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Fonagy
Fonagy
Hay estudios que demuestran distorsiones de la representación del apego en individuos con
trastornos de personalidad, sobre todo borderline; mayoritariamente patrones de apego
preocupados. Propone que algunos sujetos con trastornos de personalidad, son aquellas
víctimas de maltrato infantil, que lo afrontaron rechazando captar los pensamientos de sus
figuras de apego, evitando así tener que pensar sobre los deseos de sus cuidadores de hacerles
daño. El continuar alterando defensivamente su capacidad para representarse estados
mentales propios y de los otros les lleva a operar con impresiones imprecisas sobre los
sentimientos y pensamientos.
Entonces: 1. Los individuos que sufren un trauma precoz, pueden inhibir defensivamente su
capacidad para mentalizar. 2. Algunas características de los trastornos de personalidad
pueden deberse a dicha inhibición.
El maltrato determina la capacidad reflexiva y el sentido del self del infante. Estos niños
muestran un déficit específico en el uso de términos sobre su estado interno; déficits en tareas
que requieren mentalización. La necesidad de proximidad persiste, necesidad de cercanía que
se expresa en el nivel físico. En la contradicción entre la búsqueda de proximidad en el nivel
mental y en el nivel físico radica el apego desorganizado.
Aclaración: no todos los padres de individuos con problemas de mentalización son borderline.
También planteó características comunes en los pacientes fronterizos más allá del subtipo:
a. Enojo como afecto predominante b. Dificultades para mantener una identidad cohesiva c.
Trastornos en los vínculos interpersonales d. Predominio de la depresión. Los pacientes
borderline no se deterioran y evolucionan hacia un cuadro esquizofrénico, sino que
permanecen “establemente inestables”. Lerner plantea que hay autores que hablan de
estados fronterizos pero que no está de acuerdo con este término ya que éste alude a cierta
estabilidad, fijeza y la patología fronteriza es fluctuante. Prefiere hablar de organizaciones
fronterizas ya que el término alude a un modo de funcionamiento fronterizo que remite a
situaciones centrales en la psicopatología, como los déficits en la constitución yoica, que
determinarán una modalidad de organización psíquica determinada. Lo importante es tener en
cuenta como se defiende el yo. Muchas veces el paciente fronterizo usará defensas más
neuróticas y otras a defensas más cercanas a las psicóticas, más ligadas a la problemática del
déficit de estructura yoica. Estos pacientes tienen mayor probabilidad de abuso de sustancias
tóxicas y de riesgo de suicidio que en el resto de la población. En general, los síntomas de los
pacientes fronterizos comienzan a volverse evidentes hacia el final de la adolescencia o en
adultos jóvenes.
Entonces, hay una inexistente tolerancia a la ansiedad, dificultad para controlar los impulsos y
trastornos con respecto a los canales de sublimación. Estos pacientes tienen un déficit
importante en la narcisización
Acerca de la técnica: estos pacientes nos llevan a realizar cambios dentro del campo
psicoanalítico. Estamos en un momento de la práctica psicoanalítica en que los pacientes nos
piden no solo que los ayudemos a levantar sus represiones para que surja aquello que estaba
sepultado. Las llamadas “nuevas patologías”, entre las que se encuentran los fronterizos, nos
enfrentan con deslizamiento técnicos. Estos pacientes nos demandan ayuda para la creación
de lo que nunca estuvo; nos piden que en lugar de reeditar en la transferencia, editemos. El
trabajo psicoanalítico se realiza en el encuentro intersubjetivo donde se recrea o crea lo que
fue conflictivo o lo que no hubo, lo que faltó. Con el paciente fronterizo el analista se enfrenta
a un yo fragmentado y debe apuntar a un trabajo de integración.
Las personas borderline buscan vivir estados de agitación, tensión o dolor a modo de estímulos
que consolidan el self y le señalan sus límites. Protegenal sujeto del vacío, del temor al
derrumbe y lo hacen sentirse vivo. La hipersociabilidad superficial, la sexualidad compulsiva o
el uso de sustancias psicoactivas sirven a los mismos fines. El autor plantea que un gran
porcentaje de los pacientes borderline experimentan una reducción sustancial de su
sintomatología luego de un período de alrededor de cinco años.
Los deseos pueden ser clasificados en dos categorías principales: por un lado, deseos de
autodefinición, de autonomía, de ser agente activo de las propias acciones, de control y, por
otro lado, en deseos de relación, de estar en contacto con otras personas.
Joffe y Sandler remarcaron que debemos diferenciar entre estados de infelicidad y sufrimiento
(dolor), por un lado, y la respuesta depresiva por el otro. El sufrimiento lo relacionaron con un
estado de discrepancia entre una representación ideal del self y otra representación del self
sentida como la real; y la respuesta depresiva fue vista como un tipo de reacción afectiva que
surgiría en circunstancias particulares en que se experimente impotencia/indefensión ante el
sufrimiento.
Los componentes que caracterizan al estado depresivo son: a. Fijación a cierto deseo que
ocupa un lugar central en el mundo del sujeto y que es sentido como no realizable.