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Detrás del barbijo

Conrado Estol, el “Doctor Tapabocas” que dejó muda a la OMS por el coronavirus

El neurólogo fue el primer médico en insistir en el uso masivo de las máscaras caseras y se hizo viral
explicando cómo fabricarlas. Por qué uno de los principales expertos del país en ACV se metió con
el coronavirus.

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Coronavirus en Argentina. Video: el doctor Estol ensañaba a hacer y usar tapabocas en los primeros
días de la cuarentena

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Emilia Vexler

COMENTARIOS

(125)

25/06/2020 - 7:00

 Clarín.com

 Sociedad

Cállenlo, ¿qué sabe éste de coronavirus? Si es un neurólogo.

Hace 97 días que en Argentina hay una oda a los infectólogos (en masculino, sí. Porque son pocas las
voces de especialistas mujeres en el comité de consulta del Gobierno). Pero al principio de la cuarentena
, cuando acá todavía salíamos con la cara desnuda, se coló un neurólogo.

Uno que se volvió viral desde Instagram. Fue tendencia en Twitter. Fue a la televisión. Habló con Clarín.
¿Qué hizo este hombre en medio de la pandemia? ¿Qué hizo contra la pandemia?
Contradijo a la Organización Mundial de la Salud (OMS) --y a todos en la Sociedad Argentina de
Infectología (SADI)-- cuando decían que no había que usar barbijo. Y hasta explicó por primera vez cómo
hacerlos en casa. Es Conrado Estol. El "Doctor Tapabocas".

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Conrado Estol en su consultorio, con una médica de su equipo.(@dr.conradoestol)

El 13 de marzo, cuando todavía no existía conciencia en la población sobre el covid-19, Estol


decidió hacer un video estimulando al "aislamiento físico": tuvo más de 80.000 reproducciones. Una
semana más tarde, al leer varios trabajos que advertían sobre muchos infectados asintomáticos, hizo un
segundo video enfatizando la importancia de usar máscaras caseras. Unos días después, el Centro para
el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU. y luego la OMS, recomendaron lo mismo
oficialmente.
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Ahora es casi imposible ver a alguien que no las use y la OMS hasta indicó las tres telas que sirven para
que los asintomáticos no propaguen el virus. Antes, él era el único que se animaba a evangelizar sobre
tapabocas. Y en las redes sociales, por esos días, los comentarios sobre Estol eran como el de más
arriba.

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Le faltaba esa dosis de Pedro Cahn. O la “fábrica de anticuerpos” de Fernando Polack. No le perdonaban
que no fuera infectólogo. Cargaba como una cruz en cada tuit su título en neurología. La metáfora no es
caprichosa. Estol fue convocado por tres Papas a la Academia Pontificia de la Ciencia del Vaticano:
Juan Pablo II, en 2005; Benedicto XVI, en 2006; y Francisco, en 2017.

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Es neurólogo, sí. Uno premiado, consultado internacionalmente y que hace unos años sus colegas
eligieron como el mejor de la Argentina. A los 60, es director y fundador de la “Unidad de ACV” del
Sanatorio Güemes, una de las pocas en Latinoamérica, que desde hace tres años recibe un promedio de
350 pacientes seleccionados por año.
Conrado Estol es uno de los máximos referentes del país en el tratamiento del ACV. (@dr.conradoestol)

¿Cómo hace un neurólogo para hablar de coronavirus? De la misma manera en que los síntomas de
covid-19 pasaron de la fiebre al olfato y de ahí al accidente cerebrovascular. No está todo dicho. Por eso,
sostiene Estol, profesionales de otras especialidades también pueden hacerlo. Pero sólo si, al igual que
él, como lo dice, sin falsa modestia, "hacen bien los deberes".

Es un hombre de Ciencia que habla sencillo. Hacer bien los deberes. Eso implica estudiar. Aplicarle
"cerebro" a la pandemia. Como él hizo toda su vida.
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capacidad

Para Estol, no es exclusividad de la infectología la difusión segura en esta pandemia. El cree que todo
médico que tenga una formación sólida de base, tiene la capacidad de analizar estudios científicos y
extraer información válida y práctica para la población. A su extensa experiencia en el diseño y
publicación de trabajos científicos, él le sumó varias horas de lectura diaria de material sobre el covid-
19 para convertirse en un divulgador sobre el virus que tiene en vilo al mundo.
Estol se recibió de médico a los 23 años y tuvo que irse a hacer la residencia en el exterior porque había
nacido en Estados Unidos.

Estol nació el 28 de mayo de 1960 en Nueva York. Su padre, del mismo nombre pero argentino, al igual
que su madre, se recibió de ingeniero aeronáutico en Estados Unidos y se quedó hasta ese año
contratado por la Air Force para diseñar la cola del avión de despegue vertical, VTOL (Vertical Take Off
and Landing). Volvería a Cabo Cañaveral en 1969 cuando Conrado, el primero de sus tres hijos, tenía 9
años- para estar a 4 metros de los tres astronautas antes de que subieran al Apolo 11 y, el 19 de julio,
Armstrong pisara la Luna. Estol padre incluso fue cronista de esa jornada histórica para Clarín.
Foto familiar. Conrado Estol padre es ingeniero aeronáutico y vio el despegue del Apolo 11 en Cabo
Cañaveral.

Años después, el "Doctor Tapabocas" repetiría la historia de su papá, al estudiar y trabajar entre ambos
países.

"Conrado siempre fue muy dedicado, perseverante y, sobre todo, independiente. Hasta en las
vacaciones en Mendoza (de donde es oriunda su madre) se ha levantado a las 6 de la mañana a juntar
uvas", cuenta el ingeniero sobre su hijo.

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El "Doctor Tapabocas" aún hoy se levanta a la misma hora. Y siempre estuvo un paso adelante. Quizá
también por eso fue durante dos años presidente del Club de Harvard en la Argentina, puesto que
primera vez no ocupó un empresario o un abogado, sino un neurólogo.
Estol a los 25 años (tercero arriba desde la izquierda) en la residencia de la universidad de Pittsburgh, en
Estados Unidos.

Cursó la secundaria en el colegio Argentina Modelo y para los 18 ya había entrado en la Facultad de
Medicina de la UBA. A los 19 cobraba su primer sueldo como ayudante de Fisiología, una materia de 2º
año de la carrera. En el medio, a los 20, se consagraba Campeón Nacional de Taekwondo, se convertía
en timonel de yate a vela y se graduaba en buceo en la Prefectura Naval Argentina.

A los 23, recibía el diploma de médico en el despacho del Decano. No iba a poder estar para la
ceremonia con sus compañeros, claro, todos mayores que él. Tenía que viajar a Estados Unidos. Es que,
como extranjero, no le permitían hacer la residencia en hospitales públicos de Argentina. En 1995,
obtuvo la doble ciudadanía.
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A los 29 años con sus jefes Louis Caplan (derecha) y Michael Pessin, dos referentes en el mundo de la
neurología, presentando un trabajo sobre ACV..

Entre la especialización en Neurología en la Universidad de Pittsburgh, Pennsylvania, y otra en Boston,


donde trató al primer paciente que recibió la medicación que abre las arterias en un ACV (se llama t-
PA) -un hito porque sigue siendo el único tratamiento- pasaron 10 años y volvió a Argentina. Su
intención al volver era contribuir al desarrollo del tratamiento del ACV en la Argentina. Le llevó más de
20 años que lo escucharan.

Ahora también lo escuchamos hablar sobre el coronavirus. Desde ese primer video en pandemia dio
más de 230 entrevistas y para bajar el nivel de exposición, rechazó muchas otras. ¿Por qué se "metió"
con el coronavirus? Es un hombre de Ciencia que no cobra por esto. Dice que no está a la altura de su
carrera en la que busque ser mediático. Y que lo hace sólo por voluntad.

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Estol entra en el cerebro de la gente, literal, y lo cuenta en papers como los 160 trabajos que lleva
publicados --más del 90% en la literatura internacional-- hasta en la prestigiosa revista médica The
Lancet, la misma que publicó el polémico estudio que advirtió sobre los peligros de la la
hidroxicloroquina para tratar infectados. Pero cuesta entrar en el de él. Que dé detalles de su vida. Que
se muestre detrás del barbijo. Aún así, como el resto, al llegar a casa -la de él está en Recoleta, a dos
cuadras de donde se crió- está ese momento, inevitable, en el que se lo saca.
Estol con C. Miller Fisher (primero a la izquierda), pionero en proponer la cirugía de carótida cuando se
tapa y da síntomas, y otros referentes internacionales en el tratamiento del ACV.

Tiene dos hermanos, Andrea, traductora pública, y Acho, músico e integrante de La Chicana. Está casado
con una mujer a la que admira, con la que tuvo cuatro hijos. La conoció en Boston porque se la
mencionaron, y lo cautivó que hubiera viajado desde Argentina como él, pero a cursar Economía en el
MIT. En una época en que no había celulares, la buscó en la guía telefónica para iniciar el "levante".

Otro momento determinante en su vida ocurrió a sus 10 años. En un accidente en la calle, se cortó el
nervio mediano de la mano. Lo atendió en el Hospital de Clínicas un especialista que había estudiado en
Estados Unidos. Allí estuvo el origen de lo que muchos años después lo llevó a construir su propia
historia: inspirado en ese médico que lo curó, quiso capacitarse afuera y volver a trabajar en el sistema
de salud argentino.

Entonces, de nuevo, ¿por qué se "metió" con el coronavirus? Porque dice que siempre le importó
comunicar. Para que la gente entienda la enfermedad que tiene. Lo hizo antes con otra epidemia: el
infarto cerebral, la segunda causa de muerte en nuestro país. Mucho más letal y extendida que el
coronavirus.

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