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Corona Berkin (2019) Producción horizontal de conocimiento

La cuestión de fondo de este ensayo puede enunciarse como pregunta: ¿de qué manera podemos generar
nuevo conocimiento para afrontar los problemas sociales que hoy nos aquejan? Son muchas las nuevas
preguntas que nos hacen pensar que la investigación social con los métodos disciplinares tradicionales
está alcanzando sus límites para entender los fenómenos sociales actuales. Mi llamado tiene que ver con
conocer desde lo que he nombrado producción horizontal del conocimiento (phc), es decir, una forma de
investigar desde las voces de las distintas disciplinas científicas en diálogo con aquellas no académicas y
que pesan de forma diferente en el conocimiento social. En este lugar desarrollo la propuesta de la phc
como la investigación que entabla diálogo con las diversas formas de entender el mundo. Asumir que los
implicados en los problemas poseen también soluciones, nos lleva a plantear formas de escuchar,
responder y enfrentar en diálogo los problemas que amenazan la vida social. En esta propuesta se
exploran las posibilidades de transformar el conocimiento social desde un plano horizontal. Se buscan los
mejores recursos políticos e intersubjetivos para transformar la relación entre las personas

Xochitl Leyva Solano y Shannon Speed (2008).


¿Por qué el trabajo de co-labor? Para nosotros el trabajo de co-labor fue imprescindible y la vía que
escogimos
para ponerlo en práctica fue enfrentar al menos tres problemas interrelacionados y presentes en muchos
proyectos de investigación: 1) el de la supervivencia del fardo colonial de las ciencias sociales y de la
naturaleza neocolonial de la investigación científica; 2) el de la arrogancia académica producto de la
“racionalidad indolente” (Santos, 2005), que asume que el conocimiento científico es superior, más valioso
que el producido por los actores sociales; y 3) el de la política de la producción del conocimiento que
incluye, por una parte, el interés y la práctica de producir conocimiento que contribuya a transformar
condiciones de opresión, marginación y exclusión de los estudiados y, por otra, la elaboración de análisis
académicos más ricos y profundos con base en la experiencia de co-labor

Graff (2012).
Objetividad, racionalidad, neutralidad y universalidad
Definir la ciencia como libre de prejuicios es una simplificación y una falsa representación de la misma; su
objetividad no descansa simplemente en los individuos, es el resultado de consensos alcanzados en
comunidades científicas que trabajan dentro de un contexto cultural.
El hecho de que las comunidades científicas han estado integradas tradicional y principalmente por
hombres de clases privilegiadas, ha tenido un profundo impacto en cómo se ha desarrollado la práctica y
el entendimiento científico de la objetividad.
La epistemología feminista cuestiona la posibilidad y el deseo de la objetividad como una meta de la
investigación, así como la relación que se establece entre la persona que conoce y lo que se conoce, entre
la persona que investiga y la que es investigada; critica la utilización de la objetividad como medio
patriarcal de control, el desapego emocional y la suposición de que hay un mundo social que puede ser
observado de manera externa a la conciencia de las personas. En este contexto, se propone alcanzar lo
que Harding ha llamado la “objetividad fuerte”, en la que todas las fuentes de error o de prejuicio tanto
cultural como técnico sean tomadas en cuenta. Propone que en lugar de desechar la objetividad como una
meta, porque da lugar a proyectos y usos racistas, imperialistas, burgueses, homofóbicos y
androcéntricos, es necesario sustituir la objetividad débil de la investigación no feminista, por una
objetividad fuerte, en la que se requiere que la persona de conocimiento se coloque en el mismo plano
crítico causal que los objetos de conocimiento. Ella contrasta la objetividad fuerte con la objetividad que, se
supone, produce investigación libre de valores, y argumenta que algunos valores, como los que permiten
el avance democrático, han generado sistemáticamente menos creencias parciales y distorsionadas que
otros
Ruth Parola y Linardelli (2021) Sistematización de experiencias desde punto de vista feminista
El argumento central de artículo sostiene que, desde una posición epistemológica feminista, el desapego y
la distancia más que una prueba de objetividad y validez resultan de un prejuicio cientificista. La
objetividad no es vista como un obstáculo, sino como elemento constitutivo de la producción de
conocimiento. Así, uno de los rasgos distintivos de la sistematización de experiencias -quien reflexiona e
interpreta es el/la protagonista que experimenta- deja de ser un obstáculo para su validez y relevancia,
para convertirse en una posibilidad de aportar un punto de vista singular: la perspectiva de quienes con su
práctica cotidiana se insertan en un escenario que, a la vez, pretenden conocer y abordar reflexivamente.
En las conclusiones destacamos que algunas características de la sistematización de experiencias que
han sido consideradas problemáticas para la producción de conocimiento, pueden comprenderse como
potencialidades si dejamos de lado las perspectivas androcéntricas (Parola y Linardelli, 2021: 71).

Mariana Alvarado (2017).

Cierto saber común a algunas ha sido construido sobre la base de los cuerpos que habitan “vidas
ordinarias” (Alvarado, 2016). La elaboración de ese conocimiento sobre nuestras vidas articula un saber
especializado aunque no sistematizado -epistemologías feministas- difuminado en prácticas teóricas como
narrativas, ensayos, testimonios, (auto)biografías, relatos de viaje (Richard, 2001). Ambas formas de saber
aunque no siempre se implican no son excluyentes, del mismo modo en que academia y activismo
tampoco. Allí, radica para nosotras la particularidad de la producción discursiva de las mujeres que supera
la pretendida neutralidad y objetividad del saber científico. Este viraje propio de la filosofía feminista (Bach,
2010) que acopla experiencia de mujeres y conocimiento compartido en comunidad -dimensiones del
saber negadas por epistemologías tradicionales- ha trastocado los órdenes de los saberes, interrumpido el
monólogo falogocentrado, des-centrado al sujeto de conocimiento -varón, blanco, heteronormado,
privilegiado económicamente-, y parido formas y géneros de escritura abortadas por la filosofía
institucionalizada. Reconocer que las mujeres también podemos escribir lo que pensamos sobre lo que
conocemos e intervenir los discursos científicos como filosóficos implica visibilizar que la producción
discursiva es sexuada y que el standpoint es un lugar desde donde se produce conocimiento situado y en
contexto. Esa situacionalidad del conocimiento puede estar animada por el amor. Esa loving perception
(Longino, 2010) o love perspective anuda de otro modo los vínculos entre las sujeto de conocimiento, las
relaciones con aquellas y entre quienes (se) conoce. Nuestras cuerpas situadas no pueden separarse de
aquello/as por lo/as que preguntamos.

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