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¿CÓMO SUCEDIÓ? ¿cómo consiguió la serpiente que Eva le diera la espalda a Dios?

“Así que no se dejen engañar, mis amados hermanos. Todo lo que es bueno y perfecto es un
regalo que desciende a nosotros de parte de Dios nuestro Padre…” —Santiago 1:16-17 NTV

“[El cristiano] no piensa que Dios nos amará porque somos buenos, sino que Dios nos hará
buenos porque nos ama…” — C.S. Lewis

¿Qué has estado creyendo que era bueno cuando no era bueno a los ojos de Dios?
¿Cuáles han sido las consecuencias?

¿Cómo consiguió la serpiente que EVA le diera la espalda a DIOS? Pensemos bien esto. Eva
vivía en un entorno perfecto, sin padre, esposo, parientes, jefe o maestro que hubiera abusado
jamás de ella. Vivía en una paz y tranquilidad total, y tenía abundancia de todo sin enfermedades
ni carencia de recursos. Lo mejor de todo es que ella vivía en armonía con su Creador. La
presencia de Dios impregnaba la atmósfera de la tierra, y frecuentemente Dios caminaba en el
jardín con Adán y Eva. Entonces, ¿cómo consiguió la serpiente que esta mujer, así como el
hombre, le dieran la espalda a Dios?

Si podemos encontrar respuestas a este misterio, obtendremos una visión muy beneficiosa de
cómo el enemigo puede hacer lo mismo con nosotros hoy. Si conocemos sus tácticas, no
caeremos tan fácilmente presas del engaño y la desobediencia a nuestro Creador.

Un jardín magnífico: En el principio Dios creó un mundo perfecto, un mundo hermoso, sin fallos,
y cargado de recursos y otros deleites para el alma. Dios no creó solo unas cuantas especies de
animales, árboles y paisajes. Él diseñó y creó más de un millón de criaturas vivientes, más de
doscientas cincuenta mil plantas distintas, más de cien mil especies de árboles, y miríadas de
rocas distintas, terrenos y recursos naturales. La tierra fue una obra maestra.

Miles de años después, los científicos siguen estudiándola y maravillándose por su complejidad.
Aún no han dominado la comprensión de nuestro mundo, y probablemente nunca lo harán.

Dios plantó el abundante y exquisito jardín del Edén, puso a Adán en él, y le llevó toda clase de
animales. El Maestro quería ver cómo nombraba Adán a cada una de las más de un millón de
especies de animales sobre la tierra. ¡Qué inteligencia debía poseer este hombre!
Pero Adán no solo tuvo la habilidad de poner nombre a todos esos animales, sino también la
capacidad de recordar el nombre de cada uno de ellos, ¡y sin ningún iPad con Google instalado
para ayudarse! Adán era brillante.

La compañía perfecta para el hombre fue la mujer. Ambos se complementarían y completarían el


uno al otro. Juntos recibieron la tarea de guardar y mantener el planeta y, más concretamente, el
jardín.

Antes de que Eva fuera tomada de Adán, Dios había dado una orden muy clara: “…Puedes
comer libremente del fruto de cualquier árbol del huerto, excepto del árbol del conocimiento del
bien y del
mal. Si comes de su fruto, sin duda morirás” (Génesis 2:16-17 NTV).

No sabemos cuándo ocurrió el siguiente evento narrado. Podría haber sido tras unas semanas,
años, décadas o incluso más. Pero llegó el día en el que el animal más astuto, la serpiente, se
dirigió a Eva y cuestionó la orden de Dios.
1er Paso del enemigo: Con esta pregunta, la serpiente inició el primer paso de su estrategia. Su
objetivo era disuadir a Eva acerca de la sabiduría de Dios. Su pregunta tan astutamente
planteada sedujo a la mujer para que perdiera momentáneamente de vista los miles de árboles
frutales disponibles, y redirigiera su enfoque al único árbol que estaba retenido.

Las palabras exactas de Dios a Adán y Eva habían sido: “Puedes comer libremente del fruto de
cualquier árbol del huerto, excepto...” Su generosidad estaba enfatizada: “Puedes comer de
cualquier árbol”. Hay miles de árboles frutales conocidos en el mundo, y creo que todos ellos
estaban representados en el jardín. ¿Cuán astuta fue esta serpiente? Eva podía haber comido de
miles de árboles, pero tras la torcida pregunta de Satanás, no pudo apartar sus ojos del único que
estaba prohibido.

Ocurre lo mismo hoy día. Dios nos ha dado libremente a cada uno muchos regalos, todas las
bendiciones que el cielo ofrece (Efesios 1:3). ¡Sería necesario otro libro tan solo para describirlas!
Se nos dice que todas las cosas son nuestras en Cristo Jesús. Sin embargo, ¿cuál es la
estrategia de nuestro enemigo? No es distinta a la que usó en el jardín. Él intenta tapar la
generosidad de Dios para que solo veamos lo que está retenido. ¿Por qué nos frena Dios de
algo? Veremos esta importante pregunta unas páginas más adelante, pero para decirlo de forma
sencilla, es para nuestro propio bien. Él sabe mejor que nosotros lo que más nos conviene.

Poniéndose del lado de la verdad que conocía, Eva rápidamente respondió a esta serpiente
parlante: “Podemos comer del fruto de los árboles del huerto, pero Dios nos dijo: ‘No coman del
fruto del árbol que está en medio del huerto, ni lo toquen. De lo contrario, morirán’” (Génesis 3:2-
3). Es interesante destacar la imprecisión de la respuesta de Eva. Dios nunca dijo nada acerca de
no tocar el fruto del árbol. Esto podría parecer insignificante, pero nos da una pista respecto a por
qué la serpiente puso su mira en ella, y no en Adán.

Conocimiento revelado es cuando Dios nos muestra algo.


CONOCIMIENTO REVELADO Y COMUNICADO:
Eva aún no estaba en la escena cuando se dio la orden original, así que ella no lo había oído de
la boca de Dios como Adán. Yo personalmente creo que hubo un día previo en el que ella y Adán
habían estado caminando por este gran jardín, y llegaron hasta el árbol del conocimiento del bien
y del mal. Adán señaló este árbol y le dijo a Eva lo que Dios había dicho sobre este árbol en
concreto. Me refiero a esta clase de interacción como conocimiento comunicado. Por otro lado,
para Adán la orden había sido un conocimiento revelado. ¿Cuál es la diferencia? El
conocimiento
revelado es cuando Dios nos muestra algo directamente.

Un día, Jesús les preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del Hombre?”
(Mateo 16:13). Uno a uno, los discípulos enumeraron todo lo que habían oído de otros: Juan el
Bautista que ha resucitado, Elías, Jeremías o algún otro de los profetas, fueron algunas de las
respuestas que estos hombres habían oído en la versión de su tiempo de Twitter, Facebook,
Instagram y blogs.
Cuando Jesús oyó lo que ellos habían descubierto mediante el conocimiento revelado, les
preguntó: “Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” (V15). Los discípulos se quedaron paralizados
sin respuesta alguna. Si Jesús no hubiera hecho la primera pregunta, probablemente ellos se
habrían visto influenciados por los comentarios de otros, y sus respuestas habrían reflejado un
conocimiento comunicado. Pero con sus dos preguntas, la intención de Jesús era deshacerse de
este conocimiento de segunda mano para descubrir lo que Dios les había revelado a ellos. Pedro
fue el único que tuvo una respuesta, y dijo: “¡Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente!” (V16).
Puedo imaginarme a Jesús sonriendo, poniendo su mano sobre la espalda de Pedro para
afirmarle, y anunciando: “no te lo reveló ningún mortal, sino mi Padre que está en los cielos”
(V17).
Pedro no estaba repitiendo información de lo que había leído en línea, o visto al azar en el
artículo de alguna revista. Estaba compartiendo la verdad que Dios le había impartido a él
directamente.

Jesús después dijo que este tipo de conocimiento revelado es sobre lo que la iglesia sería
edificada y que las fuerzas del infierno no podrían detener a aquellos que lo tuvieran. Por el
contrario, las fuerzas del infierno pueden engañar con más facilidad a los que solo poseen
un conocimiento comunicado.

COMO OBTENER CONOCMIENTO REVELADO: Puede ocurrir mientras leemos las Escrituras o
un libro motivacional, acallándonos en oración, escuchando hablar a nuestro pastor, recibiendo
una visión como le ocurrió a Pedro en la azotea (Hechos 10:9-16), o sencillamente teniendo un
encuentro con la
Palabra de Dios revelada en nuestro corazón por el Espíritu Santo.
Es difícil generalizar cómo ocurre. A veces puedes oír un murmullo
suave en tu corazón. Otras veces simplemente lo sabes porque la
revelación cayó en tu espíritu. Otras veces tu corazón comienza a
acelerarse, y sientes la presencia de Dios mientras lees las Escrituras.
Como sea que se produzca, el resumen es que sabes que has escuchado a Dios, y este
conocimiento revelado nadie te lo puede
quitar.
Por el contrario, el conocimiento comunicado viene meramente
oyendo o leyendo algo que otro ha dicho sobre lo que ha oído de
Dios. El conocimiento puede que sea preciso, pero si el Espíritu no
lo revela en tu corazón, se puede distorsionar con mucha facilidad.

Conocimiento comunicado viene oyendo algo que otro ha dicho.

Por ejemplo, he oído a algunas personas alardear abiertamente de


su conocimiento de la Biblia: “Sabes, John, el dinero es la raíz de
todos los males”. Lo que estos amigos equivocados han leído, o han
oído citar a un ministro, es 1 Timoteo 6:10, que dice: “Pues el amor
al dinero es la raíz de toda clase de mal” (NTV).
El dinero es solamente una herramienta. Nada más. Tú puedes
usar mal una herramienta, o puedes usarla correctamente. Una
pistola es una herramienta. En la mano de un ladrón, una pistola se
puede usar mal para cometer un robo. Sin embargo, una pistola en la
mano de un policía se puede usar para detener a alguien a fin de que
no cometa una violación o asesine a una mujer. Es el mismo arma, y
no hay nada inherentemente malo o bueno al respecto. Del mismo
modo, el dinero es una herramienta, y no es la raíz de todos los
males. El amor al dinero es la raíz de toda clase de mal.
Las personas que hacen comentarios equivocados como este
tienen conocimiento comunicado en vez de conocimiento revelado.
En mi experiencia, este conocimiento comunicado es a veces más
peligroso que la ausencia de conocimiento.
Las palabras que Eva usó para describir el mandato de no tocar el fruto del árbol indican que
tenía solamente un conocimiento
comunicado. La presencia de Dios estaba en el jardín. Él caminaba con Adán y Eva,
probablemente todos los días (ver Génesis 3:8).
Está perfectamente bien que Adán compartiera con su esposa lo que
Dios había ordenado, pero lo que probablemente ella no hizo fue
buscar a su Creador directamente en cuanto a lo que había dicho.
Debería ser una característica de los que buscan a Dios el indagar
más profundamente en el conocimiento y entendimiento de Dios.
Escucha lo que el pueblo de Berea hizo cuando Pablo les llevó su
mensaje del cielo:

“Los de Berea tenían una mentalidad más abierta que los de


Tesalónica y escucharon con entusiasmo el mensaje de
Pablo. Día tras día examinaban las Escrituras para ver si
Pablo y Silas enseñaban la verdad” (Hechos 17:11 NTV).

A diferencia de muchos cristianos de hoy, los de Berea no


obtenían todo su contentamiento solo de los podcasts, posts en los
blogs o discusiones en Twitter o Facebook. Del mismo modo,
cuando Jesús hablaba de su identidad con los discípulos, no estaba
interesado en lo que la gente decía en las redes sociales de su
tiempo. Él quería saber: “Chicos, ¿qué les ha revelado Dios?”.

Quizás fue en uno de sus viajes en grupo cuando Pedro oyó a


alguien decir: “Jesús debe ser el Cristo”. En ese momento, la
conciencia explotó en su mente y corazón, motivada por la presencia
del Espíritu Santo. “¡Eso es! Él es el Hijo de Dios. Él es el Cristo.
¡Vaya! Hasta ahora no podía haberlo sabido, ¡pero ahora sé que Él
es el Cristo!”. Así es como frecuentemente experimentamos a Dios
revelando su verdad a nuestro corazón.

O quizás sucedió de otra forma en el caso de Pedro. La revelación


quizás llegó a su corazón una noche mientras intentaba dormirse, o
durante el día mientras caminaba de una ciudad a otra, o en un
momento en que estaba viendo a Jesús hablar a otros miembros del
equipo en el campo. Quizás en uno de esos momentos, sin que
Pedro se diera cuenta, Dios le recordó uno de los pasajes del
Antiguo Testamento como Isaías 9:6,7, que presagiaba la venida de
Cristo.
O quizás se le “encendió” espiritualmente la bombilla mientras
Jesús sanaba a alguien. De repente, el discípulo se acordó de uno de
sus rabinos de la infancia leyendo una profecía del Antiguo
Testamento sobre la llegada del Mesías: “Él mismo tomó nuestras
enfermedades, y llevó nuestras dolencias” (Mateo 8:17, confirmando
Isaías 53:4).
Hay muchas formas en que la revelación de la verdadera identidad
de Jesús podía haber llegado a Pedro; lo importante es que Dios
mismo se lo reveló.
Creo que es seguro decir que esto no es lo que ocurrió con Eva.
Ella no tuvo conocimiento revelado; en cambio, se conformó con
conocimiento comunicado. Quizás Adán le envió a ella un mensaje
directo por Twitter: “Oye, cariño, te vi mirando al árbol del
conocimiento del bien y del mal. ¡No lo toques! Dios dice que
moriremos si comemos de su fruto”.

Paso 2
Ahora que la serpiente tenía la atención de Eva exclusivamente
enfocada en el único árbol prohibido, pudo iniciar el paso dos de su
persuasivo plan. Este paso sería la contradicción directa de lo que
Dios ya había dicho. Sin embargo, estaría astutamente envuelta en
lo que parecía ser un buen razonamiento, junto a la promesa de un
beneficio. Satanás replicó:

“Entonces la serpiente le dijo a la mujer: «No morirán.


Dios bien sabe que el día que ustedes coman de él, se les
abrirán los ojos, y serán como Dios, conocedores del bien y
del mal»” (Génesis 3:4-5).

Considera las palabras de la serpiente: “Dios bien sabe”. Implican


que se está guardando algo, y no cualquier cosa, sino algo que
mejoraría la vida de Adán y Eva. ¡Este algo les llevaría a un nivel
más alto! Como estaba el bien en ese árbol, la serpiente
cuidadosamente calculó su lógica para que pareciera fundamentada.
Y funcionó.

“La mujer vio que el árbol era bueno para comer,


apetecible a los ojos, y codiciable para alcanzar la
sabiduría. Tomó entonces uno de sus frutos, y lo comió”
(Génesis 3:6).

Eva vio que el árbol era bueno, era apetecible y que le haría sabia.
Todas estas son cosas deseables y beneficiosas.
Mientras Eva estaba mirando al árbol, sus pensamientos
comenzaron a recorrer un nuevo camino: “Espera un minuto. Hay
algo bueno y beneficioso en ese árbol, y Dios lo está prohibiendo.
Mi esposo y yo podríamos tener una vida mejor. Podríamos ser más
sabios y más felices, pero ese árbol está retenido. Creía que nuestro
Creador era bueno y misericordioso, pero en realidad es engañoso.
Nos está escondiendo algo bueno”.
Con cada segundo que estos pensamientos calaban en su mente,
crecía el deseo de Eva de comer el fruto. Su deseo se justificaba
según seguía creyendo durante más tiempo que había algo bueno
para ella en ese árbol.
La táctica final de la serpiente fue pervertir el carácter de Dios
ante los ojos de Eva. Si tenía éxito, podría hacer que ella le diera la espalda a Dios. ¿Por qué?
Porque el gobierno de Dios está
establecido y sostenido por su carácter.
El rey David escribió: “Tu trono se basa en la justicia y el
derecho” (Salmos 89:14). Como rey, David sabía que esas
características son el fundamento de un líder duradero. Si un rey es
veraz, justo y sabio, su reino no terminará. Si en vez de ello un rey
es engañoso e injusto, su reino no durará.
El carácter de Dios es perfecto, pero la serpiente estaba decidida a
convencer a Eva de lo contrario. Intentó torcer la evidencia. La
apariencia del árbol prohibido era buena y apetecible. Parecía que
haría sabio a cualquiera, pero las apariencias pueden ser engañosas.

No te dejes engañar
El enemigo fue capaz de conseguir que Eva le diera la espalda a
su Creador al minar su perspectiva del carácter de Dios. A menudo
yo he tenido que luchar contra pensamientos similares en el fragor
de una batalla, cuando no estoy viendo una oración contestada lo
rápido que esperaba. En esas situaciones me recuerdo a mí mismo la
fidelidad de Dios. Me entreno a través de la realidad: “Dios no es el
problema, Él no me está reteniendo nada, y es un Padre bueno y
misericordioso”.

Como me gusta decir, hay solo un problema con el engaño: ¡es


engañoso! El que es engañado cree de todo corazón que está en lo
correcto, que es certero, y que está del lado de la verdad. Pero en
realidad está equivocado, es impreciso y no está en el lado de la
verdad. ¡Qué miedo!
Eva fue engañada, y por consiguiente cayó en la transgresión.

“No hay nada bueno para ti fuera de la voluntad de


Dios”. No tomes esta siguiente frase a la ligera o de forma
superficial, porque hay en ella mucha profundidad. No importa lo
bueno que parezca algo, lo feliz que te haga, lo divertido que sea, lo
rico y exitoso que te pueda hacer, lo profundamente espiritual que
parezca, lo sensato que parezca, lo popular o aceptado que sea, y la
lista continúa. Si algo es contrario a la sabiduría (o Palabra) de Dios,
finalmente será perjudicial y llevará pesar a tu vida.

Tú y yo no podemos llegar a la madurez sin tener amonestaciones


y enseñanzas. Yo lo veo así. Siempre que compras un nuevo aparato
electrónico, herramienta o electrodoméstico, en la primera o segunda
página del manual de instrucciones verás las palabras: “Advertencia:
Léalo antes de usarlo”. El fabricante después escribe varias
advertencias sobre lo que se debe hacer, o más frecuentemente lo
que no se debe hacer, con el producto. Estas advertencias se dan
para informarte de cómo no causar ningún daño ni a ti ni al producto
que acabas de comprar. Ese artículo te dará años de gran servicio si
no violas las advertencias. Pero si el fabricante no proveyera esas
advertencias, tú podrías hacer, sin intención alguna, algo que dañase
o echara a perder el producto. Después escribirías un correo
electrónico muy desagradable a la empresa, y les reprenderías por no advertirte adecuadamente.

“Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita


en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo
que allí está escrito. Solamente entonces prosperarás y te
irá bien en todo lo que hagas” (Josué 1:8 NTV).

Dios garantiza una vida exitosa y próspera si obedecemos


cuidadosamente lo que está escrito en su libro de instrucciones. Sin
embargo, este libro no solo contiene enseñanzas de motivación y
consuelo. También tiene amonestaciones.
Desgraciadamente, en nuestros días ministros y maestros a

APLICACIÓN:
2. La historia completa del Edén gira en torno a la única cosa que
la autoridad de Dios había prohibido. ¿Qué nos dice eso sobre
la confianza y la naturaleza humana? ¿Cómo podemos
contrarrestar la tendencia a seguir lo que Dios sitúa fuera de
los límites?
3. Libros, podcasts, blogs, y otras herramientas que nos enseñan
sobre Dios son recursos valiosos. Pero entender la distinción
entre conocimiento revelado y comunicado, ¿cambia tu
perspectiva sobre ellos de algún modo? Si es así, ¿cómo?
Aceptar a Dios como la fuente de lo que es bueno comienza con
poseer una convicción inquebrantable de que Dios mismo es bueno.
Esto era suficientemente desafiante en el Edén. Actualmente, nos
enfrentamos a muchos más factores que pueden desafiar nuestra fe
en la bondad de Dios.
Contrariamente a Eva, tú sin duda te has enfrentado a desengaño,
pérdida, maltrato, confusión, carencia o dolor. La influencia de estas
cosas puede pasar inadvertida mientras no haya conflicto entre lo
que queremos, y lo que Dios nos dirige a hacer. Pero cuando llega la
tentación, cualquier causa no abordada para la duda comienza a
susurrar en nuestra mente. Nos preguntamos si Dios nos está
reteniendo algo, y comenzamos a sospechar que no hay beneficio
alguno en hacer las cosas a la manera de Él. Pero recordemos
Proverbios 14:12: “Hay caminos que el hombre considera rectos,
pero que al final conducen a la muerte”. Nada que esté fuera de la
voluntad de Dios para nosotros conducirá a vida duradera, gozo,
satisfacción o bendición, a pesar de lo bueno que pueda parecer.
Durante la próxima semana, te aliento a que evalúes sinceramente
tu fe en la bondad de Dios. Pregunta al Espíritu Santo si te estás
aferrando a algún recuerdo o mentalidad que podría causar que
desconfíes o desobedezcas a Dios. Entonces, encuentra y declara
versículos que revelan la verdad de Dios para tu situación concreta.
Humildemente, invita al Espíritu de Dios a renovar tu mente
mediante su Palabra. ¡Su verdad te llevará a la libertad!

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