuación contribuye a
muchos diversos, era importante conocer y describir. En un momento esclarecer este sector genera l del desarrollo del niño? ¿De qué mane-
dado, por ejemplo, estábamos trabajando con las 17 categorías si- ra nuestra comprensión de este sector ayuda a esclarecer nuestro idea l
gui entes: 1) alimentación y conducta oral, 2) higienización, baño y del proceso de separación- individuación? Proseguimos el estudio de
cu idado corporal de rutina, 3) conducta motriz y cognitiva, 4) dorm ir las categorías en los puntos en que pensábamos que era razona-
y fenóme nos de fatiga, 5) individuación, 6) reacción ante personas ble esperar hi pótesis sugestivas en respuesta a estas preguntas.
que no son la madre y el padre, 7) reacciones a la sepa ración, 8) imi- Con respecto al segundo cambio a que nos referimos antes, el
tac ión, juego, fantasía, relaciones con objetos in animados, 9) comu- au mento de la sistematización y coherencia en la tarea de catego-
nicación, 7O) agresión, amb ivalencia y autoagresión, 77) reacción rizac ión misma, procedimos así: a partir de 1967 seleccionamos un
al dolor y la frustración , 12) persona lidad y conducta de la madre, conjunto de categorías a ap lica r sistemáticamente de un modo simi-
73) interacción madre-hijo, 74) diferencias entre la conducta en el lar a la apl icac ión de las preguntas de orientación descriptas anter ior-
hogar y en el Centro, 15) eventos importantes en la fa mili a, 16) per- mente. Este trabajo se hizo de la siguiente manera: los datos a utilizar
sonalidad del padre y de otros miembros de la fam ili a, y 17) carac- eran las formulac iones clave y las notas extractadas mensualmente
terísticas predominantes del niño. Estas 17 categorías se apl icaron para cada niño según las nueve preguntas de orientación . La extrac-
a los datos en una fase temprana del trabajo. En ese momento, todas ción de datos basada en las preguntas de orientación había queda-
las observaciones referentes a un determi nado mes se red istribuyeron do completada, y luego, sin volver de nu evo sobre todos los datos
dentro de estas categorías a fin de estud iarl as. (Las observaciones de básicos, tratamos de reunir algunos de los datos en un conjunto de
"sector", por contraste y como explicamos anteriormente al hablar cuatro categorías que nos resu ltaban de particu lar interés. Estas eran:
de una de las tareas de los observadores no participantes, se basaban 7) relaciones obj etales, 2) humor, 3) desarrollo de impul sos li bidinales

302 303
y agresivos, y 4) desarrollo cogn itivo. Creíamos que estas categorías en un determinado lapso. Parecía que la conducta del niño se iba
nos proporcionaban una base para comenzar a vincu lar algunos sec- volviendo cada vez más integrada, o dicho de otra manera, cada vez
tores importa ntes de interés psicoanalítico con el proceso de sepa- más expresiva de algunos temas centrales de la vida del niño, hecho
ración-individu ac ión, tal como lo íbamos entendi endo. que había que tener presente al describir o explicar items separa-
Esta vez, puesto que los datos no eran tan voluminosos (basados dos de conducta.
en extracciones ya rea li zadas de datos, más bien que en material La segunda observación tenía que ver con las diferencias de
total), pudimos asignar una categoría a cada uno de cuatro investi- sexo. Hasta este punto, nos había parecido a menudo que los niños
gadores. Cada investigador se convirtió entonces en un espec ialista se adaptaba n a vari os subgrupos - desde el punto de vista de la se-
en esa categoría y revisó todos los datos de todos los niños desde el paración-individuación-, que contenían tanto niños como niñas.
punto de vista de esa categoría. Los datos fueron sintetizados sobre Pero ahora, mientras por una parte la complejidad de los niños hacía
una base mensual para cada niño (en una breve nota de una a dos difícil agru parlos, por otra parte los rasgos comunes que ex istían suge-
páginas), y luego se redactó un ensayo en el que se comparaba a rían una creciente tendencia a la diferenciación sexual y a la forma-
todos los niños de esa categoría para ca da uno de los meses. ción de la identidad de sexo.
El trabajo con las categorías había llegado a entremezcla rse con En otras palabras, los datos del tercer año de vida requerían un
todas nuestras ideas acerca del proceso de separación-individuación . enfoque diferente, no sólo porque el desarrollo emocional, cognitivo
Las categorías eran, como las preguntas de orientación, una herra- y verbal había alcanzado nuevos niveles, si no también porque la per-
mienta de nuestro pensamiento, un marco de referencia dentro del sonali dad de los niños se había vuelto por ese entonces más sólida e
cual podíamos organizar nuestro pensamiento en puntos particulares integrada en mu chos respectos. En el tercer año los niños eran plena-
del estudio. Esas categorías está n implícitamente representadas en mente verbales, y practicaban mucho el ju ego de fantasía (que nos
nuestra exposición de la parte 11 de este libro. ex igía tener sesiones individuales de juego con los niños para em-
pezar a comprenderlos). Los deambuladores mayores parecían
Aspectos reconstructivos y de síntesis en general mucho menos apegados a su madre (q ue no estaba en la
habitación) y mucho más interesados en su " maestra jardinera" y en
Ai trabajar ind ividua lmente con los datos observac iona les sobre la interacción con sus pares. Así, el material del tercer año se nos pre-
los niños, no tuvimos ni nguna dificu ltad para ubi ca r las conductas sentaba como algo de un tipo totalmente diferente.
de los niños en una cantidad de categorías sepa radas, a medida que Desarrollamos tres nuevas metas en nuestro estudio: 7) estudi ar
procedíamos a efectuar los análisis desde los primeros meses del pri- la cuarta subfase del proceso de separac ión-i ndividuación, el logro
mer año hasta el segundo año de vida . gradua l de la consta ncia de objeto libidinal, en relación con el
Durante los análisi s de los datos correpondi entes a la segunda desarrollo individual del niño a través de las subfases anteriores;
mitad del segundo año de vida, se efectuaron dos observaciones al 2) estudiar las primeras fases de la fo rm ación del carácter ( o la con-
azar, en las que coincid ieron los diversos investigadores clín icos so lidación de la personalidad) en el terce r año de vida; 3) estudiar el
que intervenían en el estudi o, y que llevaron a la formulación de comi enzo de la fo rmación de la identidad sexual en el tercer año.
nuevas metas para el trabajo sobre el tercer año. Si bien no Al fijar estas metas tratamos de indicar que nos interesaba el ter-
esperábamos estas observaciones mi entras procedíamos al análi sis cer año de vida no sólo porque fuera la cuarta subfase del proceso de
de los datos, una vez que se las formuló percibimos inmediata- separación-individuac ión (el logro de la constancia de objeto libid i-
mente su sentido y nos hi cieron comprender que estába mos entrando nal), sino tambi én porque representa el producto final de las primeras
en el estudio de un nuevo estad io de la vida del niño, para el cual tres subfases y debe llevar el sell o de experiencias y modos de resolu-
necesitábamos nuevos enfoques. ción específicos de dificultades evolutivas y de otro tipo, ta l como
En primer luga r, notamos que los datos ya no se "adaptaban" aparecían en estas subfases anteri ores. Así, nuestros análisis ya no
cómodamente a categorías separadas . Parecía cada vez más arb itrario eran una descripción categoría por categoría, sino un intento de con-
describir un ítem de conducta sin hacer una referencia a un número ceptuar clíni camente la re lación que cada niño lograba con su mad re,
cada vez mayor de l conjunto tota l de con ductas observadas en el niño su sentimi ento de separación e identidad, y la relación con sus

304 305
propios aparatos autónomos tal como éstos aparecían en el tercer año de los datos para todos los niños, volvimos a un análisis niño por
de vida, volviendo luego a recorrer las etapas anteriores del proce- niño, en que efectuamos una eval uación, primero, del resultado de las
so de separación-individuación para ver cómo estaban representadas, primeras tres subfases del proceso de separación-individuación, y
reconciliadas, integradas, omitidas o en conflicto en esta resolución segundo, del desarrollo de la personalidad tal como aparecía en el
del tercer año. tercer año de vida. Algunos de los resultados de este trabajo se refle-
La información referida más arriba, respecto a que resultó j a en nuestros estudios de casos de la parte 111, en los que seguimos el
imposible al final del segundo año de vida separar arbitrariamente desarrollo de los niños a través del tercer año de vida.
aspectos específicos del funcionamiento de un niño sin tomar en con-
sideración el todo, también puede formularse en lo que respecta
al incip iente desarrollo del carácter o a la consolidación de la perso-
nalidad. En la medida en que ésta se organiza en torno a la mas-
culinidad o la feminidad, la identidad de sexo se transforma en un ·
punto central. Es decir, lo que creemos que vemos es la coex istenci a
de las complejas conductas que caracterizan el desarrollo de las sub-
fases previas de cada niño en particular (y también sus estad ios psi-
cosexuales y el desarrollo de la agresión) en tanto éstas repercuten
sobre la individuación, por una parte, y sobre la identidad sexual, por
otra; y además, que esta coexistencia en torno de temas y modos de
funcionamiento centrales es el comienzo de una estructura más con -
solidada de la personalidad.
También en este caso nuestro enfoque consistió en form ular lo
que pudimos acerca del carácter y la personalidad de cada niño en
el tercer año de vida y luego volver a rastraer, a partir de nuestros
anteriores análisis por categorías de los primeros dos años de vida de
ese niño, la representación, reconciliación, conflicto, nuevos signi-
ficados u omisión de aspectos importantes del desarrollo temprano,
tal como aparecen en su personalidad en el tercer año de vida.
El tercer año tiene una considerable significación teórica.
Algunos de los temas a tener presentes cuando examinemos este
período en el futuro, son: autoconstancia y constancia objeta!, sen-
timiento de identidad, proceso de internalización y naturaleza y
resultado de los confli ctos internali zados que incluyen impulsos
libidinales y agres ivos, otros aspectos del desarrollo del yo y el apren-
dizaje (tales como el paso del proceso primario al secundario y tam-
bién el paso del principio del placer al de realidad), la naturaleza
del juego y la fantasía del niño, y la interacc ión de éste con sus pares.
Pero lo que amalgama todo esto es la atención que centramos sobre
los antecedentes de los fenómenos de la subfase actual y la perso-
nalidad.
En síntesis, este último enfoque variaba radicalmente del que
adoptamos en estadios anteriores de la vida del niño. Más bien
que seguir con un análisis mes por mes de categorías específicas

306 307
visión de cerca, audi ción. El paso a la catex ia sensorio-perceptiva
es importante en el desarrollo, y ocurre a las 3 ó 4 semanas de edad.
(Reemplaza a la catexia propioceptiva-enteroceptiva hasta entonces
predominante.)
Consolidación de la individualidad y constancia objeta/ emo-
cional. Cuarta subfase de la separación-i ndividuación, que comienza
hacia el final de l segundo año y es de extremo ab ierto. Durante este
período se logra un cierto grado de constancia objeta !, y se establece
GLOSARIO en medida suficiente la separac ión de la representación del yo y del
objeto. La madre se perc ibe clara m en~e co~o una person~ separada
y ubicada en el mundo exteri or, y al m1smo t1 empo t1ene ex;sten.c la en
Ambitendencia. Presenc ia simu ltánea de dos tendenc ias con- el mundo interno representaciona l del niño. Vease tambten D iferen-
trastantes, conductalmente manifiestas; por ejemplo, un niño puede
ciación; Ejercitac ión, Acercamiento.
llorar y sonreír virtua lmente al mismo tiempo, aproximarse a la ma-
dre y en el último momento desviarse y alejarse, o besarla y luego
Crisis de acercamiento. Período que ocurre durante la subfase
repentinamente, morderl a. La ambitendenc ia es bifás ica desde el de acercamiento en todos los niños, pero con gra n intensidad en
algu nos; en él se agud iza la comprensión del estado de separación. La
punto de vista con ducta !: puede ser o no reemp lazada en seguida por
creencia del deambu lador en su omnipotencia se ve fuertemente
la ambivalenc ia, en que la tendenc ia bifás ica se integra y ya no es
observable. amenazada y éste ejerce coerción sobre el ambi ente mientras trata
de restab lecer el status qua, cosa que es impos ible. La amb1tendenC1a,
Acercamiento o aproximación. Tercera subfase de la separa- que se transforma a menudo en ambivalenc ia, es en general i~te n­
ción-individuación, que dura desde 14 o 15 meses hasta más o sa· el deambu lador desea esta r unido con la madre, y al m1smo
menos 24 meses de edad e incluso mas tiempo. Se caracteri za por un ti~mpo separado de ell a. Alca nzan su apogeo los berrinches,_ quej as
redesc ubrimiento de la madre, que es ahora un individuo separado, y humor triste, y se producen fuertes reacc1ones a la separaCion.
y por una vuelta a el la después de las correrías obligatori as del perío-
Diferenciación. Primera subfase del proceso de separación-indi-
do de ejercitación. Al deambulador le agrada compartir sus experien-
viduación, que se manifi esta de los 5 a los 9 meses de edad. Co mi ~n­
cias y posesiones con la mad re, a la que percibe ya más cl aram ente
za a disminuir la dependencia corporal tota l de la madre, a med 1da
como separada y exterior. La infl ación narcisística de la subfase de
que la mad urac ió n de funciones locomotrices parcia les pr?d.uce
ejercitación va siendo paul atinamente reemp lazada por una crecien-
el primer intento de apartarse de ell a. Las conductas caractenst1cas
te compres ión de la separac ión, y, junto con ell a, de la vu lnerabi lidad.
que posibil itan la demarcac ión del yo respecto del no-yo son la explo-
Son com unes las reacciones adversas ante separac iones breves, y ya
ración visual y tácti l del rostro y el cuerpo de la madre; el apa rtar el
no se puede sustituir fáci lmente a la madre, ni siquiera por adu ltos
cuerpo del de la madre para exp lorar un mundo más amplio y poder
fam il iares al niño. Esto culmina a menudo en una cris is de acer-
mirarla; la verificación entre la madre y otros. El placer que produ-
cam iento más o menos transitoria, que es de gran significación evo-
cen las incip ientes func iones de l yo y el mundo exteri or se expresa e~
lutiva. Véase también Diferenciación, Ejercitación, Consolidac ión de
estrecha proximidad con la madre. Al mismo tiempo, parece ocurnr
la individualidad.
la diferenciación de una imagen corporal primitiva, pero distinta.
Catexia propioceptiva-enteroceptiva. Catex ia del interior del Véase también Ejercitación, Acercam iento, Consolidac ión de la indi -
cuerpo, experimentada en forma de tensiones o sensaciones que vidual idad.
nacen de dentro y se descarga n por la tos, escupiendo, vomitan -
Distancia óptima. A med ida que el infante crece y se desarro-
do, retorciéndose, llorando, etcétera, que prevalecen durante las
ll a, hay para cada estadio una posición entre madre e hijo que es la
prim eras semanas de vida.
que mejor permite a éste desa rrollar las facu ltades que n ec~s 1 ta para
Catexia sensorio-perceptiva. Catexia del sensorio y la periferi a del crecer, es dec ir, para individuarse. Durante el estad 1o s!mbiOtiCO
cuerpo, particularmente de los órganos perceptivos sensoriales: tacto, el infa nte se amolda al cuerpo de la madre; durante la subfas

308 309
de diferenciación comienza a separar su cuerpo del pecho de la parece esta r en un estado de desorientación al ucinatori a primitiva
mad re para poder explotarla li bremente mediante el tacto y la visión negativa, en el cual la satisfacción de necesidades pertenece a su
de cerca . El infante en período de ejercitac ión se distancia en el espa- propia órbita autística y omnipotente.
cio para tener la oportunidad de exp lorar; durante el acercamiento el
Fase de la separación-individuación. Fase del desarrollo normal
deamb ul ador necesita ir y volver para encontrar a su mad re dis-
que com ienza alrededor de 4 a 5 meses de edad, en el apogeo de la
ponib le, pero sin que ésta interfiera. La distancia óptima la fija el nar-
simbiosis y superponiéndose con ésta. El infante muestra una cre-
cis ismo secundario en desarrollo, y también la cambiante relac ión
ciente capac idad de reconocer a su madre como una persona es-
objeta l y las funciones del yo en el desarrollo.
pecial, de catexiar e inspeccionar el mundo no-materno, y de
Ejercitación. Segunda subfase de la separac ión-individuación, apartarse muy levemente, y más tarde muy decididamente, de la
que dura desde los 9 meses hasta los 14 meses de edad. Durante este madre. Es un a fase del desarrollo que du ra de los 5 meses a los 2 1/2
período el infante es capaz de aleja rse activamente de la madre y años, y sigue dos carriles separados pero intervincu lados: uno es de la
volver a ell a, primero gateando y más tarde por el dominio de la separación, que ll eva a la concienci a intrapsíquica de la separación,
locomoción vertical. Es un período en el cual la exp loración del am- y el otro es de la individuación, que lleva a la adquisición de una indi-
biente, animado e in animado, y la ejercitación de capacidades loco- vidualidad distinta y única. Se han identifi cado cuatro subfases del
motrices, están muy investidas de energía libidinal. Véase también proceso de separación-indi viduación. Aunque éstas se superpo-
Diferenciación, Acercamiento, Conso lidación de la individualidad. nen, cada subfase ti ene sus propias agru paciones ca racterísticas de
Escisión. Mecanismo de defensa que a menudo se encuentra du- conductas, que la distinguen de la precedente y de las sigu ientes.
rante la subfase de acercamiento (una vez lograda una cierta medi da Las cuatro subfases son: 1) Diferenciación, 2) Ejercitación, 3) Acerca-
de desarrollo del yo); el deambul ador no puede to lerar fáci lmente los miento, y 4) Conso lidación de la individualidad y comienzo de la
sentimientos simultáneos de amor y od io hacia la misma persona. consta ncia obj eta l emoc ional.
El amor y el odio no se amalgaman; la madre es sentida altern ativa- Fase simbiótica normal. La simbiosis normal se anuncia por el
mente como toda buena o toda mala. Otra posibilidad consiste en que leva ntami ento de la fuerte barrera innata contra los estímu los que
la madre ausente sea sentida como toda buena, mi entras los otros protegió al infante pequeño de los estím ul os internos y extern os hasta
se vuelven todos malos. Por ende, el deambulador puede desplazar la la tercera o cua rta semana de vida . Puesto que en el infante humano
agres ión al mundo no-matern o, a la vez exagera el amor por la ma- está atrofi ado el instinto de autoconservación, el yo tiene que asu -
dre ausente y anhelada, hiperidea li zá ndo la. Cuando la mad re vue l- mir el papel de manejar la adaptac ión del ser humano a la rea lidad .
ve desquicia la imagen idea l, y los reencuentros con ell a son a Sin embargo, el yo rudimentario del infante pequeño no es adec uado
menudo penosos, porque la función sintética del yo joven no pue- para la tarea de organizar sus estímu lo internos y externos de manera
de curar la escisión. En la mayoría de los casos se hace pos ible una de asegurar su supervivencia; la vi ncul ac ión psicobiológi ca entre
síntesis gradual del todo "bueno" y el todo "malo" por el yo en de- la madre que cría y el bebé es lo que comp lementa el yo indiferen-
sarrollo. ciado del infante. En circunstancias norma les, la empatía por parte de
Fase autística normal. Primeras semanas de vi da extrauterina, la mad re es el sustituto, entre los seres humanos, de los instintos en
durante las cua les el neonato o el infante pequeño parece ser un que se apoya para su supervivencia el animal altricial. La simbi os is
organismo cas i puramente biológico, con respuestas instintivas a normal se desarrolla en forma concomitante con el descenso de la ba-
los estímulos que son reflejas y ocurren al nivel de hipotá lamo. rrera innata contra los estímulos (Benjamín, 1961 ), a raíz de la ex-
Durante esta fase sólo podemos hab lar de aparatos primitivos y peri encia que se repite de una manera predecible, en que un agente
no integrados del yo y de mecanismos de defensa puramente somá- matern ante exterior al ivi a las necesidades, el hambre y la tensión que
ticos, que co nsisten en reacciones de desbordamiento y descarga, vienen de dentro, es decir, funciona como yo auxiliar (Spitz).
cuyo fin es el mantenimiento del equilibrio homeostático. La posición La simbiosis se refiere a un estadio de interdependencia socio-
de la libido es predominantemente visceral y no hay discrimina- biológica entre el infante de 1 a 5 meses y su mad re, un estado de
ción entre dentro y fuera, an imado e inanimado. Al comienzo, debido relación preobjetal O de satisfacc ión de necesidades, en el cual
a que son muy altos los umbrales para estímulos externos, el infante aú n no se han diferenciado las representaciones intrapsíqu icas de l

310
sí-mismo y de la madre. Desde el segundo mes el infante se compor- Psicosis simbiótica infantil. Se ha alcanzado la fase simbió-
ta y funciona como si él y su madre fueran una unidad dua l omnipo-. tica del desarrollo, aunque fuertemente distorsionada; el niño trata a
tente dentro de un límite único y común (la "membrana simb ióti ca"). la madre como si ésta fuera parte de él mismo, es decir, no exterior
Huida. Véase Seguimiento y huida. a su sí-mismo sino fusionada con él. El niño es incapaz de inte-
Narcisismo primario. Estado que prevalece durante la primera grar una imagen de la madre como un objeto distinto y totalmente
semana de vida, en que la satisfacción de necesidades no se percibe externo, y en cambio parece mantener imágenes (introyectos)
como proveniente del exterior, y en que no hay ninguna conciencia fragme ntadas buenas y malas del objeto. Alterna entre el deseo de
de que exista un agente maternante. Es afín a la "om nipotencia infan- incorporar y de expulsar. Si no se administra terapia, se produce
til absoluta" de Ferenczi .. Este estad io va seguido por otro de oscura una interferenci a insuperable en cualquier progreso hacia la sepa-
conciencia de que uno mismo no puede proveer a la satisfacción de ración-individuación, es decir, existe una fijación o regresión a la fase
sus necesidades. de la simbiosis patológica. Los mecanismos de restitución que crean
la variada sintomatología constituyen intentos de restablecer y per-
Orbita simbiótica. La madre y todas las partes y atributos de la
petuar una unidad simbiótica madre-hijo de carácter delusional y
madre -su voz, sus gestos, sus ropas y el espac io en que ella va y
omnipotente; debido a los continuos estados abismales y al pánico
viene-, que forman el círculo mágico del mundo simbi ótico madre-
que producen, el paciente se ve forzado a recurrir a una retirada
infante.
secundaria que le permite refugiarse en un autismo (secundario) casi
Pautas de acercamiento-alejamiento. Pautas cambiantes con estab ilizador. Los "berrin ches", así como una conducta autoagres iva,
que el infante se aleja de la madre y vuelve a ella. Cada subfase tiene
dominan muy a menudo el cuadro clínico.
sus pautas características, determinadas por el progresivo desarrollo
motor y cogn itivo del niño y por las cambiantes necesidades de dis- Reabastecimiento emocional o libidinal. Durante la subfase
tancia o cercanía. de ejercitac ión, el infante merodea lejos de la madre, pero cuando se
fatiga o se le agota la energía, busca restablecer el contacto corporal
Precursores de defensa. Durante el proceso de separación-indi-
con ella . Este"reabastecimiento" lo revigoriza y restablece su interés
viduación encontramos conductas primitivas que pueden conside-
anterior en la ejercitación y exp loración.
rarse como precursoras de los posteriores mecanismos de defensa. Por
ejemplo, apartar el cuerpo de la madre, no mirarla, cambiar de direc- Reacciones a la separación. Estas varían de índole e intensidad
ción alejándose de ell a, ignorar su presencia o su partida, son con- en el curso progresivo del proceso de separación-individuación.
ductas que llevan a mecanismos de negación y rechazo. Encontramos Durante la diferenciación, observamos como característica una baja-
tamb ién una identificación primitiva con la madre -"hacer de da de tono en caso de separaciones breves, que a veces culmi na. Sin
mamá- en su ausenc ia, y una independencia prematura (fa lso yo) embargo, en llanto desesperado; durante el período de ejercitación,
cuando hay una deficiencia de maternación . Estos mecanismos hay un relativo olvido de la presencia de la madre; durante el acer-
son relativamente inestables; van y vien en. Sirven tanto a la adaptación cam iento, ocurren una multitud de reacciones, ta les como la bús-
· como a la defensa. La elección de estos mecanismos depende de las queda, el llanto, o una marcada ignoranc ia de la madre. Durante la
características del niño y de la respuesta selectiva de sus progenitores. cuarta subfase, por lo general se toleran mejor las separaciones
breves.
Psicosis autística infantil. En el síndrome de autism o infantil hay
un a fij ación o una regresión a la fase autística de la más temprana Reacciones ante extraños. Una variedad de reacciones ante per-
infancia, es decir, el niño no parece percibir en abso luto a su madre sonas que no son la madre, particularmente acentuadas durante la
como representativa del mundo exterior. Hay un muro helado entre el subfase de diferenciación, cuando ya se ha estab lecido firmemente
niño autista y el ambiente humano. El autismo psicótico constituye un una relación especial con la madre, como lo evidencia la sonrisa
intento de lograr la de diferenciación y la deanimación; sirve para especia l que el niño le dirige. Las reacciones ante extraños incluyen
contrarrestar las múltiples complejidades de los estímu los externos y la curiosidad y el interés y tambi én la cautela y una ansiedad leve o
las excitaciones internas que amenazan aniqu il ar al yo rudimentario incluso fuerte. Esa ansiedad se ca lma al com ienzo del período de
del niño autista. El mantenimiento de la mismidad es el rasgo cardi - ejerc itación, pero reaparece en diversos momentos a lo largo del pro-
nal del síndrome de la psicosis autísti ca. ceso de separac ión-i ndividuac ión .

312 313
Ruptura del cascarón. Proceso de salida del estado simbiótico
de unidad con la madre, en el sentido intrapsíqu ico. Es. la "segunda"
experi enc ia de nacimiento, el nacimiento psicológico, el proceso por
el cual comienza a ser catex iado el mundo de "lo otro que no es la
madre". El infante que ha eclosionado ya abandonó el vago estado
crepuscular de simbiosis y está más permanentemente alerta y recep-
tivo para los estímulos de su ambiente, más bien que sólo para sus
propias sensaciones corporales, o para las que emanan de dentro de
la órbi ta simbióti ca. BIBLIOGRAFÍA
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niño sigue a veces cada movimiento de su madre como una sombra
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analytic Study of the Citild, Vol. 26. Nueva York: Quadrangle, págs. 316-352. 1 Supp., 11 :236-249.

332 333
AUTORIZACIONES ÍNDICE

e agradece la au torización para incluir en este libro citas de las obras Reconocimientos 3
S s1gU1entes: Introducción y reseña histórica 7
Ferenczi, S. "Stages in the Development of the Sense of Realty," en Sex
in Psychoanalysis: Selected Papers of Sandor Ferenczi, trd. por Ernest Jones,Vol.
1, págs. 213-239. e 1950 by Basic Books, lnc. , Publishers, Nueva York.
Freud, S. "Mourning and Melancholia," en Collected Papers of Sigmund PARTE 1
Freud, comp. por Ernest Jones, Vol. 4, págs. 152-170. Publicado por Basic LA SEPARACIÓN-INDIVIDUACIÓN, VISIÓN PERSPECTIVA
Books, lnc., Publishers, por acuerdo con The Hogarth Press, Ltd., Y The
l. Enfoque general 9
Institute of Psycho-Analysis, Londres. También en Standard Edition, comp .. por
J. Strachey,Vol. 14, págs. 237-260. Londres: Hogarth Press, 1957. 2. Evolución y funcionamiento del ambiente de investigación 25
Freud, S., "Negation,'' en Collected Papers of Sigmund Freud, comp. por
Ernestjones,Vol. 5, págs. 181 -185. Publicado por Basic Books, lnc., Publishers,
por acuerdo con The Hogarth Press, Ltd. Y The Institute of Psucho-Analysis,
Londres. También en Standard Edition, comp. Por J. Strachey, Vol. 19, págs. 235- PARTE 11
239 . Londres: H ogarth Press, 1961. SOBRE LA SIMBIOSIS HUMANA Y LAS SUBFASES
Greenacre, P., " Co nsiderations Regarding the Parent-Infant DEL PROCESO DE SEPARACIÓN-INDIVIDUACIÓN
Relationship," Int.J Psycho-Anal., 41(1960):571-584. Introducción 49
Jacobson, E., "The Self and the Object World: Vicissitudes of Their
3. Los preludios del proceso de separación-individuación 51
Infantile Cathexes and Their Influ ence on Ideational and Affective
Development," en The Psychoanalytic Stu dy of the Child, Vol. 9. Nueva York: 4. La primera subfase: La diferenciación y el desarrollo de la
International Universities Press, 1954, págs. 75-127. imagen corporal. 63
Lewin, B. D., Reconsideration of the Dream Screen,'' Psychoanal. Q., 5. La segunda subfase: Ejercitación locomotriz 77
22 (1953): 174-1 99.
6. La tercera subfase: Acercamiento 89
Mahler, M. S., "Thoughts about Development and Inclividuation,'' en
The Psychoanalytic Study of the Child, Vol. 18. Nueva York: International 7. La cuarta subfase: La consolidación de la individualidad y
Universities Press, 1963, págs. 307-324. los comienzos de la constancia objeta! emocional 127
Mahler, M. S. y Gosliner, B. J. ,"On Symbiotic Child Psicosis: Genetic,
Dynarnic and Restitutive Aspects,'' en The Psychoanalytic Study of the Child, Vol. PARTE 111
10. Nueva York: lnternational Universities Press, 1955, págs. 195-212.
DESARROLLO DE LAS SUBFASES EN CINCO NIÑOS
Introdu cción 141
8. Bruce 143
9. Donna 1St
10. Wendy 175

334 335
11. Teddy 193
12. Sam -: 211

PARTE IV
SÍNTES.,{S;Y REFLEXIONES
13. .Var-Í;ciones dentro de las subfases con especial referencia.
a la diferenciación 221
14. · La epigénesis de la ansiedad de separación, el humor
básico y la identidad primitiva 237
15. Reflexiones sobre la identidad del núcleo y la formación
de límites del yo 247
16. Algunas observaciones finales acerca del significado de
la crisis de acercamiento 253

APÉNDICES
EL ANÁLISIS DE DATOS Y SU FUNDAMENTO:
U N ESTUDIO DE CASOS EN LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA SISTEMÁTICA

Apéndice A -Los datos disponibles 263


Apéndice B -Fundamentos de la investigación 277
Apéndice C - Algunas estrategias de investigación 285

GLOSARIO 308

BIBLIOGRAFÍA 315

AUTORIZACIONES 334

Se terminó de imprimir esta obra


en el mes de noviembre de 2002.
Con un tiro de 2,000 ejemplares
más sobrantes para reposición.

336

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