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1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica.

Principales aportaciones romanas en


los ámbitos social, económico y cultural.
La conquista romana de la península ibérica se realizó en diversas etapas, interrumpidas
por períodos de inactividad bélica. En la primera etapa (218-197 a.C.) lograron dominar la
costa mediterránea y el sur peninsular dentro del escenario general de la segunda guerra
púnica. Durante la segunda etapa (197-133 a.C.) se conquistó la Meseta y el oeste y
noroeste peninsular y se caracterizó por la resistencia de algunos pueblos indígenas como
los lusitanos. Durante la última etapa (29-19 a.C.), sometieron a los cántabros y astures.

Tras la conquista llegó un largo proceso conocido como el de romanización, es decir, la


implantación de la organización romana y la difusión de su cultura. Esta fue más intensa al
sur y al este del Mediterráneo. Entre los vehículos de romanización destacan el latín, la
llegada de comerciantes, funcionarios o militares romanos y la división administrativa de
Hispania. La ciudad pasó a ser un elemento esencial según el modelo urbanístico romano y
funcionando según el régimen municIpal. Culturalmente destaca la extensión del latín, del
derecho romano y su gran legado artístico como el teatro de Mérida y el acueducto de
Mérida. En tierras hispanas la religión romana coexistió con la nativa, y más tarde con el
culto al emperador, aunque la gran novedad fue la llegada del cristianismo. En cuanto a la
economía destaca la triada mediterránea pero también el gran desarrollo comercial y
artesanal. Por último, socialmente adoptó los modelos romanos destacando el gran
desarrollo de la esclavitud.

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