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TÍTULO: EL JUICIO DE DIONISIO.

PERSONAJES

Dionisio: Miranda López


Ninfa 1: Maria Antonia
Ninfa 2: Ana Builes
Ninfa 3: Camila Quijano
Guardia 1/Pretendiente 1: Sara Ovalle
Guardia 2/Pretendiente 2: Sofía Velez
Guardia 3/Pretendiente 3: Isabella Gómez
Guardia 4/Pretendiente 4: Laura Ochoa
Guardia 5/Pretendiente 5: Salomé Restrepo

TEATRO SOCIAL

Musa 1: Mafe Restrepo


Musa 2: Isabella Toro
Musa 3: Sofía Rivera
Musa 4: Sofía Marín
Musa 5: Ana Sofía Escobar

TEATRO SHAKESPEARIANO

Conde P: Brenda
Romeo: Ana Granda
Julieta: Majo García
Fray Lorenzo: Maria Isabel

TEATRO GRIEGO

Zeus: Verónica
Hera: Majo Gutierrez
Atenea: Mafe Restrepo
Afrodita: Pamela
Eris: Sofía Mejía
Paris: Sofia Navales
Helena: Laura Lucía
Ulises: Laura Sofía
Penelope: Ana Sofía Martinez
Telémaco: Susana Peña

Guión y adaptación por Maria Fernanda Restrepo y Sofía Marín Cano.

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El dios DIONISIO está sentado en una silla sosteniendo una copa de vino y se encuentra
rodeado por tres ninfas. La NINFA 1 se encuentra parada sosteniendo una bandeja llena de
racimos de uvas tanto moradas, como verdes, la NINFA 2 se encuentra sentada junto al
dios con un abanico por si al dios le da calor, y la NINFA 3 se encuentra parada junto al dios
sosteniendo una botella de vino.

DIONISIO: (Estirándose) Espero que hoy sí traigan cosas buenas para mí… (Mira hacia
todas las direcciones) ¿Qué están esperando? ¿Una invitación? (Al ver que nadie se mueve
da dos golpes fuertes con sus manos) ¡Qué empiece la función!

Rápidamente entran al escenario las cinco Musas, y se acomodan. Comienzan a sonar los
tambores. (https://www.youtube.com/watch?v=HarvybJURbY). La MUSA 1 comienza a
caminar entre las demás musas y a regañarlas.

MUSA 1: (Empuja levemente a una de las musas) ¡No, no puedes salir sola! (Se dirige a
otra) No puedes jugar a eso… es de varones. (Mira al público) Y ese es el comienzo de una
larga historia… Le tienes miedo a tú papá, a tus hermanos, a los amigos y a tu pareja.
Tienes miedo a tu cuerpo, miedo a la soledad, miedo a querer. Miedo a que te quieran.
Miedo a la edad. Miedo a vivir como verdaderamente desea vivir una mujer. Una mujer le
tiene miedo a ser.

MUSA 2: Una mujer tiene miedo de ser fea, de tomar decisiones equivocadas, al ridículo…

MUSA 3: A no encontrar el amor, a parecer tonta, a juzgar, a ser juzgada.

MUSA 4: Miedo a envejecer, a salir embarazada, a no poder tener hijos. Miedo a casarse, a
no poder formar un hogar.

MUSA 5: Miedo de darse cuenta un día que todo lo que cree, que todo lo que hizo, que a
pesar de las metas logradas, de los triunfos y logros, no hay nadie a su lado para
compartirlo, porque está sola… Aunque puede estar acompañada.

MUSA 1: Una mujer le tiene miedo a un amor correspondido porque no sabe qué hacer con
él, una mujer le teme al miedo. A enfrentarse con sus fantasmas. Hay mujeres que le temen
al éxito, al fracaso, a la soledad, a la vejez, a la maternidad, a la vida.

MUSA 2: Hay mujeres que temen soñar y no despertar a la afición que las habita y casi
nunca encuentran. En ocasiones me reconozco en todas ellas y me da miedo verme
reflejada. Darme cuenta que como ellas, soy mujer, y que en este cuerpo habita un ser
temeroso de echar carnes, de echar años encima.

MUSA 3: De no lograr metas, de saber que me frustraba. Yo les temo a ellas, y ellas me
temen a mí.

Todas comienzan a hablar entre ellas fuertemente.

MUSA 4: (Gritando) ¡Me voy a divorciar! (Todas se callan abruptamente y la miran con
desprecio) Me voy a divorciar…

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Las musas giran nuevamente a hablar entre ellas, pero excluyendo ahora a la MUSA 4.
Aquí ella comienza una especie de monólogo.

MUSA 4: Te dije que me cansé de sentirme sola, de no sentirme apoyada, de ver como se
me escurre la vida, de mirar como día a día te ibas alejando de mí, de no sentirme valorada,
querida, acompañada. De que no quieras que estudie, que me eduque, de que solo me
quieras para asear la casa, para cuidar a los niños…

DIONISIO: (Gritando) ¡Corte! ¡Corte! (Mofándose) Mujeres estudiando…Pff ¿A quién se le


ocurrió este asco de discurso feminista revolucionario? (Chasquea los dedos) ¡Guardias!
(Los guardias quienes se encuentran entre el público corren al llamado del dios) No las
quiero ver más. Quiero que las escolten fuera del lugar…

GUARDIA 3: Señor, ¿Quiere que acabemos con ellas?

DIONISIO: (Con desagrado) Hagan lo que quieran con ellas, no me interesa. Solo no las
quiero ver más. (Los cinco guardias las escoltan fuera de escena, uno para cada musa.
Dionisio toma asiento nuevamente y cruza sus pies uno sobre el otro, y le exige un poco
más de vino a la NINFA 3. Posteriormente vuelven los guardias a escena y se ubican en sus
respectivos lugares) ¡Que traigan a los siguientes! Espero que esta vez no me traigan un
circo.

JULIETA entra en escena y se acuesta en el suelo del escenario con ambas manos sobre
su pecho “Muerta”. Entra el CONDE PARIS con un gran ramo de flores.

PARIS: ¡Mi amada flor! Te cubriré de flores para embellecer tu lecho de muerte. Ay, tu
almohada es solo piedra que regaré con mis saladas lágrimas. Mis ofrendas no pueden ser
más que el adornar tú tumba con flores y llenarla con el sonido de mí llanto. (Se escuchan
pasos) Alguien se acerca. ¿Quién se atreve a interrumpir este piadoso homenaje de mí
amor y por qué? (Entra Romeo y lo mira con desprecio). Ese es Montesco, el atrevido
desterrado que asesinó al primo de mi amada, por cuya pena ella murió, según dicen.
(Toma su espada y se pone en guardia) ¡Entrégate malvado! ¡Sígueme que la muerte te
aguarda!

ROMEO: Lo que aquí me trae no es solo contemplar el rostro de mi amada, sino también
estar junto a ella por el resto de mis días. Así que no provoques, noble jóven a un hombre
ciego y sin esperanzas. ¡Alejate! ¡Huye de mí! No me incites a acumular más pecados de
los que ya pesan sobre mí.

PARIS: ¡Viles palabras que no me detendrán! ¡Voy a por tí!

ROMEO: ¿Te empeñas en provocarme? Pues defiéndete. (Pelean. Aquí Romeo desarma a
Paris, y finalmente lo asesina. Gira a ver el cuerpo de Julieta y poco a poco se acerca).
¡Amada mía, esposa mía! Este es mi último destello. La fría muerte que robó la miel de tus
labios, no pudo robarte la hermosura. Julieta mía ¿Por qué continúas siendo tan hermosa?
¿Será por que la muerte también es capaz de amar y quiere tenerte para siempre como su
amante en la tenebrosa oscuridad? (Toma la botella del elixir y la destapa) Aquí descansaré

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para siempre, libre del fatídico poder de los astros… (Hace una pausa y levanta la botella)
¡Brindo por tí, mi amada! (Bebe la botella y cae muerto, luego, entra Fray Lorenzo).

FRAY LORENZO: ¡Por el santo hábito de San Francisco! ¡Esta noche mis viejos y cansados
pies tropiezan con todas las tumbas! (Mira alrededor y sigue avanzando) ¡Romeo! ¡Por dios!
Pálido como la muerte y Paris cubierto de sangre… (Juleta empieza a moverse y se
levanta).

JULIETA: ¡Oh, querido padre! ¿Dónde está mí esposo? Yo estoy donde recuerdo que
debería estar ¿Y Romeo?

FRAY LORENZO: Ven, sígueme. Tu esposo yace muerto a tu lado, al igual que Paris. Te
llevaré a un convento de santas hermanas, y no quiero que me hagas preguntas. Vámonos,
pobre Julieta.

JULIETA: Idos, yo de aquí no me moveré. (Fray Lorenzo mira fijamente a Julieta por unos
segundos, y luego se retira del lugar. Julieta gira y ve a Romeo. Se acerca a él y toma la
botella) ¡Esposo mío, adelantaste tu muerte con veneno! ¡Qué mezquindad! ¡No dejaste ni
siquiera una gota para que pudiera seguirte…! (Mira la daga ubicada al lado de Romeo, y
toma la misma) Debo terminar pronto. Dulce daga, este es tu sitio… Descansa en mí
corazón y dame la paz (Se hiere. Cae sobre Romeo y muere).

DIONISIO: Vaya, vaya qué “conmovedor”. Dos amantes separados por la rivalidad de sus
familias quienes eran enemigos, y que no fueron capaces de vivir el uno sin el otro…
(Dionisio guarda silencio) Patético. No está tan mal a comparación de la anterior, sin
embargo sigue sin cumplir completamente con mis expectativas ¿Acaso nadie es capaz de
saciar completamente al dios del vino? (Mira hacia las ninfa) Mis dulces ninfas… ¿Qué
creen que debería hacer con ellos? ¿Dejarlos vivir o deberían morir? (Los guardias
abandonaron su lugar para ubicarse alrededor de los actores de Romeo y Julieta).

NINFA 1: ¡Oh, gran dios Dionisio!, creo que no hay necesidad de tomar tan trascendental
decisión. Déjelos ir, después de todo, ellos solo querían entretenerlo tal como usted lo
ordenó.

DIONISIO: Pues no hacen lo suficiente, querida ¡Ya la escucharon! ¡Llevenselos! (Los


guardias los escoltan fuera del lugar. Dionisio mira a la ninfa 1 y le habla enojado) Tú
también. Fuera. No quiero verte ¡Qué venga el siguiente! (Enojado) Y no quiero que me
hagan perder mí valioso tiempo.

Comienza a sonar Zorba El Griego (https://www.youtube.com/watch?v=uEtNOP3FlGI)


mientras entran TODOS los actores del teatro griego al escenario (Excepto Eris). Muchos
conversan entre ellos, bailan, beben y disfrutan del ambiente, después de todo se
encuentran en una boda. comienzan a bailar en conjunto y algunos dioses solo observan.
Poco a poco entra Eris al lugar con una manzana dorada en la mano, poco a poco la música
se acaba y todos giraron a mirarla. Muestra la manzana dorada con la inscripción "para la
más hermosa". Hera, Atenea y Afrodita se acercan a la manzana.

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ERIS: (sarcástica) ¡Oh, queridas diosas! ¿Qué tenemos aquí? Parece que una manzana
dorada ha caído del cielo para proclamar a la más hermosa. ¿No es emocionante?

HERA: (frunciendo el ceño) ¿Qué estás tramando, Eris? Sabes que no eres bienvenida
aquí.

ATENEA: (mirando la manzana con interés) Una manzana con una inscripción en ella.
Interesante. ¿Qué propones, Eris?

AFRODITA: (sonriendo y acercándose a la manzana) La belleza, queridas diosas, es mi


especialidad. Me parece que esta manzana es para mí.

HERA: (mirando a Afrodita con desprecio) ¿La más hermosa? ¿Cómo puedes ser tú la más
hermosa cuando eres la diosa del amor? El amor es algo temporal, Hera es la diosa del
matrimonio y la familia, eso sí que es belleza.

ATENEA: (interviniendo) La sabiduría también es una forma de belleza, Hera. La belleza


puede ser encontrada en muchas formas y no sólo en la apariencia física. Yo, como diosa
de la sabiduría, creo que merezco esta manzana.

AFRODITA: (mirando a las otras diosas con arrogancia) El amor y la belleza van de la
mano. Si no hay belleza, ¿cómo puede haber amor? La belleza es lo que inspira el amor y
por eso soy la más hermosa.

ERIS: (riendo) ¿Ven cómo sí es divertido? La manzana no es más que una manzana, pero
ha causado una gran discusión entre ustedes. (señala la manzana) Bien, ahora, ¿quién se
la quedará? ¿Por qué no viene aquí el gran dios Zeus y elige a la ganadora?

ZEUS: (Mira mal a Eris y le responde secamente) Yo paso, no quiero ser parte de tus
juegos. Pero propongo que sea el príncipe Paris quien elija quien debe ser la ganadora
(Todos miran a Paris) Hijo, ven aquí (Paris se acerca lentamente y toma la manzana que le
ofrece Zeus) Todas tuyas (Zeus le guiña un ojo se aleja).

HERA: Chico, yo debería ser la ganadora sin duda alguna. Yo, Hera, diosa del matrimonio y
la familia te ofrezco mucho poder y tanta riqueza que podrás vivir exquisitamente por el
resto de tus días, y no solo tú, también tus hijos, y los hijos de los hijos de tus hijos.

ATENEA: (pensando) Yo tengo muchísimo más que ofrecer. Te prometo que serás el mejor
guerrero que alguna vez estas tierras podrán llegar a conocer, tendrás tanta sabiduría que
incluso los reyes más poderosos acudirán a tí por algún consejo, y serás tan valiente que
serías capaz de enfrentarte hasta con el mismísimo Hades, e irías y saldrías tantas veces
del inframundo que te considerarían la persona más poderosa del mundo.

AFRODITA: (confiada) Oh, es obvio que la manzana es para mí. Yo, Príncipe Paris, te
ofrezco nada más y nada menos que el amor de la mujer más hermosa del mundo, la dulce
Helena de Esparta.

ERIS: (mirando a las tres diosas) Bueno, ¿quién será la más hermosa entonces? (se ríe).

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PARÍS: Si es cierto lo que dices. Que Helena de Esparta será mía… (Se acerca a la diosa
AFRODITA, se arrodilla ante ella y le extiende la manzana). Te nombro entonces la mujer
más hermosa de todas.

TODOS los actores salen de escena excepto DIONISIO y las NINFAS, y entra HELENA.

HELENA: Yo soy Helena de Esparta, la mujer cuya belleza desencadenó una guerra épica
que duró diez años. A menudo me preguntan si me arrepiento de mí papel en la guerra de
troya, si lamenté mi destino, pero ¿Cómo podría arrepentirme de ser quién soy?

Desde niña supe que mí belleza era mí mayor atributo, y siempre fuí consciente del poder
que tenía sobre los hombres, pero nunca imaginé que mi belleza sería la causa de la
destrucción de una ciudad entera.

A pesar de ser la esposa de Menelao, mí corazón siempre anheló la libertad y la aventura. Y


así fue como conocí al príncipe Paris, el príncipe de troya. Desde el momento que lo ví supe
que estaba destinada a estar con él.

Sí, mí amor por Paris desencadenó la guerra de troya, pero también me dió la libertad que
siempre anhelé. Atrás quedaron los días de ser una simple esposa, ahora era una reina en
una ciudad extranjera, y aunque mí corazón estaba dividido, estaba emocionada por el
futuro que me deparaba.

La guerra trajo mucho dolor y mucho sufrimiento a personas inocentes, y a menudo me


culpan por ello. Pero yo no fuí la única responsable por lo que sucedió. La guerra fue
desencadenada por la ambición y la codicia, y muchos hombres poderosos la usaron como
una oportunidad para aumentar su propio poder y riqueza.

Ahora que la guerra ha terminado y troya ha sido destruida, me encuentro en un nuevo


lugar, lejos de mí hogar y de mí antigua vida. Pero estoy contenta con mí elección y no me
arrepiento de haber seguido mí corazón.

Soy Helena, la mujer cuya belleza desató una guerra, pero también soy una mujer fuerte e
independiente que eligió su propio destino. Y no cambiaría nada de lo que me llevó a donde
estoy hoy. (Sale de escena).

NINFA 2: Señor Dionisio, permítame agregar algo: Ahora, veinte años después, al terminar
la guerra, el hijo de Leartes y Anticlea, Ulises, u Odiseo, como es llamado este héroe griego,
volverá de sus aventuras para reencontrarse con su amada, Penelope, quién lo espera con
ansias en su hogar, Ítaca.

NINFA 3: Lo que no sabe Ulises, señor, es que en su pueblo, un grupo de hombres


pretenden a su esposa, y están a punto de competir para quedarse con su mano. Pues en
la ley está escrito que la reina debe tener un esposo, y como el pueblo no cree que Ulises
continúe con vida, alguien deberá desposarla.

En el escenario, ULISES, recién llegado a la isla admira el paisaje por un momento, su vista
se detiene en la mujer sonriente frente a él, la diosa ATENEA, quién se acerca.

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ATENEA: Hijo mío, ahora que has llegado a tu tierra tendrás que enfrentar un último reto,
las cosas se han complicado mucho en Ítaca. Verás, tu esposa Penélope es pretendida por
muchos hombres y tu hijo es perseguido; si quieres recuperar a tu familia deberás
ingeniartelas.

ULISES: (Preocupado, se arrodilla ante la diosa) Mi señora, suplico vuestra ayuda para
sacar a mi familia de este gran lío.

ATENEA: (Pensativa) En ese caso, encontrar a tu hijo es primordial, levántate y ven


conmigo. Primero deberé cambiar tu apariencia, si alguien te reconoce no dudarán en
atacarte, ponte esta capa, si la usas nadie te reconocerá (le entrega una tela andrajosa para
que se cubra). Te llevaré con tu hijo, el resto será tu deber.

ULISES obedece y encuentran a TELÉMACO, oculto detrás del palacio, para que lo
reconozca, devuelve a ULISES a su forma real, así, padre e hijo se reencuentran y se
abrazan.

TELÉMACO: Padre, has llegado. Debemos ir con mi madre, está con sus pretendientes en
el Salón del trono.

ULISES: Primero idearemos una estrategia, no podemos entrar de esta manera, aparentaré
ser un mendigo y entraremos en el Salón, solo sígueme la corriente.

TELÉMACO: Eso haré. (Padre e hijo llegan al salón, allí, la horda de pretendientes
acosaban a la reina con preguntas).

ULISES: Buenas tardes caballeros, su majestad, (Hace una reverencia) ¿Podría usted
ayudarme?

PENÉLOPE: Buenas tardes estimado señor (Hablando hacia la criada que se encontraba a
su lado) por favor, sé buena y tráele algo de comer al hombre.

CRIADA: Sí, mi señora (Hace una reverencia y trae algo para comer. Ulises lo toma y
comienza a comer).

PRETENDIENTE 1: Mi señora, elija de una vez, ya hemos esperado mucho tiempo. (Todos
los pretendientes gritan a manera de afirmación).

PRETENDIENTE 2: Si, ya han pasado muchos años.

PENÉLOPE pensativa, se acerca a su criada y le susurra algo al oído, esta sale de escena
y regresa con un gran arco desarmado y “flechas”.

PENÉLOPE: Esto es lo que se hará: Todos los presentes tendrán la oportunidad de venir,
armar el arco y atravesar con una de las flechas la manzana que estará en la cabeza de mi
hijo. Solo tendrán una oportunidad. Quién desee participar es libre de hacerlo, y aquel que
sea el ganador, tendrá el privilegio de casarse con mi persona.

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PRETENDIENTE 1: Yo deseo ser el primero (Penélope asiente levemente. Los demás
pretendientes se ubican detrás de él, con excepción de Ulises quien se encuentra
observando todo. El pretendiente 1 toma el arco, ubica la flecha y dispara. Falla.)

CRIADA: Primer pretendiente. Descartado.

PRETENDIENTE 2: Lo siento mucho, amigo, no es tu día de suerte, pero estoy seguro que
el mío sí (Imita la acción del pretendiente uno. Toma el arco, ubica la flecha y dispara. Falla)

CRIADA: Segundo pretendiente. Descartado. (El pretendiente 3, 4, y 5 imitan la misma


acción, y cada que uno falla la criada niega con la cabeza)

ULISES: Majestad, perdone si la incomoda esto, pero también me gustaría tener el placer
de intentarlo.

PENÉLOPE: Adelante, caballero, pero recuerde que solo posee una oportunidad.

ULISES: (Riendo levemente y negando suavemente con la cabeza) No me preocupa eso.

PRETENDIENTE 3: ¿Enserio vas a probar? Que ridículo.

PRETENDIENTE 4: No lo logrará.

PRETENDIENTE 5: ¿Por qué está aquí? Nadie lo invitó.

ULISES repite el movimiento de los anteriores pretendientes. Toma el arco, organiza la


flecha, apunta y dispara. Esta vez la manzana sí cae. Tras esto ULISES se quita la capa de
encima y todos quedan atónitos viéndolo, PENÉLOPE corre a abrazarlo.

PENÉLOPE: Al fin has regresado, tantos años pasaron y ahora estás aquí, con nosotros.
Volviste al que es tu hogar.

ULISES: (Hacia penélope) Nunca me fuí realmente. Siempre estuvieron en mis


pensamientos, y por supuesto, en mí corazón. (Al separarse del abrazo Ulises se dirige a
los hombres presentes en la sala) Pueden irse. Si los vuelvo a ver buscando a mi esposa o
cazando a mi hijo no dudaré en acabar con ustedes, es la primera y última advertencia. (Los
pretendientes salen corriendo de escena, la criada sale de escena y vuelve a unirse como
una ninfa junto al dios Dionisio. Ulises abraza nuevamente a su esposa y a su hijo).

TELÉMACO: Te extrañé, papá.

ULISES: Y yo a tí, hijo mío. (Salen de escena).

DIONISIO: (Aplaudiendo) ¡Bravo! ¡Bravo! Oh, ¡Qué maravilla es el teatro! Lugar donde la
vida se convierte en arte. Aquí, en este espacio mágico, el mundo real desaparece y somos
transportados a mundos de ficción y drama. (Sonriendo exageradamente) La emoción fluye

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en este lugar, y yo, el dios Dionisio, dios del vino y del teatro, no puedo evitar sentirme
extasiado con esta maravillosa obra. ¿Qué piensan ustedes, queridas?

NINFA 2: La tensión, la pasión, la alegría, el dolor… Todo se une en un ballet perfecto de la


actuación y la escritura. Personalmente, señor, disfruté de todas y cada una de las obras
presentadas esta tarde. Los actores son como marionetas, moviéndose en un escenario
invisible, transportándose a través del tiempo y del espacio.

NINFA 3: Y la música, aquella que envolvía cada escena e intensificaba las emociones, a
tal punto que hacía vibrar nuestros corazones. En este momento soy un espectador más,
disfrutando del espectáculo, dejándome llevar por la magia del teatro.

NINFA 1: Puede ser que la obra sea una tragedia o una comedia, cada una es un regalo de
nuestro dios Dionisio. Es un recordatorio de la belleza de la humanidad y la complejidad de
todas y cada una de nuestras emociones.

DIONISIO: Y cuando las cortinas finalmente se cierran, me siento renovado, más conectado
con la humanidad y con el mundo que me rodea. El teatro es mí templo, es mi santuario, y
cada vez que observo una obra, renuevo mí amor por esta forma de arte eterna.

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