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Dios nos trajo al Aluminé y hoy nos trae a esta Jornada Ambiental ¿Sabes para que?...para no estar
solos en los ambientes, para que juntos podamos llevar a cabo su transformación y por eso este tema se
llama COMUNIDAD CRISTIANA.
Cristo busca la comunión para salvar a los hombres. Viniste al Aluminé y hoy estás acá para vivir en
comunión en la Iglesia, Pueblo de Dios. Cada uno de nosotros, estamos hechos a imagen y semejanza
de Dios y por lo tanto llevamos en nuestro ser el germen de la vocación comunitaria. No estamos
hechos para vivir replegados sobre nosotros mismos porque el hombre solo, se asfixia. Hoy, más que
nunca, los hombres nos agrupamos y trabajamos en equipos en los distintos campos de la actividad
humana. Este hecho se funda en la misma naturaleza y modo de ser de la Humanidad.
La comunidad cristiana está integrada por hombres que reunidos en Cristo, somos guiados por el
Espíritu Santo en el peregrinar hacia el Reino del Padre. Hemos recibido la Buena Nueva de la
Salvación para comunicarla a todos. Comunidad Cristiana quiere decir entonces: Responder al llamado
de Cristo, ser fieles a su Gracia, convivir y compartir esta vida con otros hermanos, vivir construyendo
la comunidad.
El camino para conseguir una comunidad cristiana es el mismo vivido en el Aluminé: Ir al encuentro de
los demás; convivir y compartir sus inquietudes y problemas, acompañados y guiados por un sacerdote;
lograr la alegría de la Gracia aportando como en el Aluminé nuestra ilusión, nuestra entrega y nuestro
espíritu de caridad.
Dentro de la misma comunidad se desarrolla este proceso dado que sus miembros:
a) se conocen: cuando hay un clima cristiano es fácil conocerse porque todo lo facilita el deseo de
amar. Cuando vuelvan a sus ambientes, deben tratar de recrear ese clima de conocimiento que les
permita generar espacios de comunidad.
b) conviven: ejercitan en la práctica lo que es la esencia de la comunión: hacer común las inquietudes,
ilusiones, alegrías, dolores de cada uno.
c) se admiran: dijimos que cuando empezarnos a vivir en Dios, nos empiezan a interesar las personas.
La vivencia de la Gracia nos lleva a admirar a cada uno de los miembros de nuestra comunidad, sus
cualidades, sus carismas.
d) son amigos: la amistad es la consecuencia natural de todo lo anterior.
Encarnando a Cristo, la Comunidad Cristiana hace suyos los gozos y las esperanzas, las tristezas y las
angustias de aquellos que son parte de ella. Cada miembro necesita ser "completado" por la acción de
los otros miembros aportando a la vez su contribución para la realización cristiana de los demás. Este
doble movimiento, de "ser completado" y “completar" no sólo es posible sino necesario debido a
nuestra natural condición de pobreza y riqueza humana.
De este recibir y entregar en la comunidad se obtiene, entre otros, los siguientes frutos: Nos
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mantenemos más fácilmente en la vida de Gracia; nos sentimos impulsados a evangelizar; desaparece
el miedo al ridículo; somos más audaces en nuestra actividad apostó1ica; vivimos con mayor alegría;
constituimos un testimonio que atrae; somos fieles a la voluntad, al proyecto y a las ilusiones de Jesús.
No hay comunidad nueva si no hay en primer lugar hombres y mujeres nuevos, con la novedad del
Bautismo y de la vida según el Evangelio. A nosotros nos toca construir el Reino de Dios en el corazón
de nuestro mundo; específicamente para nosotros esto es evangelizar.
Muchas de estas agrupaciones no llegan a ser comunidades vivas, menos aún comunidades cristianas.
No se trata por lo tanto de cambiarlas por otras estructuras, sino de fermentarlas desde dentro con el
Evangelio. Para eso necesitamos generosidad en buscar el Reino de Dios y su Justicia; fe profunda y
convencida en la fuerza del Espíritu, caridad para trabajar en equipos; sentido de responsabilidad y
espíritu de iniciativa.
Esta vida es la que podemos llevar a nuestro mundo. Esta misión requiere de nuestra parte la total
entrega de nosotros mismos. Seguros que el Señor no nos dejara solos, que con Su Gracia todo lo
podemos y que no nos cansaremos de gritar