El psicoanálisis incluye también una serie de métodos para la investigación de
la experiencia, el pensamiento y la conducta humana, tanto de sujetos individuales como de grupos y culturas. Esta última aplicación se ha llamado también etnopsicoanálisis La idea central de esta aplicación del psicoanálisis consiste en que tras la superficie en la que se representan las formas de comportamiento perceptibles (en la conducta individual y en la de los grupos y culturas) así como también tras las normas sociales y valores de una comunidad motivaciones inconscientes cultural, con frecuencia se esconden contenidos y que no son de acceso fácil al Yo y que pueden develarse y hacerse comprensibles con la ayuda de los conceptos y métodos del psicoanálisis. En las décadas siguientes a Freud, diversos psicoanalistas desarrollaron otras técnicas para la exploración e interpretación psicoanalítica de diversas manifestaciones culturales: desde los cuentos de hadas y mitos literarias mayores, del cine hasta el análisis de obras o de las artes plásticas. En estos últimos años han aparecido numerosos trabajos que relacionan los postulados freudianos con los hallazgos de las neurociencias. En tales trabajos se encuentran coincidencias y contradicciones con la monumental obra de Freud. Como este año se recuerdan los 150 años de su nacimiento, es oportuno hacer un balance acerca de la importancia de su pensamiento en el desarrollo de las ideas y las prácticas de la psiquiatría del siglo XX y del siglo XXI. Es evidente la influencia del pensamiento freudiano en áreas extra-médicas como la literatura y las artes plásticas, a las que proveyó de una hermenéutica original y enriquecedora; también cabe referirse a su gravitación en la educación infantil y adolescente, a las que brindó herramientas para entender la complejidad de los conflictivos procesos emocionales de la psicología evolutiva, como así también el reconocimiento social de la importancia de la vida sexual en la infancia, la madurez y la vejez. Y hay que señalar, por otra parte, que el desarrollo tan notable de los derechos civiles como de los roles sociales de la mujer y de los homosexuales tampoco están exentos de su influencia. En todos esos campos y en otros sus postulados se aceptaron a veces en forma explícita y algunas otras no tanto, pero nunca fueron tan cuestionados como en las ciencias médicas. Sus originales y revolucionarias ideas, sumadas a su condición de judío, lo convirtieron en un outsider de la medicina vienesa a pesar de haber logrado la categoría de Privat Dozent. Hay que tener en cuenta que el punto de partida de sus estudios psicológicos fue un intento de relacionar la mente con los mecanismos neuronales, pero no pudo avanzar y sus investigaciones entraron en una vía muerta. Esto sucedió en 1895, cuando pocos conocían los trabajos de Camillo Golgi (1843-1926), Santiago Ramón y Cajal (1852-1934) y Charles Scott Sherrington (1857-1952). Luego de este fracasado proyecto para una psicología científica, fracaso decidido por él mismo, Freud nunca publicó sus investigaciones al respecto, porque la neurología de aquel entonces no podía explicar los fenómenos psicológicos, y cambió la dirección de sus investigaciones. Este proyecto abandonado que intentaba relacionar los fenómenos psicológicos con el funcionamiento neuronal debe de haber sido siempre – para decirlo de manera psicoanalítica: “el ideal de su yo”- pero no lo pudo lograr, no le alcanzó el tiempo para poder acceder a lo que conocemos nosotros en la actualidad. A pesar de que al leer sus trabajos se hace evidente que en el desarrollo teórico es metodológicamente dualista, no hay que olvidar que se declaró ontológicamente monista y organicista. Abandonado el proyecto biologista se dedicó a desarrollar una psicología fundamentalmente médica, por primera vez independiente del campo de la filosofía y planteada como ciencia natural, basada en la observación, descripción e interpretación de las conductas de sus pacientes. Freud utilizó el método científico que había aprendido en el laboratorio de Ernst Wilhelm von Brücke (1819-1892) y lo aplicó en la investigación clínica que desarrolló en su larga experiencia médica. Sin embargo, este cambio en la dirección de sus investigaciones no borró la impronta biologista de este primer trabajo. James Strachey (1887-1967) –traductor y compilador de Freud– dice que ese proyecto es un fantasma invisible que ronda en todos sus escritos teóricos, incluso en los últimos. En varias oportunidades manifestó que existían enfermedades, como la manía, en las que era innegable que el propio organismo producía sustancias que provocaban un cuadro semejante a una intoxicación. Y también dijo, precursor, que, en algún momento se iba a poder demostrar que hasta las reacciones emocionales más sutiles se correspondían con alteraciones cerebrales y que se iban a descubrir medicamentos que controlarían los impulsos del Ello. En el año 1976 Karl Pribram y Merton Gill –un neurofisiólogo y un psicoanalista– trataron de relacionar el proyecto con los conocimientos neurofisiológicos de ese momento. Pero fue otro intento fallido. Hoy se están empezando a demostrar algunas de estas relaciones que Freud había previsto. Es oportuno señalar que Joseph Le Doux, de la New York University, trabajando con sus ratas condicionadas, ha dado una explicación neurofisiológica para aquella descripción freudiana del fenómeno de la amnesia infantil3. Tal amnesia no sería un efecto de la represión, como postuló Freud, sino de otro fenómeno: la inmadurez del hipocampo antes de los cuatro años de edad. Entonces se presenta esta curiosa situación: podemos recordar cómo se abotona la camisa, pero no cómo y de quién lo aprendimos, porque no hay dónde almacenar este recuerdo. Su colega de la New York University, Elizabeth Phelps, complementa sus hallazgos con neuroimágenes. En un editorial reciente de esta revista, Kotsias refiere que Freud parece haber acertado con la represión de los recuerdos, un mecanismo crucial en la teoría analítica, sin sustrato biológico hasta que en 2004 Anderson y colaboradores publicaron un artículo en Science demostrando sus mecanismos neurofisiológicos fundamentados con imágenes de resonancia magnética cerebral. Donald W. Pfaff, de la Rockefeller University, cree que los mecanismos instintivos que gobiernan la motivación humana son aún más primitivos de lo que pensaba Freud, y describe uno de ellos (al que denomina seeking o reward), que está regulado por la dopamina y es el encargado de la búsqueda de placer. Esto recuerda a esa energía que Freud llamaba libido. Eric R. Kandel, que recibió el premio Nobel de Medicina en el año 2000, con Arvid Carlsson, Paul Greengard, “por sus descubrimientos concernientes a la transducción de señales en el sistema nervioso”, sostiene que el psicoanálisis todavía es la concepción más coherente e intelectualmente satisfactoria que se conoce del funcionamiento mental. Neurocientíficos como E. R. Kandel, J. E. Le Doux, V. S.Ramachandran, G. Rizzolatti y muchos otros están dando un nuevo marco de trabajo a la psiquiatría: básicamente comienzan a demostrar que los fenómenos mentales son cambios cerebrales, y en sus publicaciones la teoría freudiana parecería quedar, como la teoría darwinista con relación a la genética molecular, como un esquema referencial sobre el cual se pueden ir integrando los nuevos descubrimientos. Si bien no fue Freud sino Hermann von Helmholtz (1821-1894) el primero en hablar de actividad mental inconsciente, fue Freud quien desarrolla, por primera vez, una teoría sobre el funcionamiento del inconsciente. Y lo más importante, porque es fundamental para el progreso de la psiquiatría moderna: también es Freud quien demuestra que, observando atentamente las palabras y el comportamiento de un paciente, el médico puede acceder a comprender el funcionamiento del inconsciente. Este es el aporte fundamental de Freud: la creación de un sistema de comprensión y tratamiento para las enfermedades mentales. Investigar y llevar a la conciencia las emociones inconscientes es el basamento del método psicoanalítico, pero también de toda psicoterapia comprensiva. Este descubrimiento hizo posible que él y sus seguidores desarrollaran diferentes técnicas para conseguir cambios mentales que implican cambios en la modalidad senso-perceptiva, afectiva, cognitiva y conductual del paciente. Y todo esto se consigue a través de la experiencia psicoterapéutica, a través de la palabra y la actitud del terapeuta que favorece el fenómeno transferencial. En el presente las técnicas de imágenes abren nuevos horizontes en la búsqueda científica para poder conectar el proceso terapéutico con la anatomía cerebral y el funcionamiento del sistema nervioso. De este modo se puede llegar a comprender de qué manera los estados patológicos alteran los procesos inconscientes y por lo tanto el cerebro, y de qué manera la psicoterapia o un fármaco o la combinación de ambos los puede reordenar. Hoy podemos afirmar que no se trata de que haya lesiones cerebrales que requieren tratamiento farmacológico y procesos mentales alterados que requieren técnicas verbales, sino que las alteraciones mentales son alteraciones cerebrales y pueden ser tratadas con técnicas farmacológicas o técnicas verbales o técnicas combinadas. Cualquiera de ellas indistintamente produce cambios cerebrales, y por eso se reducen los síntomas. Es por este camino que se puede llegar a resolver la obsoleta dualidad cartesiana de mente y cuerpo. Naturalmente Freud no pudo conocer los descubrimientos actuales que posibilitan una psicología científica tal como él la imaginó, como una ciencia natural; pero sin ninguna duda, Sigmund Freud quedará en la historia de la medicina como el Cristóbal Colón que abrió el camino al nuevo mundo del inconsciente. I. -OLVIDO DE NOMBRES PROPIOS El caso de olvido temporal de un nombre propio es muy frecuente, y el autor llega a la conclusión de que “estos casos de falla de una función psíquica -de la memoria-, nada gratos ni importantes en la práctica, admitían una explicación que iba más allá de la usual valoración atribuida a tales fenómenos.” Sucede que no sólo se olvida, sino que, además, se recuerda erróneamente; “presumo que los nombres sustitutivos están en visible conexión con el buscado,”, afirma Freud. Resumen de las condicionantes del olvido de nombres, acompañado del recuerdo erróneo: Una determinada disposición para el olvido del nombre de que se trate. Un proceso represivo llevado a cabo poco tiempo antes. La posibilidad de una asociación externa entre el nombre que se olvida y el elemento anteriormente reprimido. El autor afirma que junto a los sencillos olvidos de nombres propios aparecen otros motivados por represión. II. -OLVIDO DE PALABRAS EXTRANJERAS El léxico usual del idioma propio parece hallarse protegido del olvido dentro de los límites de la función normal. No sucede lo mismo con los vocablos de un idioma extranjero. En éste todas las partes de la oración están igualmente predispuestas a ser olvidadas. Freud expone que todos y cada uno de los casos que se sometan al análisis, conducirán siempre al descubrimiento de «casualidades» muy extrañas. Este libro trata la diferencia e interno parentesco de los dos paradigmas del olvido de nombres y presenta un segundo mecanismo del olvido: la perturbación de un pensamiento por una contradicción interna proveniente de lo reprimido. III. – OLVIDO DE NOMBRES Y DE SERIES DE PALABRAS El autor da ejemplo de olvido de algunas partes de una poesía, y citando a C. G. Jung expone otro caso de olvido de varias palabras consecutivas de una poesía conocida. Además, nos presenta el caso, no muy común, en que el olvido se pone al servicio de nuestra discreción en momentos en que ésta se ve amenazada del peligro de sucumbir a una caprichosa veleidad. De este modo, la falla se convierte en una función útil, y cuando nuestro ánimo se serena hacemos justicia a aquella corriente interna, que anteriormente sólo podía exteriorizarse por una falla, un olvido, o sea una impotencia psíquica. “¡He analizado numerosos casos de olvido o reproducción incorrecta de varias palabras de una frase asegura S. Freud-, y la conformidad de los resultados de estas investigaciones me inclina a admitir que el mecanismo del olvido posee validez casi universal! Lo que de común tienen todos estos casos, sin distinción del material, es que lo olvidado o deformado entra en conexión, por un camino asociativo cualquiera, con un contenido psíquico inconsciente, del que parte aquella influencia que se manifiesta en forma de olvido.” Señala también el texto que el motivo del olvido de un nombre puede ser también algo más sutil; puede ser, por decirlo así, un rencor «sublimado» contra su portador. Nos da varios ejemplos de personas y olvidos y de las situaciones en que se dan y los interpreta para concluir en que “las cosas se olvidan cuando nos remiten a algo que nos molesta.” Debemos interesarnos no sólo por los motivos del olvido de nombres, sino por el mecanismo de su proceso. En un gran número de casos se olvida un nombre, no porque haga surgir por sí mismo tales motivos, sino porque roza por similitud de nombre o de la cadencia de la palabra (similicadencia) otro nombre contra el cual se dirigen aquéllos. Se comprende que tal debilitación de las condiciones favorezca extraordinariamente la aparición del fenómeno. El mecanismo del olvido de nombres, o más bien de su desaparición temporal de la memoria, consiste en la perturbación de la reproducción deseada del nombre por una serie de ideas ajenas a él e inconscientes por el momento. Entre los motivos de esta perturbación resalta la intención de evitar que el recuerdo despierte una sensación penosa o desagradable. En general, pueden distinguirse dos casos principales de olvido de nombres: cuando el nombre mismo hiere algo desagradable o cuando se halla en contacto con otro capaz de producir tal efecto, de manera que los nombres pueden ser perturbados en su reproducción, tanto a causa de sus propias cualidades como por sus próximas o lejanas relaciones de asociación. Un vistazo a estos principios generales nos permite comprender que el olvido temporal de nombres sea el más frecuente de nuestros rendimientos fallidos. El autor también hace constar que el olvido de nombres es altamente contagioso y que este “olvido colectivo” es, en realidad, un fenómeno de la psicología de las masas que no ha sido todavía objeto de la investigación analítica. IV. -RECUERDOS INFANTILES Y RECUERDOS ENCUBRIDORES Sabemos que en los más tempranos recuerdos infantiles de una persona parece haberse conservado, en muchos casos, lo más indiferente y secundario, mientras que frecuentemente, encontramos que de la memoria del adulto han desaparecido -sin dejar huella- los recuerdos de otras impresiones importantes, intensas y llenas de afecto, pertenecientes a dicha época infantil. Esto se debe a que los recuerdos infantiles deben su existencia a un proceso de desplazamiento y constituyen un sustituto de otras impresiones verdaderamente importantes, cuyo recuerdo puede extraerse de ellos por medio del análisis psíquico, pero cuya reproducción directa se halla estorbada por una resistencia. Dado que estos recuerdos infantiles indiferentes deben su conservación no al propio contenido, sino a una relación asociativa del mismo con otro contenido reprimido, creemos que está justificado el nombre de recuerdos encubridores. Existe una peculiaridad de la relación temporal entre el recuerdo encubridor y el contenido que bajo él queda oculto. El contenido del recuerdo encubridor pertenece a los primeros años de la niñez, mientras que las experiencias mentales por él reemplazadas en la memoria (y que permanecían casi inconscientes), corresponden a años muy posteriores de la vida del sujeto. Esta clase de desplazamiento fue denominada retroactivo o regresivo. Quizá con mayor frecuencia se encuentra la relación inversa, siendo una impresión indiferente de la primera infancia la que se fija en la memoria en calidad de recuerdo encubridor, a causa de su asociación con una experiencia anterior, contra cuya reproducción directa se alza una resistencia. En este caso los recuerdos encubridores son progresivos o avanzados. Lo más importante para la memoria se halla aquí cronológicamente detrás del recuerdo encubridor. Por último, puede presentarse también una tercera variedad: la de que el recuerdo encubridor esté asociado a la impresión por él ocultada, no solamente por su contenido, sino también por su contigüidad en el tiempo. Estos serán recuerdos encubridores simultáneos o contiguos. El olvido de nombres no constituye más que una perturbación momentánea – pues el nombre que se acaba de olvidar ha sido reproducido cien veces con exactitud anteriormente y puede volver a serlo poco tiempo después -; en cambio, los recuerdos encubridores son algo que poseemos durante largo tiempo sin que sufran perturbación alguna, dado que los recuerdos infantiles indiferentes parecen poder acompañarnos, sin perderse, a través de un amplio período de nuestra vida. “Mi opinión asegura Freud-, es que miramos con demasiada indiferencia el hecho de la amnesia infantil, o sea la pérdida de los recuerdos correspondientes a los primeros años de nuestra vida, y que no nos cuidamos lo bastante de desentrañar el singular problema que dicha amnesia constituye. Es muy posible que este olvido de nuestra niñez nos pueda dar la clave para la comprensión de aquellas amnesias que, según nuestros nuevos conocimientos, se encuentran en la base de la formación de todos los síntomas neuróticos. Poderosas fuerzas correspondientes a una época posterior de la vida del sujeto han moldeado la capacidad de ser evocadas de nuestras experiencias infantiles, y estas fuerzas son probablemente las mismas que hacen que la comprensión de nuestros años de niñez sea tan difícil para nosotros. V. -EQUIVOCACIONES ORALES (`Lapsus linguae’) El material corriente de nuestra expresión oral en nuestra lengua materna parece hallarse protegido del olvido; pero, en cambio, sucumbe con extraordinaria frecuencia a otra perturbación que conocemos con el nombre de equivocaciones orales o lapsus linguae. Cuando se observa uno a sí mismo estando buscando un nombre olvidado, se advertirá, con relativa frecuencia, que se está convencido de que la palabra buscada comienza con una determinada letra. Esta convicción resulta luego igual número de veces infundada que verdadera, y hasta me atrevo a afirmar que la mayoría de las veces es falsa nuestra hipotética reproducción del sonido inicial. Si se acepta la conjetura de que un mecanismo similar al señalado en el olvido de nombres intervenga también en los fenómenos de equivocaciones orales, se llegará a un juicio más fundamentado sobre estos últimos. La perturbación del discurso que se manifiesta en forma de equivocación oral puede, en principio, ser causada por la influencia de otros componentes del mismo discurso; esto es, por un sonido anticipado, por un eco o por tener la frase o su contexto un segundo sentido diferente de aquel en que se desea emplear. Pero, en segundo lugar, puede también producirse dicha perturbación por influencias exteriores a la palabra, frase o contexto, ejercidas por elementos que no se tiene intención de expresar y de cuyo estímulo sólo por la perturbación producida nos damos cuenta. Confío en que estas reglas por mí expuestas habrán de ser confirmadas por todo aquel que las someta a una comprobación práctica; pero es necesario que, al realizar tal examen, observando una equivocación oral cometida por una tercera persona, se procure llegar a ver con claridad los pensamientos que ocupaban al sujeto. Numerosas observaciones me han demostrado que la sustitución de una palabra por otra de sentido opuesto es algo muy corriente. Tales palabras de sentido contrario se hallan ya asociadas en nuestra consciencia del idioma. Yacen inmediatamente vecinas unas de otras y se evocan con facilidad erróneamente Opina Wundt que en estos fenómenos y otros análogos no faltan jamás determinadas influencias psíquicas. «A ellas pertenece, ante todo, como una determinante positiva, la corriente no inhibida de las asociaciones de sonidos y de palabras, estimulada por los sonidos pronunciados. También en algunos casos puede ser dudoso el decidir qué forma se ha de atribuir a una determinada perturbación, o si no sería más justo referirla, conforme al principio de la complicación de las causas, a la concurrencia de varios motivos.» Quizá se pudiera acentuar con mayor firmeza el hecho de que el factor positivo favorecedor de las equivocaciones orales -la corriente no inhibida de las asociaciones- y el negativo -el relajamiento de la atención inhibitoria- ejercen regularmente una acción sincrónica, de manera que ambos factores resultan no ser sino diferentes determinantes del mismo proceso. Casi siempre descubro, además, una influencia perturbadora procedente de algo exterior a aquello que se tiene intención de expresar, y este elemento perturbador es o un pensamiento inconsciente aislado, que se manifiesta por medio de la equivocación y no puede muchas veces ser atraído a la consciencia más que por medio de un penetrante análisis, o un motivo psíquico general, que se dirige contra todo el discurso. (VIENEN en el libro más de 30 ejemplos, propios o que le contaron) La afinidad entre una equivocación oral y un chiste puede llegar a ser tan grande, que la persona misma que la sufre ría de ella como si de un chiste se tratase. En el método para la solución y remoción de los síntomas neuróticos que empleo se encuentra uno con frecuencia ante la labor de descubrir, extrayéndolo de discursos y ocurrencias, en apariencia casuales, de los pacientes, un contenido psíquico que, aunque se esfuerza en ocultarse, no puede dejar de traicionarse a sí mismo, revelándose involuntariamente de muchas maneras diferentes. En estos casos, las equivocaciones suelen prestar los más valiosos servicios. En otros casos de equivocaciones orales puede aceptarse que la similicadencia con palabras obscenas o la alusión a un sentido de este género constituyen por sí solas el elemento perturbador. Los casuales caprichos del material oral hacen surgir, a veces, equivocaciones que tienen, en unos casos, todo el abrumador efecto de una indiscreta revelación, y en otros, el completamente cómico de un chiste. Desde luego, todas las equivocaciones orales tienen siempre un fundamento, además, señala el autor que hay confesiones involuntarias y da ejemplos, para concluir afirmando: “En los trabajos de psicoanálisis las equivocaciones del paciente sirven muchas veces para aclarar los casos y confirmar aquellas hipótesis expuestas por el médico en el mismo momento en que el paciente las niega con obstinación.” La hilaridad y la burla que estos errores no dejan nunca de provocar cuando aparecen en momentos graves o decisivos son un testimonio contrario a la convención generalmente aceptada de que no son sino meros lapsus linguae, sin significación ni importancia psicológica alguna. Repetidas veces he conseguido demostrar que los más insignificantes y naturales casos de errores verbales tienen su sentido y pueden ser interpretados de igual modo que los casos más extraordinarios. En este trabajo se sometió a análisis psicológico el frecuente caso del olvido temporario de nombre propios. Freud llegó a la conclusión que ese episodio trivial de fracaso psíquico (el recordar), admite un esclarecimiento. Observó ciertos detalles (que no se presentan en todos los casos), en los que se disciernen con mayor nitidez, que no solo se produce el olvido sino un recuerdo falso. En el proceso de recuperar un nombre aparecen otros, a los cuales llamó nombres sustitutivos, y que, a pesar de ser erróneos aparecen una y otra vez, imponiéndose. El proceso destinado a reproducir el nombre correcto se ha desplazado o descentrado. El nombre o los nombres sustitutivos mantienen un nexo con el nombre buscado. Buscando el nexo, llegó a las siguientes conclusiones: a. El nombre olvidado era familiar como los nombres sustitutivos: Freud, se encontraba viajando y hablando de un tema. b. El olvido del nombre solo se explica al recordar el nombre anterior de la conversación que tuvo y le coloca el nombre de perturbación del nuevo tema que emergía por el precedente. Se encuentran palabras y nombres que se asocian. c. Un pensamiento anterior puede perturbar un pensamiento siguiente. Freud al no querer tocar un tema (considerado controversial en la época), desvió sus pensamientos y atención. d. Se admite la influencia de motivos en este proceso que interrumpieron la comunicación de los pensamientos. Se había reprimido un pensamiento anterior. El propósito de olvidar algo no se logró completamente. e. Se dio un enlace entre el nombre buscado y el tema que se reprimió. En este proceso los nombres han recibido un trato parecido a los pictogramas. Se da una asociación entre las mismas sílabas. Para ciertos casos, se agrega un motivo a todos los factores admitidos de tiempo atrás capaces de producir un olvido, y por otra, aclaramos el mecanismo del recordar como fallido. Condiciones para el olvido de un nombre con recordar fallido: 1. Cierta predisposición para su olvido. 2. Proceso de sofocación transcurrido poco antes (pensamiento sustituido por otro dentro de una conversación). 3. La posibilidad de establecer una asociación extrínseca entre el nombre olvidado y el elemento antes sofocado. La asociación extrínseca puede ser condición suficiente para que el elemento reprimido perturbe la reproducción del nombre que se busca. Los dos elementos enlazados por una asociación extrínseca) el reprimido y el nuevo) poseen un nexo en su contenido. • Junto al olvido simple de nombres propios se presenta también un olvido que está motivado por la represión.
Una simple aproximación a Freud: Una guía para explicar de forma sencilla los descubrimientos de Sigmund Freud y los principios de la psicología profunda