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FORO 6 Movilización de Suelo Ocioso y Mercados de Suelo en Términos de Eficiencia e Inclusión Socio-Urbana
FORO 6 Movilización de Suelo Ocioso y Mercados de Suelo en Términos de Eficiencia e Inclusión Socio-Urbana
La implementación de cargas sobre suelo ocioso desincentiva la retención del suelo ampliando la
oferta física del suelo (bien escaso e irreproducible) en zonas estratégicas y óptimas por estar cerca a
los centros, con acceso a servicios básicos, a infraestructura vial, y a equipamientos urbanos (urbanizar
lejos de estos factores implica una mayor inversión con presupuesto público) para la ubicación de
nueva vivienda, teniendo en cuenta un modelo de ciudad compacto y de mayor densidad (evitando el
crecimiento horizontal de la ciudad y con ello el mayor consumo de áreas rurales, ecológicas o
agrícolas), con un menor costo de inversión y que garantiza calidad de vida para los usuarios.
Las cargas impuestas al suelo ocioso, que consideran un incremento con los años y que son
estratégicamente altas, favorecen la reducción de los costos del suelo, haciéndolo más accesible. Las
cargas a la retención del suelo pueden implicar pérdida de ganancias para el propietario, siendo así
más rentable colocar la propiedad en el mercado, y con ello ampliar y crear competitividad en la oferta
de un bien que por su propia naturaleza no puede serlo (a diferencia de otros mercados en donde el
insumo puede reproducirse), contribuyendo a la reducción de precios del suelo urbano y de la
vivienda.
La adecuada implementación de estas cargas sumado a estándares de utilización del suelo, garantiza
la ampliación de oferta de vivienda de calidad. Sólo la implementación de cargas puede motivar a que
se cree vivienda de baja calidad con objeto de obtener el máximo uso y mayores ganancias, por ello
la importancia de regular el suelo considerando diversos tipos de instrumentos.
En suma, la movilización del suelo ocioso favorece la oferta física y económica del suelo, permitiendo
consolidar centros poblados más compactos (que reducen costos de inversión por parte del Estado),
con productos de vivienda a un menor precio y de calidad (a implementar una regulación estratégica),
que pueden competir y hacer frente al mercado informal y a la expansión dispersa que implican
mayores gastos y no garantizan la vivienda digna.