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El fin de la dictadura del general Franco en 1975, tras su muerte, supuso una monarquía

encabezada por su sucesor Juan Carlos I de Borbón, que pronto se desvincularía de la ideología
falangista y dictatorial para encaminarse hacia una apertura política.

La transición política hacia un sistema democrático fue un proceso complejo dificultado por: la
oposición al monarca, la grave crisis económica, las reivindicaciones de los partidos políticos y
los frecuentes atentados terroristas. Pese a esto, Juan Carlos fue proclamado rey de España
bajo las leyes franquistas.

El proyecto que el monarca tenía en mente era instaurar un sistema democrático. Sin embargo,
la reciente Guerra Civil impedía este suceso, ya que tanto las izquierdas como las derechas
querían que se llevase a cabo un enfrentamiento para ralentizar el proceso, y la única solución
es que la oposición controlara a sus seguidores para que el ejército no interviniera para salvar
el sistema franquista.

Por ello, el primer gobierno estuvo presidido por Carlos Arias Navarro. Sin embargo, este no
parecía la persona adecuada para comenzar el proceso reformista debido a su vinculación con
la dictadura. Además, las manifestaciones por la amnistía, las tensiones en el País Vasco (ETA
con el apoyo popular), la huelga general en Vitoria (1976), dificultaban que el gobierno pudiese
solucionar la situación, por lo que se produjo una falta de sintonía entre el rey y Arias Navarro
que derivó en la dimisión de este último.

Tras su dimisión, Adolfo Suárez fue elegido presidente del gobierno. Y pese a que nadie
pensaba que él fuera la persona indicada para traer la democracia a España, consiguió
convencer a los franquistas en las Cortes para desmantelar su propio sistema, con lo que
consiguió evitar la intervención del ejército. El proyecto reformista era impreciso en muchos
aspectos y dirigido desde la legalidad institucional, lo que permitió un nuevo sistema de
gobierno democrático sin traumas que se valiera de elementos ya existentes como las Cortes
Españolas, que aprobarían la Ley para la Reforma Política el 18 de noviembre de 1976 y que
tendría como resultado final la aprobación de la Constitución de 1978.

El siguiente paso fue convocar elecciones, pero se necesitaba el apoyo de la


oposición, lo que dio lugar a la legalización del PCE en abril de 1977 , prohibido durante el
franquismo. Durante este período, en el País Vasco se pedía la amnistía, pero ETA
continuaba con los atentados; además, surgieron otros grupos terroristas como el
GRAPO o el FRAP. Sin embargo, Suárez consiguió que todos los líderes políticos
publicaran un comunicado denunciando el terrorismo y apoyando a Suárez.
En junio de 1977 tuvieron lugar las elecciones generales a las que se presentaron
principalmente UCD, cuyo líder era Adolfo Suárez, el PSOE, cuyo líder era Felipe González, el
PCE, cuyo líder era Santiago Carrillo y AP (Alianza Popular), cuyo líder era Manuel Fraga. Dichas
elecciones fueron ganadas por UCD, seguidos por el PSOE como segunda mayor fuerza política.
Cabe destacar que estas elecciones no fueron plenamente democráticas debido a que en este
momento no había una constitución

Meses más tarde, en 1978, se aprobó la nueva constitución, que establecería que en España
estaría vigente una monarquía parlamentaria y separaría los poderes de manera que: el
legislativo recae en las Cortes y el ejecutivo en el Gobierno mientras que el judicial recae en los
jueces y magistrados. Además, esta constitución recoge explícitamente a los partidos políticos
y reconoce a las Comunidades Autónomas de España. Por último, reconoce los derechos y
libertades conforme a la Declaración Universal de los Derechos Humanos y que todo el mundo
es igual ante la ley.

Sin embargo, la transición democrática era simultánea a una grave crisis económica europea
producida por los destrozos de la Segunda Guerra Mundial. El precio del petróleo se
cuadruplicó, lo que supuso un gran problema, ya que era el producto motor de las economías
de cada país, que también se dio en España.

La grave crisis produjo un aumento anual del paro muy elevado. Además, fueron varios los
errores políticos que agravaron la situación hasta que finalmente, el 25 de octubre de 1977 los
Pactos de Moncloa fueron firmados por los partidos del Congreso. El objetivo de la firma de los
Pactos de Moncloa, era reducir la inflación, por lo que se devaluó la peseta, se controló el gasto
público y se redujo el gasto elevado de energía entre otras. Con retraso casi de un siglo, España
incorporó el sistema tributario de sus países vecinos desarrollados, siendo éstos los primeros
pasos hacia el Estado del bienestar.

Todo esto desembocaría en las elecciones de 1979, ya plenamente democráticas, en las que
triunfaría UCD que, debido a las dificultades de su gobierno, tuvo que someterse a una moción
de censura en 1980 y derivaría en la dimisión de Suárez el 23 de febrero de 1981 tras el intento
fallido de golpe de Estado del teniente coronel Antonio Tejero. Sin embargo, en 1982, el PSOE
llegaría al poder con Felipe González que consagraría la democracia política del país

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