Está en la página 1de 9

SIGMNUD FREUD PSICOPATOLOGÍA DE LA VIDA MODERNA

El psicoanálisis incluye también una serie de métodos para la investigación de


la experiencia, el pensamiento y la conducta humana, tanto de sujetos
individuales como de grupos y culturas. Esta última aplicación se ha llamado
también etnopsicoanálisis La idea central de esta aplicación del psicoanálisis
consiste en que tras la superficie en
la que se representan las formas de comportamiento perceptibles (en la
conducta individual y en la de los grupos y culturas) así como también tras las
normas sociales y valores de una comunidad motivaciones inconscientes
cultural, con frecuencia se esconden contenidos y que no son de acceso fácil al
Yo y que pueden develarse y hacerse comprensibles con la ayuda de los
conceptos y métodos del psicoanálisis.
En las décadas siguientes a Freud, diversos psicoanalistas desarrollaron otras
técnicas para la exploración e interpretación psicoanalítica de diversas
manifestaciones culturales: desde los cuentos de hadas y mitos literarias
mayores, del cine hasta el análisis de obras o de las artes plásticas.
En estos últimos años han aparecido numerosos trabajos que relacionan los
postulados freudianos con los hallazgos de las neurociencias. En tales trabajos
se encuentran coincidencias y contradicciones con la monumental obra de
Freud. Como este año se recuerdan los 150 años de su nacimiento, es
oportuno hacer un balance acerca de la importancia de su pensamiento en el
desarrollo de las ideas y las prácticas de la psiquiatría del siglo XX y del siglo
XXI.
Es evidente la influencia del pensamiento freudiano en áreas extra-médicas
como la literatura y las artes plásticas, a las que proveyó de una hermenéutica
original y enriquecedora; también cabe referirse a su gravitación en la
educación infantil y adolescente, a las que brindó herramientas para entender
la complejidad de los conflictivos procesos emocionales de la psicología
evolutiva, como así también el reconocimiento social de la importancia de la
vida sexual en la infancia, la madurez y la vejez. Y hay que señalar, por otra
parte, que el desarrollo tan notable de los derechos civiles como de los roles
sociales de la mujer y de los homosexuales tampoco están exentos de su
influencia. En todos esos campos y en otros sus postulados se aceptaron a
veces en forma explícita y algunas otras no tanto, pero nunca fueron tan
cuestionados como en las ciencias médicas. Sus originales y revolucionarias
ideas, sumadas a su condición de judío, lo convirtieron en un outsider de la
medicina vienesa a pesar de haber logrado la categoría de Privat Dozent.
Hay que tener en cuenta que el punto de partida de sus estudios psicológicos
fue un intento de relacionar la mente con los mecanismos neuronales, pero no
pudo avanzar y sus investigaciones entraron en una vía muerta. Esto sucedió
en 1895, cuando pocos conocían los trabajos de Camillo Golgi (1843-1926),
Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y Charles Scott Sherrington (1857-1952).
Luego de este fracasado proyecto para una psicología científica, fracaso
decidido por él mismo, Freud nunca publicó sus investigaciones al respecto,
porque la neurología de aquel entonces no podía explicar los fenómenos
psicológicos, y cambió la dirección de sus investigaciones. Este proyecto
abandonado que intentaba relacionar los fenómenos psicológicos con el
funcionamiento neuronal debe de haber sido siempre – para decirlo de manera
psicoanalítica: “el ideal de su yo”- pero no lo pudo lograr, no le alcanzó el
tiempo para poder acceder a lo que conocemos nosotros en la actualidad.
A pesar de que al leer sus trabajos se hace evidente que en el desarrollo
teórico es metodológicamente dualista, no hay que olvidar que se declaró
ontológicamente monista y organicista.
Abandonado el proyecto biologista se dedicó a desarrollar una psicología
fundamentalmente médica, por primera vez independiente del campo de la
filosofía y planteada como ciencia natural, basada en la observación,
descripción e interpretación de las conductas de sus pacientes. Freud utilizó el
método científico que había aprendido en el laboratorio de Ernst Wilhelm von
Brücke (1819-1892) y lo aplicó en la investigación clínica que desarrolló en su
larga experiencia médica. Sin embargo, este cambio en la dirección de sus
investigaciones no borró la impronta biologista de este primer trabajo. James
Strachey (1887-1967) –traductor y compilador de Freud– dice que ese proyecto
es un fantasma invisible que ronda en todos sus escritos teóricos, incluso en
los últimos.
En varias oportunidades manifestó que existían enfermedades, como la manía,
en las que era innegable que el propio organismo producía sustancias que
provocaban un cuadro semejante a una intoxicación. Y también dijo, precursor,
que, en algún momento se iba a poder demostrar que hasta las reacciones
emocionales más sutiles se correspondían con alteraciones cerebrales y que
se iban a descubrir medicamentos que controlarían los impulsos del Ello.
En el año 1976 Karl Pribram y Merton Gill –un neurofisiólogo y un
psicoanalista– trataron de relacionar el proyecto con los conocimientos
neurofisiológicos de ese momento. Pero fue otro intento fallido.
Hoy se están empezando a demostrar algunas de estas relaciones que Freud
había previsto. Es oportuno señalar que Joseph Le Doux, de la New York
University, trabajando con sus ratas condicionadas, ha dado una explicación
neurofisiológica para aquella descripción freudiana del fenómeno de la amnesia
infantil3. Tal amnesia no sería un efecto de la represión, como postuló Freud,
sino de otro fenómeno: la inmadurez del hipocampo antes de los cuatro años
de edad. Entonces se presenta esta curiosa situación: podemos recordar cómo
se abotona la camisa, pero no cómo y de quién lo aprendimos, porque no hay
dónde almacenar este recuerdo. Su colega de la New York University, Elizabeth
Phelps, complementa sus hallazgos con neuroimágenes.
En un editorial reciente de esta revista, Kotsias refiere que Freud parece haber
acertado con la represión de los recuerdos, un mecanismo crucial en la teoría
analítica, sin sustrato biológico hasta que en 2004 Anderson y colaboradores
publicaron un artículo en Science demostrando sus mecanismos
neurofisiológicos fundamentados con imágenes de resonancia magnética
cerebral.
Donald W. Pfaff, de la Rockefeller University, cree que los mecanismos
instintivos que gobiernan la motivación humana son aún más primitivos de lo
que pensaba Freud, y describe uno de ellos (al que denomina seeking o
reward), que está regulado por la dopamina y es el encargado de la búsqueda
de placer. Esto recuerda a esa energía que Freud llamaba libido.
Eric R. Kandel, que recibió el premio Nobel de Medicina en el año 2000, con
Arvid Carlsson, Paul Greengard, “por sus descubrimientos concernientes a la
transducción de señales en el sistema nervioso”, sostiene que el psicoanálisis
todavía es la concepción más coherente e intelectualmente satisfactoria que se
conoce del funcionamiento mental.
Neurocientíficos como E. R. Kandel, J. E. Le Doux, V. S.Ramachandran, G.
Rizzolatti y muchos otros están dando un nuevo marco de trabajo a la
psiquiatría: básicamente comienzan a demostrar que los fenómenos mentales
son cambios cerebrales, y en sus publicaciones la teoría freudiana parecería
quedar, como la teoría darwinista con relación a la genética molecular, como un
esquema referencial sobre el cual se pueden ir integrando los nuevos
descubrimientos.
Si bien no fue Freud sino Hermann von Helmholtz (1821-1894) el primero en
hablar de actividad mental inconsciente, fue Freud quien desarrolla, por primera
vez, una teoría sobre el funcionamiento del inconsciente. Y lo más importante,
porque es fundamental para el progreso de la psiquiatría moderna:
también es Freud quien demuestra que, observando atentamente las palabras
y el comportamiento de un paciente, el médico puede acceder a comprender el
funcionamiento del inconsciente. Este es el aporte fundamental de Freud: la
creación de un sistema de comprensión y tratamiento para las enfermedades
mentales.
Investigar y llevar a la conciencia las emociones inconscientes es el basamento
del método psicoanalítico, pero también de toda psicoterapia comprensiva.
Este descubrimiento hizo posible que él y sus seguidores desarrollaran
diferentes técnicas para conseguir cambios mentales que implican cambios en
la modalidad senso-perceptiva, afectiva, cognitiva y conductual del paciente. Y
todo esto se consigue a través de la experiencia psicoterapéutica, a través de
la palabra y la actitud del terapeuta que favorece el fenómeno transferencial.
En el presente las técnicas de imágenes abren nuevos horizontes en la
búsqueda científica para poder conectar el proceso terapéutico con la anatomía
cerebral y el funcionamiento del sistema nervioso. De este modo se puede
llegar a comprender de qué manera los estados patológicos alteran los
procesos inconscientes y por lo tanto el cerebro, y de qué manera la
psicoterapia o un fármaco o la combinación de ambos los puede reordenar.
Hoy podemos afirmar que no se trata de que haya lesiones cerebrales que
requieren tratamiento farmacológico y procesos mentales alterados que
requieren técnicas verbales, sino que las alteraciones mentales son
alteraciones cerebrales y pueden ser tratadas con técnicas farmacológicas o
técnicas verbales o técnicas combinadas.
Cualquiera de ellas indistintamente produce cambios cerebrales, y por eso se
reducen los síntomas. Es por este camino que se puede llegar a resolver la
obsoleta dualidad cartesiana de mente y cuerpo. Naturalmente Freud no pudo
conocer los descubrimientos actuales que posibilitan una psicología científica
tal como él la imaginó, como una ciencia natural; pero sin ninguna duda,
Sigmund Freud quedará en la historia de la medicina como el Cristóbal Colón
que abrió el camino al nuevo mundo del inconsciente.
I. -OLVIDO DE NOMBRES PROPIOS
El caso de olvido temporal de un nombre propio es muy frecuente, y el autor
llega a la conclusión de que “estos casos de falla de una función psíquica -de la
memoria-, nada gratos ni importantes en la práctica, admitían una explicación
que iba más allá de la usual valoración atribuida a tales fenómenos.” Sucede
que no sólo se olvida, sino que, además, se recuerda erróneamente; “presumo
que los nombres sustitutivos están en visible conexión con el buscado,”, afirma
Freud. Resumen de las condicionantes del olvido de nombres, acompañado del
recuerdo erróneo:
Una determinada disposición para el olvido del nombre de que se trate.
Un proceso represivo llevado a cabo poco tiempo antes.
La posibilidad de una asociación externa entre el nombre que se olvida y el
elemento anteriormente reprimido.
El autor afirma que junto a los sencillos olvidos de nombres propios aparecen
otros motivados por represión.
II. -OLVIDO DE PALABRAS EXTRANJERAS
El léxico usual del idioma propio parece hallarse protegido del olvido dentro de
los límites de la función normal.
No sucede lo mismo con los vocablos de un idioma extranjero. En éste todas
las partes de la oración están igualmente predispuestas a ser olvidadas. Freud
expone que todos y cada uno de los casos que se sometan al análisis,
conducirán siempre al descubrimiento de «casualidades» muy extrañas. Este
libro trata la diferencia e interno parentesco de los dos paradigmas del olvido
de nombres y presenta un segundo mecanismo del olvido: la perturbación de
un pensamiento por una contradicción interna proveniente de lo reprimido. III. –
OLVIDO DE NOMBRES Y DE SERIES DE PALABRAS
El autor da ejemplo de olvido de algunas partes de una poesía, y citando a C.
G. Jung expone otro caso de olvido de varias palabras consecutivas de una
poesía conocida. Además, nos presenta el caso, no muy común, en que el
olvido se pone al servicio de nuestra discreción en momentos en que ésta se
ve amenazada del peligro de sucumbir a una caprichosa veleidad. De este
modo, la falla se convierte en una función útil, y cuando nuestro ánimo se
serena hacemos justicia a aquella corriente interna, que anteriormente sólo
podía exteriorizarse por una falla, un olvido, o sea una impotencia psíquica.
“¡He analizado numerosos casos de olvido o reproducción incorrecta de varias
palabras de una frase asegura S. Freud-, y la conformidad de los resultados de
estas investigaciones me inclina a admitir que el mecanismo del olvido posee
validez casi universal! Lo que de común tienen todos estos casos, sin distinción
del material, es que lo olvidado o deformado entra en conexión, por un camino
asociativo cualquiera, con un contenido psíquico inconsciente, del que parte
aquella influencia que se manifiesta en forma de olvido.”
Señala también el texto que el motivo del olvido de un nombre puede ser
también algo más sutil; puede ser, por decirlo así, un rencor «sublimado»
contra su portador. Nos da varios ejemplos de personas y olvidos y de las
situaciones en que se dan y los interpreta para concluir en que “las cosas se
olvidan cuando nos remiten a algo que nos molesta.” Debemos interesarnos no
sólo por los motivos del olvido de nombres, sino por el mecanismo de su
proceso. En un gran número de casos se olvida un nombre, no porque haga
surgir por sí mismo tales motivos, sino porque roza por similitud de nombre o
de la cadencia de la palabra (similicadencia) otro nombre contra el cual se
dirigen aquéllos. Se comprende que tal debilitación de las condiciones
favorezca extraordinariamente la aparición del fenómeno. El mecanismo del
olvido de nombres, o más bien de su desaparición temporal de la memoria,
consiste en la perturbación de la reproducción deseada del nombre por una
serie de ideas ajenas a él e inconscientes por el momento. Entre los motivos de
esta perturbación resalta la intención de evitar que el recuerdo despierte una
sensación penosa o desagradable. En general, pueden distinguirse dos casos
principales de olvido de nombres: cuando el nombre mismo hiere algo
desagradable o cuando se halla en contacto con otro capaz de producir tal
efecto, de manera que los nombres pueden ser perturbados en su
reproducción, tanto a causa de sus propias cualidades como por sus próximas
o lejanas relaciones de asociación. Un vistazo a estos principios generales nos
permite comprender que el olvido temporal de nombres sea el más frecuente
de nuestros rendimientos fallidos. El autor también hace constar que el olvido
de nombres es altamente contagioso y que este “olvido colectivo” es, en
realidad, un fenómeno de la psicología de las masas que no ha sido todavía
objeto de la investigación analítica.
IV. -RECUERDOS INFANTILES Y RECUERDOS ENCUBRIDORES Sabemos
que en los más tempranos recuerdos infantiles de una persona parece
haberse conservado, en muchos casos, lo más indiferente y secundario,
mientras que frecuentemente, encontramos que de la memoria del adulto han
desaparecido -sin dejar huella- los recuerdos de otras impresiones importantes,
intensas y llenas de afecto, pertenecientes a dicha época infantil. Esto se debe
a que los recuerdos infantiles deben su existencia a un proceso de
desplazamiento y constituyen un sustituto de otras impresiones
verdaderamente importantes, cuyo recuerdo puede extraerse de ellos por
medio del análisis psíquico, pero cuya reproducción directa se halla estorbada
por una resistencia. Dado que estos recuerdos infantiles indiferentes deben su
conservación no al propio contenido, sino a una relación asociativa del mismo
con otro contenido reprimido, creemos que está justificado el nombre de
recuerdos encubridores. Existe una peculiaridad de la relación temporal entre el
recuerdo encubridor y el contenido que bajo él queda oculto. El contenido del
recuerdo encubridor pertenece a los primeros años de la niñez, mientras que
las experiencias mentales por él reemplazadas en la memoria (y que
permanecían casi inconscientes), corresponden a años muy posteriores de la
vida del sujeto. Esta clase de desplazamiento fue denominada retroactivo o
regresivo. Quizá con mayor frecuencia se encuentra la relación inversa, siendo
una impresión indiferente de la primera infancia la que se fija en la memoria en
calidad de recuerdo encubridor, a causa de su asociación con una experiencia
anterior, contra cuya reproducción directa se alza una resistencia. En este caso
los recuerdos encubridores son progresivos o avanzados. Lo más importante
para la memoria se halla aquí cronológicamente detrás del recuerdo
encubridor. Por último, puede presentarse también una tercera variedad: la de
que el recuerdo encubridor esté asociado a la impresión por él ocultada, no
solamente por su contenido, sino también por su contigüidad en el tiempo.
Estos serán recuerdos encubridores simultáneos o contiguos. El olvido de
nombres no constituye más que una perturbación momentánea – pues el
nombre que se acaba de olvidar ha sido reproducido cien veces con exactitud
anteriormente y puede volver a serlo poco tiempo después -; en cambio, los
recuerdos encubridores son algo que poseemos durante largo tiempo sin que
sufran perturbación alguna, dado que los recuerdos infantiles indiferentes
parecen poder acompañarnos, sin perderse, a través de un amplio período de
nuestra vida. “Mi opinión asegura Freud-, es que miramos con demasiada
indiferencia el hecho de la amnesia infantil, o sea la pérdida de los recuerdos
correspondientes a los primeros años de nuestra vida, y que no nos cuidamos
lo bastante de desentrañar el singular problema que dicha amnesia constituye.
Es muy posible que este olvido de nuestra niñez nos pueda dar la clave para la
comprensión de aquellas amnesias que, según nuestros nuevos
conocimientos, se encuentran en la base de la formación de todos los síntomas
neuróticos. Poderosas fuerzas correspondientes a una época posterior de la
vida del sujeto han moldeado la capacidad de ser evocadas de nuestras
experiencias infantiles, y estas fuerzas son probablemente las mismas que
hacen que la comprensión de nuestros años de niñez sea tan difícil para
nosotros.
V. -EQUIVOCACIONES ORALES (`Lapsus linguae’)
El material corriente de nuestra expresión oral en nuestra lengua materna
parece hallarse protegido del olvido; pero, en cambio, sucumbe con
extraordinaria frecuencia a otra perturbación que conocemos con el nombre de
equivocaciones orales o lapsus linguae. Cuando se observa uno a sí mismo
estando buscando un nombre olvidado, se advertirá, con relativa frecuencia,
que se está convencido de que la palabra buscada comienza con una
determinada letra. Esta convicción resulta luego igual número de veces
infundada que verdadera, y hasta me atrevo a afirmar que la mayoría de las
veces es falsa nuestra hipotética reproducción del sonido inicial. Si se acepta la
conjetura de que un mecanismo similar al señalado en el olvido de nombres
intervenga también en los fenómenos de equivocaciones orales, se llegará a un
juicio más fundamentado sobre estos últimos. La perturbación del discurso que
se manifiesta en forma de equivocación oral puede, en principio, ser causada
por la influencia de otros componentes del mismo discurso; esto es, por un
sonido anticipado, por un eco o por tener la frase o su contexto un segundo
sentido diferente de aquel en que se desea emplear.
Pero, en segundo lugar, puede también producirse dicha perturbación por
influencias exteriores a la palabra, frase o contexto, ejercidas por elementos
que no se tiene intención de expresar y de cuyo estímulo sólo por la
perturbación producida nos damos cuenta. Confío en que estas reglas por mí
expuestas habrán de ser confirmadas por todo aquel que las someta a una
comprobación práctica; pero es necesario que, al realizar tal examen,
observando una equivocación oral cometida por una tercera persona, se
procure llegar a ver con claridad los pensamientos que ocupaban al sujeto.
Numerosas observaciones me han demostrado que la sustitución de una
palabra por otra de sentido opuesto es algo muy corriente.
Tales palabras de sentido contrario se hallan ya asociadas en nuestra
consciencia del idioma. Yacen inmediatamente vecinas unas de otras y se
evocan con facilidad erróneamente Opina Wundt que en estos fenómenos y
otros análogos no faltan jamás determinadas influencias psíquicas. «A ellas
pertenece, ante todo, como una determinante positiva, la corriente no inhibida
de las asociaciones de sonidos y de palabras, estimulada por los sonidos
pronunciados.
También en algunos casos puede ser dudoso el decidir qué forma se ha de
atribuir a una determinada perturbación, o si no sería más justo referirla,
conforme al principio de la complicación de las causas, a la concurrencia de
varios motivos.» Quizá se pudiera acentuar con mayor firmeza el hecho de que
el factor positivo favorecedor de las equivocaciones orales -la corriente no
inhibida de las asociaciones- y el negativo -el relajamiento de la atención
inhibitoria- ejercen regularmente una acción sincrónica, de manera que ambos
factores resultan no ser sino diferentes determinantes del mismo proceso. Casi
siempre descubro, además, una influencia perturbadora procedente de algo
exterior a aquello que se tiene intención de expresar, y este elemento
perturbador es o un pensamiento inconsciente aislado, que se manifiesta por
medio de la equivocación y no puede muchas veces ser atraído a la
consciencia más que por medio de un penetrante análisis, o un motivo psíquico
general, que se dirige contra todo el discurso. (VIENEN en el libro más de 30
ejemplos, propios o que le contaron) La afinidad entre una equivocación oral y
un chiste puede llegar a ser tan grande, que la persona misma que la sufre ría
de ella como si de un chiste se tratase. En el método para la solución y
remoción de los síntomas neuróticos que empleo se encuentra uno con
frecuencia ante la labor de descubrir, extrayéndolo de discursos y ocurrencias,
en apariencia casuales, de los pacientes, un contenido psíquico que, aunque
se esfuerza en ocultarse, no puede dejar de traicionarse a sí mismo,
revelándose involuntariamente de muchas maneras diferentes.
En estos casos, las equivocaciones suelen prestar los más valiosos servicios.
En otros casos de equivocaciones orales puede aceptarse que la similicadencia
con palabras obscenas o la alusión a un sentido de este género constituyen por
sí solas el elemento perturbador. Los casuales caprichos del material oral
hacen surgir, a veces, equivocaciones que tienen, en unos casos, todo el
abrumador efecto de una indiscreta revelación, y en otros, el completamente
cómico de un chiste. Desde luego, todas las equivocaciones orales tienen
siempre un fundamento, además, señala el autor que hay confesiones
involuntarias y da ejemplos, para concluir afirmando: “En los trabajos de
psicoanálisis las equivocaciones del paciente sirven muchas veces para aclarar
los casos y confirmar aquellas hipótesis expuestas por el médico en el mismo
momento en que el paciente las niega con obstinación.” La hilaridad y la burla
que estos errores no dejan nunca de provocar cuando aparecen en momentos
graves o decisivos son un testimonio contrario a la convención generalmente
aceptada de que no son sino meros lapsus linguae, sin significación ni
importancia psicológica alguna. Repetidas veces he conseguido demostrar que
los más insignificantes y naturales casos de errores verbales tienen su sentido
y pueden ser interpretados de igual modo que los casos más extraordinarios.
En este trabajo se sometió a análisis psicológico el frecuente caso del olvido
temporario de nombre propios.
Freud llegó a la conclusión que ese episodio trivial de fracaso psíquico (el
recordar), admite un esclarecimiento.
Observó ciertos detalles (que no se presentan en todos los casos), en los que
se disciernen con mayor nitidez, que no solo se produce el olvido sino un
recuerdo falso.
En el proceso de recuperar un nombre aparecen otros, a los cuales llamó
nombres sustitutivos, y que, a pesar de ser erróneos aparecen una y otra vez,
imponiéndose. El proceso destinado a reproducir el nombre correcto se ha
desplazado o descentrado.
El nombre o los nombres sustitutivos mantienen un nexo con el nombre
buscado. Buscando el nexo, llegó a las siguientes conclusiones:
a. El nombre olvidado era familiar como los nombres sustitutivos: Freud, se
encontraba viajando y hablando de un tema.
b. El olvido del nombre solo se explica al recordar el nombre anterior de la
conversación que tuvo y le coloca el nombre de perturbación del nuevo tema
que emergía por el precedente. Se encuentran palabras y nombres que se
asocian.
c. Un pensamiento anterior puede perturbar un pensamiento siguiente.
Freud al no querer tocar un tema (considerado controversial en la época),
desvió sus pensamientos y atención.
d. Se admite la influencia de motivos en este proceso que interrumpieron la
comunicación de los pensamientos. Se había reprimido un pensamiento
anterior. El propósito de olvidar algo no se logró completamente.
e. Se dio un enlace entre el nombre buscado y el tema que se reprimió. En
este proceso los nombres han recibido un trato parecido a los pictogramas. Se
da una asociación entre las mismas sílabas.
Para ciertos casos, se agrega un motivo a todos los factores admitidos de
tiempo atrás capaces de producir un olvido, y por otra, aclaramos el
mecanismo del recordar como fallido.
Condiciones para el olvido de un nombre con recordar fallido:
1. Cierta predisposición para su olvido.
2. Proceso de sofocación transcurrido poco antes (pensamiento sustituido
por otro dentro de una conversación).
3. La posibilidad de establecer una asociación extrínseca entre el nombre
olvidado y el elemento antes sofocado.
La asociación extrínseca puede ser condición suficiente para que el elemento
reprimido perturbe la reproducción del nombre que se busca.
Los dos elementos enlazados por una asociación extrínseca) el reprimido y el
nuevo) poseen un nexo en su contenido.
• Junto al olvido simple de nombres propios se presenta también un olvido
que está motivado por la represión.

También podría gustarte